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EL HELENISMO EN MÉXICO: EL TEATRO CLÁSICO Y EL GRIEGO MODERNO. Deseo iniciar este trabajo mencionando un hecho ya conocido: que la UNAM es la única universidad en todo este país de más de 112 millones de habitantes en la que se enseña la lengua griega clásica y moderna de manera laica y formal, porque, a pesar de que en la Universidad Pontificia de México se imparte también la koiné, del evangelio, sus objetivos son exclusivamente religiosos. En lo que se refiere a la enseñanza del griego moderno en el Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras (CELE) de la UNAM, su origen fue resultado de un acontecimiento fortuito: en 1976, un periodista griego llamado Yannis Pilijós le propuso al Director, Mtro. Raúl Ortiz y Ortiz, que le permitiera enseñar esta lengua en el CELE. El Director aceptó con una condición: conseguir un mínimo de 15 estudiantes para abrir el curso. Una vez que el requisito se cumplió y los estudiantes se inscribieron, el griego moderno fue incluido en el programa del Centro junto con inglés, francés, alemán, italiano, portugués, chino, ruso, árabe y hebreo.
Al cabo de un año, el periodista abandonó el país y la profesora Vassiliki Chatsiou lo sustituyó. Y un año más tarde recibí yo una invitación, por parte del CELE, para formar un equipo de trabajo con ella, enseñar la lengua y difundir su cultura. Es importante enfatizar que la política que el CELE ha seguido desde su creación es la de la enseñanza de lenguas en su contexto cultural. En 1979, Grecia estaba muy lejos de México: no había internet. No contábamos con métodos ni con materiales didácticos para el griego
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moderno. Fuimos las pioneras en este campo en México. Era la época en que las metodologías en boga eran la estructuralista y la audiolingual, enfocadas a la enseñanza del inglés. Los únicos libros de texto de griego moderno existentes eran los utilizados en las Comunidades Helénicas de los EE UU, que incluso eran difíciles de conseguir y, además, tenían errores de todo tipo, una mezcla de lengua culta (καθαρεύουσα) y coloquial (δημοτική), escritura politónica e incluso faltas de ortografía, debido a que no habían sido hechos por especialistas de la enseñanza de la lengua, sino por emigrados, y, por todas estas razones, estaban muy lejos de responder a nuestras necesidades. En estas circunstancias iniciamos la investigación en lingüística aplicada, en el área del diseño de cursos y de materiales, tomando como base el modelo de ESP (English for Specific Purposes) y el enfoque comunicativo, que se iba diseminando en los cursos de inglés de todo el mundo y, posteriormente, en los de francés y de otras lenguas. La investigación en lingüística aplicada, referente a la enseñanza del griego moderno, se iba ampliando y enriqueciendo a la par que nuestros materiales didácticos y el número de estudiantes que fluctuaba ya entre 40 y 50, distribuidos en seis niveles, iba también en aumento. Los cursos se fueron perfilando para ofrecer todo un programa cultural paralelo fuera y dentro del salón de clase. Se trataba de preparar a los estudiantes no sólo para una competencia lingüística y comunicativa, sino para participar en las fiestas nacionales y religiosas, montando con ellos pequeñas obras de teatro, enseñándoles poemas, canciones, bailes folclóricos, cocina, etc.
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Es importante señalar el gran apoyo recibido por parte de las instituciones griegas, como la embajada de ese país, el Ministerio de Cultura y el de Educación, que, a partir de 1980 empezaron a donar libros de texto oficiales -‐ los de la escuela primaria y secundaria-‐, así como otros de literatura, junto con materiales diversos: juegos infantiles, mapas, carteles, fotos, grabaciones, cassettes de música, banderas, etc. Y, casi simultáneamente, empezaron a enviar algunos libros de texto, que tampoco respondían a nuestras necesidades, pues eran para el aprendizaje del griego como segunda lengua y no del griego como lengua extranjera. De esta manera, recibimos los de las universidades de Salónica y de Atenas, que fueron incluidos en nuestros cursos y los enriquecieron con información cultural invaluable. Este apoyo institucional se amplió en el año 1984 con el ofrecimiento de becas estatales (IKY), lo cual ha representado, desde entonces, una motivación muy significativa para los estudiantes. Teniendo como aliciente la obtención de una beca para realizar un viaje a Grecia, tomar un curso en inmersión y establecer vínculos de amistad en ese país, los estudiantes se esfuerzan notablemente por elevar el nivel de sus conocimientos, y, una vez que logran su objetivo, se convierten, a su regreso, en grandes promotores del helenismo, estimulando a sus compañeros con la información viva de sus experiencias. Cabe mencionar que en 1987, visto el éxito obtenido en el CELE, la Profa. Chatsiou inauguró también los cursos de griego moderno en la FES Acatlán -‐ otro conjunto de Facultades ubicado en la zona norte e igualmente parte de la UNAM-‐, con lo cual hubo un aumento en el número de estudiantes entre las dos entidades universitarias.
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En 1996 organizamos el Primer encuentro de Profesores de Griego moderno en nuestra Universidad. Fue un acontecimiento que tuvo bastante resonancia en Grecia y resultados muy satisfactorios aquí. Contamos con la presencia de más de treinta profesores de universidades griegas y otro tanto de Europa y los Estados Unidos. Fue tal la difusión que se hizo, con el apoyo de las instituciones griegas y de la propia UNAM, que logramos persuadir al cantante Giorgos Dalaras para presentar un concierto en nuestra inauguración. En la etapa previa a los Juegos Olímpicos de 2004 en Grecia, el número de estudiantes de esta lengua se incrementó notablemente. Alcanzamos una inscripción record de casi 100 alumnos. Muchos de ellos atraídos por el programa de voluntarios que promovió ese país y por la amplia difusión de la cultura del helenismo en los medios masivos. Este acontecimiento tanto como el Encuentro de profesores antes mencionado, nos llevó a la conclusión de que la difusión de programas culturales tiene una gran relevancia porque repercuten de manera sensible en las inscripciones. El problema es cómo mantener ese interés, porque, una vez concluidos los Juegos Olímpicos, volvimos al número previo de 50 a 70 estudiantes. A diferencia de los cursos de inglés, francés o alemán, que están vinculados al requisito de titulación, los cursos de griego moderno están abiertos a toda la comunidad universitaria y al público en general, por ello los grupos son siempre heterogéneos y el perfil de los estudiantes diferente. En este semestre la población es de 40 estudiantes. Los universitarios pagan una cuota semestral simbólica: 2 pesos, los extrauniversitarios $2,300 por semestre y los egresados tienen un descuento de 50%, es decir, $1,150. El
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único requisito es contar con el certificado de preparatoria. No obstante, como estos cursos no forman parte de ningún programa académico, ni tienen valor curricular, los estudiantes se ven obligados, con cierta frecuencia, a abandonarlos o a interrumpirlos, a causa de los compromisos con sus estudios profesionales o con el trabajo. Por ello se dice que el CELE no tiene alumnos propios, sino prestados. Tanto en los inicios como en la actualidad, el acercamiento de los estudiantes hacia los cursos de griego moderno obedece más al atractivo que su cultura ejerce en ellos que a otros motivos. El perfil de estos estudiantes del CELE, para definirlo en términos griegos es: ανιδιοτελείς, es decir, desinteresados en lo material. Krashen (1982b) sostiene que “cada persona puede desarrollar una postura tanto positiva como negativa frente a la cultura de la lengua meta, tanto hacia la comunidad de esta lengua y como a la cultura de esa comunidad y quien tiene una postura positiva trata de encontrar oportunidades para comunicarse con los usuarios de esa lengua extranjera y logra obtener un input significativo que influirá benéficamente en su desempeño”. Y este es justamente el caso de los estudiantes de griego moderno, quienes sienten una gran atracción por el helenismo y están abiertos a conocer y abrazar todo lo que se les muestre dentro y fuera del salón de clase. No obstante, este interés no se traduce en proyectos profesionales a futuro, salvo contadas excepciones, porque no vislumbran expectativas para utilizar la lengua como instrumento de trabajo, ya sea como traductores e intérpretes o como docentes, dado que hay un mínimo mercado para la
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enseñanza de la misma -‐lo que no sucede con el griego clásico-‐, así como tampoco para la traducción e interpretación. Empero, existen estas excepciones, tanto en el área de la docencia, como en el posgrado de lingüística aplicada, cuyo objetivo común es y será el manejo profesional del griego moderno. En la actualidad, en este mundo globalizado cuyas fronteras geográficas se diluyen y en el que estamos experimentado una revolución cultural en todos sentidos gracias al internet, en el caso concreto del aprendizaje de lenguas, nos beneficiamos con el intercambio de ideas y materiales con colegas de otros países; con el acceso a bibliotecas virtuales y a libros de texto para la enseñanza de esta lengua. El estudiar las nuevas propuestas, como las del MARCO COMÚN EUROPEO DE REFERENCIA PARA LAS LENGUAS: APRENDIZAJE, ENSEÑANZA, EVALUACIÓN, así como el de los EEUU, nos sirven de parámetro para actualizarnos y conocer nuestras carencias y logros frente a lo que se hace en el mundo en nuestros días. Esta comunicación-‐ retroalimentación constituye un apoyo real y se ha convertido, en suma, en un instrumento imprescindible. Para una universidad pública, como es la UNAM, estas nuevas posibilidades adquieren también una mayor relevancia, si tomamos en cuenta que muchos de nuestros estudiantes no cuentan con posibilidades de comprar libros de texto de exportación ni mucho menos de viajar fuera del país, e incluso, en algunos casos, tampoco dentro del mismo. Por esta razón, el manejo apropiado de los medios electrónicos como apoyo pedagógico para dar información lingüística y cultural a los estudiantes, llena espacios que antes no se podían llenar con las actividades dentro del salón de clase.
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Sobre las expectativas para incrementar la motivación hablaré posteriormente. EL GRIEGO MODERNO EN LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS. Por el año 2000 se hizo una propuesta a la Facultad de Filosofía y Letras en el sentido de incluir el griego moderno como lengua-‐requisito para la titulación de Letras clásicas. Los argumentos eran, entre otros, que al aprender griego moderno podrían conocer la evolución de la lengua clásica; tendrían acceso a otro campo de la bibliografía relacionado con su carrera y, además, una ventaja para la obtención de alguna beca para realizar estudios de posgrado en alguna universidad griega. Esto, aunque quedó en proyecto, despertó interés entre los estudiantes. Más tarde, por el 2006, se propuso también en la Facultad de Filosofía y Letras un curso de griego moderno para los estudiantes de Letras clásicas, con el propósito de interesarlos en la Grecia de la modernidad. La idea surgió del propio perfil de estos estudiantes que ya están involucrados en la cultura antigua y, con esta materia como optativa, se les abrirían nuevas opciones para su carrera. La respuesta de las autoridades en esta ocasión fue muy interesante: crear un curso básico de traducción que iniciara a partir de los textos del griego koiné, en el punto en que termina el curso de griego antiguo en Letras clásicas, que es la época del Helenismo, con el objeto de proporcionar una visión panorámica del proceso evolutivo de la lengua, pasando por el Medioevo y el Renacimiento hasta la época actual. La materia sería optativa y con valor curricular. Durante dos años impartí este curso a grupos de 10 a 12
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alumnos, con resultados muy satisfactorios. Estos estudiantes se interesaron posteriormente por aprender el griego moderno, fueron becados a Grecia y a Chipre y han alcanzado un excelente nivel. Posteriormente, en el 2011, el DELEFYL, que es el Departamento de Lenguas Modernas de la Facultad de Filosofía y Letras, reconociendo la gran importancia de esta lengua, no sólo para los estudiantes de clásicas, sino para todas las otras carreras de humanidades de la Facultad, propuso que se abriera el curso en esta modalidad. La demanda para este curso alcanzó, en el semestre pasado, a 45 alumnos, en un programa sabatino, al cual acudieron profesores y estudiantes de todas las disciplinas de humanidades de la Facultad, e incluso preparatorianos y externos. La batalla ahora es lograr que también tenga valor curricular. Cabe mencionar que el colegio de Letras clásicas es, en la actualidad, el segundo en número después del de Filosofía y que cuenta con casi 400 alumnos. A ellos habría que sumar los 120 o más que se inscriben en los cursos abiertos de griego clásico que ofrece la Facultad y que alcanzan un total de más de 500 alumnos, número extraordinario, como los son todas las estadísticas de la UNAM. Por todo lo antes expuesto y de acuerdo con mi experiencia, creo que se podría mejorar la situación actual de los cursos con estas propuestas a) Renovar la propuesta a la Facultad de Filosofía y Letras de que la lengua griega moderna pueda ser tomada como requisito de titulación b) Solicitar que los cursos sabatinos tengan valor curricular
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c) Retomar la creación de la cátedra Odysseas Elytis, para tener una base para la enseñanza y difusión del helenismo a lo largo de su historia. d) Enriquecer los programas culturales paralelos con actividades diversas, como los recitales de poesía que han tenido tanta aceptación. e) Solicitar a las instituciones griegas dar continuidad al programa de becas de verano, como un medio para estimular el aprendizaje de la lengua. f) Crear más concursos, como el de griego clásico a nivel bachillerato, patrocinado por el Ministerio de Educación de Grecia y que tuvo tan importantes resultados durante los seis años en que estuvo vigente. participaron 96 estudiantes sólo en el primer año.
EL TEATRO GRIEGO CLÁSICO Limitada por el tiempo, lamento abordar de una manera tan vertiginosa un tema tan importante como es el del teatro griego en México. Así como contamos con referencias de que desde 1553 la lengua griega koiné se impartía en la cátedra de Sagrada Teología en la Real y Pontificia Universidad,* antecedente de nuestra Máxima Casa de Estudios, de igual manera sabemos que las figuras de la mitología griega fueron dadas a conocer en el siglo XVI a través del teatro evangelizador de la Nueva España. De esta forma aparece Prometeo, por dar un ejemplo, equiparado con la figura de Cristo. Pero, en lo que respecta al teatro clásico griego como tal, podemos afirmar que fue motivo de estudio y reflexión, igual que la literatura grecolatina en
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general, por parte de grupos de intelectuales de varias épocas, aunque uno de los más destacados fue el de los fundadores del Ateneo de la Juventud, conformado, entre otros, por José Vasconcelos -‐quien llegaría a ser, entre otros cargos, Rector de la UNAM-‐, y Alfonso Reyes, uno de los grandes humanistas de nuestro país, cuyas obras completas abarcan 26 tomos, de los cuales varios están consagrados exclusivamente a la investigación de aspectos diversos del helenismo. Inspirado en la Ifigenia de Eurípides, Reyes escribe una tragedia, la Ifigenia cruel, en la cual se plasman de forma magistral los conflictos de su historia familiar. Fueron estos intelectuales quienes hicieron la más amplia difusión de los textos griegos. Por otra parte, Salvador Novo, gran poeta, dramaturgo y educador, perteneciente a la generación posterior, conocida como Los contemporáneos, hizo una recopilación de textos de tragedia griega en versión infantil para introducirlos como textos en la escuela primaria. Fue autor también de la Yocasta o casi (1961) en la que trata el drama de Edipo, pero visto desde la perspectiva de la mujer. Es un hecho que la presencia del teatro griego en México ha tenido una recepción sorprendente. Las representaciones en el Palacio de Bellas Artes de la Medea, en 1960, por la compañía Piraikón, del teatro Nacional de Grecia, dejaron una huella significativa. En esa década, la de los sesenta, el Patronato de teatros del Seguro Social realizó varias temporadas de tragedia y comedia griegas. Fueron puestas en escena que partieron desde la imitación de la tragedia en su forma más
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tradicional, es decir, utilizando máscaras y actores que representaban los papeles femeninos, como es el caso de la trilogía de la Orestiada de Esquilo, cuya duración alcanzaba casi 6 horas, bajo la dirección de un gran director, el maestro José Solé. Este director montó otras 12 obras, entre ellas la Antígona de Sófocles, que le valió el Premio a la mejor dirección en 1960. Y otras como Edipo Rey, Las troyanas, Medea Lisístrata, etc, convocando a los actores dramáticos más reconocidos, quienes han sido un hito en la historia de nuestro teatro. El obispo de la iglesia ortodoxa griega, el Dr. Pablo de Ballester, contribuyó también de manera destacada a promover la tragedia griega, comenzando por hacer la traducción de los textos y, posteriormente, convocando a actores y directores, a través del Instituto Cultural Helénico que él mismo fundó. Aparte de Salvador Novo, hay también otros dramaturgos que se han inspirado en el teatro clásico para escribir sus obras. Luis de Tavira, actual director de la Compañía Nacional de Teatro de Bellas Artes, escribió una Pentesilea, Héctor Mendoza, Secretos de familia, sobre la tragedia de Electra, y Fedra. Otra obra digna de mencionar es el Edipo en Colofón, del joven dramaturgo Flavio González Melo. Por otra parte, se han dado casos excepcionales, como el de un Edipo Rey cuya temporada duró por lo menos 6 años logrando más de 1000 representaciones.
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Al día de hoy, si consultamos la cartelera, encontraremos obras inspiradas en temas griegos, como Psique, de Rocío Carrillo Reyes, Justos castigos, de Jesús Coronado, quien ha trasladado los acontecimientos históricos mexicanos a la tragedia griega, a través de Orestes. La Compañía Nacional de Teatro de Bellas Artes se encuentra en estos días en el Festival Internacional Cervantino, el más importante de toda América Latina en su género, presentando La sangre de Antígona de José Bergamín, otra historia dramática ubicada en el drama de la guerra fratricida de 1936 en España. Javier Sicilia, poeta, está por estrenar su versión de Las suplicantes, obra en la que retrata la dramática situación que está enfrentado hoy el país a causa de la violencia y el narcotráfico. Pero hay una lista interminable de actores y directores ocupados con los temas de la tragedia. El Carro de comedias de la UNAM, que presenta obras de Aristófanes en cualquier espacio, y Sergio Rued, protagonista de La Paz, ha incursionado también en un montaje de la Odisea para niños. Verónica Terán quien, con la beca de Ejecutantes del FONCA, se ocupó del papel de la heroína en el Gineceo de las Argivas, escribe ahora sobre monstruos mitológicos, como Medusa, con Juan Cabello, joven actor y dramaturgo, becario también del programa de creadores escénicos del FONCA y del Midsummer Shakespeare Program of the British American Dramatic Academy (BADA) Oxford UK. 2013. En el año 2000, en el antes mencionado Festival Internacional Cervantino, se presentó con el éxito esperado, el Edipo Rey del Teatro Nacional de
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Grecia, con Grigoris Valtinós en el papel protagónico. Esta compañía tuvo la oportunidad de tener un encuentro histórico con los actores del Instituto de cultura de la Ciudad de México logrando un intercambio muy productivo, del cual, por su importancia, hablaré al final. Pero, la experiencia más impactante que se ha dado en este país se refiere al año 2000, cuando el Director del Instituto de Cultura de la Ciudad de México, el poeta y actor Alejandro Aura, se propuso realizar un programa de teatro griego con fines pedagógicos: mostrar al público mexicano cómo concebían los griegos la tragedia en su época de esplendor. Este programa produjo, casi simultáneamente, cuatro puestas en escena: Medea, Ifigenia entre los Tauros, las Bacantes y Edipo en Colono, con un éxito sin precedentes. Gracias a este interés manifiesto, se pensó en convocar a un concurso nacional de teatro clásico en dos modalidades: una para estudiantes de preparatoria y otra para artistas independientes. Como respuesta a esta convocatoria se inscribieron 60 grupos de toda la República. Hay que mencionar que este concurso no se hubiera podido realizar sin el patrocinio y apoyo de dos instituciones griegas tan importantes: el Ministerio de Educación, que aceptó incluir al grupo escolar del Estado de Querétaro, ganador del concurso, como invitado especial en los Concursos Panhelénicos Escolares que se llevan a cabo en Atenas cada año, y, por otra parte, la Fundación Onassis, que ofreció los pasajes aéreos a estos estudiantes, a fin de que asistieran a la final del concurso griego y pudieran presentar su obra en Atenas, en el teatro de Colonós. Así lograron llegar a Grecia, con las Coéforas de Esquilo, 17
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adolescentes entre 16 y 18 años, quienes nunca antes habían salido de su provincia. Por su parte, el Teatro Nacional de Grecia ofreció su foro principal para la presentación de la obra triunfadora de los artistas independientes, una compañía del Estado de Tamaulipas que presentó el Reso de Eurípides y que tuvo la fortuna de intercambiar ideas con los experimentados actores y maestros de teatro de ese país. Estos actores fueron, junto con las autoridades del Instituto de cultura de la ciudad de México, quienes tuvieron ese grandioso encuentro con la compañía del Edipo Rey, cuyo protagonista, como antes mencioné, es el actor Grigoris Valtinós. Otra experiencia sin precedentes. Finalmente, deseo reiterar que con 500 estudiantes de Letras clásicas, otros 100 de griego moderno entre el curso sabatino y el CELE, más los jóvenes que están iniciando la carrera de teatro, incluidos los de la Universidad de Morelos, ávidos todos por conocer lo que les ofrece el helenismo, considero que tenemos una gran labor que desplegar abriéndoles nuevos cauces en esa dirección. Natalia Moreleón 29 de octubre de 2013 *Sánchez Vázquez Rafael, Historia de la Real y Pontificia Universidad de México. Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, p.234
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