El sueño de Descartes, pesadilla nuestra?

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El racionalismo de Descartes
Hª Filosofía. El racionalismo de Descartes. I.E.S. Pintor Juan Lara El racionalismo de Descartes “Principios del siglo XVII: Europa está rota... La a

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CULTURA

El sueño de Descartes, ¿pesadilla nuestra? SERGIO SILVA, SS.CC.

¿Hacia dónde nos lleva el "progresismo"de la cultura moderna? El autor, egresado de Ingeniería, teólogo y profesor en la Facultad de Teología de la Universidad Católica, reflexiona sobre esta fe ciega que se tiene en el desarrollo científicotécnico a partir de Descartes. l tema que aquí propongo a la reflexión me viene ocupando, casi como obsesión, desde hace varios años. Se trata de la que creo es una profunda crisis de la cultura moderna, sobre todo de su "progresismo", es decir, de su fe en que el desarrollo científico-técnico nos Iteva hacia días cada vez mejores, hacia un cuasiparaiso terrenal. Esta vez he ido a uno de los primeros pensadores modernos que ha expresado esta fe "progresista", Rene Descartes, para revisar, con la distancia que nos dan exactamente tres siglos y medio, en qué han ido a parar sus sueños de progreso ilimitado.

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co de una actitud que, a partir de su tlempo.no ha hecho más que extenderse triunfalmente en el mundo moderno. Actitud que él expone en la última parte de su Discurso del Método, publicado en 1637, donde da cuenta de las razones que lo han movido a publicar este Discurso, como Prefacio a tres obras de ciencia: la Dióptrica, los Meteoros y la Geometría; a pesar de los problemas que ha debido enfrentar recién Galileo, condenado en 1633 por la Inquisición Romana por desobedecer la orden recibida en 1616 deno enseñar el sistema copernicano y, además, como sospechoso de herejía. (La pena inicial de cárcel le fue luego conmutada por la de arresto domiciliario).

El sueño de Descartes ¿Por qué hablar del sueño de Descartes? En verdad, se podría hablar igualmente del sueño de Bacon o de la Ilustración o, más en general, del sueño de la filosofía moderna o de la cultura moderna, incluso del hombre de la calle, por lo menos desde mediados del siglo pasado en Europa. He tomado a Descartes (31 de marzo de 1596 a 11 de febrero de 1650) como caso típi32

a) La finalidad: lograr conocimientos útiles para la vida. Descartes ha sido educado —en Colegio de Jesuítas— en la idea de que las "letras" (nuestras "Humanidades" de hasta hace poco) permitían adquirir el conocimiento útil para la vida. Pero la experiencia personal lo ha desengañado. A cambio, cree haber descubierto en los principios de la Física el camino para lograr realmente ese conocimiento.

Se trata no de la filosofía especulativa que se enseña en las escuelas, sino de una filosofía práctica que permite conocer clara y distintamente "la fuerza y las acciones del fuego, del agua, del aire, de los astros, de los cielos y de todo los demás cueroos que nos rodean", así como el artesano conoce su oficio: para emplearlas, igual que el artesano, "en todos los usos que les son propios y hacernos así amos y señores de la naturaleza". "Esto es deseable no sólo para inventar infinidad de artificios que nos permitirían gozar sin ningún esfuerzo de los frutos de la tierra y de todas las comodidades que en ella se encuentran, sino principalmente también para la conservación de la salud, sin duda el primer bien de esta vida y el fundamento de todos los demás". En su entusiasmo, Descartes llega a prever la liberación de muchas enfermedades "y quizá también del debilitamiento de la vejez". Esta "filosofía práctica" que Descartes ha encontrado, consiste, como se ve, en lo que hoy llamamos industria y medicina. b) El método: el de las matemáticas, seguro y acumulativo. Durante sus estudios. Descartes ha gozado sobre todo con las matemáticas, por la certeza y evidencia de sus razones; pero a la vez le ha extrañado que sobre tan firmes y sólidos fundamentos MENSAJE N° 366. ENERO FEBRERO 1988

c no se hubiera edificado un alto edificio. En su madurez, ha descubierto cómo aplicar el método de las matemáticas para lograr esa ciencia —industrial y médica— tan necesaria para la vida. Por eso publica este Discurso, movido por esa ley "que nos obliga a procurar, en cuanto está de nuestra parte, el bien general de todos los hombres". Para que así la brevedad de su vida no sea obstáculo a la multitud de experiencias que hay que hacer para lograr esa ciencia, porque cada nuevo investigador podrá empezar donde el anterior terminó; "y así, uniendo sus vidas y los trabajos de muchos, podríamos ir todos juntos mucho más lejos de donde podría llegar cada uno solo". Descartes está convencido de que este método experimental y matemático hace de su filosofía práctica algo totalmente distinto de la filosofía especulativa —la Escolástica aristotélica— que él ha conocido. c) La conclusión: el hombre como amo y señor de la naturaleza. Ya he citado en el párrafo a) la famosa frase en que Descartes propone a la humanidad el ideal de hacernos amos y señores de la naturaleza.

CULTURA naturaleza que no terminan de maravillarnos, tanto por su capacidad de penetrar en los secretos de la naturaleza como por la de transformar sus conocimientos en técnicas útiles para esta vida. La penetración en dichos secretos se ha hecho posible por el paralelo desarrollo de técnicas e instrumentos de investigación cada vez más poderosos, que han ido adentrándose tanto en el mundo microfísico de los átomos y las partículas subatómicas, como en el macrofísico de los sistemas solares, las galaxias y los nidos y redes de galaxias situados a crecientes miles de millones de años luz de nosotros. Con retardo, también la Biología ha emulado a la Física, penetrando en el secreto microbíológico de la célula y de sus códigos genéticos y en el macrobiológico de la inmensa génesis evolutiva del mundo; y, más atrás, las ciencias humanas se han empezado a introducir en el mundo microsiquico de nuestras profundidades inconscientes y en el macrosíquico de los procesos históricos de la humanidad.

Este fascinante desarrollo se ha hecho, sin embargo, a expensas del cultivo de otros aspectos de la persona humana, tanto o más importantes que sus capacidades científico-técnicas, como son su capacidad de comunicación auténtica con los demás, de reflexión sobre sí y de entrada en si mismo, y de búsqueda del sentido de la vida y de Dios. b) La primacía del método, por su seguridad. Las ciencias de la naturaleza se han desarrollado gracias al método — que podemos llamar matemático-experimental— propuesto ya por Galileo y pulido y retomado en estos tres siglos y medio en infinidad de variantes, adecuadas al objeto particular de estudio y a los instrumentos de medición y de conceptualización disponibles en cada época. Galileo hablaba de dos partes del método: el método "compositivo", que consiste en la formulación de una hipótesis matemática acerca de la variación respectiva de dos o más variables, y el método "resolutivo", o experimenta-

La realización del sueño de Descartes... No parece que pueda caber duda de que el mundo moderno se ha inspirado —consciente o inconscientemente — en este sueño de Descartes y lo ha llevado a la práctica. a) El desarrollo casi exclusivo del conocimiento útil para esta vida. Desde Descartes hasta hoy hemos asistido al espectáculo —fascinante por muchos lados— del desarrollo de unas ciencias de la MENSAJE N" 366 ENERO FEBRERO

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CULTURA ción que confirma o contradice esa hipótesis. Es cierto que, a partir de Einstein (teoría de la relatividad) y de Heisenberg (principio de indeterminación), la Física ha entrado en una profunda crisis de fundamentos. Creo, sin embargo, que esta crisis aún no encuentra solución y, por lo tanto, la cultura moderna sigue estando marcada por el método de Galileo en crisis. Sin embargo, la seguridad de los conocimientos que este método nos proporciona se ha pagado al precio de serios problemas, fundamentalmente la insignificancia de estos conocimientos seguros, que no nos ayudan a saber por qué ni para qué estamos en la existencia. c) Conclusión: el eihos cultural moderno, un elhos de señorío autónomo. El mundo moderno se ha edificado sobre la base del rechazo al mundo medieval, visto como un tiempo heterónomo. un tiempo en el que el hombre se dejaba dictar la ley de su conducta y de su desarrollo por instancias ajenas a su libertad, sobre todo la Iglesia y su autoridad dogmática. A los ojos de la modernidad, la he teronomia aparece como indigna del hombre adulto, capa? de usar de su razón y de su libertad y de construirse de acuerdo a sus propios proyectos; capaz, por lo tanto, de autonomía. De aquí surge necesariamente el otro aspecto del ethos moderno, la dominación, porque entre las creaturas el hombre ocupa el lugar privilegiado del rey, gracias a su razón y a su capacidad de dominar, mediante la técnica de base científica hoy las fuerzas y procesos naturales, para hacerios servir a sus proyectos. Autonomía y dominación confluyen en la actitud de señorío: el hombre se siente amo y señor de la naturaleza y, progresivamente, tam34

bién de la historia y de si mismo ...Se nos está volviendo pesadilla El sueño de Descartes, tal como de hecho se ha realizado en el mundo moderno, parece estar entrando en una crisis de gran magnitud. a) Los electos nocivos del conocimiento útil para esta vida Los efectos dañinos de la ciencia moderna y de su inseparable técnica se pueden detectar en las tres relaciones fundamentales que establece el hombre: con la naturaleza, con los demás y consigo mismo. La relación con la naturale-

za está progresivamente afectada por los crecientes désequilibros ecológicos provocados por la técnica moderna y. su concomitante, la explosión demográfica. La relación con los demás, en el nivel macrosocial, nos ha llevado a vivir al borde de la aniquilación de la humanidad entera, "gracias" a los instrumentos de muerte que se han acumulado. Descartes, al terminar su Discurso del Método. expresaba su decisión de dedicar el resto de su vida a la investigación de la naturaleza con fines médicos y señalaba que su inclinación lo alejaba tan fuertemente de todo otro designio, "principalmente de los que no podrían ser útiles a costa de otros" —con lo que

Maravillosa capacidad de penetrar en los secretos de la naturaleza MENSAJE N • 366, ENERO FEBRERO 1988

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CULTURA do por la seguridad del método científico.

Descartes: un sueno que enlra en crisis

aludía al posible uso militar del conocimiento de la naturaleza— "que si algunas circunstancias me forzaran a dedicarme a ellos, no creo que fuese capaz de tener éxito". Sin embargo, hoy prácticammente la mitad de todos los científicos del mundo están trabajando en "designios que no pueden ser útiles a unos sino a costa de o t r o s " ; "otros" que son hoy. por la magnitud de las armas de que disponemos, toda la humanidad. La relación consigo mismo está marcada por lo que, analógicamente, podemos llamar "contaminación interna": el stress, la neurosis, el hastío, la pérdida del sentido de la vida que causa el tipo de vida masificador, que tiende a hacer del individuo un engranaje inerme de la maquinaria social; y la drogadicción y las mil formas de violencia como reacción sin sentido a una vida sin sentido. Y, en el fondo de la destrucción creciente de estas tres relaciones, es la relación con el Dios Vivo y Dador de Vida, la que no logra establecerse adecuadamente. b) El escepticismo provocaMENSAJE N 3 366. ENERO-FEBRERO 19SB

Como por una ironía del destino el método científico de conocimiento ha llegado a ser hoy inseguro. No en cuanto fuente de medios técnicos de dominación de la naturaleza, sino en cuanto conocimiento. De hecho, lo que las ciencias conocen ya no es la realidad misma, sino "modelos" de la realidad, orientados a su dominio, pues funcionan como la realidad, de modo que el manejo teórico y experimental del modelo puede traducirse en un manejo técnico de la realidad. Esta es una de las consecuencias de la cada vez más estrecha vinculación de las ciencias modernas con la técnica. En la toma de conciencia

verdadera. Esta es la fuente del escepticismo científico de hoy. Sin embargo, la actitud escéptica no es la del hombre de la calle, ni siquiera la de la mayoría de los científicos y académicos, protegidos porque la ciencia sigue funcionando técnicamente como si sus conocimientos fuesen verdaderos. c) La crisis del ethos cultural de señorío autónomo.

El desarrollo de la cultura moderna es, en su reverso, el proceso progresivo de la expulsión de Dios, de su "muerte" cultural Dicho en forma muy somera, Galileo ha dejado á Dios sin casa en este mundo, convertido el cielo en ilusión óptica y perdida toda

"...lo que las ciencias conocen ya no es la realidad misma, sino 'modelos' de la realidad..." de esta "inseguridad" del conocimiento científico ha jugado un papel decisivo la crisis de la Física de comienzos de este siglo, sobre todo por la coexistencia de dos modelos, ondulatorio y corpuscular, que pueden dar eficazmente cuenta de los procesos al interior del átomo. La crisis ha repercutido en un cambio radical de la epistemología científica, marcado por las ideas de Karl Popper, según el cual las teorías científicas no pueden ser experimentalmente verificadas sino sólo "falsificadas", es decir, no se puede demostrar definitivamente que una teoría sea verdadera, sólo se la puede demostrar falsa; y mientras no se logre encontrar un experimento que la demuestre falsa, esa teoría es provisoriamente

jerarquía en el espacio indefinido y homogéneo; Darwin le ha quitado su "pega" en la cosmogénesis, que parece funcionar sola, como despliegue de las energías de la materia; Marx, en cuanto teórico de las revoluciones del mundo moderno, lo deja sin "pega" histórica desde que se pretende descubrir las fuerzas que mueven la historia; Freud, por último, muestra su inexistencia real al demostrar su necesaria existencia ilusoria, neurótica. De hecho, sin embargo, esta muerte de Dios lleva inevitablemente a la muerte del hombre, es decir, como viera Pablo VI, "a un hombre impersonal, convertido en un número más entre la indefinida multitud de seres humanos, reducidos a fenómenos de suyo ¡n35

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significantes, válidos únicamente por lo que cuenta, al margen de su existencia original, en el plano numérico y de registro, en el plano económico y político, y en el más atrayenie, pero igualmente falaz, del consumo y del goce" (Pablo VI, Catequesis en la audiencia general del 23 de octubre de 1974). El mismo Pablo VI se preguntaba "si a pesar de todas sus conquistas el hombre no está volviendo contra sí mismo los frutos de su actividad. Después de haberse asegurado un dominio necesario sobre la naturaleza, ¿no se está convirtíendo ahora en esclavo de los objetos que fabrica?". (Octogésima Adveniens, N° 9).

¿Hay una salida? Las tendencias de muerte que he reseñado en el párrafo anterior son una amenaza real — ¡quién podría dudarlo!—, pero no se imponen necesariamente: su realización depende de nuestra libertad. Y siempre queda un espacio — sobre todo quizá en América latina, por nuestra condición culturalmente mestiza— donde se puede hacer el intento de vivir humanamente, sin de-

L.i relación con la naturaleza está afectada por los crecientes desequilibrios ecológicos

menores condicionamientos, la libertad. Sin embargo, las culturas cambian. Y una forma de influir en sus cambios es mediante la proposición y la discusión de las ideas. Una salida de la pesadilla supone un cambio radical del ethos cultural. Del señorío autónomo a un ethos de comunión y "teonomía". "Teonomía" supone recuperar el acceso a la experiencia de Dios, más allá de la estéril disyuntiva moderna entre

"Tampoco estamos solos: va con nosotros —lo sepamos o no— el Espíritu de Dios...". jarse llevar por esas tendencias. Pero una salida radical de la pesadilla que nos amenaza supone un cambio cultural que es, por definición, incontrolable. La evolución de la cultura no se puede predecir ni controlar como los procesos naturales, porque la cultura es el espacio donde se despliega, sometida a mayores o 36

autonomía y heteronomía. De hecho, la autonomía del hombre es relativa, pues él no se ha dado a sí mismo el ser, sino que lo recibe de otro. Sin embargo, ese otro —en definitiva, Dios— no es ajeno ("héteros"), sino, por el contrario, más intimo y entrañable al hombre que su propia intimidad ("autos"), porque El nos ha hecho a su imagen y seme-

janza, para que entremos libremente (aquí está la verdad de la autonomía) en comunión con El. Desde esta experiencia renovada de Dios podremos descubrir que el otro —sean los demás, sean los elementos de la naturaleza— es palabra que Dios nos dirige, palabra alentadora, llamado suyo a entrar en comunión con El, pero no en soledad individual, sino en comunión con esos otros. Pero no basta con un nuevo ethos cultural. Se requiere que ese ethos permee todos los aspectos de la cultura, muy en especial la ciencia y la técnica, que han de incorporar el principio de respeto por la naturaleza al único principio de dominación que actualmente las anima. La tarea propuesta —no se le escapará a nadie— es inmensa. Sin embargo, no partimos de cero. En el mundo del arte, por un lado, y en el de la religiosidad popular, por otro, hay muchas energías y muchas realizaciones esbozadas de un mundo nuevo, humano. Tampoco estamos solos: va con nosotros —lo sepamos o no— el Espíritu de Dios, que es "Señor y Dador de Vida". MENSAJE N" 366, ENEROFEBRERO 1988

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