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IES MAESTRO HAEDO. ZAMORA. DPTO. DE GRIEGO. CULTURA GRIEGA
TEMA III
iii. breve sinopsis sobre la historia griega 1. PERIODIZACION DE LA HISTORIA DE GRECIA El siguiente esquema presenta la periodización comúnmente aceptada de la historia de la Grecia antigua:
En el tema anterior habíamos estudiado la llegada de los griegos a territorio heleno, la civililación micénica y la irrupción de los dorios, esto es, la constitución de lo que será la Grecia histórica, objeto de nuestro estudio. Retomamos, pues, su desarrollo histórico.
2. El (re) nacimiento de Grecia: griegos griegos y barbaros barbaros La Ilíada de Homero es la primera obra literaria de Occidente. Debemos fecharla quizá un poco antes del año 700 a.C. El tema de la Ilíada, la cólera de Aquiles, se inserta en un episodio bélico al que llamamos Guerra de Troya. Según los relatos mitológicos, el rey de Micenas, Agamenón, condujo un gran ejécito panhelénico hasta la ciudad de Troya para exigir a Paris, hijo de Príamo, el rey de la ciudad, la devolución de Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta, a quien había raptado. Tras la negativa de los troyanos, se inicia una guerra de diez años que acabará con la destrucción de Troya. Esta historia era bien conocida en Occidente, pero, naturalmente, se consideraba puramente legendaria. Sin embargo, a finales del s. XIX un rico empresario alemán, Heinrich Schliemann, un apasionado de la obra homérica, supuso que lo que contaba Homero tenía que ser verdad. Y con su ejemplar de la Ilíada en la mano y guiado por los datos que en ella se contenían, se desplazó al territorio de lo que debió ser la Troya homérica, en la actual Turquía. Y naturalmente comenzó a excavar, convencido de que más temprano que tarde encontraría los restos de la Troya destruida por los griegos... ¡Y la encontró! O, al menos, encontró algo que, por la datación y por los restos arqueológicos, podría ser esa Troya. Pero si lo narrado por Homero remonta a esa guerra (o lo que fuera), que debió producirse hacia el s. XIII a.C., ello significa que durante cinco siglos la leyenda se habría transmitido oralmente de generación en generación a través de los aedos (cantores de poemas épicos). La pregunta es: ¿por qué nadie hasta el s. VIII a.C. se había decidido a recogerla por escrito? Y la respuesta es clara: porque no había forma de hacerlo, ya que en Occidente, como sabemos, no se conocía la escritura. Sin embargo, hacia el año 1.000 a.C. (o quizá un poco antes), los fenicios habían desarrollado, a partir tal vez de precedentes egipcios, un invento que habría de hacer fortuna: el alfabeto. La utilidad del invento para almacenar información hizo que rápidamente se difundiera por todo el Mediterráneo, llegando a Grecia hacia 800 a.C. De esta manera, Grecia salía de su oscuridad y entraba en la historia.
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La llegada de los dorios tuvo como efecto la dispersión de las diferentes tribus griegas. Así, los micénicos que no se sometieron a los dorios se refugiaron en la Arcadia (en el centro del Peloponeso) y luego se desplazaron a Chipre; los jonios, desde el Ática, se extendieron por las islas Cícladas hasta la parte central de la costa de Asia Menor (más tarde llamada, precisamente, Jonia); los eolios de Tesalia y Beocia colonizaron la zona norte de esa costa y la región de Troya; los dorios, por su parte, se hicieron fuertes en el sur del Peloponeso y, como se ha visto, colonizaron el sur de Asia Menor. Los pueblos de la Grecia histórica quedaban así definidos cultural, lingüística y territorialmente. Sin embargo y a pesar de estas diferencias, el vago recuerdo del pasado común recogido por Homero y la unidad lingüística (pese a la diversidad de dialectos), unidos a las prácticas religiosas y otros elementos culturales (como los oráculos), fueron un factor de cohesión de los griegos frente a los bárbaroi βάρβαροι (lit. balbuceantes), pueblos de habla no griega (fenicios, lidios, persas, egipcios, etc.) que, no obstante, ejercieron un influjo notable en la creación y afianzamiento de la cultura griega.
3. grecia arcaica: Origen y desarrollo de la polis Es más o menos por la época en que escribe Homero cuando se inicia la fase arcaica de la historia griega, desde 800 a.C. hasta comienzos del s. V a.C. En estos tres siglos se van constituyendo las principales instituciones que serán más tarde características de la Grecia Clásica. Sin duda, la más llamativa es la creación de las polis (πόλεις). Aunque las ciudades-estado eran ya conocidas en otras civilizaciones, en el caso de Grecia la fórmula revistió caracteres propios. Cada comunidad ocuparía un amplio territorio lleno de aldeas más o menos aisladas. Pero en tiempo de guerra, todos los habitantes de ese territorio se reunirían tras las murallas de una plaza fuerte o ciudadela buscando protección. En la ciudadela habría una guardia permanente dirigida por un arconte (ἄρχων), un jefe político y religioso, perteneciente a los eupátridas (los bien nacidos), esto es, a la nobleza. Este jefe o caudillo poseía caballos y carros, y era capaz de enfrentarse en combates singulares a otros
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jefes de territorios colindantes, defendiendo así a la población. Esta estructura elemental y de carácter puramente defensivo debe ser la base de las polis griegas primitivas. Nos recuerda enormemente a las estructuras feudales: un conjunto de nobles descendientes de personajes míticos (a menudo divinos) y que administra justicia según su voluntad, protege a una población aldeana frente a los ataques exteriores abriéndole sus fortalezas. El poder del arconte, casi el de un rey (pues ese título, βασιλεύς, tenía), necesitaba el apoyo de los demás nobles, que, con el tiempo, se irían relevando en el ejercicio del poder como basiléis. Cuando el número de nobles combatientes aumentó, se vio la necesidad de nombrar un polemarco (πολέµαρχος), esto es, un comandante en jefe militar, que quitó estas funciones al basiléus. A su vez, otros nobles irán ocupando cargos especializados (justicia, economía, etc), que recortarán aún más las funciones del árkhon-basiléus. Por otra parte, los nobles irán formando un consejo o boulé (βουλή) aristocrático que asesorará a los arcontes. El resto de la población libre integraría la ekklesía (ἐκκλησία) o asamblea, muy poco decisoria. Esta población se sentirá más ligada a los propios nobles que a una estructura política abstracta o estado. Así constituidas las polis, estas mantenían constantes rivalidades y enfrentamientos por el control de territorios colindantes que les permitiera ejercer una hegemonía supralocal. Es cierto que los festivales religiosos y deportivos (como los juegos), por un lado, determinaban treguas sagradas, y, por otro, contribuían a que todos se sintieran griegos. Pero, sin embargo, la unidad política terminaba en la polis, al punto de que nunca pudo hablarse de un Estado Griego (semejante a Roma). Más tarde definiremos la polis con más precisión. Por el momento debemos quedarnos con la idea de polis como un pequeño estado independiente.
4. grecia arcaica: Las segunda colonizacion Como hemos estudiado, la irrupción de los dorios provocó una desbandada inicial (conocida como Primera Colonización) de las distintas estirpes griegas hacia el Asia Menor. Allí, además de la agricultura, desarrollaron la artesanía y el comercio con los países mediterráneos. Jonios y eolios se lanzaron a la navegación en busca de materias primas y mercados donde vender sus manufacturas. Ello les permitió alcanzar un nivel de vida superior al de sus parientes del continente. Estos, con escasez de tierras fértiles, se enzarzaron en disputas internas. Así las cosas, los más aventureros se lanzaron al mar en busca de nuevos horizontes; y otras veces las expediciones eran organizadas por las propias polis (convertidas así en metrópolis o ciudades madre), para enviar excedentes de población a una colonia (ἀποικία), que nacía ya independiente. En el siguiente mapa se puede ver la extensión de los territorios griegos en el Mediterráneo y algunas de estas colonias (de las muchas que existen).
En efecto en los siglos VII y VI a.C. aparece un gran número de colonias griegas a orillas del Mediterráneo y del Mar Negro. Todo el sur de Italia (llamado luego Magna Grecia), por ejemplo, fue cuajado de colonias griegas; también en Etruria y en la Península Ibérica fundaron los griegos enclaves comerciales (sin llegar a ser auténticas ciudades). En cualquier caso, esta
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Segunda Colonización tuvo como consecuencia el surgimiento y ascenso de una nueva y poderosa clase: la burguesía (aunque el término no sea muy adecuado para esta época), enriquecida por el comercio a gran escala y la política colonial. Dentro de esta burguesía militaban también numerosos nobles que se habían entregado a tales actividades. Esta nueva clase de ricos, que contribuía decisivamente al desarrollo de las ciudades, comenzó a pedir lo único que le faltaba: derechos políticos, es decir, capacidad de gobierno en la polis. Mientras tanto, las clases campesinas se iban empobreciendo ante el poderío de los grandes comerciantes y la clase media de artesanos y pequeños mercaderes; también los grandes terratenientes aristócratas, cuya riqueza se basaba en la propiedad de tierras y ganado, cedieron terreno con la aparición de la moneda y la economía monetaria.
5. grecia arcaica: Las grandes crisis sociales Algunos de estos nuevos ricos (entre los que también había nobles, como hemos visto), que habían acumulado capital gracias a la aparición de la moneda, se convirtieron entonces en prestamistas que facilitaban crédito a los pequeños propietarios de tierras para comprar semilla y aperos, y garantizar su subsistencia en años de mala cosecha. Sin embargo, el altísimo interés de los préstamos iba endeudando progresivamente a un campesinado que acababa perdiendo sus pequeñas haciendas y llegaba, incluso, a caer en la esclavitud al responder de su insolvencia con la libertad. Este estado de cosas era, además, sancionado por leyes no escritas aplicadas por la propia aristocracia. Así las cosas, el démos, constituido fundamentalmente por el pequeño campesinado y las clases urbanas más humildes, oprimido y empobrecido, empezó a reivindicar medidas políticas para equilibrar la situación. En primer lugar reclamó la codificación del derecho y su plasmación en leyes escritas, y la abolición de unas deudas cuya garantía de cobro era la libertad personal; también solicitó un justo reparto de tierras que mitigara las grandes diferencias económicas existentes. Las polis, regidas por los propios aristócratas y según el modelo aristocrático descrito más arriba, impedían cualquier tipo de reforma, por lo que la brecha social y política, y, sobre todo, económica se hacía cada vez mayor. Y cuando se llega a esta situación límite solo caben dos salidas: el pacto o la “revolución”.
6. grecia arcaica: legisladores y tiranos Uno y otro sistema se ensayaron en Grecia. Primero en el siglo VII y después en el VI a.C., en Atenas, los llamados legisladores (νοµοθέται), Dracón y Solón, se propusieron, efectivamente, la redacción de leyes que limitaran el poder omnímodo de los nobles, quedando todos los ciudadanos sometidos al imperio de la ley, una ley ya escrita que no podía manipularse al antojo de un grupo; además, Solón intentó dar voz en el gobierno a los ciudadanos ricos no nobles. Por otra parte, allá donde no existieron legisladores, ciertos personajes instauraron mediante golpes de estado poderes autocráticos, es decir, tiranías. Este fue el caso de Periandro en Corinto, de Clístenes en Sición, de Polícrates en Samos o de Pisístrato en la propia Atenas (dado que las reformas de Solón no habían dado los frutos deseados). El tirano (τύραννος) -nombre que inicialmente no incluía connotaciones peyorativas- asciende al poder y asume toda la autoridad política por fuerza o por engaño. Los tiranos se erigen en defensores del démos, al que tratan de contentar con redistribuciones de tierras y creación de puestos de trabajo públicos, y, a la vez, suelen favorecer los intereses de los nuevos ricos. En suma, la labor de los tiranos, seguramente sin proponérselo, tuvo dos consecuencias: en primer lugar, restauró o creó una nueva clase media que había desaparecido; y, por otra parte, despertó en el pueblo un deseo de isonomía o "igualdad de derechos políticos" para todos sus
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componentes. En este punto, el advenimiento de la democracia es solo una cuestión de tiempo.
7. grecia clasica: clasica: la democracia. democracia. oligarquias y demagogia Como hemos dicho, también Atenas sufrió la tiranía. Pues bien, en 510 a.C., Hipias, hijo de Pisístrato (que había intentado instaurar una especie de dinastía de tiranos) fue derrocado por el rey Cleomenes de Esparta, que intentaba implantar en Atenas a Iságoras, otro tirano más acorde con sus intereses aristocráticos. Sin embargo este intento fracasó y en las luchas civiles subsiguientes surgirá en Atenas un nuevo hombre fuerte, Clístenes, que tiene el honor de ser el padre de la democracia ateniense, porque la democracia es una creación ateniense. La democracia es la consecuencia de toda la historia anterior, y su objetivo es destruir cualquier residuo aristocrático en la polis otorgando el gobierno a la totalidad de los ciudadanos. Para ello, en primer lugar, había que desmontar las tradicionales instituciones aristocráticas. Así, Clístenes sustituyó las cuatro antiguas tribus del Ática, en que se encuadraban y basaban su poder los nobles, por diez nuevas tribus o unidades administrativas (φυλαί) donde la población (ricos y pobres, población rural y urbana, nobles y no nobles) quedaba totalmente mezclada y condenada a tomar decisiones conjuntas por mayoría. Además, para evitar cualquier intento de vuelta de nuevos regímenes aristocráticos o tiranías, instituyó el ostracismo (ὀστρακισµός), método mediante el cual la polis podía expulsar durante diez años a cualquier ciudadano sospechoso de aspirar al poder. Estudiaremos el sistema con más detenimiento en un tema posterior. El sistema funcionaba y tras las Guerras Médicas (499449 a.C.) las reformas de Clístenes se afianzaron. Atenas constituyó en 476 a.C. una liga de ciudades aliadas (la Liga de Delos) que trajo a la ciudad prosperidad y un enorme poderío militar, basado en una potente marina de guerra. Y el sistema democrático fue completado por Efialtes (quién estableció una retribución generalizada para los cargos públicos, lo que posibilitó una mayor participación del pueblo en las tareas políticas) y, sobre todo, por Pericles (reelegido ininterrumpidamente como hombre fuerte de Atenas entre 445 y 429 a.C., fecha de su muerte) que instauró la elección de los cargos mediante sorteo y la retribución tanto de estos como de los jueces de los tribunales populares. Sin embargo, Atenas era una excepción. Los regímenes aristocráticos seguían siendo muy poderosos en muchas partes de Grecia y, especialmente, en Esparta. Era inevitable: Esparta, valedora de la aristocracia, y Atenas, campeona de la democracia, acabarían enfrentándose en una larga guerra, conocida como Guerra del Peloponeso entre 431 y 404 a.C. Durante esta guerra se puso de manifiesto que, pese a todo, seguía habiendo en Atenas grupos partidarios de sistemas oligárquicos; el régimen de los Cuatrocientos (411 a.C.) o el de los Treinta Tiranos en 403 a.C., tras el final de la guerra, son buena prueba de ello. Atenas perdió la guerra y durante el siglo IV a.C. se sumirá en una profunda crisis económica y social. En realidad toda Grecia experimentó la crisis; y aunque se sostenían como por inercia las formas de gobierno que tan buenos resultaron habían dado en el siglo precedente (Atenas seguía siendo formalmente una democracia), faltaban fuerzas e ideas, y la suerte de Grecia estaba echada ante el irresistible poder que nacía en el norte, en Macedonia. La democracia, pues, dejó paso a algo que no es propiamente un sistema, sino que es la degeneración de la propia democracia, pues solo en ella puede darse: la demagogia, en la que un puñado de políticos corruptos e incapaces toman decisiones absurdas y descabelladas atendiendo a sus propios intereses y olvidándose del bienestar del pueblo al que gobiernan.
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8. alejandro magno. la epoca helenistica Es este el siglo de Demóstenes (384-322 a.C.), el honrado y tenaz político ateniense, quien frente a los demagogos de turno, animó a sus conciudadanos a reconstruir la flota y a aunar esfuerzos frente al hombre fuerte de la época, Filipo de Macedonia, que aspiraba a la conquista de toda Grecia. Sin embargo hablaba a un pueblo cansado, refugiado en sus familias, sus negocios y sus aficiones, que solo aspiraba a una vida decente y a un poco de paz, aun si el precio era el sometimiento a los macedones. El triunfo primero de Filipo y después de su hijo Alejandro Magno (356-323 a.C.) acabó con el viejo sistema de polis para convertir a Grecia en una provincia más (eso sí, siempre admirada por su historia y su cultura) del inmenso imperio de Alejandro primero y, por fin, de Roma.
El imperio de Alejandro fue, efectivamente, enorme, pues incluía desde la Grecia estricta hasta la India incluyendo también Egipto. Alejandro no era simplemente un conquistador de pueblos. Se sentía griego (Aristóteles había sido su preceptor) y soñaba con superar el viejo enfrentamiento entre griegos y persas, creando un gran imperio multiracial y multirreligioso basado en el prestigio de la lengua griega (o así nos gusta creerlo). Él mismo casó con Roxana, una princesa persa, y obligó a sus generales a hacer lo propio. Roxana le dio un hijo, pero murió asesinado en 309 con solo doce años, pues había nacido ya muerto Alejandro. Toda la historia de Alejandro es apasionante: su nacimiento, su ascenso y su muerte son novelescas, y rápidamente se hizo con ellas la tradición literaria convirtiendo a Alejandro en un personaje mítico, cuya historia (la real y la mítica) invitamos a leer, dado que nosotros no tenemos tiempo para ello. Cuentan que en su lecho de muerte, su general Pérdicas le preguntó a quién legaba su imperio, a lo que, al parecer, Alejandro respondió: “Κρατέρῳ”, esto es, “Al más fuerte”. Esta enigmática respuesta provocó una guerra de varias décadas. Finalmente el imperio fue repartido entre sus generales, que instauraron las distintas monarquías helenísticas de las cuales la más conocida es la de los Ptolomeos en Egipto, de la que desciende Cleopatra VII, última reina de Egipto, y que tuvo como capital la famosa Alejandría (hubo muchas más ciudades con tal nombre), fundada por el conquistador en 332 a.C.
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