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Pág. 326 – 335 Boletín Médico de Postgrado. Vol. XXX Nº 4 Octubre – Diciembre. Año 2014
UCLA. Decanato de Ciencias de la Salud. Barquisimeto – Venezuela
ARTÍCULO DE REVISIÓN 1
INFECCION POR BLASTOCYSTIS SP. EN EL HOMBRE: MECANISMOS PATÓGENOS
* Netty Colmenares; ** Carlos Medina.
PALABRAS CLAVE: Blastocystis sp. Infección. Patogenia. RESUMEN Blastocystis sp, es un organismo unicelular, protista, polimórfico, encontrado en diversos animales y con una heterogeneidad importante, cuya prevalencia ha aumentado en los últimos años. Se ha avanzado en la descripción morfológica y en la clasificación taxonómica del mismo. Los mecanismos por los que este organismo puede producir lesión en el hombre aún no están precisos, por lo cual se hace una revisión de los propuestos para ello hasta el presente, teniendo en cuenta los mecanismos que llevan a cambios morfológicos en las células del huésped como rearreglo de filamentos de actina, alteraciones de la permeabilidad, alteraciones en uniones estrechas; la posibilidad de enteroadhesión y/o enteroinvasión; cambios detectables por serología y la liberación de sustancias en el espacio de interacción parásito-huesped.
INFECTION BY BLASTOCYSTIS SP. IN THE MAN: PATHOGENIC MECHANISMS KEY WORDS: Blastocystis sp. Infection. Pathogenesis. ABSTRACT Blastocystis sp. It is an unicellular organism, protist, polymorphic, found in various animal and with significant heterogeneity, whose prevalence has increased in recent years. Progress has been made in the morphological description and taxonomic classification of the same. The mechanisms by which the body can produce injury in man are not precise, so a review of proposed for it at present is done, considering the mechanisms that lead to morphological changes in host cells like rearrangement of actin filaments, altered permeability, alterations in tight junctions; possible enteroadhesión and / or enteroinvasión; serologically detectable changes and the release of substances in space intercacción parasite-host.
* Médico pediatra, Prof. Agregado, Decanato de Ciencias de la Salud. UCLA. Barquisimeto, Estado Lara. Venezuela. ** Médico internista, Prof. Titular, Decanato de Ciencias de la Salud. UCLA. Barquisimeto, Estado Lara. Venezuela
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INTRODUCCIÓN La infección intestinal por Blastocystis sp es una parasitosis que ha aumentado su prevalencia en los últimos años (1), en este sentido, para el año 2002 Amin (2) reporta el ascenso en la prevalencia de infección por Blastocystis sp en los Estados Unidos hasta 23%, la más alta hasta ese momento, y comparable a países como Argentina (25%), resaltando la importancia epidemiológica de este hecho, y señalando que para ese momento Blastocystis sp ocupa el primer lugar en frecuencia dentro de las parasitosis intestinales. Actualmente la infección por Blastocystis sp es la parasitosis intestinal humana de mayor prevalencia en regiones tropicales y subtropicales, encontrando cifras de alrededor de 65% (3). La prevalencia de esta infección aún se desconoce en algunas partes del mundo. En Latinoamérica la prevalencia está entre 30 y 50% y en la República Bolivariana de Venezuela, es hasta de un 60% (4). En el Estado Lara en un estudio realizado en pacientes pediátricos del área de influencia de un ambulatorio en Barquisimeto encuentran Blastocystis sp en 42,2% de los pacientes (5). Este incremento en la prevalencia ha llevado a clasificarlo como un parásito emergente por la OMS. (6) La patogenicidad de Blastocystis sp es objeto frecuente de discusión y controversia. Se ha aislado Blastocystis sp en pacientes con síntomas digestivos, estableciendo la relación de causalidad entre el mismo y la enfermedad, pero en otros pacientes se presenta la infección en forma asintomática, o se resuelve espontáneamente estableciendo dudas en relación a la posibilidad de producir lesión a las células del huesped. Entre las hipótesis en relación a la patogenia del Blastocystis sp se ha planteado por ejemplo que éste puede coexistir con otro germen y que la mejoría con el tratamiento sería la respuesta de ese otro germen que en definitiva sería el causal de la infección. También se ha implicado el sistema inmunológico de los pacientes sintomáticos, con reportes de diferencias en algunos pacientes (sobre todo los que presentan trastornos hematológicos malignos) y reportes de estudios que contrastan pacientes inmunosuprimidos con pacientes inmunocompetentes sin diferencias. Además se ha planteado que Blastocystis sp estaría implicado en la
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producción de citoquinas en las células intestinales, y que un determinante sería el microambiente del intestino del huésped. (8,9) El objetivo de la presente revisión es analizar los mecanismos patogénicos hasta ahora propuestos en la infección por Blastocystis sp. Morfología, taxonomía y ciclo de vida Este microorganismo fue descrito por primera vez a principios del siglo XX. Inicialmente clasificado como un hongo imperfecto de la clase de los Adelomicetos, no es sino hasta 1912 cuando Brumpt trabajando con material fecal humano, lo caracteriza y acuña el nombre específico de B. hominis. (8) Durante un tiempo permanece solo como un diagnóstico diferencial de la Entamoeba histolytica, con escasa importancia clínica, hasta que en 1967 Zierdt y colaboradores retoman su estudio y establecen su naturaleza protozoaria basándose en características morfológicas, fisiológicas y del cultivo, sugiriendo además su posible papel como patógeno primario. (8,10)
Luego es clasificado como un protista, con lo cual actualmente se lo ubica dentro del Reino Chromista, Subreino Chromobiota; Infrarreino Stramenopiles (con algas marrones, diatomeas, entre otras); Subphylum Opalinata; Clase Blastocystea y Género Blastocystis. Es hasta el presente el único parásito perteneciente a este reino que puede colonizar al hombre. (7, 9-11) Se han descrito básicamente 3 variantes morfológicas: vacuolar, granular y ameboide, y algunas otras formas producto de las variaciones en las anteriores como la multivacuolar, granular o avacuolar; encontrando además una forma quística que sería la forma infectante. En relación a la división celular se ha planteado la posibilidad de que se realice por esquizogonia, plasmotomía, endodiogenia y fisión binaria entre otras, reconociéndose ésta última como la forma de división celular más probable. (7,10,11) En 2008 Tan, K. (10), propone un ciclo de vida de Blastocystis en el cual el hombre se infecta tras la ingestión de los quistes, los cuales desarrollan en el intestino la forma vacuolar, y esa forma vacuolar se
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divide por fisión binaria y se puede transformar en las formas ameboide o granular. Luego, al transitar por el intestino ocurre la enquistación y los quistes son excretados en las heces. Pequeñas modificaciones posteriores han surgido tras la aparición de evidencia de la presencia de Blastocystis en algunos animales como aves, ratas, cerdos, cucarachas, entre otros. En relación a ello se plantea que el hombre podría ser el reservorio en algún momento y en otros algunos animales actuarían como reservorio (12).
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Se plantea además que aunque el modo de transmisión no ha sido determinado de manera definitiva, es posible que ocurra por vía fecal – oral (Por ejemplo a través del consumo de agua o alimentos, manipuladores de los mismos e incluso vectores mecánicos como moscas, con lo cual se ha relacionado a condiciones sanitarias deficientes, consumo de alimentos o agua contaminados y contacto animal cercano). (Ver figura a continuación). (7,10)
Figura 1: Tomado de Roberts, T. et al. 2014. Update on the pathogenic potential and treatment options for Blastocystis sp. Roberts et al. Gut Pathogens 2014, 6:17. Así, Blastocystis corresponde a un organismo, unicelular, protista, polimórfico, encontrado en diversos animales y con una heterogeneidad importante. Desde que se realizaron análisis genéticos de la subunidad ribosomal pequeña del ARN para establecerlo como un protista del Stramenopile, han surgido múltiples problemas en la identificación y clasificación del mismo. (7)
En 2007 se propone la estandarización de la terminología para Blastocystis, sugiriendo el grupo de expertos, que se deje atrás la denominación de Blastocystis hominis, y se designe como Blastocystis sp., seguido por el subtipo. Hasta el presente se han identificado 17 subtipos, de los cuales 9 pueden colonizar al hombre. En los seres humanos, el subtipo 3 (ST3) parece ser el subtipo más común,
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seguido de la prevalencia por subtipo 1 (ST1), subtipo 2 (ST2) y subtipo 4 (ST4). (7,13) Existe aparentemente un componente geográfico de variación en la distribución global de los subtipos, por ejemplo, rara vez se ha encontrado el subtipo 4 (ST4) fuera de Europa (9), y los subtipos 6 y 7 (ST6 y ST7) aparecen más frecuentemente en algunos países, tales como Japón (15). Además se ha planteado la posibilidad de infección por múltiples subtipos de Blastocystis sp., y esta infección mixta que resultaría de las múltiples fuentes de infección explicaría en cierta forma la divergencia en las manifestaciones clínicas y en la respuesta al tratamiento observado en estas infecciones. (7,14) En los últimos años con los avances en las técnicas morfológicas y funcionales, se han realizado novedosos estudios que apoyan la teoría de que la patogenicidad de Blastocystis sp se relaciona con la presencia de subtipos particulares del mismo. (15) Otros estudios han probado la sensibilidad y especificidad a diversas técnicas de evaluación de Blastocystis sp., solas o combinadas. Diversos autores coinciden en que la identificación morfológica de Blastocystis sp es un reto y los métodos de diagnóstico tradicionales difieren significativamente en su sensibilidad. De estos métodos, la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) de ADN de Blastocystis sp a partir de cultivos o las heces, es probablemente el método de detección más sensible y que también permite caracterización molecular. (16) Patogenia de la Blastocitosis Existe abundante evidencia que relaciona Blastocystis sp. con diferentes síntomas en los pacientes, y en tal sentido se realizan investigaciones en diferentes sitios del mundo. La infección se ha asociado con una variedad de trastornos gastrointestinales agrupados bajo el nombre de Blastocitosis. Se han encontrado diversas limitaciones en el estudio de la interacción entre este patógeno y el huésped, comenzando con las dificultades al realizar modelos de estudio en animales que cumplan con los Postulados Moleculares de Koch (7) y la reproducibilidad de los mismos ha sido cuestionada. (17) Sin embargo, diversos estudios y modelos coinciden en que cuando el Blastocystis sp entra en
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contacto con el epitelio intestinal, específicamente en ciego y colon se producen cambios caracterizados por intenso infiltrado inflamatorio celular y edema de lámina propia. (7,11,18,19) Este proceso implica el reclutamiento de células de la respuesta inflamatoria en estos tejidos, así Fouad et. Al, encontraron un importante número de células inflamatorias en biopsias de recto y sigmoides de pacientes infectados con Blastocystis sp., particularmente mastocitos y eosinófilos, considerando este aumento celular un cofactor importante en el incremento de la permeabilidad y motilidad en pacientes con síndrome de intestino irritable. (20,21) Se ha postulado que la persistencia de Blastocystis sp en el huésped puede ser debida, en cierta medida, a su capacidad para anular la respuesta del sistema inmune y para adherirse y sobrevivir dentro del tejido intestinal (22). Elwakil y Hussein citados por Santos et al, estudiaron modelos en animales y además encontraron infiltrados en la submucosa y capas musculares, acompañadas de colitis y células inflamatorias mixtas, cuando trabajaban con la forma vacuolar del parásito. (23) Recientemente se han demostrado casos de enteroinvasión por Blastocystis sp in vivo, evidenciados a través de la toma de muestra por endoscopia y biopsia de úlceras en segmentos de colon transverso y ciego, Santos et al reportaron Blastocystis sp en un quiste esplénico, formulando la hipótesis de que Blastocystis sp primero invade la mucosa y submucosa causando úlceras y a partir de allí progresa a la sangre o al sistema linfático migrando al bazo, pudiendo acceder secundariamente a otros sitios extraintestinales con la ayuda de la coinfección u otras circunstancias patológicas (23). Se han propuesto varios mecanismos en la producción de estas lesiones en el huésped. Puthia et al en 2006 sugieren la existencia de “factores de virulencia”, capaces de interactuar con el huésped en el intestino, generando los cambios que explican la sintomatología (24). Dos años después, Puttia et al.2008, demuestran por primera vez que la vacuola central de Blastocystis sp contiene cisteína proteasas, concluyendo que estos factores de virulencia son las proteasas (25).
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Las cisteína proteasas participan en un sinnúmero de funciones necesarias en la biología de organismos parásitos, además de las funciones conocidas en el catabolismo general y en el procesamiento de proteínas, pueden ser la clave que lleva al parásito a inmunoevasión, enquistamiento/exquistamiento, desrevestimiento e invasión a células y tejidos (26). Blastocystis sp expresa cisteína proteasas las cuales han mostrado ser sensibles a inhibidores de péptidos y cisteína proteasas (inhibidores de iodoacetamida y E64) en ensayos con azocaseina (25). Steck, et al citados por Poirier et al., encontraron que las cisteína proteasas pueden degradar mucina. (21) En otro estudio Puttia, M. et al, citado por Roberts et al demostraron que las cisteína proteasas de aislados de Blastocystis sp pueden degradar Inmunoglobulina A secretoria humana, demostrando así que las proteasas juegan un importante papel en la invasión de tejidos del huesped, evasión inmune, patogénesis, virulencia y regulación del ciclo celular. (27)
Estudios recientes han secuenciado el genoma completo de Blastocystis ST7, y a partir de allí se han identificado otras proteínas potencialmente implicadas en la patogenicidad del mismo. Así se han identificado en el proteoma y secretoma predicho la presencia de hidrolasas y serina proteasas. Se plantea que Blastocystis usaría las hidrolasas (Fucosidasa, hexosaminidasa y B-galactosidasa) para atacar el tejido del huesped y degradar las glicoproteínas, especialmente las contenidas en el moco, utilizando estos nutrientes para la supervivencia en el intestino. También se predijo en este secretoma la presencia de 22 proteasas, incluyendo 20 cisteína proteasa, una serina proteasa y una aspártico proteasa. (21, 22). La serina proteasa podría tener la capacidad de unirse a receptores PAR-2, induciendo la inflamación y la disrupción de uniones estrechas observada en patologías como sindrome de intestino irritable (21). Existe gran evidencia que apunta a la asociación de este receptor y procesos intestinales inflamatorios. Es un receptor localizado en la membrana basolateral del epitelio intestinal y puede ser activado además por tripsina, y triptasas. Se expresa en células inmunes, estroma, endotelio y células epiteliales, por lo que puede activar vías de señalización sistémicas y locales, mediando migración, adhesión y extravasación de leucocitos, y cuando se activan neuronas sensoriales median dolor y edema,
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explicando parte de la sintomatología observada en algunas patologías inflamatorias intestinales (28,29). Wawrzyniak, et al identificaron dos cisteína proteasas (catepsina y legumaina) secretadas por Blastocystis ST7, indicando su capacidad de utilizarla como marcador de virulencia y posible blanco farmacológico. (30) La existencia de glicosiltransferasas secretadas por Blastocystis ST7 plantea su posible participación en la disrupción de uniones estrechas, tal como se ha visto en otros parásitos (21). Se ha observado que las proteasas inhibitorias liberadas por patógenos entéricos pueden modular las proteasas del huesped y alterar la homeostasis intestinal. En el predictoma y secretoma de Blastocystis ST7 también está presente la cistatina, un inhibidor de proteasa tipo 1 y una proteína tipo inhibidor de endopeptidasas, además de poliketido sintasa y poliketido sintasa no ribosómicas, enzimas conocidas por producir péptidos inmunomoduladores en el intestino. Lo cual implica que este podría ser un mecanismo del parásito para modular la respuesta del huésped y mantenerse en el intestino, y que además estas proteasas, en especial las cisteína proteasas pueden ser blancos terapéuticos posibles para nuevos fármacos o vacunas en la infección por este parásito (21). Se ha reportado que la infección por Blastocystis sp lleva a respuestas de IgG e IgA que han sido detectadas por IFA (Indirect fluorescent antibody) y ELISA (Enzime-linked inmunosorbent assay) encontrando resultados contrarios en diferentes estudios que relacionan sintomatología con la serología, y una débil respuesta en algunos casos, coincidiendo con casos crónicos donde se encuentra una respuesta más alta, lo cual sugiere que la exposición constante es necesaria para desarrollar la respuesta serológica (10). Por otra parte se plantea que la gran diversidad de respuestas puede deberse a la gran diversidad morfológica, genotípica y antigénica de los diferentes aislados de Blastocistis sp usados. Se han utilizado también anticuerpos monoclonales con la limitante de que exhiben reactividad cruzada contra los diferentes genotipos de Blastocistis sp planteando la necesidad de desarrollar nuevas pruebas serológicas. (10)
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Iguchi et al, estudiaron el efecto de Blastocystis en la expresión de interferon gamma y citoquinas proinflamatorias en la mucosa cecal de ratas encontrando una upregulación (regulación en más) importante entre los genes de transcripción de tipo 1 y las citoquinas proinflamatorias IFN- gamma, IL-12 y TNF-alfa, haciendo notar que en esta respuesta están implicadas las células T, monocitos/macrófagos y las células natural killer (31). Puthia et al encontraron que Blastocystis ratti (encontrado en ratas) puede inducir apoptosis, rearreglo de la distribución de filamentos de actina, disminución de la resistencia eléctrica transepitelial (TER) e incremento de la permeabilidad epitelial, y además observaron que el fármaco antiprotozoario metronidazol, puede disminuir el efecto disruptor de Blastocystis ratti, en la función de la barrera epitelial, planteando su potencial terapéutico en la infección por Blastocystis sp. (24) En este sentido, Mirza et al, en 2012, estudiaron el compromiso en la barrera epitelial intestinal inducido por las proteasas de Blastocystis y plantean que al igual a lo observado en otros parásitos podría ser un proceso mediado a través de la rho kinasa (ROCK) una serina treonina quinasa que induce la formación de fibras de actina bajo estrés y adhesiones focales por fosforilación de la cadena ligera de miosina (MLC) aumentando la contractilidad de fibras de actomiosina, reorganizando las uniones estrechas y produciendo disfunción de la barrera intestinal. Además considerando que uno de los efectos pleiotrópicos de las estatinas (Sinvastatina) sería regular el daño producido a nivel del las uniones estrechas debido a sus efectos inhibitorios en la fosforilación de las cadenas ligera de miosina mediada a través de ROCK, sugieren su utilidad en el tratamiento de esta parasitosis, sin embargo se requieren otros estudios.(32) En otro estudio Puthia et al demostraron que Blastocystis ratti WR1 induce la expresión de IL-8 en células epiteliales colónicas y que además puede degradar IκB-α, sugiriendo la activación por cisteína proteasas, y la activación posterior de un proceso transcripcional dependiente de NF-κβ. Esta vía de activación de NF-κβ a través de IL-8 también se ha evidenciado en otros patógenos tales como Helicobactor pylori, Escherichia coli, y Bacteroides fragilis. (25)
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En algunos parásitos protozoarios se ha descrito un mecanismo similar a la apoptosis, el cual muestra algunas de las características morfológicas observadas durante la muerte celular programada de células mamíferas: la exteriorización de la fosfatidilserina, la contracción celular, la condensación de los cromosomas, la fragmentación del ADN y la formación de cuerpos apoptóticos. Entre los cambios bioquímicos que se observan se encuentran la activación de las caspasas (proteasas cisteína-aspartato específicas) la degradación de ácidos nucleicos y proteínas, y la alteración de la membrana celular. Éstas pueden ser iniciadoras o efectoras de algunas vías de señalización celular, actuando sobre múltiples efectores. (33) Se ha planteado que para algunos parásitos la muerte celular programada podría ser un mecanismo que le permite sobrevivir ante condiciones adversas como la deficiencia de nutrientes, la presencia de un agente tóxico o un fármaco. Así en 2005 Nasidureen plantea que Blastocystis sp podría escoger la apoptosis para su propia supervivencia como grupo celular, en el que un grupo tendría apoptosis mientras que otro grupo serviría para re-iniciar la infección en el hospedero (34, 35). La apoptosis es un mecanismo muy efectivo para evadir la respuesta inmune del huesped, los macrófagos que han fagocitado células que mueren por apoptosis secretan citoquinas antiinflamatorias, tales como interleukina 10 y factor de crecimiento transformante Beta, contrario a lo observado cuando ocurre necrosis celular en donde predomina la respuesta proinflamatoria. También la apoptosis puede servir para limitar el número de parásitos en el huesped y garantizar que la propagación de estos individuos se dé en óptimas condiciones. Algunos parásitos inducen la formación de derivados de prostaglandinas que estarían involucrados en la inducción de apoptosis y la producción de especies reactivas de oxígeno. Otros pueden modular o inhibir la respuesta inmune del huesped para garantizar su supervivencia dentro del mismo. (36) Dependiendo del origen del estímulo para la muerte celular la respuesta apoptótica puede ser mediada a través de una vía dependiente o independiente de caspasa. En este sentido Nasirudeen y Tan, demostraron que la proteasa tipo caspasa 3 tiene influencia pero no es esencial en la fragmentación de ADN sometido a apoptosis en
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Blastocystis sp con lo que se plantea que la apoptosis en este organismo podría desencadenarse por diversos mecanismos aun desconocidos. (37).
sugieren nuevos estudios que amplíen el estudio de las interacciones Blastocystis sp - TLR en el contexto de la mucosa intestinal. (41)
Una de las primeras defensas ante la infección por parásitos es la producción de especies reactivas de oxígeno a través de las células de la respuesta inmune. Estudios en animales de experimentación han demostrado que el estrés puede afectar la respuesta inmune por alteración de la actividad de las células mononucleares periféricas, tales como linfocitos, neutrófilos y monocitos, que finalizan en una producción anormal de anticuerpos. (38)
Los receptores tipo Toll corresponden a un grupo de receptores presentes en algunas células de la respuesta inmune (especialmente en células presentadoras de antígenos) que reconocen y se unen a patrones moleculares asociados a patógenos (PAMPs, por su nombre en inglés) los cuales son grupos de características químicas comunes a ciertos patógenos como lipopolisacáridos (bacterias gram negativas), lipoproteínas (bacterias gram positivas) ARN de doble cadena (virus), entre otros, que son importantes para la supervivencia del patógeno y no están presentes en las células del huésped. (42)
En este sentido Chandramathi, et al cuando evaluaron el rol del estrés en la infección por Blastocystis sp, encontraron que tanto el estrés como la infección pueden alterar la respuesta inmune y la actividad antioxidante reguladora, sugiriendo que el estrés aumenta la susceptibilidad y la patogenicidad del mismo porque suprime la respuesta de células mononucleares sanguíneas y la producción de inmunoglobulinas y además causa un desbalance en los sistemas oxidantes-antioxidantes del huésped. (39) Recientemente Wu, et al demostraron que existe una extensa variabilidad intra e inter subtipo en la patogenicidad en Blastocystis ST-4 y ST-7 in vitro. Sugieren que la existencia de ambos patógenos y cepas no patógenas podrían ayudar a explicar la disparidad en los síntomas de los pacientes con infección por Blastocystis. Plantean que los modos de patogénesis de la blastocistosis son diversos, y que la gama de clínica síntomas observados es poco probable que se atribuya a un único factor virulencia o mecanismo patogénico. Por otra parte, indican que la adhesión es un biomarcador importante para la patogenicidad de el parásito y el posterior resultado de la infección / enfermedad, y que esa adhesión puede verse afectada cuando hay resistencia al fármaco metronidazol. (40) En otros avances, Teo et al publicaron en este año su estudio sobre los efectos pleiotrópicos de los subtipos 4 y 7 de Blastocystis sp en la señalización ligando específica del receptor tipo Toll (TLR) y la activación de NFkB en células monocíticas humanas, en el que demuestran que el parásito Blastocystis sp puede modular la activación de TLR por los ligandos específicos zimosan, LPS y flagelina (para TLR-2, TLR-4 y TLR-5, respectivamente). Sin embargo, este estudio sólo se realizó en 2 subtipos, por lo cual
Estudios han comprobado la presencia de receptores celulares tipo Toll en células diferentes a las células de la respuesta inmune. Además se ha señalado que la activación de estos receptores induce respuestas inflamatorias que desencadenan vías de señalización importantes, que en general pueden verse como mecanismos de defensa del hospedero frente al peligro, con señales de alarma general induciendo no sólo respuestas inmunes, sino también metabólicas y de comportamiento que son claves en el manejo de las agresiones sin importar cual sea su origen. (42) Obendorf et al en 2013 evaluaron la expresión de marcadores típicos de superficie y producción de citoquinas tras la estimulación de células dendríticas humanas con ligandos de receptores tipo Toll (Lipoproteínas para TLR2 y Lipopolisacáridos para TLR4) y lisados de Giardia duodenalis encontrando que los ligandos de TLR2 estimulan la función presentadora de antígenos de las células dendríticas humanas en la giardiasis. Por ello proponen el uso de probióticos de tipo lactobacilos sp (gram positivo) para estimular los TLR2 en las células dendríticas humanas y aumentar la función presentadora de antígenos de las mismas, favoreciendo los procesos que llevan a la eliminación del parásito, situación que podría extrapolarse a la infección por Blastocystis sp una vez que se conozcan más detalles de la interacción entre este parásito y el humano. (43) CONCLUSIONES Blastocystis sp es un organismo del cual aún queda mucho por conocer. Tal como se señaló previamente
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es necesario desarrollar modelos animales que permitan el estudio de la infección en humanos y evaluar las interacciones de Blastocystis sp y la microbiota intestinal. Se conoce su participación en la microinflamación intestinal, en las alteraciones de la permeabilidad celular secundarias a ella, la inducción de apoptosis en las células del huésped y su papel como modulador de la respuesta inmune del huésped ante estos cambios. Los nuevos estudios de Blastocystis sp deberán aportar información sobre la función de cada uno de los mediadores liberados en el espacio de interacción parásito – huésped y las consecuencias derivadas de su expresión, lo cual llevaría al diseño de nuevas estrategias terapéuticas. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. BART, A., et al. 2013. Diagnosis and subtype analysis of Blastocystis sp. in 442 patients in a hospital setting in the Netherlands. Bart et al. BMC Infectious Diseases, 13: 389. 2. AMIN, O., 2002. Seasonal prevalence of intestinal parasites in the united states During 2000. Am. J. Trop. Med. Hyg., 66(6), pp. 799 – 803. 3. GUZMAN, C et al.. 2008. Comportamiento biológico de Blastocystis hominis en pacientes tratados con Secnidazol (Unidazol®). Revista de la Sociedad Venezolana de Microbiología; 28: 66 – 71. 4. HERNÁNDEZ, A., et al. 2012. Tipos morfológicos, número de parásitos por campo y carga parasitaria de Blastocystis sp proveniente de pacientes sintomáticos y asintomáticos. Salus Online 16-3, p. 15 – 20. 5. FUENTES, M., et al. 2011. Frecuencia de parasitosis intestinales y características epidemiológicas de la población infantil de 1 a 12 años que consultan al Ambulatorio Urbano Tipo II de Cerro Gordo. Barquisimeto, Estado Lara. Enero-junio 2007. Kasmera 39(1): 31 – 42, 2011. 6. OMS. (2008) Guías para la calidad del agua potable (3 ª edición), Organización Mundial de la Salud: Ginebra.
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