PONENCIAS
IMPACTO DEL TURISMO SOBRE EL METABOLISMO URBANO Y LA SOSTENIBILIDAD DE LAS CIUDADES INTERMEDIAS MEDITERRANEAS Stefano Giussani Facoltá di Architettura di Genova
[email protected] María Helena Luengo Universidad Politécnica de Cataluña
[email protected] Georgina Poujol Universidad Politécnica de Cataluña
[email protected]
RESUMEN La actividad turística en la costa del mediterráneo ha tenido un crecimiento exponencial en los últimos años, lo que ha traído como consecuencia una ocupación intensiva del borde costero en un período de tiempo corto. Este proceso aunado a la despreocupación en el uso y gestión de recursos ha provocado daños al ecosistema costero tales como pérdida de biodiversidad, escases de agua y transformaciones en el territorio que afectan incluso el atractivo impulsor de la ocupación de estas zonas, por lo que es necesario reconducir la actividad turística hacia el desarrollo sostenible de manera que sea capaz de mantener las condiciones del territorio sobre el que se asienta, buscando de este modo una reciprocidad entre los beneficios que obtiene la industria turística y el mantenimiento de medio ambiente que ocupa. En este sentido, la red de ciudades intermedias que se han ido conformando sobre la franja costera representan un escenario con potencial para la generación de estrategias de desarrollo sostenible en el cual integrar el turismo, ya que sus características de escala, intermediación con el territorio, relaciones funcionales entre sistemas urbanos y planes de ciudad facilitan el acceso a la información necesaria para replantear los modelos de metabolismo urbano de ciclos abiertos sobre los que se sustenta la actividad turística por modelos más sostenibles.
Palabras claves: Turismo sostenible, metabolismo urbano, ciudades intermedias mediterráneas. LA CIUDAD COSTERA DEL MEDITERRANEO Y EL IMPACTO DEL TURISMO Un Sistema Lineal Crítico El sector turismo, con su constante crecimiento exponencial, desempeña un papel fundamental para la economía mundial actual y futura y pone en primer plano la exigencia de una gestión compatible con el medio social, cultural, físico y económico que lo produce. La complejidad de la globalización se refleja en las diferentes realidades locales de los destinos, con procesos de transformación que exigen un compromiso de cooperación internacional en todos niveles, en especial en lo que concierne a los retos que impone el cambio climático, los cuales sin duda, están correlacionados con este sector. La cuenca del Mediterráneo es la zona de concentración turística más importante del mundo (1) destino tradicional desde el siglo XVIII, cuando la aristocracia inglesa, y luego de toda Europa, elegía las costas del mediterráneo para, contrario a las costumbres actuales, pasar el invierno. En la actualidad la tendencia es a visitar el mediterráneo en época estival en una modalidad de turismo de sol y playa, en general, esta actividad en el borde costero tiene una estrecha relación con el medio ambiente y el clima, el Mediterráneo además de su patrimonio cultural cuenta con paisajes y clima de gran atractivo
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PONENCIAS para turistas de todo el mundo, esto se evidencia en la demanda turística de países como Francia y España, los cuales ocupan el primer y segundo lugar respectivamente en términos de llegadas, dependiendo en gran parte del turismo de corta distancia, es decir, de países vecinos (2). En este sentido, el turismo en la zona mediterránea se ha incrementado producto del desarrollo de vías de comunicación terrestres y aéreas al mejorar la conexión problemática de centros urbanos costeros. El desarrollo de túneles, elevados, autopistas y trenes de alta velocidad disminuye distancias y propicia la antropización hacia zonas de alto valor ecológico. Producto de este proceso de ocupación del suelo la costa mediterránea ha tenido un aumento violento, con consecuencias en el incremento en la demanda de recursos y sobrecarga del sistema ambiental de soporte, que debe asimilar los procesos metabólicos de las dinámicas materiales (3). En la década de 1980 la Europa mediterránea recibía más de un tercio del movimiento turístico internacional, y casi la misma cantidad del nacional (1), actualmente se calculan casi 170 millones de turistas por año. La población de los países costeros mediterráneos es aproximadamente de 450 millones de habitantes, de los cuales 150 viven en áreas costeras (46.000 kilómetros) siguiendo una tendencia de desplazamiento hacia los litorales que supone un incremento de la tasa de urbanización que se prevé aumente del 65% al 72% para el año 2025. Frente a esta tendencia hay que considerar que solo un 40% de la costa se considera adecuada a las actividades humanas, debido a la carencia de llanuras, suelos optimo para la agricultura y amplias cuencas fluviales (4). Debido a la presión de la transformación y degradación medioambiental, las áreas costeras se consideran entre las más frágiles del planeta, sobrecargadas por la creciente presión antrópica de urbanización por la tendencia tanto a la recepción permanente debida al desplazamiento de los habitantes desde el interior hacia la costa como por la recepción temporánea constante debida al turismo, la cual es auspiciada por políticas de "desestacionalización", perfilándose en un sistema de recepción lineal critico. La costa mediterránea ha sido afectada por un proceso ya avanzado de cambio muy rápido, en el cual el turismo es un elemento de transformación de relevancia por sus características económicas. El modelo de desarrollo urbano ha demostrado sus debilidades, las grandes ciudades ofrecen un ejemplo de crecimiento crítico. El problema de las franjas litorales también surge desde la voluntad de desarrollo, que caracteriza las ciudades medias y pequeñas, para implementar el bienestar ciudadano. Si no se replantean los modelos de relación territorial, los centros intermedios, y los que están relacionados a ellos se arriesgan a perder las oportunidades que ahora tienen de enfrentar la demanda de sostenibilidad con mayor eficacia. En este sentido las administraciones locales necesitan valerse de herramientas de análisis y evaluación de problemas para comprender la importancia de los objetivos a largo plazo, integrando políticas de participación que incluyan a los portadores de intereses.
El sistema mediterráneo de ciudades medias e intermedias Los procesos de ocupación de la costa mediterránea han ido consolidando redes urbanas en las que la actividad turística nacional e internacional constituye un importante sector de su economía, según datos de la UNWTO el consumo turístico y para‐turístico en Francia, fue de 117,6 mil millones de euros en 2008, equivalente al 6,2% del PIB, siendo la región Provenza‐Alpes‐Costa Azul una de las más visitadas (5). La Costa azul ha formado en los últimos años potentes ejes de conexión, entre ciudades de escala media tales como Niza, Canes, Grase, Antibes, Mentón y Mónaco, cuya proximidad y atractivo turístico sugiere desde hace tiempo la idea de conformar la Metrópolis de la Costa Azul, cada una de estas ciudades de escala media constituyen por sí mismas centros neurálgicos de movimiento económico, comercial, de información y turístico. Por su parte, España, como segundo destino turístico ha tenido un gran aumento del turismo internacional en el último medio siglo. Según datos obtenidos del Ministerio de Fomento Español, en 1950 apenas llegaron a España 800.000 turistas, estas cifras han ido duplicándose cada quince años aproximadamente, llegando a alcanzar en el año 2006, 58 millones y medio de turistas, el destino principal son las playas del Mediterráneo peninsular, Baleares y Canarias, que suponen dos tercios del
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PONENCIAS total. La distribución espacial del turismo en España muestra grandes diferencias entre regiones, siendo las de mayor demanda todas las provincias del litoral mediterráneo, los archipiélagos y Madrid, frente al bajo índice de la mayoría de provincias interiores. El proceso de descentralización ha generado nuevas relaciones con el territorio, el turismo como actividad generadora de ingresos ha convertido la costa en un polo de atracción en el que asociados a los conjuntos hoteleros y segundas residencias surgen servicios y se van consolidando conjuntos urbanos. En la Costa Dorada en Cataluña, se dio un proceso a partir de los años sesenta de surgimiento de segundas residencias debido a la búsqueda de desahogo de las condiciones que presentaba la región metropolitana por las deficientes condiciones de habitabilidad producto del rápido crecimiento. La implantación de la actividad turística y residencial fue dinamizando las economías locales superando la comarca como forma de organización jerárquica y propiciando la aparición de un nuevo modelo territorial a partir de la franja litoral (6), se consolida el protagonismo del sistema litoral en el proceso de urbanización y se forma una red que integra el territorio catalán en una misma realidad urbana dando origen a una ciudad de ciudades (7). Las relaciones con el territorio de estas ciudades exceden los límites provinciales, se instaura una condición en la cual pequeños centros desarrollan sus vocaciones turísticas, en particular en términos de capacidad de recepción, apoyándose en los servicios mayores que ofrecen otros centros más desarrollos en cuanto a "funcionalidad", como en el caso de las ciudades intermedias de la costa. Tarragona ofrece un ejemplo de estos sistemas en red, al representar el baricentro de la Costa Daurada, es decir, un conjunto turístico de fama internacional, que no obstante, absorve el 7% de oferta de plazas (hoteles y campings) de dicho conjunto (8). Otro caso a destacar es el de Alicante, que para el año 2008 contaba una población de 331.750 habitantes y la ciudad cercana Benidorm con 5.000 habitantes al final de la década de 1950, y 70.280 en 2008, con una densidad de 1.844,56 hab./km², en esta ciudad se contaban en 2007 una oferta de 6.808 plazas en hoteles y hostales en Alicante frente a 38.143 en Benidorm, ciudad que, en términos de pernoctaciones, representa un porcentaje del 71,5% del total de la provincia de Alicante (9). La identificación de una red de ciudades intermedias con relaciones funcionales evidentes en la costa del mediterráneo presenta una potencialidad para la generación de planes de gestión del territorio entre estas redes y el interior, de modo que la condición de ocupación urbana que ha generado un sistema lineal crítico en el borde costero pueda revertirse a través de las conexiones que ofrece la infraestructura costera hacia el interior. En general, las ciudades intermedias tienen procesos de industrialización más lentos que las grandes metrópolis (10) y por tanto, mayores grados de interdependencia con las áreas rurales y sus ciclos biosféricos, lo que permite reconocer la proyección de las acciones antrópicas en unos límites del territorio más amplios que en la ciudad actual. La perdida de relación con los recursos locales de las grandes ciudades ha repercutido en un sobredesarrollo de la franja costera y una crisis económica y demográfica en el interior. Las iniciativas orientadas a la búsqueda de una conexión costa ‐ interior ya se han planteado, un ejemplo lo constituye La Xarxa Solc, entidad formada por una asociación de pequeños municipios para fomentar acciones comunes para el desarrollo turístico sostenible del interior del Camp de Tarragona y las Terres de l’Ebre, aprovechando el paisaje como elemento integrador (11).
Factores generales de impacto del desarrollo turístico en el Mediterráneo Las zonas costeras se incluyen en las áreas expuestas a riesgo más inminente (Carta de Lanzarote, 1995), junto a las islas pequeñas y a las regiones de montaña, en las cuales el equilibrio medioambiental está más sujeto a las alteraciones debidas a las actividades humanas. Las consecuencias más evidentes del desarrollo turístico en las áreas costeras son la rápida e incontrolada urbanización, con sus fenómenos de especulación y fuerte impacto medioambiental sobre los ecosistemas y el paisaje, como el boom edilicio y de segundas casas que siguió la liberalización del mercado del territorio a partir de la década de 1960. Las segundas residencias, con anterioridad viviendas unifamiliares o conjuntos aislados progresivamente han ido constituyendo espacios con identidad urbana en los que se han ido incorporando servicios formando sistemas urbanos más complejos pero ineficientes. Estas ineficiencias se evidencian en la relación entre la ocupación de suelo como superficie construida y temporada de uso, a la cual se añaden los gastos de provisión y manutención de infraestructuras y transporte. La ciudad de
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PONENCIAS Torrevieja, destino popular de la Costa del Sol, Andalucía, pasó de 35.998 habitantes en 1996 a 101.381 en 2008 (12) En 2005, se esperaba la construcción de 3.796 nuevas viviendas, no obstante, se contaban, en relación a las 96.872 existentes, un 61,6% de segunda casa, frente a 15,8% de viviendas vacías, es decir que solo el 22,4% eran para esa fecha de uso principal (9). Estos factores determinan una fuerte presión sobre los recursos naturales y los ecosistemas debido a la gran concentración de actividades humanas en áreas reducidas, estas actividades generan, en períodos puntuales, una elevada producción de residuos y contaminación, donde agua y aire primordialmente resultan afectados (13). En síntesis, los aspectos del impacto del turismo en el medioambiente y los factores generales de presión en el área mediterránea evidencian la contaminación del aire, del mar y del agua, por desagües; El incremento de los residuos sólidos en tierra y agua; el daño directo del patrimonio natural y cultural; El abandono de las actividades tradicionales por otras más rentables relacionadas al turismo; El efecto negativo sobre los sistemas sociales y culturales. A esto se unen otros aspectos que afectan directamente al turismo: La erosión de la costa; El cambio climático que influye sobre el confort turístico y provoca fenómenos extremos; La privatización litoral continua que complica el libre acceso al mar, y la consiguiente impermeabilización del suelo que afecta el metabolismo medioambiental; La construcción ilegal que individualiza la falta de control territorial en un marco de general emergencia medioambiental; Las infraestructuras inadecuadas para gestionar los picos de congestión estacional. La cuenca del Mediterráneo presenta diversos contextos de desarrollo turístico, tanto en relación a las características territoriales como a las situaciones político‐económicas que lo determinan. En general se identifican dos macrorregiones , una es la sur‐este, en la cual la "explosión" del turismo coincide con los fenómenos propios en los países en desarrollo, marcados por la inestabilidad social y política, la otra es la del noroeste, es decir, europea, en donde las situaciones críticas avanzan en un contexto de turismo "maduro", y caracterizadas con fenómenos de congestión y sobreinfraestructuración del territorio, en la cual se hace urgente una política de "mitigación" del impacto turístico. La situación crítica general impone reconducir la tendencia de la actividad turística hacia el desarrollo sostenible, teniendo como meta fundamental disminuir el impacto medioambiental a través del apoyo económico que puede generar esta actividad para la conservación del ecosistema y la biodiversidad local, así como contribuir con la valorización y tutela del patrimonio natural y cultural.
Los modelos de consumo de la actividad turística en el metabolismo urbano En los modelos de ciclos abiertos los residuos son vertidos a la biosfera, la cual no dispone de mecanismos de absorción adecuados, lo que provoca fuertes alteraciones y degradación medioambiental. La demanda socio‐turística de recursos y la eficiencia en el cierre de ciclos materiales es un aspecto crucial para las ciudades contemporáneas, el consumo de agua y energía con la consecuente producción de residuos se hace mas critico con los flujos estacionales del turismo que aumentan esta demanda con picos insostenibles. En el mediterráneo se calcula un incremento estacional de la población hasta diez veces en los pequeños centros, con las inevitables consecuencias en el consumo de recursos, aunado a este factor está el del consumo irresponsable, que en el caso del agua, puede ser hasta cuatro veces mayor por turistas con respecto a residentes. En esto sentido, se identifican junto a la actitud de los turistas, las estructuras y los servicios destinados a esta actividad como uno de los mayores responsables de la ineficiencia de consumos, por lo que es necesario un replanteamiento de estos modelos metabólicos en las estrategias de regeneración urbana. El agua, los residuos y la energía son componentes del metabolismo urbano que pueden ser valorados en todo su ciclo desde la obtención hasta su retorno al medio, por lo que pueden contribuir a generar una visión del territorio y de la gestión de recursos mucho más compleja e integral que contribuya a respetar sus ciclos naturales y devolverlos a la naturaleza nuevamente en forma de recursos y no de residuos. El problema de los recursos no se debe solo a una demanda excesiva o a la contaminación producto de la antropización, sino a una gestión ineficiente que no ha considerado el impacto sobre el equilibrio del ecosistemas del cual forman parte, se calcula que la mitad de los humedales de la cuenca mediterránea
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PONENCIAS han desaparecido producto de esta gestión que ha desecado grandes superficies para la actividad turística o los ha sobreexplotado con la consecuente pérdida de biodiversidad (14).
Agua El agua en el mediterráneo es un recurso escaso, un factor crítico para la supervivencia de muchos ecosistemas y de los procesos naturales y agrícolas que debido tanto a las acciones antrópicas como al cambio climático ha sido afectada y la tendencia es a su disminución, la actividad turística genera un consumo despreocupado de este recurso al estar incluido en los gastos de alojamiento, el consumo de agua en Europa por concepto de turismo y recreación llega a los 300 litros de agua por día y en el turismo de lujo se puede llegar a 880 litros (15), muy por arriba del promedio de consumo doméstico, el cual cambia de un país a otro pero en España por ejemplo se calcula en 160 litros por persona y día en promedio. Según estudio de la UNESCO – IHE, la zona del mediterráneo perteneciente principalmente los países europeos es de las que presenta una mayor huella ecológica del agua, relacionando en este sentido los consumos y las reservas de agua tanto superficiales como subterráneas del país. Es necesaria la participación de la industria del turismo local y de políticas y regulaciones nacionales para el establecimiento de estrategias de gestión del agua, los planes locales incrementan las posibilidades de éxito ya que la participación de los entes involucrados facilita y acelera las acciones necesarias de gestión. Un programa de gestión del agua requiere del conocimiento de los procesos de transformación del territorio para poder seguir los caminos del agua, así como de los modos de gestión tradicional, los cuales respondían a la relación entre la demanda y el acceso al recurso. Del mismo modo, las ciudades intermedias son nodos que articulan flujos, puntos de referencia y de acceso a otros niveles de la red urbana, por lo que las estrategias de gestión del agua en estos centros urbanos tendrían una influencia sobre una extensión mucho más amplia.
Energía La actividad turística presenta actualmente los rangos más elevados de consumo de energía del sector terciario en la zona del Mediterráneo (16). El enfoque sectorial y masivo ha ocasionado que la demanda de energía aumente año tras año, sobrepasando las estructuras de suministro locales, sobre todo en periodos estacionales. La actividad turística y en particular el sector hotelero, se caracteriza por tener un patrón con una variabilidad estacional de demanda eléctrica [E], muy acusada en los meses de verano por el uso aire acondicionado y una demanda térmica [Q] que se incrementa en los meses de invierno por calefacción (17) (18). En la actualidad, se podría fomentar la vinculación entre el sector con una oferta energética “altamente eficiente”. Sin embargo, su dimensión de escala y el patrón temporal de la relación de demanda de energía eléctrica y térmica [E/Q] característica de esta actividad, no supera el potencial medio (19), por lo que no corresponde con la mayoría de las tecnologías potencialmente menos emisivas. Los posibles ajustes en la escala de esta actividad y el análisis de las oportunidades y limitaciones de su incorporación a un esquema comunitario de energía a nivel de distrito o barrio pueden representar una estrategia alternativa para reconducir este sector hacia un modelo menos agresivo con el medioambiente. Dicho enfoque, en el que interactúan y pueden participar diversos sectores económicos, incrementa la capacidad de aprovechamiento energético de sistemas basados en fuentes renovables (RES) y distintas funciones de los sistemas de generación simultánea de energía eléctrica (District Heating with Combined Heat and Power ‐ CHPDH, poligeneration (20). Estas alterativas pueden representar una potente herramienta para la reducción de las emisiones de CO2 asociadas al sector. De este modo, la sinergia entre las ciudades intermedias con los sistemas urbanos con identidad que la conforman puede maximizar las oportunidades de interrelación y organización, permitiendo validar zonas energéticas funcionales a partir de la escala de barrio. Para esto es necesario generar políticas y estrategias de transición hacia esquemas que incluyan la actividad turística como un sector que por su carácter público puede ofrecer oportunidades de gestión más viables, como esquemas comunitarios de energía que sean capaces de absorber la industria del turismo mediante estrategias conjuntas para obtener escenarios energéticos menos emisivos.
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PONENCIAS Residuos La cantidad de residuos generados por el turismo tiene grandes proporciones, más aún si se considera que gran parte es difícil de contabilizar debido a las características de movimiento de esta actividad, aún así se estima que cada turista internacional en Europa genera al menos 1 Kg de residuo sólido por día, con la probabilidad de que los turistas provenientes de países desarrollados tengan una producción mayor (21). En Francia, por ejemplo, la generación anual de residuos sólidos per cápita en los resort vacacionales es 25% superior a la media nacional de 392 kg / habitante (22) se supone una tasa relativamente similar entre el turismo nacional e internacional aunque es necesario determinar con mayor precisión la cantidad y tipo de residuos generados ya que éstos suponen daños al ecosistema que afectan tanto la calidad ambiental y de vida como la vocación turística de los lugares. La actividad turística al ser una actividad de carácter público facilita la implementación de métodos de gestión de residuos a gran escala por el potencial de generar las estructuras operacionales necesarias para los procesos de tratamiento. La industria del turismo afecta los procesos metabólicos de la ciudad generando mayores demandas de recursos y aumentando la producción de residuos, las ciudades intermedias presentan escenarios propicios de gestión debido a mantener grados de industrialización y de contaminación aún controlables y a la disposición a la participación de sus habitantes para la generación de estrategias orientadas al incremento de la calidad ambiental. La actividad turística al depender en gran medida de la calidad de los destinos es parte interesada en su mantenimiento, para esto es necesaria una adecuada gestión de recursos de modo que se consiga o bien devolver a los residuos su calidad de nutrientes o bien garantizar que su absorción no deteriore la calidad ambiental (3). La participación de la actividad turística en los procesos metabólicos, requiere programas de gestión de recursos que se apoyen en la infraestructura turística, la cual puede representar un potencial debido a su carácter público,por mayores posibilidades de control, pudiéndose plantear esquemas de cogeneración, recogida selectiva de residuos, reutilización de aguas residuales para riego de áreas verdes urbanas y otras.
Métodos e instrumentos para una política de turismo sostenible Las iniciativas internacionales y las estrategias políticas han desarrollado recientemente una gran atención a los temas de la sostenibilidad (a partir de UNESCO y UNEP) que han institucionalizado el papel de la Agenda XXI, se han multiplicado las convenciones, estrategias y líneas guía para la sostenibilidad del desarrollo y el medioambiente en las que se destaca la preocupación por el turismo. En este sentido, la Carta de Lanzarote (1995) representa un documento pionero que ha influido sobre el desarrollo de los principios de sostenibilidad turística. Junto con The World Tourism Organisation's Global Code of Ethics for Tourism (1999), The Quebec Declaration on Ecotourism (2002), The Convention on Biodiversity and Tourism Development (2003) y la Organisación Mundial de Turismo de NU (UNWTO) se estructuró la publicación Making Touirsm More Sustainable (2005) en la cual, por primera vez, se formula la definición del Turismo Sostenible (Turismo que tiene en consideración el impacto actual y futuro en la economía, la sociedad y medio ambiente, en concordancia con las necesidades de los visitantes, la industria, el entorno y las comunidades de acogida), resumiendo los principios básicos y ofreciendo la formulación de líneas guía, tanto estratégicas como operativas, para las políticas locales. La Agenda XXI es una herramienta fundamental para el desarrollo local en el marco de la sostenibilidad, que tiene muchas aplicaciones en el área euro‐mediterránea, y en la cual el desarrollo turístico tiene un papel importante. En el marco de las políticas y estrategias para el medioambiente indicadas en las líneas guía de Agenda XXI por Europa, se destacan tres herramientas operativas a diferentes niveles, muy adecuadas para el desarrollo del sector turístico sostenible: la Strategic Environment Assessment, la certificación EMAS (Eco‐Management and Audit Scheme), y el Integrated Coastal Zone Management). La primera (2001/42/EC) es un proceso que actúa sobre la planificación territorial, programas y proyectos de escala regional, que integran los intereses medioambientales con los demás (típicamente socio‐económicos) y que determinan planes y políticas. El ICZM es un proceso de decisiones para la gestión de la costa con una aproximación más ambiciosa, incluyendo en la dimensión geográfico‐política
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PONENCIAS los aspectos medioambiental, histórico‐cultural, urbanístico y económico, explícitamente para conseguir objetivos de sostenibilidad. En ámbito mediterráneo se formuló el protocolo ICZM (Madrid, enero 08) primer instrumento internacional legally Binding por los países de las Naciones Unidas propio de un mar regional. Así mismo, desde el compromiso del Proceso de Barcelona por la tutela medioambiental y del MAP (Mediterranean Action Plan) para el desarrollo sostenible, se creó el programa Plan Bleu que implementa una metodología (Plan Bleu‐ Imagine 2007) para la formulación de planes integrados de gestión costera, y que tuvo varias aplicaciones experimentales (CAMP) en la área mediterránea (Malta, Slovenia, Croatia, Argelia, Lebanon...) incluyendo métodos de procesos de participación para la formulación de indicadores de sostenibilidad. En el mismo contexto institucional se desarrolló un instrumento específico del sector turístico para la estructuración de líneas guía para Capacidad de Carga turística. Este concepto nació a partir de la necesidad de solucionar la degradación medioambiental, social y económica provocada por la difusión de un turismo masificado, e intervenir en la parábola decadente del ciclo de vida turístico de los destinos. De hecho, la capacidad de carga resulta un concepto muy "incomodo" debido a que la cuantificación de factores complejos interrelacionados y variables en el tiempo podría ser ineficaz, con medidas consideradas demasiado restrictivas que no se conforman con las políticas liberales del mercado, consideradas limitantes al desarrollo de los destinos. Por otra parte hay que admitir que la contención muchas veces es necesaria y que junto con las prácticas participativas se pueden estimular procesos y debates útiles a estrategias adecuadas. En general este tipo de evaluaciones están evolucionando gracias a la identificación de nuevas debilidades de la metodología, como la imposibilidad de aplicaciones de las mismas medidas en diferentes lugares, o la necesitad de flexibilidad en la interpretación de los limites variables en el tiempo. Por eso se prefiere individualizar los rangos más que los números definidos de referencia, comprendiendo como la interpretación subjetiva de datos puede generar errores de evaluación. Estos problemas de cuantificación de carga han llevado al concepto de límite de cambio aceptable (LAC) en el cual se enfoca el nivel de impacto indeseable más que la cantidad de actividades en el territorio (22) La necesitad de eficacia de las políticas de calidad del turismo pasa por la comunicación a los clientes y la posibilidad de selección en el panorama de ofertas turísticas. Hoy día el concepto de calidad se basa sobre los principios de compatibilidad con el medioambiente, por lo cual en los últimos veinte años se han generado una multitud de sellos y certificaciones voluntarias que, con sus logos, recuerdan el sentimiento ecológico (23). Esta proliferación fue seguramente positiva en principio, pero el aumento causa la perdida de confiabilidad y consecuente desorientación. La Comunidad Europea se propone armonizar estos sistemas de reconocimiento de gestión ambiental para conseguir más eficacia en vista de un mercado turístico europeo siempre más homogéneo. En principio esos instrumentos se aplicaban a los productos, en la actualidad se extiende a la evaluación de calidad de toda la cadena turística mediante la elaboración de estrategias de gestión medioambiental (EMS‐Environmental Management System), que son la base de las certificaciones internacionales ISO 14001 y EMAS (CE n° 1836/93) aplicables a las actividades turísticas. Actualmente la formulación de EMAS II (Environmental Managment Audit Scheme) supera las diferencias entre los dos estándares con un sistema integrado (24) El éxito tenido por estas certificaciones voluntarias se puede encontrar en la ventaja económica de las empresas en la elaboración, implementación y comunicación de sus estrategias de gestión medioambiental. Es decir, que van reduciendo los gastos de gestión, y ganan en imagen en la competitividad y en la comunidad. Desde el aspecto medioambiental los temas cruciales de las EMS residen en la reducción de los impactos de contaminación y degradación del paisaje, ahorro energético y uso de recursos, en particular del agua, así como en la sensibilización medioambiental en todos niveles del personal de la empresa. En el universo de las certificaciones de sostenibilidad, compatibilidad ambiental o calidad existen sellos específicos para categorías más sectoriales, importantes para la eficiencia tanto de los edificios y la calidad de productos que involucran la recepción y los servicios turísticos, como los estándar LEED, ECOLABEL Europa, ISO, específicos por el sector turismo o la BANDERA BLU por el sector de calidad ambiental de las playas y el mar.
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PONENCIAS En el ámbito de instrumentos para la sostenibilidad del turismo se pueden identificar varias experiencias que aun pertenecen a la esfera de la investigación, o programas pilotes patrocinados por la UE, en un abanico heterogéneo en escala como en sectores y objetivos: desde la educación a la formación de redes informáticas, desde el tema del turismo urbano hasta lo etno‐gastronómico, o desde la gestión de áreas protegidas hasta la elaboración de herramientas de ayuda a la governance basados sobre sistemas de indicadores. De hecho hay que reconocer los esfuerzos para crear políticas coordinadas para mitigar el impacto turístico y plantear las bases para un desarrollo sostenible. Entre las dificultades tanto de los sistemas técnicos y tecnológicos, como de coordinación política, permanece el problema de armonizar los conflictos que existen entre la dimensión teórica‐global y la dimensión pragmática‐local. Por lo tanto la complejidad de integrar los instrumentos de gobierno del territorio en un nuevo concepto interdisciplinar y regional como el del Mediterráneo, tiene muchos obstáculos, es una situación aun inmadura en la cual se encuentran por un lado la formulación de diferentes instrumentos complejos y una situación de necesidades de datos de calidad difícil de cumplir, y por el otro una falta de preparación de los administradores, a esto se suma la escasa disponibilidad de recursos económicos de los centros pequeños, y la moral de los enclaves políticos locales, donde la toma de decisiones todavía se juega entre los poderes fuertes y las ambigüedades legislativas.
SISTEMA URBANO Y TURISMO: RIESGOS Y OPORTUNIDADES Aspectos potenciales de las ciudades intermedia La rápida expansión de la urbanización es un fenómeno mundial, según datos de Naciones Unidas, en 1950 el 29% de los habitantes del planeta vivían en ciudades, es decir, unos 750 millones de personas, en 1999 el porcentaje llegó a un 47% y afectaba a unos 2 850 millones de habitantes, se prevé que para las primeras décadas del próximo siglo este porcentaje llegue a superar el 60%, con unos 5 000 millones. La mayor parte de esta población se concentra en ciudades de escala media, es decir, de menos de 500 mil habitantes (10). Este crecimiento acelerado no escapa a la costa mediterránea la cual ha ido consolidando centros urbanos antes dispersos en ciudades de escala media, esto debido en muchos casos al crecimiento de las ciudades turísticas al convertir viviendas secundarias en residencias legales permanentes, las cuales en algunos casos duplicaron sus censos durante el período de 1981 y 1991, como en los casos de Mijas (114%), Torrevieja (106%), Calvià (75%), Benidorm(69%), Benelmáneda (58%), Roquetas (52%), Marbella (27%)… (25). En algunos casos las relaciones con el territorio así como las dinámicas materiales, energéticas y de información han incentivado proyectos de ciudad, lo que incrementa sus cualidades de ciudad intermedia y facilita la implementación de planes orientados a la sostenibilidad. Existen estrechas relaciones entre las características (10) de las ciudades intermedias y los principios del turismo sostenible que presentan potencialidades de desarrollo a buen término. Estas oportunidades se originan desde la persistente relación con su proprio patrimonio natural construido y lo sociocultural, hasta los recursos locales y la identidad. El hecho de conservar los rasgos de un paisaje (territorial y urbano) menos sobrecargado por el desarrollo industrial, abundante de rastros históricos y tecnológicos, es una oportunidad para lograr la regeneración de los patrones de consumo y de los destinos turísticos planteados sobre la calidad del propio medio. La experiencia mediterránea demuestra como la agresividad del desarrollo turístico va alterando el paisaje, imponiéndose sobre los usos tradicionales del suelo y del mar, provocando la degeneración de la calidad urbana y arquitectónica, con tecnologías y materiales que desnaturalizan las identidades locales, empobreciendo a largo plazo la calidad de vida en la costa. Por otra parte, los destinos que reconocen la integridad física y la biodiversidad como valor de calidad para el turismo, constituyen áreas de protección y tutela encontrando apoyo en los beneficios de la visita turística, aún cuando sea necesario contener la accesibilidad a estos recursos. En este sentido es importante la información y responsabilidad de los visitantes sobre su interacción con el medioambiente. En el territorio históricamente dedicado al uso agrícola se confirma la tendencia de
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PONENCIAS conversión de su productividad y biodiversidad en el desarrollo de áreas edificadas para la recepción, hoteles o segundas casas, o al monocultivo intensivo para satisfacer la demanda del turismo. Contrariamente, donde el interés de la visita se basa en el intercambio cultural, se aplican ciclos virtuosos en los cuales las actividades y los productos típicos locales, y con esos la cultura tradicional para producirlos, se ven valorizados y son motivación de atractivo turístico. Las ciudades intermedias están relacionadas a redes de infraestructuras que conectan redes locales y regionales con fácil acceso a las internacionales (10), constituyendo puntos nodales de privilegio. Esta característica es sin duda un punto potencial para los flujos turísticos, siendo un soporte para la dotación de servicios y la accesibilidad a los destinos. La situación mediterránea pone en evidencia como, en unos contextos territoriales, la atracción de grandes flujos pone en crisis la dotación infraestructural en los momentos de congestión estacional (por ejemplo la movilidad en las estrechas franjas litorales y la sobrecarga de las estructuras hospitalarias) lo que conlleva perjuicios sobre los equilibrios locales. El contexto de calidad de la vida de un destino constituye, para el turismo, un elemento importante en la percepción de la calidad de la visita, y por eso de su éxito. Las ciudades intermedias disfrutan, en general, de un contexto socialmente menos conflictivo que las grandes ciudades, debido a una menor diversidad social y cultural (10) en la cual tiene lugar un sentimiento de identidad y orgullo por sus propias tradiciones. Este factor puede ser una ventaja por el sentido de acogida y seguridad por el visitante, que, se supone, acompaña la experiencia con un ambiente cordial. Junto al éxito turístico los destinos pueden polarizar tipos de flujos de inmigración, estables o estacionales, atraídos por un creciente dinamismo de la demanda del mercado laboral. Un incremento social acelerado puede provocar, en un sistema no "preparado", el surgir de nuevos conflictos, como la disparidad social, el incremento de actividades ilegales (muchas veces basadas sobre la demanda de los turistas) como actos criminales (especialmente contra los mismos turistas), con la consecuente pérdida de estabilidad social y repercusiones sobre el sentimiento de aceptación hacia el turista. Frente a tantos equilibrios en juego, bajo la fuerza transformadora del desarrollo turístico, resulta evidente la necesidad de actuar con prudencia y en consenso con la comunidad. Si es verdad que las ciudades intermedias ofrecen una dimensión de gobernabilidad en un ámbito más propicio y controlable (10), es aconsejable que se empleen "nuevas nociones de urbanidad" para satisfacer la demanda de sostenibilidad y de regeneración de la calidad de vida. En este sentido, se deben aprovechar las potencialidades de participación de los ciudadanos en las decisiones, a partir de la dimensión social de la escala de barrio, entendiéndola como unidad orgánica del sistema urbano.
El desarrollo sostenible del turismo en la regeneración urbana de barrios El barrio es un espacio con identidad reconocible de la red urbana que se define como ciudad, algunos autores (26) coinciden en que la identidad de los barrios pertenece más a un contexto sociológico que geográfico basado en topografía o uso del suelo. El barrio es una escala que se perfila adecuada para la regeneración urbana en términos sostenibles tanto por la proximidad entre lugares y servicios que lo conforman, como por razones funcionales, debido a que presta servicios como el mercado, la biblioteca, la escuela y otros en los que sus habitantes tienden a coincidir y reconocerse como integrantes de una comunidad, con lo cual la dimensión humana se reconoce como un factor clave que facilita planes de mejora al plantearlos desde las necesidades de aquellos a quienes les concierne. En la ciudad mediterránea la entidad del barrio ha formado parte de un tejido imbricado de la ciudad, si bien existen usos preferenciales que otorgan rasgos distintivos, siguen siendo preponderantes la heterogeneidad de usos y la compacidad, la cual impone condiciones de proximidad y mixticidad que propician espacios públicos de gran vitalidad, en los que se suceden actividades funcionales, de ocio y movilidad, que dan sentido a la vida ciudadana. No obstante, el crecimiento urbano ha traído como consecuencia la expansión fuera de los límites de la ciudad tradicional y con ella se ha perdido en gran
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PONENCIAS parte la complejidad entendida en términos de heterogeneidad de usos, lo que se traduce en una separación de funciones urbanas que dificultan tanto la cohesión social como el fácil acceso para todos a los bienes y servicios que ofrece la ciudad. La actividad turística masiva también contribuye a disminuir la heterogeneidad funcional característica de la dimensión de barrio, lo que trae como consecuencia desequilibrios en el sistema. Conocer las dinámicas de especialización turística estructural es necesario para pesar la influencia del desarrollo turístico en la orientación de la toma de decisiones para la gestión territorial. En la base de este análisis está la necesidad de individualizar las estructuras relacionadas a la actividad turística, y gestionar los fenómenos de las segundas casas y economías "sumergidas" que influyen además en la calidad de la oferta y finalmente sobre la experiencia turística. Por razones histórico‐culturales, como estructurales, La entidad del barrio representa, desde un punto de vista un elemento base en la visita turística en la construcción de la vivencia personal relativa a la ciudad. Cada destino tiene sus barrios: históricos y monumentales; característicos; nocturnos; de mala fama; escenarios de películas o de libros; con parques; con museos y de transito o que comunican a otros abundantes en atractivos. Para bien o para mal todas esas células urbanas desarrollan potencialidades para la recepción turística y para dar respuesta a las necesidades de los visitantes a cambio de "seguridad". Desde otra perspectiva, los barrios constituyen una suerte de célula en la identidad urbana, y una unidad política en el gobierno en las ciudades intermedias, presentando escenarios propicios para la actuación de políticas participativas, en las cuales la comunidad se responsabiliza sobre la toma de decisiones y los portadores de intereses son involucrados activamente, permitiendo plantear un debate sobre las propias aspiraciones, alimentando una visión de futuro compartida. El conflicto que genera esta actividad tiende a "consumir" el espacio público, los lugares culturales y monumentales, los servicios (como la movilidad) y los mercados, es decir, los beneficios privados del turismo se basan en la explotación del patrimonio público sin contribuir a su "regeneración", y consecuentemente a la calidad de vida colectiva, provocando un sentimiento de exclusión ‐ competición de los ciudadanos al compartir sus recursos. En esto sentido, la participación puede restituir la percepción de la carga social del turismo y apoyar la distribución equitativa de los beneficios, considerando que la actividad turística en la franja mediterránea es una fuente de ingresos y de empleo y que tiene repercusiones sobre el PIB nacional de estos países (Solo en los países del G20 la actividad turística aporta un 5% del PIB y un 6% del empleo según datos de la OMT ‐Organización Mundial del Turismo, XXIII‐ en España representa el 10,5% y en CYPRO en 2001 se calculaba un 31% con previsiones de 34.2% para el 2011 (27). Reconociendo tanto las potencialidades socio‐económicas del sector turístico como la influencia degenerativa que puede provocar en sistemas locales "débiles", se prioriza la planificación de la integración de la carga turística en el sistema de residentes, entendiéndolo como una única comunidad dinámica (tanto en las estaciones como en los años) que debe compartir los recursos disponibles, los lugares y los servicios de la ciudad, en un contexto de calidad de vida positivamente compartido. Para esto es necesaria la búsqueda de un desarrollo sostenible para este sector que garantice el mantenimiento no solo de los recursos naturales sino igualmente el patrimonio público, y los servicios sobre los cuales se asienta la industria y de los que depende la demanda turística a futuro.
CONCLUSIONES En la situación general de crisis de la ciudad contemporánea, las ciudades medias e intermedias se encuentran en una situación de potencial privilegio para generar respuestas a la actual demanda de sostenibilidad. El caso particular de la costa del Mediterráneo, especialmente el sector occidental europeo, está caracterizado por un proceso de antropización e impulso del crecimiento alimentado en particular por el fenómeno turístico. No obstante los fuertes impactos debidos a esta actividad son evidentes sus aspectos potenciales, al considerar que, por ser un sector “rentable” debe involucrarse en
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PONENCIAS la tutela y mejoría de la calidad de la vida de los destino, constituyéndose en motor para dar respuesta a la demanda de sostenibilidad. En este contexto se evidencia la importancia de la dimensión de la escala de barrio, la cual constituye también un aspecto nodal en la visión sostenible del futuro de la gestión urbana. Frente a tantos retos, de acuerdo con todo el planteamiento científico sobre el turismo sostenible, parece conveniente integrar este sector con su potencial de empleo en el proceso de transición hacia una situación mas sostenible de la relación entre actividad antrópica y territorio. En términos estratégicos resulta evidente entonces que la reglamentación de la propulsión económica del turismo tenga que pasar como toda otra practicas industrial, por la internalización de los gastos medioambientales que provoca. De otra forma es necesario que el sector turismo contribuya a constituir un marco técnico y cultural de eficiencia en el uso de recursos. Por último, es necesario que la potencialidad de renta de esta actividad contribuya a la regeneración del medio social y ambiental que aprovecha. En otros términos, se trata de aproximar la equidad en la distribución de los beneficios, especialmente en la dimensión local, porque si el turismo quiere sobrevivir a si mismo necesita tutelar y valorizar las identidades de los destinos en su diversidad, revitalizando la dimensión urbana y regenerando la calidad de vida donde sea reconocible su responsabilidad.
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