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Historia de la Odontología
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Estimado Dr. / Dra.: ¿De dónde venimos? ¿Se hizo alguna vez esta pregunta, pero en cuanto a su profesión, la Odontología? ¿Qué pasó y cuándo ocurrió, qué caminos fueron transitados hasta el presente, para que hoy Usted esté atendiendo pacientes? La Medicina y la Odontología datan de casi cuatro mil años a. C. Esta “Historia de la Odontología” que Gador se enorgullece en presentar, comienza desde los primeros gritos de dolor bucal, cuando, sin mucho instrumental ni cobertura médica, pero con gran coraje y espíritu de investigación científica y clínica, muchos pioneros se iniciaron en el difícil arte de la Odontología. La Línea Odontológica Gador también ha hecho mucha historia, caminando junto al Odontólogo de nuestro país. Sea entonces esta entrega en fascículos una excusa más para que Usted siga junto a Gador, y para que, además, pueda tomarse un recreo para leer datos y curiosidades históricas que hacen a la identidad de todo Odontólogo. Cordialmente Gador SA
El contenido de esta publicación se presenta como un servicio a la profesión odontológica, reflejando las opiniones, conclusiones o hallazgos propios de los autores incluidos en la publicación. Dichas opiniones, conclusiones o hallazgos no son necesariamente los de Laboratorios Gador, ni los de ninguna de sus afiliadas, por lo que Laboratorios Gador no asume ninguna responsabilidad de la inclusión de las mismas en dicha publicación. © RTM S.A. - Catamarca 1902 - Martínez - Buenos Aires - Argentina Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.
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ara encarar un texto de Historia, es necesario tener entusiasmo. La Historia es revelación, no una repetición sino la continuación de hechos; no estamos condenados a repetir el pasado, sino a mejorarlo; tomar lo bueno y desechar lo malo, conocer por qué no puede ser apreciado lo que se ignora; a veces la historia sirve para desmitificar ciertas concepciones fatalistas de las desgracias, los hechos históricos no son resultado de una voluntad divina o de maldiciones genéricas. La dificultad mayor radica en simplificar y sintetizar hechos tan complejos que exigirían volúmenes completos, sacarle al texto lo superfluo para encantar al lector. Analizando las causas se pueden determinar las perspectivas de una rama del saber, entregando al interesado las informaciones e interpretaciones de acontecimientos cruciales, tanto por lo que representan en sí mismos como por las repercusiones que probablemente tuvieron y tendrán en el futuro. Este fascículo, aunque independiente, integra una serie de tres estudios en los que se busca repensar los caminos por los cuales la Odontología llega a ser lo que es hoy y discernir la perspectiva que se le abre. Es una interpretación de los factores sociales, culturales y económicos que presidieron su formación. Todos ellos tienen algo en común; transformarla para crear un orden social mejor. Esta historia es un intento de integración del abordaje antropológico, sociológico, económico, histórico y político, en un esfuerzo conjunto para comprender la realidad de la Odontología en nuestros días y otorgar a los estudios una relevancia social. Se va de lo tradicional a lo moderno, estudiando los factores determinantes y condicionantes necesarios, contribuyendo a la formulación de doctrinas, con un compromiso científico junto con el progreso del saber. Fueron selecciona-
dos los objetos de estudio en forma rigurosa, reuniendo el material indispensable para enfrentar en el futuro temas más ambiciosos; todos los temas tienen en común una tendencia transformadora, lo arcaico y lo moderno son momentos de un reordenamiento natural de la sociedad de la cultura, donde se deben buscar las fuerzas generadoras de dichos cambios y las condiciones sociales en las cuales operan. No quiere decir que la historia de los países y pueblos que no figuran en este fascículo tengan menos interés o importancia que la de los incluidos. El objeto de este fascículo no es una narración sino una interpretación; su lector ideal será el formado teóricamente, que no siente una mera curiosidad por el pasado sino que desea saber cómo y por qué el mundo ha llegado a ser lo que es hoy y hacia dónde se encamina. Aunque la trama de la historia no puede desenredarse en hilos separados sin destruirla, es muy conveniente, a efectos prácticos, cierta subdivisión del tema básico. Los humanos han sufrido problemas dentales desde los tiempos más remotos, buscando diversidad de remedios para aliviarlos. Los primeros terapeutas dentales eran médicos; Pierre Fauchard en el siglo XVIII, a través de su gran tratado Le Chirurgien Dentiste, mostró a la Odontología como una verdadera profesión y fue el primero que estableció los principios racionales y científicos, dejando atrás la superstición y la ignorancia. Hoy la profesión odontológica es respetada y admirada; fue mucha la lucha para su avance y muchos los aportes que ha hecho para el bienestar humano, de los cuales el más significativo fue la anestesia quirúrgica. Aquellos que luchan por alcanzar altos niveles profesionales, deberían examinar la historia de la Odonto-
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gunos neurofisiólogos han tratado de definir el dolor como “la interpretación individualizada de mensajes transmitidos por nervios especializados, con respecto a hechos que dañan al organismo”. Eso en cuanto al dolor provocado por estímulos externos, pero también existe el dolor de tipo emocional, como el que siente una madre ante la pérdida de su hijo. El dolor ha tenido diferentes implicancias en la historia de la especie humana. Sea considerado como maldición o castigo demoníaco, como prueba de devoción religiosa o purificación espiritual, el dolor parece intensificarse con la fatiga, la ansiedad, la enfermedad, el hastío; además, el dolor parece hacerse más intenso por la noche que durante el día. El filósofo estoico Séneca decía: “Cuanta más atención se ponga en la causa que produce el dolor, más aumenta su intensidad; cuanto menos caso se le hace, más alivio se obtiene”. Cuando el dolor procede al mismo tiempo de dos o más fuentes, por ejemplo un dolor dentario y una quemadura en la mano, el dolor total experimentado no es la suma matemática de ambas sensaciones en conjunto. Como los mecanismos nerviosos que interpretan y sienten el dolor no pueden dividir su atención, el dolor más intenso monopoliza la sensación. No obstante, el dolor analizado desde cualquier punto de vista, es el más desagradable de los sentimientos que acompañan al hombre y existe una tendencia innata a evitarlo y una vez producido, a suprimirlo. En una escala primitiva, el hombre es imitado por las bestias; simios, gatos, elefantes y otros animales exteriorizan pesar cuando alguno de sus congéneres está herido; y frecuentemente realizan actos positivos para mitigar el sufrimiento y cuidan a la víctima para devolverle la salud; se ha comprobado el gran espíritu de solidaridad que existe entre los delfines y ballenas, cuando alguno se encuentra enfermo o herido.
logía y hacer uso de este conocimiento como punto de referencia. El estudio del pasado puede orientar hacia el futuro. Cicerón, como orador romano, decía: “Desconocer lo que se ha gestado en tiempos anteriores lleva a seguir siendo siempre como un niño. Si no se hace uso del trabajo de los tiempos pasados, el mundo permanecerá en la infancia del conocimiento”. Por lo tanto, la historia de la Odontología es no sólo interesante y esclarecedora, sino que mediante una comprensión inteligente, puede avanzar en sus objetivos, que en última instancia, se reducen a uno solo, mejorar la vida del hombre sobre la tierra. La historia de la Odontología se asocia con la historia del dolor; desde que los primeros ácidos nucleicos dieron origen a la proteína que formaría la primera célula viviente, el dolor ha acompañado a todo ser vivo, vegetal o animal; después de 6 millones de años de colectividad humana, aún no hemos logrado definir eso que llamamos dolor; es algo subjetivo; al-
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EL CERCANO ORIENTE
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ntre los años 3500 y 3000 a.C.en la fértil llanura entre los ríos Tigris y Éufrates, los sumerios desarrollaron una avanzada civilización. De sus escritos en forma de cuña, realizados en tablillas de arcilla, proviene nuestro conocimiento de la Medicina y Odontología de la Mesopotamia. Como en las sociedades primitivas, la Medicina practicada en la Mesopotamia era de naturaleza religiosa y mágica; se creía que los responsables de las enfermedades eran demonios que habitaban el cuerpo del paciente y para expulsar a los malos espíritus se usaban repugnantes remedios a base de gusanos e insectos. Durante el imperio babilónico, se utilizaron medicamentos y una cirugía sencilla; si tenían éxito eran bien recompensados, pero si la tragedia sobrevenía, se arriesgaban a afrontar severos castigos. En el Código de Hamurabi se anuncian claramente las recompensas y castigos reservados a los practicantes de la Medicina.
Los fenicios Los fenicios, pueblo contemporáneo de los antiguos egipcios y hebreos, vivieron en lo que hoy es el Líbano; se dedicaban al comercio con los otros pueblos del Mediterráneo. A pesar de no existir material disponible en las excavaciones arqueológicas, se puede sostener la hipótesis de que en este pueblo existían médicos muy hábiles que ejecutaron sofisticadas restauraciones dentales. En 1862, Charles Gallardot, cavando en una tumba cerca de la ciudad de Sidón, descubrió una prótesis del año 400 a.C. Constaba de cuatro dientes inferiores naturales sujetando entre ellos dos dientes tallados de marfil que reemplazaban a dos incisivos desaparecidos. Estos
dientes artificiales estaban unidos a sus piezas contiguas por hilos de alambre de oro. En Sidón, en 1901, se halló una mandíbula de 500 años a.C. cuyos incisivos, gravemente afectados por una enfermedad periodontal, se habían sujetado con un ligadura de alambre de oro, parecido al de una dentadura de las tumbas egipcias, indicando que existía cierto intercambio de conocimientos y de médicos, entre los dos países. Egipto había establecido su soberanía sobre Fenicia en el siglo XVI, pero aunque perdió el dominio territorial, mantuvo la influencia cultural sobre todos los productos de la artesanía fenicia.
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Los hebreos
Resulta sorprendente que los hebreos no practicaran ningún tipo de terapéutica odontológica, restauradora o quirúrgica; en cambio, según el Talmud, utilizaban los servicios de médicos fenicios o griegos, que habían desarrollado el cuidado dental, alcanzando un alto grado de perfección. En el Talmud aparecen muchas referencias a la Medicina, casi siempre para señalar algún aspecto religioso. Estudiando el Talmud, se pueden sacar varias conclusiones. En primer lugar, dado que el Talmud sólo menciona a las mujeres como portadoras de coronas de oro o dientes artificiales, es probable que estas restauraciones se hicieran por motivos solamente estéticos. En segundo lugar, ya que tanto la corona como el diente artificial podían caerse, debemos deducir que estaban cementados de manera defectuosa. En tercer lugar, determinados artesanos denominados “nagras”, eran los encargados de fabricar los dientes y coronas artificiales. El Talmud es rico en alusiones a tratamientos supuestamente eficaces para remediar y prevenir problemas orales. Se aconsejaba no tomar demasiado vinagre, ya que era dañino para el diente como el humo lo es para los ojos; sin embargo, si las encías presentaban heridas, se recomendaba el vino. Los jugos de frutas ácidos se consideraban buenos para el dolor de muelas e inofensivos para los dientes sanos. Las extracciones dentales eran temidas por los antiguos judíos, tanto como por sus contemporáneos gentiles. Una sección del Talmud advierte: “No adquieras el hábito de tomar medicinas; no las tomes en grandes dosis; evita que te extraigan un diente”. El rabino Chananel justifica evitar la extracción de un canino, ya que los ojos podrían sufrir; hoy se sabe que existe una pequeña comunicación entre la fosa canina y la fosa ocular. Es evidente que habían estudiado profundamente la anatomía facial y sabían lo que decían.
Los hebreos estimaban mucho los dientes sanos y fuertes. En el Antiguo Testamento existen numerosas referencias sobre la importancia de los dientes sanos, que se consideraban objetos estéticos. En la canción de Salomón, se afirma: “Los dientes son como un rebaño de ovejas recién esquiladas, que salen del baño, donde cada una tiene gemelos y ninguna entre ellas es estéril“. Además, los dientes eran considerados como símbolos de fuerza y su pérdida, relacionada con la debilidad y enfermedad. Las condiciones físicas que debían reunir un hombre para el cargo de sumo sacerdote, impedían el servicio de cualquier persona mutilada y según interpretación de los rabinos, era considerado mutilado alguien a quien le faltara aún un solo diente. Los cuentos judíos narran que Esaú en su encuentro con Jacob al cabo de veinte años, lloró porque sus dientes estaban flojos y doloridos. Los salmos de David, a menudo equiparan dientes sanos con fuerza. En el Salmo 3, David insinúa que sus enemigos se han quedado indefensos a causa de la pérdida de sus dientes. En los proverbios de Salomón, los dientes en mal estado simbolizan debilidad. La confianza en un traidor en momentos de peligro es como un diente descompuesto. La Biblia especifica el castigo que debe inflingirse a quien causa una pérdida de dientes a sus semejantes. “Darás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie... Y si un hombre golpea el ojo de su sirviente, o el ojo de su criada, causando su pérdida, deberá darles la libertad por el ojo perdido. Y si le rompe un diente a su sirviente o a su criada, deberá liberarlos por el diente roto” (Éxodo 21:23-27). Sin duda, los primeros hebreos consideraban importante la pérdida de un diente, ya que un sirviente herido debía ser puesto en libertad para compensar tal ofensa.
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LOS EGIPCIOS Es, ha sido y será una fuente de inspiración para el espíritu humano. El historiador Herodoto describió en el siglo V a.C. la práctica de la Medicina y las especializaciones, al punto tal que cada médico curaba una enfermedad: existían médicos de ojos, de dientes, etc. Las enfermedades dentales eran frecuentes y graves, el hallazgo de restos humanos antiguos en forma de momias muestran enfermedades dentarias de diferentes grados. Está plenamente demostrado que los egipcios padecieron enfermedades dentales graves, aún en ausencia de caries, esto era debido al desgaste severo por la ingestión de alimentos sumamente duros y fibrosos. La aparición de procesos cariosos con infecciones concomitantes en los tejidos periodontales en momias más recientes, se ha interpretado como el paso de un refinamiento alimentario a base de una dieta blanca y más rica en glúcidos pero también es posible que los cambios climáticos, geológicos y culturales eliminaran los minerales en la alimentación, que influían en la formación de las caries. Algunos muestran infecciones dentarias y periodontopatías gravísimas, aunque también se han encontrado momias que presentan sujeciones en los órganos dentarios a manera de férula para prevenir su rápida pérdida. El primer dentista del que conocemos su nombre fue Hesi-Re, que vivió durante el reino de Zoser y fue el más grande de los médicos que trataron los dientes. Encontramos más evidencias de que el tratamiento odontológico estaba separado del tratamiento médico general, en un papiro que el faraón Sahura regaló a su médico favorito; su inscripción jeroglífica fue interpretada como que el escrito decía “hombre del diente”. Los egipcios sufrían de gran variedad de enfermedades dentales y ni siquiera los faraones eran inmunes a sus estragos. Parece que la extracción era la forma principal de aliviar las afecciones dentales. También es probable que estos primeros dentistas taladrasen agujeros a través de la cortical de la mandíbula para aliviar la presión
producida por exudados purulentos asociados a abscesos dentales. Se han encontrado algunos cráneos con trepanaciones de este tipo, uno de los primeros, perteneciente al periodo del reino antiguo, se encuentra en la colección del Peabody Museum de la Universidad de Harvard. Se encontró un cráneo humano que presenta el primer molar inferior severamente cariado. Al nivel aproximado de las raíces de este molar, se observan dos agujeros perfectamente cilíndricos, de exactamente cinco milímetros de profundidad y dos milímetros de diámetro cada uno, que conducen a los ápices de la raíz. No parecen fístulas que podrían haberse formado naturalmente, pues son idénticos. Este cráneo está depositado actualmente en el Museo del Hombre, en París. Aparentemente los egipcios eran muy hábiles en el manejo del trépano, como puede verse también en muchas de sus pinturas fúnebres. La dieta rudimentaria era una de las principales causas de las afecciones dentales de los egipcios, tanto entre los ricos como entre los pobres; como la dieta de los primeros egipcios era fundamentalmente vegetariana y dado que el suelo era muy arenoso, se consumía mucha arena también con los platos principales. Todo esto
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producía un severo desgaste de las superficies oclusales de los dientes, con lo cual la pulpa dentaria quedaba sin protección y, por lo tanto, era inevitable la aparición de abscesos y quistes. Aquí aparece una relación estrecha entre dieta y enfermedades dentales. Muchos cráneos antiguos presentan evidencia de traumatismos dentales, en parte debido a la precaria naturaleza de la vida en esos tiempos y a las continuas guerras. La pérdida traumática de los dientes era frecuente; la oclusión defectuosa también lo era, ya que los cráneos faraónicos presentan a menudo clara evidencia de protrusión severa de los dientes superiores. Existe un importante desacuerdo sobre la naturaleza de la Odontología en el antiguo Egipto. Sin duda se practicaba la medicina bucal pero es probable que los dientes no fueran objeto de operaciones, ya que las momias faraónicas no presentan muestras de tales cuidados, a pesar de exhibir con frecuencia la destrucción dentaria natural. Los egipcios escribían en papiros y el más voluminoso y mejor preservado, el de Ebers, se conserva en la biblioteca de la Universidad de Leipzig; fechado alrededor del año 1550 a.C. es una compilación de textos médicos, algunos de los cuales se remontan al año 3500 a.C.; contiene abundantes referencias a enfermedades dentales, incluyendo gingivitis, atrición, pulpitis y dolor dentario. Entre los tratamientos citados hay referencias a la inflamación de las encías y se aconseja amasar una pasta y aplicar sobre el diente una parte de comino, una parte de incienso y una parte de cebolla. A pesar de que el papiro de Ebers no menciona ninguna intervención quirúrgica de enfermedades dentales, el papiro de Edwin Smith, del siglo XVI a.C. cita numerosas operaciones de fracturas y dislocaciones de los maxilares, fracturas conminutas, perforación del cigoma y laceración del labio. Dado que los fórceps se encuentran grabados de forma tan prominente en varias paredes, podemos presumir que también se efectuaban extracciones. La higiene parece no haber preocupado mucho a a este antiguo pueblo; a pesar de haberse encontrado en
excavaciones y tumbas, miles de artículos cosméticos y de aseo, no se ha encontrado ningún cepillo u objeto de limpieza similar. Muchos cráneos muestran abundantes depósitos de sarro con el consiguiente colapso periodontal y pérdida ósea. En ellos no parece haberse hecho ningún intento por eliminar estas acumulaciones tan nocivas para los dientes. Dos hallazgos curiosos han originado gran cantidad de argumentos y especulaciones entre los historiadores de la Odontología. Uno de ellos es un par de molares unidos con alambre de oro, del año 2500 a.C. Ciertos estudiosos sacaron como conclusión que la férula fue hecha durante la vida del paciente para fortalecer un molar debilitado en el periodonto, uniéndola a otra más fuerte. Cuando Herman Junker encontró en 1914 esos molares en una cámara mortuoria, el alambre presentaba en apariencia cálculos adheridos, lo cual apoyaría su teoría. Sin embargo, el molar sin soporte pudo haber sido unido post mortem a su vecino, para prevenir su pérdida durante el embalsamamiento y entierro del cuerpo. Restos todavía más curiosos fueron descubiertos por Shafik Farid en 1952, tres dientes unidos junto con alambre de oro. A pesar que los historiadores de la Odontología han examinado esta prótesis, no se han puesto de
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acuerdo sobre el tipo de tratamiento utilizado. Algunos han argumentado que se trata de un ejemplo de reinserción dental. Los egipcios hacían todo lo posible para en-
terrar sus cadáveres en el estado más completo posible, pues creían firmemente que el cuerpo debe permanecer intacto para poder albergar al alma en el más allá.
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