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El
poder para sanar
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odos hemos sido creados a la imagen y semejanza de Dios. Por ende, tenemos en nosotros el patrón divino de perfección y una capacidad innata para sanar. Con su ejemplo y mediante su ministerio de sanación, Jesucristo nos mostró el inmenso poder que tienen nuestra fe y nuestra mente para sanar el cuerpo físico. A través de la historia otros, tales como los cofundadores de Unity Charles y Myrtle Fillmore, han aplicado el poder de la fe y de la oración afirmativa para lograr curaciones aparentemente milagrosas. La curación de Myrtle Fillmore ha inspirado por décadas a millones de personas. Cuando Myrtle aceptó de corazón la Verdad de que ella era una hija de Dios y como tal no podía heredar enfermedad, ella comenzó una práctica de oración que la sanó de tuberculosis. Ella se emocionó tanto por su descubrimiento que buscó compartirlo con todas las personas. Ella escribió: “La vida tiene que ser dirigida por la inteligencia. Esa misma ley trabaja en mi cuerpo. La vida es sencillamente una forma de energía, y tiene que ser guiada y dirigida en el cuerpo de la persona por su inteligencia. ¿Cómo comunicamos inteligencia? Pensando y hablando, por supuesto. Entonces, como
una ráfaga de luz, llegué a comprender que podía hablarle a la vida en cada parte de mi cuerpo y hacer que lograra lo que yo deseara. Comencé a instruir a mi cuerpo y logré resultados maravillosos”. Nosotros, también, podemos lograr “resultados maravillosos” aplicando el poder de nuestra fe y de la oración afirmativa. Este folleto, basado en los mensajes de La Palabra Diaria, tiene la intención de inspirarte y alentarte en tu sendero hacia la salud. Te invitamos a tomar los mensajes que le hablen a tu corazón y usarlos en tus momentos de oración y meditación, o compartirlos con tus seres queridos como una fuente de inspiración y consuelo. Para ayuda de oración o para compartir un relato de curación, llama al Ministerio de Oración de Silent Unity al 1-866-379-1500 (01-816-9692020 internacionales). Deseamos que este folleto te recuerde la verdad transformadora de que eres más poderoso de lo que imaginas. Tienes el poder para crear la vida que deseas —¡y tienes poder para sanar! Bendiciones en tu sendero,
Tus amigos en Unity 2
Este momento por Elizabeth Searle Lamb
Este momento, cada momento— esta hora, cada hora— este día, cada día— soy guidada por la sabiduría divina; soy sanada por el amor divino; soy bendecida por el gozo divino. Camino en la gracia de Dios este momento— cada momento de mi vida.
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Dios está aquí No puedo estar donde Dios no esté; en Verdad, dondequiera que estoy Dios está.
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unque muchos aspectos de la vida son inciertos, la presencia y el poder de Dios están siempre activos en mi vida. Si las circunstancias cambian rápidamente y me preocupan los resultados, me recuerdo a mí mismo la presencia de Dios con la “Oración de Protección” de Unity: La luz de Dios nos rodea; el amor de Dios nos envuelve; el poder de Dios nos protege; la presencia de Dios vela por nosotros. ¡Dondequiera que estamos, está Dios! Libre de ansiedad, soy guiado hacia la paz y la seguridad. Dondequiera que me encuentre, la luz de Dios brilla por medio de mí y para mí. El amor de Dios me envuelve. Con esta seguridad, sé que todo está bien. Pues él mandará que sus ángeles te cuiden por dondequiera que vayas.—Salmo 91:11
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Hábitos saludables Mi cuerpo es un templo sagrado. Soy saludable y estoy bien.
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a buena salud es fomentada con alimentos nutritivos, ejercicio y un estilo de vida beneficioso. Los hábitos saludables me ayudan a vivir fuerte y vibrantemente. Cuando complemento estas actividades con la oración, experimento la plenitud en mente, cuerpo y espíritu. La oración es una parte integral de mi régimen de salud. Las afirmaciones que digo, la gratitud que expreso y la alabanza avivan la energía divina en mí. Comienzo cada día dando gracias por mi cuerpo, por cómo hace su trabajo y por su continua renovación y regeneración. Soy un ser espiritual y mi cuerpo es un templo. Honro a mi cuerpo y lo trato con amor y cuidado. ¿No saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que Dios les ha dado, y que el Espíritu Santo vive en ustedes? —1 Corintios 6:19
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Paso a paso Hoy comienzo de nuevo un paso a la vez.
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i deseo que mi vida o mi salud mejoren, tal vez me pregunte cómo lograrlo partiendo desde donde me encuentro. Entonces recuerdo: ¡no tengo que hacerlo solo y ni al mismo tiempo! El primer paso, por pequeño que sea, crea un impulso. Dice: “Estoy listo para aceptar más del bien de Dios en mi vida”. Dar el primer paso me ayuda a soltar la preocupación y la duda, y robustece mi confianza. Como resultado, el siguiente paso se hace más fácil y, el siguiente, aun más fácil todavía. Sin que me dé cuenta, ya voy en camino de una vida más plena. Me comprometo a dar un paso a la vez. Al afianzarme a la presencia de Dios en mí, prosigo, paso a paso, hacia un “yo” más saludable y feliz. Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de poder, de amor y de buen juicio.—2 Timoteo 1:7
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Luz La luz de Dios me rodea, y soy sano.
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a “Oración de Protección” comienza con: “La luz de Dios me rodea”. Cuando busco sanar, considero el poder de esta afirmación. La luz de Dios no sólo me rodea, impregna todo mi ser. Me ayuda a ver más allá de las apariencias y recordar mi plenitud innata, aún ante la enfermedad y el malestar. La luz de Dios irradia en mi mente y cuerpo. Energiza e ilumina la vida en mí. He sido creado de Dios. Mi cuerpo se recupera y mi mente se rejuvenece porque hacerlo es la naturaleza de mi esencia. La vida tiene regalos y retos. La luz de Dios me rodea en todo y a través de todo, y soy sano. Entonces brillará tu luz como el amanecer y tus heridas sanarán muy pronto.—Isaías 58:8
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Dejar ir Dejo ir y dejo a Dios actuar, recordando estas palabras del cofundador de Unity Charles Fillmore: “Entrega tus cargas a Espíritu diciendo, ‘te dejo ir alegremente’”.
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i veo algo en mi vida como un problema o una carga, es tiempo de dejar ir y dejar a Dios actuar. Al orar, entrego el control de la situación, me quito de en medio y permito que Dios se haga cargo. Desisto de cualquier pensamiento o preocupación insistente y confío en Dios. No necesito controlar cada detalle o inquietarme por cada posibilidad. El resultado correcto se desarrollará. Me aquieto y afirmo calladamente: “Dejo ir y dejo a Dios actuar”. Al entregar mis retos a Dios, siento gran alivio. Es como si un gran peso hubiera sido quitado de mí. En vez de tratar de forzar un resultado en particular, confío en el poder de Dios en mi vida y en el mundo. Dejo ir y sé que Dios está a cargo y que todo está bien. Deja tus preocupaciones al Señor, y él te mantendrá firme.—Salmo 55:22
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Inmutable Exploro nuevas posibilidades con confianza y con un espíritu irreprimible.
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e doy la bienvenida a cada nuevo día con entusiasmo. No importa lo que enfrente o haga hoy, nada amedrentará mi actitud positiva. Siento calma y sosiego al saber que todo trabaja para bien. En mi vida, es más importante lo que pasa en mí que lo que pasa a mi alrededor. Acojo cada experiencia con un espíritu exuberante que enriquece cada momento. Ilumino mi mundo al infundir mis pensamientos, conversaciones y proyectos con un espíritu vibrante. Mi fe en Dios me mantiene claro y seguro. Anticipo con avidez las nuevas oportunidades ante mí. ¡Aplaudan, pueblos todos! ¡Aclamen a Dios con gritos de alegría!—Salmo 47:1
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Nuevas posibilidades Mi sendero de vida me lleva hacia mi bien.
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l acudir al Cristo en mí estoy receptivo a nuevas posibilidades. Cuando tengo presente mi naturaleza divina, sé que puedo superar cualquier obstáculo. Evalúo cualquier aspecto de mi vida que pueda fomentar creencias o hábitos negativos. Luego, los dejo ir conscientemente, negando que tienen influencia sobre mí. Elijo rodearme de personas y experiencias que apoyen mi bienestar. Cuando libero mi mente de pensamientos de carencia o dependencia, reclamo la curación para cada área de mi vida. Mediante los recursos ilimitados del Espíritu Crístico, le doy la bienvenida a cada día con sabiduría y fe. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: “Mujer, quedas libre de tu enfermedad”. —Lucas 13:12
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Vida divina Hoy me centro en lo que puedo hacer ¡y cosas maravillosas comienzan a suceder!
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uando enfrento un reto de salud, puede que mi tendencia sea enfocarme en lo que no puedo hacer. Mas, en vez de ello, hoy escojo centrarme en lo que sí puedo hacer. Me maravillo por las funciones de mi cuerpo. Doy gracias por el patrón divino de salud que mora en mí. Al enfocarme en lo positivo, este aumenta. La vida divina fluye por todo mi cuerpo, restaurando toda área débil a su fortaleza y salud innatas. Me asombro ante los resultados logrados por mi fe y confianza. Cuando permito que la solución divina se desenvuelva, en vez de tratar de resolver “mi problema” por mí mismo, permito que Dios obre a través de mi sin obstáculos ni restricciones. Siento calma y sosiego. Doy gracias por el desarrollo perfecto de mi salud. Grande y maravilloso es todo lo que has hecho, Señor, Dios todopoderoso. —Apocalipsis 15:3
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Descanso Me doy el regalo del tiempo mediante descansos de oración.
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uestros cuerpos, mentes y espíritus son restaurados al orar. Cuando experimentamos la presencia y el poder de Dios, nuestras vidas son enriquecidas y recibimos guía directa. Tales momentos callados son vitales para mantener el balance en nuestras vidas atareadas. Además de nuestros momentos regulares de oración, podemos añadir otra grata y valiosa práctica de oración: podemos usar oraciones instantáneas. Sólo toma unos segundos mantener un pensamiento positivo... recordar que Dios está presente y activo en una situación específica… apreciar el Cristo en alguien… dejar que el amor fluya de nuestros corazones para bendecir a otra persona. Cuando algo inesperado ocurra o aparezca una necesidad, podemos hacer una oración instantánea y ver cuán rápido se restaura la armonía. Y todo lo que ustedes, al orar, pidan con fe, lo recibirán.—Mateo 21:22 13
Gratitud La vida de Dios llena mi ser.
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onsciente de que mi cuerpo responde a los pensamientos y sentimientos, determino dejar ir toda preocupación que pueda tener acerca de mi salud. En vez de ello, centro mi atención en la vida de Dios en mí. En Dios no existen la enfermedad ni la imperfección. Reconozco esta verdad y celebro la salud y la plenitud de mi cuerpotemplo. Les agradezco a mis células su renovación continua que da nueva vida a mis órganos y tejidos. Me maravillo por la energía de Dios que pulsa por mis arterias. Siento gratitud porque cada sistema de mi cuerpo trabaja para mantener el balance y la salud. Al pensar en las muchas maneras cómo mi cuerpo —creación perfecta de Dios— me sirve, mi corazón se llena de gratitud. Dios, el Todopoderoso, me hizo, e infundió en mí su aliento.—Job 33:4
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¡Yo puedo! Al recordar mis victorias pasadas, prosigo con confianza y fe.
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on frecuencia leemos acerca de personas que superaron grandes obstáculos para lograr la victoria. Su valor y determinación nos alientan a pensar que nosotros, también, podemos lograr grandes cosas. Hoy me paro erguido y declaro con confianza: A través del poder de Dios en mí, ¡yo puedo! Utilizo esta afirmación, sencilla pero poderosa, para recordar que gracias a la sabiduría y la voluntad que Dios me ha dado puedo lograr cualquier cosa. Puedo hacer lo que necesito hacer. Puedo sanar. Puedo ser fuerte. ¡Puedo ser todo lo que deseo ser y mucho más! Al conectarme con la Mente Todopoderosa, puedo superar cualquier pensamiento limitativo. Dios está activo en mi vida y en el mundo. ¡Y con Dios todo es posible! ¿No te dije que, si crees, verás la gloria de Dios?—Juan 11:40
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Amor Infinito He sido creado maravillosamente de Amor Infinito.
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i un reto de salud o un diagnóstico desfavorable abaten mi espíritu, estimulo mi poder personal conectándome devotamente con el sanador interno, el Espíritu de Verdad. Afirmo frases de Verdad que alinean mi conciencia con la plenitud que Dios me ha dado. Estas no son frases vanas; son afirmaciones oradas con poder y convicción: He sido creado maravillosamente de Amor Infinito. Amor Infinito es una corriente sanadora que fluye por todo mi cuerpo, suscitando la energía divina que restaura mi salud. Lleno mi mente de pensamientos poderosos hasta que siento la Verdad de sus palabras en lo profundo de mi corazón. Luego, celebro el resultado: salud y vitalidad renovadas en cada parte de mi ser —mente, cuerpo y espíritu. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.—Juan 17:17
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Contento Visualizo personas, lugares y cosas que me dan un sentido de paz, y mi corazón se contenta.
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o tengo que aceptar como inalterables las condiciones que no me agradan, mas puedo aprender a estar contento aun cuando los sucesos y las situaciones actuales son difíciles o desagradables. Estar contento no conlleva resignarse ante condiciones infelices. El contento surge de un sentido de balance interno, de un conocimiento interior que me da la seguridad de que Dios está conmigo a pesar de las circunstancias externas. Todas las situaciones son temporales. Acepto lo que es, mientras que mantengo una visión de lo que puede ser. Al morar en la fe, mi corazón está contento. Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no tengo miedo.—Salmo 56:4
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Consuelo Hoy elijo ser una fuente de aliento para otro.
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na palabra de consuelo de parte de un ser querido o una sonrisa de apoyo de parte de un amigo puede hacer una gran diferencia en mi día. Éstas expresiones son ejemplos del amor de Dios en cada persona que surgen para consolar a otro. Debido a que tales acciones significan tanto para mí, yo también las expreso a las personas a mi alrededor. Puedo compartir el amor divino con cualquier persona que enfrente un reto o que se esté recuperando de un percance. Al orar, me conecto directamente con el amor de Dios. Afirmo consuelo y fortaleza para mí mismo, para mis seres queridos e inclusive para personas que no conozco pero que sé que necesitan apoyo. En unidad con el amor divino, soy consolado y consuelo a otros. ¡Que tu amor me sirva de consuelo, conforme a la promesa que me hiciste!—Salmo 119:76
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Renovación Soy sanado y renovado.
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oy Le expreso gratitud a Dios por mi curación: Gracias por el patrón divino de plenitud y perfección que mora en mí y por mi estado natural de salud, vitalidad y fortaleza. Gracias por Tu presencia en mí, renovándome y apoyándome. Cada órgano, célula y función de mi cuerpo está siendo restaurada a la salud gracias a la Vida Divina en mí. Percibo y acojo mi naturaleza verdadera como Tu creación y me veo sano —moviéndome, hablando, trabajando, jugando y funcionando con facilidad, confianza y propósito. Amo y cuido de mi cuerpo, ya que es la morada del ser sagrado que soy. Sano y me revitalizo, y siento gratitud. El Señor tu Dios está en medio de ti … Con su amor te dará nueva vida.—Sofonías 3:17
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Visión Mantengo en mi mente los pensamientos, las palabras o los eventos que afirman mis metas. Visualizo cómo deseo que mi vida sea.
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e me ha dado un gran regalo: la habilidad de visualizar y crear la vida que deseo. El poder de la imaginación me permite visualizar mis metas como si ya las hubiera alcanzado y mis retos como si ya los hubiera superado. Imagino lo que más deseo y comienzo a manifestarlo gracias a la guía de Dios. Al visualizar que mi sueño se convierte en realidad, también imagino los sentimientos que tendré: gozo, alivio, satisfacción o paz. Oro con estos pensamientos y sentimientos en mente y me mantengo firme sin importar las apariencias externas o dudas internas. Dios me guía hacia mi mayor bien. Mi fe es renovada a medida que mi bien se manifiesta. Y ahora, gloria sea a Dios, que puede hacer muchísimo más de lo que nosotros pedimos o pensamos, gracias a su poder que actúa en nosotros.—Efesios 3:20
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Gracia Por medio de la gracia de Dios, me acepto y aprecio incondicionalmente.
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a gracia es el amor de Dios en acción. Al reconocer y apreciar este amor incondicional, me vuelvo aún más consciente de él. Estoy lleno de amor. Bendecido continuamente por el amor de Dios, disfruto de guía, salud y prosperidad. El amor fluye en mí y por medio de mí para enaltecer mi vida y bendecir las vidas de otros. Me sosiego, sabiendo que nunca puede existir una barrera entre la gracia de Dios y yo. Al sentirme aceptado, recibo con gratitud las bendiciones que me ofrece la gracia. Saber que la gracia divina es mía me calma y consuela. Entro en una conciencia bendita de la redentora gracia de Dios y la acepto. Y Jesús seguía creciendo en sabiduría y estatura, y gozaba del favor de Dios y de los hombres.—Lucas 2:52
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Enfoque Escribo mi petición de oración y la mantengo frente a mí para visualizar mi bien.
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oy elijo enfatizar el gran amor que Dios siente por mí. Al enfocarme en esta verdad en cada situación, establezco una relación con Dios que permanece fuerte ante todo lo que suceda en mi vida. Pongo mi atención en lo que quiero manifestar en mi vida. Al fomentar los principios positivos, me mantengo alerta y en calma. Al enfatizar lo que es verdadero, minimizo lo que es superficial y temporal. Me enfoco en el bienestar físico y en la salud —en el poder de la presencia de Dios en mí—en todo momento. Justo donde me encuentro, tengo todo lo que necesito para crecer y florecer. Al destacar lo bueno, mayor bien llena mis contornos, mis expectativas y mi vida. Que haya paz en ti. Por el templo del Señor nuestro Dios, procuraré tu bien. —Salmo 122:8-9
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Opciones Dios me guía, y tomo decisiones sabias con facilidad.
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a vida está llena de opciones. De manera que nunca pienso que carezco de ellas. Siempre puedo elegir. Si una estrategia o un enfoque no está funcionando, considero alternativas. Les doy la bienvenida a posibilidades adicionales y a la guía divina para definirlas y desarrollarlas. Tengo presente que con más opciones tengo mayores oportunidades. Cuando tomo decisiones que afectan a los demás, confío en que la guía divina me brindará sabiduría, discernimiento e integridad. Siento seguridad y confianza porque sé que Dios me guía a las decisiones que son mejores para todos los interesados. Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá.—Mateo 7:7
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Paz interna Encuentro paz a medida que dejo ir las preocupaciones, sabiendo que hoy es un nuevo día.
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mpiezo hoy con una oración y meditación tranquila. En el silencio de mi alma, experimento la presencia de paz de Cristo, la cual me inspira para el día ante mí. A medida que los acontecimientos del día avanzan y surgen circunstancias, permanezco centrado y libero cualquier preocupación o inquietud. Tomo tiempo para volver en pensamiento a un lugar de tranquilidad interior. Silenciosamente, aparto mis pensamientos de cualquier distracción o interrupción. Libero toda ansiedad o preocupación según permanezco consciente de la paz del Cristo en mí. En sólo un momento, esta presencia de paz restaura mi sentido de calma. Permanezco confiado y vivo en armonía con los que me rodean. Uno con el Espíritu de Cristo, siento paz. Y que el mismo Señor de la paz les dé la paz a ustedes en todo tiempo y en todas formas. Que el Señor esté con todos ustedes. —2 Tesalonicenses 3:16 24
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Orden divino Dios está a cargo, y el orden divino prevalece en mi vida.
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unque a veces mi vida y las vidas de mis seres queridos parezcan desordenadas, sé que el orden divino apoya y rodea a cada uno de nosotros. Al apartar mis pensamientos de las circunstancias externas y dirigirlos a la presencia de Dios, dejo ir cualquier preocupación, inquietud o molestia. Apoyo la obra perfecta del orden divino con mi tiempo y atención. Estoy atento a lo que se desenvuelve ante mí. La presencia de Dios me fortalece y consuela ante todo. Reconozco que el poder de Dios obra para hacer surgir mayor bien del que pude haber imaginado. Confío en el orden, la armonía y el tiempo perfecto del orden divino. Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman. —Romanos 8:28
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Seguridad La paz de Dios mora en mí; siento seguridad.
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veces, el malestar que siento no es un dolor físico, sino el anhelo de experimentar paz en la mente y el corazón. Deseo sentir serenidad en el nivel más profundo de mi alma. En esos momentos recuerdo que lo que anhelo ya está en mí, que tengo en mi interior una fuente de paz perfecta. Siempre puedo suscitar la paz de Dios en mí y permitirle que fluya por medio de mí para disipar la ansiedad y el miedo. Ya tengo toda la paz que jamás podría haber deseado, y la reclamo ahora. Siento calma, incluso en medio de un desafío. Si enfrento a un problema desconcertante, sé que existe una solución. Al dejar que la paz de Dios fluya a través de mí, soy elevado en mente, cuerpo y espíritu. Que Dios, que da esperanza, los llene de alegría y paz a ustedes que tienen fe en él. —Romanos 15:13
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Bendiciones Cada día es un regalo y una bendición.
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uando siento dolor o malestar, puede que pregunte: “¿Por qué yo?” La respuesta que surja puede sorprenderme: cada dificultad trae una bendición. A menudo, nuestros mayores desafíos revelan nuestras mayores fortalezas. Nos damos cuenta de que dentro de nosotros existe algo mayor que cualquier adversidad: Cristo mora en nosotros. Al descubrir esta presencia Crística y llevarla a una expresión más plena, recibo y doy una bendición. El Cristo en mí es mi fortaleza, mi curación y mi plenitud. Es el canal por medio del cual yo doy y recibo bendiciones. Acojo plenamente al Cristo en mí y permito que se exprese en mi vida. Estoy seguro de que cuando yo vaya, nos enriqueceremos todos con las bendiciones de Cristo.—Romanos 15:29
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Pensamiento positivo Elijo pensamientos que afirman vida y tengo experiencias que afirman vida.
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is pensamientos son como notas mentales para mí mismo. ¿Qué mensajes me daré hoy? Tomo tiempo para asegurar que los mensajes que me envío sean positivos, asertivos y edificantes. Me recuerdo a mí mismo que Dios me ama. Afirmo que el bien ilimitado fluye a mí y por medio de mí para bendecir a otros. Afirmo salud, bienestar y regeneración para mi cuerpo. Al pensar positivamente, avivo mi salud óptima. Cuando lleno mi mente con pensamientos de paciencia, paz, confianza y entusiasmo, experimento emociones y actitudes saludables. Los conceptos que sostengo en pensamiento gobiernan mis sentimientos y acciones. Me envío mensajes que afirman vida y que motivan mi crecimiento y éxito. Porque el Señor te infundirá confianza. —Proverbios 3:26
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Confianza Tu vara y tu bastón me inspiran confianza.
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uando experimento una pérdida profunda, me apoyo en la comprensión divina para sobrellevarla. El salmista habla del consuelo de la “la vara y el bastón”, simbolizando la fuerza inagotable de Dios. La presencia de Dios en mí me apoya y consuela cuando me siento abatido. Confío en que el infinito amor divino y el poder interior de Dios sanan mi corazón y restauran mi paz. No necesito saber cuándo o cómo las circunstancias cambiarán. Sencillamente, abro mi corazón a la presencia de Dios aquí y ahora. Fortalecido y en paz, continúo con mi vida… saliendo del más oscuro de los valles hacia la luz. Siento gratitud por el consuelo sanador de la presencia de Dios. Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro alguno, porque tú, Señor, estás conmigo; tu vara y tu bastón me inspiran confianza.—Salmo 23:4
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Comprensión Permito que mis experiencias pasadas me brinden nueva comprensión.
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i permito que situaciones o personas me estresen o enfaden, pierdo mi enfoque y perspectiva; y puedo perder de vista mi mayor propósito en la vida. Para mantener la calma y claridad, confío en mi brújula divina interna. Considero los desafíos como una oportunidad para ir a mi interior. Paso tiempo en el Silencio para recibir la guía del Cristo de mi ser. A medida que mi respiración se vuelve pausada y constante, me calmo y permito que la fe y la comprensión surjan de mí. Estoy dispuesto a seguir un curso con propósito. La promesa de mi vida brilla clara y resplandecientemente. Salgo del Silencio listo para seguir la guía del Espíritu y elevarme a nuevas alturas de comprensión. ¡Aleluya! ¡Alaben al Señor desde el cielo! ¡Alaben al Señor desde lo alto!—Salmo 148:1
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Perdón Expreso amor y comprensión a mí y a los demás.
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veces, tal vez piense que perdonar implica sumisión o “rendirse”. Mas el perdón es verdaderamente una demostración de fortaleza y poder. Avivo mi determinación interna para perdonar a los demás por las acciones que me han hecho daño y me perdono por los errores pasados. Puede que no sea fácil perdonar, pero cuando lo hago, expreso mi naturaleza espiritual y renuevo y fortalezco mi vida. Mi habilidad para perdonar demuestra mi capacidad ilimitada para crecer en conciencia. El perdón engendra más perdón, porque el perdón envía una onda cada vez más amplia de bien. Cuando perdono, soy fortalecido y liberado, así como lo son aquellos a quienes perdono. Al perdonar, yo también recibo el poder del perdón. No juzguen a otros, y Dios no los juzgará a ustedes. No condenen a otros, y Dios no los condenará a ustedes. Perdonen, y Dios los perdonará.—Lucas 6:37
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Vida radiante Soy la vida radiante de Dios.
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i estoy experimentando un reto de salud, recuerdo que Dios es Vida y Dios vive en mí. Voy a mi interior y visualizo que la vida radiante de Dios hace una obra poderosa de sanación en mí. La vida divina es parte de cada célula y átomo de mi cuerpo. Equilibra el funcionamiento de mis órganos, une tejidos que necesitan reparación y fortalece tanto a mi alma como a mi cuerpo. Debido a que toda la creación es una expresión de la vida de Dios en el mundo, doy gracias por la curación, incluso antes de que se manifieste. Yo soy la vida radiante de Dios en cada momento de mi vida. Celebro mi energía vital mediante elecciones saludables, orando, meditando y viviendo en paz. La vida de Dios fluye a través de mí y de toda la creación, ¡y siento gratitud! Los que a él acuden irradian alegría. —Salmo 34:5
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Silencio Cierro los ojos, respiro profundamente y descanso en el Silencio, donde encuentro consuelo en el amor de Dios.
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os acontecimientos de la vida son a veces difíciles. Puedo buscar consuelo cuando enfrento una enfermedad, un cambio en circunstancias o cuando tengo que hacer a un lado un sueño. Aunque puedo encontrar consuelo temporal en actividades o distracciones, el único consuelo verdadero y duradero proviene del amor de Dios. En un momento callado, encuentro paz. Aquieto mis pensamientos y vacío mi mente de temores, dudas o preocupaciones. En el Silencio, encuentro el amor, la paz y el consuelo que busco. Recuerdo que soy el hijo de un Creador amoroso. Nunca estoy solo. Dios me ama. Fortalecido por el consuelo del Espíritu que siempre está conmigo y en mí, supero cualquier reto con gracia y seguridad. Toda mi vida te bendeciré, y a ti levantaré mis manos en oración.—Salmo 63:4
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Plenitud Sostengo pensamientos de plenitud y sé que mi curación ya está en camino.
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a curación puede llegar en un instante o con el tiempo. Estoy receptivo al toque sanador de Dios, como y cuando llegue. Aprecio la vida que me ha sido dada y la vivo con alegría. Aunque tengo mis altibajos, estoy agradecido por la bendición de estar vivo. Tomo las medidas necesarias para sanar y mantenerme saludable con entusiasmo. Mi actitud llena de fe fomenta mi recuperación y bienestar. Mi cuerpo es innatamente bendecido con un modelo divino de plenitud. Sé que Dios obra guiando las decisiones de quienes me apoyan en el logro de mi salud, y confío en que Dios guía mis propias decisiones. Siento gratitud por mi vida y por el poder divino que guía, restaura y asegura mi curación. Me mostraste el camino de la vida, y me llenarás de alegría con tu presencia. —Hechos 2:28
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Verdad Veo más allá de las apariencias, con fe en que Dios obra en mi vida.
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oy bendecido de maneras infinitas. Cuando enfrento un desafío o algo inesperado, puede que me sienta perdido y solo. Pero en verdad, Dios está siempre conmigo. El Espíritu divino está detrás de las condiciones temporales haciendo su trabajo. Descanso en este conocimiento y encuentro paz aun ante circunstancias difíciles. Mi vida tiene un nuevo significado cuando estoy consciente de la presencia de Dios. Oro y libero voluntariamente la necesidad de hacer mi voluntad. Al abrirme a los resultados divinos, agradezco el poder del trabajo de Dios. Al confiar en la actividad de Dios, permito que las soluciones divinas se desarrollen. Circunstancias que pude haber pensado imposibles, fluyen sin problemas. Resultados que no pude haber predicho llegan como bendiciones para mí y para los demás. Pon tu vida en las manos del Señor; confía en él, y él vendrá en tu ayuda.—Salmo 37:5
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Resiliencia Los desafíos no me definen, gracias a la fortaleza de Dios en mí.
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vivo mi resiliencia para superar o adaptarme a un desafío o cambio. Aun si enfrento una enfermedad, sé que con Dios como mi fuente, la curación es posible. Si un reto de carencia aparece, confío en mi resiliencia dada por Dios para afirmar y lograr la satisfacción de todas mis necesidades. En oración, experimento la fortaleza de Dios, física, mental y espiritualmente. Orar me prepara y llena de energía para proseguir con mi día. Puede que no vea resultados inmediatos exteriormente, pero sé que la oración me ha cambiado y fortalecido. Trasciendo cada desafío gracias a la fortaleza de Dios en mí, una resiliencia de espíritu que está conmigo siempre. Mi canto es al Señor, quien es mi fuerza y salvación.—Éxodo 15:2
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Valor Soy valiente y audaz al afirmar el poder que mora en mí.
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l amor es más fuerte que el miedo, y yo estoy lleno del amor de Dios. Confío en este amor extraordinario para superar cualquier situación preocupante. Soy valiente y fuerte porque soy uno con Dios. Si siento duda o temor, inhalo profundamente y voy a mi interior para examinar mis pensamientos. Mi fortaleza y valor crecen cuando les niego poder a los pensamientos de temor. El amor aumenta según el temor disminuye. Dios es mi fuente de paz y valor, una presencia sagrada que está siempre conmigo. El Señor mismo irá delante de ti, y estará contigo; no te abandonará ni te desamparará; por lo tanto, no tengas miedo. —Deuteronomio 31:8
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Renovación Al hablar palabras de vida fomento la salud, y mi mente y cuerpo son renovados.
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e me ha dado una mente que me ayuda a sanar y a permanecer saludable. Al mantener pensamientos positivos que afirman vida, soy renovado física y emocionalmente. Me abstengo de pensar en lo que está mal en mí y centro mi atención en lo que está bien. Al hacerlo, manifiesto la perfección que fui creado a expresar. Mi cuerpo responde con fortaleza y curación. Despejo mi mente de la confusión causada por la ira o por pensamientos de temor. Cada vez que estoy consciente de Dios, soy renovado. Pienso con calma y claridad. Recuerdo lo que necesito recordar en el momento que necesito hacerlo. Permito que la verdad de Dios hable por medio de mí ¡y soy renovado! ¡Ésa es la mejor medicina para fortalecer tu cuerpo!—Proverbios 3:8
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Curación Soy saludable y estoy bien, y doy gracias porque es así.
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o importa la apariencia, la necesidad de curación que pueda existir, sé que mi realidad es la salud. He sido creado a la imagen y semejanza de Dios, sano y perfecto. Si necesito mejor salud, mantengo mis pensamientos y expectativas en la vida sanadora de Dios en mí. Alineo mi cuerpo, mente y alma con la vida divina, la cual me creó y me sana profundamente. Al orar por otros, también afirmo su salud. Veo la esencia de Dios que genera renovación física en todos. Mi visión espiritual es estable y clara, y sé que todo está bien. Querido hermano, pido a Dios que, así como te va bien espiritualmente, te vaya bien en todo y tengas buena salud.—3 Juan 1:2
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Fe Al tener presente que Dios está en todo aspecto de mi vida, contemplo el bien que puede surgir de mi situación actual.
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é que sólo puedo vivir en el presente, así que dejo ir cualquier preocupación acerca del futuro. Mi fe en Dios es una fuerza estabilizante que me libera para que yo pueda disfrutar del ahora junto a mis seres queridos y comulgar con Dios cuando esté a solas. Reemplazo cualquier inquietud persistente con una fe penetrante en que mis oraciones están siendo contestadas. No doy poder a los pensamientos negativos, por el contrario, centro mi atención en la paz disponible para mí a cada momento. Afirmo que todas mis necesidades están siendo satisfechas. Ante todo reto soy paciente y amoroso conmigo mismo, sustento mi fe y siento que ésta se profundiza. Consciente de que Dios obra de maneras que quizás yo no entienda, dejo ir y estoy en paz. Jesús le dijo: —Hija, por tu fe has sido sanada. Vete tranquila y curada ya de tu enfermedad.—Marcos 5:34 41
Dirección divina Soy guiado claramente, según sigo el sendero de mi vida.
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i en el pasado he buscado la guía de Dios solamente al tomar decisiones mayores o en momentos de crisis, recuerdo que ninguna necesidad o situación es demasiado pequeña para la dirección divina. Durante mis actividades rutinarias, hago pausas periódicas para aquietar mis pensamientos y estar abierto a las ideas, la sabiduría y la guía divinas. Dirijo mi atención a mi interior y afirmo silenciosamente: Dios está conmigo siempre y en todo. Al afirmar esta Verdad me vuelvo receptivo para recibir lo que necesito. Un conocimiento interno puede surgir en ese instante o desarrollarse con el tiempo. Estoy receptivo a mi guía divina, ya tenga un día ocupado o uno tranquilo. Vivo con la confianza y el gozo de saber que la mente de Dios está activa en mí. Confía de todo corazón en el Señor. —Proverbios 3:5
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Listo Estoy listo, dispuesto y soy capaz de aceptar mi bien.
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sta afirmación poderosa puede ser una declaración diaria de fe: Soy capaz. Es un recordatorio positivo de que puedo cumplir con cualquier tarea, alcanzar cualquier meta y tener éxito en cada área de mi vida. Soy capaz. No existe poder más fuerte que el espíritu de Dios en mí. Cuando las circunstancias parecen retrasarme, confío en que el poder de Dios guiará el siguiente paso en mi camino. Procedo con fe. Depende de mí el utilizar mis habilidades de la mejor manera posible. Al aprender y crecer, descubro nuevas fortalezas, nuevas habilidades y nuevas avenidas de expresión. Siento que el poder de Dios me apoya a cada paso. Ante cada reto, afirmo con confianza: Soy capaz. Yo sé que tú lo puedes todo y que no hay nada que no puedas realizar.—Job 42:2
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Oración Cualquier momento es bueno para orar.
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esús no limitó la oración a una hora ni a un lugar específicos, ni yo tampoco. A cualquier hora del día o de la noche, me dirijo a mi interior y oro. Al despertar cada mañana, acudo a mi interior para alinearme con el Espíritu. Fijo una intención con las cualidades que deseo expresar: paz y armonía, gratitud y gozo, compasión y bondad. Durante el día, puede que tome un momento para dirigirme de nuevo a mi interior por guía o para reflexionar. Aun un tiempo breve de comunión divina centra mi atención. Al concluir mi día, voy a mi interior una vez más y doy gracias por la bendición de estar vivo. Pondero acerca de mi día en un momento de paz. Dios está conmigo siempre, y cualquier hora es buena para orar. En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. —Lucas 6:12
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Gratitud Las bendiciones fluyen hacia mí y de mí este día, y todo está bien.
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odo está bien. ¡Qué frase tan poderosa! Cuando digo: “todo está bien”, afirmo que mi vida y las vidas de mis seres queridos están al cuidado de Dios, llenas de bendiciones divinas. Confío en Dios. Al decir “todo está bien”, me vuelvo receptivo a la energía divina y al amor eterno que me bendicen de maneras inimaginables. Así como cuando se abre un grifo y el agua fluye libremente, yo estoy receptivo al fluir libre de la salud, la paz, el consuelo y el gozo cuando dirijo mi corazón a Dios. No existe necesidad demasiado grande ni demasiado pequeña para que yo invoque el poder de Dios en mí. Al afirmar: “todo está bien”, recibo la seguridad de que soy bendecido con bien ilimitado. Dando siempre gracias por todo. —Efesios 5:20
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“Querido Dios…” Oh Señor, quiero alabarte con todo el corazón y contar tus muchas maravillas.—Salmo 9:1
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xpresarte de manera privada a Dios es un ejercicio maravilloso, y ¿qué mejor manera que escribiéndole una carta a Dios? Si este ejercicio es nuevo para ti, comienza por recordar que no existe necesidad demasiado grande ni demasiado pequeña para Dios. Afirma que tu vida y las vidas de tus seres queridos están a Su cuidado y que todo está bien. Luego, sencillamente, escribe una carta a Dios como se la escribirías a un gran amigo. Pon en palabras tus esperanzas y todo lo que mantienes en tu corazón. Enumera tus necesidades, tus preocupaciones, lo que quieres y deseas, no sólo para ti, sino también para los demás. Y no olvides expresar gratitud. Después de escribir la carta, puedes colocarla en un lugar seguro donde la puedas leer de nuevo en seis meses o un año. O puedes colocarla en un sobre con 47
tu dirección y pedirle a un amigo que te la envíe en seis meses. Cuando recibas tu carta y la leas de nuevo, te darás cuenta de las bendiciones que has recibido y de las maneras en que Dios ha obrado en tu vida. Al concluir este ejercicio, permite que estas palabras sean las tuyas: Mi corazón está lleno de gratitud por el fluir continuo del bien de Dios en mi vida, ahora y siempre.
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