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Literatura Chilena Chile cuenta con una rica tradición literaria, y ha sido cuna de dos premios Nobel de Literatura, los poetas Gabriela Mistral y Pablo Neruda. • Periodo colonial Como sus indígenas no conocían la escritura, en Chile (sometido a España desde mediados del siglo XVI a comienzos del XIX) la literatura nace en el seno de la cultura hispánica. Su iniciador es, precisamente, el conquistador Pedro de Valdivia, con sus Cartas a Carlos V. En la más importante (1554), describe con admiración las maravillosas bellezas del país. Poco después, en La Araucana (1569−1589), principal poema épico en lengua castellana moderna, Alonso de Ercilla relata, en versos endecasílabos, la guerra entre españoles y aborígenes. A imitación suya, Pedro de Oña, primer poeta nacido en Chile, publica El Arauco domado (1596), muy inferior a su modelo. En los siglos XVII y XVIII destacan historiadores y cronistas: Alonso de Góngora y Marmolejo (Historia del Reino de Chile), Alonso de Ovalle (Histórica relación del Reino de Chile), Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán (Cautiverio feliz); escritores de temas científicos (Juan Ignacio Molina, Ensayo sobre la Historia Natural de Chile) y teológicos (Manuel Lacunza, La Venida del Mesías en gloria y majestad), y algún poeta de registro épico−histórico (Fernando Álvarez de Toledo, El Purén indómito). Así pues, durante la conquista y la colonia predomina, así, la literatura de carácter referencial u objetivo. • La independencia Con Camilo Henríquez, en el fragor independentista, surge el periodismo político (La Aurora de Chile, 1813), género que también cultivan Manuel de Salas, José Miguel Infante, Juan Egaña y Antonio José de Irisarri. En años siguientes, Mercedes Marín del Solar escribe poesía (Canto fúnebre a la muerte de don Diego Portales) y se dan atisbos de dramaturgia (Manuel Magallanes, La Hija del Sur). Es un periodo activo y entusiasta, aunque de limitado vuelo artístico. El movimiento de 1842, favorecido por el influjo de intelectuales extranjeros llegados al país (José Joaquín de Mora, Andrés Bello, Domingo Faustino Sarmiento, Vicente Fidel López), es el primer intento orgánico por afirmar una literatura nacional. Lo representan en poesía, con excesiva imitación de románticos europeos, Salvador Sanfuentes (Inami), Guillermo Matta (Poesías líricas), Guillermo Blest Gana (Armonías) y José Antonio Soffia (Hojas de otoño); en narrativa, más auténticamente, José Victorino Lastarria (Peregrinación de una vinchuca), Alberto Blest Gana (Martín Rivas, Durante la Reconquista, El loco Estero), José Joaquín Vallejo (Artículos de costumbres), Vicente Pérez Rosales (Recuerdos del Pasado) y Daniel Riquelme (Bajo la tienda); en el drama, Daniel Caldera (El tribunal del honor). Después de 1850, la historiografía tiene señeros cultores en Diego Barros Arana (Historia general de Chile), Miguel Luis Amunátegui (Descubrimiento y conquista de Chile), Benjamín Vicuña Mackenna (El ostracismo de O'Higgins) y Ramón Sotomayor Valdés (Historia de Chile durante 40 años). A finales de siglo, Rubén Darío (Azul, 1888) renueva la lírica. Lo siguen Carlos Pezoa Véliz (Entierro de campo, Tarde en el hospital), Manuel Magallanes Moure (La casa junto al mar) y otros. • El siglo XX El centenario de la Independencia (1910) alienta el criollismo, en narrativa con Baldomero Lillo (Sub Terra, Sub Sole), Mariano Latorre (Zurzulita, Cuna de cóndores) y Federico Gana (Días de campo); en el drama, con Antonio Acevedo Hernández (Árbol viejo, Chañarcillo). Por oposición al criollismo, acusado de nacionalismo estrecho y falta de fantasía, aflora la corriente imaginista, con narradores como Augusto d'Halmar (La sombra del humo en el espejo) y Pedro Prado (Alsino). 1
La historiografía tiene en el siglo XX eximios cultores: José Toribio Medina (Historia de la literatura colonial en Chile), Francisco Antonio Encina (Historia de Chile), Jaime Eyzaguirre (Fisonomía histórica de Chile). En la crítica literaria descuella Hernán Díaz Arrieta, Alone (Historia personal de la Literatura Chilena). Por su parte, poetas neomodernistas y vanguardistas pasan a ser conocidos más allá de las fronteras: los primeros premios Nobel de literatura hispanoamericanos Gabriela Mistral (Desolación, Tala, Lagar) y Pablo Neruda (Residencia en la Tierra, Canto general), y el padre del creacionismo, Vicente Huidobro (Poemas árticos, Altazor). A raíz de los cambios contemporáneos y la II Guerra Mundial, la literatura chilena se universaliza, más centrada en los problemas humanos de fondo y empleando nuevos modos expresivos: en la novela, Manuel Rojas (Hijo de ladrón), María Luisa Bombal (La amortajada), José Donoso (El obsceno pájaro de la noche); en poesía, Nicanor Parra (Poemas y antipoemas), Humberto Díaz Casanueva (Réquiem), Eduardo Anguita (Venus en el pudridero), Gonzalo Rojas (Contra la muerte), Jorge Teillier (Muertes y maravillas), Fernando González Urízar (Los signos del cielo), Miguel Arteche (Fénix de madrugada), Raúl Zurita (Purgatorio); en el drama, Luis Alberto Heiremans (El tony chico), Egon Wolff (Álamos en la azotea), Jorge Díaz (El cepillo de dientes). Indice de Biografías Camilo Henríquez (1769−1825) Mariano Latorre (1886− 1955) Augusto D'Halmar (1882−1950) Pedro Prado (1886−1952) Gabriela Mistral, (1889−1957) Pablo Neruda (1904−1973) Vicente Huidobro (1893−1948) Manuel Rojas (1896−1973) María Luisa Bombal (1910−1976) José Donoso (1924− ) Nicanor Parra (1914− ) Humberto Díaz Casanueva (1906−1992) Baldomero Lillo (1867−1923) Alberto Blest Gana (1830−1920) Isabel Allende (1942− )
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Camilo Henríquez (1769−1825) Escritor, político y religioso chileno. Nació en Valdivia. Se incorporó a la congregación de los frailes de la Buena Muerte en 1790 y se sintió influido por las ideas enciclopedistas europeas y por la guerra de Independencia estadounidense. Se unió al movimiento emancipador y defendió el derecho de Chile a su independencia, por lo que fue perseguido por el Santo Oficio y, más tarde, trasladado a Quito. Tras los primeros movimientos emancipadores, regresó a Chile, donde fue elegido diputado y se convirtió en un destacado insurgente (independentista), cuyas proclamas eran pronunciadas desde el púlpito, firmando sus escritos bajo el seudónimo de Quirino Lemáchez. Durante el gobierno de José Miguel Carrera fundó el primer periódico chileno (La Aurora de Chile), del cual fue su primer director. Presidente del Senado, tras la derrota de Rancagua (1814) tuvo que refugiarse en Buenos Aires, donde abandonó los hábitos. En 1822 regresó dispuesto a colaborar con Bernardo O'Higgins, tomó parte en la redacción de la Constitución y tuvo un 2
destacado papel como dirigente liberal. Murió en 1825 en Santiago de Chile. Mariano Latorre (1886− 1955) Cuentista y novelista chileno. Nació en Cobquecura, región del Maule en el centro−sur de Chile, y murió en Santiago. Profesor de lengua y literatura, encabezó en la narrativa chilena la tendencia criollista, empeñada en una literatura de tema y lenguaje nacionales. Exalta, sobre todo, en sus cuentos y novelas, el paisaje rural en sus diversas manifestaciones: el campo, la cordillera, el mar, a través de una cuidadosa observación y un léxico exacto. En el cuento, destacan Cuentos del Maule (1912); en la novela Zurzulita (1920), relato de los trágicos amores de una maestra rural, y Ully (1923), idilio de un pintor santiaguino y una muchacha sureña descendiente de colonos. Latorre, que ejerció también la crítica y el ensayo, perteneció a la Academia Chilena de la Lengua, obtuvo el Premio Nacional de Literatura (1944) y mereció numerosas traducciones de sus relatos. Augusto D'Halmar (1882−1950) Seudónimo de Augusto Goéminne Thomnson, novelista y cuentista chileno, nacido en Valparaíso y muerto en Santiago. En su vida y en su obra se entremezclan la realidad y el ensueño. Fundó en 1900 la revista Luz y Sombra, de gran importancia en la literatura chilena. Fue viajero impenitente, diplomático en la India, España y Perú, funcionario de la Biblioteca Nacional y director del museo de Bellas Artes. Fue el máximo exponente de la corriente imaginista en la narrativa del país, con un estilo elegante, musical, luminoso y sugerente. Obras principales: Juana Lucero (1900), novela de una mujer de gran belleza, prematuramente envejecida en un burdel; Pasión y muerte del cura Deusto (1938), una de las grandes novelas hispanoamericanas de ambientación española; Cristián y yo (1946), colección de cuentos, interesante radiografía retrospectiva del alma infantil. Fue el primer escritor chileno distinguido con el Premio Nacional de Literatura (1942). Pedro Prado (1886−1952) Poeta y novelista chileno, nacido y muerto en Santiago. Hombre múltiple, estudió arquitectura, presidió la Federación de Estudiantes de Chile y la Sociedad de Escritores de Chile, fundó la Revista Contemporánea y el 'Grupo de los Diez', fue agricultor, diplomático en Colombia y cultor fino, emotivo y profundo de todos los géneros literarios. Poeta de la meditación y de la soledad, verdadera puerta de entrada a la gran poesía chilena de este siglo, fue maestro del soneto, uno de los iniciadores del verso libre en su país y fundador de la prosa poética. Como novelista, infundió al marco popular del criollismo, la altura creativa y poética del imaginismo, alcanzando hondura filosófica. Entre sus obras principales destacan: Flores de Cardo (1908), lírica; Los pájaros errantes (1915), prosas poéticas; Alsino (1920), novela protagonizada por un adolescente que sueña con emular a Ícaro; Un juez rural (1924), novela que pone la conciencia sobre la ley; Androvar (1925), poema dramático; Camino de las horas (1935), Otoño en las dunas (1940) y Esta bella ciudad envenenada (1945), colecciones de sonetos, clásicos del idioma por su estilo de particular pulcritud y finura. Prado fue llamado a la Academia Chilena de la Lengua y galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 1949. Gabriela Mistral, (1889−1957) Seudónimo de Lucila Godoy Alcayaga, poetisa y diplomática chilena. Fue una destacada educadora que visitó México (donde cooperó en la reforma educacional), Estados Unidos y Europa, estudiando las escuelas y métodos educativos de estos países. Además fue profesora invitada en las universidades de Barnard, Middlebury y Puerto Rico. A partir de 1933, y durante veinte años, desempeñó el cargo de cónsul de su país en ciudades como Madrid, Lisboa y Los Ángeles, entre otras. Su poesía, llena de calidez y emoción y marcado misticismo, ha sido traducida al inglés, francés, italiano, alemán y sueco, e influyó en la obra creativa de muchos escritores latinoamericanos posteriores, como Pablo Neruda y Octavio Paz. Sus diversos poemas 3
escritos para los niños se recitan y cantan en muy diversos países. En 1945 se convirtió en el primer escritor latinoamericano en recibir el Premio Nobel de Literatura. Posteriormente, en 1951, se le concedió el Premio Nacional de Literatura. Hija de un profesor rural y con una hermanastra de la misma profesión, Gabriela Mistral, con temprana vocación por el magisterio, llegó a ser directora de varios liceos fiscales. Su fama como poetisa (aunque ella prefería llamarse "poeta") comenzó en 1914 luego de haber sido premiada en unos Juegos Florales por sus "Sonetos de la muerte", inspirados en el suicidio de su gran amor, el joven Romelio Ureta. A este concurso se presentó con el seudónimo que desde entonces la acompañaría toda su vida. A su primer libro de poemas, Desolación (1922), le siguieron Ternura (1924), Tala (1938), Lagar (1954) y otros. Pablo Neruda (1904−1973) Seudónimo, luego nombre legal, de Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto, poeta chileno, considerado uno de los más importantes del siglo XX. Escribía poesía desde muy joven (el seudónimo comenzó a usarlo cuando apenas tenía dieciséis años). Gabriela Mistral lo inició en el conocimiento de los novelistas rusos, que el poeta admiró toda su vida. Estudió para convertirse en profesor de francés, sin llegar a lograrlo. Su primer libro, cuyos gastos de publicación sufragó él mismo con la colaboración de amigos, fue Crepusculario (1923). Al año siguiente, su Veinte poemas de amor y una canción desesperada se convirtió en un éxito de ventas (ha superado el millón de ejemplares), y lo situó como uno de los poetas más destacados de Latinoamérica. Entre las numerosas obras que le siguieron destacan Residencia en la tierra (1933), que contiene poemas impregnados de trágica desesperación ante la visión de la existencia del hombre en un mundo que se destruye, y Canto general (1950), un poema épico−social en el que retrata a Latinoamérica desde sus orígenes precolombinos. La obra fue ilustrada por los famosos pintores mexicanos Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Como obra póstuma se publicaron, en el mismo año de su fallecimiento, sus memorias, con el nombre de Confieso que he vivido. Poeta enormemente imaginativo, Neruda fue simbolista en sus comienzos, para unirse posteriormente al surrealismo y derivar, finalmente, hacia el realismo, sustituyendo la estructura tradicional de la poesía por unas formas expresivas más asequibles. Su influencia sobre los poetas de habla hispana ha sido incalculable y su reputación internacional supera los límites de la lengua. En reconocimiento a su valor literario, Neruda fue incorporado al cuerpo consular chileno y, entre 1927 y 1944, representó a su país en ciudades de Asia, Latinoamérica y España. De ideas políticas izquierdistas, fue miembro del Partido Comunista chileno y senador entre 1945 y 1948. En el año 1970 fue designado candidato a la presidencia de Chile por su partido y, entre 1970 y 1972, fue embajador en Francia. En 1971 recibió el Premio Nobel de Literatura y el Premio Lenin de la Paz. Antes había obtenido el Premio Nacional de Literatura (1945). Vicente Huidobro (1893−1948) Escritor vanguardista chileno, fundador de su propio movimiento poético y defensor entusiasta de la experimentación artística durante el periodo de entreguerras. Hijo de madre escritora, estudió en su ciudad natal, Santiago, y ya desde pequeño mostró un gran talento literario: sus primeros poemas los escribió a los doce años. Siendo aún adolescente, publicó un manifiesto en el que rechazaba toda la poesía anterior a él. Se trasladó a París, donde pronto entraría en contacto con la literatura de los poetas surrealistas Guillaume Apollinaire y Pierre Reverdy, junto a los cuales fundaría la revista Nord−Sud. Se distanció poco después del surrealismo, al no aceptar la opinión de que el artista es un mero instrumento revelador de su inconsciente. Del mismo modo, rechazó el futurismo al pensar, con cierta razón, que una vez que las masas se hubieran familiarizado con los hallazgos del mundo moderno, los himnos futuristas a la aeronáutica y a los rascacielos, por ejemplo, perderían gran parte de su valor.
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Su respuesta a todos estos movimientos de comienzos de nuestro siglo fue el creacionismo, una corriente revolucionaria que situaba al poeta a la altura de un dios, dedicado a crear un nuevo tipo de poesía que compitiera con la naturaleza en lugar de reflejarla. Este concepto constituyó el eje de su obra poética, sembrada de impactantes imágenes, de yuxtaposiciones efectistas y de letras y secuencias de palabras de carácter aleatorio. Algunos de sus poemas recuerdan los caligramas de Apollinaire. En 1918, ya en Madrid (España), fundó el grupo creacionista, y su gran habilidad de comunicador contribuyó a extender el entusiasmo por la experimentación en la Europa de entreguerras. Respecto a sus últimas obras, existen opiniones muy contrapuestas. Así, mientras algunos críticos literarios afirman que se trata simplemente de la producción, muy poco interesante, de un charlatán empeñado en promocionar su imagen, otros, en cambio, encuentran en Huidobro la voz de un poeta serio, capaz de expresarse con viveza, humor y gran inventiva, sobre todo en obras como Altazor o el viaje en paracaídas (1931). No por nada fue retratado por Picasso y Juan Gris. Para no pocos, con Gabriela Mistral y Pablo Neruda, constituye la trinidad de la gran poesía chilena. Además de poemas, su producción se completó con novelas (Sátiro o el poder de las palabras, 1939), manifiestos, ensayos (Vientos contrarios, 1926) y obras teatrales (Gilles de Raiz, en francés, 1932). Como parte de sus ocurrencias, escribió su propio epitafio: "Abrid esta tumba: al fondo de esta tumba se ve el mar". Se encuentra sepultado en Cartagena (Chile), frente al mar. Manuel Rojas (1896−1973) Escritor nacido en Buenos Aires e incorporado a la literatura chilena, ras radicar en Chile desde 1924. Su obra principal es narrativa y se caracteriza por una observación de medios y caracteres propia del realismo, pero que supera las recetas tradicionales de esta tendencia. Abundan en sus novelas los desheredados de la fortuna, los pequeños delincuentes y demás habitantes de los barrios pobres y marginales, retratados sin truculencia ni compasión. De 1932 data su inicial Lanchas en la bahía, a la que siguen cuatro novelas protagonizadas por una suerte de heterónimo del autor, Aniceto Hevia: Hijo de ladrón (considerada su trabajo más típico y logrado, 1951), Mejor que el vino (1958), Sombras contra el muro (1964) y La oscura vida radiante (1971). Ha publicado, asimismo, recopilaciones de cuentos como Hombres del sur (1926) y El bonete maulino (1968, en su forma definitiva), un libro de poemas (Tonada del transeúnte, 1927) y un tomo de memorias, Imágenes de infancia (1955). María Luisa Bombal (1910−1976) Novelista chilena nacida en Viña del Mar y muerta en Santiago. Se graduó en Filosofía y Letras en La Sorbonne (lo que le permitió conocer el surrealismo en auge en Francia), estudió arte dramático y violín. Introdujo el surrealismo en la novelística chilena, mostrando, con pluma segura, mundos inexplorados, como la naturaleza femenina, y ejerciendo modos narrativos consecuentes: imaginativos, simbólicos, sugerentes, patéticos. Obras principales: La última niebla (1935), historia de la vida entre real y onírica de una mujer en busca del amor perfecto; La amortajada (1938), retrospección de la existencia de una mujer muerta. Es justamente célebre su cuento El árbol, aparecido con la primera de ellas. Obras de la escritora merecieron premios de la Municipalidad de Santiago y de la Academia Chilena de la Lengua; sus obras han sido traducidas al inglés, francés, alemán, sueco, portugués, japonés y checo. José Donoso (1924− ) Novelista y cuentista chileno, nacido en Santiago. Vivió experiencias juveniles como ovejero, obrero portuario y oficinista, pese a provenir de familia acomodada; después estudió literatura en la Universidad de Chile y en la de Princeton (EEUU), ejerció como profesor en el país y en el extranjero; colaboró en Ercilla y otras publicaciones periódicas. Cultor de la novela y el cuento, partió pintando la decadencia de la aristocracia criolla: Coronación (1958), simbólico retrato de la senilidad de una dama, para incursionar posteriormente en 5
la problemática existencial, con sus ingredientes de incomunicación y de búsqueda de identidad: El obsceno pájaro de la noche (1970), novela que enlaza historias de seres ambiguos. Como integrante del boom de la literatura latinoamericana contemporánea, ha alcanzado resonancia internacional: sus obras se han traducido a 17 idiomas, y algunas de sus novelas y cuentos llevados al cine. Es premio Nacional de Literatura de 1990. Su estilo guarda correspondencia con su temática, desafiante para el lector común. Nicanor Parra (1914− ) Poeta chileno. Nació en San Fabián de Alico, zona agrícola de Chillán, en el seno de una familia de artistas populares. El padre era improvisador de versos; la madre, tejedora. Alternó sus estudios de matemáticas y física y su ejercicio como catedrático en esas especialidades con el quehacer literario; cofundador de la Revista Nueva, ocasional cultor del cuento y del ensayo, es, sobre todo, poeta. Inicialmente evocativo y sentimental en Cancionero sin nombre (1937), más tarde adoptó en definitiva la línea que él mismo denomina 'antipoesía', revelación irónica e iconoclasta de un mundo problemático, hecha en lenguaje antirretórico, coloquial, a menudo sorprendente. Esta renovación de proyecciones internacionales, comienza en Poemas y antipoemas (1954) y se prolonga en una docena de obras más. Obtuvo el premio Nacional de Literatura (1969) y el internacional Juan Rulfo en su primera entrega (1991). Humberto Díaz Casanueva (1906−1992) Poeta chileno nacido y muerto en Santiago. Si bien cuando joven desempeñó diversos modestos oficios y entre 1941y 1973 sirvió diferentes misiones diplomáticas (El Salvador, Canadá, Estados Unidos, Perú, Italia, Egipto, Argelia y organismos internacionales), su condición de profesor de Filosofía, doctorado en Jena (Alemania) marca su poesía, metafísica, existencial, de alto vuelo pero hermética en su estilo, "hirsuta y retraída" según él mismo. Sus obras principales son: El aventurero de Saba (1926); El blasfemo coronado (1941); Requiem (1945), a la muerte de su madre; La hija vertiginosa (1954). Alcanzaron popularidad algunos de sus Poemas para niños (1926), como El niño que quiere ser marinero. Fue premio Nacional de Literatura en 1971 y miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua en 1985. Baldomero Lillo (1867−1923) Cuentista chileno nacido en Lota, centro minero cercano a Concepción y muerto en Santiago. Su padre, José Nazario, administrador de minas, impulsaba la lectura diaria en su hogar. El hijo trabajó en las minas de carbón y en labores de comercio, para ayudar a la economía familiar. En Santiago, fue funcionario administrativo de la Universidad de Chile, prosiguió sus lecturas, se vinculó con otros escritores en la "Colonia Tolstoiana" y, tras una fugaz incursión en la poesía, publicó los libros de cuentos Sub Terra (1904) y Sub Sole (1907). Los del primero denuncian principalmente la explotación, el sufrimiento y la muerte de los obreros del carbón, en estilo directo, vigoroso, a veces descarnado, patético, aunque no faltan los temas campestre, amoroso, humorístico y aun urbano. Los del segundo, más elaborados literariamente, pulsan las cuerdas de los costumbrista, los psicológico, lo dramático, lo indigenista, los costumbrista e incluso lo fantástico. Considerado maestro del cuento en Suramérica, Lillo fue traducido al inglés y otras lenguas. Alberto Blest Gana (1830−1920) Novelista chileno nacido en Santiago y muerto en París. Fue intendente de Colchagua (1864), diputado, ministro de Chile en Francia (1868−1887). Como escritor, aunque inicialmente cultivó el verso y publicó artículos de costumbres en diversas revistas, tiene el principal mérito de haber sido el fundador de la novela en Chile, con obras en que se combinan rasgos románticos y realistas: Martín Rivas (1862), sobre el ascenso social de un joven de clase media; Durante la Reconquista (1897), novela histórica del periodo 1814−1817; El loco Estero (1909), con gratas reminiscencias de la infancia. Su habilidad para retratar personajes y describir costumbres vale más que su estilo, a veces insuficientemente cuidado y propenso a galicismos. Dejó también una comedia: El jefe de familia (1858). 6
Isabel Allende (1942− ) Novelista y periodista chilena nacida en Lima, Perú, donde su padre se encontraba destinado como diplomático. Asistió a diversos colegios privados y viajó por varios países antes de regresar a Santiago de Chile para concluir sus estudios y trabajar en la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), organismo de las Naciones Unidas. Posteriormente trabajó como periodista, escribió artículos sobre temas sumamente polémicos y también hizo cine y televisión. Allende se exilió en 1973 y buscó refugio en Caracas, Venezuela, cuando su tío Salvador Allende, presidente de Chile, murió durante el golpe militar encabezado por el General Augusto Pinochet Ugarte. En el exilio escribió su primera novela La casa de los espíritus (1982), una crónica familiar ambientada en el torbellino de cambios políticos y económicos acontecidos en Latinoamérica. La novela fue bien acogida por la crítica, que vio en ella ciertos elementos propios del realismo mágico, una técnica literaria que consiste en mezclar lo real con lo sobrenatural y cuyo principal exponente es el novelista colombiano galardonado con el Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez. Esta novela fue llevada al cine por el director danés Bille August. Allende continuó su exploración sobre cuestiones personales y políticas en sus dos siguientes novelas De amor y de sombra (1984) y Eva Luna (1987), y en la colección Cuentos de Eva Luna (1992). Ha sido una de las primeras novelistas latinoamericanas que ha alcanzado fama y reconocimiento a escala mundial. Su exilio concluyó en 1988 cuando los chilenos derrotaron en las urnas al dictador Pinochet y eligieron un presidente democrático. En 1995 publicó Paula, un libro de recuerdos dedicado a su hija.
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