En este apartado desarrollaré las puntualizaciones sobre la configuración de las

Metapsicología de las formaciones oníricas Autor: Mabel Levato En este apartado desarrollaré las puntualizaciones sobre la configuración de las forma

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Metapsicología de las formaciones oníricas Autor: Mabel Levato

En este apartado desarrollaré las puntualizaciones sobre la configuración de las formaciones sustitutivas, en tanto retorno de lo reprimido en el sistema preconciente. De todas las formaciones sustitutivas, Freud le adjudica al sueño el carácter de vía reggia de acceso al inconciente. Es que, según colegimos, en la formación del sueño participan tres tipos de regresión: tópica, formal y temporal. Y esos procesos puestos de relieve en la actualidad del retorno, nos permiten tener acceso a un modo de pensar cuya lógica permanece comandada por desplazamientos

y

condensaciones,

propios

de

la

retórica

inconciente

circunscripta en “otra escena”. Además, el sueño –de acuerdo al postulado freudiano- es el cumplimiento de deseos infantiles y reprimidos de carácter sexual; particularidad ésta que excede las categorías de salud y enfermedad, y permite discernir más allá de las neurosis la eficacia del inconciente. 1 Con todo, habremos de considerar un aspecto simplemente formidable que hace a todas las formaciones del inconciente consideradas desde el punto de vista de la retórica. En efecto, se trata de metáforas cuyas ejecuciones descubren relaciones inéditas. Y en el sueño, particularmente, el lenguaje alcanza su máxima potencialidad simbólica; es que, el trabajo del sueño revela el máximo alcance de

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Freud, S. "Nota sobre el concepto de lo inconciente en psicoanálisis" (1912). Obras Completas, Tomo 12, Ob. Cit.

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la equivocidad del lenguaje, por cuyo sesgo Freud propone el acceso al inconciente. Todo este desarrollo, por otra parte, resulta sintetizado en una hipótesis central en cuanto a la producción onírica: “Las palabras son manejadas por el sueño con la misma frecuencia que las cosas, y experimentan idénticas urdimbres que las representaciones-cosa del mundo.”2 Esta es, justamente una de las cuestiones que nos interesa destacar en el ámbito de las formaciones sustitutivas. Pero antes de ingresar en el análisis de este interesante aspecto, vamos a considerar sucintamente ciertos procesos inherentes a la producción onírica como trabajo. Freud (1900) distingue en el sueño dos órdenes a los que denomina contenido manifiesto y pensamientos latentes. Se trata de dos figuraciones del mismo contenido en dos lenguajes diferentes; “(...) mejor dicho –agrega- el contenido del sueño se nos aparece como una transferencia de los pensamientos del sueño a otro modo de expresión, cuyos signos y leyes de articulación debemos aprender a discernir por vía de comparación entre el original y su traducción.” 2 La distinción así establecida es fundamental, por cuanto introduce una excepción en el modo de considerar los sueños. No obstante, se trata de una distinción general con la que Freud aborda todas las formaciones del inconciente debido a que sospecha de las manifestaciones consideradas como desenlace, como producto de un largo rodeo que incluye profundas transformaciones. Además, hay otro aspecto decisivo en la modalidad de apreciación del sueño. En efecto, considera que el sueño es un texto particular comparable a una pictografía

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Freud, S. "La interpretación de los sueños" (1900)(p.30,285) Obras Completas. Tomo 4, Ob. Cit.

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o un jeroglífico. “El contenido del sueño nos es dado, por así decir, en una pictografía, cada uno de cuyos signos ha de transferirse al lenguaje de los pensamientos

del sueño.

Equivocaríamos

manifiestamente

el camino

si

quisiésemos leer esos signos según su valor figural en lugar de hacerlo según su referencia signante.” 2 El contenido manifiesto del sueño tal como lo presenta el recuerdo es pictograma, jeroglífico, acertijo, rebus; en suma, texto enigmático, cuyo análisis obliga a realizar un trabajo de lectura y desciframiento. Además de esta formidable prescripción técnica, Freud desaconseja tomar el sueño como un todo; al contrario, recomienda fragmentar su contenido para la interpretación. La técnica para el análisis de los sueños debe responder, pues, a estas hipótesis fundamentales: el contenido manifiesto es un texto cuyas imágenes obedecen a las leyes de construcción del pictograma, y por su mediación los pensamientos latentes son traducidos a otro lenguaje entendido como un lenguaje cifrado. El sueño, entonces, esta configurado como una escritura. Sin embargo, es necesario insistir en que la concepción freudiana invalida la noción de una escritura de comprensión inmediata o con pretensión comunicativa. En efecto, si nos atenemos a la tesis freudiana que considera al sueño como escritura pictogramática o jeroglífica, conviene señalar que el trabajo del sueño adopta lo fonético para encaminarse, a partir de ello, hacia la figurabilidad. Dicho de otro modo: el trabajo del sueño hace de lo sonoro, lo fonético, la materialidad con que produce el armado de una escena en la que discurre un texto. Con ello se especifica el cuidado por la figurabilidad, pues no se trata de una escena ofrecida

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a la percepción visual, sino a la lectura estrictamente sujeta a una labor de desciframiento. Ahora bien, dicho esto podemos ingresar en los pormenores relativos al trabajo del sueño. Lo primero a destacar en la labor de producción onírica son las diferencias entre el contenido manifiesto y los pensamientos del sueño. Mientras aquel suele ser escueto, pobre, lacónico, la extensión de los pensamientos latentes supera en mucho a la del contenido manifiesto. En segundo lugar se aprecia un diferente centro entre ambos órdenes; esto es, el núcleo de los pensamientos del sueño no coincide con el del contenido manifiesto. Estos dos aspecto diferenciales –la extensión y la diversidad de centros- son considerados como índice de transformaciones operadas por el trabajo de condensación y desplazamiento respectivamente. Por tanto, nótese que la distinción entre contenido manifiesto y pensamientos del sueño, no es simplemente una diferencia descriptiva; ante todo, se trata de una distinción donde no hay relación unívoca, donde se patentiza la equivocidad. Pero además, si extremamos la perspectiva notamos sus alcances, porque el trabajo del sueño, condensación y desplazamiento mediante, pone de relieve la no-relación entre uno y otro orden. En efecto, resulta palmario que una vez establecida la distinción entre contenido manifiesto y pensamientos del sueño, se descubre que entre ambos se halla quebrada la relación puntual, unívoca o directa. Freud responsabiliza por ello a la censura, presente y eficaz en todas las formaciones del inconciente. No obstante, podemos plantear otra perspectiva mediante una hipótesis: el sueño es un cumplimiento de deseo, pero el inconciente dice en su arquitectónica la relación sexual que no hay. Por otra parte, este abordaje 45

involucra a todas las formaciones del inconciente, que tienen a la repetición como su ley. De modo tal que la sustitución muestra los alcances de la repetición, en tanto insistencia de aquello que no cesa de no escribirse: la relación sexual que no existe. Dicho esto, podemos considerar ciertos aspectos del trabajo del sueño: la condensación, el desplazamiento y los medios de figurabilidad. De estos tres niveles de trabajo optamos comenzar por el desplazamiento, porque entendemos que éste es un requisito para la condensación; dicho de otro modo, no puede haber condensación sin previo desplazamiento. Pero además, recuérdese que el desplazamiento es para Freud3 la pieza esencial del trabajo del sueño. En efecto, cuando alude al proceso de sobredeterminación y migración de las intensidades psíquicas entre los elementos singulares, entre los pensamientos y las representaciones que luego alcanzan el contenido manifiesto, señala: “El proceso que con esto suponemos es lisa y llanamente la pieza esencial del trabajo onírico: merece el nombre de desplazamiento onírico. El desplazamiento y la condensación son los dos maestros artesanos a cuya actividad podemos atribuir principalmente la configuración del sueño.” Como ya lo hemos destacado, Freud deduce el desplazamiento entre los pensamientos y el contenido manifiesto, porque advierte una diferencia en cuanto al centro; es decir que, los pensamientos y las representaciones situadas en el núcleo del material onírico no se corresponden con los elementos del centro del sueño manifiesto. En síntesis, pensamientos latentes y contenido del sueño se

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Freud, S. "La interpretación de los sueños"(1900) (p. 314)Obras Completas. Tomo 4, Ob. Cit

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hallan diversamente centrados, y así el desplazamiento conlleva incluso un descentramiento. Sin embargo, el desplazamiento no sólo concierne al núcleo del sueño; el descentramiento es un efecto, una consecuencia general en la configuración del sueño, resultado de procesos de transferencia de intensidades psíquicas de los elementos singulares. Pero el desplazamiento no se agota en este efecto de descentramiento, antes bien, lo que así queda revelado es una labor de enorme subversión en torno a la acentuación psíquica. En rigor, es preciso recordar que con el trabajo del sueño asistimos a una verdadera tarea de elaboración de un texto. De modo tal que cuando Freud alude al desplazamiento de intensidades psíquicas, más precisamente, acentuación psíquica, está valorando la acentuación como recurso de la puntuación, que determina el efecto significante. El desplazamiento de las intensidades comporta una acentuación de determinadas representaciones, que así resultan indicio de lo reprimido. “Resultado de este desplazamiento es que (...) el sueño sólo devuelve (refleja) una desfiguración (dislocación) del deseo onírico inconciente.”4 La desviación que el desplazamiento supone conduce a que algo sea colocado en otro lugar, y es precisamente a ello que responde el cambio de acentuación como diferencia en la puntuación resultante del desplazamiento. Pero hay todavía algo más, porque tal proceso implica una enorme modificación en la distribución de las investiduras, y es oportuno recordar que el desplazamiento –también la condensación- es una operación de orden económico, como asimismo lo es en cierto modo la transferencia. En suma, lo importante a indicar concierne al deseo y

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su trayectoria. Desde el punto de vista económico el deseo es un proceso de investidura, a diferencia de los afectos que son procesos de desinvestidura, y el trabajo del sueño, a través de una particular tarea de distorsión cumple, realiza el deseo, pero con el carácter del reflejo desfigurado. Por ello resulta formidable lo que Freud advierte. El sueño realiza el deseo inconciente, reprimido, pero algo se realiza a condición de estar en otro lugar. Algo se realiza a condición de estar representado, con toda la gravitación de lo traspuesto.

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Freud, S. "La interpretación de los sueños"(1900) (p. 314)Obras Completas. Tomo 4, Ob. Cit

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