FRANCESES EN LA INDEPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA

ACADEMiA COLOMBIANA BIBLIOTECA DE HISTORIA EDUARDO VOLUMEN SANTOS I FRANCESES EN LA INDEPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA POR SERGIO EllAS ORTIZ I

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ACADEMiA

COLOMBIANA

BIBLIOTECA

DE

HISTORIA

EDUARDO VOLUMEN

SANTOS I

FRANCESES EN LA INDEPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA POR

SERGIO EllAS ORTIZ INDIVIDUO

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1971 EDITORIAL A Be

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BOCO'rA

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Busto erigido por la Academia Colombiana de Historia en Bogotá, el 11 de mayo de 1966, en homenaje a este ilustre

prócer y en su persona

Francia

prestaron

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que en

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magna

invaluables lucha

por

a los hijos de servicios

a

Co-

su independencia.

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LA BIBLIOTECA (PROLOGO

EDUARDO

DE LA PRIMERA

SANTOS EDICION)

El Dr. Eduardo Santos} con su proverbial generosidad y su ferviente patriotismo, viene destinando} años ha, una cuantiosa manda que entrega a la Academia Colombiana de Historia jJara que ésta, por medio de una Junta creada al efecto, vaya aplicando tal donación al cultivo y exaltación de las patrias glorias. Tal el Fondo Santos que tantas nobles realizaciones ha llevado a cabo en estos tiempos que vivimos tan necesitados de la saludable inyección que venga a vigorizar el r:sPíritu de la nacionalidad, el patriótico sentimiento. En tan benemérita empresa que con tant() entusiasmo y decisión anima y fomenta su fundador, se destaca la creación de la Biblioteca Eduardo Santos, nombre que le impuso la Academia en homenaje al ilustre expresidente de la república, no obstante sus sinceros y reiterados deseos de que se diese otro distintivo a la institución cultural. El artículo }9 del Acuerdo académico que creo la Biblioteca dice a la letra: "Créase, como serie bibliográfica de la Academia la Biblioteca Eduardo Santos, destinada a la publicación de estudios o ensayos históricos de fondo, que se relacionen, de preferencia, con la éPoca de la Independencia y de la República." y el 39 reza así:

-- -__'!LnLntudiM_l1 ~nsayo.L ddHm _ser _iné.ditQs-,-_ pero_ podrán también reproducirse otros ya pUblicados} que por su especial interés lo merezcan. Los autores debe-

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rán ser, de preferencia, miembms de la Academia; pero podrán elegirse o seleccionarse estudios de autores que no pertenezcan a la Corporación." Como se ve, hay un amplio campo para que todos aquellos escritores, sean o no miembros de la Academia Colombiana de Historia, encuentren en la Biblioteca Eduardo Santos un hogar editorial en donde se recibirán deferentemente sus producciones para hacer con ellas ediciones pulcras y cuidadosas que se harán conocer profusamente del público aquende y allende nuestras fronteras para mayor prestigio de los auton:s que quieran entrar en liza de tanta entidad. De la valía y cuidadosa selección de los escritos q lle ent1-en a las prensas de la Biblioteca, salen garantes los nombres de los Directores de tal publicación. Y cómo podría esperarse otra cosa de Daniel Arias Argáez, Luis Augusto Cuervo, Rafael Gómez Hoyos y Fabio Lozano y Lozano? Ello, excluyendo un quinto voto que no menciono porque, como decían los proveídos que los miembros del Consejo de Indias ponían al margen de algún escrito para denotar la negativa respuesta: "no ha lugar". Hoy empieza y abre la Biblioteca su vida real con el tomo contentivo de las biografías de aquellos beneméritos hijos de Francia que en la guerra de nuestra emancijJación acudieron solícitos al grito de somatén lanzado por los oprimidos colonos, para venir a luchar a su lado en la hemica y porfiada gesta libertaria. EsPíritus generosos que siguiendo la máxima de que la libertad es bien de la Humanidad, combatieron a nuestra vera con denuedo, constancia y recio valor, coadyuvando con su esfuerzo a crear esta patria libre e independiente de que hoy disfrutamos. Los méritos y servicios de tan bizarros campeones yacían dispersos y soterrados a lo largo de los millares de páginas que informan nuestra historia nacional, hasta que hoy viene una pluma a destacarlos, burilarlos con pulso firme en el Arco de Triunfo de nuestros anales patrios. Pluma autorizada como la que más por su esPíritu investigador, su veracidad y erudición, su serenidad y su estilo castizo y desembarazado. Tal la

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pluma de Sergio Elías Ortiz) el tan estimado y conocido historiador nariñense que tanta honra ha dado a la patria con sus libros de tanto aliento y sus numerosos estudios) siempre tan llenos de novedad) de originalidad y de interés. Estamos seguros de que el ilustrado lector de la obra que hoy presenta al público la Biblioteca Eduardo Santos, como una bella primicia de la labor que ahora se pone en marcha) sabrá apreciar el libro del Dr. Ortiz por los muchos aspectos de bondad que él ofrece en su calidad de obra historial) y por el esPíritu de alta justicia que lo anima a rendir tan merecido homenaje a los cuasi olvidados hijos de la noble Francia que en un glorioso entonces) llegaron a estas latitudes a enseñar a nuestros abuelos los éPicos acentos de la Marsellesa. E.O.D.C.

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INTRODUCCION Uno de los aspectos más interesantes en la historia de la independencia de las colonias españolas de América es el de la ayuda, cooperación diríamos ahora, prestada a éstas por algunas naciones de Europa. Que sepamos este aspecto abundante en episodios y secretos de carácter internacional, aun no revelados en su totalidad, y que deben buscarse en las cancillerías del viejo mundo, no ha sido suficientemente estudiado. Refiriéndonos especialmente a Colombia, la Grande, sólo se cuenta hasta ahora con bastante información, aunque sin agotar la materia, respecto de la participación de Inglaterra con hombres, material de guerra y dinero en la lucha que afrontaron Nueva Granada y Venezuela por separarse de su metrópoli. Del ingente material aportado a esta cuestión debemos señalar la colección de documentos publicados por C. K. Webster y F. B. A. Stevenson bajo el título de Britain and the lndependence 01 Latin America} 1812-1830. Selects documents Irom the Foreign Ollices Archives (London, 1938); una obra magníficamente pensada y mejor escrita sobre la materia debida a la investigación del historiador y diplomático Luis Cuervo Márquez. En dos macizos y bien documentados tomos, con base, como debía ser, en los archivos del Foreign Office, en Londres, se ofrece una visión clara de lo que fue la ParticiPación de la Gran Bretaña y de los Estados Unidos en la independencia de las colonias HispanoAmericanas (Bogotá, 1938) y otro aporte valioso de Alfred Hasbrouck en su libro: Foreign Legionaries in the liberation 01 the spanish South America (New ______ J!'Q!lrec!,~sores,II,250. 4 Oficio del Virrey don José de Ezpeleta a don Luis· de-Ríeux para una comisión de botánica. Santafé, 4 de mayo de 1790. Archivo Nacional. Virreyes, T. XIV.

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cimientos de la Francia, dice él, que parece han alcanzado a todos los puntos del globo, hicieron notar mi extranjería y motivaron una real orden general, en la que estoy expresamente nombrado, expedida por el Ministerio de Gracia y Justicia en el año de 92, para que todos los franceses que se hallaban en América tuviesen que prestar el juramento de fidefidad y de vasallaje, o se ausentasen. Abracé gustoso un medio que legitimaba mi existencia en aquellos dominios, y desde aquel instante poderme considerar como vasallo de S.M., con domicilio legal en aquel Reyno" 5. Entre tanto el doctor de Rieux había montado casa en la capital del Virreynato, y quizá hacia 1793 había adquirido ya en la región de Honda una casa y hacienda llamada "La EgiPciana"J con 90 negros, pertenecientes a las temporalidades, sobre la cual reconocía, a favor del Rey, un censo de doscientos pesos anuales, y en la que, dice él, "había empezado el primer establecimiento de cafées que hay en aquel Reyno; que podía servir de estímulo y de norma para el cultivo de un ramo tan importante de agricultura" 6. El médico de Rieux, "hombre de mucho talento e instrucción", como dijo de él la Audiencia de Santafé, se captó muy pronto las simpatías de los más connotados santafereños, a cuyas tertulias asistía, especialmente a la de don Antonio Nariño, a donde concurría con su mujer. Esta tertulia, dice él, "era en el gabinete inmediato y con la puerta abierta a la misma pieza en que se hallaban también en tertulia las mujeres". Que no se tramaban allí cosas sospechosas, dice, "y que si en alguna vez llegaban cartas de España, se referían a lo que en ellas se decía, y en las gacetas, sin pensar en otras cosas; por llamarles la atención las materias de física sobre las cuales tenía varios instrumentos y libros en su gabinete don Antonio Nariño" 7. 5 PEREZ

SARMIENTO,

MARTINEZ

DELGADO,

ob. cit.,

n.

p.

256 Y sgts. 6 Ibidem,

278. Eduardo

7 POSADA,

e IBA&EZ. Pedro

Hoy sabemos que esas reuniones ba el doctor de Rieux

no eran

María.

El Precursor,

tan inocentes,

120.

como afirma-

y hasta se cree que en ella se disimulaba

una

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Así se pasaba tranquila la vida del doctor de Rieux en el estudio y en el ejercicio de su profesión, asistido en esta por su colega y compatriota, el doctor de Froes, lo que les valió a ambos el odio irreconciliable y más tarde las acusaciones de los galenos Pablo Ranjel y Luis Moyano contra ellos, cuando don Antonio N ariño, posiblemente en connivencia con todo el grupo de sus amigos dio a luz, en su imprenta, una traducción de Los Derechos del Hombre. Este "papel", que cayó como una bomba en la quieta y confiada Santafé de fines del siglo XVIII, junto con una supuesta "conspiración" denunciada por un mal sujeto llamado Francisco Carrasca, oficial escribiente de las reales cajas, y unos "pasquines" que aparecieron en algunas esquinas de la ciudad, fueron el fundamento inconsistente para una larga serie de persecuciones, vejámenes, confiscaciones, destierros y cárceles para N ariño y otras personas distinguidísimas de la sociedad santafereña. Una de las víctimas, como era natural, fue el doctor de Rieux, con quien los subalternos de la Audiencia tuyieron la "crueldad de saquear su casa sin hacer inventario de sus enseres". Un "impreso" de los de Nariño fue a manos del doctor de Rieux y sabido esto por los encargados de la investigación de los supuestos delitos de conspiración y pasquines fue suficiente para detenerlo y meterlo en prisión en Cartagena, a donde había tenido que viajar en días anteriores por cuestiones del real servicio. A esto se agregó que Ranje1 y Moyano cometieron la villanía de acusarlo de haber oído de sus labios expresiones sospechosas en casa del doctor Gamba, en abril de 1793, es decir, casi un año antes de ser aprisionado (febrero de 1794). Con esto principió el martirio del ilustre médico, como empezó para el gran Nariño, Zea, de Froes, Cabal, Mutis, Ayala, Pradilla, Sandino, Umaña y Cifuentes, a quienes se quiso complicar en delitos contra la seguridad del estado, juzgarlos y sentenciarlos sin siquiera existir una mediana prueba de culpabilidad - -,

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logia masónica de carácter revolucionario, de que él podia haber sido el fundador. (Cf. HOENIGSBERG, Julio, Influencia revolucionari{l de la Masonería en Europa y América) .

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contra ellos, como había de reconocerlo años más tarde el Consejo de Indias. Preguntado sobre el "impreso" que le entregó Nariño, el doctor de Rieux negó en un principio haberlo recibido, quizá, como luego explicó, por haber estado con calentura e indispuesto de la cabeza, cuando declaró por primera vez, porque luego confesó haberlo recibido y leído y que después lo pasó al doctor de Froes, porque no tenía noticia de que tal impreso estuviese prohibido, ni contenía, en su concepto, máximas opuestas al gobierno y a la religión y por lo mismo "no tuvo reparo en confiado a sujeto tan instruído como el doctor Froes, sin que después volviese a su mano". Como se hubiese encontrado también una carta para N ariño del doctor de Rieux en que éste le decía "que sentía no poder encerrarse con él y otros en el Santuario", explicó que ello "no se extendía a decir otra Cosamás que la de asistir con los concurrentes al gabinete de N ariño, a divertirse con los instrumentos y libros de física que este tenía en él, sin que la voz de encerrarse que contiene dicha carta tuviese otro objeto", y en cuanto a haber dicho en una conversación en casa de don Juan Dionisio Gamba "que era tiempo de sacudir el yugo del despotismo y formar una república independiente a ejemplo de la de Filadelfia, que le atribuían perversamente Ranjel y Moyano, contestó que por ser estos enemigos suyos, no era presumible que hubiera tenido conversación con palabras como las que se le atribuían, "persuadiendo la malicia de sus autores en no haber dado cuenta de ella hasta el mes de febrero de 94, cerca de un año después de haber ocurrido". Estas justificaciones de nada le valieron al doctor de Rieux para quedar exonerado de cargos y sospechas. Lo que esto le costó, él mismo nos lo dice en su resumen: "Una supuesta sublevación, que solo existió en la mente de los que quisieron hacer méritos, con haberla cortado me acarreÓ en 94 una detención de quince meses e~ un calabozo, cargado de grillos, y sin comunicación. Después de cuatro años de prisión, y la dilapidación total de mis bienes, con el quebranto de mi salud, que desde entonces no he po-

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dido recuperar" 8. Los perjuicios económicos que sufrió con todo esto se calcularon en 104.937 francos. Perfeccionadas las causas, fueron enviados bajo partida de registro a las prisiones de España estos revolucionarios de gabinete, con sentencias de condenación que variaban entre cuatro, ocho y diez años en los presidios de Africa, "comprendido el destierro perpetuo de América" y embargo de los bienes. En el puerto de Cartagena fueron embarcados, así: Nariño en el bergantín Florida Blanca; Francisco Antonio Zea, Sinforoso Mutis, José María Cabal, Pedro pradilla y Enrique Umaña, en el San Juan Bautista; José Ayala, Nicolás Sandino, Manuel de Froes y Bernardo Cifuentes en el San Gabriel en el cual hizo la travesía Nariño desde La Habana a éádiz y en el Santiago de España, "aislado, dice Vejarano, como más culpado y más temible, el médico francés, quien aparece en todo el curso de la causa como el inspirador de todos los movimientos subversivos" 9. Al llegar a Cádiz, el doctor de Rieux fue encerrado con algunos de sus compañeros de desgracia en el castillo de San Sebastián. Desde allí, unas veces por separado, otras en nombre de los demás encarcelados, hizo representaciones a la Corte, para que se les diesen los seis reales diarios que su Magestad había ordenado se les suministrasen y que no se les pagaban, habiendo agotado los infelices presos todos sus recursos y encontrarse en la miseria. Pedía también que se le trasladase a Madrid a hacer su defensa. Porfió tanto que logró que la Embajada francesa se interesase por su libertad ante el Ministerio de Estado. He aquí una comunicación de la Embajada: "A Madrid. Le 8 Brumaire de l'an 7 de la Republique Francaise, une et indivisible. 29 obre., 1798 L'Ambassadeur de la Repúblique Francaise en Espagne A Son Excellence Monsieur de Saavedra, Ministre d'Etat de S. M. C. 8 PEREZ

SARMIENTO.

9 VEJARANO,

Jorge

MARTINEZ

Ricardo,

DELGADO,

ob. cit.,

n, 256.

Nariño, su vida, sus infortunios, su

talla hist6rica, 38.

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Monsieur: Les Ambassadeurs qui mi ont précédé, ont reclamé frequemment, en faveur du Cm. Derieux la justice q~i lui est due, j'ai eu, moi, meme l'honneur d'entretemr Votre Exc. des motifs, qui appuyent ses instances. Pres de cinq années ce sont courus depuis l'arréstation du Cm. Derieux, qui n'a céssé de demander qu'on prononc;;at definitivement sur son compte; il répugne a sa délicatesse de laiser dans l'incertitude l'accusation calomnieuse dont il fut la victime; il desire que sa cause soit formellement instruite, ou qu'on recconaisse son innocence, on le réintegre dans tous ses droits. Le veux exprimé para le Cm. Derieux est trop conforme aux principes de Justice qui animent a sa Magesté pour que je n'aye pas l'Esperánce de la voir remplir. Je renouvelle a Votre Exc. l'expression de la plus haute estime. Guillemarde" 10. Por fin se dictaminó por el Consejo del Rey que los presos pudiesen permanecer fuera de la prisión, dentro de la ciudad de Cádiz y sus arrabales. El doctor de Rieux aprovechó esta concesión para pasar a Africa, fuga que no le acarreó perjuicios, sino una mención en su favor, según el concepto de los fiscales, quienes dijeron: "hallándose Rieux en la costa de Africa, después de su fuga del hospital de Cádiz; sin embargo de que el Cónsul inglés le hizo varias ofertas en nombre de su Gobernador, para que pasase al servicio británico, no solo no las admitió, por no emplearse contra España o Francia, sino que se presentó a S. M. y al Consejo a solicitar y promover la sustanciación y determinación de su causa". Mas luego se permitió que pudiesen presentarse para su defensa en la villa y corte y se dispuso, como recurso extraordinario en estas causas, que aprehendiese el conocimiento el Supremo Consejo de Indias. La resolución de este alto tribunal declaró "cortada y concluida", al cabo de cinco años (1794-1799), la causa por "sublevación", en que estaba sindicado de 10

PEREZ SARMIENTO, ob. cít., 11, 243.

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Rieux, sin "admitir instancias ni recurso alguno, dándose por conjurados los indicios que resultaban sobre ella contra los quince reos procesados con la prisión y atrasos que han sufrido; que se ponga a todos en libertad con expresión de quedar hábiles para que pudiesen continuar sus estudios y profesión sin nota, y como si no se hubiese procedido contra ellos, que se les devolviesen los bienes que se les hubiesen embargado sin costas, restituyéndose a Santafé o pueblos de su naturaleza a los que se hallasen en estos Reynos y tienen legal domicilio en aquel Reyno; y no teniéndole como sucede al médico Rieux, quedar al arbitrio de S. M., ocuparle según fuese de su superior agrado, atendidos los atrasos que se les han seguido, trabajos de la prisión y las circunstancias que concurrían en este sujeto, sin que por eso pudiera volver a los dominios de Indias como extranjero que era sin permiso de S. M. que no consta tuviese para residir en ellos, auxiliándosele por equidad para que recaude sus bienes por medio de apoderado a quien se entregasen íntegramente y sin dilación por los que los tuviesen" 11. Aunque tardío el fallo fue totalmente absolutorio, declarados todos los presos indemnes, sin notas, es decir, inocentes, pero sus vidas estaban arruinadas, sus familias en la miseria, como que habían sido despojadas de todos sus haberes. En un memorial, el doctor de Rieux se quejó de que le habían arrebatado "hasta los efectos de cama". La sentencia fue benévola para los ministros de la Audiencia de Santafé que habían pronunciado la de primera instancia, pero en el fondo fue una condenación de la arbitrariedad, malevolencia e injusticia con que habían procedido. Al doctor Luis de Rieux se le concedió, por lo menos en el papel, indemnización de perjuicios que él alegó por el lucro cesante yel daño emergente, pero como sabía a qué atenerse respecto de los enredos y demoras curialescos de la justicia de entonces, pidió que para resarcirse le concediesen la Dirección de la Oficina de 11 Sentencia proveída por el Consejo de Indias en las causas de sublevación, " papeles subversivos en el año de 94. Archivo General de Indias. Estado leg. 667.

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Minas de Santafé, por haber dejado vacante el puesto don Juan José D'Elhuyart. No se accedió por el momento a esta solicitud, como tampoco se le concedió, como medio de resarcimiento, la "facultad de construír a su costa una plaza de toros en México, donde pudiese dar al público doscientas corridas" que solicitó en subsidio. Debió hacer aún muchas gestiones el doctor de Rieux ante la Corte para que se lo indemnizase en algo de las pérdidas sufridas por causa de su injusta prisión, pero al fin, hacia 1800, se le concedió la Jefatura de Minas de Santafé y pudo regresar a su hogar destruído, pues ya no encontró a su esposa, doña Silvaire, quien había fallecido el 25 de marzo de 1796, dejando encargado a su pequeño hijo Luis, único habido en el matrimonio con el doctor de Rieux, a su apoderado, don Faustino Flórez 12. Venía decidido a comenzar nueva vida, aunque esto no pudo ser posible porque a los pocos meses, a fines de 1801, fue obligado a regresar a España porque creyéndolo extranjero, y que nunca había tenido licencia para pasar a los dominios de América, se lo suponía sin derecho a permanecer en éstos, sin permiso expreso del Rey y se le armó también el cargo risible de que en su petición para dirigir el ramo de minas de Santafé, había acudido no al Ministerio de Hacienda, al que correspondía el negocio, sino al de Estado, ocultando su calidad de extranjero 13. 12 La señora de Rieux debió morir en la mayor pobreza, pues fue don Santiago Vidal quien facilitó dinero "para un vestido entero de luto para el niño Luis, (su hijo) 23 pesos 4 reales" y para pagar al cura de la Catedral, doctor Fernando Caycedo y otros gastos. Días más tarde, Vidal "pidió que de los caudales embargados a don Luis de Rieux se satisfagan los funerales y medicinas de la última enfermedad de doña Silveria... ". El Virrey y la Audiencia resolvieron: "que se pague a Vidal 203 pesos 6 reales de esos gastos, de los 518 peso.s depositados en Cartagena en las Oficiales Reales". (Archivo NaCIOnalde Bogotá. Testamentarias, T. XIX). 13 De esta nueva expulsión del doctor de Rieux habla el doctor José Celestino Mutis en carta al Barón de Humboldt de 21 de mayo de 1802. "Más ruidosa, dice el sabio, ha sido aquí la separación de ~ieux, q.ue ha bajado a Cartagena preso para ser conducido a Espanao Se dIce ser la ca~sa haber en~añado. al Ministerio". (HERNANDEZ DE ALBA, GUlllermo, ArchiVO ePistolar del sabio l1aturalista José Celestil10 Mutis, T. 1. Bogotá, 1947, p. 241).

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"En obedecimiento a esta orden, cuenta él, salí otra vez de mi casa, para Cartagena, pero los ingleses habían ya empezado sus nuevas hostilidades. Dos años me he detenido en aquella plaza por falta de ocasión, hasta que su gobernador, con fecha 7 de enero, me obligó a embarcarme bajo partida de registro en el correo La Pie.dad) su comandante On. Josef Peña, que el día 18 a las dos de la mañana, naufragó sobre la costa de La Habana, como es bien notorio. "Habiéndome después embarcado en un Americano al momento de irnos a pique a la altura de Charletaun, nos recogió otro Americano, y nos condujo a Nueva York. Allí me embarqué de nuevo; pero con tal desgracia que al acercarnos a las costas de Europa, encontrados por la Escuadra de Lord Strasan, fuimos en una cárcel, y habiendo conseguido a fuerza de instancias se me permitiese pasar al continente, me embarqué para Texel, de donde atravesando toda la Holanda, los Países Bajos, la Francia, he llegado en fin A. L. P. de V. M., después de un viaje dilatadísimo, he perdido tres veces mi equipaje, y de un sinnúmero de quebrantos, tal es el relato suscinto pero exacto de los hechos, de que me ha parecido deber dar cuenta a fin de que V. M. pueda resolver con conocimiento" 14. Una vez en Madrid, después de esta odisea, todo lo aclaró el doctor de Rieux, especialmente su juramento de fidelidad a la monarquía española; sus veinte años de residencia en el Virreynato de Nueva Granada, donde tenía familia "y casa poblada en la Villa de Honda", además de que era propietario de una "Hacienda llamada Egipciaca". Satisfechos en la Corte por estas probanzas, a modo de resarcimiento se le dio una comisión "para la mejora de la qU,ina, canela, pimienta y demás especias" que debía estudiar en Santafé. Pero mientras la Corte de Madrid lo creía inocente de las viejas acusaciones, digno de resarcimiento por los perjuicios sufridos y vasallo de su Magestad el Rey de España, la Audiencia de Santafé, al recibir aviso del doctor de Rieux, - desde eaItagena, respecto de"su comisión, se-alarmó y creyó de su deber informar al soberano respecto de "los 14

PEREZ SARMIENTO, ob. cit.,

n,

259.

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fundamentos que tenía para que no se ponga en ejecución la comisión conferida a Dn. Luis de Rieux para el proyecto de quina, canela, pimienta y otros efectos", documento enconado de que se habló en páginas anteriores en el cual se le negaba que fuera médico de profesión, se lo consideraba como elemento peligrosísimo, como que "pervertió con su trato y continua comunicación, a Dn. Antonio Nariño, uno de los principales reos. El perdió con sus máximas a Dn. Pedro Fermín de Vargas, que ausentado de este Reino y trasladado a Jamaica, ha procurado desde allí causar el mayor daño, según los informes documentados que este Virrey ha remitido a V. M. por el Ministerio de Estado", se suponía que de Rieux para hacerse habilitar había sorprendido el ánimo de Su Magestad y en fin que la presencia de este hombre en el Virreynato sería causa de grandes e irreparables males 11>. La alarmante información de la Audiencia o no llegó a la Península, o no se le hizo caso, pues el doctor de Rieux se trasladó a Santafé sin ser más molestado y aquí emprendió en el restablecimiento de su fortuna y en el ejercicio de su profesión de médico. En idas y vueltas a España por odio de sus malquerientes había gastado el doctor de Rieux alrededor de catorce años (17941808). El gobierno del Virreynato lo toleraba porque no podía hacer de otra manera, lo vigilaba en todos sus pasos para a la menor falla proceder contra él y esperaba entre tanto alguna orden de la Corte que nunca llegó y en esta expectativa ocurrió la reyerta del 20 de Julio de 1810 en que el gobierno virreynal se fue al suelo y a la cárcel y al destierro los gratuitos enemigos del doctor de Rieux. De más está decir que el doctor de Rieux fue de los más activos y decididos sostenedores del movimiento revolucionario. Ingresó al ejército republicano a fines de 1811 y su primer empleo fue el de comandante del destacamento de Simití. Trasladado luego a la capital, en 1813, se lo destinó, con el título de capitán a atender la línea del Magdalena, aunque por pocos meses, pues 15 ORTIZ, Sergío Elías, Colección de documentos de Colombia, 8L

para la Historia

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tuvo que regresar a Santafé apresuradamente en vista de la situación política que culminó en la primera guerra civil para infortunio de la naciente república. Como era natural, le tocó a de Rieux tomar parte en las disputas bizantinas entre centralistas y federalistas, siempre al lado de Nariño, su compañero de antiguos días de amargura y ya elevado a coronel fue enviado a contener el avance sobre Santafé del coronel Antonio Baraya. Terminada satisfactoriamente esta etapa de la vida nacional, pasó de Rieux a Cartagena de Indias, en 1815. En la junta de oficiales superiores presidida por el gobernador don Juan de Dios Amador, para discutir las proposiciones de Bolívar, en conflicto con el jefe militar de la plaza, para la defensa, de Rieux estuvo, como todos los miembros, por la negativa de concederle auxilios para sus planes. Una de las comisiones que desempeñó por entonces fue ocupar el puesto de Barranquilla, de donde los realistas, por orden del Capitán General Montalvo, habían retirado parte de la tropa mandada por el comandante Antonio Capmany. Le tocó mandar el Castillo de San Felipe, con quinientos hombres, durante el terrible sitio puesto por el pacificador Morilla a la ciudad. Habiendo escapado de allí con vida, se trasladó de Rieux a la isla de Margarita, de donde fue enviado por los patriotas venezolanos a Francia, en compañía del coronel Cortés Campomanes, a buscar recursos de gentes y armas, aunque ignoramos porqué al llegar a Martinica se separó el doctor de Rieux para ir a reunirse con MacGregor. Revenga comunicó al Libertador que de Rieux, comisionado con Cortés, se dirigió de Martinica a Sabanilla y llevó consigo parte del batallón de Clarines que se había puesto bajo banderas venezolanas. Hacia 1822 lo encontramos como "Jefe de Estado Mayor de la división que asediaba a Cartagena, y le tocó firmar, con el comisionado de los españoles, Miguel Valbuena, el convenio de la entrega de la plaza". A pesar de todo, el doctor de Rieux era más hombre de ciencia que de espada y por lo mismo hubo en su carrua mílit-ar tlft--ffa€-aso--~ le HleI'tllé.--para--sie-mpI'e el prestigio como hombre de guerra. Habiendo sido designado gobernador de Santa Marta, ya reconquistada, no pudo defenderla contra el asalto de los indígenas realistas de Ciénaga, coaligados secretamente con los

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ORTIZ

partidarios de la causa de España que vivían _en aquella ciudad, la que fue saqueada con grave dano para la causa republicana. Elegido senador de la república en el año de ~824, asistió a las sesiones de este año desde el 4 de abrIl en que tomó posesión de su curul, hasta el 2 de agosto, en que se cerraron las cámaras. En el reparto de las comisiones le tocó formar parte de la de guerra, de que fue presidente, junto con los senadores Larrea y Piñango. A principios de enero de 1825, el doctor de Rieux pidió permiso al senado para retirarse "a mudar de temperamento, según lo exigía su deteriorada salud, pero en marzo del mismo año fue nombrado Intendente del Zulía, puesto que aceptó y por lo mismo renunció a su curul y fue reemplazado en ella por el general Domingo Caicedo 16. En 1830, la nación por la cual había sufrido tanto el doctor de Rieux, había de concedede, junto con el honor de ascenderlo a general de brigada, el de nombrado ministro de guerra de la administración de don Joaquín Mosquera, en reemplazo del general Urdaneta. Pocos meses permaneció en este despacho el doctor de Rieux, porque los tiempos eran difíciles. Habiendo tomado posesión del empleo el 13 de junio, fue reemplazado por el general Urdaneta el 28 de agosto siguiente, para calmar la tempestad oposicionista que se había levantado contra el gobierno por la constitución del ministerio. De Rieux, que no esperaba sino un pretexto para volver a la tranquilidad de la vida campesina, por la que tanto había anhelado, se retiró a su hacienda de "Peladeros", hoy Lérida, en el distrito de Mariquita. Pero la república no lo olvidaba y allí fue a buscarlo para ungirlo con el voto ciudadano como diputado a la asamblea constituyente, el 20 de octubre de 1831, juntamente con los señores Manuel Antonio y Domingo Camacho y Benito Palacio. El doctor de Rieux, fiel a su carácter y a las elevadas condiciones de su espíritu, figuraba en el partido moderado. Lo mismo fue un hijo 16 CORTAZAR, Roberto y CUERVO, Luis Augusto, Congreso de 1825, 361.

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FRANCESES EN LA INDEPENDENCIA DE LA GRAN COLOMBIA

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suyo, don Erasmo de Rieux, quien tuvo actuaciones destacadas en la política, especialmente en 1867, como representante al congreso nacional por el estado de Bolívar. Todavía en las postrimerías de su vida, años de 1836, 37 Y 38, el doctor de Rieux fue honrado con cargos de representación. La provincia de Mariquita que lo veneraba como a prócer de la patria y benefactor de esa comarca, lo eligió senador de la república, y en ese carácter, a pesar de los achaques contraídos en el destierro, asistió a las legislaturas de esos años, inspirado siempre en el deseo de servir a su patria de adopción. Como escritor, el doctor de Rieux dejó muchas producciones sobre temas de botánica, en el ramo de plantas medicinales e industriales y su explotación para el comercio. Según una nota del Virrey Ezpeleta, hizo "descripciones de numerosas plantas aprovechables para el incremento de la riqueza del Reyno, que se enviarán luego que estén terminados los trabajos con sus muestras". Seguramente esas monografías se encuentran en alguno de los archivos de España. Don Luis Orjuela le atribuye la paternidad de varias cartas de fines de 1803 y principios de 1804, publicadas en 1810 en el Diario Político de Santafé de Bogotá} con las iniciales L. R. 17. Murió el doctor de Rieux el 26 de septiembre de 1840, en su propiedad de "Peladeros", rodeado del cariño de los suyos y la veneración de los labriegos de los contornos. Más que por sus títulos militares, este ilustre francés de nacimiento y neogranadino por adopción, brilló como uno de los precursores de nuestra magna contienda por las libertades del pueblo. Su nombre debe figurar alIado de los más grandes agitadores de ideas porque por tal lo tuvo el gobierno español y por ello sufrió persecuciones, vejámenes y cárceles durante varios años con intrepidez invencible. 17 En poder del señor José P. Urueta estuvieron una Memorias . inéiliias -deTdoctor· de-meux, escritas flrt824,robre el sitio de CMtagena, en que fue él testigo y defensor, como segundo comandante en el castillo de San Felipe de Barajas. Tales Memorias, por los párrafos que transcribió el señor Urueta, tenían mucho interés histórico. (Cf. URUET A, José P., Rectificaciones 'Y adiciones, 11).

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PEDRO LABATUT En casi todas las historias se ha tachado a Labatut como "aventurero" y se ha usado para con él de términos duros al juzgar sus acciones militares en favor de la causa de independencia de Nueva Granada. ¿Ha sido esto justo? Vamos a exponer a continuación algunos rasgos que se conocen de su vida y especialmente de su actuación, como militar al servicio de Cartagena, para que el lector juzgue, aunque para emitir un juicio ecuánime sobre un hombre de armas cuya existencia entera se pasó en luchas bajo diferentes banderas e ideales, sería menester abarcar el extenso panorama en que ella se desenvolvió: en Francia con los ejércitos imperiales; en Venezuela alIado de Miranda; en la provincia de Cartagena, como jefe de fuerzas republicanas y en el Brasil al servicio del emperador don Pedro l. Labatut, segón lo mejor averiguado, nació hacia 1778 en Cannes 1 y no en Marsella, como creía Mandni y repitieron otros historiadores. Debió ingresar muy joven a la carrera de las armas en tiempos en que Francia se estremecía de ardor bélico al grito marcial de "Aux armes citoyens" y empezaba la epopeya napoleónica. Se sabe que antes de venir a América había figurado como sargento del 469 Regimiento de Infantería 2. Es posible también, segón se asegura, que hubiera llegado al grado de capitán de la Guardia Imperial. Lo que puede conjeturarse es que era militar de escuela, había ganado ascensos y lo atraía, como a tantos compatriotas suyos en iguales condiciones, la lucha por la independencia que conmovía a la mayor parte de las ---~--~-¡-reSl'ament

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