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INTRODUCCIÓN El desarrollo de nuestra investigación se basa en las transformaciones sociales, económicas y políticas que se produjeron en el periodo que abarca de 1862 a 1916 en nuestro territorio. A lo largo de este análisis citaremos todo tipo de acontecimientos y situaciones que marcaron una gran importancia en nuestro país. Cabe destacar en este estudio histórico, personajes que transformaron nuestro pasado, beneficiándolo algunos y perjudicándolo otros, en el cual, siglos más tarde se ve reflejado nuestro país en la actualidad. Comenzaremos nuestro trabajo, reseñando la progresista acción desarrollada durante las presidencias de Mitre, Sarmiento y Avellaneda, y los principales hechos que tuvieron lugar en el periodo de 1862 a 1880, destacando entre ellos la guerra que mantuvimos contra el Paraguay. Unificada la república después de Pavón se inicio la etapa de institucionalización del gobierno nacional y de los gobiernos de provincia bajo la dirección de Buenos Aires. Paralelamente se emprendieron planes de transformación social, económica y cultural que dejaron profundas huellas en el país. Luego de Pavón y de la disolución del gobierno nacional, Mitre, como gobernador de Bs. As. consiguió que las provincias delegaran en él, el ejercicio del Poder Ejecutivo y las relaciones exteriores con el encargo de normalizar las instituciones de acuerdo con la Constitución Nacional. En mayo de 1862 el congreso nacional inauguró sus sesiones y meses después las elecciones presidenciales consagraron a Bartolomé Mitre como presidente y a Marcos Paz como vicepresidente. La reforma introducida a la Constitución Nacional por la Convención de 1860, establecía que las autoridades federales residirían en la ciudad que el Congreso designara como capital, previa sección realizada por la legislatura local. Mitre presentó un proyecto al Congreso Nacional por el cual designaba a Buenos Aires Capital de la República. La ley resultó aprobada pero al ponerse en consideración la legislatura bonaerense, ésta lo rechazo. La situación resulto zanjada transitoriamente mediante la ley de Compromiso, por la cual las autoridades nacionales podrían residir en las autoridades de Buenos Aires hasta tanto se fijase la capital definitiva de la República. Alrededor de este espinoso asunto se movieron dos tendencias políticas que muy pronto habrían de generar dos partidos, salidos ambos del mismo tronco liberal: los nacionalistas o mitristas y los autonomistas a cuyo frente se hallaba Adolfo Alsina. Cosidos y Crudos, respectivamente, fue la denominación peculiar de estos núcleos tras de los cuales se encerraban dos posiciones antagónicas: los nacionalistas o mitristas aspiraban a continuar la presidencia de Pavón, auspiciando una apertura nacional; los autonomistas, en cambio, expresaban la intransigencia del portenismo resulto conservar la supremacía de Buenos Aires. La oposición, concentrada en el interior, respondía al partido Federal y se manifestó a través de levantamientos armados, con las características de las viejas montoneras, el más destacado director de este movimiento fue el general Angel Vicente Peñaloza (el Chacho). El gobierno recurrió a intervenciones en las provincias y a expediciones militares que derrotaron los movimientos provinciales. El hecho exterior más importante la presidencia de Mitre fue la guerra con el Paraguay, motivo por el cual Mitre estuvo ausente durante gran parte de su mandato, asumiendo la presidencia Marcos Paz, hasta su muerte en 1867 (se dicta la ley de acefalía). 1
Entre otros aspectos podemos destacar la sanción de la ley de Territorios Nacionales, que extendió la soberanía del gobierno nacional sobre los territorios existentes fuera de las jurisdicciones provinciales, asumiendo su defensa. También cabe mencionar la reorganización de la Justicia (la Corte Suprema de Justicia comienza sus funciones en 1863), la redacción del Código de Comercio y la firma de un tratado definitivo de paz con España en 1863. Al finalizar la presidencia de Mitre, resultó electa la fórmula Domingo Fausto Sarmiento− Adolfo Alsina. Sarmiento se propuso promover la transformación del país con base en la civilización y el progreso tomando como modelo los estados más evolucionados del momento, especialmente Estados Unidos. La gran labor educativa y cultural realizada por este presidente, es sin duda el más perdurable e importante aspecto de la gran actividad desplegada durante su gestión. Creó las escuelas Normales, se fundó el Colegio Militar y la Escuela de Naval, también el Observatorio de Córdoba, se creó la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas y la Academia de Ciencias. También se promulgó la ley de Bibliotecas populares. Durante esta presidencia se dio un gran impulso a la red ferroviaria. Merece destacarse la terminación de la línea que unió Rosario con Córdoba, el ramal de Córdoba al Tucumán y el ferrocarril a Campana. Además, las líneas telegráficas intercomunicaron el país con Europa. Consideramos también aspectos relevantes la fomentación de la inmigración y la agricultura. En esta presidencia finalizó la guerra del Paraguay. El presidente Sarmiento se entrevistó con su viejo adversario Urquiza, para lograr un entendimiento. Esta actitud no fue bien vista por algunos sectores intransigentes el Litoral, que juzgaron este hecho como una traición de Urquiza, en especial el grupo que respondía a Lopez Jordán, que asaltó la residencia de Urquiza y lo asesinaron. Llegada las elecciones los candidatos de los partidos tradicionales eran Alsina por el Autonomismo y Mitre por el Nacionalismo. Sarmiento consideraba necesario un candidato con vinculaciones en el interior y por eso apoyo a su ministro Nicolás Avellaneda. Auspicio la formación de un partido Nacional respaldado por la mayoría de los gobernadores; el autonomismo decidió unirse al oficialismo conformando el Partido Autonomista Nacional, en respaldo de la formula Nicolás Avellaneda− Mariana Acosta. Las elecciones se realizaron en forma fraudulenta no obstante el Congreso, a cargo del escrutinio consagró la victoria la fórmula oficial. Debido a esto el partido nacionalista no acató el resultado eleccionario y se lanzó a la lucha revolucionaria, lo que se conoce como revolución mitrista, movimiento que fue sofocado por el ejercito nacional. Durante la segunda presidencia Avellaneda, el país atravesaba una apremiante situación económica. Las erogaciones de la deuda externa constituían una carga difícil de sobrellevar. Sin embargo, la deuda pública fue pagada puntualmente. La crisis cedió y el país comenzó a recoger los frutos del esfuerzo nacional. La política de Avellaneda se caracterizó por buscar caminos para la pacificación y la consolidación política. Luego de los sucesos derivados de la revolución mitrista los partidos se miraban con profundo recelo. Los mitristas habían proclamado la abstención cívica y la prescindencia en los asuntos oficiales. Avellaneda se dispuso a conseguir la conciliación Nacional, porque según su famosa frase: nada hay en la Nación superior a la Nación misma. Consecuentemente a ello concedió la amnistía a los revolucionarios mitristas. Sin embargo fue difícil la aceptación de la consolidación de los dos partidos. Un sector del autonomismo la repudió y fundó el partido republicano, dirigido por Aristóbulo del Valle y Leandro Alem.
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Carlos Tejedor fue elegido gobernador de Bs. As., quien reactualizó el problema de la capital. Aparecían dos temas que podían hacer fracasar la conciliación: la futura candidatura presidencial y la capital de la república. Los dos hechos culminantes de la gestión presidencial de Avellaneda fueron la conquista del desierto y la capitalización de Bs. As.. Tejedor se opuso al proyecto de capitalizar Bs. As. y convocó a las milicias provinciales. Avellaneda, por su parte, ordenó la movilización de las fuerzas nacionales, exigió la renuncia de Tejedor y aprovechando la derrota porteña, elevó al congreso dos proyectos de ley que ponían fin a los conflictos: la capitalización de la ciudad de Bs. As. y la prohibición a las provincias de formar cuerpos militares. La ley de federalización de la ciudad de Bs. As. fue promulgada el 21 de septiembre de 1880, que luego fue aprobada por la legislatura de Bs. As. Con respecto a la campaña al desierto se propusieron dos planes: al de Alsina proponía un avance gradual de la civilización, mediante la construcción de sucesivas líneas de fortines, y al plan de Roca, partidario de una táctica activa y ofensiva, llevando la guerra al territorio indígena. El congreso autorizó la campaña proyectada por Roca, y fue creada la gobernación de la Patagonia. El periodo de 1860−1880, fue de expansión y de crecimiento. Sin embargo, ese crecimiento dependió en gran medida de las compras externas. Se asentó una clara dependencia, que en 1880 se tradujo en un crecimiento del país pero para afuera, es decir, nuestro crecimiento dependía de la voluntad de la compra de los países centrales. El litoral creció gracias a los aportes inmigratorios y al reemplazo de la ganadería por la agricultura. Buenos Aires conoció un progreso económico asombroso: el ciclo del ovino. Se produjo la concentración de la propiedad privada y el crecimiento consolidado de los sectores terratenientes. La producción se transformó y estuvo centrada en el sector primario, esto no hizo otra cosa que anunciar que, a partir de 1880, nuestro país inauguró su modelo económico agro exportador. El periodo de 1880−1890 comprende las presidencias de Julio A. Roca (1880−1886) y Miguel Juárez Celman (1886−1890). Estos gobernantes mantuvieron una política de fomento inmigratorio, fundamental para el progreso del país, al tiempo que favorecían la inversión de capitales extranjeros. La República Argentina entraba en la órbita del comercio mundial como portadora de productos agrarios e importadora de productos manufacturados. Esta relación se mantenía principalmente a través de Gran Bretaña. Los primeros años de ésta década marcaron un proceso de constante progreso, traducido en el enriquecimiento general y las obras públicas, el grupo gobernante llevo a cabo múltiples iniciativas que cambiaron la fisionomía del país, principalmente de su ciudad capital. Sin embargo, en el orden político, el balance era negativo: el fraude electoral y el manejo de los resortes del gobierno en beneficio del oficialismo impedían la libre manifestación de la oposición. Sumado estos hechos a la crisis económica que sacudió los últimos años de la presidencia de Juárez Celman, se creó una situación que desembocó en la Revolución de 1890, dirigida por un nuevo partido de posición: la Unión Cívica. El fracaso militar impidió el triunfo de los ideales democráticos del movimiento, pero Juárez Celman debió renunciar asumiendo la presidencia Carlos Pellegrini, dándose cumplimiento al precepto constitucional que faculta al vicepresidente para continuar en el cargo, en reemplazo del presidente por el resto del mandato. Comenzó sus funciones decretando una amplia amnistía para los participantes en el movimiento revolucionario vencido. La obra de Pellegrini se orientó preferentemente al ámbito económico y financiero. Una de las primeras acciones fue reunir a un grupo de hombres de empresa con el objeto de solicitarles un apoyo económico 3
concreto. Su gestión tuvo éxito: al poco tiempo logro suscribir un empréstito interno con lo cual pudo pagar un perentorio vencimiento externo. Otras medidas de gobierno fueron la creación de la Caja de Conversión para financiar la moneda y la del Banco de la Nación Argentina. En el orden administrativo encaró la reorganización de los servicios públicos, dictando la Ley Orgánica de los ferrocarriles, y nacionalizando las obras sanitarias de la capital. Uno de los problemas que Pellegrini debía solucionar, era el de la crisis política que había contribuido a provocar la Revolución del 90´. La actividad política desplegada de esos años con el objeto de sustituir a Pellegrini cuando finalizase su mandato, fue realmente excepcional. Las gestiones realizadas por los partidos para integrar sus fórmulas y las discrepancias existentes entre los dirigentes políticos, dieron lugar al nacimiento de la Unión Cívica Radical y, por otra parte, pusieron de manifiesto la perspicacia y habilidad de Roca. En 1890 se produce una crisis en el sistema económico. Entre los factores determinantes, cabe mencionar: la insuficiente producción del país, el tipo de empréstitos contratados con intereses a plazos fijos, la excesiva emisión de billetes sin el respaldo oro que establecía la ley, la falta de un sistema impositivo orgánico, en especial en la recaudación, los elevados gastos del presupuesto oficial, el acelerado proceso inflacionario consiguiente. Ante la situación imperante, los bancos redujeron los créditos, y en la bolsa de comercio cundió el pánico. El alza del precio del oro se hizo incontenible. Se acusó al gobierno de corrupción económica de lanzar emisiones clandestinas. Superada la crisis del 90´ el país comenzó un proceso de franca recuperación. La población continuó aumentando con el aporte inmigratorio y creció el volumen del comercio con las Naciones extranjeras. Se realizaron importantes obras publicas entre ellas la finalización del puerto de Buenos Aires, la construcción de importantes edificios como el Congreso Nacional, El Teatro Colón, etc. Sin embargo, el país padecía graves males políticos y sociales. El poder siguió en manos de una minoría, representada por los partidarios de Roca y las elecciones se caracterizaban por el escaso numero de votantes y el fraude electoral. La gran prosperidad económica solo beneficiaba a sectores muy reducidos de la población, y el nivel de vida de los obreros y campesinos era muy bajo. El descontento de estos sectores, se canalizó en la acción de los primeros sindicatos y en agrupaciones políticas socialistas y anarquistas. En 1892, asumió la presidencia Luis Saenz Peña. Durante esta etapa se constituyó el Partido Radical, produciéndose un desprendimiento de la Unión Cívica, que realizó varios intentos revolucionarios sin obtener éxito. Cansado ante los graves problemas políticos, el presidente renunció en 1895, completando el periodo su vicepresidente, José E. Uriburu. Para el periodo presidencial 1898−1904 fue elegida la formula Julio Roca−Norberto Costa. En la elección de Roca tuvo un papel importante la convicción de que era el hombre apropiado para hacer frente al grave conflicto de limites que la República Argentina sostenía entonces con Chile y que hacia temer la posibilidad de una guerra. Roca desarrolló una hábil política internacional, logrando importantes acuerdos con Brasil y Uruguay, y la solución del pleito con Chile, mediante los pactos de Mayo, firmados en 1902. Por ello se resolvió someter la 4
cuestión al arbitraje del gobierno inglés. Entre otros aspectos de la presidencia de Roca, se destaca el establecimiento del servicio militar obligatorio y la fundación de la primera base argentina en el Antártico. La etapa 1904−1910, fue cubierta por las presidencias de Manuel Quintana y José Figueroa Alcorta, que elegido inicialmente como vicepresidente, completó el periodo. Figueroa Alcorta, comprendió la necesidad de dar al pueblo la intervención que le correspondía en el gobierno para cortar de raíz el estado de agitación existente. Para ello combatió a los primeros hombres que lo llevaron al poder, interviniendo varias provincias y clausurando el Congreso el 25 de enero de 1908. Dominada de esta manera la situación política, impuso como su sucesor al doctor Roque Saenz Peña, decidido partidario de la tendencia democrática. La elección de este careció prácticamente de oposición; completo la formula, como vicepresidente, el doctor Victorino la Plaza. Este afrontó los múltiples y delicados problemas resultantes de la Primera Guerra Mundial, iniciada en agosto de 1914, mantuvo cuidadosamente la neutralidad argentina y procuró atenuar con oportunas medidas el desequilibrio económico provocado por la tremenda lucha. En 1916 fue celebrado solemnemente el primer centenario de la declaración de la Independencia. Los comicios del mes siguiente aseguraron el triunfo radical. Entonces podemos decir en síntesis que la obra de Pellegrini inició la recuperación de la economía nacional. Paralelamente, el entendimiento Mitre−Roca salvó el grupo gobernante, permitiendo el triunfo de la formula Luis Saenz Peña−José Uriburu. Tanto durante este mandato, como en el de Roca, en su segunda presidencia, se registraron los intentos armados del radicalismo, para llegar al poder, pues el camino de las urnas estaba cerrado por el fraude. Roca continuó una política de progreso material y el país llegó al centenario en plena evolución ascendente. Pero la injusticia social se manifestaba en la afligente situación del proletariado, que se hacía oír a través de sus organizaciones gremiales y del Partido Socialista. En el gobierno de Alcorta, quien completa el mandato de Quintana, se inicia la decadencia del Roquismo. La presidencia de Roque Saenz Peña, culmina el proceso con la legislación que abre al pueblo soberano el camino de las urnas. Para esta época, el mundo se acerca aceleradamente a una gran catástrofe: las rivalidades imperialistas del capitalismo en expansión conducen a la primera Guerra Mundial. Todos estos hechos así como las nuevas ideologías políticas u sociales, repercuten profundamente en nuestro país. La crisis del 90´dejó al país en un lamentable estado; la lucha política había llevado al sangriento enfrentamiento armado. Esos dos aspectos: crisis económica y política, imprimieron su sigo al periodo siguiente. Ya entrado el nuevo siglo, el grupo gobernante encabezado por Roca procuró permanecer en el poder, al tiempo que las nuevas fuerzas trataban de alterar ese estado de cosas. Dentro del mismo oficialismo surgieron corrientes renovadoras, y ello motivo su división. En el orden material, el país conservó su estructura económica anterior, pero se recupero de la crisis y entro en franco progreso. De ese bienestar no participaron todos los sectores: el proletariado comenzó a organizarse y a luchar por sus derechos.
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Para continuar con nuestra investigación, nos introduciremos en la economía que se desarrollaba en ese mismo periodo. El nuevo impulso tecnológico que se desarrolló en Europa a partir de la segunda revolución Industrial, hizo sentir su influencia en nuestro país. Las exigencias del desarrollo económico y de la tecnología, cambiaron las relaciones del viejo mundo con las nuevas repúblicas latinoamericanas, Europa acrecentó su exportación de capitales, es decir, realizó inversiones, intentando ganar los mercados para colocar sus productos manufacturados e impuso condiciones librecambistas. Se creó así una nueva relación entre los países centrales, productores de capitales y de manufacturas industriales, y los países periféricos, productores de materia primas, así se desarrolla un nuevo pacto colonial. Gran Bretaña se hizo presente a través de inversiones y ferrocarriles; Francia con artículos textiles y de lujo y Alemania con productos químicos y farmacéuticos. Esta nueva situación, impulsó en nuestro país, un nuevo re ordenamiento político y económico, el nacimiento del Estado Nacional que se inicia en 1862 y se consolida con la generación del 80. Este Estado Nacional es el resultado de la nueva situación económica; se debe a la nueva alianza política entre los sectores exportadores y los sectores de la burguesía urbana de Bs. As. y del Interior. Se afianza entonces la tendencia liberal, crecen las ciudades y se acelera el fenómeno inmigratorio. La radicación de inmigrantes fue un proceso de cambio en la sociedad de nuestro país, así también el aumento de vías férreas, la lucha contra el analfabetismo y el desarrollo agropecuario en campos que ya empezaban a alambrarse brindado un panorama promisorio. A partir de 1880, en coincidencia con el gobierno de Roca, fue ganando preeminencia un grupo de hombres, generalmente identificados con la generación del 80´, que le dio contenido político y económico a esta época de transformaciones. Eduardo Wilde, Lucio V. Mansilla, Miguel cané, Lucio V. López, Eugenio Cambaceres, entre otros, fueron los protagonistas desde el gobierno, el periodismo y la literatura, de una acción encaminada a crear un modelo de país agro−exportador, estrechamente vinculado al mercado inglés y permeable a la inmigración, necesaria como mano de obra. Liberales a su modo, los hombres del 80´, entendían que el manejo de los asuntos políticos estaba reservado a una elite, a una minoría oligárquica de la cual formaban parte, poseedora del saber y de la riqueza. Se decían demócratas, pero en la práctica eran partidarios de una democracia restringida, caracterizada por el fraude electoral. Filosóficamente influenciados por el positivismo, rescataron muchos de estos hombres, la idea del progreso como algo indefinido. Partidarios del liberalismo económico, acentuaron los lazos con Inglaterra, compradora de productos agropecuarios, y vendedora de manufacturas, así como también portadoras de inversiones. En la política se reservaron en exclusividad el manejo de los asuntos gubernamentales. El periodo que transcurre de 1880 y 1916, como ya mencionamos anteriormente, se caracteriza por la vigencia de un estado liberal (su accionar principal consistía en dejar en libertad al mercado), y conservador elitista, porque su liberalismo solo se reflejaba en el terreno económico, ya que en lo político estaba dirigido por una elite que no monopolizaba el poder y no permitía participar a la mayoría. Este sistema político mantiene su preponderancia política, hasta la vigencia de la ley Saenz Peña en 1916, fecha en que se produjo el ascenso del radicalismo al poder.
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Los acontecimientos políticos y económicos de la época se apoyaron en los siguientes factores de poder: • La tierra, la gran propiedad (latifundio) • La colonización, ligada fundamentalmente a la producción agrícola • La inmigración, fuente de mano de obra necesaria para una economía exportadora • La dependencia comercial de los intereses británicos que produce el crecimiento del país hacia fuera • El monopolio político, ejercido por el gobierno de la elite Como ya dijimos, en la década del 80´, se inaugura el modelo económico agro−exportador. El objetivo de la economía apuntaba a la expansión económica mediante la integración de nuestro país a los mercados mundiales de mercancías y capitales. Tanto la inmigración europea como los capitales extranjeros, fueron los elementos fundamentales para el proceso de transformación de la Argentina moderna. Pero un país vacío no podría desarrollarse. La actividad agraria y la insipiente industrialización necesitaban mano de obra. Así pensaban los hombres del 80´. Como la integración de la Argentina en el mercado mundial se produjo a través de la producción del litoral pampeano y fluvial, caracterizado por un definido perfil agropecuario. El país ganadero del mundo o granja prospera, constituyó un foco de atracción para los inmigrantes europeos, en su mayoría de origen campesina. Sin embargo, no todos los inmigrantes llegados a esta tierra se dedicaron a la actividad agrícola ganadera, ya que no pudieron acceder fácilmente a la posesión de tierra. En consecuencia, grandes mazas de inmigrantes se quedaron en Bs. As. y fueron, ante todo trabajadores urbanos que vivían precariamente. De esta manera queda atrás la vieja aldea. Los inmigrantes que venían a hacer la América se fueron integrando paulatinamente a todas las capas sociales. La mayoría se fusionó con los extractos más bajos de la sociedad, donde comenzaba a despuntar el naciente proletariado industrial. Otros, inclinados a las actividades agropecuarias, terminaron por configurar las alternativas de la pampa gringa, en tanto que una minoría de enriquecidos integró una oligarquía de nuevo cuño, llamada a tener gran influencia en los futuros acontecimientos políticos. INMIGRACION Durante la segunda mitad del siglo XIX se desarrollaron algunos procesos que evidentemente, constituyeron al progreso del país, a la mejor calidad de vida de los habitantes y la explotación racional de los recursos naturales humanos. Uno de ellos fue la inmigración. Alberdi, Sarmiento y todos los hombres que después de Caseros, tenían fe en la posibilidad de que miles de europeos llegasen para poblar nuestra pampa y enseñar a nuestros habitantes hábitos de trabajo, ahorro y respeto por la autoridad. La formula de Alberdi era crear una sociedad civil que ofreciese a los ciudadanos todas las garantías para prosperar, trabajar, educarse, trasladarse de un lugar a otro y tener su propiedad libre; pero que a la vez fuese una sociedad donde todavía no se votara. Alberdi proponía que se mantuviese la forma republicana pero que en los hechos manejase el país ese pequeño grupo de hombre esclarecidos, que podían llevar las cosas adelante justamente por que sabían como hacerlo. La inmigración se suponía iba a producir con el transcurso del tiempo la fragua de un hombre nuevo; un argentino distinto, trabajador, que entendiese de maquinas, y que no tuviese esa vocación indisciplinada, libre y dilapidadora del paisano. Es el momento en el que Martín Fierro aparece como un arquetipo de gaucho que ya esta en su crepúsculo, es el momento en el que Estanislao del campo ridiculiza al gaucho en Fausto. La inmigración, es uno de los elementos que estos hombres creen indispensable para que le país se pueble sobre todo con razas que puedan mejorar el nivel étnico y la mentalidad de los argentinos criollos. Sin embargo, los inmigrantes que llegaron en épocas posteriores no fueron exactamente los que Alberdi Y 7
Sarmiento habían deseado. Ello quería, anglosajones, con la mentalidad del pequeño granjero que más o menos se autoabastece, que se siente totalmente autónomo en materia política y no depende del favor del gobierno. Si bien no es este tipo entre 1860 y 1880 empezaron a llegar inmigrantes en cantidades no muy grandes, pero lo suficientemente significativas como para armar una política de inmigración y permitirles en algunos casos la propiedad de colonias que se fueron estableciendo sobre todo en Entre Ríos, Santa Fe y algo menos en Buenos Aires. Con el alud inmigratorio, el aspecto de Buenos Aires comenzó a cambiar. Paulatinamente, comenzaron a perfilarse dos ciudades contrapuestas. Una, chata, gris y, a veces, miserable, la del conventillo, y los barrios suburbanos de trabajadores inmigrantes; la otra, opulenta y, no pocas veces, fastuosa, residencia de la clase alta, que cada ves se perfilaba con mayor nitidez en barrio norte de la ciudad. Así, el barrio sur proletario y el barrio norte de las grandes mansiones se alzaban como símbolo de la realidad social imperante. Otros cambios producidos por la inmigración, se tradujeron en la formación de partidos políticos de una ideología nacida en Europa, después de la revolución industrial. Son los casos del partido socialista (1896) y de las distintas vertientes anarquistas que, al denunciar la realidad social de aquel momento, pugnaban por profundas reformas en el orden político social. Estas protestas se corporeizaron mediante huelgas decretadas por los recién organizados sindicatos. En el periodo 1880−1914, la zona de la pampa húmeda, registró una alta taza de urbanización. En 1869 esa taza era del 39 %, y en 1914, del 62%. Este fenómeno tiene mucho que ver con el impacto masivo de la inmigración. A principios de siglo, Buenos Aires presentaba una clase alta integrada por una burguesía de origen terrateniente y comercial; una clase media formada por profesionales, empleados públicos y pequeños comerciantes, y una clase obrera constituía por las dos terceras partes de la población, en su mayoría inmigrantes que se quedaron en la ciudad. Eran obreros ferroviarios, portuarios, frigoríficos, industriales y de los servicios públicos. También integraban este sector social los trabajadores rurales inmigrantes o nativos. A continuación nos referiremos a la aparición de la clase media, para esto debemos detenernos a hablar de la relación que existía entre inmigración y elite. En 1914 la ciudad de Buenos Aires presentaba mas inmigrantes que nativos. Algunos inmigrantes accedieron a la propiedad de comercios (se hicieron almaceneros, zapateros, artesanos de servicios, carpinteros). En la ciudad, la movilidad social fue más rápida que en campo y algunos inmigrantes empezaron a progresar. El origen de la clase media lo encontramos, justamente, en la inmigración. Fueron los hijos de inmigrantes, nacidos en nuestro país, hijos de aquellos italianos y españoles, entre otros, que llegaban a nuestras playas en busca de un destino nuevo. La clase media creció rápidamente antes de 1914 y, obtuvo un crecimiento social mediante el acceso a profesiones liberales (llegaron a convertirse en médicos, abogados) y otras actividades: empleados públicos, oficinistas, etc. La vigencia de la ley 1420 posibilito el acceso a la educación a todos los hijos de inmigrantes. Muchos integrantes de la clase media se inclinaron hacia los estudios medios y universitarios: era su forma de competir con la elite. La clase media aspiraba a una educación secundaria y universitaria. Deseaban acceder a las profesiones liberales y enriquecedoras. Sin embargo, en gran medida este sector social dependía del Estado 8
(que era manejado por la elite), quien, por un lado, controlaba las universidades, y por otro, era el que le permitía ampliar o disminuir el acceso al empleo público de acuerdo con la distribución del gasto público. Y es aquí donde encontramos un punto de fricción entre elite y clase media, ya que mientras la primera quería limpiar el gasto público, la segunda quería su expansión. La elite estaba dispuesta a pactar con la clase media, siempre y cuando esta dejara intactos los intereses de la elite, es decir que no quiera acceder al poder. Si solo se limitaba a ejercer el poder a través de sus aspiraciones profesionales, la elite no tenis problemas en pactar con ella. No olvidemos que los inmigrantes, no tenían ningún derecho político, pero sus hijos que eran nativos argentinos, sí, y eran estos los que podían aspirar al poder político. A partir de 1880, especialmente en Buenos Aires, surgieron industrias chicas y medianas, desarrolladas, la mayoría de ellas, con capitales nacionales. Se destacaron, la industria gráfica, sombrerera, del vestido, de la alimentación y de la construcción, que ocuparon a un incipiente proletariado fabril, en su mayoría de origen inmigrante. Entonces, como ya dijimos, la nueva sociedad surgió como resultado de la Política inmigratoria implementada a partir del 80´. Los inmigrantes, provenientes en su mayoría de la Europa meridional, tenían caracteres propios y culturales bien definidos. Sin embargo, el contacto con los grupos criollos genera una red de influencias reciprocas. El escenario de este conglomerado de tensiones y funciones fue la ciudad de Buenos Aries. El tercer Censo Nacional realizado en 1914, estableció que sobre 2.000.000 de habitantes, el 50% eran extranjeros. Los barrios (La Boca), las casas, (el conventillo), la lengua (el cocoliche), la música (la milonga, el tango), fueron manifestaciones de una sociedad en gestación. Los ideales del inmigrante estaban determinadas por el impulso que lo había llevado a abandonar su país: la posibilidad de conseguir trabajos, mejores condiciones de vida, e incluso riquezas. El inmigrante había roto los vínculos con su país de origen. Como ciudadano, era un desarraigado, y su peculiar existencia entre dos mundos, lo hizo caer en grandes periodos de angustia. La frecuentes llegada de hombres solos, o de matrimonios que dejaban a sus hijos en Europa para hacer la América, no obtenían la rápida y exitosa respuesta que esperaban y añoraban. Esta insatisfacción fue el ámbito propicio para la proliferación de movimientos de protesta social. El incentivo de la riqueza, la capacidad de iniciativa, las posibilidades en el campo de la actividad agropecuaria, la industria incipiente y el comercio, contribuyeron el motor que impulso a los inmigrantes hacia los emprendimientos económicos. Muchos quedaron en la situación de asalariados y engrosaron las filas de la clase baja, pero otros lograron ascender y conformaron la heterogénea clase media. La aspiración de ascenso social fue un móvil para los inmigrantes y el dinero, el medio eficaz que les permitió, alcanzar posiciones más ventajosas en la sociedad. La tensión entre los criollos e inmigrantes se manifestó, sobre todo, en la etapa inicial de la nueva sociedad. El criollo llamaba despreciativamente gringo al inmigrantes, que por otra parte lo desplazaba del trabajo y de su posición social. La elite gobernante rechazó ese aluvión procedente de la Europa pobre y atrasada, considerándolo un peligro para la afirmación de la nacionalidad. En la segunda etapa, protagonizada en especial por los descendentes de los inmigrantes, la tensión cedió el paso a la fusión sociocultural. La participación política de los nuevos actores sociales, los inmigrantes, fue medio escasa. En general, no adoptaron la ciudadanía Argentina, tanto a causa del poco estimulo oficial como por propia decisión. Continuaban ligados, a través de las noticias, a sus lejanas Patrias, y no se sentían identificados con los partidos políticos de la Argentina. Como contracara de su inferencia política, participaron activamente de los sindicatos, los movimientos de protesta social y las sociedades de socorros mutuos. Sus descendientes, en 9
especial los que lograron acceder a la clase media, dejaron de lado aquella indiferencia y se volcaron, masivamente a las filas de la Unión Cívica Radical. Tipos de inmigrantes Existían distintos inmigrantes, de acuerdo a los orígenes y a las intenciones con que llegaban. La intención de los inmigrantes ingleses `pobladores' era justamente poblar la tierra, asentándose en una propiedad que les permitiese asegurar, mediante el trabajo duro, una buena renta al capital del que disponían, el cual, había de incrementarse tanto por la forzosa valorización de la tierra una vez trabajada, como por acumulación del producto de ese trabajo. Pero no todos los ingleses que llegaban tenían hábitos laboriosos. Algunos ingleses trashumantes, que habían hallado una cómoda forma de subsistencia agregándose en estancias al amparo de la generosidad de sus paisanos fueron denunciados por tales abusos. Contrariamente a dicho tipo de inmigrantes, estaban también los `llamados'. Estos inmigrantes se caracterizaban por pasar aprietos en Europa; por lo tanto, debido a que eran parientes de inmigrantes que al llegar a nuestro territorio habían instalado una casa de comercio, eran llamados para que vengan a probar su suerte en la Argentina, y se dispersaron por el país estableciendo boliches; dando lugar a personajes omnipotentes como el almacenero en el campo dueño de un boliche en las inmensidades de La Pampa o Río Negro; o al muchachuelo español, que luego de desembarcar, caerá tras un mostrador, centenares de leguas tierra adentro, donde comenzará a servir copas a los parroquianos de poncho, chiripá, bota de potro y sonoras espuelas, que tal vez saluden a un futuro millonario en el listo galleguito. Pero no deberíamos olvidar que también hubieron inmigrantes dedicados intensamente a la agricultura, a los tambos, a las chacras, etc., dejando completamente de lado a la actividad de crear boliches. Otro tipo de inmigrantes característico es el `golondrina'. Estos inmigrantes llegan en la época de la recolección de las cosechas, cuando se pagan los jornales a precios exagerados, y luego, con los ahorros bajo el ala, emprenden el viaje de retorno, tomando el trasatlántico como quien toma el tranvía. Estos inmigrantes son los que han hecho el viaje varias veces. No debemos olvidar que los inmigrantes `golondrinas' y los braceros de cualquier nacionalidad que vagaban por todas partes en busca de trabajo, iban a parar eventualmente y cuando querían darse el lujo de acomodar el dolorido cuerpo en algo más blando que la tierra en las posadas o alojamientos. Similar era la situación por la que transitaban los milicos, quienes miraban con placer supremo el duro suelo donde les era permitido descansar. Por otro lado, muchos de los inmigrantes que llegan por primera vez se destacarán por ser colonos, peones de campo, al lado de los amigos que les precedieron, o se dedicarán bajo su dirección y consejo a todas las faenas urbanas. En cuanto a los gringos y a los gallegos que se establecieron en fincas reducidas nada sabían de las tradicionales tareas camperas, ni podían competir con el gauchaje en el manejo y dominio del ganado, y hasta le temían al caballo. El gringo era, en cualquier actividad del campo, un servidor de la tierra, mientras que el gaucho estaba acostumbrado a gozarla. TIPO SOCIAL DEL GAUCHO El gaucho centró su actividad económica en el campo. En general, vivía lejos de las estancias y las poblaciones, en campos prestados o fiscales, criando pequeños rebaños para satisfacer sus necesidades básicas. Dentro del marco de una economía de subsistencia, tubo, como dice Martín Fierro, hijo, hacienda y mujer. Yo he conocido esta tierra en que el paisano vivía y su ranchito tenia 10
y sus hijos y mujer era una delicia la ver cómo pasaba sus días Y sentao junto al jogón A esperar que venga el día, Al cimarrón le prendía Hasta ponerse rechoncho, Mientras su china dormía Tapadita con su poncho Y apenas la madrugada empezaba a colorear, los pájaros a cantar y las gallinas a apiarse, era cosa de largarse cada cual a trabajar... ... Ricuerdo... ¡qué maravilla! como andaba la gauchada, siempre alegre y bien montada. Y dispuesta pa el trabajo... Pero hoy en día. ¡barajo! No se la ve de aporriada. MARTIN FIERRO En ocasiones se transformaba en aparcero, trabajaba, con sus propios implementos, una parte de una gran propiedad, y actuaba como responsable de la unidad productiva. Sin relación de dependencia, con el dueño de la tierra. Los cambios ocurridos en la política económica, tendientes a consolidar la gran propiedad de la tierra, latifundio (grandes extensiones de tierra), modificaron su situación. Tanto los patrones como el Estado le exigieron la devolución de tierras para explotarlas a través de los peones con dependencia laboral. El gaucho empobrecido, sin protección ni trabajo alternativo, fue reclutado para forma parte de la milicia que defendía la 11
frontera contra el indio. Estaba el gaucho en su pago con toda siguridá; pero aura... ¡barbaridad!, la cosa anda tan fruncida, que gasta el pobre la vida en juir de la auroridá MARTIN FIERRO El gaucho se vinculo con los proyectos políticos alternativamente hegemónicos de diferentes maneras. Durante el predominio del proyecto unitario fue marginado como consecuencia de la dificultad de su incorporación al modelo económico. En especial durante el periodo rivadaviano, fue confinado a la defensa de la frontera sur de la provincia de Buenos Aires. Esta decisión del gobierno mantuvo su apoyatura legal en la llamada ley de vagos. La definición de vagos era muy amplia, y podía incluir tanto a personajes cercanos a la criminalidad como a trabajadores que no tenían empleos fijos e intentaban sobrevivir ocupando pedazos de tierra fiscal y, también, a arrendatarios y mano de obra estacional. El Juez de paz cumplía funciones de policía y decidía el reclutamiento según su voluntad; las pulperías centro de la vida social de entonces eran el ámbito adecuado para estas redadas. Cantando estaba una vez en una gran diversion, y aprovechó la ocasión como quiso el juez de paz: se presentó y ahí no mas hizo una arriada en montón Durante el predominio del proyecto federal, el gaucho participo como base social del modelo político. Los caudillos representaban sus intereses, que se podían sintetizar en la defensa de sus libertades frente a toda forma de dominación. Después de la organización nacional, el gaucho vivió su definitiva marginación. La nueva Argentina adoptó un modelo económico liberal que solo necesitaba el acuerdo de los terratenientes y los comerciantes ligados a la exportación de materias primas. Se utilizaron nuevos métodos de trabajo rural, se impuso el alambrado para delimitar las grandes propiedades y se considero prioritaria la incorporación de nuevas áreas de cultivo y cría de animales. Como resultado, se organizo la conquista del desierto y el gaucho fue reclutado para esa dura guerra contra el indio. Muchos gauchos murieron en el desierto o en la defensa de fortines. Otros perdieron sus escasas tierras y la mayoría termino en la pobreza absoluta. 12
Volvía al cabo de tres años de tanto sufrir al ñudo. Resertor, pobre y desnudo, A procurar suerte nueva; Y lo mesmo que el peludo Enderece pa mi cueva No hallé ni rastro del rancho, ¡solo estaba la tapera! ¡por cristo, se aquello era pa enlutar el corazón! Las tierras conquistadas aumentaron las propiedades de las familias latifundistas, de los jefes del ejercito y de los extranjeros deseosos de invertir en el país. Los gauchos que protagonizaron los levantamientos del interior, conducidos por Peñalosa, Varela y Lopez Jordán, también fueron derrotados. La civilización se impuso sobre la barbarie. "El gaucho con los liberales": La época de los liberales se caracterizó por ser época de escándalos y negocios de tierras, en la que el gobierno repartía los mejores campos fiscales de la provincia de Buenos Aires favoreciendo a los jefes del gobierno porteño. Buenos Aires estaba viviendo un período de progreso, de crecimiento, europeismo y yanquísimo nacional, donde el gaucho y nativo de nuestro suelo era injustamente perseguido y tratado. Perdieron así su libertad, su independencia económica, su libre albedrío, su espíritu señorial, su condición de hombres libres, su establecimiento en la tierra que los vio nacer y que ellos ayudaron a independizar. La clase social gaucha estaba, para éste entonces, condenada a muerte por la falta de compasión de los gobiernos llamados "civilizados y cultos", cuyas ideologías principales fueron Mitre y Sarmiento. Es bajo el gobierno de éste último cuando más fuerte, perseguido y aniquilado es el gaucho. Por orden de él, los prisioneros gauchos fueron enviados a la frontera. Sarmiento practicaba una política antigauchesca ilegal e inhumana. Dijimos anteriormente que el progreso era la ley de la época, signo de éste tiempo. El progreso impulsa a nuestro país a tratar de imitar a los países potencias modelos. Como consecuencia nuestras tierras deben poblarse de inmigrantes de otras tierras; el trigo debe suplantar el cardo y la paja brava; pero todo eso debería hacerse sin el aniquilamiento del gaucho. Pero los liberales son capaces de hacerlo. Los defensores de la cultura gauchesca sostienen que si la tierra que se le conquista al indio, favorece a toda la 13
República, es injusto que el gaucho sea el único en pelear por ella, cuando ni siquiera se queda con una parte de la tierra. Por eso, los hombres de esta ideología niegan al gobierno, el derecho de vender las tierras públicas, proponiendo que sean divididas y entregadas gratuitamente a los que la trabajen. Dándole no solo la posibilidad al gaucho, de trabajar la tierra sino también de convertirse en un hombre del progreso como el resto de la sociedad. Pero Mitre, Avellaneda y Sarmiento, no hicieron caso a los pedidos gauchescos y venden las tierras públicas, a las autoridades porteñas y fundan en forma definitiva el gran grupo De la aristocracia Argentina. Ésta política de los hombres progresistas hará que ochenta años después el país tenga un 75% de sus agricultores que no son los dueños de las tierras que trabajan. Los liberales, con sus ideas formadas de la política romántica, tuvieron como meta eliminar la barbarie (gauchos) y civilizar el país, poniéndolo al nivel de las naciones avanzadas del momento. Sus vidas, que hasta ese momento se basaban en la tradicional, en la simplicidad criolla, fueron dejadas de lado al elegir la forma de vida europea. El lujo es parte de la cotidianidad porteña. Quedando así, los valores cambiados, ya que a partir de ahora, la admiración a lo tradicional y a la tierra y la defensa de la libertad son llamadas Barbarie y a los héroes que arriesgan su vida por esa libertad se los llama bandidos. El programa seguido por Sarmiento, Mitre y Avellaneda, se caracterizaba en lo político por la organización de un Estado Nacional fuerte y reconocido como autoridad suprema y legítima para lo que era necesario: • Imponer su autoridad a los gobiernos provinciales, acabando con los caudillos federales. • Extender su soberanía a todo el territorio, terminando con las fronteras interiores que dividen las zonas dominadas por indios y blancos. • Civilizar siguiendo el modelo europeo o norteamericano • Fomentar la inmigración para poblar el desierto, acelerar el proceso civilizador y el desarrollo económico. Desarrollar la economía trayendo los capitales extranjeros. ¿Pero era necesario para conseguir los objetivos mencionados, aniquilar al gaucho? No solo el gobierno, los marginaba, también la sociedad tenía un papel importante. El gaucho era señalado como el representante de la barbarie; ser inferior, ignorante y bárbaro al que había que hacer desaparecer; personaje cómico para que la gente se divirtiera con sus pobres ocurrencias y su asombro de lo que es la ciudad civilizada; y también como sinónimo de atraso. Cuando en realidad tendría que habérselo visto y admirado por ser la esencia de la nacionalidad, la imagen viva de la patria alojada sobre las solitarias pampas. Como consecuencia de estas marginaciones y discriminaciones hacia el gaucho argentino, por obra de los liberales y por haber sido desplazado, el gaucho, por los inmigrantes, convirtiéndose así, en el paisano gaucho, José Hernández, federalista de nacimiento, escribió un libro llamado: "El gaucho Martín Fierro". Queremos entonces, expresar a través de esta obra que resulta tan verídica como cualquier otro documento histórico, el trato que sufrió el gaucho en el período analizado en esta monografía. Tomaremos fragmentos del poema para poder observar la vida que éste llevaba y soportaba. La problemática central de la obra, a nuestro punto de vista, era la censura, o falta de libertad que recibía el gaucho para decidir y expresar su voluntad: "A mí el juez me tomó entre ojos. En la última votación yo me hice el remolón, y no me arrimé ese día. 14
Y él dijo que yo servía al de la oposición." Martín Fierro es un gaucho matrero, es decir que ha cometido delitos políticos. Gaucho que no quiere ir a votar por que se burlan de su decisión y que es perseguido durante toda su vida por no hacerlo: "Él anda siempre juyendo, siempre pobre y perseguido. Como si fuera maldito; Porque el ser gaucho... ¡Barajo! El ser gaucho es un delito." Martín Fierro cuenta como es la vida de un gaucho joven y común, en sus primeros cantos y como de repente cambia su destino para transformarse en gaucho − soldado luchando en la frontera: "Tuve en mi pago un tiempo, hijos, hacienda y mujer; pero empecé a padecer. Me echaron a la frontera, ¡Y que iba a hallar al volver! Tan solo hallé la tapera." El gaucho era enviado en casi todos los casos a la frontera a luchar contra el indio y allí Martín Fierro conoció también los sufrimientos y acumuló experiencias como el resto de la gauchada: "Cantando estaba una vez, en una gran diversión. Y aprovechó la ocasión Como quiso el Juez de Paz: se presentó, y ahí no más hizo una arriada en montón". "Al mandarnos nos hicieron más promesas que a un altar. El juez nos jue a proclamar Y nos dijo muchas veces: "Muchachos a los seis meses los van a ir a revelar". Como expresa en sus cantos Martín Fierro, la frontera era un lugar ni cómodo, ni merecedero y menos aún digno de nadie. Vivió allí situaciones tristes ya que eran abusados laboralmente y sobre todo mal tratados por sus superiores, quienes se creían con autoridad suficiente para manejarlos y extorsionarlos. Estaban sucios y se alimentaban poco y mal. No tenían más que perder que a su propia vida: "Al principio nos dejaron de haraganes criando sebo; pero después... no me atrevo a decir lo que pasaba... ¡Barajo!... si nos trataban 15
como se trata a los malevos". No hace falta decir que al gaucho no se le pagaba un centavo por el trabajo que realizaba y por el esfuerzo que le demandaba: "Yo primero sembré trigo. Y después hice un corral. Corté adobe pa´ un tapial. Hice un quincho, corté paja... ¡La pucha que se trabaja sin que le larguen un rial!". "Y es lo peor de aquel enriedo. Que si uno anda hinchando un lomo, se le apean como un plomo... ¡Quien aguanta a aquel infierno! Si eso es servir al Gobierno. A mi no me gusta el cómo." Como dijimos anteriormente, el gaucho iba a la frontera a luchar contra el indio. En la poesía, Martín Fierro nos relata los sufrimientos que padeció en esas batallas, y lo difícil que era luchar contra el indio, no solo por lo salvajes que eran éstos sino por la falta que tenía el gaucho de herramientas y armas propicias para el enfrentamiento: "Más de un año nos tuvieron en esos trabajos duros. Y los indios, le aseguro Dentraban cuando querían: Como no los perseguían, siempre andaban sin apuro". "Daban entonces las armas. Pa´ defender los cantones, que eran lanzas y latones, con ataduras de tiento... las de juego no las cuento porque no había municiones". "Saben manejar las bolas como naides las maneja: cuanto al contrario se aleja, manda una bola perdida. Y si lo alcanza, sin vida Seguro que lo deja". Según relata Martín Fierro el gaucho tradicional que iba a la frontera no estaba orgulloso de lo que hacían y solo pensaban en volver a sus haciendas para encontrarse con sus hijos y sus mujeres. "Y andábamos de mugrientos, que el mirar nos daba horror. Les juro que era un dolor ver esos hombres, ¡por Cristo! En mi perra vida he visto una miseria mayor". 16
"Yo no tenía ni camisa ni cosa que se le parezca; mis trapos solo pa´ yesca me podían servir al fin... no hay plaga como un fortín para que el hombre padezca". CONCLUSION Desde el punto de vista económico los inmigrantes comenzaron a desarrollarse a expensa de la agricultura que era su principal riqueza. Se introdujo el alambrado al fijar la propiedad rural, esto hizo que desapareciera del campo argentino el gaucho. El gaucho se dedicaba a los trabajos ganaderos. A fines del siglo XIX la Argentina cambia su economía, antes estaba basada en la ganadería, actividad principal del gaucho, ahora se implementa el modelo agro exportador, la actividad del gaucho es desplazada por la agricultura. En cuanto a los gringos y los gallegos no sabían de las tradicionales tareas camperas ni podían competir con el gauchaje en el manejo y dominio del ganado, y hasta le temían al caballo. El gringo era, en cualquier actividad del campo un servidor de la tierra mientras que el gaucho estaba acostumbrado a gozarla. La integración de los inmigrantes originara el surgimiento de un sector intermedio, el gaucho es marginado y queda en los sectores bajos de la sociedad. El gaucho vive en la campaña, en lugares alejados de la ciudad mientras que la mayoría de los inmigrantes se alojaron en las ciudades y sus alrededores. Así comenzó a acentuarse intensamente la diferenciación entre el interior del país y la zona porteña del litoral. Como ya fue mencionado anteriormente el gaucho se dedicaba a trabajos relacionados con la ganadería. El inmigrante por su parte no solo se dedicaba a trabajos agrícolas sino que también muchos inmigrantes se dedicaron a ser zapateros, artesanos, sastres, albañiles, etc. Los gobiernos liberales alentaban la inmigración, considerándola un factor primordial para el desarrollo del país, mientras que el gaucho era considerado un vago, un mal viviente y un ignorante. Para favorecer la inmigración se creo la Comisión Central de Inmigración en 1868 y la Oficina de Trabajo que remitía a Europa información sobre las necesidades de trabajadores, sueldo y tipo de contrato. En los lugares de origen se establecieron agencias oficiales, con el objeto de aumentar al numero de inmigrantes y controlar la calidad de su preparación. Su acción no fue fácil por la falta de escrúpulos de los contratistas privados y de los armadores marítimos, que explotaban en su provecho los desplazamientos humanos, engañaban a las autoridades reclutando sectores marginales de la sociedad y prometían a los inmigrantes beneficios que no estaban dispuestos a cumplir. En 1876, se sanciona la Ley de Inmigración y Colonización. Esta ley define al inmigrante como todo extranjero jornalero, artesano, industrial, agricultor o profesor, que siendo menor de 60 años, y acreditando su moralidad y actitudes, llegase a la República para establecerse en ella, en buques a vapor o velas, pagando pasajes de segunda o tercera clase, teniendo el viaje pagado por cuenta de la Nación, de las provincias o de las empresas particulares, protectoras de la inmigración y la colonización. Determinada la organización y funciones del Departamento General de Inmigración y de las comisiones de inmigración que se instalaban en los puertos de desembarque y las capitales de provincia. Establecía normas de protección que provenía el alojamiento y manutención del inmigrante por cinco días 17
después del desembarco, que se extendían a diez si se deseaba instalarse en el interior, en ese caso el traslado quedaba a cargo del Estado. La Oficina de Trabajo procuraría la colocación de los recién llegados. Para atender a los gastos se creo un fondo general de inmigración. Establecía las normas para la colonización en territorios nacionales, previendo la entrega gratuita de tierras de 100 hectáreas para cada una de las primeras 100 familias y la venta a plazo para el resto. Fuentes, Celeste− Lopez, Rocio− Rojas, Melina
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