En torno al objeto de la historia de los conceptos de Reinhart Koselleck. Joaquín Abellán, UCM

En torno al objeto de la “historia de los conceptos” de Reinhart Koselleck. Joaquín Abellán, UCM. A lo largo de cuarenta años Reinhart Koselleck ha e

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En torno al objeto de la “historia de los conceptos” de Reinhart Koselleck. Joaquín Abellán, UCM.

A lo largo de cuarenta años Reinhart Koselleck ha escrito abundantes reflexiones metodológicas y teóricas sobre la Begriffsgeschichte. Al mismo tiempo ha ido realizando investigaciones propias en este ámbito en las que, a la vez que aplicaba los criterios metodológicos por él elaborados, iba descubriendo nuevos caminos para la reflexión teórica, que le conducían nuevamente a una revisión casi permanente de su concepción de la Begriffsgeschichte. Desde su escrito programático de 1967 para la edición del Diccionario Geschichtliche Grundbegriffe hasta las últimas entrevistas realizadas poco antes de su muerte,

ha ido

precisando su pensamiento sobre la Begriffsgeschichte y perfilando la posición de ésta dentro de la semántica histórica, diferenciándola de otros enfoques y mostrando las compatibilidades o coincidencias con los otros. La Begriffsgeschichte de Reinhart Koselleck bebe de varios de sus maestros que desempeñaron para el un papel de pioneros. Entre ellos destaca el propio Koselleck, en primer lugar, a Otto Brunner, con su libro Land und Herrschaft; en segundo lugar, a la tradición alemana de la historia de la filosofía que comienza con Hegel y llega hasta Rothacker y Gadamer, y en la que sitúa en un lugar muy importante a Heidegger, de quien también fue alumno; en tercer lugar, al director de su tesis doctoral, Johannes Kühn, cuyo escrito de habilitación sobre Toleranz y Offenbarung se basaba de hecho en una análisis de historia de los conceptos; y, finalmente, a Carl Schmitt, especialmente con su libro Die Diktatur, además de los estímulos recibidos en sus clases1 . Con esta formación de partida, Koselleck empezó a desarrollar su concepción de la “historia de los conceptos” en el Grupo de trabajo de historia social, creado en Heidelberg en 1957 por Werner Conze junto con Otto Brunner y Carl Jantke.

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Véase R. Koselleck, “Begriffsgeschichte, Sozialgeschichte, begriffene Geschichte. Reinhart Koselleck im Gespräch mit Christof Dipper”, en: Neue Politische Literatur 43 (1998), 187-205.

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Para Koselleck, el lenguaje ofrece sólo un aspecto de lo que posiblemente es el mundo real para los hombres. Y en ese sentido se producen de manera permanente cambios lingüísticos en la percepción del mundo, de la misma manera que el pasado histórico cambia también con el patrimonio lingüístico del hombre. La intención básica de la Begriffsgeschichte para Koselleck reside en averiguar la experiencia del pasado contenida en los testimonios lingüísticos, es decir, en averiguar en las fuentes la articulación lingüística de los elementos básicos de la experiencia. Las fuentes se pueden leer en un doble sentido, primero como indicadores de algo que está fuera de ellas mismas, y, segundo, desde

cómo el lenguaje articula eso que está fuera de ellas mismas.

Precisamente por esta doble posibilidad, la Begriffsgeschichte ocupa para Koselleck un lugar intermedio entre la historia de la realidad fáctica y la historia de la conciencia. Es parte de la historia del lenguaje, pero con su vista dirigida hacia fenómenos políticos y sociales de carácter extranlingüístico.

Consecuente con este planteamiento, la “historia de los conceptos” de Koselleck se aleja expresamente de la historia de las ideas tradicional. Koselleck no pretende hacer una historia de categorías abstractas –como, por ejemplo, la idea del estado-poder, tal como había hecho Friedrich Meinecke en la La idea de razón de Estado en la Edad Moderna-, sino que pretende tener en cuenta los grupos de hablantes y sus intereses, pues la historia de los conceptos que él pretende tiende finalmente a la historia de la realidad extralingüística. Y precisamente por ello tendrá mucha importancia en su método el análisis de los cambios semasiológicos y onomasiológicos 2 .

Un ejemplo de cómo la Begriffsgeschichte que practica Koselleck no se queda en la mera exégesis de las fuentes, sino que hace un puente con la realidad extralingüística se puede ver en su análisis de un pasaje del programa del reformador prusiano Hardenberg, del que cita el siguiente pasaje: “[el programa pretende] una estructura racional que no privilegie a una clase frente a otras, sino que asigne su lugar a los ciudadanos de todos los estamentos según ciertas clases es una de las necesidades verdaderas y nada superficiales del Estado” (Denkschrift über die Reorganisation des preussischen Staats (12.9.1807), en: Georg Winter, Die Reorganisation des Preussischen. Staates unter Stein und Hardenberg, 1931, p. 316). Koselleck dice que, para entender este programa de Hardenberg, se necesita una exégesis crítica que explique los conceptos que ahí se utilizan: “necesidades verdaderas y necesidades superficiales”, “Estado”, “estamento”, “clase”, “ciudadano”. Koselleck va analizando cada uno de ellos, mostrando, por ejemplo, que 2

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En las páginas que siguen recojo algunas de sus observaciones metodológicas y teóricas sobre la tarea de la Begriffsgeschichte, centrándome en el cambio de los conceptos. Para ello analizo, en primer lugar, el concepto del concepto de que se ocupa “la historia de los conceptos” (1), para pasar luego a las hipótesis sobre el cambio conceptual en relación con su tesis de que los “conceptos no tienen historia” (2) y (3). Termino con una observación sobre el carácter no normativo de los conceptos en la Begriffsgeschichte de Koselleck, a propósito de unas observaciones suyas sobre el quehacer historiográfico de Quentin Skinner (4)

1. El concepto del concepto en la “historia de los conceptos”. En el escrito programático para la elaboración del Diccionario Geschichtliche Grundbegriffe escribe Koselleck, en 1967: “Para nuestro uso se puede describir la diferenciación entre palabra y concepto de la siguiente manera: el significado de la palabra siempre remite a lo significado, sea esto un pensamiento o una situación real. El significado está adherido ciertamente a una palabra, pero se alimenta asimismo del contexto hablado o escrito, brotando al mismo tiempo de la situación a la que se está refiriendo. Una palabra se convierte en concepto, cuando esta relación en la que se usa la palabra y para la que se utiliza la palabra, desemboca en la palabra. Un concepto reúne en sí mismo un montón ciudadano es un terminus technicus, que todavía no se usaba en los textos legales prusianos, y que contenía una alusión crítica a la sociedad estamental (“la expresión era actual, tenía gran porvenir, indica un modelo de constitución a realizar en lo sucesivo”. Cuando utiliza “clase” tiene presente los distintos significados de estamento (Stand). Observa que clase a veces se solapa con estamento, pero que Hardenberg ya la está utilizando en un sentido económico. Esto le permite afirmar que su utilización por Hardenberg está ya poniendo en juego un nuevo modelo social que apunta hacia el futuro, mientras que el concepto de “estamento” se vincula a la tradición, que el Allgemeines Landrecht, de 1974, había confirmado. Su conclusión es que “la extensión del espacio semántico de cada uno de los conceptos centrales utilizados pone de manifiesto una alusión polémica al presente, un componente de futuro y elementos permanentes de la organización social procedentes del pasado. La conjunción de todos ellos confiere sentido a este pasaje” (R. Koselleck, “Historia conceptual e historia social”, en: Futuro pasado. Barcelona, Paidós, 1993, 105-126, esp. 107-110.

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de significados; siempre es, por tanto, a diferencia de la palabra, polisémico. En la historia de un concepto, no sólo se desplaza el significado de una palabra, sino que cambia la composición y las referencias de todo el contexto entero que ha ido a parar a la palabra” 3 . Y pocos años después, en la Introducción al Diccionario escribe lo siguiente:“la diferenciación entre palabra y concepto se ha tomado en el presente Diccionario con un criterio pragmático. Vamos a renunciar por tanto a utilizar en nuestra investigación el triángulo de la lingüística (palabra, significado, cosa) en sus distintas variantes. Sin embargo, se puede mostrar desde la experiencia histórica que la mayor parte de las palabras del vocabulario político-social se diferencian desde el punto de la definición de esas palabras que aquí llamamos “conceptos”, conceptos históricos fundamentales” 4 En su concepción del concepto con el que tiene que ver la Begriffsgeschichte, la diferenciación entre concepto y palabra es el punto de partida de todas las reflexiones de Koselleck. El modo de entender esta diferenciación, por otra parte, no ha estado exento de críticas por parte de lingüistas y de practicantes de otros tipos de la “semántica histórica” 5 .

El concepto es ciertamente una palabra, pero no es solamente una palabra: todo concepto está adherido a una palabra, pero no toda palabra es un concepto político o social, pues los conceptos políticos y sociales pretenden tener un

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R. Koselleck, “Richtlinien für das Lexikon politisch-sozialer Begriffe der Neuzeit”, en: Archiv für Begriffsgeschichte 11 (1967), 81-99, p. 86 4 R. Koselleck, “Einleitung”, en: Geschichtliche Grundbegriffe. Vol. 1, Stuttgart, 1972, p. xxii 5 Lingüistas como Dietrich Busse critican la teoría del concepto de Koselleck por considerarla poco clara desde el punto de vista de la Lingüística.(Historische Semantik. Stuttgart, 1987, p. 80 y ss.). El historiador Hans-Erich Bödeker hace la observación de que Koselleck no siempre sigue su propia diferenciación entre concepto y palabra, pues a veces los sitúa al mismo nivel, aunque como signos distintos, y piensa que la relación entre concepto, significado y uso no está bien aclarado (“Reflexionen über Begriffsgeschichte als Methode”, en: H.E. Bödeker (ed.), Begriffsgeschichte, Diskursgeschichte, Metapherngeschichte, Göttingen, 2002, 75-121, pp. 87 y ss. ). Posición crítica respecto a la concepción de los conceptos de Koselleck la mantiene también Rolf Reichardt, pues para él los conceptos no tienen menor realidad que las situaciones materiales (“Einleitung”, en: R. Reichardt/E. Schmitt (eds.), Handbuch politisch-sozialer Grundbegriffe in Frankreich 1680-1820, Munich, 1985, 39-148, p. 53).

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carácter general y son siempre polisémicos 6 . Lo que distingue al concepto de la palabra es esa su capacidad de significar algo, pero la multiplicidad de sentidos político-sociales de los conceptos no es lo mismo que la multiplicidad de significados lingüísticos de la palabra. En el análisis de la Begriffsgeschichte es algo secundario que la palabra tenga o no una pluralidad de significados desde el punto de vista lingüístico, pues el concepto extrae su multiplicidad de sentidos de su carácter como instrumento o como indicador de la acción política o social. Esto es lo que quiere decir Koselleck con que los conceptos son “concentrados de muchos significados que se introducen desde la situación histórica en la palabra”, por lo que sólo pueden interpretarse, a diferencia de las palabras, que pueden definirse 7 . Una palabra se convierte en concepto cuando se introduce en ella el contexto de significados y experiencias político-sociales en el que la palabra se usa y para el que se usa 8 . O en términos similares escribe que sólo hay concepto –y no mera palabra- cuando lo significados de los distintos términos que denominan una misma realidad se reúnen y se reflejan más allá de la mera función de denominar una realidad 9 . El significado de los conceptos con los que opera la Begriffsgeschichte no se disuelve totalmente en la situación en que se usa, sino que su “exceso de significado” connota un determinado ámbito de experiencias y de situaciones más allá de lo que denota. En virtud de las connotaciones de los conceptos se puede organizar intelectualmente la realidad y los conceptos pueden desempeñar un papel activo en la comunicación político-social como condición de la experiencia y de su mediación. Al responder a sus críticos, en 1996, Koselleck precisa que “in our method, concepts are treated as more than meanings of the terms that can be unambiguously defined. Rather political and social concepts are produced by a long-term semiotic process, which encompasses manifold and contradictory experiences” 10 6

R. Koselleck, “Begriffsgeschichte und Sozialgeschichte”, en: P. Christian Ludz (ed.), Soziologie und Sozialgeschichte. Aspekte und Probleme. Opladen, 1972, 116-131, pp. 123-124. 7 R. Koselleck, “Richtlinien”, (como en nota 3), 86 8 R. Koselleck, “Begriffsgeschichte” (como en nota 6), 124 9 R. Koselleck, “Einleitung” (como en nota 4), xxiii 10 R. Koselleck, “ A Response to Comment on the Geschichtliche Grundbegriffe”, en: Hartmut Lehmann/Melvin Richter (eds.), The Meaning of Historical Terms and Concepts. New Studies on

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El concepto en la “historia de los conceptos” no es una categoría lingüística, sino una haz de experiencias y de expectativas, de visiones de la realidad histórica y de pautas explicativas de la misma. Por ello, para la Begriffsgeschichte es concepto es concepto entre conceptos. Un concepto concreto no se puede entender realmente sin referencia a otros conceptos. Desde sus primeros escritos programáticos y teóricos, Koselleck insiste en que el concepto está de antemano en una constelación de conceptos, es decir, que la “historia de los conceptos” tiene que vérselas con estructuras relacionales de conceptos. Los conceptos se interpretan y se explican en una relación de reciprocidad, dentro de un campo semántico, aun cuando casi siempre se una sola palabra la que funciona como nombre del campo. La Begriffsgeschichte va claramente no sólo mas allá de la historia de la palabra, sino también más allá del concepto individual y

quiere descubrir estructuras semánticas. Analiza tanto las

expresiones paralelas, las próximas o las contrarias a la palabra/nombre investigada como si los usos del concepto

tienen carácter competitivo o

estratégico, es decir, las intenciones de quienes lo utilizan.

En su concepción del concepto destaca Koselleck la diferenciación de los que él llama “conceptos fundamentales” respecto a los otros conceptos. Los conceptos concretamente del Diccionario Geschichtliche Grundbegriffe fueron elegidos atendiendo a la significación que tenían en las fuentes y, concretamente los que habían llegado a nuestra época procedentes del pasado europeo y “que registraban el cambio hacia la modernidad o adaptaban su significado a las condiciones cambiantes” 11 . Los “conceptos fundamentales” destacan por su

Begriffsgeschichte. Washington, 1996, 59-70, p. 64. Aplicando las categorías de Austin, Palonen indica que la polisemia de las palabras es locucionaria, mientras que la de los conceptos es ilocucionaria o perlocucionaria (desde el punto de vista de la recepción). Véase Kari Palonen, Die Entzauberung der Begriffe. Das Umschreiben der politischen Begriffe bei Quentin Skinner und Reinhart Koselleck. Münster, 2004, p. 257. 11 R. Koselleck, “Richtlinien” (como en nota 3), 82. En la “Einleitung” al Diccionario distingue: conceptos constitucionales básicos, términos clave de la organización política, económica o social, las denominaciones de las ciencias, los conceptos clave de los movimientos políticos, las denominaciones de las profesiones dominantes y de la estructura social, los conceptos centrales de las ideologías que interpretan el mundo del trabajo (como en nota 4, xiv). Desde el punto de vista de su significado, y

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complejidad y por su carácter indispensable para formular los temas más sobresalientes de una época determinada. En la respuesta a sus críticos, en 1996, resume así su posición: “basic concepts combine manifold experiences and expectations in such a way that they become indispensable to any formulation of the most urgent issues of a given time. Thus basic concepts are highly complex; they are always both controversial and contested. It is this which makes them historically significant and sets them off from purely technical or professional terms. No political action, no social behaviour can occur without some minimum stock of basic concepts that have persisted over long periods; have suddenly appeared, disappeared, reappeared; or have been transformed, either rapidly or slowly. Such concepts therefore must be interpreted in order to sort out their multiple meanings, internal contradictions, and varying applications in different social strata” 12 .

En la concepción koselleckiana del concepto hay que analizar igualmente la relación del concepto con la realidad, con la situación histórica. En este punto Koselleck no acepta las tesis de los estructuralistas, pues él considera que disuelven la realidad en el discurso. Este punto de la relación entre concepto y realidad es clave, como veremos, para poder precisar de qué se hace la historia en la “historia de los conceptos”. Como ya hemos mencionado, para Koselleck el concepto es quien establece la relación entre una palabra y una situación histórica. Los conceptos son vistos por la Begriffsgeschichte desde su función político-social, y no en su función lingüística 13 , y por eso pretende investigar la relación de los conceptos con las palabras y con la realidad histórica. La perspectiva en la que se mueve la Begriffsgeschichte es conocer la realidad histórica como una unidad hecha por el lenguaje y que sólo de esa manera le es accesible. En esta relación lenguajeatendiendo no sólo a su función teorética sino también a su función pragmática Koselleck habla de “Kampfbegriffe”, Zukunftsbegriffe, Erwartungsbegriffe, Aktionsbegriffe (Richtlinien, 92 y ss.) 12 13

R. Koselleck, “Response” (como en nota 10), 64 R. Koselleck, “Einleitung” (como en nota 4), xxi

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realidad, Koselleck destaca permanentemente las dos caras del lenguaje. Por un lado, el lenguaje es receptivo y registra lo que sucede fuera de sí mismo, descubriendo aquello que se le impone sin ser en si mismo lingüístico, el mundo pre-lingüístsico. Por otro lado el lenguaje, en su función activa, asimila todos estos contenidos extralingüísticos 14 . Pero Koselleck avisa igualmente de manera continua que la relación entre lenguaje y realidad no es una relación de identidad: “el significado y el uso de una palabra nunca establece una relación de correspondencia exacta con lo que llamamos la realidad. Ambos, conceptos y realidades, tienen sus propias historias que, aunque relacionadas entre si, se transforman de diversas maneras. Ante todo, los conceptos y la realidad cambian a diferentes ritmos, de modo que a veces nuestros conceptos de la realidad dejan atrás a la realidad conceptualizable, o al contrario” 15 . La relación entre lenguaje y cosa no sólo no es de identidad, sino que más bien es de tensión, una tensión que a veces se llega a superar, o que se presenta de nuevo o que parece irresoluble. 16 Los cambios en la realidad y los cambios en los significados de las palabras no siempre se corresponden. Por eso, el análisis de esos cambios precisará de la semántica y de la onomástica, para poder determinar si hay cambios de significado en la misma palabra o si hay un cambio de nombre para una situación real que ha experimentado una transformación o si hay cambios de denominación para una situación que no se ha alterado. La posición de Koselleck sobre esta cuestión de la relación entre el lenguaje y la realidad queda muy clara en un escrito suyo, en el que, con el ejemplo de la Revolución Francesa, sistematiza las tres posibilidades que caben en la relación entre lenguaje y realidad. a) La primera posibilidad es entender el lenguaje 14

R. Koselleck, “Historia de los conceptos y conceptos de historia”, en: Ayer.Revista de Historia Contemporánea 53 (2004), 27-45, p. 30 15 R. Koselleck (como en nota 14), p. 36. 16 En la tensión existente entre la realidad histórica y su registro lingüístico, que estalla repetidamente en la historia, encuentra Koselleck un reto intelectual: cualquier historia, incluso después de ser establecida y registrada, ha de ser siempre reescrita, aunque esto no sea sinónimo de un relativismo sin límites(R. Koselleck, como en nota 14, p. 40)

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como algo instrumental e investigar entonces la función que desempeña para determinados grupos de acción política; el lenguaje siempre quedaría como un epifenómeno de la llamada historia real. b) La segunda posibilidad es poner al lenguaje y a la realidad en una relación de reciprocidad, pero con diferencias determinantes, sin que el uno puede ser reducido a la otra y viceversa. Se refiere Koselleck a T. Luckmann, para quien el mundo de significados del lenguaje, por un lado, posibilita las experiencias en el mundo real y, por el otro, pero al mismo nivel, las limita. c) La tercera posibilidad se opone frontalmente a la primera, y en ella se considera a los textos como la realidad misma. Es la posición de Foucault, que, según Koselleck, ha radicalizado Jacques Guilhaumou.

Koselleck siempre ha señalado el aspecto dual del lenguaje para la Begriffsgeschichte, en la que la formación de los conceptos son las dos cosas: factor en los movimientos históricos e indicador de estos movimientos. La realidad siempre está transportada por el lenguaje, lo que no excluye que haya también otros elementos constitutivos de la realidad de carácter no lingüístico. De la tercera posición antes mencionada dice: “Al neutralizar la clasificación social de los textos y al equiparar desde el punto de vista del conocimiento todas las informaciones de los textos, reducen el texto al texto sin que puede ser leído

como

fuente

para

algo.

Este

enfoque

de

Guilhaumou

es

metodológicamente coherente, pero deja algunas cuestiones abiertas. Esto significaría que la historia sólo está unida al lenguaje. En ese caso sería asimismo coherente que no sería posible hacer historia alemana sobre textos franceses y al revés. Se correría el peligro de concebir la historia sólo como historia de la conciencia. Los textos serían mudos...., “ 17 . En estos últimos Koselleck advierte el peligro de que la historia se disuelva en el discurso, mientras que para él ningún acto de habla es la acción misma, que aquel ayuda a preparar, desencadenar o realizar” y si bien todo acto de habla es una acción, R. Koselleck, "Probleme der Relationsbestimmung der Texte zur revolutionären Wirklichkeit", en: R. Koselleck/R. Reichardt (eds.), Die Französische REvolution als Bruch des gesellschaftlichen Bewusstseins, , Munich, 1988, 664-666, p. 664

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no todo hecho es un acto de habla 18 . Y en su Respuesta a sus críticos, Koselleck vuelve a insistir en su posición: “And analysis of concept requires command of both linguistic and extralinguistic context, including those provided by discourses. Only by such knowledge of context can the analysis determine what are a concepts-multiple meanings, its content, importance, and the extent to which it is contested” 19 . Al aspirar a articular la conexión entre el contexto lingüístico de las fuentes y la realidad política y social, la Begriffsgeschichte no se puede confundir con la “historia de las ideas”, que tenía que ver con “ideas” que, como tales, estaban situadas en un nivel de abstracción, que poco tiene que ver con el análisis del uso de un lenguaje específico en situaciones específicas.

R. Koselleck, “Feindbegriffe”, en: Jarhburch der Deutschen Akademie für Sprache und Dichtung, 1993, 83-90, p. 84 (citado en H.E. Bödeker, “Reflexionen”, como en nota 5, p. 114). Bödeker destaca la contradicción en Koselleck de clasificar como extralingüística la realidad que ha de ser explicada en términos conceptuales, a la vez que señala que las situaciones históricas sólo surgen como situaciones conocidas a través de los usos de las palabras. (“Reflexionen”, p. 115). La crítica de Reichardt a Koselleck se mueve en esta dirección, como hemos mencionado antes, en el sentido de que los conceptos son realidades, que no son meros indicadores, sino que son factores dados, previos a la conciencia y a la acción colectiva. Los conceptos son entonces sobre todo factores de creación de la conciencia y de disposición para la acción. Si, para esta línea de pensamiento, la “realidad” no es nada más que un sistema de conocimiento, es lógico que no tenga sentido reconstruir la realidad pasada de forma independiente de su representación contemporánea. Y no todos los historiadores aceptan este planteamiento. Véase, a este respecto, Lucian Hölscher, “Hacia un diccionario de los conceptos políticos europeos”, en: Ayer 53 (2004), 97-108, p.103 19 R. Koselleck, “Response” (como en nota 10), 65

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2. Las hipótesis sobre el cambio en los conceptos Partiendo de la ausencia de una identidad permanente entre lenguaje y realidad y de la tensión entre ambos, se plantea la cuestión de cómo se expresan los cambios inevitables en la relación entre ambos lados (si con nuevas palabras, si con la acuñación de nuevos conceptos, si con la integración de nuevas referencias de índole temporal en las palabras/conceptos viejos). El estudio de esos cambios se convierte en objeto central de la “historia de los conceptos”, pues ésta tendrá que averiguar precisamente si los cambios lingüísticos y conceptuales son indicadores o factores de las transformaciones de la realidad social extralingüística y tendrá que poner al descubierto los distintos estratos de significado de tiempos distintos existentes en los conceptos.

La tesis más conocida de Koselleck sobre el cambio de los conceptos es probablemente la de que en un cierto periodo de tiempo, en el ámbito de lengua alemana, se atravesó un umbral en el que los conceptos políticos-sociales fundamentales adquirieron contenidos y referencias “modernos”. El término Sattelzeit acuñado por Koselleck para denominar este fenómeno de que, entre 1750 y 1850, se produjo este importante cambio en los conceptos está presente en sus escritos desde las Richtlinien de 1967 hasta la Einleitung al primer volumen de los Geschichtliche Grundbegriffen, de 1972, y su ensayo sobre la escasez de teoría en la ciencia histórica, también de 1972 20 . En sus distintas En 1967, en “Richtlinien” (como en nota 3) se delimita la época de investigación del Diccionario entre 1700 y 1900, y se dice que, entre 1750 y 1850, se produce un cambio en los conceptos (p. 81). En el ensayo Über die Theoriebedürftigkeit der Geschichtswissenschaft” se puntualiza que la transformación de algunos conceptos políticos fundamentales se produce en torno a 1770: “viejas palabras, como democracia, libertad, estado, denominan desde alrededor de 1770 un nuevo horizonte de futuro, que delimita el contenido semántico de otra manera. Topois tradicionales tienen ahora referencias al futuro, algo que antes no tenían. Un común denominador del vocabulario político-social consiste en que surgen cada vez mas criterios de movimiento (...) A pesar de las viejas palabras, se trata casi siempre de neologismos, que adquieren desde aproximadamente 1770 un coeficiente de temporalización (Über die Theorie...., Stuttgart, 1972,p. 119). En la Introducción al Diccionario se citan de nuevo las dos fechas de 1750 y 1850, pero se relacionan de otra manera algo distinta: “Una pregunta todavía sin respuesta clara es si este cambio de significado esbozado en el ámbito del vocabulario político-social, que se registra de manera análogo a en todas las épocas-umbral, se aceleró en torno a 1750. Hay muchos indicios a favor de una respuesta positiva. En ese sentido, la Edad Moderna (“Edad nueva” literalmente 20

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contribuciones al Diccionario, Koselleck va registrando con exactitud en qué años aparecen estos cambios, siendo el año 1770 especialmente significativo.

De todos modos, dice Koselleck años después que no hay que exagerar realmente la tesis del Sattelzeit. En 1996, en su respuesta a sus críticos dice: “In any case, hypotheses about the existence of such a period play no part in the method used in Begriffsgeschichte.. The sattelzeit is neither an ontological notion nor is it tied to a single national language. The periodization is but one means of narrowing the Geschichtliche Grundbegriffe’s focus and making its goals more manageable 21

En conexión con su tesis del Sattelzeit presenta Koselleck las hipótesis o criterios en virtud de los cuales se puede estructurar el proceso de cambio a largo plazo. Se trata de los conocidos cuatro criterios, que en la Introducción al Diccionario, denomina “Democratización”, “Politización”, “Ideologización” y “Adquisición de una dimensión temporal” 22 . Por “democratización” entiende Koselleck el fenómeno de que el vocabulario político y social se amplia y aplica a otros ámbitos distintos. Por “politización” de los conceptos entiende el fenómeno de que los conceptos van incluyendo referencias relativas a un

en alemán, JA) habría sido experimentada también como una “edad nueva” gracias a este cambio acelerado. De repente, las nuevas transformaciones que se mantienen mueven el ámbito de la experiencia, al que se refiere toda la terminología, especialmente sus conceptos relevantes, de manera reactiva o provocativa. Al principio es llamativo y un resultado confirmado por el Diccionario, que desde 1770 surgen un montón de nuevos significados, testigos de una nueva manera de captar el mundo, que inducen a todo el lenguaje. Viejas expresiones se enriquecen con contenidos que no solo forman parte del campo anterior al clasicismo y al idealismo sino que dan un nuevo perfil de igual modo a la terminología política y social , como estas mismas denominaciones” (“Einleitung”, como en nota 4, p. Xv) 21 R. Koselleck, “Response” (como en nota 10), p. 69. Cuando Koselleck acuñó el término de Sattelzeit no tenía la intención de asociar a él un planteamiento teórico. Fue un concepto espontáneo, que quería mostrar que hacia 1800 hay un “umbral” en la historia alemana, sobre la base de los trabajos históricos que él y Werner Conze ya habían realizado. Luego se fue mostrando la capacidad para un planteamiento teórico que había implícita en este término, pues realmente hubo en este umbral hubo un cambio de ritmo distinto a lo que había habido antes. (R. Koselleck, “Begriffsgeschichte” (como en nota 1), p. 194-195. 22 En “Richtlinien”, (como en nota 3) los denomina: Ideologisierung, Manipulierbarkeit, Polemisierung, Standortbezogenheit, pp. 91-92; En la Introducción al Diccionario los denomina Demokratisierung, Politisierung, Ideologisierbarkeit y Verzeitlichung, respectivamente (“Einleitung”, como en nota 4, p. xvi-xix).

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número cada mayor de personas. Que los conceptos se “ideologizan” significa para Koselleck que se transforman en fórmulas abstractas o vacías, que se usan de manera distinta según los intereses o la clase social de los hablantes. Con “adquisición de una dimensión temporal” (Verzeitlichung) denomina Koselleck el proceso de cambio en el que los conceptos incorporan referencias temporales, relativas a expectativas de un futuro mejor o a diferencias entre un “antes” y un “después” que ha de venir. Koselleck ha intentado siempre mostrar estos criterios de cambio en sus investigaciones. A modo de ejemplo, traemos a continuación los resultados a este respecto de sus investigaciones sobre algunos conceptos fundamentales en el Diccionario Geschichtliche Grundbegriffe. Se trata de sus estudios sobre los conceptos Emanzipation, Fortschritt (Progreso), Staat y Volk. Emancipación 23 La primera constatación que presentan Koselleck y Grass, autores de la investigación sobre este concepto, es el hecho de la generalización del uso del término Emanzipation desde 1830 aproximadamente. El término, que era usual originalmente en el vocabulario jurídico para expresar la situación de las personas que se liberan de la dependencia de otra, pasa a otros ámbitos de la vida y adquiere nuevos contenidos que no estaban presentes en él originariamente. Emanzipation comienza a emplearse ya para referirse a las clases bajas, a grupos sociales determinados, al pueblo y a la humanidad, que son entendidos ahora como sujeto de la emancipación o como objeto de la misma. Se habla de estar viviendo en una época de emancipación. De esta manera, Emanzipation se convierte en un indicador de luchas de liberación en el ámbito social y político y en un factor lingüístico a favor de esas luchas. Hacia 1840, dicen Koselleck y Grass, el concepto Emanzipation adquiere el contenido

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R. Koselleck/Karl-Martin Grass, “Emanzipation” en: Geschichtliche Grundbegriffe 2, 153-197.

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moderno que nosotros podemos entender hoy, sin necesidad de ninguna “traducción”, con sus elementos utópicos incluidos 24 .

A lo largo de la investigación de los textos, los autores muestran, efectivamente, esta generalización del uso del término y los cambios semánticos que incorpora. Si, por ejemplo, Kant todavía no utiliza este término fuera de su reducido ámbito jurídico originario y no lo utiliza para definir la Ilustración –que el concibe, como sabemos, como un proceso de abandono de la minoría de edadni tampoco para aplicarlo en su filosofía de la historia, Wieland, por el contrario, se resiste expresamente a utilizarlo en ese sentido nuevo, criticando el uso del término fuera de su sentido originario que estaba ligado a la situación jurídica de las personas. Georg Forster, sin embargo, lo utiliza en 1792 con un sentido positivo, como el que había tenido en la Ilustración inglesa del l7.

El artículo de Geschichtliche Grundbegriffe dedica muchas páginas al uso que de Emanzipation hacen determinados grupos sociales, a la que asociaban

que

asociaban ilusiones y expectativas de futuro muy concretas. Los autores analizan textos alemanes relativos al fenómeno reivindicativo de la emancipación de los católicos irlandeses, otros textos sobre emancipación de los judíos, sobre la emancipación de la mujer y de la carne (Heine), sobre la emancipación del trabajo y de los trabajadores y sobre la emancipación de la esclavitud de los Estados Unidos 25 .

Los autores constatan cómo el concepto “emancipación”, que evidentemente se había utilizado desde el final del siglo l8 desde la perspectiva de la filosofía de la historia, se convirtió en la cuarta década del siglo l9 en el concepto principal para la interpretación de la historia. Con Emanzipation se interpretaba ahora toda la historia pasada y el futuro que había de venir. El concepto se convirtió así, sin abandonar sus implicaciones de tipo jurídico, en un concepto de

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“Emanzipation” (como en nota 23), pp.153-154 “Emanzipation” (como en nota 23), pp. 176-197

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movimiento, es decir, en un denominador común de todas las reivindicaciones dirigidas a la eliminación de las desigualdades de todo tipo. Y de esta manera se convirtió en un concepto con una connotación antiestamental, crítico, por tanto, con la situación real existente. El concepto formulado con esas connotaciones se pudo interpretar tanto desde una perspectiva liberal como democrática y, posteriormente, socialista 26 . Progreso En el artículo Fortschritt (Progreso) 27 , señala Koselleck que la acuñación de la palabra sucedió de manera casual, pero que la acuñación del concepto como tal fue el resultado de un profundo cambio en la experiencia, en el que se incorporó una referencia temporal explícita, que no tenían los conceptos anteriores de “Fortgang” o “Progreß”. Esta dimensión de temporalidad, de un antes y de un futuro distinto, está en el núcleo de “Fortschritt”. Los textos de las fuentes que investiga Koselleck le llevan a afirmar que el nuevo concepto abarca –simultánea o sucesivamente- un conjunto de estructuras de movimiento, que Koselleck califica de estructuras modernas. En los resultados de la investigación, Koselleck va dando cuenta de los cuatro criterios del cambio, aunque no los trate separadamente: 1. El progreso se refiere a una única humanidad (Menschheit) como sujeto que hace su propia historia, convirtiéndose el progreso en un concepto de la filosofía de la historia universal. 2. El progreso sigue estando referido, de todos modos, con frecuencia a algunos sectores concretos o algún tipo de acciones concretas, en donde se pone de manifiesto una tensión temporal: a cada “antes” le corresponde un “después”o algún postulado para recuperarlo o superarlo. Progreso se convierte en un concepto de “partido” o de acción.

26

27

“Emanzipation”, (como en nota 23), p. 166 R. Koselleck, “Fortschritt”, en: Geschichtliche Grundbegriffe 2, 351-353, 363-423

15

3. El progreso mismo se llega a convertir en sujeto de sí mismo, con lo que el “movimiento” queda referido a si mismo. De esta manera, la expresión se sitúa en un plano superior de abstracción y puede utilizarse ideológicamente por distintos grupos que recurran al mismo concepto. 4. Aunque el término describa a veces un proceso hacia algo peor, por regla general progreso significa un movimiento hacia algo mejor. Progreso se convierte casi en un concepto religioso, de esperanza religiosa. 5. El progreso apunta hacia un movimiento que no se piensa en términos circulares, al contrario que los modelos antiguos, que presuponían su repetibilidad. En el lenguaje, el progreso tiene su concepto contrario en el retroceso, pero la teoría moderna del progreso afirma que los retrocesos siempre son más cortos que los avances. El progreso tolera ciertamente discontinuidades, pero siempre se mueve en una dirección lineal. 6. El objetivo final del progreso oscila entre conseguir la perfección final, que es algo inalcanzable, o una permanente posposición en el tiempo, porque los objetivos que el progreso tiene que

alcanzar se conciben a su vez como

progresivos. El progreso se convierte en un concepto con una perspectiva temporal, y, hablando más estrictamente,

en un concepto para orientar o

planear el futuro. 7. Progreso indica frecuentemente una aceleración que, a diferencia de la aceleración física, sólo puede ser desencadenada y sólo puede hacerse consciente por fuerzas históricas concretas. Cuando estas fuerzas se definen como “progresistas”, el progreso se está convirtiendo en un concepto de legitimación histórica 28 .

Staat En el análisis de los cambios relacionados con el concepto Staat (Estado), Koselleck constata la transformación de este concepto en un concepto central en Ibidem, 352-353. Después de este resumen de las transformaciones que se producen en el concepto de progreso, Koselleck señala que este concepto es un indicador y un factor de la industrialización, que se va abriendo camino y avanza con rapidez, cambiando muchas de las condiciones de la vida política y social o creando otras nuevas. 28

16

Alemania en el período posterior a la Revolución Francesa 29 . Los cuatro criterios de la transformación que ha señalado en los otros conceptos, los encuentra asimismo corroborados en los cambios conceptuales de Staat. El concepto se convierte en “ideologizable”, en el sentido de que se convierte en un concepto que logra un nivel de abstracción tal que excluye parcial o totalmente cualquier otra alternativa al “Estado” y, por tanto, puede ser utilizado desde intereses distintos. El concepto “se politiza” en cuanto que todos los aspectos de la vida –jurídicos, morales, nacionales, humanos- quedan absorbidos en el “Estado”. El concepto “se democratiza” en cuanto que Staat pierde el significado de poder de índole personal, refiriéndose ahora a un poder impersonal, que más adelante es concebido como derivado del pueblo.

El

concepto, por último, adquiere también una dimensión temporal. Destaca Koselleck que Staat, asimismo después de la Revolución Francesa, adquirió una estructura interna temporal en la que se ponía en relación el pasado y el futuro de una manera asimétrica: el Staat se entiende ahora como un sujeto activo de una dinámica que le obliga a emprender reformas, a hacer progresos, a volcarse hacia el futuro. El concepto de Staat se va entendiendo como un “organismo” dotado de un impulso para desarrollarse de manera permanente. Esta concepción del Estado como “organismo”, y el abandono y rechazo explícito del uso de la metáfora de la máquina para referirse al Estado, es un indicio de esta nueva manera de entender al Estado como un sujeto personal que tiene que desarrollar proyectos de progreso 30 . En los textos de filósofos idealistas alemanes, entre otros, encuentra Koselleck formuladas las nuevas demandas al Estado como sujeto activo, basadas en la razón o en la historia. Si Kant habla del “Estado en su idea”, del Estado como tal y lo deduce como un a priori necesario 31 ,

en Fichte el Estado aparece vinculado a la tarea de realizar la libertad 32 y

29

R. Koselleck, “Staat und Souveränität”, en: Geschichtliche Grundbegriffe 6, 1-4, 25-64. En Francia, sin embargo, señala Koselleck que, en la misma época, era más frecuente el uso de “Republique” o “Empire” que de “Estado”. 30 Koselleck ejemplifica esta dimensión con un texto del príncipe Karl August von Hardenberg, en el que pone de manifiesto el nuevo papel del Estado hacia el futuro. Se trata del Denkschrift über die Reorganisation des preussischen Staats (12.9.1807). En: Ibidem, p. 30 31 En su Metafísica de las costumbres (1797), párrafo 45 32 Fichte, Beiträge zur Berichtigung der Urteile des Publikums über die Französische Revolution (1793), en: Sämtliche Werke, vol. 6 (1845, reimpr. 1968), p. 103

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testimonios parecidos se encuentran en otros muchos textos que Koselleck aporta. En la filosofía de Hegel, es la “idea general del Estado como género” la que ejerce un poder absoluto contra los Estados concretos para realizar la libertad, no siendo tampoco el Estado real y concreto la última instancia de la historia universal 33 .

Volk En el concepto de Volk (Pueblo) también se pueden corroborar los cuatro criterios de transformación en los conceptos 34 . La “democratización” del concepto Volk se produce, por supuesto, escribe Koselleck, desde la Ilustración de base iusnaturalista y por la Revolución francesa. Desde entonces, Volk se entiende como abarcante básicamente de todos los miembros de un “pueblo”, de la misma manera que la “nation” en francés o más aún el “peuple” jacobino absorben –como “pueblo del Estado”- todas las diferencias secundarias existentes entre las personas. Aunque el concepto democrático de pueblo no se realiza en Alemania inmediatamente, pues hasta 1918 sigue siendo un concepto de “partido” político, señala Koselleck que, sin embargo, su nueva aspiración a integrar las diferencias en un único “pueblo estatal” indica un camino nuevo, así como su aspiración a integrar una población con diferencias sociales y jurídicas 35 .

Por lo que respecta a la “politización” del concepto Volk, Koselleck apunta que el término incorpora desde entonces significados referidos a muchos y distintos ámbitos o grupos sociales. Con Volk se forman numerosos compuestos en alemán que “politizan” la vida cotidiana: desde Volksgeist hasta Volksküche (cocina popular) pasando por Volksarmee (ejército popular) y otros muchos 36 .

33

Koselleck remite a la Filosofía del derecho, párrafo 259. R. Koselleck, “Volk, Nation, Nationalismus, Masse”, en: Geschichtliche Grundbegriffe 7, 142-151, 380-431 35 Ibidem, p. 147 36 Ibidem, p. 148 34

18

La “ideologización” de Volk la encuentra Koselleck en el uso generalizado de Volk o Nation, con las matizaciones y las diferenciaciones que ponen los distintos grupos sociales, que, aunque pretendan excluirse mutuamente los unos a los otros, se están refiriendo, sin embargo, al mismo concepto fundamental de “pueblo” que todos usan. Así constata las expresiones “pueblo cristiano”,

“pueblo

liberal”,

“pueblo

demócrata”

que,

dentro

de

su

intencionalidad diferenciadora, no dejan de utilizar el concepto “pueblo”, lo cual les permite criticarse unos a los otros, reprochándose mutuamente un uso parcial o inadecuado del concepto “pueblo” 37 .

La adopción de la dimensión de temporalidad en el concepto Volk la constata Koselleck igualmente. A Volk se le van asociando expectativas de futuro y se lo pone en relación con otros conceptos de dimensión temporal como “movimiento”, “progreso”, “historia”, “desarrollo”. Aunque al concepto de Volk no le correspondiera todavía una experiencia en la vida real, se fue convirtiendo en un concepto con esa orientación hacia el futuro, que podía ser utilizada política e ideológicamente 38 .

La hipótesis del Sattelzeit fue importante para la elaboración del Diccionario Geschichtliche Grundbegriffe. Pero, como hemos mencionado antes, el propio Koselleck no la consideraba años después tan fundamental en el método de la Begriffsgeschichte. Las cuatro hipótesis/criterios que hemos mencionado en las líneas anteriores son, sin duda, más importantes. Como más importante es, en relación al cambio en los conceptos, la constatación de Koselleck de que determinados sustantivos utilizados normalmente en plural se convierten , a lo largo de un período de tiempo, en “singulares” (Kollektivsingular), registrándose ahí un cambio fundamental. El ejemplo paradigmático de este descubrimiento

37

Ibidem, p. 148. Este proceso de politización e ideologización de Volk es analizado por Koselleck hasta bien entrado el siglo XX, pues desde comienzos del siglo observa nuevas transformaciones con nuevos significados y denominaciones. 38 Ibidem, 148-149.

19

es para Koselleck lo ocurrido en el concepto

Geschichte (Historia) 39 . En el

cambio de uso del plural –die Geschichten- al singular – die Geschichte- hay un cambio que se realizó, dice Koselleck, de modo expreso en el último tercio del siglo l8. La “historia”, en singular, designó desde entonces la suma de las historias individuales, pero esto significaba además que se abría un nuevo mundo de experiencia: el mundo de la historia, precisamente. Indicios de esta transformación son las formulaciones que Koselleck encuentra en los textos de ese último tercio del siglo 18: “la historia en y para sí”, la “historia en si”, la “historia misma” o la “historia como tal”. Hasta entonces había sido imposible pensar el término “historia” sin sujeto. La historia se refería a personajes o a países, a Carlomagno o a Francia, etc... 40 . Las cosas, sin embargo, cambiaron, señala Koselleck, cuando los historiadores ilustrados intentaron captar “la historia misma”. Entonces pudo pensarse la “historia como tal”, sin un objeto, o sujeto, particular. En relación con la facticidad de los personajes o de los acontecimientos, este concepto nuevo de la historia era mas bien un metaconcepto. Al hablarse de la historia en singular, la historia recibía un ámbito propio, que se convertiría en director de toda la compleja experiencia humana. La historia como sustantivo singular puso las condiciones para que se pudieran hacer las historias particulares. 41 Todas las relaciones político-sociales en este mundo se entenderían como historia en todas sus prolongaciones temporales: “donde antes se hablaba de derecho o de sanción, de violencia, de poder, de providencia o de casualidad, de dios o del destino, desde finales del siglo l8 se podía remitir a la historia” 42 . El concepto de historia, en singular, “se

39

Véase R. Koselleck, “Geschichte, Historie”, en: Geschichtliche Grundbegriffe2, 593-595, 647-718. El descubrimiento de este cambio, del singular colectivo, lo aplica Koselleck también a otros conceptos, como el de Staat.. 40 El pasaje que recoge Koselleck de J. M. Cladenius es muy ilustrativo al respecto: “Los eventos, y con ellos también la historia, son cambios. Pero éstos, sin embargo, presuponen un sujeto, una esencia o substancia permanente” (Allgemeine Geschichtswissenschaft, worinnen der Grund zu einer neuen Einsicht in allen Arten der Gelehrtheit gelegt wird. Leipzig 1752, p. 11). Vid. “Geschichte, Historie”, (como en nota 39), p. 649. 41 Koselleck trae a este respecto el siguiente texto de G. Droysen: “Por encima de las historias está la historia, así resumía Droysen en 1858 el nuevo mundo de experiencia de la historia (J.G. Droysen, Historik, Darmastad 1960, 4ª ed., p. 354) Geschichtliche Grundbegriffe 2, 652 (como en nota 39, p.652). 42 Ibidem, 594

20

politiza”, es decir se convierte en un concepto central aplicable a muchas cosas. Y se convierte en el marco, no superado, del pensamiento histórico moderno 43 .

3. Los conceptos no tienen historia, aunque contienen historia.

A la vez que Koselleck escribía sus trabajos para el Diccionario, continuó su labor de reflexión sobre los conceptos y el cambio en los conceptos como objeto de estudio de la Begriffsgeschichte. En 1983 escribió un artículo que arroja nueva luz sobre su propia tarea realizada en los Geschichtliche Grundbegriffe y que contribuye a precisar cuál es realmente el objeto de la “historia

de los

conceptos” 44 . La tesis de este artículo es que los conceptos no cambian, no tienen historia, sólo pueden envejecer. Volcada esta afirmación sobre los cambios investigados y reflexionados teóricamente por él –de los que hemos dado alguna cuenta en el apartado anterior- surge de nuevo la pregunta de cuál es el objeto de la “historia de los conceptos”, si éstos no tienen historia. ¿Qué historia realmente la Begriffsgeschichte? Las precisiones que aporta Koselleck en este artículo perfilan su concepto del concepto y aporta algo más sobre cuáles son los cambios de que se puede ocupar la “historia de los conceptos”. En el artículo de 1983 Koselleck afirma, expresamente contra Nietzsche, que “los conceptos como tales no tienen historia. Contienen historia, pero no tienen historia. Sólo pueden envejecer, afirmar algo que ya no sea acertado. Lo que cambia entonces es el contexto, pero no el concepto envejecido” 45 . Una vez que se ha formado un concepto, es decir, una vez que se ha sellado la relación entre El pasaje de J.Chr. Adelung que reproduce Koselleck es claro a este respecto: “la expresión (Geschichte) tiene tres significados de igual rango, que ya no ha perdido desde entonces: 1. Lo que ha sucedido, una cosa sucedida..., 2. La narración de esta historia o de los eventos acontecidos; la Historia (Historie)....3.El conocimiento de los eventos acontecidos, la ciencia de la historia; sin plural.” (Versuch eines vollständigen grammatisch-kritischen Wörterbuchs der hochdeutschen Mundart, 5 vols, Leizpig, 1774-1786, vol. 2, 1775, pp. 600 y s.), en: Koselleck, como en nota 39, p. 657) 43

44

R. Koselleck, “Begriffsgeschichtliche Probleme der Verfassungsgeschichtsschreibung”, en: Der Staat Beiheft 6, 1983, 7-21, Aussprache 22-46. 45 Ibidem, p. 14

21

una palabra y una realidad específica con un significado determinado, se convierte en algo único 46 . Y “una vez que se ha acuñado un concepto como tal se sustrae al cambio”. Cuando se “ha llevado algo al concepto”, es decir, cuando determinados fenómenos o situaciones han sido reunidos bajo una palabra con un significado determinado ya no son susceptibles de cambio. Aquello a lo que el concepto se refiere específicamente al construirse el concepto ya no puede cambiar: el concepto de politike koinonia de Aristóteles o el concepto de res publica de Cicerón tiene un carácter único, aunque la realidad sobre la que versan sea algo permanente o algo que se repite en el tiempo. La res publica de Cicerón, por ejemplo, se refiere, a la sociedad romana de época y a su concepto de “hombre”. La politike koinonia de Aristóteles sólo puede ser entendida en relación con la forma de organización política de su época, la polis. Lo que ahí es único, es decir, que está referido a una realidad específica, no puede cambiar a lo largo del tiempo. Una vez que se ha hallado un concepto pensado de manera específica, aunque fuera con una palabra previamente existente, se sustrae al cambio. Lo que sí puede cambiar es la realidad que el concepto ha “conceptualizado”, de modo que la formación posterior de un concepto se adecue a aquélla, cambiando entonces al compás de la realidad. Lo que tiene historia es todo aquello que “se ha llevado” a un concepto 47 . Siguiendo con el ejemplo de Aristóteles, su concepto de politike koinonia no puede cambiar, insiste Koselleck. Lo que realmente ha ocurrido es que los lectores posteriores de Aristóteles le dan un significado distinto y una aplicación distinta. El concepto de Aristóteles como tal no tiene ninguna historia, pero sí la tiene la recepción de ese concepto 48 .

La rotundidad con que Koselleck afirma que los conceptos como tales, una vez formados, no tienen historia le lleva incluso a plantearse si la denominación de 46

Pocos años después lo repetiria: “What matters here is that as son a word is used with a specific meaning and with reference to a specific reality, it is unique” (“Some Reflections on the Temporal Structure of Conceptual Change”, en: W. Melching/W. Velema (eds.), Main Trends in Cultural History. Amsterdam, 1994, 7-16, p. 8. 47 Ibidem, 14 48 R. Koselleck, “Hinweise auf die tempooralen Strukturen begriffsgeschichtlichen Wandels”, en: HansErich Bödeker (ed.), Begriffsgeschichte (como en nota 5), 31-47, p. 34

22

“historia de los conceptos” es una denominación adecuada para la tarea historiográfica que el realiza. El reconoce que la denominación Begriffsgeschichte contiene una cierta laxitud lógica, habida cuenta que los conceptos no tienen historia, pero considera que es una expresión cuyo uso ya se ha generalizado y resulta, por tanto, difícil cambiarla. De todos modos, la propia denominación “historia de los conceptos” no deja de lanzar un reto científico para precisar de qué se ocupa realmente la Begriffsgeschichte. Señala Koselleck que el que los conceptos no tengan historia no excluye que las palabras que los transportan puedan adquirir nuevos significados, que hay que investigar en una “historia de los conceptos”. Investigar, por tanto, si, adheridos a palabras viejas, se forman conceptos nuevos con nuevos contenidos distintos a los que transportaban esas palabras viejas. Y esta historia puede ocuparse igualmente de las nuevas palabras que se forman para denominar nuevas realidades o para denominar estados de cosas en principio idénticos. La semasiología y la onomasiología, por tanto, son claves en el quehacer de la “historia de los conceptos”. Lo que Koselleck deduce del hecho de que los conceptos envejecen y de que se forman nuevos conceptos, pero que los conceptos no tienen historia, es que nosotros tenemos que definirlos para nosotros mismos si queremos utilizarlos históricamente; tenemos que “traducirlos” para poder entenderlos, siendo por tanto conscientes de la distancia existente entre los dos momentos. Ahí es donde la “historia de los conceptos” realiza una tarea historiográfica, pues ella muestra la historia de la acuñación de los conceptos, de sus usos y de los cambios que experimentan todos aquellos elementos que “han sido llevados” al concepto 49 .

Las

reflexiones

de

Koselleck

sobre

los

cambios

semasiológicos

y

onomasiológicos son numerosas, pero para clasificar las distintas posibilidades de cambio en la relación concepto-realidad acude, en repetidas ocasiones, a la clasificación que hizo hace varios años Heiner Schultz 50 . 49

Ibidem, 15 Heiner Schultz, “Begriffsgeschichte und Argumentationsgeschichte”, en: R. Koselleck (ed.), Historische Semantik und Begriffsgeschichte. Stuttgart 1979, 43-74, esp. 64-67. Koselleck se refiere a 50

23

1) La primera posibilidad de que habla Schultz es que el concepto y la realidad permanezcan idénticos, tanto diacrónica como sincrónicamente. En este supuesto hay que demostrar empíricamente la identidad con la realidad pasada en cuanto a sus elementos espaciales, personales, estructurales o situacionales. Schultz señala que si un concepto ha permanecido idéntico sería fundamental preguntarse qué aporta para la explicación del cambio en otros ámbitos 51 . Koselleck piensa que es muy raro que el significado de las palabras y la situación real se correspondan entre si de manera duradera, y más raro todavía es que cambien en paralelo y en el mismo sentido. Hay palabras y situaciones que han permanecido constantes, como sucede con muchos conceptos relacionados con el conocimiento de la naturaleza y con la vida de los campesinos y los artesanos, que son áreas de actividad sujetas a una continua repetición 52

2) La segunda posibilidad es que el concepto permanezca idéntico y cambie la situación real, aunque este caso no parece previsto en la Einleitung (1972) al Diccionario Geschichtliche Grundbegriffe 53 , pues allí se habla de que el cambio del significado de la palabra y la situación sucedan a la vez, aunque en cada lado se produzca de manera distinta. Koselleck, por su parte, como ejemplo de esta segunda posibilidad, menciona el caso del marxismo soviético.

Para el

marxismo soviético, el capitalismo era la última etapa antes de la ruptura revolucionaria

final.

En

la

realidad

irrumpieron

el

fascismo

y

el

nacionalsocialismo –algo no previsto antes de la primera guerra mundial-, y entonces para salvar las expectativas revolucionarias, el fascismo fue redefinido conceptualmente, de manera poco conforme con la realidad, como la fase mas avanzada del capitalismo. Y después de 1945, la ortodoxia soviética esta clasificación, por ejemplo, en “Hinweise” (como en nota 48, p. 34-35) y en “Historia de los conceptos y concepto de historia”, en: Ayer.Revista de Historia Contemporánea 53 (2004), 27-45, p. 31)a 51 H. Schultz, como en nota anterior, p. 65 52 R. Koselleck, “Historia de los conceptos” (como en nota 48), 31-32 53 Schultz se refiere a “Einleitung” (como en nota 4), xxiii. Schultz hace la observación de que uno se puede imaginar perfectamente que un usuario insista en el uso de un concepto por no haber notado cambio relevante o porque, habiéndolo notado, no quiere notarlo ....(íbidem, 65/66).

24

consideraba que los Estados Unidos y Alemania eran países pertenecientes al capitalismo monopolista, agresivo, militarista, es decir, fascistas. Y todo ello con vistas a conservar los viejos significados de esa filosofía de la historia utópica 54 .

3) La tercera posibilidad es que cambie el concepto, pero la situación siga igual. Lo que plantea Schultz para el caso de esta tercera posibilidad es que habría que ver si se empieza la formación de un segundo concepto, o si es irrelevante para el concepto un cambio en la forma de expresión. Hay que ver si las nuevas expresiones para la misma situación están ocultando las expresiones peyorativas, etc... Y hay que preguntarse entonces quién y en qué situación cambia el concepto o lo abandona por otro. Aquí cabe pensar dos casos: o se cambia el concepto aunque no cambie la situación para algunos, pero para otros sí, de modo de que el cambio en el concepto es una respuesta que hay que averiguar en qué consiste realmente; o el concepto se cambia porque para el usuario la realidad había cambiado, aunque la reconstrucción que hacemos hoy demuestre que la situación no había cambiado y que el usuario se había engañado al respecto por algún motivo 55 . Para ejemplificar este tercer supuesto, Koselleck aduce el ejemplo del concepto de revolución: el concepto cambia, pero la secuencia de revoluciones, en tanto que acontecimientos históricos, sigue sucediéndose de la misma manera o similar. La “revolución” se entiende desde el siglo l8 en términos de un proceso de carácter único, capaz de deparar de una vez por todas, con menor nivel de violencia, un futuro pacífico. Este nuevo significado omitía, dice Koselleck, el hecho de que esas revoluciones conducirían inevitablemente a la guerra civil, tal como sucedió en la realidad en la mayoría de los casos. Definición utópica de la “revolución”, aunque la realidad presentaba otras características. El asesinato, la violencia y la guerra estaban siempre presentes a despecho de los programas utópicos 56 .

R. Koselleck, “La historia de los conceptos” (como en nota 50), 32 H. Schultz (como en nota 50), 66-67 56 R. Koselleck, “Historia de los conceptos” (como en nota 50), 32-33 54 55

25

4) La última posibilidad que señala Schultz es que se produzca una discontinuidad en el concepto y en la situación. Sería el caso contrario del primer ejemplo. Cada lado cambia a su ritmo, alterándose la relación existente entre ambos. Aunque en los cuatro supuestos se plantea la cuestión de la explicación causal de cada supuesto de cambio, en este último caso la necesidad es mayor. Aquí hay que explicar el cambio de los conceptos por el cambio en la realidad, y, algo que se suele hacer menos, explicar el cambio en la realidad por el cambio en los conceptos. 57 Para

ilustrar esta cuarta posibilidad de

cambio, Koselleck elige los cambios efectuados en la historia del concepto Staat/status y su asincronía en relación con la historia de la construcción real del Estado en Alemania. En el caso alemán concretamente, la historia de la formación del Staat real no se ajusta, ni siquiera discurre paralelamente, a la formación del concepto Staat. A este respecto indica Koselleck cómo Staat, durante los siglos l7, l8 y los comienzos del l9, significaba “posición social”, estamento, el estado del príncipe (la posición del príncipe). Pero hacia 1800, en pocas décadas se produjo un cambio radical en el lenguaje jurídico, hasta el punto de que Staat fue entendido con un significado totalmente distinto al de Stand-estamento. El Staat se entendió como soberano, con todos los atributos que antes habían sido adjudicados al príncipe, redefiniéndose a los antiguos súbditos como ciudadanos del Estado, dentro de unas fronteras determinadas. El Estado, como un singular colectivo, incorpora ahora muchos significados en un solo nombre abstracto. Este singular excluyó todos los demás significados que habían estado vigentes con “estado”, y sobre todo al de Status que se refería a una sociedad de sociedades plurales, de plurales corporaciones. Decir que se convirtió en un concepto histórico fundamental es decir que se convirtió en un concepto que “dirige e informa completamente el contenido político y social” en una lengua, en este caso, la alemana. 58 57

H. Schultz (como en nota 50), 67 R. Koselleck, “Historia de los conceptos” (como en nota 50), 34-36. En Francia ocurre de manera distinta. Ya en el siglo 17 se habla del état souverain en abstracto, cuya traducción sólo se encuentra en Alemania en el siglo l9. “Soberanía” –como última instancia de decisión- era en Francia acorde con la realidad histórica desde Luis XIV, mientras que en Alemania era un concepto al que se tendía, pero sin darse en la realidad: ni eran soberanos los Príncipes de los Estados territoriales que componían el Reich – aunque les gustase llamarse así- ni lo era el Kaiser, pues estaba vinculado jurídica y políticamente al 58

26

Con todos ejemplos de cambio, Koselleck precisa algo más sus reflexiones sobre la relación entre el carácter único de un concepto y los cambios que se pueden registrar en los elementos que se “han llevado al concepto”. Se trata de que los conceptos contienen varios estratos de significado procedentes de distintos tiempos, que, a su vez, tienen un ritmo distinto de duración: algunos matices de su significado anterior han desaparecido, pero otros han seguido. Si no se puede hacer ciertamente la historia de un concepto concreto, sí se puede hacer, sin embargo, la historia de los distintos estratos temporales que ha tenido. En el transcurso del proceso histórico, un concepto puede ir obteniendo otros significados o borrando algunos otros, y de estos estratos temporales sí se puede escribir su historia. Es más, hay otros conceptos que no sólo tiene estratos de diferentes épocas, sino que en algún momento adquieren una remisión al futuro, como ocurrió con republicanismo, cuando comenzó a ser entendido no ya como una referencia a la realidad presente, sino como un deseo o una expectativa para el futuro. Este concepto y los ismos del lenguaje político moderno demuestran que el significado de los conceptos puede contener, con distinto grado de combinación, experiencias del pasado, realidad actual y esperanzas o expectativas de futuro. La “historia de los conceptos” tiene que poner al descubierto los elementos del pasado, del presente y del futuro que contengan los conceptos-clave del vocabulario político y social 59 . Con dos ejemplos concreta Koselleck su reflexión sobre los estratos temporales de los conceptos. El primero de ellos es el viejo concepto aristotélico de la politike koinonia. Fue traducido al latín como societas civilis.. Ambos se referían a ciudadanos de pleno derechos, dejando fuera de la “comunidad política” a los esclavos. Pero, aún así, esta teoría de la politike koinonía contiene otros elementos que todavía son relevantes en la discusión actual sobre la determinación de la

Reichstag y a los príncipes electores. La suma de Kaiser, Reichstag y los Príncipes nunca llegó a ser una unidad que actuara con soberanía. El Reich en ese sentido nunca fue un Estado en sentido francés del concepto. Véase R. Koselleck, “Staat und Souveränität”, en: Geschichtliche Grundbegriffe, vol. 6, 1997, 1-154, pp. 1-4. 59 R. Koselleck, “Hinweise” (como en nota 48), 38-39

27

“vida buena”, por ejemplo. En un cierto sentido, la teoría de Aristóteles está todavía viva. Hay seguidores, por ejemplo, de la reflexión aristotélica de que un requisito necesario para un orden político estable es la distribución relativamente igual de la riqueza entre los ciudadanos. Pero, por otro lado, también está claro que desde el momento en que se traduce la politike koinonia por

societas civilis cambia su significado original de manera fundamental.

Societas civilis se usa al comienzo de

la edad moderna para una sociedad

organizada en estamentos, es decir, para una sociedad con un estructura jerarquizada y no igualitaria. Después de la Revolución francesa, la societas civilis – o bürgerliche Gesellschaft-, sin embargo, se usa para una sociedad caracterizada por sus exigencias de libertad e igualdad. La misma expresión, por tanto, tiene significados distintos en la Edad antigua, en los comienzos de la Edad Moderna y en la Edad Contemporánea. El concepto tiene muchos estratos de significado de distintos tiempos. Algunos de esos significados son todavía actuales y los podemos entender. Otros han desaparecido. Esto es lo que quiere decir que el concepto “sociedad civil” tiene distintos estratos temporales y que cada uno de ellos tiene una distinta duración 60 .

El segundo ejemplo es el concepto de Bildung. En su significado encuentra Koselleck igualmente muchos niveles temporales, que proceden de una tradición específicamente alemana. Bildung tiene connotaciones medievales y modernas, y llegó a convertirse en un concepto fundamental de la identidad cultural de los alemanes. Uno de los significados dominantes en Bildung es de índole religiosa; es decir, ser “gebildet” es poseer una determinada actitud religiosa, pero, hacia 1770, observa Koselleck, se puede constatar que la religiosidad que se considera parte integral de la Bildung es de carácter secular. Por eso el concepto de Bildung, el núcleo de cuyo significado gira en torno al cultivo o formación de sí mismo, no se puede “traducir” ni por educación ni por cultura. Ni tampoco, apunta Koselleck, sería adecuado hacerlo corresponder con “civilización”, pues este concepto en francés o inglés contiene una 60

R. Koselleck, “Hinweise” (como en nota 48), p. 37

28

referencia de una u otra manera a la “sociedad civil”, es decir, a las cualidades del “civis”, algo siempre presente en el vocabulario ilustrado. Bildung, por el contrario, se sitúa en el

ámbito de la autonomía moral del individuo, sin

referirse a la dimensión política o social que pueda tener el individuo 61 .

Las estructuras temporales de los conceptos remiten, según Koselleck, a la existencia de una semántica previa, que se caracteriza ante todo por su carácter de repetibilidad. La semántica la define como la posibilidad de repetición, pues para que un acto de habla único sea comprensible, todo el patrimonio lingüístico ha de estar disponible como algo dado. La comprensión es posible gracias a la recurrencia del lenguaje, que es “actualizado” una y otra vez en el momento de hablar y que se modifica a sí mismo lentamente 62 . Y las estructuras de repetición –no sólo la del lenguaje- remiten a la existencia de depósitos de experiencia que estaban disponibles antes de las generaciones contemporáneas y que seguirán actuando después de las generaciones contemporáneas. Pues bien, la semántica, que favorece un determinado camino para organizar y dirigir los pensamientos y las experiencias, y de la que depende cada acto de habla individual, “establece

una estructura interna de carácter temporal en cada

concepto que usamos” 63 .

Y, para terminar este apartado, hay que referirse también a las innovaciones. La diferenciación entre múltiples estratos temporales en los significados tiene que ver con la continuidad semántica. ¿Pero es posible una innovación lingüística? ¿Es un proceso rápido o lento? Koselleck responde, como es usual en él, con un ejemplo. Se trata, esta vez, del concepto Bund, importante sin duda en alemán, y que no es una traducción de ninguno de los términos latinos que podrían estar próximos, como foedus, conferatio, unio o liga. 64 El término se acuñó al final de la

R. Koselleck, “Hinweise” (como en nota 48), 40-42. Véase Rudolf Vierhaus, “Bildung”, en: Geschichtliche Grundbegriffe , Vol. 1, Stuttgart 1972, 508-551. 62 R.Koselleck, “Estratos del tiempo”, en: Estratos del tiempo: estudios sobre la historia. Barcelona, 2001, 35-42, p. 38 63 R. Koselleck, “Hinweise” (como en nota 48), 41 64 R. Koselleck, “Bund”, en: Geschichtliche Grundbegriffe, Vol. 1, Stuttgart, 1972, 582-671 61

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edad media. Al principio se utilizó en expresiones verbales, “wir verbinden uns” y sólo después se usó el sustantivo Bund. Y con el sustantivo ya se pudo formular alguna teoría coherente sobre este fenómeno de “unirse”, “asociarse”. Pero durante la Reforma, Lutero utilizó Bund como traducción del berith hebreo del Antiguo Testamento. Entonces Bund se cargó con una connotación teológica y no se utilizaba en el contexto político. Incluso la conocida “Schmalkaldischer Bund” de los enfrentamientos religiosos del siglo XVI nunca se llamó “Bund”, precisa Koselleck.

Bund, por tanto, siguió siendo un concepto del ámbito

religioso, que se refería a una unión creada por Dios. Y esta interpretación teológica dominó hasta bien entrado el siglo l9. Incluso Marx y Engels conocieron este significado antiguo. Y cuando se les pidió un escrito declaratorio para el “Bund der Kommunisten” se les pidió que hicieran una “declaración de fe” (Glaubensbekenntnis), es decir, un concepto

del ámbito

religioso. Pero en vez de redactar un catecismo, hicieron un “manifiesto”. Esto fue una innovación y duradera. Actualmente han desaparecido de Bund todas sus connotaciones teológicas.

4. Observación final. En las páginas anteriores hemos intentado precisar algunos de los elementos fundamentales de la Begriffsgeschichte de Reinhart Koselleck: el concepto del concepto, su relación con la realidad, sus tesis sobre el cambio conceptual. A modo de resumen aproximativo de las reflexiones de Koselleck se podría decir que su “historia de los conceptos” busca el uso concreto de la lengua en la vida social, política o jurídica, midiendo el mundo de la experiencia real y de las expectativas por sus registros en el lenguaje. Lo que pretende Koselleck es una historia de cómo se produce un significado a través del lenguaje, mostrando la articulación que pone en relación los textos de las fuentes y la realidad política y social. La “historia de los conceptos” va, por tanto, más allá del análisis de los conceptos para llegar a ser una historia de la experiencia. Pero la historia de la

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realidad, por supuesto, sigue siendo un nivel independiente desde el punto de vista metodológico, que no se puede confundir con el nivel de su articulación lingüística en las fuentes y en sus conceptos. La Begriffsgeschichte, que comienza con el análisis de los correspondientes conceptos-palabras, no se detiene ahí sino que los pone inmediatamente en relación con otros conceptos próximos o antónimos, pues a la Begriffsgeschichte le interesa el “vocabulario” de un sector de la lengua, no los lexemas particulares. En definitiva, puede decirse que la Begriffsgeschichte considera a los conceptos como reflejos de la sociedad en cuanto que acuñan significados para la interacción social entre las palabras y la realidad.

Y

como

la

relación

entre

lenguaje

y

realidad

se

altera

permanentemente, generándose cambios semasiológicos y onomasiológicos, la “historia de los conceptos” encuentra ahí su objeto de análisis, pues los conceptos como tales no tienen historia, aunque sí contengan historia, es decir, estratos de significados de distintos tiempos y de distinta duración.

Algunos investigadores consideran que la intención del proyecto de Koselleck no está tan alejada de los enfoques anglo-americanos y franceses de la semántica histórica 65 . El propio Koselleck ha reconocido que su proyecto no es incompatible con la historia del discurso. Y algunos investigadores se han adentrado ya en el análisis de esta compatibilidad entre los dos caminos de hacer historia del lenguaje político y en la comparación en concreto entre Reinhart Koselleck y Quentin Skinner 66 . Aunque no este el momento para hacer

65

Véase Hans-Erich Bödeker, “Reflexionen” (como en nota 5), especialmente pp. 116-121, y “Ausprägungen der historischen Semantik in den historischen Kulturwissenschaften”, en: Begriffsgeschichte (como en nota 5), 12-22. 66 Véase, sobre todo, la aportación de Melvin Richter “Pocock, Skinner and Begriffsgeschichte”, en: The History of Political and Social Concepts. Oxford, 1995, 124-142. Kari Palonen ha realizado un amplio y detallado estudio comparativo sobre Q. Skinner y R. Koselleck en Die Entzauberung der Begriffe. Das Umschreiben der politischen Begriffe bei Quentin Skinner und Reinhart Koselleck, Münster 2004. Su tesis fundamental es que Q..Skinner mantiene una perspectiva retórica en el cambio de los conceptos, mientras que la perspectiva de Koselleck se basa en una teoría del tiempo. En la tesis de que los “conceptos no tienen historia” cabe constatar, sin duda, una gran proximidad entre Koselleck y Skinner. En “Reply to My Critics” escribe Skinner: “I can best restate my objection by observing, in Wittgensteins’s phrase, that concepts are tool. To understand a concept, it is necessary to grasp not merely the meanings of the terms used to express it, but also the range of this things that can be done with it. This is why in spite of the long continuities that have undoubtedly marked out inherent patterns of thought, I remain unrepentant in my belief that here can be no histories of concepts; there can

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ninguna reflexión comparativa, sólo me referiré -para terminar- a dos observaciones que el propio Koselleck hace, dentro de esa compatibilidad de enfoques señalada, sobre dos diferencias específicas entre su manera de entender la “historia de los conceptos” y la que tienen los historiadores del discurso anglo-americanos. La primera observación tiene que ver con la óptica desde la que consideran el lenguaje. Según Koselleck, los historiadores del discurso cultivan básicamente la vieja exégesis de textos y no siguen el hilo rojo de los conceptos fundamentales centrales. Para él, sin embargo, el carácter específico de la Begriffsgeschichte está en encontrar esos conceptos centrales sin los que no es posible (organizar) la experiencia, es decir, su Begriffsgeschichte presupone el carácter no intercambiable de esos conceptos fundamentales y luego los busca y averigua por qué son cuestionables o no son cuestionados. Precisamente porque no son intercambiables, muchos hablantes los usan con la pretensión de establecer qué es el verdadero Estado, qué es la emancipación, qué es la sociedad. 67 La segunda observación tiene que ver con el carácter normativo de los conceptos. En una de sus últimas entrevistas, realizada en Madrid en el mes de marzo de 2005, Koselleck afirma que la verdadera diferencia que tiene con el quehacer historiográfico de Quentin Skinner es que éste vuelca sus análisis hacia lo normativo68 . Alude concretamente a sus análisis de los conceptos de freedom y liberty y le parecen muy normativos, comparados con el lenguaje vehemente de los teólogos presbiterianos y los argumentos de los revolucionarios británicos de los años de la guerra civil, impregnados de teología. Koselleck no opera, como historiador, con conceptos normativos. Cree que no se puede retrospectivamente la normatividad implícita en los conceptos del último siglo, haciendo análisis históricos a partir de ellos: “tengo que escuchar lo que dijeron las gentes del pasado e intentar ver cuáles se supone

only be histories of their uses in argument” (en: James Tully, ed., Meaning and Context. Quentin Skinner and his Critics. Cambridge, 1988, 231-288, p. 283 67 R. Koselleck, “Begriffsgeschichte” (como en nota 1), 193 68 “Historia conceptual, memoria e identidad (I). Entrevista a Reinhart Koselleck”. Por J. Fernández Sebastián y J.F. Fuentes, en: Revista de Libros de la Fundación Caja Madrid 111 (2006), 19-22.

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que fueron sus intenciones originales, aunque las respuestas a esa clase de cuestiones sólo podré encontrarlas si desarrollo hipótesis adecuadas” 69 .

Íbidem, p. 22. Koselleck puntualiza que cuando habla de prescindir de conceptos normativos se refiere a su tarea de historiador Otra cosa es si se entrara en el terreno de la política. 69

33

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 



   









 

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