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ENTRE LA PALETA Y EL PINCEL Vida y obra de San Pedro Nolasco en la pintura cusqueña Transcripción de todas las leyendas ubicadas en la serie de cuadros de la vida e historia de nuestro Padre fundador San Pedro Nolasco, en el Convento de La Merced del Cusco.
1. Inquietudes compartidas A raíz de su experiencia en el Año de Noviciado 2002 canónicamente hablando, mis hermanos de hábito: Fr. Juan José Flores Méndez, Fr. Oscar Rafael Revilla Chicata y Fr. Alfredo Roberto Domínguez Maiz, tuvieron la grata idea de recopilar las huellas del tiempo1 que durante casi tres siglos se habían plasmado en los 24 cuadros de la Vida de san Pedro Nolasco ubicados en el claustro principal del recinto conventual de la Orden de la Merced en la ciudad del Cusco. Claro está que había una intención, conocer y profundizar un poco más la vida y obra carismático-redentora del fundador de La Merced en el mundo. Fue así que después de un diálogo compartido con el Padre Formador se pusieron en marcha copiando día a día las «leyendas» de los cuadros ubicados en dicho sector del ancestral convento de la ciudad imperial. Tratando de valorar el día 6 de mayo, fiesta de nuestro santo fundador, adelantador y promotor de un camino nuevo de evangelización bajo el carisma de la merced de Dios y la misericordia de María, y con el afán de seguir una línea de continuidad con lo anotado y publicado en nuestra revista institucional (Año III, nº 04, enero-junio 2005) se inició este trabajo de campo de recopilación de datos. Sabemos bien que el arte pictórico ha tenido una relevancia tal en el caminar evangelizador de nuestros pueblos latinoamericanos, de ello depende la puesta en valor de muchas obras que tenemos en muchas casonas, haciendas, capillas personales, basílicas e iglesias que hoy se han convertido en un emporio turístico de valía. Entre uno de ellos tenemos el conjunto museográfico del Convento y Basílica de La Merced en el Cusco, cuyo Proyecto de Gestión se va madurando con los aportes de especialistas, arquitectos, ingenieros, técnicos, artistas, e incluso religiosos mercedarios que van
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«Huellas del tiempo». Así se titulaba el artículo publicado por mí al buscar una revaloración de la figura de san Pedro Nolasco en nuestros caminos de evangelización (cf. SAAVEDRA LUCHO, JUAN CARLOS, «Huellas del tiempo», LA MERCED, nº4, I semestre 2005).
aportando ideas para diagramar los espacios estructurales que serán visitados en el futuro, canalizando así una mejora en la receptividad del turismo nacional y extranjero2.
2. El arte pictórico-cusqueño No cabe duda, que en el transcurrir de los siglos después de los primeros años de la evangelización han sobresalido muchos pintores en lo que significan las huellas del tiempo en la zona imperial de los Incas. Podemos mencionar por ejemplo a Diego Quispe Tito, con una visión costumbrista, de querer reflejar lo que ha vivido el pueblo, usos y costumbres que han marcado un estilo propio y una forma de objetivizar la flora y fauna de nuestro territorio; claro está sin dejar de lado una serie de artistas que llegaron de la gran España para realizar obras maestras de arte encontrado en los templos y lugares de atracción hoy. Quizás podemos mencionar a Bernardo Bitti y su estilo manierista destacando el acartonado de sus personajes como lo podemos ver en el cuadro de la Virgen Inmaculada que luce entre las pinturas coloniales que tiene como patrimonio el Museo de La Merced de dicha ciudad. A la vez, es interesante recordar al mismo Huamán Poma de Ayala quien al redactar su verdadera crónica dibuja muchos acontecimientos sobre el acontecer de la fusión socio-cultural, político-religiosa entre peruanos y españoles; o como el sacerdote mercedario Martín de Murúa que plasmó algunos dibujos coloreados en su obra sobre los Reyes Ingas del Perú, tan importante por su aporte sobre lo que ha significado conocer la descendencia real de nuestros antepasados en el tiempo del Incanato, el valor de las familias, los grupos étnicos de la época y la actividad de las collas, mujeres y esposas de la nobleza incaica. De esta manera, tenemos que reconocer que la fusión ibérico-peruana tuvo como fruto una escuela limeña en el caso de la Ciudad de los Reyes, así como la denominada cusqueña, la misma que se caracteriza por contener paisajes coloridos, resaltando el color rojo en sus pinturas, así como los colores de la divinidad y la realeza en casos de los cuadros de Jesucristo y las representaciones diversas de la Virgen María (que son el empleo de los colores azul, verde, blanco, rojo y dorado), y el pan de oro que a modo del llamado “estofado” resalta en cada uno de los cuadros de la época, incluyendo animales tropicales, casas, campos y ornamentación típica de las zonas andinas. Es así como entre la paleta y el pincel, algunos artistas de la escuela cusqueña, en su gran mayoría anónimos plasmaron el arte y la belleza de la serie de cuadros de san Pedro Nolasco, nuestro fundador, que datan del siglo XVII y XVIII. Obras de buena factura, puesto que insinúan una forma y estilo de entender el mundo mágico-religioso de los primeros evangelizadores en tierras imperiales. Basta observar detenidamente cada uno 2
Efectivamente, en los últimos tiempos estamos tratando de organizar según agenda de actividades lo que significará el proyecto en mención, el mismo que ayudará a visualizar mejor los recorridos museográficos, las zonas de exposiciones permanentes y temporales, espacios de interés socio-cultural-religioso, salasauditorios, espacio de bibliotecología que almacenarán más de 20 mil volúmenes, cuyo fondo bibliográfico de La Merced, permitirá la puesta de servicios varios que estarán al alcance de los investigadores y amantes de la Historia nacional. En sí el conjunto arquitectónico mercedario es una riqueza cultural, un legado de la humanidad y un emporio turístico que vale la pena realizar esfuerzos por la continuidad y el acabado de sus obras en restauración. Mucho dependerá de las nuevas generaciones de mercedarios que orienten su pensamiento en lo que es y significa valorar dicho patrimonio nacional.
de los lienzos que engloban todo un acontecer eclesial que marcó huellas desde los inicios del siglo XIII desde su fundación en Barcelona-España y que luego fue el referente y paradigma para muchos seguidores de Cristo y su evangelio en tierras cusqueñas. Bien sabemos, que cada Iglesia y Convento de la época colonial en el Cusco ha sido portavoz, profecía y anuncio de la Buena noticia de Jesús, y por ello, han sido cada una de estas pinturas verdaderas escuelas de catequesis, «gigantografías contemporáneas» que desde ya tenían un mensaje, un contenido y una misión: presentar a Jesús, a Cristo Redentor según el camino mercedario al estilo de su fundador, en vías de la libertad y de la promoción de la dignidad humana.
3. La serie de cuadros y sus notas de transcripción.
Con la finalidad, de que dichos cuadros hablen por sí solos, sea por su contenido y por lo que representan, a continuación pueden interiorizar el gran mensaje de misericordia o merced que encuentran en cada una de las leyendas transcritas para la posteridad: Cuadro # 1 Nació el príncipe Nolasco en Mais de Santas Puellas, lugar del dominio de sus padres; gobernando la Iglesia Lucio III y desvanecido el cisma que tantos años turbó a los fieles; fue el Domingo primero de agosto del año de 1182, en que la iglesia celebra fiesta a las cadenas del apóstol San Pedro con devota conmemoración a los siete santos Macabeos; profecía que sacaría a relucir al nuevo padre que habría de romper cadenas en tierras bárbaras para dar libertad a los cautivos cristianos, y el ardiente valor con que los religiosos que siguen su instituto, los nuevos Macabeos de la ley de gracia (así los llama en su Bula el Papa Alejandro), habían de pelear en defensa de la fe. Apenas salió a luz el niño, el cielo se empeño en favorecerle con prodigios; muchos resplandores bañaron su tierno rostro celestial, cuya peregrina claridad desterró las tinieblas de la cerrada y entapizada cuadra donde nació, y en el aire se oyeron sonoras y alegres músicas cantando los ángeles al festejo de su nacimiento; gloria para el cielo y felicidad para la tierra y sin saber quien los llamaba a la hora en que nació, se juntaron en los patios de su palacio todos los pobres de aquella comarca, pronóstico cierto de que aquel niño nacía para padre de pobres y amparo de desvalidos, no siendo menor prodigio que al ser llevado en brazos a un altar donde se estaba celebrando el sacrificio de la Misa, el sacerdote empezó a llenarse de proféticas palabras; pues al decir: ORATE FRATES y vuelto al pueblo, fijándose en los ojos del niño dijo en voz alta para que lo oyeran todos: “hic puerit magnus coram domino” (“este niño será grande en la presencia de Dios”), que es lo que la iglesia canta de San Juan Bautista; y prosiguiendo el santo sacrificio dejó con la debida admiración a todos los presentes.
Cuadro # 2
En una siesta de verano cuando el sol se desataba en fuego, la nana que criaba a Nolasco lo tenía acostado en la cuna y le soltó los brazos para aliviarle del excesivo calor. Entró un solícito enjambre de abejas en la sala y con enamorador susurro dirigió su viaje al niño santo; y disponiendo en su diestra mano racional colmena, fabricó en ella un dulce panal de miel, sin que huyese ni temiese sus aguijones. El tierno infante con cinco risueños gorjeos agradecía a su modo el beneficio ocurrido prestamente. Toda la familia vio el suceso que brevemente se divulgó por toda Francia, atrayendo a muchos admiradores de los prodigios que obraba Dios con Nolasco. Cuadro # 3 En la temprana piedad nació el redentor Nolasco parecido al redentor CRISTO; pues si llora cuando nace, no vierte lágrimas de su desabrigo; sino, que del llanto corren hilos para tejer, para tejer telas de misericordia con qué vestir al pobre. Las fajas le son lazos viendo al necesitado; a los cuales estima, no por la común diversión de los infantes; sino, porque puede repartir alhajas a los pobres. A penas le rayaban las luces del primer lustro de sus años, cuando ya con su clara y liberal mano, al dar limosna dejaba atrás al varón más perfecto.¡ OH infante compasivo, OH tierra libérate! ¡OH entendido niño, tan temprano como David a esa edad!; “Dis Beatus vir, qui intelligit, super genvet pauperem”.
Cuadro # 4 Se vistió el niño Nolasco de hermosura y fortaleza, ambas propiedades majestuosas, porque como David canta: “El Príncipe Redentor tiene la corona de su reino para disponerse a la batalla”; hermoso y valiente Nolasco como hijo de María en el néctar de los pechos, en lugar de la leche sabrosa, gustó bélicos alimentos; en lugar de destellos dulces, bebió sañas militares, demostrando con su gigante espíritu este valor, para defensa de la virginal pureza de María contra la herejía Albigense, porque antes de saber llamar a su Padre y Madre, levantó bandera alistando a los alumnos del dios Marte, a niños de su edad para que acabasen en un día con todos los herejes (pues eran éstos el peor despojo de Damasco y Samaria); o muriesen todos ellos en una hora, sacrificando sus vidas en honra de María, blanqueando así las estolas de su inocencia con la sangre del cordero.
Cuadro # 5 Huyendo de la herejía de los Albigenses que inficionaron a toda la familia, Nolasco determinó dejar su patria; hizo un viaje a Barcelona donde fue recibido con grandes demostraciones de amor de deudos y caballeros que tuvieron noticia de su venida. Fue de todos regado y agasajado como merecía tan grande príncipe. Pasado algunos días, acompañado Nolasco de buen número, fue a besar la mano del rey, quien reconoció al deudo que con él tenía. El Santo hincó la rodilla y se inclinó, el rey lo levantó a sus brazos haciéndole muchas honras y favores, le
hizo merced de ciudadano de Barcelona concediéndole las franquezas, exenciones y privilegios que gozaban los más calificados caballeros; de suerte aceptó el favor Nolasco mostrándose cortésmente agradecido.
Cuadro # 6 Estando nuestro Padre Nolasco casi toda la noche en oración un Jueves Santo, se quedó dormido sobre un escaño de la iglesia hasta el amanecer del Viernes Santo, soñó que estaba en otro lugar; se hallaba en el espacioso atrio de un real y magnífico palacio, y en medio de él estaba una verde y frondosa oliva, la cual le hizo llegar su hermosura los ojos, y oyó que unos venerables barones le decían que aquel árbol corría por su cuenta, que no permita que lo destrocen; con esto se despidieron, quedando el Santo tan empeñado en la defensa de tal oliva, que cuando unos fieros y atrevidos hombres despiadadamente comenzaron a desgajar la oliva intentando arrancarla, o cortarle sus raíces; se opuso a su fiereza y divisó que mientras más cortaban, más frondosa reverdecía, saliendo de sus raíces muchos y hermosos pimpollos, que llenaban con lozanía todo aquel espacioso atrio.
Cuadro # 7 Hijuelo y tercero de san Pedro Nolasco, Don Raimundo de Blanes, ilustre caballero de Barcelona (que después fue religioso mercedario y el primer mártir de la Orden), buscando a su padre, al echarlo de menos en su casa, colaboró un día vestido humildemente al lado de Nolasco, rodeado de pobres y pidiendo por las calles en voz alta, limosnas para las redenciones de cautivos. De pronto se puso como un tigre rabioso, y llevado de un furor diabólico pronunció su maldita lengua mil injurias contra el Santo, lo embistió y le dio una bofetada. ¡OH glorioso redentor santo, verdadero imitador de nuestro maestro y redentor CRISTO!. Recibida la bofetada, puso Nolasco las rodillas en tierra y el corazón en el cielo; llegaron algunos caballeros de sus compañeros y otros nobles de Barcelona con ánimo de vengar las injurias; pero, levantándose nuestro santo del suelo como si nada hubiera sucedido y perdonando el agravio, les rogó con ahínco que no lo maltratasen.
Cuadro # 8 El Domingo primero de Agosto del año del Señor de 1218, día siempre fausto para Nolasco, y señalado entre las grandes fechas que celebra la Iglesia Romana, bajó del cielo María santísima, Madre y señora nuestra, pisando rizos de querubines, acompañado de los apóstoles San Pedro, Santiago y de los santos y santas titulares de Barcelona. Siendo el silencio de la media noche, vino desde su real aposento la omnipotente palabra de la madre de misericordia, revelando a San Pedro Nolasco que era de su agrado y muy bien aceptado por su soberano hijo, fundar una religión con el hábito que le daba (blanco en señal de su virginal pureza), cuyo instituto fuese redimir cautivos cristianos, incluso quedándose en rehenes por ellos, despreocupándose de sí mismos. A la misma hora y en la
misma madrugada hizo la reina de los ángeles la misma revelación al rey Don Jaime Primero y a San Raimundo de Peñafort, quien entonces aún no era religioso Dominico, y se había convertido en confesor del rey Santo y del escogido para Patriarca: Nolasco.
Cuadro # 9 El Viernes primero de Agosto de 1218 (fecha en que la Iglesia celebraba el martirio del español San Lorenzo), el mejor día que ha visto Barcelona, tuvo lugar la fundación más solemne de una Orden que ha tenido la Cristiandad. Como a la hora de las once entró el rey Don Jaime primero a la Catedral donde le esperaba el Pontificio Don Berenguer, su Obispo, con manto real, corona de Oro en la cabeza y un cetro en la mano; llevando a la derecha a Nolasco, quien estaba adornado de un encendido amor de Dios en su corazón y de una santa compostura en su rostro, y a la siniestra a San Raymundo de Peñafort (canónigo clavero. Entonces seguían al rey: su tío Don Sancho, el infante Don Fernando, príncipes, arzobispos, obispos y demás señores). El rey sentándose en su regio y majestuoso trono, salió y a sus lados estaban Nolasco y San Raymundo; los cortesanos tomaros sus asientos, empezó la misa Pontifical y acabado el sermón (después de la debida ceremonia), bajó el rey con Nolasco y se postraron a los pies del Obispo, quien le dio el hábito y el escapulario, que fue cogido por las extremidades por el rey y San Raymundo para ponérselo a Nolasco. El rey lo armó caballero de la nueva milicia que fundaba, poniéndole al pecho el escudo de su carisma, el cual adornaba su pecho también; luego fijó el escudo en un pequeño escapulario que después se colocó. El rey se había manchado de blanco, (en cuanto la regia dignidad lo permitía) trayendo el hábito de la merced; así de casto se ve hoy en sus retratos colocados en los salones reales de Valladolid, Madrid y Segovia. Inmediatamente San Pedro Nolasco dio el hábito a doce caballeros, primeros soldados de la cándida milicia de redentores; los demás príncipes y señores se pusieron escapularios cortos con sus escudos, al mismo tiempo que el rey señalaba a Nolasco un cuarto en su palacio para el primer convento de su Orden.
Cuadro # 10 Los moros de Argel aprisionaron al obispo de Valencia, Ferrer de San Martín, lo sintió el Rey (porque lo amaba mucho) ordenando a Nolasco que fuera a hacer una redención al África y que fuese el primero de los rescatados el Obispo; lo rescató Nolasco con ciento ochenta cautivos más, y faltando dinero para el ajuste se quedó como, enviando a España a Fr. Pedro Américo, su compañero. Llegó a la playa cierto pirata que traía un navío apresado en las costa de Génova, y en él cautiva a Doña Teresa Gil de Vidaurre; aquella Dama con quien tenía hijos el Rey, y que el santo conocía pues con sus palabras le dio el casamiento, y hablándole a parte le aconsejó que ocultase su calidad para la felicidad del rescate; pero, el demonio por medio de un infiel criado descubrió quien era Doña Teresa, con lo cual se desvaneció el plan que el Santo tenía ajustado para su libertad. Pero, Doña Teresa valiéndose de unos judíos y dos moros, a quienes prometió montes de oro si la ayudaban en la fuga, la metieron de noche en un
barco y la llevaron a España con feliz fortuna; por lo cual culparon a Nolasco y sin mas averiguaciones ni examen le echaron mano arrastrándolo por los suelos, y con bastones nudosos le despedazaron las carnes y lo pusieron (rabiosos) en un barco roto sin vela ni remo para que se lo sorbiese el mar; pero, Nolasco poniéndose en medio del barco levantó los ojos al cielo, y puestas fe y esperanza en Dios, hizo de su capa vela, y del báculo remo; muy en breve se halló en la playa de Valencia asombrando a cuantos en ella vieron a aquel argonauta de la Gracia, dejando envidioso al mar de haber perdido tan generoso huésped.
Cuadro # 11 El Pontífice Gregorio IX confirmó solemnemente en Gerona, el 17 de enero del año de 1235 (octavo de su pontificado), la real y militar Orden de nuestra señora de la merced de la redención de cautivos. A petición del rey Don Jaime I, el cual en cartas para su Santidad y el Colegio Sacro de Cardenales, refiere el momento de descender de María Santísima para la fundación de esta Orden, de la cual el Rey mismo fue testigo; vieron las cartas y con profunda humildad y reverencia besaron a su santidad el pie, Fray Arnaldo Amerio por los militares y Fray Bernardo de Corbera por el estado de los sacerdotes. El santo Pontífice de la caridad, al darse cuenta que los religiosos mercedarios se obligaban por votos a liberar los cautivos y quedarse en rehenes por su rescate, bañados los ojos en lágrimas pronunció estas palabras frente a la admiración de todo el condado que le asistía: “¡OH admirable Orden ilustre con tan grande fundadora!, ¡OH fundación digna de propagarse en todo el orbe de la tierra, a la que asistió la Madre del Salvador abriéndose los cielos a su fundación!, ¡Que con palabras ya confirmadas, calle la lengua y el cielo me muestre el modo; pues, el nacimiento de esta religión en la Iglesia, mereció la fervorosa claridad de María, la Santísima Madre segura!”.
Cuadro # 12 Los reyes Don Jaime de Aragón y Teobaldo de Navarra nombraron a Nolasco embajador para ver a San Luis, rey de Francia, para promover el Concilio que se intentaba celebrar en León; en esta jornada nuestro Santo tuvo como compañeros en su recamara un báculo y su breviario. Llegó a París y entregó las cartas de los reyes al rey San Luis; y sin retardo ajustó las materias que tocaban en su embajada. San Luis Amaba a nuestro Santo cordialísimamente, cuya correspondencia era muy antigua, como se reconoce por muchas cartas y consultas de San Luis a Nolasco; donde le pide encarecidamente se ordene de sacerdote, pero su humildad lo resistió muchas veces, lo consultó en la oración con Dios, quien le manifestó que era su voluntad; por lo cual lo ordenó el Obispo de París en los tres días de Pascua del Espíritu Santo; y al ungirle las manos ordenándolo de presbítero, se arrobó Nolasco, añadiéndose a este prodigio otro mayor; y fue que al pronunciar el obispo: “Acsipe Spiritum Sanctum”, se dejó ver una luz y entre ella bajar una paloma y sentarse sobre la cabeza de Nolasco. Acabada la función, se despidió del Rey y de ambos brotaron muchas lágrimas. Volvió a España haciendo muchos frutos en todos los lugares por donde pasaba, como en Carcasona donde resucita a un muerto. Llego a España y ofreciéndole
el Rey Don Jaime el Arzobispado de Valencia no lo acepta, como tampoco las otras Iglesias grandes que le ofrecían en sus reinos el Rey S. Luis y el Santo Rey Don Fernando en Sevilla, y lo que es de más ponderación que habiendo el Papa Gregorio IX ofrecerle el puesto de cardenal a instancias del Rey Don Jaime, renunció a tal honor considerándose como el más indigno e incapaz de cuantos pisaban la tierra
Cuadro # 13 Desde que tubo uso de razón nuestro patriarca Nolasco, comenzó a mortificar los sentidos a la edad de 18 años. Volviendo de la iglesia a su casa halló en su puerta a un pobre que pedía limosna, el cual estaba tan llagado y tenía tan corrompida las llagas, que ofendían a la vista y al olfato; le dio la limosna y ocasionándole el hedor algún asco se entró a su casa. Y volviendo sobre sí, resistiendo toda la naturaleza dijo: “OH carne poca mortificada, OH bruto soberbio, ¿pues tu eres mejor que aquel pobre cristo?”; llamó al pobre y le metió en su recámara, se echó a sus pies, le besó las llagas y resistiendo la naturaleza del asco, los lamió triunfando de sí mismo. Fue en esta y otra ocasión en que repitió la misma mortificación. Toda su vida fue una continuada penitencia sin dar a su cuerpo un rato de descanso; se daba todos los días tres crueles disciplinas, como si fuera de bronce; discurrió por toda España buscando limosnas para los cautivos, se ciñó gruesa y formidable cadena de hierro sin quitársela hasta la sepultura; tendía por largo tiempo todas las noches los brazos en el aire en forma de cruz, después de esta mortificación pasaba sus estaciones por los claustros llevando sobre sus hombros una pesada cruz, reparó una vez en su ligereza y nuestro beato vio que nuestro redentor Jesús le ayudaba a llevarla; ¿qué hacéis Señor le dijo?, respondió Cristo: “pagarte Nolasco, que si tu me ayudas a llevar la mía, yo gusto de ayudarte a llevar la tuya”
Cuadro # 14 Texto 1.- Exhalaba la caridad de Nolasco por toda la tierra tan suave olor, que atraía en su seguimiento a lo más ilustre y elevado de los reinos, profesando su instituto a insignes varones para el estado sacerdotal. Nuestro Santo Padre dio el hábito a San Ramón de Monte Oliva, pariente muy cercano de los Duques de Cardona, que después fue cardenal de la Iglesia Romana; a San pedro Pascual, célebre canónigo de Valencia, que después fue Obispo de Jaén y de Granada donde padeció martirio; a San Pedro Armengol, hijo de los Condes de Argel, que murió mártir por Cristo ; y a San Serapio junto con otros muchísimos de esta calidad, que tiñeron con su sangre las aras del sacrificio, y por gozar de la celestial doctrina de Nolasco, renunciaron a sus obispados con licencia de la Sede Apostólica y recibieron el cándido hábito de la merced. Don Jaime Zarroca, obispo de Huesca, Don Bernardo de Monteagudo, Obispo de Zaragoza, y don Bernardo de Olivuela Arzobispo de Tarragona; sujetándose todos a los rigores monásticos y observancias regulares. Texto 2.- Vio Nolasco debajo del manto blanco de nuestra Señora de la Merced recogida la mayor nobleza de Cataluña, Aragón, Castilla, Francia, Mallorca y
África, dio el hábito con sus propias manos al infante don sancho, hijo del rey Don Jaime I de Aragón, siendo el infante de quince años, el cual fue después Arzobispo de Toledo y el mismo Rey Don Jaime trajo gloriosamente el hábito de su religión, vistiendo corto escapulario con el escudo y manto capitular, cuya candidez tuvo más realce que la púrpura regia; y otros muchos príncipes que vistieron por mano de nuestro santo Padre el hábito de legos militares, que por ser tantos, sería difícil referirlos. Y lo que es de más admiración, que a diligencias de Nolasco y sus hijos Nolasco, algunos no sólo dejaron la torpe secta de Mahoma y abrazaran la religión cristiana; sino que profesaron la religión evangélica, siendo religiosos profesos de la merced; como Abenzeito, rey de Valencia junto con otros dieciocho reyes y príncipes de Argel, Túnez, Granada, cuyos nombres traen los historiadores, tanto de afuera como de adentro, y no se refieren aquí por no caber en lo ceñido del campo, donde se escribe esta breve narración.
Cuadro # 15 Los Santos San Ramón de Blanes, San Jaime de Soto, San Serapio, hijos y compañeros queridos de nuestro Santo Padre habiendo padecido martirio en el África, incentivaron a Nolasco, quien a imitación de cristo de dar la vida, se embarcó para el África con una porción bien corta de dinero, y con favorables vientos llegó a Bujia, al estar en tierra lo reconocieron algunos moros que arrojados de España se sentían acogidos allí, le dijeron al gobernador, cómo es que aquel cristiano era espía de los reyes de España, por quienes era muy querido; el Gobernador dado el informe y mirando a un lento y viejo Padre, sin más abreviación le quitó el dinero que para la redención llevaba y mandándole dar muchas palos y bofetadas, lo encerró en una hedionda mazmorra, donde lo mantuvieron por dos días, negándole el sustento para que pereciese; estaba alegre Nolasco pareciéndole buen principio éste para el deseado martirio. Lo trajeron de allí, maltratándole a toda porfía y como lobos carniceros unos echaban manos a sus venerables barbas, mientras que otros escupían su grave rostro; estos horribles hombres le daban bofetadas y todos le decían afrentas, y para remate lo arrastraron al campo repitiendo sobre aquel bendito cuerpo, palos y golpes; que al no conservarle Dios, le hubieran acabado la vida atado a un árbol. Lleno de heridas y bañado en su sangre le dejaron por muerto, sin saber que Dios le guardaba para mejores triunfos. Se le apareció el Señor bañado de resplandores de gloria y tratándole sus preciosas llagas abrió su costado, borrándole el sentimiento de los martirios que el santo había padecido. Y le alentó diciéndole que le faltaba mucho que padecer, vio al mismo tiempo a los santos ángeles que le limpiaban la sangre, el polvo y desatándole los lazos le curaron. De camino, dejando sano su cuerpo y disponiéndolo nuestro Señor, Nolasco reembarcó en una nave francesa que partía para las costas de España.
Cuadro # 16 Estaba la reina metida en el alcázar de Toledo con gran desconsuelo llorando amargamente su pena; pues El Rey Don Alfonso X, su marido, la repudiaba por ser estéril. Teniendo Nolasco noticia de tal problema de la Reina, dejó su
convento en Barcelona y apoyado a un báculo, tomó camino a Castilla. Llegó a Toledo el varón de Dios y fue a visitar a la afligida Reina, viendo sus ojos hechos fuente de lágrimas; y fijando la consideración en la fatiga presentó aquellos clamores a sus oraciones en el cielo con viva fe y esperanza firme, calmando los vitales sentimientos de aquella dama. Se sintió un calor convertido en amarillas ráfagas de muchos tonos, y trasladando a sí mismo las adversidades y congojas ajenas, Nolasco comenzó a sudar por todos los poros de su flaco y cansado cuerpo no pocas gotas de sangre. Y volviendo del maravilloso rapto, miró con sereno rostro a la reina, quien al ver tan prodigioso espectáculo, atónita dijo: ¡¡OH amantísimo Señor mío, si pudieras consolar a los afligidos, si oyeras los ruegos de los que en vuestra misericordia esperan!! Nolasco respondió: “Reina poderosa, alégrese vuestra alteza; porque el repudio no pasará en adelante y Dios le concederá para consuelo del rey y del reino un infante de castilla”; serena en su corazón violento, la reina reprimió las lagrimas y se consoló en este vaticinio como en un aliento de vida. Fue tan cierta la profecía de nuestro Santo Padre y tan eficaces sus ruegos y oraciones a Dios, que al año se embarazó la reina y tuvo después la sucesión profetizada.
Cuadro # 17 Nuestro padre San Pedro Nolasco acompañó como confesor al rey Don Jaime hasta el cerco de Sevilla, alentando con su espíritu profético al Santo Rey Don Fernando en su empeño, declarándole lo cierto de esa victoria, pues le constaba por revelación divina que su corona dominaría a Sevilla, Murcia y Valencia. Acaudillándose los primeros caballeros militares mercedarios, tenían los blancos escapularios en viva sangre para tremolarlos como rojos estandartes en servicio de las católicas majestades. A unos y a otros les daba fuerzas la predicación admirable de Nolasco, siendo el clarín sonoro de su voz el valor que animaba los esfuerzos ya casi muertos frente a la imposibilidad del baluarte moro incontrastable, siendo la oración encendida de Nolasco la pieza para batir aún las almenas del cielo. Entregó el moro las llaves a los reyes, pues Nolasco hizo un triunvirato. Fue el primer cuidado del rey, el señalar un lugar donde se fundase un convento a su religión, agradeciéndole la victoria a Nolasco le promete hacerle de su consejo. El Santo celebró la primera misa en Sevilla, Murcia y Valencia.
Cuadro # 18 A dos leguas de Valencia se levanta un eminente collado; cuya fama la antigüedad celebra libre de tempestades, y hoy la cristiandad adora como casa angélica de María Santísima. A este sitio todos los sábados bajaban siete estrellas, índices soberanos de prodigiosos misterios. San pedro Nolasco devoto cortesano del cielo, entendiendo el idioma profético de los luceros, mandó cavar el monte y debajo de una gran campana descubrió una imagen de María con el Niño en los brazos, la cual fue hecha por manos angélicas con la piedra del sepulcro donde estuvo el cuerpo de la madre de Dios en Gethsemaní, eligiendo para su estructura el pedazo sobre la que estuvo reclinada aquella cabeza que coronan doce estrellas y hoy está en el santuario de nuestro convento del Puig;
durando siempre el milagro de la campana, pues a su sonido las nubes negras huyen sin que caigan rayos que ofendan, ni relámpagos que atemoricen.
Cuadro # 19 Texto 1.- Otras redenciones hicieron para su Orden los Mercedarios, en las cuales padecieron extraordinarios tormentos, siendo muchos los que en el martirio dieron la vida por Cristo. siendo necesario peleaban los caballeros legos en defensa de la fe y la religión contra los moros, como en la toma de Sevilla, Murcia y Valencia, donde usando en lugar de capilla morrión y acerado peto sobre el escapulario blanco, y empuñando en la mano una cortadora espada, fueron de gran ayuda para que con sus victorias vencieran los reyes a los moros; acompañando así mismo unos sacerdotes junto con muchos militares legos al santo rey San Luis de Francia a la jornada de la tierra santa donde siete de los mercedarios padecieron el martirio. Texto 2.- Hizo nuestro padre en el desarrollo de su vida por su parte redenciones en Túnez, Valencia Bujía, Marruecos, Argel, Granada, todas antes de religiones moras. Vendió su patrimonio, estados y hasta compartió la cama en la que dormía por ser Maestro General, en la cual cierto día vio que desde el cielo bajaba María Santísima a fundar la Orden que redimiría a más de 9,000 prisioneros de todas las cualidades y estados; en cuatro ocasiones se quedaron en rehenes padeciendo horribles cárceles y suplicios. En Argel faltando el dinero para el rescate de una doncella que resplandecía por su hermosura, vendió el Santo su libertad por la de ella, orando por su bienestar y entrando el señor a su corazón le dejó ver al rey dando dinero para su rescate.
Cuadro # 20 A la hora que tocaron las avemarías (devoción que plantó nuestro padre San pedro Nolasco en toda España), se hallaba el glorioso Patriarca en altísima contemplación de la pureza de María Santísima, y cuando se encontraba más encendido en ella, se le apreció la soberana Reina de los cielos toda vestida de blanco con su precioso hijo en los brazos, convidando a Nolasco uno de sus regalados pechos para que gustase de aquel néctar divino; pero, no se atrevía el humilde redentor a recibir tanto favor, abatiéndose como indigno en la tierra; hasta que el niño que tenía María Santísima en los brazos le animó a que subiese a tan alta dicha, poniéndose al fin los dos redentores juntamente a sustentarse de aquellas divinas fuentes de preciosa leche.
Cuadro # 21 Llegó el día deseado para San Pedro Nolasco, día cuando fue arrastrado públicamente por las calles de Granada y al despojarle de sus religiosas y pobres ropas, le hallaron los azotes, con los que continuamente lastimaban el maltratado cuerpo de quien tenía ceñida apretadamente una gruesa cadena; y al ver tal
espectáculo daba gritos el vil canalla, santificando su presunción asegurando que Nolasco era espía de los Reyes Católicos, decían no es la primera vez que lo castigaban por tal delito y lo calificaban de justamente maltratado. Descargó la furia toda su fuerza en aquel débil y venerable cuerpo, bañándole en sangre hasta regarla por toda la tierra. Fue este día de mayor prueba para Nolasco, porque en su rostro se le notaba el regocijo del alma; al mismo tiempo que levantaba los ojos al cielo en señas de su agradecimiento, pues pensaba que su alegría dependían de aquellas flores con que se había de tejer la corona deseada del martirio. Cuadro # 22 En la víspera de la purificación de nuestra Señora, se quedó dormido el campanero a la hora de tocar para el maitines en el paraíso del convento de Barcelona; y por causa de este sueño este acontecimiento fue todo un éxtasis de misterios. Enfermo Nolasco de la gota de sangre, oyó acordes musicales en el coro; eran ángeles los que suplían y vestidos de nuestro hábito llenaban las sillas de los religiosos mercedarios, cuya capilla era muy estimada por esos espíritus soberanos, siendo sus voces la forma que tenía este honor, las cuales pregonaban este prodigio en sus cien lenguas. Así mismo bajaron del cielo al mundo los espíritus que asistían al trono, los mismos que en las manos llevaron al coro al Patriarca enfermo, para que ni la piedra mas pequeña el pie le ofendiese, ni quedase algo de los dolores de Nolasco. A manos el cielo el Patriarca pudo llegar hasta nuestra Madre Santísima, quien lo acarició en su regazo las tres horas que duraron las maitines aquella noche, donde cantaban unos ángeles, los que para dicha nuestra parecían frailes mercedarios, haciendo gala del blanco escapulario; no esa vez, sino muchas, porque saben esos cortesanos que el mejor disfraz para una noche buena es el hábito de María, quien a Nolasco le reveló que eran ángeles. Cuadro # 23 Se acercó el feliz termino de la prodigiosa vida de nuestro glorioso príncipe y de su bien merecida corona; sabía el santo por divina revelación un año antes, el día de su muerte. Llegó el domingo, vigilia del nacimiento del Señor del año 1250, en que agravándosele la enfermedad, pidió el sagrado viático recibiéndolo con tiernísima devoción; asistiendo el santo Obispo de Barcelona Don Fr. Pedro, quien no se aparto de su cabecera hasta que expiró, junto con la participación de los más ilustres de la ciudad y de todos los religiosos a quienes hizo un prudentísimo razonamiento, amonestándoles que llevasen en adelante el favor con que habían comenzado, cuidasen de los pobres y sobre todo con caritativa solicitud de la libertad de los cautivos cristianos; que les dejaba encarcelados con pedazos de su corazón. Concluyó la plática (que fue bien larga) y habiendo recibido ya la extrema unción, quedó en profunda contemplación viendo en alta suspensión entrar por su celda a María Santísima, a San Pedro apóstol, a Santiago con los demás patronos de Barcelona y a innumerables sequitos de espíritus angélicos. Vuelto de esta visión entonó el santo salmo: “confitebar tibi domine in toto corde meo”, y alternándola entre sollozos y suspiros a sus hijos, en voz
clara dijo el octavo verso: “redemptionem misfit populo suo”. Y sin poderle concluir, reclinado el rostro sobre el pecho de su redentor expiró a la edad de 73 años a la misma hora que nació el hijo de Dios en la tierra; se sintió un olor suavísimo que expulsaba su virginal cuerpo bañado de luces que parecían reflejos de gloria, de los cuales gozaba su alma. Sabida su muerte, el rey (que estaba en Zaragoza) sin poder reprimir las lagrimas y el corazón dilatando sus ojos, se vistió del luto que cuatro años antes había dejado por la muerte de su mujer Doña Leonor. Imitándole todos los príncipes y caballeros de la Corte.
Cuadro # 24 Nuestro Padre Pedro Nolasco, la flor más gloriosa entre las lices de Francia hijo de Guillermo Nolasco, príncipe heredero del condado de filas, descendiente de varias líneas mayores del príncipe de la cristiandad; con cercana deuda a las reales casa de España, Francia; grandes duques de Bretaña y a los potentados de Europa; su madre Teodora de Medicis, hermana de la vizcondesa de Narbona y cercana en parentesco al conde Don Ramón de Tolosa, con unión estrecha a la real casa de Aragón; de esta raíz brotaron ilustres ramas en España, como la esclarecida de los Guzmanes en que el indiecito patriarca santo Domingo fue la luz en Aragón; los duques de Narbona y Marqueses de la proeza, siendo sus progenitores generosos paternos y maternos, los más nobles de la tierra para que en ambos mundos sobresaliese el buen olor de esta nobilísima flor. Nolasco en lengua Narbonesa quiere decir “El de buen olor”, cuya fragancia fue mas apreciable por haberse concebido en el materno botón a limosnas y oraciones, y por haber sido pronosticada su concepción dichosa a sus padres en divina revelación por el apóstol Santiago, titular y patrono de España. ---------------------------------------------
Le damos gracias a Dios y a Nuestra Madre de la Merced por la lectura de cada uno de ustedes, y por el tiempo, colaboración y disponibilidad para aprender más de la historia, y valorar lo que tenemos en nuestras grandes basílicas como legado turístico, pictórico-cultural a través de los tiempos.
FR. JUAN CARLOS SAAVEDRA LUCHO, O. DE M. Superior Provincial de la Orden Mercedaria del Perú. Bachiller en Turismo y Hotelería Universidad San Martín de Porres – Lima.