Ignacio AYESTARÁN ÚRIZ 1. EL SURGIMIENTO DE LA HISTORIA AMBIENTAL

Norba. Revista de Historia, ISSN 0213-375X, Vol. 17, 2004, 111-134 DE LA HISTORIA Y LA SOCIOLOGÍA AMBIENTALES A LA ECOLOGÍA POLÍTICA: FACTORES TECNOC

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Norba. Revista de Historia, ISSN 0213-375X, Vol. 17, 2004, 111-134

DE LA HISTORIA Y LA SOCIOLOGÍA AMBIENTALES A LA ECOLOGÍA POLÍTICA: FACTORES TECNOCIENTÍFICOS, SOCIOHISTÓRICOS Y ECOSISTÉMICOS EN LA INVESTIGACIÓN SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO Ignacio AYESTARÁN ÚRIZ Universidad del País Vasco

Resumen La historia y la sociología ambientales son dos disciplinas recientes que muestran la importancia del estudio de la coevolución entre el ser humano y el planeta Tierra desde un enfoque ecosistémico. El caso del cambio climático global por causas humanas supone un espléndido ejemplo para analizar dicho enfoque y ver la interrelación entre tecnociencia, medio ambiente y política. Palabras clave: Historia del clima, Historia ambiental, Sociología ambiental, Ecología Política, Cambio climático. Abstract Enviromental history and sociology are two recent subjetcs that show the importance of co-evoluion between humans and the Earth from a eco-system point of view. Global Climate Change due to human activities represent a perfect example to analize the mentioned issue, able to show the relationship between techno-science, environment and politics. Keywords: Climate Change History, Environmental History, Environmental Sociology, Political Ecology, Global Climate Change.

1.

EL SURGIMIENTO DE LA HISTORIA AMBIENTAL

La razón fundamental por la cual es pertinente y legítimo hablar de “historia ambiental”, o en ocasiones de historia ecológica o ecohistoria, como un campo riguroso del saber histórico, es la masa crítica que ha alcanzado en los últimos años. A los trabajos pioneros de Lewis Mumford, Ivan Illich, William Cronon, Carolyn Merchant, Alfred Crosby, John McNeill, Donald Hughes, Donald Worster, Warren Dean, Joan Martínez Alier, González de Molina, Piero Bevilacqua, Christian Pfister, Richard Grove y P. Brimblecombe se han sumado muchísimos otros más recientes como Ramachandra Guha o Felipe Fernández Armesto para conformar una literatura histórico-ambiental ramificada por lo menos en tres direcciones.

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La primera se refiere al estudio de las interacciones de determinadas sociedades humanas con ecosistemas particulares y en continuo cambio. Para ejemplificar esta categoría globalizante, vale referirse al mismo Cronon y su Changes in the Land, un trabajo clásico y pionero, en el que el autor reconstruye los cambios ecológicos de la Nueva Inglaterra americana en el paso del dominio de los nativos americanos al dominio de los colonos europeos. La segunda dirección de la evolución de la historia ambiental apunta a investigar las variantes nociones culturales de la relación ser humano/naturaleza, es decir, las ideas que distintas sociedades han tenido de la naturaleza. El tema, cuyas fuentes se encuentran entre las múltiples formas de la producción cultural –de la iconografía a la cartografía, de la filosofía a las conmemoraciones públicas y a la literatura– es de gran relevancia, ya que la forma en que las sociedades conciben la naturaleza informa continuamente sobre sus actuaciones en relación al medio ambiente. Considérese, por ejemplo, la concreta influencia de la idea que distintas sociedades mantienen de qué parte de la naturaleza consideran ‘recursos naturales’. Finalmente, la tercera dirección incluye la política ambiental y la ecología política, entendidas como ciencia de lo político referido al medio ambiente –y por lo tanto incluyendo los movimientos ambientalistas y el ambientalismo en sentido amplio– y también como concretas decisiones institucionales y legislativas relativas al manejo y la protección del medio ambiente. Para citar solamente una de las vetas identificadas bajo esta perspectiva es preciso recordar la densa, aunque geográficamente heterogénea, literatura acerca de la historia de los parques y reservas naturales, como expresión de políticas conservacionistas. En cualquier caso la perspectiva ambientalista en los estudios sociohistóricos no es tan reciente. Desde su fundación en 1929 por March Bloch y Lucien Febvre, los Annales ya revolucionaron en su día el modo de concebir y hacer historia, borrando falsas fronteras entre la historia y la geografía. De la escuela de los Annales y en especial de Fernand Braudel, generaciones de historiadores han aprendido la importancia de la geografía y del espacio, de los ciclos largos y de la cultura material, del clima y de la comida, de los métodos agrícolas y de la construcción de los espacios, entre otros aspectos. El legado de los Annales y la importancia de sus planteamientos como matriz cultural y metodológica para la historia ambiental es quizá de las pocas cuestiones que no genera debate entre los historiadores, con independencia de su pertenencia cultural y nacional. Aún y todo hay que reconocer que la historia ambiental –o historia ecológica o ecohistoria– supone una dispersión temática notable. Dependiendo del país, los trabajos de historia ambiental se encuentran esparcidos en secciones de historia de la ciencia y de la tecnología, historia económica, ecología y medio ambiente, historia natural, estudios culturales, sociología, geografía, política ambiental, a veces (eco)feminismo, pero nunca bajo una única definición de “historia ambiental”. La consulta en catálogos de bibliotecas o en motores de búsqueda en Internet requiere aún mayor imaginación, pues el término “historia ambiental” da como resultado un multicolor listado de referencias amenas, pero con una escasa relación con lo que posiblemente se estaba buscando. Las fechas de nacimiento de las asociaciones que reúnen a los historiadores ambientales –un parámetro indicativo de la cohesión de las comunidades científicas– proporciona otra evidencia de la juventud de su institucionalización: la American Society for Environmental History (ASEH) nació en 1982; la European Society for Environmental History (ESEH) abortó una vez a finales de los años ochenta y finalmente nació en el 2001 en Escocia; también parecen apuntarse pasos en los últimos años para la creación de la Asociación Latinoamericana de Historia Ambiental. Asimismo recientemente se ha constituido la International Environmental History Association, promovida por historiadores asiáticos. Norba. Revista de Historia, Vol. 17, 2004, 111-134

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La clave para entender la irrupción del paradigma ambiental en las consideraciones sociohistóricas parece venir del impulso de la ecología académica. Esta disciplina de las ciencias ambientales ha proporcionado sobre todo un concepto fundamental que obliga a un nuevo planteamiento de la posición del ser humano en la historia y en la Tierra: el de ecosistema. Su valor heurístico lanza un desafío a la historia ambiental: el cambio metodológico del antropocentrismo al ecosistémico. Esto ha hecho que en las consideraciones sociohistóricas de las dos últimas décadas la relación entre los seres humanos y la naturaleza no sea examinada como una demostración del dominio de los seres humanos sobre la naturaleza, sin percatarse de la interacción entre las civilizaciones y su entorno natural que hace que la historia ambiental del ser humano sea una historia de codependencia. A ello hay que añadir que la historia ambiental o ecológica no se puede limitar a la periodización clásica en que se divide la historia universal al uso: Prehistoria, Historia Antigua, Medieval, Moderna y Contemporánea.

2.

PARADIGMAS ACTUALES EN LA SOCIOLOGÍA AMBIENTAL

En los últimos años, especialmente desde EE.UU., se ha impulsado una sociología ambiental dotada de una perspectiva más holista que conceptualiza los procesos sociales dentro del contexto de la biosfera. La idea básica que está en el origen de esta subdisciplina es que la sociología no se ha enfrentado “al medio ambiente” con facilidad, lo cual se debe al doble rechazo del “simple empirismo” y a los excesos de los modelos evolucionistas y biológicos deterministas del cambio social. La tradición sociológica ha insistido excesivamente en la especificidad humana, lo que Riley E. Dunlap y William R. Catton han llamado el “paradigma del exencionalismo humano” (PEH), entendiendo por tal la perspectiva dominante en la tradición de la disciplina sociológica según la cual nuestra especie, debido a sus excepcionales características, está “exenta” de las constricciones ecológicas. Esta perspectiva, de origen durkheimiano, tiende a explicar los fenómenos sociales sólo en términos de otros hechos sociales y generalmente ha ignorado el mundo físico en el que viven los humanos, aislando la sociología de los aspectos físicos o materiales del medio ambiente que influyen en el comportamiento humano y son influidos por él. Este enfoque tradicional de la sociología ha sido criticado por los primeros defensores de la sociología del medio ambiente, como Catton y Dunlap, que advirtieron que distanciándose del medio ambiente y de las influencias ambientales en el comportamiento humano, la sociología limita su poder explicativo. La crisis ambiental de las sociedades contemporáneas y la preocupación creciente por estos problemas ha dado lugar a la sustitución del PEH tradicional de la sociología por un “nuevo paradigma ambiental o ecológico”. El concepto de “Nuevo paradigma medioambiental” (NPA), más tarde denominado como “nuevo paradigma ecológico” (NPE) se debe a Riley E. Dunlap y William R. Catton –término acuñado a finales de los años 70 y principios de los 80–, y con él se refieren al cambio hacia una visión del mundo que reconociera la dependencia del ecosistema de todas las sociedades humanas [véase Michael Redclift y Graham Woodgate (eds.) 2002]. Catton y Dunlap definen esta sociología ambiental surgida en la década de los años setenta como el estudio de la interacción entre el medio ambiente y la sociedad, lo cual supone superar la reticencia tradicional y profunda de la sociología a reconocer la relevancia del entorno físico para comprender las sociedades contemporáneas. Esta interacción comprende tanto los impactos de los humanos sobre el medio ambiente como los efectos de las constricciones ecológicas sobre las sociedades humanas. Norba. Revista de Historia, Vol. 17, 2004, 111-134

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En esta línea, habría que situar la aportación de los años 80 de Richard B. Norgaard, quien se sitúa en una perspectiva diferente a la habitual en la sociología del medio ambiente, para que ésta sea algo más que una simple documentación del movimiento ecologista. Esta rama de la sociología, por lo común, se ha preocupado por el cambio ambiental asociado a la modernización en las sociedades capitalistas, situando el origen del cambio ambiental en el distanciamiento social (respecto a la naturaleza) asociado a la modernidad y a la estructura y el desarrollo inherentes al capitalismo. Para este autor, dicha visión es limitada y supone un obstáculo para el desarrollo de una sociología del medio ambiente más amplia, que se plantee la relación entre sociedad y medio ambiente tanto en las sociedades modernas como en las no modernas y premodernas, que permita la comparación, que sea no sólo socialmente histórica sino también ambientalmente histórica, considerando el papel histórico del medio físico en la manifestación de los problemas ambientales. Para ello ha desarrollado la metodología de la “coevolución”. La noción de coevolución se deriva de la ecología, donde se utiliza para explicar el desarrollo paralelo de las características fisiológicas y morfológicas de dos especies de tal modo que cada una depende de la otra para su reproducción continua. Como concepto sociológico lo desarrolló Richard Norgaard, quien lo emplea para definir el desarrollo paralelo e interactivo de la sociedad y la naturaleza. Por ello, para Norgaard, el enfoque coevolucionista de la sociología del medio ambiente permite explorar en qué se diferencian las sociedades modernas y las no modernas, proporciona una explicación de los modos en que la gente influye en su entorno y el entorno influye en las sociedades con el paso del tiempo y se puede utilizar también para documentar cultural y ambientalmente historias locales y concretas. Desde el punto de vista coevolucionista, el debate del determinismo cultural frente al biológico es infructuoso, así como el debate realista/relativista se convierte en irrelevante.

3.

HISTORIA DEL CAMBIO CLIMÁTICO: FACTORES ECOSISTÉMICOS Y TECNOCIENTÍFICOS

Un caso de estudio e investigación claramente problemático que cae bajo lo que la historia y sociología ambientales han querido subrayar en los últimos años es el estudio del cambio climático global. En la última década ha habido un seguimiento detallado de la historia del cambio climático, sobre todo gracias al Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) o Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. Este grupo de expertos es una agencia especializada de Naciones Unidas, creada en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) con sede en Ginebra. El objetivo principal del IPCC es realizar evaluaciones periódicas de la situación y apoyar, con un enfoque científico y técnico, a los Órganos de la Convención Marco de Naciones Unidades sobre Cambio Climático. Así, su función fundamental es evaluar la información científica, técnica y socioeconómica relevante para la comprensión de las causas y efectos del cambio climático, así como de las alternativas para la lucha frente a ellos. La creación del IPCC supuso el reconocimiento internacional de la importancia del problema del cambio climático y de la necesidad de disponer de un conocimiento profundo que permitiese diseñar respuestas adecuadas. El IPCC no desarrolla investigación en sentido estricto, ni realiza el seguimiento de los indicadores climáticos básicos: su aportación consiste en la recopilación y evaluación de la información publicada y la preparación de la más significativa para su difusión. Como resulNorba. Revista de Historia, Vol. 17, 2004, 111-134

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Cuadro PREMISAS DOMINANTES Y ALTERNATIVAS DESDE LA COEVOLUCIÓN Dominantes

Alternativas

Atomismo: Los sistemas consisten en partes que no cambian y son simplemente la suma de esas partes.

Holismo: Las partes no pueden comprenderse separadas de sus todos y los todos son diferentes de la simple suma de las partes.

Mecanicismo: Las relaciones que existen entre las partes son fijas, los sistemas se mueven suavemente de un equilibrio a otro y los cambios son reversibles.

Análisis sistémico: Los sistemas pueden ser mecánicos, pero también pueden ser deterministas aunque impredecibles porque son caóticos o simplemente muy discontinuos. Los sistemas también pueden ser evolucionistas.

Universalismo: Los fenómenos complejos y diversos son el resultado de leyes universales que son pocas en número e invariables a lo largo del tiempo y del espacio.

Contextualismo: Los fenómenos dependen de un amplio número de factores relacionados con el tiempo y el lugar. Fenómenos similares pueden ocurrir en diferentes momentos y lugares debido a factores muy diferentes.

Objetivismo: Podemos apartarnos o dejarnos influir por lo que tratamos de comprender.

Subjetivismo: Los sistemas no se pueden entender apartados de nosotros y de nuestras actividades, de nuestros valores y de cómo hemos adquirido el conocimiento y, en consecuencia, de cómo hemos actuado en el pasado sobre los sistemas.

Monismo: Nuestras diferentes maneras de comprender los sistemas complejos se funden en un todo coherente.

Pluralismo: El conocimiento sobre los sistemas complejos sólo puede obtenerse mediante modelos alternativos de pensamiento que son necesariamente simplificaciones de la realidad. Los diferentes modelos son inherentemente incongruentes.

Fuente: Norgaard, 1984 y 1994.

tado de esta actividad, emite Informes de Evaluación –aproximadamente cada cinco años– e informes especiales o técnicos a petición de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Además, ha desarrollado y actualiza permanentemente la metodología para la elaboración de los Inventarios Nacionales de Gases de Efecto Invernadero, basándose en los requerimientos específicos de la Convención. Desde su creación, el IPCC ha preparado una serie de documentos técnicos, informes especiales e informes de evaluación, que han puesto a disposición de la comunidad internacional, de los responsables políticos y científicos, y del público en general, el conocimiento científico-técnico disponible sobre el cambio climático. • El Primer Informe de Evaluación, realizado en 1990, tuvo un papel decisivo para el arranque del proceso internacional de negociación que condujo a la creación de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Dicha Convención fue adoptada en 1992 y proporciona el marco global para orientar los temas políticos del cambio climático. • Por su parte, el Segundo Informe de Evaluación: Cambio Climático 1995, proporcionó información clave para las negociaciones que condujeron a la adopción del Protocolo de Kioto, en 1997. Norba. Revista de Historia, Vol. 17, 2004, 111-134

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• El Tercer Informe de Evaluación, aprobado en 2001, ofrece una valoración actualizada de los diferentes aspectos científicos, técnicos y socio-económicos, políticamente relevantes, sobre el cambio climático, con especial incidencia en los cambios detectados y las implicaciones de las diferentes alternativas socioeconómicas para reducir los impactos negativos del cambio climático y las medidas adoptadas en la lucha contra sus causas. Este último informe realiza un marco de evaluación integrado para la consideración de los cambios climáticos antropogénicos en un ciclo completo de causas y efectos complejos como refleja el siguiente cuadro: Cuadro 1

CAMBIO CLIMÁTICO Aumento de la temperatura Subida del nivel del mar Variación régimen lluvias Sequías e inundaciones

Adaptación

IMPACTO EN SISTEMAS HUMANOS Y NATURALES Fuentes de comida y agua Ecosistemas/Biodiversidad Asentamientos humanos Salud

Adaptación

EMISIONES Y CONCENTRACIONES Gases invernadero Aerosoles

Mitigación

IMPACTO EN SISTEMAS HUMANOS Y NATURALES Crecimiento económico Tecnología, Población Gobierno

Las variables climáticas han cambiado, según este último informe, de acuerdo con los siguientes factores: 1.

Calentamiento de la atmósfera:

La temperatura global media en la superficie terrestre se ha incrementado a lo largo del siglo xx en 0,6 ± 0,2 °C (véase cuadro siguiente). Globalmente, es muy probable que la década de 1990 haya sido la más cálida del siglo xx, siendo 1998 el año más cálido desde que se poseen registros instrumentales (1861). Nuevos análisis efectuados para el hemisferio norte indican que los incrementos de temperatura acaecidos en el siglo xx han sido, probablemente, los mayores ocurridos en un siglo en los últimos 1.000 años (en el lenguaje del Tercer informe realizado por el IPCC la expresión Norba. Revista de Historia, Vol. 17, 2004, 111-134

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Figura 1 CALENTAMIENTO DE LA ATMÓSFERA: VARIACIONES DE LA TEMPERATURA SUPERFICIAL DE LA TIERRA EN LOS ÚLTIMOS 140 AÑOS Y EN EL ÚLTIMO MILENIO. (A) LAS BARRAS MUESTRAN LA TEMPERATURA DE LA SUPERFICIE DE LA TIERRA AÑO A AÑO Y LA LÍNEA AZUL POR DÉCADAS (VARIACIONES DE MENOS DE 10 AÑOS HAN SIDO FILTRADAS). LOS SEGMENTOS INDICAN EL MARGEN DE CONFIANZA AL 95% DE CADA DATO. (B) IGUAL QUE (A) PARA LOS ÚLTIMOS 1000 AÑOS EN EL HEMISFERIO NORTE. SIMILARMENTE, LA LÍNEA AZUL REPRESENTA LA VARIACIÓN CADA 50 AÑOS.

“muy probable” se emplea para indicar que la probabilidad de que una estimación sea cierta oscila entre el 90% y el 99%; la expresión “probable” se utiliza cuando la probabilidad está entre el 66% y el 90%). 2.

Disminuye la extensión de la nieve y asciende el nivel del mar:

Los datos suministrados por los satélites indican que, con gran probabilidad, la extensión de la nieve se ha reducido en torno a un 10% desde finales de la década de 1960, mientras que otros datos indican que los glaciares de montaña situados fuera de las regiones polares se han ido retirando a lo largo del siglo xx. Por otra parte, las mediciones con mareógrafos de los niveles del mar indican que éste sufrió un ascenso global de entre 0,1 y 0,2 metros a lo largo del último siglo y el contenido calorífico de los océanos se ha incrementado desde el final de la década de 1950, período desde el que existen mediciones sub-superficiales adecuadas. 3.

Otros cambios observados:

Es muy probable que la precipitación haya aumentado entre un 0,5 y un 1% por década en el siglo xx en la mayor parte de los continentes en latitudes medias y altas del hemisferio norte (HN). Asimismo, es probable que la precipitación haya aumentado entre 0,2 y 0,3% por década sobre los continentes de latitudes tropicales. En latitudes medias y altas del HN es probable que se haya incrementado la frecuencia de precipitaciones de tipo torrencial entre un 2 y un 4% durante el siglo xx. También se estima probable el aumento de nubosidad en un 2% en el mismo período y zona geográfica. Norba. Revista de Historia, Vol. 17, 2004, 111-134

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Desde 1950 ha habido (muy probablemente) una reducción en la frecuencia de temperaturas mínimas extremas, con un aumento menor en la frecuencia de las temperaturas máximas extremas. El fenómeno de El Niño se ha repetido de forma más frecuente, persistente e intensa desde 1970, comparado con los 100 años anteriores. En algunas zonas, como partes de Asia y África, se ha observado un incremento de la frecuencia e intensidad de las sequías. 4. Las concentraciones de gases de efecto invernadero han seguido aumentando como resultado de las actividades humanas: Las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono (CO2) se han incrementado un 31% desde 1750. De hecho, las concentraciones actuales de CO2 no han sido superadas en los últimos 420.000 años y, probablemente, tampoco en los últimos 20 millones de años. Figura 2 INDICADORES DE LA INFLUENCIA HUMANA EN LA ATMÓSFERA DURANTE LA ERA INDUSTRIAL. (A) CAMBIOS EN LAS CONCENTRACIONES DE DIÓXIDO DE CARBONO (CO2), METANO (CH4) Y ÓXIDO NITROSO (N2O) DURANTE LOS ÚLTIMOS 1.000 AÑOS. (B) INFLUENCIA DE LAS EMISIONES INDUSTRIALES EN LAS CONCENTRACIONES DE SULFATOS EN LA ATMÓSFERA, QUE PRODUCEN EFECTO RADIACTIVO NEGATIVO (ENFRIAMIENTO).

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Alrededor de las tres cuartas partes de las emisiones de CO2 antropogénicas que se han producido en los últimos 20 años se deben a la quema de combustibles fósiles. El resto se debe fundamentalmente a los cambios en el uso del suelo y, especialmente, a la deforestación. Actualmente, los océanos y los suelos están absorbiendo en conjunto aproximadamente la mitad de las emisiones antropogénicas de CO2. A pesar de esto, las concentraciones de CO2 en la atmósfera siguen aumentando en torno a un 0,4% anual. Por su parte, la concentración atmosférica de metano se ha incrementado un 151% desde 1750 y sigue subiendo. Al igual que en el caso del CO2, las concentraciones actuales de metano no han sido superadas en los últimos 420.000 años. Algo más de la mitad de las emisiones de metano que se producen hoy en nuestro planeta se deben a la acción humana. Las concentraciones de óxido nitroso se han incrementado un 17% desde 1750 y continúan en ascenso. La concentración actual es la más elevada del último milenio. En torno a una tercera parte de las emisiones de este gas son debidas a la acción humana (origen antropogénico). Por el contrario, desde 1995 las concentraciones de algunos gases carbonados (que son a la vez destructores de la capa de ozono) están incrementándose más lentamente, o incluso decreciendo, como resultado de la aplicación de los acuerdos de Montreal. No obstante, los gases que se emplean para sustituirlos (carbonos hidrofluorados, perfluorados y hexafloruro de azufre) están incrementándose y son potentes gases de efecto invernadero. Por último, se estima que las concentraciones de ozono troposférico (cercano a la superficie terrestre) se han incrementado en un 36% desde 1750, debido especialmente a las emisiones antropogénicas de diversos gases nitrogenados, que reaccionan y forman ozono. 5.

Evidencias de la relación entre el calentamiento del clima y la acción humana:

Los estudios realizados indican que, en el último siglo, los factores naturales han influido escasamente en el balance neto de energía en el sistema planeta-atmósfera. Así, los cambios en la intensidad de la radiación solar han sido escasos en este período y tampoco han sido importantes las contribuciones de las erupciones volcánicas, que pueden reducir el calentamiento al inyectar aerosoles hacia la estratosfera. Este informe del IPCC presenta evidencias nuevas y más poderosas de que el calentamiento observado en los últimos 50 años es debido a las actividades humanas. Por otra parte, la mayoría de los estudios en los que se utilizan modelos para simular el clima, reproducen para los últimos 50 años un calentamiento debido al incremento de concentración de gases de efecto invernadero muy cercano a las observaciones reales. En estas simulaciones los resultados más consistentes con la realidad se obtienen cuando se combinan los diferentes factores naturales (variación solar y actividad volcánica) y antropogénicos (emisiones de gases efecto invernadero y aerosoles sulfatados):

4.

CONOCIMIENTOS E INVESTIGACIÓN SOBRE LA HISTORIA DEL CLIMA EN EL PLANETA TIERRA

En la mayoría de los lugares del planeta los registros instrumentales del tiempo meteorológico más fiables no superan los 150 años de antigüedad. Durante ese tiempo la temperatura promedio global de la Tierra se ha incrementado en aproximadamente 0,5 grados centígrados ó 0,9 grados Fahrenheit. Los científicos tratan de determinar qué parte de este calentamiento es una fluctuación natural y qué parte es resultado del efecto invernadero producido por el ser Norba. Revista de Historia, Vol. 17, 2004, 111-134

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Figura 3 TEMPERATURAS MEDIAS MUNDIALES: LA SIMULACIÓN DE LAS VARIACIONES DE TEMPERATURA DE LA TIERRA Y SU COMPARACIÓN CON LOS CAMBIOS MEDIDOS ARROJA LUZ AL ESTUDIO DE LAS CAUSAS DE LOS CAMBIOS. (A) REPRODUCE LOS CAMBIOS MODELIZADOS USANDO ÚNICAMENTE FORZAMIENTO NATURAL: RADIACIÓN SOLAR Y ACTIVIDAD VOLCÁNICA. (B) MUESTRA LOS CAMBIOS RESULTANTES DE LAS ACTIVIDADES HUMANAS: GASES DE EFECTO INVERNADERO Y AEROSOLES. (C) INCLUYE AMBAS COMPONENTES: NATURALES Y DE ORIGEN ANTRÓPICO.

humano, entendiendo por calentamiento de tipo invernadero el calentamiento global debido a los aumentos en los gases de origen antropogénico en la parte de la atmósfera (por ej. dióxido de carbono, metano, clorofluocarbonatos, entre otros). Desde fines de la Última Edad de Hielo, que terminara hace 10.000 años, el planeta ha continuado sufriendo cambios en su clima. Un calentamiento durante los tiempos medievales y un enfriamiento durante “La Pequeña Edad de Hielo” hace unos pocos siglos dominan el último milenio. Por registros paleoclimáticos se conoce que el clima del último millón de años ha sido dominado por el ciclo glacial, un patrón de edades de hielo y retrocesos glaciares que duran miles de años. Norba. Revista de Historia, Vol. 17, 2004, 111-134

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Hace dieciocho mil años, en el momento cumbre de la última edad glacial, los científicos estiman que casi el 32% del área terrestre del planeta se hallaba cubierta de hielo, incluyendo gran parte de Canadá, Escandinavia y las Islas Británicas. Estos glaciares se desarrollaron porque la Tierra se encontraba en medio de una edad de hielo. En la actualidad sólo alrededor del 10% de la superficie terrestre está cubierta de hielo. 4.1.

CÓMO SE ESTUDIAN LOS FACTORES DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Los científicos y expertos estudian cómo está cambiando el clima del planeta de distintas formas. Aunque cada método tiene algunas incertidumbres, todos sugieren una historia similar, a saber, que la Tierra se ha calentado dramáticamente en los últimos 140 años, y que en la actualidad es más cálida que en los últimos 600 años. Para ello algunos científicos trabajan con satélites para desvelar algo sobre el cambiante clima de la Tierra. Aunque el registro por satélite es muy corto (unos 20 años) y difícil de interpretar debido a cambios en los instrumentos y órbitas, los últimos estudios por satélite confirman la misma historia: el globo terráqueo se está calentando. El registro instrumental de la temperatura, que llega hasta el siglo xix, nos brinda una clara indicación: la media de las temperaturas anuales del aire en superficie del planeta ha subido aproximadamente 0,5 °C (0,9 °F) desde 1860. Los datos paleoclimáticos proveen una confirmación independiente de este calentamiento reciente, y también ubican el calentamiento del siglo xix al xx (de 1860 al presente) en el contexto de los últimos siglos y del último milenio. El registro paleoclimático no sólo nos permite ver las fluctuaciones de la temperatura global a lo largo de los últimos siglos, sino que también permite a los científicos examinar el clima del pasado aún más lejos en el tiempo. Esta perspectiva es una capacidad importante en nuestra búsqueda para comprender las posibles causas del calentamiento global en el siglo xx. Podemos mirar los supuestos períodos cálidos en el pasado distante (por ej. 1.000, 6.000, 125.000 e incluso 165.000.00 años en el pasado) para tratar de encontrar indicios de procesos naturales que podrían estar causando el calentamiento global que ahora experimentamos. Hasta ahora, los paleoclimatólogos no han podido encontrar ninguna explicación climática natural para el calentamiento actual. 4.2. TENDENCIAS DE LA TEMPERATURA CON MEDICIONES INSTRUMENTALES: CÓMO ESTUDIAN LOS CIENTÍFICOS LOS CLIMAS DEL PASADO Los registros más tempranos que se conocen de la temperatura medida con termómetros provienen de Europa occidental y comienzan a finales del siglo xvii y principios del xviii. La red de estaciones para registrar la temperatura aumentó con el curso del tiempo y a principios del siglo xx. Los registros se realizaban en casi todas las regiones, excepción hecha de las polares donde se comenzaron durante los años 1940 y 1950. Un registro de temperaturas de más de 7.000 estaciones alrededor del mundo ha sido reunido por el NOAA National Climate Data Center para crear el Global Historical Climatology Network. Cerca de 1.000 de estos registros se extienden en el tiempo hasta el siglo xix. Tres programas de investigación ampliamente reconocidos han usado los datos instrumentales disponibles para reconstruir las tendencias de la temperatura del aire global en superficie desde finales de 1800 hasta el presente. Todos usan los mismos registros instrumentales de mediciones terrestres del GHCN, pero las reconstrucciones contienen algunas diferencias. Éstas se deben a diferentes enfoques de los promedios espaciales, al uso y tratamiento de Norba. Revista de Historia, Vol. 17, 2004, 111-134

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Figura 4 ANOMALÍAS DE LA TEMPERATURA GLOBAL (FUENTES: NOAA/NASA/GISS Y CRU).

mediciones de temperatura en la superficie del mar (provenientes de observaciones de barcos), y al manejo de la influencia en la temperatura de los cambios en la cobertura terrestre (por ej. una mayor urbanización). Sin embargo, los tres muestran las mismas tendencias básicas durante los últimos 100 años. Existen varias técnicas que permiten a los científicos estudiar cómo está cambiando el clima terrestre: satélites, registros instrumentales, registros históricos y datos paleoclimáticos (también llamados registros “proxy”). Algunos científicos emplean satélites para estudiar el cambiante clima de la Tierra. Sin embargo, los registros por satélite son demasiados cortos (aproximadamente 20 años) para brindar una extensa perspectiva sobre el cambio climático. Las mediciones con satélite han sido usadas para la reconstrucción de las temperaturas atmosféricas globales durante los últimos 22 años. Los cálculos actuales muestran que la parte baja de la atmósfera se está calentando a un promedio de 0,06 °C (0,12 °F) por década, aumento que es menos rápido según lo indican las mediciones instrumentales terrestres y los datos paleoclimáticos. Todavía no se sabe el porqué de esta diferencia. El registro instrumental del clima, que se extiende en el pasado hasta el siglo xix incluye los datos de termómetros, pluviómetros, documentos históricos y otros instrumentos. Sin embargo, este registro es demasiado corto para estudiar los numerosos procesos climáticos. Además, como hay pocas observaciones instrumentales anteriores al período en que comenzaron las grandes emisiones de dióxido de carbono, resulta muy difícil separar las influencias humanas de las naturales en el clima empleando solamente datos instrumentales. Norba. Revista de Historia, Vol. 17, 2004, 111-134

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Figura 5

Por ello, los paleoclimatólogos descubren indicios del pasado en los registros naturales –también llamados registros “proxy”–. Los datos “proxy” o indicadores paleoclimáticos son registros naturales de los climas del pasado que se encuentran enterrados en sedimentos del fondo de los océanos, en arrecifes de coral, congelados en glaciares y calotas de hielo, o preservados en los anillos de árboles. Los paleoclimatólogos juntan datos paleoclimáticos provenientes de registros naturales de la variabilidad climática tales como anillos de árboles, testigos de hielo, polen fósil, sedimentos oceánicos, corales y datos históricos. Analizando los registros tomados de éstas y de otras fuentes paleoclimáticas (por “proxy”), los científicos pueden extender nuestra comprensión acerca del clima mucho más allá de los 100 años de registro instrumental. A continuación sigue una presentación de los tipos de datos de indicadores paleoclimáticos más usados: A) Documentos históricos: contienen abundante información sobre climas pasados. Se pueden encontrar observaciones sobre las condiciones del tiempo y del clima en los cuadernos de bitácora y en registros de agricultores, en relatos de viajeros, diarios y de otros registros escritos. Cuando son evaluados de forma apropiada, los datos históricos pueden brindar información tanto cualitativa como cuantitativa acerca del clima del pasado. Por ejemplo, se han usado los registros históricos de la vendimia para reconstruir las temperaturas del verano (abril-septiembre) en París de 1370 a 1879. Figura 6

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B)

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Corales: construyen sus duros esqueletos con carbonato de calcio, un mineral que extraen de las aguas del mar. El carbonato contiene isótopos del oxígeno, así como trazas de minerales, que pueden ser usados para determinar la temperatura del agua en que el coral creció. Estos registros de la temperatura pueden entonces ser empleados para reconstruir el clima durante el período de tiempo en que el coral vivió. Figura 7

C)

Polen fósil: todas las plantas que florecen producen granos de polen. Sus formas distintivas pueden ser usadas para identificar el tipo de planta del cual provienen. Como los granos de polen están bien preservados en las capas de sedimentos que se forman en el fondo de una laguna, lago u océano, un análisis de los granos de polen en cada capa nos dice qué clase de planta crecía en el tiempo en que el sedimento fue depositado. Entonces, se pueden hacer inferencias sobre el clima basándose en los tipos de plantas encontradas en cada capa. Figura 8

D)

Anillos de árboles: debido a que el crecimiento de los árboles se ve influido por condiciones climáticas, los patrones en los anchos de los anillos de los árboles, la densidad y la composición isotópica reflejan las variaciones en el clima. En las regiones templadas donde existe una temporada de crecimiento distinguible, los árboles por lo general producen un anillo por año, y de esta forma se registran las condiciones climáticas de cada año. Los árboles pueden crecer entre cientos y miles de años y pueden generar, por lo tanto, registros anuales del clima durante siglos o milenios. Norba. Revista de Historia, Vol. 17, 2004, 111-134

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Figura 9

E)

Testigos de hielo: en lo alto de las montañas y en la profundidad de las calotas polares, el hielo se ha ido acumulando por las nevadas durante muchos siglos. Los científicos perforan el hielo para recoger testigos o muestras de hielo. Estos testigos contienen polvo, burbujas de aire o isótopos de oxígeno que pueden ser usados para interpretar el clima pasado en ese área. Figura 10

F) Sedimentos lacustres y oceánicos: cada año se acumulan billones de toneladas de sedimento en las cuencas de lagos y océanos. Los científicos perforan y extraen testigos de sedimentos del suelo de las cuencas. Los sedimentos lacustres y oceánicos incluyen fósiles pequeñísimos y materias químicas que son usados para interpretar el clima pasado. Figura 11

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5.

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EL IMPULSO DE UNA NUEVA CIENCIA: LA PALEOCLIMATOLOGÍA

La paleoclimatología es el estudio del clima antes de que se dispusiera de registros distribuidos ampliamente de temperatura, precipitación y otros datos instrumentales. Los científicos están particularmente interesados en los milenios más recientes porque constituyen la parte mejor datada y detallada del registro climático del pasado y nos puede ayudar a establecer el rango de variabilidad climática natural con anterioridad al período en que la influencia del hombre alcanzara una escala global, esto es, desde la Revolución Industrial y muy especialmente el siglo xx. La paleoclimatología y los nuevos métodos globales de estudio e investigación del cambio climático en el planeta Tierra suponen un nuevo giro en la evolución de la historia ambiental y ecológica. Nunca en la historia de la humanidad se había intentado hacer una historia del medio ambiente de tales dimensiones. A caballo entre las ciencias históricas y las ciencias naturales la paleoclimatología supone una nueva concepción de la ciencia y de la Tierra, incluidos nosotros mismos. Sus registros y datos nos llevan prácticamente desde la evolución del planeta Tierra hasta la evolución (industrial y tecnocientífica) del ser humano. Nunca un ser vivo de este planeta había osado rastrear el desarrollo y evolución de su hábitat global con unas pretensiones tan exhaustivas y amplias. El estudio de los paleoclimas ha sido particularmente útil al mostrar que el sistema climático de la Tierra puede cambiar entre estados climáticos dramáticamente diferentes en cuestión de décadas. Entender las sorpresas climáticas del pasado es esencial si queremos evitar ser sorprendidos por un cambio climático abrupto. El estudio del clima pasado también nos ayuda a comprender de qué forma el ser humano está influyendo en el sistema climático del planeta. El registro climático de los últimos mil años muestra claramente que las temperaturas globales aumentaron significativamente en el siglo xx, y que este calentamiento no tiene prácticamente precedentes en los últimos 1.200 años. El registro paleoclimático también nos permite examinar las causas del cambio climático pasado, y nos ayuda a desentrañar cuánto del calentamiento del siglo xx puede ser explicado por causas naturales, como por ejemplo la variabilidad solar, y cuánto puede ser explicado por la influencia del ser humano. Finalmente, las predicciones más recientes en del clima se efectúan usando grandes y sofisticados modelos del sistema climático. Buena parte de la investigación se ha centrado en lograr que los modelos puedan simular la mayoría de los aspectos del clima del presente. También es importante saber de qué manera estos mismos modelos simulan el cambio climático. Esto puede lograrse comparando simulaciones del cambio climático pasado con observaciones provenientes de registros paleoclimáticos. Así, la paleoclimatología nos ayuda a mejorar la habilidad de los modelos de computación para simular el clima del futuro. Por eso, como hemos comentado en otro lugar (I. Ayestarán, 2003), en este estudio global de nuestro planeta Gaia y de nosotros mismos no deberíamos usar lo global (teletecnologías) para explotar lo real (materias primas, recursos naturales y ambientales) para obtener lo virtual (especulación financiera del sistema productivo-empresarial). Sino que deberíamos usar lo virtual (matemáticas, software, bioinformática, Internet, satélites) para medir lo real (biogeoquímico y físico) para obtener lo global (economía ecológica y ecología humana en Gaia). Éste sería el resultado de avanzar desde la historia ambiental hasta una ecología política global e integral, lo que otros, desde 1987, han llamado, pero no practicado, desarrollo sostenible. Norba. Revista de Historia, Vol. 17, 2004, 111-134

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6.

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EL CAMBIO CLIMÁTICO IRRUMPE EN EL ESCENARIO POLÍTICO INTERNACIONAL: HISTORIA DEL PROTOCOLO DE KIOTO

En este nuevo escenario ambiental y tecnocientífico, la comunidad científica ha ido introduciéndose paulatinamente en las estrategias geopolíticas. El paso más notable ha sido el llamado protocolo de Kioto, un gran esfuerzo científico y político, por comprender y valorar el cambio climático a escala global. Su historia se puede resumir en los siguientes hitos: • 1988: Toronto, Canadá: se celebró la Conferencia de Toronto sobre Cambios en la Atmósfera. Ésta fue la primera reunión de alto nivel donde científicos y políticos discutieron sobre las medidas a tomar para combatir el cambio climático. De hecho, durante esta Conferencia, los países industrializados se comprometieron a reducir voluntariamente las emisiones de dióxido de carbono un 20% para el año 2005, lo que se conoció como el “Objetivo Toronto”. Esta reunión fue crucial para la creación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC). Inicialmente estaba formado por los 300 mejores científicos del mundo a los que se les encargó revisar e informar sobre los últimos acontecimientos científicos, impactos y soluciones al cambio climático. • 1990: Sundsvall, Suecia: se hace público el Primer Informe de Evaluación del IPCC. En este informe se ve la necesidad de reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 60-80% sobre los niveles de 1990, para conseguir estabilizar la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Las evidencias encontradas en este primer informe provocan la negociación del Convenio Marco sobre Cambio Climático de la ONU. • 1990: Ginebra, Suiza: Segunda Conferencia Mundial sobre el Clima. El informe del IPCC se convierte en el impulso político necesario para hacer frente de manera global y sin dilación al grave problema del cambio climático a través de la UNFCCC, y reafirma el deseo de que existan compromisos reales de reducción por parte de la comunidad internacional. La declaración política de esta cumbre se reafirma en que existen amenazas de daños serios o irreversibles, y la falta de completa certidumbre científica no debe ser razón para posponer medidas para prevenir tal degradación medioambiental. Y llegando más lejos, acordaron que el objetivo final debería ser estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero a un nivel que prevenga las interferencias antropogénicas con el clima. • 1990: ONU, Nueva York: la Resolución 45/212 de la ONU establecía el Comité Negociador de la UNFCCC, bajo los auspicios de la Asamblea General, con el mandato de desarrollar estas negociaciones con el objeto de llegar a tiempo a la Cumbre de la Tierra de Río de 1992. La primera sesión de trabajo de este grupo estuvo ensombrecida por la Primera Guerra del Golfo. • 1991: ONU, Nueva York: las negociaciones del grupo finalizaron en una sesión maratoniana de la Framework Convention on Climate Change (UNFCCC). Como un primer paso, los países industrializados se comprometían a reducir sus emisiones de dióxido de carbono a los niveles de 1990 para el año 2000. Para decepción de la mayoría de los países, y bajo la presión de la Administración de Bush padre, los compromisos que se adoptaron no eran legalmente vinculantes. • 1992: Río de Janeiro, Brasil: durante la Cumbre de la Tierra, entra en vigor la UNFCCC abriéndose el período para la adhesión de todos los países. • 1994: la Asociación de Pequeños Países Insulares (AOSIS) intenta introducir un protocolo pidiendo a los países industrializados que reduzcan sus emisiones de dióxido Norba. Revista de Historia, Vol. 17, 2004, 111-134

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de carbono en un 20% sobre los niveles de 1990 para el año 2005. Su supervivencia está en juego. 1995: Cumbre de Berlín sobre Clima. Primera Conferencia de las Partes (COP1) con la asistencia de los más altos niveles políticos. En esta reunión se llegó a la conclusión de que los acuerdos de la UNFCCC eran demasiado laxos para conseguir el objetivo de proteger al planeta de cambio climático, particularmente si no decía nada de períodos posteriores al 2000. Las Partes acordaron negociar un protocolo o un acuerdo legal a tiempo para la COP3 que contuviese limitaciones y reducciones de emisiones específicas. El protocolo propuesto por la AOSIS se introdujo como elemento de negociación. 1995: Italia: Se publica el Segundo Informe de Evaluación del IPCC. En este informe colaboran 2.000 científicos y expertos concluyendo que el balance de las evidencias sugiere la influencia humana discernible sobre el clima global, cuyos primeros impactos estamos ya apreciando. 1996: Suiza: Segunda Reunión de las Partes (COP2). Mientras se hacían pequeños progresos en conseguir objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para un nuevo protocolo, se produjo algo inesperado cuando EE.UU. anunció que quería que los compromisos de este protocolo fueran legalmente vinculantes, aunque también introdujo por primera vez el concepto de comercio de emisiones. En la declaración de Ginebra se asienta el trabajo del IPCC sobre la necesidad de fortalecer urgentemente las acciones a tomar; el planeta tiene que hacer frente a impactos significativos, frecuentemente adversos del cambio climático. 1997: Bélgica: Los ministros de Medio Ambiente de la U.E. acuerdan un objetivo de reducción para las negociaciones de Kioto de un 15% para el año 2010. La propuesta europea generó una gran actividad diplomática y fue atacado duramente por EE.UU. y Japón. 1997: ONU, Nueva York: años después de la Cumbre de Río, todos los líderes mundiales se dieron cita en una sesión especial de la Asamblea General de la ONU para revisar el progreso de los compromisos hechos en 1992. La Asamblea fue un poco decepcionante ya que sólo se progresó en delimitar los temas a tratar en la próxima reunión, en Kioto, Japón. Clinton declaró traeremos a la Conferencia de Kioto un compromiso por parte norteamericana fuerte, realista y con límites obligatorios que reducirán significativamente nuestras emisiones. 1997: Alemania: EE.UU. anunció su posición de lograr una estabilización de sus emisiones sobre los niveles de 1990 para el 2010 y una reducción de 5% para el 2015. Japón apostó por una reducción del 5% para 2010 de 3 gases de efecto invernadero pero sin que sean legalmente vinculantes. 1997: Japón: las negociaciones en torno al Protocolo concluyen con la adopción de un compromiso legalmente vinculante de reducción para todos los países industrializados. Se estableció el compromiso de lograr una reducción del 5,2% para el año 2010 sobre los niveles de 1990. El Protocolo de Kioto también incluía la posibilidad de establecer un comercio de emisiones entre países industrializados. Bajo este compromiso, Japón debía reducir un 6%, EE.UU. un 7% y la U.E. un 8%. Otros países tenían el compromiso de estabilizar sus emisiones como Nueva Zelanda, Rusia o Ucrania, o incrementarlas como Noruega un 1% y Australia un 8%. Este Protocolo fue firmado por 160 países. 1998: Argentina: se celebró la COP4 donde se empezaron a negociar algunos aspectos no resueltos como los Mecanismos de Desarrollo Limpio, el Comercio de Emisiones y la transferencia de tecnología. Así mismo, se establece una fecha límite para decidir las reglas de Kioto. Norba. Revista de Historia, Vol. 17, 2004, 111-134

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• 1999: Alemania: Se celebra la COP5, en donde se intensifican los trabajos para conseguir cumplir con los calendarios establecidos en la COP4. • 2000: Holanda: se celebra la COP6, donde se preveía la oportunidad de poder cerrar todos los aspectos inconclusos de Kioto y asegurar unas reducciones reales de gases de efecto invernadero. Finalmente, y ante la decepción de muchos países, no fue así. • 2001: Alemania: se da lugar a la conocida COP6-bis, con el objetivo de superar la situación de bloqueo de la COP6 en La Haya, de manera que se pueda llegar a un acuerdo que permita poner en marcha el Protocolo de Kioto. • 2001: Marruecos: en Marrakech se celebra la COP7, donde finalmente se llega a un texto legal donde se recogen los compromisos de cada uno de los países y se estructuran muchos de los mecanismos del Protocolo de Kioto, a pesar de que aún quedan determinados aspectos que faltan por resolver. • 2002: India: se da lugar la COP8 en Nueva Delhi avanzando sobre aspectos relativos a los Mecanismos de Desarrollo Limpio. • 2003: Italia: se celebra la COP9 avanzando en aspectos tratados durante la COP8, siendo el acontecimiento más conocido las confirmaciones y desmentidos por parte de Rusia sobre su ratificación. • 2004: Finalmente, Rusia firma el protocolo de Kioto. En este horizonte geopolítico la Unión Europea ha avanzado directivas para concentrarse en políticas de sistemas productivos limpios, mejores técnicas disponibles y mecanismos de aplicación conjunta, que, con cierta demora, empiezan a minimizar el impacto antropogénico en los factores que influyen en el cambio climático del planeta. La Unión Europea se ha convertido así en un líder ambiental en un proceso de transformación tecnológica, industrial y política.

7.

EL CAMBIO CLIMÁTICO IRRUMPE EN EL ESCENARIO POLÍTICO ESTADOUNIDENSE: EL INFORME DEL PENTÁGONO

A pesar de que Europa y Estados Unidos son responsables de cerca de un 80% de la emisión de gases de efecto invernadero responsables en gran medida del cambio climático, Estados Unidos, en cambio, a pesar de unas débiles aproximaciones iniciales, ha optado por no ratificar el Protocolo de Kioto. Aunque varios de sus científicos y economistas han participado en el estudio del cambio climático, sus gobernantes siguen haciendo oídos sordos a esta extrema cuestión. No obstante, la opinión pública anglosajona empieza a percibir el riesgo que supone no remediar el cambio climático global debido a varias alarmas. Una de ellas ha sido el éxito de la película de ficción The Day after Tomorrow (2004), que avanza, aunque de manera un tanto libre, las repercusiones socioeconómicas que tendría para la vida del ciudadano norteamericano un cambio climático abrupto. La otra ha sido la aparición del informe An Abrupt Climate Change Scenario and Its Implications for United States National Security (octubre 2003) de Peter Schwartz y Doug Randall. El documento predice que el cambio climático abrupto podría traer graves conflictos internacionales mientras las naciones desarrollan amenazas nucleares para defender y asegurar sus medios de producción de alimentos y sus fuentes de energía y agua. El peligro que representa para la estabilidad global podría superar al del terrorismo incluso. Revueltas y conflictos serán elementos intrínsecos de la vida, concluye el análisis del informe, una vez más la guerra definirá la forma de vivir humana. Norba. Revista de Historia, Vol. 17, 2004, 111-134

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Este informe fue controlado por el influyente asesor de defensa del Pentágono Andrew Marshall, quien mantuvo una considerable influencia sobre la estrategia militar estadounidense durante las últimas tres décadas. Él fue el hombre en la sombra de la reciente revisión en profundidad lanzada para la transformación del ejército estadounidense bajo las órdenes del Secretario de Defensa Donald Rumsfeld. El cambio climático debería ser llevado más allá del debate científico al concepto de emergencia de seguridad nacional de EE.UU. dicen los autores del informe, Peter Schwartz, consultor de la CIA y actual director de planificación de la Royal Dutch/Shell Group y Doug Randall de la empresa californiana Global Business Network. Un panorama inminente de cambio climático catastrófico es posible y desafiaría la seguridad nacional estadounidense de maneras que deben considerarse de forma inmediata, concluyen. Bob Watson, jefe científico del Banco Mundial y miembro oficial del Panel Intergubernamental en Cambio Climático, ha comentado que las advertencias directas del Pentágono no pueden ser ignoradas por más tiempo. En estos momentos, de acuerdo con Randall y Schwartz, el planeta está soportando más población de la que puede mantener. Para el 2020 las carencias de suministro de agua y energía “catastróficas” comenzarán a ser cada vez más difíciles de superar, llevando al planeta a la guerra. Advierten que hace 8.200 años las condiciones climáticas trajeron un fracaso de amplio alcance en las cosechas, hambre, enfermedades y migraciones masivas de población que podrían repetirse. Randall reconoció al periódico británico The Observer que las potenciales ramificaciones de un cambio climático rápido podrían causar un caos global. Es una amenaza para la seguridad nacional que es única porque no existe un enemigo al que apuntar con tus armas y no tenemos control sobre la amenaza. Las principales conclusiones del informe en un hipotético escenario de cambio climático futuro son las siguientes: – En el futuro las guerras serán a causa de cuestiones de supervivencia en vez de religión, ideología u honor nacional. – Para el 2007 violentas tormentas destruirán las barreras costeras convirtiendo a gran parte de Holanda en inhabitable. Ciudades como la Haya estarán abandonadas. En California los diques de las islas del Delta en el área del Río Sacramento sufrirán graves variaciones, interrumpiendo el sistema de transporte de agua mediante acueductos de norte a sur. – Entre el 2010 y el 2020 Europa será tremendamente afectada por el cambio climático con una caída de la temperatura media anual en más de 6 °F. El clima del Reino Unido será más frío y seco con patrones climáticos comenzando a parecerse a Siberia. – Las muertes causadas por el hambre y la guerra serán por millones hasta que la población del planeta sea reducida a números que la Tierra pueda soportar. – Revueltas y conflictos internos destrozarán India, Sudáfrica e Indonesia. – El acceso al agua será el mayor campo de batalla. El Nilo, el Danubio y el Amazonas son mencionados como áreas de alto riesgo. – Una caída significativa en la capacidad del planeta para mantener a la población actual comenzará a ser visible en los próximos veinte años. – Áreas ricas como EE.UU. y Europa se convertirán en “fuertes virtuales” para impedir la entrada a millones de inmigrantes forzosos tras haber perdido sus tierras sumergidas por el aumento del nivel del mar o por no poder seguir cultivando. Oleadas de pateras se convertirán en problemas acuciantes. Norba. Revista de Historia, Vol. 17, 2004, 111-134

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– La proliferación de armas nucleares es inevitable. Japón, Corea del Sur y Alemania desarrollan capacidad para producir armas nucleares, como harán Irán, Egipto y Corea del Norte. Israel, China, India y Pakistán también estarán preparados para su utilización. – Para el 2010 los EE.UU. y Europa experimentarán períodos de calor con picos de temperatura de más de 32,2 °C. El clima comenzará a ser una “peste económica” cuando tormentas, sequías, olas de calor causen graves devastaciones para agricultores y granjeros. – Más de 400 millones de personas en las regiones subtropicales estarán en situación de riesgo grave. – Europa enfrentará enormes luchas internas cuando un gran número de inmigrantes llegue a sus costas. Los inmigrantes escandinavos buscarán climas más cálidos al sur. El sur de Europa se encontrará “sitiado” por inmigrantes provenientes de las zonas más afectadas de África. – Sequías de dimensiones desconocidas afectarán a las mayores graneros del mundo, incluido el medio oeste estadounidense, donde fuertes vientos causarán pérdida de suelo. – La enorme población de China y su demanda alimenticia la hace especialmente vulnerable a estas alteraciones climáticas. Bangladesh será prácticamente inhabitable debido al aumento del nivel del mar, el cual contaminará los recursos hídricos del interior. Figura 12 THE REGIONS: 2010 TO 2020. THE GRAPHIC SHOW A SIMPLIFIED VIEW OF THE WEATHER PATTERNS PORTRAYED IN THIS SCENARIO.

Los autores del informe reconocen que ellos han previsto las peores consecuencias en un previsible escenario de cambio climático futuro y que si bien es cierto que se pueden mitigar en parte algunas de estas hipótesis, aunque no en su globalidad, sin embargo, las repercusiones sociales, económicas y ambientales son tan extensas y graves que hacen que el cambio climático pase a ser considerado como un factor extremo para la seguridad en la política internacional y muy especialmente, según ellos, en la agenda estadounidense. En cualquier caso, con independencia del debate sobre la finalidad e intencionalidad del informe, desde que fuera filtrado en su día al periódico The Observer –el 22 de febrero del 2004–, observamos que toda la historia de la paleoclimatología y las ciencias ambientales vienen a conformar un nuevo escenario planetario: por primera vez la historia remota es una de las claves de interpretación para nuestro futuro más inmediato. Por primera vez, a excepción quizá de la alarma social y ambiental que surgió en la década de los años 70 y 80 con la gran experimentación nuclear, vemos que estamos pasando de manera efectiva de la historia y sociología ambientales Norba. Revista de Historia, Vol. 17, 2004, 111-134

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a la ecología política, del pasado planetario al futuro humano, en un cambio metodológico y paradigmático –en el sentido kuhniano– sin precedentes. Ahora parece más real que nunca la afirmación de Donald Webster sobre los objetivos y las prioridades de la (co)evolución de la historia ambiental: La naturaleza, la tierra, el clima, los ecosistemas: he aquí las entidades relevantes. Cuando los geógrafos han hablado acerca de tales fuerzas, han ofrecido mucho de información valiosa a la nueva historia. Más aun: han sido sobre todo geógrafos quienes nos han ayudado a todos a entender que nuestra situación ya no es la de vernos conformados por nuestro medio ambiente, sino que más bien somos nosotros los que nos encargamos de conformarlo en medida cada vez mayor, y a menudo de manera desastrosa. Ahora, la responsabilidad común de ambas disciplinas consiste en descubrir porqué la gente moderna se ha esforzado tanto en escapar a las restricciones de la naturaleza, y cuáles han sido los efectos ecológicos de ese deseo. Planteada de manera tan amplia, con tantas líneas posibles de investigación, podría parecer que la historia ambiental no tiene coherencia, que incluye prácticamente todo lo que ha sido y lo que será. Puede parecer tan abarcadora, tan compleja y tan exigente como para resultar imposible de ejercerla salvo en el más restringido de los lugares y los tiempos: por ejemplo, en una isla pequeña y poco poblada, muy alejada del resto del mundo y, además, sólo durante un período de seis semanas. Los historiadores de todos los campos reconocerán ese sentimiento de verse engullido por su propio objeto de estudio. Más allá de lo inclusiva o especializada que sea la propia perspectiva, en estos días el pasado parece ser una confusión rumorosa de voces, fuerzas, acontecimientos, estructuras y relaciones que plantean un desafío insalvable a cualquier intento de comprensión coherente. Los franceses hablan valientemente de hacer una “historia total”. La historia lo es todo, dicen, y todo es historia. Por noble y verdadero que pueda ser ese descubrimiento, no nos facilita mucho las cosas. Incluso la delimitación de alguna parte de la totalidad para designarla “medio ambiente” podría dejarnos a cargo de la tarea aún insoluble de intentar escribir la historia de “casi todo”. Desgraciadamente, ya no existe para nosotros otra alternativa viable. Nosotros no creamos ni a la naturaleza ni al pasado: de ser así, los hubiéramos hecho más sencillos a ambos. Ahora nos enfrentamos al desafío de establecer algún sentido en ellos y, en este caso, de encontrar el sentido de la íntima unidad de su labor conjunta (Donald Worster, “Haciendo historia ambiental”, in D. Worster, 2000: 42).

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