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SEPTIEMBRE 2003
HISTORIA Y VIDA
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HISTORIA Y VIDA
Los rostros del Medievo D
urante largo tiempo la Edad Media se consideró sinónimo de atraso y oscuridad. La estela de Roma se había ido diluyendo y con ella sus modelos políticos, la actividad de sus ciudades y el impulso cultural. La larga etapa medieval no fue, sin embargo, un período uniforme y estático. Tras el caos inicial derivado de la desmembración del Imperio, un sistema basado en el vínculo del vasallaje empezó a sustituir el poder del Estado. Era el germen del feudalismo. Bajo las pautas de aquel sistema se gestó la nueva civilización europea, en la que la herencia del clasicismo se fundió con las aportaciones germánicas. Este orden social se configuró según un criterio jerárquico y tuvo en el castillo y el monasterio los ejes en torno a los cuales se concentraba una población de marcado carácter rural. Fue un período determinado por el dominio del señor feudal y la actividad de las comunidades monásticas. Estos centros se convirtieron en dinamizadores de la economía y en refugio de la cultura, siguiendo la regla benedictina del ora et labora. Los monjes de Cluny, primero, y los del Císter poco después simbolizan un período de esplendor monástico que empezó a declinar hacia el siglo XIII. La mayor productividad agrícola, que ellos mismos posibilitaron, el crecimiento demográfico, la apertura de nuevas rutas comerciales y el resurgimiento de las ciudades empezaron a cambiar el rostro de Europa. ISABEL MARGARIT DOCTORA EN HISTORIA DIRECTORA DE HISTORIA Y VIDA
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HISTORIA Y VIDA
EL SISTEMA SOCIAL DE LA EUROPA MEDIEVAL
DOSSIER Feudalismo 34 42 52 58
LA SOCIEDAD FEUDAL, POR JULIÁN ELLIOT LA VIDA EN UN SEÑORÍO, POR JULIÁN ELLIOT ORA ET LABORA, POR JOSEP TOMÀS CABOT EL MONASTERIO POR DENTRO, POR JOSEP TOMAS CABOT
ESCENA DEL RAPTO DE ISOLDA, DEL POEMA EL ROMANCE DE TRISTÁN. MINIATURA DEL SIGLO XV (Evrard d' Espinques, Musée de Condé, Chantilly).
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Feudalismo La progresiva debilidad de los reyes europeos tras la caída del Imperio romano acabó otorgando a los señores locales un gran poder.
Así nació el feudalismo, el sistema que reguló la sociedad, la economía, la política y la cultura del Viejo Continente a lo largo de la Edad Media
1 LA SOCIEDAD FEUDAL
2 LA VIDA
De la fusión de la cultura latina con la de los invasores bárbaros surgió en Europa un nuevo sistema de vida, el feudalismo, basado en una relación de vínculos entre caballeros: el vasallaje. Este mundo se organizó en torno a dos grandes focos de poder, el castillo y el monasterio, símbolos respectivamente de los dos estamentos privilegiados: la nobleza y el clero.
EN UN SEÑORÍO
LA CRISIS DEL MUNDO ANTIGUO. El desmoronamiento del Imperio romano provocó un caos social de primera magnitud. Europa quedó dividida en diversos reinos de origen germánico, sometida a una inestabilidad política y social permanente. Las autoridades, que ejercían un poder nominal, ya no podían garantizar la seguridad de sus súbditos En medio de un caos generalizado, los más débiles se acogieron a la protección de los más poderosos, mientras las ciudades perdían peso en beneficio del campo. Se estaba formando un mundo progresivamente ruralizado, en el que cada región vivía exclusivamente de sus propios recursos ante el fuerte retroceso de los intercambios comerciales.
SEÑORES Y VASALLOS. A partir del siglo VIII, los diversos monarcas europeos no lograron contener la llegada de nuevos invasores, como los musulmanes, los vikingos o los húngaros. Para conseguir el apoyo que necesitaban, los reyes otorgaron a los señores locales una serie de privilegios a cambio de prestaciones políticas y militares. Con el tiempo, el poder de estos nobles aumentó a costa de la monarquía. Entre sus nuevas prerrogativas figuraban la impartición de justicia, el cobro de impuestos y el mantenimiento de tropas.
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La tierra que el señor otorgaba al vasallo en concepto de feudo, a cambio de su lealtad y su ayuda económica y militar, recibía el nombre de señorío. Hasta el año 1000 aproximadamente, estos feudos fueron células autosuficientes, ya que predominaba una economía de subsistencia.
Este proceso de descentralización creó una nueva jerarquía social, institucionalizada por medio del vasallaje. Un individuo, el vasallo, juraba ser leal a otro, el señor, ayudarle en caso de guerra y rendirle tributos. Así se formó un complejo entramado social, ya que los aristócratas acostumbraban a ser al mismo tiempo señores de unos y vasallos de otros. En Inglaterra se determinó que un caballero debía ser vasallo de un único señor.
UNA UNIDAD AUTOSUFICIENTE. Los señoríos se dividían en tierras comunales, trabajadas por campesinos semilibres, y la reserva, para uso exclusivo del noble. Estas extensiones solían ocupar entre 350 y 800 hectáreas. El señorío contenía asimismo instalaciones para moler grano, elaborar aceites, vino y cerveza, cocer pan, fabricar herramientas... La máxima autoridad del lugar estaba en manos del señor, a un tiempo jefe político y militar, legislador, juez y recaudador de impuestos. Los campesinos, por su parte, debían obedecerle, prestarle su ayuda en tiempo de guerra y no ocasionarle pérdidas económicas.
CONTRASTES EXTREMOS. La vida de la nobleza y el campesinado no podía ser más distinta. La primera se ocupaba de la guerra, mientras que en tiempo de paz disfrutaba del ocio, dedicándose a la caza o a celebrar grandes banquetes Su dieta, hipercalórica (carnes asadas, abundante vino y cerveza), poco tenía que ver con las legumbres y hortalizas que comían sus vasallos. Éstos, que se limitaban a trabajar la tierra, vestían pobremente y vivían en pequeñas chozas, donde sus escasos animales les servían a modo de estufas naturales.
3 LAS ÓRDENES MEDIEVALES En la Europa feudal, los monasterios se convirtieron en centros de la actividad económica y refugios de la cultura. Se crearon con la intención de poner en práctica las normas cristianas, pero con el tiempo su disciplina se relajó a causa de la progresiva acumulación de riquezas. Surgieron entonces movimientos renovadores, que pretendían retornar a la pureza originaria.
ORACIÓN Y TRABAJO. San Benito de Nursia, monje del siglo VI, fue el autor de la regla denominada benedictina. Esta norma propugnaba la vida en común de una serie de personas en una residencia, el monasterio. Allí los monjes se dedicaban a la oración en comunidad y a desarrollar actividades agrícolas e intelectuales. De esta forma cumplían el lema ora et labora (ora y trabaja). MONAQUISMO CAROLINGIO. La obra de san Benito experimentó tres pode-
rosos impulsos a lo largo de la Edad Media. El primero tuvo lugar a principios del siglo IX, cuando Carlomagno sometió los monasterios de su imperio a la disciplina benedictina. El monasterio alcanza tal importancia que se llega a hablar de un ordo monachorum, una categoría social diferenciada del ordo clericorum, o personas dedicadas a la vida parroquial.
EL IMPERIO MONÁSTICO El monasterio francés de Cluny protagonizó una segunda oleada de renovación. Comunidad religiosa independiente de reyes
u obispos (al estar bajo la autoridad directa del papado), se extendió más allá de Francia. Su regla imponía una dedicación exclusiva a la oración y al trabajo. Fruto del interés de sus monjes por la agricultura surgieron nuevos inventos, desde la herradura a un nuevo tipo de arado con ruedas, que supusieron una reactivación de la economía gracias a la mayor productividad. En el terreno artístico, la orden impulsó el estilo románico con la construcción de templos.
LOS CISTERCIENSES. Las ingentes donaciones provocaron
la decadencia moral de Cluny, por lo que se impuso un retorno a la pureza original de la regla de san Benito. Surgió así el Císter, una orden más preocupada por la riqueza interior. A lo largo del siglo XIII, sin embargo, su austeridad se relajó. En aquellos momentos, el resurgir de las ciudades estuvo acompañado de un nuevo concepto de la práctica religiosa. Poco a poco, los monasterios, aislados en el campo, perdieron importancia religiosa en beneficio de las órdenes mendicantes (dominicos, franciscanos…) que actuaban en los núcleos urbanos.
4 UN MONASTERIO POR DENTRO Casi todos los monasterios disponían de las mismas dependencias. la sala capitular, donde se celebraban las reuniones solemnes, la Junto a la iglesia se encontraba el claustro, una galería cuadrangular biblioteca, el scriptorium, las cocinas y los dormitorios. Fuera del por la que se accedía a casi todas las piezas importantes: el comedor, recinto se situaban almacenes y cuadras. Más allá, las tierras de cultivo y los bosques de la orden. LA VIDA ESPIRITUAL. Los monjes se reunían en la iglesia cada tres horas para orar en comunidad. Las ocho o nueve partes en que se dividía el día, las de‐ nominadas horas canónicas, se destinaban a un rezo diferente. Durante la noche, los monjes se levantaban como mínimo en una ocasión para acudir a la iglesia, lo que impedía que durmiesen
más de cuatro o cinco horas seguidas. Sus camas eran duras tablas de madera colocadas simplemente en el suelo.
o trabajaban en talleres. Los que sabían leer y escribir, por su parte, se dedicaban a la copia de libros. Ellos fueron los encargados de transmitir la TRABAJO Y cultura clásica, al reproducir y ESTUDIO conservar importantes manus‐ Además de la oración, la critos, a veces ilustrados con obligación de todo monje era el miniaturas de gran valor trabajo. Unos se dedicaban a la artístico. También se dedicaban agricultura en granjas y huertos a la docencia, y en sus escuelas
se impartía el Trivium (gra‐ mática, retórica y dialéctica) y el Cuadrivium (aritmética, geome‐ tría, música y astronomía), además de teología. Este interés por la cultura contrastaba radical‐mente con el analfabetismo de la mayoría de la sociedad, incluyendo a los señores feudales.
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La sociedad feudal El triunfo del vasallaje Tras la caída del Imperio romano Europa se fragmentó y pronto aparecieron distintas monarquías. Éstas, incapaces de imponer su autoridad, cedieron cada vez más poderes a la aristocracia local. Así nació el feudalismo. La sociedad pasó a fundamentarse en relaciones de vasallaje. En un mundo profundamente inestable, los más débiles prestaban obediencia a los más fuertes a cambio de protección. Se creó de ese modo una rígida jerarquía, que iba desde el rey y el papa hasta los siervos más humildes. JULIÁN ELLIOT, PERIODISTA
Carlos Martel, abuelo de Carlomagno, entra en combate acompañado de sus vasallos en Poitiers (732). HISTORIA Y VIDA
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ivide ut regnes, dividir para reinar, era una máxima que se había escuchado más de una vez en el Senado romano. No imaginaban los altivos padres de la patria que un día la patria misma sería desmembrada bajo oleadas de tribus bárbaras. Su propio tamaño, enorme, incontrolable, también jugaría un papel fundamental en la tragedia. Para el hombre civilizado del siglo V d. C., era el fin de los tiempos. "Si Roma perece, ¿quién estará a se preguntaba un apocalíptico san Jerónimo, el autor de la Vulgata. La respuesta llegó con el tiempo. El mundo conocido
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cambió irreversiblemente desde que en 476 el germano Odoacro destronó al último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo. A partir de entonces, el latín se fusionó con las lenguas de los invasores, mientras los rasgos del modelo social romano se sintetizaban con usos bárbaros. Este proceso culminó hacia el año 1000 tras desarrollarse a lo largo de la Alta Edad Media*. En adelante se consolidó un sistema de vida que, con facetas sociales, políticas y económicas, definiría y regularía el resto de la época medieval. El nombre de este régimen: el feudalismo.
La ruralización terminó prevaleciendo en gran parte de Europa a partir del siglo V Desorden general — La crisis del Imperio romano de Occidente era ya manifiesta en el siglo III. Tras la primera gran invasión germana, la alarma general llevó, entre otras cosas, a amurallar todas las urbes. La producción y el comercio se fueron resintiendo y se alteró la circulación de moneda. Los ciudadanos de recursos, agobiados por las contribuciones exigidas desde Roma para solventar una administración y un ejército insostenibles, empezaron a establecerse en sus latifundios y en ellos se robustecían, incluso con milicias. Este fue el primer paso de un amplio movimiento migratorio que tuvo como efecto la ruralización. El proceso se acentuó en lo sucesivo y terminó prevaleciendo en la sociedad, sobre todo a partir del siglo V, con la incesante llegada y el asentamiento de pueblos bárbaros, cuyos líderes adjudicaban tierras con cada conquista. Mientras dicho caos tenía lugar, el entramado burocrático del Bajo Imperio se iba fragmentando. La autoridad, descentralizada e inoperante, ya no podía garantizar la unidad de las provincias ni la seguridad de sus súbditos. Así pues, los sectores más débiles acabaron acogiéndose a la protección de los magnates en sus villas y fundaciones rústicas. La consolidación del sistema — En una segunda etapa, nuevas incursiones foráneas (como las emprendidas en los siglos VIII, IX y X por musulmanes, vikingos y húngaros) remataron la desarticulación del antiguo régimen y la emergencia del feudalismo. San Jerónimo, erudito cristiano del siglo V, autor de la Vulgata. Cuadro del italiano Antonello da Mesina (1430‐1479).
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GLOSARIO
Los reyes germanos, incapaces de contener por sí solos al enemigo, concedieron a los señores locales una serie de privilegios (los llamados beneficios*, posteriormente feudos*) a cambio de prestaciones políticas y militares que quedaban selladas por un juramento de homenaje y fidelidad. La autonomía de estos jefes regionales fue aumentando de modo espectacular a medida que se debilitaba la influencia de los monarcas. En sus demarcaciones cobraban impuestos, impartían justicia, mantenían tropas y producían todo lo necesario para la subsistencia. Esta evolución se ve con claridad en el ámbito considerado la cuna del sistema feudal, el Imperio carolingio*. Ya Carlos Martel, abuelo de Carlomagno, otorgaba en el siglo VIII a sus caballeros* haciendas a modo de gratificación que los liberara de tareas ajenas a la acciones
Construcción de una muralla. Miniatura gótica, siglo XIV. Abajo, Escena de la vida cotidiana, miniatura de la misma etapa.
bélicas. Carlomagno se encargó de fiscalizar las actividades de condes y marqueses (sometidos además a él mediante vasallaje*), pero aun así confirió a los príncipes territoriales cierta independencia en ámbitos como el militar, el judicial o el policial. A mediados del siglo IX, el emperador Carlos el Calvo, nieto de Carlomagno, institucionalizó el vasallaje y dispuso que la posesión de tierras y los compromisos aparejados a ella adoptaran un carácter hereditario. Tras la escisión
• ALTA EDAD MEDIA Tradicionalmente recibe este nombre el período de la Edad Media comprendido entre los siglos V y XI. • BAJA EDAD MEDIA Nombre que recibe la etapa medieval que abarca los siglos XII al XV. • BARÓN Del germánico baro (hombre libre). En plural y en un sentido amplio, cualquier noble supeditado a otro (los barones del duque, por ejemplo). De manera restringida, aristócrata de dignidad inferior a la del vizconde. • BENEFICIO Concesión de bienes, generalmente tierras (por extensión, las tierras mismas), con que un señor medieval recompensaba a otro. procedente de una costumbre de los antiguos germanos, fue el origen del feudo*. • CABALLERO En la Edad Media, cualquier guerrero que combatiera a caballo, un animal cuyo coste sólo podía permitirse la nobleza. También miembro más bajo de ésta, dueño únicamente de su corcel y su armamento. • FEUDO Bien hereditario, por lo común un señorío o varios, que aproximadamente desde el año 1000 vinculó a través del vasallaje* a un noble con otro a través de derechos y deberes recíprocos. • GLEBA Tierra arable. En la Baja Edad Media*, la parcela a la que estaban ligados los siervos de la gleba, una clase social derivada de los villanos semilibres y los esclavos. • IMPERIO CAROLINGIO Fundado por Carlomagno (742 0 747814), ocupó desde mediados del siglo VIII hasta finales del IX los territorios de la Galia, Germania occidental, el macizo alpino e Italia del norte. • LEGO Profeso sin opción a las sagradas órdenes. • VASALLAJE Vínculo básico de los sistemas feudal (entre nobles) y señorial (entre un señor y sus siervos). El vasallo era un hombre que se sometía a otro más poderoso a cambio de protección.
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Eduardo III de Inglaterra, en su calidad de duque de Normandía, rinde homenaje al rey francés Felipe VI. Miniatura, siglo XIV.
Una jerarquía piramidal La estructura de la sociedad de la Alta Edad Media* puede enfocarse desde distintas perspectivas. por un lado, estaba dividida en dos amplias categorías: hombres libres y esclavos. por otro, bajo el Imperio carolingio* se estableció un orden tripartito compuesto por el ordo laicorum (los laicos), el monachorum (los monjes) y el clericorum (los clérigos). Esta fórmula se convirtió a fines del siglo IX en un esquema social que se impuso a partir del año 1000: guerreros (bellatores), religiosos (oratores) y campesinos (laboratores). Estos estamentos, a veces mixtos (como en el caso de los abades, con funciones espirituales y señoriales), se estratificaban de un modo piramidal según su papel:
• Papas, emperadores y reyes: la cúspide eclesiástica y política. • Alta nobleza (duques, marqueses, condes) y jerarcas eclesiásticos (obispos, abades): al servicio de los anteriores, eran dueños de feudos* y a veces magistrados palatinos.
• Baja nobleza (vizcondes, barones*) y jefes clericales de menor importancia en parroquias y monasterios: señores de dominios más reducidos, por lo común supeditados a los anteriores.
• Caballeros: desde el punto de vista social, una clase floreciente durante el apogeo del orden feudal, honorables por su condición militar, pero poseedores únicamente de sus armas y un caballo.
• Artesanos y mercaderes: no ligados directamente a la tierra y con cierto rango en la masa plebeya de la Baja Edad Media* por ser trabajadores especializados.
• Villanos, o colonos: hombres libres dedicados a las actividades agropecuarias en las tierras de un señor, a quien pagaban con rentas y servicios el derecho a asentarse en una determinada parcela.
• Siervos: en el auge del feudalismo, llamados de la gleba*, que eran mano de obra esclava o semilibre (campesinos pobres, esclavos emancipados). Pertenecían a la explotación rural por un pacto o por transmisión hereditaria.
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del Imperio con el Tratado de Verdún (843), la inestabilidad que acarrearon las guerras intestinas y las invasiones externas condujo progresivamente al fortalecimiento de los mandatarios locales en detrimento de la Corona. Éstos eran vasallos de un monarca, pero pasaron a serlo más nominalmente que otra cosa. Es famoso el caso de los duques de Normandía, que transcurridos los años, aunque debieran pleitesía al rey de Francia, lo superaban en efectivos y recursos y se le enfrentaban sin miramientos. La posesión de la tierra, su explotación económica, el gobierno de sus habitantes, la defensa del suelo, la percepción de impuestos..., en fin, el poder concreto, quedó en manos de la nobleza. Un enjambre de aristócratas se adueñó de los restos carolingios, transformados en una cincuentena de divisiones políticas cohesionadas por vínculos de vasallaje. El feudalismo era ya una realidad.
Pronto el noble, más que premiar al vasallo, lo implicó en su red La madurez — Hasta el siglo XI, sin embargo, los medievalistas, según su línea teórica, se refieren a protofeudalismo, feudalismo temprano, carolingio o simplemente a un régimen vasallático-beneficiario. ¿Por qué? Porque hasta entonces las tierras concedidas siguieron siendo en su mayoría beneficios. Es decir, primero un noble se proclamaba vasallo de otro y luego éste procedía a la entrega de la propiedad, que solía recompensar una colaboración militar. Pero hacia el año 1000 el orden tendió a una importante reversión. El señor otorgaba el feudo y sólo después el beneficiario se manifestaba su vasallo. Esta mudanza no significó
EN CIFRAS
Demografía ■ 15‐18 millones de habitantes en toda Europa (una densidad de 16,5 habs./kmZ) en tiempos de Carlomagno en torno al año 800 (46 millones de habitantes alrededor de 1050; 50 millones hacia 1150; 61 millones c 1200 y aproximada‐ mente 75 millones a mediados del siglo XIV, al comenzar la epidemia de peste negra). ■ 35 habs./km2 hacia el año 800 en París y su región, la más poblada del Imperio carolingio*, y 4,5 habs./km2 en la de menor densidad demográfica, la del Mosela. A fines del siglo XI, la Inglaterra de Guillermo el Conquistador, un país promedio, contaba con 11,4 habs/km2, cerca de 1.100.000 personas. ■ 50 por mil era la tasa de natalidad en la Alta Edad Media*. La fertilidad de las mujeres menores de 20 años se cifraba en 0,22 hijos, y en 2,8 la de las que alcanzaban a culminar el período reproductivo. solían llegar a la edad adulta uno o dos vástagos. ■ 448 por mil era la tasa de mortalidad entre los recién nacidos. Un quinto de los fallecidos tenía menos de un año, y dos quintos contaban menos de 14. El 60% de las personas moría antes de los 25 años. ■ 45 años era la esperanza de vida del hombre y 30‐40 años la de la mujer (la edad de mayor mortandad, relacionada con el puerperio y el parto, se situaba entre los 18 y los 29 años).
únicamente una alteración de la ceremonia contractual. Pregonaba que el sistema se había depurado. El superior no estaba premiando al inferior: lo estaba implicando en su red. El vínculo era interpersonal, exclusivo de la nobleza o sus equivalentes eclesiásticos (obispo, abad). A medida que el beneficio era
El conde Ermengol II de Urgell ofrece uno de sus castillos a su vasallo Arnau Mir de Tost. Miniatura del siglo XII.
sustituido por el feudo (que además era hereditario) se fueron encadenando múltiples lazos entre aristócratas. El señor quedaba obligado a proporcionar al vasallo medios de subsistencia (la cesión de
■ 150 de cada mil adultos perecían hacia los 20 años. La tasa de mortalidad entre los de 30 años era de 229 por mil, de 297 por mil entre los de 40 años, de 423 por mil entre los de 50, de 533 por mil entre los de 60, y de 1.000 por mil entre los de 70, con alguna que otra excepción muy notable.
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EN CIFRAS
Economía ■ 350‐800 hectáreas eran la superficie de un señorío medio, incluyendo superficies arables y boscosas. Sin embargo, algunos, los mayores, llegaron a abarcar varios miles, como el señorío de Benevagienna, en la región piamontesa de Cuneo (en torno al año 900, entre 26.000 y 78.000 hectáreas) ■ 15 especies de árboles frutales y 72 variedades de legumbres y hortalizas eran las cultivadas en tiempos altomedievales, además de cereales y plantas de uso textil. ■ El 40% del trigo candeal y el 38% de la cebada constituían los excedentes de la cosecha destinados al consumo (éste era casi inexistente en casos como el centeno). ■ Al 10% de las cosechas solía ascender la renta que el villano, o colono libre, pagaba al señor por trabajar en sus dominios, además de prestarle diversos servicios.
EN CIFRAS
Vida diaria ■ 1,67 metros eran la estatura media del hombre y 1,55 metros la de la mujer ■ 2 metros por 2 0 hasta 6 por 2 era lo que solía medir una vivienda del campesinado. ■ Las clases pudientes consumían a diario 6.000 calorías en la Alta Edad Media*, y alrededor de 9.000 en jornadas festivas (había unas 60 al año). ■ 1,7 kilos de pan, el alimento básico de la época, era la cantidad que solía comer cotidianamente un hombre de la Iglesia (1,4 kilos las monjas y 1,5 los señores laicos). ■ 1,5 litros de vino o de cerveza constituían la cuota diaria de bebida por cabeza de legos* y religiosos con recursos.
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tierras) y protección militar. A cambio, el inferior se comprometía a serle leal, defender sus castillos, auxiliarlo en caso de guerra, brindarle consejo, intervenir en la administración de justicia y proveerlo de ingresos y ayuda financiera. Un noble solía ser a la vez señor y vasallo, pues con las exigencias a sus barones* podía cumplir con las debidas a su superior. De este modo se erigió una pirámide en cuya cumbre se situaba el monarca, bajo él un primer círculo de magnates, luego otros niveles de terratenientes, que también se iban ramificando hasta llegar a la base, caballeros sin otra posesión que su corcel, armas y pertrechos. Se había entrado en la madurez, en el llamado feudalismo a secas, clásico o régimen feudo-vasallático, entre otros nombres acuñados con posterioridad.
Un caballero es investido como tal por el emperador germánico. Miniatura, siglo XIV. Abajo, el rey Guillermo I de Inglaterra. Detalle del tapiz de Bayeux, siglo XI.
En este período de esplendor, que se prolongó hasta el siglo XIII, casi no hubo región europea ajena a este modo de organización. De sus inicios entre los ríos Loira y Rin se había extendido a Borgoña, Provenza, Aquitania, norte de Italia, Alemania y Cataluña. Los normandos lo implantaron en Sicilia, la Italia meridional y, un poco más adelante, en Inglaterra, donde el sistema adquirió rasgos propios. La expansión feudal — El normando Guillermo el Conquistador ganó la Corona de Inglaterra a Harold Godwinson en la batalla de Hastings, en 1066. Guillermo demandó a sus nuevos »»
Un trato, y contrato, entre caballeros Hacia el siglo XI quedó fijado en lo básico el ceremonial mediante el cual quedaban vinculados dos nobles en términos de señor y vasallo. El juramento, según el contemporáneo Fulberto de Chartres, obispo de esta ciudad, debía ser "sano y salvo, seguro, útil, honesto, fácil y posible", aunque la historia recoge numerosas traiciones a la fidelidad prometida. Con todo, constituía una ocasión solemne, consagrada por la Iglesia y que garantizaba el orden social medieval. Pese a su variabilidad de acuerdo con el momento y lugar, se desarrollaba en esencia en cuatro instancias: • Homenaje del vasallo al señor Solía manifestarse en un gesto en que el homenajeante, desarmado, arrodillado y con la cabeza descubierta, colocaba las manos entre las del homenajeado y declaraba: "Señor, seré vuestro hombre", o un pronunciamiento similar de sumisión. • Juramento de fidelidad Paso en que se prometía verbalmente fidelidad (mediante la fórmula anterior u otra) sobre la Biblia o sobre reliquias santas. • Beso u ósculo de paz Aseguraba la no agresión entre las partes Era una especie de lazo familiar entre ambas, definible como parental del superior al inferior y filial a la inversa. • Investidura En ella el vasallo obtenía del señor un feudo*, representado por un terrón, una rama u otro símbolo de la tierra. Hasta el año 1000 aproximadamente, la investidura solía realizarse después del homenaje, es decir, primero se establecía la dependencia del vasallo y después el señor dispensaba el beneficio* correspondiente. Desde el siglo XI se antepondría la investidura a la concesión del feudo.
»» vasallos que los suyos le juraran fidelidad. Con esto quería evitar el galimatías de subenfeudamientos existente, por ejemplo, en su Francia natal, donde se acuñó la frase: "El señor de mi señor no es mi señor". Se había creado tal enredo de alianzas paralelas que a veces un noble, mientras luchaba por su jefe inmediato, combatía al de éste, o sencillamente estaba embarcado en otra guerra que le impedía asistir a su príncipe.
El sistema feudal fue debilitándose sobre todo a partir del siglo XIII El conflicto de intereses, nacido de la posibilidad de que un caballero fuera investido por dos o más aristócratas, se zanjó con el homenaje feudatario. Con él, el
vasallo se declaraba como tal de un solo señor, a quien defendería en persona. Los otros magnates habrían de conformarse con el envío de subfeudatarios, es decir, de vasallos del caballero en cuestión. El régimen feudal no llegó a fraguar en Frisia (Holanda) ni en Irlanda, mientras que en el centro y el este de Europa sólo preponderó brevemente. La España musulmana quedó al margen del feudalismo. Por lo que respecta a los reinos del resto de la península (Castilla y León, Aragón, Navarra y Portugal), sólo puede hablarse de instituciones concretas, más que de un sistema social y político de tipo feudal. Sin embargo, los condados catalanes, a causa de su inicial vinculación política con el Imperio carolingio, sí experimentaron una evolución similar a la del reino franco.
Este sistema, que dio identidad a gran parte de la Europa occidental a lo largo de la Edad Media, fue perdiendo consistencia a medida que la mejora de la producción agrícola, el aumento demográfico y la repoblación de las ciudades modificaron el cuadro social a partir del siglo XIII. El feudalismo no desaparecería por completo, pero a lo largo de dos siglos, XIV y el XV, la fragmentación feudal fue cediendo de forma progresiva ante la emergencia de nuevos estados soberanos, en los que se desarrollaría un tipo diferente de administración. La prosperidad regresó y, de nuevo, tanto el comercio como la industria volvieron a despuntar. Europa experimentaría un renacimiento social, político, económico y cultural. HyV
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