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Enfermedades del Aparato Circulatorio En términos generales, podemos decir que nuestro sistema circulatorio se enferma básicamente según dos tipos de patologías: las congénitas y las adquiridas.
Las enfermedades congénitas son aquellas con las cuales viene el ser humano desde su nacimiento, y se originan cuando en el feto se comienza a desarrollar el corazón. Este proceso se inicia con la formación de un simple tubo contorsionado en forma de S, el cual, hacia la cuarta semana de gestación, se divide en cinco segmentos, y alrededor de la octava semana ya prácticamente tiene la mayor parte de sus características definitivas. Sin embargo, puede ocurrir que este órgano no se desarrolle adecuadamente y presente malformaciones que repercutirán en un inadecuado funcionamiento. Esto puede deberse a una enfermedad de la madre, como la rubéola o la diabetes mal controlada, por anormalidades cromosómicas o por efectos secundarios de ciertos medicamentos. Dichas causas pueden provocar fallas, como estrechez de la aorta, que produce una disminución en el flujo sanguíneo; tabique interauricular defectuoso, que permite un flujo excesivo de sangre hacia los pulmones; tetralogía de Fallot, un grupo de cuatro defectos cardíacos; y tabique interventricular defectuoso, que permite el bombeo de demasiada sangre a presión a los pulmones. Afortunadamente, con los avances de la cirugía y el perfeccionamiento de los exámenes ultrasónicos, estos defectos pueden ser detectados e incluso corregidos antes del nacimiento.
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Las enfermedades adquiridas son aquellas que se desarrollan después del nacimiento, siendo mucho más frecuentes, y pueden clasificarse en valvulares y coronarias. Estas últimas también se denominan isquémicas, puesto que el origen del problema es un insuficiente aporte sanguíneo al corazón. Dentro de las valvulares se encuentran la estenosis o válvula demasiado estrecha; la incompetencia o insuficiencia, que es un estado en que las válvulas no pueden cerrarse adecuadamente debido a una enfermedad coronaria o a una infección. Como ya dijimos, las enfermedades coronarias suponen siempre alguna alteración a nivel del suministro sanguíneo. Por eso también se llaman isquémicas (isquemia = falta de sangre) y se producen cuando el corazón, al no recibir suficiente sangre, está falto de nutrientes y oxígeno. Por lo mismo, es un corazón que puede morir y el culpable de este trastorno es el ateroma, un depósito graso que se va formando como consecuencia de la enfermedad arterosclerótica, que tiende a estrechar y endurecer las arterias, imprimiendo un trabajo de sobreesfuerzo al corazón, quien debe bombear con más energía. Asimismo, puede haber otras fallas, como el infarto al miocardio, que es la muerte de una parte o de todo el corazón debido a la interrupción del aporte sanguíneo; paro cardíaco, que puede ser consecuencia de un infarto cuando uno o ambos ventrículos son incapaces de mantener una función adecuada a causa de su fuerza motriz; y las alteraciones eléctricas, que generan ritmos cardíacos irregulares llamados arritmias. Infarto del Miocardio o Infarto Cardíaco ¿Qué es? El infarto de miocardio es el cuadro clínico producido por la muerte de una porción del músculo cardíaco que se produce cuando se obstruye completamente una arteria coronaria. Cuando se produce la obstrucción se suprime el aporte sanguíneo. Si el músculo cardíaco carece de oxígeno durante demasiado tiempo, el tejido de esa zona muere y no se regenera. Causas
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Para que el corazón funcione correctamente la sangre debe circular a través de las arterias coronarias. Sin embargo, estas arterias pueden estrecharse dificultando la circulación. Si el corazón se expone a un sobreesfuerzo pueden aparecer trastornos y formarse un coágulo que a su vez puede tapar una arteria semi−obstruida. Esta obstrucción, interrumpe el suministro de sangre a las fibras del músculo cardiaco. Al dejar de recibir sangre estas fibras mueren de forma irreversible. El infarto de miocardio ocurre cuando un coágulo de sangre (trombosis coronaria) obstruye una arteria estrechada. Normalmente el infarto de miocardio no sucede de forma repentina. Puede llegar causado por la arteriosclerosis, un proceso prologado que estrecha los vasos coronarios.
Síntomas El infarto de miocardio se manifiesta con dolores o presión en la zona torácica, sensación de agotamiento, cansancio, mareos y dolor o calambres en el brazo izquierdo. Estos dolores no ceden aunque la persona haga reposo. Los síntomas habituales son: • Dolor torácico intenso y prolongado, que se percibe como una presión intensa y que puede extenderse a brazos y hombros (sobre todo izquierdos), espalda e incluso dientes y mandíbula. El dolor se describe como un puño enorme que retuerce el corazón. Es similar al de la angina de pecho, pero más prolongado y no cesa aunque se aplique un comprimido de nitroglicerina bajo la lengua. • Dificultad para respirar. • Sudoración. • Palidez. • Mareo. Es el único síntoma en un 10 por ciento. • Otros: Pueden aparecer náuseas, vómitos, desfallecimiento y sudoración. Prevención El riesgo de padecer un infarto puede evitarse siguiendo algunas pautas de vida saludable: • Dejar de fumar • Llevar una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, legumbres y cereales. • Hacer ejercicio. • Evitar las bebidas alcohólicas Diagnóstico 3
• Monitorización electrocardiográfica: Constituye un elemento fundamental para el diagnóstico del infarto agudo, porque, además, permite analizar su evolución. Al paciente se le mantiene controlado a través de un monitor de electrocardiograma durante todo el tiempo que permanece en la unidad coronaria del hospital. Es una representación gráfica de las fuerzas eléctricas que trabajan sobre el corazón. Es indoloro y suele hacerse con el paciente estirado y tranquilo, excepto cuando se realiza durante una prueba de esfuerzo. Sólo detecta alteraciones en el momento en que se produce el dolor. Con posterioridad, se emplea únicamente para confirmar o descartar si se ha producido daño en el corazón. • Análisis de sangre: El dato que puede obtenerse a través del análisis es el aumento de la actividad sérica de determinadas enzimas, que se liberan dentro del torrente sanguíneo a causa de la necrosis que se está produciendo. Los valores máximos de estas enzimas presentan una correlación discreta con la extensión de la necrosis, aunque también se deben tener en cuenta otros factores que influyen en su grado de actividad. • Prueba de esfuerzo: Se puede hacer sobre una bicicleta estática o una cinta rodante. Se colocan electrodos en el cuerpo y un manguito de tensión; el paciente pedalea o anda por la cinta rodante. El médico que supervisa la prueba observa mientras tanto los cambios de tensión arterial, pulso y trazados del electrocardiograma. • Cateterismo cardíaco y coronariografía: La coronariografía permite determinar la localización y grado de obstrucción de las lesiones arteriales que puedan haberse producido. No puede realizarse cuando el paciente presenta trastornos de coagulación, insuficiencia cardiaca, disfunción ventricular, patologías que también impiden realizar cirugía cardiaca. Tratamientos Es muy importante, cuando se sospecha que puede estar produciéndose un infarto, pedir ayuda y buscar atención médica inmediata. Si la persona está conduciendo, hay que dejar el vehículo y no intentar conducir uno mismo hasta un hospital. Las distintas posibilidades de tratamiento son las siguientes: • Oxígeno: puede ser la primera medida en el hospital o en la propia ambulancia. • Analgésicos: si el dolor toráxico persiste y es insoportable, se administra morfina o medicamentos similares para aliviarlo. • Trombolíticos: son medicamentos para disolver el coágulo que impide que fluya la sangre. • Nitratos: actúan disminuyendo el trabajo del corazón y, por tanto, sus necesidades de oxígeno. • Betabloqueantes: actúan bloqueando muchos efectos de la adrenalina en el cuerpo, en particular el efecto estimulante sobre el corazón. El resultado es que el corazón late más despacio y con menos fuerza, y por tanto necesita menos oxígeno. También disminuyen la tensión arterial. • Digital: los medicamentos derivados de digital, como digoxina, actúan estimulando el corazón para que bombee más sangre. Esto es especialmente aconsejable si el ataque cardiaco produce insuficiencia coronaria. • Calcio−antagonistas o bloqueantes de los canales del calcio: impiden la entrada de calcio en las células del miocardio. Esto disminuye la tendencia de las arterias coronarias a estrecharse y también el esfuerzo del corazón. • By−pass: Se trata de tomar un trozo de vena de uno mismo e implantarlo en las arterias coronarias, "saltándose el bloqueo". La cirugía mayor del corazón se hace bajo anestesia general y la intervención suele durar varias horas, parte de las cuales la función del corazón y los pulmones la asume una máquina de circulación extracorpórea. Después de la intervención, se ingresa en la unidad coronaria durante unos días, donde se controlan a través de monitores el ritmo cardiaco y otros signos vitales, al tiempo que se recibe alimentación y medicación a través de una vena. • Angioplastia coronaria: básicamente consiste en remodelar el vaso taponado desde dentro del propio vaso, al que se accede a través de la piel. Todo ello se hace con anestesia local. Tras una inyección de anestesia en la ingle o en la zona del hombro, se introduce en una arteria de la pierna o del brazo un catéter guía. Después se inserta un segundo catéter, más pequeño, dentro del catéter guía, que tiene un 4
globo hinchable en la punta para poder ensanchar la parte ocluida de la arteria. Hipertensión Arterial Cuando el corazón late, bombea sangre hacia sus arterias y crea presión en ellas. Dicha presión es la que consigue que la sangre circule por todo el cuerpo. Cada vez que se toma la tensión se dan dos cifras. La primera de ellas registra la presión sistólica (aquella que se produce en las arterias cuando late el corazón) y la segunda, la presión diastólica (aquella que se registra cuando el corazón descansa entre latidos). Si la presión sube por encima del límite normal se produce lo que denominamos hipertensión arterial Se trata de una enfermedad muy común en todo el mundo que afecta a más del 20 por ciento de los adultos entre 40 y 65 años y casi al 50 por ciento de las personas de más de 65 años. Pero uno de sus mayores peligros es que se trata de un mal silencioso. Se puede tener la prensión arterial elevada y no mostrar síntomas. De ahí la importancia de la prevención. Si no se controla la tensión arterial, ésta puede afectar al funcionamiento del corazón, cerebro y riñones. La hipertensión es un factor de riesgo cardiovascular y que aumenta el peligro de derrame cerebral. Por eso conocer mejor qué es la hipertensión arterial y controlarla es la mejor forma de prevenir y moderar sus consecuencias. No debemos olvidar que, aunque los investigadores no han encontrado causas específicas de la hipertensión, sí han determinado algunos factores de riesgo que hacen que se pueda ser más propenso a padecerla: obesidad, consumo elevado de sal, alcohol, tabaco, falta de ejercicio y estrés son algunos de ellos. Hay que tener en cuenta que si se posee antecedentes familiares de hipertensión ha de aumentar la vigilancia sobre la prensión. Por eso es fundamental que se realicen controles periódicos y, de padecer hipertensión, combinar el tratamiento prescrito por el médico con una dieta más saludable y ejercicio físico.
¿Cómo prevenirla?
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Aunque la hipertensión arterial no puede ser definitivamente curada, existen una serie de hábitos de vida que, unidos a la acción de los medicamentos antihipertensivos, pueden llegar a controlarla de forma sustancial y evitar así sus consecuencias. A continuación una serie de consejos de gran utilidad para la prevención de la hipertensión y su control. • Todo adulto de más de 40 años debe vigilar periódicamente su tensión arterial. Más aún, si sus padres o abuelos han sido hipertensos. • Muchos hipertensos han normalizado su tensión arterial al lograr su peso ideal. Evite la obesidad. • Si su vida es sedentaria y físicamente poco activa, descubra el placer del ejercicio físico regular y, si es posible, al aire libre. Pero recuerde que siempre debe adaptarlo a sus posibilidades reales: no haga físicamente más de lo que puede. • Disminuya el nivel de sal en la preparación de sus comidas. Evite, además, los alimentos salados. • Reduzca al mínimo las grasas animales de su dieta y hágala rica en verduras, legumbres, fruta y fibra. • No fume y evite los ambientes contaminados por humo de tabaco. • Modere el consumo de bebidas alcohólicas. No tome más de uno o dos vasos de vino al día y, a lo sumo, una bebida alcohólica a la semana. • No ingiera en exceso bebidas excitantes como el café, el té, etc. • Siga fielmente el tratamiento prescrito por su médico y no lo interrumpa sin su conocimiento. Observe los posibles efectos secundarios atribuibles a los fármacos y coménteselos a su médico. • Recuerde que la hipertensión es un poderoso factor de riesgo cardiovascular que se potencia cuando se asocia a colesterol elevado, diabetes o ácido úrico. Procure controlar, además de sus niveles de tensión, estos otros factores de riesgo citados.
Trombosis coronaria
¿Qué es una trombosis coronaria? El corazón, se encuentra rodeado por tres importantes arterias coronarias, que proporcionan sangre y oxígeno al músculo cardiaco. Si se desarrolla un coágulo de sangre en una de estas arterias, se interrumpirá el suministro de sangre a una de las zonas del músculo cardiaco. Esto es una trombosis coronaria.
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Normalmente, produce un dolor intenso en el pecho detrás del esternón (el hueso del pecho), que, a menudo, se extiende hacia el brazo izquierdo. La zona del músculo que no tiene suficiente suministro, deja de funcionar adecuadamente, si no se disuelve con rapidez el coágulo de sangre, por ejemplo, con un medicamento que disuelva el trombo (trombolítico).
¿Por qué se produce la trombosis coronaria? La trombosis coronaria, que suele producirse en las arterias coronarias, se desarrolla, a menudo, en el lugar donde se rompe una placa arteriosclerótica. La mayoría de las personas en el mundo desarrollado, sufren aterosclerosis (endurecimiento de las arterias), en algunas partes del cuerpo, sin ni siquiera advertirlo. La aterosclerosis, puede comenzar alrededor de los veinte años y desarrollarse gradualmente conforme se va envejeciendo. Algunas personas, tienen síntomas de aterosclerosis en las arterias coronarias, que se muestran como una angina de pecho (dolor en el pecho). Por el contrario, la ruptura de la placa que conduce a una trombosis coronaria, se suele producir en personas sin un historial previo de angina de pecho. El revestimiento de la arteria que suministra al músculo cardiaco, es el que forma la placa arteriosclerótica. Si se rompe la zona enferma de la arteria coronaria, puede desarrollar un coágulo de sangre, que está formado por proteínas coagulantes de la sangre, plaquetas y glóbulos rojos. Esta formación, puede interrumpir el suministro sanguíneo, y se denomina coágulo de sangre.
Factores de riesgo Un historial familiar de arteriosclerosis, un contenido elevado de colesterol en sangre, hipertensión, tabaquismo, ser varón, diabetes de tipo 1 y de tipo 2, sobrepeso, estrés, falta de ejercicio.
¿Cuáles son los síntomas de una trombosis coronaria? −Dolor repentino detrás del esternón (el hueso del pecho), o en la parte delantera izquierda del pecho
−Una posible extensión del dolor hacia el brazo izquierdo −El dolor también puede extenderse hacia las manos, la mandíbula, el oído, el estómago o el brazo derecho −Una sensación de opresión en, o alrededor, de la garganta −Pueden producirse dificultades respiratorias graves y esporádicas con, o sin dolor −Desfallecimiento repentino o mareo fuerte, a menudo, acompañado de dolor
¿Cuáles son los síntomas de peligro? 7
Si se produce de repente un dolor intenso en el pecho, o cualquiera de los síntomas mencionados anteriormente, podría tratarse de una trombosis coronaria. Si ya ha sufrido alguna angina de pecho, y la nitroglicerina recetada no parece ir bien, podría ser un síntoma de peligro. En la angina de pecho llamada estable, el dolor suele producirse sólo después de haber realizado algún esfuerzo, y el esfuerzo necesario para que aparezca, es con frecuencia siempre el mismo. Un síntoma de peligro importante, es que el grado de esfuerzo necesario para que se produzca la angina, comience a disminuir. Hay que preocuparse, cuando la angina se produce, sin necesidad de realizar ningún esfuerzo. Si, de repente, se produce una angina en reposo y dura más de 20 minutos, el paciente debería llamar al 061, para pedir una ambulancia. En el hospital se decidirá si es un infarto de miocardio (trombosis coronaria), una angina grave (dolor en el pecho) o algo totalmente distinto.
¿Cómo realiza el médico el diagnóstico? Ya en el hospital, el médico realiza el historial médico del paciente, le examina y le hace un electrocardiograma. En la mayor parte de los casos, éste revelará si existe una oclusión de una arteria coronaria. Sin embargo, el examen no es 100 por cien seguro y, en algunos casos, es posible que se pase por alto un coágulo pequeño, que afecte a una zona, no muy extensa, del músculo cardiaco. Si persiste el dolor, se puede realizar un segundo ECG, 30 minutos más tarde. Una vez que el paciente ha sido ingresado, se toma una serie de muestras de sangre, durante las primeras 24 horas de estancia en el hospital, que revelarán la presencia de una lesión en el músculo cardiaco, y el alcance de la misma.
¿Cómo se trata una trombosis coronaria? A su llegada al hospital, se administra al paciente una aspirina (ácido acetilsalicílico), si no ha tomado ninguna antes. Esto evita que las plaquetas (pequeñas células sanguíneas), se adhieran unas a otras en el coágulo. Se suele administrar un tratamiento que disuelva el coágulo que complica la trombosis (trombolítico), directamente, en una vena del antebrazo. Para este tratamiento es de vital importancia que no hayan transcurrido muchas horas desde el inicio del dolor del infarto; su máxima eficacia se sitúa en las primeras seis horas. Una alternativa, es una dilatación (ensanchamiento) de emergencia, de la arteria coronaria obstruida, mediante un globo, procedimiento que se conoce como angioplastia coronaria. En ocasiones este procedimiento de dilatación se complementa con la colocación de una "malla" que refuerza la dilatación producida por el globo de la angioplastia. Sólo se suele realizar en centros especializados, pero se debería considerar, si el paciente presenta una tensión sanguínea baja constante (shock cardiogénico). Es importante recibir tratamiento tan pronto como sea posible, en cuanto comiencen los síntomas. Cuanto antes se administre, mejor será el resultado.
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¿Qué medicación se utiliza después de haber sufrido una trombosis coronaria? Ácido acetilsalicílico (aspirina): Siempre se receta, a menos que el paciente sea intolerante a ella. Tiene un suave efecto diluyente de la sangre y puede prevenir otros episodios coronarios. El paciente debe tomar aspirina durante el resto de su vida. Se puede administrar clopidogrel como sustituto, si el paciente es intolerante a la aspirina.
Nitroglicerina (que dilata las arterias): Puede recetarse en comprimidos, en parches que se pegan en la piel, o en spray, para el tratamiento de los episodios de dolor en el pecho. El nitrato oral de larga duración, puede reducir los ataques de la angina de pecho, y resulta útil para disminuir la duración de estos ataques.
Beta−bloqueantes: Entre otros efectos, bloquean la acción de la hormona adrenalina en el corazón y, por tanto, se reduce la tensión sanguínea, al latir el corazón más lentamente. Esto reduce el trabajo del corazón, y aumenta el flujo de sangre en las arterias coronarias.
Calcio−antagonistas: Reducen la tensión muscular en las arterias, dilatándolas y permitiendo, por tanto, un mayor flujo sanguíneo. Además, relajan ligeramente el músculo cardiaco y reducen la necesidad de oxígeno. Hay disponibles distintos tipos de calcio−antagonistas que tienen efectos diferentes en el ritmo cardiaco, las arterias coronarias, el músculo cardiaco y la circulación. ¿Qué se puede hacer para prevenir otros ataques en el futuro?
Dejar de fumar: lo más importante es dejar de fumar; también es importante que su pareja no fume.
Hacer ejercicio regularmente: veinte minutos de ejercicio tres veces por semana, por ejemplo, en una bicicleta estática, o caminar, ayudarán a reducir de forma significativa, los niveles altos de colesterol.
Tomar una dieta sana: tome pescado graso o carne blanca (pollo), y reduzca el consumo de carne roja. Toda la comida debería ser a la plancha, y no debería comer nada frito. Debe tomar diariamente abundante fruta o verdura.
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Trombosis venosa cerebral Es una patología del sistema nervioso central cuya incidencia es aún desconocida. El diagnóstico es difícil, tomando en cuenta que las manifestaciones neurológicas que ocasiona, así como el método de presentación, pueden ser extremadamente variables.
Causas de la enfermedad Factores de riesgo relacionados: • Infecciones del sistema nervioso central o vecindad: meningitis, otitis media, sinusitis, abscesos periamigdalinos, etc. • Enfermedad de Behcet. • Lupus eritamatoso sistémico. • Síndrome de anticuerpos antifosfolípidos primario. • Período post−operatorio. • Fármacos: anticonceptivos, antineoplásicos, heparina. • Diabetes Mellitus. • Hiperlipidemia. • Coagulación intravascular diseminada • TEC leve. • Otros menos frecuentes: cardiopatía congénita cianótica, granulomatosis de Wegener, infecciones a 10
distancia, policitemia, anemia de células falciformes, trombositosis, síndrome nefrótico.
Factores hereditarios relacionados: 1.− Anormalidades del sistema anticoagulante. 2.− Anormalidades del sistema fibrinolítico. Este grupo de anomalías genéticas heterogéneas pueden ser condiciones clínicamente silentes, y dan cuenta del 15−25% de trombosis venosa inexplicable en pacientes jóvenes. Se debe tomar en cuenta que una historia familiar negativa no excluye el diagnóstico de trombofilia hereditaria (es decir trombosis venosa asociadas a factores hereditarios), ya que estos defectos tienen baja penetrancia y expresión variable, pudiendo, además ocurrir nuevas mutaciones. Existen factores exógenos que podrían desencadenar o facilitar el desarrollo de episodios tromboembólicos en pacientes con anomalías hereditarias silentes, por ejemplo, el uso de antineoplásicos o la presencia de malignidad que disminuyen el nivel de proteína C, entre otros.
Cuadro Clínico Las manifestaciones clínicas de la TVC incluyen: cefalea (74%), seguida de papiledema (45%); además pueden presentarse convulsiones, déficit neurológico focal (35−50%) y diferentes grados de compromiso de conciencia. En pacientes que cursan con obstrucción aislada del seno venoso es más frecuente hallar un cuadro de hipertensión endocraneana, al contrario de lo que ocurre en trombosis de venas cerebrales, donde generalmente existe daño focal. Pronóstico Ha sido ampliamente reconocido que si el paciente sobrevive a la TVC el pronóstico funcional es mucho mejor que en la trombosis arterial, no existiendo correlación entre pronóstico y modo de instalación de TVC, 11
excepto por la presencia más frecuente de secuelas en casos crónicos respecto a agudos. Por otra parte la presentación clínica parece influir sobre el pronóstico, siendo peor cuando el cuadro se manifiesta con signos de déficit neurológicos focales, mientras que al existir hipertensión endocraneana aislada, la única consecuencia sería la atrofia del nervio óptico. En conclusión, la historia natural y el pronóstico de TVC es muy variable, pero en general este último es mejor cuando se trata de trombosis aisladas de seno, existiendo un rango de mortalidad que de acuerdo a recientes series varía entre 20−30%. Tratamiento Es aún controversial, ya que no existen estudios controlados que los validen. Dentro de las terapias mayoritariamente utilizadas se encuentran: Anti−coagulación: en base a heparina, que permite limitar el proceso trombótico y facilita el desarrollo de circulación colateral, siendo aún válida la conclusión de que si un paciente con TVC se deterioro a pesar del tratamiento sintomático, amerita el uso de heparina, incluso en casos de infarto hemorrágicos a la tomografía craneal (3, 7, 14, 19), siendo al parecer mucho mayores los beneficios de esta terapia, que los riesgos que conlleva. La duración del tratamiento anticoagulante es variable y depende de la evolución del cuadro; se ha utilizado heparina EV en general por períodos de 1a 3 meses, continuando luego con terapia anticoagulante oral por 4 a 8 meses. Manejo de la hipertensión endocraneana: se ha postulado el uso de corticoides (dexametasona) para controlar el edema, lo que en algunos casos no demostró ser suficiente, requiriendo la adición de otras medidas: acetazolamida, punciones lumbares a repetición o diversos procedimientos de derivación del LCR como último recurso. Anti−convulsivantes: su uso es indiscutible ante la presencia de crisis convulsivas, debiendo mantenerse por lo menos 2 años luego de TVC, en un paciente en el que hayan desaparecido las crisis, con examen neurológico y EEG normal. Antibióticos: indicados ante la presencia de cuadro infeccioso. Fibrinolíticos: no se utilizan por haber demostrado incluso ser perjudiciales en esta patología. Cirugía: en la actualidad, la realización de trombectomía no está indicada, tomando en cuenta el daño que provoca la cirugía sobre un tejido edematoso y algunas veces hemorrágico. Terapia Inmunosupresora: se plantea en algunos casos, como el de pacientes cursando cuadro compatible con síndromes antifosfolípido y/o lupus eritematoso sistémico, utilizando prednisona, inmunosupresores, plasmaféresis, en un esfuerzo por suprimir la producción de anticuerpos, a pesar de que la trombosis parece ocurrir independientemente de la actividad de la enfermedad del colágeno subyacente. No hay evidencia que apoye esta práctica, sin embargo se utiliza también en combinación con heparina en otras patologías como la enfermedad de Behcet.
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Várices ¿Qué son las várices? Las várices son una enfermedad que afecta a las venas de las piernas. Por diversos factores, las venas se ensanchan, dilatan y se vuelven tortuosas. Esto provoca problemas de circulación sanguínea que pueden ser muy perjudiciales para la salud. Los que las sufren tienen pesadez de piernas, calambres, picores e incluso fuertes dolores. Una de cada diez personas las padece, siendo más frecuentes en las mujeres, sobre todo por efecto de los embarazos y las hormonas. Las várices se forman por un mal funcionamiento de las válvulas de las venas de las piernas. Estas válvulas, ayudan a que la sangre siga su camino hacia el corazón. Sin embargo, pueden funcionar mal, por lo que la sangre se estanca en la venas, ensanchándolas y haciéndolas insuficientes. Diagnóstico El diagnóstico de várices debe hacerse con el enfermo de pie. La postura natural de las personas durante la mayor parte del día es sentada o de pie. En la cama, la mayoría de las personas, no pasamos más de 7−8 horas. Es decir, 2/3 de nuestro tiempo lo pasamos favoreciendo la aparición de várices. Hoy en día, no se puede iniciar un tratamiento a ciegas sin tener previamente una exploración hemodinámica por eco−doppler (estudio no doloroso de la circulación venosa o arterial). En muchos casos, la ecografía nos demuestra que las varices no siguen los mismos patrones en todos los pacientes. Las técnicas con contraste yodado (flebogafías) no están indicadas en la mayoría de los casos. Son dolorosas, peligrosas y dan una información estática de la circulación sanguínea. Por lo tanto, lo mejor es acudir a un especialista. No todas las várices deben operarse. Una vez realizado el diagnóstico, deben valorarse las circunstancias de cada paciente. Tratamiento
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El problema de las várices no debe pasarse por alto. Una vez detectadas, hay que ponerse en manos de un especialista para solucionar el problema. Actualmente hay diversas técnicas quirúrgicas para tratarlas. Unas, como el stripping (arrancamiento de las venas) son más agresivas, y otras como la técnica CHIVA, son absolutamente armoniosas y permiten con menor agresión quirúrgica una recuperación más rápida y menos dolorosa. Los tratamientos de las várices son: 1. Tratamiento médico 2. Tratamiento quirúrgico ablativo y hemodinámico, stripping, flebectomia, endolaser y CHIVA 3. Tratamientos no quirúrgicos. Esclerosis, crioesclerosis, láser y espuma. ¿Cómo se pueden evitar? Lo que no se debe hacer: − Estar mucho tiempo sentado con las piernas cruzadas. Permanecer de pie sin moverse tampoco es aconsejable. − Llevar ropa demasiado apretada. Las ligas, faldas, cinturones e incluso zapatos no deben de ponerle trabas a la circulación de la sangre. Las várices son venas que se han vuelto insuficientes y se transforman en bolsas cargadas de sangre que tienen que realizar un esfuerzo doble, ya que las venas son las encargadas de llevar la sangre de vuelta al corazón. Existen tres factores que predisponen a la embarazada a padecer várices: 1. Factor genético. Es la predisposición genética, transmitida o heredada, que tiene la embarazada a padecer várices. 2. Factor mecánico. Acrecentado sobre todo en el tercer trimestre del embarazo por el crecimiento del útero, el cual comprime la vena cava y la cabeza del feto.
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Enfermedad de la arteria coronaria (Coronariopatía) Una coronariopatía significa la disminución del calibre de una o varias de las arterias coronarias (los vasos que suministran sangre al corazón). Esta disminución del calibre se debe a la acumulación de placa (un depósito formado por colesterol, otras grasas y calcio) en las paredes de las arterias, un proceso denominado aterosclerosis (endurecimiento de las arterias). Si la placa se vuelve frágil y se rompe, se formará rápidamente un coágulo sanguíneo que obstruirá la circulación de sangre en la arteria y puede provocar un infarto de miocardio (la muerte del músculo cardíaco irrigado por la arteria obstruida), con frecuencia denominado ataque al corazón. Síntomas La coronariopatía puede desarrollarse lentamente sin ningún síntoma. Angina: dolor en el pecho que puede irradiar a hombros, brazos o mandíbula (o en ocasiones limitado a una de estas regiones). La angina suele durar varios minutos y puede relacionarse con la actividad, el ejercicio, las comidas copiosas, el frío o el estrés. Si se prolonga más de 15 minutos, la persona afectada corre el riesgo de experimentar un infarto de miocardio. Los síntomas de un ataque al corazón incluyen dolor intenso en el pecho, falta de aliento, sensación de sudor frío y náuseas. Las manifestaciones pueden ser diferentes en varones y mujeres, y es más probable que, después de la actividad, una mujer refiera un cansancio inusitado más que dolor en el pecho. Diagnóstico En un servicio de urgencias pueden practicarse diversos exámenes para determinar si una persona es víctima de un infarto. Los análisis de sangre pueden detectar ciertas sustancias liberadas en la sangre durante un ataque al corazón. Un electrocardiograma (ECG) puede poner de manifiesto los signos de un infarto, así como la presencia de arritmias cardíacas. Tratamiento Para aliviar la angina, el médico puede prescribirle nitratos (como la nitroglicerina). Los fármacos que fluidifican la sangre (anticoagulantes), como por ejemplo la aspirina, pueden contribuir a reducir el riesgo de que se formen coágulos sanguíneos. Las estatinas (un tipo de fármacos que reduce las concentraciones de colesterol [hipocolesterolemiantes]) y los bloqueadores beta (un tipo de fármacos que reduce los valores de presión arterial [antihipertensivos]) pueden prevenir los infartos y las muertes prematuras. Intervención coronaria percutánea (ICP): por medio de un catéter, se hace avanzar un fino balón por la arteria obstruida y se hincha, lo que ejerce presión sobre la placa y ensancha el calibre de la arteria con el consiguiente aumento del flujo sanguíneo; acto seguido, se implanta un stent (un pequeño tubo flexible) en la arteria para mantenerla abierta. Cirugía mediante bypass de la arteria coronaria: se utiliza una vena de otra parte del cuerpo para desviar la sangre de una arteria coronaria con una obstrucción importante. Prevención No fume.
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Efectúe ejercicio, como mínimo, durante 30 minutos diarios. Mantenga controladas la hipertensión, la concentración sanguínea de colesterol y la diabetes con una dieta apropiada, efectuando ejercicio y, si fuera necesario, con medicamentos. Siga una dieta rica en cereales, fruta y verduras y baja en grasas saturadas. El consumo de una aspirina diaria puede reducir el riesgo de infarto, en particular en los varones de más de 50 años.
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