El reinado de Luis XIV se puede dividir en 3 períodos políticos:

1 2 3 * LUIS XIV (1643-1715) El reinado de Luis XIV se puede dividir en 3 períodos políticos: El primero se desarrolla durante la minoría de eda
Author:  Antonio Rico Gil

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LUIS XIV (1643-1715) El reinado de Luis XIV se puede dividir en 3 períodos políticos: El primero se desarrolla durante la minoría de edad del monarca, (cuando su padre Luis

XIII murió, el niño tenía 5 años), en el que su madre, Ana de Austria, actuó como regente, asistida por el cardenal Mazarino. La influencia italiana en arquitectura y decoración, que había estado de moda durante el reinado de Luis XIII, recibió un nuevo impulso en esta época, ya que el cardenal Mazarino hizo venir de Italia a artistas y artesanos para que trabajaran en sus proyectos. Con la muerte del cardenal Mazarino (1661), se produce la subida al trono del joven rey, marcando el comienzo del segundo período; produciéndose un cambio en la vida intelectual y decorativa del país. Es la época de las grandes conquistas militares, que quedará reflejada en las residencias reales y en los jardines. Decidido a vigilar a sus nobles, Luis XIV, glorificó las más mínimas funciones de la Corte, hasta tal punto, que se consideraba un honor realizarlas. Con la ayuda de su ministro de Hacienda, Juan Bautista Colbert y del pintor de la Corte, Carlos Le Brun, el rey convirtió a Francia en una “gran fábrica” dedicada a las artes decorativas. La grandiosidad de la ambientación creada por las manufacturas reales fue calculada para demostrar la magnificencia del rey y para impresionar a los países extranjeros con el poderío de Francia. Durante el tercer período (1697-1715) el reino se vio ensombrecido por los reveses militares, dificultades económicas y las tragedias personales del rey. En 1711 murió el primogénito del rey, llamado el Gran Delfín, un año después murió su nieto, el duque de Borgoña, dejando como heredero al trono a su biznieto, un niño de dos años, el futuro Luis XV. En este momento, se asistió a los comienzos de un estilo menos grandioso, que se prolongó durante la regencia de Felipe, duque de Orleáns.

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EL PALACIO DE VERSAILLES El palacio tuvo su origen en un paseo, agradable que realizó el rey, por la campiña que

rodeaba el pabellón de caza, hecho por su padre Luis XIII. Pero el pabellón de caza, de ladrillo y con altos techos de pizarra, era muy chico para que el rey pudiera instalarse allí. Después de varios intentos de construir una gran casa de campo, con planos de Le Vau, recién en 1670 con Jules Hardouin Mansart, se trazaron los planos de un palacio completamente distinto a los conocidos, que eran sombríos, oscuros, con altas torres y muros. El nuevo palacio, de sobrias líneas y amplias fachadas, con suntuosos jardines, fue la residencia del Rey y la Corte y donde sus ministros despachaban los asuntos del reino. Entre 1670 y 1680 calificados albañiles, marmoleros, herreros, plomeros, carpinteros, ebanistas y vidrieros, trabajaron activamente. El Rey decidió conservar el pabellón construido por su padre, incluido el patio de mármol. Prefirió que fuera bello antes que confortable y cuando Mansart le dijo, que eran necesarias más chimeneas, le contestó que no las hiciera, porque no quería que se vieran desde el jardín. Fue su pasión, aún estando en campaña, tenía tiempo para escribir dando órdenes. Lo inauguró el 6 de mayo de 1682, cuando todavía 36.000 hombres y 6.000 caballos estaban trabajando. Sólo, sobre el frente tenía 365 ventanas, el palacio fue mejorado y modificado, durante todo el reinado. Se entra por una verja, que estaba pintada de azul y oro, con tres portadas, la central ornamentada con flores de lis, cuernos de la abundancia y una corona real. El palacio se extendía sobre un patio en forma de “U” invertida, y el piso intermedio o “piano nobile”, tenía columnas y pilastras. Frente al patio de mármol se levantaba una segunda verja, con su portada, por la cual podían pasar los coches de las personas privilegiadas, el resto debía descender de sus coches y hacer el trayecto a pie, era el “patio de los ministros”, ya que allí se hallaban los edificios de ladrillo que los albergaban. Los que tenían que ir a pie, podían alquilar sillas de mano, azules, para llegar a sus habitaciones. El patio de mármol, estaba ornado con bustos de mármol sobre piedra, entre las ventanas. Las habitaciones del Rey estaban en el primer piso, sobre el frente tenían tres grandes ventanas (ventana francesa), unidas por un balcón.

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A la izquierda, la gran antecámara, a la derecha, el despacho de trabajo, tapizado en terciopelo verde; con techos decorados en blanco y frisos en bajo-relieve de yeso dorado. Las paredes decoradas con espejos de marcos dorados y pisos de parquet, con puertas de madera tallada y dorada. La cámara real (dormitorio) contenía el gran “lit de parade”, éste estaba formado por un amplio lecho, cubierto con telas que hacían desaparecer el piecero y el cabecero. Cuatro columnas sostenían el gran dosel central en forma de corona, ornado con penachos de plumas de avestruz, de color blanco. De allí caían las cenefas y las cortinas, que podían cerrar completamente el lecho. Su cabecero quedaba de espaldas a la pared y el piecero daba a la balaustrada de madera tallada y dorada. Cerca se hallaba el cuarto de baño, el saloncito de billar y otra habitación destinada a guardar las pelucas del Rey. En la parte central del palacio estaba el departamento privado de la Reina, las habitaciones de los hijos legítimos de ambos, los departamentos de recepciones oficiales del Rey y de la Reina, dependencia de Estado, la gran escalera de mármol y la escalinata principal, donde Luis XIV recibía a los embajadores. Las dos grandes alas que salían a los costados del palacio, estaban destinadas a la Corte, una para los nobles y otra para los príncipes de sangre real. El gusto que imperaba en el palacio estaba realzado por los materiales, mármoles incrustado, bronces dorados, maderas oscuras, motivos decorativos geométricos y medallones que recordaban a la antigua Roma. La Galería dela Espejos, de 73 metros de largo, ocupaba casi toda la fachada central(lado oeste), sus paredes eran de mármol y en el frente 17 grandes ventanas, con cortinados de damasco blanco, se reflejaban en otros 17 altos espejos, de la pared contraria, su piso estaba cubierto por dos grandes alfombras de La Savonnerie, idénticas. El techo, pintado por Charles Le Brun, representaba en 30 lienzos, aspectos de la vida del Rey, particularmente, las batallas militares, ganadas por Luis XIV; para realizar esto, se trabajó desde 1679 a 1682. La Galería poseyó, originariamente, muebles de plata y en las recepciones se iluminaba por medio de 4000 velas, que se encontraban en candelabros de plata. •

El salón de las colecciones

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Mademoiselle Soudery describe este Salón, donde se demuestra la exhibición de lujo y grandiosidad: ...está iluminado por arañas de cristal de roca, y...vasijas haciendo juego... de altura excesiva, incrustadas de oro y diamantes; junto con bustos y figuras de la Antigüedad; una vasija de oro adornada con diamantes y rubíes, todo tipo de artículos de porcelana del Japón y también de China; jarrones de ágata...floreros de esmeraldas, turquesas, jades, ópalos, jaspes de Alemania y de Oriente, piedras de estrellas, cornalinas y crisólitos orientales; varias figuras de estilo grutesco con perlas, esmeraldas, rubíes y ágatas...cuadros y espejos excelentes...todos los tesoros de la tierra, apenas pueden competir con la riqueza y la belleza de los artículos raros o preciosos que se encuentran en este salón... •

Un día en la vida del Rey Todos los actos del Rey estaban adecuados a una rígida etiqueta, despertaba y el primer

“valet de cámara” le indicaba que eran las 8 hs.; sus hijos y su hermano, lo podían ver inmediatamente; luego, a las 8,15 hs., la nodriza que lo había amantado de pequeño, podía besarlo. Más tarde sus médicos lo sometían a masajes, mientras, él elegía la peluca que usaría ese día. En zapatillas de satén y “robe de chambre” de brocado, salía de la baranda y se sentaba en una silla de manos; hablaba de caza o preguntaba algo, a alguno de los presentes que, respetuosamente, habían estado en silencio, esperando que despertase, detrás de la baranda. Se afeitaba, día por medio, y delante de las sillas no había ningún mueble, ni espejo, un cortesano lo sostenía ante él. Luego se ponía la peluca y anunciaba que estaba próximo a vestirse. Un centenar de cortesanos tenía el privilegio de presenciar esto; así el Rey se ponía primero las medias de abajo, luego los calzones hasta la rodilla, que llevaban adosadas medias de seda, luego los zapatos de alto tacón, con hebillas de brillantes sobre la capellada, luego se colocaba las ligas que él mismo ajustaba. En “robe de chambre” tomaba su desayuno, en una bandeja de plata, porcelana y oro, siempre tomaba pan blanco, vino y agua. Inmediatamente después entregaba, a su primer “valet de cámara”, las reliquias, que solía llevar consigo, de día y de noche, y éste las trasladaba hasta el despacho, donde las encerraba en una bolsita, que colocaba en el escritorio, junto al reloj, y se quedaba de guardia.

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Mientras, el Rey se colocaba la camisa, si el tiempo era frío, se calentaba previamente, detrás de su “robe de chambre”, que sostenían dos “valets”. Después se ceñía la espada al cinto y se colocaba el “Cordon Bleu”, del que pendían las Órdenes del Espíritu Santo y de San Luis. Luego, él mismo elegía la corbata y el pañuelo de encaje que usaría; se ponía la casaca y le entregaban el sombrero emplumado, los guantes y el bastón. Cada uno de estos objetos le era entregado por una personalidad, ya establecida. Por ejemplo: la camisa, sólo podía ser dada al Rey, por el Delfín (primogénito) y príncipes de la casa real. Luego, el Rey pasaba a su despacho, donde daba las órdenes del día, recibía a las personas que tenían audiencia, después asistía a misa, en la capilla. En la misa, rezaba siempre con un rosario, heredado de su abuelo. Después celebraba el Consejo de Ministros, y luego de almorzar, paseaba con sus perros, o salía de caza, a pie o a caballo, los cortesanos podían seguirle; luego trabajaba una hora más, en su despacho. La comida principal era la cena, se servía a las 22 hs., eran banquetes a los que asistían el Rey y su familia y los cortesanos admitidos. Después de la cena, podía haber una representación teatral, un baile, un concierto, un juego de naipes, o si el tiempo era favorable, una fiesta en los jardines. Sino, el Rey conversaba, una hora, con la familia real. Al fin del día, pasaba al dormitorio para la ceremonia de acostarse, se repetía todo lo de la mañana.

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DECORACIÓN DE INTERIORES Comprende dos períodos: Al principio se baja la altura del zócalo, y se abandona la división en casetones de los

muros, también se baja el cielo-raso, tapándose las vigas a la vista, que ya no volverán a aparecer. Se emplea el mármol, por influencia italiana, para pisos y paredes, formando paneles de colores contrastantes. Se instalan cuadros sobre las repisas de las chimeneas, en paredes, sobre los dinteles de las puertas y en cielo-rasos. En el segundo período se empieza a abandonar el mármol, reemplazándolo por pintura, así las paredes van aclarándose, siguiendo la moda de colores, hubo un corto tiempo en que se usó el azul y el blanco, colores heráldicos del Rey, pero luego prevaleció el color blanco con detalles en dorado. También se aligeran las pinturas de paredes y chimeneas, reemplazándolas por molduras de estuco y espejos, pero sobre todo, el cielo-raso tendrá fondo blanco, llevando dibujos al estilo de Berain, que de los cuatro rincones convergen a un rosetón central del cual se suspende la araña de cristales. En 1685 llegó a París una delegación siamesa, trayendo regalos para el Rey, entre estos había porcelanas, lacas, “cloisonné” (metal esmaltado), biombos, monos y toda clase de objetos extraños. Por el éxito que tuvieron estos objetos exóticos, se empezaron a realizar importaciones de artículos orientales. Pronto estuvo de moda, todo lo oriental y Luis XIV poseía, en Versailles, una gran colección de estos objetos. La decoración de estos artículos, hicieron que Jean Berain, arquitecto y grabador, utilizara estos motivos en sus grutescos, en los que se ven chinos y pagodas, (tomando el nombre de chinoiseries), monos, (tomando el nombre de singeries), etc. Precisamente, los muebles de Boulle, con este tipo de decoración fueron realizados sobre diseños de Berain. Hacia 1700, por iniciativa del sobrino del Rey, Felipe de Orleáns, comenzó a usarse la “boiserie” (revestimiento de madera para la pared), de madera natural, con molduras doradas.

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Pisos En los interiores de Francia se empleaba la madera. Fue por la influencia italiana la que

llevó a elegir mármoles para los pavimentos de Versailles. Aunque muchos suelos de la planta baja solían ser de mármol, los superiores eran de madera. André Charles Boulle recibió el encargo de hacer un suelo de carey con incrustaciones de plata, para el Delfín, pero este es un ejemplo excepcional, que sólo ha llegado a nosotros, a través de las crónicas. Muchos interiores tenían pavimentos de madera, sencillos, aunque durante el siglo XVII fue poniéndose de moda el parquet, en Francia el parquet se disponía en forma de rombos de madera (parquet Versailles), y las incrustaciones tipo intarsia italiana, no fueron comunes. •

Alfombras Sobre los pavimentos se colocaban esteras de paja, costumbre que se extendía incluso a

los interiores reales, en los cuales las alfombras turcas daban creaban aspecto de opulencia. Hasta el siglo XVIII, no aparecieron los alfombrados integrales, se usaban alfombras en forma de piezas separadas, que se cosían unas a otras. La escasez de alfombras persas, que sólo llegaban como regalos diplomáticos, hizo que mantuvieran su exclusividad. Tales alfombras sólo eran colocadas sobre el suelo en ocasiones especiales. En muchos casos, se extendían sobre mesas, donde podía apreciarse su belleza, sin riesgo para el tejido. La capilla de Versailles tenía una alfombra de terciopelo carmesí y el cardenal Mazarino, poseía una de cuero verde, con filetes de oro, como los ribetes de los libros. Por esta razón el Rey impulsó la instalación de las manufacturas reales como “La Savonnerie”, creada por su padre y los “Gobelinos”. •

Paredes Estaban revestidas de mármol con diseños rectilíneos, de colores diversos, aunque en

otros ambientes estaban cubiertas de terciopelo carmesí o verde botella, formando el fondo de

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las colecciones de pinturas del Rey, los cuadros estaban ubicados según su tamaño y no según su contenido. •

Cuero El cuero fue muy utilizado para cubrir paredes, decorado con papel de estaño plateado o

dorado, o pintado de colores brillantes. Su utilización y adopción debió llegar a través de España. •

Boiseries El artesonado mural conservó su popularidad. Las maderas preferidas eran el roble,

abeto y también se usaba el pino, pintado para darle aspecto de maderas más costosas. A medida que avanzaba el siglo, se pintaron de colores claros, blancos, azules o verdes pálidos, combinado con zócalos u otras áreas revestidas de mármol. •

Cortinas Las cortinas que se utilizaban iban desde la estameña, color tostado, hasta el terciopelo

y el damasco. El terciopelo para grandes cortinajes, siguió siendo costoso, pero a mediados de siglo fueron más comunes las cortinas de seda, y otros tejidos más baratos, como el lino. Las telas se abarataron con la creación de las manufacturas reales de “Beauvais” y “Aubusson”, que realizaban telas para cortinas y tapizados. Las cortinas de seda y las telas livianas se levantaban o bajaban por medio de cordones (alzapaños). Las telas de seda o lino, se pintaban y decoraban con elementos figurativos. •

Tapices En 1607, Enrique IV había fundado la primera fábrica de tapices de importancia, en

París, concediendo privilegios especiales a dos flamencos, Marc de Comans y François de la Planche. Su obra más importante fue la serie “Historia de Artemisa”, posteriormente, el pintor Simon Vouet (artista-decorador), inspiró varios tapices con sus cuadros de “Reinaldo y Armida”, “Los amores de los dioses” y “Antiguo Testamento”.

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El primer juego de tapices tejido por la fábrica de los Gobelinos fue el de “Los Hechos de los Apóstoles”, según dibujos de Rafael Sanzio, que marcaría la pauta para los tres grandes encargos reales de “La historia de Alejandro”, la importante “Vida de Luis XIV” y las “Residencias Reales”, confeccionados todos entre 1664 y 1681. La importancia que concedía Luis XIV a la decoración de interiores se nota en dos de los tapices de la serie de su vida: “La audiencia del Legado Papal” y la “Visita del rey a los Gobelinos”, de 1667. En 1664, Luis XIV había abierto otra “manufactura real de Tapices en Beauvais”, la cual, como los talleres de “Aubusson” y “Felletin”, creció en importancia. La mayor parte de los tapices estaban tejidos en lana, enriquecida con hilos de plata y oro, así como con sedas. Casi todos describían pasajes históricos, alegorías y temas religiosos, todos referidos al Rey y al Estado. En círculos menos poderosos, los tapices solían presentar motivos repetidos y vegetales, por lo tanto eran conocidos por “Tapisseries de Bergame” o “Verdures d’Auvergne”. •

Ventanas El esplendor de Versailles dependía de su iluminación, a base de numerosas y grandes

ventanas. A fines del siglo XVI era común tener ventanas acristaladas, pero como se rompían muy fácilmente y su costo era elevado, se usaban cristales pequeños, incluso se pintaban en el interior con escenas y retratos. En el norte de Francia, Holanda, Flandes (Bélgica) e Inglaterra eran populares los paneles con vidrios de color incrustados, o mostrando un escudo de armas. En 1700, los marcos de ventana eran comunes en toda Europa. Las ventanas de la planta baja o de las habitaciones del primer piso, que se abrían hacia balcones eran llamadas “ventanas francesas”. Los postigos interiores, que aparecen en los cuadros de principios del siglo XVII, para esta época desaparecen, porque están pasados de moda. •

Chimeneas El motivo decorativo más destacado de los interiores del Renacimiento fue la repisa de

la chimenea y sus marcos, pero durante el Barroco tuvo menor importancia.

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En 1665 el grabador Jean Le Pautre publicó un conjunto de grabados sobre chimeneas “a la italiana”, donde se pueden ver repisas y marcos especiales, indicando el nuevo gusto, un ejemplo puede ser el dormitorio del Rey, en Versailles. Muchos interiores carecían de estas chimeneas. El siglo XVII en Francia, está asociado al desarrollo de las repisas decorativas de las chimeneas. Aunque en el norte de Europa, tuvieron mayor importancia. La chimenea de campana desapareció en este siglo, el tipo preferido fue la proyección lisa, desde el suelo hasta el techo, con la misma profundidad en toda su altura, rematada por un espejo, una cornisa esculpida o con molduras. Aunque las repisas de chimenea con espejos aparecen en 1601, en Fontainebleau, hasta fines del siglo XVII, no se generaliza su uso. La importancia de la chimenea como parte de la decoración interior, se conocía desde el siglo XVI, cuando Sebastiano Serlio o Filibert de l ‘Orme las incluyeron en sus tratados, difundiéndose así por toda Europa.

Grabado de una chimenea “a la italiana” de J. Le Pautre

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FUNDACIONES PARA LA DECORACIÓN Fueron llevadas a cabo por Colbert, ministro de la Corte, y se hicieron antes de 1690. 1663.- MANUFACTURA REAL DE LOS GOBELINOS: fábrica dedicada a la confección de tapices y alfombras. Al mismo local, Colbert adjuntó el antiguo Guardamuebles Real, que pasó a ser la “Manufactura Real de Muebles de la Corona”, teniendo entre las dos entidades en 1675, más de 800 artistas trabajando en ellas. 1664.- MANUFACTURA DE BEAUVAIS: dedicada a la confección de tapices y telas de tapicería para sillas y sillones, haciéndose por encargo la tela igual que los cortinados. 1664.- MANUFACTURA DE AUBUSSON: dedicada a la confección de tapices y telas de tapicería, igual que “Beauvais”. 1665.- MANUFACTURA DE SAINT GOBAIN: dedicada a la confección de espejos y cristales. Se fabricaron en ella espejos de mayor tamaño que los importados y a menor costo, lo cual permitió su empleo en la Galería de los Espejos de Versailles, además de colocarlos sobre chimeneas en lugar de cuadros y en la decoración en general, para numerosos palacios. De esta Manufactura salieron las arañas de cristales y las múltiples formas de plaquetas y caireles que las integraban. En este rubro se creó una plaqueta más chica, en forma de margarita o de sol, que se colocaba tapando el enganche de las más grandes.

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MOBILIARIO Materiales La madera empleada fue el nogal, dorado para los muebles de corte y natural para los

burgueses, en provincias se siguen usando roble y haya. Boulle empleó el cobre y el carey. También se usó nácar, marfil, peltre, plata y para ángulos y molduras se usó el bronce.

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Las tapicerías fueron muy importantes y se usaron sedas de China, brocados, rasos y terciopelos de Lyon, terciopelos de Utrecht (flores pequeñas), damascos, cuero repujado, terciopelos de Génova (flores grandes). Las lacas, al principio, vienen de Oriente, pero luego se buscan sustituirlas por productos del país. El mármol se empieza a usar para las tapas de cómodas y consolas. •

Decoración La ornamentación fue simétrica, la utilización de elementos arquitectónicos tales como

balaustres, pilastras, hermes y medallones, además de la policromía formada por materiales diversos ayudan a comprender la sensación de grandiosidad del Barroco. Los motivos decorativos representaron divinidades con corazas, escudos, cetros, flores de lis, coronas reales, palmas, hojas de acanto, ramas de laurel, esfinges, águilas, pegasos, delfines y leones de los que sólo se representa la cabeza o las garras. •

Muebles Existieron tres tipos de muebles: los dorados, los tallados y los marqueteados, creados

por Boulle. Las patas de los muebles eran de línea recta, del tipo vaina o estípite, generalmente, terminadas en pezuña de gamo. Se siguieron empleando los travesaños entre las patas, pero en forma de volutas encontradas, tomando la forma de “H” o de “X”. Los respaldos fueron altos y de línea cuadrada y tanto las patas como los brazos fueron muy tallados. La novedad en asientos fue que se reemplazaron los almohadones sueltos por telas y galones clavados con tachas, pero rellenos, creándose la verdadera tapicería. Las bases de asiento y respaldo se terminaron con flecos.

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A mediados de esta época se acondicionaron los brazos de los sillones con almohadillas rellenas, llamadas “manchetes”.

A fines del segundo período decorativo apareció, como novedad, el sillón llamado “confesional” y luego “bergere”, fue el primer asiento tapizado, con un respaldo tan alto como los costados, que llevan “orejas” laterales. El primer nombre “confesional”, deriva de su inmediato antecesor, que era un sillón con respaldo y laterales de madera y un enrejado en la parte de las “orejas”, por donde el sacerdote, sentado, escuchaba las confesiones. Los taburetes y banquetas se usaron mucho, seguían con la antigua costumbre, por la cual sólo el señor se sentaba en un sillón. De particular importancia fueron los armarios creados por Doménico Cucci y por Boulle. Estos iban colocados sobre altos pedestales que formaban parte del diseño. En su frente llevaban puertas, donde el ebanista demostraba su maestría, y en el interior tenían muchos cajoncitos, y nichos con estatuillas.

Armario de madera de ébano con marquetería de Boulle

16 Las cómodas, descritas por la reina madre como, “mesas con cajones”, hicieron su aparición en esta época. Generalmente iban decoradas con marquetería o bronce dorado y llevaban el tablero de mármol. 

El cofre se transforma en cómoda

Los cofres o arcones de viaje se utilizaban también en las casas, para el almacenamiento doméstico. Generalmente eran de pino, recubiertos de cuero y tachonados con clavos de cabeza de latón. Los cofres, generalmente, tenían una caja pequeña en un lateral, para guardar objetos pequeños, como guantes, etc. Pero este era un sistema incómodo; ya que para tomar alguna cosa del fondo era necesario vaciar su contenido. Se acostumbró, entonces, colocar los distintos objetos en gavetas o cajas pequeñas, pero igual seguía siendo incómodo, sacar algo del fondo. Al fin, se sacó el frente del arcón, de modo que se pudiese tirar de los cajones a lo largo de unas acanaladuras; se adaptaron unas asas, a los cajones para facilitar esta operación y así apareció el “arcón con cajones” llamado, más tarde, cómoda. El arcón empezó a perder popularidad. El paso intermedio fue un cajón en la parte baja del arcón, la cual tenía un cajón largo o dos más pequeños. La construcción de cajones era al principio rudimentaria. En los muebles de más calidad eran frecuentes, antes del siglo XVIII y en la mayoría de los países, las “juntas en cola de milano”.

Los laterales de los cajones estaban acanalados para deslizar sobre guías, hasta los años 1690, en que las guías se pasaron a colocar debajo de los cajones. El término francés de “commode” deriva precisamente del hecho de ser más cómoda, que el arcón. Los primeros ejemplares aparecieron durante el reinado de Luis XIV y

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pertenecen al estilo Barroco; la forma resulta más bien hinchada o panzuda, con las patas cortas. En la primera mitad del siglo XVIII, se transforma en un mueble representativo, elegante y generalmente, realizado por los mejores ebanistas. Desde mediados del siglo, se enriquece en diseño, presenta estructuras variables y se confina en el dormitorio. En los comienzos tenía sólo tres cajones muy profundos y apoyaba sobre patas bajas. En el estilo Rococó perdió un cajón y las patas fueron más altas. Con el estilo Luis XVI desaparecen las divisiones entre cajones, éstos corren a lo largo de guías interiores.

El escritorio se llama “bureau” en francés, éste término viene de la tela rústica “bure”, con la cual se cubría a las mesas donde se escribía, en la Edad Media. A partir del siglo XVIII, las tapas de los escritorios se cubren con cuero. Se seguía usando el “bureau mazarin”

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No existían las mesas de comedor. Las mesas eran livianas y se cubrían con manteles hasta el suelo. Se comía en la antecámara o en los salones. Abundaron las mesas de arrimo o consolas, con patas estípite con travesaños de volutas, sosteniendo un centro chato donde se colocaba una pieza de porcelana oriental.

 La consola y el espejo La consola era una pieza de prestigio con muy poca utilidad. Junto con un gran espejo contribuía a crear “el interior integrado”.

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La consola constituida por una losa de mármol de colores brillantes, apoyada sobre una base tallada y dorada. Los motivos preferidos para las bases eran: angelotes, sirenas, tritones, esclavos negros, valvas, delfines, águilas, follaje exuberante y volutas. Los grandes espejos tenían función práctica y decorativa. Durante el día iluminaban la habitación, reflejando la luz que entraba por las ventanas; por la noche aumentaban la luz de las velas y lámparas. El área reflejada daba la impresión de ser un espacio adicional. Inspirados por esto, los diseñadores empezaron a integrar el mobiliario y la decoración. El elevado precio de los espejos, hizo de ellos piezas importantes en las grandes casas de Europa. En 1665, siguiendo las instrucciones del Rey Sol, su ministro Colbert estableció la manufactura de espejos de Saint Gobain, en el faubourg Saint Antoine, calle dedicada a la industria del mueble desde el reinado de Enrique IV. En 1688 se inventó allí un procedimiento que permitía labrar planchas de cristal de cualquier tamaño, lo que hizo posible la construcción de la Galería de los Espejos. Otra novedad el “lit de repos” o “chaise longue”, que consistía en una silla con el bastidor más largo y bajo que las otras.

Las camas consistían en una mezcla de plumas, plumón y encajes, acostumbraban a estar llenas de telas con bordados, que se las consideraba más relacionadas con la tapicería que con la ebanistería. Rematadas en lo alto por un dosel plano o curvo, se colocaban, generalmente, sobre una plataforma y se las rodeaba de una balaustrada baja. Completaban el mobiliario las “torcheres” o “hachones” porta-lámparas, cuya parte central estaba tallada como un esclavo, además de pedestales y biombos.

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MOBILIARIO DE PLATA



El “Mercure Galant” decía que la mayor parte de los muebles de la Gran Galería, el Salón de la Guerra y el Salón de Mercurio (la alcoba real), eran de plata pura. La alcoba real tenía un juego completo de muebles de plata, incluso la balaustrada que rodeaba la cama, ocho candelabros de doble pie, cuatro jofainas, dos pedestales para los sahumadores (se quemaban pétalos de flores), un par de morillos de chimenea y una araña que colgaba del techo. •

ANDRÉ CHARLES BOULLE-ebanista del Rey Nació en París en 1642 y alcanzó, en poco tiempo, notoriedad como pintor, arquitecto,

grabador y artista del metal, entre otras habilidades. Fue parte de la Académie de Saint Luc, y probablemente en 1665 conoció, en París, a Bernini, del que recibió concejos sobre sus diseños. En 1672, era el más famoso ebanista francés y atrajo la atención de Luis XIV, que lo llamó al Louvre y puso a su disposición el taller y el alojamiento.

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Desde entonces y hasta su muerte, ocurrida en 1732, trabajó para la Corona, los miembros de la familia real y personajes acaudalados. En aquel período, la construcción y el equipamiento de Versailles tenían como único fin la glorificación de Luis XIV. Boulle no creó, de la nada, su estilo, basado en la marquetería, sino que perfeccionó la técnica del siglo XVI, que los italianos habían difundido. Una de sus soluciones preferidas consistía en el empleo de elementos similares, y al mismo tiempo, disímiles entre sí, con una primera partida y una contrapartida. Las diversas piezas se tallaban preparando dos del mismo diseño en distintos materiales, según una técnica no limitada al bronce y al carey, sino que se extendía también al peltre y al nácar. También, las aplicaciones de metal dorado eran estudiadas, con el fin de que resaltaran las líneas del mueble.

Boulle impuso, anticipándose a su tiempo, nuevos tipos de muebles. A fines del siglo XVII, la credencia de dos pisos, ya no estaba de moda, y en su lugar se prefería la cómoda. Por otra parte, se iba afirmando el armario alto de dos puertas y hacía su aparición el escritorio o “bureau plat”, de superficie horizontal. Este último sufrió transformaciones ulteriores, adquiriendo la forma de una amplia mesa con dos o tres cajones a cada lado y un espacio vacío en medio, que se conoce con el nombre de “bureau mazarin”, obra de Pierre Boulle, su padre. Otras versiones del “bureau plat” ideadas por él, se reprodujeron en “Nuevos diseños de muebles y trabajos en bronce y marquetería, ideados y grabados por André-Charles Boulle”. El libro fue publicado en París, sin fecha, pero data de comienzos del siglo XVIII. Las marqueterías de Boulle satisfacían los gustos de la época y se debieron, en gran parte, a la obra de dos diseñadores: Jean Le Pautre y Jean Berain. Este último conocido por

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sus cartuchos foliados, cortinajes similares a mantones y la introducción de figuras simiescas y orientalizantes. Tuvo siete hijos, de los cuales, cuatro siguieron las huellas del padre. El más activo fue André, llamado más tarde, Boulle de Sévres. No se conoce mucho su producción, pero se decía que remedaba al padre. Las piezas realizadas por el taller, después de la muerte de Boulle, son diferentes, pero casi ninguna atribuible a un artesano en concreto. Los menuisiers limitaban su producción a sillas y sillones y otras piezas ornamentadas con tallas, mientras los ébénistes se ocupaban de muebles con superficies chapeadas. Cada maestro debía poner su nombre a la obra que ejecutaba y someterla a la aprobación de un jurado de colegas. Los ebanistas firmaban con un molde metálico y después de la aprobación, se estampaba sobre el mueble una segunda inscripción con la sigla JME, que significaba: “Juré des Menuisiers-Ébénistes”. Los severos reglamentos del oficio, ideados para garantizar la calidad del producto, entraron en vigor en 1741, pero algunos maestros fueron eximidos de la obligación, entre ellos Boulle, estos podían omitir la firma y sustraerse al juicio del jurado.

Sigla

Molde metálico de un maestro ebanista

de

la

Corporación

del

Jurado

de

Maestros

Ebanistas

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