FRANCISCO FERNÁNDEZ-CARVAJAL. El Misterio de. Jesús de Nazaret. palabra

Francisco Fernández-Carvajal ofrece en esta nueva obra una ampliación del libro «Vida de Jesús». A través de cada capítulo, el lector conocerá distint

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Francisco Fernández-Carvajal ofrece en esta nueva obra una ampliación del libro «Vida de Jesús». A través de cada capítulo, el lector conocerá distintos aspectos del modo de ser y actuar de Jesús, tal como aparece en el Evangelio y como los profetas de Israel lo vislumbraron siglos atrás. La obra contiene más de novecientas referencias directas del Evangelio, de tal manera que en el libro son los evangelistas quienes hablan de Jesús. ¿Quién es Jesucristo?: esta es la pregunta que el autor se ha planteado ante el misterio de quien dijo: yo soy la Luz del mundo, soy la luz y la esperanza de cada uno de vosotros.

El

Misterio de

Jesús de Nazaret Pasó haciendo el bien y está junto a nosotros procurando bienes incontables, a veces desconocidos. Él es el Amigo único que acompaña a cada hombre que viene a este mundo. Es Dios y hombre verdadero. Misterioso y cercano a la vez. Este libro presenta más de ochenta reflexiones sobre su Persona y su modo de amar y de sufrir, de curar y servir, de perdonar y salvar... Jesús de Nazaret nació y murió hace más de dos mil años, resucitó y continúa vivo: es el viajero misterioso que comparte nuestra vida y nos espera en el Cielo.

FRANCISCO FERNÁNDEZ-CARVAJAL

¿Quién es Jesús? Estas reflexiones están dirigidas al lector que desea descubrir, conocer y amar a Jesucristo. Ahondar en el misterio de su Persona.

FRANCISCO FERNÁNDEZ-CARVAJAL

FRANCISCO FERNÁNDEZ-CARVAJAL

El

Misterio de

Jesús de Nazaret

El Misterio de Jesús de Nazaret

Este libro es una aproximación al misterio del Hijo de Dios, que se ha hecho hombre, ha venido a este mundo y comparte la existencia de cada hombre y de toda mujer. Vivió y murió y ha resucitado: ¡vive! Su presencia en el mundo actual es invisible y, a la vez, real y próxima.

FRANCISCO FERNÁNDEZ-CARVAJAL, natural de Albolote, Granada, es Licenciado en Historia por la Universidad de Navarra y Doctor en Derecho Canónico por el Angelicum de Roma. Sacerdote de la Prelatura del Opus Dei. Durante más de diez años fue Redactor-Jefe de la revista Palabra. Es uno de los autores contemporáneos de obras de espiritualidad más conocido. En Ediciones Palabra ha publicado Hablar con Dios, del que se han editado más de dos millones de ejemplares. Esta gran obra contiene más de quinientas cincuenta meditaciones para cada día del año. Ha sido traducida al inglés, francés, italiano, portugués, alemán, holandés, rumano, eslovaco, checo y polaco. Actualmente se está llevando a cabo la traducción al ruso y al húngaro. También en esta misma editorial se han publicado –con numerosas reediciones– otras obras suyas: Vida de Jesús, Donde duerme la ilusión (La tibieza), Hijos de Dios (en colaboración con Pedro Beteta), Quédate conmigo, Como quieras Tú (meditaciones sobre la Pasión del Señor), El día que cambié mi vida, Antología de textos para la oración y la predicación, y Para llegar a puerto (El sentido de la ayuda espiritual).

ISBN 978-84-9840-960-4

palabra

El

Misterio de

Jesús de Nazaret

EDICIONES PALABRA Madrid

© Francisco Fernández-Carvajal, 2013 © Ediciones Palabra, S.A., 2013 Paseo de la Castellana, 210 - 28046 MADRID (España) Telf.: (34) 913 507 720 - (34) 913 507 739 www.palabra.es [email protected] Diseño de cubierta y maquetación: Raúl Ostos Portada: Beato de Liébana, Biblioteca Nacional de España. ISBN: 978-84-9840-960-4 Depósito Legal: M. 30.956-2013 Impresión: Gráficas Anzos, S. L. Printed in Spain - Impreso en España

Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.

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El

Misterio de

Jesús de Nazaret

PALABRA

PRÓLOGO

«Es importante aquello en lo que creemos, pero más importante aún es aquel en quien creemos». Esta afirmación del papa Benedicto XVI1 refleja que para un cristiano su fe se basa en fiarse de Jesucristo, porque es él el definitivo fundamento, la roca sobre la que se edifica la vida cristiana. Creer en el Evangelio es creer que Jesús, además de ser un judío hijo de María, lleno de sabiduría y virtudes, es el Hijo eterno de Dios, que por amor nuestro se ha hecho hombre. Jesús puede hoy ser nuestro hermano y nuestro amigo, precisamente porque antes y siempre es Dios. Sabemos que Dios es Amor, pero ese amor lo hemos descubierto precisamente en que el Verbo ha tomado nuestra naturaleza humana para salvarnos, con su sacrificio en la cruz, de nuestros pecados2. Por tanto la humanidad de Cristo, que nos resulta tan conmovedora y atractiva, dejaría de ser el centro de nuestros pensamientos y afectos, el motor y la meta de nuestra vida, si nos olvidáramos de quién es realmente Jesús y lo redujésemos a uno de los grandes personajes de la humanidad, o incluso a un gran profeta. Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, le contesta Simón Pedro cuando Jesús les pregunta: ¿Quién decís vosotros que soy

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Homilía, 26-5-2006. Cfr. 1 Jn 4, 8-10.

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yo?3. Es precisamente su condición de Dios encarnado lo que hace que el nombre de Jesús, su rostro, sus gestos, sus palabras… su vida entera se conviertan para nosotros en Camino hacia el Padre, y que en él encontremos la Verdad y la Vida4. Y esa vida de Cristo, que nace en Belén, tiene una vida anterior, eterna como el Verbo, que ya estaba en Dios antes de que se crearan todas las cosas5. Y una vida que no acabó con su muerte en la cruz, pues su resurrección y gloriosa ascensión al cielo convierten en vida eterna la de Jesús con su naturaleza humana en estado glorioso, lo mismo a la diestra de Dios en la Casa de su Padre, que bajo la apariencia de pan y vino en la Eucaristía. Esa vida del Resucitado, con toda su fuerza y poder, sigue siendo la vida de un Dios que nos ama hasta el extremo con su corazón manso y humilde, que anhela estar cerca de cada uno de nosotros y que, misteriosamente, se conmueve con nuestra fe, agradecimiento y amor. ¿Cabe imaginar una relación más grande y apasionante de la que podemos tener con un Dios así? ¿Con un Dios que se llama hermano, amigo y alimento nuestro, y que nos ha demostrado su amor hasta dejarse crucificar por nosotros? Creer en Jesucristo lleva consigo, por tanto, poner en práctica una relación de familiaridad con Dios: Padre nuestro, Amigo nuestro, Huésped de nuestra alma. 3 4 5

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Mt 16, 15-16. Jn 14, 6. Jn 1, 1-3.

EL MISTERIO DE JESÚS DE NAZARET

Al reflexionar en esa misteriosa cercanía de Dios, que nos revela la figura de Jesús, podemos preguntarnos: ¿Cómo puedo conocer y amar más a Jesucristo? ¿Qué tengo que hacer para ser mejor amigo suyo? ¿Cómo debo actuar para estar más cerca de él y llenarme de su amor? ¿Qué me falta para descubrir que nadie ni nada me puede dar la felicidad que Jesús me ofrece? A estas preguntas, y a otras muchas más, responden estas consideraciones, escritas por un sacerdote que tantas veces ha sido capaz de facilitarnos con sus libros que podamos escuchar y hablar con ese Dios que es Jesús. Los lectores de Palabra conocen a don Francisco Fernández-Carvajal porque son millones los que han disfrutado de sus libros sobre Jesús y el trato con él, publicados en castellano y en otras lenguas; saben de su estilo claro y preciso, de la ternura y emoción que despierta cuando subraya un rasgo, una palabra, una mirada de Jesús al contemplar su figura incomparable. En este libro centrado en Jesucristo, el Hijo de Dios vivo, verdadero Dios, además de verdadero hombre, el lector encontrará una Cristología escrita con sencillez, capaz de despertar deseos de acercarse más y más al misterio de Cristo, que no es otro que el del amor sin límites de Dios a los hombres, a cada uno de nosotros. Pero no es posible que uno se sienta amado hasta el extremo y permanecer indiferente, aislado en ese mundo egocéntrico que es tan aburrido, que fabricamos artificialmente cuando vivimos de espaldas a Dios. La luz y el sentido de aventura, el 9

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esfuerzo y la grandeza de servir, de colaborar con Dios, depende de que imitemos la vida de Jesús, que nos propone su vida como ejemplo, como senda para llenar de sentido y eficacia todas las horas de nuestra existencia. Conocer más a Cristo nos lleva, en primer lugar, a querer parecernos a él, para ser más felices. Pero, también, la contemplación de Cristo nos convierte en luz del mundo, capaces de darlo a conocer. Por eso, nos debe suceder lo que señala Benedicto XVI cuando advierte que, «en la medida en que nos alimentamos de Cristo y estamos enamorados de él, sentimos también dentro de nosotros el estímulo de llevarle a los demás a él, pues no podemos guardar para nosotros la alegría de la fe; debemos transmitirla»6. El lector encontrará en estas páginas, escritas con fe y amor a Jesucristo, una gran ayuda para entrar en contacto con la Verdad que es Jesús, y también la alegría de descubrir cómo podemos compartir la vida con quien es la Luz que nos ilumina y nos guía hasta la Vida eterna. Por eso, no es este un libro para leerlo una sola vez, sino para saborearlo y meditarlo habitualmente, cuando necesitemos la cercanía de quien siempre nos ama y quiere ayudarnos. Juan José Espinosa

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Discurso, 5-6-2006.

NOTA DEL AUTOR

Hace ya algunos años, una revista americana de gran tirada realizaba una encuesta en la que, entre otras preguntas, se podía leer la siguiente: «¿Qué persona ha influido más en su vida?». Un conocido político declaraba de modo contundente: —Jesús de Nazaret. Y añadía: —Él cambió mi corazón. Sería para mí, y para todos, un enorme gozo y un gran bien que la lectura de estas reflexiones en torno a Jesús de Nazaret nos ayudaran eficazmente a cambiar el nuestro, tan necesitado de conversión. Jesucristo jamás ha defraudado a ninguno que se haya acercado a Él con rectitud, anchura de alma y afán de conocer la verdad. Él tiene siempre para todos una mirada acogedora, que invita a reemprender el camino en su compañía. * * *

Al finalizar la redacción de este libro me siento impulsado a dar gracias a Dios por todo lo que en estas páginas se recoge. Puedo decir que han sido un verdadero regalo suyo. Mi agradecimiento especial a san Josemaría Escrivá, a quien tuve la 11

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gran suerte de conocer y de quien aprendí a tratar a Jesús de Nazaret como se trata a un amigo. Mi gratitud se dirige también a cuantos me han aconsejado y ayudado a tomar decisiones e incluso a seleccionar algunas citas y a buscar determinados textos. Entre esas personas destaca de modo particular la colaboración de la periodista Carmen Riaza, que de modo desinteresado me ha prestado una ayuda valiosísima. No puedo olvidar a José Benito Cabaniñas, que me animó a redactar estos comentarios en una de tantas excursiones por la sierra de Madrid; no olvido a Francisco Fernández Soler que cuidó con esmero, como siempre, la realización material del libro, a Raúl Ostos, autor de la portada. No puedo olvidar a Dolores Lanzas, que, entre otras ayudas, verificó las citas (más de novecientas) de la Sagrada Escritura, que forman el sustrato del texto. A ellos y a cuantos me han ayudado les pido que lo sigan haciendo con su oración, para que sepa vivir cuanto en estas páginas aconsejo.

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El Señor es el fin de la historia humana, punto de convergencia hacia el cual tienden los deseos de la historia y de la civilización, centro de la humanidad, gozo del corazón humano y plenitud total de sus aspiraciones. Él es Aquel a quien el Padre resucitó, exaltó y colocó a su derecha, constituyéndolo juez de vivos y de muertos. Mientras está en la historia es el centro y el fin de la misma: Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin. Ap 22, 13. C. D. F. Declaración Dominus Iesus, n. 15.

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1. LA GRAN NOTICIA

El ángel les dijo: No temáis; mirad que os anuncio una gran alegría, que lo será también para todo el pueblo. Lc 2, 10

En el tiempo de Jesús existía en Israel un clima muy vivo de espera y esperanza en la llegada del Mesías. Las autoridades religiosas advertían signos y señales de su inminente aparición; estaban a punto de cumplirse las antiguas profecías. Y el pueblo se había contagiado de esta expectación. Así se explican mejor las inquietudes de Herodes cuando llegaron los Magos a Jerusalén preguntando por el Mesías: ¿Dónde está el rey de los judíos? Al oír esto el rey Herodes se turbó y con él toda Jerusalén1. Sus razones tenían. También Simeón y Ana, justos delante de Dios, estaban llenos de esperanza y seguros de la proximidad del Mesías. Aquel hombre santo podía decir con alegría a Dios: Ahora puedes llevar de este mundo a tu siervo porque mis ojos han visto la salvación. Esta espera la ven ya cumplida en Jesús en brazos de María, acompañada por José2. Unos años más tarde, la aparición de Juan Bautista, su predicación y llamada a la conversión suscitó gran curiosidad y también inquietud: los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas 1 2

Mt 2, 2. Cfr. Lc 2, 25 ss.

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a preguntarle: Tú, ¿quién eres, eres el Profeta? Y dijo: No lo soy3. La espera se había convertido en ansiedad. Se rogaba a Dios con insistencia que hiciera germinar el vástago de David, el hijo y el reino de David. El Bautista preparaba los caminos; el Rey estaba para llegar. En el mundo griego –en esos mismos tiempos– los hombres no tenían claro que existiera un Dios bueno o malo o, simplemente, un Dios. La religión de entonces les hablaba de muchas divinidades; se sentían rodeados por ellas, y por ser muy diversas entre sí, y a veces opuestas unas a otras, temían que, si hacían algo a favor de una, la otra podría ofenderse y vengarse. Con frecuencia, la gente vivía en un mundo de miedo, rodeados de toda clase de demonios peligrosos; era un mundo realmente oscuro. El mensaje cristiano se recibió en todo lugar como una gran novedad. En todas partes surgió una profunda alegría: ¡hay un Dios verdadero, y este Dios es muy bueno! Esta es la alegría que anuncia el cristianismo. Conocer a ese Dios es realmente la buena noticia, la mejor de todas, porque anuncia al Redentor, nos trae la salvación4. Si miramos al mundo de hoy, donde Dios parece ausente, debemos constatar que también él está dominado por miedos, por incertidumbre, por la inseguridad. Nosotros tenemos la dicha de poder anunciar al mundo que vivimos en la plenitud de los tiempos, 3 4

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Cfr. Jn 1, 19-21. Cfr. BENEDICTO XVI, Homilía, 18-12-2005.

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donde Jesús hecho hombre es una realidad. Creemos que Jesús de Nazaret –leemos en el Catecismo–, nacido judío de una hija de Israel, en Belén, en el tiempo del rey Herodes el Grande y del emperador César Augusto, de oficio carpintero, que murió crucificado en Jerusalén bajo el procurador Poncio Pilato, durante el reinado del emperador Tiberio, es el Hijo eterno de Dios hecho hombre, que bajó del cielo5: al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer6. Esta es la gran noticia que aparece ante cada nueva generación: Dios Padre ha enviado a su Hijo al mundo, a nuestro mundo, y nosotros lo hemos encontrado. Podemos también repetir –con el título de la autobiografía del filósofo francés7–: «Dios existe, yo me lo encontré». Dios existe, yo le hablo y Él me escucha, frecuentemente con gran paciencia por su parte. Y en no pocas ocasiones nos habla con mucha claridad. Es muy bueno que nuestros amigos sepan que hemos encontrado a Dios en nuestra vida corriente o que le estamos buscando, que es quizá lo mismo. Muchas veces en ese instante nuestra vida adquiere delante del amigo una importancia decisiva: somos alguien que habla con Dios cada día. Y lo más importante, ¡Él me escucha!, ¡entiende bien lo que le digo!, aunque sea con palabras torpes y un tanto inconexas. No damos más de sí. Pero un día nos tropezamos con Él, y ya no lo hemos dejado. Nos acompaña siempre. Nos lo prometió: Yo estaré con 5 6 7

Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 423. Ga 4, 4. A. FROSSARD.

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vosotros siempre8. Es decir, en cualquier circunstancia, en todo momento, cuando somos «buenos» y cuando no lo somos tanto. Todos los días. Cuando Jesús nació no existían los periódicos ni la radio ni la televisión, y esta noticia no fue publicada en ninguna parte; solamente unos pastores que pernoctaban al cuidado de sus ovejas lo supieron, porque un ángel enviado por Dios se lo anunció. Debemos admitir que no tuvo mucha publicidad el suceso más importante que ha tenido lugar en este planeta llamado Tierra. Sin embargo, tal hecho es el mayor acontecimiento de la historia del mundo y de nuestra historia personal. No nació el hijo del emperador más poderoso: había venido a esta tierra el mismo Dios, había nacido –en un lugar de nuestra geografía– un niño que es Dios hecho hombre. Desde entonces la historia de la humanidad se divide en dos partes: antes y después de Jesucristo. También la vida de cada hombre y de cada mujer. Como si la tierra girara en otra dirección a partir de ese día; todo ha cambiado sin cambiar nada. Este pequeño planeta, que parece perdido en el universo, es el lugar elegido por Dios para habitar en él. Se encuentra siempre disponible Todos los pueblos han desarrollado creencias y en todos ellos han existido celebraciones y ritos sagrados que aluden a la divinidad, adoran, piden su bendición y también imploran su protección. 8

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Mt 28, 20.

EL MISTERIO DE JESÚS DE NAZARET

Aquellas divinidades misteriosas se han considerado siempre invisibles e inalcanzables, y es natural que haya sido así. Pero frente a estas se ha dado otra realidad inesperada e insólita: Dios ha descendido, ha bajado, se ha hecho hombre como lo somos nosotros. ¡Es posible hablar con Él! Quizá digan de nosotros que estamos un poco locos, pero lo cierto es que es así. Dios existe y yo puedo hablar con Él, como un amigo habla con un amigo, a cualquier hora de la noche o de la mañana, en cualquier circunstancia. Nos recibe sin hacernos esperar. Cada día es una sorpresa; cada día puede ser un encuentro con Él. «¿Podía Dios ir más allá en su condescendencia, en su acercamiento al hombre? Parece que haya ido todo lo lejos posible. Más allá no podía ir... Desde cierta óptica es justo decir que Dios se ha desvelado al hombre incluso demasiado»9. Se ha hecho asequible, cercano. ¿Qué ocurre hoy con la gran noticia, más de veinte siglos después del acontecimiento? Sucede que Jesús de Nazaret vive: «Cristo no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos. No: Cristo vive. Jesús es el Emmanuel: Dios con nosotros. Su resurrección nos revela que Dios no abandona a los suyos»10: al contrario, continúa solícito por ellos. Este debería ser –con cierta periodicidad– el titular de primera página en los periódicos, en los 9 10

JUAN PABLO II, Cruzando el umbral de la esperanza, pp. 59-60. SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, n. 102.

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telediarios y en la radio: JESÚS DE NAZARET CONTINÚA VIVO. ¿Cómo es posible?, se preguntarán muchos. Personajes famosos que vivían en tiempos de nuestro Señor han muerto todos, sin excepción. Se cuenta de un pensador español del siglo XX que suplicaba: «¡No quiero morir!, ¡no señor, no quiero morir!». Falleció el 1 de enero de 1937. A veces se oye decir o leemos en los libros de historia el apelativo de inmortal aplicado a un personaje, pero solo Jesucristo vive para siempre: ¡el mismo de hace veinte siglos! Nos ha inundado con su gracia y con su amor. Y, movidos por la gracia del Espíritu Santo y atraídos por el Padre, creemos y confesamos también a propósito de Jesús: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo11. El que cree en Mí aunque hubiera muerto vivi12 rá : esta promesa deben conocerla todos, y somos los cristianos quienes debemos difundirla. Esta verdad es el eje alrededor del cual gira nuestra fe y nuestra vida entera. Jesucristo vive y nos llama a seguirle: Vocavi te nomine tuo. Te llama por tu nombre. Nos llama por nuestro nombre, con ternura. «Él nos ha buscado antes, nos ha enardecido el corazón para proclamar la Buena Noticia en las grandes ciudades y en las pequeñas poblaciones, en el campo y en todos los lugares de este mundo nuestro»13. 11 12 13

7-2013.

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Mt 16, 16; citado en Catecismo de la Iglesia Católica, n. 424. Jn 11, 25. PAPA FRANCISCO, Discurso de despedida en Río de Janeiro, 28-

2. DIOS SE HIZO HOMBRE

«El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. Él se hizo verdaderamente hombre sin dejar de ser Dios» Catecismo de la Iglesia Católica1. He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Lc 1, 38.

Jesús no apareció un día en la tierra como una visión fulgurante y espectacular que dejó sobrecogido al mundo. No fue así. Se hizo realmente hombre, como nosotros, tomó la naturaleza humana en las entrañas de su Madre, la Virgen Santa María. El Verbo se hizo carne: y «aquí la palabra carne se refiere a la persona en su integridad, incluyendo el aspecto de su caducidad y temporalidad, de su pobreza y contingencia»2. Hombre en sentido pleno. Jesucristo es la manifestación suprema del amor que Dios tiene al hombre y el mayor de los regalos que Dios Padre nos hizo. Solo la inmensidad de ese amor puede explicar que Dios viniera a este mundo tan pequeño y tan insolidario, tan 1 2

N. 464. BENEDICTO XVI, Audiencia General, 9-I-2013.

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egoísta a veces, y que conviviera con los hombres, asumiendo un cuerpo humano como el nuestro: Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en Él no muera3. Un amor sin medida, propio solo de Dios. Uno de los primeros astronautas que llegó a la Luna, al contemplar la Tierra como una pequeña esfera llena de color, bellísima, se preguntaba: «¿Cómo es posible que haya allí en la tierra un mundo lleno de tantos problemas, de conflictos, de falta de entendimiento?». ¿Cómo se puede amar el mundo con todas sus maldades, egoísmo, y enredos? El Hijo de Dios, sin embargo, vive entre nosotros desde hace veinte siglos y nos enseña a amarlo, incluso a quererlo «apasionadamente»4, porque es bueno, porque surgió lleno de atractivo y belleza en las manos de Dios. Por eso, hemos de mirarlo con ojos buenos. Nos lo entregó, dice el Apóstol, refiriéndose al Padre. No olvidemos que el Hijo era el objeto de su Amor, y nos lo dio, y los hombres lo llevamos a la cruz. Pero, de este modo, Dios hizo posible el diálogo del hombre con Él. Y toda la historia de la salvación se convirtió en la búsqueda de este encuentro; la fe revela la bondad, la misericordia, el amor de Dios por nosotros, que nos invita a entrar en su intimidad. ¡Podemos ser amigos de Dios!; de alguien que está siempre a nuestro favor. Jesucristo es el máximo don de Dios a los hombres; en Él 3

Jn 3, 16. Amar al mundo apasionadamente es el título de una homilía de SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, en Conversaciones, nn. 113-123. 4

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EL MISTERIO DE JESÚS DE NAZARET

la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada a una dignidad sin igual. «Dios revela su gran proyecto de amor al entrar en relación con el hombre, acercándose a él hasta el punto de hacerse Él mismo hombre»5. Es uno de los nuestros. El Hijo Unigénito de Dios se hace hombre, como nosotros, y así permanece para siempre, encarnado en una naturaleza humana: de ningún modo la asunción de este cuerpo fue algo pasajero, precario, temporal o provisional. Por el contrario, permanece para siempre Dios perfecto y hombre verdadero. Este es el gran misterio que nos sobrecoge: Dios, en su amor, ha querido tomar en serio al hombre y, aun siendo obra de puro amor, ha querido una respuesta en la que la criatura se comprometa ante Cristo, que es de su misma raza. Una respuesta que es la entrega de su intimidad más profunda. Jesús, antes de su aparición en el escenario de la historia, poseía desde la eternidad una existencia real como Hijo de Dios. El Evangelio no deja la menor duda de que Jesús es verdadero hombre de carne y hueso, sujeto a las condiciones de una raza determinada y a un pueblo bien caracterizado. Pertenece al linaje humano: experimenta el hambre y la sed, siente fatiga al recorrer los caminos, con Lázaro y sus hermanas establece vínculos de sincera amistad, se siente conmovido ante la proximidad de la muerte, la previsión de la trai-

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BENEDICTO XVI, Audiencia General, 5-12-2012.

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ción de Judas le produce inmensa tristeza, adquiere conocimientos a través de la experiencia, cambia de proyectos, pide información, razona y argumenta sus enseñanzas, se ocupa de su Madre desde la cruz6 como un buen hijo. El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido en cierto modo a todo hombre, a nosotros; forma parte importantísima de nuestra historia. Jesús «trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros excepto en el pecado»7. Al poner los ojos en Jesús lo vemos dentro de la historia que le ha tocado vivir. En los evangelios podemos verlo inmerso en el mundo que le rodea, que es –por otra parte– su mundo. Consecuencias Es, en realidad, el hecho que decide el presente y el futuro. Sin Cristo, la vida es distinta y carece de sentido. Solo Él «revela plenamente el hombre al propio hombre»8. Solo en Cristo conocemos nuestro ser más profundo y comprendemos aquello que más nos afecta: el sentido del dolor, el valor del trabajo, la familia, la alegría y la paz, que están por encima de los estados de ánimo y de los diversos acontecimientos de la vida, la serenidad, 6 7 8

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Cfr. A. WIKENHAUSER, El Evangelio de san Juan, pp. 312-313. CONC. VAT. II, Const. Gaudium et spes, n. 22. Ibídem.

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incluso el gozo ante el pensamiento del más allá, donde Jesús nos espera. Gracias a Él podemos distinguir lo esencial de lo que tiene poco o ningún valor. Hace ya algún tiempo fue liberado en el Líbano un periodista americano que había estado secuestrado varios años en un espacio minúsculo y sin luz, en condiciones infrahumanas. Al recobrar la libertad hizo unas breves declaraciones: «Doy gracias a Dios –dijo– porque aquí, en este zulo, he recuperado la fe en Cristo. Además, ya sé que no moriré como un idiota, preocupado por cosas que tienen poca o ninguna importancia». Todo el mundo pensaba que era un hombre acabado y que había perdido la razón durante su cautiverio. Pero no: había encontrado a Jesucristo, y con Él todo lo que tiene valor verdadero, que es lo fundamental. Es Cristo quien ha devuelto definitivamente al hombre la libertad, la dignidad y el sentido de su existencia en el mundo, sentido que había perdido en gran medida a causa del pecado y del paganismo que le rodea. La asunción de todo lo humano noble por el Hijo de Dios nos indica también que estas realidades han de ser amadas y elevadas; lo humano se convierte en camino cierto para la unión con Jesucristo, porque no es lo humano lo que se opone a lo divino, sino los pecados y las huellas que dejaron en el alma. El deseo de seguir a Cristo lleva consigo el rechazo de todo aquello que nos hace menos humanos o infrahumanos: los egoísmos, las envidias, la sensualidad, la pequeñez de espíritu. 25

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La perseverancia en el camino para imitar a Cristo, para querer más al Señor, significa el desarrollo de la propia personalidad en todos los sentidos: activa la responsabilidad en el trabajo, promueve actitudes positivas y virtudes de convivencia, impulsa el amor a todo lo verdaderamente humano. Él es también el Amigo, el mejor Amigo que tenemos, siempre disponible, siempre dispuesto a darnos la mano y sacarnos adelante, como hizo con Pedro aquella noche; el Pastor que guía por cañadas difíciles y peligrosas, el médico que cura las enfermedades, el que nos ofrece la mano para no caer, la luz que ilumina el sendero por el que caminamos; Él nos aprecia de verdad cuando menos lo merecemos, nos da una palabra de aliento y de esperanza en los momentos más críticos de nuestra vida.

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FRANCISCO FERNÁNDEZ-CARVAJAL Otras obras publicadas en Ediciones Palabra

ANTOLOGÍA DE TEXTOS Para hacer oración y para la predicación 15ª edición actualizada VIDA DE JESÚS El autor nos invita, por medio de esta biografía, a reflexionar y meditar en torno a la figura siempre nueva de Cristo EL DÍA QUE CAMBIÉ MI VIDA Este libro ayuda a pasar buenos ratos junto al Señor y llena de esperanza al lector, que se ve sorprendido por la facilidad con la que se puede tratar a Dios 5ª edición PARA LLEGAR A PUERTO El sentido de la ayuda espiritual 5ª edición COMO QUIERAS TÚ Cuarenta meditaciones sobre la Pasión del Señor 7ª edición QUÉDATE CONMIGO Vivir de la Eucaristía 2ª edición DONDE DUERME LA ILUSIÓN La tibieza 15ª edición HIJOS DE DIOS La filiación divina que vivió y predicó San Josemaría Escrivá Francisco Fernández -Carvajal y Pedro Beteta 6ª edición LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL 6ª edición

HABLAR CON DIOS Meditaciones para cada día del año Más de 500 meditaciones en las que se tratan los principales puntos de la doctrina y la vida cristiana.

Tomo I: ADVIENTO. NAVIDAD. EPIFANÍA 24ª edición. Tomo II: CUARESMA. SEMANA SANTA. PASCUA 22ª edición. Tomo III: TIEMPO ORDINARIO (1). Semanas I-XII 18ª edición. Tomo IV: TIEMPO ORDINARIO (2). Semanas XIII-XXIII 16ª edición. Tomo V: TIEMPO ORDINARIO (3). Semanas XXIV-XXXIV 15ª edición. Tomo VI: FIESTAS Y SANTOS (1). Enero-Junio 9ª edición. Tomo VII: FIESTAS Y SANTOS (2). Julio-Diciembre. ÍNDICES 10ª edición.

FRANCISCO FERNÁNDEZ CARVAJAL www.hablarcondios.org

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Francisco Fernández-Carvajal ofrece en esta nueva obra una ampliación del libro «Vida de Jesús». A través de cada capítulo, el lector conocerá distintos aspectos del modo de ser y actuar de Jesús, tal como aparece en el Evangelio y como los profetas de Israel lo vislumbraron siglos atrás. La obra contiene más de novecientas referencias directas del Evangelio, de tal manera que en el libro son los evangelistas quienes hablan de Jesús. ¿Quién es Jesucristo?: esta es la pregunta que el autor se ha planteado ante el misterio de quien dijo: yo soy la Luz del mundo, soy la luz y la esperanza de cada uno de vosotros.

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Jesús de Nazaret Pasó haciendo el bien y está junto a nosotros procurando bienes incontables, a veces desconocidos. Él es el Amigo único que acompaña a cada hombre que viene a este mundo. Es Dios y hombre verdadero. Misterioso y cercano a la vez. Este libro presenta más de ochenta reflexiones sobre su Persona y su modo de amar y de sufrir, de curar y servir, de perdonar y salvar... Jesús de Nazaret nació y murió hace más de dos mil años, resucitó y continúa vivo: es el viajero misterioso que comparte nuestra vida y nos espera en el Cielo.

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El Misterio de Jesús de Nazaret

Este libro es una aproximación al misterio del Hijo de Dios, que se ha hecho hombre, ha venido a este mundo y comparte la existencia de cada hombre y de toda mujer. Vivió y murió y ha resucitado: ¡vive! Su presencia en el mundo actual es invisible y, a la vez, real y próxima.

FRANCISCO FERNÁNDEZ-CARVAJAL, natural de Albolote, Granada, es Licenciado en Historia por la Universidad de Navarra y Doctor en Derecho Canónico por el Angelicum de Roma. Sacerdote de la Prelatura del Opus Dei. Durante más de diez años fue Redactor-Jefe de la revista Palabra. Es uno de los autores contemporáneos de obras de espiritualidad más conocido. En Ediciones Palabra ha publicado Hablar con Dios, del que se han editado más de dos millones de ejemplares. Esta gran obra contiene más de quinientas cincuenta meditaciones para cada día del año. Ha sido traducida al inglés, francés, italiano, portugués, alemán, holandés, rumano, eslovaco, checo y polaco. Actualmente se está llevando a cabo la traducción al ruso y al húngaro. También en esta misma editorial se han publicado –con numerosas reediciones– otras obras suyas: Vida de Jesús, Donde duerme la ilusión (La tibieza), Hijos de Dios (en colaboración con Pedro Beteta), Quédate conmigo, Como quieras Tú (meditaciones sobre la Pasión del Señor), El día que cambié mi vida, Antología de textos para la oración y la predicación, y Para llegar a puerto (El sentido de la ayuda espiritual).

ISBN 978-84-9840-960-4

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