Espiritismo y. Ecología

Espiritismo y Ecología André Trigueiro Espiritismo y Ecología Traducción de: Ricardo de Bittencourt Copyright © 2009 by FEDERACIÓN ESPÍRITA BRAS

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Espiritismo y Ecología

André Trigueiro

Espiritismo y Ecología

Traducción de: Ricardo de Bittencourt

Copyright © 2009 by FEDERACIÓN ESPÍRITA BRASILEÑA Av. L 2 Norte – Q. 603 – Conjunto F (SGAN) 70830-030 – Brasilia (DF) – Brasil Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida, total o parcialmente, por cualquier método o proceso, sin autorización del poseedor del copyright. ISBN edición impresa: 978-85-7945-008-2 Título del original en portugués: ESPIRITISMO E ECOLOGIA (Brasil, 2009) Traducción al castellano: Ricardo de Bittencourt Portada y proyecto gráfico: Luciano Carneiro Holanda Foto de portada: www.istockphoto.com / amphotora Edición del CONSEJO ESPÍRITA INTERNACIONAL SGAN Q. 909 – Conjunto F 70790-090 – Brasilia (DF) – Brasil [email protected] + 55 61 3038 8400 Pedido de libros al: + 55 61 3038 8425 Primera edición 10/2010 Edición autorizada por la Federación Espírita Brasileña.

DATOS INTERNACIONALES PARA CATALOGACIÓN EN LA FUENTE – CIP

T748

Trigueiro, André, 1966Espiritismo y ecología / André Trigueiro ; traducción de Ricardo de Bittencourt. – Brasilia (DF), Brasil : Consejo Espírita Internacional, 2011. 164p. : 21cm Título del original: Espiritismo e ecologia. ISBN 978-85-7945-008-2 1. Espiritismo. 2. Medio ambiente. 3. Espiritismo y problemas sociales. I. Título. CDD: 133.9 CDU: 133.7

Agradecimientos

Son tantos los que me ayudaron en este proyecto que cualquier intento de nombrarlos incurriría en alguna enorme injusticia. Aún así, no puedo dejar de agradecer a Márcia Trigueiro y a Claudia Guimarães por la amorosa revisión, que prestó nuevos e importantes significados al libro. A Patrícia Mousinho, por su competencia en revisar, acrecentar datos y actualizar el maravilloso glosario, cuyas entradas aparecen destacadas con mayúsculas a lo largo del texto. A Marcelo Teixeira y Renata Gazé, por las valiosas opiniones que llegaron en buena hora. A Sylvio Damiani, por las orientaciones puntuales que determinaron el rumbo de los hechos que resultaron en la edición de este libro. A Hermínio Miranda, por hacerme el honor de compartir sus opiniones. A Leonardo Boff, el más espírita de todos los católicos. A Divaldo Franco, por su incansable trabajo en favor de la paz. A los amigos de la FEB, por su acogimiento y confianza. Agradezco también a Luis Antonio Millecco, que sembró en vida la idea que resultó en este proyecto, y a otros compañeros que también ya desencarnaron, pero permane-

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cen próximos por los lazos del corazón: Durmeval Trigueiro, Marcelo Ribeiro y Gabriela Vieira Gomes. Agradecimientos especiales a los cofrades del Centro Espírita Joanna de Ângelis, en Copacabana. En todos los aquí nombrados – y en tantos otros que me enseñan diariamente preciosas lecciones de sabiduría – reconozco la presencia de Dios, siempre solícito y amoroso, amparándome y estimulándome a seguir adelante.

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Sumario Introducción .................................................................... 9 El Espiritismo en frases de efecto .................................... 13 Signos de alerta .............................................................. 17 Espiritismo y Ecología .................................................... 19 La ebullición del siglo XIX ............................................. 21 Kardec y Haeckel ........................................................... 23 La ciencia espírita ........................................................... 25 La ciencia ecológica ........................................................ 29 Construyendo puentes de afinidad ................................. 31 El planeta está dentro de nosotros................................... 37 En busca de la sustentabilidad ........................................ 41 Sentido de urgencia ........................................................ 47 Ley de Destrucción ........................................................ 51 Contaminación y Psicosfera............................................ 53 Consumo conciente........................................................ 57 Medios de comunicación, niños y futuro ........................ 65 El consumo según el Espiritismo .................................... 71 Sustentabilidad como valor espiritual ............................. 75 ¿Un planeta vivo? ........................................................... 83 Una nueva posibilidad para el amor universal ................. 91 Ecología en la obra de Chico Xavier ............................... 99 Mientras tanto, en los centros espíritas... ..................... 105 Un pequeño diccionario ambiental ............................... 117

Introducción

Este libro resume las ideas básicas que he venido presentando en charlas y seminarios organizados en casas espíritas, donde los temas ecológicos empezaron a demandar mayor atención de unos tiempos a esta parte. La oportunidad de investigar lo que el Espiritismo y la ECOLOGÍA tienen en común surgió en 2004, cuando Luis Antonio Millecco, recordado orador, escritor, médium y ex presidente de la SPLEB (Sociedad Pro Libro Espírita en Braille, creada en Brasil en 1953), telefoneó para hacerme una invitación. Millecco me había oído hablar sobre temas ambientales en la Radio CBN y, sabiendo que yo era espírita, me pidió que hiciese una charla en la SPLEB sobre el tema “Ecología y Paz”. Acepté de inmediato la invitación, honrado porque viniese de quien venía, sin darme cuenta del enorme desafío que enfrentaría a partir de entonces. “Paz” era un tema recurrente en conferencias públicas en los centros espíritas que frecuento desde 1987. “Ecología”, no. Confirmé mi suposición al consultar a dirigentes de casas espíritas y verificar algunas listas de temas para charlas

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públicas en esas instituciones. Pude comprobar que, en la mayoría absoluta de los casos, los temas ecológicos eran considerados periféricos o poco importantes. Cuando mucho, se los citaba en el curso de una charla que tenía como tema principal otro asunto. ¿Cómo podía estar ocurriendo eso, si atravesamos la mayor crisis ambiental de la historia de la Humanidad? ¿Cómo podría el Espiritismo no enfrentar un asunto tan importante y urgente con la debida claridad y objetividad? Alguien podrá decir que esa crisis no existía en el siglo XIX, cuando Allan Kardec codificó la Doctrina Espírita. Aunque eso fuese verdad –abordaremos esa cuestión más adelante–, ¿no fue el propio Codificador quien afirmó que “no hay fe inconmovible si no aquella que puede enfrentar a la razón cara a cara, en todas las épocas de la Humanidad”?1 Si la Ciencia en algún momento contradice alguna premisa del Espiritismo, ¿no cabe al espírita revisar ese punto equivocado y seguir la orientación de la Ciencia? Hay un espacio abierto, por lo tanto, para la actualización de los conocimientos y la debida contextualización de los contenidos doctrinarios, de modo que el Espiritismo se muestre siempre útil para la comprensión de la realidad que nos rodea. Lo curioso es que, aún en el siglo XIX, cuando todavía no se hablaba de la crisis ambiental en escala planetaria y los recursos naturales aún parecían infinitos –a pesar de que los efectos colaterales de la Revolución Industrial y la urbanización caótica y acelerada ya se manifestasen en ciudades como Londres y París–, la doctrina espírita ya ofrecía un precioso auxilio para la comprensión de esos problemas que sólo se 1

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KARDEC, Allan. O Evangelho segundo o Espiritismo. Traducción de Guillon Ribeiro. Rio de Janeiro: Federação Espírita Brasileira. Cap. XIX, ítem 7.

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manifestarían más tarde, por lo menos 100 años después. Por lo tanto, no me parece que el Espiritismo no se haya manifestado sobre este asunto. La hipótesis más probable es que no estemos entendiendo con la debida claridad ciertas informaciones transmitidas por la Espiritualidad hace más de 150 años, con respecto a esas cuestiones, que se están agravando a niveles jamás imaginados en el inicio del siglo XXI.

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El

Espiritismo en frases de efecto

Volvamos a la charla en la SPLEB. Días antes del compromiso asumido con Millecco, todavía preocupado con la omisión de las casas espíritas en relación a un tema considerado tan importante, recordé que una de las razones para que todo eso ocurriese podría estar contenida en algunas de las frases que usamos para expresar nuestra fe. Los espíritas –así como los seguidores de otras doctrinas o religiones– afirmamos nuestras creencias a través de frases cortas que prestan sentido a nuestras convicciones. Esas frases alimentan nuestra fe por las ideas que contienen. “El acaso no existe” es una de ellas. Toda vez que decimos “el acaso no existe”, reafirmamos nuestra confianza en Dios, en la “Inteligencia Suprema, causa primera de todas las cosas”2, en la Providencia Divina o en el orden establecido en medio del caos. Pues bien, hay por lo menos dos frases repetidas con frecuencia en el movimiento espírita que podrían explicar ese 2

Respuesta a la pregunta nº 1 –, “¿Qué es Dios?” – in: KARDEC, Allan. El Libro de los Espíritus .1. ed. Traducción de Gustavo N. Martínez. Brasília: Consejo Espírita Internacional, [2008], p. 83.

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distanciamiento de los asuntos ecológicos. Al compartirlas aquí, no tengo ninguna pretensión de estar diciendo una verdad absoluta. Son apenas elementos de reflexión que pueden auxiliar en la comprensión del problema. Una de ellas es la siguiente: “La verdadera vida es la vida espiritual”. Con lo que concuerdo enteramente. Para el espírita, tiene sentido creer que la verdadera vida es la vida espiritual. Pero es forzoso admitir que muchos de nosotros usamos esa frase para legitimar el desinterés, la desatención, el completo desapego por los asuntos terrenales. Ese es un tema delicado, sobre el cual hay cierta confusión. Es necesario reconocer que la vida espiritual no comienza en el exacto instante de la desencarnación. Somos espíritus encarnados, por lo tanto experimentamos desde ya la vida espiritual –aunque con restricciones, dadas las limitaciones impuestas por el cuerpo físico– y necesitamos recordar siempre que somos espíritus que animan cuerpos, y no cuerpos que animan espíritus. Hay que reconocer también que el momento decisivo de nuestra existencia es aquí y ahora, ya que las elecciones que hagamos en cada instante definirán la calidad de nuestra vida espiritual. Una vez encarnados, es evidente que debemos tener alguna preocupación con la materia (nuestro cuerpo, nuestro planeta) mientras aquí estemos. Sin exageraciones, sin ilusiones –pues nada de eso nos pertenece y de aquí sólo nos llevaremos lo que “las polillas y el herrumbre no consuman y los ladrones no hurten ni roben”, como aseguró Jesús3 –, pero reconociendo que es parte de nuestro aprendizaje espiritual el que nos relacionemos de forma saludable, inteligente y responsable con los asuntos de la materia, y consagremos parte de 14

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Mateo, 6: 20.

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nuestro tiempo al mantenimiento del cuerpo y del planeta que nos acogen. “Yo sólo estoy aquí de paso” es otra frase bastante repetida. A través de ella, se afirma la impermanencia, la transitoriedad de todas las cosas, el eterno devenir preconizado por los filósofos griegos, la realidad física inexorable del universo donde nada es, todo está. Dependiendo de la forma como se diga, muchos de aquellos que repiten la frase “yo sólo estoy aquí de paso” pueden estar reforzando el peso de su desapego y desinterés por los asuntos del aquí y del ahora. ¿Por qué voy a preocuparme con el calentamiento global, si en breve no estaré más aquí? ¿Por qué economizar agua y energía, si estaré desencarnado dentro de algunos años? Si dejamos un legado material y espiritual en el planeta –en el cual podremos eventualmente reencarnarnos–, es evidente que, aún estando de paso, debemos preocuparnos con las huellas que dejemos. Por la ley de causa y efecto, el eventual desperdicio o uso irresponsable de los recursos naturales que hagamos tendrá implicaciones en nuestro proceso evolutivo. Por lo tanto, no porque la vida sea transitoria debemos dejar de prestar atención a aquello que hagamos –y también a lo que dejemos de hacer–, apenas porque dentro de poco retornaremos a la patria espiritual. Nos cabe identificar qué acciones estarían a nuestro alcance y de que modo, para transformar a este mundo en un lugar mejor y más justo. Entonces, aunque estemos de paso, debemos cuidar mejor del mundo donde hacemos el aprendizaje en nuestra jornada evolutiva.

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Signos de

alerta

En este momento, en que pasamos por una crisis ambiental sin precedentes en la historia de la Humanidad, es importante reconocer nuestra responsabilidad, en cuanto especie “más evolucionada”, en la destrucción de los recursos naturales no renovables fundamentales para la vida. Cambios climáticos, calentamiento global, escasez de recursos hídricos, producción descomunal de basura, destrucción sistemática y veloz de la BIODIVERSIDAD, crecimiento caótico y desordenado de las ciudades donde vive la mayor parte de la población mundial, TRANSGENIZACIÓN irresponsable, son problemas causados por nosotros, por nuestro estilo de vida, hábitos, comportamientos y niveles de consumo. Es nuestro libre albedrío en acción, el que ha determinado elecciones que ponen a prueba la RESILIENCIA del planeta y el confort ambiental de la especie que se considera en el “tope de la cadena evolutiva”. El modelo de desarrollo vigente fue descripto en el informe final de la Conferencia Internacional de la ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Rio-92) como “ecológi-

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camente depredador, socialmente perverso y políticamente injusto”.4 Algunos investigadores prefieren usar la expresión “ecocidio” para referirse al exterminio de las condiciones que mantienen la vida en el planeta. Debemos destacar aquí que somos nosotros los depredadores del ambiente que nos acoge. No se trata de una fatalidad, castigo divino u otra razón mística cualquiera. Estamos hoy sufriendo los efectos de las opciones que hacemos cotidianamente. Si somos la causa de los problemas, también es verdad que las soluciones deben partir de nosotros. Tenemos que buscar alternativas, nuevos conceptos de gestión, una nueva economía, una nueva ética, una nueva noción de civilización basada en la SUSTENTABILIDAD.

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BRASIL. Presidencia de la República. Comisión Interministerial para la Preparación de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo – CIMA. El desafío del Desarrollo Sustentable. Informe de Brasil para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Brasília. 1991.

Espiritismo y

Ecología

El principal objetivo de este libro es demostrar –con todas las limitaciones que tenemos, para un análisis más minucioso y profundo de este tema– que Espiritismo y Ecología son ciencias afines, sinérgicas, y que sugieren abordajes sistémicos de la realidad que aún no fueron debidamente comprendidos o aceptados. Es justamente esa visión sistémica de la realidad la que nos ofrece amplias condiciones de navegabilidad en un mar revuelto donde el analfabetismo ambiental ha causado grandes estragos. Es muy feliz el pensamiento –de autor desconocido– que invierte una antigua máxima del movimiento ambientalista: “Más importante que cuidar del planeta para nuestros hijos y nietos, es cuidar mejor de nuestros hijos y nietos para el planeta”. No hay ninguna duda de que la Tierra atraviesa un turbulento período de transformación después del cual, según los espíritas, deberá surgir un nuevo mundo, clasificado como “de regeneración”, en el que sólo aquellos que sepan respetar y seguir ciertos principios éticos estarán en condiciones de permanecer. Debemos estar prontos para lo

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que vendrá, reconociendo la bendición que representa la encarnación en estos tiempos difíciles, especialmente cuando nos encontramos aptos para el trabajo intenso y urgente en favor de la vida.

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La ebullición del

siglo XIX

“Para las cosas nuevas se necesitan palabras nuevas”. La frase, escrita por Allan Kardec en la abertura de El Libro de los Espíritus 5 para justificar el uso de una nueva palabra creada por él, “Espiritismo”, bien podría haber sido usada por otros pensadores, filósofos y hombres de ciencia que hicieron del siglo XIX uno de los más inspirados y fértiles de la historia del pensamiento humano. Además del Espiritismo, surgieron en la misma época otros neologismos, como la Ecología, de Ernst Haeckel, el Evolucionismo de Charles Darwin, el Positivismo de Augusto Comte, el Trascendentalismo de Ralph Waldo Emerson, el Comunismo de Friedrich Engels y Karl Marx, el Psicoanálisis de Sigmund Freud y otros movimientos que aún son referencias –cada cual a su modo– en los días de hoy. Vamos a detenernos aquí en la observación del Espiritismo y de la Ecología, básicamente en sus aspectos comunes, reconociendo desde ya la fabulosa contribu5

KARDEC, Allan. El Libro de los Espíritus, op. cit., p. 19.

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ción de esas ciencias a la percepción de la realidad en un mundo que sufre en los días actuales una combinación de crisis (ambiental, económica y moral) que también tienen relación entre ellas.

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Kardec y Haeckel No hay informaciones acerca de si uno sabía de la existencia del otro. Pero el hecho es que el profesor francés Hippolyte Léon Denizard Rivail (que llamaremos aquí Allan Kardec, seudónimo utilizado por él para firmar las obras básicas de la Codificación) y el naturalista alemán Ernst Heinrich Haeckel tenían muchas cosas en común. Ambos tenían múltiples habilidades profesionales y obtuvieron éxitos y reconocimiento aún en vida. Nacieron y trabajaron en países fronterizos (Francia y Alemania) y divulgaron sus nuevos descubrimientos en la misma época, con un intervalo de apenas nueve años (Kardec publicó El Libro de los Espíritus en 1857, mientras Haeckel acuñó la expresión “ecología” en 1866). Ambos simpatizaban con la Teoría de la Evolución de Darwin y, cada uno a su modo, percibieron rápidamente que incomodaban a la Iglesia Católica, en particular al Santo Oficio.6 6

La Congregación para la Doctrina de la Fe, originalmente llamada Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición, fue fundada por Pablo III en 1542 con la Constitución “Licet ab initio”, para defender a la Iglesia de las herejías. Es la más antigua de las nueve Congregaciones de la Curia. En 1908 el Papa San Pio X

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La preocupación de utilizar el método científico como base de sustentación de sus tesis y principios unía a Kardec y Haeckel. Puede decirse, entonces, que tanto uno como el otro pensaban y actuaban como hombres de ciencia.

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cambió su nombre por el de Sagrada Congregación del Santo Oficio. Finalmente, en 1965, recibió su nombre actual, bajo el Pontificado de Pablo VI. Fuente: http://www.veritatis.com.br/article/1893 Acceso el: 17 jul. 2009.

La ciencia

espírita

Al contrario de lo que mucha gente piensa, el Espiritismo no se considera una nueva religión. Allan Kardec, en discurso pronunciado el 1 de noviembre de 1868 en la Sociedad Espírita de París, explicó esa cuestión de la siguiente forma: Si es así, preguntarán, ¿entonces el Espiritismo es una religión?¡Sí, sin duda, señores! En el sentido filosófico, el Espiritismo es una religión y nosotros nos enorgullecemos por ello, porque es la doctrina que funda los vínculos de la fraternidad y de la comunión de pensamientos no en una simple convención, sino sobre bases más sólidas: las propias Leyes de la Naturaleza. ¿Por qué, entonces, hemos declarado que el Espiritismo no es una religión? Debido a que no hay sino una palabra para expresar dos ideas diferentes y a que, en la opinión general, la palabra religión es inseparable del culto; despierta exclusivamente una idea de forma, que el Espiritismo no tiene. Si el Espiritismo se dijese una religión, el público no vería allí sino una nueva edición, una variante, si se quiere, de los

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principios absolutos en materia de fe; una casta sacerdotal con su cortejo de jerarquías, de ceremonias y de privilegios; no lo separaría de las ideas de misticismo y de los abusos contra los cuales tantas veces se levantó la opinión pública.7

Es más correcto decir, pues, que el Espiritismo es una religión en el sentido filosófico, en la medida en que reconoce la existencia de Dios, explica el sentido de la vida y el destino de las almas. En los apuntes de estudio sistematizado de la Doctrina Espírita, normalmente utilizados en los centros para el esclarecimiento de nuevos adeptos, se informa que el Espiritismo es una ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los Espíritus, así como de sus relaciones con el mundo corporal. Es importante comprender la forma como el Espiritismo se entiende como ciencia. Como medio de elaboración, el Espiritismo procede exactamente de la misma forma que las ciencias positivas, aplicando el método experimental. Hechos nuevos se presentan, que no pueden ser explicados por las leyes conocidas; el Espiritismo los observa, compara, analiza y, remontándose de los efectos a las causas, llega a la ley que los rige; después, deduce sus consecuencias y busca las aplicaciones útiles. [...] Es, pues, rigurosamente exacto decir que el Espiritismo es una ciencia de observación, y no un producto de la imaginación.8

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Revista Espírita, diciembre de 1868. Edición FEB. In: “Ciencia y Espíritu”. Disponible en: http://www.guia.heu.nom.br/ciencia_e_ espirito.htm Acceso el: 8 jul. 2009.

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Sobre esta cuestión, el doctor en Ciencias por la Universidad de São Paulo (USP), profesor titular de FísicoQuímica en el Instituto de Química de la Universidad de Campinas (Unicamp), ambas en Brasil, Aécio Pereira Chagas, explica que el Espiritismo es una ciencia que trata de un orden diferente de fenómenos que aquellos de que tratan las ciencias de la materia. En su texto “¿La ciencia confirma el Espiritismo?”9 Aécio afirma que: Las ciencias vulgares reposan sobre las propiedades de la materia, que se puede manipular según se desee; los fenómenos que ella produce tienen por agentes fuerzas materiales. Los del Espiritismo tienen, como agentes, inteligencias que tienen independencia, libre albedrío, y no están sujetas a nuestros caprichos; por eso ellos escapan a nuestros procesos de laboratorio y a nuestros cálculos, y desde entonces quedan fuera de los dominios de la ciencia propiamente dicha.

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CHAGAS, Aécio Pereira. ¿La Ciencia Confirma el Espiritismo? Reformador, jul. 1995, p. 208-211. Disponible en: www.espiritualidades.com.br/artigos_a_c/chagas_ aecio_prova_cient.htm Acceso el: 23 jul. 2009.

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La ciencia

ecológica

Ecología (oecologie) nace de la combinación de las palabras griegas oikos (casa) y logos (estudio). Significa, literalmente, “estudio de la casa”. Ernst Haeckel10 creó esta expresión para designar a una nueva ciencia que busca investigar las relaciones entre todos los seres vivos existentes, y las de éstos con el medio que los rodea. Haeckel percibió la necesidad de ir más allá de los límites impuestos por la Biología para investigar con más atención el funcionamiento de los ECOSISTEMAS –expresión que sólo aparecería en el siglo siguiente– y la relación de interdependencia entre todos los seres de la Naturaleza. A partir de sus trabajos como zoólogo, lanzó las bases de una nueva ciencia que a lo largo del tiempo fue siendo subdividida en otros frentes de investigación. La Ecología maduró como ciencia y en ese proceso un marco importante fue la propuesta de un cambio radical, 10

El naturalista alemán Ernst Heinrich Philipp August Haeckel (1834-1919) empleó el término Ecología por primera vez en su libro La Morfología General de los Organismos. El original (Haeckel, Ernst. Generelle Morphologie der Organismen. Berlin: G. Reimer, 1866) está disponible en http://books.google.com.br/books?id=-5k5 AAAAcAAJ&dq=haeckel+generelle+morphologie+der+organismen&source= gbs_navlinks_s.

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hecha por el biólogo austríaco Ludwig von Bertalanffy, en 1937: contraponiéndose al reduccionismo cartesiano, desarrolló la Teoría General de los Sistemas, en la que propuso que el medio ambiente fuese observado como una totalidad integrada y enfatizó las interrelaciones e interdependencias entre sus componentes, que hacen imposible estudiar a sus elementos aisladamente. El biólogo definió sistema como un conjunto de elementos interdependientes que interactúan, con objetivos comunes, y forman un todo mayor que la suma de sus partes, en el cual cada uno de los elementos componentes se comporta, a su vez, como un sistema. El resultado es mayor que aquel que las unidades podrían obtener si funcionasen independientemente. Para Bertalanffy, la necesidad de un enfoque sistémico de la realidad surgió en función de los cambios que se habían verificado en la sociedad: Uno es el desarrollo tecnológico, que permite un dominio de la Naturaleza nunca antes conseguido y que debería abrir camino al alivio del hambre, de las enfermedades, de la superpoblación a que la Humanidad estuvo anteriormente expuesta. El otro factor es la naturaleza global de nuestra civilización. Las anteriores se veían limitadas por fronteras geográficas y comprendían solamente a grupos limitados de seres humanos.11 Como se ve, la Ecología es por definición una ciencia de interrelaciones y, en ese sentido, frontalmente contraria a la fragmentación del conocimiento que alcanzaba su apogeo en el siglo XIX.

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BERTALANFFY, Ludwig von, Teoria Geral dos Sistemas. Petrópolis (RJ): Vozes, 1975, p.271.

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