Habla el presidente: discurso pronunciado en el paraninfo de la Universidad de Valencia el 18 de Julio de

Habla el presidente: discurso pronunciado en el paraninfo de la Universidad de Valencia el 18 de Julio de 1937 http://hdl.handle.net/1874/278711 ?

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Habla el presidente: discurso pronunciado en el paraninfo de la Universidad de Valencia el 18 de Julio de 1937

http://hdl.handle.net/1874/278711

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? RIJKSUNIVERSITEIT UTRECHT 1417 9158

? HABLAEL PRESIDENTE Dlscurso pronunciado por S. E. el Pre-sidenie de la Repüblica, Don ManuelAzana, en el paranlnfo de la Univer-sidad de Valencia el 18 de Julio de 1937 Sucesores de Rivadeneyra (S. A.(Consejo Obrero)

? AJSAHjf Emmmm " À < 1 laüfißM -naG et\'àb ^rmbii .,\'^ \' , • viovinü et »b c}n!ri64é^q !ö na .ûô-ôiA.- .»i-./ i \' , \\ . ??? - ..if- f\'. ? ? ? \' . ?. \' f (fc.jjdO Of«;

? El Gobierno ha creido conveniente que en el diade hoy me dirija al pueblo, diciéndole algunas pala-bras correspondicntes a las circunstancias del dia,por la consideración de que el Presidente de la Re-püblica representa y dénota una continuidad queestâ por encima de las mudanzas de los Gobiernosy de los vaivenes de la politica. Lo hago con pla-cer. Como siempre. Aunque no dejan de estar pré-sentés en mi ânimo, y en cierto modo lo sobreco-gen, la gravedad de las circunstancias y lo impo-nente de los recuerdos. Es preciso darse cuenta de que en cierto modovivimos un poco esclavos del calendario; y asi, enla rotación de los dias, cuando reaparece una fechamemorable que a nuestro juicio seiîala una grandivisoria en los tiempos, el espiritu se siente can-dorosamente inclinado a pensar que esta

reapari-ción, esta memoria, marcan la clausura de un ciclo; el comienzo de otro nuevo. Vosotros sabéis desobra que eso no es asi, y en las circunstancias deestos dîas. menos todavia que nunca. Porque nohay unas reflexiones que sean especîfîcamente pro-pias el dîa 16 de julio del ano 37, sino que han deser valederas para todos los dias del ano que aca-ba de transcurrir, como lo serân para todos los diasdel aüo que empecemos a çontar desde hoy, como

? lo seran para todos los dïas de todos los anos porvenir. Porque nosotros, es decir, los que asumimosla representación de la Repüblica Espanola, cadauno en su sitio y con los que con su sangre y suesfuerzo la sostienen y la defienden, hemos formu-lado desde cl primer dia un cierto nûmero de ver-dades irréfutables, porque son las verdades de nues-tro derecho, de nuestra justicia, de la razón quenos asiste y, como nuestro derecho, inmarcesibles.Podrân oponérseles, y se les oponen, la fuerza yla violencia armada que pretenden destruir a losque mantienen estas verdades y este derecho; podrâoponérseles, y se les opone, el desdén dc los que lasdesoyen; pero eso no importa. Podrâ la fortuna ju-gar sus juegos caprichosos; podrân los hombres fra-casar o acertar en sus planes de acción; podrân losGobiernos

enredarse en triquinuelas despavoridas;podrâ haber guerra o podrâ no haber guerra; po-drân los pueblos dejarse arrastrar de nuevo a unaquimera sanguinaria. Se consolidarâ la paz. La So-ciedad de Naciones saldrâ de su letargo y desper-tarâ aûn celos vigilantes o continuarâ como hastaahora. No sé. En cualquiera de esas eventualidades,siempre quedarâ aquî adherido un Côdigo de ver-dades absolutas, grabadas por modo indeleble, ycon las cuales la Repüblica comparecerâ ante laHistoria como hoy comparece, tranquila y segurade su derecho hasta el juicio del mundo. (Muy bien.) Lo que nos hizo empunar las armasnos prohibe hoy soltarlas. No es poco esto. Para mi es todo. No es poco,porque la concepción de la verdad que nos auto-rizô a empunar las armas nos prohibe hoy soltarlas.Esta verdad, obrando

sobre el espîritu del espanol,

? obra milagros; porque al espanol, cuando un rayode verdad perdurable atraviesa su espîritu, se Iehace pequeno el mundo, y no hay sacrificio quepueda rendirle ni contrariedad temporal que ago-te su capacidad de sufrimiento. Ademâs, es im-portante el caso para los otros pueblos y para losgrupos que los dirigen; porque la convivencia inter-nacional ilimitada se funda en el respeto al dere-cho, y hay no sólo la obligación moral, sino laobligación legal pactada de reconocerio y procla-marlo allî donde esté y de ajustar la conducta aese reconocimiento y a esa proclamacién, y una dedos: o nuestra especie, nuestras verdades no sontaies verdades, son tesis falsas, y habrîa que de-mostrarlo, o si no lo son, si no son falsas y nadiecon autoridad ha podido refutarlas hasta el dîa, esnecesario que con arreglo a esta

verdad procedantodos. Por no haberlo hecho asi, lo que empezôsiendo un conflicto de orden pûblico interior deEspana se ha convertido en un conflicto europeo.Por no haberlo hecho asî, nos encontrai.ios hoy, o,mâs exactamente, se encuentran te dos hoy en uncallejón sin posible salida. Voy a repasar con vos-otros cuâles son nuestras tesis, cuâlcs son nues-tras verdades. En el mes de julio del afio 36 habia en Espanaun régimen politico legitimo, reconocido por todaslas potencias del mundo y en buena paz y amistadcon todas ellas. Nadie lo habrâ olvidado, nadie lopodrâ negar. Esta situaciôn era, por parte del pue-blo espanol, el ejercicio del derecho que nadie pue-de discutir de regirse libremente en su politica con-forme a las voluntades de la mayoria del pais; ma-yorîa, como la experiencia probó, mudable

y cam-biante. como es propio de la democracia en que que-riamos vivir, y que es precisamente la garantia yel seguro del equilibrio politico exterior. En tal si-

? tuación, un dia del mes de julio del ano 36 estallaen Espana una rebelión. Un paitido politico o variosgrupos polîticos que no estaban conformes con lapolitica republicana ni con la propia Repüblica (yhasta ahi estaban dentro de su derecho), resuelvenderrocar la Repüblica y cambiar por la fucrza lapolitica nacional; y tomando como arma para rea-lizar sus dcsignios a una gran parte del Ejércitoespanol (y ahi ya empieza el delito ), se rebelan con-tra el régimen republicano. Tal como aparecia el suceso, en sus formas, ensus fines y en sus fuentes, para el Estado espanolel hecho era una altcración gravisima del orden pù-blico, un problema formidable de paz interior; perono era mâs. Sia la compiicîdad extranjera, la rebeliónya habria fracasado. Pasamos aquellos dias criticos, que no se os ha-brân olvidado; dîas

criticos, porque no era seguroque el plan fâcil de sorprender al Gobierno y deapoderarse, por sorpresa también, de todos los re-sortes del Estado, prosperase o no. Pasamos unosdias criticos, y la rebelión, vencida en Madrid, ven-cida en Barcelona, abortada en Valencia y en otrasregiones, vencida también en cl Norte, estaba moraly casi materialmente derrocada. Si la rebelión, laperturbación gigantesca del orden publico en Espa-na, no hubiera tenido mâs que los ekmentos y lasfuerzas y los fines que demostró el primer dia yen los dias inmediatos, hace ya muchos meses, alas pocas semanas de su comienzo, que la rebeliónse habria agotado. A estas alturas, a esta distancia del origen, nocreo que quedarâ una sola persona en el mundo

? qüe córiozca îos asuntos de Ëspafia que pueda ne-gar que, sin auxilio de las potencias extranjeras, larebelión militar espafiola habrîa fracasado. Es, por tanto, una verdad evidente que si en Es-pana la guerra dura un ano, no es ya un movi-miento dc represión de una rebelión interior, sinoun acto de guerra extranjera, una invasion. Laguerra estâ mantenida pura y exclusivamente, nopor los militares rebeldes, sino por las potenciasextranjeras que sostienen una invasion clandestinacontra la Repüblica Espanola, En el propio mes de julio y agosto del ano pasa-do nos adelantamos a decir a la opinion espanolay a la opinion universal—lo hice yo, lo hizo el Go-bierno—^que la cuestión cambiaba râpidamente deaspecto, que estaban ya a la vista los sîntomas, lasdemostraciones, de que en Espana se preparaba

unainvasion extranjera. Tengo la imprcsión de que nofuimos creîdos. Quizâs se pensó que era un re-curso de la propaganda; que nosotros nos propo-nîamos prcsionar al mundo para atraernos sus sim-patias ante un conflicto interior al que no podîa-mos dar cabo. Meses pasaron, y hubo ya que ren-dirse a la evidencia. Espana estâ invadida por trespotencias: Portugal, Italia y Alemania. Nuestro pais, en el curso de poco mâs de dossiglos, ha sido invadido cuatro veces, las cuatro sinactos de provocación por parte del Gobierno espa-nol de cada época. Una vez, bajo las aparienciasdel litigio dinâstioo entre las familias de Europa,para disputarse en nuestro suelo los despojos delImiperio espafiol en decadencia; otra vez, tomandopor presa la independencia de Espana y por segurosu posición geogrâflca, para convertir

el puebloi es-panol en un campo de batalla, donde se ventilabanla rivalidad del imperialismo continental de Bonapar-te y el Imperio naciente inglés; otra vez, en una

? àpariencia simuiacro de guerra, para imponer alpueblo espanol, por acuerdo de Congresos extran-jeros, un régimen politico que el pais no habia vo-tado (la invasion de los cien mil hijos de San Luis,ahijados de Fernando VII, tuvo este carâcter), y lacuarta vez es la invasion comenzada en 1936, yque no ha terminado todavia. ^Cuâles son los motivos de esta invasion que es-tamos padeciendo? iPor qué esta guerra clandes-tina? îAgravio de Espana a las potencias que la :n-vaden? Yo no los conozco. La Repüblica, y aûn mâsque la Repüblica Espana, antes de ser republica-na, ha vivido en paz y en buena amistad con elimperio alemân. Por haber sido neutrales en la gue-rra, ni siquiera Espafia tuvo que acudir a firmar elTratado de Versalles, de donde dimanan tantos ren-cores en Europa, y no hemos tenido nada que

vercon la politica desarrollada a las mârgenes del Rîn.Unicamente hemos asistido, con asombro y con do-lor, al derrumbamiento de la Repüblica alemana.Con Italia hace siglos que no tenemos el menor mo-tivo ni ocasión de disputas; y cuando en el ano 35un Gobierno espaûol, precisamente de las derechas,secundando la politica de la Sociedad de Naciones,puso a Espana en el surco que abria la Escuadrainglesa entrando en el Mediterrâneo a la cabezade 52 naciones para tratar de imponer respeto alDerecho, Espana no hizo mâs que adherirse a lapolitica obligatoria y pactada de la Sociedad deNaciones, sin que hubiese en nuestra actitud nin-guna diferencia con los demâs pueblos ni un agra-vio al pueblo italiano. (Muy bien.)

? Motivos reales de la invasion de Espana. iCuâles son, pues, los motivos de la invasion?iRivalidades y competencias en el mundo? Espa-fia no las tiene; ni siquiera en el Mediterrâneo,contra lo que impone la naturaleza y lo que re-clama nuestro interés; ni siquiera en el Mediterrâ-neo Espafia venia hacienÜo el papel que por ambosmotivos le corresponde, iCuâl es, pues, el motivode esta invasion triple? Ya en el afio pasado de-ciamos que no es por derrocar la Repüblica. Noles importa mucho el régimen politico interior deEspana, y, aunque les importase, tampoco eso jus-tiflcaria la invasion. No. Vienen a buscar las minas;vienen a buscar las primeras materias; vienen a bus-car los puertos, el Estrecho, las bases navales delAtlântico y del Mediterrâneo. Y todo eso, ^porque? Para dar jaque a las potencias

occidentalesinteresadas en mantener este equilibrio, en cuyaórbita politica internacional, precisamente, Espa-fia ha venido rodando durante muchos decenios.Para dar jaque lo mismo a la potencia inglesa quea la francesa. Para eso es la invasion de Espafia.Y, una vez mâs, en nuestro suelo se ventilan, sedisputan intereses contrapuestos, mâs o menos jus-tificables, en los cuales Espana no^ tiene nada quever ni ha provocado la cuestión. Delante de la invasion comprobada, demostrada,nunca provocada, iqué ha hecho la Repüblica? Nos-otros nos hemo» encontrado en el afioi 36 con unmundo organizado de manera distinta de como loestaba en otras invasiones anteriores; nosotros noshemos encontrado en el ano 36 con que en Euro-pa y en el mundo entero—a consecuencia de la gue-rra mundial, del

terrible escarmiento de la guerramundial—se habia esbozado un tipo de organiza-ción comûn. Y nos habian ensenado y nosotros

? habîamos creîdo que la Sociedad de Naciones erala expresión juridica de un sistema de derechos yobligaciones, sobre los cuales se fundaban desdeahora las relaciones internacionales. Nosotros lohabiamos aprendido asi cuando vimos nacer a nues-tros ojos la Sociedad de Naciones; y puesto que locreimos y firmamos, estamos en la Sociedad deNaciones. Y a la Sociedad de Naciones fué laRepüblica; pero no fué a pedir, ni tenia por qué,que la Sociedad de Naciones le re&olviese al Go-bierno espanol el problema interior, que es desu pura y estricta competencia y mâs fâcilmentedominable por él. A lo que fuimos a la Socie-dad de Naciones es a que esta Asamblea de De-recho y alcâzar de la paz y guardian de los de-rechos de los pueblos alli congregados se enterasede que un Estado miembro de la Sociedad de

Na-ciones estaba invadido por otros Estados, dos delos cuales\', por lo menos, son también miembros dela Sociedad de Naciones. A esto^ fuimos a Gine-bra. Fuimos alli y hemos vuelto y volveremos a ir,porque no creiamos entonces, no creemos aûn, quepara ser oidos en el templo de la paz sea menesterentrar en él haciendo ruido de guerra; porque nohemos creido ni creemos aûn que para que le re-conozcan a uno su derecho en la Asamblea del De-recho—donde no se debe abrdr la boca mâs que in-vocandoi el derecho, porque a él se debe la existen-cia—sea preciso entrar amenazando con que unose va a tomar a la fuerza su derecho si no se loreconocen; porque no creiamos ni creemos aûn quela Sociedad de Naciones se haya convertido en unaespecie de Congreso de Viena de larga duración, ma-nejado entre

bastidores por dos o^ tres potencias, yen el cual los pequenos hacen el papel de compar-sas; y hemos ido a la Sociedad de Naciones porquehemos creidq y seguimos creyendo que los pueblos

? de menor fuerza, los Estados de segur.do orden—que, ademâs, son la mayoria—. tienen alli algoque hacer, que no consiste en concar las horas queles faltan para padecer ellos la misma suerte queestâ padeciendo Espana. (Muy bien.) Por eso hemos ido a la Sociedad de Naciones,porque creiamos esto; pero no se negarâ que nues-tra fe es robusta. La Sociedad de Naciones, cuan-do acudió por primera vez Espana con este pro-blema, no estaba enterada ni sabia que Espafia es-tuviese invadida por otros Estados miembros de laSociedad. No lo sabia. Después de todo, si no losabia, îqué iba a hacer? A lo mejor, la invasion erauna invasion de los "rojos"; no habia nada quehacer como no fuese enterarse. Han pasado meses;el Gobierno espanol, los Gobiernos espanoles, unostras otros, han

vuelto allî a hacer oîr su voz, y laSociedad de Naciones ya se ha enterado, ya sabeque un Estado miembro de ella estâ invadido porejércitos de otros Estados; se ha probado irrefuta-blemente; y la Sociedad de Naciones, después dchacer constar en una resolución solemne que enEspafia hay tropas extranjeras que hacen la guerraal Gobierno legitimo, acordó traspasar el asunto alComité de no interven ción que funciona en Lon-dres. Nuestra fe es robusta ante estas pruebas. La Sociedad de Naciones y el Comitéde Londres. ïY qué es esto? ^Para qué sirve el Comité deLondres? Voy a hacer delante de vosotros, si noos fatigo demasiado, un ligero resumen de su acción. Siempre he tenido, desde el mismo dia en quenació el Comité, algunasi réservas personales res-pecto a sus fines verdaderos; réservas

que, como

? indica la palabra, he guardado para mî solo y quetodavîa no creo oportuno publicar. Me atcngo alo Qificial: el Comité de Londres se ha fundadopara salvar la paz, impidiendo que el conflicto es-panol se extienda a toda Europa; y la manera deque el conflicto espanol no se extienda a toda Euro-pa es el compromiso solemne, riguroso y eficaz, deque todos los paîses que estân présentes en el Co-mité de no intervención no mandarân a Espana nitropas, ni técnicos, ni ningûn elemento de gue-rra, ni favorecerân la guerra en modo alguno. Enrealidad, el Coimité de Londres estâ fundado en unaidea falsa y funciona bajo un equîvoco. He aqui los resultados, Idea falsa, porque su ta-rea de salvaguardar la paz no puede consistir mâsque en hacer respetar el derecho. El Comité deLondres no puede substituir y reemplazar a la

So-ciedad de Nacioncs, porque no es emanación suya,no tiene sus poderes, no estâ ajustado ni tiene porqué a los principlos que articula el Pacto. No apli-ca sus métodos, no tiene la autoridad moral quepuede tener y tiene la Sociedad de Naciones. Fun-ciona sobre un equîvoco. Porque hay dos modosde intervención en un conflicto como el nuestro.Hay la intervención armada, belicosa, provocativay rapaz de quien invade o de quien auxilia, y estaintervención siempre la Sociedad de Naciones lahabria podido condenar y prohibir, Y hay otromodo\' de intervención: la intervención juridica ypaciflcadora, a través de los instrumentos de la So-ciedad de Naciones, de sus instrumentos juridicosy de sus métodos de acción; la cual intervenciónpaciflcadora y juridica, no sólo es licita y permisi-ble, sino obhgatoria y necesarià; y

este género deintervención paciflcadora, juridica, solamente la So-ciedad de Naciones la podria realizar. De suerteque el Comité de no intervención de Londres, su-

? cedâneo de la Sociedad de Naciones para el con-flicto espanol, no la substituye, no la reemplaza,pero la narcotiza, la suprime. Habiendo sido fun-dado el Comité de Londres para que no intervenganadie en el conflicto espanol, la ûnica no interven-ción que el Comité ha logrado ha sido la no inter-vención de la Sociedad de Naciones. (Grandesaplausos.) Quienes esperen del Comité de Londres reso-luciones de principio, afirmaciones de carâcter ge-neral, deducidas de principios jurîdicos, yerran gra-vemente, porque el Comité de Londres, por suorigen, por su composiciôn y por su funcionamien-to, no esta instalado en el terreno del Derechointernacional, en el terreno juridico, sino en el te-rreno politico y gubernamental. El Comité de Lon-dres es un artllugio formado por delegados de Go-biernos que se

vigilan unos a otros, de potencias quese temen, donde Espafia no tiene voz, donde elconflictO\' espanol no es examinado a la luz del de-recho y de la razón y dc los Tratados internacio-nales, sino como una cuestión de hecho y en cuan-to sus consecuencias puedan repercutir mejor o peoren los intereses de las cinco grandes potenciaseuropeas que juegan la gigantesca partida que to-dos conocemos. Esta es la realidad. (Aplausos.) Naturalmente, yo no digo que no sea legitimotornar precauciones contra una guerra posible.iCômo se va a dudar! Tampoco quisiera dudar dela utilidad de esas precauciones. Pero como el siste-ma es vicioso desde su origen, por partir de unaidea faka y funcionar sobre un equivoco, las con-secuencias son lamentables. Veâmoslas râpidamente.

? La ficción de la no ingerencia y del control. Funciona el Comité de Londres. Consecuencias:?todas contrarias al derecho de la Repüblica es-panola : 1." El Gobierno espanol se ve privado, en granparte, del ejercicio de derechos que legitimaimentele corresponden en orden al comercio exterior. 2." Unos Gobiernos, esclavos de su palabra,cumplen rigurosamente, no sólo los compromisosadquiridos en Londres, sino que incluso los com-promisos que iban a adquirir, en tanto que otrosdescaradamente violan las convenciones, los pac-tes solemnes emitidos en el seno del Comité, aciencia y paciencia de todos los demâs. 3." Se pacta o se establece un plan de vigilan-cia, que llaman de control, del cual, benignamente,para que nadie se irrite, se excluyen los materia-les de aviación. 4.° Se establece el Plan

de control y se dilatasu comienzo una semana y otra, un mes y otro,para dar tiempo a que en los puertos espanoles enpoder de los rebeldes se hagan los alijos de tro-pas, municiones y armamentos bastantes—o que sejuzgue bastantes—^para derrotar al Gobierno y ala Repüblica. 5.° Exactamente empieza a funcionar el con-trol naval cuando se cree razonablemente que yahay en Espana bastantes divisiones, bastantes avio-nes y bastantes carros de asalto, y todas las de-mâs cosas que podian haccr falta para ganar laguerra los rebeldes. \' 6.° Funciona el control naval, y a las pocas se-manas se descubre, con asombro, que todos aque-llos elementos de guerra desembarcados râpidamente,antes de que el control funcionara, no son bastan-tes para derrocarnos y que, ademâs, el control, con-

? tra lo que se esperaba, no nos asfixia. Inmediatamen-te después de adquiridos estos convencimientos, fun-dados en una experiencia terrible, surgen los inci-dentes del Mediterrâneo, que no tienen otro pro-pósito ni otro objetivo que echar abajo el Plan decontrol naval. Se echa abajo el control naval mediante el es-cândaio bârbaro del bombardeo de Almeria, queha quedado impune, salvo la condenación que hayafulminado sobre él la conciencia del mundo justlcie-ro y libre que nos contempla. Ya sabe también elmundo que cualquier Escuadra puede arrasar unaciudad costera sin que le pase nada. Experienciavivida que no dejarâ de tener consecuencias. Seecha abajo cl control naval cuando se percibe cla-ramente que sus efectos no bastan a derrotarnos;ante dos posicioncs, al parecer irréductibles,

toma-das en el terreno diplomâtico en que se mueve elComité de Londres, surge un proyecto de compro-miso. Nosotros, con nuestra mente meridional, ocomo en otros tiempos se decia abusivamente, lati-na, para expresar una mente formada en el cultode la logica, con un pudor del entendimiento queno le pcrmite admitir que dos y dos son dieciséis;nosotros, asi formados intelectualmente, pensamosque las transacciones, los compromisos son posibles.son incluso a veces recomendaciones de la pruden-cia y del buen sentido entre derechos iguailes, peroque estân en conflicto, o entre intereses legitimosque estân en desacuerdo y que hay que poner deacuerdo. Pero compromisos y transacciones entreel derecho y la fuerza que lo viola, entre el agresory el agredido, no son posibles; son

materialmenteimposibles. Y una de dos: o el derecho queda vio-lado o desahuciada la fuerza. No hay transacción.En cfecto; no la hay. En el proyecto sometido aho-ra al Comité de Londres no hay tal compromiso ni

? tai transacción. Lo que pasa es que el derecho espisoteado y la fuerza, en cierto modo, satisfecha.Este es el compromiso; porque a la larga de mudhasconsideraciones y de muchos paliativos, lo que sepropone en el compromiso es el reconocimiento debeligerante al Gobierno espanol—j muchas gracias!—y a los rebeldes. El Comité favorece descaradamente a losrebeldes. Y yo afirmo que desde que empezó la guerra nose ha realizado un acto de intervención en favorde los rebeldes mâs descarado que esa propuesta,que es de reconocimiento de beligerancia (Gran-des aplausos.), ©1 cual no es sólo una torsion alDerecho, sino en el orden politico y el militar elmâs poderoso auxilio que los rebeldes podian pe-dir. Y résulta, en virtud del funcionamiento del Co-mité, que veintdtantos o treinta Estados, la mayo-na de los

cuales—es decir, sus Gobiernos—no ha-bian pensado en otorgar a los rebeldes la belige-rancia, ni habian hecho especial estudio ni apreciode esta cuestión, ahora se sienten dulcemente in-citados, suavemente compelidos a hacer el recono-cimiento en comûn, como si siendo muchos el he-cho del reconocimiento pareciese mâs justo o que-dara disimulada la terrible agresión que suponecontra la razón y el derecho de la Repûblica deEspana. Y este Comité, instituîdo para que nadieintervenga en Espana, lo que hace es provocar yconectar la intervención de treinta Estados en fa-vor de los rebeldes. Y cuando aqui no debia in-tervenir nadie, el Comité es el que arrastra a la in-tervención mâs descarada y decidida que hasta aho-ra se habia producido en la guerra de Espafia.

? Este es el funcionamiento del Comité de Londres,y por eso tenîa yo desde el comienzo tantas ré-servas acerca de su verdadera finalidad. Porqueved la operación, que estâ bien dara. Primero sesustrae el conflicto espafiol al conocimiento y ju-risdicción de la Sociedad de Naciones, ûnfca en-tidad que en el terreno del Derecho podia interve-nir en él; y una vez que se le ha sustraido a laSociedad de Naciones el conflicto espanol y se leha colocado en cl terreno rcsbaladizo de la diploma-cia y de los intereses gubernamentales y politicos,cl Comité de Londres, que habia sido creado parano intervenir y que no debîa intervenir, intervinototalmente. El juego estâ claro. Yo creo que, sinagravio para nadic y sin poner en duda la buenafe de la casi totalidad de lo!s miembros del Comitéde Londres, esta

permitido dccir que en Londresen este asunto se ha abusado del empirismo, lo cualchoca mucho con nuestra contextura mental. Y clresultado es que, lesionando lo:s derechos, tampocose ponen a salvo los intereses. En los acuerdos que ha tornado en cl pasado o?que pueda tomar en lo por venir el Comité de nointervcnción los hay de dos órdenes: unos que serefîeren exclusivamente a las potencias signatariasdcl compromiso, o scan las disposicioncs y garan-tias que mutuamente se dan para estar tranquilasrespeoto de la formalidad de cada cual en el cum-plimiento de sus obligaciones, dc sus obligacionespactadas; y como Espana no ha intcrvenido paranada en el Comité ni ha pactado nada, un ciertonumero de acuerdos de esta especie no afectan nia las actividades, ni a los derechos, ni

a la posi-ción del Gobierno espafiol. Hay otra serie de acuer-dos dcl Comité dc Londres que recaen de maneradirecta o indirecta sobre la posición, el dcreoho ola actividad del Gobierno. Y uno de éstos es ca-

? balmente el propósito de recoaocer la beligeranciade los rebeldes, compensado (cosa extrana) con elproyecto de eximir de la contienda en Espana atodos los extranjeros. Sobre esto habria que expli-carse. Cuando el Comité de Londres estudia o pro-pone que se vayan del territorio espaiiol todos loscombatientes que no son nacionales espanoles, ahiesta en su misión; porque si el Comité ha sido crea-do para impedir que otros pueblos intervengan enEspana, es natural que su acción se extienda a co-rregir el resultado de esa intervención, si ya se haproducido; y si el Comité esta para que no des-emtarquen en Espana mâs italianos ni mâs alema-nes y para que no crucen la frontera mâs Portugue-ses, ha de estar también para que la vuelvan a re-pasar o a reembarcarse los que la cruzaron o

des-embarcaron. Ahi estâ en su terreno. Pero es pre-ciso saber qué se quiere decir cuando se habia dela retirada de extranjeros. Se ha adoptado la de-nominación de voluntaries. Pasemos por la palabra;pero todo el mundo sabe que no se trata de eso.Para nosotros son extranjeros en Espana, en rela-ción con el problema de que hablo, todos cuantosen el mes de juHo del ano 36 no eran ciudadanosespanoles. La expresión no puede ser mâs clara, nimâs terminante, ni mâs justa. Quien en julio del 36no era ciudadano espaiiol, queda incluido en estereembarque o repatriación de extranjeros. ^Quiénes son los extranjeros cuya retiradapide el Comité? Ahora bien; en el proyecto de compromise queestâ en estudio en el Comité de Londres—si yo nolo he leido mal, o si no lo he entendido peer—noes esto lo que se

propone, porque en este proyec-

? to de compromiso se habla de que serân retiradosde la guerra espafiola todos los que sean sùbditosde una potencia firmante del compromiso de no in-tervención. Bien estâ, pero no basta; no basta, poruna razón que ya estâis formulando, y es que elsultân de Marruecos no ha firmado el Pacto de nointervención; y los sùbditos del sultân de Marrue-cos, lo mismo los que habitan en la Zona francesaque los que habitan en la Zona espafiola, en Espa-fia son extranjeros. Y ésos son también incluiblesy deben ser incluidos en el proyecto dc repatria-ción o de rcembarque de extranjeros. Y si no sequiere, sera menester que las potencias extranjerasque ejercen Protectorado en Africa o fuera de Afri-ca empiecen por decir solemne y oûcialmente que losnativos de las tierras sometidas a su

Protectoradoson ciudadanos del Estado protector. Una vez quelas potencias europeas que tienen Protectorado di-gan esto de una manera solemne y oflcial, con todassus consecuencias, entonces yo estoy dispuesto apasar porque los marroquies dc la Zona espafiolatampoco sean extranjeros en Espana; pero mientrastanto, no. (Muy bien,) Lo que no se puede admitir es que este proyec-to de reembarque o de repatriación de extranjerosse conjugue con el reconocimiento de la beligeran-cia. El Gobierno espafiol haria un sacrificio, dismi-nuycndo su poder combativo, al permitir que seequipare la suerte de los que verdaderamcntc hanvenido a luchar por la bandera de la Repüblica Es-pafiola voluntariamente, con los que han venido alotro lado enviados por sus Gobiernos. Los nues-tros si que son

voluntarios, porque nadie los hallamado ni nadie les ha impelido a venir a comba-tir a nuestro lado, mâs que sus propios sentimien-os politicos. Los del otro lado no son asi. El Go-bierno espafiol, sin embargo, estaria dispuesto a pa-

? sar por este sacrificio siempre que en la repatriaciónO reembarque, como se quiera llamar, en la retira-da de extranjeros, se procéda con rigor, con impar-cialidad y con verdad en todas partes. Pero unanueva farsa y una nueva comedia, una nueva flccióncomo la del control en torno al reembarque de losextranjeros, nosotros no la podemos admitir ni to-lerar. El kma del Comité de Londres es "conservar lapaz". iOran lema es conservar la paz! Nosotrostambién lo adoptamos. Pero es menester, en primertérmino, saber apreciar en su justo valor los peli-gros que amenazan a la paz y cuâl es su verdaderaeflcacia y su verdadero valor. No vaya a resultarque entre peligros ciertos se mezclen fantasmas oespantajos que simulen un peligro que no existapara la paz, y que, sin embargo, sirvan para darpaso y

exculpación a una politica turbia. Y, ade-mâs, se ha de hacer constar también que la Repû-blica y todos los Gobiernos de la Repûblica quierenla paz, no sólo en Espana, sino en toda Europa.Es una estupidez afîrmar y creer, o una picardia eldecirlo sin creerlo, que en la Repûblica Espanolani el presidente, ni los Gobiernos, ni el Parlamento,ni los partidos, ni nadie tienen el menor propósitoni el menor interés en que el conflicto bélico espa-nol se extienda a toda Europa. Esto es una patranao una estupidez. Nunca, nadie en nuestro pais ni en nuestro campoha podido tener semejante pensamiento. En primerugar, por principio y por humanidad; y en segundolugar, por interés nacional; porque yo vuelvo a re-petir que la generalización del conflicto bélico atoda Europa sumergeria a la causa nacional espa-nola en un

conflicto de mucha mâs amplitud y vas-tedad, y entonces la soluciôn de nuestro problemano estaria subordinada a los datos del derecho y de

? ia historia politica que acabamos de exponer, sinoa los datos generales del conflicto europeo; y noestoy seguro de que nuestro interés no naufragasedelante de otros intereses mâs fuertes que el nuestro. No. Guerra, no. Paz, si. Pero estamos persuadi-dos de que el modo dc consolidar la paz no puedeser mâs que cl restablecimicnto de los procedimien-tos jurîdicos y dejar un poco al margen los cmpi-rismos diplomâticos y los tratos y contratos oscurosentre Gobiernos que no han scrvido hasta ahorasino para hacernos daiio o para agravar la situación. El crimen politico que se comete con Espana. Mientras tanto, la guerra en Espana siguc ha-ciendo estragos. La guerra es un monstruo que pa-rasitariamente se apodera de un cuerpo nacional, yuna vez que se instala cuesta mucho trabajo despe-garlo; de

por si no se va mientras no haya chupadohasta la ultima gota de sangre del cuerpo que tieneagarrotado. La guerra continua estragando nuestropais; pero hay algo peor que la guerra, que es elescândalo moral que se estâ dando con la guerraclandestina que otros pueblos hacen al pueblo es-panol a ciencia y paciencia de todo el mundo, cri-men al que cuesta trabajo encontrar parecido, por-que desde el reparto de colonias en el siglo xvinno se habia cometido en Europa un crimen politicocomparable al crimen que se estâ cometiendo conEspana. No se habia cometido otro mayor. Nadicquicre hacerse cargo de eso. Nadie, oflcialmente.Pero yo tengo la persuasion, y mâs que la persua-siôn, la prueba, de que cl esplendor y la justicia dcnuestra causa se abre camino a través del mundo.No me refiero

sólo—\'que ya seria mucho—a lasamistades que en Europa y en América poseemos r ^

? y a las que iperôlanecèmôs agradecidos. No. No sóloa eso, sino a toda la opinion libre del mundo, quesin compromisos de ninguna especie y dejândosemover por impulses del sentimiento personal por eldeber de su conciencia, ha acabado por enterarsede cual es la verdadera situación de Espana y dóndeesta la razón y dónde esta el delito. Esto es mucho.Mucho\'. Pero aûn hay otra cosa mejor, que bastapara compensâmes de la incomprensión extranjerao de las anagazas que los intereses en discordiapueden tener en nuestro camino. Lo mejor es lafuerza armada de la Repüblica y su decision de im-poner la Victoria y la libertad en Espafia. (Muybien; grandes aplausos,) iQiUé deciamos? iSociedad de Naciones? iComitéde Londres? ^Tratos diplomâticos? ^Amistades pre-dosas? iPropaganda? Muy bien; todo

eso es admi-rable; pero el Ejército de la Repüblica vale mâs.iEl Ejército de la Repüblica! (Formidable ovación.Los concurrentes, puestos en pie, aplauden frenéti~camenfe al presidente y al Ejército.) Al cabo de un ano, y a través de tantas amargu-ras, tantas injusticias y tantos fracases, una cosa escierta: que el pueblo espaiiol y les Gobiernos de laRepüblica, todos los Gobiernos de la Repüblica,sus auxiliares, han conseguido este milagre: hanpuesto en pie un verdadero Ejército. Es precisodarse cuenta de lo que significa esta obra para ad-mirar toda su grandeza; porque el 16 de juliode 1936, nosotros—es decir, el Estado espanol—, sevie de pronto privado de sus medios de acción yasaltado per elles, que era peer que la privación.Y ha tenido que emprender la defensa contra elenemigo interior y el enemigo

exterior, partiendode que no teniamos soldados, ni armas, ni mando,ni disciplina; y de este caos, en un ano, en menosde un ano, ha salide un Ejército formidable, enorme

? por su nûmero, bien dotado y armado, disciplinadoy bien mandado, poseido de una moral heroica, queacaba de demostrar que sabe medirse con el enemi-go y derrotarlo. Este es el milagro espanol. (Gran-des aplausos.) El pueblo espanol en armas no se dejarâatropellar. Nuestro pueblo es un pueblo generalmente des-conocido de todos, y particularmente dc nosotrosmismos. iPueblo mal conocido! jEs verdad! jPuebloterrible!... El pueblo espafiol es un pueblo terrible,principalmente para si mismo, porque es el ùnicopueblo en Europa capaz de clavar en su cuerpo supropio aguijón; pero también es un pueblo terriblepara los demâs. A mi me da lo mismo que se hablcde planes de guerra, de planes politicos, de actasdipîomâticas; me es igual. Yo sé que hay mâs demedio millón de espanoles con bayoneta

en las trin-cheras, que no se dejarân pasar por encima. Esobasta. (Proîongada ovaciôn.) En este dia, pues, a estos combatientes, a estossoldados de la Repüblica, a estos soldados de Es-pafia, vaya nuestra admiración, nuestra gratitud yla seguridad de que la Patria los tiene por sus hijospredilectos. Ellos son los encargados de mantenerla Repüblica hoy en la guerra, de hacer patente elderecho de la Repûbhca—el mundo es asi—; y eldia que nuestro Ejército gane dos o tres batallas,veremos cômo entonces el derecho de la RepüblicaEspanola brilla como el sol de Madrid. (Muy bien;muy bien; grandes aplausos.) Nos han puesto en cl trance de abandonar lasvias politicas, pacificas, que la Repüblica seguia,

? abriendo a Espana un camino de libertad, de librejuego de opiniones, presentândonos ante el mundopaciflcos y amigos de nuestros amigos. Nos hanpuesto en el trance de abandonar esto y de apelara la fuerza. jFuerza, pues!... jToda la de Espana!Y no sólo eso. El milagro de haber creado un Ejér-cito, que no consiste en escribir unos decretos yhacer unas plantillas y unas jerarquias, ni tampo-co en salir a las plazas a hacer la instrucción, elcomprar unos fusiles y municiones; todo eso es ne-cesario, pero eso no es hacer Ejército; el milagrode hacer Ejército es infundirle moral, infundirle unespiritu de abnegación tranquila, sin aspavientos,sin demostraciones de heroismo, pero capaz de lle-gar a la dejación voluntaria de su vida y de todossus intereses en las trincheras, en un sacrificio anó-nimo, que nadie va a

conocer personalmente. Estemilagro va a chocar, no sólo en la guerra y du-rante la guerra, sino en la paz. Por de pronto, lacreación del tipo moral del defensor de la Repû-blica, con su disciplina, su concepto del deber, sudescuibrimiento terrible de que la vida es una cosamuy séria, de que nadie puede fiar nada a la im-provisación, de que la vanidad es mala consejeray que no se logra nada con algarabias ni gritos,sino con esfuerzo silencioso, unas veces musculary otras mental, y siempre de tension moral. Estacreación y ese descubrimiento que acaba de hacerel pueblo espanol, sellândolo con su propia san-gre, no va a ser sólo operante en las trincheras yen la guerra: lo serâ, repito, en la paz. Si ahora,en las trincheras, durante la guerra, lo estâ ha-ciendo, también deberâ hacerlo en la retaguardia.La unidad

moral del Ejército combatiente por laRepûblica debe trascender o imponerse en la re-taguardia, donde también hay mucha gente que tra-baja y se esfuerza por la Repûblica; pero no exa-

? gerarè nada si digo que todavia quedan dcmasia-das ranas parlantes en los charcos de la retaguar-dia, y yo concibo que mâs ûtil que suprimir a lasranas es suprimir los charcos, con lo que las ra-nas no tendrân donde vivir. (Grandes aplausos.)Pero esto le incumbe a los Gobiernos. Los combatientes dan ejemplo de alta morala la retaguardia. Ejemplo moral para la retaguardia es tambiénla actitud eapiritual de los combatientes, que sa-ben, primero, lo que importa la decision de la gue-rra en si, como problema militar, y segundo, losefectos politicos de la guerra misma y de la vic-toria; y saben conjugar perfectamente una cosa yotra, lo que no saben todos en la retaguardia. Ten-go, no sólo el derecho, sino la obligación de de-cirlo: no todos lo saben en la retaguardia; porquees frecuente el caso de prestar a la

guerra unaayuda condicional o condicionada, o de interpre-tar entre los fines militares y politicos de la gue-rra otros fines secundarios que no tienen nada quever ni con la guerra ni con sus consecuencias, oarrojarse a demostraciones de frivolidad o de va-nidad que, si qUedase un adarme de sentido y deresponsabilidad en algunas cabezas, les haria son-rojarse de vergiienza. (Grandes aplausos.) Todo esto debe desaparecer y ser corregido,Enormemente ha desaparecido y se ha corregido yaante el ejemplo de los combatientes. Pero no essólo escuela para la guerra y para la retaguardiadurante la guerra la moral civùca creada en el Ejér-cito de la Repüblica. Lo. serâ para después de laguerra y durante la paz. No vayâis a creer que yo

? estoy pensando en una politica fundada en las af-tnas ni en que vamos a militarizar al pais. No,La gran virtud de los Ejércitos populäres es quese enfebrecen y enardecen por ideales patrióticosque estân defendiendo en las trdncheras. Cuandoeste ideal ha vencido, dejan sus fusiles, cogen suherramiienta o su libro, se vuelven al taller o alcuarto de trabajo a ser los ciudadanos pacificos quesiempre Éueron. Esta es la gran virtud de los Ejér-citos populäres. No se trata, pues, de eso. Se trata de que loscombatientes, que se cuentan por cientos de mi-les y cuyo ejemplo se extiende a la retaguardia,crean una talla moral, una figura moral, a la cualhabrâ que adaptarse y a la cual habra que lle-gar después en la vida püblica espanola. Natu-ralmente, yo no incurro en el candor, que era muyfrecuente, por cierto, en la

guerra europea, decreer que los dias de la paz nos van a traer auna especie de Arcadia o de paraiso, ni que seva a modificar la condición humana; que ya nova a haber necios, majaderos, alborotadores nimalheohores; habrâ poco mâs O\' menos los mis-mos que antes, salvo los que se hayan muerto;pero el tipo civico, la talla moral del ciudada-no sale agigantada y depurada de esta experien-cia por obra de los que se baten; y ése sera elarquetipo al que habrâ de ajustarse la figura delos ciudadanos para el porvenir en Espana. Por-que yo he oido con mucha frecuencia hablar dela reconstruoción de Espana, y es natural. Habrâque rehacer las ciudades, y las fâbricas, y los ca-minos, y reponer las mâquinas; pero todo eso espolitica, todo eso es obra gubernamental y de losMinisterios y de los Sindicatos. No. De

eso yono tengo que hablar. Hay otro aspecto de la re-construcción de Espafia en el que yo tengo que

? ver: la rcconstrucción de Espana sobre el planoespiritual y moral del pais, mâs importante que elotro, porque sin él el otro tampoco se lograria. Y este espiritu de abnegación, de seriedad, degenerosidad, que sólo se adquiere cuando uno ge-nerosamente empieza por abandonar su vida pro-pia, no cuando se hace el tragaldabas impunemen-te a resguardo de todos io:s peligros, sino cuandosabe arrostrarlos todos, y habiéndolos arrostradose sabe ser generoso con los demâs; este tipo deperfección moral y de elevación moral es el queimporta senalar en la rcconstrucción espiritual denuestro pais, que en ese respecto hoy estâ mâs enruinas que sus ciudades. Todo lo que estâ pasan-do en Espafia, si se miran ciertas raiccs de tipopsicológico y ciertos desarrollos en el piano mo-ral de la opinion pùblica espafiola,

se debe en granparte al odio y al micdo. El micdo a una revolu-ción que no iba a existir, que no iba a pasar, loslanzó a un levantamiento que ha provocado preci-samente la conmoción que ellos querian impedir.El odio, el terrible odio politico, mucho mâs fuer-te que cl odio teolôgico, o hermano gemelo suyo,ha desencadenado sobre Espafia esta politica deexterminio que se propone acabar con cl adversa-rio, para suprimir qucbradcros de cabcza en losque pretenden gobernar. Ninguna politica puede fundarse en el exter-minio del adversario. Y bien: debe afîrmarse—yo lo hc aflrmado siem-pre—^que ninguna politica se puede fundar en ladecision de exterminar al adversario; no sólo—yya es mucho—^porque moralmente es una abomi-nación, sino porque. ademâs, es materialmente

? irrealizaible; y la sangre injustamente vertida porel odio, con propósito de exterminio, renace y re-toria y fructiflca en frutos de maldidón; maldición,no sobre los que la derramaron, desgraciadamente,sino sobre el propio pais que la ha sorbido en clcolmo de su desventura. (Grandes aplausos.) Esoyo no lo deseo. Yo me opondré con el peso demi autoridad y con todo el poder que tenga, mo-ral o personal, dondequiera que esté, a que nues-tro pais, el dia de la paz, pueda entrar nunca enun momento de enajenadôn por las vias del odioy de la venganza y del sangriento... (Fuertesaplausos.) Odio y miedo causantes de la desven-tura de Espaîla, los peores consejeros que un hom-bre pueda tomar para su vida personal, y sobretodo en la vida pûblica. El miedo enloquece y lan-za a las mayores extravagancias y a los

mâs feosactos de abyección; el odio enfureoe y no llevamâs que al derramamiento de sangre. No. La ge-nerosidad del espanol sabe distinguir entre un cul-pable y un perseguido, entre un culpable y un in-ducido o un extraviado. Esta distinción es capi-tal porque tenemos que habituarnos otra vez unosy otros a la idea, que podrâ ser tremenda, peroque es inexcusable, de que de los veinticuatro mi-llones de espafioles, por mucho que se maten unosa otros, siempre quedarân bastantes, los que fue-ren, y esos que queden tienen necesidad y obliga-ciôn de seguir viviendo juntos para que la naciónno perezca. La nación, en cuyo nombre nos bati-mos y por cuya regeneración moral y espiritualyo estoy abogando; la nación no se constituye,como puede deducirse de ciertas doctrinas del cam-po rebelde y, sobre todo, de

ciertas terribles prâc-ticas, doctrinas y prâcticas que tienen anteceden-tes en la historia espanola; no se constituye, digo,en torno de una unidad dogmâtica, sea dogmâtica,

? religiosa, o politica, o social, o cconómica, o loque fuera, para cxpulsar de su seno y de la con-vivencia nacional a todos los que no han perecidoen la contienda en torno a ese dogma. No; estamanera de entender la unidad nacional en torno auna profesión dogmatica, sea la que fuere, no esde nuestra raza, no debe serlo. Eso seria una ma-nera de entender la nación que destruiria en subase el concepto mismo nacicnal; seria un concep-to de pueblo nómada, que no tiene patria ni ca-lienta ningün hogar. Seria un concepto de un pue-blo fanatico, que lo mismo puede venerar la cruzque la media luna, pero que arroja de si a las ti-nieblas exteriores a todo cl que no comparta suadoración. No. Cuando yo hablo de mi nación, quees la dc todos vosotros, y dc nuestra Patria, quees Espana, cuyas seis

letras sonoras restallan hoyen nuestra alma con un grito de guerra y mafianacon una exclamación de jübiio y de paz; cuandoyo hablo de nuestra nación y de Espana, que asise llama, estoy pensando en todo su ser, en lo fi-sico y en lo moral: en sus tierras, fértiles o ari-das; en sus paisajes, emocionantes o no; en susmesetas, y en sus jardines, y en sus huertas, y ensus diversas lenguas, y en sus tradiciones localesy personalidades... En todo eso pienso; pero todoeso junto, unido por la misma ilustre historia; todoeso junto constituye un ser moral vivo que se llamaEspana, y que es lo que existe y por lo que selucha, y en cuyo tcrritorio transcurre la guerra,no en un tcrritorio imaginado y fantastico, sacadode los diccionarios o de aplicaciones pcdantcscaisque no tienen nada que ver con la realidad de

lavida espanola. Transcurre en nuestro tcrritorio, ytodos, todos, hablando cualquier lengua de las queSC hablan en la Peninsula, todos estamos dentrode este movïmiento nacional. Y de lo que se trata

? aquî, con la victoria, y la paz, y el ensanchamien-to de la Repüblica, y el engrandecimiento de la so-ciedad espanola, es de poner tan alto el nombrede Espana, que cuando salgamos al mundo el ape-llido de espanol :sea un honor difîdl de alcanzar;porque entonces el espanol podrâ salir de su tie-rra, y sin cólera, pero con altivez, arrojarle en lacara a los demâs su papeleta: "Ahî tenéis la liber-tad y la justicia que nosotros hemo;s conquistadopara todos". (Fuertes aplausos.) Exalto de esta manera la idea nacional, porquesólo su sustancia sensible e historica y su latidoemocional humano es lo que da contenido a todoesto que estâ pasando en nuestro pais; que no nosbatimos por ahstracciones ni, como se dice por ahifuera, estamos sosteniendo una guerra entre dosideologîas. îQué es esto de una guerra

entre dos ideolo-gîas? Yo no sé cuâl es la del adversario; pero nos-otros nos batimos porque queremos seguir siendoespanioles libres y respetados en todas partes.iEsto es una ideologia peligrosa? ^No tenemos ala vista los datos mâs elementales de la condiciónhumana traducida al espanol? Pues por esto es porlo que nosotros nos batimos. Yo termino esperando que resuene en todas par-tes, aqui y fuera de aqui, en el fondo de las trin-cheras y en los talleres, en el campo, en medio dela calle, el triple grito, la exdamaciôn victoriosaque traducen los tres colores de nuestra banderanacional: jViva la Libertad! jViva la Repüblica!1 Viva Espana! (Ovaciôn estruendosa y proîon-gada.)

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