INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
ESTRUCTURA SOCIAL Y OCUPACIÓN DE LA POBLACIÓN EN LA CIUDAD DE MÉXICO, 1790
Manuel Miño Grijalva
Durante las últimas décadas los estudios sobre la ciudad histórica han puesto mucho empeño en explicar la relación de ésta con su hinterland. Se afirmaba que se ha avanzado en torno a nuestra comprensión sobre los sistemas urbanos, al mismo tiempo que se detenían las investigaciones sobre la estructura espacial interna de las ciudades1. De la misma forma, a la par que se comprendía mejor el funcionamiento del sistema económico, el avance sobre nuestra comprensión en torno a los grupos sociales se había detenido prácticamente a inicios de los años ochenta. Y lo que sabemos está restringido a unas cuantas ciudades, ciertamente las más importantes.
Sabemos significativamente más sobre la familia2, los comportamientos
colectivos3, la reforma urbana de las ciudades a finales del siglo XVIII, la propia estructura social y ocupacional de ciudades como Querétaro o Guanajuato4, así como los estudios de varios
censos,
particularmente
de
1777
y
1788
para
varias
parroquias
y
ciudades
novohispanas5, este conocimiento, como es obvio, ha sido desigual, acentuado, sobre todo, después de los imponentes trabajos de Thomas Calvo para Guadalajara del siglo XVII6. Los trabajos sobre la población y varios aspectos de la dimensión social han rendido, para la ciudad de México, sus máximos frutos a través del estudio de los censos de 1753 y 1811, particularmente a través de los trabajos de los integrantes del Seminario de Historia Urbana del INAH dirigidos por Alejandra Moreno Toscano. Mucho es, entonces, lo que hay pensado y propuesto.
Sin duda, sobre el esquema general y en torno a muchos de los
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
conceptos sobre los grupos que ahora manejamos, está presente esa clásica elaboración de
'Alejandra Moreno Toscano y jorge González Angulo, "Cambios en la estructura interna de la ciudad de México (1753-1882)", en Jorge E. Hardoy y Richard P. Schaedel, Asentamientos urbanos y organización soaoprockvctiva en la historia de América Latina. Buenos Aires: Ediciones Siap, 1968, p. 171. 2
Pilar Gonzalbo Aispuro, Principalmente Familia y orden colonial. México: El Colegio de México, 1998. Y últimamente la tesis de Cecilia Rabell, "Oaxaca en el siglo XVIII. Población, familia y economía" (Tesis de doctorado), El Colegio
de México, 2001. Juan Javier Pescador, De bautizados a fides difuntas. Población, familia y mentalidades en una parroquia miaña, Santa Catarina de
3
México, 1568-1820. México: El Colegio de México, 1992. Celia Wu, "The Population of the City of Querétaro in 1791", en Journal of Latin American Studies, XVI: 2 (nov.) pp.
4
287-307. David Brading, "La ciudad en la América borbónica: elite y masas", en Jorge Enrique Hardoy, Las ciudades de América Latina y sus áreas de influencia a través de la historia, Buenos Aires: Ediciones Siap, 1975, Mineros y comerciantes en el México borbónico, 1763-1810. México: Fondo de Cultura Económica, 1975. Agueda Jiménez Pelayo, Jaime OI veda y Beatriz Núñez Miranda, El crecimiento urbano de Guadalajara. México: El
s
Colegio de Jalisco, H. Ayuntamiento de Guadalajara, CONACYT, 1995; Carmen Blázquez Domínguez, Carlos Contreras Cruz y Sonia Pérez Toledo (Coordinadores), Población y estructura urbana en México, siglos XVIII y XIX. México: Instituto Mora, Universidad Autónoma Metropolitana, Universidad Veracruzana, 1996. Por citar los más importantes, Poder, rdigpn y sociedad en la Guadalajara del siglo XVII. México. Ediciones del Ayuntamiento
6
de Guadalajara, Centre D'Estudes Mexicaines et Centramericaines, 1992 y Guadalajara y su región en el siglo XVII. Población y economía. Guadalajara: Ediciones Ayuntamiento de Guadalajara, 1992.
131
McAlister7 y Aguirre Beltrán8 que recogieron de la legislación y de las fuentes institucionales los señalamientos raciales como base de la constitución de la trama social novohispana, como antes los había hecho Pérez de Barradas en 19489, pero que si bien revelan lo complejo del mestizaje en la mentalidad de una sociedad regida por criterios raciales, en la práctica cotidiana, los censos y en particular el de 1790, registraron los grupos básicos más visibles, que son los que debemos adoptar. Por otra parte, el constante estudio de registros parroquiales o de censos que se realizaron en la segunda mitad del siglo XVIII, ha incrementado notablemente nuestro acervo de conocimientos sobre el mundo de las ciudades.
De hecho empezamos a superar la
asfixiante preocupación por la estructura agraria y en el caso urbano, la explicación formal de la traza urbana, los servicios, etc., que siendo importantes sólo son una pequeña parte de ese mundo de las ciudades, que fueron el eje rector de la vida colonial. El hallazgo de los padrones de varios cuarteles menores de la ciudad de México, abre nuevas posibilidades analíticas, particularmente sobre la estructura social y la ocupación que es el tema de este capítulo. Podemos, por una parte, mostrar que hacia finales del siglo XVIII la complejidad social se había extendido y multiplicado con el crecimiento demográfico y por otra, que ya no correspondía exactamente a sus formas originales y que si bien en el nivel más alto la corporación fue el soporte de la estabilidad de la estratificación social10, en el más bajo, había fuerza
con
la
expansión
de
sectores
subalternos
agregados
por
migración
o
crecimiento natural de la ciudad. Se comprobará esta situación con la notable presencia de jornaleros y trabajadores asalariados que actuaban al margen de la corporación gremial. Las corporaciones habían quedado reducidas a membretes de distinción y estatus social con escasa vigencia normativa y de organización. Esto no quiere decir que en la mentalidad de la época y en el comportamiento colectivo hubiesen desaparecido, o incluso hubiese disminuido su importancia. Las dimensiones cuantitativas de la ciudad y la creciente disparidad económica, alteraba profundamente la estructura social general. Para los testigos de la época era claro que las "familias principales patricias [...]no son demasiadas", como tampoco lo eran "los que componen los cuerpos de los tribunales, ambos
7
L. N. McAlister, "Social Structure and Social Change in New Spain" en Hispanic American Historical Review, volumen XLIII, número 3, (agosto de 1963), pp. 349-370. 8 Gonzalo Aguirre Beltrán, La población negra en México. México: Fondo de Cultura Económica, 1946.
9
José Pérez de Barradas, Los Mestizos en América, Madrid: Espasa-Calpe, 1976. Véase L. N. McAlister, "Social Structure"..^ cit. p. 352.
10
132
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
perdido
cleros, colegiales, empleados en la Real Hacienda y los dedicados al comercio". La mayoría o el "resto es un enjambre ó cúmulo puramente plebeyo". No había más división que aquella marcada por un problema de clase que en la época se traducía en la expresión de "la disparidad de las dos poblaciones [...]que en la una es más la gente culta o morigerada y en la otra la gentualla grosera y desarreglada"11. Por otra parte, y refiriéndonos a la distribución espacial, por lo menos en teoría, no hay ningún cambio sobre el patrón anotado para la "ciudad colonial" o tradicional, es decir que quienes formaban parte del estrato social más alto tendían a concentrarse en el centro, mientras que los pobres o menos favorecidos se ubicaban en la periferia12. Sin embargo,
esta
puede ser una simplificación de la literatura urbana, ya que en el centro se encontraron tanto viviendas modestas y pobres como en los extremos de la ciudad, aunque no es posible observar que la gente de grandes recursos habitaba en los cuarteles "periféricos". Por otra parte, la distribución espacial de la población muestra
que, por lo menos cuantitativamente,
hubo un equilibrio al interior de las unidades de los cuarteles mayores, lo que implicaba que más allá de las diferencias socioeconómicas evidentes, hubo un perfecto conocimiento y control de la ciudad que engarzaba las diversas zonas como un todo, capaz de que las partes extremas o periféricas vivían en función de las centrales y viceversa en diversos grados y niveles, esta totalidad despeja la duda permanente de saber en donde termina el centro y empieza la periferia o qué es lo que determina lo uno o lo otro, pues el abuso de los conceptos
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
ha sido frecuente. Centro y periferia resultan conceptos anacrónicos porque la ciudad del siglo XVIII y buena parte del XIX funcionó con base en lo que yo llamaría "segmentos sociales", constituidos
por barrios, iglesias y parroquias; gremios y santos que conformaban unidades
sociales por sí mismas y que llegaron a tener su propia identidad. En términos del funcionamiento económico la ciudad funcionó como un todo más bien armónico que en conflicto. No está por demás hacer una observación metodológica, más que técnica: he preferido usar los cuarteles como unidades espaciales en donde se expresaban los diversos grupos y ocupaciones como unidades per se, esto les dota de cierta unidad y riqueza histórica, en vez de analizarlos por
categoría social y ocupacional que englobaba más de un oficio, ya que el
"Miguel Páez de la Cadena, AGNM, Historia, volumen 74, fs. 144 r y 144 v. 12 Alejandra Moreno Toscano y Jorge González Angulo, "Cambios en la estructura interna" ...art c¿L, p. 172.
133
oficio como tal fue determinante en la formación de la corporación o gremio, base de la vida social colonial; por otra parte, perseguía también descubrir esas diferencias espaciales de las que venimos hablando. Además, la codificación de la información permite plantear y resolver minuciosas interrogantes que parecen descubrir, unas veces, y afinar otras, algunas de las hipótesis que se han venido planteando en estas últimas décadas, particularmente relacionadas con el equilibrio o desequilibrio de los sexos o con la edad de la población.
Finalmente, he
preferido jugar con los grupos de oficios o profesiones como los proporciona la fuente más que agruparlos siguiendo criterios modernos, pues es distinto mostrar la dimensión de oficios como el de los sastres o sirvientes que reducirlos a esquemas que vuelven anacrónica nuestra percepción, así como su presencia en el conjunto socioétnico, por válidos que fueran los criterios. Por
otra
parte,
en
relación
al
uso
de
categorías
han
sido
respetadas
aquellas
consignadas por las fuentes, particularmente tratándose de la calidad de los individuos, el más notorio es el uso de español para designar al "criollo" y así lo hemos dejado. En el uso de conceptos
parece
adecuado
rescatar
diferencia
entre
el
artesano formal,
regido
por
la
corporación o gremio de aquel artesano informal, trabajador libre que ejercía un oficio por un jornal.
Si observamos el anexo número
1, el porcentaje de este tipo de trabajadores es
comparable justamente con el denominado "artesanos" en el "Estado General" de población. En la época en que el concepto operario y jornalero aparece de manera nítida en el contexto
concepto uniforme y siempre referida al mundo de la corporación.
LA ESTRUCTURA GENERAL DEL TRABAJO
a.
Población, Talleres y Trabajadores
La primera pregunta que surge sobre este problema es ¿cuál fue la distribución demográfica interna de la ciudad de México al caer el siglo XVIII? Con los datos que resume Alzate del censo de Revillagigedo sobre la distribución por cuarteles, podemos corroborar que por una parte fue la zona central la que concentró mayor población, lo que obviamente venía ocurriendo desde su fundación, pero por otra, que cada cuartel mayor tenía en su interior un
134
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
general. Entonces ya no podemos hablar para esta época simplemente de artesanos como
cuartel menor dominante demográficamente, posiblemente por un la
administración
de
la
ciudad.
El
siguiente
cuadro
problema de equilibrio en
muestra
los
porcentajes
de
esta
distribución espacial:
POBLACION DE LA CIUDAD DE MEXICO POR CUARTELES
CUADRO 1
1790 CUARTELES
HABITANTES
%
MAYORES I
II
III
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
IV
V
VI
VII
VIH
HABITANTES
%
MENQRES
19 366
16 629
14 022
16 300
11202
8 202
10 830
8 384
18.46
15.85
13.36
15.53
10.67
7.82
10.32
7.99
1
8 384
7.99
2
5 573
5.31
3
2 821
2.69
4
2 588
2.47
5
7 021
6.69
6
4 072
3.88
7
4 426
4.22
8
1 110
1.06
9
2 783
2.65
10
2 733
2.60
11
6 181
5.89
12
2 325
2.22
13
3 192
3.04
14
7 706
7.34
15
3 077
2.93
16
2 325
2.22
17
5 693
5.42
18
1 162
1.11
19
2 209
2.10
20
2 138
2.04
21
2 367
2.26
22
2 179
2.08
23
1 872
1.78
24
1 785
1.70
25
2 571
2.45
26
2 860
2.72
27
2 054
1.96
28
3 345
3.19
29
2 241
2.14
30
1497
1.43
31
3 151
3.00
32
1495
1.42
135
Es evidente que los cuarteles menores 1,5, 11 y 14 concentran el 27.9% del total de la población registrada. No hemos hecho aún cálculos sobre densidad de población,
pero
posiblemente coincide con las estimaciones que conocemos, es decir, que como en 1753 y 1811, la zona de la Alcaicería, ubicada en el cuartel
1, concentraba una población con
una densidad 54.1% más elevada que la de la zona circundante, primacía que mantendrá a pesar de descender a un 40% hacia 181113. De la misma forma, la diferenciación socioétnica se ve definida por una mayor concentración de españoles -si seguimos nuestros propios cortes- en el cuartel 1, que reunía al 49.5% de población catalogada como criolla, mientras la indígena sólo representaba el 18.3%. En cambio el cuartel extremo, el número 20, al que no le llamaría periférico ni marginal, a pesar de contar únicamente con 2 138 habitantes según el ajuste de Alzate ó 2 179 personas según Revillagigedo, era la población indígena la que concentraba la mayor población seguida por los mestizos, distribución también distinta a lo que ocurrió al otro extremo, en el lado norponiente, en donde la población mayoritaria era española y mestiza, aunque ya no lo era en una proporción tan grande como en la zona central, pues sólo llegaba al 29.6%, mientras la indígena apenas representaba el 14.0 por ciento. Sin embargo,
no podemos confirmar que en
1790 el
cambiado en su composición social, es decir, que si en
centro de
1753
la ciudad haya
su población se ocupaba
básicamente en el trabajo artesanal hacia 1790 se notara ya un cambio hacia un espacio
pues los comerciantes, si bien son numerosos, están muy atrás de los dos grupos anteriores. Podríamos retomar, de manera provisional, con fines metodológicos, el hecho de que si bien en 1753 el promedio de sirvientes domésticos en la zona de la Alcaicería era de 212 y subió a 489 en
1811,
como apuntaron Moreno Toscano y
González Angulo,
nuestros
resultados apuntan a que en 1790 sólo en el servicio doméstico entre hombres y mujeres se encontraba ocupada una población de
1
055 personas. Ellos han propuesto que la línea
ascendente se debe a que aumentaron, "proporcionalmente, los jefes de familia que emplean más de dos sirvientes domésticos y porque esos jefes de familia son generalmente españoles peninsulares"14. Pero es poco probable, apenas eran el 4.3% de la población total. Pudo
13
Alejandra Moreno Toscano y Jorge González Angulo, "Cambios en la estructura interna de la ciudad de México", p. 187.
i4
ia,
136
P.
187.
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
dominado por los comerciantes. Sigue siendo un espacio artesanal y de servicio doméstico,
ocurrir lo contrario, es decir que 1790 representa el año pico en el cual las familias españolas, peninsulares y hasta mestizas pudieron dar empleo a un máximo de personal doméstico, luego,
con
el
empleados,
deterioro
de
las
condiciones
de
vida,
ya
no
pudieron
sostener
a tantos
por lo que tuvieron que despedirlos o servirse de un número menor.
Esto
explicaría bien una caída hacia los 489 de 1811. Pero aceptar esta hipótesis sería tanto como plantear que entonces estaba ocurriendo una transformación profunda en el mundo de las costumbres, los ingresos y de la cultura material, lo cual no es tan cierto, simplemente muestra que, a pesar de todo, el censo de 1790 es, como fuente, infinitamente superior a los de 1753 y 1811 para medir la estructura y la composición laboral. El censo de "Establecimientos públicos" de 1793 nos proporciona por lo menos una imagen cuantitativa de su persistencia a lo largo de la ciudad en ese año, aunque no sepamos la estructura
mercantil
de manera pormenorizada. De los 4 199 giros o negocios existentes,
1 995 son establecimientos comerciales, educativos u otros y 2 204, o sea más del 50.0%, corresponden a talleres artesanales. La gráfica siguiente muestra una distribución espacial acentuada de los giros en los cuarteles centrales, aunque los artesanos claramente ocupan un lugar prominente hasta el cuartel 19.
ESTABLECIMIENTOS Y TALLERES POR CUARTEL
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Gráfico 1 730 600 500 400 300 200 100 0 1
2
4
5
7
8
9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 25 26 27 28 29 30 31 32
□ TOTAL DE ESTABLECIMIENTOS
* ESTA B LEO IM ENTOS PÚBLICOS
OTA LLER ES ARTESANALES
137
En términos globales, el cuadro siguiente muestra la distribución espacial de giros, "casas de trato, oficinas y oficios públicos", como se registraron en 1793 (1794) y que nos permite conocer mejor la composición espacial del trabajo artesanal formal e informal, así como de la importancia cuantitativa de los establecimientos comerciales. Es el cuartel mayor III, al que correspondían los cuarteles menores 9, 10, 11 y 12, el más relevante en giros comerciales con más del 66%, aunque cabe señalar que en términos del trabajo artesanal y doméstico, son los cuarteles mayores I y II los que predominan, y que, aún faltando las cifras del cuartel menor seis, mantenía en su interior 301 y 394 talleres, respectivamente. Tratándose de negocios formales, los barrios y cuarteles de los extremos de la ciudad son los que presentan menor incidencia de oficinas. En total, nuestros cómputos arrojan un número mayor de talleres que los que maneja la historiografía actualmente.
DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE "CASAS DE TRATO" Y
CUADRO 2
OFICIOS ARTESANALES POR CUARTEL
CUARTELES
ESTABLECIMIENTOS
%
TALLERES
%
TOTAL
TOTAL
1 995
100.00
2 204
100.00
4 199
I
468
23.46
393
17.83
861
II
281
14.09
525
23.82
806
III
739
37.04
379
17.20
1118
IV
191
9.57
295
13.38
486
V
75
3.76
314
14.25
389
VI
78
3.91
92
4.17
170
VII
89
4.46
87
3.95
176
VIII
74
3.71
119
5.40
193
Fuente: "Relación de las casas de trato y oficios existentes en México por el año de [ 17]93" AGNM, Bienes Nacionales, Leg. 101, fols. 1-91.
No está por demás indicar que en los cómputos anteriores han sido incorporados los datos correspondientes a los cuarteles menores 3, 6 y 24, que han sido obtenidos del promedio de los cuarteles existentes de la unidad mayor, lo que ha hecho subir la suma de manera importante. Queda por saber el número de los talleres domésticos no contabilizados en este "censo". De todas formas, son los cuarteles mayores I, II y III
los que mantenían el 66% de
"oficinas públicas" de toda la ciudad, tal vez es un reflejo de que justamente estos tres cuarteles mantenían el 47% de la población estimada por Revillagigedo. Sin embargo, salta a
138
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
1793
la vista de manera discordante el hecho de que el cuartel mayor IV, uno de los más poblados, apenas sí registró 191 giros mercantiles y establecimientos públicos. Finalmente, una consideración sobre los migrantes a la ciudad de México en 1790, es que fue éste un contingente que repercutió de manera decisiva sobre la constitución de la fuerza de trabajo de la ciudad. Como se analizará en las páginas siguientes, son las mujeres las que migran en mayor proporción, siendo más acentuado el fenómeno en el sector indígena con 63.75% por 36.24% de los hombres, proporciones muy parecidas tuvieron los mestizos, mientras entre los españoles el porcentaje es de 55.22% por 44.78%, casi parecido con el de los negros. Por su parte, los españoles peninsulares invirtieron la proporción, pues el censo registró 89.74% de hombres por 10.26% de mujeres. El cuadro siguiente resume la situación
POBLACION MIGRANTE SEGUN CALIDAD ETNICA
CUADRO 3
POR GRUPOS DE EDAD LA CIUDAD DE MEXICO, 1790 CUARTEL 1 INDIOS
EDAD
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
TOTAL"
ESPAÑOLES DE MÉXICO HOMBRES MUJERES HOMBRES MUJERES ¡99
350
446
550
ESPAÑOLES PENINSULARES HOMBRES MUJERES 271
31
MESTIZOS
TOTAL
HOMBRES MUJERES
HOMBRES MUJERES
TOTAL 131
236
Í~098
1213
2311
0-4
02
00
00
00
022
5-9
49
7
1
10
0
1
12
11
23
10-14
18
31
26
II
3
1
7
14
54
62
116
15-19
53
69
34
33
17
0
21
43
131
151
282
20-24
33
77
44
67
30
7
24
42
138
202
340
25-29
21
37
50
82
30
4
21
38
129
166
295
30-34
16
32
74
82
39
3
20
26
159
152
311
35-39
14
19
50
56
26
1
12
15
107
93
200
40-44
17
27
49
70
32
3
II
24
I 13
117
230
45-49
4
II
36
44
25
2
3
7
69
68
137
50-54
6
19
24
40
36
6
3
7
72
79
151
55-59
5
6
10
22
10
2
3
13
29
43
72
60 y más
8
II
42
42
22
2
6
6
85
67
152
36.25
63 75
44.78
55.22
89.74
10.26
35.69
64.31
47.51
52.49
%
En los totales se han incluido 51 hombres negros y 66 mujeres de la misma calidad.
139
En general se puede observar que
la población registrada en el momento del censo
fluctuaba entre los 15 y 24 años, pues el 18.26% estuvo conformado por gente entre esas edades, y prácticamente se mantuvo estable hasta los 44 años, con un ligero incremento entre los 30 y 34 años, baja un poco entre los 35 y 39 años, pero la pendiente se acentúa después de los 44 años. Pero esta distribución cambió entre grupos. Los indígenas que habían mi grado hacia la ciudad contaban en 1790 con 15 y 19 años, como es obvio debieron haber llegado antes, aunque no sabemos edad de arribo, mientras que los españoles de México contaban de manera predominante con 30 y 34, por lo menos este fue el caso de los peninsulares, en cambio entre los mestizos se movilizaron entre los 15 y 24 años. Los promedios de edad para 1790 son altos: los hombres del grupo indígena tenían en promedio a los 28 años y las mujeres 28.2. En cambio los españoles de México y los peninsulares registraron una edad de entre los 35 y 36 los primeros y un poco más viejos los peninsulares con 38.6 y 37.8 años. Si pensamos que el promedio de edad del matrimonio se ubicó entre los 16 años y los 20, para mujeres y hombres indígenas, y entre 20 y 25 para hombres de los otros grupos, llegaríamos a la conclusión de que quienes optaron por salir de sus lugares de origen eran solteros o viudos que podían moverse con mayor facilidad en el mercado laboral, sobre todo en el caso de las mujeres para el servicio doméstico, sin descartar a casados que no declararon su estado marital. Esta aseveración es factible si observamos que
el 6.1%. El grupo de peninsulares, que suponemos eran parientes pobres jóvenes que llegaban a la ciudad desde España en busca de empleo y fortuna, lo habían hecho hace mucho tiempo, pues más del 60 por ciento registraba entre 30 y 60 o más años en 1790. Si llegaron jóvenes es que el movimiento migratorio se produjo hacia 1780 o antes y por el contrario, si llegan "viejos" es que este movimiento tuvo que ver principalmente con cargos oficiales y un estatus ya establecido. Sin embargo no hay que olvidar que sólo estamos hablando del caso de un sólo cuartel.
140
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
los segmentos de 0-4 hasta los 14 años son muy bajos, pues apenas registraron 141 personas o
b. La estructura general del trabajo Nuestro conocimiento sobre la estructura laboral de la ciudad de México ha avanzado, en su conjunto, de manera significativa y se dispone ya de numerosas fuentes que han servido para perfilar uno de los aspectos determinantes de la constitución de su identidad, reafirmando la idea aceptada de que fue la esencia étnica la base del entramado social15. Sin duda, hay que reconocer la utilidad de los censos de 1753 y 1811 para aproximarse a este tema, así como los trabajos pioneros de varios estudiosos que se mencionarán en este texto. En principio muy ligado al problema de la ocupación estuvo el de la propia estructura social de la ciudad. El censo de 1753 mostraba ya que las categorías raciales y sociales fueron seleccionadas por percepción social e identificación, es decir, la pertenencia social de un individuo combinó la apariencia física, el estatus económico, la ocupación y las conexiones familiares, o sea, la posición socioeconómica y la apariencia física16. Pero esta caracterización de los grupos es demasiado flexible, de todas formas, de acuerdo con este censo, se puede establecer que en el caso de la población masculina la mayoría estaba empleada en los almacenes y tiendas mercantiles, (81.4%) tratándose de los peninsulares y buena parte de los españoles, mientras que entre castizos (72%), mestizos (54.0) y mulatos (43.6), la ocupación dominante fue el trabajo artesanal, aunque en el caso de los indios fue el trabajo agrícola y en el de los negros el
servicio doméstico.
En el caso de las mujeres la ocupación principal
fue el trabajo
doméstico, aunque una proporción alta de españolas y castizas estaban vinculadas al trabajo
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
textil.
Por el contrario, es seguro que hubo españoles pobres y de bajo estatus que se
desempeñaron como sirvientes, (4.1%) o artesanos (41.1%). En todo caso, la información de la que disponemos proporciona una idea acerca de la dispersión social y ocupacional de los segmentos grupales, pero son más claros cuando nos adentramos en la estructura por género y edad17. No llama la atención el hecho de que el 42.1% de las españolas, un porcentaje bastante alto, se ocupen en el oficio de sirvientas, aunque siempre debajo de los porcentajes de mestizas, castizas, mulatas e indias. No existe el hecho tan ponderado de que a una ocupación determinada correspondía un determinado grupo
15
Esta parte ha sido tomada de mi libro El mundo Novohispano. Población, ciudades y economía. México: El Colegio de México-Fondo de Cultura Económica-Fideicomiso Historia de las Américas, 2001.
16
Patricia Seed, "Social Dimensions of Race: Mexico City, 1753", en Hispanic American Historical Review, vol. 82,
17
n°4 (1982), p. 574. Idem, número 586.
141
racial. El problema es que no se ha estudiado con profundidad el proceso de constitución de los grupos sociales. El
censo
de
1790,
por
su
parte,
revela
a
grandes
rasgos
la
composición
total:
comerciantes, cirujanos barberos, profesionistas "universitarios", que destacan en los primeros grupos, pero muy
lejos del número de clérigos, monjas y gente ligada a la Iglesia. En la parte
baja de la estructura, artesanos y jornaleros son los sectores más visibles. Repartidos en estos últimos grupos debió permanecer esa gran parte de tributarios18, socialmente compuesta por indios, mulatos o castas sujetas a gravamen. El censo contabiliza en total 104 765, por lo que la cifra de 112 926 resulta del agregado "individuos que habitan los conventos y colegios". De la primera cifra, el cómputo total de ocupados era de 38 520 por una población de 17 a 60 años de un total 69 167. El sector eclesiástico registraba el 12.8% de la población de 17 a 60 años; los profesionistas el 2.8% y el 40% constituían el resto de labradores, comerciantes, artesanos, jornaleros y tributarios19, cifras éstas que no coinciden con las utilizadas por Brading. De todas formas, las categorías impuestas tienen que ver con una población mayoritariamente de "europeos" y "españoles". De los primeros se registraban 2 335 y de los segundos, casi la mayoría del total de la población, 50 371 (48.08%); mientras que los indios habitantes de la ciudad eran 25 603 (24.43%), cifra nada despreciable para borrar la idea de una ciudad segmentada
y
dividida.
Mulatos
y
otras
castas
registraban
en
total
26
451
habitantes
(25.24%)20
tabaco hasta constituirse en el eje del trabajo urbano en Nueva España. La mayor parte de la fuerza de trabajo estuvo concentrada en la fábrica de México, que hacia finales del siglo XVIII llegó a mantener poco más de siete mil trabajadores y para la primera década del siglo XIX, casi duplica su contingente laboral. El mayor crecimiento se produjo sobre todo en el campo del trabajo femenino, pues de 3 055 mujeres que empleaba en 1795 pasó a 9 555 para 1809, mientras el trabajo de los hombres bajó de 4 019 a 3 761. En términos regionales la fábrica de
18
Alejandro de Humboldt, Ensayo político sobre el remo de la Nueza España. México: Editorial Porrúa, 1966, p. 579; David A. Brading. "La ciudad en la América borbónica: elite y masas" en: Las ciudades de América Latina y sus áreas de influencia a través de la historia. Buenos Aires, Ediciones Siap, 1975, pp. 216 - 217.
19
Alejandra Moreno Toscano, "Algunas características de la población urbana: ciudad de México, siglos XVIII-XIX", en Investigación demográfica en México. México: CONAPO, 1978, p. 407, cuadro 4.
20
Alejandro de Humboldt, Ensayo...op. at., p.575.
142
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
De este extenso y complejo sector laboral destacó con mucho la manufactura estatal del
México disminuyó su contingente en
1 637,
mientras la fábrica de Querétaro lo aumentó en
2 309 trabajadores, casi el 100% entre 1795 y 180921. El predominio de la fuerza de trabajo femenina en este sector que ha sido atribuido al costo más bajo de su trabajo en relación al salario pagado a los hombres22, aunque esto parece aplicable a unas y no a todas las categorías de trabajadores de las fábricas. El empleo de mujeres tenía que ver también con la habilidad y la limpieza de éstas para el manejo del papel y del propio proceso de fabricación de cigarrillos que constituía la mayor parte de la producción total. En general, el pago del trabajador a destajo no fue ni más alto ni más bajo que el pago que se hizo en otros sectores de la artesanía y la manufactura colonial novohispana, pero en cambio el peso de la población ocupada en la manufactura del tabaco fue indudable, pues llegó a representar el 11.6% de la población económicamente activa de la ciudad de México23. Pero el trabajo libre manufacturero alcanzó cifras importantes al terminar el siglo XVIII, pues si de acuerdo a nuestros cálculos asumimos que en
1793-94 existían 2 204 talleres
dedicados a la producción artesanal con un promedio de 5 trabajadores obtendríamos una cifra de 11 020 de trabajadores fijos24. Si a estas cifras se suman los 4 talleres reales la población total dedicada a actividades industriales rondaría las 20 000 personas25. Es decir, de los poco más
de
38
000
ocupados,
se
habían
encargado
más
de
la
mitad
en
producir
artículos
manufacturados. De este gran contingente casi la mitad estaban adscritos a los gremios. El censo de 1788 muestra que en ese año había 58 veedores,
1 644 maestros,
6 447 oficiales,
1 806
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
aprendices para un total de 9 955 trabajadores incorporados al trabajo artesanal formal, o sea gremial. El censo arrojaba la suma de 18 624 trabajadores artesanales. Es decir prácticamente la mitad estaba constituida por trabajadores domésticos o a domicilio o mano de obra no calificada en el mercado26. Computando las cifras de
1794 y
1811
se llega a la conclusión de que
aproximadamente el 40% de la población trabajadora de la ciudad giraba en torno a los gremios, mientras el 43% lo hacía de manera domiciliaria27.
2
'Compárese las cifras que proporciona María Amparo Ross, La pmduanon cigmera, p. 37 con el cuadro citado.
22
Amparo Ross, La producción cigarrera, p. 37.
23
Susan Dean-Smith. "The Plant of Money", pp. 379-380. 24 Relación de casas de trato...", fols. 1-91. 25
Jorge González Angulo, Artesanado y ciudad afinales del siglo XVIII...op. at., p. 11.
26
John E. Kicza. Empresarios coloniales. Familias y negocios en la ciudad de México durante los barbones. México: Fondo de
27
Cultura Económica, 1986, p. 227. Sonia Pérez Toledo. Los hijos del trabajo. Los artesanos de la ciudad de México, 1780-1853. México: El Colegio de México, 1996, p. 77.
143
En cifras relativas estos porcentajes significaban un crecimiento importante en relación a lo que ocurrió a mediados del siglo XVIII, sin embargo era claro que el trabajo gremial había descendido, pues para 1753 se calculaba en 7 600 artesanos, cifra que significaba el 68.6% de los trabajadores industriales en conjunto28. Es evidente que la migración debió jugar un papel importante para esta variación, pero que no conocemos sus proporciones. En la práctica, el desequilibrio se acentúa si a los 9 000 trabajadores libres —no adscritos a los gremios— les sumamos los 5 227 que laboraban en la fábrica de cigarros. El cómputo será, finalmente, de 23 851 trabajadores para 1793. Los gremios, atravesaban por este tiempo por una profunda transformación y los conflictos eran frecuentes entre agremiados, a pesar de esta situación, hubo sectores como el textil cuya expansión parece evidente dada la expansión comercial y su dinamismo a finales del siglo XVIII como organizador del trabajo, que articuló y dirigió la producción comercializable29. Sin embargo, el contingente de la población ocupada no sólo hay que medirlo en términos del trabajador artesanal formal o libre, mucho de éste debió pertenecer a los giros comerciales y educativos en sus diversas categorías. establecimientos
públicos
obtendríamos un promedio
les
atribuimos
como
Por lo que
mínimo
de 5 895 empleados y trabajadores.
3
si
a
los
1995
giros y
trabajadores
por
unidad,
si a la
cifra de
Finalmente,
23 851 de González Angulo le añadimos estos 5 895 obtendríamos un total de 29 836 para el sector ocupacional más bajo. Sin duda, hay un sector descuidado en los cómputos que se
1 073, que es el 30% del total de mujeres. Así, si asumimos un promedio de 30% sólo para los cuarteles centrales como mínimo, las cifras desbordarían fácilmente ese 36.6% de la población empleada30, cómputo obtenido sobre los 30 057 trabajadores hombres que registra el resumen.
28
29 ,c
Felipe Castro Gutiérrez, Iji extinción de la artesanía gronial. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1986, p. 33. Manuel Miño Grijalva, Obrajes y tejedores....op. at., pp. 137-139. Véase, Alejandra Moreno Toscano, "Algunas características de la estructura"..Art cit., p. 408.
144
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
realizan tradicionalmente y es el sector de mujeres trabajadoras que sólo el cuartel 1 registraba
ESTRUCTURA SOCIOÉTNICA DE LA POBLACIÓN CON OFICIO
En el contexto de este gran contingente de trabajadores, ¿cuál
fue la estructura
socioétnica que podemos extraer con base en los casos que venimos trabajando? Otras fuentes presentan una imagen parecida a la estructura descrita en líneas anteriores, así, en un espacio seleccionado de siete manzanas perteneciente a los cuarteles menores 11 y 14, la distribución seguía el patrón central:
DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LA POBLACIÓN
CUADRO 4
POR CALIDAD ÉTNICA CUARTELES 11 Y 14 AÑOS 1777 Y 1793 1777 CALIDAD
POBLACIÓN
TOTAL
¡793
PORCENTAJE
POBLACIÓN
PORCENTAJE
1 960
100.0
1 789
100.0
Hidalgo
545
27.8
646
36.1
Español
644
32.9
562
31.4
Casta
517
26.4
343
19.2
Indio
254
12.9
238
13.3
Fuente: Linda Arnold, "Sobre la deducción de evidencia: Estratificación en un barrio de la ciudad de México, 1777-1793", en Estudios de Historia Novohispana (UNAM), vol. XV, p. 99.
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
La preeminencia española y peninsular —el término hidalgo resulta muy forzado en un contexto documental en el que en ninguna parte, que se sepa, es reconocido de esta forma si no es tratándose de títulos— es incluso superior a la que se encuentra en el cuartel número 1. Si este cuadro es aplicable a otros espacios de la ciudad en donde los extremos —no marginales ni periféricos porque siempre se encuentran articulados a los servicios y funciones de la ciudad— no son necesariamente idénticos, aunque la parte central esencialmente lo era, pero será su estructura laboral la que defina mejor la composición social de la urbe, porque es allí donde interactúan los grupos y donde se expresan cotidianamente. Es importante señalar primero el profundo desequilibrio entre la población ocupada y la no ocupada, particularmente en el caso de las mujeres. El 70% de ellas no registran oficio por el 24% de los hombres. De aquellas que sí lo hacen son las indígenas las que registran la mayor proporción seguidas por las mestizas y las criollas. Ciertamente es alto el número de
145
casos que no especifican su calidad étnica, pero en líneas generales no ofrece ninguna sorpresa la distribución general, en donde una aplastante mayoría de españoles y peninsulares, de más del 50%, habitan el cuartel, sin embargo no es muy pequeño el porcentaje de 13% para el número de indígenas que se concentraban principalmente en los oficios de servidumbre. En cambio es prácticamente similar el número de indígenas mujeres y mestizas que registraban oficio de aquella que no lo hacía, de todas maneras, a pesar de la alta proporción de casos sin especificar apenas el 21.14 de las mujeres trabajaban.
CUADRO 5
POBLACION OCUPADA POR CALIDAD ETNICA SEGÚN SEXO CUARTEL 1 CALIDAD
HOMBRES
MUJERES CON OFICIO
SIN OFICIO
CON OFICIO
TOTAL
%
SIN OFICIO 8 957a
100.00
1 158
4 082
2 323
1 394
230
2 377
1 127
676
4410
49.24
4
70
231
77
382
4.26
79
133
79
34
325
3.63
Indios
386
344
338
111
1 179
13.16
Mestizos
215
326
186
95
822
9 18
17
6
13
4
40
0.45
122
116
19
370
4.13
8
I
31
0.35
33 344
81
0.90
1 317
14.70
TOTAL Españoles Peninsulares Castizos
Negros Mulatos Moriscos
4
113 18
Otras castas
1
40
7
100
655
218
Sin especificar
"Alzate consigna en su suma 8 384 para todo el cuartel como población total, mientras el "Estado General" 9 310 personas.
evidente,
por
este
cuadro,
el
desequilibrio
en
la
relación
hombres/mujeres.
Humboldt hacía notar que en Nueva España en general "los hombres [son] en mayor número que las mujeres"31 y en el caso concreto de dos parroquias de la ciudad de México, el mayor número de hombres sobre mujeres en una proporción general que el creía de 100:97. Sin embargo, Alzate había ajustado sus cómputos a 44 771 hombres por 60 163 mujeres, es decir una diferencia de 15 392 mujeres, mientras que el "Estado general" de Revillagigedo arrojaba una diferencia a favor de las mujeres de 13 804. En ambos cómputos la población femenina representaba el 57.3 y 56.5% de la población total, respectivamente32. Como podrá observarse las cifras del cuartel menor 1 representan exactamente esta diferencia, las mujeres constituyen
11
Alejandro de Humboldt, Ensayo político sobre el Reino de la Nueva, España, México: Editorial Porrúa, 1966, p. 92.
"Véase el "Estado reducido de los habitantes de México empadronados en el año de 1790" de José Antonio de Alzate en este mismo volumen. También Alejandro de Humboldt, Ensayo, ...op. at., p. 92 y Silvia Marina Arrom, Las mujeres ...op. at., p. 129.
146
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Es
el 58.0% de la población del cuartel, cosa que no ocurrió en los cuarteles extremos, 20 y 23 en donde el equilibrio es prácticamente perfecto. Por su parte, el espectro étnico del cuartel 23 es similar en la distribución, pero la presencia española y peninsular ya no significa más del 50.0% de la población total como en el cuartel anterior:
POBLACION OCUPADA POR CALIDAD ETNICA SEGUN SEXO
CUADRO 6
CUARTEL 23
CALIDAD
MUJERES CON OFICIO
HOMBRES
SIN OFICIO
CON OFICIO
SIN OFICIO
TOTAL
%
TOTAL
48
1 112
631
498
2 289a
100.0
Españoles
17
353
263
43
676
29.53
Indios
11
151
1 15
44
321
14.02
Mestizos
6
117
60
37
220
9.61
Castizos
2
37
44
44
127
5.55
Peninsulares
3
63
19
15
i 00
4.37
Mulatos
5
29
11
8
2.32
Moriscos
0
12
6
1
53 19
0.83
Negros
0
0
1
2
3
0.13
Sin especificar
4
350
112
304
770
33.64
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
La cifra consignada por Alzate para este cuartel es de 1872.
En este cuartel el desequilibrio de los sexos es prácticamente inexistente, aunque no podríamos explicar las razones. Pues la aparente evasión de hombres en el centro de la ciudad no es aplicable en este caso, donde la población tampoco es predominantemente indígena. De todas formas, las mujeres con empleo apenas significaban el 2.1% del total, mientras la proporción de hombres con oficio o sin él era apenas favorable a los primeros, pero que en conjunto en el caso de los españoles representaban el doble de la presencia indígena y el triple de la de los mestizos. Sin duda la presencia de la iglesia y de los artesanos era fuerte en este cuartel y los españoles desempeñaron oficios relacionados con estos campos. En general el cuadro siguiente define la participación de cada grupo socioétnico en el sector artesanal:
147
CUADRO 7
DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS ARTESANOS POR GRUPO SOCIOÉTNICO CUARTEL 1
%
ARTESANOS
CALIDAD TOTAL
647
100.00
Españoles
327
50.54
Indios
126
19.47
Mestizos
67
10.36
Castizos
39
Peninsulares
19
6.03 2.94
Mulatos
17 7
2.63 1.08
45
6.95
Castas Sin especificar
El resultado era de esperarse; la presencia española rebasa el 50.0% de la muestra de 647 artesanos entre maestros, oficiales y aprendices, pero no es desestimable el porcentaje de los otros grupos seguramente vinculados a la estructura formal o informal como oficiales o aprendices, cuando los indios apenas representaban el
19.5%.
Por otra parte, la escasa
presencia de peninsulares confirma la poca preferencia de este grupo por este tipo de oficios. Resulta importante destacar que el grueso de este conjunto, el 54.0%, se ubica entre los 8 y los 30 años de edad, es decir se trataba de una población lo suficientemente joven, lo cual permite ir cambiando esa idea de que la población de la ciudad de México era básicamente
Si analizamos a los artesanos por oficio, por lo menos los principales, tendremos una representación similar de todo lo que venimos exponiendo. En el caso de los sastres, el 66.0% eran
españoles,
mientras que eran
pocos los sastres mestizos (9), castizos (9), indios (5),
mulatos (3), castas (2), y apenas se registró 1 peninsular y 1 morisco. De estos 118, las cohortes centrales de 21 a 40 años eran las más representativas. En el caso de los plateros el predominio
de
los
españoles
era
absoluto,
con
el
84.0%
a
favor
de ellos, pues sólo
había 2 peninsulares y 2 indígenas con este oficio. No tan pronunciada, pero esta era también la situación de los carpinteros, lo que no sucedía con el trabajador no vinculado con un oficio tradicional como eran los anteriores, sino más bien como fuerza de trabajo de una panadería; aquí los trabajadores eran casi todos indios (76.0%) y el resto eran españoles, mestizos, mulatos y castizos. Evidentemente no había panaderos peninsulares.
148
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
vieja.
Como una referencia que puede arrojar más luz acerca de la calidad de los artesanos de la ciudad y su expresión espacial heterogénea podemos citar lo que sucedía en los cuarteles 8 y 15. En el caso del primero el 90.2% era indio, mulatos el 5.5% y el resto moriscos y lobos. En el caso del cuartel
15, sucedía todo lo contrario, el 64.8% estaba representado por
españoles peninsulares con 10.4%, mestizos el
13.8% e indígenas con apenas el 9.6 por
ciento33. Por su parte, el cuartel 20 presentaba la siguiente distribución étnica de la población que registraba oficios:
POBLACION OCUPADA POR CALIDAD ETNICA SEGUN SEXO
CUADRO 8
CUARTEL 20
CALIDAD
MUJERES CON OFICIO
TOTAL
0
Indios
0
Españoles
o
Mestizos
HOMBRES
SIN OFICIO 1 110
CON OFICIO
SIN OFICIO
TOTAL 2 178"
% 100.00
563
505
195
63
64
322
14.78
86
46
13
145
6.66
o
62
41
10
113
5.19
Mulatos
o
4
7
0
11
0.51
Castizos
o
1
7
1
9
0.41
Moriscos
o
2
2
0
4
0.18
Peninsulares
o
0
0
1
1
0.05
Sin especificar
o
760
397
416
573
72.22
Alzate consignaba 2 138 personas.
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
En este cuartel tampoco hay desequilibrio entre sexos: 1 068 hombres contra 1
110
mujeres. Por otra parte, el panorama étnico de este cuartel es acentuadamente indio y mestizo, pues los españoles apenas representaban el 6.7% del total, pero sin duda lo más relevante es la ausencia de mujeres con oficio alguno. No es posible pensar en una situación así, simplemente 1110 mujeres no registraron afirmativamente, aunque sepamos que normalmente fue el sector masculino el más reacio a consignar su trabajo por miedo a la tributación y al impuesto. El registro de este cuartel, sin duda, tiene muchos problemas, pues de 2 178 personas 1 573, o sea el 72.2% no tenía registro de su calidad y sólo 563 ó el 25.8% consignan oficio. Es posible también que las mujeres indígenas que no registran ocupación no la tuvieran, muchas de ellas desarrollaban trabajo doméstico o podían ayudar a sus maridos a recoger zacate. De todas formas, es muy baja la muestra para sacar conclusiones definitivas. Sin embargo,
puede
"AHEM, Padrones, C. De Méx., Cuartel 8, 1790, volumen 2, exp. 2, f. 12 y C. De Méx., Cuartel 15, 1790, volumen 3, exp. 5, f. 7.
149
presumirse que en general, tomando el cómputo total de la población de la ciudad —dado el predominio de los cuarteles centrales—, las "actividades artesanales eran compartidas por las diferentes etnias en proporción a su número en la ciudad"34, aunque tratándose del sector femenino esta regla no parece muy adecuada.
Pero es posible también explorar otras posibilidades, ya que pueden ayudarnos a explicar lo que en realidad pasaba con los oficios en el conjunto de los cuarteles analizados. En el caso del cuartel 20, si analizamos la pirámide de edad, resulta que de las 1 616 personas que no declaran su oficio, el 48.8% corresponde a menores cuya edad fluctuaba entre 0 y 15 años, por tanto su ingreso al mercado laboral y el simple hecho de decir que tenía un oficio era prematuro, seguramente se trataba de aprendices. Habla también de una pirámide cargada a la infancia y la adolescencia, es decir de una población más bien joven, al revés de lo que comúnmente
hemos creído sobre esa población vieja que pululaba por la ciudad.
En el
cuartel 1, las cohortes que no especifican empleo de forma importante corresponden a las edades 0-5, 6-10 y 11-15, pues significaban el 38.8% del total de personas sin oficio. En el Cuartel 23, por su parte, correspondían al 46.0%. Lo anterior no quiere decir que toda la población entre los 7 y 15 años no registrara oficio; en el Cuartel 1 el 10.0% de la población con oficio eran de esta edad
y en el 20 sólo el 4.0%, mientras en el 23 significaba casi el
5.0%. Es decir la tendencia fue que el oficio, y eventualmente el empleo, se daban de manera
De todas formas, resalta la alta proporción de mujeres, particularmente campesinas que llegaban a la ciudad a incorporarse al servicio doméstico, mientras los hombres se iban de arrieros o a buscar trabajo en las minas, o ingresaban a la propia ciudad a engrosar espacios periféricos como el cuartel 20 en donde encontraban oficios ligados con la agricultura o la pesca. En el caso femenino, la cifra sobre mujeres incorporadas a la actividad laboral en 1811 bordeaba las 20 500, cifra considerable que posiblemente estaba en relación a la población masculina —que seguramente mantenía el mismo índice de masculinidad de 1790— que en la ciudad era de 79:100 hombres/ mujeres35.
34
Jorge González Angulo, Artesanado y ciudad, ...op. at., p. 153. Silvia Marina Arrom, Las mupes de la ciudad de México, 1790-1857. México: Siglo XXI editores, 1985, pp. 131 y 196.
vs
150
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
más generalizada a partir de los 18 años.
LOS OFICIOS Y EL ESTADO MARITAL
No existe ninguna estimación particular por cuartel de la estructura laboral de la ciudad de México, es hasta ahora cuando hemos podido estudiar tres de los 32 cuarteles menores y ofrecer un panorama más detallado del trabajo. Ciertamente el Cuartel 1 es donde se concentra la parte más tradicional de la ciudad y sus estructuras son también las más viejas y consistentes, también pueden ser las más reacias al cambio, pero que finalmente revelan lo que pudo haber ocurrido en espacios similares, distintos a los periféricos, más movibles y dinámicos. En el
Cuartel 1,
sobre el total de personas registradas,
8 9 5736, eran jefes de familia
1 856, de los cuales 1 237 eran hombres y 619 mujeres. Del total 735 jefes de familia no especifican oficio, correspondiendo la mayoría a 570 mujeres y 165 hombres, mientras que de los 1 121 que especifican oficio, 1 072 eran hombres y 49 mujeres.
HOMBRES QUE REGISTRARON OFICIO
CUADRO 9
SEGÚN ESTADO CIVIL CUARTEL I
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
ESTADO CIVIL
TOTAL
CON OFICIO
SIN OFICIO
TOTAL
1 237
1 072
165
Casados
935
824
111
Solteros
171
144
27
Viudos
111
88
23
Sin especificar
20
16
4
Es decir, el 86.6% tenía oficio y sólo el 13.4% de los jefes de familia no registraban oficio alguno. Cabe destacar que es relativamente alto el número de solteros que fungen como jefes de familia sobre viudos, cuando en el caso de las mujeres justamente la pirámide se invierte, constituyendo las viudas el 68.2% de la población del cuartel.
CUADRO 10
MUJERES QUE REGISTRARON OFICIO SEGÚN ESTADO CIVIL CUARTEL 1 ESTADO CIVIL
TOTAL
CON OFICIO
SIN OFICIO
TOTAL
619
49
570
Viudas
422
31
391
Solteras
133 57
13
120
5
52
7
0
7
Casadas Sin especificar
^El Censo consigna 9 310 personas y Alzate que ajustó sus cifras, 8 384.
151
A pesar de que el número de viudas es de 422, de éstas sólo 31 registran oficio, las solteras eran 13 y apenas cinco casadas trabajaban. El porcentaje de mujeres con oficio era de apenas 7.9 por ciento. ¿Qué sucedía en uno de los extremos de la ciudad, en el cuartel 20? Aquí, de un total de 2 179 personas, 529 son jefes de familia, 461 hombres y 68 mujeres. De éstos 120 jefes de familia no especifican oficio, desagregados en 68 mujeres y 52 hombres, mientras que 409 jefes de familia especifican oficio, todos hombres. De las 68 mujeres jefes de familia ninguna registró oficio, raro, puesto que la mayoría (58) eran viudas, seis casadas y tres solteras. En el caso de los 461 hombres, su composición marital era la siguiente:
HOMBRES QUE REGISTRARON OFICIO
CUADRO 11
SEGÚN ESTADO CIVIL CUARTEL 20 ESTADO CIVIL
HOMBRES
CON OFICIO
SIN OFICIO
TOTAL
461
409
52
Casados
436
388
48
Viudos
19
15
4
Solteros
3
3-
Sin especificar
3
3-
En principio resulta bajo el número de viudos en relación al Cuartel 1, pues es de
de jefes de familia con oficio era mayor, pues lo registraron 88.7% y sólo 11.3% no lo hicieron. Como es evidente, estamos suponiendo que no necesariamente quienes registraron oficio estaban empleados y quienes no lo hicieron estaban, a su vez, desempleados. Otra característica diferente del cuartel 20 en relación al número 1 es también el bajo número de solteros jefes de familia, de los cuales todos registraron oficio. Hacia el poniente de la ciudad, en el Cuartel 23 de un total de 2 289 personas censadas había 508 jefes
de
familia,
de
los
cuales
159
eran
mujeres
y
349
eran
hombres.
Se
contabilizaban 183 jefes de familia que no especificaron oficio, 150 mujeres y 33 hombres. Con oficio eran 325; siendo 316 hombres y 9 mujeres. En el caso de las 159 mujeres, el número de las que registran oficio es muy bajo, pero si bien las mujeres viudas son la mayoría, no hay una gran diferencia en el trabajo en relación a solteras o casadas:
152
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
apenas 4.1%, mientras que en el central era de 9.0%. Pero en este cuartel periférico, el número
MUJERES QUE REGISTRAN OFICIO SEGÚN ESTADO CIVIL
CUADRO 12
CUARTEL 23 ESTADO CIVIL
TOTAL
CON OFICIO
SIN OFICIO
TOTAL
159
9
150
Viudas
116
4
112
Casadas
23
2
21
Soltera
18
3
15
2
0
2
Sin especificar Nota: todas eran caseras
Los hombres, por su parte, 349 tenían oficio, predominando los casados sobre viudos y solteros.
HOMBRES QUE REGISTRAN OFICIO SEGÚN ESTADO CIVIL
CUADRO 13
CUARTEL 23 ESTADO CIVIL
TOTAL
CON OFICIO
SIN OFICIO
TOTAL
349
316
33
Casados
326
299
27
Viudos
15
10
5
Soltero
8
7
1
Sin especificar
0
0
0
De estos 349, sólo el 9.5% no registraba oficio, mientras en el Cuartel número 1 este porcentaje subía al
13.3% y al
11.0% en el
número 20.
¿Estas diferencias tenían una
explicación en la localización interna de las unidades productivas?
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
En
total
el
número
de jefes
de
familia que
registraron
oficio
en
los
cuarteles
periféricos fue parecido, 529 en el 20 y 508 en el 23, pero mientras en el primero ninguna mujer tenía oficio en éste llegaban a 9, o sea el 6% del total de jefes de familia.
LA COMPOSICIÓN DE LOS OFICIOS POR CUARTEL
El panorama cambia por lo menos cuantitativamente en relación a los jefes de familia, pues ya en un análisis más abierto varios miembros de una misma familia pueden tener oficio, por lo mismo los cómputos cambian. En total el cuartel 1 aparecen 2 323 hombres con oficio y 1 121 sin él, mientras sin especificar oficio se registran 1 394 hombres y 4 082 mujeres, es decir 3 444 tenían oficio, es decir el 70.0% de las mujeres no trabajaban por el 24 de hombres.
153
De las mujeres que trabajaban, de 15 años para adelante, que suman 1 073 las ocupaciones registradas, de acuerdo a su número y particularidad, eran las siguientes:
ESTRUCTURA OCUPACIONAL
CUADRO 14
DE LAS MUJERES CUARTEL 1 OFICIO O PROFESION TOTAL
MUJERES 1 073
Académicas Administradoras Empleadas Religiosas Empleadas domésticas Comerciantes
7 143 60 784 10
Costureras
15
Caseras
20
Molenderas Otras Panaderas y pasteleras
7 17 9
Destacan, sin duda, las empleadas domésticas. De éstas, cocineras y recamareras representaban los números más importantes con 270 y 173, respectivamente, seguidas por criadas de conventos que sumaban nada menos que 69 y 88 criadas en general; las chichiguas o nodrizas y las amas de llaves no eran pocas, pues sumaban 44 y 27. Las demás ocupaban oficios reducidos 10 lavanderas, 5 sirvientas, 6 pilmamas, 8 ayudantes, 6 criadoras de niños, 5 damas de compañía,37 y 1 cuidadora de adultos.
costureras y 20 caseras. Entre las primeras se incorporaron en ese segmento principalmente las administradoras, estanquilleras, cajera, alguna empleada del Virreinato. Las caseras, en cambio, eran las encargadas de administrar la casa o vecindad. Destaca también en este conjunto la abogada, por su presencia solitaria. Cabe resaltar la gran cantidad de mujeres empleadas en el servicio doméstico que sumaban 784, a las que si añadimos los 271 hombres ligados al mismo sector, obtendríamos un total de 1 055. Es evidente que se trata de un sector de la ciudad de alto estatus y que por lo mismo disponía de un crecido número de servidumbre. No es este el cuartel de las costureras
37
Una mujer figuraba como "ama de asistencia" que fue incorporada a este grupo.
154
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Como oficios más frecuentes figuran, exceptuando a las religiosas, 143 empleadas 15
y las cigarreras como lo fue su vecino, el cuartel 2, perteneciente a la parroquia de Santa Catarina38, pero como en éste el número de chichiguas y nodrizas no es desestimable. ¿Qué significan estas cifras en el contexto de otras referidas para otros años? Para obtener una respuesta, en principio el cuadro siguiente ubica nuestras estimaciones entre las obtenidas por Arnold para 1777 y 1793:
SERVIDORAS DOMÉSTICAS POR CASA
CUADRO 15
1777 Y 1793 NUMERO DE
1777
SERVIDORAS
TOTAL
1793
PORCENTAJE
TOTAL
PORCENTAJE
TOTAL
566
lOOTO
486
ÍOO
Ninguno
410
72.5
287
59.0
Una
60
10.6
92
18.9
Dos
37
6.5
46
9.5
Tres
20
3.5
30
6.2
Cuatro o más
39
6.9
31
6.4
Fuente: Linda Arnold, "Sobre la deducción de evidencia"...art. cit.. p. 99.
El porcentaje de casas que no contaba con servicio doméstico disminuyó entre 1777 y 1793, es decir, cada vez más las personas contaron con este servicio al caer el siglo: el 10.6% que contaron con una empleada en 1777 subió al 18.9%, mientras que aquellos que tuvieron dos servidoras, de 6.5%, pasaron a 9.5% en 1793, incluso aquellas casas que contaban con 3 servidoras de 3.5% se incrementaron a 6.2% por "grupo de casa", duplicando el de 1777.
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Estos porcentajes se verían incrementados si se ajustara la muestra de 1777 con la de 1793. Todo hace pensar que es correcta la apreciación de que hacia 1790 se había extendido el sector doméstico a costa seguramente, de ese conocido movimiento de atracción de la ciudad de México. ¿Qué significado tienen estas cifras? En principio el disponer de este tipo de servicio
tenía
mucho
que
ver
con
una
mayor
cantidad
de
recursos
económicos
para
mantenerlo y luego con cuestiones de estatus, pero la conclusión más importante es que el número de mujeres empleadas en este cuartel de un universo de 8 957 personas censadas es de apenas el
12.0% y casi todas en el servicio doméstico. Por lo menos en este cuartel la
participación de la mujer era marginal. Tal vez sucedía lo que comenta Arrom de que la mayoría de las mujeres identificadas en su muestra entre 1753 y 1811 eran de clase baja, "porque no trabajar era un signo de estatus para las mujeres mexicanas. Coser para la propia
^8Juan Javier Pescador, De bautizados y fieles difuntos ...op. at., pp. 212-213.
155
familia era admirable, pero 'coser lo ajeno' era degradante"39. Las 4 082 mujeres desocupadas así lo atestiguan. En cambio la composición de oficios del sector masculino es mucho más compleja, pues alcanza cerca de registrados
de
15
500 ocupaciones en las más distintas variedades.
años
en
adelante,
mozos,
lacayos,
criados,
De
cocineros,
los 2
pajes,
102 hasta
mandaderos, sumaban 271. De éstos hemos reunido a 186, para quienes se especifica la información y
se precisa que
148
o el
79.6% eran solteros,
27
casados y
11
viudos.
Evidentemente 139 vivían como criados, otros 39 como agregados a las casas donde servían, 1 era hijo y 3 fungían como jefes de familia independientes. Como rasgo distintivo si bien se encontró que el rango de edad de 12 iba de 7 a 10 años, 45 o el 30.4% tenían entre los 11 y los 15 años, 67 (45.3%) entre los 16 y los 20 años. De esta última edad el número empezó a bajar, pues 27 se encontraban entre los 21 y 25 años, 22 entre los 26 y 30 y de allí el número de mozos con edades sobre los 30 decrecía más acentuadamente. Como éstos, los lacayos eran gente joven, el 78.7% tenía una edad que fluctuaba entre los 21 y los 25 años y el 79.6% de 44 registrados 35, eran solteros. Por su parte los que estaban ligados a actividades comerciales eran 190; entre 101 cajeros que
constituían el
mayor número
24
corredores,
12
viandantes,
23
tenderos
y
almaceneros, 3 arrieros, 4 funcionarios del Consulado, 2 mercaderes y 6 vendedores de diverso tipo y otros menores en número. La información reunida para 174 de ellos, muestra,
tanto únicamente 14 aparecen como jefes de familia, 2 son hijos, 65 agregados, 13 aparecen como empleados, 1 como familiar, y 9 no especifican su parentesco. La mayoría de estos cajeros era gente joven, de 73 sus edades fluctuaban entre 16 y 30 años, 13 tenían entre 31 y 35 años, otros 13 iban de 36 a 60 y sólo 1 pasaba de esta última edad. En cambio de 69 comerciantes que especifican edad, parentesco y estado civil, 40 figuraban como casados, 23 solteros y 6 viudos y de los cuales la mayoría eran jefes de familia (53), 6 eran hijos, otros 6 familiares y 4 agregados a la casa. A la inversa de los cajeros, la edad de estos comerciantes fluctuaba entre los 31 y 50 años, 10 tenían entre 51 y 60 y sólo 6 pasaban de los 60 años. Pero al contrario de lo que se podría pensar, estos cajeros y los comerciantes en general no habían nacido todos, ni siquiera su mayoría en España, por el contrario, el 49% dijo haber nacido en
39
Silvia Marina Arrom, Las mujeres de la andad de México, 1790-1857. México, Siglo XXI Editores, 1988, p. 197.
156
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
particularmente que de 97 cajeros el 84.5% eran solteros, sólo 12 eran casados y 3 viudos. Por
la ciudad de México y el 29% registró un origen peninsular. Por su parte indios, mestizos y castizos dijeron ser comerciantes el 13 por ciento. El origen del cajero puede estar en la vieja costumbre de los comerciantes importantes, por lo general miembros del Consulado, al traer a parientes jóvenes de España para integrarlos a sus propios negocios, mientras sus hijos se convertían en sacerdotes o abogados40. El cajero era
en
general
cualquier
persona
de
ventas
o
administrativo
de
una
casa
comercial
independientemente de su rango, aunque no hay que confundirlos con el llamado "Cajero mayor" que era un administrador a sueldo de la firma. Subordinados a él podían estar uno, dos o tres cajeros. Sin ninguna especificación su denominación implicaba pertenencia a cualquier establecimiento comercial, aparte del propietario y podía ser "socio administrador, sobrino del propietario o solamente un empleado del mostrador con limitado campo de expansión y progreso41. En el caso de nuestros cajeros, siendo en su mayoría solteros, es claro que vivían con familiares casados o no. Esta juventud y la soltería eran también rasgos distintivos de los cajeros de Guanajuato, así como su gran número, pues aproximadamente la mitad de los 314 peninsulares radicados allí, desempeñaban tales funciones42. Por supuesto, los miembros de la iglesia eran también muy visibles, pues alcanzaban a ser 154 entre 48 religiosos profesos, 25 presbíteros, 37 clérigos, 8 diáconos, 9 subdiáconos, 8 sacristanes, 5 novicios, 3 legos, 5 capellanes, apuntadores de coro, monaguillo y ayudantes y 6 funcionarios de la Iglesia y la Inquisición. De los religiosos profesos, sólo 1 tenía entre 21 y
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
25 años, seis se ubicaban entre los 26 y 30 y 20 entre los 46 y 55 años. Más que en cualquier profesión y oficio, 8 tenían más de 60 años. Los
funcionarios
representantes.
En
este
públicos cuartel
sobrepasaban
radicaban
desde
a los
los
anteriores,
escribanos
contaban
públicos
(39)
con hasta
180 los
empleados de las diversas dependencias: Virreinato, Casa de Moneda, Tabaco, Milicia, Real Audiencia, Acordada, Temporalidades, Pólvora, Real Aduana, etc. Como lo muestra el cuadro siguiente la mayoría eran españoles y peninsulares:
40
Christiana Renace Borchart de Moreno, Los mercaderes y el capitalismo en México (1759-1778), México, Fondo de Cultura Económica, 1984, p. 227.
41
John E. Kicza, Empresarios coloniales. Familias y negocios en la ciudad, de México durante los barbones. México, Fondo de Cultura Económica, 1986, p. 153. David Brading, Mineros y comerciantes en el México borbónico (1763-1810), México: Fondo de Cultura Económica, 1975,
42
pp. 338-339.
157
CALIDAD DE LOS FUNCIONARIOS
CUADRO 16
CUARTEL 1 CALIDAD
FUNCIONARIOS
%
TOTAL
180
100.00
Españoles
121
67.22
38
21.11
Mestizos
3
1.67
Indios
2
1.11
Castizos
2
1.11
Negros
1
0.56
Mulatos
0
0
Castas
0
0
Moriscos
0
0
13
7.22
Peninsulares
Sin especificar
De este grupo, 180 registran calidad y edad. En el primer caso el 67.2% dijo ser español y el 21.1% peninsular. En el segundo caso, la mayoría se concentraba en una etapa de mayor edad que los comerciantes y artesanos, pues el 68.0% tenía más de 31 años. En cuanto a su lugar de origen, sorprende que la mayoría no fuera española.
LUGAR DE ORIGEN DE LOS FUNCIONARIOS
CUADRO 17
CUARTEL 1 FUNCIONARIOS
TOTAL
%
180
100.00
79
43.89
Vizcaya
6
3.33
Puebla
4
2.22
Otros
71
39.45
Sin especificar
20
11.11
Ciudad de México
Un grupo que destaca en este universo es el de los plateros que en total sumaban 61, de los cuales los datos nos hablan sólo de 57 de ellos. Por ejemplo, aparecen 35 como casados y 16 como solteros; seis eran viudos. De 60 de ellos 43 eran jefes de familia, 12 eran hijos, 2 familiares y 3 agregados. Para 1790, la mayor parte de éstos (54.1%) se encontraba entre los 16 y los 30 años (33). Un buen número (7) se concentraba entre los 36 y 40 años y sólo 2 pasaban de los 60 años. Los restantes estaban en edades intermedias, aunque 1 del total de 11 a 15 años estaba registrado ya como platero, seguramente aprendiz. Eran, como dice Kicza, fabricantes pequeños y
procesadores de bajo
nivel,
principalmente
españoles, pero con
presencia de peninsulares a quienes la movilidad social no se les presentaba de manera rápida43.
43
John E. Kicza, Empresarios coloniales ...op. at., p. 230.
158
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
LUGAR DE ORIGEN
Entre los grupos de artesanos, destacaban los sastres, que eran numerosísimos para radicar en un sólo cuartel -sólo comparable con aquellos que radicaban en el cuartel vecino, el número 5-, pues como tales aparecen registradas 112 personas y 1 oficial. El 63.0% estaba casado o unido, 31 eran solteros y 7 viudos. Por lo mismo 66.0% fungían como jefes de familia, 13.0% eran hijos y el 7.0% vivía como agregado, seguramente en su calidad oficial. Como era de esperarse, las edades fluctuaban entre los 11 y los 40 años; la cohorte más numerosa es la de 36 a 40 que estaba formada por el "Relación
de
tratos
y
establecimientos
mercantiles",
17.0% de los sastres. En 1794 la registraba
aún
109
oficiales
que
trabajaban en 13 sastrerías, es decir, un promedio de 8 trabajadores44. Los cigarreros eran 91, de los cuales 52.0% eran casados, 25.0% solteros y 8.0% viudos; el 25.0% tenía entre 11 y 20 años de edad, mientras el 41.0% fluctuaba entre los 21 y 30 años. Esta es la parte más ancha de la pirámide, luego entre el 8.2% y el 2.0% transcurren los restantes entre los 31 y los 60 años. Lo interesante en estos cigarreros es que el 37.0% tiene agregados. A estos habría que añadir 12 recortadores y envolvedores de la fábrica. En términos de edad, era tal vez el grupo más joven, pues se concentraban entre los 11 y los 30 años. Por su parte, los carpinteros eran más viejos, el 51% fluctuaba entre los 26 y los 40 años, seguramente eran artesanos mejor establecidos que los cigarreros, quienes siempre estaban asociados a la fábrica de tabaco de la ciudad, pero como éstos también tenían un alto
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
porcentaje de agregados, como los tenían los 30 zapateros registrados en el cuartel quienes tampoco eran jóvenes, pues el grueso se ubicaba entre los 31
y los 40 años de edad,
albañiles 29; los ligados a la industria del pan eran 121, los pintores eran 22, los barberos 17, aguadores
14, peluqueros
14, así como los confiteros.
En cambio eran muy pocos los
vinculados a la industria textil (42), destacaban los bordadores quienes sumaban 13. No era este cuartel, como es obvio, el mejor espacio para el tejedor, y el hilador o hiladora. Su corto número —de un total "Relación" de
de 3
169 artesanos dedicados al trabajo textil
que registraba la
17884r\— indica en un espacio segregado para un tipo de oficio de más
tradición, a pesar de la gran masa de artesanos radicados en esta demarcación, importante en
44
AGNM, Bienes nacionales, leg. 101. "^Manuel Mino Grijalva, Obrajes y tejedores de Nueva España, 1700.1810. México, El Colegio de México, 1998, p. 136.
159
términos de la densidad del cuartel, pero no lo suficientemente amplia para competir con los cerca de 1 000 empleados domésticos registrados entre hombres y mujeres. En los servicios de transporte destacaban 80 cocheros, de los cuales el 75% se ubicaba entre los 21 y los 40 años y, como rasgo particular, el 68% tenía agregados, familiares o no familiares. El comportamiento de agregación muy tradicional en el mundo artesanal —como en el comercial— era un distintivo de esta parte de la ciudad. El lugar de origen de los artesanos muestra una permanencia y estabilidad respaldada por esa gran mayoría originaria de la propia ciudad, como lo muestra el cuadro siguiente:
LUGAR DE ORIGEN DE LOS ARTESANOS
CUADRO 18
CUARTEL 1 LUGAR DE ORIGEN
ARTESANOS
%
TOTAL
647
100.00
Ciudad de México
368
56.88
Puebla
38
5.87
Toluca
11
1.70
Querétaro
8
1.24
Real del Monte
8
1.24
Oaxaca
7
1.08
Actopa
5
0.77
Chalco
4
0.62
104
16.07
94
14.53
Otros Sin especificar
un cuartel central de mayor antigüedad, su población sea permanente, por lo menos más que aquella de los cuarteles extremos. Por otra parte, los lugares de donde provino parte de la población migrante, era de las zonas aledañas a la ciudad, con excepción de los 7 oaxaqueños.
Según el "Estado General" de 1794, en el cuartel número 1 se registraron 160 talleres públicos46, es decir reunía el 1.0% de los 1 555 registrados para entonces. Si bien el número de sastrerías es importante, destacaron también cererías, velerías, confiterías, biszcocherías y melerías. Evidentemente tuvieron los talleres públicos una fuerte presencia en el cuartel, que albergó, además, religiosos, comerciantes y funcionarios, en torno a los que pulularon mozos y sirvientes.
46
Jorge González Angulo, Artesanado y ciudad... op. cit., p. 94.
160
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
No hay una indicación de una acentuada migración, aunque es obvio que tratándose de
En
general,
el
grupo
de
comerciantes
(9.0%),
sirvientes
y
criados
(12.9%),
funcionarios (7.8%), eclesiásticos (7.3%) y una parte de ese extenso grupo de artesanos (28.6%), sumaban las 1 462 personas de un conjunto de 2 102 que especificaban oficio. El restante 33.6% estaba constituido por una gran cantidad de productores dedicados a la sillería, tocinería, talabartería; eran veleros, botoneros, encuadernadores, armeros, maestros, etc. Por supuesto, aquí vivían también los mineros más ricos, los hacendados o "dueños de fincas" que son
pocos
cuantitativamente
hablando,
pero
que
con
los
comerciantes
y
funcionarios,
reunieron tras sí una cuota importante del poder de la ciudad. ¿Qué pasaba en la denominada periferia? En el cuartel 20, de los 550 hombres de 15 años y más que registraron ocupación de un total de 563, prácticamente todos estaban empleados, pero muchos tenían ocupaciones agrícolas, sobre todo en la obtención de zacate, el mayor número de ellos figuraban como zacateros (105) que representaban el 18.6%. La mayor parte, como indica el resumen del anexo 1, eran jornaleros. De estos zacateros más del 70% estaban casados y de ellos el 74% aparece como jefe de familia, pero al contrario de lo que sucedía en el cuartel 1 ninguno tenía agregados y un alto porcentaje, el 16% eran parejas sin hijos;
luego seguían en número aquellos dedicados al trabajo de
la piel como
los
zapateros, de los cuales el 67% estaba casado, sólo 8 estaban solteros y 9 eran viudos. También
se comportaban de manera distinta a los artesanos del cuartel
1
al
no tener
agregados, eran parejas sin hijos o familias cerradas, apenas hay dos casos de jefes con
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
agregados.
161
EDAD DE LOS ARTESANOS
CUADRO 19
CUARTEL 20 EDADES
ARTESANOS
TOTAL
%
425
TOthO
1
0.2
11 a 15
20
4.7
16 a 20
73
17.2
21 a 25
49
11.5
26 a 30
85
20.0
31 a 35
30
7.1
36 a 40
62
14.6
41 a 45
18
4.2
46 a 50
32
7.5
51 a 55
16
3.8
55 a 60
20
4.7
más de 60
19
4.5
8 a 10
Con relación a la edad el cuadro 16 muestra que hay cuatro cohortes perfectamente definidas: la de 16 a 20 años que reúne 17.2%, la de 26 a 30 donde radica el 20.0%, la de 36 a 40 que tiene el 14.6% y de 46 a 50 años que representa el 7.5%. Ciertamente, los "artesanos" de 8 y 15 años son aprendices, pero están ya dentro de la estructura gremial. Por otra parte, la mayoría de los que registró calidad -apenas el 20%- el 10% dijeron
tributarios, y junto al 19, eran los que registraban el mayor número de jornaleros, es decir, gente que trabajaba libremente por un salario (véase el anexo 1) y que no estaba adscrito a la corporación gremial.
CALIDAD DE LOS ARTESANOS
CUADRO 20
CUARTEL 20 CALIDAD TOTAL
%
407
100.00
Indios
41
10.07
Criollos
18
4.42
Mestizos
18
4.42
Castizos
3
0.74
Mulatos
3
0.74
324
79.61
Sin especificar
162
ARTESANOS
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
ser indios y el 8% españoles y mestizos. Era también el cuartel con mayor número de
Con relación a la edad, el 54% —de 407 que la registraron— se ubicaba entre los 11 y los 30 años, aunque entre los 36 y 40 años aparece un buen porcentaje de 15. Sin embargo, como en los demás cuarteles, la mayoría de los artesanos de este cuartel era de la misma ciudad de México, entre los pocos que registraron el origen.
Según el mencionado "Estado" de 1794 este cuartel tenía únicamente 22 talleres47, muy pocos para albergar a toda la población trabajadora, pero muchos de ellos debieron pertenecer, entre otros, a artesanos ligados al trabajo del cuero como curtidores, gamuceros y badaneros que sumaban 91 y tenían las mismas características que los anteriores, casados la mayoría, con pocos o ningún agregado familiar y de edades repartidas a lo largo de la pirámide. Pero además de éstos constan numerosas personas como los 44 botoneros que representaban el 8.0% de la población ocupada; 31 hortelanos (5.6%), 25 pescadores (4.5%) y 22 dedicados a actividades textiles (4.0%). A éstos tendríamos que agregar 11
artesanos
dedicados a la carpintería y a 8 más que se dedicaban a la producción del pan. Hortelanos eran 31,3 pintores y 7 músicos que también tenían presencia. En general sumaban 407, es decir 77.6% de la población del cuartel que registró oficio y como los anteriores la mayoría eran casados y pocos reconocían tener agregados en sus casas. Por su parte los miembros de la iglesia se reducían al vicario de la parroquia, el presbítero, el sacristán, el diácono y un
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
cura. No había a quien servir -pues constan sólo 2 sirvientes- ni a quien hacer ropa con 2 sastres.
Era un cuartel de cargadores, albañiles, tocineros y triperos, veleros, aguadores,
herreros. Había un barbero para el cuartel y un maestro de escuela. La ocupación o el oficio mucho
habla ya de
su composición étnica,
pero aquí
las mujeres no trabajaban o
no
registraban su actividad y no sabemos por qué. Por el lado norponiente, en el cuartel 23, de las pocas mujeres que registraron su oficio, 42, se muestra su composición en el cuadro siguiente:
47
Id, p. 94.
163
CUADRO 21
DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LAS MUJERES OCUPADAS CUARTEL 23 OFICIOS
MUJERES
%
TOTAL
42
100.0
Caseras
26
61.9
Criadas
5
11.9
Sirvientas de convento
3
7.1
Enfermeras
3
7.1
Esclavas
2
Moza
4.8 2.4
Pintora
2.4
Miga
2.4
El cuadro es por demás evidente, la mayoría era "casera", administradora o estaba dedicada a actividades de su casa, como dueña de la casa y parte de ella; pues pocas familias tenían "criadas". La pintora que aparece en el cuadro, seguramente tenía una actividad ligada con la iglesia o convento y la "miga" con la enseñanza. Tampoco en este cuartel las mujeres ocupan un lugar importante en la esfera del trabajo. En cambio, de los 580 hombres mayores de 15 años que especifican oficio de un total de 631, unos 93 (16.0%) estaban dedicados a la fabricación de cigarros; 89 (15.3%) eran parte del Convento, pues en ese cuartel estaban ubicados la Iglesia y convento de San Juan de Dios; albañiles eran 60 (10.3%); constan 29 zapateros (5.0%) 7 sastres y 23 oficiales (5.2%). También está representado el trabajo textil con 25 artesanos entre maestros y oficiales. Dedicados al comercio había 22 personas (3.8%)
Como no fueron en los otros cuarteles analizados, aquí son importantes los lozeros que eran 18 más un oficial (3.3%). Apenas había 15 sirvientes (2.6%), de los cuales 6 eran cocineros seguramente del Convento y 25 (4.3%) se dedicaban a la preparación de alimentos, como carne, tocino, pulque, dulces y pan. Estos grupos conformaban el 70% de la población que registraba oficio. Se observa en los registros la presencia gremial como no lo era en los otros, pues aquí los maestros se apuntaban como maestros: el "maestro de carpintero" o el "maestro hilador" o el "maestro cantero", de la misma forma consta el "oficial de pintor", "oficial de tejedor", "oficial de zapatero". De éstos muchos debieron tener su taller propio, aunque el "Estado" de 1794 sólo registra, como sucedió en el 20, únicamente 22 talleres, es obvio que la mayoría de la población trabajaba en la fábrica de cigarrillos, el Convento y la Iglesia y en obras o trabajos independientes.
164
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
entre corredores, baratilleros, cajeros, arrieros, mercaderes y comerciantes.
CALIDAD ÉTNICA DE LOS ARTESANOS
CUADRO 22
CUARTEL 23 CALIDAD
ARTESANOS
TOTAL
%
126
100.0
Españoles
58
46.0
Indios
22
17.5
Mestizos
19
15.1
Castizos
12
9.5
Mulatos
3
2.4
Moriscos
3
2.4
Peninsulares
0
0.00
Castas
0
0.00
Negros
0
0.00
Sin especificar
9
7.1
De todas formas, el 46.0% del total de artesanos eran españoles, 24.6% eran mestizos o castizos y un 17.5% eran indios. En relación a la edad, el cuadro siguiente es ilustrativo al respecto:
EDAD DE LOS ARTESANOS
CUADRO 23
CUARTEL 23 EDAD
ARTESANOS
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
TOTAL
%
126
100.0
8 a 10
0
0
11 a 15
1
0.8
16 a 20
19
15.1
21 a 25
18
14.3
26 a 30
20
15.8
31 a 35
18
14.3
36 a 40
15
11.9
41 a 45 46 a 50
10 12
7.9 9.5
51 a 55
5
4.0
55 a 60
2
1.6
más de 60
4
3.2
Sin especificar
2
1.6
Del grupo de artesanos, 74.0% tenía una edad que fluctuaba entre los 16 y 35 años, pocos eran realmente los artesanos "viejos".
165
CONCLUSIONES
Queda
bastante
clara
la
estructura
ocupacional
de
los
tres
cuarteles,
aunque
evidentemente el Cuartel 1 representa el universo general de ocupaciones, con excepción de aquel ligado al trabajo de la laguna, la pesca y la caza de patos muy propio del cuartel 20 donde no se ubica ningún convento o iglesia de la jerarquía de Santo Domingo o San Juan de Dios. Una de las reflexiones finales que pueden desprenderse del análisis de estros tres cuarteles en términos de su estructura de grupos, es su heterogeneidad espacial. Los cuarteles mayores
mantienen
en
su
interior
una jerarquía
demográfica
encabezada
por
uno
de
sus cuarteles menores. En relación a la calidad de los cuarteles analizados se observa una diferente constitución étnica, mientras el cuartel 20 era principalmente indígena, el del centro y el noroccidente son españoles, aunque en general pueda notarse el predominio del grupo español y mestizo. Sin duda otro importante resultado es comprobar que la población de este núcleo de la ciudad
estuvo constituido por población joven. Hasta ahora hemos sabido, de acuerdo a los
censos
de
1753
y
1811,
que
la
población
de
la
ciudad
era
mayoritariamente
adulta,
"envejecida", lo que no sucedía en las poblaciones pequeñas48. Por ser años posteriores a crisis de subsistencia importantes, podría pensarse que la causa principal radicaba en que este
familia e hijos, pues se ha calculado que se trataba de una tendencia que duró hasta las primeras décadas del siglo XX. Sin embargo esta hipótesis es, ahora, poco probable. Los datos del censo de 1790 meten mucho ruido para confirmar esta idea, pues la migración a la ciudad fue elevada, y al parecer generó un crecimiento de población joven desempleada, pero esencialmente joven. Las cifras y cómputos sobre la edad de los artesanos, comerciantes, servidores domésticos, etc., muestran que fue así, más el 39% de la población fluctuaba entre 0 y 16 años, exactamente igual a Londres en 182 1
49
.
Al contrario de lo que hasta ahora se había pensado, los comerciantes no habían nacido en España, la gran mayoría dijo ser originaria de la ciudad de México y mucho menos
48
Idem, p. 400. r. H. Hollingsworth, Demografía histórica. México, f. C. E., 1983, p. 294.
49
166
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
"envejecimiento" era producto de la migración, de gente que llegaba a establecerse sin su
dijo haber nacido en la Península, aunque figuran originarios de Asturias,
Santander y
Vizcaya; en cambio los cajeros, más jóvenes, sí eran predominantemente de la Península.
De
la misma forma, los artesanos muestran también un origen más uniforme, pues el 57% fueron registrados como originarios de México, el 16% dijeron ser de Chalco, sólo el 6% eran de Puebla, situación que era comprobable también con los funcionarios del reino. La presencia de un mayor número de gente llegada de los alrededores de la ciudad es obvia, pero la presencia poblana, por pequeña que fuera, sugiere que algo pasaba en ese territorio. Por otra parte, al cruzar la información entre "número de talleres" y "número de artesanos", puede concluirse que existe una baja correlación entre ellos, lo que indica que un gran número de éstos no vivía en el taller ni como oficiales ni como aprendices, lo hacían fuera de su lugar de residencia, lo cual rompe con la idea extendida de que el lugar de trabajo era el mismo que el de su habitación. Por otra parte, aparecen conceptos nuevos, como es el caso
más
numeroso,
el
de
los
panaderos,
quienes
no
se
registraron
como
oficiales
o
aprendices, sino como "operarios", concepto de implicaciones distintas al mundo del artesano corporativo. Finalmente, la configuración ocupacional de los cuarteles es clara: el cuartel número 1 era básicamente artesanal, el 20 estaba ligado a actividades agrarias y en el 23 también
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
predominaban los jornaleros o trabajadores libres.
167
17
18
19
20
23
24
26
CUADRO 1 Inicio 32 TOTAL
28
ARTESANOS Alhamíes
0
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
3
0
o
Amoladores
0
o
o
o
o
0
o
o
o
o
o
o
o
1
o
Armeros
o
o
13
o
o
1
o
o
o
o
o
o
o
o
o
Aserradores
0
o
7
o
o
o
o
o
o
o
o
o
0
o
o
Barberos/Sangradores
o
o
o
o
o
o
o
o
0
o
0
o
1
o
o
Batihojas
o
7
o
o
2
2
o
o
1
o
1
o
14
o
o
Bizcocheros
o
o
o
o
o
5
o
o
o
o
o
o
0
o
c
Bordadores
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
1
o
o
Botoneros
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
s
o
o
Bruñidores
o
o
o
o
o
0
o
o
o
o
o
c
1
3
o
Cajeteros
o
o
o
o
o
1
o
o
o
o
o
o
o
0
o
Caldereteros
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
1
o
Canteros
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
1
o
o
o
o
1
o
Cardadores
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
Carniceros
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
6
o
o
Carpinteros
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
0
2
o
Carroceros
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
1
0
o
Cedaceros
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
3
33
o
Cereros
o
o
2
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
1
o
Cocheros
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
10
o
Coheteros
o
o
o
o
o
0
o
o
o
o
o
o
o
4
o
Colchoneros
o
o
o
o
o
1
o
o
o
o
o
o
o
o
o
Confiteros
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
5
o
o
Costeros
o
o
6
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
6
Curtidores
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
2
28
o
30
Doradores
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
3
11
o
14
Dulceros
o
o
2
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
0
o
2
Encamador
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
4
1
o
5
Enfardelador
o
o
2
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
2
Ensambladores
o
o
24
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
24
Ensayadores
o
o
9
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
9
Entorchadores
o
o
o
o
o
2
o
o
o
o
o
o
4
0
o
6
Escarchadores
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
1
o
1
Escobilleros
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
6
o
6
Escultores
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
5
o
o
Farmacopeos
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
0
o
o
Fundidores
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
1
2
o
Galoneros
o
o
o
o
2
o
o
o
o
o
o
o
o
o
Gamuzeros
o
0
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
Guitarreros
o
1
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
Herreros
o
1
o
o
o
o
o
o
o
o
o
3
o
o
Hiladores
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
Hiladores de seda
o
3
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
3
o
Hojalateros
o
12
o
o
0
o
o
o
o
o
o
o
o
o
Impresores
o
o
o
o
2
o
o
o
o
o
o
o
o
o
Jaboneros
o
o
o
o
1
o
o
o
o
o
o
o
32
o
Jaquimeros
o
0
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
Lapidarios
o
3
o
o
2
o
o
o
o
o
o
o
8
o
15
Latoneros
o
1
o
o
o
o
o
o
o
o
o
3
4
o
10
Lozeros
o
0
o
o
o
o
o
o
o
0
o
4
o
o
6
Mamoneros
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
0
o
o
s
Mecateros
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
1
5
o
9
168
36 10
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
POBLACION OCUPADA DE LA CIUDAD DE MEXICO (SEGÚN LOS RESÚMENES DE LOS CENSADORES), 1790 Ocupación 12 13 15
CUADRO 1 Continuación
POBLACION OCUPADA DE LA CIUDAD DE MEXICO (SEGÚN LOS RESÚMENES DE LOS CENSADORES), 1790 Ocupación
1'
12
15
17
18
19
20
23
24
26
28
32
TOTAL
Monederos
7
o
0
o
o
o
o
2
21
38
Morteros
0
o
0
o
o
o
o
6
0
9
3
4
11
1
11
Miuu\]ueros
0
0
o
o
o
o
o
o
Neveros
0
0
o
o
o
o
o
o
()bleros
0
o
o
o
o
o
o
o
o
21
25
Q
o
o
o
o
o
o
o
o
3
;
11
o
o
o
o
o
o
0
s
16
o
o
a
o
o
o
o
1
o
6
maderos ¡'.uleros
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
13
1'as.im,meros
0
Peluqueros
0
Pintores
0
Plateros
o
1
o
o
o
o
o
6
o
12
o
o
o
o
o
55
18
90
0
o
1
o
o
o
o
o
3
o
11
Plumarios
0
o
o
o
o
o
c
o
8
10
26
Purrros
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
6
Reloieros
o
o
0
c
o
o
o
c
o
o
6
Ros.ineros
o
o
1
o
o
o
o
o
9
o
o
17
Salineros
o
o
1
o
o
o
o
o
0
o
10
Salit eros
o
c
11
o
o
o
o
o
1
o
21
Sastres
o
o
o
o
o
o
o
o
0
o
o
8
Sederos
o
o
0
o
o
o
o
o
c
o
7
Silleros
o
o
1
o
o
o
o
o
1
0
9
o
19
Soleteros
8
o
o
27
o
o
o
o
o
14
o
58
Sombrereros
9
o
o
3
o
o
o
o
o
o
o
12
Tabureteros
10
o
c
8
o
o
o
o
o
o
22
Taconeros
10
Tal .ib.ut eros
10
o
o
o
o
o
o
o
o
o
1
o
12
Talladores
13
o
3
o
4
o
o
o
o
o
3
o
25
Tamboreros
14
o
0
o
0
o
o
o
o
o
I
o
o
15
Tejedores
15
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
15
Tejedores d lo ancho
16
o
o
o
c
o
o
o
o
o
o
0
o
16
Te|edores de lo Angosto
22
o
0
o
o
o
o
o
o
o
0
1
0
23
Tintoreros
2.1
19
1
3
s
s
o
o
2
3
13
1
1
86
Tiradores de oro
25
1
o
2
o
o
o
o
o
1
5
o
34
Tocineros
29
o
o
o
0
o
o
o
o
o
20
37
o
86
Veleros
30
o
5
o
5
o
c
o
o
o
4
o
51
Vidrieros
35
c
25
o
1
o
o
o
o
o
o
28
o
89
Xarcieros
38
c
16
o
15
o
o
o
o
o
23
16
o
108
Xicareros
60
2
o
6
o
c
o
o
o
5
O
o
73
Zapateros
80
0
o
0
o
o
o
o
o
3
o
o
83
Zurradores
122
10
o
33
o
o
o
o
o
47
15
o
227
4
14
EMPLEADOS, JORNALEROS Y PROFESIONISTAS Aceiteros
1
0
o
o
o
o
o
o
2
o
3
Acordada
0
o
c
o
o
o
6
o
0
o
9
Agentes
0
o
o
o
o
o
o
o
0
o
1
Aguadores
14
o
o
o
o
o
o
0
0
o
14
Almidoneros
0
o
o
o
o
o
o
2
2
o
4
AKjuiirusta
0
o
o
o
o
o
o
1
0
o
Arquitectos
2
30
o
o
o
o
o
o
0
o
32
Arrieros
3
0
o
o
o
o
o
10
88
o
101 12 103 2
Beneficiados Caleros Cultor
0 103 C
o
o
o
o
o
5
4
0
3
o
o
o
o
o
0
0
o
o
o
o
o
1
o
o
Capellán de Misas
2
o
o
o
o
0
o
o
Carboneros
0
o
o
o
o
1
o
o
1
169
o
o
1
o
o
0
o
0
o
1
o
o
1
o
274
o
o
o
o
0
c
93
87
23
S7
31
16
16
54
101
0
0
0
o
0
0
0
0
0
o
o
1
36
o
Cig.irreros
93
Gruíanos Cocineros
( Aims
20
o
0
Crudos
19
18
0
Cernidores
Comerciantes
17
26
28
o
c
1
G
c
o
46
0
o
o
1
o
c
6
33
16
52
30
M9
0
0
c
O
O
101
1
1
3
o
o
3
24
23
CUADRO 1 Conclusión 32 TOTAL 1 69
209 286
o
41.
o
-i
o
•)
o
i
o
o
c
o
O
0
O
o
o
o
o
0
1
o
o
16
0
0
o
o
o
1
o
o
1
12
3
1
o
o
4
8
o
4
78
0
0
0
o
o
o
O
0
o
O
1
o
o
0
0
o
o
o
9
c
o
C,
14
o
o
4
o
o
o
o
o
O
o
o
o
72
o
o
o
0
o
o
0
o
o
0
o
o
o
I
2
o
o
o
1
6
o
1
o
0
1
2
o
o
52
38
0
o
o
o
7
0
0
o
o
c
o
0
o
o
45
Estudiantes
20
23
o
2
12
1
4
1
o
o
1
2
1
o
2
69
Fabricantes
0
0
o
o
0
0
0
o
o
3
38
2
162
o
15
220
Inquisición
0
0
o
o
10
0
0
o
o
o
0
0
0
o
10
Jaipros
3
o
o
0
o
o
o
o
o
o
O
0
32
31
Jornaleros
0
76
o
232
o
97
o 22
250
528
498
229
83
171
O
Labradores
2
8
o
1
3
8
0
c
0
0
3
s
3
Letrados
9
2
c
1
13
0
5
o
o
0
Libreros
10
0
o
0
0
c
o
c
0
O
Médicos
5
6
o
1
2
1
1
o
o
o
Militar
8
5
o
o
0
o
K
64
o
Mineros
2
4
0
o
0
o
0
2
Ministro de justicia
0
0
5
o
o
o
0
Ministro de justicia
0
o
5
c
o
0
o
20
o
1
o
o
1
o
Organistas
0
o
o
o
o
I
o
Partidores
0
o
o
o
o
Pasante de abogada
0
o
o
o
o
Diáconos
8
o
o
c
0
Dibu).uitcs
2
o
o
o
o
0
Eclesiásticos
13
o
o
o
o
o
0
Empedradores
0
o
o
0
o
o
0
20
4
o
1
17
4
Empl. Alrruicén
1
o
o
o
0
Empl. del Foro
0
o
o
o
68
o
o
Ensayadores
1
o
Escribanos
39
Escribientes
Empl R. Hacienda
Empls. Oficina Real
Músicos
o
38
2 224 38
C
0
32 12
0
1
O Q
14
1
1
101
0
1
O
9
c
o 27 6
o 1
17
o
I
o
1
Picadores
0
o
o
o
o
Piscadores
0
o
o
o
o
o
4
Poneros
55
o
o
o
o
o
55
Presbíteros
25
o
o
o
32
o
S ACIÓN Artesanos
1"
CUADRO 2
8
12
1}
15
17
18
19
20
23
24
26
28
32
TOTAL1» TOTAL CIUDAD CUARTELES 8157 3 710
527
416
254
175
172
259
44
270
486
90
65
98
240
376
238
Barberos y Sang.
0
19
1
3
9
5
5
1
0
0
2
3
13
1
I
189
63
Beneficiados
154
0000
0
000
0
05
4
03
77
166
Cm,¡anos Comerciantes
07002 190 87 23 2 57
2 33
001 16 16 54
0 7
10 33 . 16
14 52
00 45 30
38 1 384
27 661
Curas
0001
36
2
320
1
10000
26
46
Dep. acordada
01001
0
001
006000
50
9
Dep. Cruzada
00000
0
000
000000
3
0
Dep. de foro
00000
0
000
0090
5
127
59
Dep. Inquisición Emp. R. Hacienda
0000 180 4 0 1
10 17
0 4
000 12 3 1
000001 0 4 8 21 4
17 311
11 259
Escribanos
02000
1
601
001200
63
13
Estudiantes
0
23
0
2
12
1
4
1
0
0
1
2
1
3
2
300
5:
f abricantes
0
0
0
0
0
0
0
0
0
3
38
2
162
165
15
I 474
385
0 296
33 76
0 0
0 232
0 0
0 97
0 22
0 250
0 528
0 498
0 229
17 83
0 171
0 151
0 38
118 7 430
50 2671
8
00003534
3
97
Hidalgos l'.nuln Labradores
0801
3 13
2
Letrados
0
002000
130
060121
100000100
51
12
Militar (c. fuero)
0
8
3
510
109
Mineros
040000002001010
40
8
Orden de menor
00000
0
000
0000
0
84
19
Orden por patrimonio
00000
0
000
000000
174
0
Sacristanes Títulos
01000 0 3 3 0 1
I I
011 0 0 0
2301 0 0 1 1
43 44
15 10
150
0
72
1 0
444
0
500
38
Médicos
5
0
45
0
0
64
0
14
252
1
181
1
Tributarios
350
111
1 11
363
162
483
658
484
Vicarios Total
01010 1697 848 353 864 446
2 528
00 489 706
3 1 625
2000 1 261 642 437 1 158
13 19
14 0 0 475
155
9 086
4 451
11 1321 503
34 30 057
11 12 878
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
NOTA: La diferencia con nuestros cómputos es que éntrelos mésanos nosotros incluimos a panaderos y cigarreros. ' Las cifras del cuartel número 1 provienen del padrón del mismo cuartel. F.l total de la ciudad pronene de Humboldt, p. 579.
171
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
MERCADO URBANO Y DEMANDA ALIMENTARIA, 1790-1800
Enriqueta Quiroz Muño/
Este capítulo tiene por objeto destacar la importancia de la demanda alimentaria de la capital novohispana y vincularla con las condiciones sociales de esta población hacia la década de 1790.
La investigación
se centrará en el estudio de la carne pero manteniendo
-en la medida de lo posible- un parámetro comparativo con otros alimentos, tales como el maíz,
el
trigo,
el
pulque
y
el
aguardiente.
Las
fluctuaciones
en
la
demanda
serán
relacionadas y analizadas conjuntamente con el comportamiento de los precios de estos comestibles para así constatar en la propia dinámica del mercado capitalino, posibles impactos en la conducta consumidora de esta población. Así también, se pretende destacar la particularidad de la década de 1790, vista a nuestro juicio como un momento de recuperación en los niveles de demanda, respecto a los años inmediatos anteriores. Lo que fue motivado a su vez por una caída temporal en los precios hasta demanda,
que
mediados de esa década y habría
generado
un
posteriormente por el
aumento
de
los
precios
propio repunte de
la
hacia
El
1798/1800.
comportamiento del mercado observado para esos años, difiere de la tendencia, que algunos historiadores han señalado a partir de la década de los años 80, de un alza sostenida de precios y de un desmedro continuo en las condiciones de vida de la población. Por demanda alimentaria urbana, entendemos las cantidades de comestibles que ingresaban a la ciudad en respuesta a las necesidades del mercado capitalino. Idea que está en directa relación con el comportamiento demográfico de la ciudad, esto quiere decir que a
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
mayor población debió existir - en principio -
una mayor demanda, o viceversa. Es de
particular interés para este estudio la consabida relación entre la demanda y los precios, debido a que éstos se ven afectados por las variaciones de aquélla. Este trabajo tendrá en cuenta estas variaciones cuantitativas tanto de la población, como de los volúmenes de mercancías ingresados a la ciudad de México, así también las variaciones de precios de algunos
comestibles.
La
relación
entre
estas
variables
económicas,
será
estudiada
específicamente para la década de 1790, aunque guardando una relación con el tiempo semisecular de 1750-1800.
175
Población y demanda En 1790 la capital debía responder - cuando menos - a una demanda alimentaria de unos 112 929 habitantes según las cifras arrojadas por el censo de Revillagigedo, cantidad que no deja de sorprender si se considera que era la urbe más grande del virreinato. Haciendo
comparaciones,
Guadalajara
-
la
segunda
ciudad
demográficamente
más
importante en el reino - tenía entre 24 y 28 mil habitantes hacia 17931. La población de la ciudad de México experimentó una notable recuperación hacia la segunda mitad del siglo XVIII. Luego de la grave epidemia de matlazahuatl que afectó a la capital
entre
los años
1737
y
1739,
la población tendió a repuntar como
puede ser
observado a través de las cifras arrojadas por los censos de 1742 y 1753 y por la diferencia que se produce entre estas cifras y los resultados del censo de 1790. El censo de 1742 ordenado por el virrey Conde Fuenclara y compilado por Villaseñor entre 1746 y 1748, indicó que en la ciudad existían unas 50 mil familias de ascendencia española, entre europeos y "patricios", otras 40 mil familias de mestizos, mulatos y negros y un total de 8 mil
indios2.
Ciertamente
estas
cifras
resultan
poco
esclarecedoras
por
contabilizarse
familias. Por su parte, el padrón de 1753 aunque incompleto, ha permitido estimar que los habitantes de la capital no podían sobrepasar 70 mil almas en ese año'. Finalmente el censo de Revillagigedo, discutido por su inexactitud, señalaría la existencia de 112 929 personas en el año 1790.
matlazahuatl y la viruela de los años
1761-1762.
La ciudad entonces tuvo tiempo de
recuperarse e incluso de crecer. Tomando en cuenta los estudios de Pescador para el barrio de Santa Catarina, se puede estimar que la población total de la capital podía ascender en 1779
a
110
mil
habitantes4.
Considerando
estas
evidencias
y
tomando
la
población
estimada para 1753 y luego para 1779, se puede calcular específicamente para esos años
'Erik Van Young La ciudad y el campo en el México del siglo XVIII. La economía rural de la región de Guadalajara, 1675-1820. México, Fondo de Cultura Económica. 1989, p. 44. "Joseph Antonio de Villaseñor, Thealro americano, descripción general de los reinos y provincias de la Nueva España y sus jurisdicciones, México: Editora Nacional 1952. T. I., p. 35. ^Manuel Báez Macías, 'Planos y censos de la ciudad de México, 1753", en Boletín del Archivo General de la Nación, Vil: 1-2, 1967, p. 424. 4
Juan Javier Pescador, De bautizados afieles difuntos. Población, familia y mentalidades en una parroquia urbana, Santa Catarina de México, 1568 - 1820. México: El Colegio de México. 1992, p. 97.
176
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
También se sabe que el vecindario no padeció focos infecciosos desde el rebrote de
una tasa de crecimiento de la población de 1.8% anual, porcentaje alto considerando que para todo el siglo se tiende a estimar un 1% anual. En el
transcurso de casi
treinta años la ciudad
incrementó el número de sus
habitantes en un 60%. Desde 1779 hasta 1786 experimentó trastornos demográficos como epidemias y migraciones que por un lado entorpecieron el crecimiento llevado antes de esos años y por otro lo favorecieron a través del flujo constante de personas llegadas desde fuera que contrarrestaron la mortalidad de esos años. Entre 1779 y 1790 la ciudad incrementó su vecindario en un 2.6%, es decir su crecimiento había sido mínimo comparado con las décadas anteriores, sin embargo había crecido o por lo menos había mantenido el alto nivel de demanda alimentaria. El
comportamiento demográfico de
siguientes y hasta el censo de
la ciudad en el transcurso de
las décadas
1811, nuevamente se aceleró. Su crecimiento entre este
último censo y el anterior de 1790, fue dé un ritmo anual aproximado de 1.9%, teniendo en cuenta
que
la
población
en
1811
llegaba
a
las
168
845
personas5.
Sin
embargo,
contradictoriamente el problema del crecimiento urbano se dio junto a focos epidémicos, que incrementaron la mortalidad especialmente de niños y mujeres. Así las viruelas de 1797 y 1804 perturbaron la dinámica demográfica de la ciudad. No obstante, dicho decrecimiento fue compensado por los flujos migratorios que al parecer se hicieron aún más importantes que en la década anterior y especialmente hacia la década de 1800. Dicho comportamiento
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
demográfico generó que la demanda urbana de alimentos en la década de 1790 fuese tanto o más importante que en la década anterior. La población en cuanto demandante de comestibles generó importantes flujos de mercancías hacia la capital. Los volúmenes de productos ingresados en los años 90 pueden ser conocidos a partir de los registros alcabalatorios, contenidos en los Libros de la Real Aduana de la Ciudad de México; como también a través de la Gaceta, periódico que publicó para algunos años de esa década, listados con volúmenes de mercancías llegadas a la ciudad. Igualmente, para el año 1791 se conocen las cifras recogidas por Humboldt en su Ensayo Político, que corresponden - según declaró - a un informe redactado ese año, sobre "indagaciones"
que
mandó
hacer
el
conde
de
Revillagigedo
sobre
los
consumos
de
^Fernando Navarro y Noriega, Memoria sobre la población del reino de Nueva España, México: Impresa en la Oficina de D. Juan Bautista de Arizpe, 1820, p. 67, nota n° 1.
177
México6. Es decir sus cifras probablemente no pertenecen a ese año en específico sino a promedios de 1791 u otros anteriores. Por su parte, Francisco Sedaño en sus Noticias de México - basándose en un informe que especifica corresponde al superintendente de la Real Aduana Miguel Páez de la Cadena, realizado por orden de Revillagigedo en 1791 - indicó volúmenes de mercancías ingresados a la capital, pero advirtió que sus cifras corresponden a consumos "regulados de un año con otro", es decir promedios, lo que no puede tomarse como una cifra específica para un año determinado7. Es decir estas son cifras redondeadas y su objetivo es apuntar a estimar consumos generales de la ciudad, pero no a denotar fluctuaciones ni particularidades de una década con otra. Por esta razón los registros de la Gaceta de México y los Libros de la Aduana siguen siendo importantes por sus cifras anuales y por la posibilidad de reconstruir series. Sin embargo, a pesar de no conocerse aún series de volúmenes de mercancías referidas a estos libros en particular, se tiende a criticar la importancia de las cifras de alcabalas, en primer lugar para advertir que la aduana de la capital recibía mercancías que estaban de paso y que por tanto los volúmenes señalados no correspondían al consumo urbano. Así por ejemplo Pescador y Garza hacen énfasis en que la naturaleza comercial de la ciudad radica esencialmente como gran intermediaria y distribuidora de los productos nacionales y extranjeros y no tanto como gran consumidora8. Ciertamente existía una introducción de bienes importados a la ciudad de México y
fin de redistribuirlos en otras localidades del reino. Pero lo que los autores no señalan es que existía una preocupación en los registros de la Aduana en hacer la distinción entre los productos llamados de adeudo o los de tránsito en la ciudad, hecho que se advierte en las cifras publicadas por la Gaceta de México, donde se diferenciaba claramente el destino de las mercancías ingresadas a la capital. Así por ejemplo se encabezaban esas listas publicadas anualmente en ese periódico: "Estado del número de tercios, barriles y piezas, así de las introducciones de efectos o géneros que ha habido en esa capital durante el próximo pasado año de 1794 con final destino para adeudar, como por vía de tránsito o
^Alejandro de Humboldt, Ensayo Político sobre el reino de la Nuera España, México: Porrua. 1991, p. 132. ^Francisco de Sedaño, Noticias de México, México: Imprenta de J. R. Barbed i Ho 1880 (1756), T. I., p. 173. 8
Juan Javier Pescador y Gustavo Garza "La caja y general depósito del reino: la concentración comercial en la ciudad de México a fines de la colonia 1770-1780, en secuencia, 24, pp. 5-46.
178
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
muchos de estos productos no eran para el consumo directo de sus habitantes, sino con el
escala dirigiéndose a otros lugares del Reino"9. Es posible también que a través de un estudio pormenorizado de los pliegos de los libros de la Aduana de México referidos a los cobros de alcabalas sobre productos del Reino y ultramarinos se pueda identificar el destino de estas mercancías. También se tiende a señalar que muchos productos eran procesados y llevados fuera de la capital, es decir no eran para consumo interno de la ciudad, sin embargo es difícil pensar que comestibles básicos como la carne, y harina de trigo y maíz salieran de México, en forma importante. En primer lugar, porque las dimensiones de la demanda capitalina generaban precios bajos al interior de ese mercado; en cambio al salir, los costos de transporte
necesariamente
elevaban
el
precio
del
producto.
El
caso
de
la
carne
es
representativo, pues era barata al llegar al mercado capitalino, donde la extraordinaria demanda de cabezas de ganado era atractiva para los hacendados que trasladaban ganado desde grandes distancias.
Como a la vez por provenir los animales desde haciendas
norteñas, donde la tierra no era altamente demandada y por tanto económica para criar animales a bajo costo. También era barata porque no se incurría en gastos de transporte, pues el ganado llegaba en pie hasta los alrededores de la ciudad. El ganado que entraba al espacio urbano era para ser sacrificado, por lo que sacar carne implicaba que fuera salada o seca, es decir procesada y vendida a un precio mayor, por tanto con menor demanda, de lo contrario la carne fresca habría experimentado descomposición.
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Los registros de alcabalas también han sido criticados por representar cifras muy conservadoras,
es
decir
por
corresponder
a
una
subestimación
sobre
los
volúmenes
ingresados a la capital, lo que quiere decir que la demanda capitalina era superior a la registrada por las alcabalas, pero no se puede desconocer que sus registros son los únicos que existen y que al menos pueden dar una idea del mínimo de comestibles demandados por el comercio de la capital, es decir ¿cuánto más enormes fueron esos volúmenes? A pesar de este problema, la pregunta viene a ratificar la importancia de la demanda urbana.
El flujo de alimentos El flujo de alimentos y mercancías llegados a la capital hacia la década de 1790 era de dimensiones impresionantes en comparación con el resto de los mercados del reino. Los
9
Gaceta de México, T. VII, n° 2, p. 14, Miércoles 21 enero, 1795.
179
registros alcabalatorios, contenidos en los Libros de Aduana de la ciudad de México - y que corresponden
tanto
a
la
recaudación
por
productos
importados
(clasificados
como
procedentes de Europa, China, Perú y ultramarinos en general), del Reino y del Viento revelan que hacia la década de los años noventa los ingresos al erario por concepto de mercancías producidas al interior del reino eran tanto o más importantes que las mercancías importadas contenidas en las cuentas de ultramarinos (véase cuadro
1). Ciertamente en
dicha década se produjo una reducción en los ingresos por concepto de importaciones, sin embargo también se crearon nuevos rubros contables al interior del virreinato como fue el caso del ramo de aguardiente de caña. Más aún se debe señalar que en estos libros, no estaban contenidas las recaudaciones por pulque, tabaco, ni cobros por introducción de maíz. Productos de gran circulación en la ciudad de México y otros mercados del reino, sobre los que el erario llevó su contabilidad en forma independiente de las alcabalas, lo que sólo reitera una vez más, la importancia de la demanda de las mercancías locales.
RECAUDACION DE ALCABALAS PRODUCTOS INTERNOS
PRODUCTOS IMPORTADOS
REINO
VIENTO
AGU
TE
ARDIEN CANA
TOTAL OTROS
ALCABALAS
1789
378 541
114 964
88 342
185 014
766 861
1794
241 893
110 946
107 433
124 326
584 598
1795
442 836
115 911
101 112
161 584
821 443
1796
263 783
92 091
133 734
565
299 888
790 061
1797
298 009
107 488
1 10 496
19 627
69 265
604 885
1798
316 623
109 964
113 981
24 177
186 733
751 478
Fuente: AGN, Alcabalas, material no clasificado, cajas 210. 211. 212. 213. 214.
Las cuentas del Reino contenían diversos productos y comestibles producidos al interior del virreinato y que llegaban a la ciudad de México para su venta. Entre ellos podemos señalar chile, azúcar, especias, pescado, mantas y tejidos, algodón, cera, enseres domésticos como loza y manteles; tintes y minerales como plomo, estaño, cobre, etc. Hasta el momento no conocemos en detalle las cuentas de este rubro y mucho menos podemos estimar los volúmenes ingresados de cada uno de los productos señalados. Sin embargo, los registros de la Gaceta al menos para algunos años de la década de 1790, nos ayudan a percibir la importancia volumétrica de estos productos llamados del Reino, como también.
180
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
ANOS
CUADRO 1
ciertas variaciones en su consumo durante esos años. Como se observa en el cuadro 2 se puede percibir un incremento en la demanda de chile hacia los años 1798 y 1799 cercano a un 60% respecto a 1794, lo que indicaría que este incremento se debió más que a una baja en el precio del producto, a un crecimiento demográfico urbano en este periodo que impulsó
una
mayor demanda
del
mismo,
en
forma
similar los
volúmenes
de
queso
ingresados a la ciudad experimentaron un aumento en 1797 de un 23.9%, respecto a 1794 y de un 81.7% en 1799. Igualmente los ingresos de sal en 1799 se habían incrementado en un 56.9% respecto a 1794.
VOLÚMENES INTRODUCIDOS
CUADRO 2
A LA CIUDAD (Cantidades en tercios) ANOS CONCEPTO
1794
1797
1798
1799
1800
Azúcar
22 818
26 130
22 493
22 770
21 968
Canela
77
78
77
43
53
Chile
9 428
10 865
15 047
16 609
10 074
Queso
2 757
3 417
3 446
5 009
5 666
Sal
4 025
4 362
3 378
6 315
4 496
Cacao
7 630
13 152
9 179
9 732
7 313
Fuente: Gaceta de México. Tomo IV. núm. 2. p. 11: Tomo VII, núm. 2. p. 14; Tomo IX. núm. 24. p. 187; Tomo XI. núm. 1 I. p. 85.
Así también, al estudiar en detalle las cuentas particulares del ramo del Viento
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
(Cuadro 3) se observa que los volúmenes introducidos a la ciudad por estos conceptos fueron muy importantes y que respondían a una alta demanda alimentaria. Dichos rubros contables contienen la recaudación de algunos de los productos más importantes del abasto capitalino,
tales
como
la
harina,
cebada,
lana,
pieles,
semillas,
carnes
y
lechones.
Sus cuentas indican que en los primeros años de la década de 1790 la recaudación total por concepto de carneros, reses y lechones (cerdos) fluctuó entre 43 mil y 44 mil pesos, en 1796 dicha recaudación ascendió a 49 769 pesos anuales y a fines de esa década aún mantenía esos rangos. En esos años las carnes representaron entre un 40% y un 42% de la recaudación total del Viento y correspondieron a un
12.5% y
13.4% del total de las
alcabalas. Es decir el rubro de las carnes era el más importante del ramo del Viento y su aporte dentro de las alcabalas en general era considerable.
181
RAMO DEL VIENTO: RECAUDACION FISCAL
CONCEPTO
CUADRO 3
AÑOS 1789
1794
1795
1796
1797
1798
Harinas
26 962
25Ü47
25 327
27 988
27 817
27 735
Carnes
35 788
43 332
44 039
49 769
45 058
48 116
947
564
518
1 758
1 619
1 762
Pieles
3 147
3 632
4 475
4 826
2 183
Lanas
1033
2 062
2 382
2 180
2 208
10 033
20 818
12 055
29 186
10 430
11474
12 312
18 024
Cebada
Testimonios Semillas y otros efectos
17 846
17 647
Fuente: AGN, Alcabalas, material no clasificado. Cajas 210. 211.212. 213. 214.
Por su parte, la harina de trigo, era el segundo producto más importante del Viento hacia los años 1794-1795 pues su recaudación alcanzó los 25 500 pesos. En 1796 ascendió a casi 28 000 pesos y a fines de esa misma década, mantuvo rangos similares. La harina representó en la década de los años 90 entre un 20.9% y un 30.5% del ramo del Viento y del total de las alcabalas representó entre un 3.0% y un 4.5%. En los inicios de la década los montos del ramo de semillas y otros efectos, fluctuaban entre 10 y 11 mil pesos, pero a mediados de la misma sus ingresos aumentaron en más de un 46%, alcanzando los 18 mil pesos y mantuvo esos rangos hasta fines de esa década. El ramo de semillas representó cerca de un 13% del total del ramo del Viento y sólo un 2.2% del total de las alcabalas.
urbano, fueron la cebada, las pieles y las lanas, entre ellos la cebada en 1796 experimentó un alza de un 240.0% respecto al año anterior y mantuvo una recaudación desde ese año hasta fines de la década de 1 600 a 1 700 pesos. Las lanas ascendieron en 1795 en 15.5% respecto al año anterior, con una recaudación de 2 382 pesos, en los años siguientes mantuvo rangos de 2 000 a 2 200 pesos. Las pieles en
1795 y
1796 presentaron una
recaudación de 4 400 a 4 800 pesos, lo que significó un alza de un 28.0% respecto a 1794, no obstante hacia fines de esa década no mantuvo esos niveles. Cabe señalar que las cuentas del Viento registradas en la década de los años 90 manifiestan una clara recuperación en los ingresos respecto a los años ochenta, no obstante, no lograron superar los montos de la década de 1770. Así por ejemplo, las cuentas de carnes y lechones en 1776 alcanzaron los 53 905 pesos, no obstante que en 1796 los montos
182
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Otros rubros menores del ramo del Viento y que tuvieron que ver con el consumo
habían descendido en un 8.3% respecto a 1776, pero a su vez se habían recuperado en un 39.0% respecto a 1789. Específicamente, se puede señalar que las cuentas del ramo de carne y ¡echones en el transcurso de esa década de 1770 tienden a incrementarse y/o a presentar valores difícilmente registrados en las últimas décadas del siglo. En los inicios de la década de 1780 las cuentas por concepto de harina tienden a decrecer, las de carne en cambio tienden a mantener en líneas generales los niveles de la década anterior, el rubro de Iechones aumenta al igual que el de semillas, compensando la caída por harina y dándole cierta estabilidad a la cuenta general del ramo del Viento, en esos primeros años de la década. A fines de la década de los ochenta las cuentas del Viento decrecen, específicamente por una caída en la recaudación tanto de harina como por concepto de carnes, a pesar de que este último rubro continuó siendo el más importante, registró una caída de casi un 32% respecto a sus niveles de los años setenta y comienzo de los años ochenta. Hacia la década de los años noventa
las cuentas del Viento en general tienden a
recuperarse, a pesar de que los rubros no logran superar la recaudación de la década de los años setenta, por su parte la cuenta de carnes logra los niveles alcanzados al comienzo de los años ochenta y el rubro de Iechones y cerdos tiende a decrecer y a estabilizarse. Hacia mediados y hasta fines de esa década, el rubro de semillas logra igualar sus montos a los obtenidos hacia los años setenta.
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
En síntesis, de acuerdo a nuestras estimaciones obtenidas de los libros de la Aduana de la capital entre 1770 y 1810, la carne era uno de los comestibles más importantes de la recaudación llamada del Viento. Haciendo la salvedad que el maíz no era gravado bajo esos conceptos, la carne de carnero, res y cerdo aportaron aquellos años, entre el 38.8% y el 48.3% de la recaudación total del Viento, y a su vez constituyó entre un 6.2% y un 12.5% del total de alcabalas captadas por la Real Aduana de la ciudad de México en ese mismo periodo.
Demanda y precios de la carne De acuerdo a las cifras registradas en las cuentas del Viento, es posible deducir los volúmenes
de
mercancías
ingresados
a
la
capital,
como
también
a
través
de
las
183
publicaciones de la Gaceta arriba señaladas10. A partir de estas fuentes podemos llegar a estimar la importancia cuantitativa de la demanda en la ciudad de México e incluso observar
un cierto incremento de la misma hacia la década de los años 90, como también
descubrir el papel de la carne dentro de este mercado urbano y destacar su importancia en el consumo cotidiano de sus habitantes. Los volúmenes de carne demandados por la capital en la década de 1790 tuvieron fluctuaciones importantes, especialmente en lo que se refiere al rubro de res, a principios de la misma sus montos fluctuaron entre 8 000 y 13 700 animales, no obstante a mediados de esa década el consumo se había elevado notablemente, en 1794 ascendió a y
18 852 cabezas
en 1795 a 28 465. Es decir sus montos se incrementaron en un 54% respecto al bienio
91-92, no obstante respecto a los años 1776 y 1777, había descendido en un 9.8 por ciento. El carnero a principios de la década de los años 90 registró una demanda promedio cercana
a
las
200 000
cabezas,
ascendiendo
en
1795 a 250 mil carneros y en 1796 a
374 mil, es decir este último aumento significó un incremento de un 49.6%. Los volúmenes de carne de cerdo presentan al parecer una tendencia distinta carnes,
de
acuerdo
a
las
cifras
a los dos anteriores tipos de
de Humboldt en 1791 la demanda de cerdos ascendía a
50 600 cabezas, pero de acuerdo a las cifras de la Aduana en 1794 la demanda de cerdos no llegaba a 25 mil animales, sólo en 1796 la cifra se acercó a los 35 mil y a fines de la década sólo llegaban a 31 mil cerdos.
bueyes, terneras, carneros, cerdos, cabritos y conejos, gallinas, patos, pavos, pichones y perdices
en
26
millones
de libras y un consumo per cápita de 189 libras anuales, es decir
255 gramos diarios por habitante. En la época, este autor se sorprende de sus propios cálculos y señala que en México se consumía más carne que en París, donde sólo se alcanzaban las 163 libras anuales (79 kilogramos) por habitante. Este cálculo no deja de llamar la atención si se considera que París era la ciudad privilegiada de Francia aún antes
10
De los listados publicados por la Gaceta, sólo se ha considerado la producción de comestibles de adeudo al capital, (es decir, no los que estaban de paso) y que corresponden a productos del Reino, por carecer hasta el momento de un estudio pormenorizado de éstos, se utilizan aquí, los publicados por la Gaceta.
184
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
En 1791 Humboldt estimó el consumo global de carne de la ciudad sobre la base de
de la revolución, cuando el consumo medio en toda la nación sólo era de 48.5 libras, es decir 23.5 kilogramos, cantidad que incluso para muchos comentaristas era aún generosa". Algunos autores han interpretado la aparición de registros de aves y animales de caza en el consumo de la ciudad de México en 1791 como una innovación en la dieta capitalina ante la insuficiencia y carestía de la carne proveída por el abasto12. No obstante, el consumo de ese tipo de carnes desde siempre fue tradicional entre la población, aunque lo que sí es importante de aquella hipótesis es que esas carnes comienzan a importar para los registros oficiales de la ciudad. Pero a pesar de eso, si tomamos en cuenta las cifras de Humboldt y los datos que se manejan en esta investigación sobre el peso de la res, el carnero y el cerdo13, las llamadas carnes de matadero cubrirían un 60% del consumo total del abasto urbano, es decir seguían siendo la principal fuente de abastecimiento cárnico para sus habitantes. De acuerdo a nuestros estudios de precios de la carne, la tendencia a lo largo del siglo XVIII, difiere de las observadas hasta ahora para los precios de los alimentos en esa centuria. Para algunos autores había existido sólo una gran tendencia sostenida al alza o para otros una tendencia alcista desde los años 70 a 80 en adelante. Para nosotros en cambio, los precios de la carne, fundamentalmente en las especies de res y carnero, vienen a revelar una tendencia distinta y reñida con las anteriores interpretaciones, ya que -a nuestro juicio- las carnes sólo vinieron a ascender sostenidamente hacia 1798 y a mantener
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
ese comportamiento hasta por lo menos 181114. Lo que sienta un precedente para cambiar la percepción de las condiciones alimentarias que se tenían para el siglo XVIII, ya que los bajos precios de la carne, hacen descartar crisis de subsistencias en ese siglo. Ciertamente al individualizar el comportamiento de los precios de la carne de res y carnero, se observa que la primera manifestó fases cortas de alzas de precios a partir de
"Braudel menciona estos cálculos realizados por Lavoisier antes de la Revolución y agrega que las cifras que maneja para París entre 1751 y 1854, son de un consumo anual de 51 a 65 kilogramos de carne de matadero por habitante. Fernand Braudel, Civilización material, economía y capitalismo. Siglos XV-XVIIl,
Madrid:
Alianza Editorial, 1984, p. 159. '"Castillero-Calvo, Alfredo, "Niveles de vida y cambios de dieta a fines del período colonial en América" en Anuario de Estudios Americanos, XLIV, 1987, p. 448 (p. 22). n
Para
esta
fecha
se
manejaban
animales
con los siguientes pesos: res 10.5 arrobas, carnero 30 libras,
cerdo 30 kilos. Consúltese para el estudio y discusiones sobre el peso de estos animales AHCM, Abasto de carne, vol. 4 exp. 102, vol. 6 exp. 193, vol. 7 exp. 196. AHINAH, Fondo Lira, vol. 73. ^Enriqueta Quiroz Muñoz, La carne entre el lujo y la subsistencia. Mercado, abastecimiento y precios, en ciudad de México, 1750-1812 (Tesis de doctorado), 2000.
185
1783, pero seguidas de movimientos de estabilidad y donde sólo los movimientos de alzas vienen a presentarse otra vez a inicios de
1800.
Los precios del
carnero en cambio
presentaron alzas de 1780 a 1791, interrumpiendo dicha tendencia con otra de precios a la baja entre 1792 y 1797, pudiendo incluso haber sido más bajos de lo que fueron, pero por la intervención del gobierno local los precios no se desplomaron como debían haberlo hecho; a pesar de todo y como veremos más adelante la inflexión de esos años es notable en los precios del carnero. Luego hacia 1798, las alzas son recurrentes hasta por lo menos 1810'\ Los
años
entre
1792
y
1796,
presentaron
un
clima
estable
y
registraron
un
incremento en la producción de carneros o al menos una sobreoferta de los mismos en el mercado de la ciudad de México. Prueba de ello, fue que se permitieron baratas de camero al Marqués de Aguayo, tanto en 1794 como en 1796 cuando ofreció dar 4 onzas más por un real que las fijadas en las demás tablas16. Para el mercado rural existen referencias sobre una baja en los precios del ganado por lo que esos años fueron reconocidos como malos para los ganaderos17. En 1792 la postura de la carne de res fue de 80 onzas por un real y la del carnero de 30 onzas por un real. Más aún los precios del carnero continuaron a la baja y entre 1796 y 1797 se llegaron a ofrecer en la capital hasta 35 onzas por un real, es decir el precio cayó en un 16% respecto al año 1794 y en un 75% en relación a 1790; al mismo tiempo la caída de precios también se manifestó en la carne de res que después de seis años de mantener su precio en
anterior18. Se debe señalar también que los precios del camero pudieron ser más bajos aún. sin embargo su caída fue contenida por injerencia del gobierno local debido al cobro de dos onzas sobre la postura del camero para que se destinaran a las arcas del municipio19. Sin embargo, el
1
^ Idem.
u
'Véase AHCM, Abasto de Carne, vol. 4. exp. 109 y vol. 6, exp. 156.
l7
Véase los estudios de Harris, sobre la familia Sánchez Navarro, ganaderos de tradición en Coahuila que habrían perdido dinero en esos años. Charles Harris. A mexican family empire the latifundio of Sánchez Navarros, 1765-1867, Austin: University of Texas 1975, pp. 84-86.
'^Enriqueta Quiroz Muñoz, op. cit., pp. 192-193. i9
AHCM, Abasto de Carne, vol. 6, exp. 185, "Estado que manifiesta el producto del arbitrio de las onzas de carne que por orden Superior se destinaron al reintegro de la pérdidas que tuvieron los Propios de la N.C."
186
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
80 onzas por un real (5 libras), bajó a 88 onzas es decir en un 10% respecto al sexenio
gravamen extraordinario aplicado a la carne de carnero, afectó la demanda de carne entre 1792 y 17932". Sólo en los años siguientes la demanda de carnero tendió a recuperarse, así en 1794 se vendieron 248 012 cabezas, pero a pesar de ello, esa cantidad significaba un descenso de un 10.8% respecto a
1791
y de un
17.3% respecto a 177321. Sólo en
1796 se produjo un
crecimiento real de la demanda, registrándose como vendidos 374 000 carneros del abasto, lo que sólo fue posible a partir de la considerable baja del precio registrada en ese año. Por su parte, la demanda de res experimentó notoriamente entre 1794 y 1795 un incremento de más de un
100% en ese bienio respecto a los dos primeros años de esa década, e incluso
alcanzando niveles muy similares a los de mediados de la década de 1770 -los más altos del siglo- presentando una diferencia de sólo 9% menos, respecto al bienio 1776-1777. En 1797 se produjeron nuevas dificultades en el año 1797, producto de una seca de pastos y de una epidemia que afectó principalmente al ganado lanar de tierra adentro22. Como hecho sintomático en el año 1798 no se presentó ningún postor para el abasto de carne; el ayuntamiento asumió dicha responsabilidad pero se vio obligado a elevar los precios del carnero en un 29.3% y los de la res en un 9.9% con respecto al año anterior. Este ascenso constituyó el primer indicador que los precios continuarían subiendo aún más. Los años siguientes de 1798 hasta 1811 son años de alzas sostenidas que concluyeron en 1812 con la liberalización general
de los precios de la carne y en definitiva con el término de
la
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
administración unipersonal del abasto de carne de res. El ascenso moderado que había experimentado la carne de res en
1798, se vio
acelerado nuevamente por el factor climatológico. En 1799 la situación se agravó debido a las pérdidas de animales en Huapango originadas por las bajas temperaturas y la presencia de nevadas en esos llanos. Igualmente, la escasez de carneros entre problemas
para
poblar
las
tablas
destinadas
a
este
tipo
de
1799 y
carne
y
1800, provocó varias
de
ellas
'"Enriqueta Quiroz, op. cit., p. 191. 2
'De acuerdo a las cifras de la aduana de la ciudad en 1773 habrían ingresado 299 658 carneros. Véase AGN, AHH, leg. 2 138. Humboldt señala en sus Tablas Geográfico-Políticas que en 1791 se habían consumido 278 300 carneros en la ciudad. Véase Humboldt, Tablas geográfico-políticas del reino de Nueva España que manifiestan su superficie, población, agricultura, fábricas, comercios, minas, rentas y fuerza militar, México, Impreso en la oficina de D. Mariano Ontiveros 1822, p. 24.
"Bajo esta denominación de "Tierra adentro" se incluyen los extensos territorios norteños que constituían el grupo de regiones abastecedoras de ganado para el consumo interior de Nueva España. Para menciones sobre la epidemia en el ganado lanar véase AHCM, Abasto de Carne, vol. 6, exp. 183.
187
permanecieron cerradas, ya que los tratantes se resistieron a abrirlas por no tener la seguridad de contar con el número suficiente de carneros con qué abastecerlas23. En definitiva era el mismo problema que podían tener los obligados: responder a una demanda creciente con precios fijos y sin poder subirlos aunque se redujera la cantidad de ganado disponible durante los años del contrato.
Respecto a los precios de la carne de cerdo en la década de 1790, podemos señalar que los subproductos tales como la manteca, el jamón, el chorizo, el jabón habían descendido respecto al alza que registraron a mediados de los años 8024. Otra razón para argumentar la caída de sus precios podría ser un incremento en su demanda percibida a través de informes y observaciones de José Antonio Alzate25. No obstante la realidad señalada por las cifras fiscales fue otra, las recaudaciones por concepto de alcabala de consumo, desde mediados de la década de los años 90 hasta la de 1800, indican el ingreso de cerdos a la capital en un rango de 25 mil a 35 mil cabezas, registrando un promedio de 28 851 puercos entre los años 1794 a 1796; en la década siguiente al parecer mantuvo ese rango, o incluso presentando un promedio estimado en 29 530 cabezas. Lo que evidentemente indicaría un decrecimiento en los niveles de recaudación respecto a los años setenta hasta inicios de los ochenta, situación que podría reforzar la idea de una evasión fiscal o de un real descenso en la demanda de carne de cerdo. Esta realidad particular en el comportamiento de los precios de la carne, requiere ser
entre sus niveles de demanda y ver sus efectos en las condiciones sociales.
Demanda y precios de otros alimentos En nuestro esfuerzo por comparar la tendencia secular de los precios de la carne con las de otros alimentos, se ha observado que al igual que en aquélla sólo se puede afirmar que los precios de los granos ascienden sostenidamente desde
1798/1800 hasta por lo
23
AHCM, Abasto de Carne, vol. 6, exp. 193, "Reglas para el abasto de carnes del presente año y el de 1800".
24
En 1791 se presentó un descenso en las posturas de los efectos de tocinería respecto a las fijadas en 1786, así la manteca bajó en un 22%, el jamón en un 28.5%, el chorizo en un 16.6%, el jabón en un 8%. *
^ Véase AHCM, Policía en General, vol. 3 627, exp. 43 "Reflexiones y apuntes sobre varios objetos que interesan a la salud pública y la policía en particular de esta ciudad de México, si se adaptasen las providencias o remedios correspondientes, 1788". Alzate reprodujo en 1791 las mismas cifras de consumo contenidas en este informe. Consúltese Alzate, Gacetas de Literatura, vol. II, p. 301.
188
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
comparada con la de otros alimentos urbanos, como también establecer comparaciones
menos los años de insurgencia. Lo que a su vez se puede inferir de los niveles de consumo urbano
de
bebidas
comestibles
es
un
alcohólicas. problema
Es de
decir, inicios
la tendencia al del
siglo
XIX.
alza de Con
los
lo
precios
cual
de
los
nosotros
no
desconocemos ni aminoramos el problema social generado a partir de esa alza, es más, creemos que un decenio de precios altos y sostenidos, debió impactar traumáticamente a la sociedad consumidora que vio nacer el movimiento de insurgencia26. En el transcurso de la década de los años 80 a pesar de que hemos constatado oscilaciones importantes de precios,
fueron sólo eso, debido a que sus efectos en la
demanda no pudieron ser ni agudos ni sostenidos porque el comportamiento demográfico tendió a frenarse por el ataque de epidemias al menos hasta 1786. La carestía de maíz en 1785 no se dio en ninguno de los otros alimentos, lo que apoyaría nuestra tesis de que el incremento fue producto de la especulación, ya que incluso en el trigo dicha alza de precios se presenta al año siguiente, y ambas decaen abruptamente en los años inmediatos de 1786 y 1787; pero en ningún caso la demanda de granos baja a niveles de hambre. Más aún nuestra idea viene a ser corroborada porque los precios de la res y carnero continuaron siendo generosos para la población y el consumo urbano de carne se mantuvo estable. Así también el consumo de pulque, mermado desde la década de los años 80 por tasas impositivas, se vio frenado parcialmente por los impactos de la política fiscal, aún pudiendo
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
mantener en esos años altos niveles de consumo urbano, e incluso tal vez superiores a los medidos,
pensando
en
ciertas
estrategias
de
venta
implementadas
por
sus
propios
expendedores. Más aún la caída de precios de la carne en la década de los años 90, mencionada anteriormente, junto a los volúmenes de maíz entre
1795
y
1796, como
también los ingresos de harina señalados por los libros de Aduana señalarían un repunte en su consumo urbano por lo menos en el periodo mencionado. Todo lo cual hace imposible generalizar un alza sostenida en los precios de los comestibles antes de la segunda mitad de la década de 1790. Para nosotros sólo es evidente que los precios de los comestibles comienzan a ascender sostenidamente desde fines de la década de 1790; ciertamente por una población en crecimiento con flujos migratorios importantes desde la segunda mitad de esa misma década. Dicho movimiento demográfico desde ese entonces cobra importancia para generar
26
Enriqueta Quiroz, op. cit.
189
una demanda en crecimiento, pero que termina siendo frenada en las primeras décadas del siglo XX por las mismas alzas como también por reducciones en la producción por efectos climáticos y
por el
incremento de
la indigencia en
la capital,
resultado
de aquellos
movimientos migratorios.
Harina de trigo Los volúmenes de harina estimados a partir de los libros de Aduana señalan para la primera mitad de la década un promedio de 270 mil cargas anuales, en 1796 esos niveles se incrementaron a 298 538 cargas, lo que significó un aumento de un 10.6% en su demanda, para terminar la década manteniendo esos niveles de consumo. No obstante el incremento experimentado en 1796 significó un descenso de un 9.8% respecto al año 1776, pero una recuperación de un 11.6% respecto a los inicios de la década de los años ochenta.
HARINA: VOLÚMENES
CUADRO 4
INTRODUCIDOS A LA CAPITAL CARGAS
Í789
287 594
1794
272 501
1795
270 154
1796
298 538
1797
296 714
1798
295 840
Fuente: AGN. Alcabalas, material sin clasificar, cajas 210. 211.212. 213. 214.
Cabe señalar que existe una diferencia notoria en los volúmenes de harina de trigo estimados por nosotros a partir de la recaudación de los libros de la Real Aduana de la ciudad y entre los volúmenes calculados por Clara Elena Suárez a partir de la recaudación registrada especialmente en los libros de Cargo de Propios, Sisa y Pósito existentes en el Fondo Lira27. A pesar de que ambos registros corresponden al cobro llamado tres cuartillas de real por carga ingresada a la ciudad, nuestros cálculos son más del doble de los
~7Clara Elena Suarez, La política cerea/era y la economía novohispana: el caso del trigo, México: Colección Miguel Othón de Mendizábal, C1ESAS, 1985, pp. 132-133.
190
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
ANOS
volúmenes registrados por la autora, lo que a nuestro juicio parece señalar que los montos encontrados por Suárez son parciales y que los libros de la Aduana registrarían el total de la harina ingresada a
la capital.
Apreciación que es ratificada porque de acuerdo a los
aranceles del Viento no sólo había harina introducida por los panaderos sino también por labradores28. Es decir, el consumo de harina en esta ciudad al parecer era más alto de lo señalado por Suárez, lo que estaría incluyendo el consumo de harina para uso doméstico, además del utilizado para fabricar pastas ("fideos") vendidas en tiendas de la capital, como también toda la empleada en la fabricación de pan vendido en las calles y plazuelas de la misma. A pesar de ello, la serie de Suárez es más completa porque abarca gran parte del siglo XVIII. Respecto a los precios del trigo, podemos señalar que los años de 1789 a 1792, fueron de buenas cosechas tanto para el maíz como para el trigo; lo que ayudó a mantener los precios bajos entre los 58 y 65 reales la carga, sin embargo estos nunca fueron tan bajos como entre los años 50 ó 70. Lo que es lógico, pues la ciudad había incrementado pese a todo su población, y la demanda entonces debía ser mayor. Entre los años 93 y 94 hubo pobres cosechas de maíz, lo que generó el alza del precio del trigo en 1794 y luego como éstas mejoraron hasta 1797, el trigo mantuvo su precio estable en 71 y 72 reales, precio que aún era alto respecto a los inicios de esa década, lo que ratifica una vez más la presencia de una
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
demanda en crecimiento. En 1799 el precio del trigo ascendió aún más llegando a 104 reales, en esa ocasión se agregaba al problema el resultado de pobres cosechas de maíz y también de trigo, según informes de la intendencia de Puebla29.
Maíz La cuantificación de los volúmenes de maíz ingresados a la capital ha sido una tarea compleja de resolver, en especial porque las cifras de la Albóndiga presentan problemas o variaciones importantes en el transcurso de un mismo año, como también los testimonios de cronistas que
indican volúmenes muy
superiores de
consumo con
respecto
a
los
registrados en la Albóndiga. En la capital se producía una notable variación de la demanda
28
Véase Fabián De Fonseca, y Carlos De Urrutia, Historia General de la Real Hacienda. México: Imprenta de Vicente García Torres, 1849, vol. II, p. 43.
29
Arij
Ouweneel,
Ciclos
interrumpidos,
ensayos
sobre
historia
rural
mexicana,
siglos
XVIII-XIX,
Zinacantepec. Estado de México: El Colegio Mexiquense, 1998, p. 88.
191
de maíz en tiempos de buenas o malas cosechas10. En la Albóndiga se vendía tanto el maíz del Pósito como el de los productores, en años de escasez el Pósito incrementaba sus ventas, pues su grano servía para frenar las alzas de precios ya que sus volúmenes junto a los de los productores lograban cubrir la demanda urbana esperada. La situación se invertía cuando se presentaban buenas cosechas, pues la Albóndiga reducía sustancialmente las ventas de ambos sectores y en especial los aportes del Pósito eran insignificantes ya que no se necesitaba deprimir aún más los precios. Sin embargo,
a pesar de estas variaciones en
comparación de sus cifras con
las
ventas de
la Albóndiga,
la
las dadas por algunos cronistas, resultan aún bastante
dispares. Así por ejemplo, San Vicente, indicó que en 1767 la ciudad de México consumió 350 mil cargas de maíz, sin embargo para ese mismo año la Albóndiga registró la venta de apenas
8
mil
cargas.
Por su parte,
Humboldt para 1791
indicó un consumo urbano
de 117 200 cargas, pero las cifras de la Albóndiga entre 1795 y 1800 no superan las 56 mil. La diferencia es mucha. El problema tal vez radique en la no cuantificada venta callejera de maíz practicada por los indígenas, la que debió ser fundamental en el mercado urbano. Es decir, el consumo de maíz en la capital debió ser mayor al contabilizado por la Albóndiga. Sin embargo sus cifras son prácticamente las únicas que se disponen y sirven de referente para estimar al menos algunas fluctuaciones en la demanda urbana.
1790, sino a partir de 1795. En 1795 y 1796 hubo buenas cosechas y el consumo de maíz registrado por la Albóndiga fue de 33 952 cargas y 55 072 cargas. Ese último año presentó una demanda similar a la alcanzada a mediados de la década de los años 80. es decir una demanda alta,
considerando
lo contrario. El año
que
había
buenas
cosechas
y
se
debía
haber
producido
1797 hubo sequía, es decir fue mal año, sin embargo el consumo
no aumentó como habría sido lo esperado sino que se redujo a 35 488 cargas. Tal vez influyó en esta situación la epidemia de viruela de ese mismo año donde murieron más de 7 000 personas en la capital. En consecuencia las ventas de la Albóndiga no se incrementaron como habría sido esperado en años de sequía, sino que se deprimió ostensiblemente en 1798 y 1799 bordeando las 24 mil cargas.
■"Véase un informe sobre las ventas de maíz en la Albóndiga entre 1741-1767, en que se indica esta diferencia entre años de buenas y malas cosechas, AHCM, Pósito y Albóndiga, vol. 3 694, exp. 22.
192
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
No se disponen cifras de ventas de la Albóndiga para principios de la década de
Entre 1795 y 1805 los volúmenes de maíz ingresados a la Albóndiga de la ciudad fluctuaron entre las 20 mil y las 35 mil cargas (véase cuadro 5), a excepción de 1796 cuando se registraron 55 072 cargas. Aparentemente la demanda de maíz en la ciudad se había reducido cerca de un 50% respecto a los registros que se disponen de la década anterior. Por su parte los precios, si bien eran más bajos que el promedio de la década de 1780, se mantuvieron en un rango relativamente alto de 19 reales la fanega.
MAIZ: RECAUDACION FISCAL ANUAL
a
FANEGAS ESTIMACIÓN
CUADRO 5
AÑOS
RECAUDACION EN PESOS"
1795
2~¡22
101 856
33 952
1796
3 442
165 216
55 072
1797
2 218
106 464
35 488
1798
1530
73 440
24 480
1799
1505
72 240
24 080
1800
1973
94 704
31568
1801
1379
66 192
22 064
1802
1271
61008
20 336
1803
1896
91008
30 336
1804
1252
60 096
20 032
1805
1359
65 232
21744
CARGAS
Medio real por carga
En 1795 y 1796 hubo buenas cosechas y los precios del maíz bajaron a 13 y 16
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
reales la fanega respectivamente. En 1796 la demanda se recuperó alcanzando los niveles de mediados de la década de los años 80. Sin embargo dicho incremento, provocó junto a la sequía de 1797, el inmediato ascenso de precio a 20 reales la fanega. Ese mismo año se produjo el rebrote de viruela, más arriba señalado31.
En consecuencia la demanda se
deprimió ostensiblemente en 1798, pero los precios no bajaron, como era de esperarse, debido a la sequía de 1799 y que al parecer generó malas cosechas hasta 1801.
Pulque Respecto del pulque no podemos afirmar incrementos tan importantes en sus precios como en los productos anteriores, sin embargo como Hernández Palomo lo señaló el precio de
''Juan Javier Pescador, De bautizados a fieles difuntos. Población, familia y mentalidades en una parroquia urbana. Santa Catarina de México, 1568 ~ 1820. México: El Colegio de México 1992, p. 101.
193
la bebida debió ascender aunque su aumento fue de carácter más cualitativo, es decir se comenzó a consumir pulque de mala calidad (fundamentalmente mezclado), tanto en el interior como en las afueras de la ciudad. El mencionado autor estimó que los costos de producción debieron hacerse tan altos a costa de los excesivos recargos fiscales, que en consecuencia los beneficios de los pulqueros debieron reducirse proporcionalmente. Sólo pudieron sobrevivir los productores aledaños a la capital o los grandes pulqueros dueños de haciendas maguey eras; lo que en definitiva ocasionó la reducción del área abastecedora de la ciudad y la consiguiente disminución de volúmenes de pulque enviados hacia ella (véase cuadro ó).
PULQUE: VOLUMENES
CUADRO 6
ANOS
ARROBAS DE PULQUE
Í794
1 734 567
1795
1634 098
1796
1761252
1797
1809 859
1798
1 701 506
1799
1656 570
1800
1734 875
1801
I 679 304
1806
I 092 215
1807
1 144 569
1808
1094 557
1809
1061460
1810
1088 010
FUENTE: José Jesús Hernández Palomo. La renta del pulque en Nueva España, 1663-1810, Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos. 1979, p. 428.
A partir de 1794 fue notable la disminución de arrobas de pulque ingresadas a la capital, entre ese año y 1801, hubo una demanda de 1 600 000 a 1 700 000 arrobas anuales, con excepción de 1797 que llegó a un millón ochocientas; la tendencia en este periodo y notablemente en la siguiente década, fue de una baja sostenida en la demanda; desde mediados
194
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
INTRODUCIDOS A LA CAPITAL
hasta fines de la década de 1800 los ingresos de dicha bebida llegaron sólo a bordear el millón de arrobas (véase cuadro 6). Paralelamente, la Real Hacienda con el fin de crear una nueva renta fiscal que le proporcionara nuevos ingresos, en 1796 implemento el cobro de la renta del aguardiente de caña. En ese año y el siguiente, curiosamente los ingresos por el ramo de pulque tendieron a mejorar, tal vez por el mayor control fiscal en las aduanas de la ciudad producto del nuevo impuesto. Sin embargo este movimiento fue sólo un pequeño y breve ascenso en la serie del pulque, pues en 1798 continuó el decrecimiento en los volúmenes ingresados a la ciudad, los que se redujeron notablemente en todo el transcurso de la década de 1800.
Aguardiente de Caña Contrariamente, en esa misma década la demanda de aguardiente tendió a ascender, luego de que en sus primeros años de cobro se produjera una cierta contracción en su consumo. Desde 1799 fue paulatinamente creciendo el incremento de barriles de aguardiente ingresados a la capital, como una consecuencia natural de la recuperación demográfica de la ciudad (después de la epidemia de 1797) y la disminución del consumo de pulque. Sin embargo, los volúmenes de chinguirito legalmente introducidos nunca llegaron a aproximarse a los de pulque, éstos apenas representaron entre un 5% y un
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
pulque ingresadas entre 1796 y
16% de las arrobas de
1810. A pesar de que el consumo de aguardiente estaba
bastante generalizado en la capital (se estimaba que en la época sólo la duodécima parte del vecindario no lo bebía) las cantidades ingeridas por la población debían ser menores que las habituales de pulque. Algunos autores han señalado que el consumo de chinguirito antes de legalizarse era cercano a los 2.5 galones anuales por persona (unos 9 litros) y que después de su autorización ascendió a 4 galones anuales (15 litros)32. Para Teresa Lozano este aumento del consumo fue sólo aparente, pues lo que en realidad había sucedido fue una mejor recaudación y confiscación del aguardiente clandestino33.
"Teresa Lozano Armendares, El Chinguirito vindicado. El contrabando de Aguardiente de Caña y la Política Colonial, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1995, p. 186, comenta los cálculos de Michael C Scardaville, "Crime and the Urban Poor: Mexico City in the Late Colonial Period", Tesis doctoral. University of Florida. 1977, p. 211. "Teresa Lozano Armendares, op. cit.,
1995, p. 1 86.
195
CUADRO 7
AGUARDIENTE DE CANA: VOLUMENES INTRODUCIDOS A LA CAPITAL Y RECAUDACIÓN FISCAL BARRILES AÑOS
AGUARDIENTE
RECAUDACIÓN
FUENTE
25 321
Hernández Palomo
CAÑA 1797
10 050
1797
9 850
1797
8 440
25 321
AGN, AHH, vol. 1 823
1798
8 059
24 177
AGN, AHH, vol. 1 823
1799
11 902
Gaceta de México
1800
12 674
Gaceta de México
1801
14 763
Gaceta de México
1804
16214
1805
16 869
1806
4 714
1809
14 830
AHINAH. F. Lira, vol.162
1810
13 180
AHINAH, F. Lira, vol.135
1813
14 286
AHINAH. F. Lira, vol.174
Gaceta de México
50 669
AHINAH, F. Lira, vol.148 AHINAH, F. Lira, vol.152
14 732
AHINAH, F. Lira, vol.154
De acuerdo a nuestros cálculos la demanda de aguardiente en 1797, llegó a 1 249 120 litros (99 929 arrobas) es decir a un consumo anual de 9.6 litros per cápita34, en 1799 esa cifra posiblemente llegaba a 13 litros, en 1802 a 15 litros y en 1805 a 16.5 litros anuales por
de independencia sólo se puede estimar un consumo per cápita de 11.7 litros35. Es decir con el incremento demográfico, el consumo per cápita se redujo en vez de ascender. Con estas cifras también se refrenda la importancia del consumo per cápita de pulque, que aún en el año de menor demanda, es decir en 1809, se puede estimar unos 81 litros anuales por persona. La popularidad del pulque es explicable por el bajo precio de esa bebida que llegaba a mediados de la década de 1780 a medio real por tres cuartillos, en cambio en esa misma fecha cada cuartillo de aguardiente de caña costaba dos reales36.
34
Se estimó para ese año de 1797 una población de 129 132 habitantes en la capital, de acuerdo a la tasa de crecimiento de 1.93% anual obtenida entre los dos censos de 1790 y 1811.
35
Se ha estimado para estos cálculos que un barril de aguardiente contenía 148 litros, basándonos en los cálculos de Michael C. Scardaville, op. cit1977 y HUMBOLDT, 1991, anexo III, aunque en este dice 148 hectolitros, debiendo decir 1.48 hectolitros. Sin embargo Lozano Armendares ha señalado que es difícil estimar el contenido de los barriles utilizados en la época, para la autora los más comunes eran de 50 litros, pero había algunos de hasta de 72 960 litros. Teresa Lozano Armendares, op. cit., 1995 p. 169.
36
Teresa Lozano Armendares, op. cit.,
196
1995, p. 104.
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
persona. Sin embargo en 1809 y 1810 el consumo se redujo y para el año en que se dio el grito
A pesar de las notorias diferencias en el consumo y en el precio, ambas bebidas fueron gravadas en forma similar. El derecho fijado por cada barril de chinguirito ingresado a la ciudad, fue similar al cobrado por cada arroba de pulque; sobre el primero se cobraba tres pesos por barril, es decir dos reales por arroba y en el segundo dos reales un grano por arroba37. Lo que comprobaría el interés de la Real Hacienda por recaudar fuertes ingresos con la nueva renta del aguardiente, casi tanto como los que había obtenido con el pulque. Los ingresos obtenidos en todo el reino por aguardiente de caña, llegaron a representar en 1798 un 43% (su
mejor año de recaudo) de los ingresos por pulque. Es decir el erario con la nueva
renta del aguardiente más la del pulque llegó a reunir fondos cercanos a los alcanzados a fines la década de los años 70 y comienzo de la de los años ochenta, tan sólo por la recaudación obtenida del pulque que ese año se había aproximado a 700 mil pesos anuales. Desde 1794 hasta 1800 el ramo de pulque bordeó los 500 mil a 570 mil pesos, y desde 1802 fue inferior a 500 mil pesos y superior a 370 mil38. Por su parte la renta de aguardiente de todo el reino en sus mejores años, es decir entre 1797 y 1801, fluctuó en 200 000 pesos, luego entre 1802 y 1806 decayó a 150 mil y 170 mil pesos anuales. Posteriormente, entre 1807 y 1810 fluctuó en 170 y 192 mil pesos anuales39 . La expansión general de la demanda de comestibles observada hacia mediados de los años 90, fue paulatinamente frenada hacia 1800, donde el propio crecimiento de la misma,
los problemas en la producción a causa de la meteorología y
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
movimiento
de
insurgencia,
terminaron
por
incrementar
el
nivel
de
finalmente el
precios
de
los
comestibles entre una población consumidora con altos niveles de indigencia.
Las condiciones sociales Según las estimaciones de Alejandra Moreno, hacia
1790 la ciudad de México
presentaba una estructura por edades envejecida, es decir el porcentaje de habitantes adultos era superior al de infantes, específicamente señalaba la autora que la población entre 17 y 60
'7Si se considera que un barril se compone de 148 litros, es decir 12 arrobas, significa que se cobraban 24 reales (3 pesos) por 12 arrobas, o sea 2 reales por arroba. ,8
José Jesús Hernández Palomo, op. cit., 1979, cuadro 9.
,9
José Jesús Hernández Palomo, El Aguardiente de Caña en México, Sevilla: Escuela de Estudios Hispano Americanos. 1974, pp. 135-136.
197
años correspondía al 55.6% del total40. A pesar de ello, la población que gozaba de un trabajo estable correspondía a un 36.6% del total. Es decir, la fuerza laboral permanente en la ciudad de México no era despreciable hacia la década de 1790, ciertamente lo que era una condición natural de la capital por estar concentrada en ella servicios administrativos, actividades comerciales y artesanales. Entre
la población con ocupación registrada hacia 1790, Moreno estimó que existían
8 799 eclesiásticos, religiosos y enclaustrados que representaban un 8.4% del total de la población urbana; existían 1 886 profesionales, entre doctores, abogados, médicos, empleados y
militares que equivalían a un 1.8% de los habitantes de la ciudad. Así también identificó a
27 655 trabajadores tales como labradores, mineros, comerciantes, artesanos y jornaleros, que correspondían a un 26.4% de la población. Otros autores como González Angulo han precisado un número superior de población ocupada para
1794.
Así
el autor indicó que en ese año
habrían existido en la capital unas
40 mil personas con trabajo, de las cuales 20 mil correspondían a mano de obra dedicada a la producción industrial, estimando unos 6 731 trabajadores agremiados, entre ellos oficiales y aprendices, incluyendo a los propietarios de talleres; a 7 500 trabajadores de talleres reales y otros 5 000 trabajadores a domicilio. Es decir de esta fuerza laboral un 56% correspondía a artesanos, o sea gente con una ocupación específica y estable41. En virtud de esta realidad tenemos variedad de oficios y lógicamente diversidad de
durante este periodo, se puede señalar ciertamente que existía una gran disparidad entre los ingresos de
los diversos
grupos
de
trabajadores
urbanos,
como
por ejemplo
entre
los
funcionarios del gobierno local y los jornaleros, siendo tal vez los dos polos de la población económicamente activa. Podemos señalar por ejemplo que el contador de la ciudad ganaba en 1794,
1 896
pesos anuales (42 reales diarios), los abogados del Cabildo 600 pesos anuales
(13 reales diarios), el capellán del Cabildo 300 pesos anuales (6.6 reales diarios)42. Por su parte los trabajadores en obras públicas, podían percibir hacia 1790, cinco reales diarios en la
40
Alejandra Moreno Toscano, "Algunas características de la población urbana: ciudad de México, siglos XVIII-XIX", en Investigación demográfica en México, México, CONAPO. 1978.
4l
Véase Jorge González Angulo. Artesanos y ciudad a finales del siglo XVIII. México. Secretaria de Educación Pública, Fondo de Cultura Económica. 1983, p. 11 y Sonia Pérez Toledo, Los hijos del trabajo.
42
Los artesanos de la ciudad de México, 1780-1853. México: El Colegio de México, 1996, p. 76. AHINAH, Fondo Lira, vol. 124.
198
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
ingresos en la ciudad de México. Lejos de intentar un estudio sobre los salarios en la capital
categoría de
sobrestante,
cuatro
reales diarios como oficial
y 2.5
reales como
peones
de construcción43. Así también reconsiderando la importancia del grupo de artesanos en la capital, se puede pensar que estamos ante una población activa donde el 50% de ésta, debía percibir algo más que el salario mínimo de un peón o jornalero. Sin embargo el estado actual sobre los conocimientos de salarios para el siglo XVIII - ciertamente aún muy precarios - permiten a través del estudio de salarios de trabajadores de la construcción, señalar que éstos permanecieron invariables en el transcurso del siglo en un monto promedio cercano a los seis pesos mensuales, de 2.5 a 3 reales diarios44. De acuerdo a nuestra revisión sobre los salarios de los trabajadores del Cabildo y los contratados para obras de construcción en la ciudad, pudimos percibir que ciertamente estos salarios permanecieron invariables a lo largo del siglo (cuadro 8). Sin embargo no podemos afirmar - que debido a este estancamiento de los salarios en el siglo XVIII - se habría producido en la década de 1790
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
un descenso de sus ingresos reales respecto a inicios de siglo.
43
AHINAH, Fondo Lira, vol. 118.
44
Véase Eric Van Young, op. cit., 1988, p. 213.
199
CUADRO 8
SALARIOS EN OBRAS DE CONSTRUCCION EN LA CIUDAD DE MÉXICO Salario Mensual
1719
1732 1733 1734 1735 1736 1737 1738 1752 1754
1756
1764
1767
1778 1790
Oficio
Fuente
6 reales
Oficial de construcción
AHINAH, F. Lira, vol. 81
5 reales
Oficial de construcción
ibidem,
6 reales
Sobrestante de construcción
ibidem,
8 reales
Sobrestante de construcción
ibidem,
3 reales
Limpiadores en obra
ibidem,
2.5 reales
Peón de construcción
ibidem,
3 reales
Peón de construcción
ibidem.
5 reales
Oficial de construcción
AHINAH, F. Lira. vol. 82
3 reales
Peón de construcción
ibidem.
5 reales
Oficial de construcción
ibidem.
3 reales
Peón de construcción
ibidem.
5 reales
Oficial de construcción
ibidem.
3 reales
Peón de construcción
ibidem.
5 reales
Oficial de construcción
ibidem.
3 reales
Peón de construcción
ibidem.
5 reales
Oficial de construcción
ibidem.
3 reales
Peón de construcción
ibidem.
5 reales
Oficial de construcción
ibidem.
3 reales
Peón de construcción
ibidem.
5 reales
Oficial de construcción
ibidem.
3 reales
Peón de construcción
ibidem.
5 reales
Oficial de construcción
AHINAH, F. Lira, vol. 91
3 reales
Peón de construcción
ibidem.
6 reales
Sobrestante de construcción
AHINAH, F. Lira, vol. 91
5 reales
Oficial de construcción
ibidem.
3 reales
Peón de construcción
ibidem.
6 reales
Sobrestante de construcción
AHINAH, F. Lira, vol. 93
1 peso
Sobrestante de construcción
ibidem.
6 reales
Oficial de construcción
ibidem.
5 reales
Oficial de construcción
ibidem.
3 reales
Peón de construcción
ibidem.
3 reales
Peón de construcción
AHINAH, F. Lira, vol. 91
6 reales
Sobrestante de construcción
AHINAH, F. Lira, vol. 96
3 reales
Peón de construcción
ibidem.
6 reales
Sobrestante de construcción
AHINAH, F. Lira, vol. 98
5 reales
Oficial de construcción
ibidem.
3 reales
Peón de construcción
ibidem.
Diario
9 pesos
Construcción, nivel no
Van Young, p. 112
9 pesos
especificado No calificados y semi
Van Young, p. 113
calificados 5 reales
Sobrestante de construcción
AHINAH, F. Lira, vol. II!
4 reales
Oficial de construcción
ibidem.
Peón de construcción
ibidem.
2.5 reales 1794
9 pesos
Peón no calificado
Van Young, p. 113
1804
9 pesos
Construcción urbana
Van Young, p. 114
1806
9 pesos
Peón no calificado
Van Young, p. 114
200
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Año
Si se compara el precio de la carne de res en percibimos
1701/1703 con el de
1790/1794
que costaban las mismas 80 onzas por un real. El carnero en 1701/1703 costaba
32 onzas por un real y en 1790/1791 llegaba a 20 onzas, pero en el transcurso de esos años llegó a recuperarse hasta alcanzar las 35 onzas por un real en 1796/1797. Es decir el poder adquisitivo de los trabajadores respecto a la carne era, sino igual al menos similar, al de comienzos de siglo. El problema se produce cuando observamos que los precios de los años 60/70 fueron los más generosos de la centuria y respecto a ellos, se habría producido un deterioro en la década de los años 90. Así por ejemplo en 1768 se podían comprar con un real 152 onzas de carne de res y 42 de carnero, lo que significaba un deterioro de un 47% respecto a aquel año en 1790 y en 1796 de un 42 por ciento. No obstante, se debe prestar atención que respecto a los años 84, 85 y 88 que presentaron un precio de alza de 72 onzas por un real, la década de 1790 vino a significar una recuperación notable para el poder adquisitivo de la población. En 1790 se produjo una baja en el precio de la carne de res de un 11% respecto a los años mencionados de la década de los años 80 y en 1796/97 la caída llegó a un 22 por ciento. En
términos
mencionados
de
la
prácticos década
de
esto
significaba
1780,
se
por
ejemplo
que,
si
en
aquellos
años
podía comprar con un jornal de 3 reales diarios
216 onzas de res, es decir unos 6 kilogramos de esa carne, en 1790 se podía comprar con ese mismo salario cerca de siete kilos de carne de res. Más aún en 1796/1797 con el mismo jornal
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
"estancado" en tres reales se podía comprar 7.5 kilogramos diarios de res o tres de carnero. Se puede pensar que sólo la carne tenía la particular condición de ser barata y por ello venderse en cantidades importantes, pero podemos observar en el cuadro 9 que en 1791 por ejemplo, se podía comprar con un real
abundantes cantidades de maíz, 4.6 kilogramos
(alrededor de 164 tortillas), o poco más de un kilo de pan, o más de 2 kilogramos de carne de res. Dicho de otro modo, más simplista si se prefiere, se podían comprar con un salario de tres reales diarios, una generosa cantidad de tortillas y una importante cantidad de pan y de carne.
201
CUADRO 9
CANTIDADES DE ALIMENTOS COMPRADOS CON UN REAL (Kilogramos) ANO
MAIZ
TRIGO
PAN
PAN
PAN
FLOREADO
COMÚN
RES
CARNERO
1790
3
2.1
1.096
2.2
0.574
1791
4.6
2
1.104
2.2
0.574
2.2
0.861
2.2
0.861
2.2
0.861
1792
2.3
1793 1794
2.2
1.7
1.03
1.37
1795
3.4
1.9
0.973
1.23
1796
2.7
1.9
2.5
1797
2.1
1.9
2.5
1
1798
2.3
1.37
2.2
0.940
1799
2.3
1.29
2.2
0.703
1.03 1.32
El año 1795 fue otro de precios particularmente bajos del maíz y del trigo, durante esa década. Así en 1795 se podía comprar con un real 3.4 kilogramos de maíz (121.4 tortillas), o cerca de 2 kilogramos ó 1.23 kilogramos de pan común. Es decir con un jornal de tres reales se podrían llegar a comprar un total de 10.2 kilogramos de maíz; ó 5.7 kilogramos de trigo; ó 3.69 kilogramos de pan común. El año 1799 fue tal vez el de menor poder adquisitivo de la población en esa década de los años 90, como se advierte en el cuadro 9. Sin embargo, sus cantidades son muy superiores
comprar con un real 1.090 kilogramos de este grano (aproximadamente 39 tortillas).
En ese
año el maíz llegó a valer casi el doble de la carne de res, y poco menos que el carnero, ya que con un real se compraban 2 kilogramos de carne de res y 669 gramos de carnero. En 1786, año de mayor carestía del trigo se podía comprar con un real 1.6 kilogramos de maíz, o 1.24 kilogramos de trigo, o poco más de 400 gramos de pan. Con estos cálculos se quiere demostrar en primer lugar que el poder adquisitivo de la población no decayó, sostenidamente a lo largo del siglo XVIII, sino que por el contrario hubo vaivenes,
incrementos
y
recuperaciones
importantes,
a
pesar
de
existir
probablemente
"salarios estancados". En segundo lugar, se debe destacar las cantidades de compra que estamos manejando, todas - incluso las de los años 80 - resultan generosas, comparadas con las que se pueden comprar actualmente con un sueldo mínimo.
202
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
a las de 1785/1786. Comparativamente en 1785, el año de mayor carestía del maíz, se podía
No obstante, estudios demográficos han señalado que desde la segunda mitad de la década de
1790, se había producido un incremento demográfico por efecto de flujos
migratorios. El aumento de la población migrante, debió provocar, el descenso en los niveles de consumo per cápita de alimentos básicos, como puede ser demostrado para el problema específico de la carne. En 1795 - año de precios bajos- el consumo per cápita estimado era de 76.6 gramos diarios y a pesar de que la demanda urbana de res experimentó un incremento entre los años 94/96 y hubo una recuperación de los consumos urbanos, no obstante ya se percibía un deterioro en los niveles per cápita respecto a los años 70, lo que era causa, más que del alza en los precios de la carne o de los productos básicos, por el problema del aumento demográfico y de la indigencia en la ciudad, lo que se demuestra en el hecho de que en los años señalados la carne, al menos la de res, no fue más cara que a comienzo de siglo45. De acuerdo a las observaciones de demógrafos actuales, la ciudad de México en este periodo no habría experimentado un crecimiento natural sino que habría padecido las consecuencias
de
un
fuerte
movimiento
migratorio.
La
capital
que
recibía
un
flujo
permanente y continuo de los 250 pueblos de los valles de México y Toluca, en esos años atrajo
población,
específicamente,
de
las
áreas
de
Puebla-Atlixco,
Tula-Querétaro,
Pachuca-Tulancingo, Toluca-Tenango46. Es decir la población que era atraída a la capital era eminentemente rural y en gran medida debió ser indígena y mestiza. Humboldt estimó
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
que hacia 1803 debía existir dentro de la ciudad de México unos 33 000 indígenas, lo que significaba un incremento notable de acuerdo a las estadísticas que Villaseñor realizó en 1742, año en que se calculó la existencia de unos 8 000 indios. Según las estimaciones de Humboldt en 1803, la población de color, es decir indígena, mestiza y negra, sumaba un total de 69 500 personas y había llegado a sobrepasar a la población blanca que en total debían ser 67 500 habitantes47. Es decir la migración venía desde largo tiempo engrosando la población capitalina y no podía ser, como argumentaron algunos contemporáneos como Navarro y Noriega, un
45
La tasa de crecimiento demográfico anual que se estimó para esos años fue de 1.93% sobre la base de la población que arrojó el censo de Revillagigedo de 1790 de 112 929 habitantes y la población estimada por el censo de 1811 que alcanzaba 168 845 personas.
46
Véase los trabajos de Alejandra Moreno Toscano y Carlos Aguirre, 1974.
47
Humboldt estimó que en 1803 debían existir en la ciudad unos 33 000 indígenas, 26 500 mestizos y 10 000 mulatos. Alejandro de Humboldt Op. cit., 1991, p. 129.
203
problema que
sólo tuvo efectos temporales48,
fue más bien
un
movimiento de
larga
duración que jugó un papel importante en la definición de las características de la estructura poblacional
urbana,
tanto
así
que
la pirámide
de
edades,
reconstruida
por Alejandra
Moreno, con base en el censo de 1811, reflejó una sociedad envejecida, donde la migración femenina tanto o más importante que la masculina, engrosó especialmente los sectores comprendidos entre los
15 y los 40 años. El conjunto de inmigrantes en
1811
llegó a
representar un 38% de la población total49. Sin embargo,
si
la población
llegó
a crecer a ritmo acelerado a causa de
la
migración, lo lógico habría sido que la demanda hubiera crecido en proporciones similares, la realidad no fue así debido a que el crecimiento demográfico de la ciudad llevó a la elevación de los precios, y los nuevos grupos restringirían su consumo. Hacia la segunda mitad de la década de 1790 ya se percibía en la ciudad un incremento de la indigencia. A modo de ejemplo, en 1795 la mayoría de los albergados del Hospicio de Pobres de la ciudad de México (55%), correspondía a hombres mayores de 15 años, sin impedimento físico para trabajar, es decir, no era por enfermedades por lo que la mayoría de los hombres se reducía a la indigencia, lo que estaría revelando una alta tasa de desempleo en la capital mexicana; así mismo, de la pequeña muestra de indigentes recogidos por el hospicio, un 30% eran inmigrantes, dos terceras partes de ellos venían de México, Puebla e Hidalgo y
como estos, existía una alta tasa de movimiento, es decir, indigentes que entraban y salían cada semana, semana
y
tres
de cada más
siete
salían
indigentes que entraban, dentro
de
los
cuatro
uno
meses,
salía dentro lo
que
de
también
la primera hablaría
de
la afluencia constante a estos recintos de una población flotante en la capital que era recogida esporádicamente por dichas instituciones"1.
48
EI censo de 1811 mostró una población total de 168 846 habitantes, cantidad que según Navarro y Noriega incluía 16 179 indígenas de las parcialidades de Santiago y San Juan y las "muchas familias" emigradas de los pueblos ocupados por los rebeldes. Esta observación llevaría a pensar que la tasa de crecimiento calculada para estos años debería ser menor. Véase Fernando Navarro y Noriega. Op.cit., 1820. p.67, nota I.
^Véase Lourdes Márquez Morfín, La desigualdad ante la muerte en la ciudad de México: el tifo v el cólera, 1813-1833. México: Siglo XXI. 1994, p. 81. 50
Silvia Arrom, Desintegración familiar y pauperización: Los indigentes del Hospicio de Pobres de la Ciudad de México, 1795", en Familia y Vida Privada en la Historia de Iberoamérica, Seminario de Historia de la Familia, México: El Colegio de México/IJNAM. 1996, pp. 123-125.
51
Idem, 1996, pp. 121-122.
204
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
muchos de éstos provenían de los pequeños pueblos que rodeaban la capitaP0. En asilos
Es más, esta población
flotante se
incrementaba en
la ciudad
gracias a
los
movimientos migratorios, los que a su vez eran ocasionados por la escasez de alimentos en las zonas rurales, específicamente cuando se presentaba la escasez y carestía de maíz. El virrey ya conocía esos flujos migratorios a la capital y en 1809 a raíz de la sequía, prevenía a las autoridades locales para retener esas migraciones:
Siendo muy frecuente en los años de calamidad el que las'pobres gentes y con especialidad los indios abandonen sus domicilios y deserten de los lugares y pueblos de su residencia con notable perjuicio del estado y detrimento de ellos mismos, estarán muy a la mira de los justicias y párrocos de evitar estos desórdenes en sus jurisdicciones, valiéndose de su respectiva autoridad para contener en ellas a sus moradores y no admitir a los que se presenten de otras partes con este motivo y en calidad de errantes y vagos, pues las providencias que van insertas se dirigen a socorrer a todos con generalidad donde quiera que se hallen establecidos, sin que se vean obligados a desamparar sus casas y terrenos52.
La migración era motivada por la búsqueda de maíz, naturalmente la capital era la mayormente abastecida por la compulsión que existía para que las provincias circundantes le enviaran sus cosechas y por las facilidades que el virrey ofrecía para trasladar el grano.
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
En este sentido el clima no podía dañar el abastecimiento urbano, aunque sí sus precios, debido a la especulación que podían practicar los agricultores. Villarroel testigo de esa época, denunciaba el flujo constante de personas que mi graban y pedía a las autoridades que esa masa de gente "inútil y viciosa" que no tenía domicilio ni ocupación fija se "restituyese a sus pueblos" ya que en la capital engrosaban
las
filas
de
la
indigencia,
y
si
la expulsión
no
era
suficiente
sólo
proponía
drásticamente amurallar la ciudad, para impedir su ingreso53. El problema de la indigencia, agravado o no por la migración campo-ciudad, debió ser de grandes proporciones, tanto así que los estudios actuales sobre la mendicidad y la vagancia indicarían que en la segunda
S2
Bando del 25 de octubre de 1809 para precaver los daños de la escasez de granos, México, 21 de octubre de ¡809, en Fuentes para la historia de la crisis agrícola (1809-1811), 1985, p. 120.
^'Hipólito Villarroel, Enfermedades políticas que padece la capital de esta Nueva España. México: Miguel Ángel Porrúa.1979, pp. 253-255.
205
mitad del siglo XVIII hubo nuevas políticas para tratar estos problemas sociales. Cristina Sacristán por ejemplo diferencia la política seguida por las autoridades en los siglos XVI y XVII - cuando "el objetivo no era erradicar al mendigo, entre otras cosas porque la pobreza guardaba un carácter sacralizante: la caridad como medio de salvación" - y la aplicada en la segunda mitad del siglo XVIII con la que se busca dar una solución a la mendicidad y sustituir la caridad privada por la beneficencia pública54. En esta y otras investigaciones sobre el tema se deja en claro que el problema de la pobreza estaba asociado en este periodo fundamentalmente con la falta de trabajo y la delincuencia. Norman Martín fija específicamente este cambio en el proceder de las autoridades desde 1766, cuando a su juicio, los mandatos y ordenanzas contenían una orientación preventiva de la mendicidad y la indigencia, idea que a su vez había nacido de un interés económico, "la preocupación era incorporar
a
la
vida
socioeconómica
activa
a
centenares
de
personas
que
antes
no
contribuían al bienestar del reino", así por ejemplo los trabajos forzados ya no serán un castigo, dice el autor, sino la necesidad de utilizar mano de obra barata55. Lo evidente en estas investigaciones es la mención a un incremento en la indigencia a causa del desempleo y una preocupación de las autoridades por dar trabajo a una masa flotante de la población, enseñarles un oficio y recluir a los realmente incapacitados. Los autores hablan de la mentalidad racional desarrollada en esa época que los habría inducido a ese cambio. Sin embargo también es probable que el problema social se hubiese hecho tan inmanejable que se vieron obligadas a implementar acciones realmente planificadas y
racionales. Sin embargo, el problema en el descenso de los consumos per cápita se hizo realmente notorio a inicios del siglo XIX, cuando el deterioro de éstos tuvo un declive de un 82.3% respecto a los de mediados de los años noventa y desde entonces se hizo continuo. En 1800 el consumo per cápita de res bordeaba los 42 gramos diarios, en 1807 la tendencia a decrecer se insinuaba al registrar
un consumo por persona cercano a los 41
gramos y todavía más en 1808 cuando descendió a los 36 gramos por cabeza. Por su parte, la carne de carnero al parecer siguió un comportamiento similar al sacrificarse en 1800
54
Sacristán, "Filantropismo, improductividad y delincuencia en algunos textos novohispanos sobre pobres. vagos y mendigos (1782-1794)" en Relaciones, IX:36, pp. 21-32. 1988, p. 30.
55
Martin, "Pobres, Mendigos y vagabundos en la Nueva España, 1702-1766: Antecedentes y soluciones presentadas", en Estudios de Historia Novohispana, 8, pp. 99-126. 1984, p. 126.
206
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
las autoridades
unos 230 000 animales que en conjunto produjeron 3 174 000 kilogramos de carne, lo que arrojaría un consumo por persona de 64 gramos diarios, es decir una disminución de un 31.0% respecto a los niveles de 1791. La escalada de precios para ambas carnes iniciada en 1807/1808 hizo a la carne de res tan cara como había sido desde siempre la de carnero y ésta última a su vez sólo pudo estar al alcance de los ricos de la corte novohispana. Paralelamente, en 1801 las arrobas de pulque ingresadas a la ciudad alcanzaron 1 679 304 lo que
da
un consumo per capita de 418 mi. diarios, en 1806 se redujo a 247 mi. y en 1811 a
228 mililitros al día o sea menos de un vaso por persona, lo que significaba una reducción de un 50% respecto a 1786. En síntesis, nos consta que desde los inicios del siglo XIX, tanto la carne de res como el pulque, dos productos básicos en la dieta popular, se vieron restringidos a cantidades nunca antes alcanzadas en todo el periodo colonial, y tanto el maíz como el trigo registraron precios tan elevados que su consumo seguramente se deterioró en igual proporción. Es decir, el ascenso de precios y el deterioro del poder adquisitivo de la población vino a ser notorio y sostenido sólo en el siglo XIX, por tanto, dicho problema no se dio realmente en el siglo
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
XVIII.
207
TRABAJADORES, GRUPO DOMÉSTICO Y SUPERVIVENCIA DURANTE EL PERIODO COLONIAL TARDÍO EN LA CIUDAD DE MÉXICO O, "LA FAMILIA PEQUEÑA NO VIVE MEJOR"*
* Traducción del inglés de Adriana Santoveña Rodríguez. ** Quiero expresar mi agradecimiento a la Dra. Elaine C. Lacy por sus comentarios y sugerencias para las versiones anteriores de este ensayo. También agradezco a Melissa Scardaville, quien brindó su ayuda para organizar la información final de los censos, y a Adam Mack, quien me asistió en la búsqueda bibliográfica. Por último, reconozco el apoyo que me brindó el Dr. Manuel Miño Grijalva al proporcionarme una copia del material del censo de 1790 que se utilizó en este ensayo.
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Michael C. Scardaville**
Mientras empadronaba a la población de un barrio de clase trabajadora al sur de la ciudad de México a mediados de 1811, un escribano del cuartel dio con un taller que alojaba a trece hombres, mujeres, y niños, todos ellos empobrecidos y de distintos orígenes étnicos, quienes habían emigrado a la ciudad capital en el curso de la última década. El hogar estaba encabezado por una viuda mestiza de 38 años, María Matilde Urquiza, quien vivía con sus tres hijos adolescentes y otras tres familias: dos parejas indígenas de edad madura, sin hijos y entrenados como sastres, y otra pareja compuesta por José Manuel Beitía, empleado en la Real Fábrica de Tabaco, su esposa y tres hijos pequeños. Del lado opuesto del pueblo, al norte de la Catedral, residía Dolores Flores, una inmigrante criolla de 27 años quien, luego de enviudar, acababa de llegar de la vecina ciudad de Toluca a la capital con dos hijos muy pequeños y una hija mayor. A decir de Dolores, mantenía a su familia vendiendo comida hecha en casa y hospedando a dps mujeres, una viuda mayor española y una mujer indígena joven de su ciudad natal, quien también ganaba el sustento en el negocio de la comida. María del Carmen Ramírez, de 23 años, madre soltera de tres hijos que iban de tres a siete años, vivía cerca de los Flores. A diferencia de Dolores, continuaba viviendo con sus padres y dos hermanos mayores que aún eran solteros. Al mantener a la familia extendida completa en su pequeña casa de una sola habitación, los Ramírez compartían los gastos del hogar y por las tardes, como resultado de sus posiciones en la Real Fábrica de Tabaco, trabajaban juntos para enrollar la cantidad de papel tabaco
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
necesaria para cubrir la cuota del día siguiente1. ¿Qué nos dicen estas imágenes de arreglos domésticos acerca de la vida de la clase trabajadora en la ciudad de México a fines del periodo colonial? ¿Hasta dónde son típicas de los arreglos de vida entre los pobres en la capital del virreinato a fines del siglo XVIII y principios del XIX? Algunas investigaciones
sobre hogares preindustriales en
Europa
Occidental. México y el resto de América Latina muestran que las familias extendidas o múltiples viviendo en una sola casa no era lo más común entre las familias urbanas pobres2
'Archivo General de la Nación, México (de aquí en adelante AGNM), Padrones, vol. 56, f. 44 r; vol. 62, fs. 22 r y 32 r. "Pilar Gonzalbo Aizpuru, Familia y orden colonial (Ciudad de México, 1998); Juan Javier Pescador, De bautizados a fieles difuntos: familia y mentalidades en una parroquia urbana, Santa Catarina de México, 1568-1820 (Ciudad de México,
1992); Rodney D. Anderson, Guadalajara a la consumación de la
Independencia: estudio de su población según los padrones de 1821-1822 (Guadalajara, 1983); Catherine Elspeth Doenges, "A Regional Society in Colonial Mexico: Eighteenth-century Celaya, a Perspective from the Household", (Tesis doctoral, Syracuse University, 1993); Sherburne F. Cook y Woodrow Borah, Essays
211
¿Por qué entonces encontramos hogares más extensos y complejos en la ciudad de México de principios del siglo XIX que en los censos previos de 1753 y 1790? ¿Y qué nos puede enseñar la respuesta acerca de las costumbres y la cultura de la clase trabajadora en el periodo colonial tardío?. Al
señalar
una marcada
correlación
entre
la
estructura doméstica
y
el
clima
económico general y bienestar material de las clases populares, los estudios etnográficos acerca del México y la América Latina urbanos del siglo XX nos proporcionan un marco comparativo
para
entender
mejor
la
estructura
variable
de
los
hogares
de
la
clase
trabajadora en la ciudad de México de fines del periodo colonial. Como lo han demostrado los antropólogos y sociólogos, las respuestas domésticas a las peores crisis económicas de las
últimas
dos
décadas
han
sido
asombrosamente
similares
en
todas
las
ciudades
importantes. El patrón urbano general consiste en el incremento de miembros del hogar a medida que se incorporaban más personas con ingresos para aumentar el tamaño de la fuerza de trabajo, lo cual traía como consecuencia que las formas domésticas se volvieran menos nucleares y más complejas. Todos los estudios señalan a aquellas familias que se insertaron en unidades domésticas más grandes como las que mejor han podido soportar las recesiones económicas de finales del siglo XX3.
325-342; Cecilia Rabell Romero, "Trayectoria de vida familiar, raza y género en Oaxaca colonial", en Pilar Gonzalbo Aizpuru y Cecilia Rabell Romero, coordinadoras, Familia y vida privada en la historia de Iberoamérica (Ciudad de México, 1996), 75-118; Pablo Rodríguez Jiménez, "Una manera difícil de vivir. Las familias urbanas neogranadinas del siglo XVIII", en Ibid., 309-324; Evelyne Sanchez, "Démographie et perception du statut social dans une société coloniale: analyse du recensement de la paroisse de San Joseph (Puebla, Nouvelle Espagne) de 1777, Annales de Démographie Historique (1996), 409-422; Elizabeth Anne Kuznesof, Household Economy and Urban Development: Sao Paulo, 1765 to 1836 (Boulder, 1986); Peter Laslett, "Mean Household Size in England since the Sixteenth Century", en Peter Laslett, ed., Houselhold and Family in Past Time, (Cambridge, 1972), 125-158; Tamara K. Hareven, "The History of the Family and the Complexity of Social Change", American Historical Review 96(1991), 95-124. ^Mercedes González de la Rocha, The Resources of Poverty: Women and Survival in a Mexican City (Oxford, 1994); Henry A. Selby, Arthur D. Murphy y Stephen A. Lorenzen, The Mexican Urban Household: Organizing for Self-Defense (Austin, 1990); Lourdes Benería y Martha Roldán, The Crossroads of Class and Gender: Industrial Homework, Subcontracting, and Household Dynamics in Mexico City (Chicago, 1987); Benería y Shelley Feldman. eds.. Unequal Burden: Economic Crisis, Persistent Poverty, and Women's Work (Boulder, 1992); Sylvia Chant, Women and Survival in Mexican Cities: Perspectives on Gender, Labour Markets and Low-income Households (Manchester. 1991); Brígida García, Humberto Muñoz y Orlandina de Oliveira, Hogares y trabajadores de la Ciudad de México (Ciudad de México, 1982); Larissa Lomnitz, Networks and Marginality: Life in a Mexican Shanty town (Nueva York, 1977).
212
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
in Population History: Mexico and the Caribbean 2 vols. (Berkeley, 1971-74); Agustín Grajales Porras, "Hogares de la villa de Atlizco a fines de la Colonia: estados, calidades y ejercicios de sus cabezas," en Pilar Gonzalbo Aizpuru, coordinadora, Familias novohispanas, siglos XVI aJXIX (Ciudad de México, 1991),
Estos hallazgos me animaron a centrar mi investigación en los cambios de tamaño y composición de los hogares en la ciudad de México a fines del periodo colonial y en la relación de tales cambios con la naturaleza de la irregular economía urbana. Las clases trabajadoras de México tuvieron que luchar contra una crisis económica severa al final del ancien régime colonial. A finales del siglo XVIII y principios del XIX, los trabajadores pobres, una amalgama de artesanos y jornaleros españoles, indígenas y de diversas castas, que constituían entre el 75% y el 80% de la población de la ciudad de México, sufrían de un creciente exceso de mano de obra, inflación, estancamiento de los salarios y un descenso general en la calidad de vida4. De acuerdo con todos los informes de la época, los márgenes de pobreza se incrementaron en la última generación del régimen colonial cuando una combinación de factores demográficos y económicos obligó al creciente número de grupos populares en la ciudad de México, ya de por sí amenazados a diario por el empobrecimiento del ciclo vital, a buscar remedios materiales aquí y allá. ¿Cómo es que reaccionaron los pobres de la ciudad más grande del Hemisferio Occidental ante un derrumbe en la calidad de vida? ¿Cómo lograron subsistir y perseverar a pesar de sus ingresos insuficientes? ¿Qué hicieron los pobres de la ciudad de México a fines del periodo colonial para aumentar sus posibilidades de supervivencia dentro de una economía urbana cada vez más deprimida? Este
ensayo
sugiere
que
cierto
comportamiento
basado
en
las
redes
sociales
informales, particularmente el hogar, constituyó la respuesta más habitual de los pobres de
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
la ciudad de México ante la crisis económica de fines del periodo colonial. Otras redes que
4
De acuerdo con la muestra aleatoria del 20% del censo de 1811 en la ciudad de México, 12.0% de los jefes de hogar están clasificados como élite, 33.3% como artesanos y 54.7% como jornaleros. Los rangos de la élite alta estaban constituidos por grandes comerciantes y oficiales importantes del gobierno, entre otros, mientras que la élite baja estaba compuesta de pequeños comerciantes, pequeños propietarios y empleados del gobierno. Las clases trabajadoras —término utilizado aquí para denotar una construcción ocupacional que no transmite ni implica un sentido de cohesión o conciencia de grupo— consistía tanto de artesanos como de asalariados. Los oficios especializados más usuales eran, en orden jerárquico, albañiles, zapateros, tejedores, carpinteros, y sastres. El censo no distingue entre maestros, artesanos y oficiales. Los trabajos asalariados comunes incluían, en orden jerárquico, empleados de la Real Fábrica de Tabaco, elaboradores de comida, sirvientes y porteros. La gente de origen español (40.8%), sobre todo criollos, y los indígenas (39.4%) constituían los grupos étnicos más amplios entre los trabajadores pobres, mientras que las castas, en especial castizos o mestizos, constituían el resto (19.8%). Si los grupos sociales de la clase alta se incluyen en este perfil, la gente de linaje español constituye casi la mitad (47.3%) de la población seleccionada. Casi tres de cada cinco pobres urbanos (56.0%) nacieron en la ciudad de México, 0.4% en España o en la América Española y 43.6% en las provincias de la Nueva España, en particular en las comunidades de la zona central de México. Puesto que algunos distritos en donde predomina la clase trabajadora están sobrerrepresentados, el porcentaje general de trabajadores pobres de la ciudad es menor de lo que indica la muestra. Véase la nota 13 para una discusión más amplia sobre la muestra del censo de 1811.
213
reunían a parientes,
padrinos,
amigos,
vecinos,
compañeros
de
trabajo,
empleados
o
asociaciones locales como gremios o hermandades religiosas solían proveer el capital social necesario para enfrentar la crisis día con día, pero el hogar urbano fue el que desempeñó el papel fundamental en la búsqueda del sustento por parte de los pobres*. Si bien algunos escritos
sobre
la
pobreza en
Europa
Occidental
antes
y
durante
la
industrialización
reconocen la importancia de las redes sociales para brindar ayuda y apoyo mutuos, los historiadores demasiado
de
Europa
fracturadas
suelen y
considerar
frágiles
como
el
hogar
para
y
ofrecer
la
familia
como
asistencia6.
Por
instituciones otra
parte,
los historiadores del México colonial no dudan en conferirle mayor importancia a las redes familiares para la supervivencia entre grupos populares urbanos, pero estos escritos no discuten explícita y ampliamente el hecho de que los hogares de los pobres también sirvieron como recurso crítico, incluso para quienes no tenían lazos familiares sólidos7. Este ensayo tratará de demostrar que el hogar de la clase trabajadora en la ciudad de México borbónica, en tanto vínculo de las redes sociales, constituía una unidad social viable, efectiva y proactiva, y que la estructura de su composición y tamaño debe verse como una
5
Algunos estudios sobre el papel central y el valor económico de las redes sociales, en especial el hogar, dentro de las sociedades urbanas de clase trabajadora en México y América Latina en los periodos colonial,
Pescador, De bautizados a fieles difuntos; Anderson, Guadalajara a la consumación de la Independencia; Doenges, "A Regional Society in Colonial Mexico"; Deborah Ellen Kanter, "Hijos del pueblo: Family, Community, and Gender in Rural Mexico, the Toluca Region, 1730-1830", (Tesis doctoral, University of Virginia, 1993); Angela Thompson, "Children in Family Society, Guanajuato, Mexico, 1780 to 1840" (Tesis doctoral, University of Texas at Austin, 1990); Lanny Thompson, "Households and the Reproduction of Labour in Mexico, 1876-1970" (Tesis doctoral, State University of New York at Binghampton, 1988); Margaret Tyler Mitchell, "The Porfirian State and Public Beneficence: The Hospicio de Pobres of Mexico City" (Tesis doctoral, Tulane University, 1998); Marie Eileen Francois, "When Pawnshops Talk: Popular Credit and Material Culture in Mexico City, 1775-1916" (Tesis doctoral, University of Arizona, 1998); Kuznesof, Household Economy and Urban Development. La importancia económica de las redes sociales entre los trabajadores pobres de la Europa preindustrial se discute ampliamente en Robert Jiitte, Poverty and Deviance in Early Modern Europe (Cambridge, 1994), capítulo 6. 6
Stuart Woolf, The Poor in Western Europe in the Eighteenth and Nineteenth Centuries (Londres, 1986), 199, 212-13; Catharina Lis, Social Change and the Laboring Poor: Antwerp, 1770-1860 (New Haven, 1986), 149, 166-67. En su antología subsecuente. Domestic Strategies, Work and Family in France and Italy, 16001800 (Cambridge, 1991), Woolf reconoce una actividad mayor de las familias de clase trabajadora. Por ejemplo, véase RabelI Romero, "Introducción", en Gonzalbo Aizpuru y Rabell Romero, coordinadoras. Familia y vida privada en Ia historia de Iberoamérica, 13-19; Silvia M. Arrom, "Desintegración familiar y pauperización: los indigentes del Hospicio de Pobres de la ciudad de México, 1795", Ibid., 119-131; Pedro Pérez Herrero, "Evolución demográfica y estructura familiar en México (1730-1850)", en Pilar Gonzalbo Aizpuru, coordinadora. Familias novohispanas, 345-371.
214
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
siglo XIX y contemporáneo, se pueden encontrar —además de las fuentes enlistadas en la nota 3-- en Dennis Nodin Valdés, "The Decline of the Sociedad de Castas'\ (Tesis doctoral, University of Michigan, 1978);
respuesta discreta de los trabajadores pobres ante las crecientes carencias materiales8. Si bien ciertos comportamientos públicos provocados por la situación económica, como la mendicidad o el robo, resultaban más notorios para las autoridades coloniales, eran las medidas más privadas y comunes que tomaban los pobres en sus propias viviendas y vecindades —el comportamiento de lo cotidiano— las que les permitían enfrentar las fuerzas hostiles que moldeaban su medio urbano9. Un estudio de la estructura cambiante de los hogares de la clase trabajadora a fines del periodo colonial nos ayudará a saber cómo los pobres de la ciudad de México, al valerse de la unidad doméstica como material crítico y recurso humano, trataban de amortiguar el impacto
de
las
condiciones
económicas
en
deterioro.
Finalmente,
un
acercamiento
doméstico para analizar las repuestas populares a la pobreza en la ciudad de México borbónica nos permitirá explorar temas cuyas implicaciones para los estudios sobre la clase trabajadora urbana van más allá del México colonial y de América Latina. Este ensayo, basado gran parte en el análisis de censos civiles efectuados en la ciudad de México a fines del periodo colonial, estudiará la formación de hogares de la clase trabajadora en tres diferentes momentos del estado de la economía urbana y la calidad de vida popular10.
El censo de
1753, efectuado antes de que se presentaran dificultades
económicas y demográficas importantes, puede considerarse como un punto de partida
8
Los estudiosos han reconocido que una economía familiar adaptable, al incluir varios asalariados, en general
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
esposas e hijos mayores, en la fuerza de trabajo, puede ofrecer cierta protección ante la indigencia, pero los estudios históricos prevalecientes consideran el hogar como una institución estática en la cual los miembros de la familia, de naturaleza típicamente nuclear, buscan medios para generar ingresos. Estos estudios no conciben que la construcción de un perfil demográfico favorable para el hogar resultaba central para las estrategias de subsistencia entre los trabajadores pobres y que la familia simple no siempre era la forma de hogar más común. Un resumen de los estudios sobre Europa se incluye en Marco H. D. Van Leeuwen, "Logic of Charity: Poor Relief in Preindustrial Europe", Journal of Interdisciplinary History 24 (1994), 589-613. Por otro lado, una visión semejante de las familias pobres en el México borbónico, puede encontrarse en Steve J. Stern, The Secret History of Gender: Womén, Men, and Power in Late Colonial Mexico (Chapel Hill, 1995), 264-265; Eric Van Young, "Los ricos se vuelven más ricos y los pobres más pobres: salarios reales y estándares populares de vida a fines de la colonia en México" en Eric Van Young, ed., La crisis del orden colonial: Estructura agraria y rebeliones populares de la Nueva España, 1750-1821 (Ciudad de México, 1992), 93-99. 9
Como nos dice atinadamente Gonzalbo Aizpuru, son las experiencias diarias y de rutina las que nos permiten discernir creencias, valores y patrones de comportamiento más amplios y form at i vos. "La familia en México colonial: una historia de conflictos cotidianos", Mexican Studies-Estudios Mexicanos 14 (1998), 391. González de la Rocha hace eco de esta opinión en su estudio acerca del comportamiento doméstico reciente en el México urbano: "La rutina diaria y las acciones individuales dentro del hogar han sido cruciales para entender las respuestas populares a la crisis". The Resources of Poverty, 276.
l0
La composición de los hogares variaba año con año, los tres censos del gobierno sirven como marcadores demográficos y económicos en momentos determinados que permiten a los historiadores reconocer tendencias y patrones de largo plazo en la formación de hogares. De bautizados a fieles difuntos, 183-190.
215
anterior a la crisis para la formación de hogares11. El censo de Revillagigedo de 1790 se llevó a cabo cuando los problemas de carácter económico y demográfico se hacían cada vez más evidentes, pero antes de que, en esa misma década, una serie de reveses importantes afectaran la capital del virreinato12. En 1811, los oficiales del gobierno efectuaron otro censo cuando los residentes de la ciudad de México se vieron asediados por una crisis grave. Este último censo de la era borbónica retrató la ciudad en su punto máximo de crecimiento urbano colonial y en un momento de severa depresión económica, situación desatada en parte por insurrecciones populares en el campo13.
"Los datos de 1753 sobre hogares aparecen en Valdés, "The Decline of the Sociedad de Castas86-138. La población estimada de la ciudad de México en ese entonces era de 70 000 habitantes. Eduardo Báez, "Planos y censos de la ciudad de México, 1753, primera parte", Boletín del Archivo General de la Nación, serie 2d, 7 (1966), 424. I2
E1 censo de Revillagigedo de 1790 indica 112 926 habitantes en la ciudad. AGNM, Impresos Oficiales, vol. 51, exp. 48. Mis observaciones sobre los hogares de este censo se basan en una muestra aleatoria del 20% obtenida del cuartel menor no. 18. Archivo Histórico del Estado de México, Ciudad de México, 'Padrón de tributarios del Cuartel no. 18", vol. 20, exp. 7. A pesar del título, este censo incluye a todos los habitantes del distrito. Tomé mi muestra de este cuartel menor porque fue el único entre dieciséis distritos que seleccioné tanto en el censo de 1790 como en el de 1811. El perfil de los hogares seleccionados abarca, dependiendo de las características específicas de cada grupo doméstico, datos sobre el jefe de familia, el cónyuge legal o de común acuerdo, hijos, residentes emparentados y no emparentados, incluidos inquilinos y sirvientes. Como lo indica la práctica estándar en los estudios familiares, la primera persona enlistada de cada hogar es el jefe de la unidad doméstica correspondiente. Al determinar los tipos de hogares, inferí las relaciones entre los miembros de la unidad doméstica, tomando en cuenta las similitudes en los apellidos y el orden en el que el empadronador enlistó a los residentes. Arrom presenta un acercamiento similar para definir la variedad de formas domésticas en los censos de la ciudad de México. The Women of Mexico City (Stanford, 1985), 317, nota 41. En nota 4 en el ensayo siguiente hay una definición de los términos "clases trabajadoras" y "élite" usada en el análisis de EI análisis del censo de 1811 se basa en una muestra aleatoria del 20% tomada de siete de los 32 cuarteles menores de la ciudad de México a fines del periodo colonial (Números 10, 15, 16, 18, 22, 28 y 30). La nota anterior incluye el perfil de los hogares seleccionados. Dado que las tendencias demográficas y económicas evidentes en la ciudad de México desde 1770 culminaron en varias formas para 1811, el censo efectuado en ese año será analizado con mayor detalle en el ensayo siguiente. AGNM, Padrones, vols. 56,61, 62, 64, 68, 74, 76. Estudios recientes cuestionan la validez del recuento oficial de 168 846 en 1811 y proponen una cantidad bastante menor de 120 000. Herbert S. Klein, "The Demographic Structure of Mexico City in 1811", Journal of Urban History 23 (1996), 67, 70, 90, nota 6, 116, nota 22; Sonia Pérez Toledo, Los hijos del trabajo: los artesanos de la ciudad de México, 1780-1853 (Ciudad de México, 1996), 39-49, 79, nota 16; Jorge González Angulo, Artesanado y ciudad a finales del siglo XVIII (Ciudad de México, 1983), 121. Aun si aceptamos la cifra menor, los residentes de la ciudad de México en
1811
enfrentaban presiones
demográficas crecientes y una severa crisis económica. Además, debemos señalar que el incremento de la población entre 1790 y 1811 no sólo representa la llegada de inmigrantes a la ciudad por el inicio del movimiento de independencia en las provincias a finales de 1810, sino también el crecimiento sostenido de la capital durante la década precedente. El análisis del censo y otros materiales relacionados con la logística del recuento demuestran que la población ya había aumentado antes de 1810. De acuerdo con la muestra del censo de 1811, los inmigrantes de clase baja llegaron a la ciudad de México, en promedio, en 1803. El estudio del censo de tendencias migratorias antes de la insurgencia indica un flujo continuo de inmigrantes a la capital, aunque durante algunos años, en especial 1803-1804 y 1808-1809, el flujo fue mayor. En respuesta a esta situación, el Virrey Pedro Garibay
216
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
los censos. I3
La crisis de fines de la colonia y el hogar de la clase trabajadora en la ciudad de México Los historiadores de Nueva España suelen señalar una crisis económica que afectó a las clases populares en la ciudad de México y otros lugares a fines del periodo colonial. El consenso al que parecen llegar los estudiosos es que la recuperación económica borbónica comenzó a tambalearse en la segunda mitad del siglo XVIII como consecuencia del incremento de la población, los precios y los costos de producción, así como de una serie de guerras europeas que entorpecieron el comercio y la entrega de provisiones para ciertas industrias14. Algunas pruebas sugieren que las presiones demográficas y el crecimiento
ordenó un censo de la creciente metrópolis a mediados de 1809. Escribió a los oficiales principales de los ocho cuarteles mayores de la ciudad que el "considerable incremento de la población" de la ciudad requería un censo para asegurar la adecuada administración de los gobiernos local y virreinal. A pesar de la orden del Virrey, sólo algunos de los alcaldes de barrio, alegando exceso de trabajo, enfermedades y falta de apoyo de la gente del distrito, completaron el recuento en sus jurisdicciones. No fue sino hasta la creación de la Superintendencia de Policía a mediados de 1811 cuando el censo se completó en toda la ciudad. Si bien los movimientos de independencia incitaron un flujo de inmigrantes a la capital, el incremento de la población posterior a 1790 se debió en gran parte al movimiento continuo pero creciente de inmigrantes antes de que la sublevación popular movilizara a la gente hacia las zonas central y occidental de México. Como lo sugieren el análisis del censo y la intención del Virrey en 1809, los datos del documento de 1811 referentes a los hogares y otros patrones demográficos no pueden atribuirse sólo al estallido de la guerra de independencia. La ya sobrepoblada ciudad sólo se vio un poco más agobiada, al tiempo que la crisis colonial empeoró para los trabajadores pobres de la ciudad de México. Véase Virrey Pedro Garibay a jueces de cuarteles mayores No. 1-8, junio 17 de 1809, AGNM, Historia, vol. 523, f. 267 r; El Marqués de Santa Cruz de Ynguanzo al Virrey Francisco Javier de Venegas, 31 de diciembre de 1811, AGNM, Padrones, vol. 78, f. 68 r. También véase AGNM, Historia, vol. 454. También se ha cuestionado la validez del censo en cuanto a la precisión del perfil por sexo de la población. INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Se piensa que los hombres, temiendo la conscripción militar, evadían al empadronador y por lo tanto están subrepresentados en el censo. Sin embargo, la relación hombre-mujer de 72.5 en 1811 es similar a la relación documentada en censos parroquiales de finales del siglo XVII y XVIII, levantados con propósitos eclesiásticos y no militares ni políticos. Como reflejo de los patrones migratorios, en los que las mujeres constituían la mayoría, parece que un desequilibrio caracterizaba la constitución por sexo de la población en la Ciudad de México, así como en otras ciudades novohispanas, durante un periodo considerable. Pescador, De bautizados a fieles difuntos, 113-128; Arrom, The Women of Mexico City, 105-111; Gonzalbo Aizpuru, Familia y orden colonial, 278; Klein, "The Demographic Structure of Mexico City", 71; Anderson, Guadalajara a la consumación de la Independencia, 63-65; RabelI Romero, "Trayectoria de vida familiar, raza y género en Oaxaca colonial", 86-87. u
Las fuentes para la crisis económica de fines del periodo colonial en la Nueva España incluyen Richard L. Garner, Economic Growth and Change in Bourbon Mexico (Gainesville, 1993); Van Young, "Los ricos se vuelven más ricos", 53-74, 79-82, 97-100; Susan Deans-Smith, Bureaucrats, Planters, and Workers: The Making of the Tobacco Monopoly in Bourbon Mexico (Austin, 1992), 55, 101-102, 153-157; Arij Ouweneel y Catrien D. J. Bijleveld, "The Economic Cycle in Bourbon Central Mexico: A Critique of the Recaudación del diezmo líquido en pesos", Hispanic American Historical Review 69 (1989), 479-530; John Jay TePaske, "Economic Cycles in New Spain in the Eighteenth Century: The View from the Public Sector", en Richard L. Garner y William B. Taylor, eds., Iberian Colonies, New World Societies: Essays in Memory of Charles Gibson (State College,
PA,
1985),
119-141; TePaske, "The Financial
Disintegration of the Royal
Government of Mexico during the Epoch of Independence", en Jaime E.
Rodriguez 0., ed.,
The
Independence of Mexico and the Creation of the New Nation (Los Angeles, 1989), 63-83; TePaske, "General Tendencies and Secular Trends in the Economies of Mexico and Peru, 1750-1810: The View from
217
económico irregular precipitaron un notable descenso en el ingreso per capita de la Nueva España dos décadas antes de que estallaran los movimientos de independencia en 1810L\ Los pobres urbanos y rurales cargaron con todo el peso de esta recesión, pues los salarios estancados y la inflación crónica ocasionaron una reducción de por lo menos 25% en su poder adquisitivo entre la década de 1770 y 1811. Estas penurias se veían exacerbadas en la ciudad de México, sobre todo por la rápida urbanización durante la última generación del dominio colonial16. Alimentada por la inmigración del campo y de pequeños centros urbanos en la zona central de México, el aumento demográfico de la capital virreinal sobrepasaba por mucho la de la colonia entera, pues cada vez más pobres llegaban a buscar trabajo y sustento en la creciente metrópoli17. La combinación del crecimiento demográfico continuo y el estancamiento económico general trajo como consecuencia un grave exceso de mano de obra que mantenía los salarios estancados mientras los precios de comida, renta y artículos manufacturados seguían subiendo. El caso de la Real Fábrica de Tabaco, la fuente de empleo más grande de la ciudad que procuraba el sustento para una de cada cinco familias de clase trabajadora, sirve para ilustrar la situación: sus salarios bajaron a menos de la mitad entre 1775 y 1794,
the Cajas of Mexico and Peru", en Nils Jacobsen y Hans-Jürgen Puhle, eds., The Economies of Mexico and Peru during the Late Colonial Period, 1760-1810 (Berlin, 1986), 316-339; Enrique Florescano, Precios de! maíz y crisis agrícolas en México (1708-1810) (Ciudad de México, 1969), 180-195. l5
De acuerdo con los cálculos de TePaske, el ingreso per capita cayó de 41 pesos en 1793 a 28 pesos en 1806, reducción de casi un tercio. "Economic Cycles in New Spain in the Eighteenth Century", 126.
l6
La discusión acerca de la crisis en la ciudad de México se basa en las siguientes fuentes: González Angulo, Artesanado y ciudad, 1 1, 18-19, 54-55, 141-146, 180-189, 203, 209-219, 223, 228, 232-237; Pérez Toledo, Los hijos del trabajo, 60-103; Pescador, De bautizados a fieles difuntos, 90-106, 128-138, 378; Van Young, "Los ricos se vuelven más ricos", 29, 56, 64-80, 84-87, 95-100, 111-121; Deans-Smith, Bureaucrats, Planters, and Workers, 23, 55, 59, 152-154, 166-171, 176-182, 191-199, 209-213, 217, 245; Florescano, Precios del maíz, 88-172; Teresa Lozano Armendares, La criminalidad en la ciudad de México, 1800-1821 (Ciudad de México, 1987), 178-179, 182; Gabriel Haslip-Viera, Crime and Punishment in Late Colonial Mexico City, 1692-1810 (Alburquerque, 1999), 7-35; Timothy E. Anna, The Fall of the Royal Government in Mexico City (Lincoln, 1978), 140-149; Michael C. Scardaville, "Crime and the Urban Poor: Mexico City in the Late Colonial Period" (Tesis doctoral, University of Florida, 1977), 51-55, 72-73; Valdés, "The Decline of the Sociedad de Castas", 109-110; David Lome McWatters, "The Royal Tobacco Monopoly in Bourbon Mexico, 1763-1810", (Tesis doctoral, University of Florida, 1979), 52, 156-167, 178, 189-209, 241.
l7
La ciudad de México tuvo un índice de crecimiento de 71.4% entre 1742 y 1811, mientras que la población de la Nueva España aumentó menos de 1% durante el mismo periodo. Scardaville, "Crime and the Urban Poor", 80; Van Young, "Los ricos se vuelven más ricos", 55-56.
218
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
aun cuando los administradores de la fábrica incrementaron la cuota diaria de trabajo.
Sin embargo, la erosión de la calidad de vida popular entre 1753 y 1811 no fue lineal. Si bien en las décadas de 1760 y 177018
ya había indicios de exceso de mano de
obra, trabajo irregular, desempleo y otros malestares sociales y económicos, el periodo que siguió a la segunda mitad de los noventa estuvo pleno de penurias sin tregua para los pobres de
la
ciudad
de
México.
Los
bloqueos
navales
británicos
incitados
por
las
guerras
napoleónicas de 1792 a 1802 y de 1804 a 1808 entorpecieron el comercio internacional y el desarrollo económico de la capital. Entre tanto, algunos oficiales de la colonia, ante el temor de trastornos sociales, redujeron más de 40% la fuerza laboral de la Fábrica de Tabaco, lo cual significó una pérdida de casi 4 000 puestos de trabajo entre 1797 y 1798. Los despidos continuaron en la década siguiente, cuando la población de la ciudad alcanzó sus
mayores
subsecuentes
índices
de
necesidades
crecimiento. de
El
los pobres
creciente
exceso
de
mano
de
obra
y
las
urbanos contribuyeron a la desaparición
del
restrictivo sistema gremial a medida que cada vez más hombres, mujeres y niños se dedicaban a la producción artesanal doméstica familiar para generar los ingresos necesarios para
sobrevivir.
Mientras
que
los
gremios
debilitados
permitían
oportunidades
remunerativas flexibles para todos los miembros de los hogares de la clase trabajadora, los pequeños talleres independientes solían generar ingresos apenas suficientes para ganarse la vida. A estas carencias se sumaba el incremento precipitado del precio del maíz. El precio
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
promedio del maíz aumentó 57% entre 1753 y 1790 y 86% adicional entre 1790 y 1811, mientras
que
los
precios a corto plazo escalaron durante las tres crisis más graves en
1785-86, 1801-02 y 1810-11. Como consecuencia, las clases trabajadoras de la ciudad de México tuvieron que asignar una proporción mayor de su presupuesto doméstico a la alimentación - cerca del 75% en 1810 - cuando los salarios eran fijos y con frecuencia irregulares. El desastre que significó para los pobres la creciente crisis económica fue el
l8
Prueba de la miseria de estas décadas son, por ejemplo, los comentarios cada vez más frecuentes sobre el aumento de inmigrantes y mendigos en la capital, el establecimiento de talleres ilegales independientes de los gremios, y la fundación de tres importantes instituciones, la Casa de Expósitos, el Hospicio de Pobres y el Monte de Piedad, designadas para responder a situaciones como el exceso de mano de obra, los salarios estancados, y el declive en la calidad de vida, que continuarían y se intensificarían durante las dos próximas generaciones. Arrom, "Desintegración familiar y pauperización"; Felipe Arturo Avila Espinosa, "Los niños abandonados en la Casa de Niños expósitos de la ciudad de México: 1767-1821", en Pilar Gonzalbo Aizpuru y Cecilia Rabell, compiladoras, La familia en el mundo iberoamericano (Ciudad de México, 1994), 265-310; González Angulo, Artesanado y ciudad, 180-122; Pérez Toledo, Los hijos del trabajo, 62-65.
219
detonador de los movimientos de independencia en las provincias de la Nueva España, lo cual no sólo hizo que miles de inmigrantes buscaran refugio en la ciudad de México, sino que también entorpeció el aprovisionamiento de comida,
provocó
un descenso en
la
producción y el comercio locales, contribuyó a las tendencias inflacionarias y trajo niveles aún mayores de subempleo y desempleo. Estos acontecimientos, ocurridos durante una de las crisis agrícolas más graves, volvieron aún más desesperanzadora una situación que ya era difícil para la mayoría de los residentes pobres de la ciudad. En suma, estos indicadores económicos y demográficos de largo plazo muestran que los hogares de clase trabajadora estaban sujetos a presiones económicas crecientes y en consecuencia se volvían cada vez más vulnerables a finales del siglo XVIII y principios del XIX. La vida del pueblo se volvió más ardua y menos segura durante las últimas décadas del dominio colonial. El poder adquisitivo reducido y el correspondiente descenso en la calidad de su dieta llevaron a cada vez más trabajadores de la ciudad de México a una situación extrema de subsistencia. Ellos, mejor que nadie, reconocían lo precario de su situación, pues sabían que perder un empleo o a un miembro de la familia por enfermedad o muerte podía resultar en desastre. Con vividos recuerdos de las crisis de maíz que asolaban la colonia periódicamente, los pobres vivían sabiendo que el mañana no traería garantías ni certidumbre, en especial cuando llegaban quienes competirían con ellos por empleo y vivienda a buscar algo de seguridad en la ciudad.
lograron sobrevivir en un medio urbano cada vez más prohibitivo? Si bien estas preguntas se pueden responder parcialmente ilustrando cómo algunos individuos buscaban la escasa caridad que había y desempeñaban actividades económicas ilegales, la reacción popular a la crisis de fines del periodo colonial se puede entender de manera más provechosa y cabal si se examina el modo en la que las clases trabajadoras respondieron en el nivel doméstico. El hogar urbano de la ciudad de México de finales del periodo colonial servirá como marco a este ensayo para estudiar el comportamiento económico de las clases trabajadoras. La cruda realidad material de finales del siglo XVIII y principios del XIX volvía precarios los esfuerzos individuales por sobrevivir y ganarse el sustento, incluso cuando la inflación llegaba
a
estar
controlada.
Muy
pocos
trabajadores
pobres
eran
económicamente
autosuficientes o tenían recursos para sobrellevar los periodos difíciles. No había muchas
220
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
¿Cómo reaccionaron las clases trabajadoras a esta extensa y severa crisis? ¿Cómo
oportunidades para que individuos solos aumentaran sus ingresos en la sobrepoblada capital virreinal.
Si
bien
los
lazos
de
parentesco,
tanto
reales
como
creados,
podían
ser
económicamente valiosos para el individuo, y con frecuencia lo eran, lo que mejor lo protegía de la destitución y la privación era formar parte de un hogar, aumentando así al máximo las posibilidades de supervivencia económica. Aunque la pertenencia a esta unidad social no garantizaba la seguridad del individuo, ciertamente la incrementaba, ya fuera en el caso de un jornalero que había inmigrado de la provincia o de un artesano de la ciudad de México. Los habitantes de la ciudad del México colonial vivían en hogares, no sólo en familias, y era allí donde se tomaban las decisiones esenciales para enfrentar las crisis económicas. Temas como la fecundidad, el cuidado de los niños, los gastos, la producción, el empleo, la residencia, la contratación de sirvientes o el alojamiento de nuevos huéspedes se discutían y negociaban dentro del hogar. Sin duda, se buscaba consejo y asistencia entre parientes y conocidos externos,
pero en última instancia éstos y otros problemas se
resolvían para el beneficio e interés propio de los individuos que constituían el hogar. No obstante, debemos tener cuidado de no considerar los hogares como unidades independientes en el aspecto económico y social. Debemos reconocer que resulta imposible documentar
con
precisión
hasta
dónde
dependían
los
hogares
del
parentesco
y
las
redes sociales para apoyo económico y de otro tipo, pues las fuentes que hablan de
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
los hogares identifican las relaciones dentro del hogar mismo y no las que trascienden los grupos coresidentes. Seguramente, los hogares en la ciudad de México de fines del periodo colonial se apoyaban en organizaciones y mecanismos externos formales e informales. Existía en la capital una serie de instituciones, desde el Hospicio de Pobres hasta los juzgados, que vinculaban a los individuos y sus hogares con la sociedad. También se podía contar con la familia extendida y otras redes sociales, incluidos los padrinos, para ayudar al hogar en tiempos difíciles, ya fuera con apoyo económico, comida o servicios personales. Sin
embargo,
opino
que
este
apoyo
externo
era
temporal.
La
ayuda
familiar
iba
acompañada de un precio, pues solía ser de naturaleza recíproca. Los miembros del hogar tenían que dar, no sólo recibir. Además, como lo indica el notable historiador inglés, Peter Laslett, "un círculo amplio de parientes desafortunados con una mala salud peculiar o
221
víctimas de la pobreza podía ser una desventaja"19. Es muy probable que cualquier apoyo proveniente del exterior fuera de corta duración y de carácter no monetario, pues la mayoría de
las
familias
trabajadoras
a
fines
del
periodo
colonial
se
encontraba
en
apuros
económicos similares y tenía pocas reservas para ayudar a parientes externos. Si bien el hogar formaba parte de una red de parentesco, no dependía económicamente de
las
relaciones biológicas, así como tampoco dependía enteramente de los lazos de amistad, vecindad o trabajo para obtener apoyo. En mi opinión, visto como una unidad económica orientada hacia el trabajo que relacionaba a los trabajadores pobres con el mercado laboral así como con otras redes sociales, el hogar de la ciudad de México de fines del periodo colonial funcionaba como el principal medio de supervivencia para la gran mayoría de individuos y familias de jornaleros y trabajadores.
Las respuestas domésticas a la crisis de fines del periodo colonial: consideraciones generales Una forma de apreciar las respuestas de la clase trabajadora ante la profunda e implacable crisis de finales del siglo XVIII y principios del XIX en la ciudad de México es estudiar la formación de hogares entre los grupos populares de la capital en diferentes momentos. En respuesta a las miserables condiciones de trabajo y los bajos salarios, los
modificando su tamaño, composición, estructura y actividades colectivas, creando en el proceso redes de ayuda mutua entre los trabajadores pobres. Puesto que la organización doméstica
estaba
(y
sigue
estando)
determinada
por
normas
sociales
y
factores
demográficos y materiales, el análisis de los rasgos domésticos cambiantes revela diferentes patrones de comportamiento en la clase trabajadora que, a su vez, sugieren la forma en que los trabajadores pobres trataban de mejorar su posición dentro de la aquejada economía local. Estas estrategias de supervivencia muestran cómo los trabajadores en la ciudad de
l9
Peter Laslett, "The Family as a Knot of Individual Interests", en Robert Me C. Netting, Richard R. Wilk, y Eric Arnould, eds., Households: Comparative and Historical Studies of the Domestic Group (Berkeley, 1984), 356.
222
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
hogares urbanos, mediante las acciones de sus miembros, lograban adaptarse a la crisis
México de finales de la Colonia lograban, a través de sus hogares, aumentar al máximo sus oportunidades económicas y su seguridad personal20. Antes de continuar es conveniente hacer algunas observaciones. Los historiadores deben ser cuidadosos con el término "estrategia de supervivencia", pues sugiere una conciencia de grupo que bien pudo haber estado ausente, al igual que implica cierta racionalidad en el proceso de toma de decisiones que pudo no haber existido. Tampoco debemos asumir que un grupo doméstico siempre tomará decisiones en interés del bienestar material de la familia, en especial porque los valores personales y culturales, como gastar sus pocos recursos en bebida o juego, podían haberse antepuesto a lo que podríamos considerar opciones más razonables en un medio de privación. Además, no debemos pensar que a los supuestos marginados les falta inteligencia para tomar las decisiones que ellos creen sensatas.
En todo caso, quienes se encuentran bajo tales presiones económicas
arriesgan más al buscar como mejorar su situación. También es peligroso suponer que el hogar
poseía
una
voluntad
colectiva,
por
lo
general
encarnada
en
su
jefe,
pues
probablemente este enfoque no considere la negociación, por contenciosa que resultara, que se efectuaba entre los miembros del hogar antes de emprender cualquier acción que afectara su bienestar material21.
Con estas advertencias en mente,
los términos "estrategia" y
"respuesta" en este ensayo no necesariamente connotan un comportamiento planeado de manera consciente.
Por
lo
general,
no
se
refieren
sino
a reacciones
plausibles
ante
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
oportunidades y restricciones externas para conseguir ciertos objetivos, "un pragmatismo colectivo" o "procedimientos de la creatividad diaria", en palabras de Pilar Gonzalbo Aizpuru y Michel de Certeau respectivamente22. La lectura de algunos censos civiles y eclesiásticos de finales del siglo XVIII y principios del XIX -en especial los recuentos de
^González de la Rocha "no concuerda con la opinión de que los individuos de sociedades tradicionales, o aquellos con pocos recursos y poder, no son capaces de tomar decisiones y actuar fuera de la costumbre y la tradición". The Resources of Poverty, p. 12. Para una reseña de los estudios sobre la validez del término "estrategia de supervivencia", véase The Resources of Poverty, pp. 11-16, que define las estrategias domésticas de supervivencia como "estrategias de organización a corto plazo que se desarrollan para enfrentar los problemas y privaciones tanto esperados como inesperados de la vida diaria" p. 15 y Hareven, "The History of the Family", pp. 98-101, p. 117. "'Los conflictos domésticos dentro de los hogares de la clase trabajadora están ampliamente documentados. Por ejemplo, véanse los estudios de Sonya Lipsett-Rivera, María Teresa Pita Moreda y Juan Javier Pescador en Gonzalbo Aizpuru y RabelI
Romero, coordinadoras, Familia y vida privada en la historia de
Iberoamérica, 325 ss. 22
Gonzalbo Aizpuru, "La familia en México colonial", p. 397. Certeau nos recuerda sobre la acción de los grupos populares, "las formas clandestinas adoptadas por la creatividad dispersa, táctica y provisional de grupos o individuos". The Practice of Everyday Life (Berkeley, 1985), X1V-XV.
223
1790 y 1811- indica que los trabajadores aspiraban a tomar el control de sus vidas ante las fuerzas económicas externas; también podemos observar sus múltiples respuestas a la crisis de fines del periodo colonial al observar los patrones demográficos cambiantes de los principales tipos de hogar. El
análisis
de
las
características
de
los
hogares
de
clase
trabajadora
puede
entenderse mejor dentro de un marco general que identifique los factores que subyacen las respuestas domésticas a la crisis económica en la ciudad de México. El tamaño del hogar y los tipos de familia -nuclear, extendida o múltiple- son indicadores de ciertos temas culturales, demográficos y materiales, y sugieren un sentido de estrategia que subyace la formación de hogares, aunque no sean los únicos determinantes del bienestar del grupo doméstico23. Estos factores no bastan por sí mismos para entender de manera comprensiva las respuestas de los trabajadores pobres de la ciudad de México ante la creciente crisis en el nivel doméstico. El factor crucial reside en la administración del número de miembros que conforman el hogar y en la habilidad de cada unidad doméstica para crear un perfil demográfico que favorezca la relativa salud económica del grupo y sus miembros. El bienestar económico del hogar dependía de su capacidad para generar ingresos así como de
23
Con base en la composición interna de cada grupo residencial, en este estudio se definió cada hogar de acuerdo con los tipos básicos de hogar propuestos primero por Peter Laslett en 1972 y modificados en lo subsecuente por estudiosos del grupo doméstico latinoamericanos y europeos, entre otros. La tipología de Laslett, que reconoce el papel fundamental de la familia en la formación de hogares, refleja en primera
2) No familiares: personas que viven juntas pero sin estar casadas, aunque pueden estar emparentadas o no; 3) Familia simple: se trata de diversos arreglos de las llamadas familias nucleares, como una pareja casada o en unión de común acuerdo con o sin hijos y un padre soltero (viuda, viudo o abandonado) con hijos; 4) Familia extendida: grupo que consiste de por lo menos una relación conyugal (matrimonio, unión libre o viudo con o sin hijos) y algún otro pariente, como el padre, la madre, algún abuelo, hermano, tío o sobrino; 5) Familia múltiple: por lo menos dos unidades conyugales con o sin parientes adicionales y que pueden estar emparentados o no. Peter Lastlett, ed., Household and Family in Past Time, pp. 23-40. A pesar de algunas limitaciones de la tipología de Lastlett, en especial el énfasis en el parentesco como centro de la formación de hogares y la subsecuente subestimación de la complejidad de los mismos, el uso de estas definiciones
para
clasificar
los
arreglos
domésticos
es
valiosa
para
perspectivas
comparativas
e
interculturales. Como los censos de 1790 y 1811 no especifican el tipo de relación dentro del hogar, clasifiqué los grupos domésticos y sus variaciones internas con base en los apellidos, la raza, el lugar de origen y la edad. Como resultado, me fue posible clasificar cada familia o unidad doméstica en uno de los patrones domésticos amplios sin especificar los lazos familiares dentro del hogar específico. Resulta especialmente difícil definir con precisión la categoría de inquilino, pues es probable que las pautas precedentes no revelen ninguna relación familiar con el jefe del hogar. Sin embargo, es posible que esta relación no resulte tan importante, dado que las funciones económicas que realizan dentro del hogar los residentes emparentados y los inquilinos son muy similares.
224
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
instancia las relaciones de parentesco dentro del hogar. De esta manera, los hogares pueden clasificarse en cinco arreglos generales: 1) Unipersonal: individuos que viven solos, aunque tengan inquilinos o sirvientes;
sus gastos, los hogares que lograban incrementar la primera disminuyendo los segundos podían ajustarse mejor a las exigencias de la vida urbana de fines del periodo colonial. La composición favorable de un hogar resultaba fundamental para este éxito relativo. El objetivo supremo de los trabajadores pobres, así como el medio principal para elevar los ingresos y reducir los gastos, consistía en limitar el número de dependientes en relación con el número de asalariados potencial mente productivos. El concepto de relación de dependencia permite medir el grado en que los hogares de clase baja se habían vuelto más hábiles para organizarse y enfrentar las exigencias de la crisis. En este ensayo, este concepto se define como la relación de dependientes, es decir, de
miembros
no
productivos
del
hogar,
respecto
de
los
miembros
potencialmente
productivos, los adultos dentro del rango de edades más productivo, entre los 16 y 50, y los niños entre los 12 y 15 años24. La relación de dependencia es una herramienta útil para entender las estrategias de formación de hogares25. Un porcentaje bajo que refleja arreglos domésticos con pocas
24
Dadas las consideraciones de salud y mortalidad a finales del siglo XVIII y principios del XIX en la ciudad de México, el periodo en que los adultos tenían más posibilidades de generar ingresos era entre los 16 y los 50 años. La inclusión de niños de entre 12 y 15 años en la fuerza de trabajo potencialmente productiva se basa en el estudio de González Angulo que muestra cómo casi todos los niños se volvían aprendices a los 12 años y adquirían el estatus de oficial a más tardar a los 17. Artesanado y ciudad, pp. 176-178. Las familias esperaban que niños y niñas contribuyeran de alguna manera al bienestar material del hogar cuando alcanzaban la adolescencia. Las niñas podían ser particularmente valiosas en diversas tareas domésticas así
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
como ayudando a los padres trabajadores cuando se les pagaba por destajo. Véase Pescador, De bautizados a fieles difuntos, pp. 219-221; Deans-Smith, Bureaucrats, Planters, and Workers, pp. 206-208, pp. 237-239; Gonzalbo Aizpuru, Familia y orden colonial, p. 287. 25
Aunque los estudiosos, con ayuda de censos publicados y métodos de campo, suelan medir la dependencia doméstica examinando la relación de dependientes respecto de los miembros que trabajan, pienso que no se puede confiar en las estadísticas sobre fuerza de trabajo en los censos de 1790 y 1811 para calcular una relación de dependencia creíble para los hogares de la clase trabajadora. En general, el análisis de los censos de fines del periodo colonial basados en las ocupaciones y oficios registrados por el empadronador distorsiona el tamaño y la naturaleza de la fuerza de trabajo, pone demasiado énfasis en los ingresos por salarios y por lo tanto subestima el ingreso total potencial del hogar. En primer lugar, que una persona se registrara bajo un oficio no significaba que trabajara en algo relacionado con ese oficio o siquiera que trabajara. En segundo lugar, los datos ocupacionales en los censos de 1790 y 1811 no consideraban varias fuentes de ingreso que conformaban estrategias y expectativas de subsistencia. Las actividades generadoras de ingresos que no solían figurar en los registros incluían el trabajo no asalariado, en especial dentro de la producción doméstica, el empleo intermitente en situaciones de emergencia, y los negocios ilegales como tabernas clandestinas o casas de juego. Particularmente, los censos subestiman el papel productivo de la mujer, en especial de las mujeres casadas o hijas mayores. A muchas de las mujeres que tenían un empleo propio y trabajaban dentro del sector informal, así como las que participaban o contribuían a la producción artesanal doméstica como fuerza de trabajo auxiliar, no se les asignaba una ocupación u oficio formal. Si bien
no
están
documentados
en
forma
sistemática
por
los
historiadores
ni
registrados
por
los
empadronadores, la existencia y utilización del sector informal y otros sectores ocultos del mercado laboral ampliaba claramente la base de recursos de los hogares urbanos específicos. El conocimiento incompleto
225
tensiones económicas indica que hay menos dependientes por número de asalariados potenciales, y que por lo tanto el hogar está organizado para poder aprovechar al máximo las oportunidades que se presentan en el medio urbano. Por el contrario, un porcentaje de dependencia mayor revela un desequilibrio entre los miembros económicamente activos e inactivos, lo cual implica una mayor vulnerabilidad económica. La noción de relación de dependencia,
como
medida del
grado en que
un hogar se
encuentra bajo
presiones
económicas, nos ayuda a entender cómo los individuos trataban de aumentar al máximo sus posibilidades de seguridad personal
durante
la crisis económica de fines del
periodo
colonial26. Los trabajadores pobres de la ciudad de México reaccionaron ante su situación económica en el nivel doméstico tratando de reducir el número de dependientes, en particular niños y sirvientes, mientras aumentaban el número de trabajadores productivos,
que se tiene del alcance y grado de desempleo y subempleo no permite usar los datos ocupacionales del censo para medir la dependencia doméstica. Un acercamiento menos conjetural consiste en definir la capacidad generadora de ingresos del hogar como el reflejo del número de adultos y niños mayores potencialmente capaces de trabajar para mantenerse a sí mismos y al hogar. El concepto de miembros del hogar potencialmente productivos muestra en forma más atinada la capacidad generadora de ingresos de la unidad doméstica, y no sólo los posibles ingresos en moneda, toma en cuenta la naturaleza del mercado laboral, en especial el importante papel del sector informal y la producción artesanal doméstica en la subsistencia de las clases trabajadoras, y por lo tanto, admite un mayor rango de posibles oportunidades remunerativas a la vez que reconoce la capacidad del hogar para generar ingresos y permite entender el hogar como "una unidad económica que manda trabajadores al mercado laboral para obtener salarios al tiempo que mantiene trabajadores en casa para participar en actividades de subsistencia e industria doméstica". González de la Rocha, The Resources of Poverty, p. 16. Para una discusión de la economía familiar y los patrones ocupacionales femeninos en la ciudad de México de fines del periodo colonial, véase González Angulo, Artesanado y ciudad, pp. 134-141 y Arrom, The Women of Mexico City, pp. 154-205. 26
No debemos olvidar que una relación de dependencia no puede determinar en forma precisa cómo un hogar específico logra enfrentar la privación. Otras variables no cuantificables afectaban el bienestar de los hogares: la administración del presupuesto; la fluctuación del precio de bienes y servicios esenciales; el costo de la renta; los niveles de desempleo y subempleo; el acceso a parcelas de maíz y raciones alimenticias producto del trabajo; la salud y la subsecuente capacidad de empleo de los miembros del hogar; el grado en que la economía informal, la caridad o las actividades ilegales mantenían o por lo menos aportaban ingresos a la familia; y las características demográficas específicas de la unidad doméstica, como el número de niños y la relación entre trabajadores mujeres y hombres, con el subsecuente impacto en la capacidad de generar ingresos. Por ejemplo, la cantidad promedio de niños era manejable para la mayoría de los hogares de la clase trabajadora, pero aquellos que llegaban a tener diez o más pequeños en una sola vivienda enfrentaban grandes dificultades para sobrevivir día con día. El análisis de los censos y el uso de conceptos como la relación de dependencia no revelan nada sobre la eficiencia de la organización doméstica cuando se estudia caso por caso; no obstante, sugieren patrones generales de comportamiento entre las clases trabajadoras en el nivel de la unidad doméstica.
226
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
productiva de mujeres y niños dentro de la economía del hogar. Esta medida representa mejor la capacidad
incluidos los inquilinos, en la unidad doméstica27. Buscar y mantener la flexibilidad en la formación doméstica era esencial para reducir el porcentaje de dependencia e incrementar las oportunidades de salir adelante. El número de dependientes así como el tamaño de la fuerza potencial de trabajo doméstica estaban en relación directa con la habilidad de administrar, si no es que de manipular, el tamaño y en especial la composición del hogar. Era mediante el proceso de formación de hogares y los arreglos domésticos resultantes como los trabajadores pobres podían controlar relativamente la eficiencia y productividad de su colectividad. Un estudio de los tipos más importantes de hogar y su estructura interna identificados en los censos de 1753, 1790 y 1811 nos permitirá explorar de manera más completa los hogares que buscaban los trabajadores en su lucha por sobrevivir28.
27
Las expectativas de que la seguridad personal aumentaría si había varios miembros generadores de ingresos en el hogar y de que el riesgo personal se vería exacerbado si una familia o individuo dependía de una sola persona para su subsistencia, constituían un factor fundamental para la estrategia de incrementar el número de miembros potencialmente productivos del hogar. Todos los estudios sobre la relación entre ingresos y niveles de subsistencia en la ciudad de México de fines del periodo colonial subrayan la necesidad de incluir
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
tantos miembros del hogar como fuera posible en la fuerza de trabajo, dado el disminuido poder adquisitivo y la escasez de empleos. Si bien en ocasiones el estado se ocupaba de la noción de "salario familiar", en realidad los salarios para los jefes de hogar eran inadecuados para mantener la unidad doméstica completa. Scardaville, "Crime and the Urban Poor", pp. 66-68; Deans-Smith, Bureaucrats, Planters, and Workers, p. 178, pp. 191-200; González Angulo, Artesanadoy ciudad, pp. 125-135. La cantidad de miembros potencialmente productivos resultaba bastante crítica dentro de un mercado laboral en el que los salarios solían basarse en el trabajo a destajo, como en la Real Fábrica de Tabaco y los talleres artesanales domésticos. Este tipo de remuneración, que dependía de la producción diaria, favorecía aquellos hogares en los que el mayor número de miembros ayudaba en la tarea productiva. El potencial del hogar para generar ingresos se podía ampliar no sólo a través de salarios, sino también mediante el intercambio de bienes y servicios, en particular en el caso de trabajadores que recibían comida u otros bienes materiales como parte de su salario. Además, los adultos que ya habían rebasado sus años productivos podían proporcionar valiosos servicios personales, como el cuidado de los niños y las tareas domésticas, que resultaban fundamentales, aunque no se puedan medir, dentro de las estrategias domésticas de supervivencia. Tales servicios permitían a otros miembros del hogar, tal vez más jóvenes y productivos, entrar al mercado laboral formal o informal. Deans-Smith, Bureaucrats, Planters, and Workers, pp. 159, p. 191, pp. 208-209, pp. 238-239; McWatters, "The Royal Tobacco Monopoly", p. 220; González Angulo, Artesanado y ciudad, p. 145, pp. 231 -234. 28
En parte, la formación de hogares es un reflejo tanto del ciclo familiar como de una respuesta a condiciones económicas externas. Como se desarrollará en la siguiente sección de este ensayo, sostengo que estas condiciones resultado de la grave situación económica, desempeñaron un papel crucial en la conformación de gran parte de los grupos domésticos de la clase trabajadora en la ciudad de México a fines del periodo colonial.
227
Patrones de hogar y relación de dependencia en la ciudad de México de fines del periodo colonial Los datos del cuadro 1, que muestran el tamaño y los tipos de hogar de las clases alta y trabajadora en la ciudad de México en 1790 y 1811, sugieren diferencias críticas en la formación de hogares entre quienes tenían una posición acomodada y quienes estaban en franca desventaja ante la crisis económica de fines del periodo colonial. Como ya ha sido documentado
para
las
sociedades
occidentales
preindustriales,
incluido
México
e
Iberoamérica, la riqueza constituía un factor determinante en el tamaño del hogar29. El tamaño de los hogares de clase alta en las muestras de ambos censos es significativamente mayor que el de los hogares de la clase trabajadora (9.8 contra 4.0 en 1790 y 6.5 contra 4.7% en 1811), pues los ricos podían permitirse mantener más hijos y sirvientes bajo un mismo techo, mientras que los pobres, entre quienes los índices de mortalidad infantil eran mayores, no podían ni estaban dispuestos a crear y mantener unidades domésticas más
29
Entre los estudios sobre familias mexicanas que documentan esta relación entre clase y estructura doméstica, véase Gonzalbo Aizpuru, Familia y orden colonial, pp. 284-285; Rabell Romero, "Trayectoria de vida familiar, raza y género en Oaxaca colonial", p. 96; Agustín Grajales Porras, "Hogares de la villa de Atlizco a fines de la Colonia", pp. 325-342; Sánchez, "Démographie et perception du statut social dans une société coloniale", pp. 409-422. Para encontrar análisis basados en las clases sociales sobre los hogares europeos, véase Laslett, ed., Household and Family in Past Time.
30
Por su amplitud, la muestra de hogares de las élites en 1811 es más representativa de las formas domésticas de la clase alta que la de 1790, aunque la tendencia de las élites a formar unidades domésticas más grandes está claramente presente en ambas instancias. Un análisis más detallado de los hogares de las clases más adineradas en 1811 -grandes comerciantes, mineros y oficiales del gobierno— muestra que su tamaño era más de dos veces mayor (9.7) que el de los hogares de la clase trabajadora, lo cual se puede atribuir al mayor número de niños y en especial de sirvientes en las casas de los residentes más adinerados de la capital virreinal. En promedio, las altas élites empleaban 3.6 sirvientes más y tenían como residentes 1.52 niños más por hogar que las unidades domésticas de clase trabajadora. Sólo en 5.8% de los hogares de la clase trabajadora se encontraron sirvientes, mientras que en el caso de las altas élites en 94% y en las bajas élites 49.1 por ciento.
228
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
grandes30.
DISTRIBUCION PORCENTUAL DE HOGARES POR TIPO
CUADRO 1
SEGÚN CLASE 1790 Y 1811 CLASE
TIPO DE HOGAR
ALTA
TRABAJADORA
1790
1811
1790
1811
Unipersonal
-
7.4
4.2
4.9
No familiar
16.7
12.0
6.2
3.3
Familiar:
83.3
80.6
89.6
91.8
Simple
50.0
55.6
64.6
53.4
Extendido
33.3
17.6
4.2
16.9
-
7.4
20.8
21.5
Con lazos de parentesco
-
7.4
10.4
8.5
Sin lazos de parentesco
-
0.0
10.4
13.0
9.8
6.5
4.0
4.7
Múltiple
Tamaño promedio
Tamaño de muestra N= 6 108 48 790 Nota: En la nota 23 se define tipo de hogar. En las notas 12 y 13 se discute la nuestra de los censos y las técnicas de selección. Fuente: Muestras de los censos de 1790 y 1811.
Las formas de organización de los hogares en la ciudad de México de fines del periodo colonial, también mostradas en el cuadro 1, determinan tanto similitudes como diferencias fundamentales entre las élites y las clases trabajadoras. Lo más importante para nuestro análisis son las divergencias, pues nos ilustran sobre algunos asuntos esenciales de supervivencia respecto de los pobres urbanos. Por ejemplo, vemos que el índice de arreglos unipersonales y no familiares en 1811, en el punto culminante de la crisis en la ciudad de México,
era mucho menor entre los pobres (8.2%) que entre las élites
(19.4%).
La
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
diferencia más asombrosa es el alto índice de formación de hogares de familias múltiples en la sociedad de la clase baja (21.5%) comparado con el de las clases altas (7.4%). Lo más notable es que mientras
13.0% de los hogares de la clase trabajadora consiste de dos
unidades conyugales no relacionadas compartiendo la misma residencia, no hubo ningún caso similar entre las familias de la clase alta en las muestras del censo31.
3
'Este patrón de clases en los hogares múltiples sin lazos de parentesco también resulta evidente en la muestra del cuartel menor 18 del censo de 1790. Sin embargo, un aspecto importante de la estructura doméstica que no debe pasarse por alto es que la élite y las clases trabajadoras, como lo muestran ambos censos, valoraban en forma considerable los arreglos familiares simples, extendidos y con lazos de parentesco (Cuadro 1: 83.4% (1790) y 80.6% (1811) para la clase alta y 89.6% (1790) y 91.8% (1811) para la clase trabajadora). La familia nuclear o simple representaba la forma ideal de organizar el hogar, en particular porque estas unidades conyugales también constituían la base de hogares más complejos. Las familias extendidas o múltiples con lazos de parentesco constituían simplemente medios para cuidar y proteger a padres, hermanos y otros parientes en determinados periodos. La existencia de arreglos domésticos no basados en el parentesco refleja que los ideales y las normas no siempre se cumplían debido a factores económicos o personales. Véase la discusión de Doenges sobre el énfasis cultural en los lazos de parentesco en general y dentro de la familia simple en particular. "A Regional Society in Colonial Mexico", p. 156, pp. 168-169, p. 243.
229
Podemos suponer que la relativa escasez de hogares unipersonales, en particular entre las clases bajas, se debe tanto al sentido común económico como a las nociones ideológicas prevalecientes sobre la familia. Vivir solo no conducía a la seguridad personal ni
al
bienestar emocional.
Dada
la importancia cultural
del
parentesco,
así
como
la
necesidad de incrementar las posibilidades de supervivencia en la caprichosa economía urbana, gran parte de los residentes de la ciudad de México de fines del periodo colonial, en especial los más pobres, trataban de evitar el aislamiento social integrándose a algún otro tipo de unidad doméstica. Como consecuencia de las estructuras salariales y la naturaleza del mercado laboral, resultaba difícil que los trabajadores individuales sobrevivieran por sí mismos, en especial porque las condiciones económicas seguían deteriorándose32. Con menos de un hogar pobre de trece clasificado como unipersonal o no familiar en 1811, podemos conjeturar que la subsistencia basada en la familia constituía una ideología preponderante
-reforzada
por
la
realidad
económica-
para
los
grupos
de
clase
trabajadora33. Los porcentajes de hogares de familias múltiples en los que las unidades conyugales estaban emparentadas resultaron similares en todos los grupos sociales en 1811 (7.4% para la élite y 8.5% para los trabajadores pobres); sin embargo, la gran mayoría de las unidades múltiples
en
la
sociedad
de
la
clase
trabajadora
estaba
constituida
por
familias
no
mismo techo en caso de necesidad, pero las élites no estaban dispuestas a vivir con parejas casadas o padres solteros sin lazos de parentesco. La popularidad de las unidades familiares múltiples sin lazos de parentesco entre los trabajadores pobres los separaba claramente de los residentes más ricos en términos de comportamiento doméstico; también sugiere la
32
En 1790, cerca de uno de cada diez hogares de la clase trabajadora consistía de unidades familiares unipersonales o no familiares, lo cual sugiere que las condiciones económicas permitían dichos arreglos. Para comentarios sobre la dificultad de sobrevivir solo en la ciudad de México de fines del periodo colonial, véase Gonzalbo Aizpuru, Familia y orden colonial, p. 267 y Arrom, "Desintegración familiar y pauperización", pp. 123-131. Los estudios sobre las sociedades preindustriales europeas han notado que "vivir solo no es una buena alternativa". Orvar Lógfren, "Family and Household: Images and Realities: Cultural Change in Swedish Society", en Netting, Wilk y Arnould, eds., Households, p. 466. También véase Martine Segalen, "Nuclear is Not Independent: Organization of the Household in the Pays Bigouden Sud in the Nineteenth and Twentieth Centuries", en Ibid., pp. 166-167; Jiitte, Poverty and Deviance, p. 87. También
en
el
México contemporáneo, con
sus problemas económicos,
son
escasos
los
hogares
unipersonales: sólo 2.4% de los mexicanos urbanos vivían solos a finales de la década de 1980. Selby, Murphy y Lorenzen, The Mexican Urban Household, p. 53. 33
Para una conclusión similar respecto de los grupos populares en el México urbano a fines del siglo XX, véase Selby, Murphy y Lorenzen, The Mexican Urban Household, pp. 91-93.
230
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
emparentadas entre sí. Padres e hijos de clases altas y trabajadoras llegaban a compartir el
posibilidad de que estos tipos de hogar, al reflejar el grado de marginación o la crisis familiar, representen una respuesta particular ante las deterioradas condiciones económicas y demográficas en la ciudad de México en 181134.
Patrones domésticos: 1753-1811 La comparación de los censos de 1753, 1790 y 1811 tiende a reafirmar lo dicho sobre
la
formación
de
hogares
en
la capital
virreinal35.
El
siguiente análisis
de
las
estructuras domésticas en el seno de los trabajadores comenzará por estudiar los extensos cambios a largo plazo llevados a cabo entre 1753 y 1811, y continuará con una discusión de transformaciones más específicas entre 1753 y 1790, y entre 1790 y 1811. La comprensión de los cambios demográficos secuenciales que tuvieron lugar en las residencias de los sectores populares en la ciudad de México de fines del periodo colonial ilustrara de manera más clara la emergencia y el desarrollo de la crisis económica, así como la relación entre el estado de la economía urbana y las formas domésticas entre los residentes más pobres de la ciudad. Durante la segunda mitad del siglo XVIII, periodo que precedió el punto culminante de
la crisis
económica,
los
hogares
de
clase
trabajadora eran
consistentemente
más
pequeños y de composición menos compleja de lo que serían a principios del siglo XIX. Por ejemplo, en 1753, el tamaño promedio del hogar era de 3.8%, casi una persona menos
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
por unidad doméstica que en 1811, o casi 20% menor, mientras que el índice de formación de hogares múltiples sin lazos de parentesco era de sólo 4.4%, casi tres veces menor que el
34
Los datos del Cuadro 1 subestiman la importancia de la formación de hogares complejos entre los grupos populares de la ciudad de México en 1811. Si se analizan de acuerdo con la distribución de la población de la clase trabajadora en las formas de hogar específicas, más de la mitad (38.4%) de los trabajadores pobres vivían en arreglos familiares extendidos y múltiples, con uno de cada siete (13.0%) viviendo en unidades domésticas múltiples sin lazos de parentesco. Doenges también sugiere que el índice de formación de hogares mútliples a fines del siglo XVIII y principios del XIX en Celaya es algún tipo de indicador de una crisis demográfica o económica, pues las unidades domésticas complejas ofrecían apoyo crítico de corto plazo. El porcentaje promedio de hogares múltiples en años de crisis (1770, 1785, 1798-1800) era 35%, mientras que el de los demás años sólo era 8.6%. "A Regional Society in Colonial Mexico", pp. 145-146, pp. 156-157.
35
Los análisis de corto y largo plazo de los censos parroquiales de fines del siglo XVIII y principios del XIX suelen comprobar los patrones domésticos generales evidentes en los censos del gobierno. Pescador, De bautizados a fieles difuntos, pp. 183-191; Gonzalbo Aizpuru, Familia y orden colonial, pp. 274-292; Linda Arnold, "Sobre la deducción de evidencia: estratificación en un barrio de la ciudad de México, 1777-1793", Revista de Estudios de Historia Novohispana, 15 (1995), pp. 94-96.
231
índice de 181136. A mediados del siglo XVIII, la formación familiar compleja -familias nucleares con inquilinos así como familias extendidas y múltiples- era mucho más común entre las élites que entre las clases trabajadoras, pues los artesanos y jornaleros no tendían a incorporar a los parientes o conocidos residentes, incluidos los inquilinos, en la unidad doméstica37. Como se muestra en el Cuadro 2 y la Figura
1, los cambios generales en la
estructura doméstica entre los censos de 1753 y 1811 incluyen una duplicación del índice de formación doméstica compleja (de 29.4 a 61.8%), así como un descenso correspondiente en las formas más simples o no familiares (de 70.6 a 38.2%) y en el uso de sirvientes (de 8.2 a 5.8%). Las formas domésticas habían cambiado tanto que para 1811 había casi tantas familias
complejas
sin
lazos
de
parentesco
(33.3%)
como
unidades
domésticas
no
complejas (38.2%), mientras que en 1753, había casi seis veces más de las últimas que de las primeras. En total, el tamaño medio de los hogares de clase trabajadora aumentó 24.5% entre 1753 y 1811, en tanto que el incremento en el número de unidades domésticas con y sin lazos de parentesco fue de 54.3% y 202.7% respectivamente (Cuadro 3.) Al comienzo del siglo XIX, había 29.3% menos hogares pobres con sirvientes38.
36
Valdés, "The Decline of the Sociedad de Castas", p. 89, p. 91.
37
Ibid., p. 93, p.
109, pp.
124-125. Pescador, De bautizados a fieles difuntos, p. 123, p. 126, pp. 183-190,
formación de hogares unipersonales entre la clase trabajadora era mayor también en 1753, pues los adultos no comprometidos tenían mayor disposición y capacidad económica para vivir solos que para compartir una residencia (p. 97). El estudio de Pescador sobre la parroquia de Santa Catarina y el de Arnold sobre la de Catedral también muestran un índice significativamente mayor de formación de hogares unipersonales a fines del siglo XVIII (12.7%) que a inicios del XIX (5.1%). Gonzalbo Aizpuru encontró que los hogares unipersonales comprendían 10% de todas las unidades domésticas en uno de los distritos de la parroquia Sagrario en 1777. Familia y orden colonial, pp. 284-285. La respuesta de los hogares de la clase trabajadora a la severa crisis económica revirtió la relación tradicional entre clase y estructura doméstica, pues para 1811, las unidades domésticas de los grupos populares de la ciudad de México se habían vuelto más complejas que las de la élite. Como se puede ver en el Cuadro 1, la formación de familias extendidas y múltiples entre los pobres en 1811 era de 38.4%, mientras que para la élite era de 25%. Valdés no discute los tipos de hogar específicos en su estudio del censo de 1753, pero, como muestra de una mayor complejidad entre la élite, señala que casi la mitad de los hogares de la clase alta (45.6%) incluía miembros emparentados y no emparentados, mientras que menos de un tercio de los hogares de la clase trabajadora (29.4%) había incorporado tales miembros en sus grupos domésticos. "The Decline of the Sociedad de Castas", p. 93. En 1811, estas cantidades eran de 35.2% para la élite y 43.8% para los trabajadores pobres. 38
Debe señalarse que estos patrones domésticos caracterizan, en grados variables, los hogares pobres sin tomar en cuenta el sexo, la ocupación y la etnicidad del jefe del grupo doméstico. Por ejemplo, entre 1753 y 1811, el tamaño promedio de los hogares dirigidos por artesanos aumentó 25.5%, mientras que el de unidades domésticas dirigidas por otros miembros de la clase trabajadora aumentó 24.0 por ciento.
232
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
p. 205, p. 208; Arnold, "Sobre la deducción de evidencia1', pp. 94-96. Valdés sugiere que el índice de
DISTRIBUCION DE HOGARES DE CLASE TRABAJADORA
CUADRO 2
1753,1790 Y 1811 ANOS
COMPOSICION DEL HOGAR 1753
1790
1811
No complejo
70.6
58.3
38.2
Complejo
29.4
41.7
61.8
Con parientes
18.4
14.6
28.5
Con no parientes
11.0
27.1
33.3
8.2
2.1
5.8
Tamaño promedio
3.8
4.0
4.7
Número promedio de niños
2.2
1.5
1.7
58.4
37.3
36.8
Porcentaje de sirvientes
2.2
0.5
1.2
Tamaño de muestra N=
490
48
790
Con sirvientes
Porcentaje de niños
Nota:
Los hogares definidos simples sin inquilinos extendidas y múltiples Fuente Muestras de los censos CaMos", 89-92.
como "no complejos" incluyen arreglos unipersonales y no familiares, así como familias Los hogares "complejos" incluyen familias nucleares con inquilinos, así como familias Los inquilinos se incluyen en las unidades domésticas complejas sin lazos de parentesco. de 1790 y 1811. Los datos de 1753 se encuentran en Valdés, "The Decline of the Sociedad de
PORCENTAJE DE CAMBIO EN EL TAMAÑO Y COMPOSICION
CUADRO 3
DE LOS HOGARES DE LA CLASE TRABAJADORA 1753-1811,1753-1790 Y 1790-1811
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
CONCEPTO
PERIODO 1753- 1811
1753- 1790
1790- 1811
54.3
-20.7
94.5
No parientes
202.7
146.4
22.9
Número de sirvientes
-29.3
-74.3
176.2
Número de niños
-21.6
-32.4
16.0
24.5
5.8
17.7
Parientes
Tamaño promedio
Nota: Los inquilinos se incluyen con los demás miembros no emparentados del hogar. Fuentes: Muestras de los censos de 1790 y 1811 Valdés. "The Decline of the Sociedad de Castaspp. 89-92.
233
Resulta significativo notar que en 1811 los hogares eran más grandes a pesar de la reducción del número de niños residentes. Como se muestra en los Cuadros 2 y 3, el promedio de niños en los hogares pobres disminuyó 21.6% (de 2.2 a 1.7%) entre ambos recuentos, lo cual resalta la importancia de la limitación familiar como estrategia de subsistencia de las clases trabajadoras, así como el papel fundamental que la importación de adultos con
o
sin lazos de parentesco
desempeñaba en
la construcción de
unidades
domésticas más amplias para fines del periodo colonial39. Sin embargo, estos cambios de largo plazo, impulsados en gran parte por la irregular economía urbana, no se desarrollaron de manera constante. Las iniciativas para reducir las tensiones económicas y mejorar el bienestar material de la unidad doméstica no eran estables ni estaban predeterminadas. Las respuestas de los hogares de grupos populares
39
Para los datos de 1753, véase Valdés, "The Decline of the Sociedad de Castasp. 111, nota 9. La menor cantidad de niños en 1811 no se puede explicar del todo con los brotes de epidemias y su magnitud, pues la ciudad de México sufrió pestilencias más graves a mediados del siglo XVIII que a fines del periodo borbónico. En las dos décadas que precedieron cada censo civil, la ciudad de México experimentó la misma cantidad de epidemias, pero su intensidad fue mayor en el periodo anterior al censo de 1753. Pescador, De bautizados a fieles difuntos, pp. 90-106. Si bien debe investigarse más al respecto, parece que las familias más pobres adoptaron medidas para reducir la cantidad de niños dependientes en el hogar o por lo menos para disminuir su costo total para la economía doméstica. Las familias pobres, en especial los asalariados, colocaban a sus hijos como aprendices en talleres de artesanos urbanos o bien como sirvientes en las casas de las élites. En 1811, había 23.1% más niños en el hogar de un artesano que en el de un asalariado (2.0% contra 1.6% en promedio). Los niños de los artesanos no representaban una desventaja porque podían contribuir a la capacidad productiva del hogar. Véase González Angulo, Artesanado y ciudad, pp. 134-146. Para una discusión sobre la circulación de niños de la clase trabajadora a finales del siglo XVIII en Oaxaca, Las familias de la clase trabajadora también podían limitar el número de niños dependientes controlando la fecundidad. La escasa evidencia sugiere que la edad de quienes contraían matrimonio por primera vez pudo haber aumentado en la última generación del dominio colonial. Pescador, De bautizados a fieles difuntos, p. 150, p. 152; Arrom, The Women of Mexico City, pp. 119-121 y pp. 316-317, nota 40. Las familias pobres tanto de la ciudad como del campo en el México de fines del periodo colonial empleaban otras medidas para restringir la fertilidad, como el aborto, el abandono de los hijos y, en casos extremos, el infanticidio. Si bien tales acciones no constituían el medio principal para controlar la fecundidad, es probable que su uso a fines del siglo XVII1 y principios del XIX -como se ha documentado para ese periodo en Europa Occidentalhayan aumentado a medida que la crisis se intensificaba. Sin importar la legalidad o ilegalidad de estos métodos, los hogares de la clase trabajadora se las arreglaban para evitar que su propia descendencia se volviera una carga económica más. Véase Pérez Herrero, "Evolución demográfica y estructura familiar en México", pp. 361-362; Celina Guadalupe Becerra, "Hijos legítimos en los Altos de Jalisco, 1770-1820", en Virginia Guedea y Jaime E. Rodríguez O., eds., Five Centuries of Mexican History / Cinco siglos de historia de México (Ciudad de México, 1992), II, pp. 274-285; Pilar Gonzalbo Aizpuru, "La casa de niños expósitos de la ciudad de México: una fundación del siglo XVIII", Historia Mexicana 31 (1982), pp. 409-430 y Ávila Espinosa, "Los niños abandonados en la Casa de Niños Expósitos de la ciudad de México". Para un resumen de estudios sobre Europa, véase Louise A. Tilly, Rachel G. Fuchs, David I. Kertzer y David L. Ransel, "Child Abandonment in European History: A Symposium", Journal of Family History 17 (1992), pp. 1-23. Para un estudio sobre el infanticidio y el abandono de niños en la España borbónica, véase Joan Sherwook, Poverty in Eighteenth-Century Spain: The Women and Children of the Inclusa (Toronto, 1988).
234
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
véase Rabel 1 Romero, "Trayectoria de vida familiar, raza y género en Oaxaca colonial", pp. 97-117.
variaban de acuerdo con situaciones específicas, como las consecuencias de enfermedades en la estructura familiar, el estado de la economía local y el mercado laboral, así como los precios del maíz. Los trabajadores pobres de la ciudad de México tomaban decisiones con base en las oportunidades y restricciones que percibían en 1790 y 1811.
Patrones domésticos: 1753-1790 En
1790,
las
familias
del
sector
laboral
tuvieron
que
enfrentar
las
secuelas
demográficas de dos graves epidemias, en 1784 y 1786, un incremento notable en el precio del maíz luego de una importante crisis agrícola en 1785-86, y la erosión gradual pero constante del sistema gremial restrictivo, provocada en parte por un exceso crónico de mano de obra que mantuvo los salarios estancados en tiempos de inflación creciente. Las respuestas domésticas ante tales circunstancias pueden verse en los Cuadros 2 y 3 y en la Figura 1. Entre 1753 y 1790, los hogares de los trabajadores aumentaron ligeramente su número
de
miembros
(de
3.80
a 4.02
para
un
incremento
de
5.8%)
y
se
hicieron
considerablemente más complejos (de 29.4% a 41.7%), aunque gran parte de las unidades domésticas (58.3%) aún se caracterizaba por arreglos simples sin inquilinos, unipersonales o no familiares. Estos patrones sugieren una economía local en deterioro, pero, como veremos más tarde, aún no se alcanzaba la etapa de crisis. Esta complejidad fue un resultado
claro de
la incorporación de miembros no
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
emparentados al hogar (11.0% a 27.1% de aumento en los hogares complejos sin lazos de parentesco).
A mi parecer, esta situación está relacionada con el creciente índice de
inmigración a la ciudad, en donde muchos inmigrantes fueron absorbidos por las unidades domésticas existentes, así como con las epidemias de mediados de 1780, que ocasionaron la formación de numerosas familias fragmentadas, incrementando así la cantidad de personas -en especial de huérfanos, viudas y familias de padres solteros- que podían convertirse en inquilinos potenciales o formar hogares múltiples sin lazos de parentesco al reagruparse las diferentes familias luego de la crisis de mortalidad40. La complejidad mayor, que tendería a
40
Véase Pescador para una discusión sobre el impacto de las epidemias. De bautizados a fieles difuntos, pp. 200-201. Los censos de la parroquia de Santa Catarina sugieren que el aumento en el tamaño del hogar, a pesar de las epidemias de 1784 y 1786, y la tendencia hacia arreglos complejos sin lazos de parentesco tuvieron lugar hacia fines de esa década, cuando los problemas económicos y de subsistencia se vieron exacerbados. Ibid., p. 123, p. 126, pp. 184-190.
235
aumentar el tamaño de los hogares, aparecía cuando las familias de los trabajadores tenían menos posibilidades de emplear sirvientes (descenso de 74.3%) y de mantener tantos niños (descenso de 32.4%), como a mediados del siglo XVIII. Estas medidas para reducir gastos y dependientes reducirían al mínimo el unidades
domésticas
a
pesar
de
la
incremento general del tamaño de las
incorporación
significativa
de
miembros
no
emparentados41. Una comparación entre ambos censos civiles del siglo XVIII ofrece evidencias para corroborar el relativo descenso de la posición económica de las familias artesanas urbanas. En 1753, los artesanos residían, en mayor grado que los jornaleros, en hogares de familia nuclear y casi no tendían a alojar inquilinos42. Sin embargo, para 1790, no sólo comenzaron a aproximarse los índices de formación doméstica no compleja entre artesanos y jornaleros (60.0% y 56.5% respectivamente), sino que ahora la incidencia de formación familiar múltiple sin lazos de parentesco entre los artesanos excedía la de los hogares de jornaleros (12.0% y 8.7% respectivamente). Además, en los hogares de artesanos, el empleo de sirvientes descendió de 13.4% en 1753 a sólo 4.0% en 1790, mientras que la inclusión de inquilinos generadores de ingresos aumentó de 7.7% a 12.0% durante el mismo periodo43. Tal situación sugiere que los artesanos no pudieron resistir los cambios económicos de
41
Véase nota 39 para una discusión sobre las posibles razones para la reducción del número de niños en los doméstica compleja con lazos de parentesco (cuadro 2: de 18.4 a 14.6% para 1790), especialmente clara por el bajo porcentaje de hogares extendidos (cuadro 1: 4.2% en 1790), se opone a los patrones generales de largo plazo de las estructuras domésticas de la clase trabajadora en la segunda mitad del siglo XVIII. Este declive podría ser sólo una anomalía en la muestra del censo de Revillagigedo, pero también podría indicar ciertas respuestas populares a circunstancias específicas. Las graves epidemias de mediados de la década de 1780 redujeron en forma desproporcionada la población adulta de la ciudad de México, en particular la población de mayor edad, que constituía el grupo más susceptible a la crisis de mortalidad y con mayor tendencia a incorporarse a una unidad familiar extendida.
Pescador, De bautizados a fieles difuntos,
pp. 200-201. RabelI Romero atribuyó el bajo índice de familias extendidas en Oaxaca en 1777 (1%) a índices excepcionalmente altos de mortalidad. "Trayectoria de vida familiar, raza y género en Oaxaca colonial", pp. 96-97. Por otra parte, los sobrevivientes solteros con hijos podían mudarse con algún otro miembro de la familia, lo cual
explicaría
el
mayor
índice de unidades domésticas múltiples con lazos de parentesco en 1790.
(cuadro 1: 10.4%). Finalmente, como lo sugiere el alto índice de hogares no complejos, los sobrevivientes aún podían arreglárselas en unidades domésticas simples, unipersonales o no familiares. Estas cantidades sugieren que la economía local, aunque había empeorado desde mediados de siglo, no había alcanzado su momento más crítico, y tal vez por ello aún no resultaba indispensable mudarse a unidades familiares en busca de apoyo. 42
Valdés, "The Decline of the Sociedad de Castas", p. 97 y p. 109. Valdés no proporciona porcentajes de tipos de hogar por ocupación.
43
Ibid., 93.
236
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
hogares de la clase trabajadora a fines del periodo colonial. La disminución del índice de formación
finales del siglo XVIII44. En términos de forma y composición domésticas, para 1790, los artesanos ocupaban una posición muy similar a la de las familias de trabajadores no especializados.
Patrones domésticos: 1790-1811 Los residentes de la capital virreinal en 1811 tuvieron que enfrentar una severa crisis económica, así como los efectos de la insurgencia de Hidalgo en el campo. Además de responder a los acelerados índices de inmigración y del consecuente exceso de mano de obra, los pobres de la ciudad de México también debían luchar contra la recesión causada por los precios hiperinflados del maíz y los desastres económicos que comenzaron a mediados
de
la
década
de
1790.
En
general,
las
clases
trabajadoras
empobrecidas
reaccionaron ante estas amenazas modificando sus arreglos domésticos, como ya se percibe en el censo de 1790, pero ante las severas crisis demográficas y económicas, los hogares siguieron haciéndose cada vez más grandes y complejos a lo largo de las siguientes décadas. (Cuadros 1-3 y Figura 1). Para 1811, el tamaño de los hogares de la clase trabajadora había aumentado de 4.0 a 4.7 miembros, que representa un incremento substancial de integrantes,
índice tres veces mayor que entre
1753
y
17.7% en el número de
179045.
Esta expansión fue el
resultado de un cambio significativo en los tipos de hogar, pues en 1811 gran parte de los
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
hogares de la clase trabajadora (61.8%) había adoptado alguna forma de arreglo familiar complejo46. Más aún, como prueba de la privación, el porcentaje de hogares múltiples sin
44
E1 declive social y económico de gran parte de la fuerza laboral especializada en la ciudad de México continuaría hasta principios del siglo XIX. Para 1811, los índices de formación doméstica compleja entre artesanos y trabajadores eran casi iguales (58.5% contra 57.0%), al tiempo que los inquilinos se habían vuelto ligeramente más comunes entre los artesanos que entre los trabajadores no especializados (21.0% contra 17.7%). No obstante, debo recalcar que el declive más precipitado en la posición económica de los artesanos ya había ocurrido para 1790.
4í
Luego de las severas epidemias de 1797 y 1804, se podría esperar una disminución en el tamaño de los hogares, pero el flujo de inmigrantes a la ciudad después de 1790 compensó la pérdida considerable de vidas. Véase Pescador, De bautizados a fieles difuntos, pp. 98-106.
4fr
No sólo disminuyó el número de familias simples, sino que también había cambiado radicalmente la composición de aquéllas que podían mantenerse en unidades nucleares a partir de 1790. Las familias de padres solteros, las unidades domésticas más económicamente vulnerables de todas, comprendían 41.9% del total de familias simples en 1790, y sólo 23% en 1811. Este dramático declive sugiere que, en vista de las deterioradas condiciones económicas, mantener una residencia independiente se había vuelto demasiado difícil para los hogares de padres solteros. Profundizaré en esta situación cuando hable de la relación de dependencia.
237
lazos de parentesco siguió aumentando de
10.4% en
1790
a
13.0% en
181147.
Las
dificultades económicas, ya discernibles en los rasgos domésticos del recuento de 1790, habían empeorado para 1811. En mi opinión, los datos del censo sugieren que los pobres de la ciudad de México estaban luchando por sobrevivir ante una crisis económica de enormes proporciones. En general, los cambios en el tamaño y la composición de los hogares se debían en gran parte a la incorporación de parientes a la unidad doméstica (94.5% de aumento desde 1790), aunque los trabajadores pobres seguían incorporando igualmente miembros no emparentados. Una comparación entre las muestras de ambos censos indica que entre 1790 y 1811, periodo en el que la incidencia de hogares complejos con lazos de parentesco casi se
duplicó
(14.6%
a
28.4%),
los
parientes
ya
no
establecían
y
mantenían
hogares independientes tanto como antes. Algunos cambios en los arreglos domésticos múltiples con lazos de parentesco son un buen ejemplo de este patrón: para 1811, las parejas jóvenes casadas tendían más a vivir con sus padres48. El deplorable estado de la economía local y del mercado de trabajo alentaba a más niños, hermanos y ancianos a permanecer o regresar a una unidad familiar más amplia. En lo que aparenta ser una paradoja en plena crisis económica, los pobres urbanos aumentaron el número de niños (16.0%) y en especial de sirvientes (176.2%) en sus Si bien estos miembros constituyen típicamente una carga para la economía
familiar, la lectura cuidadosa del censo sugiere una explicación. Cierto es que el promedio de niños aumentó entre 1790 y 1811 (1.5 a 1.7), pero como resultado del incremento en el tamaño del hogar, en especial mediante la importación de adultos, los niños representaban para 1811
un porcentaje del total de integrantes similar al de
1790 (37.3 a 36.8%)49.
Aunque todavía era escaso para 1753, el empleo de más sirvientes fue posible gracias a una mayor y más eficiente organización doméstica, no a una recuperación de la economía y el mercado de trabajo. Como se verá más adelante, algunos hogares, en particular los más
47
Otro signo de vulnerabilidad económica es la disminución del índice de formación de hogares unipersonales y no familiares de 10.4% a 8.2% entre 1790 y 1811.
48
Mientras que en 1790 sólo en uno de cada cinco hogares múltiples con lazos de parentesco había hijos casados viviendo con sus padres, casi la mitad de estas unidades (46.3%) incluía parejas jóvenes en 1811.
49
Esto recalca el hecho de que el tamaño de los hogares aumentó a partir de 1790 como resultado de un mayor índice de complejidad en las formas familiares, no por un incremento en la cantidad de niños.
238
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
hogares.
grandes y complejos, desarrollaron una mayor capacidad para emplear sirvientes a pesar de la crisis. Una comparación entre las muestras de los censos de 1790 y 1811 sugiere que de todos los grupos étnicos, la población indígena de la ciudad de México fue la más afectada por la creciente crisis económica. Como ya lo ha discutido Susan Kellog, una de las transformaciones principales entre los nahuas urbanos durante los dos siglos que siguieron a la conquista española fue la reaparición de unidades nucleares más pequeñas en lugar de los grandes hogares de familias múltiples. Hacia finales del siglo XVII, sólo uno de diez hogares indígenas en la ciudad de México podía definirse como extendido o múltiple, y para 1753, las unidades de residencia indígenas eran las más pequeñas entre todos los grupos étnicos en la sociedad de clase trabajadora, patrón que continuó hasta
1790.
Además, para 1790, los residentes indígenas de la capital presentaban los índices más altos de formación familiar simple entre los pobres urbanos (68.5%)50. Sin embargo, para 1811, los hogares indígenas de la ciudad de México eran los más grandes y complejos (52.2%) de todos los hogares de clase trabajadora51. Es necesario mencionar un último tema en esta discusión sobre cómo los pobres urbanos respondieron a las cada vez peores condiciones económicas del periodo posterior a 1790. Algunos datos cualitativos y cuantitativos sugieren dos situaciones aparentemente contradictorias en la estructura familiar durante ese periodo: la fragmentación familiar y el
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
aumento del hogar. Como lo documentan los registros del Hospicio de Pobres y materiales
50
Susan Kellog, Law and the Transformation of Aztec Culture, 1500-1700 (Norman, 1995), pp. 160-212; Valdés, "The Decline of the Sociedad de Castasp. 91, p. 93. El tamaño promedio de los hogares indígenas en 1753 era de 3.3 y de 3.4% en 1790. Las cantidades correspondientes para hogares españoles y de castas fueron de 4.6 y 4.0%, y de 3.7 y 4.71%. Dado que Valdés incluyó todas las unidades domésticas españolas en su análisis, incluidos los hogares de las élites, es más probable que el tamaño promedio de los hogares españoles de la clase trabajadora en 1753 fuera de 4.0%. La complejidad doméstica era variable entre los grupos étnicos más importantes en 1790. Los hogares de castas eran los más complejos (50.0%), seguidos por los españoles (38.8%) e indígenas (31.5%).
5
'En 1811, el tamaño promedio de los hogares y el porcentaje de hogares complejos encabezados por españoles y castas de clase trabajadora era de 4.6 y 48.2%, y de 4.7 y 47.5%, respectivamente. Si bien la raza seguía influyendo al escoger pareja (73.1% de los matrimonios de la clase trabajadora eran del mismo origen étnico), importaba menos en la creación de redes domésticas. Quizás resulte más revelador saber que la mitad de los hogares múltiples sin lazos de parentesco (50.5%) eran interraciales, mientras que no más de un tercio de los hogares con lazos de parentesco (32.8%) tenían miembros de diferentes orígenes étnicos. De acuerdo con mi estimación de relaciones dentro de la unidad doméstica, lo esencial en la construcción de hogares múltiples sin lazos de parentesco eran la ocupación y el lugar de origen, de modo que se le daba prioridad al fomento de una economía doméstica más productiva y al apoyo de conocidos de la misma ciudad o pueblo, sin importar la raza.
239
de censos, algunas de las familias más frágiles y desafortunadas se desintegraron al buscar sus miembros mejores posibilidades de supervivencia fuera de la unidad nuclear^2. Si bien esto era cierto para algunos, en especial para aquellos que no contaban con redes familiares en la capital -como nos dice Silvia Arrom-, pienso que la mayoría de los miembros de familias fragmentadas eran alojados en otros hogares, ya fuera con la familia de algún pariente
o
como
inquilino
no
emparentado
o
sirviente53.
Como
sostienen
algunos
historiadores de la Europa de antes y durante la industrialización, la ineficacia de la asistencia formal institucional -que por lo general se dejaba como último recurso para periodos cortos- acordaba mayor importancia a los sistemas de apoyo informales como el grupo doméstico54. Además, en comparación con los sistemas de asistencia europeos del siglo XVIII y principios del XIX, el Hospicio de Pobres no contaba con los recursos económicos
suficientes
para
necesitadas de la capital55.
atender
a
los
miembros
dispersos
de
las
familias
más
Si bien desempeñó un papel fundamental para quienes se
encontraban en circunstancias extremas, no estaba en condiciones de enfrentar tal magnitud de miseria como la que había en el creciente centro urbano56. Cierto es que ante la creciente
^ Arrom, "Desintegración familiar y pauperización", pp. 119-131. 53
De acuerdo con Pescador, las epidemias y los altos índices de mortalidad subsecuentes que azotaban a la ciudad de México a fines del periodo colonial habrían debilitado los lazos familiares y contribuido a crear índices más altos de familias fragmentadas. De bautizados a fieles difuntos, pp. 200-201. Sin embargo, incluso si los indigentes hubieran contado con otras redes familiares, no necesariamente habrían recibido ayuda en razón de su salud o edad y porque no podían contribuir a los ingresos del hogar. Tal vez el ante una situación que se volvía cada vez más difícil.
54
EI índice de admisiones y salidas sugiere que los pobres de la ciudad de México utilizaban los recursos del Hospicio para socorrerse a corto plazo durante los periodos más difíciles. Véase Arrom, "Desintegración familiar y pauperización", pp. 121-122. Para estudios sobre Europa, véase Jütte, Poverty and Deviance in Early Modern Europe; Woolf, Domestic Strategies; Steve King, "Reconstructing Lives: The Poor, the Poor Law and Welfare in Calverley", Social History 22 (1997), pp. 318-338; Lynne L. Kiesling, "Institutional Choice Matters: The Poor Law and Implicit Labor Contracts in Victorian Lancashire", Explorations in Economic History 33 (1996), pp. 65-85; Peter Laslett, "Family, Kinship and Collectivity as Systems of Support in pre-Industrial Europe: A Consideration of the 'Nuclear-Hardship' Hypothesis", Continuity and Change 3 (1988), pp. 153-175.
55
Woolf, The Poor in Western Europe, pp. 20-38. Entre 1774 y 1804, el Hospicio de Pobres, con sus escasos recursos, mantenía en promedio 827 residentes al año, promedio que casi se duplicó en los siguientes ocho años. Para mostrarle al gobierno colonial la eficacia de una casa de asistencia bien respaldada, el editor del periódico local señaló en 1786 que la institución estatal de caridad en Berlín mantenía casi 12 000 indigentes al año. AGNM, Historia, vol. 441, fols. 7 r-11 v; Gacetas de México, 8 de agosto de 1786, pp. 169-170. Véanse también los comentarios de Arrom respecto de la incompetencia de la asistencia pública en la ciudad de México. "Desintegración familiar y pauperización", pp. 130-131.
^Durante gran parte de fines del periodo colonial, muy pocos trabajadores pobres de la ciudad estaban institucionalizados en el Hospicio de Pobres. Por ejemplo, en 1795, el Hospicio albergaba 691 indigentes o 0.7% de la población estimada de clase trabajadora (100 000). Arrom, "Desintegración familiar y pauperización", p. 122. Si bien las admisiones comenzaban a sobrepasar el crecimiento de la población a
240
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
problema no radique en la existencia de redes familiares, sino en su disponibilidad para proporcionar ayuda
pobreza las familias se desintegraban, y que los más desposeídos acudían temporalmente a la asistencia pública, pero en mi
opinión,
la respuesta más común a la privación e
indigencia entre los pobres de la ciudad de México consistía en reconfigurar el tamaño y la forma de los hogares.
Relación de dependencia doméstica: 1811 Las transformaciones en los patrones de organización doméstica reflejan una mayor vulnerabilidad
económica
entre
los
pobres
de
la
ciudad de México a principios del
siglo XIX, así como las ventajas de los hogares más grandes y complejos como defensa contra
la privación material.
El
concepto
de
relación
de
dependencia nos
permitirá
descubrir los fundamentos de estos cambios en la sociedad de clase trabajadora, en particular cuando examinemos la relativa eficiencia económica y el valor de los principales tipos de hogar. Una comparación entre porcentajes de dependencia ilustrará de manera más amplia cómo las clases trabajadoras reaccionaron ante la crisis de fines del periodo colonial a través de los grupos domésticos. Concentrémonos ahora en cómo las estrategias de supervivencia funcionaban en los hogares de familias simples, extendidas y múltiples, que eran los más comunes entre las clases trabajadoras de la ciudad de México durante el peor momento de la crisis en 1811. Para entender mejor las respuestas a la crisis, el siguiente análisis tendrá que centrarse en
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
los aspectos económicos de la organización doméstica, en especial aquellos factores que afectan de manera más directa el bienestar material de los hogares de clase baja: promedio de dependientes, composición por
sexo
de
incluidos niños,
ancianos y sirvientes,
la fuerza potencial
de trabajo,
y
3)
el
1) el
2) el tamaño y uso de
la
inquilinos.
Intentaremos explorar las estrategias domésticas de las mayorías urbanas de la capital virreinal analizando cómo -dentro de diferentes formas de hogar- lograban disminuir la relación de dependencia para aumentar al máximo sus posibilidades durante los periodos de adversidad económica.
principios del siglo XIX, el porcentaje de residentes apenas se habrá duplicado. AGNM, Historia, vol. 441, fols. 7 r-11 v.
241
CUADRO 4
TAMAÑO PROMEDIO DE LOS HOGARES DE LA CLASE TRABAJADORA POR COMPOSICIÓN, SEGÚN TIPO 1811 MULTIPLE COMPOSICION
SIMPLE
EXTENDIDO
MULTIPLE
CON LAZOS DE
SIN LAZOS DE
PARENTESCO
PARENTESCO
Total
4.09
5.47
7.18
7.26
7.11
Total de dependientes
1.75
2.15
2.49
2.67
2.37
Niños 0-11 años
1.32
1.52
2.04
199
2.08
Adultos más de 50 años
0.37
0.52
0.37
0.56
0.24
Sirvientes
0.06
0.11
0.08
0.12
0.05
2.34
3.32
4.69
4.59
4.74
Hombres adultos 16-50
0.91
1.19
1.84
1.87
1.82
Mujeres adultas
1.11
1.81
2.40
2.40
2.40
Niños 12-15 años
0.32
0.32
0.45
0.32
0.52
Relación de dependencia
0.75
0.65
0.53
0.58
0.50
Porcentaje de adultos
55.2
60.5
57.7
57.8
57.8
Porcentaje con inquilinos
25.6
15.8
12.9
17.9
9.7
Porcentaje con sirvientes
5.7
5.3
5.3
7.5
3.9
Porcentaje en jacales
9.0
7.6
5.9
7.5
3.8
422
133
170
67
103
Total de miembros potencialmente productivos
mujeres
Tamaño de la muestra N= Muestra del censo de 1811.
El
Cuadro
4
presenta
datos
sobre
dependencia
en
los
tipos
de
hogar
más
representativos entre la clase trabajadora en 1811. La relación de dependencia -el número de dependientes mantenido por cada miembro potencialmente productivo- variaba según los tipos de hogar, aunque los hogares de familias extendidas y múltiples estaban en clara ventaja respecto de las unidades domésticas nucleares. Los arreglos de familias simples se caracterizaban por un porcentaje de dependencia significativamente mayor (0.8%)57. Los dependientes en estas unidades representaban un segmento del hogar proporcionalmente mayor que en las familias más complejas, situación que se veía exacerbada por el menor
57
E1 uso de las ocupaciones enlistadas en la muestra del censo de 1811 en lugar del número de adultos potencialmente productivos no altera el patrón básico de relación de dependencia. Las familias simples (1.1%) seguían teniendo una relación más alta respecto de las familias extendidas y múltiples (1.0%), pero la diferencia era mucho menor pues, de acuerdo con datos del censo, las familias simples tenían proporcionalmente más miembros con algún oficio o trabajo. Reconozco que la relación de dependencia basada en el concepto de adultos potencialmente productivos refleja de forma más precisa las relativas ventajas económicas de los hogares más complejos.
242
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Fuente:
número de niños mayores y de adultos (2.3%) que podían incorporarse a la fuerza de trabajo.
Sin embargo, el mayor porcentaje de dependencia en los hogares de familias
simples se compensaba parcialmente por el uso extensivo de inquilinos (25.6% del total de hogares simples), en comparación con las familias extendidas y múltiples, y por un porcentaje menor de mujeres en la fuerza de trabajo potencial del hogar (55.2%). La relación de dependencia en las familias extendidas (0.7%) y múltiples (0.5%) -a pesar de su mayor tamaño- era mucho menor que en las familias simples, puesto que había un número proporcionalmente menor de dependientes en la unidad doméstica y podían integrar a más niños mayores y adultos a la fuerza de trabajo en caso de necesidad. Las familias extendidas hospedaban inquilinos con mayor frecuencia que las familias múltiples (15.8%
contra
12.9%
del
total
de
hogares),
pero
esta
ventaja
económica
disminuía
parcialmente por el mayor número de mujeres que había en las unidades domésticas extendidas
(60.5%
contra
57.7%).
El
mayor
porcentaje
de
mujeres
lo
explican
las
peculiaridades de la formación familiar extendida: los hijos y hermanos llevaban consigo a las madres viudas o a las hermanas solteras o abandonadas58. El exceso de mujeres -bien documentado para la ciudad de México de fines del periodo colonial- era absorbido en gran parte por los arreglos de hogares extendidos y, en menor grado, por los múltiples59. Por otro lado, los últimos podían neutralizar las desventajas económicas de una fuerza de trabajo
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
doméstica desequilibrada en cuanto a sexos mediante su habilidad de incluir bajo el mismo techo por lo menos una, y en ocasiones dos o más familias con jefes hombres. El análisis de los porcentajes de dependencia para familias múltiples con y sin lazos de parentesco que se muestra en el Cuadro 5 indica una clara ventaja de los hogares que consisten
de
múltiples
sin
por
lo
lazos
menos de
dos
unidades
parentesco -la
conyugales
forma más
no
común
emparentadas. de
Las
organización
familias
doméstica
múltiple, que comprende tres o cinco de estas unidades conyugales- eran más jóvenes que las familias múltiples con vínculos de parentesco (37.3 contra 42.1 años en promedio del jefe de familia) y por lo tanto tenían un porcentaje mayor de niños que la colectividad. Aun así, lograban compensar esta desventaja económica al reducir el empleo de sirvientes y
58
Dos tercios del total de hogares extendidos (66.3%) incluían viudas.
59
Casi tres cuartos del total de hogares múltiples (72.4%) incluían una segunda familia encabezada por una mujer soltera o viuda. El índice no varía en forma considerable para las unidades domésticas con o sin lazos de parentesco.
243
creando una fuerza de trabajo potencial en la que 94.6% de todos los residentes adultos tenían menos de 50 años, lo cual constituía la proporción más alta de fuerza de trabajo potencialmente productiva para cualquier tipo importante de hogar.
DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE HOGARES DE LA CLASE
CUADRO 5
TRABAJADORA PARA CADA TIPO DE VIVIENDA 1811
60.4
51.7
9.0
6.4
20.4
25.4
Casa
0.9
6.4
Otra
9.3
10.1
Cuarto Jacal Accesoria
Fuente:
Estas situación
Muestra del censo de 1811.
unidades
favorable
domésticas
porque
sus
múltiples
miembros
sin
no
lazos
de
parentesco
estaban
tan
limitados
alcanzaban por
una
obligaciones
familia, como una madre viuda, una hermana soltera o un sobrino huérfano. Si bien los ancianos podían prestar servicios importantes no retribuidos para apoyar el hogar, como cuidar de los niños y los enfermos, también podían volverse una carga si, debido a su edad o salud, dejaban de hacerlo. Sin obligaciones inmediatas hacia los parientes, los miembros de los hogares múltiples sin vínculos de parentesco lograban construir unidades domésticas con posibilidades de incrementar el potencial del grupo para generar ingresos, con la forma de organización doméstica más eficiente y por lo tanto una menor necesidad de alojar inquilinos que contribuyeran con ingresos o servicios. Quienes tendían más a formar unidades familiares múltiples sin lazos de parentesco como estrategia de supervivencia doméstica eran los inmigrantes que llegaban a la capital virreinal, más indígenas que españoles y castas. La relativa ausencia de redes amplias de
244
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
familiares, es decir, por la responsabilidad de incorporar miembros necesitados de la
parentesco entre la mayoría de los inmigrantes significaba que, al igual que otras familias de inmigrantes con ocupaciones similares y de las mismas regiones de la Nueva España, éstos dependían de
la creación de
sus propias unidades domésticas,
aun cuando
los
miembros de la vivienda no estuvieran emparentados. Para los inmigrantes casados, esta forma doméstica resultó la más viable económicamente para adaptarse a la sobrepoblada ciudad capital, más que buscar alojamiento60. Esta discusión sobre la relación de dependencia y las diversas estrategias que los trabajadores pobres seguían para tratar de reducirla nos permite apreciar los méritos y la eficacia de los diferentes tipos de hogar para responder a la crisis de fines del periodo colonial61.
Los
arreglos
domésticos
complejos
y
flexibles
resultaban
más
ventajosos
económicamente que los grupos de familias simples62. Al disminuir el riesgo que corrían los individuos sin ingresos, los hogares compuestos por familias extendidas o múltiples ofrecían una seguridad que no poseían las familias nucleares más pequeñas. Los miembros de las unidades domésticas más amplias no se juntaban para compartir o dividir la pobreza, sino que trataban de mantener y mejorar su calidad de vida mediante las ventajas que solían
60
La cantidad desproporcionada de inquilinos originarios de la ciudad de México (62.7% contra 56.0% del total de la población de clase trabajadora seleccionada) resulta sorprendente y contraria a las expectativas.
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Estudios sobre inquilinos en los centros urbanos de Estados Unidos y Europa durante el siglo XIX muestran que muchos de ellos acababan de llegar a la ciudad. Hareven, "The History of the Family", p. 105. El material sobre la ciudad de México en 1811 muestra que el alojamiento era una opción elegida más por los residentes de la capital virreinal que por los inmigrantes, lo cual puede ser un reflejo de los tipos de redes que cada grupo desarrollaba en el medio urbano. 6l
En general, los patrones de relación de dependencia en 1790 eran similares. Al igual que en 1811, los hogares múltiples tenían la relación de dependencia más baja en 1790: todos los hogares múltiples (0.52%), múltiples con lazos de parentesco (0.55%) y múltiples sin lazos de parentesco (0.50%). Estas cantidades sugieren que una generación anterior de trabajadores pobres comprendió el valor de los hogares más complejos durante los periodos de dificultades económicas, en especial los compuestos por familias múltiples, si bien los arreglos nucleares hubieran representado un ideal cultural. No obstante, como ya se explicó, el estado de la economía local en 1790 resultaba menos desfavorable para las familias simples de lo que sería en 1811.
62
Otros estudios que consideran la relación entre las familias nucleares pequeñas y la vulnerabilidad económica y la indigencia en Francia, Italia, Inglaterra y España en el periodo preindustrial, incluyen J. P. Gutton, La Societé et les pauvres: l'exemple de la generalité de Lyon, 1534-1789 (Paris, 1971), pp. 54-56; Peter Laslett, "Family and Collectivity", Sociology and Social Research 63 (1979), pp. 432-42; Woolf, The Poor in Western Europe, pp. 14-15, pp. 158-197. Incluso Benjamin Rowntree, en su estudio clásico sobre la pobreza en la Gran Bretaña victoriana, Poverty: A Study of Town Life, comentó que las familias urbanas más pobres eran también las más pequeñas en cuanto al tamaño del hogar. Citado en Antoinette FauveChamoux, "Household Forms and Living Standards in Preindustrial France: From Models to Realities", Journal of Family History 18 (1993), p. 143.
245
generar la composición y organización de un hogar más grande63. Los beneficios de dichos hogares no escapaban a los inmigrantes y otros individuos que apreciaban el valor de los arreglos familiares múltiples, aun cuando
sus
miembros no estuvieran emparentados.
Resultaba mejor incorporar extraños a la unidad para aumentar las ventajas que tratar de salir adelante solo, incrementando así los riesgos. Las familias múltiples y extendidas no sólo lograban disminuir sus porcentajes de dependencia, sino también establecer economías de escala en el consumo y en el uso compartido de ingresos. Gracias a estas prácticas, los hogares más amplios y complejos se volvieron
aún
más
eficientes
y
ventajosos
para
combatir
los
efectos
de
la
crisis
económica64. Sin duda alguna, la ventaja más notable que un arreglo familiar complejo ofrecía a los trabajadores pobres consistía en compartir los gastos, sobre todo los del hogar. Las altas rentas en la ciudad de México de finales del siglo XVIII y principios del XIX absorbían una parte significativa del presupuesto doméstico. Los pobres ideaban trucos para disminuir estos costos, como mudarse con frecuencia para evitar al casero y habitar edificios deteriorados
o
los cada vez más ubicuos jacales65.
Una vivienda costeable
resultaba esencial para la subsistencia de las clases bajas, y la formación de hogares más complejos respondió en parte a la necesidad de dividir las altas rentas entre tantos individuos y parejas como fuera posible, estuvieran emparentados o no66. En consecuencia, las familias simples en 1811 -como se muestra en el Cuadro 5-, solían residir en las
las viviendas más costosas, como las casas particulares67.
63
Para una perspectiva similar respecto del México urbano a finales del siglo XX, véase Robert Hackenburg, Arthur D. Murphy y Henry A. Selby, "The Urban Households in Dependent Development", en Netting, Wilk y Arnould, eds., Households, p. 208.
64
Muchos factores, como los lazos de parentesco y la dinámica interpersonal, determinaban el grado en que los ingresos se juntarían en beneficio del grupo.
65
Véase, por ejemplo, Alcaldes de barrio número 29-32 a Fernando Hermosa, 7 de julio de 1809, AGNM, Historia, vol. 523, f. 270 r; AGNM, Padrones, vol. 65, fs. 23 v-24 r, 42 r-43 r, 49 v; vol. 73, fs. 1 r-8 r.
66
Debe recalcarse que la formación de hogares múltiples era común en la sociedad de clase trabajadora por los beneficios de los gastos compartidos, no por la falta de vivienda. Por el contrario, los índices de vacancia eran bastante altos de acuerdo con los datos de vivienda tomados de la muestra del censo de 1811. Por ejemplo, en el cuartel menor 20, uno de cada cinco cuartos en las casas de vecindad estaban desocupados. AGNM, Padrones, vol. 65, fs. 2 r-104 v.
67
Como medida de eficiencia doméstica, menos unidades domésticas múltiples sin lazos de parentesco vivían en jacales (3.8%) respecto de los demás tipos principales de hogar.
246
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
viviendas más accesibles, como los cuartos individuales, al tiempo que trataban de evitar
A
pesar
de
las
diversas
ventajas
económicas
que
ofrecían
los
hogares
de
familias más complejas, vivir en una casa repleta de gente representaba un reto para los grandes grupos domésticos que compartían la misma vivienda68. Las clases trabajadoras urbanas podrían haber mejorado tales condiciones dividiéndose en unidades más pequeñas y habitando los numerosos cuartos vacantes de la ciudad capital. Que no lo hayan hecho demuestra la eficacia de los arreglos domésticos amplios y complejos. Una fuerza de trabajo doméstica compuesta por varios asalariados protegía a sus miembros del embate del desempleo y subempleo, y de los caprichos del mercado de trabajo. Durante un periodo de mínima
asistencia0 gubernamental
y
privada,
las
unidades
familiares
múltiples
se
convirtieron en fuente de bienestar para sus miembros, pues ofrecían redes de seguridad monetaria y de otros tipos a los pobres de la ciudad de México. Visto desde el punto de vista económico, la formación de hogares de familias complejas representaba un éxito notable para quienes lograban construirlos y mantenerlos69. Los miembros de hogares de familias nucleares no tenían que vivir apiñados, pero eran más vulnerables y no estaban en una situación económica tan favorable como aquellos que residían en unidades domésticas de familias complejas. Las familias simples, obligadas a mantener proporcionalmente más niños con menos adultos potencialmente productivos, estaban más expuestas a las adversidades diarias. Sin la seguridad ofrecida por el grupo, la pérdida de un trabajo o la enfermedad de un adulto constituían una amenaza para el
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
bienestar económico de las familias simples.
Sin esta seguridad, el margen de apoyo
económico era limitado y las tragedias diarias se veían amplificadas. Aunado a esto, las familias nucleares no podían por sí solas compartir sus ingresos ni dividir sus gastos, medidas que caracterizaban los arreglos de vida en los hogares de familias complejas70.
68
Es comprensible que vivir apiñados resultaba más problemático para los hogares de familia múltiple. Sólo una de cada cinco familias extendidas (20.2%) tenía más de seis integrantes, mientras que en el caso de las familias múltiples, tanto emparentadas como no emparentadas, este porcentaje representaba más de la mitad (53.9%). Si bien se hacía por razones económicas y de bienestar familiar, meter tantas personas en un espacio tan limitado seguramente contribuía a crear conflictos interpersonales, pues desde tres hasta más de veinte adultos y niños, emparentados o no, dormían y en ocasiones comían bajo el mismo techo.
69
Un buen ejemplo de los beneficios de la formación de hogares complejos es la permanencia con los padres de algún hijo luego de haberse casado, o el regreso a casa de alguna hija viuda y sus hijos. Estas unidades domésticas (por debajo de las secundarias según la tipología de Laslett) podían generar una relación de dependencia bastante baja (0.48%) al incorporar un hijo casado a la familia nuclear. Esta formación doméstica era la más común de entre todos los tipos múltiples con lazos de parentesco (43.3%) en la muestra del censo de 1811.
70
Debemos recalcar que además del factor económico, también el demográfico y el cultural, entre otros, conformaban la estructura doméstica, en particular si queremos entender por qué el índice de formación de
247
Por su debilidad económica inherente, las familias simples necesitaban del empleo de inquilinos en un grado mayor que los hogares de familias múltiples y extendidas. Casi 70% del total de inquilinos en la muestra del censo de 1811 residía en hogares de familias nucleares, al tiempo que era más frecuente encontrar inquilinos en los hogares dirigidos por viudos o solteros, que constituían el arreglo familiar nuclear más vulnerable71. Al igual que los individuos y parejas, emparentados o no, incorporados a las familias extendidas o múltiples,
los
inquilinos
porcentaje
de
dependencia.
importante para las
en
familias
los Por
hogares lo
tanto,
simples en
de
familias
emplear su
simples
servían para reducir el
inquilinos
resultaba una estrategia
lucha por mantener unidades domésticas
económicamente viables. Sin embargo, las unidades domésticas simples no tenían una red de seguridad, de modo que cuando no contaban con el apoyo de inquilinos, su margen para sortear las catástrofes era menor. Podríamos suponer que estas familias pedían apoyo en los momentos críticos a no residentes, emparentados o no. Puede ser que, por su naturaleza local, el censo no tome en cuenta la existencia de redes domésticas fuera del lugar de residencia. Quizás
familias nucleares —incluso a pesar de que no resultaba ventajoso durante periodos de tensión económica— excedía el de otros arreglos domésticos en 1811 (véase Cuadro 1: 53.4%). Es probable que algunas familias hayan valorado más la privacidad, en particular si el jefe de familia deseaba mantener aislado a su cónyuge, y que otras hayan tenido más fortuna dentro del mercado laboral y asegurado un empleo regular. En cuanto a los factores demográficos, el bajo porcentaje de hijos que sobrevivía entre las parejas de clase trabajadora arreglos familiares complejos como lo permitiera la situación demográfica. En consecuencia, muchos niños y adultos debían arreglárselas solos en familias simples si no podían mantener un hogar complejo con lazos de parentesco. Por lo tanto, una alternativa para los trabajadores pobres y una manera de evitar estas limitaciones demográficas era importar integrantes no emparentados al hogar, lo cual explica el alto índice de formación de hogares múltiples sin lazos de parentesco, así como el difundido uso de inquilinos. Para una discusión sobre el impacto de las condiciones demográficas en las estructuras domésticas, véase Steven Ruggles, "The Transformation of American Family Structure", American Historical Review 99 (1994), pp. 103-128. 71
Las familias de padres solteros, 90.7% encabezadas por mujeres, tenían una relación de dependencia demasiado alta (0.75%), a la cual se aunaba una fuerza de trabajo del femenina 75%. Por lo tanto, no resulta sorprendente que tales unidades domésticas, cuya situación económica solía ser muy desafortunada, alojaran inquilinos en mayor grado que los demás tipos de hogar (29.9%). Dicho de otra manera, los hogares de padres solteros encabezados por mujeres constituían 11.1% de todas las formas de organización doméstica, pero alojaban 22.2% del total de inquilinos. Otra forma doméstica simple que dependía en gran parte del uso de inquilinos era la conformada por parejas mayores que no tenían hijos viviendo con ellas. Si bien esta estructura doméstica tenía la relación de dependencia más baja (0.3), la falta de alternativas en caso de enfermedad o despido no ofrecía mucha seguridad. En consecuencia, 27.1% de estos hogares incorporaban inquilinos para crear cierta complejidad. La muestra del censo de 1790 ofrece patrones similares en el uso de inquilinos: ocho de cada diez inquilinos residía en hogares de familia simple, con una cantidad desproporcionada de ellos (50.0%) viviendo en hogares encabezados por mujeres. En su estudio de Celaya a fines del periodo colonial, Doenges señala la conexión entre la necesidad económica y el uso de inquilinos. "A Regional Society in Colonial Mexico", p. 249.
248
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
reducía las posibilidades de formar hogares con familias extendidas y múltiples. Sólo se podían crear tantos
algunos de los arreglos de familias simples registrados en el recuento fueran en realidad arreglos complejos conformados por familias en otras viviendas, para quienes las formas de cooperación, como los ingresos y gastos compartidos y el cuidado de los niños, resultaban fundamentales. Parafraseando a Martine Segalen, "ser nuclear no necesariamente significa ser indepente de los demás"72. Sin embargo, de ser este el caso en la ciudad de México, la respuesta para enfrentar
la crisis colonial
tardía seguía hallándose en los
grupos,
la
complejidad y la flexibilidad de arreglos dentro de los hogares y entre ellos. Sin importar de qué tipo fueran, las unidades domésticas mejor organizadas para enfrentar la crisis eran aquellas compuestas por miembros lo suficientemente creativos o afortunados
para
construir
un
hogar
que
les
permitiera
aumentar
al
máximo
las
oportunidades limitadas que ofrecía el sobrecargado mercado de trabajo urbano y un poder adquisitivo en declive. La complejidad de la estructura doméstica -extendida, múltiple o simple con inquilinos- era fundamental para soportar las exigencias económicas locales. Al parecer, los trabajadores pobres supieron apreciar las ventajas de los hogares complejos, pues se encontraron residentes con o sin parentesco, incluidos inquilinos, en tres de cada cinco familias de la clase trabajadora (61.8%), lo cual representa un incremento notable desde 1753 y 1790, respectivamente, cuando sólo 29.4% y 41.7% del total de hogares de la clase trabajadora incluía miembros ajenos a la familia nuclear. Si bien las normas sociales
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
daban mayor peso a los arreglos domésticos con lazos de parentesco, la supervivencia dependía en primer lugar de la habilidad para crear unidades domésticas complejas, incluso si esto significaba vivir con personas no emparentadas. La flexibilidad en la formación de hogares de la clase trabajadora atenuaba el embate de los rápidos cambios demográficos y las deterioradas condiciones económicas en la ciudad virreinal preindustrial.
"Véase Segalen. "Nuclear is Not Independent", pp. 163-186.
Conclusión El análisis de los censos civiles de 1753, 1790 y 1811 sugiere que los hogares de la clase
trabajadora
eran
unidades
sociales
maleables
y
eficaces
que
permitían
a
los
individuos y familias adaptarse de manera creativa a las circunstancias económicas y demográficas variables en la ciudad de México de fines de la época borbónica73. Las clases trabajadoras conformaban activamente sus arreglos de vida y trabajo para encontrar la mejor respuesta ante la inflación, los salarios estancados y la escasez de trabajo. Si bien no lograban controlar las fuerzas que los acosaban, trataban de mejorar su posición para mitigar sus efectos. A pesar de la amenaza material de la economía local estancada y el mercado de trabajo saturado, los grupos populares de la capital no estaban del todo desvalidos, ni sujetos en forma pasiva a las fases del ciclo familiar, sino que dependían de sí mismos para resistir la crisis74. La manipulación del tamaño y constitución de los hogares -una estrategia de supervivencia clara y fundamental que no se reconoce en los estudios de pobreza
preindustrial-
representaba
un
recurso
social
y
económico
para
las
clases
trabajadoras, un recurso basado en la habilidad que tenían para organizarse colectivamente en unidades sociales designadas para enfrentar los retos de la vida diaria75.
73
Debo enfatizar que mis interpretaciones representan un estudio preliminar y sugerente de cuestiones demográficas y económicas en las cuales se debe profundizar más. Por otra parte, si bien la evidencia sugiere que cambios similares estaban ocurriendo en los hogares urbanos en otros lugares de la Nueva España, debo apuntar que las conclusiones de este estudio sólo aplican a la ciudad de México a fines del específicos, para determinar si otros residentes de la Colonia, tanto del campo como de otras ciudades, respondían en forma similar en el nivel doméstico a la crisis económica y la creciente pobreza a fines de la época borbónica. De acuerdo con Pérez Herrero, las estructuras domésticas rurales y urbanas diferían en la primera mitad del siglo XIX como consecuencia de factores contextúales distintos. "Evolución demográfica y estructura familiar en México", p. 361. Para información sobre el mayor tamaño y complejidad de los hogares en Guadalajara y Celaya a fines del periodo colonial, véase Cook y Borah, Essays in Population History,
I:
pp.
170-183; Anderson,
Guadalajara a la consumación de la Independencia, pp. 71-98; y Doenges, "A Regional Society in Colonial Mexico", pp. 37-38, p. 109, pp. 145-146, pp. 156-157. Cook y Borah documentan un aumento en el tamaño y el índice de formación de hogares complejos en México occidental entre 1760 y 1821; el tamaño promedio de la familia aumentó 30.0% (de 4.06 a 5.28). 74
Debemos matizar nuestros comentarios sobre el control que las clases trabajadoras tenían sobre sus vidas recordando que no todos podían o querían seguir estrategias de supervivencia basadas en la familia. No todos
lograban disminuir su relación
de dependencia, aun
cuando se esforzaran por conseguirlo.
Seguramente, las desgracias económicas y demográficas -como la muerte de algún trabajador importante, un despido, el nacimiento de un hijo lisiado o la llegada de un pariente indigente- frustraban los esfuerzos de las familias que trataban de mejorar sus perspectivas de una vida más tolerable. 75
AI referirse al estudio que Lomintz hizo en
1978 sobre el comportamiento familiar en el México
contemporáneo, Pérez Herrero supone acerca de los hogares urbanos de principios del siglo XIX que "un mayor número de parientes permite vadear, mejor los momentos difíciles". "Evolución demográfica y estructura familiar en México", p. 361. Hasta donde pude determinar, la manipulación de la composición
250
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
periodo colonial. Se necesitan más estudios locales, ubicados en contextos económicos y demográficos
La naturaleza precaria de la vida entre los trabajadores pobres de la ciudad de México de fines del periodo colonial empeoraba con la dificultad que conlleva mantener arreglos domésticos amplios y complejos. A pesar de su valor económico, estas unidades tendían
a
la
circunstancias
inestabilidad, cambiantes
pues y
a
sus la
miembros
evolución
de
debían los
responder
ciclos
rápidamente
domésticos
para
a
las
seguir
aprovechando al máximo sus posibilidades. La pérdida de un trabajo, la llegada o partida de un niño, la reubicación de un inquilino, la muerte de un miembro de la familia, o el desacuerdo entre los integrantes del grupo podían causar la reorganización del hogar. En razón de su naturaleza misma, los hogares complejos eran formas frágiles de protección contra la carencia, por más viables que fueran en el aspecto económico. Si bien los censos ofrecen una visión estática de las formas domésticas, los individuos -si creemos en los informes gubernamentales acerca de la movilidad residencial de las clases bajas
son
representativos- llegaban a formar hogares complejos a corto plazo antes de fragmentarse y reintegrarse en otros grupos domésticos amplios76. A pesar de esta fragilidad institucional, un número cada vez mayor de trabajadores pobres en la ciudad de México borbónica -como indican los censos- buscaba la seguridad brindada por hogares más amplios y complejos a medida que empeoraba la situación económica. Incluso una estadía corta en uno de estos hogares era mejor que enfrentar la difícil realidad económica solo o con el cónyuge y los hijos. Los pobres no preferían vivir
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
en
cuartos
o jacales
repletos
de
parientes,
amigos,
compañeros
del
individuos, pero tales arreglos ofrecían una forma de capital social
trabajo
y
otros
que les permitía
doméstica en el sentido más amplio -la incorporación de miembros tanto emparentados como no emparentados en distintas configuraciones- no ha sido reconocida en los estudios sobre la familia occidental como una estrategia discreta de supervivencia de las clases trabajadoras. 76
Peter Laslett sostiene que la naturaleza transitoria de la composición doméstica era típica de las sociedades tradicionales. "The Family as a Knot of Individual Interests", p. 370. También la residencia era temporal a fines del periodo colonial en la ciudad de México. En 1811, la Junta de Policía de Seguridad y Tranquilidad Pública le recordó al Virrey que los trabajadores pobres "se mudan a diario de un distrito de la ciudad a otro". El Marqués de Santa Cruz de Ynguanzo al Virrey Francisco Javier de Venegas, 31 de diciembre de 1811. AGNM, Padrones, vol. 79, f. 68. Un estudio del cuartel menor no. 4 reveló que en los 16 meses luego de completado el censo, 56% de los residentes se había mudado, en particular a edificios diferentes en el mismo distrito. Ibid., vol. 73, fs. 1-103. Para comentarios similares sobre un centro urbano más pequeño en la Nueva España borbónica, véase Doenges, "A Regional Society in Colonial Mexico", p. 116, pp. 156-157.
251
reaccionar
ante
una
crisis
económica
inflexible
que
amenazaba
con
reducirlos
a
la
indigencia y la miseria77. Este acercamiento doméstico a las respuestas de la clase trabajadora a la pobreza en la ciudad de México de fines de la época borbónica, un acercamiento que devela algunas experiencias
familiares
ocultas
de
la
mayoría
de
sus
residentes,
también
ofrece
la
oportunidad de explorar brevemente algunos temas de mayor amplitud relacionados con la naturaleza y
el
comportamiento de
grupos populares en otros contextos históricos y
culturales:
1. Los estudios sobre la vida familiar en Occidente coinciden en que los pobres tienden a posponer
el
matrimonio
durante
periodos
de
privación
económica
para
reducir
la fecundidad. Como resultado de este comportamiento, los historiadores han utilizado la edad
promedio
para
el
primer
matrimonio
como
barómetro
de
las
condiciones
económicas generales78. Si bien ambas proposiciones son irrefutables, yo sostendría que para gran parte de los trabajadores pobres, una forma anterior -y quizás original- de responder
a
las
desgracias
económicas
y
demográficas
consistía
en
modificar
la
composición y el tamaño del hogar79. Al encontrarse en el delicado margen que separa la pobreza de la indigencia, la familia debía responder con prontitud a las circunstancias particulares que la amenazaban en un determinado momento. La unidad doméstica, de
algún trabajo, una crisis repentina, una enfermedad, o la salida de un cónyuge u otro
77
Otros estudios sobre la pobreza urbana preindustrial a fines del siglo XVIII y principios del XIX en México y Europa occidental reparan en la delgada línea que separaba a la mayoría de artesanos y trabajadores de la pobreza crónica, la desesperación y la angustia que enfrentaban durante periodos de crisis familiares o urbanas.
Pescador,
De
bautizados
a fieles
difuntos,
p.
224;
Arrom,
"Desintegración
familiar
y
pauperización", p. 130; Frederick John Shaw, Jr., "Poverty and Politics in Mexico City, 1824-1854", (tesis doctoral, University of Florida, 1975), pp. 113-120; Fauve-Chamoux, "Household Forms and Living Standards in Preindustrial France", pp. 135-156. 78
Richard
Wall,
"Real
Property,
Marriage
and
Children:
The
Evidence
from
Four
Pre-industrial
Communities", en Richard M. Smith, ed., Land, Kinship, and Life Cycle (Cambridge, 1984), pp. 443-479; Arrom, The Women of Mexico City, p. 143. 79
Pérez Herrero dice que cuando los mecanismos tradicionales para reducir la fecundidad resultaban insuficientes en el corto plazo, los trabajadores pobres adoptaban "mecanismos adaptivos más violentos", como el abandono y el infanticidio. Pérez Herrero, "Evolución demográfica y estructura familiar en México", pp. 351-357. Sin embargo, como se discutió en la nota 39, estos comportamientos se volvieron más frecuentes a fines del periodo colonial, pero los pobres tenían una opción más común, entre los dos extremos postulados por Pérez Herrero, para reducir el número de dependientes: aumentar el tamaño y la complejidad del hogar.
252
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
naturaleza adaptable, podía reconfigurarse con presteza para responder a la pérdida de
miembro económicamente productivo de la familia. Por supuesto, esto no significa que no se postergaran los casamientos durante periodos prolongados de crisis económica, sino que incrementar la eficiencia del hogar mediante una mayor complejidad resultaba una respuesta más eficaz y oportuna a las desgracias familiares80. Si aceptamos que la recomposición de las relaciones domésticas era un suplemento inmediato para la reducción de la fecundidad, estrategia de largo plazo, entonces podríamos ver las formas domésticas variables, en especial su tamaño y complejidad, como indicadores más sensibles de las condiciones económicas locales. Si esta proposición es válida, entonces podríamos suponer que, por lo menos en los centros urbanos de México, el índice de formación
doméstica
compleja,
en
especial
las
familias
múltiples
sin
lazos
de
parentesco, refleja el grado de crisis económica y privación material81. 2. La capacidad de respuesta de los hogares empobrecidos ante la adversidad económica en la ciudad de México de fines del periodo colonial nos previene de aceptar sin crítica alguna la creencia convencional en la estabilidad y continuidad de formas domésticas nucleares pequeñas en muchas sociedades preindustriales de Occidente82. Como ya lo hemos visto en la ciudad de México borbónica, si bien la familia simple solía ser la forma doméstica prevaleciente, las estructuras familiares -para enfrentar las crecientes adversidades económicas y de otros tipos- no siempre permanecían estables. La severa
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
80
Los censos y la evidencia de las parroquias sugieren que los pobres de la ciudad de México empleaban ambas estrategias en forma simultánea a fines del siglo XVIII y principios del XIX, y es que el tamaño y la complejidad de los hogares, así como la edad para contraer primeras nupcias, aumentaron durante este periodo. Véase nota 39 para fuentes sobre el aumento de la edad para contraer matrimonio a fines del periodo colonial.
81
El índice de formación de hogares extendidos y múltiples entre las clases trabajadoras de la ciudad de México fue de 25.0% en 1790, 38.4% en 1811 y 30.0% en 1882. Para el "México urbano" el índice fue de 17.1% en 1977-79 y 44.5% en 1986-87. Lanny Thompson, "Artisans, Marginals, and Proletarians: The Households of the
Popular Classes
in
Mexico City,
1876-1950",
en
Five Centuries of Mexican
History/Cinco siglos de historia de México, ed. por Virginia Gueda y Jaime E. Rodríguez O. (Ciudad de México, 1992), p. 324; Selby, Murphy y Lorenzen, The Mexican Urban Household, 92 y 174; Chant, Women and Survival in Mexican Cities, p. 138. Parece que el giro de arreglos domésticos simples hacia otros más complejos ha sido característico de las reacciones populares a las crisis económicas graves en otras culturas. Como lo señalan Wilk y Netting, también surgieron formas familiares complejas en Estados Unidos a finales de la década de 1930, como respuesta a la Gran Depresión. "Households: Forms and Functions", en Netting, Wilk y Arnould, eds., Households, p. 18-19. 82
Peter Laslett fue el primero en plantear que los hogares preindustriales eran pequeños y simples. "Mean Household Size in England since the Sixteenth Century", pp. 125-158. Para un resumen de estos estudios en la última generación, véase Ruggles, "The Transformation of American Family Structure", pp. 103-106 y Hareven, "The History of the Family", pp. 99-102.
253
crisis económica debilitó la base material necesaria para mantener una familia nuclear en el nivel de subsistencia, de manera que el número de hogares de este tipo no pudo sostenerse. La industrialización, como se suele afirmar, no es el único proceso que condujo
a
la
formación
de
hogares
más
grandes
y
complejos
entre
las
clases
trabajadoras83. Este ensayo ha intentado demostrar que las formas de organización doméstica, incluso antes del comienzo de la época industrial, eran sensibles al clima económico general y al bienestar material de las ciases populares. El descubrimiento de estas fluctuaciones de corto plazo en los arreglos domésticos en la ciudad de México de fines del periodo colonial, y quizás en otros lugares de la Nueva España urbana, apoya ciertos estudios recientes que comienzan a cuestionar la estabilidad de la familia nuclear en medios preindustriales84. 3. Los historiadores se han percatado de cuán difícil resulta documentar las estrategias no escritas y ocultas que las familias empobrecidas adoptaron para mantenerse en la incierta e impredecible economía preindustrial urbana85. Sin embargo, como los censos indican, los pobres de la ciudad de México urbana utilizaban el hogar como medio para enfrentar la amenaza de la destitución y la indigencia. Si bien las clases trabajadoras urbanas respondían a la creciente crisis económica con diversos comportamientos -como la mendicidad, el robo, el empeño de ciertos objetos y las actividades artesanales ilegales, entre otros-, su respuesta principal, a mi parecer, consistió en manipular la composición
compañeros de trabajo y otros pobres en una lucha colectiva por aliviar las presiones provocadas por el bajo poder adquisitivo. En cuanto a institución mediadora entre el individuo y las redes sociales, en la que además se tomaban las decisiones del grupo, el
83
EI concenso entre los historiadores es que las estructuras familiares se modificaron durante las primeras etapas de la industrialización como resultado del rápido crecimiento de la población urbana y los cambios en los medios de producción y en la naturaleza del mercado laboral. La obra clásica de Michael Anderson, Family Structure in Nineteenth Century Lancashire (Cambridge, 1971) alentó numerosos estudios en Europa occidental y Estados Unidos que relacionaban un aumento en la complejidad doméstica con la industrialización. Ruggles, "The Transformation of American Family Structure", pp. 103-128; Hareven, "The History of the Family", pp. 95-124.
84
Por ejemplo, Wally Seccombe señala que "durante el último milenio ha habido mucho más cambios en las formas familiares de lo que se suele conceder". A Millenium of Family Change: Feudalism to Capitalism in Northwestern Europe (Londres, 1992), p. 2.
85
Woolf, Domestic Strategies, pp. 12-13; Jiitte, Poverty and Deviance, capítulo 6.
254
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
del hogar, un proceso en el que se creaban redes de apoyo entre parientes, amigos,
hogar era la unidad crucial mediante la cual los pobres urbanos respondieron a la crisis de fines del periodo colonial. El estudio de la privación material a través del lente del hogar presenta una imagen de los grupos populares que suele contraponerse a las concepciones prevalecientes. Los historiadores que se ocupan de Europa y América Latina antes de la industrialización han intentado estudiar las respuestas populares a la pobreza dentro de una marco que subraya en forma excesiva la caridad y las reacciones desafiantes, como el crimen86. Como ya se ha dicho, las instituciones de asistencia pública en la ciudad de México borbónica no poseían los recursos para enfrentar la magnitud de los problemas sociales de la ciudad, y yo agregaría que los actos criminales motivados por la situación económica -como el robo-, si bien aumentaron durante el último periodo de la Colonia, por lo general implicaban a los más desesperados y necesitados, no a la mayoría de los pobres
urbanos87.
institucionales
y
Los
estudios
criminales
a
la
que
se
privación
centran
únicamente
material
no
sólo
en
las
respuestas
distorsionan
nuestra
comprensión de los trabajadores pobres, sino que también prestan demasiada atención a esfuerzos individuales de supervivencia que resultan insubstanciales durante periodos de adversidad económica creciente y que no cuentan con los contextos sociales necesarios para comprenderse en forma plena88. Estudiar las reacciones de las clases trabajadoras
86
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Para una revisión de los estudios sobre la Europa preindustrial, véase van Leeuwen, "Logic of Charity", pp. 589-613. Para estudios clave sobre el periodo colonial y principios del periodo nacional en la ciudad de México, véase, además de los ya citados en este ensayo, R. Douglas Cope, The Limits of Racial Domination: Plebeian Society in Colonial Mexico City, ¡660-1720 (Madison, 1994). Para estudios recientes que hacen referencia a las respuestas populares a la pobreza y presiones similares en otros centros urbanos latinoamericanos durante el periodo colonial y el comienzo del nacional, véase Oscar Comblitt, Power and Violence
in
a
Colonial
City:
Oruro from
the
Mining Resistance to the Rebellion of Tupac Amaru
(1740-1782) (Cambridge, 1995); Martin Minchon, The People of Quito, 1690-1810: Change and Unrest in the Underclass (Boulder, 1994); Kenneth J. Andrien, The Kingdom of Quito, 1690-1830: The State and Regional Development (Cambridge, 1995); Anthony McFarlane, Columbia before Independence: Economy, Society,
and Politics under the Bourbon State (Cambridge,
1993); Christopher Lutz, Santiago de
Guatemala, 1541-1773: City, Caste, and the Colonial Experience (Norman, 1994); Thomas H. Holloway, Policing Rio de Janeiro: Repression and Resistance in a 19th Century City (Stanford, 1993). 87
Si bien el papel que la caridad y los crímenes económicos desempeñaban en las estrategias de supervivencia de los trabajadores pobres era, en general, mínimo, no se debe descartar su importancia estratégica para algunos individuos y familias en momentos críticos de su ciclo de vida y para segmentos más amplios de la clase trabajadora durante las distintas crisis. Tim Wales, "Poverty, Poor Relief and the Life-Cycle: Some Evidence from Seventeenth- Century Norfolk", en Smith, ed., Land, Kinship and Life-Cycle, pp. 351-404; Arrom, "Desintegración familiar y pauperización", pp. 121-122.
88
Debo agregar que Arrom reconoce explícitamente la relación entre el comportamiento individual y las redes familiares. "Desintegración familiar y pauperización", pp. 123-130.
255
ante la pobreza concentrándose en la creación y manutención de redes sociales nos ayuda a comprender mejor la naturaleza de la sociedad, la extensión y complejidad de su comportamiento, así como la multiplicidad de respuestas que los pobres adoptaron para enfrentar las crisis. 4. Al tratar de relacionar lo privado con lo público, lo social con lo político, me gustaría sugerir la posibilidad de que
las estrategias domésticas populares hayan atenuado
tensiones e incrementado la estabilidad al final del régimen colonial en la ciudad de México. En un periodo de urbanización y pobreza creciente, las formas cada vez más eficientes
de
organización
doméstica
aliviaban
el
sufrimiento
material
y,
en
consecuencia, mitigaban en cierto grado las condiciones de intranquilidad en la capital virreinal. Contrario a lo que sostienen algunos teóricos del poder estatal y la revolución, la estabilidad política y social no está relacionada sólo con la habilidad del estado para acomodar o manejar los cambios y conflictos. Tales teorías no toman en cuenta la habilidad de los pobres para adaptarse y sobreponerse a la privación material y otras circunstancias adversas89. Además, los estudios sobre las rebeliones urbanas y rurales del
siglo
XVIII
en
América
Latina
tampoco
reconocen
la
posibilidad
de
que
los trabajadores pobres hayan podido atenuar posibles conflictos sociales y políticos mediante estrategias domésticas privadas90. Es poco probable que la manipulación de los hogares fuera una estrategia central de
ciudad, tenían acceso a un mayor número de recursos no monetarios, como raciones alimenticias y parcelas de subsistencia producto de su trabajo, y porque la naturaleza de la economía rural no ofrecía muchas posibilidades de generar ingresos. Probablemente, las estrategias domésticas urbanas, que acabaron por amortiguar el privación
entre
los
grupos
populares,
nos
ayuden
a
comprender
impacto de la
ausencia
la de
89
Para una articulación y resumen de estos estudios, véase Jack A. Goldstone, Revolution and Rebellion in the Early Modern Jfor/d (Berkeley, 1991).
^Anthony McFarlane, "Rebellions in Late Colonial Spanish America: A Comparative Perspective", Bulletin of Latin American Research, 14 (1995): pp. 313-338. Los estudios sobre violencia colectiva y pobreza a fines del periodo borbónico en la Nueva España no explican cómo los cambios en la estructura doméstica podrían haber afectado la calidad de vida para los pobres urbanos y rurales de México. Van Young, "Los ricos se vuelven más ricos", y Freidrich Katz, ed. Riot, Rebellion, and Revolution: Rural Social Conflict in Mexico (Princeton, 1988).
256
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
supervivencia entre los pobres del campo, pues, a diferencia de sus contrapartes de la
levantamientos sociales y políticos en las ciudades de la Nueva España durante la época de la independencia91. 5. Como ya lo han señalado científicos sociales del México de fines del siglo XX, "el hogar urbano ordinario de México nunca ha podido depender sino de sí mismo [y]... la única forma en que se puede asegurar una mejor calidad de vida es, en definitiva, a través del hogar"92. Estos estudios, que registran un aumento en el tamaño y complejidad de los hogares en respuesta a la "década perdida" de los ochenta y a la recesión posterior a la devaluación del peso
en los noventa,
sugieren que las raíces del
comportamiento
doméstico reciente en el México urbano se pueden encontrar en el periodo de fines de la Colonia93.
Posiblemente,
la privatización de las
crisis económicas recurrentes que
observamos a finales del siglo XX forme parte de un viejo patrón en el México urbano, de una respuesta cultural popular a la privación que muestra "una lógica operacional con modelos antiguos que han quedado ocultos"94. O bien, como lo ha señalado Gonzalbo Aizpuru recientemente, este comportamiento familiar privado "refleja ideas y prácticas
9l
Véase Van Young, "Los ricos se vuelven más ricos", pp. 79-103; Michael C. Scardaville, "(Hapsburg) Law and (Bourbon) Order: State Authority, Popular Unrest, and the Criminal Justice System in Bourbon Mexico City", en Reconstructing Criminality in Latin America, Carlos A. Aguirre y Robert Buffington, eds. (Wilmington, 2000), pp. 1-17. Para estrategias de supervivencia divergentes entre los hogares urbanos y rurales en el México contemporáneo, estrategias que reflejan los diferentes contextos económicos locales, véase C. J. Martin, "Economic Strategies and Moral Principles in the Survival of Poor Households in Mexico: An Urban and Rural Comparison", Bulletin of Latin American Research, 15 (1996), pp. 193-210.
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
De acuerdo con Martin, las familias urbanas tienden a incrementar la participación de los miembros del hogar en la fuerza de trabajo, mientras que las familias rurales se centran en reducir el consumo, no en aumentar el ingreso. 92
Selby, Murphy y Lorenzen, The Mexican Urban Household, p. 109. Los métodos para reducir la relación de dependencia en la década de 1980, al igual que a fines del periodo colonial en la ciudad de México, implicaban mejorar la eficiencia del grupo doméstico favoreciendo la complejidad del hogar para ampliar el fondo de trabajo y compartir los gastos cuando resultara necesario y práctico.
9,
Las respuestas de los hogares a la crisis económica mexicana en la década de 1980 en ciudades como Oaxaca, Querétaro y Guadalajara fueron similares. En estos centros urbanos, el tamaño de la unidad doméstica aumentó cuando se incorporaron más trabajadores al hogar para tener una fuerza de trabajo más amplia y, en consecuencia, las formas domésticas se volvieron menos nucleares y más complejas. Los hogares de familias extendidas y múltiples en el México urbano aumentaron de 17.1%, de entre todos los tipos de hogar a fines de la década de 1970, a 44.5% una década más tarde. Selby, Murphy y Lorenzen, The Mexican Urban Household, p. 92, p. 106, pp. 170-177; González de la Rocha, "Economic Crisis, Domestic Reorganization and Women's Work in Guadalajara, México", Bulletin of Latin American Research 1 (1988), pp. 211-212; Chant, Women and Survival in Mexican Cities, p. 138, pp. 179-197. La complejidad de los hogares volvió a aumentar en el México urbano en respuesta a la devaluación del peso en 1994 y la recesión subsecuente. González de la Rocha, "El nuevo perfil de los grupos domésticos urbanos en la era del trabajo precario en México", (ensayo presentado en la reunión anual de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, Washington, D. C., septiembre 1995).
94
Certeau, The Practice of Everyday Life, XI. Para una discusión sobre cómo los mexicanos contemporáneos prefirieron las respuestas privatizadas en lugar de las colectivas, véase González de la Rocha, The Sources of Poverty, pp. 275-276.
257
que fueron, en su momento, proyección de unas circunstancias determinadas y son hoy exponente de valores y rutinas que han dejado huella en nuestra conciencia, aun cuando no nos detengamos a reflexionar sobre ello. Las relaciones familiares y los hábitos cotidianos
quedaron
en
la
penumbra
y
apenas
recientemente
comenzamos
a
iluminarlos"95. La crisis
económica de
finales de
la Colonia fue
una crisis de
proporciones
importantes en la ciudad de México, y ayudó a conformar el comportamiento de los trabajadores pobres al obligarlos a sortear los peligros de la vida urbana. Como lo evidenciaban sus residencias opulentas y otros símbolos materiales, gran parte de la élite en la ciudad de México y Nueva España se benefició de la economía borbónica del siglo XVIII y principios del XIX96. Con las mejoras en su infraestructura, la ciudad de México adoptó la apariencia de un centro urbano "moderno".
Sin embargo, la pobreza se
extendía entre la riqueza y el esplendor, pero a diferencia de sus contrapartes del campo que se rebelaban con frecuencia contra el estado borbónico, los pobres urbanos no respondían
saliendo
a las calles
para protestar por su situación97.
Lo
que
hacían
entonces, al igual que gran parte de los mexicanos hicieron en crisis más recientes, era acudir a sus propios recursos estableciendo relaciones dentro y fuera del hogar para
95
"La familia en México colonial", p. 391.
96
De acuerdo con Van Young, la brecha entre las élites y los grupos populares se agrandó a fines del siglo XVIII y principios del XIX. "Los ricos se vuelven más ricos".
97
Para una discusión sobre la diferencia entre las respuestas de la ciudad y el campo, véase John H. Coatsworth, "Patterns of Rural Rebellion in Latin America: Mexico in Comparative Perspective", en Frederich Katz, ed., Riot, Rebellion, and Revolution p. 24, p. 57; Eric Van Young, "Islands in the Storm: Quiet Cities and Violent Countrysides in the Mexican Independence Era", Past & Present 118 (1988), pp. 130-155; y Scardaville, "(Hapsburg) Law and (Bourbon) Order: State and Authority, Popular Unrest, and the Criminal Justice System in Bourbon Mexico City".
258
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
guarecerse de la tormenta.
LA ORGANIZACIÓN DE LAS TIENDAS PULPERAS EN LA CIUDAD DE MÉXICO, SIGLO XVIII
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Jorge Silva Riquer*
El trabajo fue realizado bajo la beca de sabático que me otorgó el CONACyT para mi estancia en el Instituto Latinoamericano de la Universidad Libre de Berlín, Alemania y el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia, Michoacán.
Los
comerciantes en
el
México
borbónico
fueron un
sector económico
y
social
de
trascendencia. El comercio fue una práctica realizada por muchos personajes que les permitió vivir y que a la vez les dio cierta importancia en el desarrollo cotidiano de la ciudad.
La
actividad mercantil tuvo una presencia vital en la vida citadina y rural, ya que cumplía la función de abastecer a los consumidores de todos aquellos productos necesarios para el consumo diario. Se podría decir que las tiendas y sus dueños eran los personajes más comunes de los habitantes de la ciudad, el tendero conocía a sus clientes y estos a él, el intercambio era más personal. La forma de venta y pago de las tiendas urbanas permitió un conocimiento de la clientela, además su ubicación ofrecía la posibilidad de tener el artículo necesario para hacer la comida diaria, mantener el fuego, asear la casa, comprar lo indispensable para el vestido, en fin, una serie de mercancías de uso común en la vida diaria. Los estudios sobre el comercio en la Nueva España hacen referencia a los mecanismos de abasto,
intercambio,
crédito,
consumo,
pero
pocos
se
refieren
al
consumo
popular,
a los
comerciantes, a sus familias, lazos sociales, su forma de vida, sus lugares de residencia1. La atención se ha concentrado en los comerciantes introductores, dueños de almacenes, tiendas grandes, y poco en el comercio de corto capital, el más común, en los pulperos. Tenderos que tenían una pequeña tienda que surtía a los habitantes circunvecinos de artículos de consumo diario, a precios bajos y a crédito. Menos aún se han realizado trabajos sobre su vida cotidiana2.
calle, los que abastecían diariamente a los habitantes de la ciudad de México.
'El trabajo pionero fue el de David A. Brading, Mineros y comerciantes en el México borbónico (1763-1810), México, Fondo de Cultura Económica, 1975; y luego le siguieron los de C. R. Borchart de Moreno, Los mercaderes y el capitalismo en México (1759-1778), México, Fondo de Cultura Económica, 1984; John E. Kicza, Empresarios coloniales. Familias y negocios en la ciudad de México durante los borbones, México, FONDO DE Cultura Económica, 1986; Jay Kinsbruner, Petty capitalism in Spanish America. The pulperos of Puebla, Mexico City, Caracas, and Buenos Aires, Colorado Westview Press, 1987. Casi todos los trabajos se refieren a los aspectos económicos y sociales de los comerciantes mayoristas, pocos a su forma de vida, y sólo el último se refiere al comercio menudo. 2
EI presente trabajo no intenta hacerlo, sólo realiza un acercamiento a sus formas de vida, su lugar de residencia, su familia e integrantes, su casa y tienda, sólo busca rescatar un poco de su vida cotidiana.
261
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
El trabajo que presento es sobre los pulperos, aquellos tenderos que eran parte del barrio, de la
Las tiendas urbanas Las tiendas se establecieron desde antes de la formación del Consulado en
1592, y
presentaron la misma organización durante el periodo colonial. Con excepción de la ciudad de México, las demás ciudades tuvieron la misma estructura comercial, la que respondía a dos factores: uno, a los artículos que vendía cada tienda y el otro a qué grupo de consumidores estaba dirigida.
La ciudad de México contaba con una variedad de tiendas que respondía a las
necesidades de ser centro receptor de los productos de importación y exportación, así como de ser centro distribuidor al mercado interior de estas mercaderías. Las tiendas más grandes eran los llamados almacenes, grandes tiendas que se dedicaban a ser depósitos de los comerciantes importadores y que después vendían al interior de la Nueva España, o bien a otros tenderos para venta al menudeo. El principal o capital invertido era variable, pero por lo regular excedía los $ 100 000 00 debido a las mercaderías, las que se componían de telas, vinos, aceites, cacao, hierro, sedas chinas, etc.3 Las cantidades de mercaderías eran siempre grandes; lo que les permitió obtener mayores ganancias. Sus ventas las realizaban por medio del crédito, ya fuera en libranzas o bien por intercambio de otros productos que interesaban al almacenero. El
crédito
fue
una
práctica
permanente
de
los
comerciantes
en
sus
diferentes
intercambios, salvo aquellos donde se compraba con plata en bruto, pina, ya que la pagaban
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
como si fuera moneda acuñada al momento de la transacción4. El siguiente nivel de tiendas era el llamado tienda grande, o de géneros, donde los consumidores eran
los habitantes de
la ciudad,
los que compraban todas
las mercaderías
necesarias para el vestido, la alimentación, los enseres domésticos, artículos de importación para el consumo cotidiano, la calidad de estas mercaderías era buena y aquí acudían los consumidores con mayor capacidad de compra. El principal invertido fluctuaba entre los 30 y los 70 mil pesos, para 1816 había un total de 180 tiendas5. La forma de venta era a crédito o al contado por medio de la moneda circulante. La posición
social
y económica del cliente
y su capacidad de pago, determinaban el crédito que
3
Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Consulado, legajo 244, expediente 2 y legajo 91, expediente 1 1.
4
Véase Pedro Pérez Herrero, "El Consulado de Comerciantes de la ciudad de México y sus Reformas Borbónicas", Tesis Doctoral CEH - El Colegio de México, 1981, vol. 2.
5
Kicza, op. cit., pp. 124-125.
262
otorgaba el tendero, o bien la compra directa de las mercaderías evitó esta situación, sin embargo la práctica fue casi siempre la venta a crédito. Las mercaderías que vendían estas tiendas eran de lujo como las telas, desde las sedas chinas, los listones de Ñapóles, hasta las mascadas y medias españolas; los llamados caldos, vinos, aguardientes y aceites, las velas, el cacao de Guayaquil, los hilos de todas las texturas, botones de plata u oro, imágenes religiosas, loza y botellas, hierro, etc. Todas las mercaderías ultramarinas,
salvo
algunos
casos
que
vendían
productos
llamados
de
la
"tierra",
o
sea
regionales. La ubicación de estas tiendas también explica a qué consumidores estaba dirigido, todos los comercios se localizaban en la plaza central en el llamado Parian, cerca de los centros de poder económico y político de la ciudad, donde vivían los consumidores de mayores recursos económicos, de acuerdo a la estructura habitacional de la ciudad6. Ahora entremos a las llamadas tiendas de abarrotes, las que se dividían en tiendas mestizas y pulperas7.
Las tiendas mestizas recibían esta denominación por la variedad de
productos que vendían, ultramarinos y de la tierra. Eran más pequeñas que las anteriores, pero con una gran variedad de mercaderías, sus consumidores estaban determinados por la capacidad de compra, aunque en estas tiendas los compradores eran, lo que se puede llamar, la clase media citadina. Eran principalmente los empleados administrativos, los abogados, médicos, en sí los habitantes de recursos medios, no pertenecían a la elite, pero tampoco a los trabajadores de
Las tiendas mestizas tenían un capital que fluctuaba entre los cinco mil y los 30 mil pesos, aproximadamente, que estaban invertidos en mercaderías europeas: telas, hilos, agujas, vinos, aguardiente, cacao, seda, hierro, imágenes religiosas; así como en artículos de la tierra: loza, vidrio, mantas, seda mixteca, cacao, muebles, sillas de montar, etc. Además de productos para la elaboración de los alimentos como carbón, leña, pimienta, sal, azúcar, azafrán, canela, etc. Las ventas se realizaban por medio de moneda circulante, o bien a crédito, como las anteriores, y su ubicación respondía a sus niveles de venta, se encontraban en los alrededores de
6
Véase
Jorge
Silva
Riquer,
"Estructura y
relaciones del comercio menudo en Valladolid, 1790-1800", Tesis
Lic. F.C.P.S.-UNAM, 1984, cap. 2.2; Claude Morin, Michoacán en la Nueva España del siglo XVIII. Crecimiento y desigualdad en una economía colonial, México, Fondo De Cultura Económica, 1979, cap. V y Alejandra Moreno Toscano (coord), Ciudad de México. Ensayo de Construcción de una Historia, México, INAH, 1978. 7
John Kicza, las llama así, op. cit., p. 127. Dejamos la explicación de las tiendas de pulpería para el siguiente apartado.
263
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
menos recursos de la ciudad.
la zona central de la ciudad, donde vivían sus consumidores.
La organización del comercio popular; las tiendas pulperas Las
tiendas
de
pulpería
se
denominaban
así
por varios
factores,
uno
era
por
las
mercaderías que vendía, otro por la cantidad de venta de la mercancía y la última por la forma de venta. Aunque se ha dicho que la variedad de mercaderías expendidas en las tiendas de pulpería, o abarrotes, escapa a una fácil tipología8, la de esta tienda estaba determinada por los factores antes mencionados. Los artículos vendidos por estas tiendas son los que le dan el nombre de pulperías. Las mercaderías llamadas así eran principalmente: arroz, frijol, chile, garbanzo, lenteja, azúcar, panocha, sal, cebo, velas, manteca, jabón, aguardiente, ocote, carbón y leña9. En muchos de los casos no sólo vendían estos artículos, sino otros muchos como en el caso de la pulpería de Francisco Álvarez que tenía las siguientes mercaderías:
MERCANCIAS DE LA PULPERIA DE
CUADRO 1
FRANCISCO ÁLVAREZ
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
1799 Carbón de encino
Costales
Mezcal
Mesas
Lazo doble
Pimienta
Polines
Escobas
Harina
Cajones para semilla
Petates
Canela
Tinas
Cucharas
Pelotas
Armeros
Candeleros
Ajonjolí
Ocote
Escobetas
Almendra
Jabón
Vino
Mantequilla
Vidrio
Agujas
Vasos
Unto
Hilo
Azafrán
Tompiates
Viguetas
Aceituna
Orégano
Alfileres
Chile
Almidón
Seda
Frijol
Leña
Botellas
Velas
Estribos
Aguardiente
Azúcar
Chocolate
Queso
Pan
Cacao
Bizcochos
Panochas
Varilla de fierro Machetes Fuente: AGN, Consulado, c. 287, exp. 2, 1799.
Loza
8
Kicza, op. cit., p. 133.
9
Fabián de Fonseca y Carlos Urrutia, Historia General de la Real Hacienda, escrita por ...
por orden del virrey
conde de Revillagigedo, México, SHCP, 1978, vol. IV, pp. 361-362. El diccionario de la Lengua Española explica lo siguiente de pulpería: Tienda, en América, donde se venden diferentes géneros para el abasto; como son vino, aguardientes o licores, y géneros pertenecientes a droguería, buhonería, mercería, etc., Madrid, Espasa-Calpe,
264
Las pulperías vendían una serie de productos necesarios para el consumo cotidiano, para la elaboración del alimento, para el servicio doméstico, la confección del vestido y, en algunos casos, los materiales necesarios para el trabajo de los artesanos. Las tiendas se encontraban por lo regular en las accesorias de las casas, las cuales rentaban a los respectivos dueños para establecer su tienda, ésta se distribuía en un local donde se ubicaban todos los muebles necesarios y las diferentes mercaderías. Había tiendas que contaban con tapancos y bodegas que les permitían guardar una mayor cantidad de artículos que los exhibidos en los mostradores. Los pulperos dedicaban su tienda al culto de algún santo, al cual le erigían un nicho principalmente en lienzo con marco, dependía de las posibilidades económicas del pulpero la calidad del marco. Por ejemplo la pulpería de María Jerez Gavilán dedicó su tienda al "...señor San Antonio de Padua de lienzo, con su marco de madera gateada y su vidriera, colocado en su nicho, con tres arbotantes de metal...", y la de Francisco Alvarez, la cual estaba dedicada a "...una imagen de Nuestra Señora de los Dolores de lienzo colocada en su nicho con dos arbotantes../'.10 Los muebles de la tienda los integraban los mostradores y armazones con sus cajoneras, grandes y chicas, y gavetas. Encima estaban su balanza en forma de cruz y sus jicaras, unas de latón y otras de cobre, para pesar las mercaderías; sus frascos, con o sin tapa, donde ponían los dulces; la botella y un embudo para la medida de los líquidos, sus cuartillos de metal, sus
medida de cobre, los fierros para hacer los tlacos y pilones, tablas para la loza, el machete para el azúcar y la leña , cajones para el chocolate, etc. Las tiendas que no tenían trastienda armaban una celosía con su enrejado de alambre para guardar las mercaderías, como si fuera trastienda, a veces ponían un tapanco con el mismo fin". La inversión que tenía una tienda era muy variable, al parecer no había una constante, a pesar del reglamento de 1810, en que se estipulaba que se debía invertir cuando menos 1 000 en mercaderías17. Las tiendas tenían de principal, según el padrón de 1781, un promedio que iba de los 1 500 a los 2 000 pesos, en donde había algunas con 200 pesos y otras hasta con 4 000 pesos,
1970, vol. 5, pp. 1089-1090. I0
AGN, Consulado, c. 292, exp. 1, 1784 y c. 287, exp. 2, 1799.
"AGN, Consulado, c. 292, exp. 1, 1784 y c. 287, exp. 2, 1799. 12
Biblioteca Nacional, manuscrito 1 320, "Reglamento para el gobierno y dirección de las tiendas de pulpería 1810", p. 2., (en adelante BN, ms...) citado por Kicza, op. cit., p. 133.
265
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
medidas para "tlaquear semillas", chiquihuites para el carbón, una tina para la miel con tapa y su
y dependía de la capacidad del tendero para obtener más mercancía y más clientes13. La cantidad de venta de los productos de pulpería era otro elemento para su clasificación, como lo mencioné anteriormente, estas tiendas vendían al menudeo, entendiéndose por esto todas aquellas cantidades menores a las que vendían en otras tiendas. Las medidas de la pulpería eran medidos por quartillos o por libras que eran las medidas de peso y capacidad más pequeñas que se utilizaban en el siglo XVIII14, lo que nos da idea de las compras en estas tiendas. Los consumidores podían adquirir las
mercancías
necesarias para su
consumo
por
gramos, libras y onzas, por cuartillos o por unidades, lo que les permitía tener lo indispensable para su actividad diaria y a las tiendas mantener a unos consumidores constantes. La forma de vender en cantidades pequeñas explica, en alguna medida, la abundancia de tiendas en la ciudad, además de que muchas de ellas tenían menos de mil pesos de principal. En el padrón de 1781 se registraron 87 tiendas de un total de 221, con un principal menor a los mil pesos, casi 40% de las tiendas de pulpería de la ciudad se ubicaron en este rango. Así podemos afirmar, por ahora, que estas tiendas cumplían una función social, aparte de abastecer a los consumidores, por ser el medio por el cual llegaban hasta los compradores los artículos necesarios para la vida diaria en las cantidades que se requería de acuerdo a la capacidad de compra. Además de que la inversión en una pulpería no necesitaba de mucho principal, dejaba a los habitantes tener una actividad que les permitía vivir, en momentos que no encontraban otra
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
ocupación y también como complemento del ingreso familiar. Los dueños de pulperías se ubicaron en el último nivel de los dueños de tiendas, aquellos que tenían su establecimiento en una accesoria de alguna casa, sin embargo, dentro de este grupo había gradaciones. Los había con una posición cómoda que les permitía tener una o más tiendas, o bien tener una inversión considerable, como Joaquín Aldana que en 1781 tenía tres tiendas con un principal total de 6 000 pesos, o de Fernando A. Fernández que en su única tienda tenía 5 200 pesos invertidos, o de Antonio Aleri que declaró tener entre 5 000 y 6 000 pesos en su tienda.
''Archivo Histórico de la ciudad de México, Panaderías y pulperías, volumen 3 452, legajo I, expediente 33, 1781 (en adelante AHCM, Panaderías y Pulperías, vol.
exp. ...).
'"Fonseca y Urrutia, op. cit., v. IV, p. 361. Las unidades de capacidad y peso eran las siguientes: capacidad, I carga = 2 fanegas;
1 fanega = 12 almudes = 48 cuartillos. Peso,
libra (460 gr.) = 16 onzas.
266
I quintal = 4 arrobas;
1
arroba = 25 libras; 1
Había también el otro extremo, donde los tenderos tenían una mínima inversión, muchas veces a crédito, que le permitía sobrevivir, como los siguientes: Miguel Caval con 25 pesos, Josefa Mexía que tenía 400 pesos, de los cuales los debía todos, Gertrudis Mendieta con sólo 160 pesos, o Ignacio Garrido con 280 pesos15. La situación económica de los dueños de pulperías era determinada en muchos casos por las deudas que tenían, tanto con los tenderos mayores que los abastecían, como con los consumidores que compraban a crédito, salvo algunos casos, los demás tenderos vivían casi al día. En algunos las deudas los rebasaban y tenían que vender su tienda para pagar, como Francisco García que debía
1
200 pesos y sus acreedores no le dieron más plazo; así se
comprometió a pagar 20 pesos mensuales. García no pudo abonar nada a su deuda, por lo que sus acreedores solicitaron al Consulado se hiciera un balance de su tienda llamada "El Brindis", el principal que tenía invertido en la tienda fue de 330 pesos solamente, ante lo cual García solicitó una moratoria y una nueva forma de pago16. Otro caso fue el de Joseph San Roman, que intentó traspasar su pulpería, pero se le descubrió un adeudo de 1 908 pesos, que tenía con miembros del Consulado de comerciantes de México, por lo que se prohibió su venta. San Roman huyó de la ciudad y uno de los acreedores, Pedro Patricio de Sanz, propuso vender las mercaderías por ser comestibles y poder echarse a perder pronto,
así
se realizó el balance donde apareció una lista de deudores por un monto de
cobro de las deudas se pagaría a los acreedores, todas estas operaciones fueron vigiladas y efectuadas por el Tribunal del Consulado de Comerciantes17. El otro factor que determinaba la calidad de pulpería era la forma de la venta de mercaderías. El crédito fue una práctica constante en dos sentidos, tanto al comprador como al vendedor. La forma de vender las mercaderías era, como ya dije, al menudeo. Lo que se entendía por esto era toda aquella venta que no rebasara el medio real, ésta era la moneda de menor denominación que circulaba en la Nueva España18. La escasez de moneda circulante que padeció la economía novohispana en general, y las
'^AHCM, Panaderías y pulperías, vol. 3 452, leg. I, exp. 33, 1781. I6
AGN, Consulados, leg. 127, exp. 16, 1790.
i7
AGN, Consulados, leg. 127, exp. 10, 1790.
l8
La unidad monetaria era la siguiente: I peso = 8 reales; 1 real = 12 granos; 1 real = 34 maravedíes.
267
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
1 036 pesos, el principal y aperos fue de sólo 200 pesos. Así se determinó que con la venta y el
tiendas de pulpería en particular, fue solucionada de varias maneras, unas fueron las libranzas y letras de cambio para el comercio al mayoreo19, otros que fueron utilizados por las pulperías principalmente llamados tlacos y pilones y que tuvieron una circulación constante y permanente en el comercio menudo citadino20. Los tlacos y pilones eran una especie de monedas fraccionarias hechas por los pulperos para solucionar el problema de la venta al menudeo, se fabricaban de varios materiales: cuero, madera, loza, metal, y cada "moneda" tenía un sello característico de la pulpería que lo expedía, lo cual las identificaba y limitaba su circulación. Los emisores de los tlacos y pilones fueron los únicos obligados legalmente a aceptarlos, ninguna otra tienda los recibía. Si bien no tuvieron ningún valor legal, representaban a la mercancía dinero en los intercambios fraccionarios, el tlaco tuvo un valor de 1/8 de medio real, o sea que 16 tlacos eran iguales a un real y el pilón tenía el valor de 1/12 de 1/2 real, un real era igual a 24 pilones21. La venta se realizaba mediante dos modalidades, una era que el consumidor comprara las mercaderías con moneda de curso legal, reales, y recibiera a cambio los artículos comprados y el resto del dinero en tlacos y pilones, así el consumidor se veía obligado a regresar a la misma pulpería a comprar con los tlacos recibidos anteriormente. Con lo que éste adelantaba dinero constante y sonante al tendero, a cambio de recibir artículos de la pulpería conforme los necesitaba. Por lo que el comprador daba crédito al pulpero, el tendero contaba con dinero en
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
efectivo para liquidar alguna deuda, comprar alguna mercadería, pagar la renta del local, o para su gasto cotidiano. La otra forma de crédito fue en sentido inverso, cuando el comprador no contaba con dinero para adquirir las mercaderías y recurría a dos formas de compra: una, era obtener un crédito con el tendero por los productos a comprar, dependía de la relación entre el tendero y el cliente. Las deudas con los tenderos eran importantes, al grado de poner en peligro a la propia tienda, como el caso mencionado de San Roman, al que le adeudaban 1 036 pesos22. Esta práctica
l9
Véase Pérez, "o/?. cif\ 1981, buen estudio sobre la función de los instrumentos de crédito en la Nueva España a mediados del siglo XVIII; y Bernardo García Martínez, "El sistema monetario de los últimos años del periodo novohispano", en Historia Mexicana, vol. XVII, núm. 3, 1968, pp. 349-360.
20
Fonseca y Urrutia, op. cit., vol. IV, p. 361. Véase Miguel L. Muñoz, Tlacos y pilones. La moneda de! pueblo de México, México, Fomento Cultural BANAMEX, 1976.
"'Muñoz, op. cit., pp.
163-180. La conversión es la siguiente 1 real = 12 granos; 6 granos = 8 tlacos y 6
granos = 12 pilones, véase nota 26. 22
AGN, Consulados, leg. 127, exp. 10, 1790. En Valladolid se realizaba la misma práctica, véase Silva, "op. cit.,
268
era demasiado riesgosa debido a que el tendero sólo contaba con la calidad moral de su comprador para otorgarle el crédito. La otra práctica, más común y extendida, fue la de vender las mercaderías asegurándolas por medio del empeño, los compradores podían, y lo hacían, empeñar una prenda al tendero, por lo cual se obligaba a entregar hasta cuatro reales en plata, en caso de urgencia del marchante, o bien en otros casos que lo ameritaba según el propio pulpero. Los artículos que se podían empeñar, según el Reglamento de tenderos de 1758, eran "qualquier cosa de vestuario, alhaja, herramienta", y estaba prohibido recibir en "empeño alhaja, ó cosa, que ella misma indique no ser del dominio del que la empeña, como alhajas Sagradas, y de Santos, Libros, Platos, Tazas, Bernegales, y Cucharas, Tenedores, y alhajas de plata, llaves, Chapas, Libreras, Frenos, Sillas, Guarniciones, y todo género de Xarcia, y que pertenezca a los Forlones, y todas las demás que sean sospechosas...", los castigos iban desde el cobro de 50 pesos hasta prohibirles seguir teniendo la pulpería23. El tendero estaba obligado a dar al marchante las mercaderías necesarias y dar de cambio reales de plata y tan sólo tres tlacos, obligación que no se cubrió y siempre se daban más ti acó s a pesar de los reglamentos. El empeño de la prenda causaba un interés de 5% anual, por el deterioro que pudiera sufrir, el tendero otorgaba un papel donde se describía la prenda, la condición de pago y llevaba un cuaderno de prendas para su control. El pulpero estaba obligado a guardar la prenda un año, al término del cual le era permitido venderlas.
prenda, en lo que no cumplía era en no dar más tlacos de los permitidos. Así el Reglamento de 1758 fue modificado y puesto al día en 1781, 1790 y 1792, el aspecto que sobresale fue la constante referencia a
que
el
pulpero
no
debía dar tantos tlacos ya que perjudicaban
al
marchante24, ya que el tendero al dar los tlacos lo que originaba era un consumo permanente, el comprador estaba obligado a seguir consumiendo en su pulpería, debido a que los tlacos
pp. 74-77 y Morin, op. cit., pp. 153-178. "AHCM, Panaderías y Pulperías, vol. 3 452, leg. 1, exp. 1, 1757, "Ordenanzas para el común de los tenderos de Pulpería, para que se guarden por los individuos de su número aprobados por el excelentísimo señor marqués de las Amarillas virrey de la Nueva España". ^Ignacio González-Polo (versión paleográfica), "Compendio de Providencias de Policía de México del segundo conde de Revillagigedo", Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, número 14-15, 1983, Apéndice número I, p. 36. John Kicza no dice que: "A juzgar por algunas referencias indirectas, existían casas subastadoras especiales que se concentraban en la venta de tales mercancías", refiriéndose a los artículos empeñados en las pulperías, pero no señala sus fuentes, op. cit., p. 134.
269
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
En la práctica el tendero sólo cumplía con aceptar el empeño y vender posteriormente la
recibidos por el empeño, sólo eran aceptados por el emisor. Esta forma de crédito al consumidor lo convirtió en un comprador cautivo, a menos que tuviera la posibilidad de comprar en otra pulpería, siempre y cuando hubiera gastado los tlacos en la tienda correspondiente para no tener pérdidas. La relación que se estableció entre los tenderos y sus marchantes fue de un consumo cautivo y permanente, lo que permitió una presencia abundante de tiendas de pulpería en la ciudad, el padrón de tiendas de 1781 registró un total de 221 establecimientos25. El comerciante abastecía su pulpería al comprar mercaderías al contado a los viandantes que entraban a la ciudad, o a los comerciantes mayoristas citadinos, estos mecanismos de adquisición tenían características propias. El primer método consistió en que el pulpero pagaba al contado las mercancías que ofrecían los productores en la ciudad, artículos perecederos como: arroz, azúcar, chile, huevos, artículos de uso doméstico, leña, carbón ocote, escobas, petates, etc. La transacción
la regulaba el
"Fiel
Ejecutor"26,
con él
se registraba toda introducción de
bastimentos y se determinaba el precio de venta. Los consumidores tenían prioridad en la compra y después de un tiempo razonable, en que se creía que se habían abastecido los habitantes, se permitía a los tenderos realizar su abasto, ya fuera por unidad o bien por el total de la mercancía. Estaba prohibido que se comprara toda la mercancía a los productores antes de su entrada a la ciudad, práctica que realizaban entre otros los comerciantes, así como el impedir la venta del productor al consumidor, cuando el tendero estaba interesado en la compra total del artículo, o
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
bien acaparar toda la mercancía y venderla toda a otro comprador27. El tendero tenía
la obligación de registrar ante el "Fiel Ejecutor" la compra, la cantidad,
lo que compraban y el precio "sin encubierta algún, y en los tres días siguientes tendrán el tanto los Vezinos, y Tenderos para coger hasta la mitad de lo comprado, y la mitad que queda, la venda a el precio de la postura, que se le diere, ó libremente sino la tuviere, pena de perdido, o el valor de la cosa comprada; por la segunda doblada, y dos años de Presidio". Y para un mejor y debido cumplimiento de esta ordenanza se establece que ningún tendero pueda admitir encomiendas de
25
AHCM, Panaderías y Pulperías, vol. 3 452, leg. I, exp. 33, 1781. El caso de Michoacán confirma lo dicho véase Silva, "op. cif \ pp. 62-66 y Morin, op. cit., p. 162.
26
Un comerciante elegido por el Consulado de Comerciantes y el Cabildo de la ciudad para estipular los precios, regular las ventas, ser juez en los problemas de comercio y vigilar que se cumplieran las disposiciones comerciales dictadas por el Cabildo y el Consulado de Comerciantes.
21
AHCM,Panaderías y Pulperías,vo\. 3 452,leg. l,exp. I, 1757, "Ordenanzas para el común...", ordenanza núm. 12.
270
géneros comestibles, entendiéndose también "todos los géneros correspondientes a el trato de Pulpería, para que no pueda ser encomendero de ellos, bajo de las mismas penas"28. Esta ordenanza señalaba las obligaciones que tenía el pulpero al comprar los bastimentos a los productores, la práctica demostró que no se cumplía con las disposiciones de 1758. La regatonería fue un problema permanente en el comercio citadino, así como el ocultar las mercancías al "Fiel Ejecutor", para evitar la tasación de las mismas, lo que le permitió al tendero poner el precio que quiso. Esta forma de abasto permitió al pulpero contar con todos aquellos productos de pulpería, pero además con otros necesarios para el alimento, vestido y uso doméstico que elaboraban productores indígenas y que salían del control monopólico de los comerciantes mayoristas. Las tiendas al comprar las mercaderías a los viandantes permitían a los consumidores contar con el abasto necesario durante el tiempo que tardaban en regresar los productores a la ciudad. La otra forma de surtirse fue la realizada entre el comerciante al mayoreo y el tendero, el primero entregaba al segundo los productos que estaban bajo su control monopólico, otorgándole un crédito, con un interés y un plazo determinado.
El interés era generalmente de 5% y el plazo
de pago dependía de la relación de dependencia entre ambos. El comerciante abastecedor podía ser también un pulpero con mayor capacidad económica. Por ejemplo: Francisco Alvarez realizó un balance a su pulpería en 1799 para venderla, se registró una lista de 11 acreedores, que iban
Miguel por cinco pesos. En total Alvarez debía 988 pesos, su tienda tenía invertido en géneros y aperos sólo 374 pesos29. Las mercancías que compraba el tendero eran para el vestuario, el uso doméstico, herramientas para el trabajo, vinos y aguardientes. Esta relación permitió a los comerciantes mayoristas ejercer un control dentro de este nivel comercial, si bien, parece que no incursionaron en este tipo de tiendas, sí ejercieron un dominio sobre ellas por medio del abasto y el crédito. Con esto mantenían una circulación de los artículos que monopolizaban al interior de la misma ciudad. Así la pulpería era para algunos un buen negocio, que permitió tener un mejor nivel de
28
AHCM, Panaderías y Pulperías, vol. 3 452, leg. 1, exp. 1, 1757, "Ordenanzas para el común ...", ord. número 13.
:q
AGN, Consulado, c. 287, exp. 2, 1799; t. 127, exp. 10 y 16, 1790. Se pueden consultar también c. 292, exp. 11, 1794 y t. 234, exp. 7, 1790.
271
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
desde una deuda de Domingo Coloma por 365 pesos hasta la del tocinero de la esquina de San
vida, sin llegar a los estratos altos de la elite comercial o a los niveles económicos que daban las profesiones o la función burocrática, pero sí cubrir los gastos diarios. Algunos tenderos llegaron a tener una posición importante dentro del gremio de pulperos. Había los que contaron con un capital considerable en su tienda, lo que demuestra, de alguna manera, una posición económica sobresaliente del resto. El padrón de pulperías de 1781 registró a un total de 52 tiendas con un capital que iba de los 2 000 a los 6 000 pesos, 24% de las tiendas manejaba un principal de 4 000 pesos en promedio, casi un cuarto del total de pulperías tenía una situación económica importante con respecto al resto, ya que la cantidad registrada era propiedad del tendero, no tenían nada a rédito30. El caso de Antonio Maldonado miembro del gremio de pulperos de la ciudad es más explicativo, para 1784 compró dos tiendas de pulpería, una a Domingo Vélez de Escalante ubicada en el Real de minas de Tlalpujahua, Michoacán. Y en el mismo año la tienda de María Xerez Gavilán de la Vega en la ciudad de México. La que se encontraba en el barrio de la Alameda en la esquina que llama de Juan Chiquito que su frente mira al norte, por la que pagó 1 487 pesos, e invirtió inmediatamente 918 pesos más. Nombró a Mariano Hernández como su cajero-administrador, "quien recibiría el tercio de las ganancias o pérdidas por un tiempo de seis meses..." Se le realizaron nueve balances a la tienda, de 1785 a 1791, cada uno registró una ganancia neta de aproximadamente 1 000 pesos, de la cual se pagó deudas, se descontó los gastos
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
de la tienda, del cajero y propietario, y el resto se invirtió al principal. Para 1791 la tienda tenía una inversión de 5 273 pesos, incrementó su capital en 120% en sólo siete años. Tuvo una ganancia de 17% anual, si tomamos en cuenta que el crédito sobre un préstamo era de 5% por año, Maldonado obtuvo de esta tienda 12% más de ganancia que si hubiera prestado el dinero a rédito31. Maldonado no sólo contaba con esta tienda, para 1785 compró la tienda llamada del "Fraile", en
1786 compró la pulpería que llamaban del "Aguilita y que ahora llaman del
Guarico", en 1787 la denominada de "San Felipe" y en 1791 "la que se encontraba en la esquina de la calle de San Juan de la Penitenciaria y da vuelta a la de la Victoria", a Nicolás Carreño. Además había establecido una compañía comercial con José Alday comerciante de Pátzcuaro32.
30
AHCM, Panaderías y Pulperías, vol. 3 52, leg. 1, exp. 33, 1781.
3I
AGN, Consulados, c. 292, exp. 1 y 2, 1784-1793.
J2
AGN, Consulados, c. 292, exp. 3-5, 8 y 9, 1785-1795. No todos los tenderos eran pobres como se ha dicho aunque
272
Los dueños de pulperías, al igual que los comerciantes mayoristas, contrataban a un cajero o administrador para que estuviera al frente de la tienda. Los convenios que se establecían entre el tendero y el cajero eran de relación de trabajo y de compañía comercial. Había los referentes al salario que consistían en pagar a una persona un jornal y su manutención por un tiempo determinado, el cajero estaba obligado a presentar estados de cuenta semestrales o anuales de los ingresos, egresos y ganancias de las tiendas. La otra forma era establecer una compañía entre el dueño y el cajero, donde se estipulaba la participación de cada uno, ya fuera con trabajo, dinero o mercancías, y la forma de repartir las ganancias. En el padrón de 1781 estaban registrados un total de 70 cajeros o administradores de tiendas, la mayoría en pulperías de más de mil pesos de principal, el 32% de las tiendas tenía un cajero33. La presencia de la mujer como dueña de tiendas era insignificante para 1781 había 13 dueñas del total de 221 pulperías y para 1804 había 17 propietarias de 285 tiendas registradas, o sea que durante 23 años se mantuvo el mismo promedio, 6% del total pertenecía a mujeres. Además utilizaban los servicios de un cajero, en 1781 del total de tiendas propiedad de mujeres, diez estaban bajo el control de un cajero34. Al parecer el comercio de pulpería no era una actividad en que las mujeres citadinas se interesaran, o no se les permitía su inversión.
Organización y control de las pulperías
Consulado, estaban agrupados en una especie de gremio de tenderos de pulpería donde se elegían a diputados y apoderados, esta organización respondía a los intereses de los propios tenderos, por tener quien los representara ante el Consulado y el Cabildo, y al control y organización que llevaba a cabo el gobierno español. Hubo ciertos problemas sobre cómo, dónde y cuántas pulperías debería haber en la ciudad, situación que se empieza a regularizar, o por lo menos se dictan las medidas correspondientes, para mediados del siglo XVIII. En 1750 el virrey primer Conde de Revillagigedo aprobó las Ordenanzas para el común
aún faltan más casos para demostrar lo contrario, Maldonado es un ejemplo que apunta en ese sentido. Kicza, op. cit., pp. 130-134 y Silva, "op. cit."\ p. 12. "AHCM, Panaderías y Pulperías, vol. 3 452, leg. 1, exp. 33, 1781. 34
AHCM Panaderías y Pulperías, vol. 3 452, leg. 1, exp. 33, 1781 y AGN, Consulados, c. 267, exp. 8, 1804.
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INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Los dueños de estas tiendas tuvieron una organización semejante a los comerciantes del
de los tenderos de pulpería, para que se guarden por los individuos de su número...^ intentó darle una organización a los tenderos, a las tiendas, a la forma de venta y señaló sus obligaciones. Se reconoció que el común de los tenderos podían nombrar a seis diputados, "para que estos a nombre de su trato dispusiesen lo conveniente su establecimiento, conservación, utilidad y honor, dando desde luego por bien hecho todo lo que estos dispusieren...". La elección se realizó al tomar en cuenta a los tenderos más antiguos, mismos que permanecían en su cargo hasta su muerte, a los diputados se les otorgaba el poder necesario para el mejor funcionamiento y beneficio del gremio. Además los diputados tenían la capacidad electiva de designar a un apoderado general, "para que siguiera todas las diligencias que se ofrezcan y practique todo lo que estimare por conveniente con acuerdo de los diputados, lo que se aprobó por el superior gobierno desde luego todos y cada uno de los tenderos deben estar sujetos al dicho apoderado y diputados en cuanto respecta de las cosas del trato..."36.
Los cargos además de representar al común de los tenderos, tenían la autorización de vigilar que se cumpliera con las disposiciones del gobierno virreinal. En 1750 se amplió el número de diputados de seis a 12, la elección de los seis primeros se respetó, los restantes se eligirían cada tres años en asamblea general de los tenderos y con asistencia de los diputados denominados
de
propios
y
elecciones,
la
que
se
realizaría
en
las
"casas
del
cabildo,
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
permitiéndose la reelección de los diputados anteriores". El cargo de apoderado general tuvo un periodo de tres años y la elección se realizaba igual que la de diputados, siendo sus obligaciones "seguir todos los negocios, y litigios del dicho trato, dirigir los que se ofrezcan celar, velar y cuidar la ejecución y cumplimiento de las ordenanzas de anunciar sus transgresores, solicitar su enmienda, practicar los mandatos de la fiel ejecutoria, y los acuerdos de los diputados..., así como al finalizar su periodo dar cuenta formal con cargo y data de lo que hubiese percibido y hubiese gastado, comprobadas sus partidas en el modo que legalmente se refiere...", se nombraría a tres diputados para revisar y aprobar las cuentas. La elección de los diputados temporales podía recaer en españoles, indios, mestizos o castizos y se prohibía que a partir de la publicación de estas ordenanzas ningún "negro, mulato o de color quebrado, pueda ser tendero ni administrar
"Fonseca y Urrutia, op. cil., vol. IV, pp. 336-350. 36
Fonseca y Urrutia, op. cit., vol. IV, pp. 343-344.
274
tienda de pulpería..."37. Había otras restricciones para los tenderos, en la comercialización de algunos productos, como la siguiente; "se ordena que ningún tendero pueda tener ni ejercitar los tratos de ganado de cerdos, ni los de panadería o velería... se prohibe también los tenderos puedan tener con personas de los referidos tratos, ni estas con los tenderos para que les reciban sus efectos..." O bien se regula la venta de otros, como el pan frío, se ordenó "que ningún tendero por ningún motivo pueda recibir ganancia mas de un real en el peso de pan que comprare al panadero" además de que debía tener a la vista, junto al mostrador, todo el pan que tuviera para vender. Se les fijo un horario de venta en las tiendas de 5:30 a.m. a 10:00 p.m., además de que las pulperías que estuvieran en las esquinas tenían la obligación de poner "hachón o luminaria" por su cuenta. Se prohibía abrir nuevas tiendas en la mitad de la calle y se disponían las esquinas para su ubicación. Las ordenanzas presentaron obligaciones para los tenderos que compraban una pulpería, una de ellas fue que se hiciera responsable del empeño recibido por el dueño anterior, según el cuaderno, vales o cualquier otra prueba que aceptara los tlacos emitidos y que circulaban anteriormente en esa tienda, o en su caso sellar nuevos y cambiarlos por los anteriores; y que debe reconocer y aceptar el cuaderno de prendas del anterior dueño. Estaba penado el "sonsacar" a cualquier administrador de las demás tiendas y no se permitía la presencia de personas ajenas a
desconocía el fuero que pudiera tener el tendero, aún "el militar o el clérigo del santo oficio" y se les obligaba a cumplir con estas ordenanzas38, mismas que fueron publicadas nuevamente en 1758 por el virrey Marqués de las Amarillas, sin embargo esta edición no modificó nada a la anterior. Para el periodo del virrey segundo conde de Revillagigedo se presentaron algunos cambios en el periodo, en la forma de realizar los empeños de prendas, se fijó la tasa de 5% y el periodo de un año para recuperar la prenda, o el tendero tenía el derecho de venderla, se marcó una cuota para asegurar la apertura de la pulpería en 500 pesos, los que se depositaban en las cajas del Cabildo, se prohibió la apertura de más tiendas en la ciudad, así como la uniformidad en los toldos, los que deberían ser verdes y la seguridad en las tablas de las pulperías39.
"Fonseca y Urrutia, op. cit., vol. IV, pp. 345-347 y 349. ,8
Fonseca y Urrutia, op. cit., vol. IV, pp. 336-349.
V,
AHCM, Panaderías y Pulperías, vol. 3 452, leg. 1, exp. 1, 1757, "Ordenanzas para el común.Fonseca y
275
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
la tienda dentro o fuera de la pulpería, para evitar abusos y molestias a las mujeres. Por último se
Revillagigedo
demostró
su
carácter de
gobernante
ilustrado
y
llegó
a proponer lo
siguiente: "el recargo de derechos, atrasa bastante el comercio de España, y especialmente la repetición de alcabalas, que se van adeudando, según van mudando de suelos; por lo cual llegan los efectos de España muy recargados a lo interior del reino, que no están sujetos a semejantes gravámenes:..., propuse que no se adeudase la alcabala, sino en cuando se verificase venta, y no cuando el efecto saliese invendido de un pueblo a otro, devolviéndose lo exigido por razón de introducción, cuando aquella no tuviese efecto"40. Con esto se puede razonar en dos sentidos, por un lado a Revillagigedo le interesaba aplicar la política ilustrada española de ese momento, desarrollo de una industria española y formación de un mercado para sus productos, al eliminar la introducción de los artículos europeos41. El otro sentido es que la desaparición del monopolio de los comerciantes de la ciudad de México, el crecimiento en la extracción de plata, la formación del estanco del tabaco, entre otros, permitió una circulación mucho más intensa de las mercaderías, que a pesar de las restricciones tenían mejores precios que las ultramarinas. Todo lo que le permitió afirmar al propio Revillagigedo que la libertad de comercio se desarrolló en gran medida. Además de los Reglamentos para el funcionamiento de las pulperías, se recuperó, por Orden Real, un impuesto a este comercio. Para lo cual se ordenó la realización de un Padrón de Tiendas, así como las visitas periódicas para comprobar su principal invertido, el monto y pago
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
del impuesto correspondiente. Fue en 1631 cuando se dispuso que "dexando en cada lugar de españoles de las Indias las pulperías, que precisamente fuesen necesarias para el abasto, conforme la capacidad de cada Pueblo, todas las demás nos pagasen por vía de composición en cada un año, desde treinta, hasta quarenta pesos: y para mas claridad de lo sobredicho y su fácil execucion, que se señalasen las pulperías de ordenanza, que fuesen para el abasto, y las nombrasen los Cabildos...". Las pulperías de ordenanza, exentas del pago de impuesto, estaban también protegidas en contra de
Urrutia, op. cit., vol. IV, pp. 360-372; González, Polo, op. cit., pp. 29 y 36 donde señaló modificaciones que se habían realizado en 1781, 1790 y 1792; AGN, Consulados, c. 271, exp. 10, 1791; y BN, ms. 1 320, "Reglamento para el gobierno ...". 40
Conde de Revillagigedo, Informe sobre las misiones, 1793 e Instrucción Reservada al Marqués de Branciforte, 1794, México, Editorial Jus, 1966, p. 204.
"'Véase Marcelo Bitar Letayf, Los economistas españoles del siglo XVIII y sus ideas sobre el comercio con las Indias, México, Instituto Mexicano de Comercio Exterior, 1975, buen resumen sobre las ideas de política mercantil que se discutían en España en el siglo XVIII.
276
las visitas de los funcionarios del Cabildo, a las tiendas sujetas al impuesto se les realizaban cuatro visitas al año y respecto a las pulperías que se encontraban en los pueblos de indios "fuesen admitidas a composición en las cantidades referidas", pero no se permitía establecer más y no se autorizaba ninguna de ordenanza42. El pago no se llevó a cabo en el siglo XVII, todo parece indicar que fue hasta mediados del siglo XVIII cuando se logró su cobro (ver cuadro 2.)
RECAUDACIÓN DEL IMPUESTO DE PULPERÍAS
CUADRO 2
1786-1790 AÑOS Total
IMPUESTO" 424 917 6 6
GASTOSb 3 327 5 0
TOTAL 421 590 1 6
1786
16 260 7 6
1787
104 043 5 6
1.29116
102 752 4 0
1788
100 043 4 6
500 5 0
100 246 7 6
1789
100 066 6 0
6716 0
99 395 0 0
1790
103 798 7 0
864 0 6
102 934 6 6
84 983 4 6
665 4 2
84 318 0 4
Año común a
Las cantidades están en
16 260 7 6
pesos, reales y granos, de acuerdo a la siguiente equivalencia: 1 peso = 8 reales, 1
real = 12 granos. b
Los gastos consistían en el 4% que se pagaba a los administradores de alcabalas sobre la cobranza y por la presentación en la tesorería real respectiva, cuando no había oficiales reales.
42
Recopilación de las Leyes de Indias, Madrid, 1756, t. II, lib. 14, tit. VIII, ley XII.
277
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Fuente: Fonseca y Urrutia, op. cit., vol. IV, p. 372.
Para lograr su cobro se publicaron varias cédulas reales en 1730, 1776, 1779, 1783 y 1785, pero fue hasta 1786 con el Conde de Gálvez que se empezó a cobrar el impuesto, después de asignar el número de tiendas de ordenanza y de haber realizado el padrón de tiendas. El pago del impuesto se determinó, no con base en el principal invertido el día de la visita, sino con base en su promedio anual43. El primer padrón que tengo registrado fue el de 178144 y se hizo por orden del fiscal de la Real Hacienda, con base en la Real Orden de 1776 que señalaba lo siguiente: "he tenido por conveniente conforme a su dictamen,
que con
la más
posible
brevedad
proceda V.
S.
a
empadronar todas las tiendas y puestos de pulpería que haya en los pueblos y lugares de su jurisdicción pues por lo que mira a esta capital paso con igual fecha la orden correspondiente a los oficiales reales de estas caxas, expresando en cada lista de ellas los sujetos que tienen públicamente y regulándoles según sus facultades que tengan invertidas en este género de comercio, la contribución con que deben contribuir". Así, se giró la orden para levantar el padrón en la ciudad de México y en las Villas de Guadalupe, Popotla, a la parcialidad de Santiago y de San Juan de Iztacalco. Pero a pesar de que se repitió la orden el empadronamiento no se llevó a cabo y en marzo de 1781
se aplicó una multa "a los señores corregidores y regidores fieles
executores" de 25 pesos4'. En
1781
se registraron 221
pulperías en la ciudad de México, pero a pesar de las
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
disposiciones sólo se anotaron el nombre del dueño, y del administrador en su caso, el principal invertido y la ubicación de la tienda. El siguiente registro fue de 1795 donde se anotaron un total de 154 tiendas, es necesario aclarar que este padrón lo realizó el gremio de panaderos para identificar a las pulperías que vendían pan, al parecer estaban registradas todas las pulperías. Y por último el
padrón de 1804, que sólo registró al dueño, sin mencionar si tenía cajero o no y su
ubicación, fueron anotadas 107 pulperías (ver los mapas I, II y III)46.
■"Eusebio Ventura Beleña, Recopilación sumaria de todos tos autos acordados de la Rea! Audiencia y Sala de! Crimen de esta Nueva España, México, UN AM, 198], t. I, p. 344. Ricardo Rees, Rea! Ordenanza para el establecimiento e instrucción de intendentes de ejercito v provincia en el reino de la Nueva España, 1786, México, UNAM, 1984, pp. 195-198; Fonseca y Urrutia, op. cit., vol. IV, pp. 358-359; Archivo Histórico del Ayuntamiento de Morelia, leg. 93, exp. 23, 1786 y AHAM, leg. 97, exp. 5, 1786. 44
Es el mismo que registraron Fonseca y Urrutia, op. cit., vol. IV, pp. 353-354.
45
AHCM, Panaderías y Pulperías, vol. 3 452, leg. I, exp. 32 y 33, 1780.
46
AHCM, Panaderías y Pulperías, vol. 3 452, leg. 1, exp. 33, 1780-81; AGN, Abastos y panaderías, leg. 4, exp. 2, 1795 y Consulados, c. 267, exp. 8, 1804.
278
Si tomamos con cuidado los números de tiendas y suponemos que existe una gran aproximación, vemos que de 1781 a 1804 desaparecieron un total de 114 pulperías, o sea que cierran 51% en sólo 23 años, una cantidad reducida de tiendas se vio en la necesidad de dejar de vender. Si recordamos que en 1781 había casi 40% de tiendas con menos de un mil pesos de principal, vemos que el cierre de 114 tiendas era muy reducido, los factores ya los hemos dicho, mantenían un círculo de consumidores cautivos que permitían la subsistencia tanto a éstos como al tendero. La aplicación del impuesto a las pulperías causó muchos problemas porque no se aclaraba a quién se debería cobrar los 40 pesos y a quién los 30 pesos. Fue hasta 1790 en el gobierno del segundo conde de Revillagigedo que se dispuso se cobrara 30 pesos a las tiendas con menos de un mil pesos y 40 pesos a las que tuvieran más de un mil pesos de principal47, con lo que se logró una aplicación más correcta y segura del impuesto. A pesar de las protestas del gremio de pulperos, por medio de sus diputados y apoderado, sobre lo excesivo del impuesto y las vejaciones que sufrían los tenderos en las visitas para fijar y cobrar el impuesto, se puede observar que sólo cierran 47 tiendas de 1795 a 1804, o sea 30%, y que en el lapso de 1781 a 1795 cierran 67 establecimientos, 30% también, lo que demuestra que el impuesto no fue, como argumentaron los tenderos, la causa principal del cierre de sus tiendas. Y por lo que se ve en el cuadro 2 el impuesto fue un ingreso importante para la Real Hacienda. Los pulperos y sus relaciones familiares
como una actividad más, la pulpería permitía, en la mayoría de los casos, mantener a su familia, su casa y hasta darle educación a alguno de sus hijos, siempre y cuando el negocio tuviera alguna ganancia. Había pulperos que lograron comprar varias tiendas y así obtener un pequeño capital que hizo posible casar a la hija, o mandar a estudiar al hijo.
Las relaciones de parentesco que establecieron los pulperos fueron muy similares a las practicadas por los comerciantes del Consulado de la ciudad de México, y las podemos clasificar en tipos; endogámica, cuando lograban establecerse con su tienda mandaban traer al pariente lejano de España para convertirlo en su cajero, o administrador, el pulpero lo casaba con la hija, o bien a la muerte del tío se casaba con la viuda. Hay varios casos para 1781, según el padrón de
"Fonseca y Urrutia, op. cit., vol. IV, p. 366.
Sobre las quejas que se generaron sobre lo excesivo del impuesto se
puede consultar Conde de Revillagigedo, Informe sobre las misiones 1793 e instrucción reservada al Marqués de Bra, 1794. México, Editor al jus, 1966, p. 206.
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INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Los pulperos eran personas de pocos recursos económicos que se dedicaban al comercio
tiendas en que las pulperías fueron controladas por un cajero, todas propiedad de mujeres48. Y la exogámica, donde el compromiso de matrimonio de las hijas se realizaba con los integrantes de la comunidad, de la calle o barrio, la que mantenía así una permanencia en el lugar de residencia. Así se creaba una especie de familia extensa que permitió mantenerse unidos por su presencia en el mismo barrio de la ciudad. A semejanza de la práctica de los comerciantes españoles, que realizaban contratos matrimoniales con personajes de actividades económicas diferentes, lo que les permitió expandir sus inversiones. Así los pulperos realizaban prácticas matrimoniales con los miembros del lugar de residencia y obtenían una forma de integración a la ciudad49. La familia del pulpero se componía por él, su esposa, los hijos y los allegados, pero no siempre se repitió esta forma, dependía de las condiciones económicas del tendero. Condición que hace más difícil establecer un patrón general para la familia de estos comerciantes. Cuando se tenía una posición desahogada podía tener en casa a los parientes, los cuales se dedicaban a la administración de la tienda, o a otras actividades citadinas. Si los recursos eran exiguos, la familia se integraba por los miembros más cercanos, padres e hijos, a los cuales había que darles algún oficio, sólo uno podría quedarse con la pulpería del padre, y ese seguramente recibía la enseñanza correspondiente a la actividad comercial. El padre podía ser español, criollo o mestizo50 siempre de escasos recursos económicos, por lo que buscaba siempre ser considerado como español, la forma era utilizar el Don, muy
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
rara vez eran miembros de alguna familia rica venida a menos, lo que les permitía usar ese título. Esta forma mercantil era una muestra de la incapacidad de ciertos sectores de la población para obtener otra actividad que les permitiera tener los ingresos necesarios51. Los padrones de pulperías realizados en 1781 y 1804 permiten observar lo mencionado, la mayoría de los tenderos utilizan el Don como sinónimo de prestigio y calidad social, aunque el capital registrado en su tienda no sea mayor de 100 pesos. Para 1781 el padrón de tiendas registró un total de 52 pulperías con un capital de 4 000 pesos promedio, de un total de 221 sólo 24% de los tenderos tenía un capital importante.
48
AHAM, Panaderías y Pulperías, vol. 3 452, leg. 1, exp. 33, 1781.
49
AHAM, Panaderías y Pulperías, vol. 3 452, leg. 1, exp. 33, 1781; AGN, Consulado, caja 267, exp. 8, 1804; John Kicza, "The role of family in economic development in nineteenth-century Latin America", en Journal of Family History, vol. 10, número 3, 1985, pp. 242-243.
50
Estaba prohibido que personas de color, negros o mulatos o de color quebrado pudieran ser tenderos o administrar pulperías, Fonseca y Urrutia, op. cit., vol. IV, pp. 345-347 y 349.
51
Brading, op. cit., pp. 162-163 y Kicza, op. cit., pp. 128-136.
280
Otro 20% lo representaron los que tenían invertido un capital de 1 000 pesos y el resto, más del 50% con una inversión de menos de 1 000 pesos. Pero todos los dueños se presentaron con el título de Don52. El padrón de 1804 registró a un total de 107 pulperías, todas con tenderos denominados Don, el uso se había generalizado y permitía a los tenderos considerarse como españoles. Este registro no indica el capital invertido, pero si hacemos una comparación con las pulperías de 1781, veremos que hubo una disminución del 50% aproximadamente, lo que me hace pensar que aún al usar el título de Don los pulperos no tenían una permanencia duradera en el comercio citadino y menos en la vida social del barrio. Había otros que lograron mantenerse, o incluso aumentar sus propiedades mercantiles y convertirse en prósperos pulperos53. Los pocos documentos que dejaron las familias de pulperos nos impiden reconstruir su estructura familiar, a diferencia de las familias de comerciantes ricas del periodo colonial, de las cuales se conservan los archivos familiares54. Pero podemos imaginar que las prácticas de estos mercaderes eran iguales o parecidas a las de los miembros del Consulado de Comerciantes de la ciudad. Los pulperos debían buscar establecer lazos de parentesco y permanencia en un espacio geográfico, si tenemos en cuenta que eran personas de escasos recursos económicos y de grupos sociales de bajo nivel, sus compromisos y formas de integración debieron haberse dado en los
o montañeses, y realizaban prácticas matrimoniales entre los grupos de gente con prestigio y solvencia económica, es factible pensar que los tenderos realizaron prácticas similares. Los tenderos se unían en matrimonio con personas que pertenecían al mismo gremio, el sentido de pertenencia lo obtenían al casarse, o establecer otro tipo de relaciones de parentesco
^AHAM, Panaderías y Pulperías, vol. 3 452, leg. 1, exp. 33, 1781. El título de Don si bien no representa un elemento para distinguir a los tenderos por su origen, si permite decir que era una forma de mantenerse dentro de cierto rango social diferente al de las castas e indios, aunque no fueran españoles. "AGN, Consulado, c. 267, exp. S, f. 18, 1804 y AHAM, Panaderías y Pulperías, vol. 3 452, leg. 1, exp. 33, 1781. S4
Para los trabajos de las familias pertenecientes a la elite véase Larissa Adler Lomnitz, y Marisol Pérez L. "The History of a Mexican elite family", in Journal of Family History, vol. 3, número 4, pp. 392-409; Charles H. Harris III, A Mexican family Empire: The Latifundio of The Sánchez Navarro's, 1 765-1867, Austin, University of Texas Press, 1975; John Kicza, "The Great Families of Mexico: Elite Maintenance and Business Practices in Late Colonial Mexico City", in Hispanic American Historical Review, vol. 62, num. 3, 1982, pp. 429^57; Doris Ladd, La nobleza mexicana en la época de la independencia, 1780-1826, México, Fondo De Cultura Económica, 1984, entre otros.
281
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
lugares de residencia. Si los mercaderes introductores se unían en torno al lugar de origen, vascos
con las personas que vivían dentro de la misma calle o barrio. Así lograban establecer los lazos de parentesco que se convertirían en lazos de solidaridad, que permitieran mantenerse como familias de comerciantes dentro de la ciudad55. Las familias de pulperos podían ser amplias, pero no puedo afirmar que fueran de las mismas dimensiones que las familias de la elite, el sostenimiento de una familia era costoso, y aunque la pulpería dejara para comer no permitía mantener a una familia extensa. Por lo que me inclino a pensar que eran familias más bien pequeñas, donde los integrantes buscaban aprender el oficio del padre para establecer su propia tienda, o bien el dedicarse a la venta ambulante o viandante de mercancías, era otra forma de obtener sus propios ingresos. Había tenderos prósperos, a quienes sus ingresos permitían mantener una vida más holgada y podían asemejarse más a las familias adineradas, sus integrantes eran sus hijos, familiares cercanos y sus empleados o cajeros, a los que mantenía el tendero con las ganancias de sus pulperías, tal parece ser el caso de D. Antonio Maldonado que entre 1784 y 1791 registró seis pulperías de su propiedad en la ciudad de México y algunas compañías comerciales con mercaderes de Michoacán56. Las familias de pulperos eran pobres, aunque podían ser amplias, me inclino a pensar que más bien eran nucleares, pequeñas, integradas por los padres y los hijos. Aunque podían habitar con ellos más parientes no creo que la práctica familiar fuera ampliada, los datos de los padrones
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
de pulperías para 1781 y 1804 dan cifras económicas en las que me baso para suponer lo anterior. En 1781 del total de 221 pulperías sólo 52 (el 24%) tenían un capital invertido de 4 000 pesos, los 169 restantes tenían una inversión de 800 pesos, o sea que 76% de las tiendas tenían un capital de apenas 800 pesos. Por lo que pienso que con un capital tan corto y unas ganancias mínimas, el tendero no podía mantener una familia ampliada por no tener que ofrecerles57.
55
Los pulperos se unieron en una especie de gremio para tener una representación ante el Consulado, ya que éste no los aceptaba como miembros, y ante el Cabildo de la ciudad y así discutir las medidas de organización y pago de impuestos, véase Silva, "op. city, pp. 85-106; Brading, op. cit., p. 78; Kicza, op. cit., pp. 153-172; Kicza, "op. cit:\ pp. 242-243.
56
Maldonado obtuvo sólo de una de sus pulperías una ganancia de 17% anual durante siete años, lo que da 120% de una sola de sus tiendas, esto permite pensar que la familia de este tendero podría asemejarse más a las prácticas de las familias adineradas, pero sólo es un caso. AGN, Consulados, c. 292, exp. 1-5 y 8-9, 1784-1795.
"AHAM, Panaderías y Pulperías, vol. 3 452, leg. 1, exp. 33, 1781. Sólo son algunas especulaciones sobre los integrantes de la familia de los pulperos, la verdad es que es muy difícil conocer a los integrantes, y su número, la búsqueda en el Archivo General de Notarías no ofreció ningún dato sobre este respecto, los notarios consultados no tenían registrados los testamentos de los tenderos y me pregunto si los llegaron a realizar.
282
Ubicación, propiedad y habitación de las pulperías La ubicación de las tiendas en la ciudad, la propiedad del local que ocupaba y el lugar de residencia de las familias de tenderos, son elementos que permitían conocer más sobre su comportamiento. La ubicación de las tiendas en la ciudad respondía a un patrón común en la Nueva España, donde cada grupo económico y social ocupaba un lugar. Las pulperías se encontraban cerca del centro de la ciudad, pero nunca dentro de él, y se distribuían hacía los diferentes barrios. Cada una se ubicó dentro de ciertos límites, lo que permitió tener un espacio de abasto dentro de la ciudad, según el padrón de 1781 las tiendas presentaron un patrón disperso, lo que permitió abarcar un número considerable de posibles consumidores. Parece que se dividieron los espacios para cubrir las necesidades de un número determinado de habitantes (ver mapa I.) Se encontraban a una o dos calles del centro de la ciudad, y se distribuían en forma irregular hacia los extremos, a pesar de la existencia de un reglamento que disponía su ubicación, las tiendas se abrían en las esquinas o a la mitad de las calles. Las pulperías se encontraban distribuidas por todos los barrios, sin presentar aglomeraciones en alguno de ellos, puedo decir que cubrían un espacio amplio y sin duda abastecían a un número determinado de habitantes. La ciudad se dividió en ocho cuarteles para 178358, podemos observar que la cantidad de tiendas
por
cuarteles
era
muy
similar,
de
las
221
pulperías
que
se
registraron
pocas
se
casos donde se encontraron cuatro tiendas dentro de la misma esquina, como en la Plaza del Term i to cuartel segundo, Santa Teresa y Relox cuartel cuarto y tercero, Calle de Plateros cuartel primero, o Salto de Agua en el cuartel octavo. Había tiendas a las orillas de la ciudad, su radio de actividades era muy amplio, condicionado por las necesidades de consumo de los habitantes de la ciudad. Podemos ver a través del mapa que la distribución de espacios dentro de la ciudad de México, por lo menos para los pulperos, no respondía a un patrón establecido, que se podían
S8
EI mapa que utilicé lo realizó el Teniente Coronel de Dragones D. Diego García Conde para el año de 1793, por orden del virrey segundo conde de Revillagigedo, y buscaba ordenar la ciudad de México. El mapa es útil por la utilización de la nomenclatura citadina. la cual no encontré en otros mapas, pienso que de 1781 a 1793, la ciudad no cambió tan radicalmente que me impidiera usar el mapa, utilizo la división por cuarteles para la explicación, pero hago la aclaración de que fue hasta 1793 cuando se creó dicha división. Este plano fue publicado por José Puig Casurano, Atlas General del Distrito Federal, Geográfico, Estadístico y Agrario, México, Talleres Gráficos de la Nación, 1930, tomo 1; p. 29; el original se conserva en el AHAM. Los datos son del AHAM, Panaderías y Pulperías, vol. 3 452, leg. 1, exp. 33, 1781.
283
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
encontraban dentro de la misma calle, el promedio era de dos por cada manzana, salvo algunos
ubicar dentro de los mismos espacios de otras actividades, como el caso de los plateros, cordovaneros, o tlapaleros, sitios al parecer designados para esos oficios. Sí el espacio de la ciudad respondía a un patrón económico preestablecido, ya que ubicó a cada gremio por calles o barrios, para los pulperos parece ser que no se dio tal distribución. Hubo varios reglamentos de pulperías que intentaron ordenar y organizar este tipo de comercio. El primer reglamento que se emitió fue en 1750 promulgado por el virrey primer conde de Revillagigedo, donde se les prohibía abrir nuevas tiendas en la mitad de la calle y se disponían las esquinas para su ubicación, además se les obligó a las tiendas ubicadas en las esquinas a que pusieran un "hachón o luminaria" por su cuenta para iluminar las calles59. Estas mismas ordenanzas fueron publicadas nuevamente en 1758 por el virrey marqués de las Amarillas, con algunas modificaciones, como la prohibición de abrir más tiendas en la ciudad, uniformarlas con toldos verdes, debían asegurar las tablas de las pulperías y se reiteró el énfasis en su ubicación60. Los reglamentos fueron observados por los tenderos y el padrón de tiendas de 1781 cumplió en la mayoría de los casos con la ubicación de las pulperías en las esquinas de las calles, lo que permitía tener un mejor control de los comercios y ofrecer una oferta más amplia a los consumidores. Para 1781 el 95% de las tiendas se ubicaban dentro de las disposiciones del Cabildo de la ciudad, son pocas las que se ubicaban a la mitad de las calles, al parecer por estar
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
abiertas antes de la publicación de los reglamentos, o bien por no cumplir con las disposiciones (ver mapa I)61. La situación se modificó para 1804, la ubicación de las tiendas de la ciudad cambió radicalmente, pasó de una distribución dispersa a una gran concentración, la mayoría de las pulperías se ubicaron alrededor de la plaza del Volador y del portal de las Flores, donde se registraron
casi
40% del total
de
las pulperías
registradas
para ese año,
las restantes
se
distribuyeron por el resto de la ciudad (ver mapa II.) El cambio generado en la ubicación de las tiendas correspondía a intereses económicos y
"Fonseca y Urrutia, op. cit., vol. IV, pp. 336-349. ^"Ordenanzas para el común de los tenderos de pulpería, para que se guarden por los individuos de su número aprobados por el excelentísimo señor Marqués de las Amarillas virrey de la Nueva España", AHAM, Panaderías y Pulperías, vol. 3 452, leg. 1, exp. 1, 1757. 6l
No lo puedo saber, ya que el padrón no indica la fecha de apertura de la tienda como suele suceder con otros padrones.
284
familiares, tal parece que los pulperos buscaron integrarse dentro de un espacio, como gremio, crear unas calles donde se localizaran estos establecimientos, ésta respondió mejor a ciertas características de los propios habitantes de la ciudad, la ubicación de espacios que contenían a los familiares y que concentraron los intereses del grupo. Se realizó al parecer, una distribución de espacios que integró a los miembros de las familias por actividad económica, los pulperos buscaron una identidad citadina a través de esta ubicación, además de crear los
lazos de
parentesco y de solidaridad que los identificara como un gremio más62. La apertura de pulperías no respetaba los reglamentos emitidos desde 1750 hasta 181063 donde se prohibía expresamente la apertura de tiendas en la mitad de las calles y se designaban las esquinas para su ubicación, con un máximo de dos pulperías para cada esquina. Pero ni el Cabildo, ni el Consulado de Comerciantes hizo algo al respecto, las pulperías se abrieron y concentraron en una sola zona de la ciudad, parece ser que fue después de las órdenes del virrey segundo conde de Revillagigedo, que se dispuso el ordenamiento de los diferentes mercados públicos, así como de la organización del comerciante establecido de la ciudad. La
zona
donde
se
localizó
la
concentración
de
pulperías
fue
precisamente
a
los
alrededores de la plaza del Volador, que fue remodelada y organizada bajo el mando de Revillagigedo. Hay que aclarar que el virrey mando ordenar y controlar la apertura de pulperías en la ciudad64.
pertenecía a los comerciantes, salvo los casos de los grandes mayoristas, que sí compraban los inmuebles donde ubicaban sus almacenes, o bien construían accesorias para poner su tienda. Así lo demuestra la mayoría de los inventarios de venta o traspaso de pulperías. La renta del local era un egreso que aparece constantemente en los balances de las tiendas de la ciudad65. La propiedad de las accesorias parece que estaba controlada por otras personas, los pulperos tenían que rentarla para establecer su tienda. Esto demuestra que los tenderos no
62
AGN, Consulado, c. 267, exp. 8, f. 18, 1804; Kinsbruner, op. cit., pp. 23-27; Linda Greenow, "Microgeographic Análisis as an Index to Family Structure and Networks", in Journal of Family History, vol. 10, número 3, 1985, pp. 272-281.
"Para ver la mayoría de los documentos emitidos para el ordenamiento de las pulperías, véase Fonseca y Urrutia, op. cit., pp. 336-359 y Muñoz, op. cit. ^González-Polo, "op. c/7."; y conde de Revillagigedo, Informe sobre las misiones, 1793 e Instrucción reservada al Marqués de Branciforte, 1794, México, Editorial Jus, 1966, p. 204. 65
AGN, Consulado, t. 127, exp. 10 y 16, 1790; t. 234, exp. 7, 1790; c. 287, exp. 2, 1799; c. 292, exp. 1-2, 3-5, 8-9
285
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
La propiedad del inmueble donde se encontraba la tienda, parece ser que pocas veces
contaban con el capital suficiente para comprar o construir su propia accesoria, así se veían obligados a buscar el local que se ajustara a sus necesidades y presupuesto. No todas las casas tenían accesorias, por lo que puedo pensar que la ubicación de las tiendas dentro de la ciudad también estuvo condicionada por este elemento, las tiendas se abrían donde había el lugar para ponerlas y no donde designara el pulpero, o la autoridad correspondiente66. Los contratos de venta de las casas permiten conocer los locales internamente e intentar realizar una descripción de la habitación. Por ejemplo la casa de Margarita Nuñez Centeno, mujer legítima de José Julián Calderón, vendió su casa del barrio de Xococalco, "estaba ubicada en una vecindad detrás de la Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, Alias Salto del Agua". Contaba con "dos accesorias, una de ellas con recamara, patio con tres cuartos, uno con recamara y cocina, .... la casa tenía una extensión de 789 3/4 de varas cuadradas" y el precio de venta fue de 350 pesos67. En 1790 Doña Ana Ma. Gertrudis vecina del pueblo de San Juan Teotihuacán vendió una casa que se encontraba en la plaza de ese pueblo, "se componía de una tienda, trastienda, un pasadizo, una sala alta, otra baja y una covacha todo en manipostería...el precio que fijó fue de 2 500 pesos. O las casas propiedad de D. Pedro Mariano Frías que se componían "de una tienda, trastienda, accesoria, recamara y un zaguán que hace entrada al patio y demás piezas...", la vendió en 500 pesos y se encontraba "en el barrio de Santa Ana entre el Puente Blanco y el que
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
llaman de los Chirivitos"68. Como se puede observar los contratos de venta señalaban específicamente la existencia de locales para tiendas, algunos eran lo primero que mencionaban y casi lo único, como la venta de la casa de Pedro M. Farias, que sólo se limitó a decir de la existencia de más cuartos dentro del patio, lo importante ya lo había descrito. Había niveles de habitación para las tiendas, algunas se componían de varios cuartos donde se encontraba la cocina, otras sólo contaban con el local sin más cuartos.
y 11, 1784-1795; Kicza, op. cit., pp. 118-120. 66
Para ver los contratos de venta de casas y accesorias, o locales, ver Archivo General de Notarías de México, Notarios Juan Manuel de Pozo, Tomás Hidalgo y Antonio Ramírez de Arellano (en adelante AGNM....), los que registran más contratos para la ciudad de México y lugares aledaños.
67
AGNM, Tomas Hidalgo, f. 37^2.
68
AGNM, A. Ramírez de Arellano, 1790, f. 26v.; 1792, f. 99 y 146; A. Ramírez de Arellano, 1790, f. 13; 1791, f. 1; Tomas Hidalgo, 1800, f. 248-251; Juan Manuel Pozo, 1785, f. 141-144, 1786, f. 53.
286
Lo anterior me permite decir que los pulperos regularmente vivían en las tiendas, no sólo las rentaban para realizar sus actividades, aunque no todas contaban con las habitaciones necesarias para la familia. Algunos pudieron haber habitado en lugares contiguos o cercanos, los que vivían dentro de las pulperías era por que rentaban los locales con varios cuartos y cocina, o bien, la pobreza de los tenderos los obligó a habitar dentro de la trastienda y conformarse con un pequeño fogón, caso que pienso era muy común, por la inversión en mercancías que tenían en sus tiendas. La familia vivía en las habitaciones de la tienda, la trastienda u otras habitaciones, ahí se encontraban los utensilios domésticos, contaban con una pieza que se ocupaba como lugar común de reunión, comedor o dormitorio, cuando contaban con cocina se podía cocinar aparte, en caso de no contar con ella, la habitación también funcionaba como cocina69. Había pulperos que contaban con mayores ingresos, o bien mujeres que no se dedicaban al
comercio,
pero
habían
heredado
la tienda de
su
esposo
y
tenían
que
contratar a
un
administrador. En los dos casos el que ocupaba los cuartos que se rentaban con el local era el cajero y su familia, con las mismas condiciones que las de los tenderos pobres. Los gastos de renta y compostura de las accesorias se integraban a los egresos de la tienda, así cuando se vendía el comprador debía cubrir, dentro del precio, el gasto por mejoras y renta del local. Algunas veces los locales los rentaban con algún mobiliario de uso doméstico,
La historia de la familia de los pulperos, como se pudo ver no es nada fácil, la falta de documentación impide conocer, o confirmar, algunas suposiciones que se pueden intuir a través de documentación, pero no se puede concluir en nada.
La familia, el número de sus miembros,
su integración etc., son aspectos con los que sólo se puede especular. Lo mismo nos sucede con la casa y sus utensilios, son datos que no aparecen claramente en los documentos, salvo algunas referencias indirectas, por ejemplo la venta de las casas, donde se registran todos los muebles y las partes en que se compone el inmueble que se pretende vender.
69
Hay una pequeña descripción de las habitaciones de algunos comercios de la ciudad en Joaquín Fernández de Lizardi, La Quijotilla y su prima, México, UNAM. 1980, Obras Completas t. VII, pp. 471, 491, 505, 511 y ss. Pero no encontré una descripción completa, sólo algunas referencias en los inventarios de las tiendas y en las ventas de casas, con lo cual intente un acercamiento a lo que pudo ser la habitación de la familia de los pulperos.
70
AGNM, A. Ramírez de Arellano, 1792, f. 100.
287
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
como comal, fogón, sillas, mesa, entre otras cosas70.
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Distribución del Espacio Urbano en la Ciudad de México en 1790
Diana Birrichaga Gardida
La ciudad de México, centro articulado: de la economía novohispana, ha sido estudiada desde distintas perspectivas como las teorías de desarrollo, el materialismo histórico y el enfoque de las mentalidades. Asimismo, los estudios han abordado distintos temas como la población, la estructura ocupacional, migraciones o familia; quizá la temática menos favorecida ha sido la distribución espacial de la vivienda. La historiografía mexicana ha tratado de manera secundaria el análisis del espacio; o más bien, lo ha reducido al estudio de problemáticas específicas generadas en torno a la salud, el orden y la belleza de la traza urbana. Cabe señalar que en la última década han aparecido algunos trabajos que abordan nuevas líneas de investigación. La historiografía de la ciudad de México referente a la distribución espacial podemos agruparla con tres criterios: las modificaciones a la estructura urbana, las modificaciones sociales y políticas, y el último criterio, considera a la casa como un espacio social.
Modificaciones a la estructura urbana El primer criterio se basa en las modificaciones que ha sufrido la traza (estructura) urbana en el proceso de centralización del poder . El análisis del espacio ha permitido a los investigadores construir un modelo
de
"sistema urbano", que consiste en una línea de ciudades que están
interconectadas por factores externos como la economía o la política. Dentro de este enfoque, el espacio ha servido a los historiadores para crear conceptos explicativos de las ciudades como
análisis de la infraestructura y las relaciones sociales generadas entre los distintos sectores de la población. El camino más socorrido para explicar los procesos de urbanismo y modernización del espacio es el estudio comparativo de los censos o padrones de épocas diferentes. seminario
permanente
de
Historia
Urbana
del
INAH
están
inscritos
en
esta
Los trabajos del corriente.
Las
investigaciones del seminario abordan preferentemente temas de los siglos XVIII y XIX, la razón para este corte temporal no fue arbitraria sino responde a las fuentes documentales localizadas hasta
O Gorman presentó un trabajo pionero sobre la traza de la ciudad de México. Este autor indica que la traza fue la médula de la organización urbana al crear un espacio cerrado con características urbanas y arquitectónicas propias. Edmundo O'Gorman, "Reflexiones sobre la distribución urbana colonial de la Ciudad de México" en Boletín del Archivo General de la Nación, 9:4 (octubre-diciciembre), 1938, pp. 815. "Richard Morse, Las ciudades latinoamericanas. II. Desarrollo histórico, México: Secretaría de Educación Pública (Sepsetentas, 97) 1973; pp. 35 y ss.
291
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
centros de difusión y de control . Las características de la traza urbana se establecen a partir del
el momento . En términos generales, la producción del seminario podemos dividirla en cuatro temáticas:
el
crecimiento,
los
espacios
unitarios,
las
unidades
habitacionales
y
los
análisis
cartográficos. La primera temática es el crecimiento o expansión de la ciudad a partir de factores externos como la población o la naturaleza. Lombardo centra su análisis en la influencia que tuvo el medio físico en el ritmo de crecimiento de la ciudad. Para esta autora el espacio urbano es el resultado del juego dialéctico entre población y el medio físico. En los trabajos de María Dolores Morales, Carmen Morales, Erica Berra encontramos que perciben dos estructuras espaciales en la ciudad: la traza colonial y la periferia (municipios, haciendas y pueblos aledaños). Por su parte, López Monjardín aborda la transformación espacial de la ciudad considerando como variable la organización de las unidades productivas. El hilo conductor de estos trabajos son los diversos obstáculos que incidían en el desarrollo de las actividades productivas de la ciudad de México. Para estos autores las principales trabas para el proyecto de reestructurar el espacio eran la concentración de la propiedad, las características arquitectónicas de calles y edificios, la segregación espacial, 4 entre otros . La segunda temática es el análisis de los espacios unitarios. Los trabajos sobre la Alcaicería y la Real Fábrica de Tabacos son claros ejemplos de esta línea de investigación. En ellos se trata de correlacionar otros procesos como la composición social, la estructura ocupacional y la densidad de población5. Un tercer tema son los estudios de las unidades de vivienda, cuyas tipologías permitirán
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
establecer las características de estas unidades habitacionales. Los trabajos que destacan en esta temática son "Las vecindades en
1811: tipología" y "Estudio comparativo del alquiler en tres
Los censos trabajados por el Seminario son los correspondientes a los años de 1753, 1790, 1811, 1848 y 1882. Sobre los avances de sus investigaciones véase Carlos Aguirre,
'Los censos y la historia de la ciudad de México" en
Cuicuilco, 4: 10-11 (mayo - diciembre 1997), pp. 201-216. 4 Sonia Lombardo de Ruiz, "Influencia del medio físico en el crecimiento de la ciudad de México hasta el siglo XIX", en Investigaciones sobre la historia de la Ciudad de México (I), México: INAH (Cuadernos de Trabajo del Departamento de Investigaciones Históricas), 1974, pp. 50-70 y Atlas histórico de la ciudad de México, México: Smurfit Cartón y Papel, INAH 1996; Carmen Morales, "Propiedad urbana de las corporaciones religiosas" en Investigaciones sobre la historia de la Ciudad de México (I), México: INAH (Cuadernos de Trabajo del Departamento de Investigaciones Históricas), 1974, pp. 121-149; Adriana López Monjardín, "El espacio en la producción: ciudad de México, 1850" en Moreno Toscano, Alejandra (coord.) Ciudad de México: ensayo de construcción de una historia, México: INAH, 1978, María Dolores Morales y María Gayón, "Vivienda, casas y usos del suelo en la ciudad de México, 1842-1882" en Rosalva Loreto López (coord.) Casas, viviendas y hogares en la historia de México, México: El Colegio de México, 2001, pp. 339-377. Jorge González Angulo, "La Alcaicería, un ejemplo de remodelación urbana y sustitución de la población" en Investigaciones sobre la historia de la ciudad de México (II), México, INAH, (Cuaderno de Trabajo 22), 1976, pp. 104-121; Sonia Lombardo de Ruiz, "La Real Fábrica de Tabacos, un ejemplo de construcción arquitectónica" en Investigaciones sobre la historia de la Ciudad de México (II), México: Departamento de Investigaciones Históricas), 1976, pp. 36-57.
292
INAH (Cuadernos de Trabajo del
unidades de vivienda en la ciudad de México 1833". Aunque sus autores estudian a las vecindades como estructuras habitacionales sus planteamientos más bien, están encaminados a definir la estructura social y económica de la población . Parte de esta corriente es el análisis cartográfico, el cual pondera que los medios gráficos son fundamentales para
las distintas transformaciones del
espacio urbano y para la identificación de las unidades sociales.
Modificaciones sociales y políticas. El segundo criterio estudia a la transformación del espacio urbano de la ciudad de México a partir de factores sociales o políticos. Algunos historiadores que siguen este criterio han centrado su interés en los nuevos lincamientos urbanísticos de finales del siglo XVIII. Con este enfoque se ve a la ciudad como un espacio desordenado que debe ser reconstruido con las modificaciones impuestas por médicos, higienistas y políticos. Asimismo se intenta mostrar que la construcción de una nueva infraestructura urbana responde a los cambios sociales del siglo XVIII. Marcela Dávalos plantea que ciertos personajes de la Ilustración como Revillagigedo o Castera trataron de llevar a cabo modernas prácticas encaminadas a la transformación de la ciudad. Para esta autora durante la Colonia la ciudad conservó sus costumbres, hábitos respecto a la basura, los excrementos, el agua y el alumbrado, pero las reformas propuestas por Revillagigedo eran indicadores de la transformación de los hábitos cotidianos de los ciudadanos. Por su parte, Hernández Franyutti considera que el afán
reestructurar la ciudad . En suma, señala la autora que los criterios de los urbanistas del siglo XIX planteaban dos modelos: la ciudad colonial y la ciudad moderna. Este enfoque trata de describir el proceso de transformación de la ciudad colonial (desordenada e insalubre) a una ciudad moderna y circulacionista .
^Rodríguez Piña, "Las vecindades en 1811: tipología" Investigaciones sobre la historia de la Ciudad de México (II), México: INAH (Cuadernos de Trabajo del Departamento de Investigaciones Históricas), 1976, pp. 68-96; Aida Castilleja González, "Estudio comparativo del alquiler en tres unidades de vivienda en la ciudad de México, 1833" en Investigaciones sobre la historia de la ciudad de México (II), México, INAH, (Cuaderno de Trabajo 22), 1976, pp. 104-121. Véase en particular, Sonia Lombardo, Atlas histórico de la ciudad...op. cit. Los principales proyectos fueron los de Baltasar Ladrón de Guevara (1788), Ignacio Castoreña (1794), Simón Tadeo Ortiz de Ayala (1822 y 1832) y Adolfo Theodore (1836). En estos proyectos se destaca la necesidad de embellecer y reformar los espacios y servicios urbanos. Regina Hernández, "Ideología, proyectos y urbanización en la ciudad de México, 1760-1850", en La ciudad de México en la primera mitad del siglo XIX. I: economía y estructura urbana, México: Instituto Mora, 1998, pp. 130 y ss. Marcela Dávalos, De basuras, inmundicias y movimiento o de cómo se limpiaba la ciudad de México a finales del siglo XVIII. México: Cienfuegos, 1989.
293
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
reformador de la época, permitió al Ayuntamiento de México recibir proyectos encaminados a
La vivienda como espacio social El último criterio bibliográfico deriva de los estudios históricos de la familia. La casa es 9 considerada la unidad de análisis de los distintos grupos domésticos . Este enfoque tiene dos ópticas: los estudios de vida privada y los estudios estadísticos. Para los objetivos del ensayo trataremos la última vía de análisis. Una obra que va en este sentido, es la obra de Juan Javier Pescador De bautizados a fieles difuntos. En el capítulo IV "las estructuras sociales: hogar, familia, matrimonio y parentesco" se estudia el tamaño y estructura de las familias de la parroquia de Santa Catarina. Para este autor "el espacio es pues una variable interactuante que debe ser incorporada por quienes aspiren a dar cuenta de la vida cotidiana de otras épocas"
. En el estudio se combinan el
punto de vista urbano (la estructura de las viviendas) con factores como la organización del trabajo al interior de la casa. Este enfoque no rechaza los otros criterios, pero los complementa con el análisis de los espacios vitales de los grupos domésticos
.
Los trabajos inscritos en los criterios anteriores muestran distintas líneas de investigación generan a su vez, nuevas interrogantes en torno al análisis del espacio urbano. A partir de estas visiones históricas vale la pena preguntar: ¿qué era la casa a finales del siglo XVIII? ¿Cuáles son los espacios que podemos identificar en la ciudad de México? y por último, ¿hasta dónde los censos nos dan elementos para definir el espacio urbano? Para contestar estas preguntas contamos con una riquísima fuente documental: el censo de la ciudad de México de 1790, en particular el padrón de
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
los cuarteles menores uno y veintitrés, que nos muestran los espacios habitacionales de dos áreas de la ciudad. El censo de 1790 contiene información para reconstruir las características de la población y de 12 la estructura física de la ciudad
. El censador registró el nombre de las personas, sexo, estatus.
9 Los estudios estadísticos de Peter Laslett y The Cambrige Group for the History of Population and Social Structure, basados en las listas de habitantes de las parroquias inglesas, analizan la estructura de los agregados domésticos. Mediante este análisis se intenta definir los distintos sistemas familiares. '°Juan Javier Pescador, De bautizados a fieles difuntos. Población, familia y mentalidades en una parroquia urbana, Santa Catarina de México, 1568 - 1820. México: El Colegio de México, 1992, p. 191. Francisco García González retoma estos elementos para explicar las características materiales de la casa como centro en el que transcurre la vida familiar en Zacatecas. El autor también utiliza las variables de empleo del jefe de familia para determinar el tamaño de las familias. Francisco García, "Los muros de la vida privada y la familia: casa y tamaño familiar
en Zacatecas. Primeras décadas del siglo XIX" en Estudios Demográficos y Urbanos, 7:1
(enero-abril), 1992, pp. 35-52. Otro trabajo en este sentido es el de Linda Arnold sobre la estratificación de un barrio de la ciudad de México. Linda Arnold, "Sobre la deducción de evidencia: estratificación en un barrio de la ciudad de México, 1777-1793" en Estudios de Historia Novohispana, vol. 15 (1995), pp. 87-109. ' Miño
Grijalva,
"El
censo
(abril-junio), 1992, pp. 665-670.
294
de
la
ciudad de
México
de
1790",
en Historia Mexicana,
XLI:
4
(164)
calidades,
origen,
edad,
ocupación
y
el
estado
civil.
Asimismo
asentó
detalladamente
las
características de las unidades habitacionales donde residían los habitantes de la ciudad de México. A partir de estos datos intentamos la reconstrucción de la casa novohispana, aunque por la manera de registrar los datos existen algunas dificultades. En primer lugar la unidad de observación del censo fue el individuo no la casa. Para resolver este problema observamos que el censador registró su itinerario señalando el nombre de la acera o alguna referencia y el número o nombre de la casa. Las familias o individuos fueron ubicados dentro de una unidad residencial denominada por el encuestador casa, vivienda, accesoria, cuarto, jacal, corral, covacha o finca. Un dato importante para nuestro estudio fue que en el censo se indicaron las viviendas vacías. Un segundo escollo fue establecer los criterios de análisis, el empadronador señalaba la presencia de "cuarto bajo ", "cuarto alto",
"cuarto solo", se decidió establecer únicamente el concepto de cuarto. De igual forma se
procedió a definir sólo un concepto de vivienda y accesoria. Un tercer y último, problema fue definir cómo identificar la casa. La manera de hacerlo fue utilizar el número exterior o nombre del edificio para una delimitación más precisa del espacio urbano. La división de este espacio estaba bien delimitada pues en el censo se indicaba "una casa de vecindad" o "casa que nombran de las Maravillas contigua a la capilla del santo Eccehomo, número nuevo 43 "
. Esta información fue
registrada en el censo y codificada en una base de datos con las variables de manzana, calle, número del edificio, tipo de vivienda y giro. Estos datos fueron cruzados con el número de individuos 14 .
La base fue hecha de dos cuarteles menores de la ciudad: el uno y el veintitrés. A partir del análisis de estos cuarteles presentamos los primeros resultados sobre la estructura física de las calles, manzanas y, en particular, de las casas que existían hacia 1790. Nuestra propuesta de trabajo es abordar a la vivienda como eje de análisis del proceso urbano a fin de avanzar en la construcción de una explicación general sobre los distintos tipos de unidades habitacionales y comerciales en la ciudad. Es decir, a partir de los datos que los encuestadores señalaron del censo de 1790 podemos establecer
categorías
para
definir
a
las
unidades
habitacionales,
así
como
los
patrones
de
'"A diferencia del censo de 1753, el concepto espacial de "casa" esta perfectamente definido, pues se indican claramente los límites físicos de los edificios. Sobre el análisis del espacio urbano de la ciudad de México en 1753, véase a Guadalupe de la Torre Villalpando, "Reflexiones sobre el concepto del espacio urbano de la ciudad de México en el padrón de 1753" en Sonia Pérez Toledo, et al. Las ciudades y sus estructuras. Población, espacio y cultura en México, siglos XVIII y XIX, México: Universidad Autónoma de Tlaxcala, UAM-Iztapalapa, 1999, pp. 125-136. Véanse anexos.
295
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
residentes en cada unidad de vivienda
de una explicación general sobre los distintos tipos de unidades habitacionales y comerciales en la ciudad. Es decir, a partir de los datos que los encuestadores señalaron del censo de 1790 podemos establecer
categorías
para
definir
a
las
unidades
habitacionales,
así
como
los
patrones
de
asentamiento de la población urbana, en los cuarteles uno y veintitrés. El primero, ubicado en el centro de la ciudad y el segundo de carácter periférico.
Los espacios públicos de la ciudad de México En 1777 Juan de Viera al describir la parte central de la ciudad de México, donde se ubicaba el primer cuartel, señalaba que las calles eran tan derechas que en una y otra parte se descubrían los horizontes; haciendo cuadratura en forma de cruz'5. Este paisaje urbano estaba conformado en la parte céntrica de la ciudad por bloques de edificios (manzanas) que conformaban las calles. La manzana resultaba el elemento básico para organizar el espacio central de la ciudad. Sin embargo, en la periferia, como el cuartel veintitrés, la situación era distinta, el concepto de manzana no existió, más bien eran casas agrupadas alrededor de los edificios religiosos y comerciales de la zona. El censador intentó darle una nomenclatura y numeración al cuartel, pero no logró establecer un orden para este sector de la ciudad. Veamos por separado cada uno de los elementos de este paisaje. En la descripción del paisaje urbano debemos preguntarnos cómo podemos identificar las calles en la ciudad de México. El Diccionario de autoridades indica que la calle era el espacio que
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
quedaba entre las dos aceras que formaban las casas'6. En este sentido, las calles eran los espacios públicos que permitían delimitar la extensión de los espacios habitacionales o destinados a la producción. En el cuartel uno fueron registradas 17 manzanas, las cuales estaban formadas por 63 aceras que formaban un damero perfecto. En cambio el cuartel veintitrés estaba formado por calles irregulares donde las casas se asentaban sin un plan urbanístico como en los cuarteles centrales. (Véase croquis 1 y 2). Las calles de este cuartel no habían sido labradas "con la misma dirección simetría que las primeras obras, sino torciendo o angostando calles"
'5Juan de Viera,
"Breve compendiosa narración de la ciudad de México, corte y cabeza de toda la América
septentrional" en La ciudad de México en el siglo XVIII (1690-1780). Tres crónicas, México, CNCA, 1990, p. 193. 16
Diccionario de Autoridades, Madrid: Credos, 1964, p. 85. El cuartel uno fue trazado después de la Conquista por lo que siguió el patrón urbanístico establecido en las principales ciudades novohispanas de un damero perfecto. Un cronista señalaba que "sus calles se arreglaron con una rectitud, anchura e igualdad que pueden competir con las más hermosas del mundo". "Discurso sobre la policía de México, 1788. Reflexiones y apuntes sobre varios objetos que interesan a la salud pública y la policía particular de esta ciudad de México, si se adaptasen las providencias o remedios correspondientes" en Sonia Lombardo de Ruiz, Antología de textos sobre la ciudad de México en el periodo de la Ilustación (1788-1792), México: INAH, 1982, p. 40.
296
En el cuartel uno el empadronador estableció dos categorías para identificar a las calles: el nombre y la referencia de algún edificio o comercio. A manera de ejemplo encontramos que las calles con un nombre específico de algún personaje o característica arquitectónica: calle de Vergara, Empedradillo, Medina, Pila Seca, entre otras. Otras llevaban los nombres de edificios públicos: calle de San Francisco, calle de Santa Clara (por los conventos con esta advocación). Las distintas secciones
de
una
misma
calle
podían
tener nombres
diferentes.
Los
nombres
respondían
a
particularidades de la sección, como la calle de San Francisco, que en uno de sus tramos se llamó de los Plateros. Viera describe la razón de este nombre:
'También inmediatamente a la Santa iglesia [Catedral] esta la calle que llaman de San Francisco, al salir del Portal de los Mercades, que coge dos cuadras rectas hasta la casa de la Profesa, que por una acera y otra cogen las tiendas de platería siendo cada una un obrador donde trabajan imponderable número de oficiales, siendo cada puerta un abreviado vergel para todos los que trafican pues a más de los aparadores de plata labrada ya fuentes, los platones,
ya
flamenquillos,
saleros,
soperas,
cuchillos,
cubiertos,
picheles,
aguamaniles,
candeleros, etc. hay colgados en la hoja de la puerta aparadores pequeños, unos de ébano y marfil, otros de carey
y concha, otros de maderas exquisitas con sus cristales, que encierran
temos de diamantes, esmeraldas, rubíes, topacios y zafiros, pedrería, perlas y otro infinito
prudentes, como que no se espantan de ver tanta riqueza, pues dudo que haya otro lugar en la 18 Europa donde se vea más plata labrada en vasijas ni más oro conservado en alhajas1'
.
La siguiente categoría de identificación de calles fue la referencia a estructuras urbanas como conventos, puentes, tiendas o acequias. Así el empadronador asentó para identificar una calle: "esquina del convento de Santo Domingo al Puente [de A mayaJ, Puerta Falsa" o "comienza desde la esquina de la Alcaicería frente a la Puerta Falsa de la Profesa". Otra característica notable en la descripción de las calles, es que podemos establecer el rumbo que siguió el empadronador al momento de levantar el censo. Así en la manzana uno señalaba el derrotero recorrido: "desde la esquina de la calle del Empedradillo, mira al oriente, tienda de Pastor, siguiendo el rumbo del Norte, a entrar a la Alcaiceria sobre, la izquierdadespués continuó por la "Alcaicería sobre la
'SJuan de Viera, "Breve compendiosa narración de la ciudad..." op. cit, 1990, p. 256.
297
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
número de preciosidades: que hacen reflejar a los más disimulados que quieren acreditarse de
izquierda que mira al Norte", "sigue la Alcaiceria, vuelta sobre la izquierda que mira al Poniente" y por último ,"calle de San Francisco, frente de los Plateros que mira al Sur". Para el resto del cuartel también es posible identificar el derrotero que siguió el censador sobre las aceras de las manzanas (véase anexo 1.) A finales del siglo XVIII el espacio central de la ciudad estaba definido en bloques de casas". En el cuadro 1 observamos como se formaban el bloque de casas (edificios) que formaban a las manzanas del cuartel uno. Destaca la presencia de la Alcaiceria, formada por las primeras seis manzanas, espacio que concentraba casi la tercera parte de las casas de este cuartel. Más adelante, haremos el análisis de este sitio, por ahora sólo planteamos que la distribución de las casas en los 20 bloques era resultado de las constantes modificaciones hechas al espacio de la ciudad
DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL
.
CUADRO 1
DE EDIFICIOS POR MANZANA CUARTEL I NUMERO DE MANZANA
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
TOTAL
EDIFICIOS"
%
415
100.0
1
22
5.3
2
23
5.5
3
25
6.0
4
25
6.0
5
12
2.9
6
10
2.4
7
46
11.1
8
33
8.0
9
28
6.7
10
16
3.9
1 I
23
5.5
12
19
4.6
13
26
6.3
14
31
7.5
15
39
9.4
16
24
5.8
17
13
3.1
a
Sólo se consideran los edificios con número exterior (Anexo I) Para el total de casas véase el cuadro 10.
19 En el censo de 1753 no se aplicó el itinerario circular más bien la calle fue el elemento de descripción del espacio, aunque no se distinguían los límites de las aceras. Guadalupe de la Torre Villalpando "Reflexiones sobre el concepto del espacio..." op. cit., pp. 133-134; Hacia 1777 tampoco era común registrar las manzanas, seguía prefiriéndose el censo por calles. Así los empadronadores del censo de la parroquia del Sagrario no mencionaron "que se dio vuelta a la derecha, a la izquierda, al costado o a la espalda de tal o cual convento o tienda". Pilar Gonzalbo "Familias y viviendas en la capital del virreinato" en Rosalva Loreto (coord.) Casas, viviendas y hogares 1Qen la historia de México, México: El Colegio de México, 2001. p. 78. Los propietarios de casas frecuentemente contrataban a maestros en arquitectura para reconstruir las viviendas. Por ejemplo, en 1672 el mayordomo del convento de Regina Coeli ordenó destruir una vieja construcción y fabricar otro edificio en donde se contemplara "ampliar el zaguán, formar una casita de alquiler y conservar tres corredores bajos y dos altos". Sobre la reconstrucción de casas véase Martha Fernández, Arquitectura y gobierno virreinal. Los maestros mayores de la ciudad de México, siglos XVH, México, UNAM. 1985, p. 137.
298
Otro punto de referencia que utilizó el empadronador fue la numeración de los edificios 21 localizados en las manzanas
. En el cuartel uno encontramos un orden, más o menos, secuencia! en
la numeración. La calle de Plateros, que más adelante se nombraba de San Francisco, tenía en su acera derecha la secuencia del 76 al 96. La calle del Empedradillo, que después cambiaba a Santo Domingo, los números iban de 247 al 213. Esta disposición de las manzanas y números en las casas 22 nos remite al ideal de la ciudad ordenada de los ilustrados de la época
. Cabe señalar que cada acera
que formaba una calle tenía números distintos. Es decir, existían dos numeraciones en una calle. Ejemplo en la calle de Donceles en la acera izquierda iba del número 18 al 33 y en la derecha del 114 al 126 (véase croquis 3 y anexo 2.) En la parte externa de los edificios eran colocados letreros con el número o negocio localizado en ellos. En un informe de 1788 se indicaba que era necesario:
De una exacta numeración de manzanas y de casas con total semejanza, según se dispuso en Madrid
sobre
azulejos,
con
rótulos
y
números
grandes
y
perceptiblemente
colocados
simétricamente y no como se es en esta capital con vidríales y extravagancias, ya altos, ya bajos, ya chicos y ya mayores o tuertos y de diversos colores o absolutamente ininteligibles y 21 llenos de impropiedades en lo escrito
.
las casas se agrupaban de manera irregular. Así el empadronador indicaba casas "en la arrinconada que está al costado de la iglesia de San Diego, acera que mira al sur", o vivienda "contigua a la capilla del santo Eccehomo".
Las pocas calles que se pueden identificar están ligadas a los
conventos o plazas de las iglesias. A diferencia del cuartel uno, no existían nombres precisos para todas las calles.
Así que el censador recurrió a la referencia de alguna casa u obra pública.
Encontramos registradas las casas "dentro del callejón frente de la pulquería de la Nana "o en la "esquina de la pila de Soto". Respecto al número de los edificios sólo en algunas casas se señalaba, pero para identificarlas se
les asentó con el
nombre que las distinguía en la población.
Así
encontramos "la casa de las Maravillas " con el número nuevo 43. Es claro que se intentaba dar un
*'Consideramos al edificio como el inmueble que agrupaba a un bloque de viviendas. El censo de 1790 distingue cada edificio con un número en particular. ^ Véase Regina Hernández, "Ideología, proyectos..." op. cit. "3En los negocios se colocaban rotulones o letreros. "Discurso sobre la policía... "op. cit., p. 40.
299
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
En el cuartel veintitrés no es posible identificar manzanas ni una numeración secuencial, pues
orden a las casas de este cuartel, por consiguiente, era más sencillo nombrar a las casas con un 24 nombre, lo más probable el utilizado por el vecindario En
ambos
cuarteles
las
calles eran espacios
. públicos
que
estaban
identificados por
la
población. Juan Pedro Viqueira señala que las calles no sólo servían para la circulación de los 25 habitantes de la ciudad, además, se infiltraban en otros espacios sociales
. En el ámbito laboral las
calles eran centro de trabajo. Un reporte señalaba que "los artesanos especialmente de la clase de carpinteros, pintores, guarniceros y otros, se han formado la costumbre de salir a las mismas calles, ya a aserrar o desbaratar maderas, ya a hervir cola, ya a partir los cueros y ya a varias labores o ejercicios según el de cada uno, embarazando el tránsito y causando olores fétidos o al menos incómodos"
. Para los habitantes las calles eran extensiones de sus centros de trabajo.
Las calles también servían para que los habitantes tuvieran acceso al servicio de agua. El sistema hidráulico de la ciudad estaba formado por dos conductos o arquerías que distribuían este recurso a las 61 fuentes públicas y las innumerables fuentes que estaban en las casas, hospitales y conventos. La primera arquería venía de las albercas del real alcázar de Chapultepec y remataba en la caja de Salto del Agua. La segunda transportaba agua desde el pueblo de Santa Fe hasta el puente 27 de la Maríscala
. Las arquerías a su vez, abastecían agua a diversas cañerías que recorrían las calles
de la ciudad. El cuartel uno era abastecido por las cañerías de San Lorenzo y San Andrés. En tanto el cuartel veintitrés por la cañería dé San Cosme y la atarjea baja. El agua era repartida en las casas
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
que contaban con merced. Estas mercedes de agua no sólo eran para el uso doméstico sino para instalar baños y lavaderos públicos. El censo no indica qué edificios de la ciudad prestaban estos servicios. Empero, por otra fuente sabemos que en el cuartel uno habían diez mercedes de agua: en las calles de la Misericordia y la Canoa existían baños, en la calle de San Lorenzo un lavadero, los conventos de Santa Clara y Santo Domingo tenían fuentes, una fuente pública en la plaza del Factor
En el censo encontramos registrados 58 edificios con número, de los cuales 9 también se les identificaba con un nombre. Las casas que contaban únicamente con nombre eran 17.
En cambio, 16 no cuentan con número o
nombre. Juan Pedro Viqueira Albán, ¿Relajados o reprimidos ? Diversiones públicas y vida social en la ciudad de México durante el siglo de las Luces, México, Fondo de Cultura Económica, 1987, p. 133. "Discurso sobre la policía..."op. cit., p. 46. 27 El agua de Chapultepec era conocida con el nombre de agua gorda y el agua procedente de Santa Fe y el Desierto de los Leones se nombraba agua delgada. Alain Musset, El agua en el valle de México, siglos XVI-XVIII, México: El Pórtico de la Ciudad de México, 1992, pp. 78 y ss; Ulises Talavera, "El abasto de agua de la ciudad de México y los padrones como fuente para la historia urbana (1821-1880)" en Carmen Blázquez Domínguez et al. Población y estructura
urbana
en
México,
UAM-Iztapalapa, 1996, p. 361.
300
siglos
XVIII y
XIX,
México:
Instituto
Mora,
Universidad
Veracruzana,
y cuatro mercedes particulares. Por su parte, en el cuartel veintitrés había cinco mercedes de agua; la primera destinada al abasto del convento de San Juan de Dios, dos servían para el funcionamiento de dos baños públicos, una fuente pública "que nombran pila de Soto" y dos mercedes para uso privado
.
En términos generales, el análisis de la variable calle dentro del censo de Revillagigedo apunta a conformar un aspecto del paisaje urbano pues es posible identificar la traza de damero con calles alineadas y con una numeración ordenada de edificios, pero también nos permite localizar los sitios de la ciudad donde las casas se agrupaban de forma irregular dando nacimiento a calles sin ningún plan urbanístico y donde no existía una exacta numeración. Sin embargo, las calles de ambos cuarteles servían como extensiones de los centros de trabajo, además, que por ellas cruzaban los distintos sistemas hidráulicos que permitían el abasto de agua a la población.
La casa en la ciudad de México En el censo encontramos que el espacio físico para vincular a los individuos es la casa, que se agrupaba en distintos tipos de edificios que eran: la casa unifamiliar, la casa multifamiliar, la casa de entresuelos y la casa de vecindad. Dentro del análisis de la casa consideramos dos vertientes: la casa llena y la casa vacía. Algunos estudios sólo toman en cuenta la casa llena, pues se consideran 29 . En este sentido, la casa vacía no incide
en los resultados de las investigaciones sobre el espacio en la ciudad de México
. En la propuesta
que utilizamos el concepto de casa llena es complementado con el de la casa vacía. Este tipo de casa, aunque no este habitada, también representa un factor explicativo de las estructuras urbanas. Estos espacios estaban destinados a algún obraje, taller o bodega e incluso nos permite saber cual era la oferta de vivienda.
La casa era el marco de la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad. Así, la casa como espacio vital, tuvo diferentes funciones para sus moradores: habitacional, comercial o artesanal. Ahora bien, para analizar la casa colonial primero debemos definir algunos conceptos. En 1726 la
28 Archivo Histórico del Distrito Federal, Ramo de Aguas - Cañerías, vol. 21, exp. 153- fs. 3-21. 29 Peter Laslett señala que el análisis del espacio urbano debe considerar, en primer lugar,
el concepto de casa llena.
Para este autor la casa llena significa "todas aquellas personas que habitan el mismo espacio o terreno". Peter Laslett, "La historia de la familia", en Pilar Gonzalbo (comp.) Historia de ¡a familia, México: Universidad Autónoma Metropolitana, 1993, p. 62. 30 Véase Adriana López Monjardín, "El espacio en la producción..." op. cit.
301
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
únicamente los espacios ocupados por grupos domésticos
casa era definida como el "edificio para habitar en él [y] estar defendidos de las inclemencias del tiempo,
que
constaba
de
paredes,
techos
y
tejados,
apartamientos para la comodidad de los moradores"
y
tiene
sus
divisiones,
salas
y
buscar
.
A partir de este concepto arquitectónico podemos establecer algunas de las características históricas de la casa novohispana. Primero el concepto de casa implica que es un espacio con divisiones. En el censo de Revillagigedo el empadronador hizo una lista de las unidades o viviendas que conformaban las casas. La vivienda se entiende por el cuarto de habitación de una familia; principalmente, era de uso habitacional, es decir "el lugar o casa donde se mora o vive" embargo, algunas estaban destinadas a usos comerciales o de servicios.
. Sin
En este marco es correcto
entender por casa la agrupación de viviendas, puesto que gran parte de los edificios coloniales contenían varias viviendas. El censo establece para el cuartel uno la existencia de 2 413 unidades habitables que podemos clasificar en unidades residenciales, comerciales y de servicio (véase cuadro 2) del total
1
973
viviendas (81.8%), estaban ocupadas al menos por un residente y 440 unidades estaban vacías (18.2%), es decir, no fue registrado ningún habitante. El mayor número de estas viviendas ocupadas se destinaba al uso habitacional, aunque 305 familias utilizaban sus residencias como centros de trabajo.
Sobre
las
viviendas
vacías
encontramos
que
137
viviendas
estaban
destinadas
exclusivamente para alguna actividad comercial, industrial o de servicio. Así que podemos deducir que las viviendas disponibles eran 303 unidades que significa el 12.5% de las viviendas de este
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
cuartel. Este cuartel se caracterizaba por concentrar la actividad comercial y de servicios de la ciudad. El 18.3 % de las viviendas servían para actividades productivas. En contraste, en el cuartel 23 sólo el 5.1% de la vivienda albergaba algún giro. De manera tentativa, es claro que los cuarteles centrales aglutinaban los espacios dedicados a las actividades comerciales y de servicios.
PORCENTAJE DE VIVIENDAS SEGÚN USO Y OCUPACIÓN
CUADRO 2
CUARTEL 1 USO DE LA
VIVIENDAS
%
OCUPADAS
%
VACÍAS
%
TOTAL
2 414
100.0
1 974
100.0
440
100.0
Habitacional
1917
79.4
1630
82.6
287
65.2
442
18.3
305
15.4
137
31.1
55
2.3
39
2.0
16
3.6
VIVIENDA
Giros Indeterminado
Diccionario de Autoridades...op. cit., p. 206. Para algunos autores la casa "era considerada la edificación ocupada por una sola unidad doméstica". En Este sentido, la casa era un tipo de vivienda. Al respecto veáse Guadalupe de la Torre, "La vivienda en una zona suroeste de la plaza mayor de la ciudad de México (1753-1811) en Rosalva Loreto López (coord.) Casas, viviendas y hogares en la historia de México, México: El Colegio de México. 2001. p. 117
En el
presente trabajo, la casa es una categoría que define la agrupación de viviendas, asi que utilizamos los conceptos de casa unifamiliar, casa multifamiliar la casa de entresuelos y la casa de vecindad. Diccionario de Autoridades...op. cit., p. 105.
302
Los datos para ambos cuarteles permiten establecer tendencias en la distribución espacial. En el cuartel
1
se destinaba el 79.4% de la vivienda para el uso habitacional. En el cuartel 23 la
incidencia es mayor, pues la cifra se eleva al 91.3%. Con estos datos podemos inferir, a manera de hipótesis, que los cuarteles centrales contaban con una distribución más heterogénea del suelo; hecho
relacionado directamente con
menudo
la existencia de
los talleres y
los
locales del
comercio
. VIVIENDAS SEGÚN USO
CUADRO 3
CUARTEL 23 USO DELA
VIVIENDAS
%
VIVIENDA TOTAL
848
100.0
Habitacional
774
91.3
Giros
43
5.1
Indeterminado
31
3.6
En el cuartel 1 el promedio de habitantes por vivienda era de 4.5, que resulta menor a las 5.1 34 personas registradas en 1753
. Una posible explicación es que físicamente algunos edificios se
redujeron con las reformas urbanísticas emprendidas por las autoridades coloniales \ El cuartel uno era un espacio con las mejores condiciones urbanísticas de la época, como tener sus calles empedradas y con un desagüe para las aguas pluviales 6. Ahora bien podría pensarse que la población de menores recursos se trasladó a otros sitios de Al confrontar los datos con un cuartel periférico de la ciudad encontramos, que las 2 413
viviendas del cuartel 1 estaban distribuidas en 415 edificios, 72 accesorias independientes y 46 cuartos solos. Por su parte, en el cuartel veintitrés fueron contabilizados 98 edificios que agrupaban a 848 viviendas. La vivienda ocupada era de 82.5% y el espacio disponible era de 148 viviendas desocupadas (17.5%). La ocupación promedio era de 3.3 habitantes por vivienda. Es decir, no se
Véase el trabajo de Miño en este mismo volumen, además Jorge González, Artesanos y ciudad ...op. cit., 1983. 34 Irene Vázquez Valle, Los habitantes de la ciudad de México vistos a través del censo del año de ¡753, México: Centro de Estudios Históricos, El Colegio de México, 1975, p. 59. Otra posible explicación del menor promedio de habitantes por casas en 1790 fue el subregistro de población, "debido a que el interés fundamental de las autoridades no eran los vecinos sino sus obligaciones fiscales y el conocimiento económico de la ciudad". Guadalupe de la Torre V. (et al)., "La vivienda...", op. cit., p. 123. Sonia Lombardo de Ruíz, "Ideas y proyectos urbanísticos de la ciudad de México, 1788-1850" en Alejandra Moreno Toscano (ed.) Ciudad de México: ensayo de construcción de una historia, México: SEP-INAH, 1978, pp. 169-188. &
Las calles estaban empedradas con el método de formar en medio de ellas un conducto para desalojar las aguas de lluvia. Véase "Discurso..." op. cit., p. 42.
303
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
la ciudad.
registra mayor ocupación que en el cuartel uno sino al contrario es menor el número de habitantes por vivienda.
PROMEDIO DE HABITANTES POR VIVIENDA
CUADRO 4
CUARTELES 1 Y 23 CUARTEL
TOTAL
1
23
Población total
8 920
2 289
11 209
Total de viviendas
2 413
848
3 261
Viviendas ocupadas
I 973
700
2 673
4.5
3.3
4.2
Promedio de habitantes
Los datos anteriores contravienen las afirmaciones de que existía una aguda escasez de vivienda en la ciudad de México a finales del periodo colonial. Pero si no existía una alta demanda de vivienda, debemos preguntar ¿cuál era el patrón de asentamiento de la población?, a manera de ejercicio elegimos dos calles del cuartel
1
para definir cómo se distribuía la población en las
unidades habitacionales. En la calle 1, perteneciente a la Alcaicería, existían seis casas (identificadas por el número exterior) que estaban integradas por 24 unidades; trece de estos espacios estaban destinados al uso habitacional, el rango de residentes iba de 1 hasta 17 habitantes. La segunda calle tenía registradas 5 casas formadas por 15 espacios de residencia, sólo seis eran para uso habitacional, el número de
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
residentes iba de 1 a 21 personas. En las accesorias donde se ubicaban distintos giros artesanales o mercantiles la tendencia era a no residir en ellas. Aunque algunas de estas accesorias llegaban a servir de residencia para los artesanos y comerciantes (véase cuadro 5).
304
DISTRIBUCION DEL ESPACIO EN LAS CALLES DEL EMPEDRADILLO"
CUADRO 5
Y SEGUNDA DE SANTO DOMINGO" SEGÚN GIRO NUMERO DE CASA 247 247 246 246 246
EMPEDRADILLO TIPO DE GIRO HABITACIÓN Vivienda Tienda de géneros de Castilla Accesoria Cerería Vivienda Habitacional Accesoria Cerería Accesoria Cerería
SEGUNDA DE SANTO DOMINGO HABITANTES 6
NUMERO DE CASA 228
TIPO DE HABITACIÓN Vivienda
0 14 0 0
227 227 226 226
Vivienda Accesoria Vivienda Accesoria
246 245 245
Accesoria Vivienda Entresuelo
Cerería Habitacional Habitacional
0 5 6
225 225 225
Vivienda Accesoria Accesoria
245 245 245 244 244
Entresuelo Cuarto Accesoria Vivienda Entresuelo
9 1 0 6 3
224 224 224 224 0
244
Entresuelo
Habitacional Habitacional Cerería Habitacional Tienda de géneros de Castilla Habitacional
5
0
Vivienda Entresuelo Accesoria Accesoria Accesoria independiente Accesoria independiente
GIRO Habitacional Habitacional Tienda mestiza Habitacional Tienda de géneros de Europa Habitacional Nevería Tienda de géneros de Europa Habitacional Habitacional Vacío Botica Tienda de géneros de Europa Tienda mestiza
HABITANTES 1 12 0 19 0 21 4 0 6 6 0 7 0 0
244 244 244 243 243 242 242 242 242
b
Con los datos del cuadro 5 encontramos que si bien existía la tendencia de algunas familias a concentrar un número elevado de habitantes también existían grupos residenciales con un reducido número de integrantes. Los cronistas de la época destacan el hacinamiento en que vivían muchas familias. En el informe de Páez de la Cadena se aludía a esta situación, señalando que era "mayor el populacho ambulante y sin domicilio que pasaba la noche en jacales recogiéndose a veces en uno 37 mismo quince o veinte mezclados los sexos"
. Esta referencia permite inferir que un sector de la
población no fue registrado en el censo por no contar con residencia fija. De los residentes permanentes de la ciudad contamos con la información para hacer estimaciones de los porcentajes de población en cada una de las manzanas (véase cuadro 6).
Informe de Paez de la Cadena, f. (subrayado mío.)
305
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
3
Entresuelo Habitacional 0 Vivienda Bodega 6 Accesoria Sedería 1 Vivienda Habitacional 17 Vivienda Habitacional 1 Vivienda Habitacional 4 Vivienda Habitacional 4 Vivienda Habitacional 4 Accesoria Sedería 1 El censador registró esta calle como "desde la esquina de la calle del Empedradillo, mira al Oriente (tienda de Pastor) siguiendo el rumbo norte, a entrar a la Alcaicería sobre la izquierda". Véase el croquis 1 En el censo aparece el registro de esta calle como "comienza en la esquina de la 2" calle de Santo Domingo"
CUADRO 6
POBLACION Y VIVIENDAS HABITADAS Y DESHABITADAS POR MANZANA CUARTEL 1 MANZANA
POBLACION
TOTAL 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17
8 904 369 386 511 569 143 111 900 500 616 400 549 546 723 701 852 499 529
100.0 4.1 4.3 5.7 6.4 1.6 1.3 10.0 5.6 6.9 4.5 6.3 6.2 8.1 7.9 9.6 5.6 5.9
La población en el 2
089
habitantes
TOTAL DE VIVIENDAS
%
VIVIENDAS HABITADAS
%
1 973 86 102 120 117 35 25 173 69 128 50 131 73 172 176 230 130 156
100.0 3.9 4.8 5.3 5.8 1.8 1.2 8.9 3.7 7.6 3.3 6.2 3.5 8.0 8.5 11.6 7.0 8.9
2 413 95 116 129 141 44 28 216 88 183 79 149 82 195 206 280 168 214
% 100.0 4.3 5.1 6.0 5.9 1.6 1.3 8.6 3.7 6.4 2.6 6.6 3.8 8.9 8.8 11.7 6.7 8.0
VIVIENDAS DESHABITADAS 440 9 14 9 24 9 3 43 19 55 29 18 9 23 30 50 38 58
% 100.0 2.0 3.2 2.0 5.6 2.0 0.7 98 4.1 12.6 6.6 4.1 2.0 5.4 6.6 11.4 8.7 13.2
cuartel 1 se concentraba en la Alcaicería (manzanas de la 1 a la 6) con
(23.5%).
Asimismo
en
la
Alcaicería
se
representaban el 28.2% del total registrado, así como 553
agrupaban
los
117
edificios
que
viviendas (22.9%). La zona de la 38
Alcaicería tenía una densidad más elevada que en las manzanas circundantes
.
La oferta de
vivienda en esta zona era menor que en otras partes del cuartel. Los porcentajes de las manzanas 1,
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
2, 3, 4, 5 y 6 nos permiten especular que en la Alcaicería existía mayor demanda sobre la vivienda. En cambio, las otras manzanas del cuartel presentan porcentajes menores. La manzana 7 albergaba a 900 personas, cifra que representaba el 10.0% de la población, mientras que en la manzana 10 -donde se encontraba el convento de Santo Domingo- vivían sólo 400 habitantes, suma que significaba únicamente el 4.5% de la población. Resulta interesante ver dónde se concentraba la oferta de vivienda de este cuartel. Con base en las cifras del cuadro 6, encontramos que las manzanas con mayores porcentajes de viviendas vacías se agrupan alrededor del convento de Santo Domingo (9, 15, 16 y 17). En cambio, las manzanas que colindaban con la calle de Plateros (1,2, 11 y 12) presentaban algunos de los índices más bajos de viviendas vacías.
Las estimaciones para 1753 señalaban que la Alcaicería concentraba una población 54% más elevada que en las manzanas circundantes. Véase Alejandra Moreno y José González, "Cambios en la estructura interna de la ciudad de México (1753-1882)" en
Jorge
E.
Hardoy y
Richard
P.
Schaedel, Asentamientos urbanos y organización
socioproductiva en la historia de América Latina, Buenos Aires: Ediciones Siap, 1968.
306
En números relativos de vivienda por manzana encontramos que las de menores dimensiones eran las que se encontraban dentro de la Alcaicería. Las manzanas cinco y seis contaban con 72 viviendas, cifra menor a la registrada para las demás cuadras. En seis manzanas se concentraba el 53.5% de las viviendas del cuartel (7, 9, 13, 14, 15 y 17), es decir 1 294. En tanto, la Alcaicería concentraba el 22.8% y las restantes 566 viviendas (23.7%) se distribuían en las otras manzanas. En el contexto de esta distribución espacial de la vivienda, debemos preguntar ¿cuál era la estructura de la casa novohispana? A partir del censo en el siguiente apartado tratamos de establecer una clasificación de las construcciones existentes en la ciudad de México a fines del siglo XVIII.
La configuración de las casas La historiografía sobre la vivienda colonial ha reconstruido estos espacios a partir del estudio 39 de las casas de los nobles
. El cronista Juan Manuel San Vicente apuntaba que estas casas eran:
"Generalmente con dos altos, y un bajo, por no permitir más lo poco macizo de su terreno, todas con balcones y rejas de hierro, y algunas de metal más fino, vidrieras de cristal en las ventanas,
azoteas
planas,
canales
a
la
calle
con
cañón
de
plomo
para
los
derrames
hermosamente pintadas por lo interior, y exterior, con pozo dentro las más; fuentes muchas, 40 jardín algunas, y todas con las más necesarias comodidades para su habitación"
.
de mayores ingresos.
El censo de Revillagigedo nos da una visón más amplia sobre la casa
novohispana, Los registros describen las viviendas como "en el patiecito de la casa principal hay dos cuartos" o "cinco accesorias de la casa".
Las casas contaban con varios espacios que el
censador identificó como vivienda, vivienda alta, vivienda principal, entresuelo, cuarto, accesoria, 41 covacha, cochera, jacal, corral, finca y casa de carrizo
. El espacio habitado en la ciudad de México
39 Véanse los trabajos sobre los palacios de los condes de Heras Soto y de los de Santiago de Cal ¡maya. RangeI, El Palacio de los Condes de Heras Soto: sede del Centro Histórico de la Ciudad de México, México: Departamento del Distrito Federal, 1984 e Ignacio González Polo, El palacio de los condes de Santiago de Calimaya, México: Instituto de Investigaciones Estéticas, Universidad Nacional Autónoma de México, 1973. 40 Juan Manuel San Vicente, "Exacta descripción de la magnifica corte mexicana, cabeza del nuevo americano mundo, significada por sus esenciales partes, para el bastante conocimiento de su grandeza" en
La ciudad de México en el
siglo XVIII (1690-1780). Tres crónicas, México: CNCA, 1990, p. 163. 41 Las categorías que manejadas en este trabajo son las consignadas en las fuentes, aunque es preciso aclarar que para establecer una tipología de las viviendas se prefirió agrupar algunas unidades residenciales. Así cuando la fuente señala cuarto bajo y cuarto alto se asentó sólo como cuarto o si se indicaba vivienda principal y vivienda alta registramos sólo vivienda.
307
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Resulta evidente, que la descripción es sólo del exterior de las casas destinadas a las familias
no sólo era la superficie del territorio sino que implicaba las diferentes alturas de las casas. En las ciudades europeas los edificios eran hasta de seis pisos, en cambio, en la Nueva España la mayoría de las casas eran de dos plantas. Para formar una clasificación de la vivienda tomamos como punto de partida la tarea de identificar los principales espacios para integrar un sistema clásificatorio con base en los datos que el censador señaló al registrar los edificios de los cuarteles.
DISTRIBUCIÓN DEL ESPACIO
CUADRO 7
POR TIPO DE HABITACIÓN CUARTEL 1 TIPO DE
OCUPACION DEL
HABITACIÓN
SUELO
TOTAL
2 413
100.0
Vivienda
645
26.7
83
3.4
Cuarto
933
38.7
Accesoria
658
27.3
Cochera
3
0.1
Covacha
33
1.4
2
0.1
56
2.3
Entresuelo
Jacal Indeterminado
Las viviendas eran los espacios habitables con mayores comodidades pues contaban con varios cuartos que tenían usos específicos. Pescador señala que en la vivienda se encontraba un corredor que permitía la comunicación con la cocina, la sala, el gabinete o estudio y a la asistencia,
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
42 cuarto que permitía el paso a las recámaras
. Los cuartos y accesorias eran amplias construcciones
que servían de espacio de habitación y de trabajo. Los primeros tenían acceso interior; es decir, a los patios. Las segundas comunicaban directamente a la calle. Los entresuelos eran las habitaciones que se construían arriba de las accesorias o cuartos, pero que no se comunicaban con ellos. Contaban con accesos independientes y eran de menores dimensiones que las viviendas. La construcción de estos espacios respondía no sólo a requerimientos arquitectónicos sino a las necesidades gremiales de la época. González Angulo señala que la instalación de un taller no estaba sujeto al arbitrio del artesano, pues su obrador debía ser una tienda llana, que representaba un cuarto con acceso a la 43 calle y sin comunicación con el resto de la construcción
. Los demás espacios (corrales, jacales,
cocheras y covachas) eran construcciones anexas a las casas que servían de bodegas o para alquiler.
Juan Javier Pescador, De bautizados a fieles difuntos...op. cit., pp. 194-195; Enrique Ayala Alonso, La casa de la Ciudad de México.
Evolución y transformaciones, México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1996, p.
43. Jorge González Angulo, Artesanos y ciudad... op. cit., p. 71.
308
En otras investigaciones sobre las casas novohispanas también se encuentran diferentes criterios
para
explicar
empadronadores
de
la
la
estructura
parroquia
del
habitacional. Sagrario
Pilar
Gonzalbo
utilizaron
distintas
señala
que
categorías
en para
1777
los
designar
las viviendas, por lo que en ciertos sectores se mencionan la existencia de zaguanes, patios, altos y bajos. Empero, en otras calles estas viviendas desaparecen de los registros. Gonzalbo sugiere que fue el criterio particular de censador el que determinó la forma de registro. Otros investigadores han establecido que la variedad de viviendas coloniales esta relacionada con una estructura flexible de 44 estas propiedades
.
DISTRIBUCIÓN DEL ESPACIO
CUADRO 8
POR TIPO DE HABITACIÓN CUARTEL 23 TIPO DE HABITACIÓN
°CU^S!Í?í °EL
%
TOTAL
849
100.0
Vivienda
95
11.2
Cuarto
535
63.0
Accesoria
166
19.5
Finca
1
0.1
Corral
6
0.7
Jacal
15
1.8
Indeterminado
31
3.7
Al comparar los cuadros 7 y 8 encontramos tendencias importantes sobre la ocupación del
11.2%. El predominio de este tipo de habitación en el cuartel 1 refleja que la población que tenía acceso a mejores condiciones de vida se asentaba en los cuarteles centrales. Respecto a las accesorias la situación se presenta muy parecida, el 27.3% de las habitaciones del cuartel 1 eran de este tipo. En cambio, en el cuartel 23 el porcentaje de accesorias es menor, tan sólo del 19.5%. Esta tendencia no puede aplicarse al número de cuartos, en el cuartel periférico este tipo de vivienda representa el 63.0% mientras que en el cuartel central sólo el 38.7%. En el cuartel 23 encontramos que estaban registrados dos nuevos espacios: la finca y el corral. El bajo porcentaje de ellas nos impide establecer sus características. El estudio de otros cuarteles arrojará nuevas evidencias para definir este tipo de casa, por ahora nos limitamos únicamente a consignarlas.
44 Pilar Gonzalbo, "Familias y viviendas...", op. cit., p. 81; Guadalupe de la Torre, et al., "La vivienda...", op. cit., pp. 1 17-123.
309
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
suelo. Las viviendas ocupaban el 26.7% en el primer cuartel, en cambio en el veintitrés la cifra es de
Un segundo paso en el estudio de las casas novohispanas fue establecer características específicas de ellas, con la idea de formar un sistema clasifícatorio de estos edificios (cuadro 9). Hasta el momento, hemos detectado nueve tipos de residencia en el censo: la casa unifamiliar. la casa multifamiliar,
la casa de entresuelos,
la vecindad,
la accesoria independiente, el
cuarto
45 separado, la finca, el corral y el jacal
.
Las casas estaban compuestas generalmente por las
viviendas y si contaban con accesorias (acceso a la calle) las consideramos de tipo exterior. Otras fueron formadas por las viviendas y cuartos (acceso por los patios) las llamamos de tipo interior. Y si mezclaban ambos tipos de accesos eran considerados del tipo mixto.
PROMEDIO DE HABITANTES POR
CUADRO 9
TIPO DE CASA CUARTEL 1 TIPO DE CASA
PROMEDIO DE HABITANTES
Unifamiliar
7.8
Multifamiliar
15.9
Entresuelo
22.0
Vecindad
44.1
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Las cifras del cuadro 9 indican que las vecindades eran las más densamente pobladas, un promedio de 44.1 habitantes. De los 62 edificios de vecindades localizados en el cuartel 1, los de mayores dimensiones físicas estaban ubicados en las manzanas 13 y 17. El primero era el edificio número 15 de la plazuela del Factor, contaba con 24 unidades habitacionales que albergaban a 83 residentes. La segunda estaba en el número 5 de la calle de la Misericordia, donde vivían 93 personas, el censador registro 33 divisiones del espacio. Las casas unifamiliares registraron un menor número de residentes, en algunas sólo se consignó al propietario. Enseguida analizamos las tendencias de cada tipo de casa.
En este trabajo sólo retomamos para el análisis de la vivienda colonial los edificios que contaban con un número o nombre que los identificaba. Los conventos religiosos y las casas de recogidas que se consignan en los cuarteles no son estudiados en su estructura física sólo se toman a sus residentes para términos estadísticos.
310
DISTRIBUCION PORCENTUAL DE LA POBLACION
CUADRO 10
POR TIPO DE CASA CUARTEL 1 TIPO DE CASA
CASAS
TOTAL
%
542
8 920
100.0
58
453
5.1
Unifamiliar Multifamiliar
POBLACIÓN
222
3 535
39.6
Entresuelo
54
1 190
13.3
Vecindad
62
2 739
30.7
Indeterminado
24
309
3.4
Accesoria independiente
72
273
3.1
46
98
1.2
Convento/ Casa de Recogidas 4 323 Los conventos eran el de Santa Clara, el de Santo Domingo y dos casas de recogidas
3.6
Cuartos solos 8
-1
Las casas unifamiliares sólo registraban una o dos viviendas en las que vivía una familia y sus sirvientes. En el cuartel 1 existían 58 casas de este tipo, de las cuales dos mencionan tener covachas y una cochera. En cambio en el cuartel 23 sólo encontramos diez casas solas.
Lo anterior permite
establecer que la residencia para familias unitarias tenía mayor incidencia en las partes céntricas. Mientras que en la periferia de la ciudad predominaba un número bajo de casas unitarias.
CASAS SEGUN TIPO Y ACCESO
CUADRO 11
CUARTEL 1. TIPO/ACCESO
NÚMERO
HABITANTES
%
Multifamiliar con acceso:
222
3 535
100.0
Exterior
110
1624
45.9
Interior
37
461
13.1
Mixta
75
1450
41.0
54
1 190
100.0
Exterior
14
316
26.6
Interior
9
118
9.9
27
694
58.3
4
62
5.2
62
2 739
100.0
Exterior
1
67
2.4
Interior
13
477
17.5
Mixta
48
2 195
80.1
De entresuelos con acceso:
Mixta Sin especificar De vecindad con acceso:
El 39.6 % de la población habitaba en las casas tipo multifamiliar con un promedio de 15.9 habitantes. Estas casas estaban identificadas como de taza y plato. En términos generales, la estructura de estos edificios era de dos pisos. En la planta baja se ubicaban los cuartos, accesorias y covachas. Tanto cuartos como accesorias tenían dos niveles, el piso inferior de estas viviendas tenía dos funciones, era un local que daba a la calle (accesoria) o a un patio (cuarto). El nivel superior
311
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
DE CASAS
servía de habitación. Ambos niveles se comunicaban mediante una escalera adosada al muro. En la planta alta se localizaban las viviendas
principales y abajo las accesorias o cuartos. La principal
forma de entrada a estas casas era desde la calle, como lo manifiesta la presencia de 110 casas de este tipo, cifra que representa el porcentaje de 45.9 (véase cuadro 11). Esta disposición de las casas indica que estaba pensado el espacio para compartir el uso habitacional con el mercantil y el artesanal. Las casas de entresuelos contaban en la planta baja con dos niveles, pero a diferencia de las de taza y plato, ambos locales eran independientes, con lo cual se formaba un piso intermedio entre la vivienda principal y los cuartos bajos. "El acceso al local inferior se lografba] desde la calle, y el otro se alcanza[ba] exclusivamente desde adentro, es decir, desde el patio de la casa". Este espacio 46 era el que se conocía como entresuelo
. En el cuartel 1 existían 54 casas de este tipo, en ellas
habitaban el 13.3% de la población. El promedio de habitantes en cada entresuelo era de 22. En el cuartel 23 no aparece la construcción de casas con entresuelos, la posible explicación es que la construcción
de
los
entresuelos
fuera
pensada
para
cubrir
el
sector
mercantil,
actividad
preponderante en el cuartel 1. Los comerciantes vivían en los pisos superiores de sus negocios, pero no como los talleres donde las actividades familiares se desarrollaban a la par que el trabajo artesanal, ya que el entresuelo contaba con entradas separadas, y esto permitía separar la vida privada de las actividades económicas.
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
La vecindad, al igual que la casa multifamiliar, era una construcción de amplias dimensiones y con múltiples habitaciones distintos patios.
(vivienda,
cuartos,
accesorias
y jacales)
distribuidas alrededor de
En estos espacios los servicios eran comunitarios, es decir,
los lavaderos y
47 excusados eran utilizados por todos los vecinos
. En el cuartel 1 existían 62 casas de vecindad que
albergaban al 30.7% de la población total. Resalta la existencia de 48 casas con acceso mixto y sólo una vecindad con acceso exterior. La mayoría de ellas estaban ubicadas en las manzanas 16 y 17 (20 edificios.) En tanto, en la Alcaicería únicamente fueron registradas dos vecindades con 16 viviendas cada una. Al interior de estas casas encontramos que algunas llegaron a tener más de 30 cuartos y accesorias, pero las más de las veces su número fluctuaba entre 15 y 22.
46 Manuel Toussaint, Arte colonial en México, México: UNAM, 1990,
p. 101; Enrique Ayala Alonso, La casa de la
Ciudad...op. cit., p. 43. 47 El concepto de vecindad significa cercanía o proximidad de cuartos de habitación. Diccionario de Autoridades...op. cit., p. 428.
312
El censo de 1790 nos proporciona la idea de que el espacio de la ciudad era heterogéneo, aunque con los datos existentes podemos establecer algunas tendencias de distribución espacial dentro de la ciudad. Es claro, que el mayor número de accesorias se concentraba en la Alcaicería y en las manzanas que la rodeaban. Ya sabemos como se distribuían los distintos tipos de casas, pero ¿qué actividades se desarrollaban dentro de ellas?. El uso prioritario del espacio era el habitacional, sin embargo, en el cuartel 1 el 18.3% de las viviendas eran destinadas a alguna actividad productiva; en el cuartel 23 la cifra sólo alcanzó un porcentaje de 5.1%. En este contexto, el último punto del análisis de la distribución espacial es definir como se comportaban los espacios productivos de la ciudad (ver cuadros 2 y 3). La concentración de población del cuartel 1 estaba ligada a las actividades comerciales y de servicios que se desarrollaban en este cuartel. Así lo demuestra la presencia de 442 establecimientos que prestaban algún servicio a la población. En la Alcaicería y la manzana 7 se concentraba el 43.2% de los establecimientos comerciales y artesanales de todo el cuartel 1. En las manzanas 9 y 13 se registraron con el censador 65 espacios productivos, que representaban el 14.7%. En cambio, en el cuartel 23 fueron registrados únicamente 18 establecimientos
. Lo anterior es un indicador de
que era en los cuarteles centrales donde se concentraban las actividades comerciales y de servicio. Es claro que la casa tenía distintos usos para los grupos domésticos. En primer lugar, estaba destinada a uso habitacional, pero muchas veces dentro de la casa se desarrollaban actividades
En el análisis del paisaje urbano debemos considerar que no es posible establecer fronteras claras entre los espacios productivos y los habitacionales. Es decir, en ocasiones resulta difícil delimitar el lugar de trabajo y el lugar de vivienda, pues ambas actividades se desarrollan dentro de un mismo espacio físico.
En este cuartel aparecen registrados dos estanquillos de puros y cigarros, dos chocolaterías, una tocinería, una pulquería, una cocina, una sastrería, un obraje, cuatro tiendas, una carbonería, una carpintería, una sillería, una vinatería y un trato de panadería.
313
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
productivas, de comercio o administrativas. Esta característica hace más complejo el paisaje urbano.
DISTRIBUCIÓN DE ACTIVIDADES
CUADRO 12
COMERCIALES POR MANZANA CUARTEL 1 MANZANA
GIROS
%
TOTAL
442
100.0
1-6
132
29.9
7
59
13.3
8
24
5.4
9
32
7.2
10
25
5.7
11
24
5.4
12
11
2.5
13
33
7.5
14
18
4.1
15
23
5.2
16
22
5.0
17
15
3.4
24"
5.4
* Este número corresponde a las viviendas que servían de portería en las vecindades.
La estructura productiva de
la ciudad de
México reprodujo
formas específicas de
la
apropiación del espacio. La investigación de Pérez Toledo establece que en los cuarteles centrales estaba localizada la mayor parte de los talleres, en el cuartel 1 se señala la presencia del 15.4% de los talleres de la parte céntrica de la ciudad "y sus productos tenían como consumidores a los grupos 49 más ricos de la población"
. Aunque no contamos con la cifra para la rama de servicios, podemos
suponer que era parecida, pues los productos que ofrecían estaban destinados al mismo sector de la
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
población5 . En el sector de servicios destaca la presencia de barberías (16) y peluquerías (9). Era común la existencia de servicios de alquiler de caballos (5), de coches (1), de luto y ataúd (2) y de ropa (3). Sólo aparecen registradas tres escuelas y un mesón. La mayoría de los establecimientos censados estaban ligados al comercio, principalmente destinado al consumo interno de la ciudad. Cada establecimiento funcionaba como una unidad productiva, pues en algunos talleres confluían varios oficios, por ejemplo en las carrocerías trabajaban carpinteros, carroceros, herreros y artesanos dedicados al cuero5 .
Sonia Pérez, Los hijos del trabajo. Los artesanos de la ciudad de México, 1780-1853. México: El Colegio de MéxicoI
Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, 1996, pp. 86-87. En el cuartel 1 aparecen registrados establecimientos dedicados a la diversión. Un expendio de lotería y dos casas de truco. Sonia Pérez, Los hijos del trabajo...op. cit., p. 54.
314
TALLERES Y COMERCIOS POR GIRO
CUADRO 13
CUARTEL 1 GIRO
TOTAL
GIRO
TOTAL
Pajería
8
Armería
3 2
Platería
16
Bordaduría
2
Relojería
8
Caldetería
4
Sastrería
15
Carpintería
10
Sedería
Cerería
I I
Sillería
Dorador a fuego
I
Sombrerería
Encuadernaduría de libros
1
Talabartería
Herrería
2
Trato de pintura
Hojalatería
Velería
Imprenta de estampas
8 2
Zapatería
9
Latonería
4
Relojería
8
Obrador de batihojas
3 ?
Sastrería
15
Amoladuría
Obrador de pintor
Tienda mestiza
4 ->
15
Telares de listón
Trastes y prendas
3 2
Baratillo
Cristales y loza de China
3
Tienda de géneros de Castilla
5
Bodega de trastes
2
Géneros de Europa y Filipinas
12
Botica
6
Tienda de géneros de la tierra
2
Carbonera
6
Tienda de mercería
3
Estanquillo de puros y cigarros
9
Tienda de moda
3
Marchamo
1
Tienda de ropas
I
Miga
7
Tienda de ropas de la tierra
0
Géneros de Europa y de China
2
Tienda de batihojería
3
Tintorería
2
Bodega
En el cuartel 1 destacan los locales de platería (16), velería (15), sastrería (15), carpintería
artículo, que los establecimientos se encontraban sin un patrón de ubicación por manzanas, quizá la única excepción se da en la rama de los metales preciosos. Los locales de platería se ubicaban en la calle de Plateros. En cambio, los demás giros no muestran una tendencia espacial de localizar servicios por zonas. En los establecimientos comerciales encontramos que existía una amplia gama de tiendas y productos. El baratillo era el sitio o lugar donde se vendían o intercambiaban cosas menudas de poco valor, como eran el fierro viejo, retazos de tela, trastos y baratijas. El marchamo era el sitio donde los aduaneros marcaban las mercancías. Por su parte, la miga era un pequeño sitio donde se efectuaba alguna negociación y comercio de géneros. Y la cacahuatería era el nombre que se daba a las tiendas de comestibles. Los productos que ofrecían eran locales pero también europeos, de las Filipinas e incluso de la China.
315
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
(10), pajería (8), relojería (8) y sedería (4). Resulta importante destacar, para los fines de este
ESTABLECIMIENTOS DE ALIMENTOS POR GIRO
CUADRO 14
CUARTEL 1 GIRO
TOTAL
Almuercería
Figón
3
Amasajio
Fonda
TOTAL
GIRO
Azucarería
2
Lechería
5
Bizcochería
11
Nevería
5
Chocolatería
22
Panadería
12
Bodegón
10
Pastelería
2
Bolería
3
Quesería
Cacahuatería
4
Tabla de panadería 2
Tienda de verduras
Carnicería Cocina
3
Tienda de pulpería
Confitería
4
Tienda de repostería Vinatería
25
Sobre el consumo de alimentos encontramos que existían distintos locales que ofrecían una amplia
variedad
de
productos.
Existía
un
alto
número
de
establecimientos
dedicados
a
la comercialización del pan. Primero estaban las panaderías (12) que vendían el pan floreado de mejor calidad. En segundo término estaban las tablas de panadería (1) y las tiendas de pulpería (1) que comercializaban el pan común. El gran número de panaderías nos remite a pensar en una población que demandaba altas cantidades de pan
. En el cuartel 23 aparece registrada una tabla de
panadería, esto es un probable indicador de que su población consumía menor cantidad de pan y de diferente calidad que los residentes de la parte céntrica de la ciudad. Además, el registro de 11
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
bizcocherías y 2 pastelerías en el sector central también denotan un consumo diferenciado. Otros productos que se comercializaban eran los chocolates, existían 22 establecimientos destinados a la venta de este alimento. Asimismo, encontramos locales para la venta de productos específicos, como neverías (5), lecherías (5), confitería (4), azucarería, (2), tienda de verduras (2) y queserías (1). En el ramo de alimentos preparados existían los bodegones que eran los sótanos o portales en que se guisaba para la gente pobre. El figón era la tienda donde se guisaban y vendían diferentes manjares. Las cocinas, las fondas y las almuercerías eran espacios que se adaptaban a las casas para vender comida en los espacios públicos como calles o plazas.
A manera de conclusión En este trabajo tratamos de reconstruir los distintos tipos de unidades habitacionales y comerciales en la ciudad. En este contexto, queda claro que el espacio en la ciudad de México no
Sobre el consumo y la población véase el trabajo de Miño en este volumen.
316
fue compacto y definido y que las partes céntricas estaban formadas por bloques de viviendas que formaban una estructura de damero. En cambio, en la periferia las hileras de casas eran dispersas e irregulares, pues las viviendas se extendían sin un orden o plan urbanístico. Si bien es difícil establecer las características de la casa novohispana con los datos de dos cuarteles, si es posible definir algunos conceptos para el análisis del espacio urbano. En el cuartel
1
encontramos que el primer elemento de identificación de espacio fue el
concepto de manzana. Un segundo concepto de identificación del espacio fue la calle conformada por hileras compactas de casas. El censador dio un tercer elemento de identificación el número de la casa,
que permitía identificar las divisiones del espacio en una calle. Empero, la situación era
distinta en la periferia, pues las hileras de casas aparecen dispersas sin formar bloques compactos. En el estudio de la configuración de la casa, encontramos que al interior las casas estaban divididas con la finalidad de albergar un mayor número de habitantes. Una de las características de la distribución del espacio es la unión del espacio habitacional y el del trabajo. Dentro del análisis de la casa destaca que el 83.6% de la población vivía en espacios de convivencia comunitaria; es decir, compartían el espacio más de dos familias. Sin embargo, el uso del espacio cambia de acuerdo al tipo de casa. A partir del análisis de las vecindades encontramos que estas casas eran numéricamente inferiores a las casas multifamiliares, de las primeras existían 62 y de las otras 222. Es decir, existía el predominio de la casa multifamiliar, más que la casa de vecindad. Ambas
vocación habitacional, pues el número de accesorias era inferior al de las casas multifamiliares. Queda por resolver en investigaciones futuras cuál fue el patrón de establecimiento de distintos servicios comerciales y artesanales.
Algunos estudios señalan la importancia de los
gremios en la ubicación de los locales para sus miembros. La. diferencia entre el cuartel central y el periférico es notoria, el primero aglutina los giros comerciales y artesanales. Un estudio más detallado de los demás cuarteles de la ciudad de México mostrará que la actividad productiva no estuvo restringida a la zona céntrica, más bien se debe ir perfilando tendencias de la ocupación del espacio por cuarteles con la finalidad de distinguir los distintos usos del suelo de la ciudad de México.
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INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
representaban la unión de espacios comunitarios, pero la vecindad estaba considerada con una
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Anexo 1 DESCRIPCION DE LAS CALLES POR ACERA Y MANZANA' CUARTEL 1 ACERA UBICACIÓN DESCRIPCIÓN 01 Manzana 1 Desde la esquina de la calle del Empedradillo, mira al Oriente (tienda de Pastor) siguiendo el rumbo del Norte, a entrar a la Alcaicería sobre la izquierda. Manzana I 02 Alcaicería sobre la izquierda que mira al Norte 03 Manzana I Sigue la Alcaicería, vuelta sobre la izquierda que mira al Poniente 04 Manzana I Calle de San Francisco, frente de los Plateros que mira al Sur Manzana 2 05 Empieza desde la vinatería de Pineda en la calle de San Francisco, que mira al Sur sobre la derecha a dar vuelta en la Profesa. Manzana 2 06 Calle frente de la Profesa sobre la derecha que mira al Poniente 07 Manzana 2 Esquina de la vinatería que entra a la Alcaicería frente a la Profesa sobre la derecha Manzana 2 08 Centro de la Alcaicería, vuelta sobre la derecha de la Olla 09 Manzana 3 Comienza desde la esquina de la Alcaicería frente a la Puerta Falsa de la Profesa 10 Manzana 3 Calle de Tacuba sobre la derecha que mira al Norte. Manzana 3 11 Alcaicería a la Olla sobre la derecha 12 Alcaicería, vuelta a la Profesa donde se comenzó. Manzana 3 Manzana 3 63 A la vuelta de Cazuela dentro de la Alcaicería Manzana 4 13 Esquina de Tacuba y Alcaicería, tomando el rumbo al Oriente 14 Manzana 4 Esquina del Empedradillo (Empedradillo) 15 Manzana 4 Esquina de la Alcaicería que mira al Oriente sobre la derecha. Manzana 4 16 Vuelta a la Calle de Tacuba en donde se comenzó. 17 Manzana 5 En el centro de la Alcaicería entrando por la calle del Empedradillo. 18 Al centro de la Alcaicería Manzana 6 19 Manzana 7 De la esquina de la la calle de Santo Domingo a la de los Donceles sobre la izquierda. 20 Manzana 7 Calle de los Donceles sobre la izquierda 21 Manzana 7 Esquina de la calle de Manrique a la izquierda Manzana 7 22 Calle de Tacuba sobre la izquierda Manzana 8 23 Comienza en la esquina de la 2a calle de Santo Domingo (a la izquierda) 24 Manzana 8 Calle de Medina sobre la izquierda 25 Vuelta a la calle del Esclavo a mano izquierda Manzana 8 26 Manzana 8 Calle de los Donceles sobre la izquierda/calle del Relox 27 Manzana 9 Esquina de Medina a la esquina del Portal de Santo Domingo mirando al oriente, a la izquierda. 28 Manzana 9 Calle de la Cerca de Santo Domingo a la izquierda 29 Manzana 9 Calle de la Pila Seca sobre la izquierda Manzana 9 30 Calle de los Medina sobre mano izquierda Manzana 10 31 Esquina del convento de Santo Domingo a la Puente, Puerta Falsa Manzana 10 32 Orilla de la Acequia (izquierda) Manzana 10 33 Puente de Amaya /2a calle de la Pila Seca, a la izquierda 34 Manzana 10 Esquina de la calle de la Cerca de Santo Domingo, a la izquierda. 35 Empieza desde la esquina de la Profesa en la 3a calle de San Francisco, a la derecha Manzana 11 Manzana 11 36 Callejón de Santa Clara sobre la derecha 37 Manzana 11 Calle de Santa Clara sobre la derecha Manzana 11 38 Calle de la Profesa en la acera que mira al Oriente 39 Manzana 12 Esquina de la calle de la 2a de San Francisco en la acera que mira al Sur. Manzana 12 40 Calle de Vergara sobre la derecha 41 Manzana Vuelta a la calle de Santa Clara sobre la derecha (esta la iglesia y portería) Manzana 42 Callejón de Santa Clara sobre la derecha. Manzana 43 Esquina de la calle del Factor a la esquina de la plazuela del Factor (acera que mira al poniente) 44 Manzana Esquina de la plazuela del Factor que da vuelta a la calle de la Canoa (a la derecha) Manzana 13 45 Esquina que da vuelta a la calle de Manrique Manzana 13 46 Esquina que da vuelta a la calle de Santa Clara sobre a la derecha 47 Manzana 14 De la esquina de la calle de la Canoa a la calle del Esclavo 48 Manzana 14 (Calle del Águila), esquina que da vuelta a la calle del Esclavo sobre la izquierda. 49 Manzana 14 (Calle de los Dolores), esquina que da vuelta a la calle del Águila sobre la izquierda 50 Manzana 14 Calle de la esquina de la plazuela del Factor a la calle de la Canoa sobre la izquierda Manzana 15 51 Empieza en la esquina del Águila Manzana 15 52 Esquina y da vuelta a la calle de Pila Seca Manzana 15 53 Esquina que da vuelta a la calle de San Lorenzo sobre la izquierda 54 Manzana 15 Esquina que da vuelta a la calle del León sobre la izquierda 55 manzana 16 Esquina frente de San Lorenzo en la cera del beaterío 56 Manzana 16 Esquina carnicería que da vuelta a la Pila Seca sobre la izquierda Manzana 16 57 Esquina que da vuelta a la calle de la Misericordia Manzana 16 58 Calle de la estampa de San Lorenzo sobre la izquierda 59 Manzana 17 Empieza en la esquina de la Misericordia que mira al sur, calle del Puente de Amaya o Pila Seca Manzana 17 60 Esquina que da vuelta al puente de Amaya sobre la izquierda Manzana 17 61 Esquina que da vuelta a la orilla de la Acequia sobre la izquierda (calle del Puente o de la Misericordia) 62 Manzana 17 Esquina que da vuelta a la calle de San Lorenzo (por Misericordia sobre la izquierda) Este anexo 1 contiene información sobre el número de acera que forman las calles (para ser identificado en los croquis), la manzana de ubicación y una descripción que el empadronador hizo de la acera
318
Anexo 2 NÚMERO DE LA CASA DEL CUARTEL 1
M. L-Calle 1:
247, 246, 245, 244, 243, 242
M. 4 - calle 13 68, 69, 70,71,72
M. 1 - Calle 2: 10. 9, 8, 7,6 M, 4- calle 14 M. 1 - Calle 3:
236, 237, 238, 239, 240, 241
6, 5,4,3,2, 1
M. 1 - Calle 4:
M. 4 - calle 15
80,81,78, 77, 76
11, 12, 13, 14, 15
M.2 - calle 5
M. 4 - calle 16
82, 83, 84, 85, 86, 87
16, 17, 18, 19, 20,21,22, 23,24
M. 2 - calle 6 50,51,52,53,54
M. 5 - calle 17 15, 16, 17, 10, 11, 12, 13, 18, 19, 20,21
M. 2 - calle 7 M. 6 - calle 18
1,2
21,20, 19, 18, 17, 16, 15, 14, 13, 12
M. 2- calle 8 M. 7 - calle 19 235, 234, 233,232, 231,230, 229
M. 3 - calle 9 55,56, 57,58, 59, 60,61,62
M. 7 - calle 20 33, 32,31, 30, 29, 28, 26, 25, 24, 23, 22,21, 20, 19, 18
M. 3 - calle 10 10, 63,65, 66, 67 M. 7 - calle 21 65, 64, 63 M. 3 - calle 11 15, 16, 17 M. 7 - calle 22 192, 191, 190, 189, 188, 187, 186, 185, 184, M. 3 - calle 63
183, 182, 181, 180, 179, 178, 177, 176, 175,
14, 15, 16, 17, 18, 19, 20
174, 173, 172
M. 3 - calle 12 18, 20
M. 8 - calle 23 228, 227, 226, 225, 224
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INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
21,22, 1,2,3,4, 5, 6, 27, 28
M. 8 - calle 24
M il - calle 37
27, 26, 25, 24, 23, 22, 21, 20, 19, 18, 17, 16, 15,
57,58, 59, 60,61,62, 63
14
Mil - calle 38 M. 8 - calle 25
119, 120, 121,0, 122, 123
68, 67, 66
M. 12 - calle 39 M. 8 - calle 26
91,92, 93,94, 95,96
126, 125, 124, 123, 122, 121, 118, 117, 116, 115, 114 M. 12 - calle 40 24, 25,26, 27, 28, 29,30,31,32 M. 9 - calle 27 223,222, 221,220,219,218 M. 12 - calle 41 Nada M. 9 - calle 28 30,25,24,29,28,27,26 M. 12 - calle 42 16, 17, 18, 19 M. 9 - calle 29 73,72, 70, 69,71 M. 13 - calle 43 33,34 M. 9 - calle 30 113. 112, 111, 110, 109, 108, 107, 105, 104, 103 M. 13 - calle 44 12, 13, 14, 15, 16, 17
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
M. 10 - calle 31 217,216,215,214,213 M. 13 - calle 45 115, 116, 117 M. 10 - calle 32 Aparece casa sin número M. 13 - calle 46 193, 194, 195, 196, 197, 198, 199, 200, 201 M. 10 - calle 33
202, 203, 204, 205, 206
75,74
M. 14 - calle 47 M. 10 - calle 34
134, 133, 132, 131, 130, 129, 128, 127
61,60,59,58,57, 56,55, 54
M. 14 - calle 48 M il - calle 35
114, 113, 112, 111, 110, 109, 108
88, 89, 90
M. 14 - calle 49 Mil - calle 36 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15
320
13, 12, 11, 10, 9, 8, 7, 6, 5,4,3,2
M. 14 - calle 50
M. 16 - calle 56
37,36
102, 101
M. 15 - calle 51
M. 16 - calle 57
129, 128, 127, 126, 125, 124, 123, 122, 121,
4,3,2
120, 119, 118, 117, 116, 115, 114 M. 16 - calle 58 M. 15 - calle 52
49, 48, 47, 46, 45, 44
107, 106, 105, 104
M. 17 - calle 59 M. 15 - calle 53
11, 10, 9, 7, 6,5
23,22,21,20, 19, 18, 17, 16, 15, 14, 13, 12, 11 M. 17 - calle 60 M. 15 - calle 54
99, 98
43,42,41,40, 39,38 M. 17-calle 61 M. 16 - calle 55
4,3,2
74, 73, 72,71, 70, 69, 68, 67, 66, 65, 64, 63, 62
M. 17 - calle 62
321
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
51,50
MANZANAS Y CALLES DEL CUARTEL UNO,
C. de Vergara p GO
40 xn
39
C. de León
C. de la Estampa
Plazuela
□
58
Factor 49"
42 Cn. de Sta. Clara
I O o
Dolores
C. del
1790
48
p CA
La Profesa,
Manrique
55
50
57
XIV
XVI
47
56
Esclavo
C. de la Pila Seca
La Pila Seca
¡ 0
33
34 1 □ 3
X
i
C. del Empedradillo
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Croquis 1
322
Sto. Domingo
sto. Domingo
3a. C. de Sto. Domingo
I
Manzana
1
Calle
CALLES DEL CUARTEL VEINTITRÉS,
1 790
Arrinconada de la Iglesia de San Diego f
San Juan de Dios
6
Convento 6 Capilla del Santo Eccehomo
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Croquis 2
NUMERACION DE CASAS DEL CUARTEL UNO,
C. de Vergara
C. del
Dolores
C, de León
1790
C. de la Estampa ÍCT-5H
C. del Empedradillo
Sto. Domingo
sto. Domingo
3a. C. de Sto. Domingo Alcaiceiia
Croquis 3
Convento
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Casa Recogida
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LOS AUTORES
Diana Birrichaga Guardida El Colegio Mexiquense Correo: dbirrichaua'cvcmq.edu.mx
Herbert S. Klein Department of History University of Columbia New York, N.Y. 10027-USA Correo:
[email protected]
Manuel Miño Grijalva Centro de Estudios Históricos El Colegio de México Correo: m m i no@co 1 mex. mx
Sonia Pérez Toledo Departamento de Historia División de Humanidades Universidad Autónoma Metropolitana Correo: sopetoól @hotmail.com
Enriqueta Quiroz Instituto Dr. José María Luis Mora
Michel S. Scardaville University of South Carolina USA Correo:
[email protected]
Jorge Silva Riquer Instituto Dr. José María Luis Mora
[email protected]
Marta Vera Bolaños El Colegio Mexiquense Correo:
[email protected]
INEGI. La población de la Ciudad de México en 1790 : estructura social : alimentación y vivienda. 2002
Correo:
[email protected]
Esta publicación consta de 430 ejemplares y se terminó de imprimir en el mes de agosto del 2002 en los talleres gráficos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática Av. Héroe de Nacozari Núm. 2301 Sur, Acceso 11, PB Fracc. Jardines del Parque, CP 20270 Aguascalientes, Ags. México
INSTITUTO NACIONAL D€ ESTADISTICA, GEOGRAFIA € INFORMATICA www.inegi.gob.mx ISBN
970-13-4053-1
MEXICO