Es evidente que no resulta nada nuevo hablar del componente cultural del diccionario y de su papel como modelizador y reflejo de una sociedad y de un

Es evidente que no resulta nada nuevo hablar del componente cultural del diccionario y de su papel como modelizador y reflejo de una sociedad y de un

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DICCIONARIO Y APRENDIZAJE DEL ESPANOL
Stefan Ruhstaller & Maria Dalares Gard6n (eds.) DICCIONARIO Y APRENDIZAJE DEL ESPANOL PETER LANG Bern . Berlin . Bruxelles· Frankfurt am Main· New Y

Story Transcript

Es evidente que no resulta nada nuevo hablar del componente cultural del diccionario y de su papel como modelizador y reflejo de una sociedad y de un tiempo concretos. Abrir un diccionario es abrir una ventana a un mundo, a una visión de la sociedad, a un universo particular de referencias. Es una cosmovisión, sí, pero una cosmovisión particular, tamizada, orientada e interpretada por alguien en concreto. Alguien, el lexicógrafo, que no solamente se representa a sí mismo, sino que encarna a su sociedad, la sociedad del momento histórico que le ha tocado vivir. (Forgas Berdet 2001:1)

1

EL “OTRO” LEJANO Y PRÓXIMO Recorrido por la lexicografía uruguaya a partir de la comparación de definiciones en diccionarios uruguayos éditos e inéditos (Siglos XIX y XX)

1. Presentación

A partir del seminario realizado -seminario I: “Lexicografía española”; a cargo de la Dra. Magdalena Coll-, surge como necesidad la reflexión acerca del trabajo lexicográfico en el Uruguay, especialmente sobre los diccionarios y la ideología que contienen y trasmiten. Se intentará plantear en esta monografía un análisis comparativo entre algunos de los diccionarios realizados en el Uruguay, a partir de la búsqueda de los mismos términos en los distintos diccionarios, como se desarrolla más adelante. Con este trabajo se intenta reflexionar acerca del tema diccionario e ideología, considerando una serie de ejemplos particulares, de distintos diccionarios realizados en el Uruguay por distintos autores, en distintas épocas.

2. Objetivos y Metodología 2.1. Objetivos Como objetivo general se plantea la reflexión acerca de la relación existente entre los diccionarios y la ideología. Se intenta presentar las distintas ideologías implícitas en los diccionarios como reflejos de la sociedad en la que se escriben estas obras. Es por esto que se plantea el trabajo con diccionarios producidos y editados en distintos momentos. Como objetivos específicos se plantea la reflexión acerca de la producción lexicográfica en nuestro país,

el análisis de la relación entre

diccionario e ideología especialmente desde diccionarios uruguayo-rioplatenses y su oposición a las distintas ediciones del diccionario de la Real Academia. 2

Por último, se intenta plantear un análisis comparativo entre los diccionarios realizados en el Uruguay, a partir de la búsqueda de los mismos términos en los distintos diccionarios: candombe, charrúa, china, gaucho y lunfardo.

2.2. Metodología Para

la

realización

de

esta

monografía,

trabajé

comparando

fundamentalmente definiciones de las siguientes obras lexicográficas: -

Granada,

Daniel;

Vocabulario

Rioplatense

Razonado;

Imprenta

Elzeviriana; Montevideo; 1889. Imprenta RURAL, Montevideo, 1890. Biblioteca Artigas; Montevideo, 1957. ARCO Libros; Madrid, 1998. -

Guarnieri, Juan Carlos; Diccionario del Lenguaje Rioplatense; DISA; Montevideo; 1970. Ediciones de la Banda Oriental; Montevideo; 1979

-

Bermúdez, Washington Pedro y Sergio Washington; Lenguaje del Río de la Plata; comenzado en 1890 apróx. (inédito)

-

Kühl de Mones, Úrsula; Nuevo Diccionario de Uruguayismos, Tomo III del Nuevo Diccionario de Americanismos dirigido por Haensch y Werner; Instituto Caro y Cuervo; Santafe de Bogotá; 1993.

-

Diccionario de la Real Academia Española1: RAE U 1884; Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española; Duodécima edición. RAE U 1899; Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española; Décimatercia edición. RAE U 1914; Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española; Décimocuarta edición. RAE U 1925; Diccionario de la lengua española; Décima quinta edición. RAE M 1927; Diccionario manual e ilustrado de la lengua española. RAE U 1936; Diccionario de la lengua española; Décima sexta edición. RAE U 1939; Diccionario de la lengua española; Décima sexta edición. RAE U 1947; Diccionario de la lengua española; Décimoséptima edición. RAE M 1950; Diccionario manual e ilustrado de la lengua

1

Se citan las siguientes obras respetando literalmente la información bibliográfica relevada en http://buscon.rae.es/ntlle

3

española; Segunda edición. RAE U 1956; Diccionario de la lengua española; Décimoctava edición. RAE U 1970; Diccionario de la lengua española; Décimonovena edición. RAE M 1983; Diccionario manual e ilustrado de la lengua española; Tercera edición revisada. RAE M 1984; Diccionario manual e ilustrado de la lengua española; Tercera edición revisada; Tomo III. RAE M 1985; Diccionario manual e ilustrado de la lengua española; Tercera edición revisada; Tomo V.

RAE M 1989;

Diccionario manual e ilustrado de la lengua española; Cuarta edición revisada. RAE U 1992; Diccionario de la lengua española; Vigésima primera edición. RAE U 2001; Diccionario de la lengua española; Vigésima segunda edición. Consulté también, aunque no incluidos en el análisis comparativo: Academia Nacional de Letras; 1000 palabras del español del Uruguay (Ed. ANL, 1999) y, Academia Nacional de Letras; Diccionario del Español del Uruguay (en prensa)2. En las obras consultadas se buscaron términos en los cuales, a partir de sus definiciones pudieran presentar elementos ideológicos. Para esto, se seleccionó una serie de términos en los que se consideró en una primera instancia que se podría encontrar información. Finalmente, se analizaron los términos candombe, charrúa, gaucho y china, y lunfardo

como términos

utilizados para designar al “Otro”. En el caso del candombe para referirse a un ritual o costumbre característica de un “Otro”, y en el caso de lunfardo para referirse a las costumbres lingüísticas de un “Otro”. Se registraron y analizaron también los términos derivados de los anteriores para determinar la importancia del término según cada diccionario – en relación al lugar que ocupan en la obra- y, por otro lado, para determinar rasgos relacionados a la ideología en esos derivados. Como se verá más adelante3, resulta interesante el análisis de estos derivados que en muchos casos presentan más elementos que el étimo.

2

Agradezco el acceso a este material a la Academia Nacional de Letras, Institución que me abrió sus puertas para trabajar con todo el material que considerara necesario. Agradezco especialmente el asesoramiento y apoyo del Prof. Juan Justino da Rosa. 3 Ver: Análisis

4

Las distintas ediciones del diccionario de la Real Academia se utilizaron fundamentalmente para ubicar al término en su época según el diccionario español. Es importante destacar que los diccionarios uruguayos con los cuales se trabajó, son fundamentalmente diccionarios contrastivos, con lo cual se registran los términos exclusivamente de uso –dependiendo del diccionario en cuestión- en Uruguay o en el Río de la Plata. De cualquier manera, se observó que en la mayoría de los casos los términos analizados aparecen registrados en el diccionario de la Real Academia, sin embargo, con significados muchas veces distintos a los dados por los lexicógrafos uruguayos. Para el caso del diccionario de Bermúdez, las distintas ediciones del diccionario de la RAE adquieren especial interés ya que el Lenguaje del Río de la Plata, como se señalará más adelante, realiza alusiones y críticas permanentes a la Real Academia, señalando la edición a la cual se le realizan dichas críticas. De esta manera, se rastrearon a partir de las notas las ediciones del diccionario de la RAE correspondientes, que se incorporaron al análisis en caso que resultaran de interés.

5

3. Aspectos teóricos: diccionario e ideología

En este apartado me referiré brevemente a los aspectos teóricos referidos

a

la

relación

entre

diccionario

e

ideología,

basándome

fundamentalmente en Alvar Ezquerra (1993), quien propone incluir en esa relación al término política por las razones que se desarrollan a continuación. Respecto a la relación diccionario-ideología-política, entonces, se puede considerar a Alvar Ezquerra (1993) quien partiendo de la base de que cualquiera de las actividades realizadas por el ser humano está marcada por la política, hace referencia a la influencia –y presencia- política en el diccionario. Considera (Alvar Ezquerra 1993: 181) que ninguna de las acepciones que aparecen en el DRAE del término política tienen una “relación estrecha con el diccionario” ya que, si bien, a través de él se puede dejar ver ciertas actuaciones de orden político, “no hace política”. Sería más pertinente en este sentido, hablar de ideología y diccionario ya que en las obras lexicográficas se manifiesta ese conjunto de ideas que se va a percibir en el diccionario. Sostiene entonces que “tal vez sea preferible el término ideología al de política por los sentidos tan vagos que adquiere la voz en el uso corriente, cuyo único rasgo común parece ser el de la dependencia del pensamiento en relación con la sociedad.” (Ibíd.: 181) Considerando a Alvar Ezquerra (1993) se puede sostener que el diccionario es una “obra de interés social” ya que es el depositario de los conocimientos de una época o de una colectividad determinadas, garantiza la norma por lo que los usuarios confían en él, es de carácter didáctico, etc. Es por su carácter de obra comprometida socialmente que es fruto de una ideología.

La orientación del contenido del diccionario puede estar

condicionada por lo intereses culturales, políticos o ideológicos de quien sustenta el producto. Sin embargo, por lo general, esta orientación no se manifiesta a través de una declaración explícita, sino más bien la percibimos a partir de un exhaustivo análisis de contenido. Por otro lado, Alvar Ezquerra (1993)

sostiene que cuando se hace

referencia a las implicancias políticas o ideológicas de los diccionarios, lo inmediato es recurrir a la búsqueda de determinadas voces que pueden servir 6

para caracterizar una época o una obra. Sin embargo, no solo es significativa la presencia o ausencia de algunas voces, sino también la manera de definirlas. Se toma como punto de partida de este trabajo esta postura, intentado, a partir del análisis de las definiciones presentadas de términos específicos, explicitar esa orientación. Alvar Ezquerra (1993: 185) sostiene que “es inevitable que las obras lexicográficas reflejen tendencias ideológicas” ya que los autores en tanto humanos “difícilmente pueden despojarse de su propio pensamiento”. Muchas veces, plantea el autor, los diccionarios han sido un instrumento ideológico o político importantísimo. Por último afirma que si bien a simple vista ideología y política no tienen mucho que ver con el diccionario, desde una mirada más compleja, el diccionario (Alvar Ezquerra, 1993:190): (…) pone de manifiesto las miserias del hombre, las deudas contraídas con otras personas, su adscripción a unas ideas particulares, su voluntad de llevar a cabo su propio pensamiento, sin darse cuenta de que el diccionario, como la lengua misma, es de los demás.

Por otra parte, Forgas Berdet (2001:1) hace referencia al poder representado y trasmitido en los diccionarios. Sostiene la postura basada en que el diccionario representa: (…) la visión de la parte de la sociedad que detenta el poder, con la de la élite ilustrada que dicta las normas, y cuya óptica social no tiene porqué coincidir necesariamente con la visión del mundo de esta mayoría silenciosa que forma el grueso de la sociedad. A pesar de la cita anterior, anota (Forgas Berdet 2001:1) la importancia del diccionario como elemento para caracterizar a la sociedad de la cual surge: (…) no podemos dejar de aceptar que el panorama de conjunto que nos ofrece el diccionario puede servir para caracterizar, en sus rasgos esenciales, la sociedad de la que nace.

7

Es por esto que la autora (Forgas Berdet 2001:1) considera especialmente interesante el análisis de diccionarios antiguos: (…) nos resulta tan fascinante un diccionario antiguo: las palabras en él contenidas devienen referentes históricos, sus definiciones representan parcelas de un mundo pasado y sus ejemplos son pequeños flashes de luz proyectados sobre esa sociedad ya desaparecida.

8

4. Breve descripción de los diccionarios utilizados

Bajo este subtítulo incluyo algunos comentarios y descripciones acerca de los diccionarios uruguayos utilizados para este trabajo; se trata de las obras citadas al comienzo de este trabajo: Vocabulario Rioplatense Razonado de Daniel Granada; Lenguaje del Río de la Plata de Washington Pedro y Sergio Washington Bermúdez; Diccionario del lenguaje rioplatense de Juan Carlos Guarnieri; Nuevo Diccionario de Uruguayismos de Úrsula Kühl de Mones.

4.1 Daniel GRANADA: Vocabulario Rioplatense Razonado El Vocabulario Rioplatense Razonado de Daniel Granada4 consta, hasta el momento, de cuatro ediciones: Imprenta Elzeviriana, Montevideo, 1889; Imprenta RURAL, Montevideo, 1890; Biblioteca Artigas; Montevideo, 1957; ARCO Libros; Madrid, 1998. En el prólogo de la primera edición del vocabulario, Granada sostiene que se trata de un “conjunto de voces y frases reunidas, que no merecería el nombre de Vocabulario rioplatense, que suena demasiado, si trabajos anteriores á su composición hubiesen proporcionado los medios de presentarlo más copioso.” (1889:47)5 Según Kühl de Mones (1986) hasta el momento de aparición de la primera edición de este vocabulario, tanto diccionarios como vocabularios con léxico de América eran escasos, aunque existía, especialmente gracias a los viajeros, la conciencia de los distintos usos del español de acuerdo a las distintas regiones. Respecto a la región rioplatense, Kühl de Mones (1998) señala como antecedentes la existencia de glosarios y listas de términos añadidas al final de obras, registrando las voces regionales utilizadas con el fin de facilitar la lectura. Hace referencia a los glosarios con modismos incluidos por Hilario 4

A partir de aquí me referiré al Vocabulario como “diccionario de Granada”, a modo de facilitar su referencia. 5 Esta numeración responde a la edición prologada por Kühl de Mones, de 1998, que incluye las anotaciones de las dos primeras ediciones.

9

Ascasubi (1950) y Juan Zorrilla de San Martín (1888). Sin embargo, Kühl de Mones (1998: V.), considerando al propio Granada en el prólogo de su vocabulario, sostiene que ¨en cuanto a la región del Río de la Plata, no existe ninguna obra publicada con fines estrictamente lexicográficos anterior al Vocabulario Rioplatense Razonado de Daniel Granada.¨ Kühl de Mones (1998: VII) sostiene que al no existir en el momento de aparición de la primera edición del vocabulario diccionarios generales independientes de obras geográficas, históricas o literarias, ni trabajos folklóricos, ¨el Vocabulario Rioplatense Razonado viene entonces a llenar un vacío, y de acuerdo a la relevancia de este hecho es la recepción sumamente favorable que se le brindó no sólo en la prensa de Montevideo y Buenos Aires, sino también por parte de destacadas personalidades de América y España.¨ (Kühl de Mones (1998: VII)) Se presentan, con el vocabulario de Granada, según el análisis de Kühl de Mones (1998) dos aspectos nuevos hasta el momento en el Uruguay: el lexicográfico y el folklórico. Tomando en cuenta a esta autora (Kühl de Mones (1998)) se puede destacar la importancia del trabajo de Granada como trabajo original, ya que el mismo autor asegura no disponer de material editado en la región, ni conoce obras de otras partes de América. Respecto a esto, Kühl de Mones (1998: VIII) sostiene: (…) su tarea no es la copia o el filtro de diccionarios, vocabularios o glosarios anteriormente publicados, sino el registro primero. Es en este sentido que el Vocabulario Rioplatense Razonado es un trabajo original. Según Kühl de Mones (1998), Granada edita el vocabulario considerando como metas fundamentales la elaboración de una obra que registrara y preservara el vocabulario del Río de la Plata, así como una obra que planteara posibles sugerencias de corrección del Diccionario de la Real Academia. Otro de los objetivos de la obra se relaciona con la posibilidad de aumentar la accesibilidad de los textos sobre geografía e historia de la región a los hablantes de español peninsular. Siguiendo a Kühl de Mones (1998) se puede sostener que Granada considera al Río de la Plata como unidad ya que no utiliza marcas diatópicas. Respecto a los términos incluidos por Granada la autora (Kühl de Mones (1998: 1

XX) plantea que éste incluye voces y frases usadas en la región del Río de la Plata “sin importarle si se trata de usos exclusivos, regionalismos o provincialismos, y sin saber, en muchos casos, si son o no comunes a otras regiones o incluso generales de América.” Un aspecto especialmente importante para este trabajo se relaciona con las marcas asignadas a los términos que incluye esta obra. Kühl de Mones (1998) observa que se registran tanto voces neutras diastráticamente –como caldera- como voces del nivel coloquial, las cuales están identificadas pragmáticamente con marcas como fam. para familiar, y vulg. para vulgar. Kühl de Mones (1998: XVII) agrega: Se señalan matices despectivos (tómese regularmente en mala parte), irónicos (ridiculiza), hipocorístico (cariñoso, afectuoso). Incluso se distingue entre quien usa la voz: el vulgo, la gente vulgar, la gente culta o educada, la gente del campo, los niños, y para quien se usa (…) Por otra parte, el autor descarta la inclusión de usos incorrectos, así como voces indígenas no integradas al español. Se incluyen, sin embargo, las voces históricas que ya no son de uso vulgar o común en los casos en los cuales son relevantes para la lectura de textos antiguos. Granada (1889) utiliza la marca ant. para anticuado aplicándola a los arcaísmos lingüísticos como en el caso de gaudeiro que se verá más adelante. Kühl de Mones (1998: XVII) considera diferencias entre la obra de Granada y las distintas ediciones del DRAE que fueron consultadas por el autor. Señala Kühl de Mones (1998: XVII) que “podemos constatar unas claras diferencias con el Vocabulario. Éste excluye los nombres de pila, voces ajenas a la región estudiada pero de uso en otras regiones, extranjerismos y voces contrarias a la norma.” Tomando en cuenta lo expuesto por Kühl de Mones (1998) se puede determinar que en el Vocabulario se registran: voces procedentes de lenguas indígenas, generalmente con alteraciones fonéticas o castellanizadas, de uso en la región6; voces de otros orígenes; voces castellanas antiguas en España pero de uso en la región estudiada; voces

6

Sin contradecir el principio de no incluir voces indígenas como tales, incluye en este diccionario las voces de tal origen pero que considera de uso en la región debido a diversos tipos de alteraciones.

1

castellanas con cambios en el significado; y por último,

voces de raíz

castellana pero con cambios morfológicos. Por otro lado, se pueden señalar brevemente algunos aspectos concretos de este vocabulario: el registro de voces y expresiones en orden semasiológico y alfabético; y el registro de la mayoría de los lemas como palabras aisladas, siendo escasas las unidades plurimembres7. Por otro lado, tomando nuevamente a Kühl de Mones (1998), se puede señalar que, para todos los casos, Granada utiliza un mismo artículo siempre que se trate de la misma palabra. Sostiene la autora (Kühl de Mones 1998: XXVII) que: Si una palabra tiene varios significados, existe la opción de abrir un artículo con varias acepciones o artículos diferentes. El autor se decide por un mismo artículo, siempre que se trate de homófonos, homógrafos con significados afines y el mismo origen, es decir, cuando se trata sincrónicamente y diacrónicamente de la misma palabra. En los casos en los que no se cumplen las condiciones mencionadas, Granada (1889) propone la redacción de dos artículos diferentes por considerar que los lemas son homónimos. Las acepciones están distinguidas entre sí, y la ordenación de los artículos de esta obra es calificada por Kühl de Mones (1998: XXVIII) como “sorprendentemente sistemática y uniforme para la época”. Aparece en primer lugar el aspecto puramente lingüístico: el lema uni- o pluriverbal, las indicaciones gramaticales, cronológicas y pragmáticas. Luego de un guión, la definición del término, descripción o caracterización del mismo. Se agregan en ocasiones ejemplos de uso, observaciones sintagmáticas o paradigmáticas, indicaciones diatópicas. Los siguientes párrafos, anota Kühl de Mones (1998: XXVIII) refiriéndose al Vocabulario Rioplatense Razonado “hablan de la historia de la palabra, añaden saber enciclopédico, citas de autoridades, apuntaciones sobre el uso de la voz en otras partes de América (…)”.

7

Kuhl de Mones (1986: 43) observa la existencia de dos artículos que no cumplen con el criterio semasiológico propuesto, Arcaísmos de pronombre y verbo y Expresiones proverbiales.

1

4.2

Washington Pedro y Sergio Washington BERMÚDEZ: El

Lenguaje del Río de la Plata. Se trata de un diccionario prácticamente inédito, escrito por Washington Pedro y Sergio Washington Bermúdez8. Rosell (1978:13) sostiene que “no se publicaron más que seis “entregas”, y ello pese a las gestiones por publicarlo oficialmente ante gobernantes de ayer, de hoy, de mañana…, y el peregrinaje por editoras de cuatro países”. Elizaincín (2006) establece que se trata del trabajo de dos autores sin formación específica en lexicografía, ya que el campo de dicha disciplina ha sido muy sensible al enfoque popular, trabajando en este ámbito, muchas veces, personas cultas con la necesidad de estudiar las palabras de su lengua, como es el caso que da como resultado este diccionario. Para realizar este trabajo tuve acceso a la totalidad de la obra, en sus versiones copia y original, custodiada por la Academia Nacional de Letras. Esta obra no está completamente mecanografiada, con lo que se puede intentar establecer algunos “momentos” de la producción del diccionario. Por otro lado, creo necesario señalar que la lectura del manuscrito me generó algunos inconvenientes en el momento de trascribir los elementos a estudiar9. Esta obra según Rosell (1978: 13) daría, en caso de publicarse, unos doce volúmenes de 600 páginas cada uno. Sostiene que se trata de “una especie de diccionario de autoridades, antecedido de una exposición sobre particularidades morfosintácticas y fonológicas del habla de estas zonas”. Según Rosell (1978) Washington Pedro comenzó el diccionario alrededor de 1880 y lo dio por concluido a principios de 1900, mientras que su hijo, que retoma el trabajo, da por concluido el diccionario en 1947. La obra, entonces, comprende dos etapas de elaboración. Rosell (1978:17) considera que

8

A partir de aquí me referiré a la obra como “el diccionario de Bermúdez” o “diccionario de los Bermúdez”, a modo de simplificar su referencia. 9 En la trascripción de los elementos a estudiar se respeta la ortografía original y se utilizan dos signos de interrogación entre paréntesis rectos [??] para los fragmentos ilegibles.

1

(…) la primera, cumplida por Washington desde 1880 hasta el fin de su vida, sin duda ya con la colaboración de Sergio en su momento final, fue simple acopio de materiales, redacción y comienzo (1901) de la edición; la segunda “cumpliendo solemnes compromisos contraídos in vita con el autor de mis días (Sergio, loc. Cit.),(…)” Respecto a las técnicas lexicográficas aplicadas en este diccionario, Rosell (1978) analiza varios aspectos. En primer lugar la especulación sobre el lenguaje del Río de la Plata en términos de dialecto. No nos detendremos en este trabajo en un análisis del diccionario, pero resulta interesante replantear las interrogantes planteadas por Rosell (1978:23) “¿qué antecedentes podían tener a la vista [los autores], particularmente en el ámbito americano y más concretamente en el uruguayo?” Elizaincín (2006) observa el posible contacto de Washington Pedro Bermúdez con Daniel Granada, considerado el primer lexicógrafo uruguayo. Sin embargo, considera que no puede tratarse como un antecedente, por estar ante obras muy distintas. Como se verá más adelante10 este autor es citado y referido constantemente, por lo que se afirma que fue leído por los Bermúdez en alguna de las etapas de elaboración del diccionario, más allá del posible contacto de Washington con Granada. Por otro lado, Rosell (1978) considera que los diccionarios de la Real Academia, tanto los diccionarios corrientes

como los de autoridades eran

utilizados como modelo por lo que no presenta este diccionario adelantos técnicos radicales. Los Bermúdez utilizaron las ediciones entre la doceava y la decimosexta editadas entre 1884 y 1936 de los diccionarios de la Real Academia. Rosell (1978: 24) se pregunta también “¿qué ejemplos tenían [los Bermúdez] al alcance de la mano, qué modelos podían seguir para emprender ese trabajo, qué estimaban necesario inclusive por una cuestión de pundonor nacional?” Anota:

10

Ver: Análisis

1

Washington, echando un vistazo sobre ese panorama, afirma que hasta esa fecha ninguno de los vocabularios americanos era completo ni satisfactorio, pues a lo sumo se basaban en Salvá, que no era exhaustivo; y en el ámbito rioplatense pronto advirtieron que el primigenio y excelente “Vocabulario” de Granada era insuficiente, cuantitativa y cualitativamente; y sin desconocer, ¡desde luego!, sus positivos valores, se dispusieron a perfeccionarlo según conceptos liberales y de mayor enjundia que ya iban corriendo. Respecto a las notas que se agregan a las definiciones de prácticamente todos los términos registrados, Rosell (1978:26) considera que “van desde lo económico y artesanal, hasta la sátira política”. Las notas que se analizaron para este trabajo están especialmente dedicadas a observaciones a los diccionarios de la Real Academia. Sin embargo, también se agregan como notas discusiones como la que se plantea acerca de la etimología del término gaucho11. Respecto a los americanismos, la postura es clara en ambos autores. El objetivo fundamental es registrarlos. Rosell (1978:27) sostiene en relación a este tema: Naturalmente, en ambos redactores la posición respecto a los americanismos es radical: hay que recogerlos, estudiarlos y aceptarlos cuando ofrecen algún valor formal o semántico. Actitud crítica que inclusive tendría ribetes de patrioterismo si no revertiera en dignificación de la propia habla. Rosell (1978) señala una serie de puntos de análisis mediante los cuales describe y critica distintos aspectos de este diccionario. Para este trabajo no me detendré en el análisis crítico de la obra, pero me parece interesante señalar un aspecto analizado por Rosell (1978) en relación al anti academismo de los Bermúdez. Como se adelantó más arriba, y se desarrollará más adelante, son frecuentes las notas con objeciones o críticas a las ediciones de la Real Academia. Respecto al anti academismo, Rosell (1978: 36) sostiene: Es evidente. No digo que en aquellas fechas no hubiese razón para tal actitud; pero sí que no se justifican ni el tono y extensión de las objeciones, ni los argumentos esgrimidos, ni su reiteración hasta el sonsonete –aparte de que esos no son aportes positivos desde el punto de vista lexicográfico. 11

Ver en Análisis: Gaucho y sus derivados

1

Desde el punto de vista de la utilidad para este trabajo, las notas fueron de gran importancia, no solo para observar aspectos ideológicos sino para poder referirme a la o las ediciones del DRAE leídas en el momento de elaboración del artículo. Por último me referiré a lo dicho por Washington Pedro Bermúdez que creo resume el punto de partida del objetivo de la obra en cuestión (en Rosell: 1978:27): Una lengua (…) se halla en crecimiento y desarrollo constantes (…) ¿por qué se ha de vituperar como barbarismos los vocablos que sirven para denotar sus costumbres, prácticas, diversiones, industrias, etc.?

4.3 Juan Carlos GUARNIERI: Diccionario del Lenguaje Rioplatense El diccionario de Guarnieri12 (1970), a diferencia de los presentados hasta el momento, no tiene la cantidad de explicaciones, -elaboradas en introducciones,

presentaciones,

prólogos-,

que

los

otros

diccionarios-

vocabularios. En este caso, el diccionario está estructurado de la siguiente manera: aclaración-presentación -sin el título correspondiente-, un prólogo pequeño –nuevamente sin título-, un capítulo denominado “Alteraciones de la pronunciación castellana en el Río de la Plata”, las “Abreviaturas” y a continuación, el vocabulario propiamente dicho. En la aclaración-presentación, Guarnieri (1970) informa brevemente qué lemas introduce en su diccionario, estableciendo que se trata de: Obra de consulta para el estudio de las literaturas gauchescas, campesinas y lunfarda, desde su iniciación hasta la actualidad. Comprende además: Nomenclatura vulgar y técnica de la fauna y la flora de la región; vocabulario de usos y costumbres, folklore en general, supersticiones antiguas y modernas y tradiciones indígenas. Etimología. Pelajes equinos y otros animales. Como se dijo arriba, el prólogo aparece en el libro sin subtítulo alguno, sin embargo, el capítulo se estructura según cuatro subtítulos: el lenguaje gauchesco o campesino, el lunfardo, el cocoliche y el vesre. En este prólogo 12

Me referiré a este diccionario como “diccionario de Guarnieri”.

1

se caracterizan los distintos lenguajes considerados en el diccionario, nombrados anteriormente. En primer lugar, se plantea la diferenciación entre dos lenguajes históricos que se pueden distinguir, según el autor (Guarnieri; 1970: 9) en el lenguaje popular del Río de la Plata. Se trata del lenguaje gauchesco o campesino y “del impropiamente llamado lunfardo, originado en la ciudad de Buenos Aires, e irradiado más tarde por ambas capitales del Río de la Plata”. Según Guarnieri (1970: 9) se trata, para ambos casos, de lenguajes constituidos

por

elementos

que

estaban

en

el

vocabulario

de

los

conquistadores y colonizadores españoles, “y los habían recogido a su paso desde las remotas islas del Caribe y las Antillas, hasta el muchas veces secular imperio de los Incas, tomándolos entonces del quechua, la “lengua general del Perú”.” De esta manera, Guarnieri sostiene que esas voces adquieren popularidad en el Río de la Plata, pero no se desarrollan en otras regiones de América. Bajo el subtítulo “El lenguaje gauchesco o campesino”, Guarnieri (1970:9) establece que éste surge como resultado de la poca influencia de lenguas indígenas y el aislamiento de la sociedad rural respecto a las ciudades. “No hay allí –en el medio rural- influencia literaria ni cultural española, ni casi de los centros de cultura locales; ni se reflejan por las mismas causas los progresos que durante este lapso va alcanzando el idioma castellano.” (Guarnieri; 1970:9). Por otro lado, señala (Guarnieri; 1970) que este aislamiento fue el que determinó que no se perdieran, en el ámbito rural, arcaísmos y otras voces españolas que se perdieron en las ciudades, generando así una diferencia considerable entre el lenguaje rural y el lenguaje de ciudad. Con respecto al lunfardo, Guarnieri (1970:10) sostiene que fue al principio:

1

(…) un lenguaje de delincuentes porteños. Aparece al mediar la segunda mitad del siglo XIX, con pretensiones de habla esotérica, pero su rápida evolución y enriquecimiento en breves años posteriores, demuestran que alrededor de este nombre oscuro se aglutinaba una terminología nueva propia de la clase proletaria de la ciudad. Por otra parte, señala (Guarnieri; 1970:11) que el lunfardo recibe importantes aportes de los inmigrantes italianos, quienes “transforman las poblaciones de las ciudades de Buenos Aires y Montevideo” y se aferran a su lenguaje y costumbres durante toda su vida. Son estos inmigrantes quienes “propagan esta habla popular de las clases proletarias que nada tienen que ver con los lunfas o ladrones y criminales (…)”. Por último, Guarnieri (1970:11) sostiene que debido a que comparten un mismo habitat -“la orilla y el suburbio de la ciudad”-, el lunfardo se nutre también del lenguaje campesino. Por otro lado, Guarnieri (1970: 11) define al cocoliche como el: (…) lenguaje chapurreado del gringo italiano que quiere hacerse entender de los criollos, y que los saineteros de los primeros lustros del siglo actual hicieron hablar a su personaje principal –en cuanto a lo humorístico y jocoso- que fue el cocoliche. Es, pues, más que un pretendido lenguaje un personaje del género reidero (…) Por último, Guarnieri (1970:11) sostiene que el lunfardo, también llamado reo, arrabalero, se une al vesre definiendo a este como la modalidad de “pronunciar ciertas palabras al revés (…) comenzándolas por sus últimas sílabas y terminándolas por las primeras (…)”. Como últimas observaciones, bajo el subtítulo “Alteraciones de la pronunciación castellana en el Río de la Plata” Guarnieri (1970: 12) agrupa precisamente las aclaraciones que considera pertinentes respecto a la pronunciación del Río de la Plata.

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4.4 Úrsula Kühl de Mones: Nuevo Diccionario de Uruguayismos El Nuevo Diccionario de Uruguayismos13 está estructurado de la siguiente manera: presentación, escrita por Giovanni Meo-Zilio; prólogo, escrito por Haensch, Kühl de Mones, y Werner; introducción; bibliografía; cuerpo del diccionario; y por último, índices. En el primer apartado se contextualiza la obra, poniendo al tanto al lector acerca del proyecto denominado “Nuevo Diccionario de Americanismos”, que es posteriormente desarrollado en el prólogo. En esta presentación se establecen los criterios generales que se han tomado en los dos tomos anteriores del Nuevo Diccionario de Americanismos14, y que se presentan en este caso. Tales criterios definen al diccionario como diferencial, descriptivo y sincrónico. Meo-Zilio (1993:IX) explica los criterios señalados definiendo: diferencial “en el sentido de que representa un inventario tan sólo de aquellos materiales léxicos uruguayos que se diferencian, por su presencia o su significado o su uso (ámbito estilístico, nivel sociocultural, frecuencia, etc.), con respecto al español peninsular”; descriptivo “en el sentido que prescinde de criterios normativos, sin excluir, por lo tanto, préstamos, neologismos o las palabras llamadas “malsonantes”. Por último, caracteriza sincrónico “en el sentido de que se registran elementos léxicos del español usados en el Uruguay y finales del siglo veinte.” La introducción del diccionario trata de una descripción detallada de los criterios teórico-prácticos utilizados, aclarando aspectos relacionados con la organización interna y el uso de la obra. Se trata, entonces, del marco teórico metodológico del diccionario. En esta contextualización metodológica, se define, entre otras cosas, el concepto de uruguayismo con el cual se trabaja en este caso. Se define de la siguiente manera (1993: XVII):

13

De aquí en adelante me referiré a este diccionario como “diccionario de Kühl de Mones”. Nuevo Diccionario de Americanismos dirigido por Haensch y Werner; Instituto Caro y Cuervo; Bogotá; 1993. Tomo I: Nuevo Diccionario de Colombianismos. Tomo II: Nuevo Diccionario de Argentinismos. 14

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El concepto de americanismo, en este caso uruguayismo, del que parte este proyecto, no se atiene a ningún criterio genésico (…) ni enciclopédico (…). Está determinado por la finalidad que se persigue con la obra lexicográfica y por el destinatario al que ésta va dirigida. (…) El objetivo del NDA [Nuevo Diccionario de Americanismos] es hacer constar, teniendo en cuenta necesidades de comunicación, qué o cómo se dice o escribe en tal o cual país, y no describir un subsistema lingüístico en el sentido estructuralista. Para lograr lo antedicho, se propone una delimitación según un criterio diferencial. De esta manera, Meo-Zilio (1993: XVII) señala: (…) se comparan dos variantes nacionales de español, una variante de referencia, el español peninsular, y una variante objeto de tratamiento lexicográfico, el español americano o uruguayo, para registrar sólo aquellos elementos de la segunda que no se dan en la primera. Al finalizar el diccionario propiamente dicho, figuran índices de nomenclatura botánica y zoológica y un índice denominado “español peninsular/español uruguayo”. Este último, plantea Meo-Zilio (1993:XI), tiene utilidad no sólo para el uso práctico del diccionario, “sino que se extiende a la posibilidad, para el estudioso, de cotejar panorámicamente, partiendo del peninsular (a los efectos del control o del aprendizaje contrastivo), el léxico diferencial entre los dos sistemas.”

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5. Análisis 5.1 Charrúa La voz charrúa se registra en todos los diccionarios consultados, sin derivados en ninguno de ellos pero con varias acepciones en casi todos los casos. Este término es registrado por la RAE por primera vez en 1914 con una sola entrada, la que refiere a “los individuos pertenecientes a las tribus que habitaban la costa septentrional del Río de la Plata”. Es ésta la acepción que se registra en todos los diccionarios consultados para este trabajo, con algunas variaciones, pero refiriéndose siempre a los indígenas y al lugar donde habitaban. En los diccionarios más modernos, -Kühl de Mones (1993), por ejemplo,se puede observar cierta identificación con el pueblo oriental- uruguayo, mientras que en diccionarios más antiguos, como Bermúdez (1880-1947), se plantean descripciones más extensas en las que se lee, por el contrario, la oposición entre charrúas y pueblo civilizado. En el diccionario de Granada (1889) se registra en primer lugar la referencia geográfica al lugar en el cual habitaban los charrúas, junto con el énfasis en la característica bélica de los mismos, considerándolos desde el comienzo de la definición como: Intrépidos y fuertes guerreros, los charrúas exterminaron a los yaroes y bohanes, enseñoreáronse de la banda oriental del Uruguay, y, habiéndoseles incorporado los minuanes, resistieron constantemente a los españoles, como lo hacían los pampas en la costa austral del Río de la Plata. Respecto al carácter guerrero de los charrúas, Granada (1889) documenta su definición con citas adjudicadas a Azara como: ”Quizás han derramado los charrúas, dice Azara, más sangre española, que los ejércitos del Inca y de Motezuma.”[sic] Esta aseveración, aunque dudosa, da una idea del carácter y esfuerzo de aquellos bravos.

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Los aspectos negativos de los charrúas son explicitados en relación a la falta de civilización de estos: “Como vivían sin trabajar, molestaban naturalmente a los vecinos de las estancias y pueblos indefensos, exigiéndoles vituallas, o tomándolas por su mano, si eran desoídos.” Al contrario de las definiciones analizadas arriba, en este caso no se observan reconocimiento ni aspectos positivos-favorables de los indígenas. Por el contrario, si bien se considera “impío” el acto de llevar a los últimos charrúas como espectáculo a Francia, se adhiere positivamente al hecho de su exterminio por considerarlo necesario: Una junta de hacendados solicitó, por ende, su exterminio, el cual fue duramente ejecutado el año 1832. El país quedó, en consecuencia, libre para en delante de las correrías de los charrúas. No faltó quien especulase con estos desgraciados. En efecto, tres de sus caciques fueron llevados a Europa como objetos curiosos, y, obligados a andar de una parte a otra haciendo visajes y mojigangas, murieron míseramente en el más lucido centro de la cultura social. A pesar de esto, parece necesario aclarar que quienes llevaron adelante tan

“impío”

procedimiento

no

fueron

sus

compatriotas

españoles

ni

hispanoamericanos aunque podemos agregar que éstos permitieron ese exterminio y ese aspecto no es considerado por Granada (1889): El autor y espectadores de este impío espectáculo no eran españoles ni hispanoamericanos, sino ciudadanos de aquellas compasivas naciones cuyos escritores tanto se desvelan por ajustar a España el sambenito de avara y cruel que sólo ellas merecen. Dígalo la conducta que, así las naciones aludidas, como sus tan decantados descendientes, han observado siempre con las razas americanas, y compárese sus leyes atroces con las que España dictó para las Indias. En el diccionario de Bermúdez (1880-1947) aparece este término con su etimología guaraní “del guaraní cha nosotros rúa, enojadizo, adj, que pinta el carácter revoltoso de la raza” anotando desde el principio el carácter justamente, revoltoso de los charrúas. Se registran en este diccionario varias entradas bajo este lema, siendo la más extensa la primera que refiere al “individuo de una raza o casta de hombres (…)” que habitaba en determinado lugar, especificado geográficamente. A partir de esta definición geográfica se

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realiza una descripción de las costumbres de este pueblo recalcando en todo momento el carácter temible y poco civilizado de los mismos. De esta manera se lee que: (…) los hombres se dedicaban a la caza mayor, a la guerra, y confeccionaban sus armas y flechas, boleadoras y rompecabezas, que más tarde, cuando conocieron el caballo trucaron por la lanza en cuyo manejo se hicieron temibles. No demostraban en sus modales ni la más mínima urbanidad; eran poco comunicativos entre sí y de carácter fiero, altivo y revoltoso. También se anotan características poco civilizadas, cargadas de consideraciones negativas de esta población como considerarlos sumamente bélicos y bravíos: “Jamás guardaron paz con las tribus vecinas inquietando a muchas de ellas (…) Gustábales embriagarse a menudo y se distinguían por su carácter vengativo y su crueldad en la guerra.” De una primera lectura no se desprende ni identificación ni equivalencia alguna con el Uruguay ni con los orientales, sino más bien con un territorio, como ya se señaló, expresado en términos geográficos sin mencionar al Uruguay sino a una extensión rioplatense. Se menciona por primera vez al Uruguay como tal al referirse al exterminio de los charrúas expresado de la siguiente manera: “Los restos de esta población fueron aniquilados por Bernabé Rivera en 1832 en el norte del territorio uruguayo adonde se habían retirado después de disputas (…)”. Si bien las primeras consideraciones y descripciones que se hacen respecto a esta población parecen cargadas de aspectos negativos, una vez expuesto el asunto del exterminio, se los define como “Raza heroica” ya que “fue preciso exterminarla para vencerla.” Se agrega también que “(…) desde ese entonces la República Oriental es el único país del Nuevo Mundo que no tiene indios dentro de sus fronteras.” En este último enunciado se menciona nuevamente al Uruguay, esta vez como República Oriental.

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Respecto al exterminio de los charrúas y su efecto en la población del Uruguay, que, como se señaló arriba, “es el único país de América sin indígenas”, se puede tomar en cuenta a Barrán (1996:1) quien sostiene: La tradición historiográfica afirma ser el año 1831 aquel en que desaparecieron los charrúas como entidad demográfica de cierto peso, cuando fueron aniquilados por las tropas del primer gobierno republicano del Uruguay independiente, esa [sic] destrucción no impidió que la sangre indígena penetrara en capas de cierta importancia de la población campesina del país, en particular guaraní proveniente del territorio que ocuparon las Misiones Jesuíticas. De cualquier modo, el llamado "exterminio de los indígenas en Salsipuedes" (1831) fundó el mito del Uruguay europeo y blanco que las clases dirigentes del país siempre alimentaron, tanto más cuanto la inmigración transcontinental fue, en efecto, la bases del crecimiento demográfico uruguayo.

Volviendo sobre el diccionario de Bermúdez (1880-1947), se observan varios elementos interesantes para el análisis, que más adelante se confrontarán con las otras definiciones analizadas: la utilización de los términos raza, indios, casta; los aspectos negativos de dicha población relacionados especialmente a la falta de urbanidad; el aspecto positivo de raza heroica; la apreciación de ser el Uruguay el único país de América sin indígenas después del “exterminio de los charrúas”. Las otras acepciones que se registran en Bermúdez (1880-1947) se relacionan directamente con la primera. La segunda acepción que se registra es la relativa a la población y a la lengua: “Perteneciente a esta raza y lengua charrúa.” Se considera también –en forma de nota- la definición de la 14ª edición del diccionario de la RAE. En sentido figurado, como adjetivo con carácter negativo se registra: “Incivil, inculto, cerril. Dícese de las personas y de sus acciones impolíticas. Aplícase especialmente al uruguayo.” A pesar de registrarse este término como adjetivo despectivo, aplicado especialmente al uruguayo, la siguiente acepción lo registra, nuevamente en sentido figurado, como “Nombre que los argentinos suelen dar al uruguayo y especialmente al Montevideano, y que éstos aceptan y prohíjan con un sino de orgullo y de complacencia.” Como adjetivo, se registra por último, nuevamente en sentido figurado y uso familiar, como “Bravío, indómito, irreducible, tenaz, altivo”; características

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que tanto explícita como implícitamente se abordan en la primera definición de este término. Por último se hará referencia a la entrada que refiere al pájaro charrúa, según este diccionario denominado así por las semejanzas con el pueblo antes definido. Es este pájaro es definido como: Pájaro de plumaje completamente negro, con reflejos azulados cuando adulto, pico corto y fuerte, ojo vivo, iris pardusca y cabeza pequeña (…) En libertad vuela rápidamente; embate intrépidamente a los pájaros que halla a su paso y hasta los persigue con obstinación; criado en la jaula, se agita constantemente y jamás concluye de hacer buenas migas con su dueño a quien pica fuertemente en las manos cada vez que éstas se ponen a su alcance. Para finalizar se agrega la semejanza con los charrúas: “Sus indómitas condiciones le han valido el nombre de la bravía nación indígena que moraba en la costa del Río de la Plata.” El lema charrúa aparece con esta última acepción también en el diccionario de Guarnieri (1970). En este diccionario es la acepción del pájaro la que aparece en primer lugar caracterizándolo como: “Pájaro algo mayor que un tordo, bello, de pico fuerte y algo curvo y de canto originalísimo.” Esta definición es distinta a la expuesta en Bermúdez (1880-1947), dejando de lado fundamentalmente el carácter belicoso del pájaro y definiéndolo sobre todo según sus características físicas. Guarnieri (1970) incluye charrúas, en plural, para definir al grupo de “indígenas que ocuparon gran parte del Uruguay y de Entre Ríos y corrientes, habiendo llegado quizás a Buenos Aires.” Es nuevamente la caracterización geográfica la que prima al comienzo de esta definición pero se observan diferencias con la dada por Bermúdez (1880-1947). En cuanto a la apreciación geográfica, los términos utilizados son más específicos y se señala en primer lugar al Uruguay. En cuanto a la forma de referirse al grupo, la diferencia radical está en el sustantivo vocativo que se utiliza ya que, en este caso aparece “indígenas” en lugar de indios –raza o casta-. El punto siguiente en la definición

de Guarnieri (1970) refiere a la

desaparición de los charrúas: “Se extinguieron después de una heroica resistencia de más de tres siglos en las sierras de Caveirá, Brasil, por el año

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1850.” En este caso, si bien se utiliza nuevamente el adjetivo “heroico”, el uso del reflexivo y los escasos datos acerca del exterminio generan una definición aparentemente menos cargada de subjetividad, más históricamente objetiva, que la expresada por Bermúdez (1880-1947). A pesar de esto, en una segunda lectura se puede considerar también que la utilización del verbo extinguir no indica verdaderamente el aspecto relacionado al exterminio, sino que por el contrario, posiblemente lo oculta, vinculándolo a un acontecimiento de orden natural, cuando no lo es. Por último, Guarnieri (1970) hace referencia a un aspecto de los charrúas que solo se registró en este diccionario: el origen, tanto del pueblo como de su lengua. Introduce estos datos con el impersonal “se”, probablemente, por no tener fuentes a las cuales remitirse y no querer apropiarse directamente de dichos datos: “Se afirma que su raza procedía del nordeste de América meridional, y que hablaba un lenguaje de la familia arawack.” En el diccionario más moderno, el de Kühl de Mones (1993), se registra una nueva acepción relacionada con la nacionalidad deportiva. En Kühl de Mones (1993) se registra en primer lugar: “Persona o conjunto de personas de nacionalidad uruguaya, especialmente un equipo deportivo.” La diferencia fundamental respecto a las definiciones anteriores referidas a los indígenas -al analizar la de este último diccionario en comparación con los más antiguos- radica nuevamente en el sustantivo con el cual se refiere al grupo de personas. En este último caso se utiliza el término “etnia” en lugar de los ya mencionados “raza”, “indios”, etc. En Kühl de Mones (1993) se define charrúa como “Indígena que pertenecía a la etnia que habitaba parte del territorio uruguayo hasta la mitad del siglo XIX”.

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5.2 Gaucho y sus derivados

La palabra gaucho aparece en todos los diccionarios consultados. Respecto a sus derivados, la variación es alta. Se registraron como derivados gauchear, gauchar, gauchaje, gauchada, gaucherío, gauchería, gauchamente, gauchismo, gauchazo, gauchito y gauchesco. La mayor cantidad de derivados de este término se registra en Bermúdez (1880-1947), que incluye todos los mencionados arriba, incluyendo también gaucha, aunque no se manifiesta explícitamente como palabra derivada de gaucho. Como se verá a continuación, para este término se registraron abundantes entradas y derivados y gran variación en las definiciones de los distintos diccionarios como consecuencia de la resemantización que se produce del término. Respecto al origen de esta palabra, Bertolotti (2007:170) sostiene que se origina al surgir un nuevo tipo de persona:

El gaucho surge entonces de la confluencia del mundo hispano, del mundo luso y del mundo indígena y es un nuevo tipo de persona que se define por una forma de hacer nueva, a la que corresponderá, entonces, una nueva forma de decir.

5.2.1 Gaucho en los diccionarios de Granada y Bermúdez Granada (1889) registra gaucho en primer lugar como sustantivo y en segundo lugar como adjetivo. Registra también gaudeiro como sinónimo de gaucho bajo una entrada diferente. Como sustantivo, hace una descripción detallada y documentada del término que, como se verá a continuación resalta fundamentalmente los aspectos donde se diferencian claramente el modo de vida de éstos y el de los europeos. En este caso, se combina por un lado el aspecto enciclopédico de este diccionario, al recurrir a textos descriptivos históricos e intentar por este medio explicar el lugar del gaucho en la sociedad y su evolución en la misma; y

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por otro, la definición lingüística propiamente dicha, que, en palabras de Granada (1889) se intercala con la información citada de otros autores. En primer lugar, Granada (1889) sostiene: Hombre del campo, baqueano, diestro en el manejo del caballo, del lazo, de las boleadoras¸ de la daga y de la lanza, esforzado, altanero y amigo de aventuras. Citando a Emilio Daireaux y los trabajos correspondientes, Granada (1889) sostiene que la etimología del término proviene del árabe, usándose en España caucho y corrompiéndose en América derivando en gaucho. (…) deriva la voz del árabe chaouch, propiamente tropero, en España chaucho, corrompido en América en gaucho, al pasar de boca de los chilenos por la de los indios de la Pampa. Desde una perspectiva histórica Granada (1889) propone que gracias a una serie de hechos como la desaparición de los caudillos, el gaucho es convertido en “ciudadano útil, sosegado, amigo de la justicia y agasajador del viandante que llama a las puertas de su vivienda.” De esta manera cambia sus costumbres más tradicionales como la vestimenta o las boleadoras: Va cambiando el suelto chiripá por a desairada bombacha ajustada al pie, preferida particularmente en invierno; conserva el irremplazable poncho; rara vez hace uso de las pesadas boleadoras, que estropean a los animales; no se desprende del caballo y el lazo, ni deja de la mano el mate, restaurador de las fuerzas. Retomando el aspecto netamente lingüístico,

Granada (1889)

hace

referencia a la ambigüedad del término, que puede utilizarse tanto como elogio como con sentido totalmente despectivo:

La palabra gaucho es hoy en día, ora expresión de alabanza, ora nota denigrativa; pues con ella se significa al muy jinete, diestro y avisado, como también al vago pendenciero y ladino, capaz de una fechoría.

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Granada (1889) anota también la relación del término con gauderios nombre con el que antiguamente –según este autor- eran denominados los gauchos. Llamaron antiguamente gauderios a los gauchos, que es el sentido que tiene la palabra en el siguiente pasaje de Doblas: “Del mismo modo (los guaraníes) permiten españoles gauderios changadores, que andan por aquellos campos, matando toros para aprovecharse los cueros” [sic].

A través de esta comparación-similitud con los gauderios Granada (1889) resalta una de las características “poco civilizadas” del gaucho. Este autor introduce también, con el fin de describir el modo de vida de “la gente de que tratamos”, la descripción que propone Pedro Estala. En esta descripción los gauchos son presentados según aspectos totalmente negativos, vinculados especialmente a sus costumbres “poco civilizadas”. Granada (1889) cita a Estala quien señala, entre otras cosas, la condición de vagos de los gauchos, la mala vestimenta y parece especialmente molesto por alguna de sus tradiciones como su música y el modo de comer la carne. No puedo pasar en silencio una especie de vagos, que en este país se llaman gauderios, cuyo modo de vivir es muy semejante al de los gitanos de la Península, exceptuando el robar, pues aquí no tienen motivo para hacerlo.

Podría considerarse que la anotación de Granada (1889) -que considera que antiguamente se llamaba gauderios a los gauchos- se desprenda de textos como los citados arriba y como el que se cita a continuación, en los que no se emplea la palabra gaucho sino gauderio y la descripción del mismo coincide con la del gaucho:

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(…) Procuran adquirir sus guitarrillas, y cantan varias coplas, ya estropeando las que oyen, ya componiendo otras con tosco y grosero numen, regularmente sobre amores. (…) Cuando quieren comer, enlazan una vaca o novillo, derriban la res, y atándola bien de pies y manos, y antes que acabe de morir, la cortan toda la rabadilla con el cuero: hacen algunas picaduras en la carne, la ponen al fuego, y a medio asar, se la comen sin más condimento que un poco de sal, si es que por casualidad la llevan. (…) De esta suerte sigue asándose por toda la noche o parte considerable del día y, cuando está bien asada, la rodean los gauderios, y cada cual, armado de su cuchillo, va cortando lo que más le agrada, comiéndolo sin pan ni salsa alguna. (…)

Por último, Estala hace referencia al abandono de estos hombres de las “obligaciones de cristianos” (…) Esta facilidad de mantenerse con tanto regalo proporciona a estos hombres vagos y ociosos una vida que sería de envidiar, si sus costumbres no fuesen tan relajadas, y si de aquí no se siguiese un abandono y olvido total de las obligaciones de cristianos.

Granada (1889)

anota también “Gauchos (este nombre dan a los

jornaleros campestres)” como concepto tomado de Azara. En su entrada como adjetivo, Granada (1889) define este término con tres acepciones: “Ducho en tretas y bellaquerías, taimado a más no poder. – Que es muy jinete, diestro y avisado.- Aplícase al perro vagabundo.” Se observa en estos casos grandes similitudes con las definiciones registradas por la RAE en sus ediciones del diccionario de 1914 y 1925, por lo que se puede suponer que se haya consultado el diccionario de Granada (1889) para estas ediciones del DRAE. En el primero de los mencionados no se registra la acepción vinculada al jinete; - que sí se registra en el segundo-, y aparece de la siguiente manera con la marca de adjetivo:

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Ducho en tretas y bellaquerías, taimado.// 2 Amér. Merid. Dícese del perro vagabundo. (RAE U 1914; Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española; Décimocuarta edición15) 3. Argent. Y Chile buen jinete, o poseedor de otras habilidades propias del gaucho.// 4. Argent. Grosero, zafio.// 5. Argent. Y Chile Ducho en tretas, taimado, astuto.// 6. Argent. Dícese de ciertos perros del campo que hacen vida vagabunda. (RAE U 1925; Diccionario de la lengua española; Décima quinta edición)

En Bermúdez (1880-1947)

se registraron nueve entradas para este

término, entre sustantivos y adjetivos. En su primera acepción, se registra como sustantivo femenino y masculino, de la siguiente manera: GAUCHO, CHA. m. y f. En su primitiva acepc, habitante de nuestras campañas que durante el primer siglo de la dominación española llevó vida nómade y aventurera. V. gaudeiro, V. Gaucho.

En esta primera definición, se establece indirectamente el lugar geográfico en el cual habitaban los gauchos refiriéndose al mismo como “nuestras campañas”, grupo nominal con el cual se manifiesta cierto sentido de pertenencia por parte del emisor. Por último, describe el tipo de vida del gaucho

como “nómade y

aventurera” posiblemente tomando en cuenta a Granada (1889) que en su primea acepción califica al gaucho como “amigo de las aventuras”. Se observa también que la 14ª edición del DRAE, citada por Bermúdez (1880-1947), registra “vida errante y aventurera”. Si bien “errante” y “nómade” son considerados sinónimos, se puede observar la diferencia de ambos términos, siendo “errante” poseedor de cierto significado negativo mientras que “nómade” no lo tiene. Aparece en esta definición, al igual que en Granada (1889) la referencia al término gauderio. Bermúdez (1880-1947) establece, en la nota –poco clara- que incluye en esta primera entrada del término, varias críticas al diccionario de la RAE, así como la polémica discusión acerca de la etimología de esta palabra. En primer 15

Como ya se señaló anteriormente me refiero a las distintas ediciones del diccionario de la RAE según su referencia en http://buscon.rae.es/ntlle

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lugar,

Bermúdez

(1880-1947)

se

refiere

a

la

importancia

de

tales

observaciones: “Excusará el lector que seamos minuciosos, pero el tema lo merece y nunca se hablará por conceder la preferencia en la relación a la Real Academia española.” Bermúdez (1880-1947) critica fuertemente a la Real Academia por las definiciones que plantea de este término: Hasta la 14ª. edic. de su Dic. [la RAE] afirmó que el gaucho era el ¨hombre de color, que llevaba vida errante y aventurera en las dilatadas campiñas de la confederación Argentina y del Uruguay¨. Se ve que los sabios del cuerpo de Madrid conocían muy poco lo que trataban. Puesto el grito en el cielo por los americanos, corrigió en la 15ª. ¨Dícese del hombre natural de las pampas del Río de la Plata en la Argentina, Uruguay y Río Grande do Sul.¨ Lo del ¨Río de la Plata¨ pudo haberlo suprimido la docta por innecesario y aún mismo lo de las ¨pampas¨, que en Río Grande do Sul, como expresa en port. el célebre cónclave, y en el Uruguay no existen casi, por lo ondulado y montañoso de sus respectivos territorios. Y así las tales tierras fueran [??] como [??] puede argumentarse que el gaucho también nace en las sierras, cuchillas y montañas, por lo que no es requisito esencial la topografía de su patria. Luego de la aclaración que el autor considera imprescindible, en la misma nota, Bermúdez (1880-1947) se refiere a la etimología del término gaucho. Sostiene que esta discusión fue central en una época pasada; Hubo época en que los escritores del Plata polemizaron en tal forma sobre ella, que salieron a luz folletos y hasta libros donde cada uno sostenía sus puntos de vista. Un distinguido autor para cortar el nudo gordiano anotó nada menos que sesenta distintos orígenes de la zarandeada palabra. Considera entonces fundamental hacer mención a alguna de ellas aunque sostiene: Líbrenos Dios de atizar el fuego, pero nos sentimos obligados a echar nuestro cuarto a espadas, siquiera para cubrir las apariencias. Sin quitar ni poner rey, nos concretaremos, a insertar dos supuestas etimologías, sin recordar, empero, si figuraban o no en el fárrago de contradicciones filológicas de que hemos hecho mención y cuya razón o sinrazón no enjuiciamos.

3

Bermúdez (1880-1947) registra en primer lugar la etimología que considera Granada (1889) a partir de Emilio Daireaux quien sostiene que gaucho deriva de una voz árabe. Respecto a esta apreciación, Bermúdez (1880-1947) afirma que: La decoración no sería mala si fuera exacta, pero es el caso que chaucho no figura en ningún vocabulario español, que sepamos, ni el significado de tropero es conocido en Esp. por ser auténticamente americano. De esta manera incluye una segunda opción, tomada de Martiniano Leguizamón, que explica la etimología de la palabra según su origen quechua. Esta explicación definitivamente convence más a Bermúdez (1880-1947) que la anterior calificándola como con “más visos de verosimilitud”: Oigamos a Martiniano Leguizamón: ¨Del quichua huák-cha, o del araucano-pampa huachu, hijo sin madre¨ Por metátesis de guacho se haría gaucho y si leemos cuidadosamente lo siguiente pudiera ocurrir que nos encontráramos frente al buen camino, salvando siempre nuestra opinión definitiva: ¨Aquellos soldados (españoles) de valor indomable, sometían las tribus circundantes y alzaban sus hogares sobre el territorio conquistado y disputado, viviendo en ellos a favor de la abundancia y de la libertad, entregados unas veces a nuevas [??] y otras a la bigamia sultánica de los que poseyeron ocho siglos a España. De estos amores orientales brotaban como enjambres los hijos del conquistador enlazado con la india americana. Estos hijos sin nombre, por su multitud y por la confusión llevaban el nombre de guahcos, que más tarde se transformó en gaucho¨ (Federico Tobal.-El Gaucho. El Nacional…Buenos Aires) Respecto a esa teoría, Bermúdez (1880-1947) señala: La metamorfosis de guacho en gaucho no es improbable, porque la primera se echa y ha echado siempre a mala parte y nadie quiere cargar con el sambenito. Su alteración pudo haberse ejecutado de propósito por esa [??] Y punto y aparte Como segunda entrada, Bermúdez (1880-1947) registra el término nuevamente como sustantivo, masculino y femenino. Lo define como “Sucesor del primitivo gaucho, que por similitud de costumbres y hábitos de vida hereda el nombre.” Incluye nuevamente una nota, en la cual intercala descripciones de diversas fuentes. 3

En primer lugar Bermúdez (1880-1947) cita a Juan Espinosa, quien, citando a Leguizamón describe al gaucho como altanero, valiente, orgulloso, “el primer jinete del mundo y el hombre más airoso al caballo”. Se lo define también como: Leal como pocos, sañudo y cruel a veces, obediente también, pero no por interés sino por afecto a la persona a que se somete. Sin saber muchas veces leer siquiera, muestra ingenio despejado y mucha viveza para la respuesta; es poeta por instinto y brilla por su agudeza cuando se pone a payar en contrapunto con otro.

Respecto al gaucho, Bermúdez (1880-1947) incluye, citando a los mencionados autores, que “ha recorrido la América desde el Plata hasta la cumbre del Pichincha, dejando en todas partes monumentos de su valor heroico.” Para finalizar esta nota, Bermúdez (1880-1947) cita a Don Rómulo D. Carbia. En la introducción a la cita, Bermúdez (1880-1947) califica dichas palabras como “plenas de justicia hacia aquellos que contribuyeron con su brazo a darnos patria y libertad”. A partir de estas últimas referencias se puede observar la diferencia radical entre el personaje que describe Granada (1889) en su vocabulario y el gaucho descripto por Bermúdez (1880-1947). Lejos de calificaciones despectivas, Bermúdez (1880-1947) elogia la figura del gaucho y la considera definitoria en la identidad rioplatense. Como adjetivo, en Bermúdez (1880-1947) se registra gaucho, cha, en primer lugar como “relativo al gaucho”. En segundo lugar aparece como “Relativo o perteneciente a los gauchos”, refiriendo al término derivado gauchesco e incluyendo una nota respecto a la marca diatópica realizada por el DRAE (1925) en su 15ª edición: Nota: Trae esta voz la 15 edic. del Dic. de la Acad. (1925) como plateñismo y chilenismo.

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La quinta entrada que presenta Bermúdez (1880-1947) de este término, como adjetivo nuevamente, con las marcas de familiar y figurado, refiere a una persona con especial destreza en su trabajo: GAUCHO, CHA. adj. Fam y fig. Dícese de la persona que en un trabajo u ocupación, se desempeña con maña, destreza y habilidad. Siguiendo el orden establecido en el diccionario, Bermúdez (1880-1947) incluye otra entrada del término como sustantivo, marcado como familiar y figurado del campo que define como: GAUCHO, CHA, m y f. fam. y fig. del c. Hombre, respecto de la mujer, o mujer respecto del hombre, con quien tiene relaciones ilícitas. En cast. Querido, da. […] En los casos de legítima unión se emplea como expr. despect. Agrega en el caso citado arriba que se trata de un empleo despectivo del término en alguna circunstancia particular. Esta acepción no se registró en ninguna otra de las fuentes consultadas. Por otro lado, Bermúdez (1880-1947) registra el término, nuevamente con marca de uso familiar y figurado- pero esta vez “en boca del hombre de ciudad”- como: GAUCHO, CHA. adj. fam y fig. en boca del hombre de ciudad equivale a rústico, agreste, arisco, huraño. Falto de roce social y sobrado de picardía. En cast. fam. Tío. “Es una gaucha en sus modales y él un gaucho en el trato con la gente.” Por último, Bermúdez (1880-1947) registra la expresión Gaucho Malero, como una expresión familiar: GAUCHO MALERO. Expr. fam. el vagabundo y camorrista que anda moviendo alborotos, pendenelas y discordias. U.t.fig.

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Granada vs. Bermúdez Es interesante analizar cómo Granada (1889) y por Bermúdez (18801947) exponen dos definiciones totalmente distintas partiendo de considerar prácticamente los mismos aspectos para la descripción del gaucho. Para profundizar un poco más este análisis se exponen a continuación las formas mediante las cuales, tanto el vocabulario de Granada como el de Bermúdez describen aspectos físicos y costumbres del gaucho especialmente respecto a la alimentación y a la relación con los animales de la campaña, y al entretenimiento. Si bien estos aspectos se consideraron en el momento de analizar cada definición por separado, en este apartado se pretende que el lector pueda observar en forma contrastiva las distintas perspectivas de los mismos asuntos en el mismo momento histórico. Si bien el vocabulario de Granada fue impreso mucho antes que la primera parte editada de Bermúdez, y que, como se expresó en la introducción a ambos diccionarios, Bermúdez leyó y citó a Granada en su diccionario, se trata de individuos contemporáneos –Washington P. Bermúdez (que empieza su diccionario en 1880) y Granada (que publica su primera edición de su vocabulario en 1889)-, que vivieron relativamente en el mismo Uruguay, principalmente Granada y Bermúdez padre. De esta manera se justifica considerar en este caso que ambos autores tomaron distintas decisiones al trasmitir su ideología en el texto del diccionario. Creo válido suponer que esta diferencia se deba al origen de los autores. Si bien Granada, como ya se mencionó, se propone revitalizar y valorar términos totalmente desvalorados por la Real Academia, es de origen español y así lo demuestra en su obra. Bermúdez en cambio, es montevideano, rioplatense, y, como ya se mencionó, parece buscar revitalizar no solo los términos no incluidos o mal desarrollados en las distintas ediciones del diccionario de la RAE, sino también los aspectos relacionados a las costumbres y personajes a los que esos términos refieren. Respecto a la alimentación, la forma de conseguir los alimentos, y la relación entre los gauchos y los animales que habitaban en los campos, 3

-aspectos aparentemente relacionados en ambas definiciones-, Granada (1889) sostiene, como ya dijimos: Va cambiando el suelto chiripá por a desairada bombacha ajustada al pie, preferida particularmente en invierno; conserva el irremplazable poncho; rara vez hace uso de las pesadas boleadoras, que estropean a los animales; no se desprende del caballo y el lazo, ni deja de la mano el mate, restaurador de las fuerzas.

Citando a Estala, Granada (1889) agrega, como ya hemos visto: Cuando quieren comer, enlazan una vaca o novillo, derriban la res, y atándola bien de pies y manos, y antes que acabe de morir, la cortan toda la rabadilla con el cuero: hacen algunas picaduras en la carne, la ponen al fuego, y a medio asar, se la comen sin más condimento que un poco de sal, si es que por casualidad la llevan.

Por otra parte, como vimos más arriba, Bermúdez (1880-1947) sostiene citando a Leguizamón: (…) el gaucho es altanero, como que sabe domar un caballo salvaje y atravesar la pampa al galope con él. Es valiente como todo el que tiene que luchar con las fieras y abatir la res que ha de servir de alimento. (…) Es además el primer jinete del mundo, y el hombre más airoso a caballo. De las citas anteriores se desprende que considerando aspectos muy similares a definir, Granada (1889)

incluye descripciones que resaltan los

aspectos más “primitivos” y “poco civilizados” del gaucho, considerando ambos como negativos. Bermúdez (1880-1947), en cambio, resalta acerca de lo mismo el carácter positivo de esas prácticas: el gaucho no es salvaje por cazar animales para comer sino “valiente” por “luchar con las fieras y abatir la res que ha de servir de alimento”. Respecto al desempeño musical del personaje en cuestión, las opiniones expuestas por los distintos diccionarios son radicalmente opuestas. Mientras Granada (1889) incluye las opiniones de Estala, quien considera, como ya vimos, que los gauchos “estropean con sus guitarras las coplas existentes e inventan otras toscas y groseras”;

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Procuran adquirir sus guitarrillas, y cantan varias coplas, ya estropeando las que oyen, ya componiendo otras con tosco y grosero numen, regularmente sobre amores;

Bermúdez (1880-1947) incluye en su definición la descripción de Leguizamón, quien califica al gaucho como “poeta por instinto”: Sin saber muchas veces leer siquiera, muestra ingenio despejado y mucha viveza para la respuesta; es poeta por instinto y brilla por su agudeza cuando se pone a payar en contrapunto con otro.

5.2.2 Gaucho en los diccionarios de Guarnieri y Kühl de Mones

Guarnieri (1970) registra dos acepciones para este término, dejando de lado totalmente los aspectos negativos que se observaron en los diccionarios más antiguos relacionados con la falta de urbanidad o de civilización de los gauchos. Tampoco se considera su uso despectivo como grosero como registra Kühl de Mones (1993).

Por el contrario, se lo considera como un

personaje positivo, forjador de la independencia y democracia:

Gaucho. m. personaje típico y central de la primitiva sociedad rural de estos países; forjador como soldado de nuestra independencia y vida democrática, y pionero fecundo de nuestro trabajo rural. Desaparecido hace tiempo, se ha transformado en un personaje legendario. En su segunda acepción, se realzan nuevamente los valores positivos del gaucho, definiéndolo contrariamente a los diccionarios más antiguos, como “hombre generoso, amigo de ayudar a los demás con total desinterés.” Kühl de Mones (1993) define gaucho en su primera entrada, como sustantivo masculino, con la marca de despectivo, como “hombre de modales rudos y escasa cultura o refinamiento”. Esta acepción del término no aparece registrada en los diccionarios modernos consultados. En la penúltima edición del DRAE (1992) se registra como de uso en Argentina y Uruguay “Grosero,

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zafio”, siendo eliminada esta acepción en la última edición del diccionario de la RAE (2001). En una siguiente entrada, como sustantivo femenino o masculino o adjetivo, Kühl de Mones (1993) registra este término en primer lugar como “Persona servicial, que hace favores desinteresadamente o que ayuda o apoya a los demás.” Relativo al medio rural, se registra otra acepción como “Persona que es buen jinete.” Como adjetivo, esta autora (Kühl de Mones (1993) registra el término como “Relativo a los gauchos y a sus costumbres”. Por último, Kühl de Mones (1993) registra también gauderio como el “nombre que se le daba al gaucho en los siglos XVIII y XIX.”

5.2.3 Términos derivados de gaucho.

Respecto a los términos derivados, se puede plantear que se conjugan, al definirlos, dos aspectos que interesan especialmente para este trabajo. Por un lado, un aspecto claramente negativo vinculado con la forma de vida de los gauchos; por otro un aspecto irónico-cómico derivado posiblemente del primero pero no necesariamente negativo. Se observa que estos dos aspectos se combinan y conjuntamente cambian las definiciones a lo largo de la evolución de los términos, cambiando así sus significados, como se verá a continuación.

Gauchada Respecto al término gauchada, es definido por Granada (1889) como la acción de un gaucho, la que califica como hábil. Acción propia de un gaucho. – Acción ejecutada con sutil habilidad para conseguir alguna cosa que ofrecía dificultades o para librarse de algún riesgo o peligro. – Treta.”

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Bermúdez (1880-1947), por su parte, define este término, con las marcas familiar y figurado como: fam y fig. chiste, broma, viveza, travesura, acto que reviste cierta malicia no siempre de buen gusto y a veces bastante pesado y reprochable. Sin bien Granada (1889) agrega treta como sinónimo en una de sus acepciones, esta definición se distingue de la dada por Bermúdez (1880-1947) especialmente por el carácter irónico-cómico que plantea éste último. Si bien en ambos casos se entiende como una acción efectuada para sacar provecho para sí mismo, en Bermúdez (1880-1947) aparece el aspecto negativo acentuado especialmente por la consideración de revestir “cierta malicia”. En los diccionarios más modernos se produce un cambio en este término descartando casi totalmente el aspecto negativo del mismo y entendiéndolo como un acto de generosidad, por el contrario de las Definiciones anteriores, es considerado, en este caso, como desinteresado. Guarnieri (1970) presenta exclusivamente el carácter positivo del término definiéndolo en primer lugar como “favor obrado desinteresadamente” y por último como “Acción generosa y noble, propia de un verdadero gaucho.” Kühl de Mones (1993) incluye una de las acepciones similares a las encontradas en los diccionarios más antiguos. Registra el término con una primera acepción muy similar a la primera de Guarnieri (1970) definiéndolo, con la marca de coloquial, como “Favor o servicio que se hace a otro desinteresadamente”. Como segunda acepción, con la marca de literatura gauchesca, aparece el término definido como sinónimo de gauchaje o gaucherío como “conjunto de gauchos”, encontrando en este caso similitudes con los términos gauchería y gauchaje según las definiciones de Bermúdez (1880-1947). En tercer lugar, Kühl de Mones (1993) incluye, nuevamente con la marca de literatura gauchesca, la acepción vinculada a una acción relacionada con el valor de un gaucho: “acción propia de un gaucho, que refleja habilidad, audacia

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y valor”. De esta manera se asemeja este concepto al que refleja destreza y audacia propuesto por Granada (1889). También con la marca de literatura gauchesca, y como acción propia de un gaucho, Kühl de Mones (1993) introduce una cuarta acepción relacionada con las definiciones registradas en los diccionarios más antiguos: “acción propia de un gaucho que refleja astucia y malicia”. Por último, Kühl de Mones (1993) se refiere a “hacer una gauchada” tomando principalmente gauchada según su primera acepción, como “Ayudar o apoyar “a alguien” desinteresadamente”.

Términos que designan al conjunto de gauchos: gauchería, gaucherío, gauchaje

Granada (1889) no incluye en su vocabulario gauchería ni gaucherío. Define gauchaje como “Gauchos en general. Tómase regularmente en mala parte”. Bermúdez (1880-1947) define el término gauchería como el conjunto de gauchos, por un lado, y como la acción de un gaucho, por otro. Para el primer caso, se trata de un sinónimo de gauchaje. Por su parte, gauchaje es definido en primer lugar como “Conjunto o reunión de gauchos.”; a lo que se le agrega “Voz que suele tomarse en sentido despectivo entre la gente de ciudad.” De esta definición se puede desprender la característica del gaucho de hombre de campo. El sentido despectivo de la palabra es registrado como de uso en la gente de ciudad. Bermúdez (1880-1947) trascribe en su diccionario la definición de Granada (1889) la que comparte, salvo al considerar que el uso con sentido despectivo se da entre gente de ciudad mientras que Granada (1889) considera este aspecto más general, como ya vimos: “Gauchos en general. Tómase regularmente en mala parte.”

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Bermúdez (1880-1947) incluye también la definición dada por Martínez Vigil, a partir de la cual fundamenta su nota a la 15ª edición de la Academia. En esta nota, Bermúdez (1880-1947) critica la definición dada por la Real Academia ya que ésta deja de lado al Uruguay anotando este término como de uso común en Argentina y en Chile: “Nota a la 15ª edición del Diccionario de la Academia trae esta voz como corriente solo en Argentina y Chile, lo que no es exacto, como queda demostrado. (…)Obsérvese que el eximio filólogo acentúa la voz gaucho. Son muchos los que la pronuncian de este modo siguiendo la costumbre de Río Grande del Sur.” La edición del DRAE a la que hace referencia Bermúdez (1880-1947) es la primera en la que se registran derivados de gaucho, apareciendo de esta manera los lemas: gauchaje, gauchada y gauchesco. En estas definiciones no aparece marca de uso regional de Uruguay. En su segunda acepción, como acción de un gaucho, gauchería, es definida por Bermúdez (1880-1947) con las marcas de familiar y figurativo o figurado16 como “Acción ruin, indigna, de un gaucho.” Por último en relación a estos términos, Bermúdez (1880-1947) incluye gauchada, término definido nuevamente con las marcas familiar y figurado, como “chiste, broma, viveza, travesura, acto que reviste cierta malicia no siempre de buen gusto y a veces bastante pesado y reprochable.” Con respecto al término gauchaje es definido, tanto por Guarnieri (1970), como por Kühl de Mones (1993), como grupo de gauchos, coincidiendo en ambos casos con la primera acepción del término que propone Bermúdez (1880-1947). Guarnieri (1970) propone en primer lugar “gauchos en general” y como segunda acepción “reunión de gauchos”. En el caso del diccionario de Kühl de Mones (1993) se registra una sola acepción, marcada nuevamente como de uso en literatura gauchesca como “conjunto de gauchos” agregando como sinónimos de uso en Uruguay gauchada y gaucherío. Kühl de Mones (1993) incluye también gaucherío como “conjunto de gauchos” y sinónimo de uso en Uruguay de gauchada y gauchaje.

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Se registraron en el diccionario las dos formas de referirse a la abreviatura “Fig”.

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Términos derivados de gaucho en el diccionario de los Bermúdez (1880-1947)

En este apartado se anotarán los términos derivados que se registraron en el diccionario de Bermúdez (1880-1947) que, como ya se señaló, es el que contiene más variedad, con el objetivo principal de incluir información difícil de recuperar ya que se trata de un diccionario prácticamente inédito17. En primer lugar Bermúdez (1880-1947) registra gaucha, siendo éste el único diccionario que lo incluye18. Este término se define como “mujer sin cultura, sea o no del campo”. Resulta interesante también, aunque no me detendré en este caso a analizarlo, cómo Bermúdez (1880-1947) reconoce la existencia del personaje femenino del gaucho en gaucha, con la inclusión de dicho término como una entrada independiente en su diccionario y al considerar el sustantivo como masculino y femenino. Este asunto no aparece referido en los otros diccionarios consultados salvo en el diccionario de Kühl de Mones (1993), que, como ya se señaló, al ser más moderno tiende a buscar lo políticamente correcto, siendo en este caso, lo políticamente correcto, posiblemente la inclusión del término femenino. Resulta especialmente curioso que la última edición del DRAE (2001) no registre el término como sustantivo femenino y sí se registre como tal en las primeras ediciones del diccionario de la Real Academia que lo incluyen. Este término es registrado como sustantivo femenino hasta la edición de 1925. Según el orden alfabético seguido por el diccionario, y sin tomar en cuenta los derivados que no son registrados únicamente por Bermúdez (18801947), se encuentra el adverbio gauchamente definido como: Gauchamente. Adv. imitando al gaucho en las diversas manifestaciones de su vida. Procediendo el gaucho según su idiosincrasia. Accionando generosamente. 17

Ver presentación del diccionario. No se determinará en esta oportunidad la discusión acerca de si es este un término derivado de gaucho o al revés, aunque parecería lógico pensar que lo primero es lo correcto. 18

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Bermúdez (1880-1947) incluye también el verbo gauchar con cuatro acepciones:

Gauchar (de gaucho) intr. hacer vida de gaucho, no solo en lo que se refiere a su [??] y maestría en los trabajos de campo, sino también a su libertad de peregrinar a voluntad como hacían los antiguos gauderios. Gauchar. Intr. hacer o decir gauchadas. Se toma en buena y mala parte. Gauchar. (de gaucho, querido, amante) intr. fam. del tener el hombre trato o relación con mujeres y viceversa. Se toma generalmente en mala parte. Gauchar. intr. fig. Dícese de algunos animales domésticos especialmente de los perros, que suelen abandonar la casa de sus amos para errar a su capricho. Agrega también gauchear con referencia a gauchar.

Como aumentativo de gaucho incluye gauchazo, recalcando aspectos positivos del término al definirlo como: Gauchazo, za. aum. de gaucho. adj. gaucho o persona que sin serlo, tiene grandes dotaciones camperas o carácter servicial.

En la misma acepción Bermúdez (1880-1947) agrega: A veces suele usarse despect. hablando de una persona rustica [sic] en extremo.

En Bermúdez (1880-1947) se registran también gauchesco, gauchismo, gauchista, y los diminutivos gauchito, ta y gauchita incluyendo nuevamente el sustantivo femenino. Gauchismo, es definido como “predominio de los gauchos. Amor e inclinación a su modo de ser y de vivir.” Gauchista, como adjetivo, referido al “partidario o defensor del gauchismo en sus múltiples manifestaciones.”

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5.2.4 El término gaucho en los diccionarios de la Real Academia y las marcas diatópicas

Los diccionarios de la Real Academia registran el término gaucho con una acepción marcada como término de arquitectura, desde 1803. A partir de 1852 aparece gaucho en la acepción que se trata en este trabajo. En este primer caso se define como: Gaucho.cha. m y f. campesino de Buenos Aires y Montevideo.

En la edición de 1869 se elimina Montevideo como dato diatópico del término definiéndolo como se uso en Buenos Aires y en la Confederación Argentina. En esta edición se define como: Gaucho. cha. en su acepción primitiva el hombre de color que llevaba vida errante y aventurera en las dilatadas campiñas de Buenos Aires y de la Confederacion [sic] Argentina. Hoy se llama así el campesino de aquellos países.

A partir de la edición de 1884 se elimina la acepción arquitectónica del término. En 1899 se elimina Buenos Aires como lugar geográfico donde habitaba el gaucho

y se introduce Uruguay.

En 1914 aparece la primera

marca diatópica en este término, calificándolo como Amér. Merid. Aparece en esta edición la entrada de este término como adjetivo. A partir de la edición de 1925, como se mencionó más arriba, se registran los derivados gauchada, gauchaje y gauchesco. En esta edición las marcas geográficas aparecen más específicas que en la edición anterior. Se registran estos términos como de uso en Argentina, Chile y Perú, sin referencia a Uruguay. La definición del término gaucho es ampliada respecto a las anteriores, introduciendo nuevas acepciones. Se agrega también Río Grande do Sul como lugar donde habitaban los gauchos.

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Gaucho, cha, adj. Dícese del hombre natural de las pampas del río de la Plata en la Argentina, Uruguay y Río Grande do Sul. Un payador GAUCHO. Ú.m.c.s. para designar a naturales de estas pampas, que son por lo común mestizos de español e indio, grandes jinetes, dedicados a la ganadería o a la vida errante. // 2.relativo o perteneciente a esos gauchos. Un apero gaucho.// 3. Argent. Y Chile buen jinete, o poseedor de otras habilidades propias del gaucho.// 4. Argent. Grosero, zafio.// 5. Argent. Y Chile Ducho en tretas, taimado, astuto.// 6. Argent. Dícese de ciertos perros del campo que hacen vida vagabunda. (RAE U 1925; Diccionario de la lengua española; Décima quinta edición) Otro aspecto interesante en esta definición radica en la introducción del origen del gaucho como mestizo “de español e indio”, observación que no aparece en ningún otro de los diccionarios consultados. El primer diccionario que registra alguno de estos términos con la marca regional de uso de Uruguay, es el de 1936, refiriéndose a gaucho en su tercera acepción, como buen jinete: // 3. Argent. , Chile y Uruguay buen jinete, o poseedor de otras habilidades propias del gaucho.

A partir de 1984 la marca Uruguay se registra en más ocasiones respecto a este término, tanto para la primera acepción de gauchada, como para gauchaje y en las definiciones del término gaucho.

Gauchada f. Argent., Chile y Perú y Urug. Acción propia de un gaucho, y en especial, acción ejecutada con astucia, audacia y habilidad. Argent. Fig. Servicio o favor ocasional prestado con buena voluntad. Gauchaje m. Argent. Y Chile y Urug. Conjunto o reunión de gauchos. Gaucho, cha, m. Argent. Y Urug. Nombre con que se designa al campesino que, en los siglos XVIII y XIX, habitaba en las llanuras rioplatenses de la Argentina, en el Uruguay y en Río Grande del Sur (Brasil). Era buen jinete y diestro en los trabajos ganaderos del campo. // 2.relativo o perteneciente a esos gauchos. Un apero gaucho.// 3. Argent. , Chile y Uruguay buen jinete, o poseedor de otras habilidades propias del gaucho.// 4. Argent. Grosero, zafio.// 5. Argent. Y Chile Ducho en tretas, taimado, astuto.

En el Diccionario manual e ilustrado de la lengua española (1984) se registra también el término gauchear como de uso en Argentina y Chile: 4

“Gauchear

intr. Arg. Chile. Practicar costumbres de gaucho.” En este

diccionario, a diferencia del anterior, aparece con marca de Uruguay gauchada en su acepción de “Servicio o favor ocasional prestado con buena voluntad” y se elimina la marca de la primera acepción, conservando las marcas de Argentina, Chile y Perú. En la edición de 1992, tanto gaucho, como todos los términos derivados de gaucho aparecen con la marca diatópica de Uruguay. Gauchada f. Argent., Chile y Perú y Uruguay. Acción propia de un gaucho, y en especial, acción ejecutada con astucia, audacia y habilidad. Argent.y Urug. Fig. Servicio o favor ocasional prestado con buena disposición. // argent. Gauchaje. Gauchaje m. Argent. Y Chile y Urug. Conjunto o reunión de gauchos. Gauchear intr. Arg. Y Uruguay. Seguir costumbres de gaucho Gauchesco, ca. Adj. Perteneciente o relativo al gaucho. Gaucho, m campesino que, en los siglos XVIII y XIX, habitaba en las llanuras rioplatenses de la Argentina, en el Uruguay y en Río Grande del Sur (Brasil). Era buen jinete y diestro en los trabajos ganaderos del campo. Gaucho, cha, adj. Argent. Y urug, .relativo gauchos. Un apero gaucho./

o perteneciente a los

Argent. Chile y Urug. Buen jinete, o poseedor de otras habilidades propias del gaucho// Argent y Urug. Grosero, zafio.// . Argent. Y Chile y uruguay Ducho en tretas, taimado, astuto//m. Nombre con que se designa al campesino gaucho. Para finalizar este apartado, se señalará que la última edición del DRAE (2001) considera como de uso en Uruguay casi todas las acepciones del término gaucho a excepción de la tercera y la cuarta, registradas como de uso en Argentina: 3. adj. Arg. Dicho de un animal o de una cosa: Que proporciona satisfacción por su rendimiento. 4. adj. Arg. p. us. Ducho en tretas, taimado.

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5.2.5 Síntesis Sin duda es el término gaucho el que más información brindó para este trabajo. En comparación a los otros lemas consultados, es el que registra más entradas, tanto como sustantivo como adjetivo, más términos derivados y más variedad respecto a sus definiciones. Se pueden tomar en cuenta dos grandes oposiciones: en primer lugar considerando en la sincronía los diccionarios escritos en el Uruguay y las ediciones del DRAE más o menos correlativos; en segundo lugar en relación a la diacronía la comparación entre los diccionarios uruguayos. Según el primer aspecto, se observaron diferencias entre los diccionarios uruguayos y las distintas ediciones del DRAE, explicitadas generalmente en los diccionarios regionales. Especialmente se señalan errores del DRAE generalmente relacionados a las marcas diatópicas que éste incluye. Tomando en cuenta el segundo aspecto, las diferencias son notables de acuerdo a los rasgos de ideología infiltrados en las definiciones. Los diccionarios más modernos tienden a ser cada vez más políticamente correctos, especialmente en temas referidos a las distintas costumbres, etnias y aspectos religiosos. Refiriéndose a los significados actuales del término, Bertolotti (2007:168) sostiene que estos no coinciden con “la primitiva significación de los términos gaúcho

o gaucho, salvo en el rasgo que lo relaciona con lo rural y lo

ganadero.” Sostiene también que “los significados originales atestiguados de gaucho o gaúcho eran negativos ya que así era visto el tipo o grupo de personas que ese término designaba por “los otros””. En el caso de este término en particular, se observa como fundamental el cambio en las definiciones de los diccionarios, de la mano del cambio social del personaje histórico y su representación en el imaginario colectivo. Como ya se señaló, en cada definición hay, evidentemente, una concepción del personaje histórico. Esta concepción cambia en las definiciones por lo que se evidencia el cambio de la idea del personaje en la sociedad.

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Bertolotti (2007: 168) sostiene que: La resemantización del término es, indudablemente, producto de la elaboración ideológica: el gaucho es una figura que se liga a la constitución nacional, a las gestas de la independencia y es por lo tanto repensado como héroe por algunos historiadores y por muchos aficionados a las tradiciones locales. Tomando en cuenta a Bertolotti (2007:168) se puede considerar que los diccionarios más modernos resaltan las cualidades del gaucho literario tales como: (…) el heroísmo, el patriotismo, la lealtad, el valor, la sencillez, laboriosidad, la nobleza, la perspicacia, la decencia, la honestidad, la compasión, la generosidad, el desprendimiento, la honorabilidad, el ser buen compañero, esforzado, forjador de patrias, hospitalario u hogareño. Observaciones éstas, muy distintas a “las que caracterizaban a aquellos llamados vagabundos o changadores, luego gauderios y más tarde gaúchos o gauchos.” (Bertolotti; 2007:168). A pesar de lo expuesto en este apartado, no podemos olvidar en esta mirada diacrónica del término, las diferencias radicales que se registraron en los diccionarios más o menos contemporáneos de Granada (1889)

y

Bermúdez (1880-1947). Si bien, como ya se señaló, Bermúdez lee y cita a Granada, y su obra pasa por infinidad de correcciones y revisiones muchas de ellas hasta mediados del siglo XX, me llaman especialmente la atención estas diferencias. Podría pensarse, que, en primer lugar, estas diferencias tuvieran origen en la corrección total del artículo gaucho por parte de Bermúdez hijo en un contexto histórico donde el término se encontrara totalmente resemantizado positivamente. Según mi acercamiento al diccionario y las lecturas realizadas sobre el mismo (Rosell 1978; Elizaicín 2003) podría descartar esta hipótesis ya que aparentemente Bermúdez hijo no reformuló totalmente ninguno de los artículos escritos por su padre que, según Rosell (1978) daba por concluido el vocabulario a principios del siglo XX. De esta manera vuelvo a lo expuesto más arriba: creo que en este caso se podría considerar la elección lexicográfica de los autores como propiamente

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elecciones ideológicas entre la concepción de un término en proceso de variación semántica. Respecto a los derivados es evidente que los cambios relacionados fundamentalmente a gauchada están en la palabra de la cual se deriva: gaucho. Al cambiar el concepto de gaucho y ser definido desde una postura positiva, sus derivados también cambian en esa dirección.

5.3. China y sus derivados A partir del significado actual de china como compañera o mujer del gaucho, se analiza este término con el objetivo de determinar la posible relación entre ambos, china y gaucho, en los diccionarios consultados para el análisis de la palabra gaucho. Este término se registró en todos los diccionarios consultados, con diferencias más o menos acentuadas dependiendo de las distintas obras. Granada (1889) registra el lema independiente del masculino chino que se registra exclusivamente como adjetivo, aunque explica, al plantear su etimología, que se sustantiva: China es vocablo de la lengua quichua, en la que significaba originariamente sierva ó criada, nombre sustantivo. Castellanizada la voz, pasó a significar, adjetivándose, la india doméstica ó la mestiza; pero se sustantiva, como es consiguiente, cuando se quiere determinar con ella sola la persona á quien se aplica. Define el término en primer lugar como: China, adj. Aplícase a la india ó mestiza que vive entre las familias del país, ocupándose regularmente en servicios domésticos. Ú.t.c.s. también suele decirse de la india silvestre. Granda (1889) agrega a su definición una descripción de estas mujeres y el modo de vida de las mismas, calificándolas como “agradecidas, dispuestas, y, cuando quieren, incansables en el trabajo, respetuosas y fieles con sus amos, y muy agradecidas al menor beneficio ó favor que se les dispensa” continúa Granada (1889): 5

No se sujetan por nada de este mundo, prefiriendo ocuparse con libertad de lavar y planchar, y, si entran de cocineras, es á condición de retirarse después del almuerzo y de la comida y de ir á dormir á su rancho, lo que ejecutan cotidianamente, aunque vivan á larga distancia, llueva á cántaros ó caigan los pájaros de calor, ni se casan, sino que se amigan con el primero que se les allega, y, si es constante, le llaman su compañero. Si bien se las define como un grupo de gente al cual no pertenece ni se identifica con el emisor, no hay calificaciones negativas

ni relación con el

gaucho en una primera lectura. Se podría establecer cierta relación respecto al origen de ambos personajes –fundamentalmente mestizos- y al modo de vida independiente y libertario que se plantea en este diccionario. Como derivado de este término, Granada (1889) registra chinerío que define como “conjunto ó muchedumbre de chinas. Chinas en general.” Bermúdez (1880-1947) no registra el término independiente del sustantivo masculino. Aparece en primer lugar como adjetivo, masculino y femenino, con el significado de “descendiente de indio y blanca o de blanco e india. Dícese del descendiente de mulato y negra o de negra y mulata”. Como sustantivo masculino y femenino, Bermúdez (1880-1947) define al término, proveniente del quechua, de la siguiente manera: Aplícase a la india o mestiza que se ocupa en los quehaceres domésticos de una casa. A partir de lo expuesto arriba se puede determinar que si bien Bermúdez (1880-1947) no introduce china

como un término independiente, lo define

como tal, al utilizar los sustantivos femeninos india

y mestiza. Es

evidentemente entonces que se refiere a un personaje femenino. En este caso tampoco se desprende ninguna relación con el gaucho como personaje, a excepción del origen mestizo del mismo, aspecto central en esta definición. En Bermúdez (1880-1947) no se registraron derivados del término. Guarnieri (1970) registra el término como sustantivo femenino, y lo define como “mujer del indio. Mujer del gaucho. Amante. Mujer de aspecto aindiado.” En esta definición se deja totalmente de lado el aspecto relacionado a las tareas domésticas, definitorio en los diccionarios más antiguos.

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Resultan

especialmente

interesantes

los

derivados

que

registra

Guarnieri (1970): chineada, chinear, chinero, chinita, chinonga. Exceptuando chinita, definido como “jovencita de tez oscura, aindiada”, los términos derivados sí presentan en su mayoría aspectos negativos en sus definiciones, asociados a prácticas sexuales, identificando, de cierta manera, a la china con la prostituta. Chineada. Orgía con mujerzuelas Chinear. Frecuentar las chinas o mujerzuelas. Chinero. El que gusta de las chinas o mujerzuelas. Chinonga. China, mujer de amores fáciles. Es interesante cómo, partiendo del término china definido sin aspectos negativos, se identifica a la china como “mujer de amores fáciles” a partir de los términos derivados. Kühl de Mones (1993) no registra términos derivados y define china como “la mujer o compañera del gaucho.” Se pueden determinar ciertas apreciaciones respecto a las definiciones encontradas en los diccionarios consultados. En primer lugar, los diccionarios más antiguos ponen énfasis en el origen mestizo de estas mujeres, que, además son asociadas a trabajos domésticos. No hay relación con el gaucho a excepción del origen mestizo de ambos personajes. En segundo lugar, los diccionarios más modernos registran el término basándose especialmente en la relación con el gaucho. Los aspectos negativos se registraron solo en Guarnieri en los derivados del término. Podría considerarse que a partir de la resemantización del término gaucho, como se vio anteriormente derivado del cambio en el imaginario colectivo del personaje gaucho, es necesaria una figura femenina que incluya al gaucho en un ideal de familia más o menos convencional, y, probablemente la asociación con estas mujeres haya resultado sencilla. De cualquier forma, si se sostuvo que Bermúdez (1880-1947) incluyó el término gaucho en proceso de cambio podría pensarse que incluyera también el significado de china que registran los diccionarios más modernos y esto no sucede.

5

Considero dos posibles explicaciones. La primera, el término china no es asociado al gaucho en el momento en que Bermúdez (1880-1947) escribe el artículo aunque se trate de un momento en el cual gaucho se encuentre en un período de transición semántica. La segunda, ambos artículos fueron escritos por distintos autores: Bermúdez padre escribe el artículo del término china y Bermúdez hijo el correspondiente al término gaucho.

5.4. Lunfardo y sus derivados Tanto el término lunfardo como sus derivados, no aparecen registrados en el diccionario de Granada (1889). Se pueden plantear dos posibles interpretaciones a esta no inclusión del término: que ésta se deba a que se trata de un término nuevo o inexistente como tal en el momento que este autor publica su diccionario; o a una exclusión consciente derivada de la mala connotación del término. Según Guarnieri (1970: 8): [El lunfardo] aparece al mediar la segunda mitad del siglo XIX, con pretensiones de habla esotérica, pero su rápida evolución y enriquecimiento en breves años, demuestran que alrededor de este nombre oscuro se aglutinaba una terminología nueva propia de la clase proletaria de la ciudad. Puede considerarse, tomando la apreciación de Guarnieri, que si bien existía el lunfardo como tal, no existiera la conceptualización del término cuando Granada escribe su diccionario y sea ese el motivo por el cual no se registre. Por otro lado, Soler Cañas (1965: 19) considera que las expresiones del lunfardo empiezan a difundirse por 1880, tanto en prosa como en verso, ampliándose del ámbito criminal hacia el pueblo. Sostiene que a principios de 1879 Benigno Lugones publica en “La Nación” “(…) muchas de las peculiares designaciones lunfardas en dos artículos que trataban de los usos y costumbres de los ladrones (…)”.

Añade Soler Cañas (1965: 20): “En un

periódico porteño de 1882 encontré la palabra lunfardo empleada con un sentido ligeramente distinto (…)”. Según esta fuente se podría establecer la

5

existencia del término al menos en Buenos Aires, con lo que nuevamente se abre la interrogante antes planteada.

De esta manera, los primeros lexicógrafos que recogen el término son los Bermúdez (1880-1947). Éstos registran cuatro términos de esta familia: lunfardo y como sus derivados lunfa, lunfardaje y lunfardismo. El diccionario de los Bermúdez define lunfardo como: Ratero, ladrón. Caló o jerga de la gente de mal vivir. Agregando a esta definición la siguiente nota: Nota la 16º edición del diccionario oficial (1936) trae aunque solo como argentinismos. No hay tal. Todas son corrientes en las repúblicas del plata. Nosotros suprimimos de intento los ejemplos pues francamente nos da asco dar beligerancia a esos elementos excluidos de la sociedad. Demasiado hemos hecho con recoger los cuatro términos que anteceden y rezan con esos despreciables seres humanos. Con “los términos que anteceden” se refiere a los derivados de lunfardo, definidos de la siguiente manera: Lunfa: f. apócope de lunfardo Lunfardaje: m. conjunto o congregación de lunfardos Lunfardismo: m. palabra o locución propia del lunfardo. De estas citas se observa la falta de desarrollo de los términos, lo cual diferencia estas de las otras definiciones de familias de palabras registradas en el diccionario de Bermúdez (1880-1947). Esto es explícitamente determinado por el autor del artículo que aclara en la nota correspondiente a lunfardo: “Nosotros suprimimos de intento los ejemplos pues francamente nos da asco dar beligerancia a esos elementos excluidos de la sociedad.”19 Con estas afirmaciones no cabe duda de que se deja totalmente de lado la objetividad teóricamente buscada en el diccionario y que el significado del término y al tipo 19

El subrayado es mío.

5

de gente que refiere es especialmente negativo al punto del agravio; se agrega, como ya se vio más arriba: “Demasiado hemos hecho con recoger los cuatro términos que anteceden y rezan con esos despreciables seres humanos20.” Guarnieri (1970) incluye el término lunfardo así como lunfa. En este caso parece tomarse lunfa como étimo y lunfardo como derivado. Los define de la siguiente manera: Lunfa. M. ladrón, delincuente de la vieja Buenos Aires de fines del siglo pasado. Lunfardo. M. lenguaje de los lunfas o delincuentes de la ciudad de Buenos Aires, al finalizar el último siglo. Enriquecido por el lenguaje orillero y de los barrios proletarios, pasó a ser literario. Hoy se le da impropiamente este nombre al lenguaje popular en general a las grandes ciudades del Río de la Plata. Probablemente el alejamiento histórico con los personajes en cuestión, que no es tal en Bermúdez (1880-1947), provoque en este autor (Guarnieri (1970)) una definición más objetiva, sin la utilización de calificativos. Evidentemente se puede señalar también la revaloración del lunfardo desde la definición misma de Guarnieri (1970), quien señala que este lenguaje “pasó a ser literario”. Por último, Kühl de Mones (1993) registra este término como sustantivo y adjetivo, y dos derivados: lunfa, y lunfardesco. Lunfardo m. jerga de delincuentes que se desarrolló a fines del siglo XIX y a principios del siglo XX, y que se nutrió de las lenguas de los inmigrantes, especialmente del italiano. Muchos de los términos y giros de esta jerga han pasado al lenguaje coloquial. Lunfa m coloq trunc de lunfardo Lunfardesco, -a adj. Relativ o perteneciente al lunfardo Lunfardo, -a adj. Relativo o perteneciente al lunfardo (U: lunfardesco, -a)

20

Ídem.

5

En primer lugar, la diferencia radical en este diccionario con los otros vistos hasta el momento se basa en que no se define al grupo de gente, sino que se define exclusivamente al lenguaje de ese tipo de gente. Como se observa en la definición del término, se relaciona directamente el tipo de gente con la lengua que utilizaban. Coincide con la acepción dada por Guarnieri (1970), en la cual, lunfardo refiere al lenguaje de un grupo determinado de individuos pero, en este caso, no se define a ese grupo con un término independiente. De cualquier forma, establece que quienes hablan esa “jerga” eran “delincuentes”, definiendo así al grupo al que se refiere. Se consultó también para el análisis de este término “El habla del boliche. Diccionario del lenguaje popular rioplatense” de Guarnieri, publicado en 1967. En este diccionario se registran los términos lunfa y lunfardo definiendo a éste último como: Argot de los delincuentes de Buenos Aires, cuyos términos resultaban oscuros, y que como los de todo argot solían variar en su significado. Se consultó también, para realizar este análisis el Breve diccionario lunfardo (Gobello y Payet 1959) que define el término como21: 1. El ladrón en general 2. Jerga que hablan los ladrones 3. Por extensión, el lenguaje popular que incluye voces lunfardas y otras traídas por la corriente inmigratoria.

5.5. Candombe y sus derivados. La palabra candombe se registra en todos los diccionarios consultados, sin embargo, respecto a sus derivados se observan diferencias: Granada (1889)

registra solo candombe; Bermúdez (1880-1947) registra además

candombero y candombear al igual que Guarnieri (1970); Kühl de Mones (1993) agrega candombaile -término no registrado por ningún otro de los diccionarios consultados, seguramente por tratarse de su carácter reciente -.

21

Se puede consultar también El habla del boliche. Diccionario del lenguaje popular rioplatense. (Guarnieri 1967)

5

Respecto a este término y su evolución en los diccionarios se pueden hacer varias apreciaciones. En primer lugar, no hay dudas de que en sus comienzos se lo consideró, posiblemente por tratarse de un baile de negros, con un aspecto negativo. Es interesante recalcar, sin embargo, cómo se diferencia ese aspecto en los diccionarios rioplatenses, de las distintas ediciones del diccionario de la Real Academia22. Si bien podría analizarse la forma de referirse al grupo ejecutor del candombe, los negros, como con cierto grado de negatividad o suponer que se trata de una forma despectiva, en este trabajo, el centro del análisis estará en otro lado: la Real Academia define candombe desde la primera vez que lo incluye en su diccionario -en 1925- hasta 1970 como un “baile grosero y estripitoso”. Por su parte, en 1925 se define en este diccionario, grosero como “basto, grueso, ordinario y sin arte” y “descortés, que no observa decoro ni urbanidad”. Sin embargo, ninguno de los diccionarios uruguayos consultados comparte esta definición así expresada. Granada (1889) establece su primera acepción simplemente como “Danza de negros”. Bermúdez (1880-1947) agrega en este caso una nota a la 15ª edición del diccionario de la RAE en la que establece: Nota a la 15ª Edición del DRAE A saber “m. Baile grosero y estrepitoso entre los negros de la América del Sur”; “Sitio donde se ejecuta este baile”; “Tambor prolongado, de un solo parche, en que los negros golpean con las manos para acompañar al baile candombe”. [??] ha caído en desuso tal baile, pues no queda ninguno de los morenos viejos. Esta última observación es posible que fuera

tomada de Granada

(1889) quien sostiene: Hoy en día, habiendo muerto la mayor parte de los negros africanos y de los que conservaban sus costumbres, los candombes, aun cuando se repiten todos los años en la época indicada, están despojados de sus formas características, de manera que sólo tienen de ellos el nombre.

22

Se desarrollará este aspecto más adelante.

5

Sin embargo, es claro que Granada (1889) reivindica la existencia de la celebración aunque se hayan perdido características básicas del baile original. Por otro lado, en estos dos diccionarios aparece la acepción cargada de significado negativo. En sentido figurado, se define en ambos como referido a lo “inmoral” especialmente aplicado a un gobierno político. En Granada se define (1889; 1890): “En sent fig. inmoral, desgobierno político.” Mientras que el diccionario de los Bermúdez lo define como (1880-1947): “Epíteto que se da a un gobierno político inmoral y deshonesto.” A partir de lo expuesto, se puede considerar que la diferencia sustancial entre las definiciones de las distintas ediciones del diccionario de la RAE y los diccionarios uruguayos radica en qué es lo que carga de significado negativo a este término.

En las definiciones de la RAE la negatividad aparece en la

primera acepción. Según este diccionario el término denota algo ordinario, grosero. En el caso de Granada y Bermúdez la negatividad se expresa al connotar un tipo de gobierno, el inmoral. Podemos plantearnos ¿el baile no es grosero desde la mirada de Granada y sí desde la mirada de los españoles en España? O ¿el baile no tiene nada de grosero pero es asociado al término por ser los negros los que lo ejecutan? ¿lo grosero es característico de la gente de baja condición? Bermúdez (1880-1947) registra en su diccionario candombear y lo define en sentido figurado como: Proceder de un modo inmoral en política, obrar sin escrúpulos de conciencia ni decoro personal inclinándose siempre al lado de las conveniencias personales. Dícese de los malos gobiernos y de quienes los sirven o apoyan. Para definir este término vuelve sobre el sentido figurado de candombe, en este caso desarrollando más el concepto de gobierno inmoral. Otra observación respecto a la comparación entre Bermúdez (18801947) y Granada (1889)

radica en la introducción por parte de Bermúdez

(1880-1947) de la marca diatópica Brasil para referirse a la etimología del término. Bermúdez (1880-1947) sostiene respecto a candombe “voz de origen africano, palabra de Brasil”. La alusión a este país, sin embargo, no aparece solo en ese momento. La relación con Brasil, y los negros brasileros aparece

5

también en candombero que se define como el que baila el candombe y agrega “en Río Grande del Sur (Brasil)”. Volviendo sobre el término candombe, Guarnieri (1970) lo define en su primera acepción como: “Reunión y fiesta de negros en la época de su esclavitud.” En segundo lugar aparece la apreciación negativa, posiblemente influenciada por el diccionario de la RAE. Guarnieri (1970) define: “Fiesta ruidosa de gente de baja condición”. En este caso, la carga negativa recae sobre la gente que realiza esa práctica. Nuevamente hay diferencias con las definiciones de la RAE y con los diccionarios uruguayos antecesores. Como se planteó más arriba, en el caso de la definición de la RAE la negatividad recae sobre el baile, al calificarlo como grosero. En este caso, lo negativo está fundamentalmente en la caracterización de la gente como de baja condición. ¿A qué se refiere con esto? ¿Baja condición refiere a la condición económica? ¿a la condición moral? En Guarnieri (1970) aparece nuevamente, tal como se registró en Bermúdez (1880-1947) y en Granada (1889), la relación con la política. En este caso la referencia aparece al definir candombero en su tercera acepción como “Personaje político sin prestigio.” El diccionario más reciente no solo elimina de sus definiciones las caracterizaciones negativas de este baile, sino que por el contrario, Kühl de Mones (1993) define una de sus acepciones como “Fiesta alegre y bulliciosa”. En este diccionario, como se observó más arriba, se registra candombaile término que se incluye exclusivamente en esta obra y se entiende con un sentido muy similar al de candombe. Se define como “fiesta de música popular latinoamericana en la que se baila y en la que interviene un grupo de candombe”. Se trata de un término moderno, por lo que resulta lógico que no sea incluido por los diccionarios más antiguos. La diferencia sustancial entre ambos términos radica en la especificación de lugar geográfico que tendría, para Kühl de Mones (1993), el término candombe. Es este definido como “música y danza afrouruguayas (...)” mientras que candombaile se había caracterizado como “latinoamericano”. Por último, se pueden establecer brevemente las distintas formas que se utilizan para referirse a los “negros” como los precursores y ejecutores de la 5

fiesta del candombe. En la mayoría de los casos se alude a los individuos que practican el candombe como “negros” diferenciándose en las distintas definiciones según sus adyacentes. En el único diccionario que no se utiliza el término “negro” es en el de Kühl de Mones (1993), que respondiendo a lo políticamente correcto de nuestro siglo, se refiere a los mismos como “afrouruguayos”, indirectamente al definir al candombe como una danza “afrouruguaya”. Bermúdez (1880-1947) utiliza negros en “baile de negros” al citar la definición del DRAE “negros de la América del Sur” y por último utiliza “moreno viejo” al establecer que se ha dejado de lado la costumbre “pues no queda ninguno de los morenos viejos”. Con “morenos viejos” se refiere a los individuos nacidos en África. Granada (1889) utiliza solo “negro” modificado por “africano” que acota el significado del sustantivo con un sentido geográfico. La primera aparición es “Danza de negros”; luego se registra “Hacían estas danzas los negros africanos” y por último “habiendo muerto la mayor parte de los negros africanos”. Guarnieri (1970) se refiere a los ejecutores del candombe en primer lugar como “negros en la época de su esclavitud”; y por último como “gente de baja condición”. Agrega también, que el candombe se define como una “danza afroamericana” introduciendo la idea de la herencia africana ya establecida en otros diccionarios.

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6. Consideraciones finales Como se señaló anteriormente, en este trabajo se pretendió analizar rasgos de ideología presentes en los diccionarios. Diccionarios de distintas épocas, pero con el común denominador de tratarse de lexicografía uruguaya, lexicografía producida en Uruguay. Los diccionarios uruguayos con los cuales se trabajó, como ya se observó, son diccionarios fundamentalmente contrastivos, por lo tanto, estamos analizando términos exclusivamente uruguayos o rioplatenses. Se trabajó en este caso con términos que pudieran presentar elementos de análisis para visualizar la ideología: reflejo de la ideología de una época y también de la elección del lexicógrafo –o autor del diccionario-. Para esto, se seleccionó una serie de términos en los que se consideró en una primera instancia que se podría encontrar información relevante. De esta primera selección surgen después los términos candombe, charrúa, gaucho, china, y lunfardo como términos utilizados para designar al “otro”, en el caso del candombe para referirse a un ritual o costumbre característica de un “otro”, en el caso de lunfardo para referirse a las preferencias o costumbres lingüísticas de un “otro”. Para el caso del análisis planteado en este trabajo, los resultados fueron variados.

Como generalidad se pudo observar que los diccionarios más

modernos tienden a ser más objetivos en cuanto a la alusión al “otro”. Esto no quiere decir que no se presenten elementos para analizar la ideología ni mucho menos, que no dejen ver su ideología. Lo que intento determinar es que, por un lado, pretenden ser explícitamente objetivos, y, por otro, las alusiones al “otro” son definitivamente más “cuidadas” que en los diccionarios más antiguos. Sin embargo, esta observación es también cuestionable considerando que el lector de los diccionarios es subjetivo, como tal, está inmerso en un determinado contexto histórico en el cual esos términos existen con determinado significado. Entonces, cuanto más contemporáneos al lector sean los diccionarios más debería identificar el lector el significado que se proponga de un término. De la misma manera, también identificará la forma de expresarlo con la forma de expresar acorde al momento histórico en el que vive. Podríamos preguntarnos entonces,

¿estamos frente a una perspectiva menos subjetiva al llamar al 6

“otro” afrodescendiente o afrouruguayo

en lugar de negro? Podemos

responderlo o discutirlo según los parámetros del siglo XXI pero no es un comentario válido para finales de 1800 o principios de 1900 cuando esta oposición no existía como tal. Respecto a esto podemos sí determinar con claridad que ciertos aspectos de la sociedad se modifican de manera tal que resulta un siglo después, aparentemente más respetuoso, llamar al “otro” como afrodescendiente –como lo hace Kühl de Mones- o moreno –como Guarnieri-. Con lo expresado anteriormente no quiero decir que no se puedan determinar rasgos ideológicos, ya que, como se observó en el análisis de este trabajo los calificativos resultan especialmente interesantes para estas determinaciones. Encontramos aquí otro aspecto interesante: los diccionarios más modernos, probablemente acompañando la idea de objetividad que intentan plantear, utilizan en sus definiciones muchos menos calificativos y adjetivos en general que los diccionarios más antiguos. Por otro lado resulta evidente la intertextualidad que se genera en los diccionarios. Alvar Esquerra (1990) explica cómo los diccionarios han sido siempre fuente para otros diccionarios posteriores, los cuales, a su vez, han inspirado a otros más; esta transmisión de contenidos de un diccionario a otro, se debe fundamentalmente a la enorme dificultad que presenta la elaboración de una obra de este tipo. Alvar Ezquerra (1990) sostiene que el diccionario no sólo habla del mundo, sino que es el mundo ya que en él está todo y que la imposibilidad de dar cuenta de la lengua en su totalidad ha llevado a los lexicógrafos a apoyarse en trabajos anteriores. El diccionario de Granada, como se observó más arriba23 no tiene antecedentes, por lo cual es de un alto valor y por lo tanto parece posible pensar que los demás autores de diccionarios lo hayan por lo menos, leído. Esto se comprueba observando aspectos de intertextualidad, referencias al texto planteado por Granada o a los textos que éste incluye para legitimar o ilustrar sus definiciones. Cuando existe un antecedente es posible determinar una postura respecto al anterior. De esta manera se observa que Granada (1889) incluye textos de viajeros o historiadores a modo de documentar las voces que define. Bermúdez (1880-1947) por su parte, también justifica los Ver en Breve descripción de los diccionarios utilizados, 4.1.Daniel Granada: Vocabulario Rioplatense Razonado 23

6

términos y sus usos con distinto tipo de documentos pero utiliza las definiciones dadas por los diccionarios de la Real Academia fundamentalmente para reaccionar contrariamente a éstas. Por otro lado, se observó que todas las propuestas de diccionarios utilizados surgen de la necesidad de llenar un vacío o actualizar datos respecto a los términos utilizados en el Uruguay y en el Río de la Plata. A través del análisis contrastivo con las definiciones dadas por las distintas ediciones del diccionario de la RAE se observa que este vacío es real en los hechos, ya que este diccionario no incluye uruguayismos en las ediciones presuntamente utilizadas por Granada y los Bermúdez. Sí utiliza la marca diatópica Uruguay en pocas oportunidades y, muchas veces, el término no aparece con la acepción de uso en el Uruguay. Las ediciones del Diccionario de la Real Academia se utilizaron fundamentalmente para ubicar al término en su época según el diccionario español. Se observó respecto a los términos analizados, que en la mayoría de los casos aparecen registrados en el diccionario de la RAE, sin embargo, con significados muchas veces distintos a los dados por los diccionarios uruguayos. Otro aspecto interesante a resaltar es cómo los distintos diccionarios adoptan distintos mecanismos en relación a lo que quieren y no quieren decir y de esa manera, cómo dejan entrever aspectos de su ideología. Es difícil comparar sin criterio previo los diccionarios porque se trata de obras muy distintas, con objetivos y metodologías distintas. Sin embargo, podemos hacer, por ejemplo, la siguiente observación: El diccionario de Bermúdez (1880-1947) se propone incluir aparentemente todas las palabras de uso en el Río de la Plata: los términos que considera especialmente negativos los anota como tales aunque no anota ejemplos de ellos, como en el caso de lunfardo y sus derivados; Granada (1889) por su parte, no incluye directamente un término con semejante sentido negativo como lunfardo24. Por último, se puede concluir

tomando en cuenta a Alvar Ezquerra

(1993: 185) que, sin lugar a dudas “es inevitable que las obras lexicográficas 24

Como se señaló en el análisis de este término, se puede interpretar esto de dos posibles formas: la exclusión se debe a la no existencia del término conceptualizado como tal, o una exclusión consciente. Me inclino más por la segunda, tomando en cuenta apreciaciones como la de Guarnieri (1970) o la de Soler Cañas (1965) citadas anteriormente.

6

reflejen tendencias ideológicas” ya que los autores en tanto humanos “difícilmente pueden despojarse de su propio pensamiento”.

6

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6

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6

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6

ÍNDICE

1. Presentación

Pág. 2

2. Objetivos y Metodología

Pág. 2

2.1 Objetivos

Pág. 2

2.2 Metodología

Pág. 3

3. Aspectos teóricos: diccionario e ideología

Pág. 6

4. Breve descripción de los diccionarios utilizados

Pág. 9

4.1 Daniel Granada: Vocabulario Rioplatense Razonado

Pág. 9

4.2 Washington Pedro y Sergio Washington Bermúdez: El lenguaje del Río de la Plata.

Pág.13

4.3 Juan Carlos Guarnieri: Diccionario del Lenguaje Rioplatense

Pág.16

4.4 Úrsula Kühl de Mones: Nuevo Diccionario de Uruguayismos

Pág.19

5. Análisis

Pág.21

5.1 Charrúa

Pág.21

5.2 Gaucho y sus derivados

Pág.27

5.2.1 Gaucho en los diccionarios de Granada y Bermúdez

Pág.27

Granada vs Bermúdez

Pág.36

5.2.2 Gaucho en los diccionarios de Guarnieri y Kühl de Mones

Pág.38

5.2.3 Términos derivados de gaucho

Pág.39

Gauchada

Pág.39

Términos que designan al conjunto de gauchos: gauchería, gaucherío, gauchaje

Pág.41

Términos derivados de gaucho en el diccionario de los Bermúdez

Pág.43

5.2.4 El término gaucho en los diccionarios de la Real Academia y las marcas diatópicas

Pág.45

5.2.5 Síntesis

Pág.48

5.3 China y sus derivados

Pág.50

5.4 Lunfardo y sus derivados

Pág.53

5.5 Candombe y sus derivados

Pág.56

6. Consideraciones finales

Pág.61

7. Referencias Bibliográficas

Pág.65

6

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