Filosofía de la Cultura Profesor: Montserrat Negre

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Filosofía de la Cultura Profesor: Montserrat Negre Tutorías: ! ! !

lunes y martes ∙ 18:30-20:30 horas jueves ∙ 12:00-14:00 horas

1º de Filosofía / Turno de tarde II Cuatrimestre / febrero - junio 2012

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índice

Primeras expresiones culturales: los mitos! La cuestión del mito

3 3

El Mito

4

Lo Sagrado

7

La Imaginación

9

La sociedad mítica

10

El rito y la fiesta

11

Vida y muerte

12

Perdurabilidad de los mitos

14

Cultura y sociedad en la filosofía griega!

16

Platón y aristóteles

16

Platón

16

La Técnica!

36

1. La noción de la técnica. Aristóteles

36

2.La dimensión técnica en la concepción marxista del género humano

36

3. Ambigüedad de la técnica, o la percepción que el hombre tiene de la técnica 38 4. Técnica, hombre y animal http://filosevilla2011.wordpress.com

38

5. La actitud hiper-crítica de grandes pnsadores del siglo XX

39

6. La dimensión ontológico-antropológica de la técnica a través de Zubiri

42

Técnica, conciencia y responsabilidad

45

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Primeras expresiones culturales: los mitos Tema 1 LA CUESTIÓN DEL MITO ELIADE: Lo sagrado y lo profano ELIADE: Mito y realidad GUSDORF, G: Mito y metafísica (primera parte)

13/02/2012 En la prehistoria, el hombre está en la infancia de la humanidad: el ser humano empieza a abrirse a la vida. Lo que le pasa al hombre mítico no es tan distinto de lo que nos pasa a nosotros. A nosotros nos preocupa o interesa saber nuestro origen, especialmente el origen del mundo: de dónde proceden las cosas y qué sentido tienen. El hombre es el único animal que busca un sentido a las cosas, y si las cosas no tuvieran sentido moriría. Por eso, diríamos que nosotros mismos también queremos saber más y conocer más. Si tratamos de hacer filosofía, aún con más razón. Así, vamos captando significados que nos llevan a otros significados. Un niño pequeño se fascina ante un cuento, y no sólo eso: se fascina ante la repetición del cuento. Eso es porque el ser humano casi siente la necesidad de empaparse en esa etapa con las historias. De igual modo, el hombre primitivo también se empapaba con las historias que construía tratando de explicar el origen del mundo. Así, surgen las Teogonías y las Cosmogonías. Las Teogonías es el estudio de los dioses, de sus orígenes y sus relaciones. Las Cosmogonías explican cómo el Cosmos ha alcanzado su modo de ser. Estas historias son fruto de la construcción colectiva. Durheim en sus Formas elementales de la vida religiosa se refiere a la cohesión de las sociedades míticas. En Santa Marta –Colombia–, ubicada a 6.000 metros de altura, viven los Kogi, quienes, a pesar de estar muy lejos de otras civilizaciones de la zona por su dificultosa

ubicación, pueden ser entendidos por antropólogos culturales con la ayuda del conocimiento de culturas neolíticas de otras civilizaciones. Cuando el hombre narra los mitos ha pasado tiempo de la vida misma. El mito primero se vive, y luego se narra. Es una condición humana. No podemos narrar algo que no hemos vivido. Cuando algo nos causa impacto, o lo retenemos para reflexionar o lo volcamos en una narración, ya sea individual o colectiva. La lógica del ser primitivo es mítica. El hombre no elaboraba conceptos. La lluvia, el relámpago o el trueno no pueden ser explicados de forma natural, sino a través de un mito, a menos que se cuenten con los conocimientos de los cuales, evidentemente, carecía el hombre primitivo.

El Mito El término mito tiene algo que ver con palabra. Mythos tiene que ver con un relato, con una narración. Los hombres aprenden a relatar antes de trasmitir a través del lenguaje escrito el relato. El Mythos no explica a los demás, al menos, en el sentido de que no se alude a causas. El relato mítico no establece relaciones causa-efecto. La Odisea o La Iliada son ejemplos de ello, pero no son los únicos. Los Inuit –que significa “yo”– son esquimales. Esquimal significa “hombre que come carne cruda”, y ante el rechazo de esta nominación, proponen el nombre de Inuit. Los mitos son narraciones descriptivas, no basadas, como decimos, en relaciones causa-efecto. Lo que el hombre ha oído o ha visualizado genera un ímpetu por darle explicación, lo cual se materializará en el mito. Ese relato, al tratar cosas nuevas de la vida, generará mucho interés. Además, se trasmitirá de generación en generación, lo cual acabará produciendo la etapa histórica. Cuando se relata el mito, todos los miembros de una cultura se congratulan, dado que como decimos, el mito es un principio para la cohesión de los grupos. Los integrantes de esa civilización irán completando el mito, interpretándolo y retransmitiéndolo a otros individuos en las mismas condiciones en la que llegó a cada uno de ellos: la idea es ir buscándole el sentido. El mito procede siempre de una manera simbólica –Cassirer–. Nosotros conocemos la realidad por medio de los conceptos: abstracción de la realidad. No obstante, el ser primitivo usará símbolos en lugar de conceptos: no se tratan de referencias históricas o experienciales, sino que representan ideas más allá de lo conceptual. Símbolo es aquello que no es concepto y que procede de la imaginación. El concepto siempre termina en la inteligencia, aunque comience en los sentidos.

Cuando el hombre cuenta que ha visto un animal tremendo y que le ha perseguido hasta la empalizada de su tribu, hasta que no lo cuenta no logra descansar. El relato es algo que exonera al hombre, lo descarga de su experiencia. En este sentido, en las tribus africanas se dice que cuando un anciano muere, desaparece una biblioteca. Para el hombre, la posibilidad de nombrar cosas le aporta seguridad de cara a ubicarse en el mundo respecto a todo lo que le rodea. En el mundo mítico, el hombre está dotado de razón. Hombre y razón son ideas conjuntas, aunque en una versión primitiva, la razón está dormida. No obstante, en esa etapa el hombre primero actúa, y luego, piensa. Fue cuando empezó a tener ocio cuando la razón empezó a emerger. Se contrapone la idea de OTIO respecto a la del NEC-OTIUM. El Otio es el momento de ensimismamiento, según Ortega. Es la capacidad de pararse hacia uno mismo y poder pensar, de modo que no esté inmerso en la máquina del hacer. En su contra, se referiría la idea del Nec-Otium, o negocio, que es la sección productiva de la vida que impide pararse a pensar. El mito no es algo que se cuente para distraerse unos a otros, sino que les va muy al fondo a los integrantes de una determinada cultura. Para ellos, los relatos míticos son reales, en tanto que el símbolo es una representación que se aleja de la ficción. El hombre tiene razón, aunque aún no participe activamente en la vida del hombre, ya que la acción está por delante: se busca la comida, la caza, la seguridad, los medios más eficientes para que exista el mínimo de bienestar del grupo. Se comienza el núcleo familiar, además del intercambio de bienes y servicios –basado en trueque, fundamentalmente–. El objetivo es hacer del mundo un lugar más habitable, en un sentido más íntimo – en torno a la idea de hacerlo habitable para el grupo–. Los mitos, así, van a ir dotando de sentido a la realidad. Por medio de un modo de vida y por medio de la narración se estipulan modos de vivir. Habitar en el mito se refiere a imbuírse en el mundo que describe la realidad mítica. Narrar una historia que nos ha ocurrido e impactado supone una transmisión de emociones y sentimientos, algo que es primordial para el ser humano. Los mitos son de grupos sociales. No hay individualidades. No se niega la existencia del individuo, pero lo que se destaca es el sentir común de lo que se relata en el mito: lo hacemos nuestro. Los chamanes, los poetas -en su sentido de poiesis, como creatividad– y los narradores serán los encargados de hacer que la narración conecte con la imaginación.

Tenemos dos aspectos del mito: 1. Narrativo 2. Simbólico Al narrar algo, se establecen relaciones con símbolos, y viceversa. A medida que un mito o una narración sobrevive a lo largo del tiempo, éste se retroalimenta. Por otro lado, para el transmisor de mitos, éste es verdadero: es una realidad mítica. Cuando se relata el mito es como si aconteciera y se hiciera presente. Cassirer habla del hombre mítico como el hombre que todavía no sabe que sabe, un momento que llegará cuando el hombre tenga conciencia de sí mismo. Para el hombre primitivo, el mito describe lo que realmente ha acontecido. Así, Ulises sería la astucia, y la astucia es real. Ricoeur dice que en el mito hay algo más que en la reflexión, hay más en potencia, no en realidad, aunque haya menos determinación y menos precisión. Aquí se afirma que en el mito, al haber símbolo, se desborda la reflexión. Al decirse que hay más en potencia se refiere al escaso desarrollo al que se somete al mito, que al no estar conceptualizado, carece de la determinación y la precisión que aporta el pensamiento racional. De este modo, la interpretación está más abierta que en el caso del planteamiento procedente de la razón. El símbolo es un desafío a la reflexión, según Cassirer. Cuando reflexionamos y simbolizamos –como haría un artista–, hay mucho más que una mera reflexión. El mito tiene un cierto carácter sapiencial, en el sentido de que ahí es donde comienza la sabiduría del hombre y la condición de posibilidad de la sabiduría del mismo. Es la prueba de que el ser humano puede ser más allá de la razón. El tiempo cronológico que tenemos no es el que tiene el hombre primitivo y mítico. Casi siempre, los mitos atienden a cosas que ocurren, pero esas cosas se van a ir sacralizando, por lo que los mitos empiezan a regarse de divinidades. Algunos fenómenos que son objeto de la narración mítica serán de tal magnitud que no pueden explicarse sin la ayuda de seres superiores: de ahí surgen los dioses y los héroes. Así, se abre el espacio a lo sagrado. 14/02/2012

Lo Sagrado El mito ya ha sido definido como un relato de tradición oral; un modo de vivir la vida de los primeros humanos, sujeto a una lógica especial. Ahora hablaremos de lo sagrado dentro de los mismos mitos. Actualmente lo sagrado tiene acepciones de excepción, exclusividad o relevancia que no se puede manipular por una condición de superioridad en nuestro orden de valores. Desde el siglo XX la cuestión de lo sagrado y lo trascendente está perdiendo fuelle e importancia. Para los primeros hombres lo sagrado era la explicación de lo real. Lo real entonces no era lo evidente y tangible, sino que además incluía aquello que interpela de una forma superior el vaivén de los hombres. Para los hombres primitivos lo sagrado es algo muy profundo, en tanto que es la explicación del origen de todo: la abundancia, la cosecha y las etapas son lo que son por causa de aquello que está más allá de los hombres en un plano superior. Cuando se inicia la edificación de una casa, los planes de una aldea o ejecuciones agrícolas, la explicación se establece a través de mitos. En nuestra realidad, los dioses no son los que realizan esa tareas, pero para el hombre primitivo, todo descubrimiento se atribuye a la divinidad. Es algo que participa del ámbito del miedo, pero también de lo cercano. El hombre necesitaba creer que algo más allá de él mismo estaba protegiéndolo. Acerca de lo sagrado no hay dudas en el hombre primitivo. Es claro que es así. No se le ocurre dudar, ya que el camino que tiene hacia la verdad está marcado por la divinidad. Por eso, se repiten los mismo de la misma manera de generación en generación –a pesar de ligeras modificaciones–. Los dioses actúan y hacen un modelo de la acción humana, desarrollando arquetipos a los que amoldarse el hombre primitivo. La divinidad, por tanto, es la primera en realizar cualquier tarea que en adelante desarrollará el ser humano: lo sagrado es lo pionero. En el hinduísmo, antes de habitar una casa hay que desarrollar una serie de ritos que servirán para los dioses la habiten antes que nadie, con lo cual se sacraliza ese espacio. Algunas acciones son exclusivas de la divinidad. Crear, hacer el mundo, iniciar actividades... son dominio único de la divinidad en su sentido pionero en tanto que modélico. Los hombres imitan ese comportamiento, pero no lo alcanzan en su perfección, ya que no pueden reproducir el modelo divino.

El hombre habita, por tanto, en el centro de los mitos y de lo sagrado: de hecho, todo mito está vinculado a lo sagrado. Ahora bien, la perfección de lo sagrado no es lo mismo en todas las culturas. El totemismo es una religión o una forma religiosa en la que las divinidades no son grandes superadoras como las que hemos visto hasta ahora: cualquier cosa puede estar impregnada de la divinidad. Este tipo de religión se da en Australia, donde sigue perdurando a pesar de su contacto con la civilización. También se da en las tribus indias de Norteamérica –Canadá, Estados Unidos y México–. Esto se va dando en una sociedad tribal, que se compone de clanes. Estos clanes se llaman según el nombre de las divinidades de cada una –el clan del canguro, el clan del oso, etc...–. El clan tiene una serie de características comunes: todos los integrantes comparten el nombre, y equivalen a una familia, a pesar de que no haya una relación de consanguinidad. Esto provoca que no pueda haber matrimonios entre gente del clan, de modo que los clanes tienen que mezclarse entre ellos. En el momento en que se unen miembros de distintos clanes, uno de los integrantes de la pareja abandona su clan anterior para pasar al del cónyuge. En este sentido, la fratría es un elemento más amplio que es el compone de clanes. La fratría puede tener 30 individuos, que se distribuyen entre clanes. La fratría es lo que marca la división, pero no tiene entidad dentro de la jerarquía –la organización tribal se divide en clanes, siendo la fratría un elemento intermedio, de todos modos busca esto en Internet porque lo veo raro, raro, raro–. Por otro lado, el totemismo no es una religión de grandes divinidades, y tampoco tiene como imágenes sacralizadas al modo occidental: la sacralización se vuelca en la figura animal o vegetal. En este sentido, el Mana es una fuerza impersonal que tiene la divinidad en sí misma, y que se impregna en la naturaleza –en el mundo animal y vegatal–. Esto nos lleva a una representación concreta de la divinidad, no abstracta – se representan formas de la flora y la fauna del entorno–. El hombre primitivo piensa que en el Mana yace una energía o fuerza natural que puede estar a su alcance. Durkheim es uno de los autores que más ha estudiado el totemismo. En Formas elementales de la vida religiosa llega a insistir en que el totemismo es la primera gran religión, algo que descartan los descubrimientos de ritos entorno al animismo, entre otras formas de sacralización del hombre primitivo. No obstante, el totemismo sí que es una de las primeras religiones. Cassirer estudia también la simbología de lo religioso y discute a Durkheim restándole prioridad originaria al totemismo, constatando que la figura del Mana

ya se manifiesta en otras formas religiosas anteriores. El Mana, dice Cassirer, tiene un carácter más extraordinario del que sostiene Durkherim. No obstante, para el hombre primitivo casi todo era extraordinario al modo que lo entenderíamos en la actualidad. En Mito y Realidad, Eliade dice que el mito cuenta una historia sagrada:

“el mito cuenta una historia sagrada; relata un acontecimiento que ha tenido lugar en el tiempo primordial, el tiempo fabuloso de los «comienzos». Dicho de otro modo: el mito cuenta cómo, gracias a las hazañas de los Seres Sobrenaturales, una realidad ha venido a la existencia, sea ésta la realidad total, el Cosmos, o solamente un fragmento: una isla, una especie vegetal, un comportamiento humano, una institución. Situándonos en este contexto encontramos una visión muy común: lo sagrado se identifica con los dioses como seres personales. El mito en esta situación es un ámbito donde hay seres naturales encarnados en entidades personales”.

Hasta el siglo XVIII, el mito no se valoró en absoluto. Fue en la etapa de la Ilustración cuando se cae en cuenta del poder del mito. Para Platón, los mitos son historias vanas, e incluso, como vehículo que sirve para simbolizar el logos cuando éste no puede avanzar por sí mismo. Los cinco grandes diálogos de Platón concluyen con un gran mito, al modo de quien no puede dar una explicación rotunda, pero introduce un simbolismo figurativo, haciendo real el mito. El mito tiene importancia por la forma en que nos ayuda a comprender al hombre, que tiene unas características que se repiten.

La Imaginación El hombre primitivo se relacionaba con el mundo en mayor medida a través de la imaginación que de la razón. El mito es como un drama, y drama no es sólo algo negativo y trágico, sino que se refiere a su sentido representativo. Es algo real, pero también tienen sus fiestas, sus máscaras y demás elementos donde la imaginación es una intermediación necesaria. Giambatista Vico nos ofrece una visión en su libro La ciencia nueva donde expone cómo funcionaría la imaginación en el hombre primitivo. Cuenta que esta etapa prereflexiva haría que los humanos desarrollaran una gran imaginación. Así, conocen al mundo a través de la fantasía. Eso dotaría de certeza los conocimientos que va adquiriendo, de modo que pueda cimentar en base a cierta seguridad el mundo con el que se relaciona a través de la imaginación.

Vico habla de una infancia de la humanidad, en la que se dispone de una gran capacidad creativa y de un gran ingenio. Cuando hay carencias, el hombre se adapta al medio a través del ingenio. El animal tiene un nicho ecológico en el que vive y muere, y de hecho, prematuramente si se le extrae de él. El hombre, por contra, tiene una mayor capacidad adaptativa, que se basa precisamente en la imaginación y el ingenio. Éstos dan la capacidad al hombre de inventar las cosas y aprender a vivir en un medio que a veces puede llegar a ser hostil. Estos hechos que él imagina como ciertos –y que llama “la certissima fantasia”– sirven para dar certeza a partir de la imaginación. Es como cuando un niño va teniendo confianza en una historia y la ve como una realidad: es algo que ocurre de verdad. Para el hombre primitivo, la imaginación se transcribe igualmente en realidad a través de eso que Vico llama la certissima fantasia. Lo que importa en esta época ha sido la certeza del vivir, del seguir adelante constatando hechos. Lo que hizo Vico sirve para descubrir en el siglo XVIII cómo los mitos tiene una gran relevancia, siendo el primero que ve la necesidad de abrir un estudio antropológico al respecto, algo que no había contado con respaldo a lo largo de la historia hasta ese momento.

La sociedad mítica La sociedad mítica no es como nuestra sociedad, para nada. En principio, hay una gran cohesión en la sociedad mítica. Todos van haciendo lo que les tocaría hacer para la pervivencia y unión del grupo. No hay un percepción del yo más allá del grupo: no hay una individualidad autoconsciente. Así, el comportamiento del individuo responde al comportamiento del grupo. Levi-Brhul es un autor que estudia los mitos y explica con detalles muy precisos cómo la interrelación entre los individuos es muy fuerte en esas sociedades, llegando a ser muy compacta. En ese caso, el hombre sólo se siente tal formando parte de un grupo. En ese entenderse dentro de un grupo, si alguien recibe un mal, este mal se transmite automáticamente al resto. En una estructura basada en clanes, cuando alguien es atacado, el daño se hace a todo el clan. La idea de espacio también es muy particular en estas sociedades. Para ellos, el espacio que existe es el espacio donde vive la tribu. No es así porque no reconozcan otros espacios, sino que el que ocupa la tribu es el que realmente importa. Un exilio, por ejemplo, es un castigo aún más duro que la pena de muerte. Así, el espacio se convierte en la forma de contención del grupo, y al extirparlo de éste, el individuo queda fuera de la realidad efectiva de la tribu.

Hay espacios más intensos, como cuando se eleva un altar a la divinidad, de modo que se sacraliza ese espacio. Cuando se hacen ofrendas a los dioses, ese espacio adquiere una relevancia especial, de modo que hay que respetarlo. Si se ocupa un territorio nuevo, hay que desarrollar unos ritos de iniciación, que, como dijimos antes, sirven para que la divinidad estrene ese espacio y lo haga modélico. En definitiva, el espacio no se desvincula de la sociedad. El hombre tampoco puede imaginar espacios muy lejanos. Levi-Brhul también habla de una relación de parentesco con el lugar –hablando de parentesco en un sentido simbólico–.

El rito y la fiesta El tiempo para los humanos no es un tiempo cronológico, sino que es circular. Las cosas vuelven y retornan: ahí reside el sentido del tiempo para el hombre mítico. El tiempo que más fuerza posee es el tiempo del origen. Por eso hay una preocupación en el estudio de las Teogonías. En unas Teogonías, las divinidades son más jerárquicas, mientras que otras son más parecidas –obviando relaciones jerárquicas entre los individuos del panteón divino–. Lo que más hace el hombre en las fiestas que marcan los puntos de referencia del tiempo circular es el rito. El rito es lo primero que hace el hombre, y luego imagina y hace cábalas de los sucesos. Pero el rito perdura por encima del mito. El rito tiene la función de reactualizar el origen de las cosas, y la fiesta es la manifestación del rito. La fiesta en los primitivos desaparecen las barreras entre lo sagrado y lo profano. Aunque hemos dicho que muchas cosas en el mito eran sagradas, también hay cosas profanas –hay componentes no sagrados en la narración del mito–. El tiempo circular hace que la fiesta sea siempre la misma, más allá del momento en que se celebre. La fiesta es eminentemente colectiva, precisamente por el sentido de la cohesión del grupo. Los papeles que se asignan a los distintos personajes se adhieren a la labor que va a ejecutar en la fiesta: no se trata de una mera impostura que se adopte por uso de la máscara que se emplea. Así, hay muchos estudios de varios autores sobre el asunto de las máscaras. Tanto Levi-Brhul como Levi-Strauss apuntan que la fiesta reclama de un carácter cohesionador aún más fuerte que lo habitual y se une más: sería incomprensible que el hombre de una sociedad mítica no participe en la fiesta. Hay fiestas en los Potlach en el que el hombre rico da y regala: esa es otra característica de la fiesta de estas sociedades, en las que el regalo y la dávida es una

importancia enorme. El tiempo de estas sociedades tiene incluso cierto peso ontológico, en tanto que forma parte del orden del ser.

Vida y muerte La muerte no se considera en algo lejano o dramático. Es algo que simplemente acontece, más allá de visos negativos. A veces incluso se celebra y les dejan ofrendas y alimentos para esa entidad que perdura más allá del cuerpo. 20/02/2012 Maurice Leenhardt escribió Do Kamo como resultado de 30 años de estudio del pueblo de los Canacos. Este autor se fue a Nueva Caledonia, una isla colonizada por los franceses y que está en Oceanía. Comprobó que la vida y la muerte es algo totalmente complementario –no hay distancia entre ambos–. El viviente –Do Kamo– es el que destaca por vivir, una cualidad estrictamente humana –al animal no se le llama “el viviente”–. Constata Leenhardt que no se pierden a los muertos, sino que transitan entre distintos espacios. Además, ese pueblo de Nueva Caledonia no tiene conciencia de individualidad, sino de colectivo. Tal es así que Leenhardt apunta que incluso los sujetos de este pueblo, los Canacos, no tienen conciencia de su cuerpo: se conciben realmente actuando como personajes de una sociedad donde tienen que ejercer un rol social determinado. Leenhardt comprueba que entre el mito –como uso de la imaginación– y el uso de la razón hay una relación de penetración entre ellos. No se sabe muy bien cuándo comenzó el imperio de la razón y del yo erigiéndose sobre el mito. Curiosamente, los Canacos o Melanesios tienen una apariencia física propia del neaderthal: hacen gala de un escaso desarrollo, al menos, cuando fueron encontrados por Leenhardt hace más de 50 años. El órgano que consideran primordial los Canacos es el hígado, por lo que la muerte sólo puede ser un acto animal, no vegetal. No obstante, en su lenguaje no existe el verbo morir. Poco a poco, Leenhardt se va fijando en que los Canacos tienen consciencia del cuerpo, de su propio cuerpo, y que lo que les hace individuales como sujetos es el cuerpo diferencial al del resto. El espíritu, o la mente, es algo que sigue siendo parte común del grupo. Los Canacos al principio era míticos y sociales, y poco a poco devinieron como una masa conformada por individuos: el hombre destaca poco respecto a otro hombre. Esto ocurre hasta llegar a la percepción de la individualidad y la conciencia de sujeto. Los Canacos pasan una mala época en la segunda mitad del siglo XX. No tienen rol como individuos tras la llegada de otras culturas avanzadas –los colonos–, que

suprimen sus modos de vida. Leenhardt llega a afirmar al final de su periodo de estudio que la mitología seguía envolviendo la vida cotidiana de este pueblo. El tótem, que también forma parte de la cultura de los Canacos, sigue representando al animal y el vegetal sagrado, pero a diferencia de otras culturas, si el individuo se come a ese animal o vegetal sagrados, acaba reventando por dentro (¿?¿?¿¿). Eliade apunta que esa mentalidad de lo primitivo permanece en el individuo, a pesar de que esa cultura básica haya sido superada. Freud y Jung desde la perspectiva psicológica consideran que en nosotros permanecen arquetipos en el subconscientes. Remanentes arcaicos o imágenes primordiales serán los nombres que reciban estos arquetipos en función de si consideramos la terminología de freudiana o jungiana. Giambatista Vico estudió muy bien la mitología en los distintos pueblos del mundo. Así, en La ciencia nueva detalla sus conclusiones a lo largo de cuatro tomos. Ahí hay una Antropología filosófica cultura. Él habla de unos Universales Fantásticos, que conforma el panteón de dioses y héroes a los que toda la comunidad cultural rinde la misma pleitesía. Estos Universales no son como nuestros universales. Pensamos por medio de Universales Conceptuales ligados a la razón a partir de abstracciones de elementos distintos con cualidades comunes. El Universal Fantástico procede de la fantasía o de la imaginación, no de la razón. Los Universales Fantásticos, como decimos, pueden ser dioses u hombres –que serían héroes–, así como objetos dotados de capacidades especiales –como la caja de Pandora–. Cada uno de ellos está ligado al símbolo –Ulises es la astucia–. Hércules –o Heracles–, según Vico, quiere decir “la gloria de Hera”. Zeus y Hera son las dos grandes divinidades. Hércules era un héroe que procuraba la gloria de Hera en sus acciones, aunque la propia Hera se enfadó con él, imponiéndole como castigo los famosos trabajos de Hércules, que eran como pruebas. Una de esas pruebas es la famosa lucha contra la Hidra de Lerna. El problema es que la Hidra está devastando los campos –impidiendo la agricultura– con su hálito, así que si alguien se acerca, muere por el efecto del aliento. Hércules lo que hace es cortar la cabeza, pero surgen más. Con esto, acude a una aldea cercano, y reclama la ayuda de Yolao, a quien le pide que queme parte del bosque. Así, hacen tizones muy fuertes, de modo que en lugar de cortar la cabeza, se deciden a quemarlas, consiguiendo vencer a la Hidra. No obstante, las cabezas de la Hidra eran de distintos colores, lo cual implica una cierta significación simbólica. Vico se cuestiona las razones que habrá detrás de los colores de las cabezas y de que cambie de color. Eso es una forma de simbolizar la agricultura y sus distintas transiciones: cada tono representa un momento de la siembra y la recolección: es el mito del origen de la agricultura, según Vico.

Poco a poco, el hombre se va viendo como parte de un grupo. El Yo no es algo todavía que aparezca, pero se deja entrever la noción de algo independiente al colectivo. Cada hombre en medio de la tribu también tiene sus propios ritos, como los ritos de paso o los ritos de iniciación –una aventura que al principio no se deseaban por la falta de seguridad–. La época prehistórica es la época de lo impersonal: no se entiende más allá del grupo. Kierkegaard –segunda mitad del XIX– dice que el paso a la Historia es el paso del “se” al “yo”, de lo impersonal a lo personal. Empieza así a manifestarse la libertad, y el hombre empieza a conquistar la autoconsciencia. También surge el conocimiento de las capacidades propias. Gusdorf, en su libro Mito y metafísica inicia esa visión en la que surge la visión de la distancia entre yo y yo, así como la filosofía en contraste con el mito. También dice que se llega a la Historia por la conciencia de sí mismo. Kolakovski habla en Presencia del mito sobre la forma en que la mitología –los mitos– se ha filtrado en nuestras vidas actuales. Vico también habla del sensus communis o sentir común –o consciencia colectiva–. Ese sensus communis es algo que permanece en la sociedad. Tras eso, aparece una madurez sociocultural, en la que se va pasando de la memoria del grupo a los conceptos, y de los conceptos a los juicios o valoraciones. Y después de esto, llega la reflexión. Tras la edad mítica llega la Historia. Ahora, el hombre puede tener iniciativas que le desmarquen del grupo.

Perdurabilidad de los mitos El mito es una forma de conocer, ya sea a través de la memoria o de la imaginación . Pero en la actualidad, también se recurre a la memoria y la imaginación para arraigarse a conceptos. No obstante, hay hechos que han pasado o no, pero el sentido del bien y del mal, de la conquista, de la defensa, de la empatía... todo eso ha quedad remanente en el ser humano. El mito hay que entenderlo como el arte. El arte no nos comunica de una manera racional, sino de una forma simbólica. El mito y el arte son de una gran riqueza vital: en ambos no hay un saber teórico, sino más bien poiético. El mito le explica al hombre su vida en términos generales, según Vico. Es en los mitos donde reside la explicación de lo que este autor llama los ultramundos. En definitiva, los mitos registran una serie de informaciones vitales que necesita el ser humano. Así, es bueno tener en cuenta que el sentido de todo no está sólo en la reflexión racional, sino que también hay una implicación de lo arracional, o al menos

más ligado a lo emocional, lo cual no lo lleva a funcionar a partir del principio de absurdo. La vida, así, acontece como un drama, pero no en un sentido negativo, sino como si fuera una narración o una representación: algo que a lo largo del tiempo se puede narrar de forma incluso novelesca. Por eso el mito es un hogar inmortal: es algo que no muere, según Kolakovski. Texto de Mito y Metafísica, desde “De este modo” a “naturaleza y cultura”. El mito es es una eficiencia basada en acciones ejemplares, que es elaborado y está dedicado a los dioses: no hay separación entre el ámbito del hombre y el ámbito de lo natural. 21/02/2012 Seguimos leyendo el texto de Gusdorf. Los imposibles creíbles son esas certezas en las que creen los primitivos, pero no nosotros sólo vemos como verosímiles: vemos verosímil que un pueblo primitivo crea en ello, pero nosotros lo vemos imposibles –es una idea formulada por Vico–.

Cultura y sociedad en la filosofía griega Tema 2 PLATÓN Y ARISTÓTELES Bibliografía

Platón La sociedad es un elemento de la cultura. Cuando el filósofo aprende a hablar de sociedad ya en cierto modo lo hace según una serie de principios estructurales propios de la organización del hombre. La República es el texto donde Platón se refiere al origen de la sociedad. Todo lo que es cultura, es social. Platón parte de la idea de Justicia. A lo largo de ese diálogo, hay una idea prioritaria, que es precisamente esa: la idea de Justicia, que es el gran beneficio para la sociedad –lo que Aristóteles llamará la vida buena, no la buena vida–. Primer habla de un modo negativo. ¿Qué no es la Justicia? No es sólo decir la verdad, ni sólo devolver lo que se ha recibido. Tampoco es dar a cada uno lo que se le debe haciendo bien a los amigos y mal a los enemigos; tampoco lo que es útil para el más poderoso. Para examinar la Justicia hay que referirse a la polis, a la ciudad. La polis es una ciudad para los griegos, pero el estado no es sólo la polis. Cuando aparecen fuerzas heterogéneas en la polis, veremos gente que va en una dirección y gente que va en otra. Alguien, por tanto, tiene que imponerse de forma conciliadora. Eso no se consigue sólo con organización o con coacción a la libertad: la Justicia es un valor ético, en tanto que las Ideas en Platón tiene una cierta noción de valor. La ciudad está integrada por familias, clases sociales, etc... y para que la situación no devenga en caso y el hombre pueda vivir en sociedad, la Justicia tiene que existir. Para ello, se habla del bien común. La idea no es perjudicar a unos y beneficiar a otros, sino lograr un bien para todos. La Justicia donde mejor se practica es en la ciudad, donde se persigue el bien común. Platón dice que los oficios que se dan en la ciudad vienen dados por la condición 16

natural de cada uno –la noción de persona aún no había sido revelada–. Sólo el hombre libre está en consideración. Los de condición física más débil son los intelectuales; los hombres fuertes son propios de la esclavitud, aunque no pensamos en una esclavitud en sentido negativo. La Justicia establece el orden y la armonía en el conjunto. Es además una virtud que se da en un plano público y privado, a una vez. El dar a cada uno lo suyo sí es propio de la Justicia en el sentido de que se permita el desarrollo de cada uno en el plano de sus cualidades naturales para que se les reconozca públicamente, algo que sirve para contribuir al bien social. La República también refleja a unos personajes que hablan del origen de la la polis, algo que se plantea en el libro II. Sócrates es el personaje central del diálogo, que está acompañado por otros dos personajes. Sócrates habla de la justicia y la injusticia con ellos, y comienza hablando de la Justicia directamente en términos de polis, donde podemos analizar con más claridad lo que se discute en el diálogo. Dice que la polis nace cuando cada uno de nosotros no se autoabastece, sino que necesita de muchas cosas. Hay asociaciones humanas que tienen sus necesidades y tienen que satisfacerlas, y esto sólo lo puede hacer el Gobierno de la polis. Algunos se encargan de proveer alimentos, otro tendrá que construir viviendas, otro tejerá la ropa, y así sucesivamente in crescendo. Así, el Estado tendrá que importar y exportar, ya que hay cosas que no se dan en la polis, pero que sí se dan en otra polis, así como a la inversa. Los excedentes se venden o intercambian con otros estados. Los miembros de la polis van aumentando poco a poco –Atenas no pasó de los 200 individuos–. Surge por lo tanto ante la idea del cambio el mercado y la moneda. El mercader es la persona que vende los productos. Puede ser gente con una fisionomía que no se ajusta a otros oficios. También se plantea la felicidad de los que gobiernan, y no sólo la de ellos, sino también la de toda la polis: hay una paz conseguida. Platón ha visto muchas guerras en las islas del Egeo, de modo que sus escritos van encaminados hacia la paz, la cual lleva a la felicidad. Hay que vigilar que no se meta ni la riqueza ni la pobreza en el gobierno: se debe producir para que los que no tienen, tengan; pero que los que tienen, no se pasen de la raya, ya que la riqueza produce libertinaje, pereza y afán de novedades. En los pobres se da el servilismo, no el servicio; también aparece la vileza, como fruto de la envidia; y por contra al anterior, surge el afán de cambios: el ansia de revolución.

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Los guardianes, o filósofos, son los que tienen que velar por la unidad del estado. Los filósofos deben saber argumentar porqué en un momento determinado hay que meterle mano a situaciones concretas de la vida de la polis. La educación y la instrucción corporal son necesarias para que el hombre viva bien, para que haya una vida buena. Fragmentos de La República de Platón. no hay apuntes de los días 27 y 28 de febrero, así como de los días 5 y 6 de marzo por puente festivo y baja de la profesora 12/03/2012 ¿Vendrá hoy? pues no 19/03/2012 Avelina is in da house Jean Jacques Rousseau La obra de Rousseau se entiende mejor cuando se conoce su vida. Nace en Ginebra, pero en ese momento no existía Suiza. Corría el año 1712. Muere a finales del mismo siglo, en 1778. Ginebra era una zona que estaba acostumbrada a tener cierta autonomía, incluso cuando estaba insertada en el Sacro Imperio Romano, sabiendo lo que era el rectorado eclesiástico de los obispos. Entre los siglos XV y XVI vive cierta rivalidad o amenaza entre católicos y protestantes. Los duques de Saboya ganaron mucho poder, hasta el punto de que fueron los padres de la unificación italiana. En 1541 se convierte en el foco del calvinismo tras adoptar a Calvino. Una floreciente burguesía trata de hacerse con el gobierno, cosa que choca con la intención de los obispos. Se podría haber de una especie de rígida república fuertemente religiosa, siempre en conflicto con los duques de Saboya, hasta el punto de que se le llamaba la Roma Protestante. Fue anexionada unos años por Francia tras la revolución del 98, pero en 1815 pasó a formar parte de la Confederación Helvética actual. En este contexto, este filósofo ginebrino se considera uno de los representantes más relevantes de la filosofía francesa de la Ilustración —todo entre muchas comillas—. Toda su vida tiene unas condiciones muy inestables. Es huérfano de madre, quien muere tras el nacimiento de Jean-Jacques. Está en una clase media artesanal, perteneciendo a una burguesía media que está harta de la supremacía eclesiástica, y era muy celosa de su independencia y su libertad. 18

Su padre era relojero y tenía algunos problemas para vivir en Ginebra: y es que era aficionado a la música y el baile, lo cual es incompatible con la vida ginebrina de los puritanos —la danza estaba prohibida—. Rousseau padre, algo rebelde y reivindicativo, acaba teniendo en 1722 una disputa con un militar de buena familia, con lo que se ve obligado a huir de la ciudad. Jean-Jacques se queda con unos familiares, quienes lo ponen a trabajar. Durante un tiempo es ayudante de un grabador, en cuyo taller sufre vejaciones. Tal es así que un día, cuando se queda tras las puertas de la ciudad no se ve atado a la ciudad, y vagabundea desde los 16 años. Llega a Saboya en su mendicidad y un sacerdote lo lleva a Chambéry, confiándolo a Madamme de Warrens. Lo primero que quiere es convertirlo al catolicismo, para lo cual envía a Rousseau a Turín para que entre en el seminario, lo cual no acaba por convencer al joven ginebrino. Pasa mucho tiempo con Warrens, tanto en el campo del que tan aficionado es Rousseau, como en casa de la propia Madamme, donde encuentra muchos libros para ampliar sus conocimientos. Ahí es donde nace su interés por múltiples disciplinas que luego verterá en sus propios escritos. Warrens lo manda a la Torre de Chambèry para que ejerza labores burocráticas en el departamento del catastro. A pesar de todo, en esa etapa pasa los mejores años de su vida, según declara Rousseau en Las ensoñaciones del paseante solitario durante su última etapa. Rousseau tiene tres etapas fundamentales en vida y pensamiento: 1. Los primeros discursos: Sobre las ciencias y las artes y Sobre el origen de la desigualdad. En esta etapa se establece una crítica demoledora y destructiva de todo lo que hay en ese momento. 2. Los tratados de educación: Emilio y La nueva Eloisa son ejemplos de ello en el plano individual, pero también El contrato social en el sentido de reconstrucción de la cultura en el contexto socio-cultura. 3. Repliegue sobre sí mismo: padece una cierta paranoia y misantropía, aunque redacta obras muy interesantes por la forma en que vuelve a muchas de las cuestiones que trató anteriormente. Un ejemplo de ello es la obra de Las ensoñaciones. Ser plenamente sí mismo sin obstáculo es una cuestión capital en el pensamiento de Rousseau, algo que verbaliza en Las ensoñaciones pero que se construye en su primera etapa junto a Madamme de Warrens y que estará presente en su primer Discurso. En 1742 pone fin a esa etapa de formación, poniendo pies en dirección a París. Allí, empieza a perderse a sí mismo en la gran ciudad. Su vocación era la música. No obstante, cuando llega a la capital, le dice que su nuevo sistema de anotación musical 19

es un pifiazo. Eso le deja claro que su interés por la música no le llevará a ningún sitio. Empieza a ir y venir, tomando contacto con algunos ilustres de la ciudad e incluso haciendo labores de secretario con miembros de la alta burocracia francesa. Tiene cinco hijos con una sirvienta, a los que va mandando uno por uno a un orfanato. En el Discurso sobre el origen de la desigualdad, cuando habla del amor, dice que en el estado de naturaleza habría una relación puramente práctica, destinada a la apareamiento. En cambio, detesta la idea del amor cortesano, diciendo que es algo artificioso y demencial, algo así como una suerte de dominio de la mujer, lo cual cree que es antinatural. Esto viene a cuento de que quizás por eso eligió a una sirvienta inculta como pareja. Entraba amistad con los ilustrados franceses e incluso es invitado a participar en la Enciclopedia. No obstante, no le piden artículos de filosofía, sino de música. Sigue insistiendo en el desarrollo de óperas, aunque en una de sus visitas a Diderot d’Alembert — Rousseau y Voltaire no se pondían ni ver—en la cárcel se topa con un periódico en el que se convoca un concurso con el tema de la depuración de la conducta humana a través de la ciencia y las artes. Rousseau hablar de una especie de iluminación incluso, y dice que se produce una metamorfosis. No obstante, más tarde reconoce que el concurso y el discurso es el origen de sus males posteriores. Diderot, además, le recomienda. Resulta que además, Rousseau gana el primer premio. El Discurso sobre las ciencias y las artes ataca a las armas de la Ilustración, algo que convoca las iras de muchos. Crece su fama a base de controversias, lo cual le empuja indirectamente a dedicarse a la música. En 1754 vuelve a Ginebra donde le piden que vuelva al protestantismo. Tras esto, escribe el Discurso sobre el origen de la desigualdad. Ya no sólo ataca a las ciencias y las artes, sino que se enfrenta a toda la concepción ilustrada del progreso, arremetiendo a las instituciones sociales y políticas y cualquier bastión de la civilización europea del momento. En este momento da comienzo su segunda etapa. No obstante, acogido por una de sus nobles amigas —con quien se instaló su mujer y su protosuegra—, se decide a tirarle los tejos a la cuñada de ésta. Lógicamente, la situación implica la huida del lugar. Empieza entonces a madurar la idea de que en la educación había que fijarse en fomentar la espontaneidad de los niños y no tanto imponerse conocimientos: dejar que el desarrollo creativo fuera desarrollándose en el Emilio del modo socrático, extrayendo las cualidades más elementales de los alumnos. Algunas de las teorías de la citada obra son muy importantes en corrientes pedagogas del siglo XX durante las décadas de los 60 y 70. Publica La nueva Eloisa antes de El contrato social y Emilio en 1762. Estas dos últimas son prohibidas en Francia, ya que promovían la postura contraria al absolutismo y la profesión de fe del vicario saboyano —una declaración de un deísmo anti20

institucional en su sentido religioso de gran contundencia—. En definitiva, Rousseau lanza un importante ataque a dos de los pilares políticos del momento. Incluso, ordenan su detención. Y de nuevo, Rousseau con pies en polvorosa. Se refugia en Prusia. En 1766 acepta la invitación de David Hume y se traslada a Inglaterra. Cada vez Rousseau es más introvertido y paranoico. Mala cosa, pues sufre una pesada broma cuando un individuo el dice que el pensador está bajo sospecha en una trama de conspiración. Así, comienza su etapa de repliegue. En 1768 se casa con Terèse, muriendo en 1778. Ante este panorama, Rousseau está considerado como uno de los grandes pensadores de la Ilustración francesa, aunque en muchos puntos está a gran distancia de los ideales de pensadores como Diderot o Voltaire: 1. Coincide con sus coetáneos en el sentido de que introduce elementos muy novedosos en una sociedad muy arraigada en los ideales del Antiguo Régimen. 2. Es anti-ilustrado en lo relativo a la noción de progreso. Al menos, así lo es en los primeros Discursos. Niega de hecho la idea de progreso en la historia, y además afirma el regreso o ir a peor —una noción contraria a la Ilustración—. 3. Hace una crítica a todo —política, religión, educación , etc—. La idea de naturaleza que tanto peso tiene en su pensamiento está relacionada con la noción de hilo conductor o providencia. Esto es muy ilustrado. También converge en su declaración como deísta, así como en su interés por la idea de naturaleza y naturaleza humana en distintos planos. En definitiva, saca a colación muchas ideas de naturaleza. 4. Dice que la razón es de una importancia capital, pero no el único elemento clave: la razón sí, pero. Advierte que el ser humano es racional, pero no deja de ser un ser sentimental. Rousseau da una cierta primacía en ocasiones al sentimiento, cosa que los ilustrados dejan de lado. La importancia de los sentimientos en la naturaleza será muy influyente en el Romanticismo posterior. 5. Cuando habla de moral —la moral no es un elemento consustancial al ser humano en un sentido originario— se basa en la pitié o la piedad o empatía. En esto coincide con los moralistas británicos, que basan la moral en el benevolent sentiment, sin coincidir con los franceses. Rousseau sin embargo no oculta sus críticas en literatura, sino que la blande de forma explícita en ensayos. 6. Dice que el ser humano es asocial en su naturaleza original.

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Discurso sobre las ciencias y las artes Muestra una postura pesimista sobre la cultura. De entrada, dice que frente a lo que dicen los ilustrados, las artes y las ciencias son fuentes de perversión y esclavitud, y además, contribuyen a la degeneración y el envilecimiento del hombre. La Academia que convocaba el concurso para el que fue escrito el discurso esperaba que las obras candidatas respaldaran el tema del mismo. Nadie dudaba de la respuesta, al menos, de forma explícita. Rousseau cambia el título de la convocatoria, al menos, de forma matizada, reflexionando sobre si el restablecimiento de las ciencias y las artes ha contribuido a ¿promover o a corromper? Rousseau dice que han contribuido a corromper en el sentido en que lo hace el dogmatismo y la moralidad virtuosa del momento. Rousseau denuncia la proliferación de la hipocresía del momento. Rabelais dice que ciencia sin conciencia sólo es la ruina del alma, y Rousseau denuncia la vana curiosidad intelectual o conocer o conocer para demostrar que uno sabe más que otro por pura vanidad, una denuncia a lo De Montaigne. Rousseau achaca a las ciencias y las artes un saber a lo no natural. Dice que los seres humanos hacen se hacen débiles de espíritu con vistas a crear innovaciones que eviten el esfuerzo. Denuncia a una sociedad de hipócritas que elogia el tener frente al ser. Su rechazo no va contra las ciencias y las artes en sí mismas, con lo que empieza a matizar en un juego irónico y provocativo. Lo que critica es la influencia negativa que influye en la moralidad: defiende la virtud en un sentido no religioso, sino en un sentido de dedicación hacia otro y otros. Es una búsqueda de sí mismo, de estar disponible para el otro, de ser auténtico y no de estar sometido a una constante competencia. Por lado, apuesta por dejar de lado lo engañoso y lo superfluo —la apariencia—, tanto para los demás como para nosotros mismos. Rousseau odia la aparatosa cortesía vana y superficial. Dice que nadie se atreve a parecer lo que es, lo cual implica, que no se sabrá nunca con quién se está tratando. Lo que está entonces es la transparencia frente al obstáculo, en el sentido de máscara o artificio, como apuntaba Starobinski. Las apariencias no hacen sino disimular el fondo del corazón del hombre, por eso prefiere a los campesinos y a los pueblos primitivos. Cree que el mal es constitutivo de facto de la historia y que la línea del pecado original de la propiedad privada es la que delimita precisamente el acotamiento de ese mal social, estando fuera de la concepción de la hipótesis ontológico-antropológica del Estado de Naturaleza: se trata de conocer bien un estado que ya no existe y que quizás no existió ni existirá, y del que 22

sin embargo es preciso tener algunas nociones precisas para tener… No lo define pues como una etapa real, sino como una hipótesis de trabajo. ¿Cuál es entonces el origen del mal que de modo fáctico está siempre en la historia? Hobbes cree que el Estado de Naturaleza era un estado de barbarie impreso a partir de la maldad implícita del ser humano, un estado que sólo permite la salvación a través de una sociedad organizada e incluso despótica en favor del orden. En Rousseau, el ser humano sólo es bueno cuando no hay sociedad, y por tanto, no hay interacción entre seres humanos en las que no se puede establecer la valoración humana de bondad. 20/03/2012 Entrega de tres fotocopias con textos seleccionados de los Discurso sobre las ciencias y las artes y sobre el origen de la desigualdad entre los hombres Rousseau plantea dos tipos de naturaleza. Por un lado, habla de la naturaleza originaria esencial. No se corresponde con el Estado de Naturaleza, ya que éste se basa en una hipótesis incapaz de ubicarse en la historia. Esa naturaleza originaria esencial se da a lo largo de la historia, aunque soterrada bajo el artificio de la cultura y la civilización. En ella, las dos características que distinguen al ser humano del animal son: 1. La libertad originaria, que se solapa con el sistema esclavista que llega a mediar las relaciones entre los hombres. 2. La libertad sociopolítica, que es la que se propone en El contrato social. Está a la base como formando parte de la naturaleza, y luego a la base de otras libertades de carácter institucional. Se propone sacar al individuo del caos de la historia que culmina en el Siglo de las Luces. La libertad de segundo grado o sociopolítico se diferencia de la de primer grado en el sentido de que en la libertad originaria, al no haber sociedad, no se puede tratar del tipo que se basa en la interacción intersubjetiva. Rousseau, de hecho, rechaza el rasgo originariamente social del ser humano en el Estado de Naturaleza. Además de la libertad originaria, el otro rasgo que distingue al ser humano de los animales es la dotación de perfectibilidad. Este es un concepto que suele presentar problemático por la apertura que presenta a interpretaciones. No es que el ser humano pueda hacerse cada vez más perfecto —de hecho, Rousseau no habla de progreso, sino de regreso, en el que el ser humano nace perfecto y a medida que crece se va viendo cada vez más desprovisto de sus rasgos originarios—.

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Rousseau habla de que el ser humano empieza a poner en marcha su imaginación, de la misma manera que Kant sostiene que cuando la razón empezó a animarse, empezaron los problemas —algo paradójico, dado que este autor pone a la razón en el centro de su pensamiento— y el ser humano va saliendo de su inocencia primordial. Kant dice, sin embargo, que la razón se anima porque, al igual que otros ilustrados, la idea de providencia —en sentido secularizado, como hilo conductor de la naturaleza —es responsable de que el ser humano desarrolle sus potencialidades. Si se quedara a nivel de su razón original, dice Kant, el hombre sería feliz, pero viviría como los borregos de la Arcadia. A nivel de la historia, cuando habla sobre la Paz Perpetua, llega a decir que algo de guerra hace falta para que los hombres se despierten cuando estén en un estado de ingenuidad. Es a lo que llama la insociable sociabilidad, en tanto que se refiere al ser humano como ser sociable que no puede abandonar el conflicto intersubjetivo incesante. Para Rousseau, como decíamos, la imaginación empieza a animarse, con lo que el ser humano empieza a perder algo de su inocencia primigenia. Por otra parte, la sociedad es fuente de corrupción. Así, podría entenderse la perfectibilidad como ir de un estado de partida a otro más complejo, sin entrar en valoraciones de qué tipo de estado se trata, si mejor o peor. En el momento en que el hombre se convierte en un ser libre desde la sociopolítica, esa perfectibilidad si podría traducirse en términos valorativos. También cabe hacer una interpretación etimológica, entendiendo la perfectibilidad en relación al vocable latino perfectus, es decir, acabado. Así, el ser humano tendería a su plenitud desde un estado inicial en que está inacabado. Starobinski cree que la perfectibilidad es una cualidad adormecida en el ser humano que se despierta cuando surgen dificultades; cuando tiene que hacer frente a obstáculos en la naturaleza. A partir de ahí, se desencadena todo: la técnica, la dependencia mutua, la sociedad, el lenguaje, el trabajo, la constante comparación, etc. Toynbee a mediados del siglo XX hace una teoría de la historia en la que comparte una interpretación muy curiosa: los seres humanos van avanzando siempre y cuando haya un reto que se interpone y el cual tienen que superar mediante una respuesta. El reto no puede ser ni muy pequeño ni muy grande, ya que provocaría desdén o directamente destruiría al hombre. Se trataría entonces de un reto adecuado que genere una respuesta adecuada. Esta es la base fundacional de las grandes civilizaciones. Además de la naturaleza originaria y la perfectibilidad, Rousseau distingue otros rasgos esenciales en el hombre, como la pitié —empatía— y l’amour de soi —el amor hacia sí mismo—contrapuesto a l’amour propre —el amor propio en sentido de egoísmo—. Rousseau da mucha importancia al sentimiento, por lo que destaca ese fundamental amor por uno mismo que se distingue del orgullo egoísta. El amor hacia 24

sí mismo está en la naturaleza originaria del hombre, mientras que el egoísmo se contamina en el momento en que el hombre entra en la historia. La moral no existe en la situación hipotética del Estado de Naturaleza. La razón es la idea de que en ese estado, al no haber interacciones sociales, no pueden darse las condiciones para que exista un sentido de la moral. En el Discurso sobre las artes y las ciencias ataca a la sociedad en dos sentidos. Por un lado, ataca a los elementos culturales basados en la razón —como la ciencia y la técnica— y en elementos extra-racionales —como el arte—. En el Discurso sobre las desigualdades arrasa con todas las instituciones culturales, sobre todo, poniendo en la diana a la propiedad privada. La primera fuente del mal, dice, es la desigualdad. El objeto de crítica es más amplio que en el texto anterior. Dice que en cuanto empieza la desigualdad —entre otros muchos aspectos— surge la distinción por razón del tener. Están los que tienen —ricos— y los desposeídos —pobres—. Los ricos pueden tener, a su vez, lujo y ociosidad como consecuencia del tener. El lujo, además, da lugar a las Bellas Artes, y la ociosidad a las ciencias. Cabría pensar que el esquema argumentativo señala que son los ricos quienes pervierten la sociedad — como consecuentes de ser poseedores de propiedad privada— como actores de la apariencia y la esclavitud. Tanto ricos como pobres son esclavos: ambos han olvidado su naturaleza originaria, y por tanto, están perdidos —en tanto han perdido su sí mismo—. Sostiene que los pobres son unos bribones, ya que su aspiración es llegar a ser ricos, quienes son por su parte crueles y brutales. Esto sucede de facto tal y como son en la historia, ya que los hombres están mal gobernados, según Rousseau: no hay ni educación ni instituciones adecuadas. Dice que han pasado a un estado funesto sociocultural. Por eso, en el segundo Discurso intenta responder a una serie de cuestiones que esboza y deja abiertas en el primer Discurso. Por ejemplo, dice que el hombre es bueno —o inocente— por naturaleza. Añade que la sociedad fundada sobre la propiedad privada es la fuente de todos los vicios y de todos los males. A su veces, los vicios y los males nacen de la relación amo-esclavo. Si el hombre natural estaba al margen del bien y del mal en tanto que era un ser inocente inserto en un eterno presente, ¿cómo o por qué se convierte el ser humano en un ente sociocultural? Parece que Rousseau apuesta por la idea de que el ser humano no eligió libremente, aunque podría haberlo hecho. De una manera un tanto sorprendente, Rousseau dice que lo que sucedió fue un concurso fortuito de circunstancias y del azar que empujan al ser humano a pasar de la naturaleza y al estadio sociocultural-histórica. La demografía podría haber sido uno de esos motivos 25

del azar. Ya empezaba a atisbarse el problema antes de que Malthus se preocupara por la cuestión. La necesidad de sobrevivir en un ambiente arduo o la presencia de catástrofes fueron otros condicionantes que hicieron que los seres humanos se organizaran en grupos: el azar y la necesidad son los responsables de que en el hombre surgiera la sociabilidad un tanto forzada, sin la cual, según Rousseau, el ser humano se habría apañado bastante bien. De ahí viene, por desgracia, el origen de los males de la desigualdad, la cual Rousseau ataca y que va de la mano de las tres instancias que analiza Paul Ricoeur: el tener, el poder y el valer. Lo que sucede es que todo el mundo necesita tener — comida, refugio, prendas, etc—, pero si uno no se conforma con lo que necesita, sino que quiere abarcar todo aún a costa de quitarle a los demás, se genera ambición como degeneración de un elemento constitutivo del ser humano. Así, la ambición sería la perversión del tener. Igualmente, el poder deviene en totalitarismo. El valer en tanto que la estima, por su parte, tiene su lado oscuro en la vanagloria. Rousseau diría que la desigualdad es un estado igualmente natural, que encuentra en la desigualdad sociocultural el reverso en el que se deviene. Los seres humanos no son necesariamente iguales en estado natural, pero no es esta una justificación de las desigualdades de carácter sociopolítico —moral o política, la llama Rousseau—, donde comienza la comparación y con ella la discriminación, que tienen su relación en las deformidades de las tres instancias que analiza Ricoeur. Consiste en los diferentes privilegios de los que algunos gozan en perjuicio de otros, es como define Rousseau el tipo de desigualdad sociocultura que el llama moral o político. Con el desarrollo de la imaginación, los humanos empiezan a entrar en la dinámica de la comparación —yo soy más creativo, yo hago mejor esto, etc—, en un proceso cada vez más alienante en el que el aparentar cada vez tiene más importancia. Así, acaban presos de sus propias redes. Así, lo que tenían cualidades físicas o intelectuales sobresalientes, empezaron a desear que la gente los estimara públicamente, y quien no las tenía las deseaba y envidiaba, creando resentimiento. Todo es, por tanto, negativo: quien las tiene, quiere más y además ser reconocido; quien no las tiene, las envidia y se carcome por ello. De este modo, todo el mundo acaba por perderse a sí mismo, alienándose. Cada uno empezó a mirar a los demás y a querer ser que le miraran, dirá Rousseau, y vivir en la estima de los demás. Como diría Unamuno, vivir en la gloria de los demás y en la historia. Es el nacimiento de la vanidad, el desprecio y de la envidia. El mal nace, así, de cuando los humanos conviven. Entre necesitarnos, compararnos y la propiedad privada, tenemos el caos de la historia, según Rousseau. Sin embargo, incluso entonces vuelve al tema del primer Discurso, ya que la apariencia sigue latente como tema principal de la aparición del mal: si no se tiene, al menos hay que aparentarlo; lo fundamental era parecer. 26

Los humanos de la sociedad de Rousseau estaban más preocupados de tener que de ser, según el autor, quien dice para la ventaja de uno había que mostrarse como diferente de lo que se era de hecho; ser y parecer empezaron a ser dos cosas completamente diferentes. Y ahí hay otra fuente fundamental del mal. En vez de darse una relación dialógica basada en la transparencia, nos encontramos con el obstáculo en las relaciones humanas basadas en la opacidad, la hipocresía y la desconfianza: quien tiene un defecto, trata de ocultarlo, y quien no tiene una virtud, la finge. Se edifica un mundo de máscaras y engañosas ilusiones donde el hombre no es dueño de sí mismo: no vive sino para la apariencia. Olvida su ser interior para convertirse en el cautivo de la apariencia: vana satisfacción que se paga con demasiado sufrimiento individual y demasiada miseria social, llega a decir Starobinski. El mismo autor remonta ese enjuiciamiento negativo a Séneca, a De Montaigne o a Fenelón, e incluso a algunos planteamientos cristianos pietistas: no es algo completamente originario de Rousseau, aunque éste lo pone de relieve en un momento que era el menos propicio a nivel público. No obstante, tras se conscientes de la situación del humano alienado ¿hay cabida para el hombre auténtico? Según presenta Rousseau, se da una situación de estar permanentemente fuera de sí —una idea que luego recupera Marx en el plano económico—. Dice Rousseau al respecto que el hombre salvaje vive en sí mismo; el hombre social, siempre fuera de sí y en la opinión de los demás. Cuando habla del hombre salvaje, lo hace del hombre natural en su naturaleza originaria. 26/03/2012 he llegado tarde!! Organización política Hay tres modos de organización que se sepa o que hayan recogido los especialistas en antropología cultural: 1. Bandas y Aldeas o Cazadores recolectores: se basa en grupos de 50 miembros o menos. Son exogámicos —procuran casarse con gente de otros grupos, con los que están en contacto—. Son individuos generosos dentro del patrón de personalidad. Suelen ser bastante pacíficos y organizan una sociedad muy bien montada para poder disponer de tiempo ocioso. Las mujeres se suelen dedicar a la recolección cerca de los campamentos provisionales. Lo hombres cazan piezas mayores con el procedimiento del maratón 2. Jefaturas, que se dividen en dos. Este modelo se inició con una opción en la que el jefe y su familia es el que más trabaja y el que menos obtiene. Procura atraer la mayor cantidad de individuos para que trabajen la tierra, y el que más aporta es quien se hace con la jefatura del grupo. La otra opción es la contraria: el jefe es quien menos trabaja. 27

3. Estado, que pasa a Imperio cuando se extiende geográficamente. Comienza cuando la sedentarización genera ciudades o grandes aglomeraciones. La agricultura para a ser extensiva, pero también intensiva y basada en el regadío. Una nación es imprescindible, por suerte o por desgracia, en el caso de países que aglomeren a muchos individuos. De otra forma, sería muy difícil imponer un orden entre los sujetos que la componen. En la historia empiezan enfrentamientos y oposiciones, como rico-pobre, amoesclavo, etc, según Rousseau. No obstante, todos están alienados, salvo cuando, al modo que expone Marx, en un momento dado una de las dos clases, la proletaria, al tomar conciencia de su situación y siguiendo esa toma de conciencia de la realidad histórica, podría empezar el inicio de soluciones. Rousseau es muy pesimista en este sentido: para él, el progreso de las luces va de la mano de la separación de las conciencias, lo cual le granjeó la iras y reproches de sus coetáneos, llegando incluso a prohibirse sus obras. Rousseau, al final de su segundo discurso, empieza a jugar al despiste. Dice que en esa situación tan desastrosa, los seres humanos no tienen más remedio que hacer un contrato al que atenerse, el cual resulta desastroso. Esto recuerda a Hobbes, pero nada de eso. Hobbes parte de un estado de la naturaleza donde el hombre es malo y destructivo, lo cual le puede llevar a su propia destrucción: el contrato es el garante de la no autodestrucción. En el caso de Rousseau, una vez entrados en el vaivén de la historia, y en medio de esos males que ha generado, al ser humano no le queda más remedio que participar de un contrato, aunque no será el Contrato Social del que hablará más adelante. Por otro lado, Rousseau adelanta problemas que están más allá de su tiempo, sin dejar indiferente a nadie de la época. No es su obra, sin embargo, tan destructiva en esta etapa de su vida, dado que sirve de enlace hacia la segunda etapa de las tres que ya hemos descrito. En esta segunda etapa de reconstrucción, regeneración o despliegue de la naturaleza originaria hacia un estado de cosas que vayan a mejor tanto hacia el individuo —en su sentido educativo— como hacia la sociedad —en un sentido político—, Rousseau reconoce que está en la historia, de modo que escribe Emilio, La nueva Eloísa y El contrato social. Ahora sitúa al ser humano en situaciones que no son tan incompatibles con su naturaleza originaria, la cual se ve obstaculizada por los requerimentos sociales. En el Emilio, que es donde más y mejor trata el asunto de la educación. Ahí, Rousseau se manifiesta en contra de la educación tradicional. Decía que una serie de procesos 28

erróneos de aprendizaje provocaban la pérdida de su inocencia original, y arremete contras esos procesos invasivos. Está en contra de la fría cultura racionalista y libresca. No está en contra radicalmente de la razón, pero sí en contra de basarlo todo en ella. Apunta que hay que asistir al proceso natural del niño sin alterarlo y sin olvidarnos de la base emocional del ser humano, que como se ha demostrado, la inteligencia emocional es un punto fundamental como parte del aprendizaje del individuo. Decía que la educación tenía que fundamentarse en los sentimientos fundamentales de amor a sí mismo y al prójimo. Criticando la pedagogía ilustrada, hace que aparezca Emilio desarrollándose naturalmente para que no se contamine de todo el artificio del aparato institucional, y lo hace a través de la participación de un preceptor que fomenta las cualidades naturales del niño. Emilio es un modelo de educación, o dicho de otro modo, un sujeto ideal. La misión del preceptor es que la educación de Emilio haga que los principios más profundos emergan de él sin violentar las bases de la naturaleza humana a la que se refirió en los discursos. Sólo de ese modo, a base de muchos Emilios, podría surgir una sociedad nueva o un terreno ideal, con individuos más libres y más cercanos a su hipotético estado natural. Con esta educación, el individuo podría atreverse a ser sí mismo, o como diría Kant, atreverse a pensar por sí mismo, prescindiendo de la apariencia y de la opinión de los demás. Con la recuperación del papel del sentimiento en detrimento de la mera oratoria y de la capacidad racional al servicio del lucimiento, lograría que se fuera forjando una nueva moral, esta vez verdadera que eliminara todo rastro de hipocresía. Y así, el mundo sería una nueva experiencia en positivo y no habría porqué esconder el sí mismo a los demás. La base de la moral sería la piedad y la empatía, porque aunque estuviera muy escondida en los humanos enculturizados, siempre estuvo ahí. Además, con la ayuda de un buen preceptor con un método un tanto socrático, podría ser. Emilio no se limita a ser un mero tratado de pedagogía, sino que es la continuación de un esbozo de antropología, ya que no sólo habla de la forma en que hay que hacer que el niño se desarrolle, sino que sigue el hilo de los discursos para señalar la dirección que debe seguir el ser humano. El papel del preceptor es servir de estímulos para la aparición del potencial emotivo que alberga el individuo. Parece de hecho como si Emilio trazara en un individuo las etapas por las que pasa la historia del hombre originario en el plano colectivo. Aquí, no obstante, hay una diferencia fundamental: el mal no tiene cabida, y sin embargo, en la historia está completamente inserto. Rousseau dice que si dejamos que Emilio sea un verdadero niño y no un pequeño adulto, podrá llegar a ser un adulto 29

maduro, armónico y equilibrado: un ser en sí mismo que si se suelta en la sociedad sería un ser auténtico entre seres alienados. En la adolescencia surgen en Emilio lo que Rousseau llama las pasiones, e incluso, una conciencia autónoma que no tiene porqué aceptar los argumentos de autoridad, sino que busca su propio camino —algo propio de la adolescencia, por otro lado—. Aquí, no obstante, nunca entra en contacto con los argumentos de autoridad, dado que el preceptor es un asistente emocional e intelectual, pero no un impositor de valores. Además, no tiene que aceptar las teologías reveladas. En este terreno, Emilio encontrará una fe natural en la voz interior de la conciencia. Encontramos de nuevo en Rousseau esa especie de providencia secularizada que se puede atisbar interiorizando la búsqueda vital y que se puede contemplar en el espectáculo de la naturaleza. A partir de aquí, se prepara para casarse y para ir por el mundo y analizar por sí mismo con ojos sin velos las distintas costumbres y los distintos pueblos del mundo. El objetivo es ver si encuentra principios de un derecho político adecuado. Emilio viaja y estudia esas culturas, presentando las bases de lo que luego se recogerá en El contrato social. Por eso, por ejemplo, dice que es necesario saber lo que debe ser para juzgar bien lo que es. Al final, Emilio se aparta al campo como fruto del desencanto. Este modelo de Emilio se complementa con el femenino de La nueva Eloísa. Las críticas que se le hace al modelo femenino, y al Emilio, es que en lugar de ponerlo en práctica con sus hijos, se dedica a abandonarlos de forma indecente. También hay que decir que, aunque teóricamente se dice que todo procede o emerge desde el niño, Rousseau siempre necesitó de otra persona: el preceptor, para construir un ambiente adecuado —es decir, no se abandona a la merca espontaneidad, lo que va en contra de las críticas de Rousseau al preceptor, que, por otro lado, no sabemos quién lo ha formado, por lo que si procede de la sociedad, ya debe haberse visto maleado por ésta —. En Emilio, por otro lado, falta lo fundamental: la socialización, una idea que está fuera del pensamiento rousseauniano. En otros aspectos tuvo gran acierto, convirtiéndose en una fuente de influencia en el siglo XX: aquellos que apuntan en la dirección de fomentar la espontaneidad del niño, así como la creatividad del sujeto. Otro de los puntos que cabe destacar es el de lo innecesario de la memorización y el de tener en cuenta el papel fundamental de la emotividad y los sentimientos como fuente de aprendizaje. Esto se llevó a cabo por medios adecuados por algunas corrientes, mientras que otras lo interpretaron desde posturas muy caóticas.

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27/03/2012 Discurso sobre el origen de la desigualdad Parte del contraste entre la naturaleza y de la cultura. Hay también un contraste entre el Rousseau de los discursos y el segundo que pasa por un intento de arreglar la política y la educación, aunque hay cierto hilo de continuidad, que está en la explicitación de un cierto contrato al final de este segundo discurso. Es la educación y el contrato social lo que trata de arreglar la maldad del hombre que surge del ser humano histórico. Afirma así que el hombre es malo, en tanto que ser que participa de la sociedad. Si se desprende de los vicios sociales, vuelve a su bondad natural. Como diría Ricouer, el ser humano es víctima y culpable, en tanto que inocente cuando llega al mundo pero que posteriormente participa en la configuración de ese mal del que fue víctima. Kant, por su parte, afirma que el hombre es creado para el bien pero inclinado hacia el mal: son las pasiones las que orientan el comportamiento hacia el mal. Aunque se admite que la propiedad privada es el origen de la sociedad y de sus males, Rousseau pasa de puntillas sobre la cuestión de cómo llega a generarse esta noción. Alude a necesidades y azar, como cambios climáticos, cuestiones orográficas, demográficas, etc; todas ellas ligadas a la necesidad de sobrevivir. Prepara en este Rousseau discurso un adelanto del contrato, el cual fuera válido para diferenciar lo justo de lo injusto —no un derecho arbitrario con unas leyes arbitrarias que dijeran qué es justo o no en materia de ordenamiento de las relaciones sociales—. Emilio, en sus paseos por el mundo, se dio cuenta de que ningún estados se corresponde con el estado ideal que propone Rousseau. Como la vuelta a la niñez y a la inocencia es imposible, sufre una penosa ruptura con Sofía, con quien debía casarse, lo cual le lleva al aislamiento y la soledad en la que, precisamente, acabaría sumido el propio Rousseau. Ante esto, parece que sólo hay dos alternativas: la soledad del anacoreta o la búsqueda de una sociedad mejor basada en un derecho justo que tenga en cuenta los rasgos de la naturaleza originaria. La tercera sería continuar inmerso en la sociedad alienada. La suya es la sociedad del derecho, no la sociedad de la naturaleza originaria que emplea como hipótesis. Cabe recordar que el término naturaleza en el XVIII tiene una ambigüedad tremenda. Con toda esta descripción, tendríamos una nueva naturaleza humana que podríamos llamar ideal-reformada. El ideal político es el de una república democrática pequeña en la que los derechos de los ciudadanos sean respetados. Lógicamente, Rousseau pensaba en su Ginebra natal. El Contrato de 1762 articula la integración de los 31

individuos en la comunidad, pero ahora en un sentido liberador de la carga que traían de la sociedad perniciosa; una libertad que tenía que estar garantizada a través de un contrato ideal, de un supuesto pacto que estipulara la entrega total de cada asociado a la comunidad, de manera que ésta siempre respondiera protegiendo a cada ciudadano. La dependencia de la voluntad general lo libera de la dependencia que podría tener de otros ciudadanos en concreto, más poderosos o ricos. Curiosamente, entonces, esa voluntad general lo libera de dependencia de algunos que pueden dejar llevar no por el amor a sí mismos, sino por el egoísmo o amor propio. Ese acuerdo de distintas voluntades particulares en una voluntad general expresa para Rousseau una racionalidad que es común a todas esas voluntades particulares; así como la educación pone el acento en el sentimiento, aquí la idea de voluntad de voluntad general y adecuación de las particulares debe ser de tipo racional. Con esto, cree superar Rousseau la frase en la que dice que el hombre nace libre pero en todas partes se encuentra encadenado. Las injusticias y las ideas de clase se podrían ir eliminando poco a poco a través de la educación y de la transformación del orden social desde el interior de la misma sociedad sin recurrir a violencia. La voluntad general es distinta de la suma de las voluntades individuales, siendo el fundamento de todo poder político. Es inalienable. La libertad individual ha de ser civil y en condiciones de igualdad sociopolítica. Rousseau reconoce que es un proyecto al que aspira: es un deber ser, no tanto un ser, que es lo que él quisiera poner en marcha. En el Libro I del Contrato dice que el orden social es un derecho sagrado que sirve de base a todos los demás. Aunque, eso sí, la frase se refiere a esa sociedad ideal que plantea el propio Rousseau, no a la sociedad que critica en los Discursos. El modelo que defiende Rousseau es de orden lineal: en la historia a la que se refiere cuando habla del curso de las culturas, hay varios modelos. Hablará de los siguientes: 1. Cíclico, propio de los pueblos primitivos. Al cabo de un año, se regenera el pueblo y da comienzo un nuevo ciclo sujeto a rituales y ceremonias. Algún resto de la idea de que los muertos y los papeles sociales se trasponen aún persiste. En el libro de Frazer La rama dorada se explican las conexiones de esos ritos de tipo pagano que continúan hoy día que hacen las veces de cambio de papeles. 2. En espiral, propio de Vico. Plantea una edad de los dioses, otra de los héroes y otra de los hombres. No hay predominio de unas sobre otras. Se relaciona con las ideas de divinidad, fuerza y razón, respectivamente. 32

3. Lineal, es el modelo que defienden los pensadores modernos y contemporáneos en su mayoría, donde se describe un inicio y un final, marcados por una serie de puntos: la caída, inflexiones de relevancia, etc. En Rousseau se describe el estado de naturaleza como un punto de partido inicial hipotético sin contexto cronológico concreto. De ahí se extraen los rasgos de la naturaleza originaria —libertad, perfectibilidad, amor de sí y empatía— que luego soterrará la historia. Ligado al inicio, se produce la caída —entrada en la sociedad histórica con la implantación de la propiedad privada—. Comienza así la naturaleza fáctica o histórica —en cuanto ya realizada—. En este punto, tendríamos el mal y la propiedad privada, así como la apariencia como elemento dominante y la desigualdad. No hay que olvidar la alienación, la hipocresía, etc. El acontecimiento relevante de la linealidad rousseauniana de la historia —en el cristianismo sería la venida de Jesús— sería el proyecto de Rousseau a partir de la educación a nivel individual y el contrato social a nivel colectivo. El final de la historia, o intrahistórico, sería la sociedad la contrato, de carácter democrática y republicana. En este punto, nos toparíamos con una naturaleza humana ideal, utópica —en el sentido de que todavía no ha sucedido—, política o moral. La repercusión de Rousseau es enorme, y no sólo en la Revolución y la democracia, sino también en la educación. 09/04/2012 Comentario de texto de Rousseau. Pagina dos de las fotocopias, página 10 del Discurso sobre las ciencias y la artes: “el espítiru tiene sus necesidades...” Estructura: 1. Desde “El espíritu” hasta “consolidado”. 2. Desde “Poderes de la tierra” hasta fácil”. 3. “en una palabra” hasta el final. Términos clave 1º parte Espíritu --> necesidades --> cuerpo fundamentos --> sociedad --> cuerpo 33

atavío --> espíritu gobierno y leyes --> cuerpo --> seguridad y bienestar --> hombres mancomunados / sociedad letras y artes --> guirnaldas y flores sobre cadenas de hierro --> ahorgamiento de la libertad originaria --> amar la esclavitud --> lo que se llama pueblos civilizados necesidad --> elevó tronos /civilización ciencias y artes --> consolidó los tronos /civilización 2º parte Apelación a elementos de la civilización que Rousseau considera negativos usando un sarcasmo atroz. 3º parte Apariencia / Virtud --> sociedad / soledad Síntesis Rousseau expone cómo se establecen las civilizaciones a través de la cimentación de las necesidades del cuerpo y cómo las ciencias y las artes ayudan a consolidarlas, pero que unido a ello se modifica la naturaleza de los hombres convirtiéndolos en esclavos de las apariencias, empleando para ello una enumeración de elementos sarcásticos que hacen que la virtud quede sepultada precisamente bajo esas apariencias sobre las que se eleva la civilización. Cuando habla de los fundamentos de la sociedad por necesidades del cuerpo, hay que recordar que Rousseau se refiere a la necesidad y al azar —como cambios climáticos— como razón por la que el hombre abandona su estado de naturaleza en el que no es social por condiciones externas que le llevan a la irreprimible relación entre humanos. No obstante, aunque esta idea está presente en este primer discurso, no será hasta el segundo discurso cuando la exponga claramente. El sentido de virtud en Rousseau está relacionado con la medida en que el individuo está lo más alejado posible del mundo de las apariencias. No es virtud en un sentido religioso de las instituciones. Nada de eso. Se trata de una virtud de carácter natural —un deísmo natural, tal vez—. Es un rechazo de todo el egoísmo y un cultivo del amor de sí. Es también un rechazo de la ambición y el deseo de estar por encima del resto de los individuos del grupo. Es un actuar según la propia conciencia, y ni siquiera quedarse en el nivel de pensamiento, sino actuar en consecuencia de lo que uno encuentra de verdadero y auténtico sobre sí mismo. 34

En cuanto a la coherencia de Rousseau, podemos establecer lazos con el dualismo entre teoría y praxis en su obra y su vida. Otro comentario de Rousseau. Página 5 / 239 del Discurso sobre el origen de la desigualdad Síntesis: Rousseau, presentando inicialmente una aparente contradicción, al afirmar por una parte que los hombres son malos y que el hombre es bueno, pasa a enumerar toda una serie de aspectos negativos que dependen directamente de la vida en sociedad que acarrea siempre males, sobre todo cuando la razón particular se contrapone a la pública. El tema central es al mismo tiempo antropológico y axiológico: ¿en qué términos puede ser el hombre valorado positiva o negativamente? ¿y en qué estados o cualidades hay que detenerse para realizar esas valoraciones? 10/04/2012 Texto orientativo sobre la Técnica: J. Conill. Temas: búsqueda del hombre. antropología de la técnica —Aristóteles a Zubiri— responsabilidad y ética ante la técnica Aquí supuestamente empieza otro tema. No obstante, lo cotejaré con el programa para maquetarlo correctamente.

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La Técnica Tema 3

1. La noción de la técnica. Aristóteles La tecnología y la técnica constituyen uno de los aspectos fundamentales del ser humano, hasta tal punto que se traza una línea artificiosa sobre la base de que se habla de homo cuando los homínidos empiezan a fabricar instrumentos. Pero, ¿qué es técnica? Para los griegos, la técne o el ars latino es la habilidad para hacer algo siguiendo ciertas reglas. Para Aristóteles era un saber superior a la experiencia —se podía tener experiencia de algo, pero no necesariamente técne—; dice que la experiencia es algo que se comparte con los animales, aunque el ser humano tiene modos específicos de saber apoyados en la experiencia, como la técne, la phrónesis, la episteme, el nous y la sophía. Cada uno de estos grados van de menos a más. La episteme sería saber con verdad la articulación interna de la necesidad constitutiva de algo. La phronesis sería básicamente la prudencia. El nous sería la inteligencia como visor de los primeros principios, mientras que la unión de nous y episteme sería la sophía. El técnico, según esto, sabe más que el mero experimentado, ya que quien tiene tecné sabe con conocimiento de causa porqué se hacen las cosas como se hacen, y además, puede aplicar esos conocimientos de modo universal. Por otro lado, el técnico puede enseñar ese saber universal. Hoy día, la técnica es el conjunto de procedimientos con los que el hombre se las ingenia para dominar su entorno físico con vistas a sobrevivir y satisfacer sus necesidades, para lo cual recurre a artefactos artificiales.

2.La dimensión técnica en la concepción marxista del género humano Como tal, la técnica ha existido siempre. No ha habido ninguna época que haya patrimonializado el uso de la técnica. En ese sentido, no es un fenómeno exclusivo de nuestra sociedad tecnológica. Lo que sí que es más actual es la conciencia creciente del papel que tiene el fenómeno de la técnica en la existencia humana. El humano de la civilización occidental está rodeado de mediaciones técnicas que interfieren constantemente en nuestra vida, intercalándose entre el ser humano y el medio físico natural, pero también entre el individuo y los demás humanos. La técnica, así, casi moldea el mundo humano. Fromm, en La revolución de la esperanza, hace un análisis acerca de dónde estamos y hacia dónde vamos, en relación con el 36

papel de la técnica. Asegura que estamos en una sociedad tecnológica en la que hay una serie de máximas, sobre todo, que algo debe hacerse porque resulta posible hacerlo. En lugar de estar la ética en la base, el desarrollo tecnológico estaría a la base de la ética. El segundo principio sería el de la máxima eficiencia y el rendimiento, lo que nos lleva a la mínima individualidad en favor de que la eficiencia sea la más alta de las posibles. Ante esto, nos invaden las reglas burocráticas. El hombre según esta perspectiva que critica Fromm debe ser desindividualizado, desplazándose su identidad hacia la corporación y la masa. Este problema ya fue antes tratado por Marx en el siglo XIX, relacionando técnica y organización social a través de la mediación del trabajo. En esa asociación de técnica y trabajo es donde ve Marx el carácter distintivamente humano: técnica para mejorar la vida del ser humano a través de la realización en el trabajo. Para él, el hombre es un ser pluridimensional y sólo si se tiene en cuenta su riqueza de facetas en interacción se puede distinguir de los demás animales. Así pues, para Marx queda clara la idea del homo faber u hombre fabricador —que hace cosas—. El autor pone el acento en esta dimensión práctica del hombre, y llega a decir que podemos distinguir de los hombres de los animales por muchas cosas, pero que éstos ven la diferencias entre ellos y los animales en cuando empiezan a producir sus medios de vida; paso que se haya condicionado por su organización corpórea. La producción de vida es un medio indirecto de producción de su propia vida material, según sostiene el propio Marx. Este hombre que se percibe a sí mismo como faber necesita instrumentos, para llevar a cabo la tarea de autorrealización. En El Capital insiste en la unión entre la técnica y el trabajo como realización del ser humano —un toolmaking animal, como lo define Frankling, un autor de finales del XVIII al que se refiere Marx—. Para esto, tiene que tener unas capacidades cerebrales que le posibiliten un modo de actual que le sirva para proyectar sus actividades hacia el futuro siendo previsor. El mismo Marx pone el acento en la capacidad proyectiva y previsora del trabajo humano, y también en algo que se pone de relieve en el siglo XX: la capacidad humana de tomar distancia respecto de la realidad, algo muy propio de Zubiri. Sin embargo, el trabajo como capacidad de producir medios de subsistencia no sería exclusivo del hombre. Por eso, en los manuscritos de Marx se precisa que también el animal produce —crean sus viviendas, por ejemplo— pero sólo lo que necesita inmediatamente para sí o para sus crías: produce parcialmente, mientras que el hombre produce universalmente. El homo faber transforma la naturaleza, prevee y trabaja. Pero esa transformación de la naturaleza —entera, además— acaba repercutiendo en su propio ser. 37

3. Ambigüedad de la técnica, o la percepción que el hombre tiene de la técnica La relación entre el hombre y la naturaleza, o entre los hombres, siempre a través de la técnica, se vive actualmente con cierta ambigüedad: nos admiramos por lo que hemos hecho, pero al mismo tiempo, nos sentimos presa de ello. Jaspers, en Origen y meta de la historia distingue entre tres posibles valoraciones de la técnica del siglo XX: 1. positiva: al ver la técnica, pensaríamos que hemos llegado un alto grado de perfección. 2. negativa: la técnica destruye la naturaleza y al hombre mismo. 3. neutra: en sí misma, la técnica no entraña una idea de perfección ni de destrucción, sino que éstas proceden de otras dimensiones del hombre. En Prometeo: mito y tragedia de García Gual se recogen varias versiones del mito de Prometeo de multitud de autores, tanto clásicos como modernos, así como interpretaciones. En ellas, se plantea el carácter destructivo y casi homicida que puede alcanzar la técnica, algo a lo que los propios griegos llegan a reconocer su miedo, ya que precisamente su dominio acaba empleándose para destruirse unos a otros. Cuando la capacidad técnica era un don de los dioses, podría pasar que nos congratulásemos por ser depositarios de ese don o que sintiésemos respeto por él. Hoy día, hemos vampirizado el don, que ya no reconocemos como una apropiación divina, sino el resultado de nuestro ingenio.

4. Técnica, hombre y animal Muchos animales usan o fabrican útiles. Al principio se decía que sólo utilizaban instrumentos, pero los etólogos corrigieron diciendo que también los fabricaban. Algunos animales utilizan sistemáticamente instrumentos, pero hay que distinguir si lo usan por instinto, como en el caso de los insectos, aves, peces o algunos mamíferos, o mediante transmisión culturalmente entre generaciones. Ante esto, Harry concluye que algunos chimpancés en condiciones de cautividad a los que se les someten a pruebas no emplean instrumentos de su entorno para conseguir unos objetivos, y es así por la falta de motivación, cosa que no ocurre en en entorno natural. 16/04/2012 Dejados de lado los otros primates, en homo se hizo el uso de intrumentos y la fabricación de los mismos con objeto de generar otros instrumentos, algo que llega de la mano del bipedismo: algo que llegó cuando se mezcló la situación de hábitat entre bosque y sabana. En ese momento, según algunos autores, los austrolopitecinos — 38

otra rama de los homínidos—podrían haber recurrido también al desarrollo de algún tipo de técnica, al igual que otros hominoides —su desarrollo cerebral, de hecho, era un poco mayor que el de algunos chimpancés y otros ejemplares de los grandes simios—. Lo cierto es que hay un cambio radical: los homínidos, de homo o austrolopitecinos, cuando salen a la sabana empiezan a encontrarse con que los frutos y vegetales escasean en comparación de la zona boscosa. En ese caso, dado que se pierden características como los caninos o garras, es fundamental el desarrollo de herramientas para determinadas operaciones. Ahí comienza una adaptación cultural de la mano de la técnica y de la asociación en grupos, la cual supuso un camino en homo del que nunca pudo salir, y hasta hoy. La cualidad de faber desde entonces no pudo disociarse de la cualidad de homo. Hay quien dice que el hombre empezó a ser uno con sus útiles y herramientas, lo cual modifica el ser del hombre.

5. La actitud hiper-crítica de grandes pnsadores del siglo XX La técnica nos transforma de tal manera que la cultura crea sociedades crecientemente más y más complejas, hasta el punto de que sobre todo en el siglo XX hay una denuncia de crítica ante actitudes negativas frente a una sociedad que, según unas corrientes determinadas, está hipertecnologizadas, lo cual está relacionado con la alienación del ser humano: el instrumento es el que es, mientras el ser humano va a la zaga. Heidegger, Ortega y Gasset, Fromm o la Escuela de Frankfurt se han posicionado en esta línea. Ya no estamos en el entusiasmo del siglo XVIII ante la técnica que manejaba Condorcet, por ejemplo. Marvin Harris habla en Vacas, cerdos, brujas y guerras de la necesidad de desarrollar una adaptación tecnoeconómica al hábitat para poder avanzar en términos demográficos. Esa es la base de la estructura del grupo. Sobre esto, la superestructura de tipo ideológico en un sentido teórico. Uno de los ejemplos que refleja esto lo vemos en uno de los trabajos de Harris, en el que se plantea lo extraño de que en India la vaca sea un animal sagrado, siendo un país con un importante grado de pobreza, desarrollando una cadena de razonamiento puramente occidental —un punto de vista EMIC sobre la sociedad occidental—. En el caso de la visión EMIC de la propia India, el razonamiento es que la vaca es sagrada, ante lo que cabe preguntarse porqué se da esa situación. La razón ETIC que da respuesta a esto es que en una zona de la India de alta carga húmeda, donde se adapta mejor el búfalo del agua y las vacas, de modo que se emplea para la agricultura. En otras zonas, se empleaban bueyes para arar la tierra. La poca proliferación de vacas en ambas zonas se debía a la escasa nutrición a la que accedían estos animales, además de una serie de 39

valores adicionales, como el valor de combustible que tienen los deshechos que generan las vacas —los excrementos secos son un estupendo tipo de carbón para cocinar a fuego lento—, además de emplearse para elaborar suelos en viviendas. Por otro lado, la comunidad musulmana de la India aprovecha la carne y el cuero de las vacas muertas. En definitiva, las vacas suponen un valor mucho más alto de lo que sería si se las comieran siguiendo la cadena occidental. Entre las necesidades del ser humano y las respuestas, media el simbolismo de la cultura, un campo donde se mueve la técnica —en el terreno del hacer—. En el terreno de la técnica, sin embargo, el ser humano no acaba de saber exactamente dónde está en este momento, lo cual genera angustia por la presencia ante la encrucijada de la dirección a seguir. Fromm dice en La revolución de la esperanza que un camino nos lleva a una sociedad totalmente mecanizada, en la que el hombre es una mera muesca más de la máquina, mientras que otra conduce al regreso del humanismo donde la técnica está sometida al bienestar del hombre. Esta omnipotencia de la técnica nos desborda, de modo que hoy más que nunca sentimos que nos absorbe. Algunos de los detractores de la superpresencia de la técnica son especialmente críticos, aunque todos reconocen la ambigüedad y la doble dimensión a la que alude Fromm, pero que también está en Jaspers, quien reconoce una tercera vía, donde la técnica es un valor neutro que está siempre sometida a la acción del hombre. La posición antitecnicista podría entenderse como contraria a la racionalidad, sino contraria a un modelo de racionalidad que tiene un impacto muy negativo en los humanos contemporáneos. Se trata de lo que llama la Escuela de Frankfurt la razón científico-técnica, una protagonista única que orienta el destino del ser humano. Arremeten contra lo que ellos llaman la razón ilustrada, en cuando que razón dominadora que garantizaría el progreso que Rousseau criticaba, es decir, en el que creía ingenuamente Condorcet. Este movimiento situaría en el centro a la razón ilustrada sería el iluminismo, entendido a la manera de Adorno y Horkheimer en La dialéctica del iluminismo, sería la filosofía que identifica la verdad con el sistema científico. No obstante, esa identificación es una noción más cercana al positivismo que a la Ilustración. Creen además que la imagen que se tiene del mundo está determinada por la primacía de lo calculable: lo que no se pueda calcular, no tendría valor en el mundo humano. La verdad, así entendida, sólo puede ser calculable y, en cierto modo, mesurable. Hablaríamos de un mundo que tiene que ver con el control, de modo que las personas se ven insertas en un contexto del que no pueden salir y en el que ejercen un papel casi de certidumbre constante. 40

El Kant de ¿Qué es la Ilustración? sostiene, sin embargo, otra postura: hay que atraverse a pensar por sí mismo cuando insta al lector con la célebre sentencia Sapere aude. En este sentido, Horkheimer aboga por dos modelos de racionalidad: 1. Subjetiva: pragmática, tecnológica, instrumental. Es un tipo de razón que va a la resolución de problemas, en lo cual, el hombre acaba siendo engullido por lo instrumental, de modo que es un instrumento entre todo lo demás. 2. Objetiva: práctica, moral, crítica. Se tienen en cuenta los valores de lo que se puede hacer con artefactos, y parándose a pensar en la forma en que se encamina la creación de instrumentos. El gran problema es que la racionalidad subjetiva ha invadido en las sociedades complejas prácticamente todos los dominios de la existencia, y casi no deja lugar a la crítica ni a la realización práctica del ser humano —y ni mucho menos a la ética—. Se resume todo en qué se puede hacer, cómo hacerlos eficazmente y empleando qué instrumentos, quedando fuera de la ecuación el ser humano. El problema de la razón instrumental es que no nos conformamos con aplicarla en su campo de dominio. De una manera casi inconsciente por parte de los integrantes de este movimiento se procede con una hiperracionalización que juega a favor del sistema sociopolítico establecido. Por eso, Marcuse denuncia cómo el individuo se ve atrapado en un sistema muy racional: los estados, cuanto más tecnificados, más racionales. No obstante, desde el punto de vista del beneficio de las personas, el sistema es realmente irracional. Es además un sistema que dada esa racionalidad, se autoperpetúa. Estos pensadores proponen como solución el despertar de la conciencia crítica. Ahí, cada uno propone una cosa. Adorno dice que hay que acudir al arte, ya que en teoría está más allá de toda influencia política y técnica. Horkheimer habla de la religión como solución, además de la filosofía, pero en un sentido verdaderamente crítico. La tarea de transformación es técnicamente posible si no se obstaculizara de forma sistemática por un entramado institucional cerrado. Ante esto, sólo una actitud crítico-práctico podría equilibrar la libertad con la técnica o con la economía. La denuncia de por entonces que sostenía la propia Escuela de Frankfurt era que pa filosofía había renunciado a dar respuesta a esa problemática. Apuntan que sólo el pensamiento inauténtico, el que ha renunciado ser pensamiento reflexivo, es capaz de asentir e incluso de venerar lo existente. Así, se dedica a encubrir, a crear apariencia de irracionalidad y así, ese pensamiento que se amolda a criterios de racionalidad científico-técnica, es imposible que dé el salto a una racionalidad crítica-práctica, por 41

lo que se convierte en esclava de sí misma; se convierte asimismo en una orientadora de la esclavitud del propio ser humano. Adorno dice que la cosificación de la vida no se debe a un exceso de Ilustración, sino a un defecto de ella. Uno de los primeros efectos de esta razón dominadora es el sometimiento incontrolado de la naturaleza, en el cual —desarrollado a través de la técnica— somos autores y víctimas en uno u otro momento. Fromm llega a decir que una sociedad mecanizada orientada a la máxima producción y a la máxima eficiencia generaría a un hombre que acabaría mimetizándose con la máquina: la suya sería una actitud pasiva y poco sentimental. Sería la sociedad de Orwell o de Huxley. A este tipo de existencia, Heidegger la llama existencia alienada de los individuos: se dice, se piensa, se sostiene, etc. El propio Heidegger habla de la pérdida del contacto con uno mismo, que cambió por el contacto con la técnica. Venga de un lado o del otro, nos topamos con el desarrollo exacerbado de una racionalidad sesgada. Se percibe entonces la técnica como positiva, en tanto que los avances facilitan el bienestar de los hombres, pero también puede ser negativa por el proceso destructivo que puede suponer. También incluso puede ser ambivalente. En todo casi, la Filosofía de la Cultura no puede ignorar el papel del hecho técnico en el desarrollo de las culturas humanas.

17/04/2012

6. La dimensión ontológico-antropológica de la técnica a través de Zubiri La técnica tiene un papel decisivo en la vida del ser humano. Tal es así que la existencia del hombre sería inimaginable sin el desarrollo de una técnica transmisible desde la cultura. Se trata de un fenómeno tan decisivo que requiere de un análisis de su base ontológica, es decir, del modo de ser del hombre en relación con la naturaleza y con otros individuos. Zubiri, en el capítulo VI —Realidad social del hombre, sacado del libro Sobre el hombre—, toma una opinión que se viene desarrollando desde Marx: la praxis es lo que hace el ser humano —no tanto lo que dice o piensa—. Ortega rescata esta idea ante lo que él llama el qué hacer del hombre. El ser humano no sabe qué hacer, por lo que se le presenta la vida como una tarea, es decir, como un quehacer. Ante esto, expone un sistema de ideas y creencias —entendida como la cultura en su nivel superestructural — que configura el devenir de ese quehacer. Es ese sistema el marco donde se orientan los problemas, así como los métodos abiertos de resolución de esos problemas.

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Zubiri se pregunta cómo, a partir de Ortega y la Fenomenología, el hombre configura su vida entre, y con, las cosas físicas, ya que la técnica se hace con cosas físicas, al tiempo que el humano se mueve entre cosas físicas. El autor distingue ante esto dos cuestiones fundamentales: 1. ¿Qué son las cosas físicas? - Hablamos de esas cosas que se destacan individualizadas sobre un fondo perceptivo. Así, las cosas físicas son cosas que están ahí, es decir, que se perciben. Ante esa supuesta obviedad cabe preguntarse cómo están ahí. Heidegger diría que no es suficiente que las cosas estén ahí, ante nosotros, sino su modo de estar para que el hombre construya su vida de determinada manera con ellas. Zubiri acepta que las cosas tengan esa dimensión, de estar a la mano del hombre para que hagamos cosas con ellas. No obstante, dice que lo absolutamente primario de las cosas no es su ser para, sino su realidad, es decir, su estar ahí. Para representar esto, ejemplifica con el martillo. Dice que el martillo es algo para clavar cosas. No obstante, el ser algo para clavar implica necesariamente ser algo antes. El sentido del Zuhanden y de Voghanden, así, se funde en el ser de la realidad. 2. ¿Cómo hace el hombre su vida con esas cosas físicas? - Dice Zubiri que el hombre puede disfrutar con las cosas —fruición—. No obstante, añade que la fruición puede ser positiva y negativa. Además, comprende las cosas —intelección—, paso anterior a poder cambiarlas —modificación—. A la base de todo esto, estaría la estructura fundamental del poseer. Frente a la posesión, es fundamental la interacción entre el saber y el modificar: hay que saber cómo es la cosa para poder cambiarla. Ahí reside la base de la técnica. Esa unidad intrínseca del saber y del modificar se plantea como un problema central por parte de la técnica, algo que es fundamental para el ser humano, el cual no puede dejar de intervenir en el universo físico. La intervención del ser humano en el universo físico puede ser por dos medios: 1. Motriz: en ella interviene la mano con un papel decisivo. 2. Manual-mediada: también interviene la mano, aunque en este caso a través un instrumento. Aristóteles plantea algo que ya nombramos antes: hay modos de saberes, en función de la relación con el objeto. Zubiri establece algo parecido, a nivel técnico y a nivel empírico. No obstante, Aristóteles no hace alusión a algo que es fundamental para Zubiri: el modo de saber del ser humano es una articulación ligada al inteligir y al sentir —de ahí la inteligencia sintiente de Zubiri—. En Aristóteles hay una dicotomía entre uno y otro. En el caso del hombre, esto sólo se consigue a través de esa 43

aproximación a las cosas como realidades, y no sólo como meros estímulos —que sería el modo de relación de los animales con las cosas—. Frente a esas realidades, respondemos de una o de otra manera a través de esa citada inteligencia sintiente. Un ejemplo sería el zapatero. Diríamos que es un técnico de los zapatos, en el sentido aristotélico, pero Zubiri dice que no: no sabe cómo es que pega el pegamento o los componentes químicos del objeto. Pero, de hecho, sabe cómo arreglar y hacer zapatos. Zubiri sabe porqué hay que poner suelas en los zapatos, pero no sabe cómo hacer zapatos. En este caso, discute a Aristóteles diciendo que éste ha separado la experiencia de la técnica, pero más bien se trata de saber cómo hay que hacer las cosas, y no tanto del porqué de las cosas. Otro momento en la distinción de la técnica es la acepción moderna de ésta como ciencia aplicada, donde el hombre no tiene porqué conocer las causas, pero sí debe aprender cómo las cosas se modifican las unas a las otras. Así, no habría episteme en el modo aristotélico, de modo que la ciencia es, básicamente, tecné, ya que los humanos modifican la realidad teniendo en cuenta las leyes que rigen la naturaleza. Zubiri dice que aquí prima el intelectualismo: saber para modificar. Se pone demasiado el acento en la noción de homo sapiens y en la idea de que el ser humano es un ser que necesita básicamente aplicar y actuar para modificar —siendo esta idea algo de una gran importancia en criterio de Zubiri—. Dice que históricamente, el proceso ha tenido lugar en proceso inverso: del hacer al saber, en lugar del saber al hacer. Según Zubiri, la mayoría de los descubrimientos científicos se han hecho por los problemas intelectuales que ha planteado al hombre su intervención en el mundo físico. Otra concepción es la concepción fabril de la técnica. En este caso, hablamos del momento cuando se entiende, durante la industrialización, que hay que hacer real y positivamente algo. Predomina aquí la idea de faber y no la idea de sapiens: el hacer es un hecho de raíz biológica —todo ser vivo tiene que intervenir en la realidad para sobrevivir—, donde los instrumentos son como la prolongación de órganos corporales. Este modo de entender la técnica se corresponde con un momento de la inteligencia que fragmenta proyectando la realidad. A Zubiri no le convence esta concepción, donde se confunde el mero hacer con el hacer técnico: cualquier ser vivo puede ejecutar movimientos que modifica el mundo físico. Esos movimientos suponen normalmente una adaptación del organismo a las condiciones dadas. En cambio, dice que en el caso de la técnica lo que se modifica es el mundo físico para adaptarlo a sí mismo. En cualquier caso, en el ser humano sí que es cierto que modifica el mundo físico a través de la técnica para adaptarlo a sus necesidades, como en esta última 44

consideración de Zubiri, quien dice que la técnica es diametralmente opuesta al acto biológico, negando la idea de prolongación física del sujeto. También rechaza esta tercera concepción instrumental de la inteligencia porque para él, la función especifica de la inteligencia humana es enfrentarse con las cosas como realidades, es decir, hacerse cargo de la situación para poder vivir. Así, distingue tres concepciones que priman para Zubiri: el saber hacer, el saber aplicado y el saber adaptado. La clave en esto es la apertura constitutiva del ser humano, donde el hacer de la inteligencia es un hacer constitutivamente abierto: es un hacer de invención. Aquí yace el fundamento ontológico-antropológico de Zubiri, que quiere superar el dualismo, al igual que otros autores del siglo XX.

7. Técnica, conciencia y responsabilidad La técnica, como cualquier dimensión de la vida humana, se nos presenta siempre con dos perspectivas antitéticas. Es la idea de escisión, que no de dualismo, del ser humano. Al ser una noción tan fundamental, se requiere de una importante toma de conciencia sobre el poder que tenemos en nuestras manos sobre algo que, en principio, nos sirvió en términos adaptativos, pero que hoy día entraña una gran responsabilidad. Ante esta perspectiva, ¿se puede plantear una neutralidad de la técnica?

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