Hasta el siglo XIX no hay duda alguna sobre el color del pendón de la Villa COLOR Y BANDERA DE MADRID COLOR AND FLAG OF MADRID

COLOR Y BANDERA DE MADRID COLOR AND FLAG OF MADRID Enrique de AGUINAGA Decano de los Cronistas de la Villa Resumen El pendón de la Villa de Madrid fu

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COLOR Y BANDERA DE MADRID COLOR AND FLAG OF MADRID Enrique de AGUINAGA Decano de los Cronistas de la Villa

Resumen El pendón de la Villa de Madrid fue hasta mediados del siglo XIX el de Castilla, de color carmesí1. Un informe de Fernández de los Ríos presentado en las Cortes en 1869 motivó su cambio por el actual morado; el error procedía de la confusión entre los comuneros de Castilla y una sociedad secreta existente en 1820, denominada Los Comuneros. Fue en esos momentos de la revolución septembrina cuando se adoptó por primera vez la enseña nacional tricolor, a imitación de la bandera francesa, de origen revolucionario. Abstract The ensign of the Villa de Madrid was, until middle of the 19th century that of Castile, of crimson color. A report by Fernandez of los Ríos presented in Parliament in 1869 motivated his change by the current purple; the error came from the confusion between the commoners of Castile and a secret society in 1820, called Los Comuneros. It was in those moments of the revolution septembrina when it was adopted the tricolor national flag, in imitation of the French flag, of revolutionary origin. Palabras clave: Heráldica – Símbolos – Bandera - Madrid Key words: Heraldry – Symbols – Flag - Madrid

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asta el siglo XIX no hay duda alguna sobre el color del pendón de la Villa de Madrid, ya que por ser realenga no usaba en sus ceremonias otro pendón que el de Castilla, de damasco, rojo carmesí .

La patraña del pendón morado de Castilla se consolida con el informe de Ángel Fernández de los Ríos a las Cortes en el año 1869. El informe, plagado de inexactitudes, regaló a la exaltación de la época la imagen de un Padilla enarbolando la enseña morada como símbolo de libertad. Bella estampa, ciertamente, si no fuera por su falsedad. Así escribe Fernández de los Ríos, en 1876, en su Guía de Madrid: (1) GÓMEZ IGLESIAS, Agustín, Memorándum de noticias consrvadas en el Archivo de Villa sobre el color que usaba el Ayuntamiento de Madrid, Madrid, 6 de diciembre de 1955. AGUINAGA, Enrique, «Color y bandera de Madrid» Anales del Instituto de Estudios Madrileños (Madrid), LI (2011), págs. 19-30.

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Morado [es] el pendón de Castilla, visto con ojeriza, desde que el desgraciado Juan de Padilla le tomó con enseña de la resistencia a la usurpación que del extranjero sufrieron fueros y libertades.2

Morada fue la bandera del Regimiento Inmemorial del Rey, vulgarmente llamado Tercio de los morados, pero sin origen castellano, aunque el Real Decreto de 1843, al establecer los colores rojo y amarillo para las banderas del Ejercito, se equivoque en el articulo segundo, al acoger por castellano el color morado, como obstinadamente se equivoca Angel Fernández de los Ríos. Fernández de los Ríos atribuyó a los comuneros castellanos un pendón que nunca ostentaron, confundiendo a las huestes de Padilla con los miembros de una sociedad secreta de 1820 titulada Los Comuneros, que había adoptado como distintivo un pendón morado con un castillo de plata en el centro. La obsesión lleva a Fernández de los Ríos a transcribir en su Guía de Madrid un detallado inventario de las banderas guardadas en el presbiterio y en el coro de la iglesia de Nuestra Señora de Atocha3, para destacar, entre más de cien enseñas, un solo pendón de gro (tela sin brillo y de más cuerpo que el tafetán) de color morado que don Ángel, por su cuenta y riesgo, adjudica a Castilla4. Según aquel inventario, realizado por un distinguido oficial del Cuerpo de Inválidos5, la mayor parte de las enseñas son banderas coronelas de fondo blanco, entre las que figuran once estandartes de damasco encarnado. Dos curiosidades señalo en aquellas páginas de la Guía de Madrid: la primera, la propuesta de Fernández de los Ríos para la constitución del Museo de Banderas en la iglesia de San Francisco, en cuanto Panteón Nacional6; la segunda, la descripción de uno de los estandartes situado en el coro de la iglesia de Nuestra Señora de Atocha. Dice así: Estandarte de damasco encarnado, con fleco de seda en toda su circunferencia: en el centro un guerrero a caballo, espada en mano y la cruz de la Orden de Santiago al pecho, todo ello bordado en seda y plata: debajo de este guerrero, un escudo de armas, dividido en siete cuarteles, teniendo dos de estos una caldera, un león y otros trofeos; circundado de castillos, leones y flores de lis, rematado con corona real. Al dorso del citado escudo se encuentra otro igual al anterior y encima, formando el centro del estandarte, la imagen (2) FERNÁNDEZ DE LOS RÍOS, Ángel, Guía de Madrid. Manual del madrileño y forastero, Madrid, Oficinas de la Ilustración Española y Americana, 1876, pág. 466. (3) FERNÁNDEZ DE LOS RÍOS, Ángel, Guía de Madrid ..., págs. 467-478. (4) FERNÁNDEZ DE LOS RÍOS, Ángel, Guía de Madrid ..., pág. 467. (5) FERNÁNDEZ DE LOS RÍOS, Ángel, Guía de Madrid ..., pág. 467. (6) FERNÁNDEZ DE LOS RÍOS, Ángel, Guía de Madrid ..., pág. 478.

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de la Virgen, teniendo al Niño Jesús en brazos y otros diferentes atributos, bordado todo ello en seda y oro. Por tradición se dice que este estandarte es el mismo que tremolaba Don Juan de Austria en su navío almirante en la batalla de Lepanto. Fue entregado por el inspector general de Infantería, don José Fernández, el 19 de noviembre de 1838. Se halla muy deteriorado y con diferentes roturas, ignórase si producidas por el transcurso del tiempo o por el hierro o plomo del enemigo.7

Lo cierto es que, dos siglos después de la batalla de Lepanto (1571), la disparatada atribución del color morado al pendón de Castilla acabó prendiendo y convirtiendo en antecedente histórico lo que caprichosamente habían imaginado los románticos madrileños que tomaron el nombre de Los Comuneros para sus clandestinidades8. La agitación de aquel tiempo contribuyó, sin duda, a que tan peregrina propuesta prevaleciese a pesar del dictamen contrario de los doctos. La sociedad de Los Comuneros, de carácter masónico, no carecía de influencia y, por esta causa y de este modo, según García Navas9, quisieron brindarle tal complacencia vexilológica, hasta el punto de que en 1874, siendo Alcalde de Madrid el marqués de Sardoal, se aprobó el fajín morado como distintivo del Concejo10. Hasta la revolución de 1868, los concejales habían venido usando dos medallas: una, la propia de concejal con las armas de la Villa, concedida por Real Orden de 8 de octubre de 1836; y otra, en memoria de la defensa de Madrid en los tres primeros días de diciembre de 1808, cuando Napoleón emprende personalmente el sitio de la Villa, concedida por la Real Orden de 10 de junio de 181711. Al triunfar la revolución septembrina, se acordó el cambio de aquellos distintivos por una faja tricolor que representaba los dos de la bandera nacional y el pretendido morado de las Comunidades de Castilla12, a imitación de las fajas tricolores de los convencionales franceses, que convirtieron la cocarda revolucionaria, símbolo del tríptico Libertad, Igualdad, Fraternidad, en bandera de Francia. El Alcalde dijo entonces que no discutía el distintivo ni su significación, bondad y efecto. Así, teniendo este un origen revolucionario y remitiéndose la ley (7) FERNÁNDEZ DE LOS RÍOS, Ángel, Guía de Madrid ..., pág. 478. (8) MONTERO VALLEJO, Manuel, «Un escudo para el pueblo», Informaciones (Madrid), 30 de mayo de 1983. (9) REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA (R.A.E.), Dictamen en contestación a la consulta del Alcalde-Presidente del Ayuntamiento, Madrid, 25 de mayo de 1956. (10) R.A.E., Dictamen... (11) GÓMEZ IGLESIAS, Agustín, Memorándum... (12) GARCÍA CORTÉS, Mariano, «Colores del escudo y del pendón de Madrid», en Madrid y su fisonomía urbana, Madrid, Artes Gráficas Municipales, 1950, pág. 6. AGUINAGA, Enrique, «Color y bandera de Madrid» Anales del Instituto de Estudios Madrileños (Madrid), LI (2011), págs. 19-30.

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al correspondiente reglamento, el Alcalde consideró que, interinamente, hasta que se publicase el reglamento, debía usarse la faja en cuestión13. Aquella faja fue sustituida por el fajín morado con el escudo de Madrid bordado en el centro que, con la única variación de la corona (real, mural y ducal, sucesivamente) se siguió usando hasta la reforma de 195614, como se aprecia, por ejemplo, en la galería municipal, en el retrato del Alcalde Alberto Aguilera, obra del pintor Palao (1903)15. Una excepción, al menos en la galería de retratos de alcaldes, era la de Pedro Rico que, en el retrato de Agustín Segura, con el fondo de la Puerta de Alcalá, aparecía con el fajín tricolor, entonces de directa significación republicana. La superación histórica, por una parte, y los escrúpulos monárquicos de los años sesenta, por otra, decidieron la reposición del cuadro, que estaba retirado, y, a la vez, el cambio del color republicano del fajín que ceñía el grandioso vientre de don Pedro, que se repintó como rojo carmesí. Esto ocurrió en la Alcaldía de Carlos Arias. Después, en la Alcaldía de Enrique Tierno, advertido por el concejal de Alianza Popular, Enrique Villoria, se restituyó al fajín de la pintura el tricolor original16. De nada valió, en su tiempo, que se demostrase documentalmente que los comuneros castellanos no habían enarbolado pendón morado alguno, sino el guión real, rojo carmesí, recamado de oro. Calle Iturrino (1892-1977) en su Origen y simbolismo de la bandera nacional lo asevera: En ningún documento de la época, ni en las convocatorias, ni en las proclamas de los comuneros se alude para nada al tal pendón morado de Castilla y, en cambio, se cita repetidas veces el guión real.17

Cesáreo Fernandez Duro (1830-1908), Antonio Cánovas del Castillo (18281897), José Gómez Arteche (1821-1906) y Vicente Lafuente (1817-1899), miembros de la Real Academia de la Historia, combatieron la superchería; pero sus razonamientos llegaron tardíamente, en plena Restauración, cuando ya la Monarquía había adoptado como guión real el supuesto pendón morado de Castilla. Como ya he señalado, la primera mención oficial del dichoso pendón morado de Castilla aparece en el reinado de Isabel II, en el Real Decreto de 1843, por el que se impuso la bandera rojo y gualda a todos los institutos armados. (13) GARCÍA CORTÉS, Mariano, «Colores del escudo...» (14) GARCÍA CORTÉS, Mariano, «Colores del escudo...», pág. 6. (15) AGUINAGA, Enrique de, «La bandera de Madrid», Villa de Madrid (Madrid), 69 (1980-IV), pág. 4. (16) RÍO, Ángel del, «¿Quien le cambió el fajín al alcalde?», Ya (Madrid), 20 de febrero de 1985. (17) CALLE ITURRINO, Esteban, «Origen y simbolismo de la bandera nacional». Bilbao, Imprenta Provincial de Vizcaya, 1953, pág. 12.

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Para García Arteche, aquel morado no está bien ni en la boca ni en la pluma de un historiador, coincidiendo con lo que escribe Fernández Duro en su libro Tradiciones infundadas18, mientras que Lafuente, autor de la Historia de las sociedades secretas antiguas y modernas, concluye: Antojóseles a los liberales el color verde y a los comuneros el morado, alegando la patraña de que el pendón de Castilla era morado, lo cual es falso.19

Otros miembros de la Real Academia de la Historia, como los condes de las Navas y de Gimeno; publicistas, como Mariano García Cortés y los Cronistas Oficiales de la Villa, con Antonio Velasco Zazo de decano, ratificaron posteriormente, al igual que los archiveros de Salamanca y Valladolid, que el color morado es inexplicable de todo punto en el pendón de Castilla20. El juicio de García Cortés es terminante: En el escudo figura ahora el morado indebidamente. Contra lo que opina el vulgo, y en este vulgo entra gente letrada, el morado no tiene nada que ver con Madrid ni con Castilla... El error de atribuir al pendón de Castilla el color morado arranca de otro error: el de suponer que ese color lo emplearon los comuneros. Es incierto. Los comuneros en su tan interesante como poco estudiado levantamiento, ostentaron el rojo en sus insignias, que es el tradicional de Castilla. El morado lo impusieron los de la logia de Los Comuneros.21

Volviendo a la verdadera Historia, habría que regresar a la catedral de Salamanca y, en ella, a la capilla de Talavera, donde se conserva, con los naturales perjuicios del tiempo, el pendón comunero y carmesí de Maldonado; es decir, el mismo pendón que la Villa de Madrid ostentaba22. Una de las banderas más antiguas, castellana y carmesí, se custodia en el Ayuntamiento de Sepúlveda. Y otras pueden verse en la catedral de Granada (la que portaban las tropas castellanas de Isabel I) o en los Ayuntamientos de Alcalá de Henares o de Colmenar de Oreja23. «Para que se sepa con la solemnidad que se celebra en esta Villa [el alza del pendón por Felipe III y Felipe IV] pondremos aquí, en suma, la relación de lo que vimos», dice Jerónimo de la Quintana en su famosa Historia de la Villa de Madrid24. (18) FERNÁNDEZ DURO, Cesáreo, «Tradiciones infundadas», Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1851. (19) CALLE ITURRINO, Esteban, «Origen...», págs. 12-13. (20) Ya (Madrid), 11 de junio de 1978. (21) GARCÍA CORTÉS, Mariano, «Colores del escudo...» (22) «Trece banderas regionales para una sola nación», Ya (Madrid), 11 de junio de 1978. (23) DÍAZ SANZ, Enrique, «El color de la bandera de Madrid» Ya (Madrid), 1 de noviembre de 1983. (24) QUINTANA, Jerónimo de la, Historia de la antigüedad, nobleza y grandeza de la Villa de Madrid (1629), AGUINAGA, Enrique, «Color y bandera de Madrid» Anales del Instituto de Estudios Madrileños (Madrid), LI (2011), págs. 19-30.

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La relación de Jerónimo de la Quintana, igualmente detallada en los Libros de Acuerdos de septiembre y octubre de 1598, se abre con una carta de Felipe III al Ayuntamiento25 encargándole «se alce el pendón dessa dicha Villa...en nuestro nombre como Rey y señor natural que somos destos reynos por fallecimiento del Rey mi señor [Felipe II] que santa gloria aya»26. Y así se hizo el domingo, 11 de octubre de dicho año 1598, cuando Don Iñigo de Cárdenas Zapata, Alférez Mayor de la Villa, recibió del Corregidor, Don Rodrigo del Aguila, «el pendón de damasco carmesí, guarnecido con flecos de oro y por ambas partes las armas de Castilla y León, en cuarteles opuestos, en una lanza estriada dada de colorado»27 . Formada la procesión, tras los caballeros, marchaban «dos maceros con ropas de damasco carmesí guarnecidas de terciopelo del mismo color, ropillas, calzas y gorras de lo mismo» y, cerrando el cortejo, el Corregidor y el Alférez, este «en un caballo rucio rodado, con una silla de armas, con su cubierta y guarniciones de terciopelo carmesí...calzas ricas de carmesí, faldones de lo mismo y el sombrero con plumas coloradas...delante dos lacayos con librea de carmesí y oro [...]»28 . Llegados a la plaza, el Alférez tremoló por tres veces el pendón mientras decía en alta voz: «¡Castilla, Castilla, Castilla, por el Católico Rey don Felipe, tercero de este nombre, que Dios guarde muchos años!» Luego repitieron la ceremonia ante el Palacio y, ya en la plazuela de San Salvador, desde los corredores del Ayuntamiento, donde el Alférez, «tocando las trompetas, atabales y chirimías», entregó al Corregidor el pendón que allí volvió a su custodia29. A la vista de esta detallada crónica del licenciado Jerónimo de la Quintana y de otras muchas relaciones y referencias, cabe decir que la historia y la tradición de la Villa de Madrid están intensamente teñidas en rojo carmesí, «desde las plumas del sombrero hasta las calzas», como el Alférez Mayor, según decía, en el memorándum redactado a este propósito, el Archivero de Villa, Gómez Iglesias30. Rojo carmesí es, en efecto, por serlo de Castilla, el color de la Villa de Madrid, aunque, al margen de las confusiones históricas, se preste a confusiones cromáticas, a veces muy ingenuas.

Edición de Varela Hervías, Madrid, Artes Gráficas Municipales, 1954, Libro III, capitulo VI, pág. 690. (25) Archivo de Villa, Libros de Acuerdos, 18 de septiembre de 1598. (26) QUINTANA, Jerónimo de la, Historia de la antigüedad..., pág. 691. (27) QUINTANA, Jerónimo de la, Historia de la antigüedad..., págs. 691-692. (28) QUINTANA, Jerónimo de la, Historia de la antigüedad..., págs. 692-693. (29) QUINTANA, Jerónimo de la, Historia de la antigüedad..., págs. 693-694. (30) GÓMEZ IGLESIAS, Agustín, Memorándum...

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Así, la aparición del color morado se ha atribuido a una decoloración del carmesí producida por el tiempo, «pues de todos es conocido que el color carmesí se compone de morado y amarillo y por ser este último el más delicado es el que 31 más fácilmente se pierde» . «Como el color carmesí es un matiz del rojo que se aproxima al morado» -explicaba Gómez Iglesias- «se produjo la confusión entre estos dos colores o con el llamado morado de púrpura32, que va del rojo al violáceo, según la cantidad de azul que contenga». Hasta el siglo XVIII, las armas reales y las banderas de los tercios castellanos eran carmesíes y todavía hoy las bandas de los oficiales de los Ejércitos, recuerdo del color de las banderas de los capitanes de los antiguos tercios, son de color carmesí, precisamente, y no rojas ni tampoco moradas33. Bien es verdad que, en el lenguaje usual y en el Diccionario de la lengua española, se mantiene el equivoco, ya que carmesí se define como «del color de grana dado por el insecto quermes» (cochinilla); grana se define como color rojo que se obtiene del quermes; grana de sangre de toro se define como aquella «cuyo color tira a morado, por lo cual es muy inferior a la otra»; púrpura se define como «color rojo subido que tira a violado»; carmín se define como color rojo encendido que se saca principalmente de la cochinilla; etcétera. A este laberinto de palabras y colores todavía se puede añadir el magenta, que no figura en el Diccionario de la Academia y que es la fucsina o cloruro de rosalina. Con el progreso técnico la definición de los colores ha dejado de ser una ambigüedad gramatical para convertirse en objeto de la ciencia óptica. Ahora se practican metódicamente mediciones cromáticas más precisas que las de aquel pintoresco refrán: «De los colores, la grana; de las frutas, la manzana». Así la cuestión cromática de nuestra bandera ya estaría resuelta si el Ayuntamiento de Madrid o la autoridad castellana hubieran obtenido una especificación técnica semejante a las aprobadas por Reales Decretos para la bandera y el escudo de España, previamente fijadas por el Servicio de Normalización Militar y el Instituto Nacional de Racionalización y Normalización (IRENOR). Según aquella especificación, en la escala internacional CIELAB, el rojo de la bandera de España tiene tono 35, croma 70 y claridad 37, datos que aún no se han establecido para el (31) «Trece banderas regionales...» (32) GALLEGO, Mateo; LANCHA, Francisco, «Purpura para la ciudad de Málaga», Sur (Málaga), 22 de noviembre de 1944. | ——, «Los tintoreros de Benarrabá», Sur (Málaga), 28 de diciembre de 1994. | «El escudo y el color, puntos más polemicos de la bandera de la Comunidad», Ya (Madrid), 23 de octubre de 1983. (33) GÓMEZ IGLESIAS, Agustín, Memorándum... AGUINAGA, Enrique, «Color y bandera de Madrid» Anales del Instituto de Estudios Madrileños (Madrid), LI (2011), págs. 19-30.

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carmesí de la bandera municipal de Madrid, que (habrá que repetirlo una vez más) es la bandera de Castilla. A titulo de divulgación, sin entrar en mayores complicaciones propias de los especialistas, baste saber que en la actualidad los colores se pueden definir técnicamente con gran precisión a prueba de variaciones o apreciaciones, a prueba de desteñidos o subjetividades. La Comisión Internacional de Iluminación (Commission Internationale d’Eclairage, CIE) estableció ya en 1931 un observador patrón para la colorimetría especialmente adecuado en los problemas de igualación de colores y en 1976 derivó de este patrón un espacio de color: el espacio CIELAB más adecuado para la especificación de la apariencia de los colores, mediante las tres referencias ya mencionadas: tono, croma y claridad. Tono, dicho sencillamente, es aquella cualidad que distingue un color de otro, según una escala circular que va de 0 a 360. Croma, dicho sencillamente, es aquella cualidad que, en cada color, va de lo débil a lo fuerte, según una escala que va de 0 a 150. Y claridad, con la misma sencillez, es aquella cualidad que, en cada color, va de lo oscuro a lo claro, según una escala que va de 0 a 100. Las tres notaciones (tono, croma y claridad) son las empleadas en la especificación del color recomendada por la norma UNE-72.032, «Especificación numérica del color», del Instituto Nacional de Racionalización y Normalización que, como queda dicho, junto con el Servicio de Normalización Militar, preparó la propuesta a la Presidencia del Gobierno sobre la bandera y el escudo de España. La apreciación técnica de aquellas tres referencias cromáticas y, por lo tanto, la base objetiva para la especificación de cada color, está a cargo de la Unidad Imagen y Visión del Instituto de Optica Daza Valdés del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Como deferencia personal, el doctor don Lorenzo Plaza, encargado de estas investigaciones en aquel Instituto y Presidente del Comité Español del Color (miembro de la Asociación Internacional del Color) me anticipó particularmente que el color carmesí de la bandera de Castilla, y por lo tanto la bandera de Madrid, podría definirse con tono entre 350 y 360, croma entre 50 y 62 y claridad entre 30 y 50; es decir, cerca del color ya definido oficialmente para el león del escudo nacional (tono 360, croma 52 y claridad 50). Tal color podría elegirse por observación directa entre las muestras de las colecciones existentes en el Instituto de Optica (algunas con cerca de mil muestras) cuyas especificaciones se encuentren en aquellos intervalos.

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De cualquier modo, prueba de que en el XIX se seguía usando el rojo carmesí como color madrileño es el hecho de que el Ayuntamiento ostentara un frontal de ese color sobre su balcón con ocasión de las corridas de toros. Fue Fernando VII quien pidió cuentas a la Villa por el uso de tal color en su presencia, puesto que era del pendón real34. A la respuesta del Ayuntamiento, en el sentido de que el uso del rojo carmesí como color propio de la Villa constituía una tradición muy arraigada, Fernando VII replicó ordenando la supresión de tal uso y propiciando, claro está, cualquier aventura en orden al cambio de la bandera y el color de Madrid35. A este Ayuntamiento rojo carmesí (como tradicionalmente lo son las dalmáticas, de las que se conservan viejas cuentas del damasco) le afecta largamente el invento de la logia de Los Comuneros hasta el extremo de que el primer Concejo de la postguerra, bajo la presidencia de D. Alberto Alcocer, da carácter oficial al color morado, mediante los correspondientes acuerdos de la Comisión Municipal Permanente y del Ayuntamiento Pleno en 1940. La confusión se prolonga y en nuestros días llega a persona tan ilustrada como Ramón Tamames, que en 1981, siendo Diputado por Madrid, describía, como bandera de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, el pendón morado, la enseña de los comuneros36, que la segunda Republica llevó a la tercera franja de su bandera37. La réplica de la Unión Nacionalista Castellana tenía tres partes: 1ª Los comuneros (que también provenían de otras regiones de España, distintas de Castilla) no enarbolaron el pendón morado de Castilla (que ni era pendón ni era morado ni era de Castilla, sino del Regimiento de la guardia personal del Rey Felipe V) ya que cada una de las Comunidades tenía su propia bandera bajo el común estandarte rojo carmesí de Castilla y, al menos en Villalar, no hay constancia de que los comuneros enarbolasen la bandera de Castilla. 2ª El Consejo General de Castilla-Leon ha adoptado como bandera del proyecto de su Comunidad Autónoma la roja carmesí, por lo que a la parte castellana se refiere. 3ª El deseo de la Unión Nacionalista Castellana de ver a Castilla toda (Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia, Avila, Madrid, Guadalajara y Cuenca) unida «bajo su única, genuina y más que milenaria bandera: la roja carmesí, que así figura en el primer cuartel del escudo de España» 38.

(34) R.A.E., Dictamen... (35) R.A.E., Dictamen... (36) TAMAMES, Ramón, «Simbolo de nuestra Historia», Los domingos de ABC (Madrid), 31 de mayo de 1981. (37) RICO, Pedro, «La bandera de España», Cuadernos republicanos (Madrid), 6 (abril de 1991). (38) UNIÓN NACIONALISTA CASTELLANA, «La bandera de Castilla», ABC (Madrid), 27 de agosto de 1981. AGUINAGA, Enrique, «Color y bandera de Madrid» Anales del Instituto de Estudios Madrileños (Madrid), LI (2011), págs. 19-30.

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En 1940, incurriendo en el tradicional error, la Comisión Permanente del Ayuntamiento de Madrid aprueba literalmente que el pendón de la Villa, representativo de las tradiciones de la Villa y cuyas características habrán de ajustarse en un todo a dichas tradiciones, sea de color morado, ostentando en su centro el moderno escudo oficial de la Villa y en tamaño grande, como dando mayor importancia a lo peculiar del Municipio sobre lo regional de Castilla, y su bastón terminando en lanza.39

Poco después, el Ayuntamiento Pleno en su sesión de 5 de julio de 1940 ratifica íntegramente el acuerdo de la Comisión Municipal Permanente, aceptando la aclaración formulada ante aquella Comisión por el señor Rojas Ordoñez, en el sentido de que la enseña en cuestión no se denomine pendón sino bandera municipal de Madrid40. Regidores, al parecer, tan escrupulosos con el equívoco que puede suscitar la palabra pendón, no tuvieron inconveniente, en plena exaltación patriótica de la postguerra, para autorizar con su voto la perpetuación del error histórico que interrumpió artificialmente una secular tradición de la Villa, cuya documentación esta al alcance de cualquier aficionado. Tal despropósito no se podía mantener indefinidamente. Constituido, en el Ayuntamiento de Madrid, el Centro de Estudios Municipales Antonio Maura, una ponencia del Centro culmina en 1956 su estudio sobre el color tradicional del pendón de la Villa, así como sobre las características heráldicas del blasón de Madrid, de las insignias de los concejales (medalla y fajín) y de las dalmáticas de los maceros41. La ponencia contó con un documentado informe del Archivero de Villa, Agustín Gómez Iglesias42, que fue plenamente confirmado por el escrito del decano de los cronistas oficiales de la Villa, a la sazón Antonio Velasco Zazo, con la unánime aquiescencia de los otros seis cronistas: Francisco Bonmati de Codecido, Mariano Rodríguez de Rivas, Rafael Ortega Lissón, Lorenzo López Sancho, Francisco Serrano Anguita y Enrique de Aguinaga. De acuerdo con aquel informe, la ponencia se pronunció en el sentido de aceptar como «tradicionalmente indiscutible el color carmesí para el pendón o bandera de Madrid». Igualmente, la ponencia entendió que debería ser sustituido también por el carmesí el color morado de los fajines y del cordón o cinta de la medalla de los concejales. (39) (40) (41) (42)

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COMISIÓN MUNICIPAL PERMANENTE, Ayuntamiento de Madrid, acuerdo de 7 de junio de 1940. PLENO EXTRAORDINARIO, Ayuntamiento de Madrid, acuerdo de 5 de julio de 1940. CENTRO DE ESTUDIOS MUNICIPALES “ANTONIO MAURA”, 15 de febrero de 1956. GÓMEZ IGLESIAS, Agustín, Memorándum...

AGUINAGA, Enrique, «Color y bandera de Madrid» Anales del Instituto de Estudios Madrileños (Madrid), LI (2011), págs. 19-30.

Como consecuencia de aquellos y otros aspectos del dictamen de la ponencia, el Ayuntamiento aprobó una serie de ocho acuerdos sobre el protocolo y el ceremonial, concretamente referidos a la bandera, el escudo, los timbaleros y clarineros, la Marcha de Madrid, las dalmáticas, el Reglamento de Protocolo y el Libro de Ceremonial de la Villa. Los tres primeros acuerdos dicen textualmente: Primero. Que en cuanto al color de la bandera del Ayuntamiento de Madrid se adopte el que es tradicional de la Villa; esto es, el carmesí. Segundo. Que como complemento del anterior acuerdo, sea modificado el adoptado por el Ayuntamiento Pleno en 5 de julio de 1940, por el que se restablecía el pendón de la Villa con el color morado, en el sentido de sustituir dicho color por el carmesí, que es el tradicional. Tercero. Que por lo que se refiere a las insignias de los miembros de la Corporación, medalla y fajín, se conserven en la forma actual, pero señalando para el fajín el color carmesí y asimismo para el cordón o cinta de la mencionada medalla.43

Los acuerdos municipales rectificaron de modo claro y concluyente la aberración de que había sido objeto la bandera de la Villa. Solo quedaba, para una plena conformidad, el dictamen de la Real Academia de la Historia, que oficialmente lo emitió antes de que transcurrieran tres meses. Tras una detallada exposición, el dictamen académico respaldaba al Ayuntamiento en los siguientes términos: Por todo lo cual, se llega a la conclusión de que el Ayuntamiento, al emprender la sustitución del color morado por el carmesí, como lo viene haciendo, acierta en el verdadero criterio, pues sustituye también una costumbre reciente y sin motivación autentica por una tradición antigua que no ha debido perderse.44

(43) AYUNTAMIENTO PLENO, Acuerdos, Madrid, 29 de febrero de 1956. (44) R.A.E., Dictamen... AGUINAGA, Enrique, «Color y bandera de Madrid» Anales del Instituto de Estudios Madrileños (Madrid), LI (2011), págs. 19-30.

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