I) ESCRITORES, ESCRIBIDORES O ESCRIBIENTES

I) ESCRITORES, ESCRIBIDORES O ESCRIBIENTES Para los no avisados, vaya de antemano que no soy un intelectual, ni mucho menos un erudito. Me quedé en

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Antonio Mestre LA OBRA LITERARIA DE SAAVEDRA VISTA POR MAYANS Nc I o hay duda de que Saavedra Fajardo es uno de los escritores preferidos por Ma

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I)

ESCRITORES, ESCRIBIDORES O ESCRIBIENTES

Para los no avisados, vaya de antemano que no soy un intelectual, ni mucho menos un erudito. Me quedé en maestro. Este soy yo, digámoslo así, mi autorretrato docente. No sé si salgo favorecido o no. Si estoy aquí invitado es, seguramente, porque a lo largo de estos años, con enorme placer, casi onanista diría yo, me di con pasión al “nefando vicio de la lectura” en expresión de Fernando Savater, y también al de la escritura, casi siempre con renglones torcidos, como podéis ver, sobre todo últimamente. Quiero comenzar esta conferencia “Escrituras en libertad. Desde el corazón, con la mirada” con unas secuencias de la película brasileña Estación Central de Walter Salles, un melodrama del 1998, con dos nominaciones al Oscar, mejor película de habla no inglesa y mejor actriz a Fernanda Montenegro. Solo son tres minutos. (Los tres primeros minutos de la cinta) Esta película fue merecedora, así mismo, de numerosos premios, entre ellos el Oso de Oro del Festival de Berlín, en la que “en los asfixiantes pasillos de la Estación Central, en Río de Janeiro, una antigua maestra se gana la vida escribiendo las cartas que le dictan los analfabetos”. El corte que hemos visto me plantea unas cuestiones iniciales: Podemos preguntarnos qué es la escritura y recurrir a doctos estudios sobre la misma, como el de Roland Barthes y los estructalistas, o hacernos la pregunta en infinitivo, ¿qué es escribir? Y agradecerle a José Luis Sampedro su respuesta sencilla: Escribir es vivir. Podemos personalizar la pregunta, que me parece más interesante desde un punto de vista pedagógico, ¿qué es ser escritor?, ¿es lo mismo escritor que escribiente o escribidor? Recurramos al Diccionario de la Real Academia a ver si nos aclara algo inicialmente

escritor, ra. (Del lat. scriptor, -ōris). 1. m. y f. Persona que escribe. 2. m. y f. Autor de obras escritas o impresas. 3. m. y f. Persona que escribe al dictado. 4. m. y f. ant. Persona que tiene el cargo de redactar la correspondencia de alguien. escribidor, ra. 1. m. y f. coloq. Mal escritor. 2. m. y f. ant. escritor. escribiente. 1. com. Persona que tiene por oficio copiar o poner en limpio escritos ajenos, o escribir lo que se le dicta. 2. m. ant. escritor (‖ autor de una obra escrita o impresa). En principio, parecería que los tres términos son sinónimos absolutos, pero si discriminamos un poco, las correspondencias de escribidor y escribiente con escritor aparecen en el último lugar de las relacionadas por la RAE. El diccionario destaca a escribidor como “mal escritor”, justo lo que era Pedro Camacho el folletinista de La tía Julia y el escribidor de Mario Vargas Llosa. Y a escribiente como “Persona que tiene por oficio copiar o poner en limpio escritos ajenos, o escribir lo que se le dicta”, justo lo que era el personaje de Herman Melville, Bartleby el escribiente ¿En cuál de esas categorías o acepciones tenemos que concentrar los docentes nuestro esfuerzo a fin de lograr una adecuada competencia escritora de nuestros alumnos? ¿Nuestra tarea consiste en hacer escribientes, escribidores o escritores? ¿Dónde tenemos que poner el acento? ¿En el aprendizaje estricto de la caligrafía y en la reproducción incesante de textos carentes de sentido y/o de baja intensidad comunicativa o en el ejercicio de textos significativos vinculados a la necesidad vital de expresar sentimientos, emociones, ideas..? ¿En el aprendizaje normativo de la gramática erigido en un fin en sí mismo sin conexión con la función primordial del lenguaje que es la comunicación? Y es que hay preguntas que aunque estemos acostumbrados a responderlas mecánicamente como un mantra, no deberíamos dejar de hacérnoslas constantemente para cotejar las respuestas con nuestra práctica docente. La pregunta fundamental que justifica el corte cinematográfico de Estación Central para mí sería: en puridad, ¿quién es el escritor o escritora en las secuencias que hemos visto? ¿Dora la maestra o la afligida mujer del reo que llora su ausencia y promete fidelidad más allá de las rejas? ¿Dora o la despechada amante que arroja su

frustración a los cuatro vientos? ¿Dora o el amante en celo que rememora lúbrica y desinhibidamente su pasión amorosa con estilo feísta a lo Bukowski? Me contesto diciéndome a mí mismo que Dora se moriría de hambre sin los personajes que se ven impelidos, por esas cosas de la vida, a comunicar con otra persona. Su escritura quedaría inane sin sentimientos que expresar. Dora es una simple escribiente. Los auténticos escritores son los que tienen algo que decir y lo dicen valiéndose de cualquier medio a su alcance. Dora es un simple instrumento de “la escritura de sus personajes”. Aunque sabe escribir, no tiene nada que decir, hastiada y desengañada de la vida, vive del engaño a gente de buena fe y colabora con el crimen organizado, aprovechándose de la superioridad moral, eso sí, que le confiere el hecho de dominar la técnica de la escritura. Si esos personajes de la película salieran de la ficción cinematográfica, si fueran de carne y hueso, si pudiéramos entrevistarlos 15 años después, posiblemente seguirían siendo más o menos analfabetos, más o menos pobres, pero seguro, seguro que todos o casi se comunicarían por telefonía móvil…, seguro que hoy estarían aprendiendo a escribir wasaps. Eugenio Tisselli, intelectual y artista multidisciplinar mejicano, colaborador ocasional de nuestro reconocidísimo escritor e intelectual Vicente Luis Mora, que ha desarrollado un programa de ordenador para escribir poesía, PAC, bajo el presupuesto ideológico de “Dejemos que las máquinas escriban la poesía por nosotros para que nosotros nos podamos dedicar a vivir", participa en el proyecto Sauti ya wakulima, que pretende digitalizar y preservar el conocimiento de los agricultores del distrito de Bagamoyo en Tanzania. Mediante teléfonos móviles, los agricultores crean una base de datos audiovisual de sus actividades diarias con un enfoque especial en los efectos que el cambio climático ha tenido en ellas. De esta manera, Sauti ya wakulima da voz a los agricultores tanzanos poniendo la tecnología a su servicio y no al revés. Dice Tisselli textualmente: antes de ir a Tanzania no sabía muy bien qué esperar. Ni siquiera estaba seguro de que supieran leer o escribir. Mi sorpresa fue grande al ver que muchos de ellos sacaban dos o hasta tres teléfonos de sus bolsillos. El móvil es una tecnología que realmente ha revolucionado ciertas partes de África, y se usa más intensamente que en otras regiones del mundo supuestamente más avanzadas. En cuanto a Internet, casi todos lo conocían, aunque prácticamente ninguno de ellos había navegado… “Los campesinos tienen mucho que decir, solo necesitan un medio para hacer oír su voz”, concluye. (Fin de cita), (Fuente: eldiario.es) Al hilo de esto último, os pido que hagáis en un segundo el esfuerzo de pensar en el objeto que para vosotros idealiza la escritura: ¿Ya? ¿Habéis pensado quizás en una pluma?, pero ¿ en qué clase de pluma?,¿de ave o estilográfica?, ¿un bolígrafo, quizás? ¿una Olivetti o una Underwood? Si la pregunta la pudiéramos plantear con retroactividad a ciudadanos cultos de sociedades pretéritas a 1440 las respuestas podemos suponer que cíclica y retroactivamente serían: un pergamino, un papiro, una tablilla de arcilla o de madera, una roca o incluso un hueso o un caparazón de tortuga… La evolución de la escritura ha ido paralela al conocimiento científico y al desarrollo de los medios tecnológicos que este propicia en cada época. Tal aseveración parece de perogrullo y la aceptamos con naturalidad. Nos parece inevitable la relación entre avances tecnológicos y rentabilidad económica, que asumimos con categoría de

axioma…, pero para entender los hechos del pasado. La realidad es que nosotros no somos muy diferentes a los copistas de los s. XV y XVI, que de repente se quedaban sin trabajo ante la aparición de la imprenta; también nosotros somos renuentes a la hora de incorporar a nuestras vidas, a nuestro trabajo, ciertos usos tecnológicos relacionados con la transmisión de la cultura. El desarrollo de la imprenta, de la galaxia gutemberg como la llamara Mc Luhan, no estuvo exenta de dificultades de diversa índole. Hay quien mantiene, incluso, que su éxito no tuvo lugar hasta que el papado reparó en que la publicación de bulas se multiplicaba considerablemente con el consiguiente aumento de sus ganancias… y así fueron acalladas las protestas de los monjes. Pensemos: ¿qué uso hacemos a diario del bolígrafo? ¿Cuándo fue la última vez que escribimos una carta postal? Si a la humanidad le queda algún futuro, cosa que está por ver, la caligrafía, buena parte de los libros, tal y como hoy los conocemos, devendrán en venerables objetos artísticos como lo son las tablillas sumerias o los códices gregorianos… Pero lo que nunca dejará de haber será escritores. ¿Nos damos cuenta de que el masivo acceso a las tecnologías de la información y la comunicación ha producido una eclosión de escritores desconocida hasta ahora en la historia de la humanidad? Con la difusión masiva de esas tecnologías entre la población, se ha producido un efecto democratizador sin precedentes en la escritura. Los blogs literarios crecen como setas. La crisis editorial no es sino producto de un mayor uso y empleo de la comunicación digital. Millones de ciudadanos aculturizados o de baja formación, leen y escriben a diario a través de esos medios, que permiten con facilidad pasmosa integrar texto, imagen y sonido, lo que era impensable hace décadas atrás. La labor docente actual no consiste en poner palos en la rueda, oponerse a un fenómeno imparable, sino en controlar y tutorizar la calidad de la escritura que se cobija en esos medios que son, no lo olvidemos, los que nuestros alumnos leen a diario, los que están formando su opinión y modelando sus gustos y su estilo, sobre todo porque son los que ellos libremente escogen y deciden usar en función de sus intereses vitales, no precisamente los académicos. Sencillamente, tengámoslo presente a fin de mejorar la calidad de la escritura también en esos medios. Como veremos más adelante, fueron las vanguardias de principios del s. XX, en España, sobre todo a partir del futurismo, las que intentaron el ensamblaje de revolución tecnológica, literatura y arte. Aunque de implantación minoritaria como corresponde en esencia a toda vanguardia, han permeabilizado la escritura de todo el s. XX y de la actualidad con más o menos acierto, con más o menos éxito. Como docentes concentrémonos en esas nuevas formas de escritura. Desde la institución escolar debemos intervenir en la batalla que en los medios electrónicos en general se está dando en la alfabetización de masas. El medio sigue siendo el mensaje. Enseñemos a escribirlos en Twiter y en Facebook, considerémoslos parte del único pero diverso sistema de escritura, pues corremos el riesgo de que los disocien y se acostumbren a relajar la norma según el medio… A que los consideren textos con reglas diferenciadas del resto de la producción escrita. Con el consiguiente peligro para la propia escritura, pues ya sabemos quién tendrá las de perder... ¡Si mi nieta de seis años está deseando que me compre un móvil de esos inteligentes para que podamos comunicarnos por wasap como ya hace con sus amiguitas..!

Volviendo al principio, a Estación Central, si queremos hacer escritores ayudemos a nuestros alumnos a sentir, a vivir, a despertar curiosidad por el conocimiento y por el mundo que les rodea, a generar entusiasmo en sus aprendizajes, a establecer relaciones culturales y afectivas entre iguales, a reflexionar sobre el hecho mismo de escribir y la diversidad de instrumentos y técnicas que lo conforman, que la escritura se les dará por añadidura, les llegará por medio de la escuela y/o de la tecnología…Mejor de ambas, ¿no? Fijémonos si no en las motivaciones de los grandes escritores para mantenerse firmes en su oficio. Convocados por el diario El País cincuenta de ellos para que respondiesen la recurrente y manida pregunta “por qué escribe usted”, aparte las ingeniosas que no aportan nada salvo eso, ingenio del tipo “poesía eres tú”, la mayoría coincidió en que lo hacen “por necesidad”, “porque no entienden su vida de otra manera”, “para comprenderse mejor a sí mismos y a los demás”. Fuera de esas más o menos generalizadas, hay otras muchas, igualmente válidas y poliédricas como los seres humanos en que se encarnan los escritores y escritoras que contestan: “ Porque el arte crea la vida. Con el fin de imaginarme la realidad totalmente real. Para obtener respuestas sin el requisito de una pregunta previa. Para devolver algo de todo lo que he leído. Para que me quieran más. Escribo por amor, publico por dinero. Como antídoto contra el sinsentido. Porque es el más poderoso acto libertario que conozco. Porque contar historias es el oficio más antiguo del mundo. Para combatir el aburrimiento y pasarlo en grande. Para disfrutar del lenguaje, para compensar la timidez, para sacar los pies del plato, para que me lean. Escribo por las mismas razones que leo. Por hacerle un hogar de palabras a uno de esos pensamientos que uno cree que pueden ser salvadores. Porque de niño sentí que la escritura era una forma de curiosidad e ignorancia. Para que no nos callen. Escribir es una manera de vivir. Para que la muerte no tenga la última palabra… Fíjense en la respuesta de Juan Eduardo Zúñiga: “…estoy solo en el cuarto vacío, (…) cojo un libro (…). Leo el final del segundo capítulo: un hombre busca sin parar en un cofre lleno de joyas y no encuentra lo más importante para él. Me extraña esto ¿más valioso que joyas ? Tengo al lado un cuaderno y lápiz, sin pensar escribo: "Él buscaba algo entre las joyas ..." y sigo escribiendo, sigo así hasta hoy. (Fin de cita) (Fuente: diario El País). Esta respuesta me agrada sobremanera porque no teoriza, explica cómo surge el irrefrenable impulso de escribir. Cuando me puse a escribir esta conferencia pensé: si yo fuera un escritor famoso al que le hicieran la preguntita dichosa estaría de acuerdo con casi todas las respuestas anteriores, no sabría por cuál decidirme como fundamental. Pero, paseando con mi

perro me encontré esta pintada. Inmediatamente, tuve la necesidad de completar, como Juan Eduardo Zúñiga, el relato que se me ofrecía a mis ojos y que luego, a base de más paseos, comprobé que era solo un capítulo más de otros muchos escritos en distintas páginas desperdigadas por los muros de mi ciudad. Si eres escritor no sientes la necesidad de hacer juicios de valor sobre la impudicia o la desvergüenza del escritor grafitero que expone de manera tan pública su pasión. Si eres escritor ese beso al límite es un guiño, una incitación a la escritura, a imaginar los sujetos amorosos, el espacio, el tiempo, la trama y todo lo demás… Y si yo siguiese ejerciendo de profesor de lengua y literatura al día siguiente mis alumnos, desde luego, tendrían un tema y un motivo para iniciar un relato… que quizás les molase más que escribir sobre la primavera o la paz en el mundo, que eran los temas más originales sobre los que me hacían escribir a mí de niño… Solo destaco, como homenaje, los motivos de nuestro flamante premio Cervantes, José Manuel Caballero Bonald: “Empecé a escribir porque quería parecerme a Espronceda (…) alguien que murió con 33 años y había fundado una sociedad secreta, sufrió persecuciones y cárceles, anduvo exiliado en Lisboa y Londres, combatió en las barricadas de París, fue guardia de corps y diputado, vivió amores difíciles, luchó heroicamente contra el absolutismo, etcétera. Pues bien, como yo no podía emular a Espronceda, elegí lo que me resultaba más factible: ejercer de insumiso y escribir poesía. Luego, con los años, la afición por la lectura me fue activando una discontinua dedicación a la escritura. “El verbo leer no soporta el imperativo. Aversión que comparte con otros verbos: el verbo “amar”…, el verbo “soñar”… nos dice Daniel Pennac. El verbo escribir tampoco. Claro que es parte de nuestra función hacer leer y escribir a nuestros alumnos, pero si no queremos producir escribientes tristes y aburridos, encontremos nosotros las motivaciones que pueden incitarles a disfrutar de la escritura. Llegar a algunas de las conclusiones expuestas hasta aquí me ha llevado su tiempo e infinidad de discusiones, he tenido que convencerme a mí mismo; no es, por tanto, postura exquisita o provocadora. Como la mayoría de vosotros, hasta llegar a la galaxia electrónica, antes fui, en terminología de Cassany, un inmigrante digital, que daba clases a alumnos del primer mundo electrónico. Retirado ya del campo de batalla…me reafirmo cada día más y más en todo lo dicho. Todo lo dicho hasta aquí no podría quizás encontrarse mejor reflejado que en el siguiente fragmento del manifiesto “YO” de Vicente Huidobro (1893-1948). Quizás podríamos haber empezado por él y os podríais haber ahorrado, además, estos minutos transcurridos de conferencia:

“En literatura me gusta todo lo que es innovación. Todo lo que es original. Odio la rutina, el cliché y lo retórico. Odio las momias y los subterráneos de museo. Odio los fósiles literarios. Odio todos los ruidos de cadenas que atan. Odio a los que todavía sueñan con lo antiguo y piensan que nada puede ser superior a lo pasado. Amo lo original, lo extraño. Amo todos los ruidos de cadenas que se rompen. Amo a los que sueñan con el futuro y solo tienen fe en el porvenir sin pensar en el pasado. Amo las sutilezas espirituales. Admiro a los que perciben las relaciones más lejanas de las cosas. A los que saben escribir versos que resbalan como la sombra de un pájaro en el agua y que solo advierten los de muy buena vista. Y creo firmemente que el alma del poeta debe estar en contacto con el alma de las cosas. (…) Pero diré que no se crea que desprecio el pasado. No. Repruebo el que solo se piense en él y se desprecie el presente, pero yo amo el pasado. Para mí no hay escuelas, sino poetas. Los grandes poetas quedan fuera de toda escuela y dentro de toda época. Las escuelas pasan y mueren. Los grandes poetas no mueren nunca.” (Fin de cita) Este texto tiene ya casi tres cuartos de siglo y me da pie a entrar de lleno en el meollo de esta conferencia, pues voy a comenzar con su obra la exposición de algunas producciones de la vanguardia poética, de la poesía experimental española e hispanoamericana. De la vanguardia histórica, ya clásica, aunque parezca una contradicción en sus términos. II) ESCRITURAS DE LAS VANGUARDIAS HISPANOAMERICANAS DEL S. XX En 2009, el Ministerio de Cultura español, organizó una magna exposición titulada Escrituras en libertad. Poesía experimental española e hispanoamericana del s.XX. Es la primera gran exposición que recoge “ese diálogo entre lo verbal y lo visual”,

esa “simbiosis entre palabras e imágenes” aderezada por la intervención de distintas artes, que supone un espaldarazo institucional a la poesía visual y experimental. En el espléndido catálogo editado por el Instituto Cervantes puede calibrarse la importancia de esa compilación de obras y movimientos, de la fértil muestra de esa integración de diversas disciplinas artísticas en la búsqueda permanente de la innovación estética que a lo largo del s. XX ha producido formas híbridas de creación y la ruptura de las fronteras entre diferentes géneros artísticos. Transcribo las precisas palabras preliminares de Carmen Caffarel Serra, a la sazón Directora del Instituto Cervantes: “Uno de los sentidos más profundos de la creación es su perpetuo afán de renovación, de nuevas búsquedas. Crear es reconstruir el mundo a partir de unos materiales que el uso cotidiano y las convenciones pueden haber petrificado. Por eso la poesía experimental logró desde sus inicios transmutar los territorios del lenguaje y de lo visual en un universo lúdico, sorprendente; un paisaje inesperado que configuraba un nuevo espacio del sentido y del sentir.” (Fin de cita) La exposición contó con el oportunismo histórico de producirse justo en el centenario de la publicación, en 1909 en Le Figaro, del Manifiesto Futurista de Filippo Tommaso Marinetti, en cuyas palabras en libertad se inspira el título de la muestra. Manifiesto difundido en España por Ramón Gómez de la Serna, iniciador y animador de la vanguardia literaria en España, del que como apenas tenemos obra visual solo puedo mostrar algunos ejemplos basados en la recreación de cuatro de sus greguerías. Las dos primeras de dos alumnos del IES Lope de Vega de Fuenteobejuna dirigidos por el profesor Don Javier Álvarez Amo (Diap. 5,6) y las dos siguientes (Diap. 7 y 8) de mi autoría.

“Las vacas aprenden geografía mirándose unas a otras sus manchas blancas y negras.” (María Jesús Dueñas, 4 ESO)

“La oruga del dentífrico.” (Néstor Ojeda Domingo, 4º ESO)

“La B es el ama de cría del abecedario.” (antoniomonterroso)

“La Y es la copa de champán del abecedario.” (antoniomonterroso)

La poesía de vanguardia en Cataluña, muy influenciada por el futurismo, se manifiesta en poetas como Josep María Junoy del que destacamos su célebre caligrama Oda a Guynemer, joven héroe de la aviación francesa abatido en combate y Eufòria y en la figura del poeta obrero hecho a sí mismo Joan Salvat Papasseit del que seleccionamos Les formigues, la que posiblemente sea la primera poesía que todos los niños en Cataluña aprenden a recitar en cuanto aprenden a leer. De la importancia que este poemita ha tenido y seguirá teniendo, supongo, en la educación sentimental de la población catalana, véase esta magna reproducción-homenaje ciudadano en Vía Layetana. Como muestra de gratitud personal al poeta, pues fue también el primer poema que recitó mi hija, que aprendió a leer y escribir en catalán, lengua que ya no habla ni en la intimidad, le dediqué este homenaje.

Hay que decir que la poesía caligramática en sí no supone vinculación con vanguardia alguna, toda vez que, rescatada del olvido por Apollinaire, hunde sus raíces en la tradición clásica griega que tuvo su continuación en los carmina figurata de siglos medievales y siguientes. El creacionismo es uno de los ismos que ha gozado, quizás injustamente, de menor fortuna, aún cuando ha tenido en su nómina un manojo de poetas de verdadero talento. Destaca la producción de Vicente Huidobro, (La capilla aldeana, Paysage, Piano), en la que se percibe un amplio registro de formas que ha influenciado ampliamente la poesía experimental contemporánea, la poesía fonética incluida, como podemos observar en el Canto VII del inconmensurable Altazor. La militancia en el ultraísmo de Giménez Caballero fue fugaz, pero dejó una serie de carteles de una modernidad sorprendente (El ensayista) Pasada la guerra civil, surge el postismo con Carlos Edmundo de Ory a la cabeza, que proclama la muerte de Marinetti, y propicia la aparición de “un surrealismo ibérico”. En esa onda se mueve el que acabará siendo el padre de la poesía visual española, Joan Brossa, cuya obra sigue teniendo una viva vigencia para los poetas visuales de la actualidad. Los textos teóricos de Brossa nos ofrecen una verdadera definición de qué es poesía visual, que es algo que posiblemente muchos estéis esperando. Veamos: “Si las palabras son las cosas, con el lenguaje de las cosas también se pueden hacer metáforas. La metáfora permite viajar en el espacio y en el tiempo por analogías sensibles.” “Mis objetos buscan la analogía y la metáfora visual.” “De ahí arrancan las experiencias de la poesía visual. De la búsqueda de un nuevo terreno entre lo visual y lo semántico. Las correspondencias visuales dan como resultado la sorpresa de la imagen o del objeto.” La incorporación de Julio Campal, el poeta uruguayo, y el grupo Problemática 63, supuso un impulso revitalizador de la poesía experimental en España. Pese al

ambiente poco propicio para hablar de vanguardias en la España de los sesenta, Campal llevó a cabo una labor de difusión que caló en un grupo de jóvenes poetas como Fernando Millán, que luego fundaría el trascendental Grupo NO, e Ignacio Gómez de Liaño. La introducción de la poesía concreta y los poetas brasileños del grupo Noigandres vino de su mano. Con la poesía concreta, surgida en los 50 en Brasil de la mano de Augusto y Heraldo de Campos y Decio Pignatari surge una forma en la que el texto poético deja de ser discurso y se espacializa. Se centran en las posibilidades visuales que laten entre las palabras y confieren al poema una cierta dimensión icónica. La poesía concreta se ordena en torno a un concepto expresado con un mínimo de palabras que se sustituyen, se generan en virtud del libre juego de la analogía. De una analogía que discurre sobre todo a través del nivel fonético y del gráfico visual. Veamos algunos ejemplos de visualidad poética de los principales autores de las nuevas tendencias a partir de los sesenta, empezando por Julio Campal. Su poesía utiliza un lenguaje sintético que le lleva a la práctica de una poesía “móvil” en la que se produce la permutación de las partes que integran el poema. Sus caligramas son escritura gestual, de grafismos creados por el mismo poeta. Su posicionamiento teórico, basado en el verso de Apollinaire, propugnaba para la poesía “el orden y la aventura”. “Sin aventura, sin el cultivo de las formas de expresión más audaces (…) no penetraremos jamás en el misterio, la magia, en el reducto íntimo e inexplicable que la poesía y el arte revelan. Sin orden, sin la tradición, (sin Garcilaso, Góngora, Juan Ramón…), ese misterio y esa profundidad se perderían en el caos y la confusión”. De Fernando Millán destacamos tres obras: El Texto 5 de Textos y Antitextos un ejemplo de tachismo, técnica o forma que Millán justifica así: “Frente a la invasión de lo discursivo, de la atracción aplastante de la publicidad, de la verborrea, la poesía solo puede responder de una forma: tachando, negando, borrando” y “la mano que clama, que curiosamente ha sido utilizada por la publicidad.

Es un aserto cada día más incontestable que por la imagen conocemos el mundo. Si tomamos en consideración el fenómeno de la publicidad y la influencia que ejerce sobre la población, observaremos que su estrategia de persuasión la ejerce a través de una retórica que es calca fiel de la poética clásica en la que la materia primordial es la imagen. Mc Luhan ya en 1964 en “Comprender los medios de comunicación” decía que “Los historiadores y arqueólogos descubrirán algún día que los anuncios de nuestra época son los reflejos cotidianos más ricos y más fieles que cualquier sociedad haya representado jamás de toda su diversidad de actividades”. La publicidad lo inunda todo. "El aire que respiramos es un compuesto de oxígeno, nitrógeno y publicidad" R. Guerin. Y nos preocupamos de la polución atmosférica, pero no de la visual. Juan Eduardo Cirlot (Diap. 29) Representante del simbolismo fonético, en el fondo, como él mismo diría, su obra poética es la de un compositor fracasado Guillem Viladot (Diap. 30) cuestiona el lenguaje institucionalizado y el orden establecido.

Felipe Boso (Diap. 31) potencia el contenido semántico, visual y sonoro de las palabras a través del juego, primando la plasticidad del signo creado. Edgardo Antonio Vigo (Diap. 32) Arte postal Clemente Padín (Diap. 33) (Diap. 34) (Diap. 35) Guillermo Deisler (Diap. 36) (Diap. 37) Antonio Gómez (Diap. 38) (Diap. 39) José Miguel Ullán (Diap. 40) (Diap. 41) Eduardo Scala (Diap. 42) (Diap. 43) Ángel Sánchez (Diap. 44) Bartolomé Ferrando (Diap. 45) (Diap. 46) J.M. Calleja (Diap. 47) Desearía que a estas alturas de la conferencia, espero haberlo logrado, concluyéramos con el poeta inglés G. Herbert que “En todas partes, una mirada es una forma de lenguaje”. Que la escritura es un mundo paralelo al de las imágenes, que no son mundos contrapuestos sino complementarios, profundamente incardinados, como diría Fernando Millán. Para terminar, pongo a exposición pública algunas muestras de otras escrituras, realizadas en ámbitos diversos, básicamente producidas al hilo de los talleres de lectura y escritura a los que me dedico, todas ellas, en mayor o menor medida, influenciadas por las prácticas vanguardistas de escrituras en libertad que acabamos de ver. En primer lugar, presento los poemas visuales de Josué Fernández Vioque (Diap. 48, 49,50 y 51)

Microrrelato inspirado por poemas visuales contra los desahucios “CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS Sucesivos escalofríos recorrían mi cuerpo fugazmente hasta dejarme insensible a cualquier perturbación externa. Todos los momentos felices transcurridos junto a mi familia iban a desaparecer irremediablemente de mi mente para dejar paso a una sensación sobrecogedora. Ni las lágrimas querían acompañarme en ese momento y escapaban dejando tras de sí estelas de piel abrasada por el frío. Estaba desnudo y desprotegido ante el mal que se acercaba, impasible, a nuestra casa. Mis hijos, mi mujer,...todos estaban en el suelo, derrumbados, llorando y sabiendo que no podían hacer nada más que lamentar su destino. Una fuerte e intensa luz irrumpió en aquella penumbra iluminando toda aquella tristeza y miseria. Tras de ella se dejaron ver los cuatro rostros que recordaría durante el resto de la pobre vida que me quedaba. La espantosa silueta de aquellos que traían el pesar y el dolor al todavía mi hogar se dibujaba al final del pasillo que, dentro de poco, nos conduciría hacia nuestro destino. Allí, rogándonos hipócritamente "calma y tranquilidad", estaban el Banquero, el Juez, el Político, el Cerrajero...” Juan Escudero Pedrosa 4º ESO. IES Zoco de Córdoba. Dirigido por Carmen López

Poemas visuales de los alumnos.

“CALLABA SU VOZ

Callaba su voz, alejaba una exclamación porque la pregunta es el deseo, porque no existen preguntas ni respuestas, solo gritos lanzados al viento.

La soledad que el odio encuentra, el dolor y la desolación suben por los cielos para huir por las venas. Sueños de luz hechos de destrozos en interrogación.

Una caricia al tacto, un lamento bailando en la oscuridad, -suficiente con que mi alma se comparta con la tuya-, lo recibido en uno mismo, otra alma que suspire, luz, sombra, sombra, luz, jirones de vida, jirones de caricias, jirones de amor.

Aunque solo sea un sueño, no preguntes ni esperes respuesta. Solo vive tu deseo.”

(Poema Colectivo. 1º ESPA IES Averroes de Córdoba. A partir de “No decía palabras” de Luis Cernuda.) Termino: SOLO SE PUEDE APRENDER BIEN AQUELLO QUE EN VERDAD SE AMA. SÍ, YO TAMBIÉN CUANDO PIENSO EN LA ESCRITURA PIENSO EN UNA PLUMA. PERO ESTOY EMPEÑADO EN DESCUBRIR LAS INFINITAS MANERAS DE USARLA… PARA INTENTAR CAPTAR CON ELLA LA SOMBRA DEL PÁJARO EN EL AGUA COMO NOS PROPONÍA HUIDOBRO, ES IMPORTANTE SABER ESCOGER LA TINTA.

Edu Barbero

Antonio Monterroso, Córdoba, Mayo de 2013

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