Fronteras de riesgo. Héctor Carrillo, DrPH Jorge Fontdevila, PhD Jaweer Brown, MPH Walter Gómez, BA

Fronteras de riesgo Contextos sexuales y retos para la prevención del VIH entre inmigrantes mexicanos gays y bisexuales HALLAZGOS Y RECOMENDACIONES DE

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Fronteras de riesgo Contextos sexuales y retos para la prevención del VIH entre inmigrantes mexicanos gays y bisexuales HALLAZGOS Y RECOMENDACIONES DEL ESTUDIO TRAYECTOS

Héctor Carrillo, DrPH Jorge Fontdevila, PhD Jaweer Brown, MPH Walter Gómez, BA

Fronteras de Riesgo Contextos sexuales y retos para la prevención del VIH entre inmigrantes mexicanos gays y bisexuales HALLAZGOS Y RECOMENDACIONES DEL ESTUDIO TRAYECTOS

Héctor Carrillo, DrPH Jorge Fontdevila, PhD Jaweer Brown, MPH Walter Gómez, BA

Agosto de 2008

Center for AIDS Prevention Studies

AIDS Research Institute

Este documento se halla en formato PDF en la siguiente dirección: http://www.caps.ucsf.edu/projects/Trayectos/ Para más información, por favor contactar al Dr. Héctor Carrillo: [email protected]

El Equipo Trayectos INVESTIGADOR PRINCIPAL:

COMITÉ DE CONSEJERÍA COMUNITARIO:

Héctor Carrillo, DrPH

René Arias Norma Benavides Loc Dinh Sergio Dorantes Lauren Farber Tom Gray Antonio Muñoz Delcy Olachea Juan Olmeda Teresa Oyos Carlos L. Pargue Víctor Pereda Mauricio Pérez Deborah Roseman Ramón Sandoval

En San Diego: COINVESTIGADOR:

Steven Epstein, PhD DIRECTOR DE PROYECTO:

Stephen Scott, MSHSA ETNÓGRAFOS/AS:

Jaweer Brown, MPH Jorge Fontdevila, PhD Victoria González-Rivera, PhD ASISTENTES DEL PROGRAMA:

Carlos Hermosillo Vicente Mendivil En San Francisco: ASISTENTES DE INVESTIGACIÓN:

Michael Diaz Anthony Freeman Walter Gómez DIRECTOR DE OPERACIONES:

Ruslan Valeev CONSULTORÍA ACADÉMICA:

Rafael M. Díaz, PhD Gloria González-López, PhD

El Estudio Trayectos está financiado por el contrato número R01HD042919 del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano de los Estados Unidos. El contenido es responsabilidad únicamente de los autores y no representa necesariamente la visión oficial del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano o de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos. El financiamiento para el diseño y la impresión de esta publicación fue proporcionado por el Fondo Hurlbut-Johnson.

Agradecemos el apoyo del Dr. Stephen Morin, Margaret Paternek, y Pamela DeCarlo en el Centro de Estudios de Prevención del SIDA, Universidad de California, San Francisco. En la Universidad Estatal de San Francisco, agradecemos a la Dra. Jessica Fields, Gabriela Candelaria, Kathleen Hentz y al resto del equipo en el Centro de Investigación sobre Género y Sexualidad, por sus comentarios a un borrador previo, así como al Dr. Gilbert Herdt y la Dra. Rita Meléndez por su apoyo. Nuestro especial agradecimiento al Dr. Steven Epstein y a Ulices Pego Pratt por sus comentarios editoriales al texto en inglés y en español respectivamente. Diseño por Betsy Joyce © 2008, Héctor Carrillo

Contenido

1

Introducción

2

El Estudio Trayectos

3

La prevención de VIH para hombres gays y bisexuales y la conducta individual

4

La importancia del contexto

5

El riesgo de VIH entre inmigrantes mexicanos gays y bisexuales

6

¿Por qué irse de México? La migración sexual

8

Vida sexual antes de la migración

9

El encuentro con Hillcrest y la vida gay en San Diego

11

Nuevos contextos, diferentes suposiciones

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Proteger a otros

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El significado de la infección por VIH

14

El sexo casual y el riesgo de VIH

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La confianza, la intimidad, el amor y el riesgo de VIH

17

El siguiente paso: Considerar los retos contextuales

20

Bibliografía

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Los autores

Hallazgos y recomendaciones del estudio Trayectos

1

Por mi sexualidad... siento que por eso [en] parte estoy aquí... en Estados Unidos. Porque en el tiempo que yo estaba en México no me aceptaban realmente como yo era. No exactamente porque yo ya les había dicho, sino que ellos ya como [que] sospechaban. Se daban cuenta, pero siempre se querían hacer que no. Y más mi mamá se daba cuenta pero como que no daba el brazo a torcer, a decir “él es gay”. De hecho yo cuando le dije, yo no le dije en persona, se lo dije aquí, ya estando aquí.

Esta es la voz de Crispín*, un joven de 23 años que se crió en un suburbio de bajos ingresos de la Ciudad de México. Sabiendo que era gay, Crispín decidió mudarse a San Diego, California. La existencia de hombres como Crispín ha escapado la atención de académicos de temas de inmigración y no ha sido suficientemente estudiada en la literatura referente a la prevención de VIH. Aún así, hombres como él, al cruzar la frontera entre México y los Estados Unidos, enfrentan nuevos retos para mantenerse libres de la infección por VIH o para proteger a sus compañeros sexuales. Esta monografía posiciona las preocupaciones de estos hombres en un primer plano.

Introducción En los debates políticos actuales sobre la inmigración en los Estados Unidos, los migrantes son típicamente representados en los medios como hombres mexicanos de clase obrera que cruzan la frontera hacia los Estados Unidos en busca de trabajo, para así poder enviar dinero de vuelta a México. Aunque todos sabemos que los inmigrantes son mucho más diversos en términos de género, país de origen y razones para mudarse a los Estados Unidos, el migrante varón mexicano se ha convertido en la representación arquetípica de la inmigración contemporánea en los Estados Unidos. Como tal, usualmente se presume que estos hombres son heterosexuales. Pero no todos lo son.

* Para proteger la confidencialidad de los participantes en el Estudio Trayectos, nos referiremos a ellos con seudónimos o nombres falsos.

El propósito de esta monografía es resaltar las experiencias y necesidades de prevención del VIH señaladas por los inmigrantes mexicanos que se identifican como gays o bisexuales. Dirigimos la información presentada a varios grupos: inmigrantes y hombres gays, educadores de la salud, activistas, creadores de políticas públicas y tomadores de decisiones. Basamos nuestras conclusiones en datos del Estudio Trayectos, un amplio estudio etnográfico sobre sexualidad y riesgo de VIH, que el Dr. Héctor Carrillo y su equipo de investigación condujeron en San Diego, California. El Estudio Trayectos fue financiado por el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD, por sus siglas en inglés) que forma parte de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos. Nuestro estudio está motivado por una seria preocupación por la propagación del VIH en comunidades latinas. Más de 185 mil casos de SIDA han sido reportados entre latinos/as en los Estados Unidos. La mayoría de los casos de SIDA en la población latina han afectado a hombres (aproximadamente 149 mil)1. Entre los hombres latinos con SIDA, más de la mitad son hombres que tienen sexo con hombres (HSH), muchos de ellos inmigrantes1. En las estimaciones de casos recientes de SIDA (2001-2005) que afectan a inmigrantes nacidos en México, 58% son casos de HSH2. Estas cifras nos obligaron a considerar la importancia de estudiar la amenaza del VIH entre inmigrantes gays y bisexuales mexicanos. Hemos realizado esta monografía considerando varios objetivos. En primer lugar, buscamos ayudar fomentar la reflexión entre los hombres inmigrantes gays y bisexuales sobre sus vidas sexuales, así como los contextos y situaciones que los ponen en riesgo de adquirir o transmitir el VIH. (Cuando decimos contextos nos referimos a los espacios

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FRONTERAS DE RIESGO

sociales de la gente, así como los significados culturales que se asocian con dichos espacios3-10). Segundo, esperamos proveer información que sea útil a educadores de la salud para diseñar programas más efectivos para reducir el riesgo de VIH y otras infecciones de transmisión sexual en poblaciones de inmigrantes gays. Queremos resaltar la importancia de ir más allá de un enfoque en las conductas individuales, e insistimos en que para ser efectiva la prevención de VIH debe considerar los contextos en los cuales tiene lugar el riesgo de VIH. Tercero, queremos llamar la atención sobre los efectos potenciales de realizar cambios en las políticas públicas sobre la promoción de la salud sexual en poblaciones de inmigrantes y el papel de los responsables en el diseño de esas políticas para apoyar el trabajo de prevención de VIH. Finalmente, deseamos promover una mayor conciencia sobre la diversidad sexual dentro de las poblaciones inmigrantes y simultáneamente un mejor entendimiento de los enlaces entre la sexualidad, la inmigración y la salud.

El Estudio Trayectos El Estudio Trayectos está basado en entrevistas de profundidad aplicadas a 150 hombres en San Diego California que se identifican como gays o bisexuales, así como en observaciones realizadas en una variedad de lugares donde los inmigrantes mexicanos gays y bisexuales se reúnen*. (Tres de los participantes se reconocen como gays y también cómo transgéneros). Setenta y siete de los hombres que participaron en las entrevistas nacieron en México**. La gran mayoría de ellos viven en la zona metropolitana de San Diego. Los pocos restantes viven en

* Estos datos fueron recolectados entre abril de 2003 y julio de 2005. ** Dos de estos hombres crecieron en los Estados Unidos. Entre los hombres latinos nacidos en los Estados Unidos, hay 5 de origen mexicano que fueron llevados a vivir a México en edad temprana. Estos hombres crecieron en México. En total, 80 hombres en el estudio crecieron en México. *** De este grupo de hombres no latinos, dos nacieron fuera de los Estados Unidos (uno en Filipinas y el otro en Inglaterra) pero fueron criados en los Estados Unidos desde su niñez. **** Nuestro estudio es de índole cualitativo y nuestro objetivo era obtener máxima variabilidad en términos de las experiencias vividas por los participantes de nuestro estudio. Nuestro estudio no está diseñado para ser aleatorio y no pretende ser estadísticamente representativo de los hombres inmigrantes gays y bisexuales, hombres latinos nacidos en los Estados Unidos, u hombres nacidos en los Estados Unidos que son parejas sexuales/afectivas de hombres mexicanos/latinos.

el lado mexicano de la frontera, pero cruzan hacia los Estados Unidos de forma regular. El resto de los hombres entrevistados nacieron y/o crecieron en los Estados Unidos. Treinta y nueve son latinos (la mayoría mexicano-americanos), y treinta y cuatro son hombres nacidos en los Estados Unidos con otros orígenes étnicos/raciales (blancos, afroamericanos, asiáticos) que habían tenido relaciones sexuales, amorosas o estables con hombres mexicanos/latinos durante el año anterior***. Incluimos a estos dos grupos adicionales en el estudio para así poder comparar a hombres inmigrantes con hombres latinos nacidos en los Estados Unidos, además de poder analizar las dinámicas de relación entre inmigrantes y hombres nacidos en los Estados Unidos. Nos mantuvimos en contacto con los participantes durante 12 meses después de haberse realizado las entrevistas y les hicimos la petición para que nos concedieran una segunda entrevista. Ciento quince accedieron a participar en la segunda entrevista, lo que nos permitió indagar con ellos sobre lo que les había pasado durante ese año y conocer los cambios que percibieron en sus vidas. Según la preferencia de los participantes, realizamos las entrevistas en inglés o en español. Los pasajes de las entrevistas en inglés que incluimos en esta monografía fueron traducidos al español, y viceversa. La muestra incluye hombres con muy variadas historias de vida. Hablamos con inmigrantes documentados e indocumentados. Además incluimos a hombres VIH negativos, positivos, y de estatus desconocido. Todos tenían al menos 18 años de edad. La mayoría eran menores de 40 años, pero varios eran mayores de 50. Las particularidades de cada uno de los hombres que participaron en el estudio presentan variación en términos de clase social, nivel de educación y el tamaño de sus lugares de origen en México****. Entre muchos otros temas, durante las entrevistas de nuestro estudio, los hombres inmigrantes hablaron de manera extensa sobre sus vidas en México, sus experiencias de inmigración hacia los Estados Unidos, y sus vidas después de su llegada. Los hombres en el estudio nos contaron además con detalle lo que recuerdan sobre sus

Hallazgos y recomendaciones del estudio Trayectos

experiencias sexuales, cómo aprendieron sobre el sexo y la homosexualidad, y sus percepciones sobre cómo llegaron a reconocerse como gays o bisexuales. Discutieron con los entrevistadores cómo aprendieron sobre el VIH y su prevención, y describieron en detalle encuentros sexuales recientes, especificando aquellos en los que utilizaron protección y aquellos en las que no utilizaron protección. Los hombres que eran VIH positivos nos hablaron sobre la complejidad de vivir con el VIH y relataron cómo es su vida sexual después de su diagnóstico. En adición a las entrevistas, nuestro equipo realizó observaciones in situ en una variedad de lugares donde los hombres gay en San Diego se reúnen*. Fuimos a bares y discotecas gays, además de eventos de la comunidad LGBT** y organizaciones de servicio comunitario, particularmente aquellas que proveen servicios a hombres latinos gays y bisexuales o que atraen a una gran audiencia latina. Las transcripciones de las 265 entrevistas y nuestras notas de campo constituyen los datos de nuestro estudio. En total, nuestra recolección de datos produjo más de 12,000 páginas de texto. Analizamos este texto de forma sistemática, usando una serie de pasos para identificar patrones de experiencia entre los hombres que participaron en el estudio***.

La prevención de VIH para hombres gays y bisexuales y la conducta individual El analizar nuestros datos y pensar sobre las vidas de estos hombres nos llevó a reflexionar de manera crítica sobre la lógica de la prevención de la transmisión de VIH. Los

* Condujimos 51 sesiones con la técnica utilizada por los antropólogos denominada “observación participativa etnográfica”. Después de cada sesión, nuestros etnógrafos/as tomaron notas de campo detalladas. ** Lésbica, gay, bisexual y transgénero. *** Dichos pasos incluyen la lecturas cuidadosas de todo el texto, elaboración de resúmenes, codificación detallada de todas las transcripciones de las entrevistas, y realización de búsquedas temáticas utilizando un programa para el análisis de volúmenes cuantiosos de datos cualitativos. Durante el curso del estudio, llevamos a cabo reuniones analíticas periódicas en equipo, reuniones trimestrales con un comité de consejería comunitario, y retiros analíticos anuales que incluyeron a nuestro equipo y a nuestros consultores académicos.

esfuerzos de prevención del VIH en los Estados Unidos y en muchos otros países se han enfocado específicamente en el individuo y en sus conductas individuales. Los educadores de VIH/SIDA se dieron cuenta desde un principio que los individuos necesitaban realizar acciones para reducir su riesgo hacia la enfermedad. Tal como lo dictaría el sentido común, vieron la necesidad de que los individuos estuviesen bien informados sobre las medidas que les podrían ayudar a reducir su riesgo y, una vez que el VIH había sido identificado, se abocaron a dar a conocer el cómo se transmite el virus. Para alcanzar la meta de educar a los hombres gay, los educadores de VIH/SIDA recurrentemente han utilizado herramientas metodológicas provistas por la psicología; por las teorías de dicha disciplina y por sus modelos de modificación del comportamiento. El desarrollo de acciones en contra de la propagación de la enfermedad implicó promover la modificación de conductas sexuales individuales para integrar de forma efectiva las medidas de protección en el ejercicio de la sexualidad. La información y conciencia individual han sido consideradas como componentes básicos para protegerse a sí mismo y a sus parejas sexuales contra el VIH. Además, de acuerdo con los modelos de comportamiento, el individuo debe sentirse susceptible a la enfermedad y estar fuertemente motivado para prevenirla. Debe creer que es capaz de evitar la transmisión del VIH, poseer las habilidades para implementar medidas de reducción de riesgos y aprender el cómo hacerlo por medio de sus propios éxitos graduales. Estos modelos también sugieren que los individuos deben ser persuadidos de que el sexo seguro es una nueva norma social en sus comunidades y grupos sociales; que se den cuenta de que otros a su alrededor también están implementando las mismas medidas de protección. La combinación de estas estrategias del comportamiento ha resultado en un enfoque dominante en la prevención de VIH que enfatiza la provisión de información, la edificación de habilidades, la modelación de roles y la persuasión a través de la acción de los medios. En muchos lugares los educadores de VIH/SIDA buscan enseñar técnicas de sexo seguro y otras habilidades de prevención, mostrar cómo estas

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FRONTERAS DE RIESGO

medidas pueden ser implementadas, y persuadir a sus poblaciones objetivo de que el sexo seguro es normativo en sus comunidades y grupos. Desafortunadamente, a medida que ha progresado la epidemia, los educadores del VIH/SIDA han aprendido que la información, habilidades, conciencia y persuasión, en muchos casos, simplemente no son suficientes para generar cambios de comportamiento sostenibles. Durante la década de los noventas, varios educadores y oficiales de salud se comenzaron a preocupar debido a que algunos hombres gays estaban regresando a la práctica de conductas sexuales riesgosas (el llamado relapso), que nuevas generaciones de hombres gay jóvenes no estaban necesariamente adoptando medidas de sexo seguro o viéndolas como socialmente normativas, y que había hombres gay mayores que nunca habían adoptado las medidas de protección que promovían los programas de prevención de VIH. Recientemente, una gran preocupación ha sido expresada en los Estados Unidos y en otros países ricos del mundo por el aumento de riesgos ante el VIH relacionados con la aparición del fenómeno denominado “barebacking”11-19 *, el sexo conseguido a través de la Internet7, 11, 13, 18, 19, 21-23 y el así llamado “optimismo terapéutico”24-28 **. Además, los académicos y educadores han prestado mucha atención al uso de estrategias de reducción de daño que incluyen “serosorting” (seroclasificación)5, 6, 14, 21, 22, 24, 29-35, seguridad negociada36-38, y posicionamiento estratégico6, 8, 29, 34, 36 . (Serosorting se refiere a tener sexo con hombres que reportan el mismo estatus de VIH que uno30, 32; la seguridad negociada a realizar acuerdos en cuanto al uso de condones dentro y fuera de las relaciones de pareja36; y el posicionamiento estratégico a tomar roles insertivos o receptivos en el sexo anal y oral, dependiendo del estatus del VIH36). Las estrategias de reducción de daños han sido vistas con el potencial de ser posiblemente benéficas, al igual que el presentar consecuencias potencialmente inesperadas. A pesar de que estas estrategias de reducción de daños parecen reducir el riesgo de VIH a nivel grupal, pueden dejar a la persona individual en una posición vulnerable. Primero, los hombres que son VIH negativos que penetran a hombres que son VIH positivos aún tienen

algún riesgo de contraer VIH. Segundo, serosorting funciona bien entre parejas que son VIH positivas, pero no de la misma forma entra parejas que reportan ser VIH negativos. Un hombre puede pensar que es VIH negativo, pero puede que no lo sea debido a una exposición reciente a VIH. Finalmente, serosorting y la seguridad negociada envuelven cierto nivel de confianza entre las parejas sexuales, y la confianza puede en ocasiones ser traicionada debido a razones que son complicadas y muy humanas.

La importancia del contexto Un buen número de académicos que han estudiado la sexualidad y el VIH/SIDA, particularmente desde la visión de los campos de la antropología y la sociología, han cuestionado si el enfoque exclusivo hacia los individuos y las conductas individuales es una estrategia adecuada para contener la epidemia8, 39-45. Estos han resaltado el hecho de que las conductas sexuales que pueden llevar a la transmisión del VIH no son practicadas por individuos aislados. Estas conductas ocurren en contextos de relaciones interpersonales que son influenciadas por dinámicas relacionales y discrepancias de poder entre parejas sexuales. Además, el comportamiento sexual no ocurre en un vacío social. Lo que la gente hace sexualmente está influenciado por las situaciones y contextos en los que la gente tiene sexo, y también por las culturas sexuales que informan lo que cualquier conducta sexual significa dentro de dichas situaciones y contextos7-9. Aún más, la estructura social y las condiciones de inequidad social a menudo forjan los encuentros sexuales7. A medida que la epidemia del SIDA ha avanzado entre los hombres gays y en otras comunidades, hemos aprendido que para poder entender el por qué individuos bien * Barebacking se refiere a un movimiento subcultural, cercanamente relacionado a la Internet, de hombres gay que conscientemente buscan tener sexo anal sin protección. En la literatura académica, barebacking está definido de diferentes formas: desde sexo sin protección deliberado con parejas que reportan tener el mismo estatus de VIH, hasta sexo sin protección con parejas de estatus de VIH desconocido, u hombres que activamente buscan ser infectados con VIH (un fenómeno llamado bug chasing, el cual la literatura considera ser muy poco frecuente)12, 20. ** “Optimismo terapéutico” se refiere a la idea de que, debido a la disponibilidad de medicamentos contra el VIH, algunos hombres gays ahora ven al VIH como una enfermedad manejable y como una condición crónica, lo cual podría disminuir la preocupación hacia la posibilidad de contraer el virus

Hallazgos y recomendaciones del estudio Trayectos

informados y hábiles en el uso de condones fracasan en la protección a sí mismos y a sus parejas, debemos mirar mas allá de las conductas individuales. Esto significa prestar atención a los contextos de riesgo—a los factores interpersonales, situacionales, culturales y estructurales que pueden influenciar las conductas sexuales y el riesgo de VIH45, 46. En el caso de hombres inmigrantes gays y bisexuales, por ejemplo, nuestro estudio reveló que el contexto social tiene una gran importancia en cuanto a construir la posibilidad de que estos hombres reduzcan su riesgo ante la transmisión del VIH.

EL COMPORTAMIENTO SEXUAL NO OCURRE EN UN VACÍO SOCIAL. LO QUE LA GENTE HACE SEXUALMENTE ESTÁ INFLUENCIADO POR LAS SITUACIONES Y CONTEXTOS EN LOS QUE LA GENTE TIENE SEXO, Y TAMBIÉN POR LAS CULTURAS SEXUALES QUE INFORMAN LO QUE CUALQUIER CONDUCTA SEXUAL PUEDE SIGNIFICAR.

El riesgo de VIH entre hombres inmigrantes mexicanos gays y bisexuales Los hombres inmigrantes mexicanos que participaron en Trayectos quieren evitar el adquirir el VIH o el transmitírselo a parejas sexuales. Estos hombres tienen las habilidades necesarias para usar condones y están bien informados sobre el VIH, aunque aún tienen algunas deficiencias de información. Por ejemplo, varios evalúan que durante el sexo anal la pareja que penetra (el top o activo) corre menor riesgo que el que está siendo penetrado (el bottom o pasivo), y dependen de esta información para tomar decisiones dirigidas a disminuir riesgos. Pero al implementar esta estrategia suponen además, de forma errónea, que si penetran a otro hombre sin condón pueden reducir su propio riesgo al no eyacular. A pesar de que no eyacular ciertamente protegería a sus parejas, en cuanto a riesgo para el que

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penetra (el insertivo) no hace ninguna diferencia. Estos hombres han asimilado de forma tan sólida estos mensajes sobre la necesidad de evitar la eyaculación dentro del cuerpo que creen que si son ellos los que penetran, se pueden proteger a sí mismos al no eyacular dentro del cuerpo de su pareja. Pero dejando a un lado algunas deficiencias de información tales como esta, el verdadero reto en términos de la prevención del VIH entre inmigrantes mexicanos gays y bisexuales proviene del hecho de que muchos de ellos tienen que enfrentarse con culturas sexuales que desconocían antes de emigrar. Como resultado, en ocasiones se encuentran en situaciones y contextos en los cuales ni el conocimiento, ni las motivaciones e intenciones de practicar sexo seguro, los mantiene exentos de exponerse al riesgo en sus encuentros sexuales, y por ende su riesgo es mayormente situacional y contextual. Como es de esperarse, en nuestro estudio hay un número considerable de hombres—tanto VIH negativos como positivos—que consistentemente usan condones durante el sexo anal. La buena noticia es que aproximadamente la mitad de los hombres inmigrantes en el Estudio Trayectos se protegen a sí mismos y a sus parejas de forma regular. Pero esto significa que la otra mitad han participado recientemente en encuentros sexuales que implican riesgo de transmisión del VIH. Dentro de este segundo grupo, sin embargo, hemos encontrado considerables variaciones en relación a su riesgo de contagio del VIH: algunos hombres se protegen a sí mismos regularmente pero ocasionalmente toman parte en prácticas de sexo anal sin protección, mientras que otros son inconsistentes e incapaces de mantener un patrón regular en el uso de condones. Debido a que nuestra muestra no es aleatoria o estadísticamente representativa, es importante no interpretar estos datos como una reflexión del riesgo del VIH en la población general de inmigrantes mexicanos gays y bisexuales. Nuestro objetivo al presentar estos datos es mostrar que este estudio incluyó tanto a hombres inmigrantes que consistentemente practicaban sexo seguro, como a otros que no lo practicaban.

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FRONTERAS DE RIESGO

Otro hallazgo positivo es el hecho de que la mayoría de los hombres en el estudio que presentan riesgo sexual ante el VIH no buscan activamente tomar parte en encuentros sexuales sin protección. El sexo sin protección entre estos hombres ocurre generalmente en situaciones en las cuales se ven incapacitados para mantenerse protegidos, o en contextos que son nuevos o desconocidos para ellos. En este aspecto, los inmigrantes gays y bisexuales mexicanos no son diferentes a otras personas, incluyendo otros hombres gays en los Estados Unidos14. Lo que es diferente sobre los inmigrantes mexicanos gays y bisexuales no es el hecho de que su riesgo sea situacional, sino las situaciones específicas que afrontan. Hemos hallado que para poder entender cómo influyen las situaciones y contextos en el riesgo al VIH en los inmigrantes mexicanos gays y bisexuales, necesitamos prestar atención de manera más amplia a sus vidas en los Estados Unidos y México. Entre otras cuestiones, las siguientes influyen los encuentros sexuales de estos hombres en los Estados Unidos: •

• • •



Sus motivaciones para salir de México y el cómo imaginan que serán sus vidas al llegar a los Estados Unidos. Sus vidas y experiencias sexuales con hombres y mujeres en México, antes de emigrar. Los trayectos que siguen para encontrar a otros hombres gays y bisexuales en los Estados Unidos. Los tipos particulares de hombres gays que llegan a conocer en los Estados Unidos y los círculos gays en los cuales se integran. Las dinámicas de sus relaciones con hombres en los Estados Unidos y las diferencias culturales y de poder que emergen en el contexto de esas relaciones.

En las siguientes secciones, discutiremos estos y otros aspectos de las vidas de los inmigrantes mexicanos gays y bisexuales y exploraremos los varios contextos de riesgo que les son relevantes. Basándonos en nuestro estudio, también ejemplificamos la importancia de prestar atención a los contextos en los cuales los inmigrantes viven e interactúan sexualmente—tanto en sus países de origen como a su llegada a los Estados Unidos—y a la diversidad sexual que existe dentro de las comunidades inmigrantes.

En este sentido, consideramos crucial el disipar el mito de que las comunidades étnicas e inmigrantes son homogéneas en términos de sus culturas sexuales, sexualidades, y riesgo de infección ante el VIH. Como parte de nuestro análisis enlazamos los contextos particulares en los cuales participan los inmigrantes gays en los Estados Unidos con sus interpretaciones propias sobre sexualidad, sus orígenes geográficos en México, y las formas como encuentran y se incorporan a comunidades gays en San Diego. Como veremos, todas estas cuestiones son relevantes para comprender la diversidad de experiencias relacionadas con el sexo y el riesgo ante el VIH en los inmigrantes mexicanos gays y bisexuales.

¿Por qué irse de México? La migración sexual Es bien sabido que los inmigrantes mexicanos deciden irse de México principalmente debido a razones económicas, en búsqueda de mejores oportunidades de trabajo. Una segunda, y comúnmente citada razón, que suele estar más prominentemente representada entre mujeres y niños, es la reunificación familiar. En regiones de México donde las tasas de expulsión de migrantes son altas, ha emergido una cultura de la migración: en esas regiones la expectativa de que la migración será parte de la historia de vida de uno es sumamente prevalente, y los jóvenes, particularmente varones, crecen sabiendo que es muy probable que en algún momento de sus vidas emigren a los Estados Unidos47. Los mexicanos que pertenecen a grupos que están socialmente oprimidos y estigmatizados debido a su sexualidad o identidad sexual en ocasiones se van de México también por razones sexuales48. Esta forma de migración, la cual el Dr. Carrillo y otros académicos llaman “migración sexual”, es “motivada, totalmente o en parte, por las sexualidades de aquellos que emigran”49. Estos hombres pueden sentir que sus situaciones en México no les permiten ser gay de forma abierta. Hernán, uno de los participantes en nuestro estudio (32 años, de Tijuana), habló sobre sus motivaciones para irse de México:

Hallazgos y recomendaciones del estudio Trayectos

Pues como vengo de una familia que es tradicionalmente evangélica, no podía yo salir del closet. Y siempre viví pues una vida que yo no era ¿verdad? No podía ser gay [...] Yo me quería cambiar, ya no quería estar allá... No era para mí. No quería estar viviendo en realidad algo que yo no soy. Y fue por lo que opté venirme [...] Y ahora que me vine yo para acá, me siento con más libertad [...] Y yo quiero sentirme como en realidad yo nací: libre. No me quiero sentir oprimido.

LA “MIGRACIÓN SEXUAL” ES MOTIVADA, TOTALMENTE O EN PARTE, POR LAS SEXUALIDADES DE AQUELLOS QUE EMIGRAN. ESTOS HOMBRES PUEDEN SENTIR QUE SUS SITUACIONES EN MÉXICO NO LES PERMITEN SER GAY DE FORMA ABIERTA.

La migración sexual de estos hombres, sin embargo, no significa que se van simplemente porque no pueden ser gay en México. Esa es una suposición que al parecer es común en los Estados Unidos al imaginar por qué los hombres gays y bisexuales emigran de países más pobres. A pesar de que hombres como Hernán ciertamente sienten que tienen que irse porque son incapaces de ser abiertamente gay en sus lugares de origen, para muchos la situación es más complicada. A menudo, los inmigrantes gays y bisexuales tales como los de Trayectos viven vidas gays o bisexuales abiertas o semi-abiertas en México. Ese es el caso de Teodoro (36 años, de Guadalajara), quien vivía una vida gay semi-abierta en México, pero se mudó a los Estados Unidos buscando una mayor libertad para ser abiertamente gay: “La libertad de vivir la homosexualidad, sin tener que dar explicaciones, sin tener que echar mentiras, sin tener que cuidarme si me equivoco o no, o que me vieran o no”. Y aunque estos hombres imaginan que la vida gay en ciudades de los Estados Unidos es más abierta que en México, también están concientes de que las ciudades mexicanas, particularmente las más grandes, ofrecen opciones para la gente LGBT. Teodoro, por ejemplo, añadió:

7

Para muchos chavos el venirse para acá es mejorar todo [...] su calidad de vida, su economía, su estabilidad y su modo de vivir. Y para mí el venir acá no fue... Sí estoy bien económicamente. ¡Guau! Estoy súper bien, y más trabajando aquí, pero ese no fue mi cambio ¿me entiendes? Para mí venirme para acá fue salirme de mi casa, la libertad. Pero igual hubiera sido moverme de mi ciudad, de Guadalajara, a la Ciudad de México, o a la ciudad de Monterrey, si hubiera tenido la oportunidad.

Para Teodoro las razones económicas no fueron su motivación principal para irse. Pero para muchos inmigrantes gay mexicanos, la migración sexual implica una combinación de motivaciones económicas y sexuales. Estos hombres creen que al irse de México tienen la ventaja de ambas, una mejor oportunidad económica y la oportunidad de vivir una vida gay o bisexual más abierta en un lugar donde pueden mantener el anonimato, donde sus familias no pueden ser afectadas si ellos son abiertos en cuanto a su orientación sexual. Este es el caso aun cuando algunas de las familias de estos hombres saben con certeza que son gay. A veces son los mismos miembros de la familia quienes los animan para que se vayan, en parte para protegerlos del estigma y en parte para protegerse a sí mismos. La migración sexual entre hombres gays y bisexuales mexicanos también puede contener otras motivaciones relacionadas, tales como el deseo de alejarse de una expareja, o el deseo de continuar una relación con un hombre de los Estados Unidos, un turista o visitante a quien conocieron en ciudades mexicanas o centros turísticos en México. Cuando un romance es parte de la motivación para mudarse a los Estados Unidos, observamos una seria inequidad entre parejas heterosexuales y homosexuales. El principal camino hacia la residencia permanente o la ciudadanía entre inmigrantes en Estados Unidos es el matrimonio heterosexual50. Pero el matrimonio entre personas LGBT nacidas en los Estados Unidos y sus parejas extranjeras no es reconocido por el gobierno federal51, 52. Por esta razón, las personas LGBT en los Estados Unidos no pueden pedir al gobierno que deje entrar, de forma legal, a sus parejas del mismo sexo, y las parejas gays y lesbianas binacionales no disfrutan de los mismos beneficios que tienen las parejas heterosexuales53. Esta forma de inequidad social sugiere la

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FRONTERAS DE RIESGO

necesidad de cambios en las políticas públicas que no solo darían igualdad de derechos a personas LGBT en los Estados Unidos, sino que también podrían tener un efecto en la salud y el bienestar de los inmigrantes y sus parejas en los Estados Unidos54.

interactuar sexual y socialmente con hombres gays, quienes eventualmente le facilitaron el acceso hacia las comunidades homosexuales de la Ciudad de México y al mundo del activismo gay. Al hablar de su entrada a este mundo, Marcelo hizo referencia al hombre que lo invitó a participar:

Vida sexual antes de la migración

Uno de ellos, que seguramente descubrió de primeras de cambio que yo era gay... me invito a una actividad cultural [...] a la marcha [gay] de aquel año en 1988 . Y yo accedí por primera vez a ir... y después a aceptar la invitación a ir a un grupo gay en México [...] No es que sufriera, era [que] de repente esa doble vida no me gustaba tanto. Y sí necesitaba realmente yo conocer a gente gay y a gente en el núcleo social, pues, ya no nada más en el ligue.

Los hombres inmigrantes gays crecen en una gran diversidad de lugares en México, desde ciudades tan grandes como la Ciudad de México (19.2 millones de personas), Guadalajara (4.1 millones de personas) y Monterrey (3.7 millones de personas)55, hasta localidades más pequeñas, e incluso rancherías aisladas en áreas rurales de México. Algunos de ellos viven en sus lugares de origen hasta el momento en el que deciden migrar a los Estados Unidos, pero otros viven complicados procesos de migración interna dentro de México, antes de salir hacia los Estados Unidos. Las vidas sexuales que estos hombres tuvieron en México son igualmente variadas y están fuertemente influenciadas por los contextos sociales específicos. La región de México donde cada hombre se crió, el tamaño de su localidad, su clase social y educación, en conjunto, parecen afectar la manera en que estos hombres interpretan e integran en sus vidas su atracción sexual hacia los hombres. La importancia y el peso de los contextos sociales en los cuales estos hombres crecieron en México se hace evidente conforme los hombres relatan sus experiencias relacionadas con la iniciacion sexual, con los encuentros sexuales y afectivos, con los roles y conductas sexuales, y los tipos de parejas que han tenido. Dependiendo de sus contextos sociales específicos en México, algunos obtienen—relativamente pronto y después de darse cuenta de su atracción sexual hacia los hombres—acceso a las comunidades gay mexicanas en áreas urbanas. Por ejemplo, Marcelo, quien se crió en la Ciudad de México y tenía 34 años, descubrió que los hombres se buscaban sexualmente entre ellos a bordo del transporte público de la ciudad. Marcelo comenzó a

Otros hombres descubren el sexo con otros hombres durante interacciones con amigos del vecindario y familiares, en ocasiones en situationes de sexo forzado,56 pero otras veces al tomar parte, de forma consensuada, en exploraciones mutuas. Estas exploraciones ocurren generalmente en el marco de ausencia de un sentido de identidad gay o de expectativas de roles sexuales específicos57. Otros hombres participan en interacciones sexuales que incluyen roles sexuales muy definidos. (Algunos de estos hombres vienen de pueblos pequeños o áreas rurales, aunque no exclusivamente). Esto ocurre de forma más recurrente en encuentros sexuales donde hombres jóvenes o adolescentes mayores que son masculinos (que usualmente se identifican como hombres normales, y dan a entender que son heterosexuales) los identifican como maricones o jotos (términos despectivos para referirse a hombres afeminados en México) y les piden sexo. En estos encuentros, los compañeros sexuales masculinos frecuentemente asumen que el otro, percibido como el más afeminado, le practicará sexo oral o le permitirá que lo penetre. Por ejemplo, Gerardo, quien tenía 32 años, describe ser abordado por hombres que no se identifican como gay desde que era adolescente. Uno de estos hombres, compañero de trabajo, se le acercó en el baño y le pidió sexo diciéndole, “Es que ya me dijeron que a ti te gusta”. Gerardo accedió a tener sexo, pero ofreció penetrar

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a la pareja, quien en cambio se negó replicando, “No, porque yo soy el hombre”. Gerardo explica que este tipo de hombres logran mantener su sentido de hombría al no permitir que sus parejas sexuales los penetren, besen, o toquen en otras partes de su cuerpo. A Gerardo solo le fue permitido interactuar físicamente con el pene del hombre. De la forma en que lo describen Gerardo y otros más, estos hombres usualmente quieren simplemente obtener satisfacción sexual al recibir sexo oral o al penetrar a otro hombre, sin ningún tipo de ataduras, aunque algunos de los hombres gay logran iniciar relaciones amorosas con estos hombres que no se identifican como gay. En ocasiones llegan incluso a convencerlos a que se dejen penetrar analmente.

LA GRAN VARIEDAD DE CONDUCTAS DE SEXO

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inmigrantes de Trayectos se identificaban como gays o bisexuales antes de salir de México y muchos habían participado en comunidades gay tanto en las grandes ciudades mexicanas como en lugares más pequeños. En México, al igual que en otros países, incluyendo a los Estados Unidos, estos entendimientos contemporáneos de homosexualidad coexisten con antiguos modelos que están basados en roles de género, tales como el modelo de activo/pasivo. La variedad de las experiencias de homosexualidad de los inmigrantes en México, y la diversidad de contextos en los que sus vidas sexuales sucedieron allá, son sumamente importantes para comprender sus vidas sexuales y su riesgo ante el VIH después de emigrar. Como veremos, el lugar desde el que estos hombres partieron en México influye en sus experiencias sexuales y en su exposición ante el riesgo del VIH al llegar a los Estados Unidos.

ENTRE HOMBRES QUE LOS IMMIGRANTES DE TRAYECTOS TUVIERON MIENTRAS VIVIERON EN MÉXICO, CUESTIONAN FUERTEMENTE LA IDEA DE QUE EL MODELO PASIVO/ACTIVO ES EL ÚNICO DISPONIBLE ALLÍ, O QUE LO QUE LA GENTE ENTIENDE COMO “GAY” EN LOS ESTADOS UNIDOS NO EXISTE EN MÉXICO.

Este patrón es consistente con la noción de roles pasivo/activo que varios académicos han relacionado con homosexualidades masculinas mexicanas/latinas,45, 58, 59 y que algunas personas fuera de México suponen que definen todas las homosexualidades entre hombres mexicanos. Sin embargo, la gran variedad de conductas de sexo entre hombres que los immigrantes de Trayectos tuvieron mientras vivieron en México, cuestionan fuertemente la idea de que el modelo pasivo/activo es el único disponible allí, o que lo que la gente entiende como “gay” en los Estados Unidos no existe en México. Presuponer que ese es el caso, negaría la existencia en México de versiones contemporáneas de homosexualidad y de lo que significa ser gay—versiones en las que todos los hombres que tienen atracción sexual exclusiva hacia otros hombres son considerados homosexuales o gay, y aquellos a los que les atraen tanto los hombres como las mujeres son considerados bisexuales45. Una mayoría de los hombres

El encuentro con Hillcrest y la vida gay en San Diego Para comenzar, qué tanto contacto y el tipo de contacto que tuvieron los immigrantes con comunidades gay en México influye en cómo encuentran y se vinculan con hombres gays al llegar a los Estados Unidos. Por ejemplo, Isidro (23 años, de Sinaloa) llegó a San Diego sin conocimiento alguno de Hillcrest, la zona de la ciudad que es ampliamente reconocida como el principal barrio gay de San Diego*. Cuando le preguntamos cómo había descubierto a Hillcrest, Isidro dijo que lo había encontrado a través de un amigo que frecuentaba la zona: Yo no sabía que había ese lugar, no sabía que hay personas, que era un barrio gay, para personas homosexuales, bisexuales, yo no… Pero sí aprendí, aprendí por mi amigo.

* Hillcrest es reconocido como mayoritariamente de clase media y de blancos, a pesar de que hay varios bares y discotecas en la zona que organizan “Noches Latinas” semanales. Aparte de Hillcrest, existen otros barrios aledaños que tienen una considerable presencia de hombres gay, tanto hombres blancos como hombres de color. Un considerable número de participantes de Trayectos vive en North Park o va a grupos gays latinos y a una discoteca en esa área.

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Al igual que Isidro, antes de mudarse a los Estados Unidos, otros inmigrantes mexicanos no estaban familiarizados con el concepto de barrios gay en ciudades de los Estados Unidos. En su pueblo natal en Sinaloa, Isidro no había tenido contacto con una comunidad gay local. Su vida sexual allí nunca había pasado más allá de tener sexo oral con amigos que no son gays o con hombres que lo buscaban sexualmente; el nunca había iniciado un encuentro sexual por su cuenta. Luego de llegar al área metropolitana de San Diego, este tipo de hombres ocasionalmente se tropiezan con Hillcrest o alguien les comenta sobre su existencia. Por ejemplo, Norberto (21 años, nacido en Michoacán, criado en Guadalajara) escuchó a un compañero de clases en la escuela hablar sobre el hecho de que cerca de donde el trabajaba había muchos jotos *. Norberto luego averiguó donde trabajaba su compañero y terminó caminando cuarenta cuadras hasta que encontró Hillcrest. Sí caminé hasta acá y decía: “No veo nada, yo no veo nada...” Y llegué hasta el letrero y yo no miraba nada, o sea yo no... Y de regreso fue cuando miré a dos chavos que se estaban abrazando y dije: “Oh, sí, sí, es aquí”.

Julián, un hombre de 25 años que estaba viviendo en Tijuana, primero encontró una librería para adultos (tienda porno) no lejos de la frontera entre México y los Estados Unidos, y ahí aprendió que si iba más hacia el norte se toparía con el área de San Diego que es conocida por la presencia de gente gay. Julián dijo: Y yo como gay cerrado, no sabía adónde ir, no sabía que había bares [...] Pero salió [de la librería] y quiso preguntarme cómo me llamaba, que me quería ver otra vez y pues así empezó [...] Él me dijo que ahí estaba ese lugar y que puedes ir [...] Fue él que me enseñó Hillcrest y todo aquí y yo así no [lo] podía creer. No quería ni venir a Hillcrest. Me daba pavor.

* Joto es una palabra despectiva utilizada en México para referirse a hombres afeminados u homosexuales.

La experiencia es bastante diferente para hombres inmigrantes en México que sabían más sobre las culturas gay globales. Algunos de estos hombres, debido a su estatus de clase media y mayor nivel de educación o escolaridad, habían tenido oportunidades previas de viajar y ver por su cuenta comunidades gay en ciudades mexicanas, estadounidenses y europeas. Por ejemplo, Valentín, quien tenía 27 años, había participado en la vida gay en ciudades mexicanas y había conocido a una pareja estadounidense en Cancún. Con esta pareja, se fue a Tijuana, y luego cruzó la frontera hacia San Diego. “Bueno, cuando llegué, pues obviamente [salimos] para conocer los lugares… Él ya los conocía todos, y me llevó para conocerlos y ahora ya los conocemos y vamos juntos”. Hombres como Valentín a veces conocen turistas gays extranjeros en centros turísticos y en ciudades mexicanas (incluyendo a Tijuana). Otros tienen amigos en San Diego u otras ciudades en los Estados Unidos, o tienen acceso a información sobre la vida gay estadounidense a través de publicaciones o la Internet. En marcado contraste con los hombres inmigrantes que llegan sin conocimiento de Hillcrest, y para quienes encontrarse con la vida gay de San Diego en ocasiones les toma meses o hasta años, hombres como Valentín suelen llegar a Hillcrest justo después de reubicarse a San Diego y rápidamente se incorporan al estilo de vida LGBT. Para algunos, el conocimiento del inglés e identificación con zonas gay urbanas mexicanas y culturas globales gay les facilita la participación en las comunidades gay establecidas. Otros, cuyas habilidades en cuanto al inglés son escasas o inexistentes, participan más fácilmente en grupos y establecimientos dirigidos específicamente a latinos. Pero, a pesar de las limitaciones del idioma, también son capaces de encontrar parejas sexuales y afectivas de habla inglesa en San Diego y otras ciudades de los Estados Unidos. Aquí vemos de nuevo un interesante patrón que es importante al reflexionar sobre el riesgo de contagio del VIH de hombres inmigrantes gays: Los contextos en los que estos hombres se insertan y participan al llegar a los Estados Unidos están ligados a sus puntos de inicio en México. Y los retos con los que se enfrentan en relación al riesgo de de VIH en los Estados Unidos están íntimamente vinculados a sus experiencias tanto en México como luego de su llegada en los Estados Unidos. En otras palabras, los

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contextos sociales de estos hombres en México influyen en su participación en la vida gay de los Estados Unidos; y los tipos de vida gay a los que tienen acceso en los Estados Unidos influyen en si se exponen o no, y de qué manera, al riesgo de VIH. Efectivamente, la diversidad de experiencias previas a la migración y al momento de su llegada a los Estados Unidos contribuyen a producir enormes variaciones en cuanto a los retos que estos hombres enfrentan en relación a la prevención del VIH en los Estados Unidos.

Nuevos contextos, diferentes suposiciones Como hemos mencionado anteriormente, no todos los hombres inmigrantes de Trayectos tuvieron sexo sin protección recientemente. Ni tampoco se puede decir que buscaran de manera activa sostener encuentros sexuales sin protección. Además todos ellos están bien informados sobre la transmisión y la prevención del VIH. Los encuentros sexuales sin protección de estos inmigrantes mexicanos gays y bisexuales suelen ocurrir en situaciones en las que circunstancias inesperadas y contextos desconocidos para ellos limitan su capacidad de protegerse. Después de inmigrar, sus vidas cambian dramáticamente y frecuentemente encuentran nuevos contextos con “reglas del juego” que pueden ser muy diferentes de las que guiaban sus encuentros sexuales en México. Como veremos, estos contextos incluyen tanto lugares donde tienen acceso a relaciones casuales como a

LA DIVERSIDAD DE EXPERIENCIAS DE LOS INMIGRANTES GAYS Y BISEXUALES EN MÉXICO PREVIAS A LA MIGRACIÓN Y AL MOMENTO DE SU LLEGADA A LOS ESTADOS UNIDOS CONTRIBUYEN A PRODUCIR ENORMES VARIACIONES EN CUANTO A LOS RETOS QUE ESTOS HOMBRES ENFRENTAN EN RELACIÓN A LA PREVENCIÓN DEL VIH EN LOS ESTADOS UNIDOS.

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relaciones amorosas o estables. Como explicaremos a continuación, en cada una de estas situaciones los inmigrantes mexicanos construyen expectativas sobre sus encuentros sexuales que sin saberlo pueden ponerlos en riesgo.

Proteger a otros En general, los inmigrantes mexicanos gays y bisexuales vienen de contextos que son percibidos como menos individualistas que los que encuentran en la sociedad estadounidense60. Con respecto al VIH, una orientación colectivista influye en que se sientan responsables de proteger a otros hombres durante el sexo. Con algunas excepciones, los inmigrantes, tanto VIH positivos como VIH negativos, hablan de tener un fuerte sentido de responsabilidad respecto a proteger a sus parejas sexuales. Por ejemplo, Rogelio, un inmigrante mexicano de 37 años de la Ciudad de México que es VIH positivo, dijo: “Y cuando tengo relación con ellos los cuido mucho [...] Son negativos. Ellos son negativos. Eso me dicen ellos. No sé. No puedo saberlo”. Cuando se le preguntó por qué dudaba del estatus negativo de sus parejas sexuales, añadió: “[Tienen tanta] seguridad que no les da miedo. No se preocupan. Tienen mucha información, saben mucho”. Rogelio entonces concluye: “Yo digo, ‘Te tengo que cuidar yo. Si tú no te cuidas yo te tengo que cuidar’[...] Se tiene que proteger a todas las parejas. A todas”. Para Rogelio es extremadamente importante no transmitir el VIH a otra persona. Justo, de 32 años y de una ciudad pequeña de Jalisco, habló del sexo que solía tener en Guadalajara, una ciudad donde los hombres siempre se preocuparon de protegerle. En su pueblo, los hombres nunca usaban condones. Pero Guadalajara, al ser una ciudad más grande, tiene muchos más casos de SIDA. Justo dijo: “Tuve como dos o tres personas con las que sí tuve relaciones. Pero ellos eran los que me cuidaban a mí. Fue lo que me llamó la atención”. Y Román, quien es VIH positivo, habló de la importancia de la protección mutua y añadió: Me da miedo infectar a otra persona. Como que sé lo que se siente y me hubiera gustado [...] que me hubieran dicho todo. Siento como que me estoy

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aprovechando de la persona [...] Le puedo cambiar su vida así como que en un descuido y no sé si yo podría estar viviendo sabiendo algo así. O sea, es mucha responsabilidad para mí. Y también me da miedo decirle a la gente [que soy positivo] por su forma de que pueda reaccionar. No sé si va a decir: “que asco” o “que miedo”.

Entre los hombres de Trayectos nacidos en los Estados Unidos, muchos estaban de acuerdo con Rogelio, Justo y Román. Pero en este último grupo había algunos que pensaban que la prevención del VIH es puramente una cuestión de responsabilidad individual, y este patrón también ha sido documentado en la literatura académica de hombres gay de los Estado Unidos14, 61-65. Por ejemplo, los comentarios anteriores contrastan fuertemente con el punto de vista de Evan (un hombre de Houston de 32 años nacido en los Estados Unidos, de origen mixto blanco y latino) que es VIH positivo. Evan no tenía la intención de transmitir el VIH a sus parejas sexuales, pero sin embargo creía que cada hombre debe ser responsable de su propio riesgo. Evan lo expresa así: Si preguntan, les digo. Pero si no preguntan asumo que saben en lo que se están metiendo. Porque tienen más de 18 años y saben lo que están haciendo ofreciendo su trasero. La gente debe de saber cómo protegerse. La gente no es estúpida. Creo que la gente tiene derecho de saber si preguntan, pero si no preguntan no es mi obligación decirles mi historia médica.

De manera similar, Jesse (un hombre blanco de 37 años originario de Ohio) al recordar cómo se hizo VIH positivo, dijo: Si entras al acto sexual con alguien sin protección, sin pedir protección, eres 100 por ciento responsable... porque lo que lleva a tu trasero a ello es 100 por ciento tú. No es ese tipo ahí, solo porque no dijo, porque se le pudo haber olvidado. Un abogado o cualquiera que hace cuestiones legales diría, tal vez se le olvidó, tal vez, bla, bla, bla... Bueno, tú eres 100 por ciento responsable por lo que hace tu cuerpo. Así que, hey, no hay ni que llorar, te acabas de dar a tí mismo

el VIH. El no te lo dio. Tú no sabes cómo te lo dio. No fuiste violado, nadie te obligó a hacerlo. Nadie, nadie puede culpar a la pareja. Puedes decir que la pareja pudo ser más responsable, pudo ser más honesta, pudo decirme.

Estos casos son posiblemente expresiones extremas de individualismo. Otros hombres nacidos en los Estados Unidos muestran perspectivas individualistas menos radicales. Nathan, otro hombre blanco VIH positivo (33 años, de Wisconsin) que prefería no usar condones, dijo: No quiero pensar que podría haber la posibilidad de que…le pasara esto a otra persona. Me doy cuenta de que... cada ser humano tiene la responsabilidad de... tomar decisiones y... cuidarse a sí mismo. Pero al mismo tiempo no quiero... añadir algo al riesgo que ya se están tomando.

Sin embargo, las perspectivas de Evan y Jesse plantean preguntas acerca de las posibles consecuencias de salud de encuentros sexuales en los que un hombre inmigrante (o un hombre nacido en los Estados Unidos que cree en la protección mutua) puede estar pensando, “él no haría algo que me hiciera daño”, mientras su pareja sexual pudiera estar pensando, “si no me pide protección es su propia responsabilidad” o “seguramente es VIH positivo”. Lo que complica aún más este asunto es que los encuentros sexuales—especialmente, pero no exclusivamente, en lugares donde los hombres tienen sexo casual—muchas veces ocurren en ausencia de conocimiento de sus respectivos estatus de VIH o de los riesgos previos de VIH que la pareja sexual ya ha tomado63, 66-70. La toma de decisiones en el momento sexual puede ser afectada debido a una combinación de suposiciones infundadas sobre el estatus del VIH de la pareja sexual y expectativas disonantes con respecto de la responsabilidad mutua o individual hacia la protección14, 64. Finalmente, es importante destacar que entre los inmigrantes mexicanos gays y bisexuales, las expectativas de protección mutua no siempre devienen en el uso de protección. Incluso las mejores intenciones de usar protección para uno o para el prójimo, muchas veces fracasan en el momento sexual por razones que tienen que ver con la situación, la pareja, u otros asuntos, como veremos a continuación.

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El significado de la infección por VIH Otro tema importante que puede afectar las decisiones sobre el uso de protección durante el sexo tiene que ver con el nivel de preocupación con respecto a la infección de VIH. Quizá por el acceso limitado de tratamiento médico para VIH en México, los hombres inmigrantes mexicanos gays y bisexuales que son VIH negativos expresan mucha más inquietud ante las consecuencias de adquirir el virus que los hombres estadounidenses. Por ejemplo, Valentín (27 años, de Tabasco) tenía una pareja estable en San Diego, pero se sintió tentado a tener sexo con un hombre que conoció en la calle cuando volvía de la discoteca donde su novio lo había dejado. Valentín dijo: Pero afortunadamente no llegamos a nada…Y más que nada fue por mi temor, porque como he visto las estadísticas de gentes enfermas en la ciudad de San Diego, es alta. Y [no] nada más gente con VIH, también con un sinfín de enfermedades. Entonces por mi temor... y por respeto a mi pareja, pues terminé diciéndole que se retirara. Y al día siguiente hablé de eso. Y yo le hice saber [a mi pareja] que siempre tiene que estar a mi lado ¿no? en los casos de alcohol, o nunca dejarme solo en estos momentos porque pueda ser que yo pueda fallar.

Entre los inmigrantes mexicanos, tales expresiones de preocupación y miedo ante el VIH son comunes. Ellos utilizan expresiones como “tenía miedo del VIH” y “estoy asustado del SIDA”. Sin embargo, cuando vivían en México, algunos de ellos se distanciaban de este miedo al SIDA diciéndose a sí mismos que dicha enfermedad nunca les ocurriría a ellos. Muchos racionalizaban que el SIDA sólo afectaba a hombres que eran diferentes a ellos con respecto de la clase social, los niveles de afeminamiento o los rasgos étnicos*. En países más ricos como los Estados Unidos, la literatura académica sobre hombres gay ha detectado una preocupación decreciente respecto del SIDA y ha relacionado esta con algo que los acádemicos han denominado “optimismo terapéutico”. Este término apunta hacia la idea de que dado que los tratamientos son más * Algunos de estos hombres solían asumir que los hombres con piel más oscura o que tenían apariencia más “indígena” eran los susceptibles de infectarse con VIH.

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asequibles en los países ricos, muchos hombres gays actualmente ven al SIDA como una condición crónica y llevadera36. Esta preocupación decreciente por la infección de VIH es expresada por Keith (un hombre de 34 años de California, Latino nacido en los Estados Unidos) que es VIH negativo: Sé que es una enfermedad manejable. No es ya una enfermedad terminal, no es una sentencia de muerte. Aún no es una condición de salud que uno quiera tener, pero si uno acaba adquiriéndola, la vida es llevadera.

Otros hombres nacidos en los Estados Unidos que son VIH negativos también hablan de no tener miedo a adquirir el VIH, o de aceptar la posibilidad de la infección. En un caso, Dustin incluso habló de ser el único de su círculo social que aún no tenía el VIH. Dustin (43 años, de California) dijo: Supongo que no me importaba si lo adquiría o no. Si sí, solo querría saberlo para empezar mis tratamientos [...] Probablemente trataba de ser parte del grupo.

Posteriormente Dustin explicó que su pareja sexual y la mayoría de los amigos de su pareja eran VIH positivos. “Era uno de los pocos que no lo tenía. Era como que, no sé si este era mi pensamiento, pero probablemente no me importaba adquirirlo porque entonces sería parte del grupo.” De todas formas, no todos los hombres de Trayectos nacidos en los Estados Unidos que eran VIH negativos estaban de acuerdo. Algunos reportaban estar asustados después de encuentros sexuales determinados, después de tener sexo con un hombre que resultó ser VIH positivo, o mientras esperaban los resultados de su prueba de VIH. Su preocupación apareció después de haber estado posiblemente expuestos al VIH. Pero claramente otros hombres estaban en general preocupados ante la posibilidad de adquirir el VIH. Tanto los hombres inmigrantes mexicanos y algunos de los estadounidenses que son VIH negativo, y que en general le

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dan importancia al VIH, hablan de usar protección de manera consistente para aliviar sus preocupaciones. Otros hombres nacidos en los Estados Unidos, sin embargo, también usan una estrategia que no aparece entre los inmigrantes mexicanos. Para ellos la solución es asegurarse de no tener sexo con alguien VIH positivo, lo que les hace poner mayor énfasis en serosorting. Finalmente, algunos inmigrantes mexicanos como Valentín, citado anteriormente, expresan un nivel de miedo acerca del VIH que puede llegar a ser paralizante y por tanto contraproducente respecto a la vida sexual. No obstante, estos hombres dependen de esta preocupación sobre el VIH para recordarse a sí mismos que deben tener presente en sus encuentros sexuales una fuerte conciencia sobre la necesidad de protección. La dificultad está en que una vez en los Estados Unidos, los inmigrantes mexicanos gays y bisexuales comienzan a participar en contextos en los que sus parejas sexuales pueden estar pensando de manera muy diferente acerca de la severidad del riesgo de transmisión de VIH. Esta discrepancia, combinada con las ideas de responsabilidad individual mencionadas anteriormente, puede crear vulnerabilidades para los inmigrantes que interactúan sexualmente en nuevos contextos con hombres en los Estados Unidos. La participación de estos hombres inmigrantes en contextos que son nuevos o con los cuales están poco familiarizados es el tema de las secciones siguientes.

El sexo casual y el riesgo de VIH Además de diferencias en expectativas tales como las descritas en las secciones previas, una vez que llegan a los Estados Unidos, los inmigrantes mexicanos gays y bisexuales frecuentemente participan en contextos sociales y situaciones que son nuevas para ellos. Por ejemplo, muchos de ellos desconocen la existencia de saunas gay (gay bathhouses). Las saunas gay son espacios socialmente seguros donde se facilita el encuentro de sexo casual entre hombres. En México el único equivalente serían ciertos baños públicos de vapor en los que los hombres gay saben que se toleran actividades sexuales entre hombres (aunque

ya existen establecimientos parecidos a las saunas gay en las ciudades grandes). Sin embargo, existe una diferencia importante entre estos dos tipos de espacios, especialmente con respecto a la aceptación institucional de la sexualidad gay. Los inmigrantes mexicanos hablan de la atracción que sienten hacia las saunas gay y de sus experiencias una vez que las descubren. Pero cuando hablan de los encuentros sexuales que tiene lugar en ellas, sus relatos sugieren que su capacidad de protegerse a veces se ve comprometida debido a una combinación de deseo sexual intenso, falta de entendimiento de las reglas del juego en el lugar, y la insuficiente habilidad para hacer corresponder las medidas de sexo seguro con los protocolos que guían las interacciones en ese espacio. Para algunos inmigrantes mexicanos, el atrevimiento, la apertura, y el tipo de sexo tan impersonal que tiene lugar en las saunas gay americanas les resulta sorprendente. Por ejemplo, Hernán (32 años, de Tijuana), quien es VIH positivo, habló de un encuentro sexual que tuvo lugar durante una de las primeras veces que fue a una sauna gay. Él sospecha que adquirió la sífilis durante ese encuentro. Había bebido alcohol esa noche, y en la sauna gay tuvo la oportunidad de tener sexo con un hombre blanco estadounidense que le pareció muy atractivo. Hernán piensa que el atractivo de su pareja sexual, y el hecho de que el lugar era muy oscuro, contribuyeron a que no se diera cuenta, sino hasta tiempo después, de que durante el sexo su pareja no estaba usando condones. Sintiendo que habían llegado al punto de no retorno, no interrumpió la interacción. Hernán dijo: Y pues se miraba que estaba bien. Se miraba guapo. Entonces ya después, después del sexo oral me penetró. No se puso condón. Yo no le dije nada [...] Y él se vino dentro de mí.

Cuando le preguntamos si había pensado en usar condones, el respondió “No” y explicó: “Es que se me hizo muy guapo. Se me hizo que estaba… O sea no porque se me haga muy guapo no lo uso. Siempre lo hago. Solamente ese día fue un descuido. La verdad que ni yo mismo sé qué estaba pensando porque la verdad honestamente ni con mi novio lo permitía. No lo hacíamos… Si no era con condón yo nunca [lo] permitía”.

Hallazgos y recomendaciones del estudio Trayectos

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Encontramos referencias similares de sexo sin protección en otros espacios gay11, 71 que a menudo son nuevos para los hombres inmigrantes mexicanos, como el sexo concertado a través de la Internet, fiestas sexuales privadas, o sexo con hombres que eran percibidos como extremadamente atractivos por no ser latinos. Los hombres

Se paró, anduvo buscando, y no encontró. Dije: “pues ni modo”. Yo estaba muy excitado con él [...] Ya después me arrepiento, luego en esa ocasión sin condón. Y le pregunté si estaba malo... Me dice “No, estoy sano”. Y antes le pregunté “¿Tienes condón?” No, anduvo buscando—muy, muy buen cuerpo, bien atento, bien cariñoso y yo accedí. Fue mi decisión, de hacerlo así, fue mi decisión de hacerlo sin condón.

“ES QUE SE ME HIZO MUY GUAPO. O SEA

En contextos de encuentros sexuales casuales interculturales o interraciales, los inmigrantes mexicanos gays y bisexuales como Cuauhtémoc y Hernán no sólo se ponen sumamente excitados por su atracción hacia alguien que se ve diferente a ellos, sino que además, al mismo tiempo están aprendiendo las reglas básicas de cómo se organizan los encuentros sexuales casuales en las comunidades gay de los Estados Unidos. Con su limitada destreza lingüística, y a la luz de expectativas contrapuestas en cuanto a cómo funcionan los encuentros sexuales, los hombres inmigrantes a veces se encuentran en clara desventaja con respecto a la protección del VIH.

NO PORQUE SE ME HAGA MUY GUAPO NO LO USO. SIEMPRE LO HAGO. SOLAMENTE ESE DÍA FUE UN DESCUIDO. LA VERDAD QUE NI YO MISMO SÉ QUÉ ESTABA PENSANDO PORQUE LA VERDAD HONESTAMENTE NI CON MI NOVIO LO PERMITÍA”. (HERNÁN, 32 AÑOS, DE TIJUANA)

inmigrantes mexicanos gays y bisexuales muchas veces se sienten atraídos hacia otros hombres mexicanos o latinos. Pero algunos expresan una fuerte atracción hacia los hombres blancos o afroamericanos, y como Hernán, en situaciones en las que están teniendo sexo con un hombre al cual perciben como muy atractivo—debido a su raza u otras razones—algunas veces se sientan incapaces de usar condones. Cuauhtémoc (42 años, de Guanajuato) es un hombre bisexual, casado con una mujer en México. Normalmente se protege cuando tiene encuentros sexuales con hombres. Estando en los Estados Unidos, sin embargo, ha experimentado encuentros sexuales de riesgo de VIH con hombres afroamericanos, a los cuales se siente especialmente atraído. Para Cuauhtémoc, el sexo con hombres que son racialmente diferentes parece desestabilizar su capacidad de usar protección. En uno de esos encuentros, Cuauhtémoc, que normalmente es el que penetra, fue penetrado sin condón por un joven afroamericano. Cuauhtémoc explica: “No traía condón el muchacho. Yo no iba preparado. Yo estaba muy excitado con él, muy bonito cuerpo, muy bonito modo de tocarte. Me penetró sin condón”. Cuauhtémoc le había pedido a su pareja que usara un condón:

La confianza, la intimidad, el amor y el riesgo de VIH Las saunas gay y otros lugares que facilitan encuentros sexuales casuales no son los únicos contextos que pudieran ser nuevos para los hombres inmigrantes mexicanos gays y bisexuales después de su llegada a los Estados Unidos. Varios de ellos nunca habían tenido una relación amorosa o estable con otro hombre en México. Muchos buscan dicha experiencia cuando ya están en los Estados Unidos. Algunos, de hecho se vinieron a los Estados Unidos motivados por seguir a un hombre estadounidense al que habían conocido en México. Algunos hombres inmigrantes reportan que cuando inician relaciones con hombres en los Estados Unidos, a veces descartan el uso de los condones incluso durante el primer encuentro sexual y antes de tener ninguna información objetiva sobre el estatus de VIH o el riesgo previo de su pareja. Obviamente no es el caso de todos, ya

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que varios hombres usan condones consistentemente en sus relaciones de amor, o deciden desechar los condones más adelante, una vez que han obtenido la información necesaria para tomar decisiones: Han pactado acuerdos de monogamia o establecido reglas sobre cómo tener sexo con parejas fuera de la relación, se han hecho ambos la prueba de VIH y han adquirido un fuerte sentimiento de confianza mutua. Sin embargo, una vez que se han desechado los condones a menudo las parejas ya no vuelven a utilizarlos nunca, incluso si luego aparecen situaciones que pudieran generar riesgo; en parte esto sucede porque el hecho de pedir condones dentro de una relación que ya no los usa indica desconfianza en la pareja, o bien es como admitir que se han incumplido las reglas acordadas.

LOS CONDONES SE PERCIBEN COMO INCOMPATIBLES CON EL DESARROLLO DE LA CONFIANZA E INTIMIDAD, PERO AL MISMO TIEMPO EL OBTENER LA INFORMACIÓN NECESARIA PARA EVALUAR EL RIESGO DE DESECHAR CONDONES TAMBIÉN ES VISTO COMO INCOMPATIBLE CON LA CONFIANZA Y LA INTIMIDAD. ESTA LÓGICA DEJA A LAS PAREJAS EN UN VACÍO INFORMACIONAL MIENTRAS SIGUEN ADELANTE CON LA DECISIÓN DE NO USAR CONDONES.

La conexión entre dejar de usar condones y la confianza ha sido detectada en la literatura académica sobre varias poblaciones8, 38, 72-74. De hecho, los sentimientos de confianza e intimidad parecen ser fundamentales para entender el por qué los condones se desechan en primer lugar, incluso en situaciones donde las parejas sexuales no han intercambiado ninguna información necesaria que les permita tomar decisiones bien fundamentadas. La

lógica es la siguiente: los condones se perciben como incompatibles con el desarrollo de la confianza e intimidad, pero al mismo tiempo el obtener la información necesaria para evaluar el riesgo de desechar condones también es visto como incompatible con la confianza y la intimidad. Esta lógica deja a las parejas en un vacío informacional mientras siguen adelante con la decisión de no usar condones. Leopoldo (36 años, nacido en la Ciudad de México y criado en Sonora) describió haber tenido sexo con una pareja más joven que él. Era su primera vez juntos y no usaron condones. Leopoldo dijo: Empezamos hacer todo y cuando llego el punto de la penetración la verdad es que... Una, no tenía un preservativo a la mano; y dos, como que me... Sí lo pensé, pero no me importó en ese momento. Pensé “bueno el que tiene más riesgos en este momento es él”. Normalmente en una relación tiene más riesgos el que es penetrado que el que penetra [...] Yo lo conocí desde hace muchos meses. Sabía qué onda con su vida más o menos. En México a los 21 años normalmente no están tan corridos. Y de todos modos no eyaculé dentro de él ni nada [...] Ya sé que eso [no es] ninguna justificación. Conozco todas las teorías y todo.

Leopoldo añade que él nunca tendría sexo sin protección con una pareja casual (lo más probable es que ya veía a este hombre con la idea de tener una relación estable). Un par de días después de su primer encuentro, hablaron y decidieron salir juntos como pareja y Leopoldo le preguntó si normalmente tenía sexo sin condones. Su pareja le respondió que aquel encuentro había sido el primero en el que había sido penetrado, y que previamente él sólo había penetrado a dos hombres, uno con condones y el otro sin. Leopoldo logró obtener más información de su pareja (aunque no está claro si hablaron de sus respectivos estatus de VIH), pero esto no siempre ocurre. A veces pedir información adicional acerca del estatus o riesgo del VIH se percibe como incompatible con la necesidad de establecer confianza en la relación. Si un hombre quiere creer que su pareja es de fiar, necesita también creer que ésta no le haría daño ni nada perjudicial, incluso sin haber

Hallazgos y recomendaciones del estudio Trayectos

hablado de sus estatus o riesgo previo de VIH. Los peligros inherentes a tal percepción se pueden añadir a otras suposiciones, como asumir que el riesgo de una pareja sexual es bajo porque se ve “limpia o no promiscua” (una suposición que Leopoldo hizo de su joven pareja). Preguntar sobre el estatus del VIH o sobre la vida sexual pasada puede ser interpretado como signo de desconfianza. Las suposiciones sobre el riesgo o estatus del VIH pueden ser incorrectas. Cuando todavía vivía en Tijuana, Aurelio (26 años) comenzó una relación con un hombre mexicano-americano nacido en los Estados Unidos que residía en San Diego. Su pareja nunca se había hecho la prueba de VIH, pero aun así desde el principio no utilizaron condones. Aurelio siempre era el receptivo durante sexo anal. Dos años después de estar juntos su pareja se enfermó y fue diagnosticado con SIDA. Aurelio dijo: Viví dos años sin protección. Yo siempre fui muy escrupuloso para acostarme con las personas. Siempre me cuidé [...] Con él cuando fue mi pareja, nunca. Así viví y fíjate que pues resultó que era positivo y yo pensé que yo también era positivo. Me hice los exámenes y resultó que salió negativo. Me los volví hacer y he estado saliendo negativo y pues bueno, ahora sí tengo ya la protección.

Aunque las parejas que no hablan de su estatus de VIH tienden a revelarlo más adelante en la relación, no todos son capaces de hacerlo. Por ejemplo, Fabián (un hombre de 46 años de Veracruz) tuvo penetración anal sin protección la primera vez que tuvo sexo con su pareja en San Diego, pero luego decidió que tenía que pedirle condones, ante todo porque Fabián era VIH positivo. Su pareja era un inmigrante mexicano que tenía mujer e hijos en México. Después de su primer encuentro sexual durante el cual su pareja se negó a usar condones, Fabián insistió en usarlo: “Yo le expliqué, le dije, mira, pasa esto. Es que tenemos que usarlo por ti o por mí, le digo, no sabemos”. Al final lograron cambiar de tener sexo sin protección a usar condones, pero Fabián nunca pudo decirle que era VIH positivo. Finalmente su pareja decidió volver a México, y durante una visita de Fabián tuvieron sexo una vez más. En su entrevista Fabián admite que hasta la fecha aún se pregunta sobre el estatus del VIH de su pareja, dado que aquella primera vez tuvieron sexo sin protección.

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Entre los hombres inmigrantes que nunca llegaron a tener relaciones amorosas o estables con otro hombre mientras vivían en México, las relaciones gay eran muy novedosas, y en este nuevo contexto estos hombres se hacen fácilmente vulnerables ante el riesgo de VIH. Algunos de los inmigrantes que encontraron riesgo en sus relaciones en los Estados Unidos creían, cuando aún vivían en México, que las relaciones amorosas entre dos hombres eran imposibles. Algunos pensaban que habría sido muy difícil esconder su homosexualidad de sus familias o en el trabajo al haber tenido una relación amorosa con otro hombre. Por otra parte, sus parejas sexuales que no se identificaban como gay, mantenían reglas estrictas de interacción sexual. Como hemos mencionado anteriormente, estas parejas no permitían ser besados, nunca tocaban el cuerpo de otro hombre e insistían que sus encuentros eran puramente sexuales. Así, algunos hombres inmigrantes mexicanos gays y bisexuales cuando llegan a los Estados Unidos no han tenido ninguna experiencia que les permita lidiar con la dinámica compleja de las relaciones de amor entre hombres. Se pueden hallar en procesos de aprendizaje de las reglas básicas para hacer funcionar una relación, en un país extranjero, sin hablar el lenguaje, a la vez que tienen que fijarse en cómo evitar el VIH. Todo eso puede ser demasiado a la vez. En este contexto, deberíamos también considerar las diferencias culturales, económicas, de clase social y raciales/étnicas, además de la marginación frecuente que estos hombres inmigrantes mexicanos sufren en los Estados Unidos. Todos estos factores pueden resultar en diferencias de poder dentro de la pareja y limitar la capacidad de protección contra el VIH de estos hombres inmigrantes.

El siguiente paso: Considerar los retos contextuales Dos temas principales surgen de los datos que hemos presentado aquí. El primero es que el riesgo de VIH de los inmigrantes mexicanos gays y bisexuales en ciudades tales como San Diego, está relacionado con su participación en nuevos contextos sociales y sexuales con los que antes no

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tenían familiaridad. En contraste con lo que se asume comúnmente sobre el por qué las personas individuales no pueden utilizar protección contra la transmisión del VIH, los factores que se cristalizan en Trayectos son principalmente contextuales y situacionales. A pesar de lo que la literatura en salud pública y psicología podría sugerir, estos hombres no tienen deficiencias sustanciales en términos de su conocimiento sobre la transmisión del VIH, habilidades del uso de condones, o actitudes y motivaciones para reducir su riesgo ante el VIH. Al comentar sobre sus experiencias, casi nunca conectan sus encuentros sexuales desprotegidos con aspectos sicológicos, de baja autoestima o de depresión. Sus narrativas de sexo no protegido revelan que frecuentemente suceden combinaciones de lo siguiente: algunas veces no conocen las reglas del juego en contextos sexuales que les resultan novedosos. Otras veces temen el rechazo de una pareja sexual muy atractiva que no solicita un condón. En ocasiones su propia excitación sexual y la fragilidad del momento sexual que ellos y sus parejas están construyendo cuidadosamente, les impiden introducir el tema de los condones en el momento apropiado. En algunas situaciones, las expectativas de confianza e intimidad parecen incompatibles con los condones, y en otras la excitación del momento atropella las buenas intenciones de utilizar protección. Como es común durante el sexo, el momento muchas veces no es conducente a obtener información sobre el estatus del VIH or el riesgo previo de una pareja sexual. En ausencia de esta información sobre una pareja sexual que no está solicitando condones, los inmigrantes gays y bisexuales acaban confiando en suposiciones. Especialmente en el contexto de relaciones interculturales, en las que las diferentes parejas sexuales pueden estar actuando de acuerdo con sus propias expectativas culturales, esas suposiciones tienen el potencial de ser erróneas. Finalmente, algunas veces lo que sucede en encuentros sexuales refleja formas de desigualdad social y la posición desventajosa de los inmigrantes en la sociedad estadounidense10, 46. Por ejemplo, algunos inmigrantes

reportan que sus parejas sexuales automáticamente les dan dinero después del sexo, asumiendo que son trabajadores sexuales, y más adelante estas mismas parejas sienten que pueden dictar los términos de los encuentros sexuales. Una combinación de estas varias cuestiones puede hacer que sea difícil pensar en los condones o enfatizar el uso de uno, aun en situaciones en que el condón está disponible. Claramente, estos factores no afectan exclusivamente a hombres inmigrantes gays. De hecho, la lista en los párrafos anteriores refleja cómo sucede el sexo para muchas otras personas. En parte, el silencio verbal que muchas veces acompaña al sexo está relacionado con expectativas de comunicación corporal, espontaneidad, y entrega al momento que hace que el sexo sea para muchos una forma especial de interacción humana45. Por ello, debemos resistir la tentación de atender a la necesidad de prevención del VIH/SIDA tratando de convertir el sexo en un tipo de comportamiento racional que le quite las formas de comunicación que hacen que el sexo sea algo especial para mucha gente. En lugar de tratar de adaptar el sexo a las expectativas racionales de la salud pública y de los modelos de comportamiento, debemos encontrar formas de alinear las medidas de salud pública con las realidades de cómo tiene sexo la gente y lo que el sexo significa para ella45. Una seguna cuestión es también evidente en nuestros datos. Los tipos de contextos y situaciones en los que los inmigrantes mexicanos gays y bisexuales encuentran riesgo de VIH en los Estados Unidos no son aleatorios. Están conectados a la forma en que se incorporan en la sociedad y las comunidades gay estadounidenses. En otras palabras, para explicar cómo se produce el riesgo entre inmigrantes mexicanos gays y bisexuales en los Estados Unidos, debemos de prestar atención a los puntos de partida de estos hombres, cómo experimentaron sus deseos por otros hombres en México, y cómo esas experiencias moldean sus expectativas y entendimientos culturales Aunque la importancia de considerar lo que los inmigrantes viven en México antes de emigrar parecería obvio, la mayoría de la literatura sobre riesgos de salud entre inmigrantes latinos/as prestan atención solo a las vidas de los inmigrantes en los Estados Unidos. Lo que vivieron en sus lugares de origen casi nunca aparece en análisis de sus riesgos de salud en los Estados Unidos.

Hallazgos y recomendaciones del estudio Trayectos

Basándonos en los datos que hemos presentado aquí, ofrecemos las siguientes recomendaciones específicas: 1. Antes de poder reducir el riesgo de VIH en la población inmigrante mexicana debemos primero reconocer la diversidad sexual y atender a los aspectos contextuales particulares que producen vulnerabilidades de riesgo entre hombres inmigrantes gays y bisexuales. 2. No debemos asumir que todos los inmigrantes se van de países como México exclusivamente por razones económicas. Al diseñar programas de prevención para inmigrantes gays y bisexuales, debemos considerar motivaciones sexuales para la migración. 3. Los programas de prevención de VIH deben concebir a los individuos como personas que están incluídas en contextos sociales y sexuales que pueden favorecer el riesgo de VIH. Debemos evitar ver a las personas como si estuvieran separadas o aisladas de toda influencia interpersonal, contextual, o situacional. 4. Los programas para inmigrantes mexicanos gays y bisexuales deben apoyar los esfuerzos individuales y colectivos de estos hombres para imaginar, desde la base, estrategias que les permitan entrar en nuevos contextos sexuales al mismo tiempo que utilicen los recursos que poseen para reducir su riesgo ante el VIH. 5. Este trabajo incluye motivar a los inmigrantes gays y bisexuales para que reflexionen sobre sus vidas sexuales en México y los Estados Unidos, así como brindarles ayuda para contestar preguntas sobre qué ha cambiado para ellos y qué no ha cambiado después de emigrar. También debería incluir discusiones sobre cómo funcionan generalmente los diversos contextos de sexo y relaciones amorosas entre hombres en los Estados Unidos. Estos esfuerzos podrían beneficiarse también del diálogo directo entre hombres gays y bisexuales inmigrantes y no inmigrantes. 6. Los programas de prevención del VIH para hombres gays, particularmente en áreas de los Estados Unidos que tienen una considerable presencia de inmigrantes mexicanos, deberían prestar atención a los valiosos aspectos culturales que estos hombres pueden aportar a las comunidades gay estadounidenses—por ejemplo, cómo expectativas culturales sobre la necesidad de proteger a parejas sexuales pueden contrarrestar expectativas individualistas en contextos

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estadounidenses. En otras palabras, se debe de considerar lo que los programas de prevención para hombres gays en general pueden aprender de las experiencias de los inmigrantes75, 76. 7. Pensando en los individuos y sus contextos sexuales, los programas deberían explorar cómo los inmigrantes gays y bisexuales pueden participar más activamente en redefinir los contextos sexuales en los que interactúan (y no solamente ser sujetos a las reglas del juego existentes en esos contextos). En otras palabras, los programas deben hacer preguntas sobre cómo los inmigrantes pueden participar en la reconstrucción de los entornos sexuales que encuentran como resultado de la migración. 8. Hay una necesidad de discutir abiertamente las vulnerabilidades que se derivan de la posición de desventaja de los inmigrantes mexicanos, incluyendo los inmigrantes mexicanos/as LGBT, en la sociedad estadounidense. Esta discusión puede llevar a prestar atención a aspectos del prejuicio y discriminación por orientación sexual, identidad de género, clase social, y raza/etnicidad.46 9. Los programas de prevención del VIH para hombres mexicanos gay y bisexuales deben vincular las vulnerabilidades frente al VIH con aspectos de políticas públicas, tales como las desigualdades que resultan de la política actual de inmigración y las leyes que se refieren a los derechos de la gente LGBT en los Estados Unidos77. Ello puede significar también la promoción de mayor conciencia sobre cuestiones LGBT en el movimiento de derechos de los inmigrantes y sobre derechos de los inmigrantes en el movimiento LGBT. Varios vanguardistas programas de VIH para Latinos e inmigrantes han comenzado a hacer trabajo consistente hasta cierto grado con estas recomendaciones, y sus esfuerzos confirman nuestras ideas60, 78-80. Sin embargo, creemos fuertemente que se requiere de más trabajo para atender a los aspectos contextuales y situacionales del riesgo entre inmigrantes gays y bisexuales. Creemos también que los hallazgos y análisis que presentamos en esta monografía pueden ser útiles para pensar en nuevas estrategias para reducir el riesgo de transmisión del VIH en poblaciones inmigrantes gays y bisexuales.

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Hallazgos y recomendaciones del estudio Trayectos

Los autores

Héctor Carrillo es profesor en el Departamento de Estudios de Sexualidad e investigador principal del Estudio Trayectos en el Centro de Investigación sobre Género y Sexualidad en la Universidad Estatal de San Francisco. El Dr. Carrillo recibió grados de maestría y doctorado en salud pública de la Universidad de California, Berkeley. Es autor del galardonado libro “La noche es joven: La sexualidad en México en la era del sida” (University of Chicago Press, 2002; Editorial Océano, 2005). Funge como co-director de la sección de Ciencias Sociales, del Comportamiento y Económicas de la Conferencia Internacional del SIDA, 2008 en la Ciudad de México. Jorge Fontdevila es profesor de Sociología en la Universidad Estatal de California, Fullerton. En 2002 recibió su doctorado en sociología de la Universidad de Columbia. Su tesis doctoral se enfocó en los comportamientos de riesgo sexual entre hombres heterosexuales en Harlem que usan heroína. Los intereses de investigación del Dr. Fontdevila incluyen la sexualidad, el VIH/SIDA, la salud, la migración y la teoría sociológica. Del 2003 al 2006 trabajó como etnógrafo y entrevistador para el Estudio Trayectos.

Jaweer Brown fue etnógrafa y entrevistadora para el Estudio Trayectos. Actualmente es Directora de Programas Internacionales en Margaret Sanger Center International (MSCI)—la sección internacional de Planned Parenthood de la ciudad de Nueva York—donde está a cargo de las iniciativas para Latinoamérica y el Caribe. Antes de unirse a MSCI, trabajó para la Iniciativa de VIH/SIDA de la Fundación Clinton en Etiopía, como parte de una iniciativa nacional para mejorar los servicios de salud. Con talento para los idiomas y una gran afición por viajar, Jaweer es apasionada de expander los derechos reproductivos globalmente. Walter Gómez es estudiante del Doctorado en Sociología en la Universidad de California, San Francisco (UCSF, por sus siglas en inglés). Es también asistente de investigación en el Centro de Estudios de Prevención del SIDA en UCSF, donde ha expandido su carrera de investigación en temas relacionados con el VIH. Actualmente está interesado en las dinámicas de poder y los discursos en interacciones homoeróticas, y cómo estos afectan la vulnerabilidad hacia el VIH. Como asistente de investigación para el Estudio Trayectos, el Sr. Gómez condujo análisis de datos sobre riesgo ante el VIH.

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