4 DE MAYO 2009

MIRANDO A CHINA DESDE MÉXICO MIGUEL ÁNGEL TORHTON

ÍNDICE Introducción China hacia el mundo China para México INTRODUCCIÓN A lo largo del siglo XIX, China emergió en el horizonte del sistema internacional como un actor con creciente relevancia estratégica debido, entre otras cosas, a su extensión territorial, ubicación geográfica y a las posibilidades económicas y de intercambio que ofrecían las tierras de oriente ante mercados en constante expansión. Tras la revolución que llevó al poder al presidente Mao Zedong (de la mano del Partido Comunista Chino) en el año de 1949, se inició una nueva etapa en la historia de China, en la cual se buscó la reivindicación de lo nacional mediante el trabajo agrícola y obrero. Luego de un siglo de constante intervención extranjera, esta opción de comunismo se basó en el supuesto de que el crecimiento económico independiente promovería el desarrollo interno y llevaría a China a alcanzar un lugar privilegiado en el escenario político internacional. A la muerte de Mao, pese a que éste desarrolló un sistema autoritario y aislado económica y políticamente del exterior, los siguientes gobiernos del PCC buscaron la integración a la economía global mediante reformas que hicieron tambalear a los mercados internacionales. De esta forma, la gradual integración de China en el sistema internacional le ha llevado a convertirse en una potencia mundial que aceleradamente emerge en el mapa del sistema político internacional. El presente ensayo buscará analizar las consecuencias que tienen para México los efectos derivados de esta creciente hegemonía china en un mundo de características multipolares. Así mismo, se buscará entender por principio de cuentas las afectaciones que el poderío económico, militar y político de China tengan sobre el sistema político internacional, de tal forma que las divergencias entre México y China puedan ser equiparadas a partir de este contexto específico. CHINA HACIA EL MUNDO En el contexto internacional, China ha adquirido importancia debido principalmente a cinco factores que, de acuerdo con la literatura de relaciones internacionales, son considerados estratégicos. Estos factores son políticos, económicos, militares, demográficos y geopolíticos. La combinación de todos estos elementos, que serán explicados a continuación, resultan claves para

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entender el desarrollo de esta nación y la influencia que tiene sobre el mundo actual. Así mismo, estas características permitirán una visión más amplia de la coyuntura internacional a la que se enfrenta México en su trato con China. Para comenzar a enumerar estos factores anteriormente mencionados, iniciaré con la cuestión geopolítica del lugar que ocupa China en el mundo del día de hoy. Cabe decir a este respecto que China es uno de los países más grandes del mundo (el cuarto más grande, sólo después de Estados Unidos, Rusia y Canadá) que, además de contar con esta ventaja suficientemente beneficiosa, también mantiene fronteras con catorce países (Afganistán, Bután, Birmania, India, Kazajistán, Kirguistán, Laos, Mongolia, Nepal, Corea del Norte, Pakistán, Rusia, Tayikistán y Vietnam), lo que le convierte en el país con más fronteras terrestres en el mundo. Así, esta gran extensión de tierra, situada en una posición de privilegio para la política mundial (al Norte se encuentra cerca de Rusia; al este, se topa con Japón; al oeste, se encuentra con la región de Oriente Medio; al sur, se enfrenta ante el milagro de los Tigres Asiáticos y el crecimiento inevitable de su vecino India), le permite a su vez mantener condiciones climáticas, geológicas, pluviales y orográficas, entre otras tantas, que le han permitido un desarrollo basado en la agricultura y que, pese a haber sufrido las serias turbulencias que serán descritas más adelante, logró una evolución tal que permitió a la economía china pasar de un modelo de exportaciones de materias primas a un modelo manufacturero e industrial que, debido a sus amplias ventajas comparativas con respecto a otros países en vías de desarrollo, se ha consolidado de forma abrupta en los mercados internacionales. Otro factor de importancia para China es la cuestión demográfica, que le plantea la posibilidad de un enorme potencial en capital humano para impulsar el desarrollo. Teniendo en cuenta que el año pasado se aproximó la población de China en 17,430,000 personas, es posible entender la magnitud de las potencialidades de su población. Gracias a sus factores demográficos (y en gran medida también debido al carácter de las políticas públicas comunistas del gobierno chino), China se está convirtiendo en un país rico en capital humano, que año con año gradúa a más estudiantes de sus universidades, que emplea a un mayor número de personas en proyectos a largo plazo y que, pese a su política de restricción de la natalidad, mantiene dentro de su territorio a casi un quince por ciento de la población mundial. Al hablar del tercer factor, el carácter militar del desarrollo chino, es posible referirse a éste como un factor que apenas comienza con el avance hacia su desarrollo como potencia mundial. Las razones para ello, allende el crecimiento económico, tienen que ver sobre todo con las cuestiones

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históricas y políticas que llevaron a China a un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Con esta medida, tomada al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se dio un primer paso para permitir la hegemonía militar china en Asia, además de contrarrestar los efectos potenciales de un crecimiento militar en Japón, que ya de por sí sería limitado con la fuerte intervención estadounidense en sus cuestiones políticas y militares. Por ello, tras el gran crecimiento económico chino, el desarrollo militar era sólo cuestión de tiempo. El tiempo se ha cumplido en los primeros años del nuevo siglo. Aprovechando la coyuntura beligerante del panorama internacional posterior al once de septiembre, China ha comenzado la reconstrucción de su ejército y de su armamento para consolidarse así como una potencia militar mundial, la más importante dentro del continente asiático. Este último factor nos revela los cambios en la hegemonía militar que se han desarrollado en los últimos años con el fin de la Guerra Fría. Además, nos proporciona una visión de los próximos puntos de encuentro de la política militar mundial durante los próximos años. El cuarto factor es quizá uno de los más importantes dentro de la política de desarrollo china: la economía. Mencionar cualquiera de las causas y los efectos actuales y factuales de la economía china resulta un claro acercamiento a un lugar común, reiterado un sinnúmero de veces por especialistas y líderes de opinión. Sin embargo, acercarse a las razones primordiales de esta gran expansión económica es quizás una forma más verídica para el entendimiento causal de la cuestión. En gran medida, el desarrollo económico de China se dio a partir de las reformas económicas y estructurales planteadas tras la muerte de Mao, durante los años ochenta. Los nuevos gobiernos chinos establecieron reformas principalmente en la agricultura, las empresas estatales, los sistemas de precios, el sistema financiero y la apertura hacia el comercio internacional y la inversión extranjera. Estas reformas, que fueron llevadas a cabo de forma gradual, significaron una pronta pauta para el desarrollo que, combinado por el milagro sucedido en las economías del sudeste asiático desde los primeros años de los setenta, logró que durante la década de los ochenta y noventa china adquiriera las ventajas que le orillaron a integrarse a la Organización Mundial de Comercio para resolver así los problemas derivados de los intercambios comerciales con otros países del mundo, aunque especialmente con Estados Unidos de América. Finalmente, el último factor, aunque no por ello menos importante, responde ante el curioso carácter que ostenta el sistema político chino. Este modelo de un comunismo de libre mercado se ha podido sostener con un gobierno que es capaz de regular la mayoría de los movimientos sociales, políticos o económicos. En gran medida, es posible afirmar que este enorme poderío coercitivo deviene del poder ejercido por el Partido Comunista Chino, representado por la figura carismática y autoritaria de Mao Zedong. Pese a cualquier crítica que se pueda establecer en contra del gobierno

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totalitario del caudillo chino, lo cierto es que el desarrollo de una burocracia estatal capaz de abarcar un territorio con características geográficas tan conflictivas es un logro que pocos gobiernos en el mundo pueden ostentar. De igual forma, la estructura de adhesión al PCC y el controvertido esquema de represión gubernamental sienta las bases de una sociedad con muy limitada capacidad de movilización en contra de las decisiones gubernamentales en los distintos ámbitos de gobierno; así mismo, su estructura unipartidista dota a China de la capacidad de actuar en sus altas esferas gubernamentales como un actor unificado en términos de intereses, decisión y aceptación de políticas públicas estratégicas. De esta manera, a partir de las características internas de China, podemos entender en qué contexto se encuentra situado México al momento de enfrentarse con este gigante asiático que lentamente despierta de años de intervensionismo, proteccionismo y nacionalismo exacerbado. A continuación, desarrollaré algunos de los puntos clave en la relación México-China para los años venideros. CHINA PARA MÉXICO Para empezar a desarrollar los conflictos que habrán de surgir entre nuestro país y la lejana China, habrá que dar un paso atrás para analizar las relaciones que han existido entre estos dos países. Primeramente, habrá que referir que las primeras relaciones diplomáticas entre China y México se dieron en 1972, luego de que el entonces presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez, reconociera la soberanía territorial única de China. Es decir, luego de que reconociera al gobierno comunista de Beijing y no al territorio taiwanés como gobierno central de China, que por razones históricas propias de la Revolución China y del orden mundial de los años cincuenta había sido reconocido en detrimento de la legitimidad comunista de Mao Zedong en el territorio continental de China. Desde entonces, las relaciones exteriores entre China y México han sido por demás fructíferas y cordiales. México ha recibido la visita de varios funcionarios estatales del gobierno chino a lo largo de más de treinta años de diplomacia, mientras que no ha habido un presidente desde el sexenio de Luis Echeverría que no se dirija a China para fortalecer la relación en asuntos específicos. ¿Cuáles son estos asuntos específicos que se plantean entre China y México?, y, ¿cuáles son las perspectivas del futuro sobre estos temas para la relación entre ambos países? Por principio de

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cuentas, es posible mencionar dos asuntos fundamentales para la relación entre estos dos países: las relaciones económicas y la cooperación entendida como intercambio social, cultural y tecnológico. En cuanto a las relaciones económicas, lo cierto es que China se ha convertido desde 2003 en el segundo socio comercial de México. Así mismo, para China, México equivale a su segundo socio comercial más importante en América Latina. Para 2003, el comercio bilateral entre China y México equivalía a alrededor de 4,490 MDD. Estas condiciones se alcanzaron principalmente gracias a que China se atuvo a las condiciones de la Organización Mundial de Comercio, lo que permitió a ambos países establecer medidas regulatorias al comercio. Sin embargo, la ausencia de un tratado de libre comercio justifica el hecho de que un comercio abierto y sin regulaciones resulta una desventaja absoluta para las industrias nacionales de México, por lo cual las relaciones comerciales entre los dos países se han mantenido sostenidas en productos específicos con negociaciones particulares. Esta explosión en las condiciones de intercambio se ha dado también gracias a que China es capaz de satisfacer la demanda mexicana en productos tecnológicos para los cuales no existe un desarrollo suficiente en nuestro país. Por otra parte, dadas estas condiciones de intercambio comercial, lo más lógico y natural es que se estrechen los vínculos de cooperación e intercambio en términos sociales, culturales, tecnológicos y, sobre todo para los próximos años, turísticos. Esta necesidad por entender qué es China y quién es China para el sistema internacional explica en gran medida los grandes esfuerzos académicos y diplomáticos por acercar la cultura china a ámbitos de investigación y conocimiento mutuo. Un ejemplo claro en el ámbito académico resulta el Centro de Estudios China-México, creado por la Universidad Nacional Autónoma de México como una forma de acercamiento multidisciplinario a la cultura china. Otro buen ejemplo de la relación bilateral en cooperación de este tipo se puede apreciar en el Acuerdo Cultural entre China y México de 1978, que incluye, entre otras cosas, la creación de un Comité Mixto de Cooperación Cultural y Educacional que ha permitido un constante intercambio académico y cultural entre las dos naciones. Así mismo, las relaciones turísticas entre México y China constituyen una posibilidad potencial para ambos países. Lentamente, se busca el aumento en la demanda de intercambios turísticos que favorezcan las relaciones comerciales y culturales entre estos países. Sin embargo, es necesario reconocer que este proyecto de intercambio turístico se mantiene en un estado de latencia que, sin embargo, no tardará en alcanzar las realidades sociopolíticas de nuestro país.

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He aquí algunos de los retos a los que se enfrenta México en su relación con China. Existen, sin embargo, un sinnúmero de casos particulares que, debido a su amplitud, no se han abordado en el presente texto. Lo cierto es que las relaciones de hermandad entre los dos países se mantienen sujetas a una cercanía obligatoria que con el paso del tiempo se irá afirmando más y más. Por ello, este texto se enfrenta a una perspectiva general capaz de guiarnos hacia el futuro de nuestra relación con el lejano país de oriente.