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Globalización y territorio: una s ntesis de sus contenidos y ejes de discusión
Ricardo A. Pino Hidalgo Profesor del Departamento de Teoría y Análisis de la UAM Xochimilco
El binomio globalización y territorio ha emergido como un nuevo campo de estudio en el que convergen diversas perspectivas que buscan establecer y caracterizar, tanto los vínculos existentes, como los impactos de la globalización en la conformación territorial, logrando integrar un conjunto de planteamientos básicos. Sin embargo, por estar aún en construcción, podemos reflexionar en torno a tres problemas: 1) la importancia de hacer una revisión constante de los contenidos a los que alude la globalización, por tratarse de un concepto que da cuenta de un fenómeno complejo, dinámico y multidimensional no agotado; 2) la definición de las líneas de discusión de este campo de estudio, que permitan avanzar en el conocimiento de la globalización misma y de las relaciones que guarda con el territorio en sus diferentes niveles de abordaje y; 3) la caracterización que se hace de los impactos que la globalización ha tenido en el territorio mexicano. La revisión y síntesis que se hace de un conjunto de trabajos referidos a la globalización y en particular al binomio en cuestión, busca dar cuenta del grado de consolidación en el que se encuentra este campo de estudio y establecer algunos criterios que permitan avanzar hacia su consolidación.
The pairing of globalization and territory has emerged as a new field of study which brings together diverse perspectives that seek to establish and characterize not only the existing links between these two concepts but also the impact of globalization on the territorial structure itself, convoking a set of basic proposals. Although this field is still in its early stages, we can begin to think about three problems: 1) the importance of constantly revising the content of globalization by dealing with it as a concept that explains a complex, dynamic, multidimensional phenomenon that still has not been exhausted; 2) defining the discussion of this field of study in a way that allows advances in the knowledge of globalization itself; and 3) characterizing the impact which globalization has had on Mexico. This review and summary of a set of studies dealing with globalization and, in particular, with the globalization/ territory duality examined here seeks to explain the degree of development which has already taken place in this field of study and to establish some criteria for enabling further progress.
Palabras clave: globalización, neoliberalismo, territorio, impacto territorial, globalización en México.
Keywords: globalization, neoliberalism, territory, territorial impact, globalization in Mexico.
INTRODUCCIÓN La globalización es ampliamente aceptada como un concepto y un fenómeno multidimensional que ha tenido gran difusión e influencia en los diferentes ámbitos de la sociedad, constituyéndose al mismo tiempo en un tema de investigación ya consolidado. De ello da cuenta la proliferación de trabajos que desde diversas disciplinas buscan elucidar su significado, su importancia y sus repercusiones en muy diversos ámbitos. En este contexto, el binomio globalización y territorio ha emergido como un
nuevo campo de estudio en el que convergen distintas miradas que buscan establecer y caracterizar los vínculos existentes entre ambos términos, así como los impactos de la globalización en la conformación territorial. A pesar de ser un campo relativamente nuevo, los estudios sobre globalización y territorio han logrado avanzar en la conformación de un conjunto de planteamientos que sirven de base a la investigación urbano regional; sin embargo, como en todo campo de estudio en cons233
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ha sido estudiada desde muy diversos enfoques, con diferentes énfasis y distintos intereses. Una de estas formas de abordar la globalización es, precisamente, la perspectiva que busca establecer una relación entre la globalización y el territorio, haciendo hincapié en los vínculos que guardan las transformaciones territoriales contemporáneas con este fenómeno. Se asume de antemano que los cambios acaecidos durante los últimos años, principalmente en la economía mundial, tienen o tendrán repercusiones en la conformación territorial. De los estudios territoriales sobre la globalización se han originado una serie de planteamientos en torno a las derivaciones espaciales de la globalización a nivel mundial, continental, nacional, regional y local, así como de sus consecuencias sectoriales. Pero, antes de identificar los lineamientos y ejes de reflexión de este campo de estudio, así como los impactos de la globalización en México, habría que detenerse en un problema sustancial que subyace en gran parte de estos análisis y que tiene que ver con el concepto de globalización del que se parte.
trucción, las líneas de investigación y los ejes de reflexión aún se están definiendo, por lo que resulta pertinente preguntarse acerca de tres problemas que, en un ejercicio de reflexión y sin la pretensión de quererlos resolver aquí, dan cuenta del grado de consolidación en que se encuentra este campo de estudio. El primero de ellos está referido a la importancia que para cualquier campo de estudio puede tener la definición de su objeto de estudio, por plantearlo en términos formales. Es decir, preguntarse si es posible contar con una definición lo suficientemente clara de la globalización, que permita disipar en algún grado la ambigüedad que permea al concepto.1 El segundo aspecto consiste en delinear lo que podrían ser las principales líneas de discusión que se han conformado al interior de los estudios de globalización y territorio, así como establecer algunas otras que pudieran incorporarse para profundizar aún más en dichos estudios; finalmente, se considera conveniente hacer una recapitulación de los que podrían ser los principales impactos territoriales de la globalización en México, según la revisión de algunos trabajos que se han elaborado desde la década de los noventa, y considerados importantes. Ahora bien, la globalización, entendida como el proceso de integración de las economías nacionales, donde las empresas transnacionales buscan constituirse en los actores principales de la economía mundial, reestructurándola a partir del uso intensivo de las tecnologías de información, las comunicaciones y los instrumentos financieros (Guillén, 2007),2 requiere y
UNA GLOBALIZACIÓN ADJETIVADA Uno de los principales problemas de los estudios sobre globalización y territorio tiene que ver con el hecho de que frecuentemente se asume a la globalización como un concepto ya dado y suficientemente discutido, por lo que ya no es necesario definir su contenido; de manera implícita se acepta como un concepto
Consideramos que la discusión conceptual del binomio globalización y territorio debe centrarse en el concepto de globalización más que en el de territorio, ya que este último ya fue suficientemente discutido en su momento, y por el hecho de que la globalización “da una importancia especial a los problemas espaciales, hecho que está ampliamente aceptado [...] ” (Ramírez, 2003, 53). Para una revisión de los diferentes planteamientos sobre la globalización, con un énfasis en lo territorial, véase en particular el capítulo 3 del trabajo citado de Blanca Ramírez. 1
Una caracterización de la globalización, cercana al regulacionismo, establece que las transformaciones recientes de la economía se circunscriben a la esencia de la acumulación y expansión capitalista, por lo que se trata de la “difusión y asimilación progresivas de los modelos de organización del trabajo, de los mecanismos de regulación y de sus instituciones a lo ancho del mundo occidental” (Hiernaux, 1996: 42). 2
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acabado, que da cuenta de un fenómeno totalmente identificado y, por lo tanto, sólo resta investigar cuáles son sus implicaciones en el territorio. Sin embargo, es pertinente revisar constantemente su contenido, ya que es un concepto nuevo, que da cuenta de un fenómeno, contemporáneo para unos y muy viejo para otros, que es dinámico y que ha sido utilizado de igual manera tanto en instancias políticas y económico-financieras, como por sectores académicos, con cargas ideológicas y contenidos teóricos no siempre coincidentes (Ramírez, 2003; Guillén, 2007). Por lo tanto, la globalización no puede ser definida en un momento dado y para siempre; por el contrario, su definición se tiene que seguir discutiendo, a pesar de que ya se han establecido algunos acuerdos en torno a su significado. Es en este sentido que se plantea la necesidad de acotar el concepto y el fenómeno en cuestión, ya que suele asociarse con conceptos cercanos o tangenciales como lo informacional, la mundialización, la internacionalización y el neoliberalismo, sin establecer claramente cuáles son equivalentes, partes de un mismo proceso o, por el contrario, conceptos totalmente separados, dificultando así su comprensión. ¿Cuál de ellos es la fuente, causa o determinante de las transformaciones territoriales contemporáneas?, es una pregunta que no es tan fácil de responder. Mientras dichos cambios son atribuidos por algunos autores a la globalización, para otros obedecen a la mundialización o al neoliberalismo, siendo que en gran medida se está haciendo referencia a los mismos procesos.3 Dada la estrecha relación que guarda con estos y otros conceptos y fenómenos, la globalización resulta ser un concepto aún con un importante grado de am-
bigüedad, que designa un fenómeno basto y complejo, como lo han apuntado diversos autores (Gouëset, 1997; Ramírez y Tapia, 1999; Guillén, 2007): Si analizamos el sentido que algunos de los autores dan a la “globalización” en diferentes especialidades, nos encontramos que ésta tiene diversas acepciones, hecho que confunde, más que aclarar, en dónde estamos y hacia dónde vamos en relación con la comprensión del capitalismo contemporáneo (Ramírez, 2003, 54).
Sin pretender llegar a conclusión alguna, a continuación se presenta lo que podría ser una discusión entre algunas de las formas en que se ha entendido la globalización en relación con lo informacional, la mundialización, la internacionalización y el neoliberalismo y que, de manera implícita, se reproducen en los estudios de globalización y territorio. Se retoman planteamientos con algún grado de divergencia, aunque comparten ciertas ideas centrales, sin que se tenga un acuerdo en el uso de los términos que designan el contenido de las relaciones entre estos fenómenos y conceptos. Sin que necesariamente sean los únicos exponentes de estos planteamientos, los autores incluidos se caracterizan por hacer un énfasis en los aspectos conceptuales de la globalización, siendo éste el principal criterio para su inclusión. Una de las fórmulas más difundida es la que se deriva de los trabajos de Manuel Castells. Para él, la nueva economía a escala mundial, surgida en los últimos 25 años del siglo xx, se ha caracterizado por ser informacional y global al mismo tiempo, y ha sido el surgimiento del nuevo paradigma tecnológico lo que define los principales rasgos, la estructura y dinámi-
En gran medida, este problema radica en que existe un número significativo de trabajos en los que se omite o elude definir la globalización. Simplemente no se incluye una definición de lo que se está entendiendo por tal. Posiblemente se da por conocido su significado y se considera inapropiado volver sobre su definición. 3
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ca de esta economía. Es decir, lo que le da su especificidad histórica, distinguiéndose de la economía mundial, que ha existido al menos desde el siglo XVI, ha sido su carácter de economía “con la capacidad de funcionar como una unidad en tiempo real a escala planetaria” (Castells, 2001, 120): 4
que no tiene un impacto claro en la producción de bienes, por ejemplo, o que se restringe a unas cuantas empresas transnacionales de sectores específicos de la economía, como el de servicios (Guillén, 2007). Sin embargo, más allá de lo informacional, el planteamiento de Castells tiene la virtud de distinguir con el concepto de globalización, lo contemporáneo (posiblemente coyuntural) de lo más permanente o estructural, como puede ser la mundialización. Pero esta distinción se puede tornar mucho más compleja si se consideran algunos planteamientos críticos de la globalización. Desde la perspectiva braudeliana de la economía-mundo,6 Arturo Guillén considera que la globalización, la mundialización y la internacionalización son sinónimos, por lo tan-to han existido al menos desde que surgió el capitalismo. La globalización no es lineal, por el contrario, está definida por las condiciones de la acumulación de capital:
Es informacional porque la productividad y competitividad de las unidades o agentes de esta economía (ya sean empresas, regiones o naciones) depende fundamentalmente de su capacidad para generar, procesar y aplicar con eficacia la información basada en el conocimiento. Es global porque la producción, el consumo y la circulación, así como sus componentes (capital, mano de obra, materias primas, gestión, información, tecnología, mercados) están organizados a escala global, bien de forma directa, bien mediante una red de vínculos entre los agentes económicos (Castells, 2001, 93).5
Castells reconoce que el capitalismo se ha caracterizado por su expansión continua, sin embargo considera que es solamente a finales del siglo XX que la economía mundial fue realmente capaz de hacerse global. Esta distinción temporal entre mundialización y globalización, que para Castells es tan claramente atribuida a las tecnologías de la información y las comunicaciones, ha sido cuestionada por algunos críticos de la globalización, que consideran que el uso de estas tecnologías en la economía mundial ha sido sobreestimada, considerando
Así el capitalismo ha conocido periodos en los cuales la internacionalización se acelera y otros en los que el proceso se interrumpe o estanca y los sistemas productivos se repliegan sobre el espacio nacional (Guillén, 2007, 79).
Al hacer equivalentes globalización, mundialización e internacionalización, solamente se ahonda en la confusión conceptual que prevalece. Esta segunda forma de entender la globalización es cercana a los análisis de siste-
En local y global, Castells y Borja acotan que no es la economía sino las actividades estratégicamente dominantes las que funcionan como unidad en tiempo real o potencialmente real y reconocen que “[...] si bien las tecnologías de información no son la causa de los fenómenos que a continuación se reseñan, constituyen la infraestructura indispensable para su existencia sin informática y telecomunicaciones globales, por ejemplo, no habría economía global o mundialización de la comunicación” ( Borja y Castells, 2000, 23). 4
En Las tecnópolis del mundo se define la globalización: “Por economía global entendemos aquella que funciona en tiempo real como una unidad en un espacio mundial, tanto para el capital como para la gestión, el trabajo, la tecnología, la información o los mercados” (Castells y Hall, 1994, 21-22). 5
Tanto para Braudel como para Wallerstein, una economía-mundo es una zona geográfica dentro de la que existe una división del trabajo, un intercambio de bienes y un flujo de capital y trabajo, que forma un todo económico, es decir, un mundo en sí mismo y que implica un espacio geográfico, un centro económico y una periferia jerarquizada. 6
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mas-mundo desarrollados por Immanuel Wallerstein, quien considera que la globalización o mundialización (términos que también utiliza de manera indistinta) no es algo nuevo, sino algo que ha ocurrido cíclicamente a lo largo de la historia del sistema-mundo moderno, por lo menos desde hace cuatro siglos en el seno de la economía-mundo capitalista. Para ambos, las mercancías y los capitales han atravesado siempre las fronteras (con menos o más barreras), negando que en la actualidad exista por primera vez en la historia un mercado verdaderamente abierto. Por el contrario, consideran que han existido otros momentos de mayor apertura en la historia del capitalismo (Guillén, 2007; Wallerstein, 2005). El problema de esta concepción de globalización es que no permite diferenciar, con el uso de un solo concepto, las formas históricas que ha adoptado la globalización-mundialización, a pesar de que se reconozca esto como un hecho. En Wallerstein no hay mayor problema ya que para él la globalización no es un concepto analítico útil (aunque sí como arma retórica) con lo que pareciera que se cierra la discusión. Sin embargo, Guillén reconoce que este proceso ha conocido diferentes ritmos, con lo que se está dando paso a una caracterización de cada uno de los momentos por los que ha transitado la globalización. La globalización –a su entender– se ha desarrollado en diversas etapas correspondientes al desenvolvimiento propio del capitalismo, de tal modo que se puede identificar una globalización vinculada al mercantilismo y colonialismo, al capitalismo industrial y los estados nacionales, al capitalismo monopolista y una globalización propia de la segunda posguerra (Guillén, 2007). De esta manera logra resolver el problema, en particular al adjetivar algunos de los momentos por los que ha transitado la globalización. Así, en el periodo de la segunda 7
posguerra la globalización ha conocido tres formas: • La configuración internacional entre estados nacionales definido en Bretton Woods, cuyo elemento dominante fue el comercio exterior de bienes y servicios (1948-1960). • La configuración multinacional, caracterizada y dominada por flujos privados de IED efectuados por las ETN (1960-1982).7 • La globalización neoliberal dominada por flujos de capital financiero (1982 a la fecha) (Guillén, 2007, 80). Al hablar de una globalización neoliberal, Guillén está devolviendo la especificidad al proceso contemporáneo de globalización-mundialización-internacionalización. Es decir, la forma actual de ésta se caracteriza por una creciente apertura y liberalización financiera que determina la producción y modifica las formas de gestión de empresas transnacionales y grupos económicos. En este régimen de acumulación con dominación financiera “son las prioridades del capital financiero [...] y no las del capital industrial las que comandan y determinan el movimiento de conjunto de la acumulación del capital” (Guillén, 2007, 60-61). Una última propuesta conceptual, negando la existencia de una economía globalizada, hace referencia a una mundialización neoliberal, planteando que “la mundialización y el neoliberalismo son realidades vinculadas pero no equivalentes” (Guillén Romo, 2005, 13). Mientras la primera resulta ser un proceso muy antiguo, la ideología neoliberal se comienza a imponer en el mundo a inicios de la década de los ochenta, dotando de nuevas formas a la mundialización a partir de: a) una nueva organización del trabajo y la gestión en beneficio de acreedores y accionistas; b) un retroceso de la intervención estatal en el desarro-
���: inversión extranjera directa; ���:: empresas transnacionales.
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llo y la protección social; c) una amplia liberalización financiera; d) un enorme crecimiento de las instituciones financieras, la creación de nuevas relaciones entre éstas y los sectores no financieros; e) condiciones favorables a las fusiones y adquisiciones de empresas; y ff) el reforzamiento de los poderes y la autonomía de los bancos centrales (Guillén, 2007, 14). Siguiendo a Braudel, Guillén Romo distingue una economía-mundo (en el sentido ya establecido) de una economía mundial, entendida como la economía del mundo entero y no sólo de una porción geográfica. Esta acotación toma un sentido más claro cuando se introduce la noción de economía internacional que presupone la existencia, en una economía-mundo, de economías nacionales organizadas en la forma de estados-nación y que surge a finales del siglo XVI, y se consolida en el XIX.8 Por el contrario, una economía mundial implica que las fronteras políticas no corresponden con las económicas y “los mercados desbordan las naciones” (Guillén, 2007, 24). Desde esta perspectiva, la mundialización o globalización es un fenómeno distinto a la internacionalización, rompe con la economía internacional implicando de alguna manera su desaparición, aludiendo más a una integración de factores que a una apertura propia de la internacionalización. Guillén Romo llega a la misma conclusión que Arturo Guillén, aunque utilizando primordialmente el término mundialización, es decir, por considerar las transformaciones contemporáneas de la economía como una mundialización o globalización neoliberal, la que sintetiza de la siguiente manera:
La globalización en su configuración actual constituye una estrategia del capital para superar la crisis de lo que se ha denominado “el modo de acumulación fordista”. Esta estrategia fue impuesta esencialmente por el capital internacional en coordinación con los organismos internacionales y con los gobiernos neoliberales que, como consecuencia de la propia crisis, llegaron al poder. Las políticas económicas neoliberales tenían como meta crear las condiciones políticas institucionales adecuadas para una profunda transformación de la correlación de clases en favor del capital, tanto a nivel nacional como internacional (Guillén Romo, 2005, 62).
En este sentido, Emilio Pradilla plantea que el proyecto neoliberal: [...] ha buscado ser homogéneo a nivel planetario, y ha usado intensivamente los instrumentos propios del sistema, como la fuerza del capital, el mercado y las mercancías, la tecnología, la ideología y el poder político y militar para imponerlo en todos los países del mundo; por ello se habla de la etapa de la globalización o mundialización (Pradilla, 1998, 41).
Puede considerarse, a partir de estas aproximaciones, que la globalización es un momento específico de la tendencia histórica a la expansión propia del desarrollo del capitalismo,9 el momento en el que éste adquiere la forma neoliberal, por lo que resulta mucho más claro hablar de una globalización adjetivada como la globalización neoliberal, reservando las categorías de mundialización al proceso histórico
Las economías nacionales pueden ser entendidas como espacios económicos coherentes “identificados a partir de cuatro dimensiones: la moneda, el mercado, las barreras a la movilidad de factores de producción y un conjunto de normas institucionales y compromisos sociales” (Guillén Romo, 2005, 22). 8
Blanca Ramírez identifica dos formas de globalización: una basada en las concepciones neoliberales de “los hiperglobalistas y los políticos que tienen una concepción no espacializada”; y otra que intenta crear un nuevo proceso con base en el supuesto de que solamente a través de una integración nacional y regional se puede hacer “una sociedad más equitativa, construida a partir de una territorialización de los proyectos” (Ramírez, 2003, 22). Al respecto, solamente nos interesaría preguntar si a esta segunda forma ¿vale la pena llamarle globalización? 9
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más amplio de esta tendencia, mientras que la internacionalización se acota a un momento específico de ese proceso mayor con la salvedad de que en la actualidad es una realidad compartida con la globalización.10
mente abordado, donde la discusión se ha centrado principalmente en las transformaciones de los procesos de trabajo, su flexibilización, las formas de organización de los mercados de trabajo y las relaciones interindustriales. Los planteamientos más importantes son los que tienen que ver con los distritos industriales neomarshalianos (desde el regulacionismo) y los planteamientos referidos a los tecnopolos y las tecnópolis, entre los cuales Georges Benko, Alain Lipietz, Manuel Castells y Peter Hall tienen un lugar importante. La ciudad global es una tercera línea de investigación, y posiblemente la que más interés ha despertado desde que se abrió con el lanzamiento de la Hipótesis de la ciudad mundial de John Friedmann (1986). Desde entonces, la idea de la ciudad global ha permanecido en la discusión por más de 20 años, siendo posiblemente los trabajos de Sassen, Castells, Knox y Friedmann los más influyentes. Los ejes de discusión versan sobre el lugar que ocupan las ciudades en la globalización, la existencia de una jerarquía entre ellas y las consecuencias económicas y sociales de su globalización. Saskia Sassen lo sintetiza de esta manera: “en la literatura actual sobre ciudades globales, el factor determinante es el de una red de ciudades transfronterizas que funcionan como sitios estratégicos para las operaciones económicas globales” (Sassen, 2004, 43). Megalópolis y megaciudades es un último tema de los estudios de globalización y territorio que es cercano al de las ciudades globales, ya que éstas suelen ser precisamente las grandes concentraciones urbanas que históricamente han
LAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN Al adentrarse en los estudios de globalización y territorio, pueden identificarse un conjunto de ejes de reflexión en torno a las principales implicaciones territoriales de esta globalización neoliberal, y que se organizan en las siguientes líneas de investigación: La nueva configuración de la división internacional del trabajo, en la que el eje de reflexión gira en torno a la conformación de bloques económicos que buscan la hegemonía mundial (Estados Unidos, Europa, Asia); las fuentes de crecimiento y estancamiento de éstos y de las economías nacionales; la inclusión-exclusión de ciertas macrorregiones o continentes de la economía global (América Latina, África, Europa del Este).11 Los planteamientos centrales giran en torno a la idea de la disolución de las barreras geopolíticas en la búsqueda de nuevas fuentes de acumulación de capital, lo que conlleva a una especie de homogeneización del territorio, ya que los flujos financieros pueden moverse libremente hacia los espacios que les proporcionen una mayor rentabilidad. Los trabajos de Ohmae, Porter y Castells son obligados. La relocalización industrial y la flexibilización del trabajo es otro de los temas amplia-
En particular, consideramos que para el caso mexicano el uso de este concepto es mucho más pertinente, dado que hay una fuerte coincidencia temporal entre la aplicación de reformas económicas, políticas y sociales de corte neoliberal y el momento en que se pretende globalizar algunos sectores de la economía mexicana. En lo sucesivo, cuando hablemos de globalización nos estaremos refiriendo precisamente a la globalización neoliberal, salvo se especifique lo contrario. 10
En esta nueva división internacional del trabajo existen procesos dinámicos de competencia y cambio que le dan una geometría variable en función de cuatro posiciones diferentes en la economía informacional-global: 1) los productores de alto valor basados en el trabajo informacional; 2) los productores de gran volumen basados en el trabajo de bajo coste; 3) los productores de materias primas basados en los recursos naturales; y 4) los productores redundantes reducidos al trabajo devaluado (Castells, 1996). 11
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países y las regiones, según la posición que se tenga en la división internacional del trabajo.12 Esta acotación en lo sucesivo será una de las principales preocupaciones de los investigadores del territorio, principalmente en Latinoamérica, por lo que se hablará un momento en dicha cuestión antes de abordar algunos de los impactos de la globalización neoliberal en México. Cabe resaltar que en esta nueva división internacional del trabajo son los gobiernos y los empresarios quienes la inducen y modifican, lo que remite a preguntarse acerca del papel que desempeñan ambos nacional y localmente. Una idea ampliamente difundida y aceptada plantea que en la globalización lo nacional pierde importancia, en particular se ha expuesto que el espacio-nación ha dejado de ser una referencia obligada de los procesos territoriales, ya que la globalización nos remite a dos niveles de espacio: el espacio global, caracterizado frecuentemente por su organización reticular (redes de intercambio que sustentan el funcionamiento actual de la economía global) y el espacio local, donde se ejercen las funciones de producción y reproducción (Hiernaux, 1998b). El espacio reticular global no es virtual, sino real y ejerce funciones de circulación, mientras que el espacio local tiene una doble función: 1) sirve de soporte tanto a la producción de bienes y servicios requeridos por la economía reticular y la reproducción misma de la economía; y 2) es el espacio de la economía mundial no globalizada y, por lo tanto, produce para un mercado local. De ser así, ¿cómo se articulan entre sí los procesos locales que soportan y los procesos globales que vehiculizan? Borja y Castells (2000) plantean que la globalización
albergado las funciones de gestión y servicios, además de las “tradicionales”. La expansión física y de funciones de estos conglomerados, así como la cuestión referida a su administración son materia de análisis de esta línea de investigación que en los países periféricos ha tenido importantes desarrollos, destacando los trabajos de Pradilla, Garza, Castells, Lombardo y Pirez. En términos generales, estas son cuatro de las principales líneas de investigación que en los últimos años han guiados los estudios sobre globalización y territorio, lo que no niega la existencia de otras preocupaciones igualmente legítimas, pero que han generado menor interés en la comunidad de estudiosos del territorio. Nuevamente, la diversidad de enfoques, campos disciplinarios e intereses, será la característica y explicación de la dificultad que representa, conceptual y empíricamente, identificar los impactos territoriales de la globalización, que son vastos, diversos y difíciles de establecer como lo apunta Gouëset (1997), sin embargo existen algunas pistas que orientan la búsqueda. En primera instancia, habría que considerar que algunas implicaciones territoriales de la globalización fueron reconocidas desde un principio tanto por Manuel Castells como por Saskya Sassen, por ejemplo, quienes ya consideraban que la nueva economía estaba segmentada, al no ser una economía planetaria. Es decir, al no abarcar todos los procesos económicos del planeta, no incluye todos sus territorios ni a todas las personas; a pesar de que sus efectos alcanzan a todo el planeta, su operación y estructura sólo atañe a ciertos segmentos de las estructuras económicas, los
Algunas de las críticas al planteamiento de una economía global giran en torno a la existencia de restricciones: monetarias y bancarias a nivel nacional que dificultan el flujo de capital, de mano de obra (controles migratorios y xenofobia) y el hecho de que las multinacionales continúan arraigando su capital y sus centros de mando en sus países de origen. 12
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modifica profundamente la estructura espacial y social de las ciudades y que es precisamente esto lo que articula lo global con lo local. En un trabajo más reciente de Sassen, se reconoce que no todo en la globalización es local y global, sino que lo nacional y lo regional tienen un lugar en esta economía: Una de las características de la actual fase es la reafirmación de la importancia de las unidades subnacionales, sean estas ciudades globales o las regiones estratégicas como el Sillicon Valey en California. Esto indica la posibilidad de que el impacto de la globalización no puede reducirse simplemente a la noción del significado declinante de Estado nacional, como a menudo se afirma; más bien es una triangulación de Estado nacional, economía global y localidades estratégicas –típicamente principales centros internacionales, financieros y de negocios (Sassen, 2004, 53).
Es aquí precisamente donde la hipótesis de la ciudad global toma presencia, ya que el planteamiento central considera que la economía global se organiza sobre la base de centros directivos que tienen la capacidad de coordinar, gestionar e innovar las actividades de empresas estructuradas en redes de intercambio interurbano y, con frecuencia, internacional; que en el centro de estos procesos económicos están precisamente las “actividades financieras, de seguros, inmobiliarias, de consultoría, de servicios legales, de publicidad, diseño, marketing, relaciones públicas, seguridad, obtención de información y gestión de sistemas informáticos” (Borja y Castells, 2000, 36). El nuevo patrón espacial de localización de los servicios avanzados está caracterizado por ser el sector más dinámico en términos de crecimiento de empleos y PIB; concentrarse en algunos nodos de ciertos países, siguiendo un modelo espacial jerárquico entre centros urba-
nos; y acaparar las funciones de mayor rango (calificación, poder y capital) en las principales áreas metropolitanas del mundo. Por lo que, retomando a Sassen (1991), se puede hablar de un dominio “compartido” de las finanzas internacionales, la consultoría y los servicios a la empresa, entre las ciudades de Nueva York, Londres y Tokio, seguidos de Hong Kong, Osaka, Frankfurt, París, Zurich, Los Ángeles, San Francisco, Ámsterdam y Milán. Al extenderse la red global de interacciones surgen nuevos centros regionales con menor jerarquía como Madrid, Barcelona, Sao Paulo, Buenos Aires, México, Taipei y Moscú (Borja y Castells, 2000). [...] tan pronto como una región del mundo se articula a la economía global, dinamizando su economía y sociedad locales, el requisito indispensable es la constitución de un nodo urbano de gestión de servicios avanzados organizados, invariablemente, en torno a un aeropuerto internacional; un sistema de telecomunicaciones por satélite; hoteles de lujo, con seguridad adecuada; servicios de asistencia secretarial en inglés; empresas financieras y de consultoría con conocimiento de la región; oficinas de los gobiernos regionales y locales capaces de proporcionar información e infraestructura de apoyo al inversor internacional; un mercado de trabajo local con personal calificado en servicios avanzados e infraestructura tecnológica (Borja y Castells, 2000, 37).
Con esta apretada revisión de los principales planteamientos que se han generado en torno a las implicaciones territoriales de la globalización, sintetizados en las cuatro líneas de investigación en cuestión, considero que estamos en condiciones de poder abordar algunos de los impactos que la globalización neoliberal ha tenido en México, tanto en lo urbano como en lo regional.
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IMPACTOS DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL EN MÉXICO
Las consecuencias de la aplicación de estas políticas neoliberales encaminadas a globalizar la economía mexicana tienen que ver con:
Podría decirse que México se inserta claramente en una economía global, cuando convergen el agotamiento del modelo de desarrollo de sustitución de importaciones, la presión internacional para reducir la presencia del Estado en la economía y los intereses económicos e ideológicos del grupo en el poder. Una vez que pasó la “década perdida”, caracterizada por un crecimiento del PIB del orden de -0.01%, y algunos programas de estabilización económica, México adopta una política de reestructuración económica y un nuevo modelo de desarrollo de corte neoliberal basado en la apertura del país al mercado mundial y la reducción de la participación del Estado en la economía nacional (Garza, 2003). Algunas políticas encaminadas a ello fueron:
• Abandono de la planta productiva nacional que se tradujo en una desindustrialización y caída de su empleo por la incapacidad de competir con las importaciones. • Expansión de la industria maquiladora y de los problemas ambientales, de sobreexplotación de mujeres y niños y violación de derechos laborales de los trabajadores. • Consolidación de un reducido número de empresas exportadoras que recibieron apoyos del gobierno y de otras que ya contaban con una dinámica propia o que recién se habían desincorporado del Estado. • Inversión extranjera concentrada en actividades financieras (principalmente especulación en la Bolsa) que no generó empresas ni empleos. • Rezago en competitividad, pasando del lugar 29 en 1994 al 36 en el 2000 y al 41 en el 2002. • Rezago en infraestructura, pasando del lugar 39 en el 2000 al 45 en el 2002. • PIB del orden de 3.6% y 3.5% entre 1990 y 1994 y entre 1994 y 2000, respectivamente. • Incremento a 45.3% de la concentración del ingreso nacional en el último decil en 1989, cuarto lugar en AL (Garza, 2003; Hiernaux, 1998a).
1. Supresión unilateral de los permisos de importación en 80% de las fracciones arancelarias (1985). 2. Ingreso al GATT (1986) y a la OMC (1995). 3. Negociación de pactos económicos con trabajadores y empresarios para frenar la inflación. 4. Firma de convenios comerciales con EUA y Canadá. 5. Contrarreforma agraria (1991). 6. Establecimiento de tratados de libre comercio con diversos países (Chile, Costa Rica, el Grupo de los tres, etcétera). 7. Firma del TLCAN (1993) y puesta en vigor (1994). 8. Firma de un tratado comercial con la Unión Europea (2000). 9. Venta de empresas nacionales, gubernamentales y privadas (Garza, 2003; Hiernaux, 1998a).13
Ahora bien, para revisar los impactos territoriales de la globalización neoliberal en México, se tomarán como punto de partida los trabajos de Emilio Pradilla (1997) y Daniel Hiernaux (1998a), para de ahí hacer una revisión más puntual sobre algunos de los aspectos considerados más importantes, además
De las 1 115 empresas gubernamentales que existían en 1982, sólo quedaban 239 en 1991, esto sin incluir la privatización del sistema bancario ocurrida entre 1990 y 1991. La compra de empresas mexicanas por extranjeros ascendió a los 4 200 millones de dólares en el 2000 con estimaciones de alcanzar los 10 000 millones en el 2001, sin contar la compra de Banamex en 13 000 millones (Garza, 2003). 13
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para la instalación de empresas que buscan abaratar costos de producción, vía fuerza de trabajo barata, por ejemplo. Una de las principales transformaciones tiene que ver con un fuerte proceso de desindustrialización de la región centro (la PEA manufacturera pasó de 44.17% a 37.48% de 1985 a 1993), de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) y del DF, lo cual se asocia con la desaparición de empresas que contaban con un aparato productivo obsoleto y que no pudieron competir con las mercancías importadas (Hiernaux, 1998a). En contraparte, se continúa con el proceso de industrialización periférico, principalmente del norte del país, iniciado décadas atrás en ciudades fronterizas, donde se localiza gran parte de la industria maquiladora de exportación, teniendo un gran crecimiento. Solamente el valor agregado generado por la maquila de Ciudad Juárez pasó de 490 millones de dólares en 1985 a 1 100 en 1991, representando 30% del valor del conjunto de las 12 ciudades fronterizas (González, 1997).14 A cierta distancia de la frontera se ha localizado una industria de mayor tamaño en ciudades como Hermosillo, Chihuahua, Saltillo-Ramos Arizpe y Monterrey, constituyendo lo que Hiernaux ha denominado la segunda frontera. La expansión de estas empresas y la posición geográfica favorable de la región centro-norte, ha propiciado un crecimiento industrial importante, precisamente en los estados que la comprenden (Hiernaux, 1998a). Finalmente, más allá del norte del país, también hay una presencia de la industria maquiladora, que representó, para el resto de los estados no fronterizos 363 millones de dólares en 1991, una tercera parte del valor agregado
de agregar algunas otras manifestaciones no tratadas por estos autores. Para Pradilla estas transformaciones se muestran, en términos generales, como “nuevas tendencias de homogeneización subordinada, fragmentaria, discontinua y desigual del territorio” (Pradilla, 1997, 7); mientras que Hiernaux concibe estos cambios del territorio como una “fase de transición territorial” que apunta hacia una nueva organización territorial. Cabe aclarar que muchos de los fenómenos atribuidos a la globalización neoliberal ya se habían manifestado de alguna manera en el modelo de desarrollo anterior, por lo que resulta conveniente considerarlos en términos de continuidad o ruptura, sin embargo los datos disponibles no siempre posibilitan esto. De igual manera resulta difícil, en algunos casos, distinguir los impactos regionales de los urbanos, ya que ciertas manifestaciones territoriales provienen de procesos más amplios, como la migración, que tiene implicaciones regionales, urbanas y rurales por igual. A pesar de ello, a continuación se establece lo que se consideran son algunas de las transformaciones territoriales más importantes que ha tenido México desde su apertura a la globalización neoliberal.
Reconfiguración del espacio industrial Uno de los cambios más importantes que la globalización neoliberal ha producido en México tiene que ver con la nueva configuración territorial asociada a la localización de la industria, ya que la apertura de las fronteras y la flexibilización de los procesos productivos han hecho de México un lugar por considerar
Ovidio González (1997) nos recuerda que la industria maquiladora de exportación es un tipo de subcontratación internacional en la que no hay una venta de productos e insumos, sino la prestación de un servicio productivo, por lo que la transformación de empresas nacionales, que producían para el mercado local, en maquilas representa un cambio muy importante en términos de la subordinación a la hora de establecer precios, cantidades y programación de la producción. 14
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rial, económica y social y su inserción en estructuras territoriales más complejas” (Pradilla, 1998, 40), se considera como el núcleo metropolitano de una megalópolis en formación, tomando mayores dimensiones que la distinguen de lo observado en el modelo de desarrollo anterior. Para Pradilla la megalópolis:
de Ciudad Juárez (González, 1997). Prácticamente en todos los estados de la república se ha instalado la maquila, como lo atestiguan los trabajos de González (1997) sobre San Luis Potosí, Querétaro y Guanajuato, y Gouëset (1997) y Bolio (2001) sobre Yucatán.
Concentración metropolitana y megalópolis
Consiste en la formación de grandes sistemas urbanos uni o multicéntricos, tramas densas de población, actividades económicas, políticas, culturales, administrativas y de gestión, infraestructura, servicios e inmuebles, con diversos polos de concentración, resultantes de la expansión centrífuga de varias ciudades o metrópolis cercanas, que atrapan en su interior a múltiples centros de población menores y áreas rurales cuya población y complejidad también crecen, lo cual da lugar a tramas construidas discontinuas pero estrechamente articuladas por múltiples flujos y relaciones, interdependientes económicamente, con alta densidad de infraestructura y servicios, donde la localización de actividades es relativamente indiferente en la medida que comparten economías de aglomeración, externalidades y ventajas comparativas (1998, 40).
Otro aspecto sustancial tiene que ver con la distribución de la población en el territorio nacional: es medular el papel que han desempeñado históricamente las principales ciudades dado que la migración campo-ciudad, que ha soportado el proceso de urbanización durante los últimos años tomó dimensiones tales que permiten hablar de un México mayoritariamente urbano; en 2000, 65.7% de la población ya vivía en ciudades, a pesar de que la tasa de urbanización se redujo en el último quinquenio de 0.7 a 0.6 por ciento (Garza, 2003). Sin embargo, durante el periodo analizado también se ha detectado una aceleración de las migraciones hacia los Estados Unidos, asociada a la agudización de la pobreza y las crisis recurrentes, y no solamente desde las regiones que han sido caracterizadas como productoras de inmigrantes, sino incluso de la ZMCM, lo que se ha traducido en una disminución del peso relativo que la población del DF, la ZMCM y la misma región centro tenían en el total nacional (Pradilla, 1998; Hiernaux, 1998a). La disminución de las tasas de crecimiento del DF se compensa con el crecimiento que está teniendo el Estado de México y que se ha interpretado como parte de la expansión de la ZMCM que, “por su dimensión y complejidad territo-
Dicho “sistema megalopolitano” tiene como polo dominante a la ZMCM y como nodos secundarios a las zonas metropolitanas de Cuernavaca-Cuautla, Puebla, Tlaxcala-Santa Ana Chiautempan, Pachuca, Toluca-Lerma y Querétaro-San Juan del Río (Pradilla, 1998).15 Pradilla identifica el gigantismo, el desorden, la privatización, la fragmentación, la exclusión, la conflictividad y la violencia y la contaminación como rasgos generales que caracterizan a “la metrópolis latinoamericana
Para Garza “El acelerado crecimiento de las ciudades que constituyen el subsistema urbano de la ciudad de México, todas muy dinámicas y especializadas en manufacturas: Puebla, 4.1%; Querétaro, 10.5%; Pachuca, 6.6%; Tlaxcala, 6.6%, y 8.7% en San Juan del Río […]. Toluca no se incluye pues su tasa es de 3.4%, ligeramente inferior a la media, pero crece en 230 mil personas y su expansión metropolitana se traslapa en los ochenta con la de la ciudad de México, constituyendo técnicamente una megalópolis” (Garza, 2003, 73). 15
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reproducida por el neoliberalismo”, incluidas las mexicanas y en particular la ZMCM. Así, por ejemplo, el gigantismo de las metrópolis neoliberales (referido al crecimiento demográfico y físico) reafirma la tendencia a la concentración, ya que “en un ámbito económico dominado por el productivismo y la competitividad a escala nacional e internacional […] la concentración territorial aparece como una condición objetiva de su desarrollo” (Pradilla, 1998, 43). Vale la pena resaltar el carácter de metrópolis reproducidas por el nuevo modelo de acumulación, con lo que se establece de entrada que estas siete características en su mayoría son procesos sociales heredados de la fase anterior, pero que ahora se presentan como elementos sustanciales de las metrópolis. Es decir, si algunos de ellos ya se podían identificar durante el periodo de sustitución de importaciones, con el neoliberalismo adoptan mayores dimensiones o se agudizan. Tal es el caso del gigantismo, que tiene como sustento la concentración demográfica y económica y cuyas dimensiones, como en el caso de la ZMCM, ya eran exorbitantes antes de la aparición del neoliberalismo, y que con éste trasciende la escala metropolitana para situarse en lo regional. Se ha llegado a determinar que la urbanización de México a fines del siglo XX era marcadamente de carácter metropolitano, confirmándose la tendencia hacia la consolidación de una concentración metropolitana policéntrica, donde precisamente la megalópolis de la ciudad de México ocupa el primer lugar (Garza, 2003). En este esquema, algunas ciudades medias han tenido un auge, vinculado principalmente con la instalación de industrias maquiladoras, al impulso de las actividades turísticas y a la importancia que están tomando las ciudades fronterizas y portuarias. Sin embargo, su economía tiende a consolidarse en muchos casos
en las actividades comerciales, enfrentando un proceso de desindustrialización de su incipiente industria manufacturera, lo que conlleva a una agravamiento de las condiciones de empleo (Garza, 2003; Pradilla, 1997 y 1998; Hiernaux, 1998a).
Transformación interna de la ciudad Una última consideración a tomar en cuenta en esta revisión es la referente a las transformaciones internas de las ciudades, fuertemente vinculadas con la idea de ciudad global. Inicialmente podrían recuperarse los planteamientos de Castells y Borja quienes consideran que en México existe, cuando menos, un nodo urbano de gestión de servicios avanzados conectado a la red global de ciudades (desde su incorporación al TLCAN), para ellos el DF “reforzó sus funciones de gestión y coordinación internacional, transformando profundamente su estructura espacial en el cumplimiento de dichas funciones” (Borja y Castells, 2000, 38). Esta afirmación está sustentada en la existencia de un distrito financiero constituido en torno al Paseo de la Reforma y la parte poniente del Centro Histórico, donde se han concentrado un conjunto de actividades financieras y de servicios de alto nivel, así como en la aparición de nuevos desarrollos inmobiliarios para la localización de sedes corporativas como Hewlett Pakard, Cifra y Televisa en el complejo de Santa Fe, que refuerzan esta apreciación, junto con zonas residenciales de lujo, hoteles y centros comerciales, en las cuales el DF se muestra como una ciudad global. En el conjunto del DF, se construyeron varios nuevos hoteles internacionales, así como cientos de miles de metros cuadrados de oficinas de alto nivel y un nuevo edificio para la Bolsa (Araneta, 1995). La modernización de las telecomunicaciones mexicanas, sobre todo las 245
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de plataforma para su consolidación en esta nueva economía a nivel de megaciudad.16 Éstas son consideradas, más que como gigantescas aglomeraciones urbanas (más de 10 millones de habitantes), como nodos de la economía global y de las naciones más poderosas, ya que concentran en su territorio funciones superiores de dirección, producción y gestión a nivel global, y centralizan los principales centros de poder político, comunicaciones, creación científica y cultural. A lo anterior habría que agregar que, en primera instancia, dicha globalización no conlleva a una igualdad de circunstancias entre ellas; por el contrario, se dan relaciones de poder, de competencia, estableciéndose una jerarquía urbana. Y es en este contexto que se deben entender las ciudades latinoamericanas que se encaminen hacia ello. Esta internacionalización –como la denomina Hiernaux– depende en gran medida del desarrollo histórico de cada ciudad, de su urbanización y de su economía urbana, además de la existencia de ciertas condiciones previas que la posibiliten (Hiernaux, 1998b). Ahora bien, si este planteamiento es correcto, no puede negarse que la ciudad de México se muestra con claras condiciones para ser considerada una ciudad global periférica, para ser más precisos. Sin embargo, no basta con lo anterior, por lo que también habría que constatar otras manifestaciones económicas y territoriales que permitieran identificar los procesos de globalización experimentados en esta ciudad capital. Tal es el caso de la segregación, polarización o dualización social y territorial. Esta dualización consiste en que mientras un sector se beneficia de la apertura, mejorando sustancialmente sus condiciones de vida, otro se encuentra en condiciones de extrema
internacionales en base a satélite, y la difusión de sistemas informáticos, aumentó la capacidad de gestión instantánea de la nueva economía mexicana en los circuitos mundiales (Borja y Castells, 2000, 38).
Por otro lado, resulta paradójico que si las nuevas tecnologías de la información posibilitan la dispersión de la inversión a nivel global, sea precisamente en los grandes aglomerados urbanos donde se concentre nuevamente dicha inversión. Esta misma preocupación fue en su momento abordada por Saskia Sassen, quien lo explica de los siguientes términos: La combinación de dispersión espacial e integración global ha creado un nuevo papel estratégico para las grandes ciudades. Por encima de su larga historia como centros de comercio y finanzas internacionales, estas ciudades funcionan ahora de cuatro nuevas formas: primero, como puntos direccionales de la organización de la economía mundial, altamente concentrados; segundo, como localizaciones clave para finanzas y firmas de servicios especializados; tercero, como lugares de producción, incluyendo la producción de innovaciones en estos sectores avanzados (de servicios); y cuarto, como mercados para los productos e innovaciones producidos (1991, 3-4).
Resulta aún más interesante el planteamiento de que, a la par de esta concentración, se dé un proceso de dispersión a través de una red de periferias y centros metropolitanos regionales jerarquizados, es decir, “la constitución de una red interdependiente y jerarquizada de complejos productores de servicios” (Borja y Castells, 2002, 42). De ahí que el lugar preponderante de la ciudad de México en el sistema de ciudades sirva 16
Christof Parnreiter al preguntarse si la ciudad de México es una ciudad global, destaca que “mientras las metrópolis del ‘Norte’ son llamadas ciudades globales o mundiales, las del ‘Sur’ son simplemente megaciudades” (1998, 27).
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pobreza, lo cual no quiere decir que en las ciudades de la “preglobalización” no existieran diferencias sociales, económicas y territoriales, sino que en este nuevo contexto se da un “ensanchamiento de la brecha que separa los modos de vida de los dos sectores o circuitos” (Hiernaux, 1998b: 19) contrapuestos que, sin dejar de estar articulados, pierden puntos de contacto y se manejan en formas cada vez más distintas. Así, para Hiernuax (1998b) la apertura descalifica las anteriores formas de operar de la mayoría de los sectores o ramas de producción de bienes y servicios, transformándolos de sectores dominantes a lastres ineficaces para la economía global, afectando a la mayor parte de las economías de las ciudades industrializadas del tercer mundo: su población no puede permanecer en el sector tradicionalmente moderno, ni integrarse en el de punta, el internacionalizado; se produce, además, una reducción del empleo industrial en ramas tradicionales y amplios sectores quedan excluidos de los procesos tradicionales y modernos. Como resultado, se da una dualización en dos sectores: el formal, que logra permanecer inserto en la nueva economía, y el informal, que queda en el sub y desempleo. Ambos cuentan con bases territoriales propias: el espacio del sector formal y el espacio propio de la informalidad; cada uno con su propia lógica de localización: la primera alude al orden, el crecimiento, la acumulación y la mejoría de la calidad de vida; la segunda, se relaciona con una mayor flexibilidad, la subsistencia y la pobreza (Hiernaux, 1998b). Por el contrario, en la internacionalización, la informalización de los sectores rechazados
de la economía, la caída del empleo industrial, el crecimiento de la maquila en el norte del país, el encarecimiento de los servicios y la alta especulación inmobiliaria han derivado en un proceso de expulsión de población del centro hacia la periferia de la ciudad como una primera condición para la dualización (Hiernaux, 1998b).17 Por otro lado, en los primeros años de la década de los noventa se empieza a notar que los capitales nacionales e internacionales son atraídos hacia la ciudad de México al generarse una cierta confianza a partir de la realización de algunos proyectos inmobiliarios, como la revitalización del Centro Histórico y la construcción de Santa Fe, la transformación de colonias residenciales con uso exclusivamente habitacional en usos mixtos, así como la construcción de edificios de oficinas, comercios y servicios en las principales avenidas de la ciudad (Hiernaux, 1998b).18 Vale la pena anotar que, con la aplicación de las políticas neoliberales encaminadas a la globalización, en la estructura urbana de la ciudad de México se ha profundizado el proceso de conformación de una red de corredores terciarios, que si bien ya se había generado años atrás, en la actualidad ha tomado al menos tres directrices: la saturación y densificación de los corredores ya creados; la prolongación periférica de estos; y la aparición de nuevos corredores (Pradilla y Pino, 2004). La globalización, como tendencia, ha alcanzado a la ciudad de México, reforzando su primacía en el sistema de ciudades mexicanas, sin que ello signifique necesariamente su incorporación a la lista de ciudades globales, como destaca Parnreiter:
Para el caso de la ciudad de México, Hiernaux (1998b) plantea que ésta no siempre ha sido dual, es decir, que la existencia de una “ciudad clasemediera”, la presencia de usos del suelo no altamente fragmentados y la localización de sectores de bajos ingresos en zonas de la ciudad con alto valor del suelo impidió la existencia de sectores socioeconómicos extremadamente alejados o divisiones tajantes de usos del suelo exclusivos. Por el contrario, se constituyó una mezcla más amplia, donde las zonas proletarias estaban integradas al modelo vigente. 17
Ocho de las 25 empresas más importantes en América latina se encontraban localizadas en la ciudad de México, aunque solamente una de las 500 empresas más importantes del mundo tiene su sede en esta ciudad (Parnreiter, 1998). 18
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otras expresiones y procesos que se diferencian de éste por sus características intrínsecas o por su temporalidad. Como campo de estudio en construcción, el tema de la globalización y el territorio ha ido definiendo líneas de investigación y entre las más ampliamente difundidas se encuentran las que hacen referencia a la nueva configuración que ha tomado la división internacional del trabajo; la lógica de localización industrial y las formas actuales de organización del trabajo; la hipótesis de la ciudad global y su contraparte, las megalópolis y las megaciudades de la periferia. Cabe destacar que estas líneas de investigación fueron formuladas desde los primeros trabajos que incursionaron en dicha temática y la importancia y aceptación que han tenido se puede constatar en su permanencia como preocupación de los investigadores. Sin embargo, es necesario abrir nuevas líneas que apunten hacia otros problemas del territorio, como pueden ser los cambios en la estructuración interna de las ciudades, en las formas de intervenir en ellas, y el análisis de los espacios no “tocados” directamente por dicha globalización, entre otros. Las características y especificidades de las manifestaciones territoriales de la globalización han sido estudiadas en gran medida para territorios nacionales concretos, tal es el caso de los trabajos que buscan establecer los impactos territoriales de la globalización en México. La convergencia del agotamiento del modelo de desarrollo anterior, la presión internacional por la apertura económica (al capital privado, al financiero y al extranjero) y los “nuevos” intereses de los grupos económicos y en el poder, propiciaron una reestructuración económica basada en un modelo de corte neoliberal, encaminada a la apertura del país al mercado mundial. La aplicación de una política económica neoliberal conlleva la idea de insertar la economía mexicana en la globalización, por lo
[...] si el criterio central para la definición de una ciudad global es la función de articular países al sistema mundial, la ciudad de México es una ciudad mundial. Si el criterio es el poder de ejecutar, entonces no lo es (1998, 47).
Sin embargo, este proceso no termina en ello, por lo contrario, continúa hacia otro grupo de zonas metropolitanas que han ido desempeñado un papel importante en la urbanización del país. Tal es el caso de las zonas metropolitanas de Guadalajara y Monterrey que confirman su lugar en la red de ciudades conectadas globalmente a un mercado internacional a través de la competitividad propia de las megaciudades latinoamericanas. Con esto se ha querido destacar algunos aspectos considerados importantes en la definición de un campo de estudio que continúa produciendo resultados que es necesario revisar y discutir en términos conceptuales y empíricos, a fin de poder constatar la pertinencia de un enfoque territorial en el estudio de la globalización, hecho que sobre la marcha se ha ido constituyendo con aportes desde diversas disciplinas.
COMENTARIOS FINALES Tras la revisión apretada de algunos de los contenidos y ejes de discusión del binomio globalización y territorio, puede considerarse que es importante revisar continuamente los supuestos teóricos que sostienen el concepto de globalización, más aún si se busca establecer sus implicaciones territoriales. Resulta pertinente hacer explícito el contenido del concepto y darle especificidad, distinguiéndolo de otros que, siendo cercanos, dan cuenta de procesos diferentes, por lo que el uso de una adjetivación del término puede resultar conveniente: al hablar de globalización neoliberal se hace referencia a un fenómeno económico contemporáneo mucho más acotado, y permite diferenciarlo de 248
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que un conjunto de investigadores del territorio se han planteado la necesidad de identificar las implicaciones territoriales de dicho proceso. Aunque algunos las atribuyen a la globalización y otros más al neoliberalismo, pueden identificarse que en términos generales se inscriben en las líneas de investigación anteriormente esbozadas, siendo una de las preocupaciones y retos de los investigadores de la globalización y el territorio constatar empíricamente la presencia de estas manifestaciones o, en su caso, verificar otras expresiones o modalidades, distintas pero cercanas a los planteamientos centrales que he reseñado. Finalmente, los trabajos interesados en identificar las impactos territoriales de la globalización en México han buscado establecer el momento a partir del cual se puede considerar que México se incorpora a una economía globalizada, así como determinar los rasgos más importantes. Entre éstas se han encontrado los refereridos a la reconfiguración del espacio industrial que se diversifica y se desconcentra, estableciéndose nuevos implantes industriales en una primera y segunda frontera para las ma-
quilas y, más recientemente, una internación más amplia en el resto del territorio nacional; la continuidad de un proceso de concentración metropolitana y la conformación de megalópolis como formas de expresión de la urbanización permanente del país; la constatación de transformaciones espaciales dentro de las ciudades, donde la discusión se centra en torno a la posibilidad de considerar la ciudad de México como una ciudad global, verificando ciertos rasgos en espacios concretos y bien acotados, mientras el resto de la ciudad manifiesta una “indiferencia” de una globalización interesada por ciertos sectores de la población, de la economía y de la ciudad misma. Sólo resta agregar que el campo de estudio de la globalización y el territorio requiere profundizar en los planteamientos hasta ahora elaborados, con una mayor especificidad y constatación empírica que permita discernir las implicaciones territoriales de la globalización neoliberal de las manifestaciones que se muestran en la actualidad como una continuidad de procesos más amplios, pero con expresiones distintas.
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