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ÉPOCA MEDIEVAL (s.VIII-XV)
LA PLENITUD MEDIEVAL (1000-1348)
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Foto: J.M. Oliveras
EL IMPULSO DEL ROMÁNICO
Monasterio de Sant Pere de Galligans, levantado entre los siglos XI y XII encima del antiguo monasterio del siglo X. Actual sede del Museo de Arqueología de Cataluña, Girona. 1
La señal más evidente de los nuevos tiempos empezados con el siglo IX fue el estallido constructivo que representó el arte conocido como románico. En Girona encontramos en primer lugar, la Seo de Santa María, consagrada en el 1038, de la que aún se conservan el claustro y la torre de Carlemany, además de los cimientos y las bóvedas subterráneas. La construcción del templo románico de Sant Feliu resulta más difícil de documentar, aunque algunos legados testamentarios para su obra se mencionan desde la segunda mitad del siglo XI. El monasterio de Sant Daniel y el claustro también son de esta época, así como la nueva iglesia de Sant Martí Sacosta que sustituyó al antiguo templo documentado desde el siglo IX. Tampoco podemos olvidar los nuevos templos de Santa Susanna del Mercadal y Santa Eulàlia Sacosta –documentados desde la segunda mitad del siglo XI-, y la pequeña iglesia de Sant Nicolau, capilla del hospital que la Seo de Girona dirigía cerca de Sant Pere Galligans. Este último monasterio también fue erigido entre los siglos XI y XII sobre el antiguo monasterio del siglo X. Además de este románico religioso no podemos olvidarnos del de tipo militar y civil. La feudalización del
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Tampoco debemos dejar de mencionar los ejemplos de construcciones civiles; públicas como los Baños Árabes (1194), el primer puente de Sant Francesc (1237) o las bóvedas de la Rambla y de otros lugares (siglo XIII), que aprovechan la técnica constructiva del arte románico, y también las obras privadas con las lujosas mansiones que los burgueses de Girona levantaron entre los siglos XII y XIII, de los que aún nos queda la Fontana d’Or. LA CONDESA ERMESSENDA La fuerte personalidad de Ermessenda, esposa, madre y abuela de condes, estuvo estrechamente ligada a Girona y marcó decisivamente los sucesos de los condados catalanes en la primera mitad del siglo XI. Cuando aún estaba casada con el conde Ramón Borrell impulsó la construcción de la Seo románica de Girona (año 1015), para la que dio generosos donativos y propiedades, además de su propio palacio dentro de los muros de la ciudad. Además, propició la creación del nuevo mo-
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siglo XI dio lugar al levantamiento de nuevos castillos (Cabrera) o a la reforma radical de los existentes (Gironella y Sobreportes) con grandes torres redondas de acuerdo a las nuevas técnicas militares.
Bóvedas de la Rambla
nasterio de Sant Daniel (aún en funcionamiento) y lo dotó espléndidamente. Las relaciones con su hijo y en especial con su nieto, Ramón Berenguer I, fueron muy difíciles. El joven conde trató de marginar a su abuela del gobierno, pero Emerssenda dirigió el condado de Girona desde el año 1041 con el soporte de la nobleza de Girona (los Cabrera, Hòstoles, Sesagudes, Cervià). La gran crisis llegó para la boda de Ramón Berenguer con la occitana Almodís de la Marca en el año 1052 y el repudio de Blanca, su esposa anterior. Emerssenda se enfureció e hizo uso 2
de sus influencias eclesiásticas –era hermana del obispo Pere Roger y amiga del abad Oliva, y consiguió la excomunión papal de la pareja considerada adúltera. Fue finalmente en el año 1057 después de un complicado proceso negociador, cuando la abuela y el nieto volvieron a la concordia. La vieja condesa –entonces tendría unos ochenta años- renunció al condado de Girona a cambio de 1000 onzas de oro (una gran fortuna de la época) y se retiró al castillo de Besora donde murió en el año 1058. Fue enterrada, según su voluntad, en la Seo de Girona donde aún se encuentra su sepulcro.
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La feudalización del siglo XI también llegó a la ciudad de Girona, la nobleza territorial (los veguers) se apoderó de las torres y muros de la ciudad (más o menos con el consentimiento de los condes) y la Seo y el obispo se apresuraron a hacer lo mismo con sus posesiones. Fue entonces cuando se desarrolló la fortificación de los tres ángulos de la ciudad y nacieron los tres castillos; Gironella –bajo el dominio de los vizcondes de Osona, los Cardona, Cabrera –perteneciente a los vizcondes de Girona y Sobreportes –Primero bajo Los Hòstoles y después de los Moncada, senescales del conde de Barcelona. Los habitantes de la ciudad fueron sometidos, durante los siglos XI y XII, bajo el dominio de estas cuatro jurisdicciones, además de ser sometidos a servidumbres y abusos que se mencionan genéricamente en los pactos o convenientiae que los poderosos firmaban entre ellos para resolver sus enfrentamientos. Por ejemplo, el año 1140, el conde Ramón Berenguer III, se comprometió con el obispo a no violentar a las personas ni las posesiones de la Seo, Sant Feliu y Sant Martí Sacosta de Girona. Los gerundenses tuvieron que es-
perar hasta finales del siglo XII, cuando el rey Alfonso II decretó la liberación de algunos malos usos y gran parte de la ciudad quedó sometida a la jurisdicción real. LA GRAN EXPANSIÓN SANT FELIU Y EL ARENY Desde finales del siglo XI empezó una intensa actividad urbanizadora en el norte de la ciudad vieja, entre la iglesia de Sant Feliu, el río Galligans y los arenales del Onyar. En poco tiempo –unos 25 años-, se parceló, se urbanizó y se establecieron un buen número de tenientes y colonos en solares que, en parte quedaban edificados y en parte dedicados a huertos y a forrajes (usos agrícolas). Alrededor del año 1125 la urbanización se extendía hacia las actuales calles de la Barca y de Ferran el Catòlic, aunque fue necesario llegar al siglo XIII para que el burgo de Sant Feliu lograra un aspecto plenamente urbano. Al sur de la ciudad, en el espacio comprendido entre la vertiente de las Pedreres y el lecho del río Onyar se extendía un amplio arenal conocido como el Areny, a menudo inundado por el río y ocupado hasta mediados del siglo XII sólo por explotaciones agrícolas y por la antigua vía romana –calle Albereda, plaza del Vi y calle Ciutadans-, además del viejo mer3
cado extramuros. Entonces los condes y los obispos empezaron a disputarse estos espacios al mismo tiempo que empezaron a establecer tenientes con permiso para levantar casas. El conflicto se agravó con la orden del conde Ramón Berenguer IV (año 1160) para organizar el mercado general, sus paradas y obradores, y no se resolvió hasta el 1172, cuando el obispo, el abad de Sant Feliu y el rey Alfonso I llegaron a un acuerdo con el reparto. Desde entonces se desarrolló una rápida urbanización que llenó todos los solares situados a lo largo de las actuales calles de Ciutadans, Ferreries, Mercaders y Peixateries, hasta las bóvedas de la Rambla y más allá, donde a comienzos del siglo XIII, finalmente se estableció el mercado.
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CASTILLOS Y SEÑORES EL FEUDALISMO
Fontana d’Or, casa Sitjar, origen del siglo XIII
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La urbanización llegó también hasta la plaza del Vi y a los dos lados de la calle Albereda, donde se levanto el llamado burgo del Cabo del Areny, además de las calles y casas que enfilaban hacia la vertiente montañosa, que formaron el burgo de la Vila Nova desde finales del siglo XII.
La evidente avalancha de foráneos que llegaron a Girona desde el siglo XII se encuentra en la numerosa variedad de topónimos con que la población empezó a crear sus apellidos. En nuestro caso encontramos más de un tercio de la población de Girona documentada hasta ahora a lo largo de los siglos XII y XIII que tenían como apellido su población o lugar de origen (cerca de 200 topónimos diferentes). Hay un predominio claro de los antropónimos pertenecientes a poblaciones situadas en el entorno más inmediato. En primer lugar de la misma ciudad (Girona, Gironella, Mercadell, Mercadal, Mora, Pla, Areny, Vilanova, Sant Martí, Escala…), pertenecientes a algunas de las familias burguesas más ilustres que cogieron sus apellidos de los lugares donde tenían sus principales posesiones urbanas. En segundo
Reconstrucción ideal de la acequia Monar y de los molinos poco antes de la desembocadura en el Onyar.
lugar, el grupo mayoritario de las poblaciones situadas en un radio no superior a 15 kilómetros de la ciudad. Villas de la misma plana de Girona (Vilablareix, Aiguaviva, Madrenç, Vilademany, Palau…), del eje a lo largo del río Ter (Anglès, Contestins, Bescanò, Salt, Santa Eugènia, Cartellà, Domeny, Sarrià, Medinyà, Celrà, Cervià, Bordils, Flaçà…), de la plana de Banyoles (Banyoles, Camós, Mata, Pujals, Cornellà, Figueroles, el Terri, Ravòs…), y de la vertiente de las Gavarres (Campdorà, Vilarroja, Palol, Llambilles, 4
Castellar, Llac, Quart, Cassà…). Un segundo nivel reúne a aquellos que pertenecen a las regiones gerundenses en general y están situados en un radio mayor. Predominan en el sector occidental del Alt Empordà (Cabanes, Llers, Creixell, Vilafant, Cabanelles, Navata, Queixàs, Vilarig…), en el eje del Fluvià (Besalú, Maxella –en Serinyà-, Vilert, Ollers, Galliners, Borrassà, Calabuig…) y en el norte del Baix Empordà (Albons, Verges, Marenyà, Vilopriu, Púbol, Casavell, Corçà, Monells, La Bisbal…).
Dibujo: Eduard Canal
EL ORIGEN DE LOS NUEVOS GERUNDENSES
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Como contraste hay que remarcar la escasez de topónimos de la Garrotxa, las Guilleries, la Selva y la costa ampurdanesa; las áreas de atracción de sus habitantes debieron ser otras.
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BURGUESES Y CIUDADANOS La documentación sobre Girona desde el siglo XII en adelante, manifiesta el ascenso de una nueva categoría social, la burguesía urbana, llamada de los ciudadanos. Su crecimiento tuvo relación con el desarrollo urbanístico y desde mediados del siglo XII actuaron como intermediarios y “promotores” inmobiliarios de las numerosas parcelaciones hechas en terrenos de propiedad eclesiástica o condal. Estos altos propietarios y sus promotores burgueses se repartían los censos anuales y las entradas pagadas por los tenientes; por eso, estos ciudadanos desarrollaron una actividad rentística relacionada con casas y tierras que llegaron a ser su principal característica socioeconómica. Estos vínculos de dependencia de las grandes instituciones de la ciudad no deben hacer que olvidemos que algunas familias también disponían de grandes patrimonios propios. Ciudadanos como los Sunyer, Sitjar, Banyoles, Bordils, Estruc o Gornall eran propietarios de grandes alodios den-
tro de la ciudad de los que percibían las rentas totales. Otros como los Fàbregues, Arenys, Camps, Déu, Escala, Sant Celoni, Provincial, Tornavells, Bell·lloc, La Via, Sarriera, Llèmena y otros, colaboraron en el desarrollo de los grandes alodios institucionales. A lo largo de la baja Edad Media (siglos XIII, XIV y XV), la burguesía ciudadana logró su máximo apogeo con el desarrollo del municipio de Girona, del que tuvieron un control casi absoluto que ayudó a consolidar su posición casi oligárquica. El hecho de tener los principales cargos municipales (jurados) o reales (corregidores, alcaldes, procuradores, notarios, jueces) dio a estas familias un cariz acusadamente conservador, más aún cuando empezaron las dificultades en la segunda mitad del siglo XIV. EL MERCADAL La antigua villa del Mercadal, de probable origen romano, era alrededor del año 1000 un territorio suburbano claramente separado de Girona por el río Onyar y por su aspecto rural. El curso de la acequia condal (Monar) marcó durante muchos siglos su personalidad; huertos y molinos se reunían a lo largo de su recorrido desde antaño. La villa y su entorno permaneció en cierto modo 5
al margen del primer crecimiento urbano del siglo XII y las diversas instituciones propietarias –el rey, la Seo, Sant Feliu y Sant Martí Sacosta- compartieron con algunos propietarios de alodios –cristianos y judíos- la gestión de los huertos y molinos, además de las tierras de secano situadas en la Plana de Girona, al sur de la acequia condal. La situación cambió desde principios del siglo XIII; el desarrollo del sistema hidráulico del Monar y el alzamiento del convento de Sant Francesc y el puente de su mismo nombre fue un motivo de interés económico y social para el desarrollo de esa ribera del Onyar. El pequeño núcleo situado alrededor de la iglesia de Santa Susanna del Mercadal empezó a crecer, espacialmente hacia el sur (los molinos). Los principales caminos que llegaban desde la Plana hasta el Onyar se convirtieron en calles alargadas a finales de siglo (Monar, Savaneres, Fontanilles, Camins de Barcelona y de Palau –calles Migdia y la Rutlla). La 1º mitad del siglo XIV marcó el cenit de este crecimiento y los terrenos situados a poniente de Sant Francesc y al sur de Canaders (el actual espacio del hospital Santa Caterina) se edificaron de forma activa aquellos años. El crecimiento, aunque más moderado, también se orientó hacia el
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norte del Monar a lo largo de las actuales calles de Santa Clara, Nord y Eiximenis donde se situaron casas esparcidas entre los huertos, siempre presentes como todavía nos lo recuerda el nombre de la calle de les Hortes. LA ORGANIZACIÓN MUNICIPAL La estructuración de un gobierno municipal en Girona hay que buscarla a finales del siglo XIII. Hasta entonces la ciudad dependía del conde-rey y de sus funcionarios (veguero –corregidor-, alcalde, jueces y subalternos), a parte de los sectores situados bajo jurisdicción eclesiástica y señorial (la Seo, Sant Pere y los castillos). Fue en el año 1284 cuando el rey Pere II concedió el llamado Privilegio de Provenzal que podemos considerar el acta fundacional del municipio de Girona. El documento disponía la elección de seis prohombres, más adelante llamados jurados, verdaderos regidores municipales. Durante la primera mitad del siglo XIV se amplió este esbozo administrativo con nuevos cargos: el tesorero o contable (ahora se llamaría secretario); los oidores o controladores de los gastos municipales, los obreros o sobrepuestos encargados del urbanismo y del mostassaf que
velaba por el control de los mercados y los oficios. El sistema de elección de los jurados fue el inicio de una agitada vida política en Girona. En principio eran nombrados en grupos de dos por cada una de las manos o estamentos urbanos (mayor, mediano y menor) que dividían a los gerundenses según su riqueza, pero no quedaba definido el número de electores. Los jurados de las manos mayor y mediana eran elegidos siempre entre los ciudadanos (los ricos) y solo los dos jurados de la mano menor representaban la diversidad de los oficios populares (artesanos, comerciantes y menestrales). Los enfrentamientos y a menudo la violencia obligaron a reducir el número de consejeros (electores) hasta ochenta en el año 1345. Pero los procesos electorales que tenían lugar en el claustro del convento de Sant Francesc, mantuvieron su conflictividad hasta que se estableció el procedimiento de la insaculación (escoger por sorteo) en el siglo XV.
DOCUMENTOS - Testimonios urbanos, obra románica religiosa de la Catedral (claustro, Torre de Carlemany y dependencias canónicas). Sant Feliu, Sant Pere de Galligans, Sant Martí Sacosta, Sant Nicolau y Sant Daniel. Obra románica civil, Fontana d’Or, castillos de Gironella y de Cabrera (o de
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Requesens), bóvedas de la Rambla, de Rosès y de la plaza del Vi, Baños Árabes. - Urbanismo: red de calles (siglos XII y XIII) del barrio de Sant Feliu, el Areny (sector Ciutadans-Rambla), cabo del Areny (Albareda) y Vilanova (Portal Nou y subida de Sant Josep), Mercadal (plaza de Sant Francesc, Fontanilles, Ginesta, Santa Clara). - Diplomatario de la Catedral de Girona (Ramón Martí 1977) y de Sant Daniel (J.M. Marqués, 1977). - “Liber Feodorum Maior” de los condes de Barcelona, conservado en el archivo de la corona de Aragón. - Archivos de la Catedral, diocesana, Histórico de la ciudad, Histórico comarcal y de la Corona de Aragón. - Museos de la Catedral, Arqueológico (de Sant Pere de Galligans), de la Ciudad, de Arte, (Palacio Episcopal).