El silencio Padre Manuel Prieto García SM ALGUNAS CONSIDERACIONES

El silencio Padre Manuel Prieto García SM ALGUNAS CONSIDERACIONES El ruido está invadiendo la vida del hombre, está ahogado por la espuma de las pala

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El silencio Padre Manuel Prieto García SM

ALGUNAS CONSIDERACIONES El ruido está invadiendo la vida del hombre, está ahogado por la espuma de las palabras, le cuesta encontrase consigo mismo, ya no sabe de donde viene ni a donde va, ha olvidado su tierra natal y los caminos que le llevan a la morada de su conciencia y al jardín interior del corazón. El silencio es una necesidad vital para el hombre como el aire que respira y el pan del que se alimenta. Desde el silencio podrá el hombre encontrar su identidad, la calidad de sus relaciones y el porvenir de toda la vida social. Los espacios y los tiempos de silencio se están haciendo cada vez más escasos en la vida cotidiana, hoy reservamos los espacios de silencio para los enfermos y los muertos. Si el hombre se priva del silencio corre el riesgo de vivir en la periferia de sí mismo, de reducir las relaciones humanas a frías convenciones sociales. Desde la psicología se nos hace una llamada urgente al mundo de los ruidos y movimientos en que vivimos, donde no hay lugar para el silencio y la interioridad, para la meditación y la oración, para el encuentro con uno mismo, con la vida, con la naturaleza. Desde aquí surge la fragilidad en la pareja, en la familia, en los grupos sociales. Dificultades de concentración en los niños, superficialidad en las relaciones sociales, consumo creciente de tranquilizantes, agresividad, depresión, dispersión, búsqueda desenfrenada de la evasión, las drogas, las sectas... El hombre que no integra el silencio como una parte clave de su vida, va perdiendo el arte de vivir, una vida de calidad y puede perder el componente estructural de su ser más profundo: Saber quién es. (Cfr. Años anteriores: “Asumir lo que soy”) Decía Kierkegaard: “Si yo fuera médico, la medicina que hoy recomendaría, sería: ¡Hagan silencio, hagan callar a los hombres” Resalto las palabras del poeta: E. Rostand en su obra “ Les Musardises” “El silencio...es el mayor placer, el canto más perfecto, la plegaria más pura que elevamos... Silencio, amigo profundo que al callarse escuchamos.... Basta de palabrería. Tregua de toda elocuencia. Evasión de entre las palabras. Descanso. Reposo delicioso. Cerebro sanado de todos sus males aquejado por el ruido que hace la gente a nuestro lado, y que no deja de hablar a favor o en contra.....” El silencio es una necesidad del orden psicológico, fisiológico y religioso. Testimonio: “ Tenía la extraña sensación de estar atravesando la vida subido en un tren de alta velocidad que ya no se detiene en ningún lugar, y que iba a estrellarse contra el muro final de la muerte sin haber tenido tiempo de admirar el paisaje.”

¿Cómo desintoxicarse del ruido?

Recuperar el saber de los placeres sencillos: caminar al alba. Respira profundo la brisa de nuestra tierra. Escuchar el viento, el mar, el caer del agua en una cascada, escuchar el silencio de las cumbres nevadas, su majestuosidad y la pequeñez del hombre y a la vez su grandeza. Mirar el paisaje, el verdor, las plantas y respirar su perfume, aproximarse hacia una fuente, admirar la contextura de una hoja, el trabajo de una hormiga, la perfección de una flor, la telaraña donde el rocío ha dejado perlas de luz... Acostarse en la hierba debajo de un árbol con la frente mirando al cielo, dejarse acariciar por el viento y contemplar el balanceo de las hojas movidas por el viento. No pensar en nada. Recibir la energía vital de la tierra. Descubrir el placer de hablar con un anciano sentado en el umbral de la casa, unirse a jugar con un grupo de amigos a las cartas. Callar, callar. Sumergirse en el silencio como en un baño regenerador. Liberarse de la tiranía de la TV. para tejer lazos familiares. Relajarse y reír junto con tu familia, con tus amigos. Importante: El silencio no es solo una ausencia de ruidos. Debe acompañarse del silencio psicológico para abrir la puerta a los otros niveles de silencio, el de la conciencia y el del alma o del “corazón”, que escucha al Espíritu.

Descubrir la música del silencio El silencio es una escuela de aprendizaje o, más bien, de reeducación de nuestras facultades de atención para escuchar la música de la creación. Necesitamos un tiempo de desintoxicación, purificar nuestros oídos, pensar más nuestras palabras, clarificar más nuestra mente, silenciar nuestras pasiones, contener nuestra imaginación..... El silencio es como una nota suspendida que permite oír mejor la anterior y la siguiente, prepara la calidad de nuestra presencia ante el otro y la profundidad del encuentro. El silencio es una escuela de respeto. Respeto a la creación. Respeto al hombre.... El silencio es un pedagogo que nos enseña a escuchar. Escuchar la música de la creación, para aprender su secreta armonía. Escuchar nuestro corazón, nuestra conciencia para conocernos mejor, y dirigir mejor nuestras vidas. Escuchar a los hombres para enriquecernos con su diversidad y amarlos mejor. Escuchar a Dios, su palabra interior, su Espíritu, que habla en nuestro corazón para comunicarnos su vida. Dice San Agustín: “Dios habla al corazón de los que viven en silencio” El hombre solo se hace a sí mismo en el equilibrio de este doble movimiento: Exteriorización, relación con los demás y con el mundo, e interiorización, distancia, silencio, reflexión..... El enigma del hombre es ser de soledad y relación. No hay que confundir soledad con aislamiento. Soledad-aislamiento sería cerrarse sobre uno sobre sí mismo, por miedo de ir al encuentro de los demás. Gn. 2,18 “No es bueno que el hombre esté solo” El aislamiento destruye, la verdadera soledad construye. El hombre aspira espontáneamente a la comunicación, a la relación. Todo su ser está estructurado para el encuentro con el otro. Desde la teología vemos como la persona de Jesús, que se declara el Hijo del Padre, animado por el Espíritu, nos revela que Dios no es un ser solitario, sino relacional, una comunión de amor interpersonal.

El hombre no puede llegar a un desarrollo pleno, más que por y a través de la relación: amar y ser amado. La relación es constitutiva de su ser, de su identidad. Todo su ser tiende hacia esa finalidad que es la plenitud del amor divino. Para el creyente, el silencio no es ante todo un lugar, sino una cualidad del corazón, y la soledad no es nunca aislamiento ni evasión o huida, sino nueva atención a una presencia que habita tanto las soledades del desierto como las relaciones humanas.

El silencio no es vacío sino presencia El silencio “habitado” construye al hombre, el aislamiento lo destruye. La soledad y el silencio para el cristiano no son valores o una meta en sí. El silencio es un camino que conduce al “corazón” del hombre, habitado por el Espíritu, el Amor pleno de Dios, y ante la plenitud de esta presencia el hombre encuentra una verdadera presencia ante sí mismo, el mundo y los demás. Solo el “silencio habitado” es compatible con la estructura del hombre, porque ahí se encuentra a Dios, la soledad vacía se vuelve inhumana. El silencio es más que un retiro en el espacio, es una actitud interior. La experiencia nos enseña que existen silencios fecundos sin soledad, y soledades sin verdaderos silencio. Dice Saint-Exupéry: “...Silencio, puerto del navío. Silencio en Dios, puerto de todos los navíos...Y que empiece el amor únicamente allí donde ya no es un don que se espera. El amor es ante todo ejercicio de la oración, y la oración, ejercicio del silencio....” En el silencio, el amor ya no plantea preguntas, sino que se abre al misterio de Dios, y Dios responde al hombre liberándolo de las preguntas que le impiden escuchar. La experiencia nos dice que solo la gracia de Dios puede hacer de la soledad un espacio de silencio “habitado” que abre las leyes de la vida interior del hombre, donde el Espíritu murmura y Dios habla.

Los distintos silencios El silencio de la paciencia que sabe justamente que hay un tiempo para hablar y un tiempo para callar. El silencio de la prudencia que mide las palabras y no se precipita en el juicio. El silencio de la compasión, que da testimonio, más por las obras que por las palabras. El silencio de la humildad, que reconoce los límites de la razón y de la inteligencia humana, y acepta abrirse a la luz. El silencio del hombre siempre será ambiguo. Todo silencio no es automáticamente virtuoso, ni sano, ni signo de sabiduría o de interioridad. Hay silencios tanto entre los santos como entre los criminales.

Hay caricaturas del silencio o de los malos silencios: El de la indiferencia, el del desprecio, el del estoico, el silencio altivo, el silencio del orgulloso, el silencio del necio que no tiene nada que decir, el silencio del rencor, el silencio de la debilidad, de la cobardía, de la complicidad, el silencio de la traición que se sustrae al testimonio esperado. A IMAGEN DE LOS HOMBRES HAY, BUENOS Y MALOS SILENCIOS QUE SON EL REFLEJO DE NUESTRO DOBLE ROSTRO, NOCTURNO Y LUMINOSO. En el silencio podemos purificarnos, pero también destruirnos. Dice Plutarco:”Nunca me he arrepentido de haber callado, pero sí muchas veces de haber hablado demasiado”

El silencio en la S.E. Antiguo Testamento Ecle 3,7 Gn 24,21... Gn 34, 5 Eclo 32, 8-9 Prov 10,12

“Todo tienen su momento.... tiempo de callar y tiempo de hablar” El silencio atento del siervo de Abraham El silencio doloroso de Jacob “Resume tu discurso, di mucho en poco........” “El malvado arruina a su prójimo con la boca......”

Otros: Prov. 11,9; 11, 12; 12,13; 13,3; 25,28. Job 13, 5 “¡Ojalá os callarais de una vez! Darías prueba de sabiduría” Sal 141,3 “Pon Señor, en mi boca un centinela, un vigilante a la puerta de mis labios” 1Re. 19, 1-15 Elías huyendo de Jezabel....Dios se hace presente en el silencio Dt. 27, 9-10 “Guarda silencio y escucha, Israel....” Nuevo Testamento: Mt. 9,32

Jesús libera al hombre para que recupere el uso de la palabra, ya que el maligno puede utilizar el silencio para sus propios fines Hch 18,9-11 “No temas, sigue hablando, no te calles, porque yo estoy contigo....” 2 Cor 4,1-2 y 13-14 “Evitemos los silencios vergonzosos.... “ 2 Tim 4,1-4 “Predica la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo.....”

Es necesario haber guardado silencio dentro de uno mismo, haberse dejado moldear por la Palabra de Jesús para corregir al hermano que se aleja del camino de la verdad. El “Corazón” es ese lugar en el que cada uno de nosotros está cerca de Dios y puede comunicarse con El, que es la fuente de la vida. Es el campo del que habla Jesús en el que está escondido el tesoro del Reino de los Cielos. (Mt 13,44) 1 Cor. 14, 28-34 Pablo invita a los creyentes a equilibrar libertad de palabra y silencio fraterno. El silencio de Nazaret, treinta años.... Mc. 1,35 Lc. 5,15 –16 Jn. 6,15

“Muy de madrugada, antes de amanecer, se levantó, salió, se fue a un lugar solitario y allí se puso a orar” “... pero él se retiraba a lugares solitarios para orar” “....Se retiró de nuevo al monte, él solo”.

El silencio de la oración le resulta indispensable para mantener su misión en toda su pureza y sus exigencias. Mc. 1,38-39 “Vamos a otra parte, a los pueblos vecinos....”. Lc 6,12-13 “....Jesús se retiró al monte para orar y pasó la noche orando a Dios. Al hacerse de día, reunió a sus discípulos, eligió de entre ellos a doce, a quienes dio el nombre de apóstoles” Jn. 15,15 “Os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre...” Jn. 6,44-45 “....Todo el que escucha al Padre y recibe su enseñanza, me acepta a mí”. Otros textos: Mc. 14,61 Lc. 23,9 Mc. 15,5 Mt. 17,12 -14 Mt. 26,62-63 Mc. 6,31

Descansar evoca intimidad con Jesús

Habitar el corazón El gran drama del hombre moderno es que ha desertado de su “corazón”, ya ni siquiera sabe que posee una “vida interior”. Eso hace que tenga miedo al silencio y lo confunde con el vacío. Hoy muchos hombres y mujeres no han tomado conciencia de ese “tesoro interior” porque nunca nadie les ha enseñado a “habitar su corazón”, a guardar silencio en ese nivel de su ser. Necesitamos recuperar el camino del “corazón” y el gusto por el silencio, sería la mejor forma de acercarnos a Dios y a los demás, purificar nuestra concepción sobre Dios y crear lazos de amistad y diálogo. En el silencio del corazón habita Dios y es donde se da el diálogo fecundo. Guardar silencio es una manera de preparar nuestro “corazón” para acoger el deseo del Espíritu en nosotros. La oración cristiana surge ante todo en el silencio. ¿Cómo podríamos oír el murmullo de esa fuente interior del Espíritu en nuestro corazón sin guardar silencio, que es un Don de Dios? Textos: Jn. 14, 23; 1Cor 3,16-17; Ef. 3,17 Guardar silencio sería habitar la “casa de nuestro corazón” Guardar silencio es hacerse presente a esa presencia espiritual eterna de Dios Guardar silencio es siempre renacer a nuestra verdadera identidad desde nuestras propias profundidades. El hombre de hoy ya no se conoce a sí mismo vaga como un niño que no sabe donde está su casa. Se ha vuelto como extranjero de sí mismo, exilado de su tierra natal. Saber habitar el silencio es el secreto de la felicidad. En su “corazón” es donde el hombre aprende a amar, a maravillarse de estar vivo, de ser una nota única, frágil y necesaria en la sinfonía de la vida.

Dichoso el hombre que sabe volver a encontrar el camino de ese jardín interior en el que, en la brisa de la tarde puede encontrar el eco de una voz, la voz de Dios. Quien no ama encontrará el silencio vacío e insoportable. El que ama trasformará el silencio en intimidad. El amor en silencio conduce al silencio del amor. El hombre al apartarse de Dios ha provocado la “caída” y pérdida de su identidad. Exiliado de su “corazón”, la comunicación se realiza mal entre esa “facultad interior” y las demás facultades, tales como la inteligencia y la voluntad. Eso engendra una crisis de identidad en la medida en que se produce un desfasaje entre lo que es el hombre de verdad en lo más profundo de sí mismo, un ser creado a “imagen y semejanza de Dios”, y lo que piensa de sí mismo, lo que su inteligencia percibe. El que aprende a habitar el “silencio de su corazón” acoge el Espíritu y va descubriendo cómo esa energía espiritual del Amor fecundo integra todas las facultades y unifica todo su ser. En lo profundo de nuestro “corazón” ya está presente el Reino de Jesús. Ap 3, 20 “Mira que estoy llamado a la puerta. Si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa, y cenaré con él y él conmigo” Somos libres de aceptar o rechazar esta intimidad con Jesús. El silencio es la mejor manera de ponernos a la escucha de la voz de aquel que llama a la puerta de nuestro corazón, y de abrirle.

Los hombres del desierto Dice G. Bernanos: “Un santo madura en el silencio” La pedagogía de Dios es enviar al “desierto” a aquellos a quienes quiere encomendar una misión difícil al servicio de su pueblo. (Algunos ejemplos) Envía a Moisés al desierto de Madían. Jesús es llevado al desierto para ser tentado...antes de comenzar su misión Envía a Juan Bautista al desierto de Judea. Envía a Pablo al desierto de Siria. Envía a San Benito a las soledades de la montaña de Subiaco. Envía a San Ignacio de Loyola a Manresa Envía a San Francisco a las grutas campestres de Asís. Envía a Charles de Foucauld al desierto del Sahara (África) Os 2,16 “Voy a seducirte; te llevaré al desierto y te hablaré al corazón...” Los padres del desierto nos han recordado sus luchas y sus miedos para persuadirnos de que una estancia prolongada en soledad no es fácil.

El silencio de Dios Sal 83,2 “!Oh Dios , no permanezcas en silencio, no te quedes, oh Dios , inmóvil y callado”! Sal 109, 1-2 “Dios, a quien alabo, no calles, pues los malvados y los mentirosos hablan contra mí, Me dirigen palabras engañosas”

Dios es palabra, pero también silencio, un silencio que se parece a una aparente ausencia. En muchos casos como “escándalo” para el pueblo de la Alianza en su agitada historia. Un silencio muchas veces incomprensible para el hombre y que suscita la oración angustiada del salmista. Con frecuencia hasta los profetas se sienten escandalizados al ver cómo se explota a los pobres, se desprecia a los inocentes, y Dios guarda silencio. Gritan a Dios: “¿Hasta cuando Señor, pediré auxilio sin que tú escuches...? “¿Cómo puedes contemplar en silencio a los traidores?...Hab 1,2-13 Job 30,20 “Grito hacia ti y no me respondes, insisto y no me haces caso...” Muchos salmos expresan este silencio de Dios y lo hacen con un grito de angustia. Sal 12; ¿Por qué no respondes Señor? Sal. 83; ¡Oh Dios, no permanezcas en silencio! Sal 13 ¿Hasta cuando Señor me ocultarás tu rostro? El pueblo bíblico, vio las ruinas de Jerusalén, vivió el exilio, todo su universo religioso se derrumbaba, el templo destruido...Fue un golpe terrible para su fe y surge la pregunta: ¿Dónde está Dios? Hoy es urgente purificar el concepto de Dios. ¿Cómo vivir este escándalo del silencio de Dios? Jesús asumió la dimensión pascual de la soledad....Nuestra soledad será a veces tiempo misterioso de orar y sembrar para que el Espíritu moldee nuestro ser de eternidad. Sería un silencio de gestación. Silencio del Sábado Santo en espera de la Pascua. Silencio de desapego de nuestros bienes para acoger las riquezas imperecederas de Dios. Silencio del grano de trigo enterrado antes de convertirse en nueva espiga de trigo. Silencio de la crisálida que prepara el vuelo de la mariposa. No hay vida sin crecimiento, ni crecimiento sin transformación, ni trasformación sin muerte. Si Dios parece callar a veces… ¿no podría ser este silencio otra manera de respetar la libertad del hombre, de invitarlo a profundizar en su deseo, a ampliar sus horizontes? Si el amor se hace silencio… ¿no es este también una palabra de revelación? El silencio será siempre a la vez un misterio de muerte y de renacimiento. El silencio de Dios nos lleva a una aridez muchas veces necesaria para que nos arraiguemos en la humildad y el abandono de la fe. Es como una noche en la que el hombre comienza a dudar de todo: de sí mismo, de los hombres y del propio Dios. No deja de ser un silencio muchas veces terrible. Es la noche de la Fe. Estas etapas desembocan siempre en una mayor interiorización de la fe. Para otros en el abandono de la fe. Queremos que Dios intervenga cuando a nuestro alrededor todo se derrumba, no deja de ser una tentación para el hombre la de fabricarse un Dios, “útil”, a la medida de sus sueños, de sus miedos, y al “servicio” de sus necesidades inmediatas. Así eran los dioses concebidos por todo el mundo antiguo. En nuestro corazón hay siempre un pagano adormecido. Este silencio de Dios puede llevarme a la gran pregunta ¿En qué Dios creo?

Frente a la muerte del Dios útil caben dos actitudes: La indiferencia del ateísmo o la acogida humilde de un Dios que no está hecho a la medida de nuestros deseos. Ante un Dios que guarda silencio estamos invitados a un verdadero éxodo Pascual. El Dios revelado por Jesucristo no “sirve” para nada en un sentido estricto del término. No suprime ni los límites ni las pruebas de la condición humana, pero transfigura nuestro día y amplía máximo nuestro horizonte. Necesitamos pasar del dios pagano que hay que aplacar, convencer, al Dios del Evangelio que asume nuestra muerte para que de ella surja una vida nueva. ¿No tendríamos que aprender a escuchar y descifrar los silencios de Dios? ¿No son los silencios de Dios una palabra tácita que nos lleva a profundizar y purificar el contenido de nuestros deseos, a ampliar el horizonte de nuestras necesidades, a asumir nuestra radical pobreza, a acoger la gratuidad de la propia vida? ¿No será este silencio de Dios una forma de respetar nuestra libertad, de invitarnos a crecer en responsabilidad...? ¿Acaso no debe un padre hacerse a un lado, sin alejarse nunca demasiado, para que si hijo aprenda a andar? El creyente no tiene respuestas para explicar los silencios de Dios, pero cree en su amor revelado en gestos y palabras de Jesús, desde ahí presiente que esos silencios han de tener un significado que no entiende. 1 El Papa Benedicto XVI decía esto el 1 de septiembre del año 2007: “Todos los creyentes saben sobre el silencio de Dios y “Hasta la Madre Teresa, con toda su caridad y fuerza de fe, sufrió este silencio de Dios”. Estas circunstancias de aridez y hasta de crisis espiritual lejos de nublar o empequeñecer su figura la agranda y hasta la agiganta todavía más. La hacen aún más humana, más cercana, más solidaria, más cristiana. Este silencio – como escribía el mismo Miguel de Unamuno – “es el lenguaje de Dios” mediante el que, “en soledad sonora”, visita, acrisola y rocía con la gracia a los mejores. Así ocurrió con la llamada “gran desolación” de San Francisco de Asís, con la “noche oscura” de San Juan de la Cruz o con largas y dolorosas etapas de sequedad y de sufrimiento de Santa Teresa y en Santa Teresita de Lisieux. La Beata Madre Teresa de Calcuta se inserta, pues en esta gloriosa tradición de los mejores hijos de la Iglesia…2

Algunas reflexiones sobre el silencio y Dios No hay una formula para entender a Dios ni su lógica. El verdadero Dios reside más allá de nuestro entendimiento. No podemos entender Su voluntad; es algo que no se puede explicar ni en uno ni en mil libros. Dios no cambia, simplemente es ES. Las religiones han intentado captar a Dios, pero Dios está más allá de la religión. Dios es silencio, una plenitud, que inspira respeto y que llega a mí a través de mis propios sentimientos de amor. Cuando sentimos lo que llamamos amor, en realidad estamos sintiendo nuestros vínculos con esa imponente presencia. “Donde hay caridad, donde hay amor, allí está Dios” Sepámoslo o no, seamos de la religión que seamos… Donde hay respeto mutuo, atención al otro, amabilidad en el trato, hay caridad práctica. Si se da esto puedo decir: “Yo estoy en el corazón de Dios” 1

.- Estos textos están tomados de Michel Hubaut . “Los caminos del silencio”. Me pareció importante hacer una introducción trayendo este resumen de su libro para emprender este camino del silencio. 2 .- “Ecclesia” 8 de septiembre 2007 Editorial

Mi programa de vida, mi estancia en la tierra es llenarme de Vida, volverme un poco más humano cada día, entendiendo que sólo nos volvemos más humanos, cuando amamos. Cuando amamos a Dios y al prójimo y confiamos en la voluntad divina. El Señor cada día me hace dos invitaciones: a.- Ven conmigo y descansa un poco. b.- Ve al mundo entero y predica el Evangelio. Son dos invitaciones: a la oración y a la eucaristía (encuentro con el Señor) y a la Misión Si cada día salgo con generosidad a vivir mi historia. Ámbito en el que Dios se hace presente y, a realizarla en mi vida como la hizo Jesús: Esa será la señal de que me he encontrado con El. Me conformaría con hacer todas las cosas bien. Vivir con toda mi alma, con todas mis fuerzas, los tres amores cristianos: Dios, los demás y a mí mismo. Todo animado por el Esp. Santo. “El silencio invita a la oración, la oración invita a la fe, la fe invita al amor, el amor se hace servicio y todo esto lleva a la Paz” (Beata Teresa de Calcuta)

Silencio – Oración “Dios es sólo comprensible en el silencio de un alma enamorada”. El silencio no es vacío ni la soledad aburrimiento. La gran tentación del hombre y en especial de los jóvenes es calarse el casco de los auriculares para llenarse de ruidos sin que los oiga nadie. No vengo a la soledad Cuando vengo a la oración, Pues sé que estando contigo, Con mis hermanos estoy; Y sé que, estando con ellos, Tú estás en medio, Señor. No he venido a refugiarme Dentro de tu torreón, Como quien huye a un exilio De aristocracia interior. Pues vine huyendo de ruido, Pero de los hombres no. Escuchar es siempre la puerta de la comunicación, que implica: mirar a los ojos, estar atentos a las señales que el otro te envía desde su cuerpo, percibir…Escuchar es hacer tuyo el corazón del otro. Escuchar es un aprendizaje – largo, no fácil. Como todo aprendizaje que nos remite al inicio de nuestra vida como pueblo Con el lenguaje del silencio, uno se hace capaz de diálogo con la única Palabra nacida del amor de Dios permitiendo que nuestra vida sea solamente un ECO de ella, a través de lo que hacemos, pensamos, sentimos y decimos. Para poder adorar en espíritu y en verdad he de aislarme por medio del silencio, de mis clamores interiores y exteriores y llegar así a la percepción sobre Dios, quemarme en el mismo Dios, en la pureza total de la fe.

“El alma lleva una zona interior de soledad donde Dios la espera para el Diálogo y la adoración y para hacerla partícipe de su vida y decidir su Destino” (Gaudium et Spes) Jesús nos dice: cuando ores, “entra en tu cuarto; cierra la puerta”; hazte presente en la última soledad de tu ser, pues se trata de un encuentro singular entre dos sujetos singulares que se hacen mutuamente presentes, en aposento particularmente singular: “en espíritu y en verdad”. Dice San Juan de la Cruz que en el silenciamiento corporal la palabra clave es: DESATAR LO QUE ESTÁ ATADO: nervios crispados, músculos agarrotados, “loca de la casa” turbada…. Porque la tensión es clamor y el relax es silencio. Silenciamiento mental de recuerdos, imágenes, pensamientos, sentimientos negativos que me desgastan.: he de ralentizarlos. El Beato Guillermo José Chaminade, fundador de los Marianistas, habla de que para poder “vivir desde dentro” hemos de practicar cinco silencios: 1º.- El silencio de la palabra o desarrollar la capacidad de escucha. 2º.- El silencio de los signos o potenciar el lenguaje corporal 3º.- El silencio del espíritu o aprender a estar presente. 4º.- El silencio de las pasiones o del corazón, en el lenguaje actual: convertir el corazón. 5º.- El silencio de la imaginación o aprender a crear utopías. Para que Dios quepa, vacía tu aposento interior de presencias perturbadoras: gente, clamores, miedos, prejuicios, críticas…..”Trata de amor con quien sabe de amor” (Santa Teresa) o “piensa en Dios, amándole”. (C. de Foucauld) Buscaré mi verdadero tesoro que creo encontraré allí donde está mi corazón, no en lo que acumula sino en lo que libera. Renunciaré a controlarlo todo, dejando a Dios ser Dios en mi vida e intentando con toda mi alma, amar incondicionalmente. La verdad cristiana no es una idea, es una persona, Cristo, camino, verdad y vida. La oración no es un acto ascético sino teologal. Es una experiencia de gratitud: tiempo regalado, dado desinteresadamente. El Señor está más allá de mis categorías de lo útil y lo inútil. Dice Santa Catalina de Siena: Engendro todas las virtudes en contacto con el amor de Dios y las doy a luz con mi amor al prójimo”.

La presencia. Pide silencio. La presencia es una unión interior con otro a través de la atención constante a El; es una relación que nos une psicológica y espiritualmente, más que físicamente. Nos hace uno con el otro, nos pone en comunicación con Dios, nuestro corazón con el corazón de Dios. La presencia cambia siempre la vida interior de las personas. “El ángel, entrando en su presencia, (de María), dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. -¿De qué está llena la presencia de María? - Del Señor su Dios, de su gracia, de su trascendencia, de su amor…Y el ángel pide que se alegre en ello.

La oración es un encuentro creativo con Dios que genera algo nuevo en nosotros, como lo generó en María. La Anunciación genera la Visitación El nacimiento de Dios en el hombre es la condición para el nacimiento del hombre a sí mismo. “En tanto en cuanto estoy contigo, estoy conmigo. Y al contrario: no estoy conmigo en tanto en cuanto no estoy Contigo”. (Guillermo de Saint-Thierry) La oración viene precedida de tres actitudes de vida: *1.- El amor de unos a otros. *2.- El desprendimiento de las cosas. *3.- Una profunda humildad.

MARÍA La que guardaba todo en su corazón María venimos a pedirte la gracia del silencio. Tú que acogiste el poder del espíritu para encarnar la Palabra de Dios, Concédeme el silencio de la humildad Tú que en la Natividad, contemplaste al Niño Jesús en Belén Concédeme el silencio de la Fe. Tú que, al pié de Cruz, lloras la muerte de tu hijo Concédeme el silencio de la Esperanza Tú que entraste, deslumbrada, en la luz de la Pascua, Concédeme el silencio de la dicha Pascual. Tú que, con los apóstoles, rezas para recibir el Espíritu Santo Concédeme el silencio de la Adoración. Tú que meditabas en tu corazón todos los acontecimientos de tu vida, felices o dolorosos Concédeme el silencio del que vela y escruta en la noche los pasos del Señor.3

Ama el silencio Haz de él tu escuela. Tu Maestro. Te enseñará a mirar el icono de Jesucristo Te enseñará a acomodar los ojos de tu corazón a ese rostro de Dios que te revela tu propio rostro y el del hombre. Te enseñará a mirar el rostro desfigurado de Jesucristo. Te enseñará a acomodar los ojos de tu corazón a ese rostro de Dios que te mira con ojos del hombre hambriento y torturado. Te enseñará a mirar el rostro transfigurado de Jesucristo. 3

Adaptación del libro “Los Caminos del Silencio” Michel Hubaut -Pág.116 -117

Te enseñará a acomodar los ojos de tu corazón para discernir, en el corazón de la creación, los reflejos de la belleza del Creador, para discernir en la opacidad de las cosas y de los seres su verdadera dimensión interior y en los gestos humildes de todo ser creado la huella de su bondad. Te enseñará a mirar el rostro humano y divino de Jesucristo, origen y meta de nuestra historia. Te enseñará a acomodar los ojos de tu corazón para discernir las brechas de luz al fondo de nuestros pozos, las semillas de eternidad en la brevedad del presente y el devenir aún oculto de todo ser vivo. Te enseñará a mirar el verdadero rostro del hombre y de Dios, Te dará esa mirada interior de la fe que enseña a mirar a los hombres, sus alegrías y sus sufrimientos, sus desesperanzas y sus esperanzas, los grandes y pequeños acontecimientos de la vida con ojos de Jesucristo.4

Siguiendo el camino de Jesús - Hacia la madurez en El Introducción: En estas reflexiones voy a seguir el camino trazado por el Beato Guillermo José Chaminade en la primera parte de su tratado de virtudes...

Notas biográficas: Estos datos son una ayuda para situarnos mejor frente al camino que queremos emprender. El 8 de Abril de 1761 – Nace en Périgueuz ( Francia). Es el decimocuarto y último hijo de Blas Chaminade y Carolina Béthon. Su padre era comerciante. A los 10 años y medio entra como interno en el Colegio – Seminario de San Carlos Borromeo, de Mussidan. A los 14 años hace votos privados de Pobreza – Castidad y Obediencia. Es ordenado sacerdote el 14 de mayo de 1785 (Revolución -. Francesa 1789) Tiene ya otros tres hermanos sacerdotes. En 1792 – Se traslada a Burdeos (Época del terror en Francia) Ejerce su sacerdocio clandestinamente. El 11 de Octubre de 1797 Llega a Zaragoza (España) desterrado por no jurar la constitución civil del clero. Allí permanecerá 3 años de trabajo, oración y reflexión. Muchas horas a los pies de la Virgen del Pilar. Regresa a Francia a fines del año 1800 para trabajar en la tarea que la Santa Sede le encomendará

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Michel Hubaut “ Los caminos del Silencio” PPC pag. 91

El 28 de Marzo de 1801 es nombrado “Misionero Apostólico” por un decreto de la Santa Sede. La tarea más importante era hacer regresar al seno de la Iglesia a los sacerdotes franceses que habían jurado la Constitución Civil del Clero y que los apartaba de la Iglesia Católica. La otra tarea importante para él era formar grupos de jóvenes para evangelizar y propagar el amor y conocimiento de Jesús y de María. El 25 de Mayo de 1816 con Adela de Batz de Trenquelleón, funda el Instituto de Hijas de María Inmaculada (Has. Marianistas) El 2 de Octubre de 1817 un grupo de jóvenes se pone a su disposición para fundar la Congregación Marianista o Compañía de María. El 12 de Abril de 1839 el Papa Gregorio XVI promulga el “Breve de Alabanza” (aprobación) de las dos congregaciones religiosas fundadas por el P. Guillermo José. Muere el 22 de Enero de 1850 en Burdeos. Su Beatificación el 3 de Septiembre de 2000, durante el Año Santo del gran Jubileo, fue todo un signo para la Iglesia. El Beato Guillermo José Chaminade dejó a sus discípulos un método práctico para seguir a Jesús. Este método se lo llamó “sistema de virtudes”. El Método nos ayuda a vivir una serie de ejercicios del espíritu, hasta llegar a identificarnos con las virtudes de Jesús de tal forma que podamos llegar a “revestirnos de Cristo”. Se trataría de identificarnos con Jesús para llevar al mundo su presencia transformante. Esta transformación se hace desde el interior y es el Espíritu y María quienes nos van guiando, haciendo desaparecer el yo egoísta hasta poder decir: “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”. Para llegar a unirnos con Jesús, y vivir conforme a El, tenemos que desarrollar algunas actitudes básicas y disposiciones fundamentales de su vida, así nos iremos asemejando cada vez más con El. El Beato está convencido de que este “sistema de virtudes” es el comienzo de un caminar hasta llegar a Jesús. La plenitud de las virtudes de Cristo solo se consigue mediante un proceso que dura toda la vida.

ESQUEMA QUE NOS DEJA EL BEATO TIEMPO DE PREPARACION

Construir sobre la roca

Medios

Actitudes a lograr Cinco silencios

Conocimiento y dominio de sí mismo

Silencio de la palabra Silencio de los signos Silencio de la mente Silencio de las pasiones Silencio de la imaginación Recogimiento Obediencia preparatoria Aceptación de la mortificación

Docilidad al Espíritu Fortaleza de carácter

TIEMPO DE PURIFICACION Superar la mediocridad

Actitudes a lograr

Obstáculos

* Confianza en Dios * Conciencia de las propias limitaciones * Recurrir a la dirección * Paciencia * Renovación frecuente de compromisos * Resistir al mal con actos opuestos

* Limitaciones y debilidades personales * Inclinación del propio yo al mal * Dudas, incertidumbres, inquietudes * Oposición y resistencia al bien que hacemos * Tibieza, infidelidad a los compromisos adquiridos * Tentaciones

TIEMPO DE CONSUMACION Total consumación con Cristo

* Humildad * Modestia * Renuncia de sí mismo * Desprendimiento de los bienes materiales

Revestirse del hombre nuevo con una vida plenamente motivada por las virtudes de FE, ESPERANZA, CARIDAD

TIEMPO DE PREPARACIÓN (En el presente trabajo tomaré esta primera parte) Caminando hacia la madurez en Jesús Introducción: Se trata en estas charlas de proponer un camino para ayudarnos a crecer en la fe hasta llegar a la “plena conformidad con Cristo” Se trataría de ir hacia aquello que Jesús soñó para cada uno de nosotros, ser uno con El. Identificarnos con El. Llegar a tener sus mismos sentimientos. Considero que esta es la tarea más importante en nuestra vida. Si no alcanzamos esta meta, de alguna manera hemos “perdido nuestra vida” o nuestra vida ha quedado en el vacío. Si lo logramos podemos decir misión cumplida, porque por aquí va el camino hacia la felicidad para aquí y para el más allá. Me parece importante dedicar algún tiempo a esto que es como el eje de nuestra vida. Necesitamos maestros que nos ayuden a crecer en la Fe, cuantas veces nos han dicho “hay que hacer esto o aquello”, nos hemos entusiasmado con ese ideal que se nos propone. Pero ¿cómo alcanzarlo?. Tal vez hemos comenzado con entusiasmo pero no hemos sabido seguir, perseverar, superar los primeros obstáculos. Estas líneas tienen como finalidad este acompañamiento o mejor ofrecerte algunas pistas para que tu recorras el camino, señalarte algunas de las etapas que deberás recorrer, proponerte algunos medios que han sido vividos en la Iglesia y ayudaron a muchos hombre y mujeres a santificarse. Es bueno que todo acompañamiento esté dirigido, orientado y compartido con alguna persona con la que puedas ir chequeando este caminar, compartiendo tus dudas, progresos, dificultades... puede ser con tu confesor, director espiritual o con alguien que tenga experiencia en los caminos del Espíritu.

Algunos principios generales a.- El Hábito Todo acto que el hombre realiza, tiende a permanecer, a repetirse. Poco a poco en esa repetición surge una actitud, disposición o tendencia. De tal forma que actos que al principio suponían mucho esfuerzo, después se logran hacer espontáneamente. Aquí hablamos de hábitos espirituales donde está presente el Espíritu que inspira, da fuerza y crea actitudes nuevas. El camino hacia la santidad consiste en el crecimiento, una nueva inclinación, algo espontáneo que se ha ido gestando laboriosamente.. la espontaneidad de Jesús en nosotros.

b.- Etapas. El camino hacia la santidad siempre se ha configurado en etapas progresivas. El nombre y el número de etapas pueden variar según los autores. El Beato nos propone tres etapas: *Preparación *Purificación *Consumación En cada una de estas etapas hay actos y actitudes a desarrollar, ejercicios a realizar, virtudes en las que crecer.

Todos estamos llamados a vivir la santidad. Las etapas señaladas van marcando los grandes rasgos de ese movimiento. No son etapas mecánicamente sucesivas. No se las puede demarcar con precisión. Tampoco podemos ir midiendo la propia santidad. Aquí lo que haremos es presentar los caminos y el lenguaje del Espíritu para ir interpretando lo que va sucediendo interiormente. Dibujar un camino de crecimiento es una forma de ayudarnos a interpretar la obra de Dios en nosotros y así dejarnos conducir más dócilmente por sus diversos y misteriosos caminos.

c.- Plan de salvación. El plan de Dios lo podemos entender desde distintos ángulos; puede ser como relación o como presencia. Cada acto de salvación fue relación y cambio en el mundo. La primera relación es la CREACIÓN, que produce la vida y hace presente a Dios en todo lo que existe. La segunda relación es la ENCARNACIÓN que produce la novedad de Jesús hombre. Presencia de Dios en el mundo. La tercera relación es la GRACIA; es el encuentro de Jesús con nosotros, que transforma nuestro ser haciéndose presente. El camino espiritual pretende hacer crecer en nosotros la presencia de Jesús. ¿En que consiste el camino? Se trata de un camino de crecimiento de la presencia de Jesús en nosotros y de crecimiento de nuestra capacidad de estar presentes en el mundo por el amor, para transformar el mundo. Aquí se unen santidad y compromiso. Lo más importante es la santidad, la riqueza interior.

Características de este camino. La mayoría de los rasgos que veremos son comunes a todos los métodos de vida espiritual porque pertenecen al patrimonio común de la Iglesia. Siempre hay alguna originalidad, en este caso la fuerte insistencia Mariana que es lo que caracteriza el camino que hoy emprendemos. Se trata entonces de proponer un camino muy humano, armónico, sencillo, con gran naturalidad. Al modo como una madre forma a su hijo. a.- En el camino de la santidad la iniciativa la tiene el Señor La santidad no se merece, no es el premio al mérito o al esfuerzo. La santidad es don de Dios, de ahí que no haya lugar para el orgullo o el voluntarismo. Hará falta esfuerzo sí, pero ese esfuerzo también es don de Dios. La santidad se vive desde la Alabanza a Dios. b.- La Virgen colabora constantemente en este proceso. Ella nos forma a semejanza de su hijo Jesús, cooperando con el Espíritu Santo. Su presencia hace que este camino se oriente más por la paciencia que por los cambios bruscos. Confiando más en los tiempos de Dios, nunca forzando la base humana, el estilo de cada persona. c.- La prioridad está siempre en lo interior.

Aunque se propongan ejercicios externos, lo más importante es la interioridad porque ahí realiza el trabajo el Espíritu y allí está la riqueza de cada persona. d.- Es necesario el esfuerzo, la voluntad y el trabajo. El esfuerzo, es también “don” que hay que pedir al Espíritu, este “don” no anula sino que requiere nuestra voluntad y nuestro trabajo y todo esto por el esfuerzo. e.- No hay crecimiento sin cruz. No hay crecimiento en la vida espiritual sin sufrimiento, sin renuncia, sin persecución No deja de ser un camino doloroso pero esperanzador. f.- El destino final son los otros. Se crece en el ser. Pero se crece simultáneamente en el don. g.- El alma del camino es una fuerte determinación: la decisión de hacer la voluntad de Dios. Darlo todo, seguir al Espíritu por donde nos lleve, aunque no siempre comprendamos el sentido de la propuesta.

Algo para tener en cuenta: Puedes llevar un cuaderno que te sirva de “diario” para ir anotando tus reflexiones, textos de la palabra de Dios que te hayan dejado algún mensaje especial, inspiraciones que hayas sentido, ideas que te hayan movilizado, situaciones que te hayan transformado, estados de ánimo por los que vas pasando, oraciones que puedas ir haciendo y que el espíritu te sugiere. Te sugiero comenzar con una breve “autobiografía”. Quién soy? Cómo es mi familia? Que Virtudes y defectos encuentro en mi vida y en mi familia...? Puedes recordar los momentos más importantes de tu vida? Qué es lo que más te ha marcado: positivamente o negativamente a lo largo de tu vida? Que personas han influido más en tu vida? En que momento has sentido de forma especial la fuerza de Dios en tu vida? Que Jesús y María te acompañen.

ETAPA DE PREPARACIÓN Introducción: Hablamos de “camino” para crecer en la FE, en la conformidad con Jesús. En todo “camino” hay un punto de partida y un punto de llegada, avances que hay que hacer, retrocesos posibles incluso caídas o desvíos – atajos - A veces los paisajes son nuevos y otros se repiten. La experiencia nunca es la misma aunque parezca que se está en el mismo sitio. En el corazón llevamos todas las vivencias anteriores hechas vida nuestra. El camino que comenzamos a recorrer no puede emprenderse ni comprenderse sin una experiencia fundante: sentirse incondicionalmente amado, llamado por Dios y por María. Necesitamos encontrarnos personalmente con Jesús, Hijo de Dios hecho hijo de María. Esta experiencia, que fundamenta toda nuestra vida, despierta en nuestro corazón un deseo profundo: llegar a ser como Jesús, hijo de María y trabajar por la venida de su Reino. Solamente desde esta experiencia y desde el anhelo de alcanzar este fin, comienzan a movilizarse todas las energías de nuestro espíritu y de nuestro corazón para alcanzar la meta deseada. Ya hemos visto que este caminar se va dando por etapas, Que es la acción gratuita de Dios que nos ofrece la salvación, que es el mismo Señor quien nos da fuerzas para emprender la marcha. Que en este caminar se pueden dar avances y retrocesos, caídas y abandonos. Que es una marcha alentada por el Espíritu que nos ayuda a descubrir como positivas las crisis y dificultades. Que es una marcha en que la contemplación frecuente del fin, caldea el corazón y da fuerza a nuestras piernas para seguir caminando. Que la oración cumple el papel clave en este caminar.

CONSTRUIR LA ROCA Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, es semejante a un hombre que al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada”. Lc. 6,47-48 Esta etapa de preparación podemos decir que es preponderantemente. Activa. Normalmente el camino de la santidad empieza con mucho esfuerzo y con muchas prácticas espirituales. Cuando hablamos de “primera etapa” no debemos entender las cosas en un sentido lineal, acumulativo. Hay cosas que nunca se abandonan, prácticas que nos acompañan siempre, esfuerzos que se deberán seguir haciendo, momentos que debemos volver a reiterar y re-vivir, ejercicios y practicas que en algún momento habíamos dejado, volvemos otra vez sobre ellas. Se habla de etapa activa porque se nos exigirá un particular esfuerzo y atención. En esta etapa, como en las que seguirán, se pueden distinguir los ejercicios concretos, de los valores o actitudes que se quieran conseguir. Lo más importante son los valores. Los ejercicios se podrán adaptar con libertad y naturalidad a la situación de cada uno.

Actitud clave: El conocimiento de sí mismo y el autodominio El camino hacia la santidad debe partir de una profunda conciencia de sí. “Conócete a ti mismo”, insistían los pensadores antiguos. Ellos sabían que esta ciencia era ardua y no muy común entre los hombres. Todos somos llamados a la misma santidad, a identificarnos con Jesús, pero cada uno de nosotros es diferente. Aquí lo importante es que yo soy llamado a esa santidad.

Un aspecto importante es la realidad histórica de cada uno, ya que todo lo que hagamos parte de esa realidad, se trata de ser lo que somos. No perder nuestra identidad histórica. El conocimiento de uno mismo tiene tres momentos importantes: asumirnos, purificarnos, elevarnos. Asumirnos, es decir sí a lo que somos, en su riqueza y misterio. Purificarnos, significaría algo a sí como pulirnos, creer que podemos ser mejores. Ser sinceros al evaluarnos, es un don del Espíritu. Elevarnos, no es un puro humanismo, no buscamos el “equilibrio”, la “integración”, la “madurez”, sentirnos bien... Buscamos la estatura de Cristo, inalcanzable sin la ayuda de Dios. La purificación y la elevación nos introducen en el autodominio. No buscamos la represión sino el control. No se trata de destruir nada en nosotros, sino de conquistar la libertad. Hacer que todos nuestros movimientos se personalicen, no sean ciegos, caigan dentro del ámbito de nuestra libertad. Poder ver la realidad tal cual es, reconocer a los otros en sus diferencias, sin someterlos a los proyecciones de nuestros conflictos y /o tendencias. Jesús quiere seguidores conscientes de lo que hacen, de lo que quieren, y de lo que buscan. Por ello debemos entrar por este camino del conocimiento de sí y del autodominio. Se trata de conocer las zonas más profundas, el lugar de donde emergen nuestras verdaderas motivaciones para obrar, para pensar, decir, sentir. Necesitamos estar vigilantes para respondernos: ¿De donde surgen estas motivaciones, el hombre viejo o de la imagen de Jesús? Cuáles son mis objetivos e intenciones? ¿A que hombre viejo debo renunciar en mi? ¿Cuál es mi “nuevo yo” el “hombre nuevo” que debo desarrollar para identificarnos con Jesús? Una forma de conocimiento de uno mismo y de autodominio es el SILENCIO, tema de gran hondura humana y religiosa.

Ejercicio Práctico Es bueno que hoy dediques un momento de tu oración, si es por la noche o al terminar el día mejor, para hacer un pequeño examen sobre el día que has vivido. Puedes preguntarte si tus palabras, reacciones, decisiones, estuvieron inspiradas por Jesús o bien no le tuviste en cuenta a lo largo del día, viviste como si Dios no existiera. ¿Sientes la presencia de Dios en algún momento? ¿Acudes a Dios para agradecerle, pedirle, interceder, bendecir, alabar? Recuerda anotar las cosas más significativas que vas descubriendo al vivir atento y en los exámenes de conciencia que haces por la noche. Será muy bueno e importante que trates de ser cada vez más consciente de la presencia amorosa de Dios a lo largo de todo tu día.

Pistas para el encuentro consigo mismo •

¿Quién soy yo? o Qué imagen tienes de ti mismo: cualidades, defectos o Qué cualidades descubres en ti mismo o Qué defectos ves en tu vida: miedos, complejos, obsesiones, tendencias, depresión o Te da miedo enfrentarte contigo mismo? o Hay algo que no te deja ser libre?



¿Qué siento respecto a mí mismo? o En mi cuerpo, sus demandas, sus apetitos, fuerzas y debilidades o En relación a la inteligencia, la voluntad, la afectividad, sentimientos



¿Me encuentro centrado en el conjunto de mi vida? o Me siento fragmentado. Siento inestabilidad interior? o Tengo la sensación de estar en mi mismo? Siento gozo, alegría, esperanza?



A qué temo en la vida? o Qué me paraliza en mi vida cristiana o Existe algún temor dominante?



Qué espero yo en concreto de mi vida?



Eres feliz?



Momento de reflexión



Momento de aceptación



Momento de agradecimiento y de alabanza a partir de mi propia vida.

TEMA 1 SILENCIO Y PALABRA El silencio no difiere en nada de la palabra interior. El silencio en realidad nos abre a la palabra de nuestra conciencia. La palabra expresa la idea que se ha forjado interiormente. El silencio nos abre a la Palabra de Dios. Por eso el silencio no es ausencia o rechazo de la palabra, sino, acogida de toda palabra interior. Dice Maeterlink: “Las almas se pesan en el silencio, como el oro y la plata se pesan en el agua pura, y las palabras que pronunciamos solo tienen sentido gracias al silencio en el que están inmersas”. El silencio confiere a cada palabra y a cada nota de música la densidad y el color que les son propios. El silencio siempre arroja luz sobre la palabra sobre todo cuando se trata de la Palabra de Dios. Las escenas de “Teofanías” o de manifestaciones de Dios están envueltas en un inmenso silencio. Lc. 2, 1-21- Nacimiento de Jesús; Sof. 1,7; Is. 41.1; Zac. 2,17 ; Ap. 8,1; Sap. 18,14-15; Rom.16,25. El silencio envuelve y precede a la Palabra revelada. La Palabra no puede “nacer” en el corazón del hombre y de la humanidad sino mediante una larga, secreta y silenciosa maduración.

Introducción: El Beato Guillermo José Chaminade da comienzo al MÉTODO DE “VIRTUDES” con la vivencia del silencio. El lo entiende como un medio para INTERIORIZAR Y ESCUCHAR. Esta “escucha” es fundamentalmente la atención a Dios, a su Palabra, a su Voluntad amorosa y plenificante Este silencio múltiple, termina siendo un camino para la “escucha” de todas las dimensiones de la persona (cuerpo, sentidos, mente, efectos, fondo de la persona y yo profundo). “Dios habla al corazón de los que callan para escuchar” B.G.J. Chaminade. Se trata de cultivar esa escucha profunda como María que supo escuchar y estar atenta a Dios y a la gente. El Beato divide el SILENCIO en dos zonas: A.- La “exterior” 1.- Silencio de la palabra 2.- Silencio de los signos (Comunicación no verbal) B.- La “interior” 3.- Silencio de la mente 4.- Silencio de las pasiones 5.- Silencio de la imaginación.

El SILENCIO DE LA PALABRA La Importancia del silencio Vivimos en una civilización plagada de ruidos no es el silencio un valor que esté de moda. Sin embargo el silencio es algo indispensable si queremos logra el conocimiento y el autodominio que nos estamos proponiendo en esta primera etapa del camino espiritual que estamos recorriendo. Es necesario recuperar la capacidad de hacer silencio o crecer en ella es requisito indispensable para encantarnos con nosotros mismos, con los demás y con Dios.

El silencio de la palabra “No hablar sino cuando se quiere y no quererlo sino cuando se debe” Esta formula resume todo lo que tratamos de conseguir. El silencio que proponemos, no consiste en “no hablar”. El objetivo que nos fijamos es la identificación con Jesús, con su vida (actitudes, sentimientos, pensamientos...) y con su misión. Por tanto no se trata de un silencio que sea un valor en sí mismo. Es un silencio que se busca en función de la misión: anunciar la BUENA NOTICIA. Si no queremos anunciarnos a nosotros mismos tenemos previamente que callarnos para escuchar la Palabra del Padre y las palabras que nos vienen de los hombres. Desde ese silencio surge la Paz interior que debe acompañar la proclamación del Evangelio. Guardamos silencio para oír a Dios que habla al corazón de los que callan para escucharle. En el silencio brota la Palabra interpelante de Dios que nos dirige como mensaje de salvación. Recibida así, sintiéndonos liberados por el Señor, anunciamos a los demás la Buena Noticia. Encarnando en nuestras vidas la Palabra vamos siendo en un mundo que da espaldas a Dios testigos vivientes del Dios vivo y signos de que su reino ya ha comenzado: no podemos callar lo que hemos visto y oído y lo anunciamos con la palabra y la vida. Nos callamos para ser capaces de escuchar al mundo en que vivimos. Desde este silencio sintonizamos con los problemas y alegrías de los hombres de nuestro tiempo y de las personas concretas que Dios va poniendo en nuestro camino. Si hemos aprendido a escuchar a Dios seremos capaces también de escuchar a los hombres. Callamos para escuchar al otro sin anularle con nuestras palabras, ni abrumarle con nuestro silencio. Es una actitud que brota de un respeto profundo por el otro. Supone estar profundamente atento a Ël . De esta acogida incondicional brotará nuestra palabra. Una palabra con contenido, con sustancia, con peso. Una palabra que filtra lo negativo, lo que hiere, lo que destruye. Una palabra que, a veces, es denuncia sin amargura, estímulo sin violencia, crítica sin revanchismo, contestación sin agresividad. Nuestro silencio no brota de la timidez, del retraimiento personal, del miedo a encontrarse con el otro o de no tener nada que decir. Nace de un respeto profundo por el otro en quien se descubre siempre un profundo misterio personal. Nuestro silencio de la palabra nos ayuda también a escucharnos a nosotros mismos. Si vivimos en la periferia a merced de la palabra y de la acción, no podemos descubrir nuestro yo más profundo. El silencio permite emerger nuestros temores, angustias, conflictos relegados al inconsciente, de una forma más o menos voluntaria. Por eso hay muchos que huyen del silencio y se refugian en la radio, la t.v., y en otros ruidos más o menos reconfortantes.. A pesar de que tal vez al principio surjan miedos y angustias, irá emergiendo de lo más profundo de nuestro ser el Dios que nos ha salvado. Así vivido el silencio integra toda nuestra persona, y da sentido a la vida y a nuestro compromiso evangelizador.

Atentos a nuestras palabras Nuestras palabras las podemos clasificar en tres categorías: 1.-Las palabras sin significado. Con ellas no herimos a nadie pero tampoco ayudamos a nadie todo lo que damos a los otros a través de ellas es cáscara. No nos dejan comprometidos con los otros. Tal vez por miedo a cuál será la reacción del otro. Decimos cosas vacías que no nos ponen en peligro porque pensamos que no producirán reacción.

Estas palabras vacías se transforman en algo malo cuando el otro está hambriento de algo más y nosotros no se lo damos. Si tuviéramos más encuentra al otro y nos olvidáramos un poco de nosotros mismos tal vez descubriríamos que debemos darle sentido, contenido a nuestras palabras. Cuando no lo hacemos ellas pueden ser inconscientemente crueles porque aumentan el vacío, el hambre, que el otro tiene. . Jesús se refirió a este tipo de palabras cuando afirmó: “Les digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuanta el día del Juicio. Porque por tus palabras serás declarado justo y por tus palabras serás condenado” ( Mt. 12,46-37 ) 2.-Las palabras de “autoprotección” o “palabra defensivas” No debemos sorprendernos que nuestras palabras sean “autoprotectoras”. El más fuerte y más básico instinto de cualquier viviente es el de la conservación. Ningunos de nosotros puede renunciar a él. Así como tenemos muchos mecanismos biológicos de autoprotección o de defensa, también encontramos el mismo instinto respecto a nuestra vida espiritual. Tenemos una resistencia automática a cualquier conocimiento, discernimiento o idea que de alguna manera implique una pérdida o destrucción de lo que somos. Experimentamos una resistencia frente a todo aquello que parezca destruir algo que creemos que es bueno para nosotros, sin substituirlo por algo mejor. A raíz de este instinto de conservación de la propia imagen muchas de nuestras palabras son defensivas sin que nosotros seamos conscientes de ello. Tales palabras no llevan nada de nuestra propia verdad y bondad al otro. Pero si bien nos “protegen” también nos aíslan y hacen que permanezcamos encerrados en nuestra soledad. Este tipo de palabras se manifiestan en las palabras agresivas, temerosas, falsas, frías, que generan distancia para que el otro no nos moleste. 3.-Las palabras que verdaderamente comunican. Estas palabras logran superar la dificultad de proteger la propia imagen y hacen compartir al otro de algo bueno que hasta el momento me parecía sólo a mí. Son palabras llenas de contenido porque revelan, algunas veces de manera sutil, una parte de mi “yo” al otro. Llevan una verdad que es un bien para la otra persona. Son palabras que procuran elevar, inspirar, renovar, apoyar... desde de ellas se logra una verdadera comunicación interpersonal y en este sentido constituyen el basamento de una amistad y de una comunidad.

Nuestros desafíos. 1.- Silenciar las palabras huecas y defensivas. Las palabras que provienen de nuestro egoísmo, “Cuando hablamos con los otros, deberá ser siempre mejor que habernos callado” Hay veces que es más oportuno no decir nada. 2.- Debemos aprender a escuchar. Una regla práctica: Se sabe escuchar cuando se es capaz de repetir lo que el otro ha dicho, dejándolo satisfecho. Solamente cuando la otra persona afirma que le entendimos es cuando verdaderamente “escuchamos”. ¡Y pronunciar palabras nacidas de una escucha atenta! 3.- Decir palabras que auto-revelan, más que auto-protegen. Esta es la forma de hablar de Dios. Dios cuando dice su Palabra, se auto comunica, se revela. Y es una Palabra máximamente fructífera. Su Palabra trae nueva vida, nueva esperanza, nuevo ser. 4.- Lograr una adecuada armonía entre el silencio y la palabra, dándonos cuenta de que hay momentos para callar y momentos para hablar 5.- Frenar el impulso a hablar de modo indiscreto e irreflexivo. 6.- Erradicar la palabra mentirosa.

RESUMEN El silencio de la palabra consiste en: Lograr una adecuada armonía entre el silencio y la palabra: “hay momentos para hablar y momentos para callar” Qo. 3,7 Callar las palabras que provienen de nuestro egoísmo Frenar el impulso de hablar de modo indiscreto e irreflexivo. Pronunciar palabras nacidas de una escucha atenta a Dios, a los otros, al medio.. Hablar para enriquecer o edificar a los demás.

Textos bíblicos que pueden iluminar el “Silencio de la Palabra” Proverbios 10, 19; 13, 3; 14,23 Santiago

1, 26;

3,2

Luc. ...........2, 19 “María, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón” Ef. 4,24; Col 4,6; Stgo. 3,3-10; Sal 140,3, Sal 141,3.

Una ayuda para la reflexión personal 1.- ¿Cuál es mi actitud frente al silencio? ¿Soy capaz de dominar serenamente mis palabras? ¿Procuro escuchar a Dios en el silencio? 2.- ¿Ayudo a los demás con mis palabras? Recuerda momentos y casos concretos. 3.- ¿Digo palabras inútiles, fuera del lugar, hirientes, mentirosas, groseras? ¿Juego con frecuencia con el “doble sentido”? 4.- ¿De qué modo podré conseguir que mis palabras se identifiquen con los criterios y el amor de Cristo?

TEMA.- 2. SILENCIO DE LOS SIGNOS “Imponer silencio a nuestros gestos es regularlos, hacernos dueños de ellos, dirigiéndolos según nuestra voluntad para mayor gloria de Dios y edificación del prójimo” ( Beato Chaminade) Estamos llamados a descubrir el mensaje de Jesús y sabemos que su pasión fue hablarnos, decirnos, anunciarnos a un Dios misericordioso , atento a todos, pero de forma especial a los pecadores. Esto supone que nos reconozcamos pecadores, necesitados de la misericordia de Dios. Jesús nos llama a abrirnos al Espíritu, para no caer en actitudes narcisistas, que nos lleven a centrarnos sobre nosotros mismos.

Los signos Cuando hablamos de “signos” o “gestos” nos referimos a todo movimiento exterior a través de los cuales expresamos nuestro pensamiento, nuestros sentimientos, realizamos nuestras acciones. Estos signos o gestos revelan nuestro interior, nuestro yo. Muchas veces acompañan a nuestras palabras e incluso las suplen. Podríamos afirmar que cada actitud interior se traduce en algún gesto. Cada sentimiento se manifiesta por signos precisos que nos permiten reconocerlos. Ej. La vergüenza se manifiesta en ponernos colorados.. Todos nuestros comportamientos exteriores constituyen “signos”, el andar, la postura, el vestir, la manera de hablar, la mirada, las manos, la cara... y se constituyen, para el que está atento a ellos y sabe descifrarlos, en una revelación de la interioridad de la persona y de sus situaciones, de su estado de ánimo, de sus verdaderas intenciones. Con frecuencia este lenguaje no-verbal es más expresivo e inmediato que la palabra.

El silencio de los signos consisten en: Controlar las expresiones no-verbales para manifestar solo lo que es bueno y útil Poner todos los movimientos o gestos bajo el imperio de la voluntad.

Todo esto supone: La cortesía, la educación, el discernimiento, la virilidad o feminidad, una adecuada y sana espontaneidad en la manifestación de los pensamientos y afectos.

El mundo de la imagen Vivimos en el mundo de la imagen, en una sociedad donde el vender y el comprar son fundamentales y en el que sin querer todos entramos en el juego del mercado hay que “saber vender y venderse” . Sin una buena imagen es imposible colocar un producto o ser aceptado y participar en determinados círculos o trabajos. Vivimos en el mundo del maquillaje, donde no se revela la verdad de las cosas sino la apariencia, todo se disimula.. Queremos aparentar jóvenes, lindos, exitosos, seguros, inteligentes... Es el mundo de la propaganda y de los asesores de imagen que venden candidatos a los cargos públicos.

¿Qué es el silencio de los “signos”? Se trataría de mostrar nuestra identidad profunda manifestada en la vida real, viviendo con naturalidad, evitar y callar los gestos y comportamientos que expresen lo que no queremos ser..

En este camino queremos seguir a Jesús, queremos ser como El. La idea es, imponer silencio a nuestros gestos, regularlos, hacernos dueños de ellos, dirigirlos según nuestra voluntad, de tal manera que ese comportamiento exterior sea coherente con la gran opción que hicimos en la vida: La opción por Jesús. No se trata de disfrazarme de santo, la imagen que debo dar es la de ser “pecador perdonado” , siempre y cuando yo me haya encontrado con la misericordia de Dios. Es importante que el silencio de los signos esté bajo el imperio de la voluntad. Queremos “controlar” las expresiones no verbales para a través de ellas poder expresar lo que es bueno y provechoso para los sentimientos y pensamientos. “El obrar siempre viene después del ser” y es una manifestación del mismo, junto con el control del obrar, será necesaria una trasformación del ser para que nuestras acciones nazcan de un corazón y de una psique lo más sana posible.

El fundamento antropológico. Proponemos el silencio de los signos fundados en nuestra convicción sobre la unidad del ser humano. Somos espíritus encarnados, cuerpos espiritualizados, en los que la vida interior tiene repercusiones corporales y en las que las alteraciones somáticas inciden en la vida espiritual. Nuestro cuerpo está llamado también a la santidad. En el luchan también la gracia y el pecado, en él se manifiestan la debilidad de la “carne”. Nuestro cuerpo está llamado a participar de la gloria de Dios en la Resurrección de la carne, hoy debe ser puesto al servicio del Reino y debe reflejar la fuerza de Jesús. que “pacificar nuestro cuerpo” nos ayuda a escuchar nuestro interior, a detectar las raíces interiores de nuestro comportamiento y a manifestar mejor la vida de Jesús. Cuando alcanzamos la coherencia, cuando nuestros signos brotan de nuestro yo más auténtico y profundo, cada gesto, silencio, palabra, mirada... manifiestan a Jesús. Creemos que lo “esencial es lo interior”, pero también sabemos que en lo exterior, en los signos, debe manifestarse la presencia del Señor que vive en nosotros, dada la unidad de la persona.

Resumiendo Si pacificamos nuestro cuerpo lo podemos convertir en una parábola viva de lo que somos y de lo que queremos ser: hombres y mujeres pobres y limitados que intentan dejar encarnar en su vida la Palabra de Dios. Vamos adquiriendo la “transparencia “ que nos permite irradiar a Jesús que vive en nosotros. De esta manera se puede ser misionero, construir el Reino con la pura presencia, con el testimonio de vida. Nuestro comportamiento comienza a ser ocasión de “escándalo” y de interrogación para los demás. Nuestros signos comienzan a remitir a Jesús, nuestro secreto y nuestro tesoro, que es quien unifica y da sentido a toda nuestra vida.

Para meditar 1.- Es bueno mirar a Jesús en sus gestos, su aspecto, su postura, su modo hablar, de andar, de comer, de dormir, de vestir; cómo hablaba con su Padre Dios, con María, con José, con los apóstoles, con las mujeres, con la autoridad, con el pueblo, con los pecadores, con los niños, con los pobres y los poderosos, con los amigos y enemigos...Contempla su sencillez, humildad, dignidad, reserva, bondad, franqueza, paciencia, amor... “Les he dado ejemplo, para que también ustedes hagan como yo he hecho con ustedes” (Jn. 13,15) 2.- Visualiza la figura de María, su comportamiento, su trato, sus palabras, gestos, actitudes..

Algunos textos de la Palabra de Dios. “El corazón humano modela su rostro, para bien o para mal: rostro sereno es señal intención. Hablar por rodeos es señal de mala idea”. Eclesiástico 13,25-26

de buena

“Conocer bien las instrucciones que les dimos a nombre del Señor Jesucristo: lo que Dios quiere es que vivan consagrados a El, que se aparten del libertinaje, que sepa cada cual controlar su propio cuerpo santa y respetuosamente, sin dejarse arrastrar por la pasión, como los paganos que no conocen a Dios” 1Tes. 4,2-5

Una ayuda para revisar actitudes. 1.- ¿Con qué signos o gestos he tratado de llamar la atención? ¿Qué es lo que quiero hacer notar a los demás? Ej. Tristeza, cansancio, mal humor, para despertar simpatía, compasión, respeto... 2.-.¿Qué expresiones no verbales suelo utilizar? Se trata de revisar mis signos tratando de distinguir los que son conscientes de los que no lo son. ¿Qué revelan de mi mismo y de mi relación con Dios ? 3.- Mi vestido, mis gestos, mis “poses”, mis miradas, el cuidado del cabello, “adornitos” que me pongo (pulseras) ¿Manifiestan la presencia de Jesús y de María en mí? 4.- ¿Cómo reacciono frente a los signos de los demás? ¿Estoy atento a ellos? ¿Se descifrarlos? ¿Me dejo educar por ellos? 5.- Mi vida, mis actitudes, las expresiones externas de mis sentimientos, ¿transparentan serenidad, alegría, simplicidad...la presencia de Jesús que el mundo de hoy necesita y que yo, como cristiano, debo brindar?

TEMA.- 3. SILENCIO DE LA MENTE O DEL ESPÍRITU “Nos sorprendemos a menudo en distracciones de la mente que alejan mucho nuestro pensamiento del asunto del que deberíamos ocuparnos. De ahí procede que hagamos menos bien lo que estamos haciendo y que perdamos mucho tiempo, además de que tal divagación de la mente, se opone diametralmente al recogimiento interior que debemos practicar. A la larga, de proseguir en este defecto, se contrae un hábito de ligereza y se hace uno de ordinario incapaz de una atención sostenida. A este vicio tan perjudicial a nuestro progreso espiritual es al que nos proponemos combatir. (...) El silencio de la mente no consiste en suspender la actividad de nuestra mente, de modo que haya que llegar a no pensar. Aún cuando lo quisiéramos, no podría ser, ya que nuestra mente no puede estar sin pensar en algo. Por el contrario, el silencio de la mente consiste en fijar el pensamiento en ese algo en que debería ocuparse y en eliminar de él todos los pensamientos inútiles respecto al tema en que debe ocuparse” ( Beato G. José Chaminade)

INTRODUCCIÓN Estamos en la “etapa de preparación”, tratando de crecer en dos actitudes: el conocimiento de nosotros mismos y el autodominio. Para ello nos habíamos propuesto trabajar sobre un tema muy importante: EL SILENCIO. Avanzamos hora sobre un área muy íntima de nuestra persona, se trata del “silencio de la mente o del espíritu”

¿Qué entendemos por silencio del espíritu? Cuando hablamos de “espíritu” nos referimos a las facultades intelectuales del hombre. Por eso también hablamos de “mente”. Se trata de esa capacidad que tenemos los hombres gracias a la cual captamos la realidad, la podemos interpretar, evocar y combinar con otros recuerdos. Es el mundo de nuestras ideas, de nuestras reflexiones, preocupaciones. Lo que podríamos llamar nuestro lenguaje o nuestra palabra interior. Muchas veces nuestra boca puede estar cerrada, pero interiormente estamos llenos de ruidos, de palabras, de ideas que nos rondan y no nos dejan en paz, de obsesiones, de preocupaciones que nos “dan vuelta en la cabeza”. Podemos vivir peleando interiormente con los demás. Juzgándolos, comparándolos, agrediendo o sintiéndonos agredidos. Podemos estar físicamente presentes, pero estar “mentalmente” muy lejos. Podemos hacer una cosa pensando en otra. Podemos estar “presentes”, pero en realidad estar muy lejos de donde estamos, de lo que aparentemente estamos haciendo o de la persona que nos habla. Cuántas veces estamos “con la cabeza en otra parte”. Cuántas veces nos distraemos y descentramos del trabajo, del estudio, de nosotros mismos. Aquí no se trata de un esfuerzo voluntarista para poner la mente en blanco. No serviría para nada. Terminaríamos agotados. Tampoco se trata de un afán de perfeccionismo que pretende vivir y hacer todo al detalle, obsesivamente. No se trata tampoco de lograr un control que procura simplemente la eficacia de nuestra acción. Se trata de...” estar a lo que hay que estar”, saber disfrutar y vivir el momento presente y gustarlo en todas sus dimensiones. Se trata de que logremos ser dueños de nuestro espíritu. Que podamos ser uno mismo delante de Dios y de los demás. De lograr la armonía interior, de recuperar el equilibrio que el pecado ha introducido en cada uno de nosotros. De poder apuntar con todas nuestras facultades a los objetivos que nos propongamos: trabajo, oración, descanso y distracciones, encuentro interpersonal... De superar la dispersión.

El silencio de la mente consistiría en : Entrar en la mente y en el corazón de Jesús para sentir y pensar como El pensó y sintió. Llenar nuestra mente únicamente con aquello que es bueno y da buen fruto. Tratar de alejar de nuestra mente lo que es fruto de las exigencias de nuestro yo y de nuestra sensualidad.

Se podría también resumir así: El silencio de la mente consiste en fijar el pensamiento en ese algo en que debería ocuparse y en eliminar de él todos los pensamientos inútiles respecto al tema en que debe ocuparse”

Es bueno centrarnos en algún momento sobre: 1. Conocer qué pienso (ser más consciente de mis pensamientos) 2. Ser dueño de mis pensamientos 3. Descubrir cómo mis pensamientos influyen en mis sentimientos y acciones. 4. Lograr tener los pensamientos de Jesús

Pensamientos que tengo que eliminar porque no me ayudan a crecer 1. La opinión negativa sobre mi mismo. “Soy un fracaso”, considerarme siempre inferior en relación a los demás

2.- Auto reproches y culpas Estar siempre preocupado por los propios defectos reales o imaginarios. Sentir permanentemente culpa por no hacer las cosas tan bien como se podrían hacer.

3.- Interpretar siempre las cosas de forma negativa 4.- Estar siempre lamentándome de los acontecimientos negativos Acontecimiento del presente, del pasado o del futuro.

5.-Vivir actitudes pesimistas de forma constante “Siempre me voy a equivocar” nos salen sin darnos cuenta

6.- Abrumarse por las responsabilidades “Cantidad de cosas que tengo que hacer y no tengo tiempo” Sentirme abrumado y no hacer nada.

Errores a evitar en nuestros pensamientos 1. Pensamientos exagerados: todo o nada. 2. Pensar que es indispensable ser aprobado o querido por todos. 3. Pensar que es necesario ser brillante; ser eficaz en todo. 4. Pensar condenando; castigar rápidamente. 5. Pensar que es necesario preocuparse y estar alerta por todos los aspectos peligrosos de la vida, viviendo angustiado. 6. Pensar que es más fácil eludir las dificultades y responsabilidades que enfrentarlas y asumirlas. 7. Pensar que siempre es necesario confiar en alguien más fuerte que uno. 8. Pensar que lo que me afectó en un momento me seguirá afectando siempre.

Revisar actitudes Ejercicios que me pueden ayudar 1. Revisar el día de hoy: Trabajo, oración, descanso, encuentro personales.¿He estado atento y consciente a lo que decía? 2. ¿Qué cosas (temas) me distraen de lo que tengo que hacer ?¿Soy consciente en el momento o me doy cuenta más tarde? ¿Qué revela mi yo más profundo? 3. ¿Cómo ocupo mi tiempo libre ? ¿Lo aprovecho o pierdo el tiempo? 4. ¿Procuro ser consciente de las motivaciones, de mis actos? ¿Intento desenmascarar las “falsas razones” con las que muchas veces me autojustifico? 5. ¿Me reconozco subjetivo y trato de evitar juicios apresurados y /o descalificadores ? 6. ¿Qué lecturas, reflexiones, intercambio de ideas, actividades, me ayudan más para asimilar la “mente” de Jesús? ¿Les dedico suficiente tiempo?

Textos bíblicos Rom. 1,21.28

Ef. 4,28

Fil. 2,5 Rom. 1,20

Jn. 14,27

Mt. 7,1-7

Hacer oración. (Seis pasos) 1. Elige un tema de la S.E. que te motive 2. Hago la lectura atenta del texto 3. Me pregunto desde la realidad que vivo: Qué tiene que ver el texto con la realidad, qué te sugiere, qué te recuerda o te plantea

4. Qué dice la Palabra. Intento comprender bien el texto: partes, personajes. contexto, problemática, situación, reacciones 5. Qué me dice a mí la Palabra. Qué te resuena más, que sentís como mensaje de Dios a vos, en que te ilumina, fortalece, cuestiona o desafía 6. Qué le digo yo a Dios . Qué le quieres decir a Dios para agradecer, pedir perdón, asimilar o vivir esta Palabra. ALABAR

OTRA FORMA DE REZAR. 1.- Elegir un tema: 1. Conviene determinar el tema y el fruto deseado con anticipación 2. El tema será normalmente un pasaje de la S.E. 3. Se puede partir de una oración escrita, una lectura espiritual. 4. Se recomienda La S.E. 2.- Inicio de la oración. 1. Elegir un lugar adecuado, tranquilo, sin ruidos, relajarse, tomar una posición adecuada y poner nuestra atención en Dios 2. Hacer un acto de Fe en la presencia de Dios. Puede ser una ... 3. Alabanza al Padre Creador, fuente de vida 4. Unirnos a Jesús que ya está orando por mí 5. Unirnos a María que me está formado en su amor maternal y pedirle que me acompañe mientras oro 6. Entregarme a la acción del Espíritu Santo, que me regala sus dones 3. Orar con Fe y en Fe. 1. Traer a la mente el tema escogido, reflexionar sobre él, imaginarme considerar los detalles, su significado, su importancia. Luego examinar cómo mi comportamiento expresa o contradice aquel aspecto de la vida de Jesús, o l lo que esté considerando. 2. Por último tomar conciencia de los movimientos interiores o 3. Inspiraciones, a saber, sentimientos, tendencias.. y expresarlos en 4. Forma de oración quedando luego en la contemplación para que vaya tomando raíces en mi corazón.

4.

Concluir. Agradecerle a Señor por el don de la oración y todo lo que regaló en ella. Poner bajo el cuidado de María todo lo resuelto en la oración. Llevarme alguna imagen o frase que me recuerde lo vivido en ella.

TEMA.- 4 EL SILENCIO DE LA IMAGINACIÓN EL PODER DE LA IMAGINACIÓN Los primeros silencios que hemos desarrollado: Palabra – signos – espíritu – nos llevan a callar y convertir el corazón. Nos han ido ayudando al conocimiento de nosotros mismos y al autodominio. Al abordar ahora la imaginación nos proyectamos hacia el futuro, hacia nuestras posibilidades que, sin ser hoy realidad, se constituyen en desafíos que nos invitan a dejar de repetir siempre lo mismo. Hablamos del “poder de la imaginación”. Cuando alguien grita: “La imaginación al poder”, nos está diciendo que quieren ser profetas del mundo con el que ha soñado. En nuestra cultura moderna vivimos demasiado preocupados por disfrutar los pequeños placeres del momento presente. No solemos romper el “techo de lo inmediato”. Nos hemos instalado en la realidad. Somos, a veces, malamente “realistas,” pragmáticos. Tenemos que despertar el profeta que todos llevamos dentro. Tenemos el arma de la imaginación para ponerla al servicio de la humanidad y del Reino. Tenemos en nuestro interior un tremendo poder para enriquecer nuestra vida y el mundo que nos rodea. Este poder es nuestra imaginación. Ella puede tomar el mundo como es y verlo como podría o debería ser. Nos permite ser originales, creativos, proyectar cosas nuevas, nos lanza más allá de la realidad presente. La imaginación, productora de sueños y fantasías, también nos ayuda a conocernos a nosotros mismos ya que en ella se proyectan nuestros deseos y necesidades más profundas.

DISCIPLINAR NUESTRA IMAGINACIÓN: El silencio de la imaginación nos ayuda a disciplinar esta facultad haciéndola que presente imágenes más realistas y creativas en el bien. Una imaginación poco disciplinada es fuente abundante de errores, de pérdida de tiempo, de decisiones imprudentes, de temores infundados, de entusiasmos locos y esfuerzos estériles, aleja de la realidad y mueve a la evasión. Una imaginación desarrollada y disciplinada se convierte en una gran fuerza para el seguimiento de Jesús. Un “sano dominio” de la imaginación ayuda a impedir “evasiones” y a utilizarla para buscar “puertas de salida” a situaciones difíciles. Una imaginación disciplinada nos ayuda a tener – en la medida de las posibilidades – una justa valoración de sí mismos, de los demás y de los sucesos que uno vive.

LA LOCA DE LA CASA: Santa Teresa se refirió a la imaginación llamándola “la loca de la casa”. Y es cierto que muchas veces no usamos bien este gran poder que tenemos.

Con frecuencia la imaginación se convierte en “fantasía defensiva”, cuando tendemos a sustituir nuestra realidad, a veces dolorosa, amenazadora o desgarrada, por nuestra fantasía. Tratamos así de satisfacer alguna necesidad personal con nuestra imaginación evitando enfrentarnos con las responsabilidades que la realidad nos plantea. En este caso la imaginación deja de ser fuente y motor de cambios concretos. Hay dos maneras típicas de actuar que tiene nuestra imaginación para hacernos “sentir bien”: 1.-Soñar con ser el héroe conquistador : experimentamos temerariamente la conquista de grandes logros sin que ninguno de nuestros sueños se den en nuestra realidad, Ej. Enfrentamos problemas hogareños y los resolvemos de un plumazo, hacemos negocios fantásticos, nos imaginamos rodeados de éxito y de la admiración de los demás. . 2.-Soñar con ser el héroe sufriente o mártir : aquí sentimos que estamos llevando más de lo que nos corresponde de la carga de la vida. Creemos que somos nosotros los únicos que tenemos problemas, que siempre nos toca el trabajo más duro, que nadie nos comprende. Mediante estos mecanismos evitamos enfrentarnos con nuestras verdaderas limitaciones. La actitud de “ensoñación permanente”: si yo fuera de tal o cual manera... si tuviera esto o lo otro...Todo esto esconde falta de aceptación de sí mismo y de una profunda necesidad de autovaloración que está insatisfecha. La gran diferencia entre imaginación creativa y fantasía neurótica es que la primera es reconocida como fantasía. Nosotros sabemos que no es real y tratamos con ella como tal. La fantasía neurótica se confunde con la realidad o la sustituye. Nos excusa de enfrentarnos con la realidad. Una imaginación poco disciplinada es fuente abundante de errores, de pérdida de tiempo, de decisiones imprudentes, de temores infundados, de entusiasmos locos y esfuerzos estériles, de prejuicios y suspicacias. Nos impide vivir el momento presente. Nos mueve a la evasión.

EL SILENCIO DE LA IMAGINACIÓN. Aquí se trata de silenciar nuestra imaginación, disciplinarla, para que no se descontrole y nos haga pasar malos momentos. Nos proponemos: 1.-Descubrir si la imaginación nos ayuda a cambiar nuestra realidad personal y social. 2.-Desarrollar y disciplinar la imaginación logrando ser más creativos.

FANTASÍA Y REALIDAD. Para que nuestra imaginación sea constructiva debemos estar atentos de modo que la fantasía siempre esté orientada a la realidad. Nuestra imaginación enriquecerá nuestra vida y nos brindará nuevas posibilidades en la medida en que no nos rehusemos a enfrentar la realidad. Cuando empleamos bien nuestra imaginación y la ponemos al servicio del Evangelio desembocamos en la “utopía creadora” que estimula la acción y lanza al futuro. La “utopía”, aunque por definición no sea algo real, es capaz de ilusionar, de comprometer en la acción, de movilizar todas nuestras energías al servicio de los demás. La utopía frustrante origina visionarios que sueñan con la realidad y construyen castillos en el aire. La utopía creadora parte de la realidad y la proyecta hacia el futuro. Sólo pueden soñar creativamente un mundo nuevo, aquellos que están metidos a fondo y conocen bien este mundo. Podríamos decir que “sólo imaginan bien los realistas”.

ORACIÓN E IMAGINACIÓN. La imaginación nos puede ser muy útil en el momento de orar, viendo y descubriendo virtudes y actitudes en Jesús. Ej. El amor a los enemigos: “Pero yo les digo que no enfrenten al que les haga mal; al contrario, a quien te abofetea en la mejilla derecha, préstale también la otra; al que te demande para quitarte la túnica, dale también el manto; y al que te pida que lo acompañes mil pasos, ve con él dos mil..” (Mt. 5,39-41) Antes de poder hacer tal cosa en la realidad debemos ser capaces de hacerlo en la fantasía. Imaginemos a la persona que más nos desagrada en este momento y de la manera en que más nos desagrada. ¿Cuál es el camino que deben recorrer mis disposiciones hacia ella para transformar ese sentimiento en la actitud que Jesús me pide ? Comienzo con la imaginación a recorrer ese camino. No me resisto a ella. Le muestro la otra mejilla. Dejo que tome lo mejor de mí. Imagino a Jesús y lo veo amando a esa persona, muriendo en la cruz por ella. Si uno es capaz de ir haciendo esto en su imaginación, en presencia de Jesús en la oración, si reitero con frecuencia este ejercicio, ese “mal” sentimiento se irá “lavando”, irá desapareciendo, hasta que se instale en mi corazón el sentimiento que Jesús tiene por ella. Usando así la imaginación en principio no cambiará la realidad para que concuerde con mis gustos. Más bien cambiamos nosotros, cambia nuestra actitud frente a la realidad y frente a las personas. Además, si realizo este ejercicio en una actitud de fe, en presencia de Dios, no será un mero “recurso psicológico”. La acción de la gracia irá trabajando en nosotros con una profundidad y una eficacia que no podemos medir ni sospechar.

Revisar nuestra imaginación 1.

Dejo vagar mi imaginación de forma que me evado de la realidad? ¿Es motivo de pérdida de tiempo, prejuicios, suspicacias, malentendidos? ¿Utilizo mi imaginación de forma creativa y dinámica?

2. Dedico un rato a “soñar despierto” e imaginarme en distintas situaciones o lugares (empresa, familia, en una guerra, en el colegio, en la facultad, practicando algún deporte..)Luego anota: qué rol ocupé, mi relación con los demás, lo que pensé y sentí. Así con varias situaciones. ¿Qué sentimientos y pensamientos genera en mí lo que imagino de mi mismo? Qué características desarrollo en mi al imaginarme, son reales o proyección de mi orgullo o de mi ambición? ¿Cómo imagino a los demás? ¿Inferiores o superiores a mí? 3.

Orar utilizando la imaginación. Elegir un texto del Evangelio en que Jesús se encuentra con una persona e imaginarlo. Luego meterme en la situación e imaginarme siendo uno de los personajes. Ejemplos: Encuentros de Jesús con: Lc. 18,35-43.. El ciego de Jericó Mc. 10,17-22 El Joven Rico. Jn-4. La Samaritana.

3.1- ¿Soy capaz de concentrar mi imaginación y utilizarla creativamente en la oración? ¿Me ayuda a tener encuentros más profundos con Jesús? 3.2-Durante un tiempo, elegir antes de acostarme, el acontecimiento del día que más me haya tocado (un encuentro con una persona, un disgusto, un sufrimiento..etc.) e imaginarme a Jesús en la misma situación ¿Qué hubiera hecho él? Después de hacer esto varios días, puedo hacer a la inversa: al levantarme, pensar en alguna situación que tendré que enfrentar durante el día e imaginarme a Jesús en esa situación. 3.3-¿Me ayuda la imaginación para conocer más a Jesús y para dejar que su Vida se haga parte de la mía?

UNA MIRADA A MI INTERIOR. Es importante descubrir la acción de Dios a lo largo del día y revisar cómo ha sido mi respuesta. Pasos: 1.- Pedir luz. Ponerme en la presencia de Dios. “Ven Esp. Santo, dame la gracia de verme como Dios me ve” 2.- Agradecer a Dios por los dones que El me da. Dar gracias por la acción de Dios a lo largo del día: en la oración, el trabajo, en mis relaciones familiares y con otros. 3.- Examinar mis actos a la luz de Dios. * Revisar mis palabras, acciones, pensamientos del día. * Revisar la virtud que estoy ejercitando. * Ver mis motivaciones interiores. *¿Qué me mueve? *Preguntarme: ¿Mis acciones, palabras, pensamientos...han sido según la voluntad de Dios ? ¿Han sido una respuesta a los “movimientos” del Espíritu ?. 4.- Dejarme reconciliar con el Señor. Pedir perdón por las respuestas inadecuadas confiando en su misericordia. Elaborar un compromiso. Es bueno hacerlo por escrito

TEXTOS PARA LA MEDITACIÓN 1.- La imagen de Jesús debe ocupar nuestra mente Jn. 14,9 “El que me ha visto a mi ha visto al padre” Col.2,2-3 “Alcancen en toda su riqueza la plena inteligencia y perfecto conocimiento del Misterio de Dios, que es Cristo, en el Cual están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia” 2.- Nuestra imagen ha de reflejar a Cristo. Gen. 1,26 “Dijo Dios: Hagamos al hombre a imagen nuestra, según Nuestra semejanza” Rom. 8,29 “A los que de antemano conoció, también los predestinó a Reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos”

TEMA.- 5 EL SILENCIO DE LAS PASIONES (Convertir el corazón) Introducción: Hemos ido recorriendo el camino de los distintos silencios: De la PALABRA - DE LA MENTE - DE LOS SIGNOS - DE LA IMAGINACIÓN - . Al abordar el silencio DE LAS PASIONES, Nos introducimos en el corazón del hombre. Hemos ido de la periferia al centro de la persona, a la fuente de donde brotan las palabras, signos, juicios, deseos... Estamos en la Etapa de “PREPARACIÓN” cuyas primeras virtudes a desarrollar o actitudes a lograr son: El conocimiento de uno mismo y el autodominio. Todo lo que hemos estado viendo hasta el presente sobre el silencio, apunta a esto.

¿QUÉ ENTENDEMOS POR PASIONES? Llamamos pasiones a todo lo que se produce en el corazón del hombre, solemos hablar del corazón como el lugar donde se sitúa nuestro mundo afectivo. Este mundo afectivo, está compuesto por sentimientos, emociones, pasiones. Con frecuencia surgen “afectos” vagos, difusos, difíciles de identificar y cuyo origen no es fácil de precisar. Ej. Cuando me siento “bajoneado”, estoy depresivo. Otras veces puedo poner nombre a mis sentimientos o emociones y se de dónde surgen, qué los motiva. Unas veces esos movimientos afectivos son violentos y breves, como las emociones. Otros son más permanentes y suaves, como los sentimientos. Poner en orden el corazón no es fácil. Hay que aclarar que no todo lo que surge del corazón tiene una causa consciente, ni es provocado expresamente por nosotros. Con frecuencia nos sorprendemos sintiendo cosas que no queremos y que, incluso, nos avergüenzan.

Dice el beato G.J. Chaminade: “Lo que decimos del silencio de la mente lo podemos decir también del silencio de las pasiones. No pretendemos llegar en nosotros a la extinción de toda pasión, sino que queremos ponerles un freno e imponerles una norma. Para llegar a regular bien nuestras pasiones se requiere: *Saber qué pasión debería dominar en nosotros. *Cuál es la que ahora nos domina. *Sustituir la pasión dominante por la que debería dominar en nosotros. A cada uno le toca examinar que pasiones domina en él. Para lograrlo, es bueno sondear cuál es el motivo de sus acciones, estudiando también los movimientos de su corazón”

EL SILENCIO DE LAS PASIONES CONSISTE EN: Tomar conciencia de nuestros sentimientos y emociones profundas. Saber si vienen del viejo o del nuevo yo y actuar según su origen. Llegar a encontrarnos con nosotros mismos

Caminar hacia una armonía interior que haga primar en nosotros la pasión, el amor y la entrega. Apasionarse como Jesús y con Jesús por lo que es bueno.

IDENTIFICA TUS ESTADOS DE ÁNIMO Te propongo una lista de estados de ánimo por los que seguramente has pasado alguna vez Algunos se repetirán con más frecuencia. Es una ayuda para conocerte mejor y saber cuales son los más permanentes en ti. Estos estados de ánimo nos hablan de necesidades personales más o menos encubiertas, de nuestra actitud ante la vida, del grado de satisfacción que tenemos frente a la existencia, de la mayor o menor plenitud que experimentamos frente a nuestro proyecto de vida, frente a las grandes opciones que vamos haciendo.

Podemos sentirnos: Comprendidos.- agitados.- desalentados. – enojados. – tranquilos. – amargados. – joviales. – contentos. – contrariados. – rechazados. – malhumorados. – desesperados. – temerosos. – satisfechos. – reprimidos. –renovados. – asustados. – furiosos. – alegres. - melancólicos. agresivos. - aceptados. – molestos. – felices. – decididos. – aplastados. – inseguros. – celosos. – solos. – irritados. – cariñosos. – heridos. – mezquinos. – desolados. – miserables. – nerviosos. – preocupados. – entusiasmados. – abrumados. – en paz. – desconcertados. – convencidos. – tristes. – seguros. - presionados. – afectuosos. – integrados. – incómodos. – amados. – serenos. estables. – dichosos. – tensos. – confundidos. – fastidiados. – amenazados. – esperanzados. – indiferentes. – ansiosos. – deprimidos. – débiles. – incomprendidos. – cómodos. – resentidos. – cansados. – solidarios. – secos. – confiados. – admirados. – agradecidos. – excitables. Todo esto forma parte de la condición humana y no debemos escandalizarnos de nada de ello. Los estados afectivos, los sentimientos, las emociones y las pasiones no son por sí mismos materia moral. Más aún no son un bien y, originariamente, apuntan a un bien, aunque a veces el nombre nos lleve a pensar que son algo “malo”, por ejemplo “furioso”. Solamente comienzan a ser algo malo si nos desbordan, si nos llevan a realizar actos malos, si dejan de subordinarse al auténtico “bien” personal o al bien de la comunidad. Por ello, serán buenos o malos según el objeto al cual se dirijan. Recordemos que no “somos” exactamente lo que sentimos. Podemos tener sentimientos “negativos”, pero ellos no definen totalmente lo que somos. Somos más que nuestros estados de ánimo.

LAS “PASIONES” SON NECESARIAS. La pasión es una energía vital positiva. importante en la vida.

Sin un amor apasionado no se puede hacer nada

¿Qué son las pasiones? Son deseos, sentimientos o emociones que nos impulsan a actuar de una determinada manera. Las pasiones son exactamente deseos que lentamente se estructuran y concentran en torno a un objetivo único. Se transforman en fuertes inclinaciones o afectos hacia algo. Por ello se convierten en la fuerza que da movimiento a nuestra vida. Mueve nuestras motivaciones más profundas. Es muy importante trabajar sobre ellas y ponerlas al servicio de nuestro “ proyecto de vida”, del crecimiento de la vida de Jesús dentro de nosotros, de la construcción del Reino. Se trataría en definitiva de evangelizar el corazón.

¿QUÉ PRETENDEMOS? Descubrir a quien o a qué están apegados nuestros sentimientos. Conocer la pasión dominante que poseo y hacer de ella algo cada vez más positivo. Apasionarme como Jesús y con Jesús por lo que es bueno.

De esta manera vamos tomando conciencia de nuestros sentimientos y motivaciones más profundos, caminamos hacia una armonía interior que vaya haciendo primar en nosotros la pasión “amor-entrega”. Cuando nuestro corazón queda “silenciado” nuestras palabras, signos, pensamientos, pueden ser vehículos de unidad, de paz, de comunión. Nuevamente hay que decir que no se trata de reprimir esas fuerzas. Un esfuerzo ascético así sólo provocaría represiones, neurastenias, amarguras. Se trata de ir callando nuestras pasiones para dejar crecer las pasiones de Cristo en nosotros. La pasión de Cristo es el Padre y el Reino. Para nosotros es un trabajo duro y largo cambiar el corazón (en la tradición de la Iglesia se llama “conversión”).A medida que avanzamos en nuestro camino, más y más iremos experimentando que esa “conversión” es un don de Dios. Pero nosotros podemos y debemos contribuir con nuestro esfuerzo y apertura.

AMASANDO EL CORAZÓN 1.-El proceso de conversión cristiana se desencadena cuando hemos tenido la experiencia fundante del amor de Dios. Experiencia que nos lleva a sabernos incondicionalmente amados, aceptados, perdonados por El. No buscamos convertirnos a “valores”, o a una “causa”, a un ideal abstracto. Sino a una Persona que nos invita a seguirle, y a compartir su vida y su misión. 2.-Al ejercitarnos en el “silencio de las pasiones” (silencio del corazón) tratamos de conocer cuáles son las motivaciones conscientes e inconscientes que actúan en el fondo de nuestro obrar. Acudimos a la oración. A la escucha de la Palabra, al examen de conciencia, a la revisión de vida. También los que nos rodean y conocen pueden hacernos llegar advertencias, correcciones, observaciones que nos “abran los ojos”. 3.-Una vez que conozcamos nuestras motivaciones, nuestras grandes pasiones, deberemos contrastarlas con las pasiones y los “quereres” del corazón de Cristo: El Padre y el Reino. Aquí se sitúa la conversión. Hacer nuestra opción fundamental o reactualizarla, focalizando nuestra vida en orden a Jesús y al Reino, jerarquizando nuestras pasiones y criterios, sustituyendo nuestras “pasiones inútiles” por actitudes y motivaciones profundas evangélicas. 4.- La culminación del proceso es apasionarse por el Reino y poner todas nuestras energías al servicio de la misión, alegrándonos de gastar toda nuestra vida en el servicio de los demás.

TEXTOS PARA LA MEDITACIÓN Stgo. 4,1-2; 1Jn. 2,15-16; Mt. 5,28; Gal.5,24;

TEXTOS PARA ORAR.

Mt.22,37-39¸ Mt 5,8

1.-Recuerda todo lo que viviste durante el día y anota los sentimientos y emociones que experimentaste. Agrupa los que se repiten. ¿Qué tipo de sentimientos prevalecen, positivos o negativos ¿Puedo descubrir alguna pasión dominante que se exprese a través de ellos? 2.-Puedes hacer una lista de las personas con que te relacionas cotidianamente, anota los sentimientos que tienes respecto de ellas. ¿Qué predomina en mi relación con los demás: el amor egoísta o el amor desinteresado? 3.-Elige una o dos personas con las que experimentas sentimientos negativos: acepta que los tienes, busca las causas (algún acontecimiento vivido juntos, algo que me dijo, algún tipo de asociación con otros hechos desagradables vividos...etc..) te invito a que expreses con algún gesto tu decisión de cambiar. Si persisten, contrarréstalos con gestos positivos. Eres capaz de descubrir y aceptar tus sentimientos negativos? Haces el esfuerzo para cambiarlos o encauzarlos positivamente? 4.-¿Puedes expresar libremente tus sentimientos? 5.-Aceptas tus angustias, miedos, tristezas, ansiedades...o buscas compensaciones (comida, cigarrillo, alcohol...etc.)? 6.-¿Con que sentimientos de Jesús creo que tendría que ir identificándome?

RESUMEN DE LOS 5 SILENCIOS EL SILENCIO: Es dominar nuestras facultades corporales o espirituales para usarlas en vistas al bien es decir solamente se la utiliza como y cuando se debe. SILENCIO DE LA PALABRA Es el domino de la palabra, para que uno diga lo que quiere decir, cuando y como debe. SILENCIO DE LOS SIGNOS Es controlar las expresiones no verbales para expresar solo lo que es bueno y útil; SILENCIO DE LA MENTE Es fijar el pensamiento en ese algo en que debería ocuparme y en eliminar de el todo los otros pensamientos inútiles respecto al tema en que debo ocuparme. SILENCIO DE LA IMAGINACIÓN Es la disciplina que le ponemos a nuestra imaginación para que nos ayude a ser más realistas y creativos en hacer el bien. SILENCIO DE LAS PASIONES Es poner freno a nuestros impulsos para orientarlos bajo una norma. “La voluntad de Dios”

CONCLUSIÓN Es necesario ir descubriendo la riqueza que encierra esta sabiduría antiquísima de los cinco silencios, que no es exclusiva del camino espiritual cristiano, ya que aparece en todas las culturas y religiones del mundo. Pero es en los padres del desierto, los grandes escritores místicos, el sufismo islámico, y la vida monástica donde más se profundiza. La nostalgia espiritual que anida en el corazón humano se hace más viva hoy, cuando el ajetreo de la vida, el vértigo de las comunicaciones, o la pérdida del marco religioso, se adueña de nuestra cultura. Y la gente en medio de esta hora fascinante y a la vez difícil, busca entrar en el corazón del silencio. Esto significa acceder a otra dimensión, la de una espiritualidad que no quiere separarse del mundo sino acoger y vivir la realidad de otra manera, la que lleva a lo mejor que todo hombre y toda mujer desean en la vida. La búsqueda del silencio es un síntoma de una llamada, es el signo de un vacío que quiere ser colmado. Los “cinco silencios” de la espiritualidad Marianista son un aporte a esta búsqueda, son un tesoro aún desconocido que nos llevan a la madurez en Cristo y la búsqueda del Reino

SÍNTESIS DE LA ETAPA DE PREPARACIÓN Construir sobre la Roca Medios

Actitudes a lograr Cinco silencios

Silencio de la palabra Silencio de los signos Silencio de la mente Silencio de las pasiones Silencio de la imaginación

Conocimiento y dominio de sí mismo

Recogimiento Obediencia Aceptación de las mortificaciones

Docilidad al Espíritu Fortaleza de carácter

Otras ideas sobre el silencio A modo de conclusión

Las cosas más importantes del hombre se realizan en silencio: *se piensa en silencio.- *se sueña en silencio.- *se espera en silencio.- *se ama en silencio *se lucha en silencio.- *se muere en silencio. El silencio es maestro de sabiduría. Las realidades más valiosas de la vida son inefables, no pueden describirse con palabras; solo pueden compartirse en silencio5 “El silencio habla con su voz, con sus mil voces… hay silencios cargados de esperanza y silencios cargados de vacío…El silencio tiene su lenguaje propio, una variadísima gama de mensajes. En el silencio es donde Dios habla al corazón del hombre. Aquí, el silencio se convierte en una morada habitada por la escucha”6 Mirando la vida de Jesús descubrimos, que él que era la Palabra de Dios hecha carne, estuvo callado prácticamente toda su vida, consagrando a la Palabra sus últimos tres años. En El habitaba el silencio. Lo eligió como compañero antes de comenzar su ministerio, retirándose al desierto durante cuarenta días . Mt 4,1-11.Largos momentos de oración con su padre Dios, se retiraba para estar en intimidad y en el silencio. Jesús hace silencio en los momentos importantes. Cfr. Mc 1,34-39 Es la forma de encontrarse mejor con los hombres. Ante la mujer sorprendida en adulterio Jesús primero. Cfr. Jn.8,1-11 se calla. Jesús se va callando conforme se acerca la pasión. En Getsemaní, ante Pilato se calla. En la cruz…Hay momentos en la vida, como frente a un gran dolor, en los que el silencio se convierte en un signo de respeto, solo sirve la presencia y el silencio. La conversación humana está hecha de palabras, pero también de silencios, hay momentos en la vida en que el silencio se confunde con el respeto, con la sola presencia.

5

José M. Vallarino. “Jesús, conmovido, lo tocó…” Pág. 48

6

A. Rover. “El silencio”

Con frecuencia el silencio se manifiesta bajo distintos signos como angustia, bronca, resentimiento. Hay otros silencios que hablan, como la mirada, el gesto de tomar de la mano, con el beso…

RECOGIMIENTO (Síntesis) Consiste en agrupar todas las fuerzas que llevamos dentro de nosotros mismos, para corregir y combatir lo que nos turba, nos distrae, nos ocupa. Se trataría en definitiva en concentrar nuestra energía en la tarea que tenemos entre manos. Así y sólo así las energías de la naturaleza y de la gracia llegan a tener pleno efecto. Todo esto nos llevaría a vivir en la presencia de Dios, a ser uno dueños de nosotros mismos, y aplicar todas nuestras facultades en lo que se está haciendo para hacerlo bien.

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