En la introducción de los Principios de Medicina Interna de Harrison 1, se afirma que:

El oscuro pasado de la medicina durante el nazismo*. Esteban González-López Departamento de Medicina. Unidad de Medicina de Familia y Atención Primari

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El oscuro pasado de la medicina durante el nazismo*. Esteban González-López Departamento de Medicina. Unidad de Medicina de Familia y Atención Primaria. Centro de Salud Universitario de Villanueva de la Cañada. Facultad de Medicina. Universidad Autonóma de Madrid.

*Un resumen de este trabajo se ha publicado en la Revista Clínica Española. González-López E. Medicina y nazismo. Aprender de la Historia. Rev Clin Esp. 2011. doi:10.1016/j.rce.2010.06.015

En la introducción de los “Principios de Medicina Interna” de Harrison1, se afirma que: “Ningún ser humano tiene mayores oportunidades ni contrae tantas responsabilidades y obligaciones como el médico. Necesita en grandes dosis, capacidad técnica, conocimientos científicos, y comprensión de los aspectos humanos. Se da por sentado que posee tacto, empatía y comprensión. El enfermo es un ser humano que tiene temores, alberga esperanzas, y por ello busca alivio, ayuda y consuelo”. Parecería que matar o hacer daño es incompatible con ser médico.

Entre 1.933 y 1.945 la humanidad asistió al exterminio sistemático de millones de personas en acciones no bélicas llevadas a cabo por parte de la Alemania nazi y de sus aliados2. Unas fueron exterminadas en función de su condición religiosa, política, cultural o de identidad (opositores, judíos, gitanos, homosexuales) y otras, aspecto menos conocido, en función de su estado de salud (pacientes con enfermedades avanzadas, deficientes físicos y psíquicos, esquizofrénicos, sordos, ciegos y niños con defectos congénitos). La mayoría de las acciones de exterminio contaron con la participación activa, e incluso entusiasta, de médicos clínicos3, investigadores, neurocientificos4, y otros profesionales de la salud5-6.

Hacer un análisis histórico de una ideología tendente a demostrar la primacía de una raza sobre otras y de la ruptura del modelo de relaciones entre médicos y ciudadanos escapa a los objetivos de este artículo. No obstante habría que reseñar que a esa situación no se llegó 1

bruscamente sino que fue un proceso gradual. Una idea romántica de la patria alemana, el antisemitismo desarrollado durante siglos, junto a una situación de crisis colectiva moral y económica (desempleo, pago de indemnizaciones de guerra a los vencedores, pérdida de territorios y colonias) resultante de la Primera Guerra Mundial fueron algunos de los aspectos que permitieron el desarrollo de la doctrina nazi. Los médicos no se podían sustraer a la “nazificación de la sociedad”7. Gran parte del ideario nazi tenía un sustrato biológico8. La disminución de la natalidad, propia de los grandes conflictos, junto a las bajas sufridas por Alemania en la Gran Guerra, propiciaron un sentimiento de pérdida de poder, influencia y teórico riesgo de desaparición del pueblo alemán. El crecimiento de las ciudades, los problemas sociales, la pobreza, las enfermedades con componente social (tuberculosis, sífilis, enfermedades psiquiátricas) parecían amenazar a una civilización. Las teorías eugenésicas (nacidas a últimos del siglo XIX y principios del siglo XX en Estados Unidos, Reino Unido, y desarrolladas también en países nórdicos), junto con un redescubrimiento de las leyes de Mendel y la aparición de centros de investigación favorecieron extrañas relaciones entre Genética y Salud Pública9, siendo incluidas las doctrinas eugenésicas en los planes de estudio de los médicos. Se produjo una verdadera simbiosis entre dichas ideas y la doctrina nazi, de tal modo que ésta se dotó de un soporte científico y las teorías eugenésicas dispusieron de los recursos y los medios para llevar a cabo sus ideas. Según el ideario nazi para purificar la raza aria había que evitar que se reprodujeran los inútiles y deshacerse de las vidas que no sólo “no merecían la pena ser vividas” (lebensunwerten Leben), y que además suponían un gasto para una nación que estaba llamada a ocupar un papel principal en la Historia. La Medicina moderna con sus avances diagnósticos, y terapéuticos iba en contra de la evolución y de las ideas de Darwin, ya que, al prolongar la vida, evitaba la selección natural de la especie humana. Los judíos se constituían para los nazis en el ejemplo paradigmático de los enfermos, degenerados, inútiles y racialmente inferiores. Se consideraba a los judíos como un cáncer, como portadores de enfermedades, como un ser vivo que infectaba, parasitaba y enfermaba la nación alemana siendo necesario un cirujano de hierro (Hitler) que extirpara el tumor (judíos, razas inferiores, inútiles) y 2

restableciera la salud del cuerpo (Alemania). Los médicos tenían que dejar de ser “médicos de las personas” para tener una responsabilidad colectiva, ser “médicos del estado alemán” y atender a todo el pueblo como sí de un único paciente se tratara. El léxico “médico” impregnaba la ideología nazi, llegando a decir sus adeptos que “el Nacional Socialismo no era sino biología aplicada”. Las teorías eugenésicas, el darwinismo social y las teorías de higiene racial pasan a integrar una seudociencia que se imbrica en el estado nazi en general y en la medicina en particular10-11. La propaganda fue un arma muy bien utilizada (cine, prensa general, revistas médicas). Los mensajes eran simples y primarios (“Nos cuesta 60.000 marcos atender a un discapacitado, ese dinero también es vuestro”).

Los judíos ocupaban un lugar muy importante en la medicina alemana11. Se estima que el 16% de todos los médicos eran judíos y muchos ocupaban cargos de importancia en universidades y centros de investigación. En las zonas urbanas copaban la mayor parte de actividad clínica tanto a nivel público como privado (el 40-50% de los médicos berlineses eran judíos). Se produjo un verdadero hostigamiento contra los médicos judíos (expulsión de la universidad, prohibición de atender a pacientes no judíos, asesinatos, inducción al suicidio). Ello produjo una mejora de oportunidades no sólo profesionales (centros de investigación, universidades) sino también económicas para el resto de médicos. Se estima que el 45% de todos los médicos alemanes se afiliaron al partido Nazi, siendo el grupo profesional que porcentualmente aportó más afiliados al mismo. Dentro de las SS había 7 veces más posibilidades de encontrar un médico que un profesional de otro colectivo8.

Tras la llegada al poder de los nazis en 1.933 se aprobaron una serie de leyes (Ley de Ciudadanía del Reich, Ley del Servicio Público, Ley de Protección de la Sangre y el Honor Alemán y las Leyes de Núremberg) previas a otras sobre eugenesia negativa (Ley sobre prevención de la descendencia con enfermedades congénitas, decreto para censar a los niños con retraso mental 3

y deformidades físicas en menores de tres años, permiso para destruir la vida indigna, y Ley de defensa de la Salud Genética del pueblo Alemán). Estas últimas leyes formaron el núcleo sobre el que se desarrolló la limpieza racial con acciones concretas de esterilización y exterminio en sus diferentes variantes, acciones todas que contaron con la participación de médicos en su diseño y ejecución.

El Programa de Esterilización En 1.933 se promulgó la norma (Ley sobre la prevención de descendencia con enfermedades hereditarias) que permitía la esterilización forzosa de ciudadanos alemanes con diferentes taras físicas o psíquicas de posible origen hereditario y que se podían transmitir a la descendencia5. Se esterilizó a pacientes de esquizofrenia, trastorno maníaco depresivo, epilepsia, corea hereditaria, alcoholismo, sordera y ceguera hereditaria, incapacidad intelectual y deformidades físicas severas. Se establecieron 300 tribunales especiales de justicia formados por dos médicos (al menos uno de ellos debería ser experto en enfermedades genéticas) y un abogado para dictaminar quién era tributario de esterilización. Se estima que el 25% de los médicos colaboraron en el proceso de identificación y esterilización masiva, y que 350-400.000 alemanes fueron esterilizados entre 1.934 y 1.939 (0,5% de la población total y el 1% en algunas zonas). Los médicos alemanes y las comadronas estaban obligados a registrar y a comunicar el nacimiento de cualquier niño con una tara genética. Los métodos utilizados fueron quirúrgicos (vasectomía, ligadura de trompas) y exposición a radiaciones ionizantes.

Desarrollo de las Leyes de Núremberg Las así conocidas como Leyes de Núremberg intentaban mantener la pureza de la raza alemana. Se prohibieron los matrimonios entre “personas saludables” y personas consideradas genéticamente impuras (judíos, enfermos) y se persiguieron en la población alemana “aria” todas las conductas que atentaban contra la procreación (aborto y homosexualidad). Estas leyes 4

establecieron los criterios para poder definir lo que era un alemán “puro” y diferenciarlo de otros alemanes con “sangre mezclada”. Se requería que las parejas previo a su matrimonio aportaran un examen médico que demostrara la inexistencia de enfermedades potencialmente transmisibles genéticamente.

El Programa de Eutanasia (T4 Aktion) Este programa se denominó T4 Aktion en lenguaje en clave por estar ubicada la dirección del mismo en un edificio de la calle Tiergarten nº 4 en Berlín. Coincidiendo con el inicio de la 2ª Guerra Mundial Hitler autoriza a acabar con todos los seres improductivos. Suponía para el III Reich un ahorro de recursos necesarios para una economía de guerra (se liberaban camas hospitalarias y personal sanitario para atender a los heridos de guerra y el dinero invertido en cuidar a los deficientes se destinaba a atender al resto de la población y a los soldados12). Asimismo se planteaba a la población la irracionalidad de asistir a la muerte heroica de soldados sanos en el frente y simultáneamente tener que alimentar a “seres inservibles que no aportaban genes puros a la raza”. No sólo había un enemigo externo (los eslavos) sino uno interno (los inútiles y tarados). Al igual que en el programa de esterilización se establecieron tribunales formados por médicos que dictaminaban sobre los casos que se les presentaban (retraso mental, mongolismo, malformaciones, microcefalia, parálisis), sin reconocer a los pacientes. En una primera fase se asesinó a los niños menores de tres años (se alcanzó la cifra de 5.000 niños asesinados). Estos niños, con la aprobación familiar, eran trasladados a centros teóricamente especializados en su tratamiento y dirigidos por médicos afines al régimen. Se avisaba a la familia del posible final infausto del niño habida cuenta de sus enfermedades o de la necesidad de tener que recibir algún tratamiento enérgico. Los métodos utilizados eran la inducción de un estado de coma y depresión respiratoria mediante administración de barbitúricos por vía oral o parenteral, unido a deficientes condiciones de alimentación e higiene. Las edades de exterminio de los niños se fue elevando hasta llegar a asesinar a delincuentes juveniles o jóvenes inadaptados o con problemas sociales. 5

Posteriormente se eliminó a adultos con taras psíquicas (esquizofrénicos, dementes, corea, ceguera y sordera congénita, retrasados mentales) y a cualquier persona con una minusvalía física o enfermedad avanzada incapaz de trabajar (se llegó a exterminar a pacientes con enfermedad de Parkinson) extendiéndose después a cualquiera con una teórica conducta antisocial (alcohólicos, inadaptados sociales, prostitutas, y sifilíticos). Los asesinatos fueron llevados a cabo en centros de exterminio donde eran trasladados los enfermos en autobuses con los cristales pintados de negro, siendo los conductores y personal del traslado miembros de las SS vestidos con bata blanca. Se informaba a la familia del traslado forzoso en orden a un mejor cuidado y tratamiento y de la prohibición de las visitas. Los métodos utilizados eran la inhalación de monóxido de carbono tanto procedente de depósitos como de automóviles en marcha. Los médicos participantes aportaban a los centros de exterminio un barniz de respetabilidad y profesionalidad encargándose además de revisar los datos de los internos, administrar el gas letal, ordenar la administración de sustancias, y certificar falsamente las causas de muerte (a las familias siempre se les comunicaba que el fallecimiento había sido por causa natural, como neumonía, otras infecciones o patología cerebrovasculares). Se realizaba una cremación inmediata de los cadáveres, aduciendo “necesidades de salud pública propias de tiempo de guerra”. Hasta 1.941 se exterminaron a 70.273 personas, alcanzando un total de 200.000 entre 1.939-1.945). Las “muertes por compasión” (en la jerga nazi) se interrumpieron temporalmente en 1.941 por la denuncia de Monseñor Clemens August Von Galen, Obispo de Münster, pero posteriormente prosiguieron a un ritmo menor hasta 1.945. Sí hasta 1.941 los métodos de exterminio utilizados en enfermos eran los gases, posteriormente se asistió a la llamada “eutanasia salvaje” en la que se utilizó la administración forzada de barbitúricos, e inyecciones letales de escopolamina, morfina, y aire. La inanición y el abandono voluntario de los enfermos por parte de los cuidadores contribuyeron al exterminio. Se estima en 110.000 personas las asesinadas en la fase de “eutanasia salvaje”. Sí en la T4 el exterminio de los enfermos era consecuencia de un proceso administrativo reglado en las formas y en los medios, en la eutanasia 6

salvaje los médicos ya no tenían que dar cuenta de su actuación a ningún organismo, simplemente actuaban.

Una fase intermedia de exterminio entre la T4 Aktion y el asesinato masivo en los campos, fue la “operación 14f13”. En la misma se aplicaron las mismas técnicas de asesinato que en la T4 Aktion sin ninguna restricción a pacientes psiquiátricos judíos, a otros presos incapaces de trabajar y a opositores políticos. Esta operación se llevó a cabo tanto en algún campo de concentración, como en los mismos centros donde se había llevado a cabo la T4 Aktion. La experiencia alcanzada en T4 fue clave para la posterior puesta en marcha de los exterminios masivos con gas en los campos de exterminio, dirigidos principalmente contra judíos y gitanos, utilizando prácticamente los mismos procesos y siendo dirigidos por los mismos médicos participantes en el programa de Eutanasia. La mal llamada “Eutanasia” llevada a cabo por los nazis fue un homicidio sistemático y medicamente supervisado y no una muerte asistida y voluntariamente elegida por los enfermos.

Campos de exterminio. Ghettos. Brigadas móviles. En 1.942 se celebró en Wannsee (Berlín) una conferencia de altos cargos nazis donde se diseñó la logística definitiva para la conocida como “solución final”. Se trataba simplemente de determinar la forma más eficiente de traslado, confinamiento y exterminio para todos los judíos, gitanos, opositores y prisioneros que se encontraban en los campos de concentración y guetos. Se trasladaron equipos y médicos a los campos de exterminio con experiencia en la T4 Aktion. En los campos los médicos supervisaban a los detenidos y separaban a los útiles de los no útiles, estudiaban los métodos más adecuados de exterminio, certificaban la muerte de las victimas y estaban presentes durante todo el proceso. Ciertas industrias químicas y otras empresas se beneficiaron de los campos ya que fabricaron sustancias letales como el Zyklon B, y contaron con sujetos esclavizados tanto para el trabajo como para la experimentación.

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Los médicos también estuvieron presentes y supervisaban los exterminios practicados por las Einsatzgrüppen (brigadas del ejército alemán que llevaron a cabo asesinatos sistemáticos de judíos en el territorio de la Unión Soviética, Polonia y Republicas Bálticas). Estas brigadas tras llegar a un pueblo e identificar a los judíos, les conducían a las afueras del mismo, les obligaban a cavar sus propias fosas y los fusilaban. Posteriormente acudían a otra población para continuar con la misma labor.

Tanto en los campos de exterminio como en los ghettos se prohibieron bajo pena de muerte (de la madre, de la familia completa, del médico y de la comadrona), los nacimientos de niños, teniendo los médicos judíos que practicar abortos clandestinos13-14 y provocando muertes de recién nacidos en un intento de al menos salvar la vida de las madres.

Experimentos médicos Probablemente sea el aspecto más conocido de la participación de los médicos en las actividades del régimen nazi. Los experimentos fueron muy diferentes aunque todos tenían como rasgos comunes el absoluto desprecio de la voluntad, del consentimiento de los sujetos y los fines perversos de los mismos. Con fines militares se expuso a personas a situaciones ambientales extremas (presión, temperatura, rayos ultravioleta), a tóxicos y gases, se investigó el desarrollo de armas químicas y biológicas, de bombas incendiarias o explosivas, de medicamentos, sueros, vacunas. Se inocularon enfermedades, se infectaron artificialmente heridas, se probaron métodos acientíficos de cirugía, de injertos óseos, y de trasplantes. Se alimentó a los cautivos únicamente con agua salada. Se realizaron esterilizaciones masivas (quirúrgicas, químicas o con radiaciones), y se traficó con personas que eran vendidas a empresas químicas. Otro tipo de experimentación era todavía más seudocientífica y se realizaba con gemelos y enanos por parte de Joseph Mengele15-16 (vivisecciones, extracción de órganos, y asesinatos simultáneos de gemelos) en un intento de buscar las causas de la gemelaridad y así poder disponer en un futuro de más niños alemanes. Se usó a los 8

cautivos con fines docentes médicos. Se realizaban cirugías innecesarias, se estudiaban cerebros de pacientes con enfermedades mentales que había sido exterminados, se coleccionaban para su estudio esqueletos y cráneos procedentes de judíos asesinados y se utilizaron los cadáveres de presos y opositores políticos para ilustrar diferentes atlas anatómicos17.

¿Qué errores se pueden cometer a la hora de examinar el Holocausto desde el punto de vista médico? 1. Se trató de una iniciativa aislada de un grupo de médicos en un país muy concreto. Falso. Las pruebas demuestran la implicación de muchos médicos en la eugenesia, esterilización, exterminio y experimentación5. Experimentos idénticos en las formas y en la brutalidad (salvo por los aspectos seudogenéticos) fueron realizados por los japoneses18 en la guerra chinojaponesa y en la II Guerra Mundial sobre prisioneros británicos, australianos, norteamericanos y población civil de zonas ocupadas. 2. La Medicina en Alemania era primitiva y atrasada y desconocía la prevención, promoción de la salud y la salud pública. Falso. En aquel momento la medicina alemana ocupaba el primer lugar del mundo en investigación, profesionales de prestigio y Premios Nobel. Se había estudiado epidemiológicamente (estudios de casos y controles, registros de cáncer) por médicos alemanes la relación entre tabaco, asbesto y cáncer de pulmón19 y se desarrollaron normas sobre prohibición de fumar en lugares públicos. Había una verdadera obsesión por la salud20 y se fomentaban hábitos saludables, ejercicio físico, detección precoz de enfermedades y protección de los trabajadores, sobre todo de las mujeres, en el medio laboral. En el fondo de las acciones existía la idea de mejorar la raza, y la productividad de la sociedad. 3. En Alemania no había normas éticas sobre experimentación en seres humanos. Toda la bioética nace después de la II Guerra Mundial. Falso. Existían leyes en Alemania desde principios del siglo XX que establecían condiciones para la investigación médica con personas21, incluyendo el “consentimiento informado”. Asimismo existía normativa que 9

protegía a los animales de experimentación22, sobre todo mamíferos, en un intento de ahorrarles sufrimientos innecesarios. El problema es que a ciertas personas (judíos, gitanos, enfermos, discapacitados) no se les consideró ni tan siquiera como animales de experimentación23. Incluso en Estados Unidos tuvieron que pasar 34 años tras la finalización de la II Guerra Mundial para disponer de legislación sobre la investigación en seres humanos. A partir del conocimiento del experimento de Tuskegee (a los pacientes sifilíticos negros no se les trataba con penicilina, se les ocultaba su condición de portadores de la enfermedad y se observaba sin intervención la evolución natural de la enfermedad) y de otras experiencias, se adoptaron en 1.979 normas sobre investigación en personas24 (Informe Belmont). 4. El Holocausto, los genocidios y sus errores no se van a volver a repetir nunca. No tenemos nada que aprender. Falso. La colaboración de médicos con regímenes dictatoriales, el empleo de la medicina para obtener confesiones por medios psicológicos o farmacológicos, la tortura, ha sido una constante desde el final de la II Guerra Mundial. Además hay ejemplos muy recientes de situaciones en que la vida humana parece de escaso valor y los derechos de los prisioneros no son respetados25-26.

¿Qué lecciones se pueden extraer del Holocausto y de la participación de los médicos en el mismo para la Medicina actual? En un período concreto de la Historia hubo por parte de médicos y científicos un mal uso de sus conocimientos que se aplicaron a la negación de todo tipo de derechos y al exterminio de ciertas personas27. Hay una corriente de opinión que exige la retirada de textos y del lenguaje clínico diario de epónimos28 que reconocen la labor científica de ciertos médicos perpetradores (Hallervorden29, Reiter30) o sospechosos (Wegener31) de crímenes contra la Humanidad y la sustitución de dichos epónimos por la descripción de las enfermedades (enfermedad neurodegenerativa por acumulo cerebral de hierro, artritis reactiva, y vasculitis granulomatosa, respectivamente). Asimismo hay una gran polémica acerca de textos como el Atlas de Anatomía de Pernkopf17, por existir evidencias 10

de la utilización en el mismo de cadáveres de ajusticiados en Austria por el régimen nazi para confeccionar las imágenes anatómicas.

Hay varios aspectos en la medicina actual que mal entendidos y aprendidos pueden llevar a errores irreparables y que podrían recordar lo sucedido en otras épocas32. En la tabla 127 se recogen una serie de conflictos éticos surgidos en el período nazi que pudieran todavía estar presentes en la medicina actual. La medicina actual está altamente tecnificada, ha aumentado la esperanza de vida y predominan las enfermedades crónicas y degenerativas sobre las agudas. Las personas viven más aunque con discapacidades que generan sufrimiento y consumo de recursos para los sistemas sanitarios. El conocimiento del genoma humano, la clonación, la investigación con células madre, puede tener efectos beneficiosos pero también puede hacer posible querer seleccionar seres con características deseadas y concretas, y propiciar desviaciones de la ciencia y teorías seudocientíficas33. Los sistemas sanitarios (públicos o privados) que buscan la eficiencia por encima de los objetivos de salud pueden rozar ciertos límites peligrosos limitando tratamientos, recursos o medios diagnósticos en función de la edad, del estado del paciente y de su teórica capacidad de recuperación. Los médicos pueden ser requeridos para utilizar sus conocimientos en beneficio del estado y sus objetivos políticos o bélicos mediante la experimentación con armas químicas, biológicas o incluso participar en ejecuciones mediante la administración de inyecciones letales27, 3435

. Otra característica de la medicina actual es la consideración de todo lo relacionado con

decisiones clínicas y no clínicas tanto al comienzo como al final de la vida36: aborto, contracepción, eutanasia, suicidio asistido, cuidados paliativos, muerte digna. No hay que olvidar la consideración que se merecen los enfermos en entornos sanitarios y docentes, su dignidad e intimidad, el respeto a todo tipo de especímenes, muestras biológicas y cadáveres37. El ejemplo del mal uso de los mismos con fines teóricamente docentes se ha planteado anteriormente. La investigación y la asistencia han de realizarse cumpliendo estrictamente las normas éticas. La investigación con seres humanos y la asistencia o son éticas o no lo son. Toda la deontología actual es consecuencia y 11

herencia de los juicios de Nüremberg38-40 contra los médicos nazis y sus colaboradores (Código de Núremberg, Declaración del Helsinki, Convenio de Oviedo, Declaración de Madrid, Ley de Autonomía del paciente41).

En Núremberg, tras la finalización de la II Guerra Mundial no sólo se juzgó a dirigentes nazis (Goering, Hess) sino también a veinte médicos y tres colaboradores por conspiración, crímenes de guerra, crímenes contra la Humanidad y pertenencia a organización delictiva. El juicio se saldó con diferentes condenas: sentencia de muerte para cuatro médicos y tres colaboradores, cadena perpétua para cinco imputados y prisión para otros cuatro. Siete acusados fueron declarados inocentes y puestos en libertad. En los interrogatorios es patente el absoluto desprecio de los médicos nazis por la vida humana. Dice Karl Brandt, médico personal de Hitler y artífice de la T4, en su alegato final: “ …es irrelevante si el experimento se hace con el consentimiento o en contra de la voluntad de la persona interesada (…) La intención es el móvil: la lealtad hacia la comunidad (…) La ética en todas sus formas la decide un orden o la sujeción a una autoridad”. Parece deducirse de dicha afirmación que los médicos estaban imbuidos de unas ideas de superioridad racial que les hacia tomar parte activa en el uso interesado y la eliminación de personas consideradas inferiores porque consideraban que así cumplían plenamente con la misión que el estado les tenía reservada.

También fueron juzgadas enfermeras6 por su papel en los crímenes del nazismo. Estas profesionales tuvieron un papel muy importante en el asesinato de niños así como en la fase de la T4 denominada “eutanasia salvaje”. Eran enfermeras quienes administraban los medicamentos de forma forzada a los pacientes con ánimo de acabar con su vida. Todas las enfermeras fueron absueltas en el juicio celebrado en1965 por entender el tribunal que no habían obrado bajo su criterio sino que lo habían hecho bajo órdenes de los médicos, y que estaban obligadas a seguir dichas órdenes. 12

El profesionalismo médico42-43 y de otras profesiones sanitarias, no puede escapar de las lecciones nacidas del Holocausto. La autoridad del médico ha de emanar de la confianza del paciente, de la información compartida y no de una asimetría basada en el miedo y en el terror34.

A través del estudio del Holocausto, de los testimonios de victimas, y del papel jugado por médicos y otros profesionales, se puede poner “rostro humano a los dilemas bioéticos”44-46 (asistenciales, biológicos, psicológicos, de investigación) con los que un médico se enfrenta a diario47. Asimismo se puede analizar como a pesar de todas las dificultades hubo médicos que siguieron cumpliendo sus obligaciones, el cuidado de los supervivientes de las catástrofes, de sus familiares y descendientes, y la capacidad de sobreponerse a las adversidades y desarrollar un proyecto vital48-49. También, en un mundo sacudido por los conflictos armados, los médicos han de conocer las implicaciones de los genocidios50 para la salud no sólo psíquica, sino física, de los supervivientes e incluso de sus descendientes51. Su estudio permitiría adquirir y transmitir valores como tolerancia, no discriminación, respeto a las personas, uso adecuado de la tecnología médica e investigación beneficiosa para la humanidad52-53.

Algunos aspectos del papel jugado por ciertos grupos profesionales en el Holocausto deberían, en consonancia con la Declaración de Estocolmo54, estar incorporado como una materia de estudio en los sistemas educativos y dentro de las profesiones sanitarias (Medicina, Enfermería, Odontología, Psicología) y no sanitarias (Derecho, Trabajo Social, Ciencias de la Educación Física y del Deporte, Biología) que impregnara los contenidos clínicos, bioéticos, legales y de investigación. Su estudio y análisis es un medio para llegar a formar profesionales que eviten la repetición de hechos que avergüenzan al ser humano en general y a los médicos y a otros profesionales en particular55.

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Tabla 1. Posibles conflictos éticos presentes en la actualidad y en el periodo nazi27. Degradación del profesionalismo. Influencia de las presiones económicas y políticas sobre la profesión médica. El médico como servidor del estado. El conflicto entre el cuidado individual de los pacientes y el de toda la sociedad. El papel jugado por el médico en eutanasia, suicidio asistido, esterilización forzada y ejecuciones. El papel jugado por el médico en políticas tendentes a seleccionar diferentes características genéticas en los individuos. El papel jugado por el médico en la selección de sujetos para tratamiento o experimentación. El papel jugado por el médico en el desarrollo de armas biológicas y de destrucción masiva. La respuesta de los médicos en contra de la brutalidad y de los crímenes de estado.

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