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SEPTIEMBRE 2003

HISTORIA Y VIDA

SEPTIEMBRE 2003

HISTORIA Y VIDA

Los rostros del Medievo  D

urante largo tiempo la Edad Media se consideró sinónimo de atraso y oscuridad. La estela de Roma se había ido diluyendo y con ella sus modelos políticos, la actividad de sus ciudades y el impulso cultural. La larga etapa medieval no fue, sin embargo, un período uniforme y estático. Tras el caos inicial derivado de la desmembración del Imperio, un sistema basado en el vínculo del vasallaje empezó a sustituir el poder del Estado. Era el germen del feudalismo. Bajo las pautas de aquel sistema se gestó la nueva civilización europea, en la que la herencia del clasicismo se fundió con las aportaciones germánicas. Este orden social se configuró según un criterio jerárquico y tuvo en el castillo y el monasterio los ejes en torno a los cuales se concentraba una población de marcado carácter rural. Fue un período determinado por el dominio del señor feudal y la actividad de las comunidades monásticas. Estos centros se convirtieron en dinamizadores de la economía y en refugio de la cultura, siguiendo la regla benedictina del ora et labora. Los monjes de Cluny, primero, y los del Císter poco después simbolizan un período de esplendor monástico que empezó a declinar hacia el siglo XIII. La mayor productividad agrícola, que ellos mismos posibilitaron, el crecimiento demográfico, la apertura de nuevas rutas comerciales y el resurgimiento de las ciudades empezaron a cambiar el rostro de Europa.         ISABEL MARGARIT  DOCTORA EN HISTORIA  DIRECTORA DE HISTORIA Y VIDA 

SEPTIEMBRE 2003

HISTORIA Y VIDA

EL SISTEMA SOCIAL DE LA EUROPA MEDIEVAL

DOSSIER Feudalismo 34 42 52 58

LA SOCIEDAD FEUDAL, POR JULIÁN ELLIOT LA VIDA EN UN SEÑORÍO, POR JULIÁN ELLIOT ORA ET LABORA, POR JOSEP TOMÀS CABOT EL MONASTERIO POR DENTRO, POR JOSEP TOMAS CABOT

ESCENA DEL RAPTO DE ISOLDA, DEL POEMA EL ROMANCE DE TRISTÁN. MINIATURA DEL SIGLO XV (Evrard d' Espinques, Musée de Condé, Chantilly).

SEPTIEMBRE 2003

Feudalismo La progresiva debilidad de los reyes europeos tras la caída del Imperio romano acabó otorgando a los señores locales un gran poder.

Así nació el feudalismo, el sistema que reguló la sociedad, la economía, la política y la cultura del Viejo Continente a lo largo de la Edad Media

1 LA SOCIEDAD FEUDAL

2 LA VIDA

De la fusión de la cultura latina con la de los invasores bárbaros surgió en Europa un nuevo sistema de vida, el feudalismo, basado en una relación de vínculos entre caballeros: el vasallaje. Este mundo se organizó en torno a dos grandes focos de poder, el castillo y el monasterio, símbolos respectivamente de los dos estamentos privilegiados: la nobleza y el clero.

EN UN SEÑORÍO

LA CRISIS DEL MUNDO ANTIGUO. El desmoronamiento del Imperio romano provocó un caos social de primera magnitud. Europa quedó dividida en diversos reinos de origen germánico, sometida a una inestabilidad política y social permanente. Las autoridades, que ejercían un poder nominal, ya no podían garantizar la seguridad de sus súbditos En medio de un caos generalizado, los más débiles se acogieron a la protección de los más poderosos, mientras las ciudades perdían peso en beneficio del campo. Se estaba formando un mundo progresivamente ruralizado, en el que cada región vivía exclusivamente de sus propios recursos ante el fuerte retroceso de los intercambios comerciales.

SEÑORES Y VASALLOS. A partir del siglo VIII, los diversos monarcas europeos no lograron contener la llegada de nuevos invasores, como los musulmanes, los vikingos o los húngaros. Para conseguir el apoyo que necesitaban, los reyes otorgaron a los señores locales una serie de privilegios a cambio de prestaciones políticas y militares. Con el tiempo, el poder de estos nobles aumentó a costa de la monarquía. Entre sus nuevas prerrogativas figuraban la impartición de justicia, el cobro de impuestos y el mantenimiento de tropas.

HISTORIA Y VIDA

La tierra que el señor otorgaba al vasallo en concepto de feudo, a cambio de su lealtad y su ayuda económica y militar, recibía el nombre de señorío. Hasta el año 1000 aproximadamente, estos feudos fueron células autosuficientes, ya que predominaba una economía de subsistencia.

Este proceso de descentralización creó una nueva jerarquía social, institucionalizada por medio del vasallaje. Un individuo, el vasallo, juraba ser leal a otro, el señor, ayudarle en caso de guerra y rendirle tributos. Así se formó un complejo entramado social, ya que los aristócratas acostumbraban a ser al mismo tiempo señores de unos y vasallos de otros. En Inglaterra se determinó que un caballero debía ser vasallo de un único señor.

UNA UNIDAD AUTOSUFICIENTE. Los señoríos se dividían en tierras comunales, trabajadas por campesinos semilibres, y la reserva, para uso exclusivo del noble. Estas extensiones solían ocupar entre 350 y 800 hectáreas. El señorío contenía asimismo instalaciones para moler grano, elaborar aceites, vino y cerveza, cocer pan, fabricar herramientas... La máxima autoridad del lugar estaba en manos del señor, a un tiempo jefe político y militar, legislador, juez y recaudador de impuestos. Los campesinos, por su parte, debían obedecerle, prestarle su ayuda en tiempo de guerra y no ocasionarle pérdidas económicas.

CONTRASTES EXTREMOS. La vida de la nobleza y el campesinado no podía ser más distinta. La primera se ocupaba de la guerra, mientras que en tiempo de paz disfrutaba del ocio, dedicándose a la caza o a celebrar grandes banquetes Su dieta, hipercalórica (carnes asadas, abundante vino y cerveza), poco tenía que ver con las legumbres y hortalizas que comían sus vasallos. Éstos, que se limitaban a trabajar la tierra, vestían pobremente y vivían en pequeñas chozas, donde sus escasos animales les servían a modo de estufas naturales.

3 LAS ÓRDENES MEDIEVALES En la Europa feudal, los monasterios se convirtieron en centros de la actividad económica y refugios de la cultura. Se crearon con la intención de poner en práctica las normas cristianas, pero con el tiempo su disciplina se relajó a causa de la progresiva acumulación de riquezas. Surgieron entonces movimientos renovadores, que pretendían retornar a la pureza originaria.

ORACIÓN Y TRABAJO. San Benito de Nursia, monje del siglo VI, fue el autor de la regla denominada benedictina. Esta norma propugnaba la vida en común de una serie de personas en una residencia, el monasterio. Allí los monjes se dedicaban a la oración en comunidad y a desarrollar actividades agrícolas e intelectuales. De esta forma cumplían el lema ora et labora (ora y trabaja). MONAQUISMO CAROLINGIO. La obra de san Benito experimentó tres pode-

rosos impulsos a lo largo de la Edad Media. El primero tuvo lugar a principios del siglo IX, cuando Carlomagno sometió los monasterios de su imperio a la disciplina benedictina. El monasterio alcanza tal importancia que se llega a hablar de un ordo monachorum, una categoría social diferenciada del ordo clericorum, o personas dedicadas a la vida parroquial.

EL IMPERIO MONÁSTICO El monasterio francés de Cluny protagonizó una segunda oleada de renovación. Comunidad religiosa independiente de reyes

u obispos (al estar bajo la autoridad directa del papado), se extendió más allá de Francia. Su regla imponía una dedicación exclusiva a la oración y al trabajo. Fruto del interés de sus monjes por la agricultura surgieron nuevos inventos, desde la herradura a un nuevo tipo de arado con ruedas, que supusieron una reactivación de la economía gracias a la mayor productividad. En el terreno artístico, la orden impulsó el estilo románico con la construcción de templos.

LOS CISTERCIENSES. Las ingentes donaciones provocaron

la decadencia moral de Cluny, por lo que se impuso un retorno a la pureza original de la regla de san Benito. Surgió así el Císter, una orden más preocupada por la riqueza interior. A lo largo del siglo XIII, sin embargo, su austeridad se relajó. En aquellos momentos, el resurgir de las ciudades estuvo acompañado de un nuevo concepto de la práctica religiosa. Poco a poco, los monasterios, aislados en el campo, perdieron importancia religiosa en beneficio de las órdenes mendicantes (dominicos, franciscanos…) que actuaban en los núcleos urbanos.

4 UN MONASTERIO POR DENTRO Casi todos los monasterios disponían de las mismas dependencias.  la  sala  capitular,  donde  se  celebraban  las  reuniones  solemnes,  la  Junto a la iglesia se encontraba el claustro, una galería cuadrangular  biblioteca,  el  scriptorium,  las  cocinas  y  los  dormitorios.  Fuera  del  por la que se accedía a casi todas las piezas importantes: el comedor,  recinto  se  situaban  almacenes  y  cuadras.  Más  allá,  las  tierras  de  cultivo y los bosques de la orden.  LA VIDA ESPIRITUAL. Los monjes  se reunían en la iglesia cada tres  horas  para  orar  en  comunidad.  Las ocho o nueve partes en que  se  dividía  el  día,  las  de‐ nominadas  horas  canónicas,  se  destinaban  a  un  rezo  diferente.  Durante la noche, los monjes se  levantaban como mínimo en una  ocasión  para  acudir  a  la  iglesia,  lo que impedía que durmiesen 

más  de  cuatro  o  cinco  horas  seguidas.  Sus  camas  eran  duras  tablas  de  madera  colocadas  simplemente en el suelo. 

o trabajaban en talleres. Los que  sabían  leer  y  escribir,  por  su  parte, se dedicaban a la copia de  libros.  Ellos  fueron  los  encargados  de  transmitir  la  TRABAJO Y  cultura  clásica,  al  reproducir  y  ESTUDIO  conservar  importantes  manus‐ Además  de  la  oración,  la  critos,  a  veces  ilustrados  con  obligación de todo monje era el  miniaturas  de  gran  valor  trabajo. Unos se dedicaban a la  artístico. También se dedicaban  agricultura en granjas y huertos  a la docencia, y en sus escuelas 

se  impartía  el  Trivium  (gra‐ mática, retórica y dialéctica) y el  Cuadrivium  (aritmética,  geome‐ tría,  música  y  astronomía),  además de teología. Este interés  por  la  cultura  contrastaba  radical‐mente  con  el  analfabetismo de la mayoría de  la  sociedad,  incluyendo  a  los  señores feudales. 

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La sociedad feudal El triunfo del vasallaje Tras la caída del Imperio romano Europa se fragmentó y pronto aparecieron distintas monarquías. Éstas, incapaces de imponer su autoridad, cedieron cada vez más poderes a la aristocracia local. Así nació el feudalismo. La sociedad pasó a fundamentarse en relaciones de vasallaje. En un mundo profundamente inestable, los más débiles prestaban obediencia a los más fuertes a cambio de protección. Se creó de ese modo una rígida jerarquía, que iba desde el rey y el papa hasta los siervos más humildes. JULIÁN ELLIOT, PERIODISTA 

Carlos Martel, abuelo de Carlomagno,  entra en combate acompañado  de sus vasallos en Poitiers (732).  HISTORIA Y VIDA

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ivide ut regnes, dividir para reinar, era una máxima que se había escuchado más de una vez en el Senado romano. No imaginaban los altivos padres de la patria que un día la patria misma sería desmembrada bajo oleadas de tribus bárbaras. Su propio tamaño, enorme, incontrolable, también jugaría un papel fundamental en la tragedia. Para el hombre civilizado del siglo V d. C., era el fin de los tiempos. "Si Roma perece, ¿quién estará a se preguntaba un apocalíptico san Jerónimo, el autor de la Vulgata. La respuesta llegó con el tiempo. El mundo conocido

D

cambió irreversiblemente desde que en 476 el germano Odoacro destronó al último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo. A partir de entonces, el latín se fusionó con las lenguas de los invasores, mientras los rasgos del modelo social romano se sintetizaban con usos bárbaros. Este proceso culminó hacia el año 1000 tras desarrollarse a lo largo de la Alta Edad Media*. En adelante se consolidó un sistema de vida que, con facetas sociales, políticas y económicas, definiría y regularía el resto de la época medieval. El nombre de este régimen: el feudalismo.

La ruralización terminó prevaleciendo en gran parte de Europa a partir del siglo V Desorden general — La crisis del Imperio romano de Occidente era ya manifiesta en el siglo III. Tras la primera gran invasión germana, la alarma general llevó, entre otras cosas, a amurallar todas las urbes. La producción y el comercio se fueron resintiendo y se alteró la circulación de moneda. Los ciudadanos de recursos, agobiados por las contribuciones exigidas desde Roma para solventar una administración y un ejército insostenibles, empezaron a establecerse en sus latifundios y en ellos se robustecían, incluso con milicias. Este fue el primer paso de un amplio movimiento migratorio que tuvo como efecto la ruralización. El proceso se acentuó en lo sucesivo y terminó prevaleciendo en la sociedad, sobre todo a partir del siglo V, con la incesante llegada y el asentamiento de pueblos bárbaros, cuyos líderes adjudicaban tierras con cada conquista. Mientras dicho caos tenía lugar, el entramado burocrático del Bajo Imperio se iba fragmentando. La autoridad, descentralizada e inoperante, ya no podía garantizar la unidad de las provincias ni la seguridad de sus súbditos. Así pues, los sectores más débiles acabaron acogiéndose a la protección de los magnates en sus villas y fundaciones rústicas. La consolidación del sistema — En una segunda etapa, nuevas incursiones foráneas (como las emprendidas en los siglos VIII, IX y X por musulmanes, vikingos y húngaros) remataron la desarticulación del antiguo régimen y la emergencia del feudalismo. San Jerónimo, erudito cristiano del siglo V,  autor  de  la  Vulgata.  Cuadro  del  italiano  Antonello da Mesina (1430‐1479). 

HISTORIA Y VIDA

GLOSARIO 

Los reyes germanos, incapaces de contener por sí solos al enemigo, concedieron a los señores locales una serie de privilegios (los llamados beneficios*, posteriormente feudos*) a cambio de prestaciones políticas y militares que quedaban selladas por un juramento de homenaje y fidelidad. La autonomía de estos jefes regionales fue aumentando de modo espectacular a medida que se debilitaba la influencia de los monarcas. En sus demarcaciones cobraban impuestos, impartían justicia, mantenían tropas y producían todo lo necesario para la subsistencia. Esta evolución se ve con claridad en el ámbito considerado la cuna del sistema feudal, el Imperio carolingio*. Ya Carlos Martel, abuelo de Carlomagno, otorgaba en el siglo VIII a sus caballeros* haciendas a modo de gratificación que los liberara de tareas ajenas a la acciones  

Construcción  de  una  muralla.  Miniatura  gótica,  siglo  XIV.  Abajo,  Escena  de  la  vida  cotidiana, miniatura de la misma etapa.

bélicas. Carlomagno se encargó de fiscalizar las actividades de condes y marqueses (sometidos además a él mediante vasallaje*), pero aun así confirió a los príncipes territoriales cierta independencia en ámbitos como el militar, el judicial o el policial. A mediados del siglo IX, el emperador Carlos el Calvo, nieto de Carlomagno, institucionalizó el vasallaje y dispuso que la posesión de tierras y los compromisos aparejados a ella adoptaran un carácter hereditario. Tras la escisión

• ALTA EDAD MEDIA  Tradicionalmente  recibe  este  nombre el período de la Edad Media  comprendido entre los siglos V y XI.  • BAJA EDAD MEDIA  Nombre que recibe la etapa medieval  que abarca los siglos XII al XV.  • BARÓN  Del  germánico  baro  (hombre  libre).  En  plural  y  en  un  sentido  amplio,  cualquier  noble  supeditado  a  otro  (los barones del duque, por ejemplo).  De manera restringida, aristócrata de  dignidad inferior a la del vizconde.  • BENEFICIO  Concesión  de  bienes,  generalmente  tierras  (por  extensión,  las  tierras  mismas), con que un señor medieval  recompensaba a otro. procedente de  una  costumbre  de  los  antiguos  germanos, fue el origen del feudo*.  • CABALLERO  En la Edad Media, cualquier guerrero  que combatiera a caballo, un animal  cuyo  coste  sólo  podía  permitirse  la  nobleza. También miembro más bajo  de  ésta,  dueño  únicamente  de  su  corcel y su armamento.  • FEUDO  Bien  hereditario,  por  lo  común  un  señorío  o  varios,  que  aproximadamente desde el año 1000  vinculó  a  través  del  vasallaje*  a  un  noble con otro a través de derechos y  deberes recíprocos.  • GLEBA  Tierra arable. En la Baja Edad Media*,  la parcela a la que estaban ligados los  siervos  de  la  gleba,  una  clase  social  derivada  de  los  villanos  semilibres  y  los esclavos.  • IMPERIO CAROLINGIO  Fundado  por  Carlomagno  (742  0  747814), ocupó desde mediados del  siglo  VIII  hasta  finales  del  IX  los  territorios  de  la  Galia,  Germania  occidental,  el  macizo  alpino  e  Italia  del norte.  • LEGO  Profeso  sin  opción  a  las  sagradas  órdenes.  • VASALLAJE  Vínculo básico de los sistemas feudal  (entre  nobles)  y  señorial  (entre  un  señor y sus siervos). El vasallo era un  hombre  que  se  sometía  a  otro  más  poderoso a cambio de protección. 

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Eduardo  III  de  Inglaterra,  en  su  calidad  de  duque  de  Normandía,  rinde  homenaje  al  rey francés Felipe VI. Miniatura, siglo XIV.

Una jerarquía piramidal La  estructura  de  la  sociedad  de  la  Alta  Edad  Media*  puede  enfocarse  desde  distintas  perspectivas.  por  un  lado,  estaba  dividida  en  dos  amplias  categorías:  hombres libres y esclavos. por otro, bajo el Imperio carolingio* se estableció un  orden tripartito compuesto por el ordo laicorum (los laicos), el monachorum (los  monjes) y el clericorum (los clérigos). Esta fórmula se convirtió a fines del siglo IX  en un esquema social que se impuso a partir del año 1000: guerreros (bellatores),  religiosos (oratores) y campesinos (laboratores).  Estos estamentos, a veces mixtos (como en el caso de los abades, con funciones  espirituales y señoriales), se estratificaban de un modo piramidal según su papel:

• Papas, emperadores y reyes: la cúspide eclesiástica y política.  •  Alta  nobleza  (duques,  marqueses,  condes)  y  jerarcas  eclesiásticos  (obispos,  abades):  al  servicio  de  los  anteriores,  eran  dueños  de  feudos*  y  a  veces  magistrados palatinos. 

• Baja nobleza (vizcondes, barones*) y jefes clericales de menor importancia en  parroquias  y  monasterios:  señores  de  dominios  más  reducidos,  por  lo  común  supeditados a los anteriores. 

•  Caballeros:  desde  el  punto  de  vista  social,  una  clase  floreciente  durante  el  apogeo del orden feudal, honorables por su condición militar, pero poseedores  únicamente de sus armas y un caballo. 

• Artesanos y mercaderes: no ligados directamente a la tierra y con cierto rango  en la masa plebeya de la Baja Edad Media* por ser trabajadores especializados. 

• Villanos, o colonos: hombres libres dedicados a las actividades agropecuarias  en las tierras de un señor, a quien pagaban con rentas y servicios el derecho a  asentarse en una determinada parcela. 

•  Siervos:  en  el  auge  del  feudalismo,  llamados de la gleba*, que eran mano de  obra  esclava  o  semilibre  (campesinos  pobres,  esclavos  emancipados).  Pertenecían a la explotación rural por un  pacto o por transmisión hereditaria. 

HISTORIA Y VIDA

del Imperio con el Tratado de Verdún (843), la inestabilidad que acarrearon las guerras intestinas y las invasiones externas condujo progresivamente al fortalecimiento de los mandatarios locales en detrimento de la Corona. Éstos eran vasallos de un monarca, pero pasaron a serlo más nominalmente que otra cosa. Es famoso el caso de los duques de Normandía, que transcurridos los años, aunque debieran pleitesía al rey de Francia, lo superaban en efectivos y recursos y se le enfrentaban sin miramientos. La posesión de la tierra, su explotación económica, el gobierno de sus habitantes, la defensa del suelo, la percepción de impuestos..., en fin, el poder concreto, quedó en manos de la nobleza. Un enjambre de aristócratas se adueñó de los restos carolingios, transformados en una cincuentena de divisiones políticas cohesionadas por vínculos de vasallaje. El feudalismo era ya una realidad.

Pronto el noble, más que premiar al vasallo, lo implicó en su red La madurez — Hasta el siglo XI, sin embargo, los medievalistas, según su línea teórica, se refieren a protofeudalismo, feudalismo temprano, carolingio o simplemente a un régimen vasallático-beneficiario. ¿Por qué? Porque hasta entonces las tierras concedidas siguieron siendo en su mayoría beneficios. Es decir, primero un noble se proclamaba vasallo de otro y luego éste procedía a la entrega de la propiedad, que solía recompensar una colaboración militar. Pero hacia el año 1000 el orden tendió a una importante reversión. El señor otorgaba el feudo y sólo después el beneficiario se manifestaba su vasallo. Esta mudanza no significó

EN CIFRAS 

Demografía  ■ 15‐18 millones de habitantes en  toda Europa (una densidad de 16,5  habs./kmZ)  en  tiempos  de  Carlomagno en torno al año 800 (46  millones  de  habitantes  alrededor  de 1050; 50 millones hacia 1150; 61  millones  c  1200  y  aproximada‐ mente 75 millones a mediados del  siglo  XIV,  al  comenzar  la  epidemia  de peste negra).  ■ 35 habs./km2 hacia el año 800 en  París y su región, la más poblada del  Imperio  carolingio*,  y  4,5  habs./km2 en la de menor densidad  demográfica, la del Mosela. A fines  del  siglo  XI,  la  Inglaterra  de  Guillermo el Conquistador, un país  promedio,  contaba  con  11,4  habs/km2,  cerca  de  1.100.000  personas.  ■ 50 por mil era la tasa de natalidad  en la Alta Edad Media*. La fertilidad  de las mujeres menores de 20 años  se cifraba en 0,22 hijos, y en 2,8 la  de las que alcanzaban a culminar el  período  reproductivo.  solían  llegar  a la edad adulta uno o dos vástagos.  ■ 448  por  mil  era  la  tasa  de  mortalidad  entre  los  recién  nacidos. Un quinto de los fallecidos  tenía  menos  de  un  año,  y  dos  quintos  contaban  menos  de  14.  El  60% de las personas moría antes de  los 25 años.  ■ 45 años era la esperanza de vida  del  hombre  y  30‐40  años  la  de  la  mujer  (la  edad  de  mayor  mortandad,  relacionada  con  el  puerperio  y  el  parto,  se  situaba  entre los 18 y los 29 años). 

únicamente una alteración de la ceremonia contractual. Pregonaba que el sistema se había depurado. El superior no estaba premiando al inferior: lo estaba implicando en su red. El vínculo era interpersonal, exclusivo de la nobleza o sus equivalentes eclesiásticos (obispo, abad). A medida que el beneficio era

El conde Ermengol II de Urgell ofrece uno de  sus castillos a su vasallo Arnau Mir de Tost.  Miniatura del siglo XII.

sustituido por el feudo (que además era hereditario) se fueron encadenando múltiples lazos entre aristócratas. El señor quedaba obligado a proporcionar al vasallo medios de subsistencia (la cesión de

■ 150 de cada mil adultos perecían  hacia  los  20  años.  La  tasa  de  mortalidad entre los de 30 años era  de 229 por mil, de 297 por mil entre  los de 40 años, de 423 por mil entre  los de 50, de 533 por mil entre los  de 60, y de 1.000 por mil entre los  de  70,  con  alguna  que  otra  excepción muy notable. 

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EN CIFRAS  

Economía  ■  350‐800  hectáreas  eran  la  superficie  de  un  señorío  medio,  incluyendo  superficies  arables  y  boscosas.  Sin  embargo,  algunos,  los  mayores,  llegaron  a  abarcar  varios miles, como el señorío de  Benevagienna,  en  la  región  piamontesa  de  Cuneo  (en  torno  al año 900, entre 26.000 y 78.000  hectáreas)  ■ 15 especies de árboles frutales  y  72  variedades  de  legumbres  y  hortalizas  eran  las  cultivadas  en  tiempos altomedievales, además  de  cereales  y  plantas  de  uso  textil.  ■  El  40%  del  trigo  candeal  y  el  38% de la cebada constituían los  excedentes  de  la  cosecha  destinados al  consumo (éste  era  casi inexistente en casos como el  centeno).  ■  Al  10%  de  las  cosechas  solía  ascender la renta que el villano, o  colono libre, pagaba al señor por  trabajar en sus dominios, además  de prestarle diversos servicios. 

EN CIFRAS 

Vida diaria  ■  1,67  metros  eran  la  estatura  media del hombre y 1,55 metros  la de la mujer  ■ 2 metros por 2 0 hasta 6 por 2  era  lo  que  solía  medir  una  vivienda del campesinado.  ■ Las clases pudientes consumían  a  diario 6.000 calorías  en  la Alta  Edad  Media*,  y  alrededor  de  9.000 en jornadas festivas (había  unas 60 al año).  ■  1,7  kilos  de  pan,  el  alimento  básico  de  la  época,  era  la  cantidad  que  solía  comer  cotidianamente un hombre de la  Iglesia (1,4 kilos las monjas y 1,5  los señores laicos).  ■ 1,5 litros de vino o de cerveza  constituían  la  cuota  diaria  de  bebida  por  cabeza  de  legos*  y  religiosos con recursos. 

HISTORIA Y VIDA

tierras) y protección militar. A cambio, el inferior se comprometía a serle leal, defender sus castillos, auxiliarlo en caso de guerra, brindarle consejo, intervenir en la administración de justicia y proveerlo de ingresos y ayuda financiera. Un noble solía ser a la vez señor y vasallo, pues con las exigencias a sus barones* podía cumplir con las debidas a su superior. De este modo se erigió una pirámide en cuya cumbre se situaba el monarca, bajo él un primer círculo de magnates, luego otros niveles de terratenientes, que también se iban ramificando hasta llegar a la base, caballeros sin otra posesión que su corcel, armas y pertrechos. Se había entrado en la madurez, en el llamado feudalismo a secas, clásico o régimen feudo-vasallático, entre otros nombres acuñados con posterioridad.

Un  caballero  es  investido  como  tal  por  el  emperador germánico. Miniatura, siglo XIV.  Abajo,  el  rey  Guillermo  I  de  Inglaterra.  Detalle del tapiz de Bayeux, siglo XI.

En este período de esplendor, que se prolongó hasta el siglo XIII, casi no hubo región europea ajena a este modo de organización. De sus inicios entre los ríos Loira y Rin se había extendido a Borgoña, Provenza, Aquitania, norte de Italia, Alemania y Cataluña. Los normandos lo implantaron en Sicilia, la Italia meridional y, un poco más adelante, en Inglaterra, donde el sistema adquirió rasgos propios. La expansión feudal — El normando Guillermo el Conquistador ganó la Corona de Inglaterra a Harold Godwinson en la batalla de Hastings, en 1066. Guillermo demandó a sus nuevos »»

Un trato, y contrato, entre caballeros Hacia el siglo XI quedó fijado en lo básico el ceremonial mediante el cual quedaban  vinculados  dos  nobles  en  términos  de  señor  y  vasallo.  El  juramento,  según  el  contemporáneo  Fulberto  de  Chartres,  obispo  de  esta  ciudad,  debía  ser  "sano  y  salvo, seguro, útil, honesto, fácil y posible", aunque la historia recoge numerosas  traiciones  a  la  fidelidad  prometida.  Con  todo,  constituía  una  ocasión  solemne,  consagrada  por  la  Iglesia  y  que  garantizaba  el  orden  social  medieval.  Pese  a  su  variabilidad  de  acuerdo  con  el  momento  y  lugar,  se  desarrollaba  en  esencia  en  cuatro instancias:  • Homenaje del vasallo al señor  Solía manifestarse en un gesto en que el homenajeante, desarmado, arrodillado y  con  la  cabeza  descubierta,  colocaba  las  manos  entre  las  del  homenajeado  y  declaraba:  "Señor,  seré  vuestro  hombre",  o  un  pronunciamiento  similar  de  sumisión.  • Juramento de fidelidad  Paso en que se prometía verbalmente fidelidad (mediante la fórmula anterior u  otra) sobre la Biblia o sobre reliquias santas.  • Beso u ósculo de paz  Aseguraba la no agresión entre las partes Era una especie de lazo familiar entre  ambas, definible como parental del superior al inferior y filial a la inversa.  • Investidura  En ella el vasallo obtenía del señor un feudo*, representado por un terrón, una  rama  u  otro  símbolo  de  la  tierra.  Hasta  el  año  1000  aproximadamente,  la  investidura solía realizarse después del homenaje, es decir, primero se establecía  la  dependencia  del  vasallo  y  después  el  señor  dispensaba  el  beneficio*  correspondiente. Desde el siglo XI se antepondría la investidura a la concesión del  feudo. 

»» vasallos que los suyos le juraran fidelidad. Con esto quería evitar el galimatías de subenfeudamientos existente, por ejemplo, en su Francia natal, donde se acuñó la frase: "El señor de mi señor no es mi señor". Se había creado tal enredo de alianzas paralelas que a veces un noble, mientras luchaba por su jefe inmediato, combatía al de éste, o sencillamente estaba embarcado en otra guerra que le impedía asistir a su príncipe.

El sistema feudal fue debilitándose sobre todo a partir del siglo XIII El conflicto de intereses, nacido de la posibilidad de que un caballero fuera investido por dos o más aristócratas, se zanjó con el homenaje feudatario. Con él, el

vasallo se declaraba como tal de un solo señor, a quien defendería en persona. Los otros magnates habrían de conformarse con el envío de subfeudatarios, es decir, de vasallos del caballero en cuestión. El régimen feudal no llegó a fraguar en Frisia (Holanda) ni en Irlanda, mientras que en el centro y el este de Europa sólo preponderó brevemente. La España musulmana quedó al margen del feudalismo. Por lo que respecta a los reinos del resto de la península (Castilla y León, Aragón, Navarra y Portugal), sólo puede hablarse de instituciones concretas, más que de un sistema social y político de tipo feudal. Sin embargo, los condados catalanes, a causa de su inicial vinculación política con el Imperio carolingio, sí experimentaron una evolución similar a la del reino franco.

Este sistema, que dio identidad a gran parte de la Europa occidental a lo largo de la Edad Media, fue perdiendo consistencia a medida que la mejora de la producción agrícola, el aumento demográfico y la repoblación de las ciudades modificaron el cuadro social a partir del siglo XIII. El feudalismo no desaparecería por completo, pero a lo largo de dos siglos, XIV y el XV, la fragmentación feudal fue cediendo de forma progresiva ante la emergencia de nuevos estados soberanos, en los que se desarrollaría un tipo diferente de administración. La prosperidad regresó y, de nuevo, tanto el comercio como la industria volvieron a despuntar. Europa experimentaría un renacimiento social, político, económico y cultural. HyV

SEPTIEMBRE 2003

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