II ENCUENTRO INTERNACIONAL RESTAURADORES SIN FRONTERAS A-RSF: PAISAJES E ITINERRIOS CULTURALES COMO ESTRATEGIAS PARA EL DESARROLLO Bogotá – Colombia 2008
EL PATRIMONIO NATURAL COMO BASE DEL PAISAJE CULTURAL EN EL ENTORNO URBANO1 G. Aponte2
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EJE TEMÁTICO: “LA TEORÍA, LOS CONCEPTOS, LAS POLÍTICAS, LAS NORMAS Y LOS PROYECTOS: SU EVOLUCIÓN Y COHERENCIA EN RELACIÓN CON LA NOCIÓN DE PAISAJES E ITINERARIOS CULTURALES”. Dependiendo de la concepción cultural de naturaleza, el patrimonio natural de los territorios donde se asientan las ciudades, va desapareciendo lentamente hasta convertirlos en vastas extensiones predominantemente artificiales y artificiosas, empeñadas cada vez más en suplir las funciones naturales con tecnologías sofisticadas y a caricaturizar los elementos naturales como un elemento entre otros del repertorio o del mobiliario urbano. La debida atención a la naturaleza del territorio, a su paisaje propio y a las potencialidades que éstos ofrecen, constituye valiosas estrategias hacia el desarrollo sustentable.
Palabras clave: patrimonio natural, paisaje urbano, paisaje cultural, dinámica, percepción
Introducción Cada conglomerado humano, con el pasar del tiempo va consolidando sus interpretaciones de los espacios en los que se ubica, de sus formas de desarrollar actividades, de su aprecio o no por las tradiciones, de su apertura a nuevas formas de ver y actuar; en una palabra, va evolucionando su cultura. El resultado acumulado de estas interpretaciones y las acciones que las concretan en realidades, junto con su percepción, constituyen el paisaje cultural. Según el Instituto de Patrimonio Cultural de España el paisaje cultural es una realidad compleja, integrada por componentes naturales y culturales, tangibles e intangibles, cuya combinación configura el carácter que lo identifica como tal, por ello debe abordarse desde diferentes perspectivas. La perspectiva central de este texto, en relación con el paisaje cultural, revisa el papel de los componentes naturales en la construcción del paisaje cultural urbano, con particular referencia a Bogotá.
La interpretación citadina de naturaleza Al relacionar patrimonio natural con ciudad, se suele pensar en: Patrimonio natural de la ciudad, lo cual es de entrada una imprecisión. El paisaje natural no es de la ciudad. El patrimonio natural es de todos los seres humanos, en cuanto naturaleza, que también somos. 1 2
Publicado en el libro de memorias del evento
Delegada internacional de la Sociedad Colombiana de Arquitectos Paisajistas SAP Presidente del Comité de Educación, para la Región Américas, de la Federación Internacional de Arquitectos Paisajistas IFLA Bogotá D.C., Colombia
II ENCUENTRO INTERNACIONAL RESTAURADORES SIN FRONTERAS A-RSF: PAISAJES E ITINERRIOS CULTURALES COMO ESTRATEGIAS PARA EL DESARROLLO Bogotá – Colombia 2008 La ciudad no es dueña del patrimonio natural; simplemente los seres humanos, en función de nuestro instinto gregario, nos hemos organizado en comunidades que, dependiendo de la dirección que ha tomado nuestro desarrollo, se han convertido primero en pueblos, luego en ciudades, en megaciudades, en magalópolis. Estos entes urbanos se han asentado sobre el patrimonio natural, con tan escaso acierto que han devorado el propio sustento de su asentamiento. Como dice Richard Rogers (2001), las ciudades se han convertido en parásitos dentro del paisaje, ingentes organismos que absorben energía, del planeta para su mantenimiento: consumidoras insaciables, contaminantes incansables. Este comportamiento frente al territorio natural, si bien en Bogotá fue predominantemente originado en la actividad de los particulares y de los urbanizadores piratas a partir de los 60’; también ha sido fomentado por los imaginarios institucionales que se gestan desde la administración local, con visión y propósito de eficiencia funcional y económica, pero lejos de consideraciones sobre la identidad natural del territorio. Tal imaginario queda plasmado en normas que reiteradamente son aplicadas por los usuarios y requeridas desde la autoridad, en una repetición sin fin que legitima por costumbre, ligerezas conceptuales. Concretamente para ilustrar lo anterior, cabe revisar una de las definiciones contempladas en el numeral 3 del Artículo 78 del Decreto 190 de 2004, el cual compila las dos versiones anteriores del Plan de Ordenamiento Territorial del Distrito Capital, Decretos 619 de 2.000 y 467 de 2.003, el cual a la letra dice: 3. Ronda hidráulica: Zona de protección ambiental e hidráulica no edificable de uso público, constituida por una franja paralela o alrededor de los cuerpos de agua, medida a partir de la línea de mareas máximas (máxima inundación), de hasta 30 metros de ancho destinada principalmente al manejo hidráulico y la restauración ecológica. Como si lo fundamental de una ronda hidráulica fuera su calidad, innegable por supuesto, de no edificable. Mucho más inherente a la esencia misma del sistema hídrico, es el hecho de que la ronda es parte integrante e inseparable del cuerpo de agua. Un cuerpo de agua no es sólo su cauce sino también, y de manera inseparable, las franjas adyacentes que le permiten su dinámica, amortiguan su crecida y deben, como fenómeno natural, ser afectadas por las mismas. Franjas que deben mantener las características propias de su cobertura superficial blanda y de su cobertura espacial arbórea. Debido a la falta de consideraciones sobre la esencia de los cuerpos de agua, en el Plan maestro de Espacio Público del Distrito Capital, Decreto 215 de 2005, se toman los ejes de los cursos de agua como divisiones administrativas del espacio público de la capital, en fracciones denominadas unidades geográficas, que nada tienen que ver con la geografía, pues desde la óptica geográfica, la unidad es la cuenca, cuyo eje de estructura es precisamente el curso de agua. En síntesis el error está en tomar los ejes, como bordes.
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Figura 1.-Unidades geográficas del Plan Maestro de Espacio Público de Bogotá. Tomado de: Alcaldía mayor de Bogotá. Presentación del Plan. mayo de 2005.
Reconocer la identidad propia de los cuerpos de agua y respetarla apropiadamente en el desarrollo urbano, permitirá no solo el cuidado del agua sino del ecosistema en su estructura múltiple, policompuesta y en su dinámica garante de vida.
La vivencia de naturaleza en la ciudad Como claramente lo afirma Anne Wiston Spirn (1985 pg 37): La percepción aislada de elementos naturales como ríos o árboles urbanos, como “cosas” singulares en sí mismas en lugar de como partes de un proceso evolutivo, al cual deben su forma y carácter, conduce a medidas improvisadas para mitigar eventualidades y proteger un recurso, y no a soluciones dirigidas al corazón del problema por lo cual con frecuencia precipitan nuevos imprevistos. Derivada de la interpretación citadina de la naturaleza, viene la vivencia que todos y cada uno de los ciudadanos, no sólo de aquellos que desde la institucionalidad o desde su rol directo en la configuración urbana, podrá experimentar del hábitat cotidiano en el que se desenvuelve. Cuando se habla de naturaleza en la ciudad, viene a la mente la imagen de rígidas filas de arbolitos, ojalá todos idénticos y de una “especie” que incomode lo mínimo las actividades de la
II ENCUENTRO INTERNACIONAL RESTAURADORES SIN FRONTERAS A-RSF: PAISAJES E ITINERRIOS CULTURALES COMO ESTRATEGIAS PARA EL DESARROLLO Bogotá – Colombia 2008 funcionalidad urbana, ignorando el valor perceptual de la especialidad configurada por estos seres vivos, y principalmente su dinámica y valor ecosistémico. Se nos ha olvidado que el patrimonio natural en territorio urbano, está constituido por: • • • • •
El Agua El Suelo La Vegetación La Fauna (principalmente avifauna) El Clima
pero principalmente por la interacción entre ellos; se nos ha olvidado que nuestras necesidades bióticas y de confort, dependen del diálogo que establezcamos con ese patrimonio natural en pleno. Se nos olvida también que el paisaje es la percepción cotidiana de nuestro medio ambiente, local, barrial, en todas las escalas. Consecuentemente con la interpretación citadina de naturaleza imperante en Bogotá, en el documento resumen de la revisión del POT, la palabra “paisaje” aparece no como concepto a desarrollar y materializar, no como un objetivo del Plan, sino circunstancialmente, ligada a “..... costos tarifarios para reducir externalidades negativas por deterioro del medio ambiente y del paisaje.”3 Es decir, se reconoce que hay “algo negativo” en el deterioro del paisaje, pero no hay aproximación a su conceptualización, valoración, desarrollo, configuración, implementación o manejo. El paisaje es la expresión perceptible de la interacción constante entre los lugares y la gente. La gente influye en los lugares y éstos a su vez influyen en la gente. Conviene entonces revisar y redireccionar la influencia que los actuales paisajes urbanos colombianos están ejerciendo sobre las nuevas generaciones, víctimas del legado que como paisaje cultural está dejando la generación inmediatamente anterior. El desconocimiento de nosotros mismos, el ignorar de dónde venimos y para dónde vamos, el desamor por nuestro lugar geográfico…..abre las puertas a la colonización cultural. Culturas ajenas, culturas copiadas sin entenderlas invaden nuestro espacio y se adueñan de nuestro paisaje, y nunca tendrán la coherencia ni la fuerza suficientes para despertar una sincera y espontánea emoción del yo. La verdadera dimensión paisajística de nuestros entornos es aquella que nos ata emocionalmente al lugar, la que suscita sentimientos de identidad e interdependencia con el carácter y la naturaleza del territorio.
La apariencia de naturaleza en la ciudad Con frecuencia cuando se habla de paisaje en Bogotá, se hace referencia a elementos naturales distantes, con el imaginario de que son intocables, reforzado por el tratamiento que reciben desde la normativa. La naturaleza periférica se ha bautizado como: “áreas protegidas” y colorearlos de verde en la cartografía oficial pareciera declarar, por decreto, que su funcionamiento ecosistémico es ideal. La creencia popular es que la naturaleza está “allá” y el espacio público “aquí”, sin abordar el reto de generar estrategias de convivencia entre lo natural y lo utilitariamente urbano. Como consecuencia hoy en día se tienen ciudades más preocupadas por la cirugía estética de su superficie, que por el funcionamiento ecosistémicamente lógico de sus órganos vitales. Ver fotos 1 y 2. 3
Ver aparte “Potencial de dotación de servicios públicos domiciliarios”
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Foto 1.-Tramo del Eje Ambiental . Tomada de:www.bogowiki.org.
Foto 2.-Quebrada La Vieja. Aponte gloria. 2005
A la luz de una auténtica visión paisajística, es decir teniendo en cuenta el resultado en estimulación perceptual, del tratamiento que se le da al medio ambiente y a la ciudad en general, podría decirse que las obras adelantadas desde la aplicación del Decreto 619, sin duda muy meritorias en sus aspectos funcionales, han entorpecido la convivencia urbana con un sistema hídrico en condiciones ecológicamente sanas, han desplazado con persistencia aquella vegetación que permita “tránsito de las aves y otros elementos de la fauna regional que contribuyan a la dispersión de la flora nativa”4, como tambiéncon el excesivamente intenso uso de escasas especies foráneas (liquidambar, eugenia y ligustrum principalmente) han negado “la incorporación de la riqueza florística regional a la arborización urbana”5. Y han erosionado la ya de por sí frágil identidad al desaprovechar los recursos paisajísticos locales. Si prestásemos la debida atención a la oferta perceptual de la ciudad hacia sus habitantes, nos encontraríamos con un intangible a la hora de los planteamientos, pero tremendamente tangible en la vivencia diaria: EL PAISAJE. Es decir, el catalizador medioambiental por excelencia, el integrador perceptual del medio ambiente.
Conclusiones El vacío en palabras y conceptos en la normativa, así como en la cotidianeidad es importante en la medida de su contribución, por ausencia, al vacío real y tangible que se abre y acrecienta entre nosotros los ciudadanos y la naturaleza de nuestro territorio. Urge establecer de nuevo vínculos amigables con la naturaleza del territorio en los entornos urbanos, para beneficio del grupo social y fomentar así una actitud cultural que reconozca la importancia del patrimonio natural, de tal manera que esté permanentemente involucrado de manera indisoluble con las expresiones culturales, en la construcción de nuestro paisaje. Es decir, que el reconocimiento de la naturaleza, su importancia y su dinámica, vuelvan hoy a ser
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Resumen revisión POT 2003 Ibid
II ENCUENTRO INTERNACIONAL RESTAURADORES SIN FRONTERAS A-RSF: PAISAJES E ITINERRIOS CULTURALES COMO ESTRATEGIAS PARA EL DESARROLLO Bogotá – Colombia 2008 parte de la cultura, como lo fueron para nuestros antepasados, y se reconozcan como parte del paisaje de nuestras ciudades. Se les debe permitir a todos estos escasos elementos naturales, en conjunción y en interacción permanente, su presencia transversal y dinámica a lo largo y ancho de la ciudad, como el fundamento para un entorno urbano saludable y sustentable. Saludable no solamente en términos bióticos sino principalmente anímicos y culturales para un desarrollo verdaderamente sustentable.
Bibliografía:
1. Aponte G., Gloria. (Noviembre, 1991). Tres dimensiones. Revista Arquitectura del Paisaje: Dimensiones culturales del paisaje, No. 8, p. 29. 2. Aponte G., Gloria. (2005). Un vacío persistente en el nuevo POT. Revista de Arquitectura – CIFAR, No. 7, p. 21 - 23. 3. Appleton, Jay. (1986).The Experience of Landscape. Reino Unido: Hull University Press.
4. Betancur, Lucelena & sarmiento, Libardo. (1996). Formas de producción, uso y consumo para la ciudad sostenible. Bogotá D.C.: Fundación Hábitat Colombia. 5. Canter, David. (1987). Psicología de lugar. México: Editorial Concepto S.A. 6. Alcaldía Mayor de Bogotá D.C. (2003). Guía de Lineamientos Ambientales para el diseño de Proyectos de Infraestructura en Bogotá D.C. Colombia: Somos Impresores Ltda. 7. Definición de paisaje cultural. (s.f.). Recuperado el 7 de octubre de 2008, de http://www.mcu.es/patrimonio/MC/IPHE/PlanesNac/PlanPaisajesCulturales/Definicion/Defin icionPaisCultural.html 8. Girardet, Herbert. (1992). Ciudades. Barcelona: Editorial Gustavo Gili. 9. Hough, Michael. (1988). Naturaleza y ciudad: planificación urbana y procesos ecológicos. Barcelona: Editorial Gustavo Gili. 10. Laurie, Michael. (1983). Introducción a la arquitectura del paisaje. Barcelona: Editorial Gustavo Gili. 11. Mac Harg, Ian. (1999) Proyectar con la naturaleza. Barcelona: Editorial Gustavo Gili.
12. Rogers, Richard. (2001). Ciudades para un pequeño planeta. Barcelona: Editorial Gustavo Gili.
13. Spirn, Anne W. (1985). The Granite garden. Urban Nature and Human Design.