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Lección 12 10–17 de Junio
El pecado contra el
Espíritu Santo
"De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno" (Mar. 3:28, 29).
Sábado 10 de junio
Ignorando toda advertencia
INTRODUCCIÓN Mar. 3:28 ¡Bum! El trueno rompió el silencio tranquilo de la tarde nublada. Jaime pasaba su día de asueto en el patio de su casa de campo. La llegada de nubarrones oscuros que presagiaban tormenta lo obligaron a refugiarse. Cuando entró a la casa, el radio transmitía un informativo sobre el tiempo. Molesto con las inclemencias del clima, desenchufó el tomacorriente. Con el deseo de relajarse, se dejó caer en el sofá y prendió el televisor. El canal 3 mostraba una pantalla de radar con un enjambre de nubes. Frustrado, empujó el botón del control remoto para cambiar los canales, pero de alguna manera, todos los programas habían sido interrumpidos por anuncios sobre la tormenta inminente. Una estación les aconsejaba a todos los residentes del área a buscar refugio en un sótano o un lugar seguro. Jaime no tenía un sótano y no estaba dispuesto a acudir a sus vecinos para refugiarse. "¡Qué día me espera!" En un último intento de disfrutar de su día libre, puso su película favorita. Pocos minutos después sonó el teléfono. Determinado a disfrutar de lo que hacía, pausó la película, caminó calmadamente hasta el teléfono y desconectó el cable. Con un profundo suspiro, se sentó, empujó el botón y continuó su película. El viento comenzó a azotar su ventana con escombros. Jaime simplemente bloEl gigantesco embudo llenaqueó el ruido subiendo el volumen de la ba el cielo verde oscuro. película. De pronto, el televisor, el estereofónico y las luces se apagaron y Jaime quedó en oscuridad. Decidiendo finalmente ver qué rayos sucedía, salió a la puerta. Allí, pendiendo en ángulo directo desde el cielo, se encontraba un enorme tornado que giraba enfurecido. Rugiendo como un tren, el gigantesco embudo llenaba el cielo verde oscuro y se dirigía directamente hacia su casa. Había llegado su hora. Ya no había escapatoria. El Espíritu Santo intenta alcanzarnos cada momento de cada día. Nos habla a través de otros, obra milagros e incluso nos habla directamente. Muchas personas se preguntan si Dios puede perdonar todos los pecados. ¿Cómo podría alguien hacer algo que Dios no pueda perdonar? El pecado imperdonable es creado por nosotros mismos. Llega el momento cuando el Espíritu ya no puede alcanzarnos, porque él sólo puede hacer en nosotros lo que le permitimos hacer. El pecado imperdonable es el acto continuo de rechazar el Espíritu de manera que Dios no pueda alcanzarnos ni salvarnos. El pecado imperdonable responde a una elección nuestra. Durante esta semana estudiaremos este tema.
Brendan Nieto, Kasson, Minnesota 104
No corte la rama donde está posado
Domingo 11 de junio
EVIDENCIA Mar. 3:28, 29 En muchas traducciones, Marcos 3:28, 29 es un texto difícil de leer. A pesar de nuestra creencia en un Dios amante y misericordioso, siempre dispuesto a perdonar, este texto parece describir un pecado que no será perdonado. Algo no está bien. El contexto podría ayudarnos. Los fariseos están acusando a Jesús de ser el diablo porque él echa fuera demonios. Marcos señala que el diablo no puede expulsarse a sí mismo, eso sería inusitado. El diablo no obra contra sí mismo. Pero lo que es aun más importante, Marcos señala que los fariseos estaban involucrados en algo extremadamente peligroso: están refiriéndose a la obra del Espíritu Santo como la obra del diablo. Están rechazando la obra que Dios quiere efectuar en su vida como si fuese la obra de Satanás, algo que este texto denomina imperdonable. Si nosotros rechazamos repetidamente al Espíritu Santo, estamos rechazando a Aquel que nos perdona. Cuando rechazamos al Espíritu, nos estamos distanciando de la Persona que nos acerca al Padre, al Hijo y hace posible nuestra salvación. El Espíritu Santo es quien nos señala nuestra necesidad de perdón, y sin él, ni siquiera sabríamos que necesitamos a Cristo. Rechazar su obra como si fuese de Satanás es tan insensato como cortar la rama en que estamos posados. Nos separa de aquello que nos apoya y sosTarde o temprano tiene. Tú y yo necesitamos el apoyo vital del Espíritu Santo para experimenél respetará nuestra decisión. tar el perdón y crecer como cristianos. Aunque nos atemorice inicialmente, este texto en esencia nos revela algo maravilloso sobre nuestro Dios. Él respeta nuestra libertad para escoger. Nuestro libre albedrío es más importante para Dios que incluso nuestra salvación (por eso estuvo dispuesto a dar su vida). Si lo rechazamos vez tras vez, tarde o temprano él respetará nuestra decisión. No impedirá que cortemos la rama en que estamos posados si persistimos absolutamente en hacerlo. Esto no es algo que sucede sin nuestro conocimiento de lo que hacemos. De hecho, todo depende de nuestra decisión. Nuestro amante Dios permite que escojamos no servirle, aunque sabe que esto nos llevará a la ruina eterna. No sólo podemos escoger, sino que sabremos cuando la rama comienza a doblarse y romperse bajo nuestro propio peso. Sabremos cuando estamos rechazando oír la voz del Espíritu Santo. Dios promete en este texto que él no nos obliga a escoger la vida eterna. ¡La decisión es nuestra! También es asombroso que este versículo comienza con la frase "todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean". ¡Esta es una promesa tremenda¡ Marcos declara lo que es obvio: Dios desea perdonar todos los pecados. Pero no nos obligará a escoger la vida. Aunque él no nos obligará a ninguno de nosotros a acudir a él, con brazos abiertos y un perdón sin límites aceptará a todos lo que lo hagan. La elección es nuestra.
Linda Wysong Becker, Lincoln, Nebraska 105
Lunes 12 de junio
¿Caídos en un pozo o trabados en el lodo?
LOGOS Mat. 12:22-32; Mar. 3:22-30; 10:45; Luc. 18:10-14; Juan 3:14-16; 1 Cor. 15:3; 1 Tim. 1:15; Heb. 2:9 "¡Soy un hombre perdido! Me gustaría regresar, pero es demasiado tarde. ¡Soy un hombre perdido!" D. M. Canright, un líder temprano de la Iglesia Adventista quien se tornó en enemigo de la iglesia durante los últimos 30 años de su vida, compartió en sollozos estas palabras con un amigo adventista. Esaú, el rudo cazador del Génesis, después de haber despreciado su primogenitura, "no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas" (Heb. 12:17). Judas, el traidor, en vez de confiar en el Maestro que lo había amado a pesar de sus años de maquinaciones, tomó su propia vida por un profundo desánimo. Estos hombres aparentemente murieron con pecados no perdonados. No querían perderse, pero no pudieron aceptar la invitación del Espíritu Santo a recibir el perdón de Dios. Sin emplear el término "pecado imperdonable", las Escrituras claramente indican que existe tal pecado. Sin embargo, el estudio esmerado del tema revela que tal pecado no consiste de un acto horriblemente malvado: un homicidio brutal, un terrible acto de traición o una relación adúltera bochornosa, sino que es un proceso, un proceso largo. Eso se hace El mismo hecho de que bus- evidente cuando estudiamos el contexto de la propia declaración de Jesús de quemos el perdón nos asegura de que está disponible. que "cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón" (Mat. 12:31). Jesús había apenas efectuado el glorioso milagro de sanar a un hombre ciego y mudo por el poder del Espíritu Santo (vers. 28). La multitud estaba emocionada. "Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David?" (vers. 23). Pero los fariseos expresaron una conclusión peyorativa: "Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios" (vers. 24). Esta no era la primera vez que rechazaban la obra del Espíritu de Dios. "La afirmación hecha por los fariseos surgió en el momento culminante de un largo proceso de rechazo de las evidencias cada vez más claras de que Jesús era divino, proceso que había comenzado cuando Jesús nació, pero que se había intensificado a medida que progresaba su ministerio".1 Se negaron a visitar Belén en busca del Mesías. Rechazaron el mensaje de Juan el Bautista, confirmado por el Espíritu Santo en la forma de una paloma, de que el Cordero de Dios había llegado. Obstaculizaron diariamente el ministerio de Jesús, acusándolo y molestándolo. Negaron que sus milagros fuesen actos divinos. Y en el incidente de Mateo, cuando Jesús sanó al hombre ciego y mudo, se atrevieron a atribuir su obra al diablo antes que al Espíritu de Dios. Jesús les dio la grave amonestación de la consecuencia de esta blasfemia contra el Espíritu Santo, pero tristemente continuaron este camino hasta que finalmente tomaron la decisión de matar al Hijo de Dios y fueron la causa que su nación fuese desechada como el pueblo escogido.
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El rechazo continuo de la voz del Espíritu Santo gradualmente endurece el corazón y ensordece el oído. Los rayos continuos del sol sobre la arcilla la endurecen cada vez más. Si siempre apagas el reloj despertador sin bajarte de la cama, pronto vas a dejar de oír su penetrante llamado. Resistirse obstinadamente al llamado del Espíritu de Dios, finalmente destruirá la sensibilidad a dicho llamado, y destruirá el mecanismo de la fe por el cual el pecador se aferra a la promesa del perdón que viene con el arrepentimiento. Pablo se refiere a esto en términos de tener la conciencia "cauterizada" (ver 1 Tim. 4:2), por escuchar "a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios" (vers. 1). "El pecado imperdonable, consiste en la resistencia progresiva a la verdad, y culmina en una decisión final e irrevocable en contra de ella".2 Incluso en la terrible realidad del pecado imperdonable reconocemos el generoso don del libre albedrío de parte de Dios para cada individuo. Dios honra la decisión del pecador que escoge un destino aparte de él y le cumple su deseo de verse libre de las apelaciones del Espíritu. Por eso, mientras que los santos de Dios son "sellados para el día de la redención" (Efe. 4:30), por haber aceptado la conducción del Espíritu Santo, el pecador que persiste en su rebelión ha desechado "la medida de fe que Dios repartió a cada uno" (Rom. 12:3), de manera que, aunque entienda su condición perdida, puede estar demasiado muerto en espíritu para hacer algo al respecto y verse limitado a "una horrenda expectación de juicio" (Heb. 10:27). ¿Necesitamos vivir con el temor de haber cruzado esta línea misteriosa? No. Jesús no se niega a perdonar nuestros pecados. Él dio su vida libremente para poder perdonar nuestros pecados. Lee Juan 3:14-16; 1 Corintios 15:3 y 1 Timoteo 1:15. Aunque a veces nos sintamos el peor de los pecadores, Jesús ha prometido que todo aquel que cree en él tendrá vida eterna. Regresemos por un instante a la ilustración de los fariseos. ¿En qué momento su pecado se tornó imperdonable? No podemos determinar tal cosa. Pero sabemos que Saulo de Tarso, miembro de la secta más estricta de los fariseos (Hech. 26:5) y perseguidor de los seguidores de Jesús, cuando la luz de Cristo brilló en su mente, llegó a ser un hombre perdonado y uno de los mayores campeones de Dios que este mundo ha conocido. No hemos de preocuparnos o temer por nuestra salvación. Desafortunadamente, como pecadores débiles, a veces caemos en un pozo. Pero desde esta penosa situación, podemos extender nuestra mano y aferrarnos de la mano divina que se extiende hacia nosotros. Algo mucho peor sería alejarnos del camino y caer en el abismo del descuido, ignorando las cuerdas de ayuda que se nos ofrecen mientras nos vamos hundiendo gradualmente en las profundidades donde no podemos oír ni responder a la voz amorosa del Espíritu. Ésta no tiene que ser la experiencia de ninguno de nosotros. El mismo hecho de que buscamos el perdón nos asegura de que está disponible. La promesa es para todos los que lo buscan sinceramente: "Al que a mí viene, no le echo fuera" (Juan 6:37).
PARA COMENTAR 1. ¿Qué le dirías a alguien que lucha contra el temor de haber cometido el pecado imperdonable y sentirse rechazado por Jesús? 2. ¿Cómo podría la práctica del espiritismo llevarnos a cometer el pecado imperdonable? 1. Comentario Bíblico Adventista, t. 5, p. 384. 2. Ibíd., p. 385. Sieg Roeske, Lincoln, Nebraska 107
Martes 13 de junio
El rechazo de la luz
TESTIMONIO Mat. 12:31 "Cualquiera que sea el pecado, si el alma se arrepiente y cree, la culpa queda lavada en la sangre de Cristo; pero el que rechaza la obra del Espíritu Santo se coloca donde el arrepentimiento no puede alcanzarle. Es por el Espíritu Santo como Dios obra en el corazón. Cuando los hombres rechazan voluntariamente al Espíritu y declaran que es de Satanás, cortan el conducto por el cual puede comunicarse con ellos. Cuando rechazan finalmente al Espíritu, no hay nada más que Dios pueda hacer por el alma.... "No es Dios quien ciega los ojos y endurece los corazones de los hombres. Les manda luz para corregir sus errores, y conducirlos por sendas seguras; es por el rechazo de esta luz como los ojos se ciegan y el corazón se endurece. Con frecuencia esto se realiza gradual y casi imperceptiblemente. Viene luz al alma por la Palabra de Dios, por sus siervos, o por la intervención directa de su Espíritu; pero cuando un rayo de luz es despreciado, se produce un embotamiento parcial de las percepciones espirituales, y se discierne menos claramente la segunda revelación de la luz. Así aumentan las tinieblas hasta que anochece en el alma"....1 "No es necesario que elijamos deliberadamente el servicio del reino de las tinieblas para pasar bajo su dominio. Basta que descuidemos aliarnos con el reino de la luz.... La manifestación más común del pecado contra el Espíritu Santo consiste en despreciar “Cada paso dado hacia el precisamente la invitación del cielo a arrepentirse. Cada paso dado hacia el rechazamiento de Cristo, es rechazamiento de Cristo, es un paso un paso hacia el rechazahacia el rechazamiento de la salvación y miento de la salvación.” hacia el pecado contra el Espíritu Santo. "Cuando el alma se entrega a Cristo, un nuevo poder se posesiona del nuevo corazón. Se realiza un cambio que ningún hombre puede realizar por su cuenta. Es una obra sobrenatural, que introduce un elemento sobrenatural en la naturaleza humana. El alma que se entrega a Cristo, llega a ser una fortaleza suya [impregnable a los asaltos de Satanás]".2
PARA COMENTAR 1. La Sra. White escribió, "No es Dios quien ciega los ojos y endurece los corazones de los hombres". ¿Contradice esto Romanos 9:18? ¿Por qué sí o por qué no? 2. ¿Qué pensamientos y acciones (de las cuales quizá no seas consciente) podrían impedirte aliarte con el reino de la luz? 1. Recibiréis poder, p. 38. 2. La maravillosa gracia, p. 215.
Ben Yancer, Lincoln, Nebraska 108
Cómo no cometer el pecado imperdonable
Miércoles 14 de junio
CÓMO ACTUAR Mar. 3:29; 1 Juan 1:9 El susodicho "pecado imperdonable" parece ser una amenaza misteriosa. Muchas personas ignoran su naturaleza precisa, pero todos han escuchado de él y que se trata de algo definitivo. La pregunta lógica es: Si existe tal cosa como el pecado imperdonable, ¿cómo es que lo cometemos? O más importante aun, ¿cómo evitamos cometerlo? 1. No blasfemes contra el Espíritu Santo. La blasfemia es en esencia una combinación de insulto, desprecio e irreverencia. El Espíritu Santo obra en nuestra vida y nos anima a aceptar la salvación. Para evitar el pecado imperdonable, hemos de recordar constantemente que la convicción y transformación producidas por el Espíritu es lo que nos permite a los pecadores aprovechar la gracia de Dios a través de Cristo. Esto nos producirá humildad y gratitud por la obra del Espíritu. 2. No persistas en el pecado. En El Espíritu Santo obra en Marcos 3:29, Jesús dice que la blasfenuestra vida y nos anima a mia contra el Espíritu Santo, es un "pecado eterno" (NVI). No se refiere a aceptar la salvación. un acto particular de pecado que hace que la gracia de Dios no pueda alcanzarte. El pecado imperdonable es un estilo de vida de rechazo continuo a las invitaciones del Espíritu Santo y una negación a seguir sus indicaciones. Para evitar el pecado imperdonable, debemos impedir que nuestros corazones se endurezcan con el paso del tiempo. Debemos permanecer impresionables y atentos al Espíritu Santo. Si sentimos que nuestro corazón se está endureciendo, detengámonos y abramos nuestro corazón para que Dios lo cambie. 3. Nunca te rindas. Cometemos el pecado imperdonable cuando ya no deseamos el perdón. Siempre que deseemos el perdón, Dios es fiel para perdonarnos. En 1 Juan 1:9 leemos, "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad". No tenemos que temer al pecado imperdonable. Cuando advertimos nuestra necesidad de salvación y buscamos el perdón de Dios, él está listo y dispuesto a perdonar todos nuestros pecados.
PARA COMENTAR 1. ¿Estás agradecido/a por la obra que el Espíritu Santo efectúa en tu vida? ¿Cómo adviertes lo que él hace por tu salvación? 2. ¿Cómo sabes que todavía estás escuchando al Espíritu Santo? ¿Cómo respondes a su conducción? 3. ¿Qué te mantiene al tanto de tu necesidad de perdón y salvación?
Justin Okimi, Lincoln, Nebraska 109
Jueves 15 de junio
Temiendo lo peor
OPINIÓN Mar. 3:28, 29 En mi niñez, cuando sabía que había hecho algo malo, me sentía molesta conmigo misma y le pedía a Dios que me dejara sola. No quería que él me recordara mis fracasos. Sabía que había cometido una falla, pero no quería tener que pedirle perdón a nadie. El caso es que poco después se me pasaba la terquedad y le pedía perdón a quien sea que hubiera ofendido y le pedía a Dios que también me perdonara. Muchas veces creí haber cometido el pecado imperdonable. En la escuela sabática se me había enseñado la consecuencia de este terrible pecado: no ser perdonado jamás, no ir al cielo. Eso es todo lo que sabía. Tenía terror de cometer accidentalmente el pecado imperdonable y quedar perdida para siempre. Cada vez que hacía algo malo le decía a Dios que lo sentía y le pedía que me perdonara. Pero todavía temía no haber pedido perdón por algún pecado. Analizaba mis recuerdos para encontrar pecados ocultos. También temía que algún día pudiera cometer el pecado imperdonable no intencionalmente. Esta era una de las batallas espirituales más serias de mi niñez. Al crecer espiritualmente, he ganado una comprensión diferente sobre el pecado imperdonable. Ahora advierto que mi preocupación por haber cometido este pecado era una señal de que no lo había cometido. Rechazar al Espíritu Santo es decirle a Dios que no queremos ni necesitamos su ayuda. Cuando expulsamos al Santo Espíritu de nuestra vida intencionalmente, con la esperanza de Mi preocupación por haber que nunca más regrese, hemos emplecometido este pecado era ado nuestro libre albedrío, el cual Dios una señal de que no había no violará. Pero al tener una conexión con Dios, por tenue que sea, nuestros cometido el pecado pecados pueden ser perdonados. imperdonable. Yo soy testaruda y a veces no escucho al Espíritu Santo. Hacer las cosas a mi manera es más "fácil", pero cuando mi vida se complica, advierto mi necesidad de Dios y lo vuelvo a buscar. Todo lo que tenemos que hacer es persistir en esta relación. Dios no nos pide que nunca más pequemos; lo que desea es que reconozcamos nuestra necesidad de él. Ya no vivo con el temor de cometer el pecado imperdonable. Al estar conectada con Dios soy perdonada.
PARA COMENTAR 1. ¿Cómo sabemos si hemos cometido el pecado imperdonable? 2. ¿Cómo puede afectar nuestra relación con Dios nuestro concepto del pecado imperdonable? 3. ¿Qué puede ayudarnos a entender cuán importante es el Espíritu Santo para nosotros?
Mindy Mekelburg, Shelton, Nebraska 110
Viernes 16 de junio
Ven, Espíritu Santo EXPLORACIÓN Heb. 6:4-6
PARA CONCLUIR Cuando pecamos, el Espíritu Santo nos reprende y nos lleva a la confesión y el arrepentimiento. Cuando deseamos el perdón, Jesús está pronto a otorgarlo, porque él no rechaza a nadie que se le acerca en busca de ayuda. No necesitamos preocuparnos por nuestro futuro si lo colocamos en sus manos, porque incluso si caemos en el pecado, la conexión que compartimos con Dios nos lleva de vuelta hacia él. Sólo si ignoramos cada intento divino por captar nuestra atención, nos distanciaremos de él hasta el punto de enfrentar la muerte eterna.
PARA CONSIDERAR ■ Escucha o canta el himno 187, "Santo Espíritu de Cristo". Reflexiona sobre tu vida y si
hay algún pecado que el Espíritu Santo te está guiando a confesar y a abandonar. ■ Escribe tus pensamientos en un diario durante un mes y anota cada vez que el Espíritu
intenta captar tu atención. ■ Actúa el relato de Mateo 12:22-35 con tu clase de escuela sabática. Discute las razones
por las que los fariseos reaccionaron como lo hicieron e identifica maneras de compartir la verdad acerca de la fuente del poder de Jesús con las personas actuales que se comportan como los fariseos. ■ Sirve de mentor a otros jóvenes de tu iglesia y ayúdalos a reconocer los llamamientos del Espíritu. Ofrécete para orar por ellos cuando necesiten consejo. ■ Investiga en la Biblia los casos de personas que ignoraron las invitaciones divinas a cambiar. Note cuál fue su destino y si aprendieron de sus errores o sellaron su destino de muerte eterna. ■ Observa a un padre en su relación con su hijo durante un período de un día o más. Informa tus hallazgos en la forma de un artículo corto, y compara tal relación con la relación entre Dios y el ser humano.
PARA CONECTAR Charles Stanley, Handbook for Christian Living (Manual para la vida cristiana). http://bibletools.org//index.cfm/fuseaction/Def.show/RTD/ISBE/ID/3531, #9 Limitations of Forgiveness (Limitaciones del perdón).
Natasha Kohlhoff Polak, Indianapolis, Indiana 111