GENTES Y PAISAJES DE JALISCO

CARLOS GONZALEZ PEÑA GENTES YPAISAJES DE JALISCO NOTA LIMINAR DE ALFONSO DE ALBA BIBLIOTECA DE AUTORES LAGUENSES M EXICO Temo VI ~rJ.I.J > •

25 downloads 154 Views 5MB Size

Story Transcript

CARLOS

GONZALEZ

PEÑA

GENTES YPAISAJES DE JALISCO NOTA LIMINAR DE

ALFONSO DE ALBA

BIBLIOTECA DE AUTORES LAGUENSES M EXICO

Temo VI

~rJ.I.J

> •



;I"".J.J ~""l

..

_,J

1949

l, .

Retrato de R. Durand. Jr.

LIMINAR

"EL

Secretario Particular del C. Presidente de la República tiene el honor de invitar a usted, por instrucciones del proPio señor Presidente, a la ceremonia de entrega de los premios "Manuel Avila Camacho" 1946 y 1947 a los señores Dn. Carlos González Peña (premio de literatura, 1946) Y Dr. Ignacio Chávez (premio de ciencia, 1947), acto que se celebrará a las 12 del día próximo martes, 3 de agosto, en el Salón de Embajadores del Palacio Nacional. México, agosto de 1948" .

• Acuden a la invitación, el Cuerpo Diplomático; los miembros de la Academia Mexicana de la Lengua correspondiente de la Española; los más 9

caracterizados escritores, artistas y hombres de ciencia mexicanos; nutrida concurrenci-lz de damas, coterráneos y amigos de lo~ homenajeados. .. Ornado en sus paredes con óleos y tapices, el Salón de Embajadores es imponente, majestuoso; del techo penden candiles pletóricos de luces y de prismas refulgentes; el piso de madera barnizada, espejea la imagen de cuantos penetran al recinto. .. Hay un murmullo de voces apagadas. Di~ versos grupos de invitados conversan. Saludos. Afuera, en la gran plaza, aturde la algarabía de claxons y silbatos de trenes . . . . De pronto, una, dos, tres puertas que se abren hacia el fondo de otros salones, igualmente espaciosos. Y entre las figuras de guardias y porteros, avanza una comitiva. En el salón se producen silencio y expectación. Todo mundo está de pie. Uno de los capitanes de la guardia anuncia la llegada del Presidente de la República. Lo acompañan algunos de sus Ministros y dos representantes del Instituto Mexicano del Libro. A la vanguardia pe.netran al salón don Carlos González Peña y el Dr. Ignacio Chávez. Al centro de la estancia, sobre un estrado dispuesto para la ceremonia, los funcionarios pasan a sus respectivos sitiales. Por encima de som10

breros femeninos y calvas reluáentes vemos sobresalir las figuras del Presidente de la República, Lic. Miguel Alemán, y del Secretario de Educación Pública, Lic. Manuel Gual Vidal, quien de pie, con unas cuartillas en la mano, da lectura: "Con el otorgamiento de este premio se honra públicamente a quienes por su esfuerzo constante y su devoción al trabajo han logrado construir, a través de sus vidas, una obra de tal importancia y trascendencia que constituye valioso enriquecimiento en el dominio de las letras y la ciencia mexicanas. Honrándolos a ellos, honramos igualmente a todos los hombres de estudio, muchas veces ocultos en la sombra del gay inete de trabajo, que entregan día a día, con positivo desinterés, lo mejor de su existencia en bien de la humanidad. "Premiar a don Carlos González Peña y al doctor Ignacio Chávez -dijo en otro Párrafo de su discurso- es realizar un acto de la más pura justicia, es cumplir a secas en el sentido romano más estricto del término, el "jus sum cuique tribuendi", es reconocer el mérito donde realmente existe y donde vale por sí mismo, porque como dijera Ingenieros en uno de sus "Sermones·laicos", "el mérito del pensador, del sabio, del energeta, del artista, es el mismo en la cumbre o en el llano, 11

en la gloria o en la adversidad, en la opulencia o en la. miseria. Puede variar el rango que los demás le concedan; pero si el mérito es verdadero, sobrevive a quienes lo otorgan o lo niegan, y crece, crece, prolongándose hacia la posteridad, que es la menos injusta de las injusticias colectivas . .. " . .. ttLa figura de ambos intelectuales -subrayó en otro Párrafo- tiene el más amplio y profundo arraigo en el corazón de sus conciudadanos; pero creemos que conviene a los propósitos del acto dejar constancia pública, aun cuando ello sea de manera· sucinta, sobre los méritos de quienes en esta ocasión recogen el premio a sus afanes . .. ". Y, después de, trazar los rasgos biográficos de ambos, concluyó: ttDos vidas noblemente dedicadas a enriquecer la cultura y el prestigio de nuestro país, al trabajo y a la enseñanza, constituyen el firme pedestal en que se asienta el derecho a los premios concedidos y a' la gratitud le sus conciudadanos por tan patriótica labor . ..". La concurrencia se pone de Pie cuando el Presidente de la República coloca al cuello de don Carlos González Peña la venera con medalla de oro, símbolo del Premio Nacional de Literatura. Nutrido aplauso subraya el momento trascendental de la ceremonia. El escritor, tras larga y 12

premiosa carrera, llega a la cima; "a la que muchos llaman agria, y que para mí fué dulce pendiente, porque las desgarraduras que en pies y manos sufrí para treparla parecíame que florecieran en rojas rosas, justamente por el amor que a mi arte tenía". Ha alcanzado la consagración nacional, premio y reconocimiento tan poco pro. digado a los escritores en México . ..

• Don Carlos González Peña .nació en Lagos de Moreno, Jalisco, el7 de julio de 1885. Fueron sus padres el doctor don Carlos J. González -incansable impulsor de la cultura laguwse-; y doña Elvira de la Peña de G01{zález -mujer fuerte del Evangelio y madre de energía y virtudes poco comunes. Pocos años habrá de vivir don Carlos en su lugar natal. Después de cursar primeras letras en el Colegio del Padre Guerra, se traslada con sus familiares a Guadalajara. Con miras a ampliar horizontes y perspectivas, cursa en el Liceo de la capital jalisciense "dizque carrera comercial". "Nadie más renuente que yo al "debe" y al "ha_ ber". Nadie más horriPilado de los negocios y de los números". La ciudad de Guadalajara vive a la 13

sazón su edad de oro. (Ambiente que nos detallará en las páginas de este libro). Tras nuevo desarraigo familiar pasa a residir -tal vez para siempre- a esta metrópoli. "Alboreaba el siglo cuando, desde el fondo de mi provincia, tomé el camino de la capital . .." Hermano mayor que acepta y solicito cumple obligaciones de padre, se ve impulsado a buscar diversos empleos: dependiente de ferretería, b,urócrata, oficinista, etc. "Mas yo tenía desde entonces un irrazonado horror a la burocracia (horror que ahora, y con razón, conservo); quería ser, Y" sin duda por aquel tiempo me lo decía con cierto contoneo interior, un hombre independiente y libre". "N o permanecí sentado -agrega en otras páginas-; esforcéme por estar, espiritualmente, de pie. Sentía que del amago de perennidad burocrática sólo me salvarían las letras. Corto era el bagaje, ya lo he dicho. Nadie más desamparado y más desarmado que yo. Había que ser -como expresó el poeta- el arquitecto del proPio destino. Estudiar, trabajar, saber; contemplar,meditar, sentir. .. " El periodismo le abre las puertas a su carrera ascensional. "Publiqué al fin mi primer cuento. ¡Sensación inefable: mi nombre entrevisto por 14

primera vez en letras de molde! Eran mi vocación las letras. A ellas me entregué durante los cursos del Liceo. En ellas y para ellas viví".

y pronto conquista amigos que lo habrán de acompañar a lo largo de la vida; gana cátedras de Lengua y Literatura CasteÚanas en diversos colegios y se amplía poco a poco el campo de sus actividades. Aquí se casa y nacen sus hijos . .. Escribe editoriales, artículos literarios en La Patria, periódico dirigido por don Ireneo Paz. La gran ciudad le sonríe: "Ya me he acomodado a su inquietud, a su ritmo. Ya estoy en ellos. Provinciano que vienr a México, nunca más sale de aquí". Ha transcurrido la mejor parte de su vida consagrado a la literatura, a la enseñanza y al periodismo. En 1909 sustituye a Luis G. Urbina en la sección "La Semana" de El Mundo Ilustrado. En nuestros días es el único periodista que escribe crónica a la manera del Duque Job y Urbina. En 1931 pronuncia su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua de la que es individuo de númerO.

• 15

Su obra es vasta y diversa. Fruto de su labor pedagógica son los libros de texto: Manual de gramática castellana que alcanza -hecho insólito en México-- catorce ediciones; Historia de la literatura mexicana, obra escrita a petición de la Secretaría de Educación Pública, y esfuerzo el de mayor importancia en la historia de nuestra cultura literaria; Curso de literatura, El Jardín de las letras y Florilegio de cuentos, manuales auxiliares en el aprendizaje de las letras españolas . . Como novelista ha publicado De noche, La chiquilla, La fuga de la quimera y La musa bohemia. t'Quién sabe por qué misteriosos caminos silenciaría González Peña su recia vena de novelista -dice Mauricio Magdaleno--. La verdad es que cuando publicó su última novela, ya estaba consagrado, por modo exclusivo, al periodismo y al magisterio. Ninguna de sus obras novelescas se ha hecho vieja -agreg~, porque. en todas palpita, sigue palpitando el encanto tier.no que les dió vida, un encanto que, no obstante el necesario toque realista y aun naturalista de la época, descolló por sobre las exageraciones de ambas tendencias. c.;onzález Peña, novelista realista, es el Daudet de México, porque como el gran francés, supo confundir armoniosamente las durezas de 16

Zolá, la fuerza popular de Blasco Ibáñez y ese encanto tierno que le mana como una reminiscencia romántica, llena de verdad y sinceridad . .. ". En 1905 estrenó en el Teatro Hidalgo su único drama: El huerto. Invitado por el gobierno de los Estados Unidos de América, en compañía de otros periodistas mexicanos, recorre el vecino país. Sus impresiones las publicó en el libro La vida tumultuosa. Como traductor vierte al español La virgen U rsula de Gabriel D'Annunzio para un tomito de Cultura. Con objeto de rescatar de la "fosa común" lo más destacado de su ininterrumpida labor hebdomadaria en los periódicos, ha espigado el material de ocho volúmenes hasta ahora publicados por la editorial Stylo y tres o cuatro que pronto habrán de salir a la luz. Ellos son: El patio bajo la luna, Flores de pasión y de melancolía, El hechizo musical, Gente mía, El nicho iluminado, Mirando pasar la vida, Claridad en la lejanía, El alma y la máscara y Más allá del mar. Es motivo de grata sorpresa la unidad que acusa cada uno de estos libros y admira cómo los artículos, escritos con perfección de estilo y perennidad de asunto, a grandes distancias de tiem17

po, parecen obedecer a un plan previamente trazado.

• El patio bajo la luna es el álbum íntimo que González Peña consagra tt A Santa María de los Lagos: la austera ciudad antigua, luminosa, musical. ..". Encierra las mejores páginas que ha escrito, cabe el recuerdo de su niñez 1. juventud y lo hasta ahora transcurrido de la w.,rez. Homogéneo puñado de notas, todo Cót~ y añoranza: descripciones, paisajes, cuentos, retratos ... Esbozo y trazo delineados con tt esa reverencia, esa ternura emocionada, que en mí siempre suscitó el lugar inolvidable". Por la·s páginas de El patio bajo la luna desfilan sombras de poetas honra y prez del terruño: Rosas Moreno y González León; se recogen notas sobre la poesía serena, de otoñal melancolía, de don Antonio Moreno y Oviedo. Y otras muchas figuras, no menos caracterizadas, allí aparecen talladas con veneración y cariño. A nuestro entender el mayor mérito del libro estriba en que Lagos es Lagos. ¡Cosa -aparentemente- fácil de lograr en una simple des- criPción! Al dar vuelta a la primera página empezamos a caminar por las meJancóZicas callejas 18

de nuestra ciudad, a saludar tipos y gentes de amical fisonomía, a regocijarnos con su presencia, a contemplar los horizontes y contornos que nos son familiares y, por encima de los cuales, se eleva un cielo despejado e intensamente azul. .. T ambién oímos las campanas: "Unas musicales campanas dialogan. Su son retiño se expande, melódico y misterioso: voCes de indecible ternura en coloquios alados . ..". En singular acoplamiento ,están las líneas del escenario, la melancolía esPiritual del guía, con el clima psicológico de las figuras que en él se mueven. Ha sido concedido al autor el don artístico de "ver". Descubre y capta poéticamente la realidad con las notas esenciales, individuan tes, que harán inconfundibles las lindes y señales de su ciudad natal. Pocos libros sobre la provincia mexicana gozan como éste, de amenidad, de castiza pulcritud. .. Un homenaje de madura solidez artística rendido a la ciudad jalisciense, llamada por preclaro escritor "capital del espíritu provinciano". Pero es, además, una de las obras de González Peña que gozará de bienhadada perennidad: por su lirismo, por su exacto tono local, por su colorido y precisión en el trazo.

• 19

Don Carlos pertenece a una generación intelectual y artística de trascendente influencia en la historia de nuestra cultura: el Ateneo de la Juventud. En contraste con generaciones precedentes, sus miembros acusan no ya un mero fervor a las letras. Son notas comunes a ellos: estudio, honda preocupación nacionalista a la vez que universalidad en tendencias filosóficas y predilecciones literarias; afán de superación al unísono con la decisión de afrontar, sin complejos, nuestras limitaciones. y pocos de los miembros de eSa generación poseen tan arraigadas notas características como Gon:z1ález Peña. Es un escritor de rara conciencia y de probidad ejemplar, incorruptible. Un espíritu íntegro, sin variantes, lo convierte en hombre de una pieza. Conjugación pragmática de virtudes: el hombre con una vocación definida; una tenacidad y constancia demoledoras, canalizando sus aptitudes al cumplimiento de la vocación; una alma apasionada de la belleza que se exterioriza mediante la palabra escrita; un espíritu penetrado de idealismo y de realismo. Todas ellas le han llevado al dominio perfecto del lenguaje y a la adquisidón -en los libros y en la vida- de refinada cultura. 20

/

La Biblioteca de Autores Laguenses, aunque tardío, desea que este volumen sea un tributo de homenaje a d01z Carlos González Peña, por haber alcanzado el Premio Nacional de la Literatura 1946. Está integrado el libro por las expresivas páginas que evocan el ambiente cultural y paisajístico de Guadalajara a fines de siglo, mismas que constituyeron el tema de una conferencia suya dictada en la Casa de Jalisco. Además ofrecemos dos capítulos complementarios: El poeta y su ciudad, fina, penetrante evocación de don Francisco González León, y La patria y las letras, enjundioso discurso pronunciado ante el Presidente de la República en la ceremonia de entrega del premio ttManuel Avila Camacho". Con esta edición se muestra al castizo escritor, al maestro, la gratitud laguense. Correspondencia al prestigio y honra que sus merecimientos literarios han acarreado al terruño . .. . ..Y por haberlo cantado con la afición y lealtad de los hijos que nunca olvidan . .. México, D. F., abril de 1949. Alfonso DE MBA 21

GENTES Y PAISAJES DE JALISCO

1 Señoras y señores: Son los lugares los que hacen sentir el poderío de las almas. El paisaje de Jalisco nos da una lección de belleza. Sol que voluptuosamente dora; cielo de turquesa, limpio, azul, que así regala en suavidad por las mañanas y flamea esplendoroso en los crepúsculos, como súbitamente se enfosca en tempestades pasajeras, aunque rudas y violentas. Valles rientes propicios a los cultivos, y broncas regiones montaraces en que el gris y la soledad se adensan bajo el vuelo pausado, desolado, de los cuervos. Contrastes en la naturaleza que se atenúan y armonizan en un paisaje claro. Contrastes también en los hombres. Pasión ardiente que estalla y risa que cascabelea; ojos profundos. tan allegados a la ternura que acaricia, como al 25

fuego que quema. Austeridad y gracia; fragilidad y entereza. Y, en medio a tales contrastes, una simpatía generosa, una contagiosa simpatía que acerca, conforta y torna amable la vida. Tal se me aparece Jalisco. Gentes y paisajes ... - Del ambiente circundante, yo querría destacar algunas figuras que fuesen como su natural reflejo. No pretendo exponer y exaltar en su integridad la participación que Jalisco ha tenido én la cultura patria . . Aspiro, tan sólo, a asomarme al alma y al misterio de su poesía, presentándoos, apenas bocetados y destacándose de la gran decoración nativa, algunos retratos que muestren aigo de lo que aportó Jalisco a las letras nacionales. Y, ante todo, una observación para empezar: el tributo de Jalisco a la literatura mexicana, su contribución con relevantes figuras, no se inicia sino hasta después de la Independencia, cuando se ha constituído ya la nacionalidad. El fenómeno -recalquémoslo-- no es peculiar y privativo de nuestro Estado; extiéndese a casi todos los demás de la República. Acaso se deba esto al aislamiento en que vivieron; acaso también, a que fué menester que la emancipación se consumara, que estuviera pronto a forjarse y poco a 26

poco se fuera torjando e1 espíritu nacional, para que el armonioso cooperar de las diversas regiones del país en la cultura, se hiciera sentir en el concierto literario.

• La primera gran figura que da Jalisco a las letras, es un poeta dramático: Fernando Calderón. ¡Curioso, en verdad, para contribución inicial! No es la lírica, que predominantemente, a lo largo de la era colonial, encuentra a sus cantores más insignes en la ciudad de México; no la novela que apenas, alboreando el siglo XIX, comienza a cultivarse; ni tampoco la historia, que, forjándose en el yunque de la inquietud, en medio a las ardientes turbulencias que condicionan la primera etapa de nuestro vivir independiente, halla a sus primates en otros Estados: es un género nuevo, es el teatro, el teatro romántico, el que Jalisco viene no ya a enaltecer, sino a crear -bien que pasajera y fugitivamente- por inspiración de uno de sus hijos. Aunque -ahora que reparo en ello- quizás pretenda disputarnos esta radiante contribución, 27

otro noble. y tradicional Estado limítrofe: Zacatecas. De linajuda familia zacatecana procedía Calderón; los intereses y bienes de la misma en Zacatecas estaban; y a Zacatecas especialmente sirvió y amó, y en Zacatecas pasó parte de su vida y rindió el poeta la jornada. Pero nació en Guadalajara, el 20 de julio de 1809; allí se meció su cuna; en la ciudad tapada se deslizaton su infan:" cia y primera juventud, y allí mismo hizo sus estudios hasta obtener el título de Hcenciado en leyes hacia 1829. - Mas no hay por qué disp~tar en esto. Repartámonos, en todo caso, hermanablemente, su gloria. ¿Quién era, cómo era este Fernando Calderón? Tocante a la personalidad humana, un rasgo, en él, nos avasalla: la aspiración ardiente por la libertad. Siendo hombre de título -correspondíale el de Conde.de Santa Rosa~, mostró desdén por los pergaminos, abominó de yugos y privilegiqs, y, en acción y pensamiento, luchó por ideales, en su tiempo, los más avanzados. Apepas le pinta el bozo, y ya es, en Guadalajara, miembro de "La Estrella Polar", aquella sociedad, medio política, medio literaria, en cuyo seno se escuchaban las liberales admoniciones de Valen tí n 28

Gómez Farías. En el fallido Conde de Santa Rosa alienta ya desde entonces, .incontenido e incontenible, el amor por la causa del pueblo. La servirá, rendida y apasionadamente; la servirá siempre. La dictadura militar de Santa Anna le encuentra en Zacatecas, batiéndose como constitucional y como soldado en la cruenta batalla de Guadalupe, en la que cae herido y prisionero. Más tarde, desterrado en la ciudad de México -¡dulce destierro!-la insolente soldadesca que tan a menudo señorea el poder, quizá no escuche, o, si los escuchó, tal vez no comprenda el alcance de los cantos que brotan de labios del bardo: "El sueño del tirano", "El soldado de la libertad". Traído, ya que no venido de la provincia, poco a poco gana Calderón fama y lustre en la Capital. Afina y depura sus conocimientos literarios. Recibe consejos y enseñanzas. Entra en la Academia de Letrán. Se trata con Heredia, con Carpio, con Pesado. , El físico no le favorece. "Entrecano--es Guillermo Prieto quien le pinta-, con una patilla de columpio que alargaba X encallejonaba su rostro picado .de viruelas, nariz roma y labios gruesos que dejaban al descubierto unos dientes gran29

des y renuentes a una arreglada conformación, Fernando habría pasado por feo en grado heroico, sin la mirada de sus ojos garzos que iluminaba y embellecía su fisonomía, haciéndola dulce y simpática por extremo". Pero es comunicativo y generoso. Al dejo tapatío que conserva en la voz, une la franqueza y la sinceridad del minero. Le gusta la gente de teatro, y, por rico, pese a ser feo, no será raro que, tras de capitanearle la claque, rinda a alguna actriz buena moza. "Favorecía -vuelve a decirnos PrietO-'los ensueños de las pollas, atizaba la gula de los viejos, dejaba caer su sal y su pimienta en los chismes y devociones de las viejas, y tenía su bolsillo abierto para aliviar las penas que llegaban a su conocimiento". Corre el año de 1837. Estamos en los albores del romanticismo . . .

• Fué Fernando Calderón nuestro primer romántico. Romántico. Romanticismo ... Grato tema. Ya leo en vuestros ojos ---en los de vosotras, sobre todo, que me escucháis- el 30

interés porque nos detengamos a tratarle en nuestra plática. Jalisco es, por abolengo y por presente, romántico; y románticos, aun más que en la traza, en el fondo, en lo secreto del alma, los jaliscienses. ¿Cómo definir lo romántico? ¿Qué es lo romántico? ¿En qué consiste el ser romántico? En literatura, "romántico", por oposición a clásico, denota lo que va contra la tradición distante y todavía imperante, contra la regla inamovible e inconmovible, contra un molde por siglos aceptado e impuesto: el de la poesía grecolatina. Y, en este sentido, y por lo que a nuestro asunto hace, pacanas interesa lo romántico ya que en México la tradición clásica apenas existía durante el período anárquico que siguió a la insurgencia, y no era como para que se armase una revolución literaria a efecto de instaurar nuevas formas. ¡Al contrario: para formas nuevas el campo estaba abierto, y libre el ondear de todos los pendones! Vamos un poco al fondo de la cuestión. En poesía, romanticismo vale por desbordamiento de la imaginación y de la sensibilidad; por predominio del elemento lírico y subjetivo. En la poesía clásica, un tanto fría, el poeta se 31

nos antoja ausente; no es él, no es predominantemente él, el tema de su obra. Al revés, en la poesía romántica, el poeta se muestra, se confiesa, se desnuda; es su "yo", es su personalidad íntima la que torrencial, inquieta, tal vez indiscretamente, se revela. Pero hay más allá de la retórica, más allá de la poesía, una noción de lo romántico que trasciende a la vida misma; misterioso, vaporoso, ondulante sentimiento que se percibe, mas que no se define. Este modo de ser romántico se desborda del espíritu a la exterioridad. Se es romántico no ya, tan sólo, por el modo de sentir, sino por la apariencia física, por el gesto, por el habla. Lo romántico esta en nosotros y fuera de nosotros, conforme veamos y estimemos lo que nos rodea. Una actitud, una modulación de la voz, un rostro, un amoroso rasgo, pueden ser o parecernos románticos. Y sin definir los distinguimos. Decidme, comparando dos figuras de mujer: Esta es robusta, sana, gordezuela; con unos hoyitos en las sonrosadas mejillas, como para comérsela; con unos ojos grandes, claros, límpidos, de franco mirar; graciosa y vivaz en ·sus movimientos; natural y efusiva en su palabra; sin nada que haga sospechar sombra ni arcano; llana, na32

tural, locuaz ... ¿Os parecería romántica?-Ved esta otra, en cambio: Alta, bruna, alongada; rostro transparente y pálido; grises pupilas que miran sin ver y como que, en fugitiva fijeza, se evaden, con un dejo triste; los labios leves se contraen, como rehuyendo a la confidencia. No se detiene; no nos habla. Pasa, envuelta en gasas flotantes; y, con ella, el misterio pasa... -¡Romántica!- pensaréis, en tanto que su silueta, envaguecida, se pierde en la lejanía.

y lo que decimos de la mujer, podría decirse del paisaje, o del traje, o de las costumbres. Y ni qué hablar del arte: de la poesía, de la pintura, de la música...

• Pues bien: este estado sentimental que, en un momento dado, se extendió al mundo, y que, en cierto modo, todavía existe, trascendía a México en la época del florecimiento de Calderón, y fué Fernando Calderón uno de los escritores nuestros que más feliz y espontáneamente lo reflejaron en sus poéticas creaciones. Romántico era, en política, el momento: lucha entre la tradición colonial y el espíritu inno33

vador que propendía a nuevas formas. Romántico en literatura por extranjeras influencias: la de Espronceda y el Duque de Rivas, entre los españoles; la de Lamartine, el principal, si no es que el único de los franceses que se conociera por aquel entonces. Romántico, asimismo, el momento, por lo que respecta al sentir, al sentir que ilumina, que da una vi~ración nueva a la vida. La rosa lírica que alentaba en el alma de Fernando Calderón, abrirla sus pétalos en este espiritual jardín. . Ya estaba él acondicionado así. Se creería que nació romántico. Romántico lo fué, desde la mocedad, en cívicas efusiones. Romanticismo perfuma ya, por los años de 26 a 27, algunas de sus estrofas. Quién sabe hasta qué punto, porque no las conocemos, refluyera el sentimiento romántico en sus primeras obras dramáticas, estrenadas en Guadalajara y en Zacatecas por los añós de 27 a 36. Pero la plena' eclosión romántica de Calderón -ardiente y fugaz llamarada-, regístrase durante la estancia del poeta en México, a raíz de su destierro de Zacatecas. Vierte al castellano entonces una de las Meditaciones de Lamartine. Compone aquellos de sus versos más desbordantes de lirismo. Lleva, en fin, al 34

teatro, su efusión, y crea aquí el drama romántico.

n ¿Cómo encerrar, en breves conceptos, una impresión c4! este drama romántico del jalisciense? Lo que en derredor mira Fernando Calderón, aquel ambiente en que el romanticismo comienza a expandirse no ya como teoría literaria, sino como "estado sentimental", apenas le da asunto para una comedia al estilo de las bretonianas, en boga entonces: A ninguna de las tres. Su anhelo romántico, su vaporosa ternura, su arrebatador lirismo, -su furia romántica, si queréis-, llévale a buscar asuntos en la historia extranjera, o, para mejor expresarlo, en la fantasía legendaria europea. N o hace, por cierto, en esto, sino lo que los dramáticos que crearon, en el Viejo Continente, el drama romántico: Schiller, Dumas, Hugo, Vigny. Sueña con enhiestos castillos, con caballeros de relucientes armaduras, con peregrinos de Tierra Santa que retornan cubiertos de polvo y de misterio, con torneos y justas, con damas y galanes malferidos 35

de amor que entablan el eterno, el siempre nuevo coloquio, en jardines de ensueño o en góticas salas. O bien, rendido a la desventura de una reina inglesa, la dramatiza. Así nacen los tres dramas románticos de Calderón: El Torneo, Herman o la Vuelta del Cruzado, Ana Bolena, pedestal sobre el que se levantó su fama. Atrajeron, y aún atraen al público, dentro y fuera del país, por el brío dramático, por la exaltada pasión, por la deslumbradora vestidura verbal, por el patético acento. Quedaban, sobre todo, en pie, como típicas, genuinas creaciones románticas. Fernando Calderón no escribiría más. Obscuramente se extingue en la villa de Ojocaliente, de su amada tierra zacatecana, en 1845. Mas no se esfuma con él, ni con los de su generación, el romanticismo. Antes bien, y lo que es curioso, oponiéndose e)l teoría, aunque conviviendo tranquilamente clásicos y románticos, la alt~rnación de ambasoescuelas se advertirá no ya en la metrópoli otan sólo, sino °en aquellas regiones del país que, por su cultura, ofrecían campo fecundo a tales especulaciones. • Tres figuras de jaliscienses sobresalen en el período que se inicia mediando el siglo: José Ma": 36

ría Vigil; Isabel Prieto de Landázuri; José }{osas Moreno.

• Más que al poeta, hay que admirar en Vigil al humanista insigne. Nació en Guadalajara, en 1829. En su nativa ciudad estudió latinidad y filosofía y siguió la carrera de jurisprudencia. A semejanza del célebre "Nigromante", y cons. tituyendo, con él, excepción; no obstante ser un clásico por su formación intelectual y literaria, abrazó con ardor, eñ polí tica, las ideas reformistas. Ejemplo de noble consecuencia, de austera dignidad, lo ofrece Vigil en este respecto. Fué un ardiente y honrado sostenedor de la causa liberal. Al triunfar la revolución de Ayutla, funda en la capital tapa tía el periódico "La Revolución" en que defiende los principios de la Reforma. La política y las letras le ocupan por igual. Trabaja por la cultura en Occidente creando revistas y sociedades literarias; es profesor de latín y filosofía en el Liceo de Varones. La cruenta guerra de Tres Años y la Intervención francesa le encuentran de pie, luchando denodadamente por la causa de la independencia nacional. Restaurada la República, su entereza, su 37

pureza ciudadana, resaltarán ya en el Congreso, como diputado; ya como magistrado de la Suprema Corte de Justicia. Crece en él y se acendra, sobre la política, la dedicación intelectual. Si en el periodismo, y al través de arduas polémicas, defiende los nuevos principios constitucionales; mansa, austeramente, enseña Retórica en la Escuela Nacional Preparatoria. Consagrado a sus clásic~s; rodeado, al fin, cabal y completamente, por los libros amados, viviendo entre libros, ordenándolos, mirándolos, hojeándolos, dirige, hasta su muerte, la Biblioteca N aciona!. Yo le recuerdo en los años aurorales del presente siglo. Alto, enjuto, cargado de espaldas, enlutado siempre; atezado y trigueño el rostro luengo, que remata aguda barba y orla encanecido pelo; de continente severo y tal vez un poco agrio; triste y cansado el mirar al través de los espejuelos, discurría, de vez en cuando, por la sala de lectura de la Bibliotec~. Acaso, al ardimiento de los años juveniles, al ímpetu optimista, hubiera seguido una quieta actitud escéptica ante los hechos y la vida. No todo - como él lo esperaba - había sido; - no todo - como él lo quería - pudo, ni acaso podría ser. Canto, tan sólo de juventud, fué su poesía; clásica poesía la suya, un tanto gélida, cuando no 38

prosaica. El humanista se alza muchos codos sobre el poeta~ A fuer de gran latino, enfréntase con Persio, poeta "el más obscuro y enigmático" de la latinidad clásica -al decir de Menéndez y Pelayo--; poeta en cuyos ceñidos versos, según :tfirmó Boileau siglos antes, hay más de sentido que de palabras. Y 10 vierte magistralmente al castellano. Lo mismo hará con Marcial. Y gallardamente traducirá a Petrarca y a Schiller. No menos se hará notar el historiador, en consonante reflejo con las pasadas luchas, al escribir el volumen consagrado a "La Reforma", o sea el quinto de México a través de los siglo;, esa tan discutida, tan vilipendiada, pero aun no emulada ni superada obra. Eficaz y abundante será el crítico e historiador de la literatura nuestra, ya vuelva los ojos a épocas pretéritas, atisbando la . obra colosal de Lope de Vega; ya los dirija al presente en prólogos y monografías; ya reúna colecciones antológicas de poetas o de poetisas mexicanas.

• En los tiempos de Vigil, y en Guadalajara, precisamente, florece una de éstas: la que él más admiró y quiso, la que tanto le debe en evoca39

ción, y a la que consagró como nuestra primera poetisa romántica. ¿Poetisa mexicana? Un poco atrabiliario parecería, al primer ver, afinllarlo. Lo afirmamos, sin embargo. Isabel Prieto de Landázuri era española de nacimiento. Vino al mundo en la villa de Alcázar de San Juan, perteneciente a la provincia de Ciudad Real, en 1833. Pero su familia se trasladó a nuestro país y fijó su residencia en Guadalajara cuando Isabel apenas contaba cuatro o cinco años. En la tapatía ciudad se educó, formó su hogar y pasó lo más de su vida; profundo cariño le profesó siempre, considerándola como su patria, según se desprende desde sus iniciales hasta sus postreras efusiones líricas. . Hay un no sé qué de ranciamente español, junto con tapatía prestancia, en la figura mortal de Isabel Prieto. Contemplemos su retrato: Serenidad baña el rostro de la' poetisa en madu-' rezo Rostro que sería basto sin la fina línea de las cejas, sin el dulce y tranquilo mirar de los ojos, sin la recta, bien confonnada nariz, que corrige la dureza de la boca. Suavemente el pelo arranca de frente y sien hasta confundirse con leve toca cuyas gasas descienden sobre los hombros. Por peinado y traje; por el pendiente yla crucecita 40

que, mirándola de perfil, en oreja y cuello lucen, tenemos la impresión de estar ante un retrato del setenta y tantos. Es una buena señora, amable, tranquila, toda decoro, la que allí mira sin sonreír. Todo hay allí; menos traza romántica. El romanticismo de Isabel Prieto estaba dentro; en su sensibilidad, en su manera de expresar la poesía. No busquéis en ella, del romanticismo, los rasgos torvos, los tintes sombríos: la desesperación, la duda, el amor lancinante desposado con la muerte. Al contrario: es el suyo un romanticismo suave y blando que estriba tan sólo en la manera sentimental de ver y apreciar la vida y las cosas; manera sentimental, por cierto, ni siquiera extremada, insistente, sino toda ella llena de levedad, de sobriedad.

N o digas que tu alma yerta

N i a soñar la dicha alcanza; No digas que tu esperanza Está para siempre muerta. ¿Has sufrido? ¡Ay! Es la historia De toda alma que ama y siente . .. ¿Quién no conserva inclemente De dolor una memoria? 41

-dice, con acento resignado. Y notamos, en los más de sus versos, "cierta melancolía dulce que nunca llega a degenerar en desesperación sombría" -según la expresión de Vigil-. Revélase allí, en efecto, "un alma ajena ~ los rudos conflictos de desengaños que envenenan las más puras fuentes del sentimiento". Es una honesta mujer la que canta; una mujer retraída y hacendosa, que . alienta en la quietud del hogar. En claustral existencia, dentro de éste, pasa Isabel Prieto su juventud. No baila; no gusta del brillo social. Ama la soledad y el silencio. Y cuando se case y sea madre, encontrará en la maternidad los encantos del idealismo más puro. Será Isabel Prieto de Landázuri, por esencia, la poetisa de la maternidad. Escuchad con qué tiernos acentos, en tanto la noche penetra en la alcoba, impulsa a su pequeñuelo a la plegaria: .

La tibia luz de la luna Ilumina el panorama, y en las aguas de la fuente Deja una huella de plata; Uno de sus blancos rayos Penetra por la ventana, 42

y atravesando los pliegues De la transparente gasa Que envuelve tu blanco lecho Como una nube argentada, Con una dulce caricia Tu frente de rosa baña. Vamos a orar, hijo mío, Que ya a la oración te llama El armonioso cotlcierto Que la natura levanta En esta hora solemne, misteriosa y sosegada . .. El destino la arranca a su tierra de adopción, a su tierra tapatía, en forma del más trivial-y, sin embargo, imperioso de los requerimientos: su marido ha sido nombrado cónsul de nuestro país en Hamburgo. Lucen ya algunos rosales en su jardín lírico. Nos ha dado limpias versiones de Hugo, de Lamartine, de Chénier. Ha escrito, abundantemente para el teatro, comedias y dramas románticos. En Alemania, y tal vez por influencia del ambiente legendario, encontrará Isabel Prieto su más acabada, su más plena expresión romántica, en una leyenda en verso que allá compone: Bertha de Sonnenberg. Pero encon43

trará también, muy temprano, a los cuarenta y cinco años, la muerte. La presentía; mas la hubiera deseado en su ciudad de sol y de trinar de canarios en los patios. Se sentía mexicana y tapatía y resistíase al tránsito, t"an lejos, conforme lo revela uno de sus postreros cantos:

N o quiero que este cielo nebuloso De abrigo sirva a mi mansión postrera; En esta tierra helada y extranjera No quiero el eterno sueño reposar . ..

y allá quedó.

III No c~ncierta, por lo demás, el romanticismo íntimo, tranquilo, cordial, de esta poetisa, con el desatado y rugiente de la lucha política de entonces, y, ni siquiera, con el del ambiente tapatío. Es Guadalajara uno de los escenarios donde más intensamente arde la revolución de Reforma. Rudo golpe hubiera ésta recibido si allí, en el 58, una arenga férvida de Guillermo Prieto no 44

salva la vida de Juárez. La capital jalisciense es objeto de sitios y de ataques. La población está alerta al grito de "¡quién vive?". Constitucionalistas y reaccionarios se la disputan. Tiemblan los poblados ante la intimación de "mochos" o "chinacos". Gobierna, o cree gobernar a Jalisco -porque, ¿quién gobierna entonces?- un tapatío: el general Ogazón. Es su secretario don Ignacio Vallarta. Ir y venir de tropas; peregrinar de funcionarios; batallas. Después, los lances y acideces de la Intervención y el Imperio. Entretanto, y pese a las turbulencias de aquel agitado vivir, Guadalajara sonríe. Picudas, desafiantes, se clavan las torres en el cielo violeta de los crepúsculos. Suenan canciones y cristalinos arpegios de arpas. La ciudad es blanda, acogedora, apasionada y apasionante. Las mujeres -nos 10 dice un personaje de Altamirano en Clemencia - son francas y risueñas. N o ya hermosas: divinas las declara este personaje, quien, además de los físicos encantos, les reconoce uno más: el corazón. Fervor romántico trasciende de Guadalajara. Se extenderá ese fervor, más allá de las luchas, en la paz. Aun se extremará el romanticismo. Verdadera amazona es una guapa moza; una mo45

za, si queréis, más que guapa, férvida. Conócenla en Guadalajara por su parentesco con el Gobernador. Tiene un novio que .ignoro si fué poeta; mas, en todo caso, 1}0 la alcanzaba en rango. Con él emprende largas cabalgatas nocturnas. Tras de las entornadas ventanas, las tapatías los' ven pasar. Van los dos, cuaco junto a cuaco, hasta San Pedro, bajo la luna. Entablan, aún por el filo de la madrugada, largos coloquios. Oposición hay para que tal amorío se desenlace al modo común y habitual. El epílogo es trágico; trágica y típicamente romántico. Tiene por escenario el Panteón de Belén. Allí llegan un atardecer los dos. Disuelve él unos polvos en una copa. La agita. Vacila en ser quien primero beba. Al cabo, se la ofrece. Ella apura la mitad de la copa letal. Fué su salvación el beber primero. Habiéndose asentado la substancia, con los sedimentos, al ingerirlos a su vez, el galán quedó fulminado allí al instante, sobre tumba que no sería la suya; en tanto que la desesperada hallaría salvación, y, lo que es más, larga vida ... Recuerdo el incidente adrede. Excepcional como cabe considerarlo, es un indicio de los tiempos. La pasión, claro está, no revestirá habitualmente esos trágicos caracteres. Andará la música por dentro; pero, ¡qué música! De ella da46

rían; de ella todavía dan fe las ventanas y los patios perfumados de claveles . . Música romántica, pintura romántica, vida romántica. Por el setenta y tantos, hace furor en Guadalajara La Traviata. Una . linda, y honesta, y nobilísima señorita, de maravillosos ojos azules, se aprende el papel de Violeta para cantarlo con aficionados en el teatro. Consideraciones de familia se oponen, por lo que a ella toca, a pública exhibición en el tablado. No se representa, al fin La Traviata. Mas, ¡qué importa! Las melodías de Verdi están en el corazón; andan por los corazones. Guadalajara es romántica .

• Fuélo también otro poeta que representa, con Isabel Prieto, la aportación del Jalisco romántico a la lírica. Sólo que lo fué, asimismo, atemperado, y, más que recóndito, diluí do. En la gentil ciudad que abre como una gran flor su corola de gracia austera en la puerta de Los Altos, había nacido José Rosas Moreno en 1838. Allí mismo, en Lagos, pasó su niñez y adolescencia. Luego le arre47

bató la turbonad.a polí tica, llevándole a otras tierras. Como todos los literatos de su tiempo fué Rosas Moreno polí tico. Sufrió por la política, aunque sin alcanzar --era demasiado poeta- a usufructuarla. Afiliado al liberalismo. padeció prisiones y persecuciones. Al restaurarse la República, en 67, figuró como diputado al Congreso Federal. Fué la suya una existencia obscura y dolorosa. Una existencia, sin embargo, iluminada por clara, sonrosada luz: la de la poesía. Este poeta canta en sordina. Su romanticismo es suavemente elegíaco. Diríase la queja de un chicuelo; en realidad, es la de un hombre manso y apacible. Ved su retrato. En aquel varón de terribles bigotazos y de larga barba puntiaguda, célase en realidad un alma de niño, denunciada por los ojos tímidos y candorosos. Será ~iño con los niños, y por eso saqrá cantarles. Sus fábulas son lo mejor de su poesía. En su otra poesía descubrimos dulzura extática. Canta la tristeza del crepúsculo; canta a una tórtola; al zenzontle. Por la efusión con que la celebra, sospechamos que esté enamorado de su amiga Maura Ogazón. Suspira por la vida del campo. Le atrae el valle de su infancia. Tiene, desde México, la nostalgia de su Jalisco distante, de su bienamada ciudad de Lagos... --Cierto que en 48

todo ello advertimos algo de libresco. Este poeta que canta al zenzontle, nos habla también de ruiseñores; de ruiseñores "que inquietos cruzan el risueño prado". (¿Habéis visto nunca por acá a semejantes aves?). Del auténtico valle de su infancia, no hay traza ni barruntos en las estrofas que le dedica. Lo mismo puede ser un valle de aquí, que de Checoslovaquia ... -No le censuremos por ello. Son cosas del tiempo. Los poetas no saben todavía íntima.mente "ver". Para que vean, para que el localismo, para que el provincialismo, sobre todo, entre en la lírica de los provincianos, se necesitará aguardar a que, en el siglo siguiente -y también en Lagos-, otro poeta, el precursor de López Velarde, el misteriosamente rítmico Francisco González León, cante en aquel mismo arrobador valle por el que suspiraba Rosas Moreno. Suspiró por su tierra nativa el cantor de los niños, y, al cabo, a ella volvió triste y despeadb tras de recorrer el no muy luengo camino. Aquí, en la Capital, quedaba el recuerdo de los triunfos del autor dramático que apasionadamente revivió a Sor Juana Inés de la Cruz. En la quieta ciudad de su infancia, austera y riente al par, en el recinto callado de un templo, le esperaba un rincón para dormir. 49

• Guadalajara. Guadalajara fin ,de siglo y en el alborear del presente... Hienden las torres puntiagudas el azul; ¡aquellas torres atrabiliarias y garbosas! El ambiente es tibio y embalsamado. Los patios. exhalan su perfume y su misterio. En torno a la ciudad, los campos, al crepúsculo, se envuelven en un manto de violeta. La vida es blanda. Es también -¡ya lo suponéis!- amorosa. Creeríase que se vive en broma, ligera, caprichosamente; que no se toma en serio a la vida. Toda la gracia tapa tía está en esto. El dejo en el habla cantarina de las mujeres recrea la pureza del aire. Siguen siendo las mujeres -como las vió Altamirano-- francas y risueñas; sobre todo, siguen teniendo corazón. Son apasionadas y ¡abnegadas; saben soñar y esperar. Paseos los domingos en el Agua Azul. En los barrios, hermanan tequila y canciones. ¡Ah, densas polvaredas, por el de Analco! Albercas profundas en que el agua acaricia y huele a flores. Por las noches, serenatas en la Plaza: los hombres de un lado; las mujeres de otro; en el vial extre50

mo, el pueblo se resigna a permanecer apartado. Sale la luz a borbotones por las puertas de "La Fama Italiana". Afluye a los Portales el gentío. En los Portales la gente se regala con exquisitos dulces; sobre el carmín y la blancura nacarada de las colaciones, se erige el primor del "ante" opulento; rebrillan, albeando fina, transparentemente, por el azúcar, las frutas cubiertas; manos hacendosas apiñan dulce cilIos leves en frescos "colotes". Regálase el paseante en las alacenas de nieve yaguas frescas. La nieve - modern style - aderézala y sírvela ·un buen viejo napolitano, gordo y cordial. Entre los puestos de agua fresca sobresale el de Rosita: una linda morena que hunde los hechiceros brazos en panzudas ollas de poroso barro para extraerla. Si el agua refresca, Rosita incita. La hay de arrayán, de jamaica, de naranja, dorada y olorosa. Creeríase que en los vasos transparentes pone Rosita, con la chía saltarina, su voluptuosidad morena .. ,

IV La vida social es intensa. Tertulias, bailes, kermeses. Comenzando el verano, las familias parten para San Pedro Tlaquepaque. ¡Oh, los colo51

quios en el Parián! ¡Y los bailes de trajes! En uno famoso se decide la suerte de joven poeta. Por requerimientos de amor no correspondidos, él se evade del mundo. Era simpático, cordial, elegante ... - Decididamente, el ambiente continúa siendo romántico. Pero no lo será ya la literatura. Nuevos rumbos sigue; nuevas influencias se hacen en ella sentir. Aunque Guadalajara predomine, empiezan a surgir valores en otras comarcas de Jalisco. Aun mayormente surgirán después. Lozanea en plena madurez la generación que advino mediando el XIX. López PortiÍlo y Rojas había nacido en 1850; en 1860, Púga y Acal: tapatíos los dos. En el arrumbado pueblo de Teocaltiche, siete años después, habíase mecido la cuna de Salado Alvarez. y ,he aquí a los nuevos maestros que dan el tono literario . • Gobierna al Estado el general don Luis C. Curiel; es director del Liceo de Varones ellicenciado don Mariano Coronado. Precisamente en las aulas del Liceo empolla la nueva gen~ración. Allí, y en la Escuela de Derecho, se hace sentir la voz de los nuevos maestros. Se organizan sociedades literarias. Borda y cincela poemas, al declamados con musical voz, Marcelino Dávalos, 52

quien acaba de estrenar en México su primer drama. Entre risotadas y travesuras, Benjamín Padilla, "El Chato", como se le llama y se le llamará siempre --el futuro, ingeniosísimo "Kaskabel"- forja cuentos dramáticos. Escribe sus primeras crónicas y sus primeros versos Luis Castillo Ledón. Llega al Liceo, dijérase que cada día con traje nuevo y nueva corbata, rumboso, acicalado, con la boquilla de ámbar golosamente apretada a los labios, con la boquilla de ámbar que se creería nueva también -¡pues que tan variada ' es la colección!-, Manuel Puga y ,Acal. Para nosotros, los muchachos del Liceo, es el árbitro de las elegancias. Escéptico, displicente, da la clase de segundo curso de francés. Su figura rechoncha ---,-rostro lleno y cuidadosamente afeitado, bigotillo rubio, prematura calvicie, mirar burlónculmina en la alta silla, sobre la tarima profesoral. Toda FrancÍa --o concretamente París, donde se educó- está en él. Mi~amos nosotros con envidioso asombro a este pulcro caballero que dió las buenas noches a Verlaine y a Rimbaud; que compuso versos franceses y, tal vez, en buscada bohemia, emuló a Rodolfo y hasta quizás logró el milagro de hacer suspirar a Musetta. Medio sabemos de las polvaredas que como crítico ha le53

vantado "Brummel". Ya toda su obra está hecha. Ya es el poeta admirado de las "Baladas lúgubres" y de "Otelo ante Dios". Pero con ardimiento y burla burlando, entre el vivir de gorja y el vivir social, todavía escribe y seguirá escribiendo. Funda revistas, colabora en los periódicos. Negligente, nervioso, trabajará hasta el fin .

• En los corros de profesores que entre clase y clase se forman en el patio del Liceo -inuestro querido patio, luminoso y monástico!- óyense las carcajadas rabelesianas y el habla prem.iosa, tartajosa, sabrosa, del que enseña Historia de México. Como Puga, viste en forma pulquérrima. Apenas ha rebasado los treinta, y ya adquirió dos maestrías: la del estao y la del irónico, sonriente desenfado. Luce un bigotillo arriscado, pequeño airón sobre sus mofletes orondos, y aun no tiene la traza mora que le hará famoso. Es don Victoriano Salado Alvarez. Guerrea don Victoriano en Guadalajara misma contra el "modernismo" que, a la sazón, culmina en la lírica mexicana. Publica un volumen de crítica: De mi Cosecha. Cuentista más grato, 54

más sobrio, no lo había entonces; como de fino encaje es la vestidura de sus cuentos que en precioso tomito, con forro verde, y bajo un título singular y engañoso: De Autos, sale de la imprenta de Ancira. A poco el escritor levantará el vuelo hacia la metrópoli. A ves de tan regio plumaje como él, como Puga y Acal, como López-Portillo, no pueden quedar en la provincia. Acá el cuentista se alarga a novelista, componiendo los espléndidos frescos De Santa Anna a la Reforma y La Intervención y el Imperio, que apasionadamente encierran el período más apasionante de nuestra historia. Largo peregrinar después. El destierro; pero no el olvido. No olvida, Salado, a su patria: la lleva dentro; la canta; la evoca. En el silencio de la lejanía, aquel formidable espíritu se ensancha. Cuando retorne, se habrá agigantado. Fué un gran humanista; acaso el historiador más completo - y fatal, irremisiblemente inédito, porque, lo mejor, la visión total de nuestro vivir como nación, se lo llevó-- que ha tenido, bien que no conoció México; y, sin duda, el primer prosista de su tiempo. De mucho más crecida fama que los dos anteriores gozaba, finando el pasado y al alborear 55

el presente siglo, don José López-Portillo y Rojas. ¡Noble, gentil, cortés don José! Lo recuerdo: Un caballero alto, fornido, ligeramente cargado de espaldas; tensos los bigotes que se diría rubricaban, con los anteojos, aquella -faz al par seria y sonriente; siempre presto a la leve inclinación ceremoniosa; limpio espejo .siempre de hidalguía. Era de familia prócer. Hombre de letras nato, sus impresiones juveniles de viajero par tierras de Europa, nutren sus primeras páginas. No deja de rendir pleito homenaje a la lírica. Su señorío literario constitúyelo, sin embargo, la novela. ¡Delicioso cultivador de la novela corta! Su inspiración se adensa y condensa en esos pequeños cuadros. Fantasía y realidad se asocian en su pluma expc¡:rta. Abre con llave de oro la puerta de la leyenda; su pupila atenta, atisba la vida. Mas, a poco, el leve -cuadro se ensancha y se convierte en gran lienzo de firmes trazos. Uno, espléndido, le debe la literatura de México: La Parcela, aqu,e llindo relato del campo jalisciense, en que, sobre el fondo del paisaje claro, desfilan rudos rancheros y se desarrollan rústicas escenas; todo en un estilo que, si castizo por la forma, no menos está nutrido de mexicanismo, y~ más diría yo, de "localismo", por el aroma que de él trasciende. López-Portillo es el iniciador de la novela 56

campesina en nuestras letras; y, por La Parcela, cabe afirmar que nuestra novela campesina en Jalisco tuvo su cuna. Aquel caballero fino y pulcro, tan de la ciudad; aquel fino varón, por antonomasia inseparable de la levita y de los usos urbanos, inclinábase, por convicción y amor, hacia el campo. "Nuestras clases rurales -

Get in touch

Social

© Copyright 2013 - 2024 MYDOKUMENT.COM - All rights reserved.