Filosofía y Medio Ambiente

Empresario Cristiano Nº 013 - 16 de Enero 2006 F3 – Medio Ambiente Doctrina Social de la Iglesia Católica Una Visión Global del Hombre y la Humanida

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Filosofía y Medio Ambiente Su impacto cultural en las conductas humanas, la administración y economía de los bienes. Por Joaquín García-Huidobro Correa∗ El primer aviso para el grueso público y los dirigentes políticos fue la crisis del petróleo, en la década del setenta. De un La catástrofe de la Segunda Guerra día para otro, las florecientes economías Mundial fue seguida por unas décadas de occidentales descubrieron que su notable industrialización y crecimiento estabilidad podía verse amenazada por algo económico. Incluso aquellos países que tan sencillo como el alza del precio de una resultaron más afectados por la lucha, en materia prima. Después de muchos años, un número relativamente corto de años se los consumidores tuvieron situaron a la cabeza del que restringirse, ahorrar progreso material. Aunque gastos innecesarios y volver La cuestión ambiental ha dividido en dos bloques, cada a prácticas de austeridad que uno bajo un sistema opuesto, dejado de ser una en alguna medida recordaban el Este y el Oeste coincidieron en una masiva preocupación marginal y en los años de la posguerra. Pudieron ver que el industrialización, una notable muchos países ha pasado a crecimiento económico se merma de la población rural apoyaba sobre la idea de que constituir un tema central y en el protagonismo siempre se podría disponer absoluto del modo urbano de de la discusión pública. de los recursos naturales, vida. El tono, en ambos pero que en realidad esos mundos, era optimista. Cada recursos no eran ilimitados. uno quería mostrar que su Pero hubo algo más: en muy sistema era el mejor y pensaba que poco tiempo los medios de prensa contaba con buenas razones para probarlo. empezaron a dedicar una atención creciente Solo de tarde en tarde algunas voces al deterioro ambiental, es decir, a la aisladas advertían que el ideal de existencia de ciertos costos que no estaban crecimiento económico ilimitado tenía contemplados. Y este deterioro no era costos mayores que los beneficios. patrimonio exclusivo de un determinado sistema económico, sino que amenazaba a todo el planeta. Otros pusieron de manifiesto cómo, tras Hiroshima y Nagasaki, los medios de destrucción bélica ∗ Doctor en Filosofía, profesor de la Universidad de los habían alcanzado tal magnitud que una I. LA ATENCIÓN AL MEDIO AMBIENTE

Andes.

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decisión precipitada de algunos gobernantes podía acabar con la entera especie humana. Así se ha llegado a la situación actual, en donde la cuestión ambiental ha dejado de ser una preocupación marginal y en muchos países ha pasado a constituir un tema central de la discusión pública. II. EL ORIGEN INTELECTUAL DE LA CRISIS ECOLÓGICA El debate ecológico no abarca sólo problemas prácticos, como el tipo de energía que debe utilizarse o la procedencia de cortar un bosque nativo o instalar una planta nuclear. También incluye cuestiones históricas y filosóficas, como la del origen intelectual de la crisis ambiental. Dicho de otro modo: ¿qué ideas están detrás de un modo de actuar que ha llevado a la destrucción de la naturaleza? En algunos casos, podría decirse, es la simple despreocupación de los hombres, que no atienden a las consecuencias futuras de sus actos. Pero esta respuesta no hace más que trasladar el problema. En efecto, ¿por qué unos hombres, gobernantes y ciudadanos, que han mostrado tanta preocupación y acuciosidad en determinadas materias, muestran una notable incuria al tratar del medio ambiente?, ¿qué hay en sus mentes que les impide ver la existencia de determinados problemas? Algunos ecologistas han culpado al antropocentrismo occidental de la falta de respeto por la naturaleza. Puestos a establecer las causas de esta actitud de superioridad y falta de respeto que presenta el hombre frente al mundo físico, han señalado que ella se debe a la herencia

de la tradición judeo-cristiana. Sabido es que esta tradición presenta al hombre como la cúspide del mundo creado y le manda dominar sobre él. Sin embargo esta acusación parte de la base de que el dominio del hombre sobre la tierra que se proclama ya desde el Génesis coincide con el ideal de dominio entendido como poder despótico, que es el que se conoce en la Modernidad. Y no parece que sea así. En efecto, si se examinan los textos bíblicos en donde se plantea la relación del hombre con la naturaleza, se verá que ella puede ser entendida en términos semejantes a lo que hoy llamaríamos ‘administración’, es decir, como un trato respecto del cual hay que rendir cuentas. Esta visión no sólo se constata en la Biblia sino en el curso de la tradición cristiana misma, que siempre recalcó que el genuino dueño de todo el cosmos es Dios y que el hombre debe rendir cuenta ante Él de su administración. Yendo incluso más allá, los autores cristianos de diversos siglos han proclamado el destino universal de los bienes, es decir, el hecho de que Dios haya entregado la tierra a todos los hombres, y justifican la propiedad privada sólo como un medio para hacer efectivo en la práctica esa destinación universal. Sobre esta propiedad, entonces, pesa una ‘hipoteca social’ que exige del hombre el cuidado de lo que ha recibido y su utilización en beneficio de sus congéneres. Por tanto, lejos de promover la destrucción del medio ambiente, la tradición judeo-cristiana tiene buenas razones para ocuparse de su cuidado. Distinta parece ser la perspectiva desde la cual es vista la propiedad por los textos jurídicos y políticos del siglo XIX. Tal

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como el artículo 582 de nuestro Código deseables. La naturaleza entera es reducida Civil, ellos la entienden como un poder para a la condición de mero objeto de usar, gozar o disponer de las cosas transformación y reducida a sus solos arbitrariamente, cuyo único límite está aspectos cuantitativos. Como destacó dado por las exigencias legales o por los Husserl en la década del 30, la ciencia derechos de terceros. Pero no hay nada en europea deja entonces de lado aspectos la propiedad misma que exija de su titular como la finalidad, los valores y la belleza y un comportamiento solidario, tanto con la se concentra unilateralmente en aquello naturaleza como con sus congéneres. Aquí que es susceptible de medición. La sí cabe hablar en un sentido estricto de consecuencia de esa unilateralidad es que antropocentrismo, y da la impresión de que los aspectos de la realidad que no caen ésta es la noción de propiedad que ha sido bajo esta racionalidad calculadora se objeto de críticas de los empiezan a considerar ecologistas. ¿Qué ocurrió irrelevantes, y su misma No basta, con que algo sea un en el pensamiento para destrucción pasa que cambiara tan desatendida. A esto se progreso científico para que radicalmente la agrega la difusión de la inmediatamente debamos comprensión de la idea de progreso propiedad y la relación del irreversible, apoyada por el aceptarlo. Será aceptable solo hombre con las cosas? No auge de las ciencias, que si constituye un auténtico bien, es éste el lugar para hacer lleva a muchos a pensar un análisis detallado de y el criterio de bien no le viene que el avance de la ciencia una cuestión que es llevará a un futuro en el de la técnica misma, sino de apasionante. Baste tan cual no se padezca más el sólo destacar cómo la hambre, las guerras y la afuera. visión clásica, medieval e enfermedad. Esto fue incluso barroca de la especialmente notorio en realidad, —en donde, a los países socialistas en La ciencia y la técnica no son pesar de las profundas donde se partía de la base capaces de proporcionar las diferencias, se reconocía al de que el Estado hombre una primacía representaba razones para vivir. dentro de un orden al que necesariamente los él estaba a su vez intereses del pueblo y sus subordinado—, fue empresas, por tanto, no alterada por la difusión del pensamiento podían hacer nada en contra de la sociedad. racionalista y, más tarde, por la Ilustración. Hoy sabemos que las cosas no En el pensamiento racionalista deja de discurrieron por ese cauce. Y junto con reconocérseles a las cosas una finalidad reconocer los beneficios de la ciencia y la natural, y empiezan a ser vistas como un técnica, los hombres de nuestra época gran mecanismo, alterable según la miran con preocupación los productos que voluntad del hombre y susceptible de ser ellos mismos han preparado y se dan dirigido hacia los fines que el sujeto estime cuenta de su temible poder destructivo.

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También advierten que, al deteriorar el medio natural, es mucho lo que ellos mismos han perdido. III. EL DESCUBRIMIENTO NOCIÓN DE LÍMITE

DE

LA

El cambio fundamental que se ha producido por la difusión de la sensibilidad ecológica es el redescubrimiento de una idea muy antigua: la de límite. En efecto, los hombres de nuestra época empiezan a ser cada vez más conscientes de la diferencia entre poder y deber. Así, el crecimiento de las capacidades de actuar debido a la tecnología pone a los hombres en la tesitura de tener que renunciar a ciertas cosas no porque parecen proyectos imposibles, sino porque se consideran indeseables. En su famoso Canto al hombre, contenido en Antígona, Sófocles había advertido esa capacidad del ser humano de dominar la naturaleza a través de la técnica. Sin embargo, junto con exaltar la posibilidad de surcar los océanos y reinar sobre las demás especies, Sófocles se ocupó de señalar que la técnica contiene una ambigüedad fundamental: puede ser encaminada tanto para bien como para mal. Pero si la técnica puede ser mal utilizada, entonces ella no constituye el criterio último del bienestar humano. No basta, entonces, con que algo sea un progreso científico para que inmediatamente debamos aceptarlo. Será aceptable solo si constituye un auténtico bien, y el criterio de bien no le viene de la técnica misma, sino de afuera. Hoy, entonces, hay conciencia de que el cuidado del mundo físico es un elemento integrante

del florecimiento humano. Por eso se ponen exigencias al desarrollo de la técnica que se emplea y esto se hace en función de criterios que van más allá de la técnica misma. La ciencia y la técnica no son capaces de proporcionar las razones para vivir. La noción de límite tiene estrecha relación con la de responsabilidad. Los hombres empiezan a responder de manera más amplia, al menos en dos sentidos. En primer lugar, porque ya no solo deben ocuparse de sus coetáneos, sino también de las generaciones futuras. Y esa responsabilidad o solidaridad para con los que todavía no existen exige cuidar el medio donde ellos vendrán a la vida. En segundo término, la noción de responsabilidad sufre una ampliación porque ahora se pasa a responder de acciones que, individualmente consideradas parecen irrelevantes, pero que tomadas en un conjunto más amplio tienen una especial gravedad. Así, arrojar por la ventana del auto una bolsa de plástico en el camino hacia el lugar de vacaciones parece no ser nada muy especial. Sin embargo, si se la mira como parte de una acción colectiva, consistente en contaminar el paisaje, parece algo más serio. Hemos descubierto, entonces, con especial claridad que, junto con las acciones individuales, diariamente podemos realizar otras en conjunto con el resto de los hombres. Y esto, lejos de diluir la responsabilidad en un anónimo todo social, la acrecienta, en la medida en que nos hace percibir que nuestras acciones dejan una huella que puede ser más significativa de lo que pudiésemos pensar a primera vista.

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Todo lo anterior se vincula con la noción de orden y respeto por la realidad. La acción del hombre sobre el mundo físico debe ser perfectiva y benevolente. La crueldad y la explotación indiscriminada no perfeccionan a la naturaleza. Sí lo hacen, en cambio, el trabajo y la actividad artística, mediante los cuales la naturaleza se ennoblece, se eleva. Al descubrir el valor del respeto, el orden y la vida serena, los hombres miran con otros ojos el pasado. Adquieren conciencia de las limitaciones del mito del progreso y se dan cuenta de que si nuestros antepasados no se ocuparon especialmente del desarrollo tecnológico no fue por estrechez de miras sino porque sus proyectos de vida eran diferentes y no tenían las mismas necesidades del burgués ilustrado.

Otra consecuencia de este cambio de mentalidad se ve en la conciencia de las condiciones de la vida económica. Para que ella se desarrolle se requiere no sólo de compradores, vendedores, cosas y dinero. Hay también otros factores, como las costumbres, la confianza, el respeto a ciertos principios y el soporte de la naturaleza que, aunque no sean explícitos, constituyen el andamiaje que soporta toda la vida económica. Y así como la pérdida o deterioro del sustrato ético hace más difícil la vida social, también el deterioro del entorno enrarece las relaciones económicas. Es decir, hemos descubierto que la economía es una planta que crece sobre un suelo que no es económico y que la salud de esos supuestos (familia, confianza, medio ambiente, etc.) es indispensable para que la economía misma crezca bien.

Este documento fue preparado por el director de estudios de la Universidad de los Andes, profesor Joaquín García-Huidobro Correa. Abogado de la Universidad de Chile y Doctor en Filosofía de la Universidad de Navarra, España. EMPRESARIO CRISTIANO es una publicación mensual del Departamento de Estudios de la Unión Social de Empresarios y Ejecutivos Cristianos – USEC – que cuenta con el Patrocinio de la Universidad Alberto Hurtado, la Universidad de los Andes, la Universidad del Desarrollo, la Universidad Adolfo Ibañez y las universidades que componen el “Consejo de Rectores de Universidades Católicas (FIUC)”. Su Director Académico es el profesor de la Universidad Alberto Hurtado y de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Sr. Exequiel Rivas G. Su Director Responsable es el Sr. Eduardo Armstrong I. Teléfono 3337223, dirección: General Holley 186-D en Santiago de Chile. Email [email protected] Sitio en Internet www.usec.cl Acceso a Publicaciones de Empresario Cristiano: http://www.usec.cl/empresario_cristiano_archivo.htm

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