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GACETA NUMISMATICA I-04 5ª época MARZO 2004
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EL REAL DE A OCHO Y EL THALER FRANCISCO DE PAULA PÉREZ SINDREU En el siglo XV, España había acuñado y puesto en circulación una moneda de gran prestigio, el real, con el cual se comerció en toda la cuenca mediterránea y en Oriente Medio. Mas no es a este real al que queremos hacer referencia, sino de un múltiplo de él, el real de a ocho o peso fuerte. Una ordenanza de Carlos I de España y V de Alemania, de 18 de noviembre de 1537 y dirigida al Virrey de Nueva España, Don Antonio de Mendoza, decía así: “Vi lo que escrivistes al Conde de Osorno cerca de la moneda que aveys hecho labrar en la Casa de la Moneda dessa çiudad en que dezis que se ha labrado reales de a quatro, e de a dos, e uno, e medio, e que no se han labrado reales de a tres por ser poca la diferencia que avia de los unos a los otros e que la gente dessea mucho que se labren reales de a ocho, por ser quenta justa de un peso, que todo me ha parecido bien: e vos encargo e mando que de aquí adelante hagays labrar los dichos reales de a quatro e de a dos e de uno e de medio e también los dichos reales de a ocho, si a vos os pareciere que conviene”. Tal como nos dice Don Manuel Vilaplana, es de suponer que Carlos V se sintió predispuesto a dar esta autorización porque conocía el talero alemán, (moneda gruesa de plata acuñada en 1486 por el archiduque Segismundo en el Tirol, con módulo de 40 mm. y peso de 35 gramos; en 1519 el conde de Schlick acuñó en Bohemia piezas semejantes que se llamaron joachimsthaler, por su lugar de origen -El Valle de San Joaquín-, nombre que luego se abrevió en thaler), o sea el equivalente del nuevo real de a ocho. La gran abundancia de plata hizo aconsejable la acuñación de una moneda gruesa, por razones de economía de tiempo y dinero, debido a que el procedimiento de acuñar a martillo era muy lento. El 6 de junio de 1544, Carlos I envía a México una Provisión sobre el tipo del real de a ocho que había de labrarse. Esta Provisión decía: “El cuño para los reales sencillos e de a dos, e de a quatro e de a ocho, sea de la una parte castillos y leones con la granada, e de la otra parte las dos colunas, estrellas e un retulo que diga PLUS ULTRA, ques la divisa de mi el Rey”. Esta moneda fue desde un principio muy apreciada por la riqueza de su ley (930,555 milésimas) y un peso fijo (27,46 gramos), y se utilizó en la mayoría de los países, desde Europa a América, y de Asia a África, para sus transacciones comerciales. Algo más adelante, el tipo del real de a ocho varió con las columnas y los mundos entre ellas (Felipe V), como igualmente cuando se puso en ellos el busto del monarca (Carlos III). El real de a ocho se había convertido en una moneda de aceptación universal. 39
Una competencia surgió para el “duro” español en los siglos XVI y XVII. Los Habsburgos, en el Imperio constituido en Europa Central y que abarcaba también a los Países Bajos, comenzaron a labrar los thalers, moneda grande de plata, que los holandeses denominaron rijkddaaler. La palabra “dólar”, unidad monetaria de U.S.A. nace de la alemana thaler, moneda originaria del Tyrol, creada en 1484, en la región de los Alpes, entre Austria e Italia, aunque también, los norteamericanos utilizaron la palabra “dólar” para referirse al real de a ocho español. Entre tanto la palabra thaler se convirtió en un nombre genérico para designar a la moneda de plata grande. Cuando el martes 5 de noviembre del 2002, el operario encargado de la prensa de acuñar de la Ceca austriaca, en Viena, labró la última moneda, después de una labor de dos días, la vida de una moneda – la del thaler de María Teresa – había llegado a su fin. La acuñación de aquellos dos días había alcanzado la cantidad de 14.974 monedas, de las cuales 2.000 lo fueron en calidad Prof., que de modo especial fueron preparadas y puestas en pequeñas cajitas individuales de plástico. El remanente de la citada labor, 12.974 piezas, en calidad uncirculated fueron colocadas en bolsas de 500 unidades y preparadas para su envío a los bancos de Austria y Alemania, y a los comerciantes de venta de monedas para coleccionistas. Todas las monedas llevaban señalado el mismo año: 1780, como lo fueron las que se labraron, por vez primera, 222 años antes. Esta moneda era el thaler, pieza que dio prestigio a los Habsburgos. El thaler de María Teresa se acuñó por vez primera en Viena y desde finales del siglo XVIII y aún más, en el siglo XIX, se podía encontrar desde América a China, donde se adoptó, como antes lo fue el real de a ocho español, como explicaremos seguidamente, e incluso a veces se falsificó. Cuando la emperatriz María Teresa falleció en 1780, y el thaler se había labrado durante los 40 años de su reinado, los Habsburgos habían acuñado más de 30.000.000 de piezas (más que cualquier otra moneda de la época, con la única excepción del duro o real de a ocho español), no pudo sospechar o imaginar en vida la emperatriz, que había dejado un legado monetario que perduraría, después de su muerte, durante muchos años. Desde entonces el thaler de María Teresa llevó grabada la fecha de 1780. Dijimos anteriormente que una competencia había surgido al duro español, pero no fue así. Mientras el duro o real de a ocho español tenía una ley de 930’555 milésimas y un peso fijo de 27’46 gramos, el thaler de María Teresa con tan sólo una ley de 833,3 milésimas de fino, tenía un peso de 28 gramos desde 1740, lo cual significaba una gran ventaja para la moneda española sobre la austriaca. Los archivos que contienen la documentación referida a la labor de los thalers durante los reinados de los Habsburgos, en doscientos cincuenta
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años no están completos, sin embargo se han encontrado algunos documentos que hablan de acuñaciones de 400.000.000 de thalers realizadas por los monarcas de la dinastía nombrada, en las cecas austriacas y en otras seis de diversas partes de Europa, además de una situada en Bombay. La expansión del thaler a Oriente, Egipto y países ribereños del Mar Rojo se realizó desde los puertos de Génova, Triestre, Livorno y Marsella, consignándose que los cargamentos llevaban únicamente vasos y botellas de cristal de Bohemia, cuchillos y navajas de afeitar, junto con tejidos de seda de Florencia. A partir de los centros comerciales de Suez, Jiddah, Suakin, Mokka y Massawa, todas las mercancías se dispersaban al interior de África y Arabia, llegando a través del Golfo Pérsico y del Océano Índico a la India, ya que eran objetos muy apreciados por los habitantes de aquellos lugares. El thaler de María Teresa había llenado una necesidad. Europa estuvo siempre interesada en la inmensa y exótica abundancia de los productos que Oriente Medio le ofrecía: especias aromáticas, café, goma arábiga, índigo, perlas, carey, plumas de avestruz, caballos árabes y otros productos más. Por otro lado en Asia y también en todo el mundo árabe existía una gran demanda de plata, y mucha parte de la plata de los thalers se utilizó para las dotes de las novias y también en joyería. La riqueza y diversidad de la joyería árabe era muy grande. En Riad, en 1968, las mujeres de los mercados lucían los thalers en sus atavíos. Desde los pendientes a las cadenas de los collares. Por ello el thaler se convirtió en un objeto familiar, era una joya más. Los plateros o joyeros fundían los thalers en los crisoles para hacer las joyas. Por ello el thaler de María Teresa, no era sólo, en sí mismo, un esencial componente de la joyería, era un ingrediente indispensable. A veces, el thaler era empleado en los mercados, sobre todo del Yemen, como una pesa. De ello han dejado constancia visitantes de aquel país. El thaler de María Teresa tuvo siempre una gran aceptación y un valor estimable, sirviendo tanto para el comercio como para costear gastos de guerras. Ejemplo de ello es la expedición de 1867, en que el General Sir Robert Napier llevó 30.000 soldados desde la India a las regiones montañosas de Etiopía, para rescatar al cónsul británico y otro rehenes que habían sido secuestrados por el Emperador Theodore y, el thaler de María Teresa fue la única moneda aceptada en las zonas del interior para comprar los suministros, debido a ello se envió a la ceca de Viena un despacho urgente para que se labraran cinco millones de thalers. Todas las monedas fueron transportadas en mulas, caballos y elefantes, junto con las municiones y los suministros. Los thalers fueron usados por las potencias europeas para la compra o arrendamientos de puntos estratégicos de las costas de Arabia o del Mar Rojo,
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como los puertos de Adén y Massawa. Musolini, en 1935, pidió a Austria los troqueles para acuñar los thalers que precisaban los italianos para costear la guerra de Abisinia1; el gobierno austríaco no se los negó. No obstante, estando los troqueles de los thalers en manos de los italianos, éstos se negaron a facilitárselos a Inglaterra y Francia para labrar los thalers que precisaban para su comercio con Oriente. Debido a ello, entre 1936 y 1941, la ceca de Londres, por acuerdo del Gobierno Británico y la aprobación de la Cámara de los Comunes2, fueron acuñados, más de 14 millones de thalers de María Teresa. El valor intrínseco, el aspecto estético y la popularidad del thaler de María Teresa, en el comercio, evitando el dinero falso estimuló su expansión por todo el Medio Oriente. El thaler de María Teresa alcanzó la Península arábiga sólo una década después de que se labrase por vez primera en Viena, entrando en las manos de los comerciantes de café en Adén y Mokka; café que era enviado a los compradores de Austria, via Triestre, Grecia y otros países del Próximo Oriente. Los comerciantes turcos, judíos y armenios también utilizaron los thalers en sus tratos con los centros comerciales de El Cairo, Alejandría, Argelia, Túnez y Trípoli, desde donde a través de intermediarios de los comerciantes árabes se extendieron al sur a través del Sahara y al interior de Arabia, Etiopía, Egipto y Sudán. Igualmente los thalers de María Teresa empezaron a circular dentro del imperio turco como un medio de pago corriente, siendo aceptados como dinero de manera semi-oficial. Las autoridades turcas no animaron el uso del thaler de María Teresa, pero las monedas turcas con muy baja proporción de plata, el mejidiye, era generalmente considerado de inferior valor. El hecho de que soldados y otras personas al servicio del gobierno turco recibían sus sueldos en mejidiye, por peso en lugar de por cuenta significaba que la moneda turca carecía de valor, aunque se veían obligados a aceptarlo, y ello unido a los escasos productos existentes en los mercados, rebajó aun más dicho valor. Al aumentar su deuda externa, el gobierno turco se vio obligado a rebajar más el contenido de plata de sus monedas y dieron las órdenes oportunas para que la Tesorería Central y los gobernadores de las provincias atesoraran todo el dinero bueno que pudieran, es decir, monedas con alta proporción de plata, la falta de circulante motivó se labraran monedas nuevas, con el mismo valor nominal pero con muy bajo contenido de plata. La aceptación de las nuevas especies de monedas turcas bajó. Desde mediados del siglo XIX, el thaler de María Teresa se había convertido en el patrón monetario del Oriente Próximo, donde permaneció inalterable, como moneda de curso legal hasta 1960. Existían otras monedas que competían con el mejidiye y el thaler. Los archivos de los comerciantes de mediados del siglo XIX, nos dan noticias de
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que los cambistas de Jiddah movieron grandes cantidades de monedas de oro y plata: coronas francesas, inglesas y alemanas; pesos mexicanos y dólares; ducatones, rublos, reales de a ocho de la ceca de Sevilla y monedas papales. Cuando todo esto faltó se utilizó la plata en lingotes. Sin embargo, los cambistas locales de Jiddah y otros puertos de Arabia preferían tener grandes cantidades de thalers de María Teresa y reales de a ocho de los monarcas españoles a otras monedas. En Hijaz, el tradicional equilibrio desfavorable del comercio significó que los thalers y los reales de a ocho se utilizaran, en grandes cantidades, en los paises de Oriente para pagar las mercancías importadas. Estas monedas regresan, por tanto, a Europa y marchan también a otros lugares, algunos tan lejanos, como Singapur y China. Muchos “reales de ocho”, como también los thalers llevan resellos de los banqueros chinos. Un informe consular británico de 1884 describe el movimiento que tuvieron los thalers: “El gran equilibrio del comercio que siempre ha existido con Jiddah, dice el informe, hace preciso grandes envíos de esta especie de moneda a India, Singapur, Golfo Pérsico y Egipto… El total no puede determinarse, pero de cada buque se toman grandes cantidades de las distintas monedas, como los thalers de María Teresa (moneda muy usual en Jiddah y puertos del Mar Rojo)”. Los informes de los últimos 50 años más próximos a nuestra época, indican que más de la mitad de los pagos anuales de las mercancías enviadas de Jiddah a Suez se hacía en thalers para costear los frascos de aceites esenciales y las grandes cantidades de canela, resinas, goma arábiga, tabacos, jengibre, pimienta, tejidos de muselina y mantas. El thaler de María Teresa fue durante mucho tiempo la moneda más popular en los países del Medio Oriente, mientras el real de a ocho lo era en el otro extremo, en China. Estas dos monedas se consideraban indispensables para el sostenimiento de otra, la llamada riyal grande o big riyal, muy bien acuñado y siempre con el canto perfecto. Ésta era una prevención o técnica para evitar que negociantes poco escrupulosos recortasen los bordes de la moneda quitando plata, como se había efectuado con el real de a ocho español, en el siglo XVIII, al que se puso el cordoncillo, precisamente para evitar ese recorte. Existen muchas razones y teorías, algunas muy complejas, para explicar la rápida extensión y aceptación del thaler. Una de ellas afirma que al decaer el poderío del imperio otomano o turco, fue el momento del comienzo de esa expansión de la moneda austríaca, coincidiendo al mismo tiempo con el aumento del comercio y el contrabando de armas realizados por franceses, italianos y otras potencias europeas.
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Las fuertes fluctuaciones existentes en el precio de la plata, durante la segunda mitad del siglo XIX, proporcionó pingües beneficios a los que comerciaban con los thalers, en especial en las regiones del interior. La guerra de secesión americana motivó el paro de las exportaciones de algodón de América a Europa, y esto hizo aumentar el comercio con Egipto, Sudán e India, algodón que fue pagado con thalers. Lo anteriormente expuesto nos lleva indefectiblemente a tratar de la velocidad de la circulación de la moneda. El primer economista que planteó el problema de la velocidad de la circulación del dinero fue William Petty, en su Verbum Sapienti (1664). Petty observó que los gastos anuales de los consumidores podían ser liquidados con una cantidad relativamente pequeña de dinero, gracias al hecho de que el dinero, después de ser utilizado, circula y vuelve de nuevo a manos del consumidor, de suerte que puede ser utilizado varias veces. De esta manera el dinero completa una rotación circular. Pero encontramos dos tendencias: la velocidad se ha medido por el número de veces que una unidad monetaria representativa aparece como renta durante un año, y otra, el número de veces que una unidad monetaria representativa cambia de mano para cualquier clase de transacción. La idea de Petty, desarrollada más tarde por Cantillon en su Essai sur la nature du comerse en general(1755), implica una noción mecánica de la velocidad, especialmente la relación entre distancia y tiempo, entendiendo por distancia, en el concepto de Petty, la existente entre dos formaciones sucesivas de renta, y en el concepto de Cantillon, la trayectoria que describe el dinero para volver a manos del tenedor después de haber sido utilizado por dicho tenedor. A esta concepción de la velocidad, en la cual el factor movimiento es el que se destaca, llama Holtrop teoría mecánica de la velocidad de la circulación. ¿Qué motivó la caída en el uso y demanda de los thalers? Muchos se lo explican por la puesta en explotación de los grandes yacimientos de plata de Nevada (U.S.A.) en 1859, y al hecho de que los gobiernos, gradualmente, hicieran acopios de plata, no obstante la adopción del patrón oro, en 1821, efectuada por el gobierno inglés, y que fue seguido del de otras naciones europeas. Además, la segunda mitad del siglo XIX, fue una época en que los poderes coloniales, sobre todo los de Francia, Inglaterra, Holanda, etc. reforzaron sus intereses, intentando introducir sus propias monedas. La independencia de la India, ocurrida en 1947, impuso el chelín que era enviado desde el África Oriental Británica, a Adén y Hadharamawt, sin embargo el thaler de María Teresa (el real de a ocho ya no existía) continuó siendo aceptado, como moneda de curso legal hasta 1960, pues se reconocía, hasta en las regiones más inaccesibles de la India, el valor que tenía la plata de los thalers. Hoy día se sigue utilizando en talleres de joyería del Yemen, Omán y Arabia Saudí, sobre todo para satisfacer la demanda de los turistas extranjeros
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que quieren comprar artículos de artesanía local. Los thalers se guardan en las arcas de los plateros en los mercados de Arabia y en otras partes de los antiguos emiratos, pudiendo ser adquiridos por cualquier habitante de la localidad o por un turista como un recuerdo, como una curiosidad, e incluso como una pieza para regalar a un coleccionista. El thaler es un objeto perfecto, para ser un recuerdo, por su precio de unos 15 $ (dólares U.S.A.) aproximadamente, además su reducido tamaño hace que quepa en cualquier parte. Hay noticias facilitadas por los turistas que han viajado a Asia y Norte de África que adquirieron thalers en China, Indonesia y Libia. Acerca del origen, creación y evolución del dinero hay ciertas discrepancias. Para que una mercancía, la moneda, sea particularmente adecuada para ser empleada como tal, debe poseer la facultad de poder ser fácilmente transportada y no ser susceptible de perecer rápidamente, de modo que cualquiera pueda aceptar a voluntad cantidades de la misma que excedan de sus necesidades inmediatas. Esto es lo que afirma el economista alemán Gustavo Schmoller, y son las cualidades que poseyeron el thaler y el real de a ocho. Para finalizar estas líneas transcribimos lo dicho por Tschoegl, profesor de la Universidad de Pennsylvania (U.S.A.), en la revista Eastern Economic Journal: “El dinero es una invención asombrosa que tardó muchos siglos en evolucionar y perfeccionarse”. Notas En 1918 los thalers acuñados por Italia en Etiopía llevaban las inscripciones siguientes: En el anvº.- REGNUM ITALICUM 1918 –y en revº -BURG.CO.TIR. 1780.* ARCHID.AVST.DVX. Recientemente ha salido a subasta, en Barcelona, una pieza de este tipo con resello del Imán Ahmad, del reino de Muttawakili, en el Yemen, con la fecha de 1375 A.H. En esta época los primeros ministros de Gran Bretaña fueron: en 1936, Stanley Baldwin, al que sucedió en 1937 A.N. Chamberlain, el cual dimitió el 10 de mayo de 1940, por haberle negado un voto de confianza la Cámara de los Comunes, y fue sustituido por W. Churchill.
Bibliografía GIL FARRÉS, OCTAVIO. “ Historia de la Moneda Española”. Madrid, 1976.
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HOLTROP, M.W. “Theories of the Velocity of Circulation of Money in earlier Economic Literature”. The Economic Journal. Enero 1929. MATEU Y LLOPIS, FELIPE. “ La moneda Española”. Barcelona, 1946. OLARRIAGA, LUIS. “ Teoría del Dinero”. Madrid, 1947. Colección: Moneda y Crédito. SCHMOLLER,G. “Grundiss der allgemeinem Volkswirtchaftslehre”. Leipzig, 1923 AUREO. Lista de Subastas. 5 febrero y 16 de diciembre de 2003. ARAMCO WORLD. Enero/febrero 2003.
Figuras:
Reverso del thaler de María Teresa de 1765
Reverso del thaler de María Teresa de 1780 Véanse las diferencias entre ellos.
thaler de 1780. Fecha de la muerte de la Emperatriz.
thaler con resello de Hijaz . 1920.
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Anverso del thaler de 1765.
thaler con resello de Hijaz y Najd. 1926. Fueron puestos los dos resellos por ‘Abd al- ‘Aziz Al Sa’ud para circular en las dos regiones unidas dos años antes.
Real de a ocho, columnario, de Carlos III. Lima. 1768.
Real de a ocho, de busto. Carlos III. México. 1788.Ensayadores: - F.M.
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Real de a ocho, de busto. Carlos III. 1770. Con marca de ceca -N- y marca de ensayadores -N.N.-
Real de a ocho de Fernando VI. Santiago de Chile.1752. Ensayador: J.
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