EL PATRIMONIO RURAL EN HUAURA: DE LA MOMIA TATUADA A LA ANTIGUA HACIENDA SAN JOSÉ DE RONTOY

EL PATRIMONIO RURAL EN HUAURA: DE LA MOMIA TATUADA A LA ANTIGUA HACIENDA SAN JOSÉ DE RONTOY Sandra Negro 16 de noviembre de 2012 Las áreas rurales ofr

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EL PATRIMONIO RURAL EN HUAURA: DE LA MOMIA TATUADA A LA ANTIGUA HACIENDA SAN JOSÉ DE RONTOY Sandra Negro 16 de noviembre de 2012 Las áreas rurales ofrecen rasgos patrimoniales propios en sus componentes, estructura y organización funcional, que deben ser considerados de manera integral a nivel regional, microrregional o en casos puntuales, abarcar desde valles enteros, hasta porciones circunscritas de los mismos. La finalidad es lograr una delimitación espacio-cultural que posibilite la elaboración de formulaciones teóricas, conducentes a propuestas para la definición de una política nacional en torno al patrimonio rural. Evidentemente este patrimonio es más complejo de determinar, ya que forman parte del mismo muchos componentes que le prestan una riqueza y variedad que a menudo pasan inadvertidos o son deficientemente valorados. Si bien los elementos más visibles suelen ser los sitios arqueológicos, el urbanismo de los asentamientos humanos, la arquitectura monumental asociada a la vivienda, estructuras vinculadas con la producción artesanal o industrial, la arquitectura y el arte perteneciente a iglesias, capillas y oratorios, existen muchos otros que pasan desapercibidos o no son considerados como elementos patrimoniales sujetos de ver conservados y tutelados. Sin la intención de proponer un listado exhaustivo podemos citar algunos tales como: Las tecnologías y recursos constructivos de matriz histórica y plenamente adaptados a la geografía y medio circundante. Los paisajes agrarios como forma de organización espacial y de reparto en los usos del suelo que reflejan una evolución histórica, así como las distintas estructuras socio-económicas inherentes, el léxico agrario y las formas tradicionales de cultivo. La arquitectura vernácula que recoge saberes y experiencias populares atávicas. Los recursos paisajísticos de valor singular por sus ecosistemas y biodiversidad. Las infraestructuras territoriales, tales como redes de caminos, puentes, rutas de arrieros, obras hidráulicas y otros. Costumbres populares y etnográficas, fiestas, música y danzas; mitos, leyendas y creencias, gastronomías ancestrales y tradicionales, productos artesanales y otros afines. La puesta en valor de estos y otros elementos no puede ser afrontada de forma sectorial y aislada, sino que deben ser analizados y gestionados en el conjunto de su propio territorio, que priorizará unos y segregará otros, en su estructura, interrelaciones y procesos. Uno de los múltiples casos en nuestro territorio con un rico patrimonio cultural rural es el valle de Huaura. Está situado a 148 km. al norte de Lima y se trata de un desarrollo geográfico que une la vertiente occidental de los Andes con las orillas del océano Pacífico, a través de un valle que posee una longitud de este a oeste de 55 km. Los límites son por el oeste el mar, próximo a la ciudad de Huacho y la caleta de Carquín, y por el este la ciudad de Sayán, situada a 670 m.s.n.m. Actualmente su economía se sustenta principalmente en la agricultura, con cultivos de caña de azúcar, algodón, maíz, hortalizas, menestras y frutas. Posee un rico patrimonio arqueológico, que fue inventariado en 1976 por un equipo de la Pontificia Universidad Católica del Perú, dirigido por la Dra. Mercedes Cárdenas, registrando un total de 235 sitios. Por la pertinencia del tema, merece la pena destacar entre éstos los asentamientos de Chacaca, situado hacia el oeste de la antigua hacienda San José de Rontoy, Acaray situado 1

hacia el este y Rontoy ubicado al noreste En el conjunto de estructuras de este último, se observan las sucesivas terrazas soportadas por muros de contención, posibilitando de esta manera la edificación de estructuras arquitectónicas sobre ellas. En el sitio arqueológico de Rontoy han venido trabajando desde el año 2007, el Dr. Kit Nelson de la Universidad de Tulane (New Orleans, Estados Unidos de América) y el Dr. Arturo Ruiz Estrada de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú). El hallazgo que ha sorprendido a la comunidad científica es un enterramiento del cual ha emergido una momia de género masculino, que estaba vestida con un taparrabo y dos túnicas. Alrededor del cuerpo se encontraron hondas a la altura de la cintura y las rodillas. En el índice de la mano derecha se halló un hilo Sitio arqueológico de Rontoy, edificado con pequeños adobes enrollado formando una lazada. El cuerpo en forma de prisma y con adobe tapial. Fuente: estaba envuelto en varias capas de telas www.nortechicovirtual.com [Consulta: 05-11-12] finamente tejidas, entre las cuales se hallaron granos de maíz en abundancia y bolas de algodón blanco y marrón en bruto. El rostro estaba recubierto con pintura roja y sobre los ojos fueron colocadas sendas placas de metal. En la rodilla derecha es visible un exquisito tatuaje negro de una línea que sigue el ángulo de la articulación. Las tatuajes fueron sin duda uno de los indicadores de pertenencia a la élite local. Su empleo ha sido común en momias pertenecientes a la cultura Chancay. Sobre este tema es posible leer más en Tatuajes prehispánicos de Huacho, valle de Huaura Lima, publicado en la Revista Quillasumaq, Nº 1, setiembre 2012, el mismo que se halla en http://www.arqueologiadelperu.com/?p=3579 [Consulta: 09-11-12]. A un costado de la momia se halló una bolsa tejida vacía, mientras que al lado de su cabeza fue depositada una figura de madera de 30 cm. de longitud, vestida de modo idéntico a la momia. Es necesario el detenido estudio arqueológico y contextual, para poder determinar la significación de este artefacto.

La momia tatuada de Rontoy. A la derecha la momia con la mano derecha visible y el hilo en forma de lazada enrollado en el dedo índice. A la izquierda se muestra la rodilla con un tatuaje lineal que sigue la forma de la articulación. Fuente: http://paleoanthropo.blogspot.com y http://antiguaymedieval.blogspot.com [Consulta: 16-11-12]

Con el discurrir de la historia en el valle y a partir del establecimiento de los españoles a mediados del siglo XVI, comenzó una nueva forma de uso del suelo que devino en significativas transformaciones en la forma de establecimiento y subsistencia de los pobladores originarios, así como en las nuevas modalidades de explotación agrícola y ganadera introducidas. 2

De acuerdo a lo expresado por Jesús Elías Ipinze y Filomeno Zubieta en su libro La antigua provincia de Chancay, siglos XVI-XVIII (2005), a comienzos del virreinato, Huaura fue un repartimiento de indios, que más adelante se transformó en la encomienda que en 1583 le fuera entregada al capitán Juan Bayón de Campomanes. Fue recién en 1597 cuando el poblado espontáneo que allí se había establecido, recibiera el título de Villa de Carrión y Velasco. Este nombre se originó uniendo el lugar de nacimiento y el apellido del virrey Luis de Velasco y Castilla, marqués de Salinas, quien a pedido de sus pobladores accedió a formalizar la villa. La finalización del tiempo asignado y el colapso económico de las encomienda, originó el traspaso de las tierras, que fueron heredadas, vendidas y a veces permutadas a los largo de los siglos XVI y XVIII, configurando paulatinamente las haciendas, que estuvieron orientadas principalmente al cultivo de la caña de azúcar, con la subsecuente producción de panes de azúcar, mieles y alfeñiques. Entre las haciendas cuya arquitectura ha llegado parcialmente hasta el presente podemos mencionar Ingenio, Vilcahuaura y Humaya, que fueron cañeras y a partir de finales del siglo XVII estuvieron en manos de la Compañía de Jesús. Otras haciendas fueron estableciéndose en los entre los siglos XVII y XIX fueron entre otras Rontoy, Quipico, Desagravio, Caldera y Andahuasi, las cuales se dedicaron principalmente a los cultivos de caña de azúcar, trigo y algodón.

Valle de Huaura. A la izquierda: casa principal del siglo XIX perteneciente a la antigua hacienda Quipico. A la derecha: capilla del siglo XVIII con diversas refacciones posteriores, de la antigua hacienda jesuítica de Ingenio. La hacienda está declarada Monumento Histórico mediante Ley N° 9636 el 18 de octubre de 1942 en mérito a haber sido residencia del General don José de San Martín durante su estadía en Huaura. Fuente: Sandra Negro, 2011.

El desarrollo económico de las haciendas del valle en los siglos XIX y XX, estuvo directamente Fuente: Sandra Negro, 2011 relacionado con los sucesos históricos que fueron marcando sus ritmos de crecimiento y decadencia, hasta a veces llegar al empobrecimiento y colapso total. Esta última situación generó cíclicas ventas y remates, las que implicaron la llegada de dueños forasteros, las inversiones de nuevos capitales, innovaciones en las maquinarias para la producción industrial y consecuentemente significativas modificaciones en la arquitectura de las mismas. A principios del siglo XX y como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, las haciendas del valle experimentaron una significativa aunque breve bonanza económica, ya que los precios del azúcar y el algodón estaban en alza debido a la gran demanda internacional. Una vez terminada la guerra, el precio del azúcar volvió a sus niveles normales, así que los hacendados se reorientaron al cultivo del algodón, porque era muy rentable y al mismo tiempo ofrecía un conjunto de posibilidades: la fibra del algodón Tangüis era muy apreciada en el extranjero, de las semillas del algodón se podía extraer un aceite comestible de calidad y de las materias grasas residuales se fabricaban los “jabones de pepa”.

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La Gran Depresión de 1929, crisis económica internacional que duró hasta la finalización de la Segunda Guerra Mundial, fue el catalizador para la paulatina desaceleración de la producción de las haciendas en el Perú, situación que si bien las dejó a mediados del siglo XX en condiciones de producción estables, sus proyecciones de crecimiento significativo estuvo limitado a casos puntuales.

Valle de Huaura. A la izquierda: casa principal de la ex hacienda Desagravio con los bordes de las cubiertas inclinadas terminados con una decoración de lambrequines de madera. A la derecha: casa principal de la ex hacienda Humaya, galería posterior sustentada en columnas con capiteles de zapata. Fuente: Sandra Negro, 2011

Entre aquellas que lograron consolidarse y crecer durante la primera mitad del siglo XIX se halla la hacienda San José de Rontoy. Si bien históricamente está documentada desde principios del siglo XVII, desconocemos cómo era por entonces su arquitectura habitacional y de producción. En 1857 don Miguel de la Puente adquirió la hacienda Rontoy, que por entonces tenía como anexas una extensas tierras conocidas con el nombre de La Capellanía (Ipinze 1936: 81). La hacienda tuvo una serie de dificultades económicas que la condujeron a su remate público en 1888, adquiriendo don Manuel Álvarez-Calderón Roldán el 15% del total del predio. A lo largo de 34 años Álvarez-Calderón prosiguió con el proceso de compras parciales de la propiedad, logrando tener el control total sobre ella recién en 1922. En dicho año, él y sus tres hijos varones, constituyeron la Sociedad Agrícola Rontoy Ltda. Por entonces las tierras fueron dedicadas al cultivo del algodón y con esta finalidad fue edificada una desmotadora, así como una fábrica de aceite comestible y de jabón de pepita, que se comercializaba en Huacho y en los poblados de los valles circunvecinos. En una entrevista llevada a cabo por la Bach. Carmen Rivera Portilla en el año 2009 a una descendiente de la familia Álvarez Calderón, se documenta que cuando la hacienda fue adquirida en 1922 ya existía la casa principal. Probablemente, considerando el importante desarrollo económico alcanzado por esta hacienda en las cuatro décadas subsiguiente, es lógico pensar que esta fue reestructurada y completada, conjuntamente con la edificación de la desmotadora, la capilla, las casas de los trabajadores y la pequeña hidroeléctrica que brindaba el abastecimiento independiente de la fuerza motriz. En 1969 el presidente de facto, General de División Juan Velasco Alvarado, promulgó la Ley de Reforma Agraria, que determinaba finalización de los sistemas de latifundio y minifundio en el agro peruano, planteando su sustitución por un régimen de tenencia de la tierra que hiciera posible la difusión de la pequeña y mediana propiedad en todo el país. Desde entonces los trabajadores fueron sus legítimos dueños, debiendo organizarse en Cooperativas Agrarias de Producción. Aplicando las disposiciones de la Reforma Agraria, los trabajadores de la ex hacienda, se organizaron inscribiendo en 1973 la Cooperativa Agraria de Producción San José de Rontoy.

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Una década más tarde, todos o casi todos los latifundios y minifundios afectados por la Reforma Agraria se hallaban sumidos en graves problemas económicos debido a una inadecuada administración, que frecuentemente se expresaba en dirigentes que se habían asignado elevados salarios y a la vez vendían la maquinaria y herramientas asociadas con la producción, de acuerdo a su criterio y necesidades personales. También fueron un denominador común la falta de conocimientos para el manejo de parcelas con monocultivos, que dependían siempre de la centralidad de la cooperativa, la escasa capacidad de manejar los aspectos económicos y administrativos comunitarios y los conflictos permanentes entre los dirigentes y los trabajadores, que motivaron el descontento generalizado. Lo cierto fue que poco más de una década después se hallaban en la ruina total.

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Valle de Huaura, antigua hacienda San José de Rontoy. Leyenda: 1) casa principal 2) desmotadora de algodón 3) caballerizas 4) capilla y 5) mausoleo familiar. Fuente de la imagen aérea: Google Earth, 2012

Esta ruina afectó naturalmente la C.A.P. San José de Rontoy. Para 1984 esta se hallaba en quiebra total, sin capital económico disponible, así como tampoco con la posibilidad de solicitar un crédito bancario. Las tierras de los cooperativistas estaban siendo cultivadas sólo parcialmente por falta de capital de trabajo. Sus instalaciones deterioradas, la maquinaria con urgentes necesidades de reparaciones, lo que generó la venta inescrupulosa de algunas herramientas con la finalidad de contar con el dinero para los arreglos más urgentes. En resumen se hallaba casi paralizada y al borde del colapso total. 5

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Valle de Huaura. Ex hacienda San José de Rontoy. Leyenda: 1) casa de lo seminaristas 2) caballerizas 3) capilla 4) casa del técnico 5) casa principal 6) depósito de algodón y 7) desmotadora. Fuente: Bach. Carmen Rivera Portilla, 2012.

En 1985 los cooperativistas de Rontoy decidieron constituir la Cooperativa Agraria de Usuarios (C.A.U.) San José de Rontoy, acordando dividirse las 500 hectáreas de terreno cultivable y dejando vinculadas con la cooperativa 17 hectáreas de terreno, que mayormente son aquellas en las cuales se hallan las edificaciones construidas desde principios del siglo pasado en adelante. Los problemas económicos y de gestión continúan al presente, habiéndose agravado éstos con la atomización de las parcelas. Actualmente, la mayor parte de los parceleros no trabaja directamente las tierras, sino que las arriendan a terceros, generalmente a poderosas empresas dedicadas actualmente al cultivo y procesamiento de la caña de azúcar, frente a las cuales los agricultores una vez más están totalmente desprotegidos de cara a los frecuentes abusos. La arquitectura inmueble de la antigua hacienda no se encuentra protegida por el Estado como bien patrimonial de valor monumental, a pesar de ser una de las más conservadas del valle de Huaura y tener un desarrollo arquitectónico consistente y vinculado con el movimiento neocolonial de principios del siglo pasado. Las mejoras introducidas durante sus años de esplendor, la han transformado en una propiedad con un diseño paisajístico notable y poco frecuente. Sendas arboladas conducen a patios con fuentes de agua, espacios con jardines interiores generan remansos sombreados y tranquilos, bancas de piedra, farolas, jarrones y antiguas bañeras han sido dispuestos con estética decimonónica, con la finalidad de poder transitar por ellas sumergidos en un paisaje de ensueño. Al presente es posible visitar los inmuebles que formaron parte de la antigua hacienda San José de Rontoy. Al llegar al lugar hallamos frente a nosotros la casa principal, que es el edificio residencial volumétrica, espacial y funcionalmente más importante de todo el complejo arquitectónico. Presenta un planta cuadrangular sencilla y organizada espacialmente en cuatro crujías paralelas. Dos de éstas se encuentran en los extremos oeste y este de la vivienda y las dos centrales contiguas, están separadas de las primeras por sendos espacios de circulación. El acceso se logra a través de un zaguán que es excéntrico con respecto al desarrollo de las crujías de la planta. Se halla situado entre la primera y segunda crujías paralelas, contadas de oeste a este. El ingreso está formado por un vano que remata en un arco escarzano que arranca de sendas impostas. La puerta es una cancela de dos batientes con andanas de balaustres. El ingreso está realzado por una portada delimitada con pilastras almohadilladas y traspilastras lisas, que rematan en capiteles dóricos. Encima de los capiteles se han dispuesto dos almohadillas no muy altas, con la finalidad de poder colocar a continuación el entablamento, que tiene un desarrollo cerrado y corrido. El remate lo compone un frontón alabeado abierto, dentro del cual se inserta una pequeña hornacina flanqueada por pilastras, nuevamente decoradas con almohadillado en planchas que terminan en una cornisa corrida. Completan la decoración un pináculo piramidal a cada lado. 6

Casa principal de la ex hacienda San José de Rontoy. 1) Portada del acceso principal que comunica con un zaguán rectangular alargado 2) Frontispicio de la casa y 3) Ingreso secundario organizado espacialmente mediante una pequeña terraza elevada. Está situada al extremo Este del frontispicio. Desde allí se accede directamente a la sala principal. La ventana volada pertenece a la antigua sala de música. Fuente: Sandra Negro, 2011.

La decoración más utilizada es el almohadillado en planchas, en cual no solamente exorna las pilastras, sino también las roscas de los arcos de las ventanas y vanos de la casa. Esta decoración se extiende también en la rosca de los arcos de las cuatro ventanas en la pared interior de la sala principal, así como en la cara interior del vano de acceso secundario desde la terraza, lo que crea un sugerente enriquecimiento, que evita la necesidad de otras decoraciones parietales en el interior. La iluminación de las distintas habitaciones se logra mediante ventanas abiertas hacia el exterior y en caso de tratarse de habitaciones interiores, fue usual el empleo de farolas abiertas en el techo. Hacia el Este de la vivienda principal se sitúa el conjunto arquitectónico formado por la desmotadora de algodón y el depósito del mismo, así como la sala de máquinas de la hidroeléctrica. Ambas se hallaban comunicadas mediante un vestíbulo alargado situado entre los dos ambientes arquitectónicos. Casa principal de la ex hacienda San José de Rontoy. Sala principal con tres de las cuatro ventanas del frontispicio y el vano de acceso desde la terraza situada en el extremo Este de la fachada principal. Fuente: Sandra Negro, 2011.

Hacia el Este de la sala de máquinas de la hidroeléctrica todavía existe la cascada de agua que trabajaba originalmente con la maquinaria 7

apropiada para la generación de la energía eléctrica de la hacienda, haciéndola autosuficiente en un rubro tan importante como la industria algodonera y la elaboración de aceite de pepita de algodón.

Desmotadora de la ex hacienda San José de Rontoy, vista posterior. Al fondo el vestíbulo que comunicaba con el recinto de la desmotadora y con la sala de máquinas de la hidroeléctrica. Actualmente está abandonada y sin maquinaria alguna. Fuente: Sandra Negro, 2011.

El estado en el que encuentra este importante patrimonio industrial es penoso y lamentable. Hasta hace algunos años todavía funcionaba la maquinaria de la hidroeléctrica. En el 2009, el motor fue vendido como chatarra. Entre tantas edificaciones de significativo valor patrimonial que tiene esta antigua hacienda, deseo concluir con una referencia al mausoleo familiar de los Álvarez-Calderón.

Es una edificación aislada del complejo arquitectónico de la hacienda. Situado hacia el noreste al pie del cerro Mataborrego, entre las tierras cultivables y el canal de agua que conduce el líquido elemento hacia la cascada de la hidroeléctrica. Tiene una inusual planta triangular sobre-elevada a la cual se accede mediante una escalera. En el extremo orientado hacia el muro testero de la iglesia, ostenta una torre de planta circular, que extrañamente no llega a conformar un Mausoleo familiar en la ex hacienda San José de Rontoy, rodeado mirador, porque carece de escalera al presente de cañaverales. Fuente: Sandra Negro, 2011. para acceder a la parte alta. Esta torre está decorada con almenas y merlones. El mausoleo contiene seis catafalcos de concreto, dispuestos pareados uno encima del otro y construidos en el espacio triangular abierto y sin techo. Sin duda su ubicación es sugerente ya que desde allí se tiene una vista general panorámica extraordinaria. En la actualidad la arquitectura de la antigua hacienda está inmersa en un cautivador paisaje de cañaverales que la hace única. La urgencia de contar con protocolos para su puesta en valor, conservación y tutela son de extrema urgencia. Al presente existe una propuesta arquitectónica que está en su fase final. Se trata de la tesis para optar el título profesional de arquitecto que viene elaborando la Bach. Carmen Rosa Rivera Portilla desde hace tres años. Es el tiempo que le ha tomado realizar el levantamiento arquitectónico de los inmuebles de la antigua hacienda, que abarcan aproximadamente 36,000 m 2, llevar a cabo el diagnóstico y prognosis detallados de la casa principal, la casa del técnico de la desmotadora, la casa de los seminaristas, la casa del caballerango y casa anexa, la casa del cajero, la capilla, caballerizas, corrales, mausoleo, desmotadora e hidroeléctrica, el depósito del algodón y los depósitos de combustible y de abono, así como los talleres. Por último, ha realizado una propuesta de intervención para la puesta en valor de la antigua hacienda, complementada con obra nueva para convertirla en un resort de primer nivel orientado al agroturismo. 8

Si bien esta propuesta constituye un primer paso gigantesco, ya que posibilita contar por primera vez en tiempos recientes, con toda la planimetría a escala real del conjunto arquitectónico y al mismo tiempo contiene un proyecto concreto para la puesta en valor, complementado con obra nueva, este aporte no resuelve por si solo el problema. Es imprescindible tomar con urgencia acciones para salvaguardar este extraordinario patrimonio rural a punto de desaparecer irremediablemente como tantos otros. El Estado peruano, a través del Ministerio de Cultura, debe asumir su responsabilidad frente a la acelerada destrucción del patrimonio nacional. Tiene que diseñar en el menor tiempo posible las herramientas jurídicas y económicas que fomenten la inversión de capitales privados, en proyectos vinculados con el patrimonio arquitectónico con valor monumental a través de infraestructuras asociadas con el turismo sostenible.

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