HMC 1º EL MUNDO HASTA 1873

1853-1914 1 HMC 1º EL MUNDO HASTA 1873 La guerra de Crimea (1853/56), que enfrentó a Rusia con Turquía (apoyada por Gran Bretaña y Francia) supuso

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EL MUNDO HASTA 1873 La guerra de Crimea (1853/56), que enfrentó a Rusia con Turquía (apoyada por Gran Bretaña y Francia) supuso el primer conflicto armado en suelo europeo desde el fin de los conflictos napoleónicos. Pero supuso algo más: el fin del modelo de equilibrio ideado en el Congreso de Viena. La división de Europa en dos bloques, uno autocrático en la zona centro-oriental, capitaneado por Rusia, y otro liberal que incluía a las naciones occidentales, con un modelo político similar a Gran Bretaña. Los conflictos entre estos dos bloques se resolverían a la manera “liberal” por medio del libre mercado. Pero la guerra fue una manifestación de que las cosas estaban cambiando: -Los bloques se resquebrajaban: Rusia se sentía abandonada por sus aliados “naturales”, Austria y Prusia, con los que pronto encontraría motivos de rivalidad en sus intentos expansivos en los Balcanes; Austria recelaba de los nacionalismos alemanes y veía con inquietud el desarrollo del liderazgo prusiano en la Alemania del Norte. En el bloque occidental, la política napoleónica (ver en el tema del nacionalismo) no gustaba a los gobiernos británicos que no querían una alteración del “sistema” continental (una Austria que sirviese de freno a la expansión rusa en los Balcanes, y una Prusia suficientemente fuerte como para impedir cualquier atisbo de expansionismo francés hacia el Rhin), y a los que la vuelta de Francia a una política expansiva en ultramar (Argelia, costa Oeste de África e Indochina) les traía el recuerdo de viejas fricciones. -La derrota rusa ponía de manifiesto lo arcaico de sus estructuras económicas y sociales y la pérdida de la posición hegemónica que había adquirido en el Congreso de Viena. Esta evidencia tenía tres consecuencias esenciales: -Dentro del llamado bloque “oriental” se inician, a propósito de los Balcanes y de la unificación alemana, rivalidades para dilucidar quien ocupará ese lugar principal. Rivalidades que conducirán a Rusia a alejarse del bloque y a aliarse con sus antiguos enemigos Francia y Gran Bretaña, y a la nueva Alemania a ocupar ese lugar hegemónico. Estos cambios se producen lentamente a lo largo del período que aquí estudiamos. -Rusia se ve inmersa en la necesidad de una serie de reformas que, a juicio de los gobiernos rusos, les permitan ocupar el lugar que les corresponde, pero que tendrán dos consecuencias no deseadas: -Los períodos de reformas supondrán fases de una cierta inactividad exterior rusa, que será aprovechada por las potencias rivales para avanzar posiciones. Por ello, a la urgencia con la que se acometen las reformas habrá que sumar la urgencia con la que se les quiere poner fin, lo que ocasionará que muchas de estas reformas no se concluyan o que sean ineficientes. -Esta necesidad de reformas y esta “pérdida de posición” de Rusia ocasionan en el interior una división en bandos, cuando no un malestar (cuya dinámica se agudiza en un régimen tan autocrático como el zarista), que supondrá un factor de debilidad añadido y que, a partir de 1905, limitó considerablemente su papel. -Gran Bretaña, al amparo de su industrialización y de la penetración económica en Europa, implementada por la progresiva implantación de regímenes aduaneros librecambistas y por la demanda de capital y bienes de consumo y de equipo de los países que están comenzando a industrializarse, se reafirma en su «centralidad», ampliando momentáneamente la brecha que la separa del resto de las potencias europeas.

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-La unificación alemana no se entiende bien sino es en el marco de ese debilitamiento ruso y del apoyo británico (que considera necesario el reforzamiento del estado prusiano a fin de limitar el “previsible” afán revanchista francés ahora que se adormecía el “oso ruso”). Pero la constitución de Alemania como la principal potencia europea pondrá en entredicho el escenario geoestratégico previsto por GB: un sistema de contrapeso de poderes en el continente que limitase las pretensiones de cualquier potencia y que impidiese la puesta en entredicho de la hegemonía británica. GRAN BRETAÑA Y EL EJERCICIO DE SU CENTRALIDAD Hasta la década de los 50, la industrialización y la posesión de un amplio imperio colonial «informal» y «formal», dieron a Gran Bretaña una posición central en el desarrollo económico: como centro de innovación, controló la tecnología y el comercio de la primera revolución industrial, lo que le permitió constituir un modelo de intercambio en el que GB exportaba productos manufacturados, bienes de equipo y otros productos y servicios de una economía desarrollada (con un alto valor añadido) e importaba productos alimenticios y materias primas. Consolidando, así, su centralidad. No obstante, a partir de esa década comenzaron a producirse cambios que alteraron notablemente el panorama económico mundial: 1/ USA, Alemania, Bélgica y Francia comenzaron a alcanzar ciertos umbrales de industrialización que les permitieron comenzar a competir con el antes indiscutido “taller del mundo”, tanto en sus mercados internos como en el comercio exterior. Las “ventajas” adquiridas por la pronta industrialización comenzaron a desvanecerse para GB, lo que la obligó a buscar en ultramar un mercado “de sustitución”, una demanda para sus manufacturas (que su mercado interior era incapaz de absorber) y un abastecimiento para sus necesidades de materias primas y productos alimenticios. El resultado fue la creación de un sistema de economías complementarias1 en el que el centro, apoyándose en las ventajas de la industrialización y del desarrollo de un poderoso aparato terciario (finanzas, transporte, seguros...), adquiría una posición ventajosa con respecto a otras economías periféricas, que pasaban a depender de aquel (era el lugar en el que vendían su producción -materias primas- y del que obtenían apoyo financiero).

1 Es muy importante comprender como la centralidad actuaba en ese sistema de

economías “complementarias”, tanto en Gran Bretaña como en los otros países que ejercían una cierta centralidad. Los países periféricos, exportadores de materias primas y compradores de productos manufacturados se vieron sometidos a un creciente endeudamiento (balanza de pagos deficitaria) que les ocasionaba tendencias deflacionarias, que suponían: 1/ una constante tendencia al descenso en los precios de sus productos de exportación, que aún profundizaba más su endeudamiento; 2/ la necesidad de la llegada de capitales/inversiones del exterior para poder mantener su liquidez exterior, lo que aumentaba su endeudamiento. En esta situación, la periferia pasaba a encontrarse en una crisis permanente, que sólo se evitaba por la llegada de inversiones extranjeras con las que poder pagar sus importaciones y su endeudamiento externo. La dependencia económica estaba asegurada y la centralidad reportaba sus ventajas a las economías dominadoras.

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La balanza de pagos británica presentaba un constante déficit comercial en la medida en que las importaciones crecieron más que las exportaciones y porque, hasta 1873, los precios de los productos manufacturados presentaron una tendencia a la baja más acusada que los de las materias primas y productos alimenticios (la competencia industrial impulsaba los precios a la baja). Esta situación resultaba ventajosa para la industria británica: las crecientes importaciones conducían a incrementar las exportaciones (por el mismo precio se colocan más exportaciones). Este déficit era compensado por el superávit que la balanza de servicios y capital, en la que las exportaciones de GB superaban con mucho a sus exportaciones, gracias a su centralidad (flota, intereses y dividendos por inversiones, comercio y servicios en el extranjero, seguros, correaje, comisiones, turismo, remesas de capital...) De esta forma, la economía británica se fue haciendo cada vez más dependiente del mercado exterior y cada vez más dependiente de su sector terciario. 2/ La Segunda Revolución Industrial (SRI) supuso una nueva pérdida de ventaja para GB, que, anclada en las ventajas que obtenía de su modelo de intercambio en ultramar, realizó la inclusión de las innovaciones (muchas de ellas realizadas en GB) en sus sectores productivos tarde y de forma incompleta, comenzando a ir rezagada en el desarrollo industrial con respecto a USA y Alemania y manteniéndose especializada en la producción de sectores DCTB, que sólo tenían salida en la periferia y que se mantenían gracias al abaratamiento de costes que permitía el intercambio desigual. Otro cambio vino a ser definitivo para las transformaciones que se van a producir en el ejercicio de la centralidad británica. El desarrollo de los sistemas de transporte (FFCC, barco de vapor, sistemas de comunicaciones...) permitió la llegada a la Europa “central” de una gran cantidad de productos agrícolas desde la periferia a unos precios muy bajos (bajos costes de producción), que aún bajaron más cuando la demanda europea “central” se mostraba incapaz de absorber semejante incremento en la oferta. La agricultura de este núcleo desarrollado europeo entró en una profunda crisis, que los gobiernos intentaron atajar (no olvidemos que estamos en países en los que aún una mayoría de la población vive de las actividades agrícolas) levantando barreras proteccionistas. Desde 1879 comenzó Alemania a levantar sus aranceles contra las importaciones, y el resto de los países continentales le siguieron en un afán de neutralizar el impacto que las medidas alemanas podían tener para sus economías. Es más, es por estas fechas cuando los gobiernos comienzan a utilizar su política arancelaria con fines estratégicos, como medidas para debilitar económicamente a sus potenciales enemigos y para beneficiar a sus aliados. El mercado europeo comenzó, así, a fragmentarse en bloque económicos (que lo eran políticos) y a verse erizado de obstáculos al comercio, lo que repercutió en que las cifras de este crecieron a un ritmo más lento. Gran Bretaña permaneció (junto a Bélgica y Holanda) ajena a esta marea proteccionista. No fue casual, su modelo necesitaba de las importaciones de materias primas y productos alimenticios y de las exportaciones de capital, bienes de equipo, manufacturas y servicios, pero su comercio se orientó definitivamente hacia ultramar, especialmente hacia EE.UU. y la India, aunque también tenía importancia Australia, China, América latina o Sudáfrica. La pérdida de competitividad y la reorientación de su comercio exterior pusieron en tela de juicio la centralidad británica. Gran Bretaña ya no era el taller del mundo, por eso tuvo que buscar otra forma de afirmar su papel central, y la encontró especializándose en el sector terciario, especialmente en el financiero. La city londinense pasó a convertirse en el centro financiero y monetario del mundo, y, a través de esta

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vía, en el centro económico mundial. El sistema utilizado fue la progresiva implantación del “patrón oro internacional”, que era un sistema de acuñación, de cambio y de política monetaria. Analicémoslo: Durante el siglo XIX convivieron en el mundo tres sistemas monetarios: -El monometalismo plata en algunos países asiáticos, que tendió a desaparecer desde finales de la década de los cuarenta. -El bimetalismo oro-plata, que perduró hasta comienzos del siglo XX en EE.UU. (hasta 1900) y en la Unión Latina (Francia, Italia, Suiza y Bélgica, a los se sumaron España y Grecia). -El monometalismo oro, que aplicó GB desde 1816 y al que se sumaron progresivamente la mayoría de los países a partir de la década de los cincuenta. La teoría económica del patrón oro internacional sostenía que: -Las emisiones de moneda podían hacerse en oro (acuñación libre) o en papel moneda, cuyo valor se fijaba en una cantidad determinada de oro, en la que la institución emisora se responsabilizaba en cambiar el papel moneda (también podía convertirlo en otra moneda de otro país que fuese convertible), si el poseedor lo requería. De esta forma, un país podía emitir tanta moneda como lo permitiesen sus reservas de oro y de divisas convertibles. -El cambio entre monedas venía fijado por la cantidad de oro en la que eran convertibles, de esta forma se evitaban problemas con la utilización que los gobiernos pudiesen hacer con su política monetaria (devaluar para exportar, por ejemplo). El cambio quedaba así estable y fijo y sólo podía variar si se alteraba el valor del oro. -La política económica de los gobiernos debía ser esencialmente monetaria. No olvidemos que nos encontramos en el apogeo de la ideología liberal que limitaba el papel del Estado a lo más imprescindible, en el plano económico a la emisión monetaria. Esta política debía tener como objetivo que la circulación monetaria (emisiones más crédito) no fuese ni demasiado grande (dando lugar a tendencias inflacionarias) ni demasiado pequeña (tendencias deflacionarias) para las necesidades de la economía. Desde este punto de vista, el “patrón oro internacional” iba a permitir un equilibrio automático en las economías, sin necesidad de que el Estado tuviese que tomar medidas intervencionistas en el mercado: si se permitía la libertad de importación/exportación de oro entre los países se produciría un proceso automático de equilibrio entre circulación monetaria y necesidades monetarias: En situación de una balanza de pagos excedentaria llegaría oro aumentarían las reservas se emitiría más moneda aumentaría la circulación monetaria se desarrollarían tendencias inflacionarias comenzaría a perderse competitividad se frenarían las exportaciones y aumentarían las importaciones aparecería el déficit en la balanza de pagos comenzaría la salida de oro se reduciría la circulación monetaria aparecerían tendencias deflacionarias los precios tenderían a disminuir se volvería a recuperar competitividad... Para que este sistema de autorregulación económica se diese sólo era esencial que los gobiernos/bancos centrales interviniesen lo menos posible y se limitasen a respetar dos reglas:

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-Cuando se producía una salida de oro, debían aumentar el tipo de descuento (los intereses de los créditos y de los depósitos), pero no el cambio de la moneda. Así se daría un doble proceso: Se frenaría el crédito y la demanda interna, dando lugar a tendencias deflacionarias que podían permitir recuperar competitividad. Comenzarían a llegar oro y divisas del exterior en forma de depósitos, atraídos por la mayor rentabilidad, con lo que se recuperarían las reservas. Esta “teoría”, que fue la política monetaria (y económica) que se consideró ortodoxa hasta 1914, en realidad encubría el ejercicio de la centralidad financiera británica y fue, como vamos a ver, su instrumento: en realidad, la cantidad de oro disponible hacía que la moneda circulante fuese insuficiente para las necesidades económicas, por lo que se tuvo que recurrir a la reserva en divisas y al crédito bancario y comercial, y a las inversiones exteriores. Pero resulta evidente que: >La divisa más fuerte, fiable en cuanto a su convertibilidad y, por tanto, segura era la libra esterlina, puesto que Londres controlaba los mayores yacimientos de oro (Sudáfrica, Australia...) y era la ciudad en la que se encontraba el mercado central de metales preciosos, desde donde se distribuía la mayor parte del oro mundial. >El crédito comercial estaba controlado en gran parte por la banca londinense, dado que GB organizaba gran parte del comercio mundial, era el mercado de referencia para las materias primas, disponía de los más elevados y acreditados servicios al comercio y el mejor y más eficiente sistema bancario, y la mayor disponibilidad de capitales. Junto a ello, debemos incluir que Londres era el lugar al que en mayor cantidad afluían los depósitos que buscaban seguridad y eficacia. >En el campo de las inversiones exteriores, Gran Bretaña ejercía una preminencia sobresaliente, controlando prácticamente la mitad del mercado mundial (aunque con la lejana competencia de Francia y la, aún más lejana, de Alemania). Por ello, Gran Bretaña se convirtió en la banquera del mundo y su moneda en el valor de referencia para la mayoría de las monedas. De esta forma, las decisiones que se tomaban en Londres en lo referente a la libra esterlina, a los tipos de descuento o a las inversiones afectaban de inmediato al resto de los países sometidos al “equilibrio automático”. Pero el sistema no sólo servía para que GB controlase el sistema monetario y financiero mundial, sino que también le permitía aumentar la brecha (la asimetría) en la que se asentaba su centralidad: -En caso de crisis (disminución de las reservas), la elevación del tipo de descuento en GB afectaba de inmediato a la periferia: >Retenía los capitales ya depositados. >Frenaba las inversiones y créditos al exterior. >Atraía capital extranjero. >Producía la repatriación de capitales británicos que se habían invertido en el exterior.

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De esta forma, esa elevación de tipos no sólo producía tendencias deflacionarias, sino que permitía una muy rápida recuperación de las reservas, por lo que GB podía salir antes de las crisis que los que actuaban con su periferia, que a los efectos generales de una crisis tenían que añadir los de una fuerte descapitalización, que agravaba esa situación crítica. -En caso de crisis, las medidas deflacionarias tomadas en GB suponían: >Para la periferia un frenazo en la demanda del principal comprador de materias primas y productos alimenticios del mundo, que se manifestaba en un descenso en sus exportaciones, que repercutía en una tendencia al descenso en los precios de esos productos que encontraban dificultades para encontrar mercado. Descenso de las exportaciones y del precio de las mismas que suponía una elevación en su nivel de endeudamiento (déficit en su balanza de pagos), que además se cubría con créditos tomados a los nuevos tipos de referencia más caros. >Para GB ese abaratamiento de las materias primas producido por la falta de demanda (a lo que había que añadir el efecto de las fuertes medidas deflacionarias que estos países se veían obligados a tomar ante su progresivo endeudamiento) suponía un abaratamiento de sus costes de producción, que repercutía en un aumento de su competitividad, en una ventaja añadida para poder salir lo antes posible de la situación de crisis. De esta manera, el sistema de “equilibrio automático” suponía que GB se convirtiese en la equilibradora automática y que consiguiese externalizar las consecuencias negativas de las crisis y amplificar las ventajas que ya tenía. Gran Bretaña ya no tenía la ventaja manufacturera que había poseído en la primera mitad del siglo, los mercados europeos de mercancías se le cerraban en parte, pero el sistema de libre circulación del oro y las divisas le permitía ejercer su centralidad sobre las economías mundiales. Francia intentó competir, pero la debilidad del sistema bimetalista (cambios en la ratio del valor del oro y de la plata que debilitaron el sistema) y lo más limitado de sus capitales disponibles, resultado del ahorro interior, la situaron a distancia y la obligaron a adoptar formas diferentes (control del Estado en las inversiones en el extranjero, fines políticos de algunas de estas inversiones...) que redundaron en una pérdida de competitividad para el mercado financiero francés, a pesar de que fue muy boyante. EL IMPERIALISMO La expansión europea por ultramar venía siendo una constante desde finales del s. XV, pero desde 1840-50 adquirió tintes nuevos: se extendió por Asia, África y el Pacífico (antes tan apenas había salido de América), adoptó la forma de colonias de “ocupación”, en las que una minoría de residentes europeos ejercían cierto grado de control político, pero la colonia permanecía ajena a Europa en raza y cultura (antes se trataba de colonias de asentamiento, en las que los emigrantes crearon sociedades cuasi europeas), la expansión alcanzó una gran velocidad. No obstante, cabe diferenciar dos fases en el período que aquí estudiamos: Antes de 1880, la expansión europea corrió a cargo esencialmente de GB, Rusia y Francia, y se realizó en la forma de colonias “informales”, zonas

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consideradas de influencia de una metrópoli, pero en las que persistían los gobiernos autóctonos y no se excluía comercialmente a otras metrópolis. Sólo se recurría al control directo por parte de la metrópoli cuando otra potencia o los autóctonos ponían en tela de juicio ese concepto de “área de influencia”. En general, los gobiernos preferían el sistema “informal” porque era más barato: no requería la permanencia de una costosa administración y una guarnición, gastos que en muchas ocasiones no se veían compensados por los beneficios que la colonia reportaba a la metrópoli. GB partía como la gran potencia colonial europea, cuyo status se apresuró a defender frente a las ambiciones expansivas de rusos y franceses. GB, independizados los EE.UU., tenía su principal centro de referencia en la India, que, tras la revuelta de los cipayos (1857), pasó al dominio “formal”, a ser administrada directamente por la metrópoli. Se puede decir que casi toda la política colonial británica, y gran parte de su política exterior, giraban en torno al tema de la seguridad india: >La India hacía de GB una gran potencia continental en Asia y en los océanos orientales (Índico y Pacífico), además aportaba un ejército de tierra (pagado con impuestos indios) que hacía que GB no sólo fuese una potencia naval (la primera, eso si) en la zona. >La India era un mercado vital (el segundo, tras EE.UU.) para la producción manufacturera textil y metalúrgica británica. De hecho, era de los pocos sitios en los que GB presentaba una balanza comercial positiva. >La India había recibido el 20% de las inversiones exteriores británicas (en FFCC, infraestructuras...). >La India, que controlaba gran parte del comercio con Oriente, era una de las principales puertas para el gran mercado chino e indochino, bien a través de los comerciantes hindúes bien a través de la venta de manufacturas (especialmente textiles) indias por parte británica. De hecho, la balanza de pagos india podía sostenerse porque obtenía un superávit en sus relaciones con China que financiaba el déficit que presentaba su cuenta de resultados con GB. De esta forma, Londres recibía de Calcuta unas remesas de oro (pago de pensiones a los funcionarios británicos e hindúes residentes en GB, remisión a Londres de los ahorros de los funcionarios británicos y de las fortunas indias, gastos de la Oficina de Asuntos Indios en GB, inversiones privadas indias en GB, pagos de la enorme deuda hindú, remesas de los beneficios que las empresas británicas obtenían en la India, pagos por servicios...) que eran esenciales para el sostenimiento de su balanza de pagos y de su primacía financiera. >GB obtenía de la India materias primas importantes: algodón en rama, té, arroz, añil y azúcar. Se entiende, así, que la seguridad india fuese una de las principales preocupaciones de los gobiernos británicos y que el problema tuviese el alcance que mostró: -Requería que GB mantuviese su primacía naval en el Índico. -Rodeada de estados relativamente débiles e inestables, obligó a “buscar seguridades”, por la vía del control “informal” y, si llegaba el caso, del “formal”, frente al posible avance en el área de otras potencias, que pudiesen perturbar esa seguridad. Ello es extensible a la zona asiática (Afganistán, Persia, Birmania, Tailandia, Sikkin, Nepal...), a la zona costera

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de África oriental, a las islas del Índico e incluso a Australia (aunque esta con el descubrimiento de yacimientos auríferos pasó a ocupar un lugar propio). -Era esencial mantener bajo control las vías de acceso al Índico: Egiptocanal de Suez, mar Rojo, Aden, Golfo Pérsico, Ciudad del Cabo-Sudáfrica, Singapur... Por eso, la India fue la única posesión británica en la que no se mantuvo el laissez-faire, y por eso GB consideró una grave intromisión en sus asuntos la aparición de cualquier otra potencia en una zona que consideró de su exclusividad. En América central y del Sur, donde GB mantenían fuertes intereses financieros y comerciales, la progresiva imposición de la doctrina Monroe y el paralelo aumento del potencial norteamericano, evitarán pretensiones más allá de lo económico y, sobre todo después de 1888, se observará como los intereses de EE.UU. comienzan a desplazar (o al menos a frenar) a los de los de las potencias europeas. GB, admitiendo lo inevitable de la situación optará por una política de pacto y alianza con USA, en la que, aunque limitados, sean respetados sus intereses. Francia adoptará un modelo distinto. Olvidadas las pretensiones de hegemonía mundial, en rivalidad con GB, anteriores a 1815, Francia desarrollará su “reconstrucción” colonial a partir de varios ejes, algunas veces contrapuestos o, al menos, no exentos de una cierta falta de integración, lo que condujo a inconstancias y a ciertas contradicciones. Señalamos estos ejes: -La política exterior francesa pretendió mantenerse cercana a la británica, cuyo apoyo necesitaba para poder hacer frente primero al potencial del bloque autocrático surgido del Congreso de Viena, y después al de Alemania. Este apoyo suponía no poder poner en entredicho el “sistema colonial” británico. Por eso, la expansión francesa se realizó en los huecos que dejaba la británica, y, cuando la proximidad geográfica planteó rivalidades, se prefirió el pacto/reparto al enfrentamiento. -En la política colonial francesa intervinieron elementos políticos: intentos de los gobiernos por atraerse a la opinión pública católica apoyando las peticiones de las misiones cristianas, intentos de generar entre la opinión pública francesa la idea de una vuelta a la “grandeur” que hiciesen olvidar las limitaciones (y los fracasos) en política exterior... Estos elementos políticos justifican ciertas irregularidades en la acción colonial francesa. -Las inversiones en el extranjero fueron utilizadas como arma de la política exterior, pero también obligaron a Francia a una política colonial: cuando el pago de las inversiones no se respetaba o cuando otra potencia amenazaba los intereses franceses, Francia se veía obligada a tomar medidas que, cuando la situación se producía fuera de Europa, tenían que ver con la política colonial. -El interés prioritario francés se centró en la consecución de la hegemonía en el Mediterráneo occidental; en el resto de las posesiones la política francesa optó por una política de mantener su presencia en los diferentes escenarios (siempre con expectativas económicas) y procurar que la explotación colonial hiciese esa presencia lo menos gravosa posible para la metrópoli.

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-La falta de competitividad de la economía francesa con respecto a la británica (y posteriormente a la alemana) condujo a la política colonial francesa a imponer áreas de exclusividad muy tempranamente. Por otro lado, la ausencia de un sistema colonial integrado, en el que las diferentes posesiones estuviesen conectadas por un sistema marítimo-comercial que permitiese una cierta complementariedad entre las colonias y la metrópoli y entre las propias colonias, condujo a un incremento de gastos y a la realización de deseconomías que hacían más costosa la política colonial. Ello obligó a desarrollar en las colonias políticas de búsqueda de la autosuficiencia económica (colonias “viables”), que las condujo a fórmulas de “subimperialismo” colonial (expansión buscando fuentes de recursos, mercados, aduanas donde recaudar suficientes impuestos, intentos de integración con otros territorios que se pensaban complementarios...) y reafirmó la tendencia a declarar áreas de exclusividad. -No tuvo Francia un modelo de expansión colonial. Así, cuando hizo falta se recurrió a las ideas que los militares (formados en las guerras de Argelia y Túnez), los comerciantes coloniales y los funcionarios coloniales habían ido elaborando. Sin ser un corpus doctrinal sistemático, si que se pueden encontrar varias ideas claras en este “ideario colonial”: -Importancia del control militar de los territorios, especialmente como forma de sometimiento de los indígenas. -Desarrollo de formas de monopolio comercial y tendencia a crear áreas de influencia en exclusividad. -Predisposición a la implantación de “modelos franceses” en los territorios de ultramar, tanto en lo administrativo como en lo jurídico y en lo social... Rusia fue la tercera potencia expansiva del período y, hasta 1853, la segunda superpotencia mundial. Su objetivo prioritario era el acceso al Mediterráneo, para lo que necesitaba controlar el mar Negro y el Bósforo. Para ello contaba con la debilidad del imperio turco y las muestras de declive del poder austriaco. Asia, que acabó siendo de hecho su principal zona de expansión, ocupaba un lugar secundario: la colonización de Siberia se desarrollaba con lentitud (en 1830, había una población de 1,5 millones de habitantes), las comunicaciones eran pésimas (lo que dificultaba gravemente el desarrollo económico de Siberia y, por tanto, la rentabilidad de la empresa colonizadora y de cualquier empresa expansiva) y, sobre todo, el esfuerzo ruso se orientaba hacia Europa. No obstante, se daban varias circunstancias importantes: -Tras el tratado de Nanking, en 1842, Rusia comenzó a temer que China se llegase a convertir en una zona bajo influencia británica. Esta alarma se sumaba a la concepción general rusa según la cual el expansionismo de GB amenazaba los intereses rusos: en la India por su proximidad a esa Siberia casi despoblada y sin unas fronteras claras y reconocidas, en Europa por la fuerte resistencia que oponía a la “natural” expansión rusa en los Balcanes. -Rusia, aún siendo una zona muy atrasada económicamente, comenzó una lenta e incompleta industrialización que, entre otros muchos obstáculos, se encontró con una ausencia de mercado suficiente (el interior presentaba una demanda paupérrima), que se pensó encontrar en China, único lugar

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en el que lo productos rusos podían llegar a ser competitivos, siempre que se mantuviese alejada GB. -El régimen político autocrático y la debilidad de las infraestructuras y del control político sobre la administración provincial permitió a las autoridades siberianas llevar a cabo un “subimperialismo periférico”, que posteriormente, en sus líneas esenciales, fue adoptado por el gobierno de San Petesburgo, cuando volvió sus ojos hacia Asia. Las concepciones de este subimperialismo eran: -Siberia era concebida como campo de colonización, siguiendo el modelo de EE.UU. Para poder llevar a cabo esta tarea y hacerla rentable a los intereses rusos era imprescindible la creación de unas infraestructuras de comunicación modernas, fundamentalmente el FFCC. La posterior aparición de recursos mineros y petrolíferos reforzó esta concepción. En el mismo sentido, el desarrollo de cultivos de algodón (materia prima para la industria textil rusa) en el Turquestán reforzó esta idea. -La seguridad de Siberia requería: -El sometimiento de los pueblos del Sur (Kazakistan, Bujara, Jiva, Kokand, etc.) y la delimitación clara de una frontera defendible con GB, que se procuraría llevar lo más al Sur posible para evitar futuras expansiones británicas. -La obtención de un puerto marítimo en el extremo oriental de Siberia, con vistas a la conexión comercial y militar de la zona. -Comprender el Pacífico Norte como posible área de influencia. Para lo que se debía reforzar la posición rusa en Alaska, se debía crear una poderosa base naval para que la armada fuese la garantía de los intereses rusos, y se debía ampliar la presencia rusa en la costa asiática desde la región del Amur. -En el marco de la rivalidad con GB, la expansión en Asia, que no se consideraba “vital” para los intereses rusos, si que parecía “conveniente” como una forma de inquietar los intereses británicos, de hacerlos sentir amenazados, de diversificar sus esfuerzos militares y de permitir al ministerio de exteriores ruso contar con una baza más cara una futura negociación. 1880-1914. A partir de 1880 la política colonial de las potencias europeas experimentó un notable cambio: comenzaron a generalizarse los regímenes de “exclusividad” y las formas de control “formal”, dando lugar a lo que hoy denominamos propiamente colonialismo o imperialismo, aunque el período de máxima expansión se sitúe en la etapa anterior. Sobre las causas de estos cambios hay un buen informe en el libro de texto. Nosotros aquí simplemente constataremos varios acontecimientos capitales del período que ayudan a comprender las causas de estos cambios: a/ La entrada, en 1873, de la economía mundial en una fase (Kondratieff) depresiva, con una causa coyuntural en el descenso de los precios agrícolas, provocado por las repercusiones que sobre el volumen de lo importado y sobre su precio tuvieron los nuevos medios de transporte (especialmente el FFCC). La respuesta a esta situación recesiva, cuyo

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máximo crítico se dio en 1882, fue doble: la implementación de la segunda revolución industrial y el levantamiento de barreras proteccionistas, que si bien no impidieron el crecimiento del mercado mundial, si que provocaron un descenso en el ritmo de este crecimiento. Estas dos consecuencias incidieron, aunque no de una forma definitiva, en los cambios en la política imperialista: -La reducción del ritmo al que se incrementaba el mercado (levantamiento de aranceles proteccionistas) se produjo en un momento de contracción de la demanda interna de los países como consecuencia de la crisis económica, esto explica, en parte, la tendencia a consolidar mercados en ultramar (reales o posibles en un futuro), como una forma de “asegurar” demanda a la producción nacional. -El desarrollo de sectores innovadores (DCTA) que produjo la segunda revolución industrial se dio en el marco de la persistencia de sectores “maduros” (DCTB) que encontraban serias dificultades para encontrar una demanda suficiente. Estos sectores, dada la standarización de su producto, sólo alcanzaban mayor cuota de competitividad abaratando costes o encontrando ventaja en alguna circunstancia extra económica, como podía ser el monopolio, bien del mercado interior (proteccionismo, trato diferencial...) bien del colonial. b/ La irrupción, en 1884, de una nueva potencia con ambiciones coloniales declaradas, Alemania (Italia, apoyándose en sus pactos con la potencia alemana, inició también sus reivindicaciones sobre Tripolitania, islas del Egeo y Etiopía), que para que tuviese “un lugar al sol” obligaba a realizar repartos e intercambios en el mapa que se había ido dibujando en el período anterior. El temor a que las zonas de influencia de las potencias tradicionales pudiesen ser puestas en entredicho condujo a estas a acelerar los procesos de ocupación, o, cuando menos, a afirmar su soberanía sobre estas zonas formalizando su control sobre ellas. c/ La propia política exterior de las potencias europeas sufrió, como veremos en el siguiente apartado, notables cambios: >El nacionalismo se impuso sobre las prácticas liberales. >La «realpolitik» se impuso sobre las políticas de base ideológica. Se persiguió en poder, entendido como supremacía frente a otras naciones, en el que se incluían como componentes lo económico, lo social , lo político y lo militar. El resultado fue el comienzo de una etapa caracterizada por el uso de la amenaza militar y por la carrera armamentista. >La negociación y el “equilibrio” dejaron sitio a la amenaza y la idea de supremacía. Estos cambios en la forma de hacer y entender la política tienen que ver con el triunfo alemán sobre Francia y el establecimiento de su nueva “supremacía continental”, y con el creciente alejamiento de Rusia de sus antiguos aliados del “bloque autocrático” (En 1878, Rusia asume la realidad de su conflicto de intereses con Austria en los Balcanes y de que Alemania apoya claramente las reivindicaciones austriacas). Esta ruptura

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del equilibrio elaborado en 1815 llevó a Europa a una situación de desasosiego y recelo mutuo, en la que la expansión en ultramar de otra potencia era interpretada como una amenaza virtual a la seguridad propia. d/ Las sociedades indígenas entraron en estas fechas en una situación crítica provocada por la presión a la que fueron sometidas por las potencias colonizadoras. Unas, las más cohesionadas, desarrollaron movimientos xenófobos antieuropeos; otras, las que utilizaron el poder europeo para mantener en el poder a una aristocracia generalmente corrupta, vieron como explotaban movimientos populares en los que los sentimientos anti gubernamentales aparecían yuxtapuestos a los xenófobos; y otras, las más arcaicas y menos consistentes, vieron como la presión europea provocaba la desintegración de sus formas sociales tradicionales y se originaba un caos social y un estado de guerra civil permanente. En el marco de una Europa en tensión, estas situaciones fueron interpretadas por los estados europeos involucrados como: -Una coyuntura favorable a la intervención, apoyando estas situaciones en detrimento de la potencia rival. -Una pérdida de control de la situación que ponía en peligro la hegemonía de la potencia en la región. El resultado siempre fue la intervención de la metrópoli y la adopción de medidas para un control político y militar de la zona. e/ GB, que hasta este momento había preferido el control “informal” y el librecambio, cambió de estrategia. La pérdida de competitividad de sus producciones, las necesidades financieras del sistema de “patrón oro internacional”, el desarrollo de políticas proteccionistas por las otras potencias, y el sentimiento de amenaza por el expansionismo de otras potencias en puntos considerados estratégicos (Sudáfrica-minas de oro y diamantes, Alto Nilo-canal de Suez, India-Rusia desde Afganistán y Persia y Francia desde Siam, y Alemania desde Turquía y desde África del Este) por Londres fueron determinantes. POLÍTICA EXTERIOR 1853-1914 1853-1887 Fue el período en el que se quebró el sistema del Congreso de Viena, por el que se establecía una división entre dos bloques: uno liberal, capitaneado por GB, que agrupaba a los estados al Oeste del Rin (algunos estados no liberales, como el español o el portugués, se incluían en este bloque simplemente como área de influencia de GB o Francia); y otro autocrático, capitaneado por Rusia, que agrupaba al mosaico de estados situados al Este. La península italiana, dividida en diferentes estados y áreas de influencia quedaba como zona fronteriza. En realidad, se trataba de la plasmación de un equilibrio entre dos grandes superpotencias: GB y Rusia, cuya rivalidad era el eje de las relaciones internacionales. Las zonas de conflicto se situaban en Asia-India, en el Báltico y, sobre todo, en los Balcanes, donde Rusia intentaba conseguir un acceso al mediterráneo a costa del debilitado imperio turco. La guerra de Crimea supuso el fin de un período de 38 años de paz y algo más: Rusia fue derrotada por el bloque GB-Francia, mientras sus tradicionales aliadas, Austria y Prusia, adoptaban un papel neutral, cuando no abiertamente hostil. La constatación de la debilidad rusa supuso el fin del equilibrio elaborado en 1815, GB quedó como la única

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superpotencia, pero en el continente se generó un vacío de poder por el que comenzaron a rivalizar Austria, Francia, Prusia y Rusia. GB comenzó una complicada política diplomática que consistió en dar coyunturalmente su apoyo a una u otra potencia en virtud de mantener un equilibrio de poder y el statu quo fronterizo. Es en este marco en el que se entiende la unificación italiana y el proceso prusiano de unificación alemana. No obstante, este último supondrá un cambio en el panorama europeo: la aparición de una nueva superpotencia continental, que acabará haciendo explícita su rivalidad con GB. El período que va de 1870 a 1887 va a ser de gran tensión, pero los conflictos serán localizados y se acabarán solucionando mediante la negociación (aunque en ellos se utilicen las armas). La forma en la que se produjo la unificación alemana es sintomática: el nuevo estado surgió afirmando su poder frente a Austria y Francia, y con la aquiescencia de GB, que pensaba en un contrapeso a Francia y Rusia, y de esta última, que buscaba un aliado frente a Francia y GB. Pero las alianzas diplomáticas de la nueva Alemania se mantuvieron hasta 1887 en el marco del antiguo bloque autocrático: la Triple Entente de los Tres Emperadores (1873), que luego daría lugar a diferentes tratados de “los Tres Emperadores”, mantiene la alianza de los estados del antiguo bloque, a la que luego se sumaría Italia. Esta situación permitía hablar de un cierto equilibrio, aunque la situación era engañosa: -Rusia y Austria-Hungría mantendrán desde 1856 una enconada rivalidad en los Balcanes2 por extender sus áreas de influencia, GB apoyará a Austria frente a Rusia (buscando un equilibrio balcánico). -Rusia mantendrá la alianza con Alemania (y, por ende, con Austria) como una garantía frente a GB, que sigue siendo vista como el principal enemigo por el gobierno de San Petesburgo. Pero, a su vez, recelando de Alemania, se opondrá a cualquier debilitamiento de Francia a la que considera un contrapeso necesario al poder alemán. -Alemania mantendrá su presión sobre Francia, de la que “teme” un desquite, pero no tanto por su poder militar (Alemania se sabía netamente superior) sino por posibles alianzas (GB o/y Rusia, Italia) que pudiese realizar y que cambiasen la situación establecida en Europa. Francia podrá resistir esta presión por el apoyo “coyuntural” que le prestan GB y Rusia para evitar una hegemonía “excesiva” de Alemania. -GB y Francia mantendrán unas relaciones amistosas, pero ensombrecidas por las rivalidades coloniales, que si bien siempre acabaron en “negociación”, pues Francia necesitaba la amistad británica frente al coloso alemán, si que hicieron que GB, que también necesitaba de la alianza francesa frente a Alemania, recelase de las actitudes galas. De esta forma, observamos que la política de alianzas no se correspondía con una identidad de intereses, sino que era una compleja maraña que aseguraba la paz por la conciencia que tenía cada estado de que estas alianzas no eran firmes, sino el producto de el interés coyuntural por mantener la paz, en base a reagrupamientos de fuerzas para 2 1875-78 Insurrección de Bosnia-Herzegovina y de Bulgaria (alentadas por Rusia) contra el imperio turco, guerra Serbia-Turquía y guerra Rusia-Turquía, que acaban en la paz de San Estéfano y, después, en el Congreso de Berlín. Tras la victoria diplomática de Alemania-Austria-GB, Austria avanza su influencia sobre Bulgaria, Serbia, Rumania y Bosnia-Herzegovina.

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resolver los problemas concretos que se iban suscitando. El elemento clave de esta “maraña” era Rusia, cuyos intereses estaban en conflicto tanto con GB como con Austria-Alemania. La permanencia rusa en el ámbito de las alianzas de Alemania, le permitía a esta ocupar la posición de supremacía europea continental de forma incontestable, sin necesidad de utilizar las armas, mientras se movilizaba todo su potencial económico. Gran Bretaña, mientras tanto, establecía las bases de su centralidad financiera y colonial. 1887-1914. Las cosas cambiaron drásticamente: el inestable equilibrio que se había mantenido comenzó a derrumbarse y las dos superpotencias, Gran Bretaña y Alemania, se enfrentaron abiertamente. Era cuestión de tiempo que las armas sustituyesen a las palabras. Analicemos los elementos de esta ruptura: 1/ En 1887, Rusia comenzó su ruptura con Alemania y comenzó negociaciones con Francia, que concluyeron en un tratado en 1893. El motivo de la ruptura fue el apoyo alemán a la intromisión de Austria en Bulgaria (donde llegó al poder, con ayuda austriaca, un monarca alemán), que Rusia consideraba su área de influencia y uno de sus principales agentes en los Balcanes, perdidas Serbia y Rumania. De esta forma, Francia encontraba un aliado que le permitía ver a Alemania como un igual, y el antiguo bloque oriental quedaba cojo y debilitado. Francia, aliviada en parte del “peligro alemán” podía desarrollar una política colonial más ambiciosa, para lo que, desde 1893, comenzó la creación de un ejército colonial. De igual forma, Rusia dejaba de sentirse sola o “mal acompañada” y se embarcaba en la colonización siberiana a gran escala (desde 1892 contaba con el FFCC transiberiano) y en la consecución de un área de influencia en el norte de China. 2/ El nuevo ímpetu colonial y su alianza con Rusia requerían que Francia no alarmase a GB, si quería que se mantuviesen sus buenas relaciones y, si era posible, se incrementasen en forma de una alianza (básica para poder enfrentarse al “peligro alemán” con éxito). Los acuerdos coloniales con GB no eran nuevos, ya en 1876 se había acordado el condominio egipcio, en 1878 el pacto por el cual Francia consentía la intervención militar británica en Egipto (que se convertía así en zona de su hegemonía) y, a cambio, GB pasaba a considerar a Túnez área de influencia francesa. Pero, a partir de 1896, la voluntad de acuerdo se aceleró: en ese año se firmó el reparto en áreas de influencia de Indochina, en 1904 se acordó el reparto definitivo del Norte de África (tras el incidente de Fashoda) por el que Marruecos se incluía en la zona francesa y Egipto y el Alto Nilo en la británica (además Etiopía se dividía entre ellas e Italia, manteniendo la seguridad británica sobre el Nilo). Francia se esforzaba, pues, por limar los escollos que la podían separar de GB y por evitar los recelos que surgieron en esta cuando se consolidó la alianza entre Francia y Rusia, cuyo expansionismo asiático levantaba los recelos y la hostilidad británicos. 3/ En 1907, Rusia y Gran Bretaña llegaron a un acuerdo sobre Persia (reparto de zonas de influencia), que, sin ser una alianza, supusieron un cambio en la actitud que las dos potencias habían tenido hasta el momento. A partir de esta fecha, dejaron de considerarse netamente hostiles y, a través de la mediación francesa, comenzaron a regularizar sus relaciones y a sentar las bases de la “confianza mutua” y de una colaboración de facto.

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4/ Alemania, como no podía ser de otra manera, sintió estos cambios como una debilitación de su posición y tomó medidas: en 1898 anunció su intención de convertirse en una potencia naval (planes de construcción de barcos de guerra), lo que suponía una clara amenaza a GB, que hasta ese momento no había tenido que enfrentarse a la amenaza de una escuadra que no sólo podía poner en peligro su hegemonía sobre los mares, sino la propia seguridad de las islas británicas. 5/ Alemania, que en 1884 había reivindicado su “lugar bajo el sol”, su lugar en el reparto colonial, comenzó una política expansionista y de reclamaciones de territorios y de su “derecho” a ser consultada en caso de nuevos acuerdos/repartos. este acceso al “problema” colonial, que se puede fechar de forma clara en 1893, supuso nuevas tensiones: -El avance de su influencia en Turquía (penetración económica y consecución, desde 1903, de la concesión de un FFCC Bagdag-Estambul) suponían un evidente peligro para la seguridad de la India británica, pero también para Rusia, que veía como ahora Turquía podría movilizar sus tropas mucho más rápidamente, y para Francia que tenía fuertes intereses financieros en el imperio otomano, que ahora podían ser puestos en entredicho si Alemania conseguía una clara hegemonía. -El avance en China (penetración comercial y consecución de una base naval) y en el Pacífico puso en alerta los intereses británicos, especialmente a ojos de los australianos, que tendían a ver el Pacífico Sur como un área de uso exclusivo, y de los comerciantes hindúes y británicos que tenían que competir con los alemanes. -El avance en África (Sureste y Suroeste y pretensiones sobre el Congo y en el Golfo de Guinea) afectaban a los intereses franceses y, sobre todo, a los británicos que vieron como los “bóers” recibían apoyo alemán en sus intentos secesionistas (guerra 1899-1900) de la colonia británica de Ciudad del Cabo, donde GB tenía intereses “vitales” en las minas de oro y diamantes. -Alemania utilizó su presencia en las negociaciones coloniales para desestabilizar la situación, fundamentalmente en detrimento de Francia, a la que intentaba enemistar con GB. Así, sucedió en el caso marroquí. 6/ Italia, que venía reivindicando su tradición mediterránea y había sufrido un claro fracaso en su intento de penetración en Túnez (1881, Francia con el apoyo de GB se establece en Túnez), ante su falta de poder económico, militar y diplomático para actuar como una gran potencia había recurrido a la alianza con Alemania y Austria (Triple Alianza, 1882) para encontrar un respaldo a sus aspiraciones. No obstante, el gobierno italiano llevó una política ambivalente, firmando tratados secretos con Francia y Gran Bretaña, según iban los “vientos” de la política internacional3. La política colonial italiana tuvo dos fases: hasta 1911 estuvo centrada en Etiopía, donde desde 1906 (tratado con GB y Francia) había estabilizado un área de influencia tras una larga peripecia militar; desde 1911 reemprendió su política mediterránea, con su ataque a Tripolitania y la 3 También hay que tener en cuenta que Italia recelaba de la expansión austriaca en la orilla balcánica del Adriático. Además Austria aún conservaba los territorios irredentos de los Alpes italianos.

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guerra con Turquía, de la que obtuvo la ocupación de varias islas en el Egeo. En esta segunda etapa amenazó los intereses británicos y, para defender su posición, tuvo que afianzar sus alianzas con Alemania-Austria, dejando de lado sus devaneos con GB y Francia. 7/ USA, concluida su colonización interior, comenzó a activar su política expansiva en el exterior, a la par que su industria buscaba mercados (era ya el segundo coloso industrial del mundo) y que su economía comenzaba a generar excedentes de capital que buscaban colocación. Hasta 1898, la política norteamericana se fundó en la llamada “diplomacia del dolar” que buscaba la penetración económica (inversiones en zonas de interés económico), pero que no estaba interesada en otras formas de control (político-militar), si este no era necesario para asegurar los intereses económicos. La doctrina Monroe (1823) ya había establecido el principio “América para los americanos” y había establecido la prohibición a los estados europeos de establecer colonias en el continente americano. La intervención USA en Cuba (1898)marcó un cambio de estrategia: a partir de este momento los gobiernos norteamericanos marcaron zonas “vitales” para sus intereses y se aprestaron a defenderlas. Esencialmente se trató del Caribe: en 1901 firmaron un tratado con GB por el cual esta cedía a EE.UU. sus derechos a construir el canal de Panamá; en 1903 suscitaron la secesión de Panamá (de Colombia) y firmaron un acuerdo con ella por el que USA obtenía la cesión de una franja de territorio por la que discurriría el canal; a continuación se dieron las intervenciones militares sobre la República Dominicana y Cuba, que quedaron incluidas en el sistema de seguridad USA (Caribe-Panamá), a estas intervenciones siguieron después otras sobre Nicaragua y Haití. En 1907, como colofón a esta política, el gobierno USA declaró que sólo ellos tenían derecho a actuar como “policía internacional” en los estados americanos, con lo que se prohibía cualquier intervención de los países europeos con intereses en la zona, a la par que se establecía la hegemonía norteamericana sobre el continente, que se hizo aparente a través de la convocatoria de cumbres-conferencias interamericanas, en las que USA adoptó el papel de mediador-juez. Los intereses británicos (mayor inversor mundial en la zona de América latina) se vieron en peligro, pero GB, sabiendo indeseable un enfrentamiento con USA, en los que tenía esenciales intereses económicos (fuertes inversiones y lazos financieros), prefirió una política de pactos y acuerdos que asegurasen sus intereses la zona a un enfrentamiento. 7/ Japón, tras su apertura forzada al comercio occidental (1854), había iniciado una acelerada política de occidentalización que le debía conducir a un estado cuasi constitucional, a poseer un ejército moderno (para evitar una situación como la de mediados de siglo) y una economía industrializada. En 1888, había conseguido los dos primeros objetivos, pero estaba comenzando a desarrollar el tercero, que debía ser el pilar sobre el que se asentase su poder militar, su papel como potencia asiática. Pero, para poder llevar a cabo su industrialización, Japón necesitaba recursos mineros (para sus industrias) y productos alimenticios (para alimentar a su creciente población) prevenientes del exterior. Por otro lado, la creciente toma de posiciones de las potencias occidentales en las costas asiáticas del Pacífico, especialmente de Rusia, que avanzaba por Manchuria y Corea, era vista por el Japón como una amenaza a su seguridad. En 1894, comenzó una activa política exterior orientada en estos dos frentes: -Conseguir zonas de influencia en las que conseguir el abastecimiento de productos alimenticios y recursos mineros. Lo que hará a costa de la debilitada China (guerra Japón-China, 1894-95), de la que obtendrá Corea,

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Formosa, Islas de los Pescadores y la península de Liao-Tung (Manchuria Sur). -Evitar el peligro ruso. El establecimiento de Japón en Corea y en el Sur de Manchuria suponía una amenaza para los planes rusos de expansión por Manchuria. El choque se produjo en 1904, cuando Japón, apoyado por GB (de nuevo en rivalidad con Rusia), derrotó a Rusia (debilitada por la revolución de 1905) y estableció su hegemonía sobre Manchuria y Corea, y un puesto entre las potencias con intereses en Oriente. Estos cambios agudizaron las rivalidades y cristalizaron en un nuevo mapa de alianzas que rompió definitivamente el viejo equilibrio diplomático. El bloque AlemaniaAustria-Italia (la Triple Alianza), con sus acólitos en Turquía y Rumania descansaba sobre el poder económico y militar de Alemania, que ahora tenía que enfrentarse sola (no ya sin el apoyo ruso, sino contra el enemigo ruso) al bloque que se iba formando entre Francia y Rusia (unidas mediante tratados militares de mutua ayuda) y GB, que sin suscribir pactos militares se inclinaba progresiva y explícitamente a la alianza, en la que aportaría, amén de su propio potencial, sus buenas relaciones con USA. Alemania para hacer frente a este “peligro” optó por una política de armamentos ambiciosa, que iba a ser la manifestación de su superioridad industrial-económica (continental), y por asegurar sus punto débiles: el principal, la debilidad estructural del Imperio AustroHúngaro. Así, condujo al gobierno austriaco a una política de solución militar al problema de las nacionalidades balcánicas (desde 1911) e impulsó una política de alianza con Turquía (1913, pacto para la reorganización del ejército turco), como garantía de control de los Balcanes (y amenaza a una base esencial del poder británico, la India). La respuesta de Francia y Rusia fueron sendas leyes de rearme. Gran Bretaña se vio impelida a apoyar a la Entente. La guerra se desató en los Balcanes, y el escenario bélico esencial estuvo en el continente europeo (frente francés y ruso) pero en ella se dirimió la hegemonía mundial entre GB y Alemania. La primera era el centro financiero mundial, la segunda una superpotencia industrial y militar. EL CONFLICTO DE LOS BALCANES El asesinato, el 28 de junio de 1914. del archiduque heredero Francisco Fernando de Austria, en un atentado en Sarajevo, fue el detonante de la Primera Guerra Mundial. Por ello, se suele hablar del “problema de los Balcanes” como de la evolución de unos acontecimientos que, entre otras causas, condujeron al conflicto bélico. No obstante, hemos intentado demostrar que el asunto balcánico fue uno de los campos en los que se fueron creando y dirimiendo las rivalidades existentes. Lo que sucede es que la península balcánica era territorio europeo y, por tanto, más próximo a las potencias que se enzarzarán en la guerra que las lejanas tierras africanas, asiáticas, etc... Ahora bien, también hemos intentado señalar que las rivalidades intra europeas no eran tanto territoriales como por la hegemonía, por la centralidad. En este sentido, los conflictos balcánicos, como los asiáticos o los africanos o los de Alsacia y Lorena no son sino manifestaciones del ejercicio de la hegemonía, y en sí mismos no representaban un problema suficiente como para declarar una guerra. De hecho, en el caso de los Balcanes es evidente, durante casi un siglo (desde 1825 a 1914) las rivalidades entre las grandes potencias europeas se habían ido resolviendo mediante tratados (excepto la guerra de Crimea) y las armas sólo se habían utilizado contra terceros o entre pueblos balcánicos. Así, lo que parece más evidente es que la guerra tuvo como causa profunda (estructural, frente a coyuntural) el haber llegado a un punto en la lucha por la hegemoníacentralidad en el que ya no era posible un arreglo. Pero esto se tratará en otro tema.

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El problema de los Balcanes tiene una doble perspectiva: La de los pueblos balcánicos, sometidos al poder otomano (los turcos actuaban como una “casta” dominante sobre unos pueblos a los que denominaban raya, rebaño, que eran los que con sus impuestos financiaban el estado turco, pero a los que se dejaba vivir según sus propias leyes, tribunales, y autoridades, que eran quienes eran responsables ante el gobierno de Estambul), que constituían un conglomerado de comunidades religiosas e históricas. Estos pueblos reciben del exterior ideas nacionalistas, que tienen un notable éxito: >Habiendo mantenido sus tradiciones, religión y costumbre, perciben fácilmente el concepto de nacionalidad frente a la “opresión” turca, cada vez más palpable desde que el declive del imperio y la presión a la que es sometido por las potencias con ambiciones en sus territorios, le obligan a una mayor presión fiscal sobre sus raya, que solía ir acompañada de un mayor esfuerzo represivo, como medio de intimidación. >El impacto que la industrialización de las potencias occidentales tiene sobre los mercados interiores balcánicos es devastadora para una población urbana ocupada en actividades artesanales maduras, y para una agricultura tecnológicamente muy atrasada pero que encuentra demanda en los mercados desarrollados, lo que conduce a los grandes latifundistas (generalmente, una aristocracia autóctona islamizada, que mantiene su status gracias al apoyo turco, al que por lo tanto es fiel) a forzar las cargas sobre los campesinos que se encontraban en una situación de cuasi servidumbre. Ahora bien, el concepto de nacionalidad asumido estaba fuertemente “intoxicado”: la realidad de los pueblos balcánicos distaba mucho de ser homogénea: ni raza, ni religión, ni historia eran comunes a muchos de los pueblos que se proclamaban nacionalidad. El origen de esta “intoxicación” se encuentra en el cómo llego el nacionalismo a los Balcanes: fue el arma ideológica que utilizó principalmente Rusia para atraer a su esfera de influencia esos territorios, y también el arma que utilizaron el resto de las potencias occidentales implicadas en la zona para frenar el expansionismo ruso. Por lo tanto, la división en nacionalidades correspondió, más que a la realidad de los pueblos, a la geopolítica y a las estrategias de las potencias en conflicto. La de las potencias que aspiran a ganar zonas de influencia a costa del imperio turco. Para estas, nacionalidad se correspondía con la zona a la que aspiraban incluir en su área de influencia o que aspiraban restar de la de su rival. Rusia utilizó el paneslavismo (y la pertenencia a la iglesia ortodoxa) como arma ideológica y política contra Turquía y contra Austria-Hungría. Esta se enfrentó al problema con otra perspectiva: le era útil contra el imperio otomano, pero le resultaba contradictorio su uso cara el interior de su propio imperio, pues en él vivían eslavos, checos, húngaros, etc... que recibían esta propaganda nacionalista como una forma de alternativa al poder primero austriaco y luego austro-húngaro. Gran Bretaña, empeñada en el mantenimiento del statu quo, en limitar las ambiciones rusas y austriacas, veía en las nacionalidades la forma de limitar el expansionismo de sus rivales: estaba empeñada en que el imperio turco se reformase para convertirse en un estado heterogéneo viable. No obstante, cuando el problema se planteo en toda su crudeza, aludió a las

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nacionalidades como una forma de delimitación de las zonas de influencia, como hacían las otras potencias. Esto es así, porque para estas potencias el problema balcánico era el del reparto del botín turco: Rusia quería llegar al Mediterráneo y, si podía controlar la vía; Austria, evitar el intento ruso y asegurarse parte del mercado balcánico; y Gran Bretaña, no ver peligrar su hegemonía marítima en la zona y la seguridad de su acceso mediterráneo a la India. El primer chispazo ocurrió en 1815, cuando se produjo en Serbia una revuelta anti-otomana (dirigida por Milos Obrenovich) que tuvo éxito, y en el tratado de Akkerman obtuvo la recompensa de una autonomía limitada, que en 1830 (tratado de Londres) se vio ampliada hasta la autonomía completa (soberanía turca, pero autogobierno). En el mismo tratado Grecia, tras una guerra de ocho años (1921-29) obtenía la independencia. Pero es interesante señalar que, en 1829, Rusia, tras intervenir en la guerra griega contra Turquía, obtuvo el “derecho de protección sobre Serbia y Grecia” (este último le sería arrebatado en 1832, cuando Grecia entró en el área de influencia británica), así como la desembocadura del Danubio. Rusia, con Serbia como su peón en los Balcanes, desarrolló una política de penetración económica y política en el gobierno turco (¡¡en 1848 tropas rusas aplastaron un intento secesionista de los liberales de Moldavia y Valaquia!!) encaminada a controlar el imperio otomano, que se vio contrarrestada por las presiones de GB (y Francia como aliada). En 1853 se inició la guerra de Crimea, primero como ataque ruso a Turquía y luego, cuando GB y Francia enviaron tropas para sostener al imperio otomano, como conflicto internacional. Las pretensiones rusas eran: -Protectorado sobre Moldavia y Valaquia (fueron conquistados) -Protectorado sobre la iglesia ortodoxa en territorio turco -Creación de Bulgaria, que quedaría bajo la influencia rusa, como toda la zona oriental de los Balcanes. -Control o al menos garantías de neutralidad en el Bósforo. La victoria aliada impuso a Rusia el Tratado de París, por el que: -Moldavia y Valaquia quedaban como territorios autónomos, aunque bajo soberanía turca. -Prohibición de tener flotas de guerra o arsenales en el mar Negro. -La desembocadura del Danubio pasa a una comisión internacional que garantizaría la libertad de navegación. En 1858, nacía Rumania, como resultado de la unión de Moldavia y Valaquia, y, en 1861, se proclamaba estado independiente, que se dotaba (1866) de un monarca de la casa Hohenzollern (alemán filo austriaco). Rusia, mientras tanto, estaba: 1/embarcada en sus reformas internas y veía como se le escapaba de las manos una zona que consideraba de su influencia; 2/diplomáticamente aislada: enfrentada a Francia y GB, no había obtenido el apoyo de Prusia y Austria, de la cual tenía algo más que recelos, viendo la extensión de su influencia en los Balcanes (Rumania y valles del Morava y del Vadar). Fue el momento en el que sembró las semillas del paneslavismo, como recurso para mantener vivo el pulso balcánico. En 1870, con apoyo ruso, Bulgaria consiguió que se le reconociese el derecho a una iglesia ortodoxa autónoma (jefe búlgaro, en Bulgaria). La propaganda Rusa y serbia (que quería desempeñar un papel como el del Piamonte en Italia) comenzó a correr entre los pueblos balcánicos, sacudidos por la crisis de 1873. En 1875, estalló una

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sublevación en Bosnia-Herzegovina y, en 1876, en Bulgaria, la represión turca fue brutal. Serbia, alentada por su mentora, Rusia, declaró la guerra a Turquía. Poco después, Rusia anuncia que si las potencias europeas no son capaces de ponerse de acuerdo para imponer un programa de reformas al sultán, se verá obligada a actuar sola para proteger a la población ortodoxa del imperio. En 1877, tras laboriosas conversaciones diplomáticas para tranquilizar a GB y a Austria, tropas rusas entran en Rumania (con el consentimiento del gobierno autónomo de Bucarest) y, en 1878, rompiendo todo lo pactado, amenazan Constantinopla. El gobierno turco se vio obligado a firmar el Tratado de San Estéfano con Rusia, la cual se anexionaba Dobrudja y varias ciudades importantes en el Caúcaso; Serbia conseguía el valle alto del Morava; Montenegro, el acceso al Adriático; Bosnia y Herzegovina, la autonomía; Rumania, la independencia; y se formaba la “gran Bulgaria”, con la anexión de Rumelia y gran parte de Macedonia, bajo protección militar rusa. El nuevo mapa no fue aceptado por las otras potencias, que obligaron a Rusia a acudir al Congreso de Berlín (1878), donde se estableció: -Una Bulgaria autónoma dentro del imperio Turco, que perdía Rumelia, cuya mitad norte pasaba a ser gobernada por un cristiano, mientras la zona meridional se integraba netamente en el imperio, como la parte de Macedonia anexionada en san Estéfano. -Rusia se comprometía a no extenderse más por el Caúcaso. -Rumania cedía a Rusia el Sur de Besarabia y recibía, a cambio, Dobrudja. -Serbia y Montenegro perdían gran parte de sus anexiones. -Austria-Hungría recibía el derecho a administrar Bosnia y Herzegovina y a establecer guarniciones en Novi-Bazar. -GB firmaba con Turquía una alianza defensiva (para la Turquía asiática) y recibía la administración de Chipre para establecer en ella una base naval. Rusia, de esta forma, volvía a ver limitadas sus ambiciones y cosechaba una nueva derrota diplomática. Los tratados de 1873 no le habían reportado el apoyo que esperaba de sus antiguas aliadas, Alemania y Austria; por el contrario, Austria había vuelto a alinearse con GB. Cada vez aparecía más clara la situación de aislamiento rusa. Sólo el temor a GB mantenía a Rusia en el ámbito de las potencias alemanas (en 1881, volvía a reafirmar su alianza). Pero, ¿por qué Rusia se había lanzado a la aventura, cuando ya conocía las consecuencias desde 1856?. La única respuesta es que esperaba que Alemania le prestase apoyo (o al menos impulsase a Austria a buscar un acuerdo con Rusia) para evitar que Rusia tuviese que acudir a una alianza con Francia. Pero Alemania, segura de momento de que la rivalidad Rusia-GB impedía una acuerdo con Francia (en la órbita de GB), prefería apostar por Austria. De 1878 a 1887, Austria, aprovechando los efectos de la relativa derrota rusa, consiguió incrementar su influencia en los Balcanes: -En Serbia, el gobierno se encontraba en una situación delicada: decepcionado por las pérdidas del Congreso de Berlín y por la falta de consistencia del apoyo ruso, tenía dificultades internas ocasionadas por el endeudamiento al que había conducido su política belicista y por los escándalos que ocasionaba la costosa vida privada de Obrenovich. En 1881, firmó un tratado secreto con AustriaHungría por el que ambos estados acordaban:

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-Mantener una neutralidad benévola en caso de que una de las dos se encontrase en guerra. -Serbia se comprometía a no tolerar en su territorio intrigas (nacionalistas) contra Austria y a no firmar tratados internacionales sin el consentimiento del otro aliado. -Austria apoyaría política y económicamente a la dinastía Serbia a mantenerse en el poder (en 1882, M. Obrenovich fue proclamado rey). De esta forma, Serbia entraba en la zona de influencia austriaca. -Rumania, gobernada por un Hohenzollern (alemán), había perdido Besarabia a cambio de la pobre Dobrudja, y lo que era peor, había sentido en sus carnes “el peligro ruso”. En 1883, firmó con Austria-Hungría un tratado defensivo anti ruso. -En Bulgaria, donde Rusia concentró sus esfuerzos al ver fracasar sus influencias en los otros estados, la situación no fue mejor. Gobernada por Alejandro de Battemberg, estaba controlada por Rusia: los ministerios de asuntos exteriores y de defensa estaban en manos de dos generales rusos, los altos cargos de su administración igualmente estaban reservados a personal ruso, y su economía dependía de las inversiones rusas. Esta situación originó que se fuese desarrollando un movimiento nacionalista anti ruso, que encontró apoyo en Alejandro de Battemberg, que, aprovechando el debilitamiento de la influencia rusa en la zona, intentó un alejamiento de esta potencia. La respuesta fue contundente: en 1886, fue raptado por oficiales búlgaros a las órdenes de Rusia, que lo trasladaron hasta la frontera. El escándalo fue mayúsculo y las presiones internacionales, y del propio nacionalismo búlgaro, obligaron al gobierno de San Petesburgo a devolver al monarca, que acto seguido abdicó. En junio de 1887, el Parlamento de Bulgaria eligió como príncipe a Fernando de Sajonia-Coburgo, el candidato de Viena. Rusia se veía eliminada de la zona a la que creía tener derecho y, lo que resultaba más grave para ella, constataba como sus peores enemigos eran sus aliados: Austria, apoyada por Alemania4. Esto, y la situación de aislamiento diplomático real, más allá de los inútiles tratados firmados, condujo al gobierno ruso a replantearse un cambio radical en la orientación de su política exterior: el antiguo bloque oriental se estaba rompiendo de forma irremediable. Comenzaba una nueva fase. En 1894, comenzó la situación a cambiar. Las poblaciones cristianas de Armenia, Creta y Macedonia se sublevaron contra la política represiva del gobierno turco y contra los abusos fiscales a los que se veían sometidos. La represión otomana fue brutal y llegó a conocimiento de la opinión pública europea que presionó a sus respectivos gobiernos para que interviniesen. No obstante, los recelos existentes entre las potencias impidieron la acción europea: cualquier acción unilateral hubiese sido impedida por el resto de los estados: Rusia, aliada con Francia desde el año anterior, no contaba con su apoyo para una ofensiva en los Balcanes; Alemania frenaba a Gran Bretaña y Austria, porque no quería rivalidades entre estos dos estados (una expansión austriaca hubiese supuesto que GB se viese agredida y viceversa), dado que sus objetivos estratégicos pasaban por 4 Alemania hizo público su apoyo a Austria (publicó los tratados Austria-Alemania),

demandó al Parlamento de Berlín créditos con vista a un aumento de sus ejércitos, en un claro intento de manifestar su voluntad de defender a Austria ante un eventual ataque ruso, y ordenó a la banca negar créditos a Rusia.

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impedir la consolidación de un bloque Francia-Rusia-GB. De esta forma, a pesar de las tensiones, nada sucedió. En 1903, la situación de las relaciones internacionales se fue clarificando y repercutió en cambios en los Balcanes. GB comenzó a asumir que su política de “no implicación directa” en los temas continentales europeos debía cambiar: se estaba haciendo patente la necesidad de contar con apoyos fácticos, reales: -El desarrollo de una activa política norteamericana en el Caribe había privado a Londres de la hegemonía en una zona que consideraba tradicionalmente de su influencia. -La dureza de la guerra bóer había puesto de manifiesto la insuficiencia del ejército de tierra británico y la necesidad de contar con esas fuerzas para defender las colonias no sólo contra los indígenas, sino también contra otras potencias coloniales, que podían actuar bien directamente bien apoyando y armando movimientos autóctonos. -En 1898-99 Alemania anunció su intención de convertirse en una potencia naval. Lo que fue interpretado en Londres como una amenaza a su supremacía en los mares y a su seguridad interior (una potente flota situada frente a sus costas era una amenaza insufrible para un país que basaba su defensa en la inaccesibilidad por mar de su territorio). -En 1903, Alemania comenzó la construcción del FFCC turco a Bagdag. -Italia, en 1900, comenzó su política expansiva en Tripolitania mediterráneo, a la par que aseguraba sus pactos con la Triple Alianza.

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GB puso fin, en 1904, a sus enfrentamientos coloniales con Francia, y, en 1907, comenzó a hacerlo con Rusia. No obstante, mantuvo hasta 1912 la esperanza de poder frenar por medios diplomáticos a Alemania, por lo que no dio el paso definitivo de una alianza militar con París y San Petesburgo. El alejamiento ruso, situó a Alemania ante una situación que había tratado de evitar durante mucho años: la posibilidad de tener que combatir en dos frentes: en el Oeste, contra Francia, en el Este, contra Rusia. Para Berlín, en esta situación, el talón de Aquiles de su sistema se encontraba en la debilidad de Austria, sometida a la influencia disgregadora de los nacionalismos, que podía ser fácil presa de las tropas rusas. Por ello, incitó al gobierno de Viene a una política firme y decidida orientada a poner orden en sus territorios, bien mediante reformas constitucionales bien mediante la fuerza, si era necesaria. Es por esto, que, a partir de 1900, Austria comenzó a implantar una “línea dura” en su acción balcánica. Rusia, debilitada tras su derrota ante Japón y por el movimiento revolucionario de 1905, estuvo muy interesada en ampliar sus buenas relaciones con París y Londres. Para ello, era necesario evitar anteriores “aventurerismos” en los Balcanes, aunque ello no quería decir abstenerse de intervenir. Por el contrario, frenada en Oriente, la política exterior rusa volvió sus ojos hacia su antigua zona de influencia, aunque ahora predominó la acción diplomática (no las armas). Los cambios comenzaron a producirse en Serbia. En 1903, se produjo un golpe de estado del ejército, de carácter nacionalista, contra la política pro austriaca de los Obrenovich, que concluyó con el asesinato del rey y de la reina y el acceso al trono de Pedro Karageorgevitch, que apoyó el desarrollo de una política nacionalista, que se

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basaba en el recuerdo del proyecto de la “Gran Serbia”. En 1905, al amparo de esta política, los jefes de las minorías Serbia, croata y eslovena de Austria-Hungría acordaron establecer la “solidaridad yugoslava” frente a la opresión de Viena. Austria se sintió amenazada e intentó recuperar su influencia sobre Serbia a través de una política de “guerra económica”, esperando que el ahogo económico condujese a su gobierno a volver a sus antiguas obligaciones. Pero los resultados no fueron los esperados, lo que condujo al gobierno a adoptar la política de “mano dura” que pedía Berlín: en 1908, Austria se anexionó Bosnia-Herzegovina (para privar de esperanzas a los nacionalistas eslavos); en 1909, Alemania obligó a San Petesburgo a aceptar la situación y al gobierno servio a comprometerse, bajo amenaza, a “cambiar de actitud” hacia el gobierno de Viena. Pero, ni el nacionalismo balcánico desapareció, ni la acción rusa fue frenada. Por el contrario, la política de fuerza impulsada por Alemania (que, desde 1903, comenzaba una política de acercamiento al gobierno turco, que concluiría con una alianza en 1913) condujo a posiciones más exacerbadas. En 1911, el desarrollo de la guerra italo turca (ataque italiano en Tripolitania y, desde 1912, escenario bélico en el mediterráneo oriental) supuso una clara manifestación del debilitamiento turco y una amenaza a los tradicionales intereses británicos en la zona. En 1912, aprovechando esta debilidad otomana, se reiniciaron las protestas de las poblaciones cristianas de Macedonia. Rusia esta vez no estaba dispuesta a perder la ocasión y favoreció una alianza entre Serbia, Bulgaria y Grecia (las potencias interesadas en la zona), que daría lugar a un reparto de Macedonia tras el previsible éxito de la sublevación. En 1912, tras una corta guerra, Turquía fue derrotada por los aliados balcánicos y obligada a abandonar toda la zona, exceptuando una pequeña zona de Tracia, en los Preliminares de Paz de Londres (1913). El reparto de los territorios recientemente “liberados” no fue fácil: el recuerdo de la “Gran Serbia” se enfrentaba al de la “Gran Bulgaria” y el expansionismo de estas asustaba a Rumania y Grecia. En 1913, tuvo lugar la segunda guerra balcánica, que enfrentó a Bulgaria contra una alianza de Serbia-Gracia y Rumania. El Tratado de Bucarest, en 1913, tras la derrota búlgara, estableció el reparto: -Bulgaria obtenía una pequeña zona de Macedonia, pero cedía Silistria a Rumania y devolvía Andrinópolis a Turquía. -Serbia y Grecia obtenían la mayor parte de Macedonia. -Los territorios albaneses se convertían en estado independiente, en un intento de las potencias por evitar el acceso al Adriático de Serbia. La situación no se calmó, por el contrario, se intensificó la inestabilidad: -La guerra intra balcánica dio lugar a una explosión de rencores y propaganda “revanchista” entre los estados, que dio lugar a una eclosión de las rivalidades y al una fuerte política armamentista, incitada por las “potencias”, que veían en ella una forma de incrementar su control sobre la zona. Los estados balcánicos, con una paupérrima estructura financiera, se vieron impelidos a unos gastos en armamentos a los que no podían hacer frente, lo que los situó en la necesidad de recurrir a un creciente endeudamiento exterior, principalmente de Francia (a través de la influencia Rusa), y Alemania (influencia de Austria), que los obligaba a situarse en sus respectivas zonas de influencia. -El tratado de Bucarest ocasionó un cierto desorden territorial, que fue resuelto por los estados balcánicos a través de brutales políticas de asimilación y

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homogeneización, que generaron el desarrollo de un nacionalismo intra balcánico e implementaron las rivalidades y rencores que la guerra había dejado. -La situación en el nuevo estado albanés fue caótica. Primero, por los intentos griegos de “retener” el Epiro del Norte, donde la población era mayoritariamente de lengua griega, que se resolvieron en 1913 por una Comisión Internacional de Delimitación5. Posteriormente, por la propia situación interna (el nuevo estado, que estuvo encabezado por un príncipe alemán (príncipe de Wied), se encontró sometido a la fuerte anarquía social de un país que mantenía una arcaica organización tribal, con una ausencia total de recursos financieros y con la inexistencia de una tradición estatal y de una administración y un ejército propios) y por constituirse en el campo de batalla de las influencias austriacas e italianas. Austria pretendía, como ya hemos señalado, cerrar a Serbia el paso al Adriático, pero Italia veía con recelo la posibilidad de que Albania cayese en manos austriacas, dando a esta potencia toda la otra orilla del mar. Estas rivalidades se manifestaron en el apoyo a los diferentes bandos tribales que una y otra potencia dieron, originando una situación absolutamente caótica e imposible. -Turquía, tras las sucesivas derrotas sufridas y la pérdida del territorio europeo y de gran parte de las islas del Egeo, fue consciente de: >La insuficiencia del apoyo británico y la necesidad de reorientar su política exterior. >La necesidad de rearmar y reorganizar su ejército para poder hacer frente a las amenazas que se le venían encima. Como resultado de todo ello, en 1913 se firmó el tratado por el que Alemania se comprometía a asesorar y organizar el nuevo ejército turco. Un general alemán (acompañado de oficiales del mismo país) se encargó de la tarea, además de dirigir el primer cuerpo del ejército turco, encargado de la defensa de Constantinopla. La alarma surgió en todas las cancillerías, pero especialmente en las de Londres y San Petesburgo, Turquía pasaba a estar controlada por la Triple Alianza. El 28 de junio de 1914, Francisco Fernando de Austria era asesinado en Sarajevo. El 23 de julio, Austria-Hungría (con el apoyo de Berlín) daba un ultimátum a Serbia, que el 25 obtenía una contestación rusa (Francia se había comprometido a intervenir militarmente contra Alemania, si esta apoyaba militarmente a Austria): esta no aceptaría que Serbia fuese aplastada. Dos días después Austria declaró la guerra al estado balcánico. El 29, Rusia inició una movilización parcial, que fue contestada por la amenaza de Berlín de movilizar sus tropas si continuaba haciéndolo San Petesburgo. El día 30, Rusia inicia su movilización general. El 31, Alemania lanzó su ultimátum a Francia y Rusia. El primero de agosto, Alemania y Francia llevan a cabo su movilización general. El día 4, ante el ataque alemán a Bélgica, GB entró en la guerra del lado de Francia y Rusia.

5 Grecia obtuvo concesiones en las islas del Egeo.

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