INFORME HOMBRES Y MUJERES EN EL MERCADO DE TRABAJO

INFORME HOMBRES Y MUJERES EN EL MERCADO DE TRABAJO Universidad Pablo de Olavide de Sevilla Lina Gálvez Muñoz (Coordinadora) Astrid Agenjo Mónica Domí

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INFORME HOMBRES Y MUJERES EN EL MERCADO DE TRABAJO Universidad Pablo de Olavide de Sevilla

Lina Gálvez Muñoz (Coordinadora) Astrid Agenjo Mónica Domínguez Serrano Alberto Garzón Espinosa Mauricio Matus Adrián Reina Hurtado Paula Rodríguez Modroño

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INDICE

INTRODUCCIÓN

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BLOQUE 1: INDICADORES BÁSICOS

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1.1 Estructura del merado laboral

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1.2 Población activa y tasa de actividad

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1.3 Población ocupada y tasa de empleo

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1.4 Parcialidad, temporalidad y segregación ocupacional

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1.5 Desempleo y tasa de paro

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BLOQUE 2. CAPITAL HUMANO Y SALARIOS

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2.1 Capital humano

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2.2. Subempleo

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2.3. Desarrollo de género

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2.4. Desigualdades salariales

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BLOQUE 3. ENTRADAS Y SALIDAS DEL MERCADO DE TRABAJO / CICLO VITAL

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3.1. Entradas y salidas del mercado de trabajo

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3.2. Prestaciones

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BLOQUE 4. ENFERMEDADES PROFESIONALES Y ACCIDENTES

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4.1 Violencia física y discriminación

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4.2 Enfermedades profesionales y bajas por enfermedad

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BLOQUE 5. CUIDADOS, CONCILIACIÓN, CORRESPONSABILIDAD Y DOBLE JORNADA

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5.1 Cuidados y Conciliación

61

5.2 Usos del tiempo

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BLOQUE 6. PERCEPCIONES DESIGUALDAD DE GÉNERO

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6.1 Percepciones desigualdad de género

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BLOQUE 7. CONDICIONES DE VIDA

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7.1 Encuesta de condiciones de vida

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CONCLUSIONES

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BIBLIOGRAFÍA

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INTRODUCCIÓN Una premisa metodológica en los estudios más relevantes sobre prevención de riesgos laborales en España ha consistido en partir del análisis de las características de la población trabajadora, su volumen, su composición por edad o sexo, niveles de cualificación, etc.. A partir de esta premisa se presentan las características estructurales que enmarcan las condiciones de trabajo y los riesgos laborales a los que están expuestos los trabajadores. Por citar dos ejemplos significativos entre otros muchos, el Informe sobre riesgos laborales y su prevención. La seguridad y la salud en el trabajo en España: estudio para la elaboración de un informe sobre riesgos laborales y su prevención, a cargo de Federico Durán López (Madrid, Presidencia del Gobierno, 2001). Así de los cuatro capítulos del Informe, el 2º está dedicado a las características del modelo productivo y el mercado de trabajo español. Según ese mismo informe, “conocer las causas de la siniestralidad en España requiere conocer la relación de la siniestralidad con la actividad económica, con las características de nuestro mercado de trabajo y con las condiciones laborales”. En el Informe se pone de manifiesto que la estructura del sistema productivo y del empleo, la edad o el tipo contractual pueden ser factores relevantes para la siniestralidad. Y en concreto propone avanzar en estudios específicos sobre el particular. Otro ejemplo es el Informe de salud laboral: los riesgos laborales y su prevención: España, 2004 (Directores Durán López y Benavides. Barcelona : Atelier, 2004), donde el primero de cinco capítulos está dedicado al análisis de la estructura productiva y laboral. En sus recomendaciones se destaca la necesidad de que el diseño de las políticas de prevención contemplen los importantes cambios que sufre nuestro mercado de trabajo. El reciente informe del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, “Análisis de situación de la investigación en materia de condiciones de trabajo, seguridad y salud laboral en España”, de mayo de 2011, destaca tres grandes áreas de investigación en el campo de la seguridad y la salud laboral: condiciones de trabajo, enfermedades profesionales y de recursos, instrumentos e intervenciones. En el caso del área de condiciones de trabajo se destacan líneas de investigación sobre condiciones de trabajo y exposiciones continuas a riesgos, investigación general de las condiciones de trabajo y poblaciones especiales en situación de riesgo. Las características de los mercados de trabajo, los sectores de actividad o las condiciones de trabajo en general, son especialmente esenciales para acercarnos al análisis de los riesgos laborales desde la perspectiva de género. Por cuanto, las profesiones, los sectores económicos y sobre todo el sobre trabajo motivado por la doble jornada que realizan las mujeres de forma mayoritaria y no los hombres, hacen que mujeres y hombres estén expuestos a distintos riesgos y con distinto nivel de cobertura social. Por tanto, cualquier análisis que pretenda avanzar en la prevención de riesgos laborales desde la perspectiva de género debe comenzar por un análisis de la situación diferenciada que en el mercado de trabajo –y también en la familia- disfrutan hombres y mujeres. 4

Las diferencias de género en las tasas y el tipo de empleo, su ubicación sectorial, las condiciones de trabajo, etc. son aspectos fundamentales para una evaluación de riesgos laborales desde una perspectiva de género. Así, el Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades (2008-2011), en su referencia a la salud laboral, reconoce que las diferencias de género en el mercado de trabajo definen una parte importante de la exposición a riesgos físicos y psicosociales, generalmente invisibles, y, por tanto, insuficientemente contemplados”. En su Objetivo 1 se dice: Fomentar que los sistemas de información en salud laboral, recojan, sistemáticamente, información desagregada por sexo, contemplando, igualmente, las consecuencias para la salud que se derivan de las condiciones en las que se desarrolla el trabajo doméstico, la doble jornada y la dedicación a cuidados informales por las mujeres. Los más recientes estudios de ámbito europeo y español concluyen que es necesario partir de las diferencias de género en el mapa ocupacional y en las condiciones de trabajo para evaluar con rigor la exposición a los riesgos, y el análisis de las estadísticas sobre accidentes y enfermedades laborales, así como la vulnerabilidad a la exposición a determinados riesgos laborales desde una perspectiva de género. Como ejemplo, véase, Las cuestiones de género en relación con la seguridad y la salud en el trabajo. Revisión, Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo. 2006. Este Informe (de referencia en Europa) dedica un amplio y detallado capítulo a las diferencias de género en la vida laboral en Europa y aporta una conclusión relevante: Las diferencias por género en las condiciones de trabajo tienen una gran repercusión sobre las diferencias por género en cuanto a salud laboral. A menos que se tenga debida cuenta de las diferencias de género en las condiciones de trabajo, a la hora de evaluar la exposición a los riesgos no será posible analizar el número real de accidentes y enfermedades laborales ni determinar si las mujeres son más vulnerables que los hombres a la exposición a determinados riesgos laborales. Igualmente, en el informe Acercamiento a la siniestralidad laboral desde una perspectiva de género, INSHT, 2010, se intenta relacionar las características del mercado laboral, diferenciando entre hombres y mujeres (por sectores de actividad, tipos contractuales, condiciones laborales, etc.) con las estadísticas de siniestralidad. Es en esa línea metodológica que se enmarca el presente estudio dentro del LAOGEN sobre "Condiciones de trabajo y riesgos laborales desde una perspectiva de género en Andalucía". Este estudio se divide en siete bloques, aplicando un enfoque de género en cada uno de los bloques de forma que se visualicen y expliquen las diferentes condiciones laborales de hombres y mujeres y su relación con los riesgos laborales y el bienestar. Se distinguen siete bloques. En el primero, se tratan los indicadores básicos del mercado laboral como la actividad, la ocupación o el desempleo; en el segundo, se aborda todo lo relacionado con el capital humano de los trabajadores y la remuneración de los mismos; en el tercero, se analiza el ciclo vital de los trabajadores a través de las entradas y salidas del mercado de trabajo; en el cuarto, se tratan los aspectos relacionados con las enfermedades profesionales y los accidentes; en el quinto, se desarrolla el capítulo de los cuidados, la conciliación y la doble jornada y las consecuencias que tienen en el ámbito laboral; en el sexto apartado se tratan las percepciones de desigualdad de género existentes en la sociedad y su 5

vinculación con los estereotipos de género que operan en el mercado laboral y en las decisiones individuales y familiares vinculadas a la participación laboral; y por último, en el séptimo bloque se analizan las condiciones de vida a través de la Encuesta de Condiciones de Vida.

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BLOQUE 1: INDICADORES BÁSICOS

En el presente bloque se analizan los principales indicadores del mercado de trabajo europeo, español y andaluz, con una perspectiva de género. Se utiliza la clasificación estadística de las personas que participan en este mercado, vale decir, las mayores de 15 años de edad (población en edad de trabajar), que a su vez de dividen en inactivas (principalmente jefas de hogar, estudiantes y jubiladas1) y activas. Estas últimas están compuestas por las personas que ejercen un empleo por cuenta ajena o propia (ocupadas) o están buscando empleo (paradas). Esta terminología oculta el trabajo que se realiza en el hogar gratuitamente principalmente por las mujeres y que es esencial para el sostenimiento de las condiciones de vida de la población y la productividad de los trabajadores en el mercado laboral (Carrasco 2001). Según los datos de las encuestas de uso del tiempo (INE 2002/2003), el tiempo medio social dedicado al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado es superior al dedicado al trabajo remunerado en los mercados. En el reparto de los trabajos por sexo para Andalucía se aprecia que el 56,2% del total de horas de trabajo (doméstico y de cuidados no remunerado y trabajo de mercado remunerado) es realizado por las mujeres y el restante 43,8% por los hombres (Gálvez, Domínguez y Rodríguez 2010). No obstante, si sólo se considera el trabajo de mercado remunerado, éste representa un 73,2% de la carga horaria de trabajo de los hombres y sólo el 26,8% del de las mujeres. Es decir, un análisis sesgado del mercado laboral impide valorar el trabajo total de las mujeres en la economía y su aporte para la sostenibilidad productiva y social de la región (Guzmán et al. 2006). Tomando en cuenta estas consideraciones, en lo que sigue del bloque se analiza el mercado de trabajo con base en la información que aporta la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística para el ámbito nacional y andaluz y los datos de EUROSTAT, para las comparaciones con respecto a la UE. En el caso de la EPA, se dispone de información trimestral hasta 2011 y en el caso de EUROSTAT, las últimas comparaciones posibles se remiten a datos anuales para 20092. El periodo de análisis contempla, en las variables más relevantes, una serie de largo plazo que va de 1976 a 2011, para abordar la desigualdad 1

La definición de inactivos/as del INE abarca las siguientes categorías funcionales: a) personas que se ocupan de su hogar: personas que, sin ejercer ninguna actividad económica, se dedican a cuidar sus propios hogares; por ejemplo, amas de casa y otros familiares que se encargan del cuidado de la casa y de los niños, b) estudiantes: personas que, sin ejercer ninguna actividad económica, reciben una instrucción sistemática en cualquier grado de educación, c) jubilados o prejubilados: personas que han tenido una actividad económica anterior y que por edad u otras causas la han abandonado, percibiendo una pensión (o unos ingresos de prejubilación) con motivo de su actividad anterior, d) personas que perciben una pensión distinta de la de jubilación y de prejubilación, e) personas que realizan sin remuneración trabajos sociales, actividades de tipo benéfico, (excluidas las que son ayudas familiares),f) incapacitados para trabajar, g) otra situación: personas que, sin ejercer ninguna actividad económica, reciben ayuda pública o privada y todas aquéllas que no estén incluidas en ninguna de las categorías anteriores, por ejemplo los rentistas. 2 Una diferencia importante en las comparaciones basadas en los datos de EUROSTAT y los de la EPA es que en la primera fuente se considera como población en edad de trabajar a las personas de 15 y más años de edad, mientras que en la encuesta nacional la esta población se remite a las personas de 16 y más años de edad.

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histórica de algunos fenómenos (Sarasúa y Gálvez ed. 2003; Gálvez 2008; Cebrián y Moreno 2008), en otros casos la serie abarca desde 2005 a 2011 debido a restricciones comparativas por cambios metodológicos y en otros, se presentan los resultados del último periodo de análisis, correspondiente al segundo trimestre de 2011. En este último caso hay que ser prudente a la hora de evaluar los resultados ya que se enmarca en un proceso de crisis económica, que como señalan Gálvez y Torres (2010), ha afectado de forma dispar a trabajadores y trabajadoras, repercutiendo inicialmente de forma más agresiva sobre el empleo masculino pero trasladándose luego al femenino. 1.1 Estructura del mercado laboral Como se ha señalado anteriormente, en este bloque se utiliza un análisis basado en la clasificaciones estadísticas del mercado de trabajo, lo que tiene como principal ventaja la disponibilidad de información, pero a su vez tiene como desventaja fundamental que no contempla información relativa a otros tipos de trabajos que van más allá del empleo retribuido (propio o ajeno) remunerado. Según estas clasificaciones, la población en edad de trabajar en 2011 alcanza a 6,78 millones de personas en Andalucía, de las que 3,445 millones son mujeres; es decir, el 50’9%3. En relación a su composición entre población activa e inactiva, las proporciones son de 67’1% y 32’9% respectivamente para los hombres y de 50’2% y 49’8% respectivamente para las mujeres. Hay que tener particular cuidado con estos resultados ya que no son resultado de la libre elección sino de lo que ya antes se ha comentado como una desigual y sexista división del trabajo. De hecho, un estudio del Ministerio de Educación, Política Social y Deporte cuantificó en un 34,5% las mujeres que no pueden ejercer su profesión por incompatibilidad para conciliar la vida personal y familiar con la laboral (Fundación Más Familia et al. 2009). Es decir, no tiene relación con la libre elección sino con las restricciones temporales y de otro tipo que condicionan la distribución total del trabajo y la capacidad de libre elección de muchas mujeres. Como se puede ver en el Gráfico 1.1, en 2011, las mujeres son sólo el 43’67% de las personas en activo, el 42’55% de las ocupadas, el 46’31% de las paradas y el 61’04% de las inactivas. Sin embargo, estos porcentajes han variado de forma importante con respecto al año 2000. En este periodo, el porcentaje de mujeres en activo sobre el total se ha incrementado considerablemente, algo que también ha ocurrido en el conjunto de la población ocupada. Por otra parte ha disminuido su participación en el total de inactivas y de paradas. Esto último, debido en parte importante al incremento del paro masculino entre 2007 y 2009, como se verá en lo que sigue del documento.

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Fuente: EPA, 2º Trimestre de 2011. En lo que sigue, los datos de 2011 hacen referencia a este trimestre y sus variaciones interanuales se han calculado con respecto al mismo trimestre del año con el que se esté realizando la comparación. Se exceptúa de esto los datos cuya fuente es EUROSTAT, que son de tipo anual y cuya última serie disponible es de 2009.

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Gráfico 1.1

Fuente: EPA (INE). 1.2 Población activa y tasa de actividad La tasa de actividad mide el porcentaje de población activa (las personas que están trabajando más las personas que están buscando trabajo) respecto del total de personas en edad legal de trabajar. Esto significa que si la tasa de actividad andaluza en el año 2009 era de 57’0% , sólo 57 de cada 100 personas en edad de trabajar estaba trabajando (ocupada) o buscando trabajo (parada). El resto de la población se encontraba fuera del mercado de trabajo (inactiva). Utilizando los datos de EUROSTAT para el periodo 1999-2009 se puede observar que se ha producido una convergencia entre las tasas de actividad de Andalucía, España y la EU 15 (Gráfico 1.2). La tasa de actividad total de la UE-15 ha crecido ligeramente en este período, pasando desde el 56’00% hasta el 58’34%., mientras que las tasas de actividad de España y de Andalucía han pasado desde 51’91% a 59’26% y desde 50’22% a 57’50%, respectivamente. No obstante, la brecha entre la tasa autonómica y la nacional se ha mantenido más o menos constante debido a que la velocidad de crecimiento de ambas ha sido similar. Gráfico 1.2

Fuente: EUROSTAT. 9

En la comparación por sexos, el último dato disponible correspondiente a 2009, indica que la tasa de actividad de los hombres andaluces era del 67’21% y del 48’10% en las mujeres, mientras que en la UE-15 las tasas eran del 65’75% y 51’35% ,respectivamente, y en España del 67’83% y 48’10% (Gráfico 1.3). Así, las brechas por género se reproducen en los tres ámbitos territoriales, pese a que la población activa femenina ha crecido más rápido: en el período comprendido entre 2000 y 2009 la población activa total ha crecido un 10’25% en la UE-15, frente a un crecimiento del 3’29% en España y del 3’55% en Andalucía. Sin embargo, la población activa femenina en Andalucía ha crecido un 5’03% mientras que la masculina ha crecido un 2’57%. Es decir, pese a la progresiva incorporación de la mujer al mercado de trabajo en Andalucía durante la última década, sigue existiendo una diferencia significativa entre las tasas de actividad de mujeres y hombres en el mercado de trabajo autonómico (Rosell Vaquero 2011). Gráfico 1.3

Fuente: EUROSTAT. Utilizando esta misma fuente y la comparación UE 15, España y Andalucía se tiene que las tasas de actividad varían en magnitudes importantes según tramos de edad (Gráfico 1.4). Como era de esperar, los grupos con mayor incorporación laboral en los tres ámbitos territoriales son aquellos conformados por las personas con edades entre los 25 y 44 años. En el caso de Andalucía la tasa de actividad de aquellas personas con edades entre los 25 y 35 años era de 78’85% y la de las personas de 35 y 44 años, de 74’89%, es decir mucho menores que en la UE-15 y España, donde estos porcentajes alcanzaban al 83’27% y 84’55% y al 83’13% y 79’82%, respectivamente.

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Gráfico 1.4

Fuente: EUROSTAT. Las mayores diferencias entre las tasas de actividad entre hombres y mujeres se encuentran en los tramos de mayor edad, mientras que simultáneamente las menores diferencias se encuentran en los tramos de edad menores. Sin embargo, como puede observarse a continuación (Tabla 1.1), la diferencia es mayor en todos los tramos en el caso de Andalucía que en el de España y en la UE-15. Tabla 1.1 Diferencias entre la tasa de actividad de los hombres y la de las mujeres 2009 Edad\Zona UE-15 España Andalucía 15-24 5,55 6,68 7,97 25-34 12,72 9,55 11,16 35-44 14,64 15,83 20,43 45-54 15,22 22,16 28,62 55-64 17,43 26,74 30,77 Fuente: EUROSTAT. Observando una trayectoria más larga y utilizando una serie temporal que comienza en 1976 podemos observar cómo las tasas de actividad de hombres y mujeres han ido convergiendo lenta pero progresivamente tanto en Andalucía como en España, si bien en Andalucía las mujeres tienen una tasa de actividad más baja que las mujeres en España (Gráfico 1.5). Lamentablemente, en los últimos dos años esto no sólo es consecuencia de la mejora de los indicadores estudiados para las mujeres sino que responde también a una ligera disminución de la actividad de los hombres. Esto, como resultado de un shock negativo en el mercado de trabajo debido a la crisis económica que atraviesa la economía mundial y particularmente la nacional.

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Gráfico 1.5

Fuente: EPA (INE). Es particularmente interesante analizar la evolución de la tasa de actividad por sexo y edad conjuntamente para Andalucía. De este análisis se aprecian tres fenómenos interesantes. Primero, las tasas de actividad de hombres y mujeres de 25 y más años han crecido de forma más acelerada que las de hombres y mujeres de menor edad. Segundo, la evolución de este indicador entre las mujeres de este tramo ha sido mayor que la de los hombres de igual edad, lo que ha producido una disminución de las brechas por género. En tercer lugar, las tasas de actividad de mujeres y hombres de menos de 25 años han caído desde 2008, siendo mayor la caída entre los hombres y reduciendo la brecha a la baja (Gráfico 1.6). Es decir, en Andalucía se han reducido las diferencias entre las tasas de actividad de hombres y mujeres en los dos tramos de edad estudiados, pero con distinto signo. La reducción de la brecha entre los mayores se debe a un crecimiento mayor entre las mujeres que entre los hombres mientras que la convergencia entre los más jóvenes se debe a que la tasa de los hombres ha caído más aceleradamente que la de las mujeres. Gráfico 1.6

Fuente: EPA (INE). 12

Este grupo, el de las personas más jóvenes del mercado laboral, ha sido precisamente el que ha visto cómo su tasa de actividad, tanto para hombres como para mujeres, era afectada más severamente en los últimos años. En Andalucía dicha tasa retrocedió más de cuatro puntos desde 2008 hasta 2009 según EUROSTAT, frente al crecimiento de la tasa de actividad para el resto de grupos de edad. Y esa caída ha sido mayor para los hombres, que perdieron 4’87 puntos, que en las mujeres, que pierden 3’82 puntos. Esta evolución ha tenido el mismo sentido en la UE-15 y en España, aunque con menores caídas en ambos casos. 1.3 Población ocupada y tasa de empleo Las diferencias entre hombres y mujeres en lo que respecta a empleo se dan en todas las regiones y en todos los tramos de edad, sin excepción, si bien son más acusadas en los tramos de edad más avanzados. Por otra parte, en prácticamente todos los tramos de edad los diferenciales de tasa de empleo son más pronunciados en Andalucía que en la UE-15 o España, como puede observarse en el siguiente gráfico. La tasa de empleo para la UE-15 era en 2009 de un 53’0%, mientras que la de España era de un 48’6% y la de Andalucía de un 42’9%. Eso significa que sólo 43 de cada 100 andaluces que podían trabajar en 2009 lo estuvieron haciendo realmente. Esas tasas son, no obstante, notablemente más altas en el caso de los hombres que en el de las mujeres. Por ejemplo, en el caso de los hombres la tasa de empleo fue en 2009 de un 51’0% en Andalucía frente a una tasa del 35’1% en el caso de las mujeres. Desde una perspectiva histórica puede comprobarse que la incorporación de la mujer al empleo ha sido lenta pero progresiva y que ha sido menor en Andalucía que en España (Gráfico 1.7). Lamentablemente, también se aprecia el impacto de la crisis reciente, que ha producido una caída de este indicador tanto en hombres como en mujeres, aunque de mayor magnitud entre los hombres. Gráfico 1.7

Fuente: EPA (INE). 13

En los últimos cuatro años la diferencia en las tasas de empleo entre hombres y mujeres en Andalucía se ha reducido a la mitad y en el caso de las personas comprendidas entre 25 y 54 años incluso se ha revertido la tendencia. Como se puede observar en el Gráfico 1.8, lo que ha ocurrido es que la caída de las tasas de empleo ha sido mucho más acentuada en el caso de los hombres que en el de las mujeres y eso ha permitido el efecto estadístico de la igualación de tasas. Sólo las mujeres por encima de 25 años han visto cómo su tasa de empleo ha crecido ligeramente, mientras que el mismo colectivo en los hombres ha sufrido un descenso muy notable. En todo caso la caída más severa se ha dado en los hombres menores de 25 años, cuya tasa de empleo se ha reducido más de la mitad, posiblemente debido a la caída en la construcción. Gráfico 1.8

Fuente: EPA (INE). Hasta 2007, la creación de empleo fue más intensa para las mujeres que para los hombres, tanto en Andalucía como en España y en la UE-15. En Andalucía, de hecho, la creación de empleo para las mujeres fue más intensa que la que se daba en el resto de España y la UE-15. No obstante, mientras en la UE-15 primaba la creación de empleos para personas con estudios terciarios, en España y en Andalucía los empleos que más crecían eran para personas con estudios secundarios (Tabla 1.2). Un fenómeno que debe tener en consideración que los niveles formativos de partida eran en esta región eran más bajos. En los años posteriores, Andalucía ha seguido creando empleos en los sectores que requieren una cualificación media o alta, aunque a ritmos muy inferiores a los años previos a la crisis.

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Tabla 1.2. Tasas de crecimiento medio anual del empleo según sexo y nivel educativo (2000-2009)

(1) Pre-primaria, primaria y secundaria baja (2) Secundaria alta y post secundaria no terciaria (3) Estudios terciarios Fuente: EUROSTAT. Para las mujeres se han seguido creando empleos en los sectores de estudios secundarios y terciarios y, por el contrario, se han perdido empleos para los sectores que requieren mujeres con estudios primarios. La disminución de empleo ha sido mucho más aguda para los hombres que para las mujeres en las tres regiones estudiadas. En España este fenómeno ha afectado a todos los hombres con independencia de su nivel de estudios, si bien el mayor impacto se ha dado para los sectores con menor cualificación. En Andalucía y la UE-15 los empleos que requieren una mayor cualificación se han seguido creando, pero a ritmos muy inferiores en los últimos años. 1.4 Parcialidad, temporalidad y segregación ocupacional En este apartado se estudian tres de las principales características de las diferentes condiciones laborales de mujeres y hombres. Esto es, el tipo de contratación, el tipo de jornada y la distribución por rama de actividad. Como se verá a continuación, éstas corroboran las condiciones de debilidad de las relaciones de trabajo remunerado de las mujeres frente a los hombres. Vale decir, la desigual carga de trabajos que se traduce en una menor opción de desempeñar empleo de jornada completa por las mujeres, a la vez que tener un abanico reducido de opciones laborales (segregación ocupacional) 1.4.1 Tasas de temporalidad y parcialidad En 2011, en España y en Andalucía la proporción de hombres asalariados con contratos indefinidos era mayor que la de las mujeres. A nivel nacional, el 75’80% de los hombres tenía contrato indefinido y el restante 24’20% contratos temporales, mientras que entre las mujeres estos porcentajes eran del 73’00% y 27’00%. En Andalucía, la proporción de contratos indefinidos era menor, pero mantenía las diferencias por sexo ya que la distribución entre 15

contratos indefinidos y temporales era de 66’20% y 33’80% para hombres y de 64’70% y 35’30% para mujeres (Gráfico 1.9). Gráfico 1.9

Fuente: EPA (INE). Esto es resultado de un incremento en la firma de contratos nuevos. En 2010 los contratos indefinidos sólo fueron el 8’52% del total de contratos registrados, frente al 91’48% de los contratos temporales. Quince años antes los datos eran ligeramente diferentes;, en 1995 el 83’06% de los contratos fueron a tiempo completo y el 5’01% de tipo indefinidos. Los hombres firmaron en 2010 el 54’19% de los contratos totales, una cifra muy distinta a la de quince años antes, cuando firmaban el 63’28% del total de contratos. La tasa de temporalidad de nuevos contratos de los hombres y de las mujeres se mantiene similar para ambos sexos, ya que es del 91’49% en el caso de las mujeres y del 91’47% en el caso de los hombres. En relación a la parcialidad de la jornada, las mujeres acceden en menor proporción a empleos con jornadas completas. En 2001, en Andalucía el 92’7% de los hombres tenía un contrato a tiempo completo, frente a sólo el 73’3% de las mujeres. En España, los datos eran de 92’7% y 76’1% respectivamente. Es decir, las tasas de parcialidad de las mujeres casi cuadruplican a las de los hombres, tanto en España y en Andalucía. A nivel nacional son del 7’3 % en hombres y 26’7% en mujeres y a nivel autonómico del 6’1% y 23’9% respectivamente (Gráfico 1.10).

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Gráfico 1.10

Fuente: EPA (INE). Así, tanto en España como en Andalucía las mujeres tienen muchos más contratos a tiempo parcial que los hombres. La explicación ha sido ampliamente estudiada y confirmada con las últimas encuestas de usos del tiempo. Como se verá en el bloque de conciliación, tanto las mujeres empleadas (por cuenta propia o ajena) como aquellas que no participan en el mercado de trabajo, desarrollan una actividad productiva en los hogares, denominado trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, lo que reduce, salvo costes de oportunidad significativos, las posibilidades de desarrollar trabajos a jornada completa, ante una escasa corresponsabilidad de los hombres. Antes de la crisis los empleos que más rápido crecieron en Andalucía fueron los de tipo parcial, a un ritmo del 11’20% anual frente al crecimiento del 4’4% anual de los contratos a tiempo completo (Tabla 1.3). Esto también ocurrió en el conjunto de España y de la UE, aunque en menor medida. Además, el crecimiento de los contratos a tiempo parcial fue mucho más intenso para las mujeres que para los hombres, como revela la siguiente tabla. Tabla 1.3 Tasas de crecimiento medio anual del empleo según sexo y tipo de jornada (2000-2009)

Fuente: EUROSTAT. Tras la crisis, sin embargo, los empleos parciales siguieron creciendo en su conjunto en los tres espacios geográficos estudiados mientras que los empleos a tiempo completo cayeron en todas partes. Además, lo que en Andalucía permitió que los empleos parciales siguieran 17

creciendo a pesar de la crisis fue la contratación de la mujer, un fenómeno opuesto al ocurrido en el conjunto de España. 1.4.2 Segregación ocupacional En 2011, en el sector servicios de Andalucía trabajan el 65’5% de los hombres y el 89’0% de las mujeres. En el sector de la construcción, por el contrario, trabajan el 12’8% de los hombres y sólo el 1’3% de las mujeres. En la industria, por otra parte, trabajan el 12’5% de los hombres y el 4’4% de las mujeres, mientras que finalmente en la agricultura trabajan el 9’2% de los hombres y el 5’3% de las mujeres. Esta estructura ocupacional es similar a la que se da en el conjunto de España, donde sólo varía considerablemente el peso de las mujeres en la industria, que es menor en Andalucía, y el peso en el sector servicios y agricultura, que es mayor en Andalucía (Gráfico 1.11). Gráfico 1.11

Fuente: EPA (INE). Ahora bien, en ninguno de los sectores de actividad las mujeres son una mayoría importante, si bien es cierto que en servicios son más de la mitad. En este sector, el 50’18% de las personas ocupadas son mujeres, en el caso de Andalucía y el 54’03% en el caso de España, para 2011. En el resto de sectores las mujeres son clara minoría respecto a los hombres. En Andalucía las mujeres son el 29’87% del sector de la agricultura, el 20’58% en el sector de la industria y el 7’08% en la construcción. En España los datos son muy similares, con una presencia ligeramente más alta de la mujer en la industria y menor en la agricultura (Gráfico 1.12).

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Gráfico 1.12

Fuente: EPA (INE). Como consecuencia de la crisis, además, el sector servicios ha atraído mayor empleo femenino en relación al resto de sectores. Es decir, el empleo femenino del resto de sectores ha perdido peso en comparación con el sector servicios. Este fenómeno también se ha dado en el caso de los hombres de una forma más intensa, ya que la pérdida de empleos en el sector de la construcción ha desplazado el peso de este sector hacia el sector servicios mientras que el peso de los sectores restantes, agricultura e industria, se han mantenido más o menos igual. Un aspecto relevante en este sentido es la temporalidad de parte importante del empleo en actividades terciarias. Esta estacionalidad que marca el empleo en los servicios viene dada por la importancia del comercio y la hostelería en el mismo y afecta particularmente a las mujeres. Así, como se puede ver en el Gráfico 1.13, la evolución del empleo de las mujeres en servicios cae sistemáticamente cada primer y segundo trimestre y se eleva el tercero y el cuarto, con las consecuencias de estabilidad de ingresos salariales que ello representa. Gráfico 1.13

Fuente: EPA (INE). En lo que se refiere papel del sector servicios en el trabajo femenino puede decirse que ha sido creciente a lo largo de la historia reciente de España y Andalucía. El porcentaje de mujeres asalariadas trabajando en el sector público también ha crecido en los últimos años hasta casi

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ser el 50% del total de empleo público en Andalucía. Sin embargo, en los dos últimos años el empleo femenino en el sector público ha disminuido de nuevo y se aleja de esta cota. Gráfico 1.14

Fuente: EPA (INE). 1.5 Desempleo y tasa de paro Según EUROSTAT, la tasa de paro en España y Andalucía disminuyó más rápidamente que la de la UE 15 entre 2000 y 2006, pero ha vuelto a descolgarse de su trayectoria y ha ampliado la brecha entre 2007 y 2009 (Gráfico 1.15). En este sentido, la tendencia autonómica y nacional han sido similares, aunque la primera se ha movido en rangos de entre 5 y 7 puntos porcentuales más. Así, en 2009 la tasa de paro en España fue del 18’0%, frente al 9’1% de la UE-15 y al 25’4% de Andalucía, rompiendo un periodo de acercamiento entre las distintas magnitudes. Gráfico 1.15

Fuente: EUROSTAT. La tasa de paro para los hombres ha estado tradicionalmente muy por debajo de la tasa de paro para mujeres tanto en Andalucía como en España, con ciertos patrones de convergencia en los momentos de crisis, cuando parece ser que el paro masculino empeora más que el femenino, al menos en una primera etapa, ya que una segunda etapa de las crisis vuelven a

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separarse (Gráfico 1.16). Así, la mayor parte del periodo 1976-2011 las diferencias entre mujeres y hombres en España y Andalucía se han mantenido. Gráfico 1.16

Fuente: EPA (INE). En este sentido la crisis actual marca un punto particular que debe ser considerado en los análisis de género de este bloque, ya que las fluctuaciones del paro de mujeres y hombres en los últimos tres años han sido mayores que las de las dos décadas anteriores. Si se calcula la brecha entre las tasas de paro de ambos sexos se aprecia que ésta comienza a disminuir de forma algo más acelerada a partir de 2008, hasta hacerse prácticamente cero en 2010 y volver a despegar en 2011 (Gráfico 1.17). No obstante, esta evolución para España y Andalucía no responde a una mejor situación general de las mujeres sino mas bien a un empeoramiento de la de los hombres y más aún, llama la atención acerca de los patrones de recuperación del empleo. Gráfico 1.17

Fuente: EPA (INE).

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La tasa de paro es también muy diferente según los tramos de edad. El tramo de edad con las tasas de paro más altas es el de los más jóvenes, vale decir, el de aquellas personas que estando en el mercado laboral tienen menos de 25 años. En ese caso las tasas de paro llegan a sobrepasar el 50% tanto para hombres como para mujeres (Gráfico 1.18) Gráfico 1.18

Fuente: EPA (INE). Debe hacerse notar que incluso entre el grupo de menores de 25 años hay importantes diferencias de género. Así, la mayor tasa de paro la sufren las mujeres de entre 16 y 19 años, seguidos de los hombres del mismo tramo de edad. El hecho de que en conjunto las tasas de paro se hayan acercado es debido al espectacular crecimiento de la tasa de paro de los hombres de edades entre 16 y 19 años, que se ha triplicado, y la de los hombres de edades entre 20 y 24 años, que se ha quintuplicado (Gráfico 1.19). Gráfico 1.19

Fuente: EPA (INE). La tasa de paro de los jóvenes entre 14 y 25 años es más alta en Andalucía que en España o la UE-15. Esto ocurre tanto para los hombres como para las mujeres, si bien en el caso de los hombres las diferencias llegaron a cerrarse temporalmente en 2006 antes de la crisis. 22

Mientras en Europa las tasas de paro son muy similares tanto para hombres como para mujeres, al menos hasta 2007, en Andalucía y España las tasas de paro de los hombres han estado tradicionalmente muy por debajo de la de las mujeres. Situación ésta que dura hasta el inicio de la crisis, donde la subida de la tasa de paro para hombres lleva a que incluso la tasa de paro de hombres entre 14 y 25 años sea superior a la de las mujeres en las tres regiones estudiadas. Una cuestión relevante de este análisis es la comparación del nivel de formación de la población para por sexos. Para Andalucía, las mujeres en paro tienen niveles de formación comparativamente más altos que los hombres en igual situación. Como se puede ver en el Gráfico 1.20, en 2011, el porcentaje de mujeres con estudios de doctorado y educación superior es mayor que el de los hombres; 41’78%% y 30’87%% respectivamente. Esta mayor proporción también se produce en la proporción de personas con educación secundaria de segunda etapa. Así, los hombres en paro se concentran en mayor medida en los niveles educativos de secundaria primera etapa o menor. Gráfico 1.20

Fuente: EPA (INE). Por último, en relación al tiempo en el paro, las mujeres registran algo menos de tiempo en esta situación que los hombres, debido a que el paro de larga duración es más común entres estos últimos. Como se puede ver en el Gráfico 1.21, el 46’51% de las mujeres en paro lleva más de 1 año buscando empleo, mientras que entre los hombres esta proporción se eleva hasta el 52’02%. Por el contario, en situación de paro de menos de medio año las proporciones son mayores entre las mujeres que entre los hombres: 36’92% y 32’50% respectivamente.

23

Gráfico 1.21

Fuente: EPA (INE).

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BLOQUE 2. CAPITAL HUMANO Y SALARIOS

En este segundo bloque se realiza un análisis con enfoque de género del capital humano de la fuerza de trabajo andaluza. Uno de las mayores transformaciones experimentadas por la sociedad andaluza en las últimas tres décadas ha sido el notable incremento del nivel educativo de su población y, en especial, de las mujeres que partían de una situación inicial inferior a la de los hombres y en los últimos años han superado los resultados educativos de los mismos. Para ello se estudia el nivel educativo alcanzado por mujeres y hombres y su relación con el empleo. En el nivel individual el capital humano es uno de los principales determinantes del acceso al mercado de trabajo y de las posibilidades de promoción dentro del mismo. Las personas con un mayor nivel educativo tienen más probabilidades de encontrar un empleo y de que este sea un empleo de calidad. Sin embargo, como veremos en el apartado 2.2 los puestos profesionales ocupados no siempre se corresponden con el nivel educativo de la población, existiendo un grave problema de subempleo en Andalucía y España debido a la incapacidad del tejido productivo de crear puestos de trabajo acordes con la creciente cualificación de los trabajadores. En el nivel agregado, el capital humano de la sociedad es uno de los factores fundamentales para el desarrollo de una sociedad al mejorar la eficiencia y permitir la especialización en actividades más intensivas en conocimiento y que generan un mayor valor añadido. Por ello, se incluye también en esta sección el Índice de Desarrollo de Género elaborado por el IVIE, una variante del índice de desarrollo humano que incorpora algunas de las desigualdades de género más importantes y el acceso de la sociedad a la educación entre sus tres componentes principales. Los tres componentes de este indicador sintético que compara los valores para hombres y mujeres son el índice de esperanza de vida igualmente distribuido, el índice de educación igualmente distribuido y el índice de ingresos igualmente distribuidos. Por último, se realiza una aproximación a las altas diferencias salariales todavía existentes entre mujeres y hombres, cuya explicación se basó fundamentalmente en un principio en el inferior nivel educativo de mujeres y posteriormente en la elevada segregación ocupacional en el mercado laboral. 2.1 Capital humano Uno de los principales cambios experimentados por la sociedad andaluza en la etapa democrática ha sido el avance en el nivel educativo de su población. Tal y como puede observarse en el gráfico siguiente, el 20% de la población andaluza de más de 16 años posee un título universitario y la mayoría de la población andaluza, tanto hombres como mujeres, tiene ya estudios de educación secundaria de primera etapa (31’20% de los hombres y 25’91% de las mujeres). Si tenemos en cuenta toda la población andaluza, sin distinguir por tramos de edad, las mujeres superan todavía a los hombres en los niveles educativos más bajos y en porcentaje de analfabetos. El 29’85% de las mujeres tiene educación primaria, frente al 27’60% de los hombres. Respecto a la población sin estudios, el 5’22% de las mujeres son analfabetas frente al mucho más bajo 2’75% de los hombres. Sin embargo, se trata de un efecto estadístico 25

producido por el hecho de que las mujeres mayores distorsionan la muestra al tener tasas de analfabetismo mucho más elevada que los hombres. Gráfico 2.1

Fuente: EPA (INE). Si desagregamos por grupos de edad, el nivel educativo de las andaluzas es sólo menor a partir de los 55 años. Cuando consideramos exclusivamente la población joven y de mediana edad, los resultados educativos de las mujeres son superiores a los masculinos debido al elevado incremento de la cualificación de las mujeres españolas y andaluzas. Gráfico 2.2

Fuente: EPA (INE).

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Asimismo, la tasa de abandono escolar prematuro en Andalucía (Gráfico 2.3) es actualmente mucho más alta en el caso de los hombres (44’2) que en el de las mujeres (30’2). Y ha sido así en los últimos cinco años, reflejando que se trata de un fenómeno estructural. Gráfico 2.3

Fuente: INE. No obstante, y aunque esa relación de mayor tasa de abandono para los hombres también se da en España (Gráfico 2.4), en el conjunto del país los datos son mucho menos desfavorables. Así, mientras la tasa de abandono escolar en las mujeres fue en 2009 del 30’2% en Andalucía, en España fue del 24’7. Y en el caso de los hombres ocurre exactamente igual, ya que la tasa en Andalucía (44’2) es también sensiblemente más baja en España (37’4). Gráfico 2.4

Fuente: INE.

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Por tanto, otro cambio social fundamental experimentado en Andalucía y relacionado estrechamente con el avance de las mujeres en el mercado de trabajo, ha sido el aumento del nivel educativo de las mujeres, hasta superar ahora mismo al de los hombres. En Europa, España y Andalucía las mujeres superan a los hombres en finalización de estudios universitarios (Rodríguez 2009). Las mujeres han llegado a superar a los hombres en el número de matriculados y egresados universitarios (Gráfico 2.5) y en el porcentaje de ocupadas con título universitario (Tabla 2.1). Este mayor nivel educativo de las mujeres debería haber conducido a una disminución en la segregación vertical4 y en la discriminación salarial en el mercado de trabajo, y sin embargo estos tipos de desigualdades de género no han disminuido ni en el conjunto de España ni en Andalucía. La nueva economía de la familia, cuyo máximo exponente es Becker (1957, 1991), basa la discriminación laboral de las mujeres en una menor inversión en capital humano del género femenino en comparación con el masculino. Según esta teoría, al poseer las mujeres menor capital humano y por tanto menores tasas de retorno a su trabajo en el mercado, las familias deciden la especialización de sus miembros en aquellos ámbitos en los que tienen una mayor ventaja comparativa. Por tanto, las mujeres se especializarían en el trabajo no remunerado en el ámbito doméstico y los hombres en el trabajo remunerado en el mercado. Sin embargo, esta situación de partida se ha revertido. Desde 1994 las estadísticas muestran que en Andalucía terminan los estudios universitarios más mujeres que hombres, y tal y como puede comprobarse en el siguiente gráfico además la progresión desde entonces de los dos sexos es prácticamente similar, sin revertirse la tendencia. Gráfico 2.5

Fuente: INE.

4

Por segregación vertical se entiende la concentración de los hombres en los puestos de mayor responsabilidad, poder y remuneración en las empresas y las instituciones, y la escasa presencia de mujeres en estos mismos puestos, que en cambio estarían ampliamente representadas en puestos subalternos.

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Por tanto, desde hace unos años no podemos explicar las mayores tasas de inactividad, paro o subempleo de las mujeres sobre la base de su menor capital humano, puesto que actualmente sus niveles educativos son superiores. De hecho el excluir a las mujeres, por razón de su género, de una ocupación implica la no utilización de muchas de las personas más capacitadas y adecuadas para desempeñarla. Es una importante traba en la economía y afecta negativamente a la competitividad internacional de los países y regiones. La incorporación de las andaluzas al mercado de trabajo ha aumentado el nivel educativo de la población ocupada en Andalucía. Las ocupadas andaluzas con estudios técnico-profesionales y universitarios superan a las ocupadas con niveles educativos inferiores, lo cual no sucede en el caso de los varones donde la mayoría de los ocupados poseen estudios secundarios. Sin embargo, a pesar de este mayor nivel educativo de las mujeres ocupadas, la segregación horizontal5 y vertical6 y la discriminación salarial siguen siendo elevadas. Tabla 2.1. Población ocupada de 16 y más años según grupo de edad por sexo y nivel educativo (Andalucía, 2009) Analfabetos Universitarios Secundarios TécnicoPrimarios y sin y otros o medios profesionales estudios Mujeres De 16 a 24 años 1,80 De 25 a 34 años 1,29 De 35 a 54 años 3,65 De 55 a 64 años 15,06 De 65 y más 25,97 años Hombres De 16 a 24 años 1,40 De 25 a 34 años 2,44 De 35 a 54 años 3,93 De 55 a 64 años 13,21 De 65 y más 11,78 años Fuente: EPA (INE).

Total

9,41 3,25 11,07 26,38

50,52 39,56 41,27 26,32

27,58 23,55 17,66 9,43

10,69 32,36 26,35 22,81

100% 100% 100% 100%

25,41

12,11

3,39

33,12

100%

17,44 5,77 12,49 31,48

61,90 50,55 46,54 29,58

15,60 21,98 17,64 6,15

3,66 19,26 19,40 19,58

100% 100% 100% 100%

22,50

29,96

3,13

32,63

100%

La discriminación en el mercado del trabajo y la desigualdad entre hombres y mujeres tienen graves efectos negativos no solo en el presente sino también sobre las futuras generaciones. Puesto que las decisiones de los padres y de los propios jóvenes sobre la educación y la formación profesional de éstos se basan, en parte, en las oportunidades que ofrece el mercado del trabajo, la segregación ocupacional afecta negativamente a la cantidad y el tipo de educación y formación que reciben las mujeres. Lo cual, a su vez, contribuye a perpetuar las desigualdades entre los hombres y las mujeres tanto en el mercado del trabajo como en sus hogares. 5

Por segregación sectorial u horizontal se entiende la segregación por sectores o ramas de actividad, por tanto el porcentaje de mujeres u hombres que se concentran en un sector determinado, y el porcentaje que ese sector supone sobre la ocupación total de mujeres u hombres. 6 La segregación vertical se refiere a la concentración de mujeres y hombres en diferentes grados y niveles específicos de puestos y ocupaciones profesionales.

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Por ello, cuando desagregamos los niveles educativos por ramas científicas (Gráfico 2.6) se observa que la abrumadora mayoría de las mujeres escoge la rama de las ciencias sociales (casi 12.000 egresados en el curso 2008-2009) y, en segundo lugar, la de salud (3.000 egresados). En el caso de los hombres también es la rama de sociales la que cuenta con más afluencia de egresados (5.268) pero la segunda elección son las carreras técnicas (3.780). A pesar del incremento en el número de mujeres que estudian carreras técnicas en Andalucía en los últimos años, cuyo ritmo de crecimiento es superior al de los hombres (Rodríguez 2011), todavía hay una importante segregación en las enseñanzas universitarias técnicas, lo cual condiciona la posterior segregación horizontal de mujeres y hombres en el mercado de trabajo andaluz, aunque esta inferior representación de mujeres en las carreras técnicas puede explicar una mínima parte de la segregación horizontal del mercado de trabajo. Gráfico 2.6

Fuente: IEA Esta segregación en la elección de estudios indica que todavía, para el caso de las mujeres, sus elecciones de carrera siguen aparejadas a ciertos estereotipos que podrían resultarles desfavorables de cara a su futura inserción laboral y, sobre todo, a su promoción profesional. Respecto al nivel educativo superior, el doctorado, hasta 2004 habían sido mayoría los hombres que accedían a los estudios de tercer ciclo en Andalucía, pero a partir de ese año puede decirse que se produce la convergencia y comienzan a mostrarse tasas de matriculación muy parecidas. Sin embargo, a pesar de ser más las mujeres matriculadas en el doctorado (Gráfico 2.7), continúan siendo más los hombres que lo finalizan, mostrando la influencia negativa de las cargas domésticas en las mujeres, debido a que los estudios de tercer ciclo coinciden con el ciclo vital de reproducción.

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Gráfico 2.7

Fuente:IEA. En España esa convergencia en los estudios de tercer ciclo se dio antes, ya que en 1996 ya se alcanzó el 50% de mujeres en dicho ciclo (Gráfico 2.8.). Desde entonces, son mayoría las mujeres que se matriculan, aunque las diferencias no son notables. Gráfico 2.8

Fuente: INE. En cuanto a la distribución de las ramas en la lectura de las tesis doctorales (Gráfico 2.9), la mayoría tienen lugar para la rama de las ciencias experimentales y de salud tanto para hombres (264 en el curso 2008-2009 para Andalucía) como para mujeres (299). Además, la

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distribución entre sexos es muy similar para todas las ramas a excepción de las del sector de la ingeniería y tecnología donde la mayoría de las tesis son leídas por hombres (103 frente a 36). Gráfico 2.9

Fuente: IEA Por último, en lo que se refiere a la situación profesional de las mujeres en el ámbito académico, hay por lo general una amplia mayoría de mujeres en todos los grados formativos. El Gráfico 2.11 presenta el índice de feminización del profesorado, que mide el número de mujeres profesoras por cada 100 hombres profesores en el curso 2008-09. En el caso de la educación infantil y primaria en España hay más de 4 veces más mujeres que hombres y algo más de 3 veces en Andalucía; en el caso de la educación secundaria y formación profesional los datos están mucho más parejos y prácticamente hay una mujer profesora por cada hombre, tanto en España como en Andalucía; en el caso de la educación especial los datos en España hay más de cuatro mujeres por cada hombre y en Andalucía más de tres; finalmente la excepción está en la enseñanza universitaria, donde hay la mitad de mujeres profesoras en Andalucía y poco más de la mitad en España. Es decir, conforme ascendemos en la categoría de las ocupaciones en el ámbito educativo, encontramos menos mujeres, siendo todavía minoría en los puestos más altos en la carrera universitaria (titulares y catedráticos).

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Gráfico 2.11

Fuente: Ministerio de Educación. Estadística de las enseñanzas no universitarias. Estadística de la enseñanza universitaria en España (INE). 2.2. Subempleo En este apartado se trata el tema del subempleo, tanto desde el punto de vista de la sobrecualificación de los trabajadores como de las razones para la inactividad de la población potencialmente activa. El subempleo refleja la subutilización de la capacidad productiva de la población ocupada. Según la Organización Internacional del Trabajo, la población subempleada es una subcategoría de la población con empleo, y son todas aquellas personas que trabajaron o tuvieron un empleo durante la semana de referencia, pero que deseaban y estaban disponibles para trabajar más adecuadamente. En cuanto al subempleo por competencias o cualificación, referido a que existe una disfunción entre el trabajo final desarrollado por los trabajadores y su cualificación, el subempleo ronda el 20% de la población ocupada andaluza. Las mujeres andaluzas consideran más que los hombres (16’5% frente a 11’5%) que su formación es un poco mayor que la requerida en el trabajo, y también que es incluso mucho mayor (10’2% frente a 5’9%). Por el contrario, los hombres reconocen más que las mujeres (7’2% en hombres frente a 4’3% en mujeres) que su formación es un poco menor. Estos datos son una evidencia más de la segregación ocupacional de género en el mercado de trabajo, mostrando cómo a pesar del aumento del nivel educativo de las mujeres andaluzas, éstas continúan estando empleadas en puestos de categorías inferiores, lastrando el desarrollo de Andalucía y representando una pérdida de bienestar no sólo individual, sino también social.

33

Gráfico 2.12

Fuente: IEA. La inmensa mayoría de las mujeres que están subempleadas en España están trabajando en el sector servicios (990.500 en el año 2010), seguido de la industria (493.000 en el mismo año). Gráfico 2.13

Fuente: INE Respecto a la causas de las altas tasas de inactividad de las mujeres andaluzas, el 43’69% de las mujeres que están en situación de inactividad en Andalucía justifican dicha situación por estar realizando labores del hogar (Gráfico 2.14), algo que contrasta absolutamente con el mínimo 5’52% de los hombres que dicen estar inactivos por el mismo motivo (Gráfico 2.15). La 34

segunda razón de inactividad (17’48%) en el caso de las mujeres es la percepción de una pensión distinta a la de jubilación, mientras que también son importantes las razones por percepción de pensión de jubilación (14’98%) y por estar estudiando (14’95%). En el caso de los hombres, sin embargo, la razón con más peso es la situación de jubilación (53’79%), seguida de los estudios (22’38%). Observamos, por tanto, que el peso de las responsabilidades familiares en las mujeres sigue lastrando de forma importante su capacidad para acceder al mercado de trabajo. Gráfico 2.14

Fuente: IEA. Gráfico 2.15

Fuente: IEA. No obstante, la crisis también ha cambiado el panorama anteriormente descrito. El peso de las labores del hogar ha pasado de ser un 50’52% a un 43’69% en sólo cuatro años, mientras que han ganado peso la percepción de pensiones tanto de jubilación como otras y los estudios. Esta evolución común en épocas de crisis indica que las mujeres se han debido incorporar al

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mercado de trabajo para intentar mantener los ingresos familiares al aumentar las tasas de paro de los varones. Gráfico 2.16

Fuente: IEA. 2.3. Desarrollo de género En relación con el capital humano, el instituto valenciano de investigaciones económicas (IVIE) elabora un índice de desarrollo de género basado en el Índice de Desarrollo Humano desarrollado por el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas. Este índice evalúa diferentes indicadores para las comunidades autónomas que reflejarían el concepto de desarrollo de género en un sentido amplío: índice de esperanza de vida igualmente distribuido, índice de educación igualmente distribuido y el índice de ingresos igualmente distribuido. Según este indicador de desarrollo de género, Andalucía se situó en 2007 a la cola de todas las comunidades autónomas, igualando la puntuación con Extremadura. Mientras la media nacional está en el 0’946, el dato para Andalucía es de 0’915. Gráfico 2.17

Fuente: IVIE. 36

No obstante, a pesar de este dato lo cierto es que la distancia entre Andalucía y la media española se está acortando en los últimos treinta años. Como se puede comprobar en este gráfico la diferencia entre la media española y el dato de Andalucía en 1980 era de 0,051 puntos, mientras que en 2007 esta distancia se redujo a 0,031. Gráfico 2.18

Fuente: IVIE. Los componentes de este indicador sintético son el índice de esperanza de vida igualmente distribuido, el índice de educación igualmente distribuido y el índice de ingresos igualmente distribuidos. Para saber qué componentes son los responsables de esa aproximación lenta pero progresiva a la media nacional debemos estudiar cada indicador por separado. El índice de esperanza de vida igualmente distribuido señala que Andalucía se está distanciando de la media española, ya que mientras en 1980 sólo estaba separado por 0’019 puntos en 2007 ya eran 0’024 puntos.

37

Gráfico 2.19

Fuente: IVIE. Por el contrario, en lo que se refiere al índice de educación igualmente distribuido (Gráfico 2.20) las diferencias se han reducido notablemente. Así, en 1980 a Andalucía la separaban 0’064 puntos de la media nacional frente a los 0’25 puntos de diferencia en 2007. El aumento del nivel educativo, especialmente de las mujeres, ha sido uno de los avances más relevantes que ha experimentado Andalucía en las tres últimas décadas, tanto por la magnitud del cambio como por el peso de la educación en las posibilidades de desarrollo de la comunidad autónoma. Gráfico 2.20

Fuente: IVIE. Finalmente también se han acortado las diferencias en el índice de ingresos igualmente distribuido ya que mientras en 1980 la separación era de 0’070 puntos, en 2007 fue de 0’045 38

puntos. Este último indicador señala los diferentes ingresos recibidos por hombres y mujeres tanto en España como en Andalucía, reflejando el menor PIB per cápita de las mujeres. Gráfico 2.21

Fuente: IVIE. En el siguiente gráfico (Gráfico 2.22) observamos que las diferencias entre España y Andalucía han seguido una evolución muy particular. Mientras los hombres en España ingresan más que los hombres en Andalucía, y las diferencias se han mantenido en este tiempo, las mujeres en España ingresan también mucho más que las mujeres en Andalucía pero con un estrechamiento en la separación entre ambas. Gráfico 2.22

Fuente: IVIE.

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2.4. Desigualdades salariales Una de las causas principales de las diferencias en el índice de ingresos de mujeres y hombres y del mayor nivel de pobreza de las mujeres es la persistente discriminación salarial. La discriminación salarial y la segregación ocupacional, que se refuerzan mutuamente, son responsables del mayor riesgo para las mujeres de vivir en la pobreza en todo el mundo (Sarasúa y Gálvez 2003). Respecto a la situación de desigualdad de la distribución salarial entre sexos en España, en todas las comunidades autónomas las mujeres reciben menos ingresos anuales que los hombres, aunque las diferencias entre unos y otros varían según comunidades. En el conjunto de España las mujeres ganan anualmente 18.910 euros frente a los 24.203 euros que reciben los hombres, por tanto, la ganancia media anual femenina supuso el 78,1% de la masculina, 5.293 euros menos. En Andalucía esa diferencia es menor pero igualmente amplia ya que se sitúa en los 4.810 euros anuales (Gráfico 2.23). Gráfico 2.23

Fuente: Encuesta de Estructura Salarial (INE). Diversas teorías económicas han aportado explicaciones del fenómeno de la desigualdad salarial entre mujeres y hombres: la teoría del capital humano, el modelo de preferencia por la discriminación, la discriminación estadística, la teoría del mercado de trabajo dual y el modelo del amontonamiento o teorías desde la economía feminista. La teoría del capital humano argumenta que el menor salario de las mujeres es resultado de la menor productividad marginal de las mujeres, debido al inferior capital humano que aportan al 40

mercado, sin embargo, como hemos visto en esta sección las mujeres poseen actualmente un mayor nivel educativo que los hombres, invalidado esta justificación. El modelo de preferencia por la discriminación de Becker (1957) basa las diferencias salariales en una preferencia por la discriminación basada en prejuicios de clientes o empleadores. Sin embargo, según los supuestos de esta teoría el propio mercado competitivo acabaría por eliminar los comportamientos discriminatorios de estas empresas al ser menos competitivas, lo cual en la práctica no ha sucedido. Otra teoría relacionada es el modelo de discriminación estadística, en la cual el empleador no distingue de manera individual a sus trabajadores sino que los evalúa en función de las características medias del grupo al que pertenecen y, por ello, tomando como referencia resultados estadísticos con peores promedios de las mujeres les paga menores salarios. En la teoría de la contaminación o pollution theory los que discriminan son los trabajadores hombres que se oponen a la entrada de mujeres en sus profesiones para mantener el prestigio y los salarios más elevados de su ocupación. Asimismo, las teorías del mercado de trabajo dual y, entre ellas, el modelo del amontonamiento (crowding model) dividen el mercado de trabajo en un mercado primario masculino con mayor poder de los agentes del mercado debido a una menor competencia entre ellos y un mercado secundario femenino más competitivo con menor poder de los agentes y, por tanto, menores salarios. Por último, las teorías desde la economía feminista han incorporado al estudio del mercado de trabajo y la desigualdad salarial la doble causalidad e interrelación entre las desigualdades laborales y sociales. La posición de desigualdad o desventaja de las mujeres en el mercado de trabajo es causada por el patriarcado y subordinación femenina en la sociedad y la familia, y viceversa. Es cierto que la segregación horizontal y vertical en las ocupaciones sigue limitando tanto los salarios de las mujeres como su presencia en puestos de mayor calidad en el trabajo y de responsabilidad, de tal forma que la sobre-representación femenina en contratos temporales y a tiempo parcial mal remunerados y, en general, en ocupaciones con bajos salarios y condiciones precarias las sitúan en una posición de clara desventaja económica. Sin embargo, las estimaciones realizadas calculan que en promedio quedaría un 53% de la brecha salarial de género no explicada por la segregación ocupacional más evidente (Del Río y Alonso-Villar 2007). En efecto, en Andalucía según datos de 2008 (Gráfico 2.24) las mayores diferencias de ingresos entre hombres y mujeres se dan en el sector de la industria, seguido por el sector servicios y finalmente por el sector de la construcción. No observamos, por tanto una relación fuerte entre la feminización del sector y la diferencia salarial entre sexos. En todos los sectores, estén masculinizados o feminizados, las diferencias salariales entre mujeres y hombres son importantes.

41

Gráfico 2.24

Fuente: Encuesta anual de estructura salarial (INE). En efecto, en lo que se refiere a las ganancias por hora (Gráfico 2.25) los hombres ganan más que las mujeres tanto en el sector servicios como en el sector de la industria pero ligeramente menos en el sector de la construcción donde hay una presencia minoritaria de mujeres. Gráfico 2.25

Fuente: Encuesta anual de estructura salarial (INE). Según el tipo de ocupación (alta, media, baja) los hombres también cobran más por hora que las mujeres de su rama, pero mientras en los hombres sí existe una diferencia lineal en los tipos de contratos y las remuneraciones por hora (a mejor tipo de ocupación, mejor salario) en el caso de las mujeres eso no existe. En efecto, mientras para un hombre pasar de una ocupación de tipo baja a tipo media supone un incremento de ingresos de casi tres euros por hora, en el caso de una mujer ese ascenso sólo significa un incremento de cuarenta céntimos por hora (Gráfico 2.26). Por el contrario, el verdadero ascenso para las mujeres está en el paso 42

a las ocupaciones clasificadas como altas, ya que puede suponer un incremento de siete euros por hora trabajada, con una diferencia aún de 3,3 euros por hora menos que los hombres. Gráfico 2.26

Fuente: Encuesta anual de estructura salarial (INE). Las diferencias de ganancias anuales y por hora entre hombres y mujeres son mucho más altas en los contratos indefinidos que en los contratos temporales, como puede observarse en los siguientes gráficos (2.27 y 2.28), de manera que la precariedad de los contratos temporales provoca una aproximación en los salarios menores. Gráfico 2.27

Fuente: Encuesta anual de estructura salarial (INE).

43

Gráfico 2.28

Fuente: Encuesta anual de estructura salarial (INE). Asimismo, las diferencias de ingresos entre hombres y mujeres son más altas en España (Gráfico 2.29) que en Andalucía (Gráfico 2.30), a excepción de las que se dan entre los más jóvenes. De hecho, para las personas menores de 34 años las diferencias de ingresos entre hombres y mujeres son mayores en Andalucía que en España. En todo caso las diferencias son crecientes con el nivel de edad, es decir, a mayor edad mayor diferencia de salario con respecto a los hombres. Gráfico 2.29

Fuente: Encuesta anual de estructura salarial (INE). 44

Gráfico 2.30

Fuente: Encuesta anual de estructura salarial (INE). Por último, las personas extranjeras reciben menores ingresos anuales de media que las personas con nacionalidad española. Así, mientras las mujeres españolas reciben una media de 17.524’92 euros anuales en Andalucía, las mujeres extranjeras reciben 11.625’87 euros, casi seis mil euros menos. No obstante, también hay diferencias de género en el colectivo extranjero ya que los hombres ganan 13.279’09 euros anuales de media lo que significa algo más de mil quinientos euros al año más que las extranjeras. Gráfico 2.31

Fuente: Encuesta anual de estructura salarial (INE).

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Podemos concluir, por tanto que independientemente de otras variables, persiste una discriminación salarial importante que perjudica el bienestar económico de las mujeres y de sus familias. Las diferencias en la tasa de participación en el mercado laboral de hombres y mujeres, la desigualdad salarial y las diferencias en el número de horas trabajadas son las principales causas de las desigualdades de género en el nivel de vida y de bienestar (Gálvez, Ramos y Rodríguez 2011).

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BLOQUE 3. ENTRADAS Y SALIDAS DEL MERCADO DE TRABAJO / CICLO VITAL

En este tercer bloque se analizan las entradas y salidas del mercado de trabajo y su relación con el ciclo vital de los trabajadores y, por tanto, con la mayor asunción de las responsabilidades de cuidados por parte de las mujeres. 3.1. Entradas y salidas del mercado de trabajo La inmensa mayoría de las personas afiliadas a la seguridad social están asociadas al régimen general, y es que el 67’57% del total de afiliados lo estaba en 2007. Los dos otros regímenes importantes son el de autónomos (con el 14’95%) y el agrario (con el 16’23%). El resto de los regímenes tiene una importancia residual en un sentido general, ya que el régimen del mar alberga al 0’32%, el de la minería del carbón al 0’01% y finalmente el de empleados del hogar al 0’93%. No obstante estos datos se han visto sensiblemente modificados como consecuencia de la crisis, ya que se ha producido un descenso en el peso de los afiliados al régimen general (que ha bajado al 64’68%) y un incremento en el régimen de autónomos (ha subido al 16’28%), el régimen agrario (subida al 17’67%) y el de empleados del hogar (subida al 1’09%). Gráfico 3.1

Fuente: MTAS. No obstante, como podemos observar en los dos siguientes gráficos (Gráfico 3.2 y 3.3) las diferencias entre hombres y mujeres son notables. En efecto, el porcentaje de hombres afiliados al régimen general en 2007 era mucho mayor que el de mujeres (70’26% frente a 63’75%), siendo también más alto en el caso del régimen de autónomos (17’56% frente a 11’24%). Por el contrario las mujeres están más presentes en el régimen agrario (22’87% de las mujeres frente a 11’55% de los hombres) y en el régimen de empleados del hogar (2’10% de las mujeres frente a 0’10% de los hombres).

47

Gráfico 3.2

Fuente: MTAS. Gráfico 3.3

Fuente: MTAS. En cualquier caso, hay un cambio notable como efecto de la crisis y es que el desplazamiento, arriba mencionado, que se produce desde el régimen general hacia el resto sólo se produce en el caso de los hombres. En efecto, el peso de las mujeres afiliadas al régimen general de hecho se ha incrementado para 2011, mientras que ha perdido peso el régimen agrario (que ha bajado hasta el 20’62%). En una perspectiva más amplia y observando los datos de afiliados al régimen general en Andalucía podemos comprobar cómo desde abril de 2008 comienza un descenso intenso que todavía no parece haberse completado. 48

Gráfico 3.4

Fuente: MTAS. Sin embargo, si analizamos el desglose entre hombres y mujeres podemos ver cómo el descenso es debido a la caída extraordinaria de la afiliación masculina, ya que de hecho la afiliación femenina ha estado creciendo en los últimos años debido a una mayor intensidad de la crisis en sectores masculinizados y eso ha permitido mitigar el efecto final. En este caso, la fuerte segregación laboral existente en el mercado de trabajo por sectores ha perjudicado más al empleo de los hombres al ser los sectores masculinizados como la construcción o las industrias manufactureras de automoción las más afectadas por la crisis. Gráfico 3.5

Fuente: MTAS.

49

Gráfico 3.6

Fuente: MTAS. 3.2. Prestaciones En cuanto a las prestaciones por maternidad y paternidad, la inmensa mayoría son percibidas por las mujeres. En efecto, las mujeres recibieron en 2010 el 98’25% de las prestaciones en el conjunto del país y el 98’88% de las recibidas en Andalucía. En cualquier caso en ese mismo año hubo un 2,34% menos de prestaciones en total respecto al año anterior, cayendo el dato de las mujeres un 2’40% y el de los hombres un 1’38%. Gráfico 3.7

Fuente: MTAS. Dentro de la modalidad contributiva de las prestaciones por maternidad la inmensa mayoría son no compartidas (153.803 frente a 28.341 en el caso de España), como puede observarse a

50

continuación, lo cual apoya el argumento de la obligatoriedad en los permisos para los dos sexos sin posibilidad de reparto, puesto que de forma voluntaria éstos no se comparten. Gráfico 3.8

Fuente: MTAS. La duración media de la prestación por maternidad de tipo contributiva y que son compartidas es de 68’71 días en el caso de España y de 71’96 días en el caso de Andalucía. En el caso de las que no son compartidas pero también son contributivas es de 113’04 días en España y 112’78 días en Andalucía. Gráfico 3.9

Fuente: MTAS. En lo que se refiere a prestaciones por paternidad, en 2010 hubo 275.637 procesos en España y 43.577 en Andalucía. Eso supone un incremento respecto a 2009 del 0’96% en el caso de 51

España y del 0’59% en el caso de Andalucía. El incremento de gasto, no obstante, ha sido mucho mayor, alcanzando el 2’46% en el caso de España y el 1’12 en el caso de Andalucía. Gráfico 3.10

Fuente: MTAS. La pensión media no contributiva en Andalucía, mayoritariamente percibida por mujeres, ha crecido de forma progresiva desde 2004, pasando desde los 258’22 euros mensuales hasta los 320’41 euros mensuales de 2010. Gráfico 3.11

Fuente: MTAS. Por último, la cuantía media de las prestaciones por desempleo se ha disparado en los últimos años como consecuencia de la crisis, reflejando los despidos de personas con mayor salario. Como se puede comprobar en el gráfico es una tendencia común tanto para hombres como para las mujeres, aunque las mujeres reciben prestaciones por desempleo menores como consecuencia del menor salario medio. 52

Gráfico 3.12

Fuente: MTAS.

53

BLOQUE 4. ENFERMEDADES PROFESIONALES Y ACCIDENTES

El cuarto bloque hace referencia a las distintas causas y consecuencias que tienen tanto las enfermedades profesionales como los accidentes para mujeres y hombres. También se hace alusión a la violencia física y discriminación en el trabajo. 4.1 Violencia física y discriminación Según las estadísticas del Ministerio de Trabajo el porcentaje de afectados por la violencia física en el trabajo incrementa -dejando al margen a los trabajadores autónomos- a medida que lo hace el tamaño de la empresa. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la violencia como “el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”. Según la Secretaría de Igualdad de Oportunidades y Género de la Confederación General del Trabajo se denomina violencia laboral, a “aquellas situaciones de violencia en el trabajo que son reiteradas y sistemáticas, y que están destinadas a provocar la pérdida del trabajo o de la capacidad laboral de las personas afectadas”. Dentro de esta acepción, se entiende por violencia física “toda acción deliberada que perjudique la integridad física y/o tenga como resultado el menoscabo personal o en el ejercicio de funciones laborales. Se incluye dentro de estas conductas no sólo los ataques sino también los intentos y las amenazas de su ejecución y los daños a sus pertenencias.” Teniendo en cuenta lo anterior, en España se observa que la violencia física recibida es mayor en las mujeres que en los hombres sólo en las empresas con más de 250 empleados. Así, para las empresas de 500 o más trabajadores hasta un 12’7% de mujeres sufren violencia física, siendo el porcentaje de hombres de un 11’8%.

54

Gráfico 4.1

Fuente: Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo

A estas cifras hay que añadir que la mayor parte de la violencia física ejercida en el ámbito laboral es externa, es decir, “tiene lugar por parte de personas que no prestan servicios en el centro de trabajo, ya sea por son usuarios de los servicios de la empresa o por personas cuya presencia y conducta en el centro es ilegítima y delictiva”(Velázquez 2009). Según la VI Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo (ENCT 2007), en Andalucía, de la violencia física laboral que se ejerce en el ámbito interno, un 1,2% corresponde a hombres y 0,9% a mujeres. Por el contrario, si observamos la violencia externa estos porcentajes se elevan al 4,1% y 2,7%, respectivamente. Las cifras se invierten cuando nos referimos al acoso sexual. Salvo en las empresas que tienen entre 250 y 499 trabajadores, son las mujeres las más afectadas por este fenómeno. En las grandes empresas de más de 500 trabajadores, por ejemplo, un 1’6% de las mujeres reconoce haber sufrido acoso sexual, frente a un 0’6% de los hombres. Gráfico 4.2

55

Fuente: Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo

Si hablamos de discriminación laboral, también es la mujer la que más padece el fenómeno, especialmente en las empresas más grandes. Así, hasta un 4’1% de las mujeres reconoce sufrir discriminación en las empresas con más de 500 trabajadores, frente a un 2% de los hombres que también lo admite en ese tipo de empresas. En empresas entre 250 y 499 trabajadores las cifras son aún más dispares, pues la discriminación a la mujer supera a la del hombre en más de 4 puntos porcentuales. Gráfico 4.3

Fuente: Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo

Si se atiende a la causa de la discriminación, la ENCT 2007 señala para Andalucía que la mayor diferencia entre mujeres y hombres obedece a motivos de discriminación sexual (las mujeres presentan un 2,1% y los hombres no atienden a esta causa). En cuanto a las demás, se puede destacar la nacionalidad como la otra causa por la cual las mujeres declaran sentirse discriminadas en mayor medida que los hombres. 56

Tabla 4.1 Hombre

Mujer

Edad

1,0%

0,7%

Nacionalidad

0,8%

1,3%

-

2,1%

Raza o Étnia

0,7%

0,6%

Religión

0,3%

0,1%

Discapacidad

0,3%

-

Sexo

Fuente: ENCT, 2007. Siendo como es la sexual la principal causa de discriminación laboral, conviene destacar en qué aspectos puede darse esta discriminación por razón de sexo. En este sentido, el Instituto Andaluz de la Mujer (2009) establece que ésta se pone de manifiesto, principalmente, a través de 5 ámbitos: 1) en la distribución del tiempo de trabajo, 2) en el acceso a los complementos salariales, 3) en las modalidades de contratación, 4) en las condiciones de despido o renovación del contrato y 5) en la movilidad funcional y geográfica. Estas causas se perpetúan en el tiempo, por lo que, como establece Borderías (1993), es necesario analizar las distintas fuerzas a nivel macro y microsocial, profundizar la articulación entre clase y sexo y los procesos de producción y reproducción en el ámbito de la economía, factores todos que conducen a la aparición de estas problemáticas. 4.2 Enfermedades profesionales y bajas por enfermedad Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) los accidentes y las enfermedades profesionales son responsables de que alrededor del 4 por ciento del PIB mundial se pierda en concepto de pago de compensaciones y ausencias del trabajo. La OMS define las enfermedades profesionales como “aquellas producidas a consecuencia del trabajo, que en general obedecen a la habitualidad y constancia de algunos agentes etiológicos presentes en el ambiente laboral y provocan alguna alteración en los trabajadores; tienen como requisito ser consideradas como tales en las Legislaciones respectivas de los distintos países.”

57

Asimismo, el art. 116 de la Ley General de Seguridad Social, establece que será “la contraída a consecuencia del trabajo ejecutado por cuenta ajena en las actividades que se especifiquen en el cuadro que se apruebe por las disposiciones de aplicación y desarrollo de esta Ley, y siempre que esté provocada por la acción de los elementos y sustancias que en dicho cuadro se indiquen para cada enfermedad profesional, en los mismos términos para los trabajadores del Régimen Especial de Trabajadores por Cuenta Propia”. La principal diferencia entre el caso de accidente de trabajo y la enfermedad profesional, es el llamado periodo de latencia, es decir, el tiempo que transcurre desde la exposición al factor de riesgo y la aparición de los efectos. En el caso de enfermedad profesional éste es más prolongado. Cuanto mayor sea el tiempo de latencia, más difícil será establecer la relación entre la causa y el efecto. Debido a esta dificultad para reconocer esta relación causal aparece la distinción entre enfermedades laborales -cuando hay prueba científicas de dicha relación, pero no están legalmente reconocidas- y enfermedades profesionales -cuando la relación causa-efecto está legalmente reconocida-. Lo anterior motiva que sólo un 10% sean enfermedades profesionales comparadas con el total de enfermedades laborales (Comisiones Obreras 2001). Teniendo en cuenta lo anterior, en el año 2010 un total de 498 hombres padecieron enfermedades profesionales en Andalucía, mientras que en caso de las mujeres se dieron 253 casos. Gráfico 4.4

Fuente: Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo

Según la ENCT 2007 la mayor parte de las enfermedades profesionales de los trabajadores andaluces están relacionadas con problemas de huesos, músculos o articulaciones (especialmente en el caso masculino). Las principales diferencias entre ambos sexos se presentan en lo relacionado a enfermedades infecciosas, solo registradas para el caso de las mujeres, y los problemas de sordera que afectan a los hombres en lugar de a las mujeres.

58

Tabla 4.2 Hombre

Mujer

Enfermedades de la piel

7,80%

13,60%

Neumoconiosis y/o enfermedades pulmonares

5,90%

4,20%

-

3,10%

10,70%

-

Enfermedades o intoxicaciones por metales

-

-

Enfermedades o intoxicaciones por otras sustancias químicas

-

-

Enfermedades de los huesos, músculos o articulaciones

68,30%

56,70%

Otra

20,20%

22,20%

Naturaleza de la enfermedad profesional reconocida

Enfermedades infecciosas Hipoacusia/sordera

Fuente: ENCT, 2007. Los resultados anteriores están muy ligados a los sectores de actividad en que tanto mujeres como hombres desarrollan fundamentalmente su trabajo. Se observa en el caso masculino que las enfermedades en que supera a las mujeres son asociadas mayoritariamente al sector de la construcción, mientras las enfermedades que afectan más a mujeres se registran únicamente en el sector servicios. Asimismo, las enferemdades relacionadas con huesos, músculos o articulaciones presentan importantes porcentajes tanto en el sector industrial como en el serctor servicios. Tabla 4.3 Naturaleza de la enfermedad profesional reconocida Agrario Industria Construcción Servicios Enfermedades de la piel

1,80%

8,10%

7,10%

7,50%

Neumoconiosis y/o enfermedades pulmonares

5,40%

6,40%

6,80%

4,50%

Enfermedades infecciosas

1,30%

-

-

4,40%

Hipoacusia/sordera

-

1,90%

8,90%

3,10%

Enfermedades o intoxicaciones por metales

-

-

-

0,30%

Enfermedades o intoxicaciones por otras sustancias químicas

22,00%

1,10%

-

0,30%

Enfermedades de los huesos, músculos o articulaciones

44,40%

56,20%

53,90%

53,10%

59

Otra

27,00%

27,90%

22,70%

28,00%

Fuente: ENCT, 2007. El Ministerio de Trabajo reconoce que los accidentes laborales son uno de los principales riesgos percibidos por la población empleada. A nivel internacional, se observa una tendencia creciente en los últimos años, debida fundamentalmente a los procesos de industrialización de países en vías de desarrollo y, si bien en la generalidad de los países industrializados esta evolución ha ido hacia un estancamiento progresivo, en el caso de Andalucía, éstos han aumentado progresivamente desde 1993, especialmente en el caso de los hombres. En el año 2008 esta tendencia se quiebra para el caso de los hombres, posiblemente fruto de la situación de crisis en que se sumerge el país y que afecta de manera especial al sector de la construcción. Este hecho también justifica la continuidad de la tendencia alcista para el caso de las mujeres, a causa del menor grado de ocupación en ese sector, y de la mayor incorporación al mercado remunerado. Gráfico 4.5

Fuente: Ministerio de Trabajo e Inmigración

A nivel nacional, para el año 2009 el Ministerio de Trabajo e Inmigración registró 618 accidentes laborales con causa de muerte7. De éstos, 584 fueron hombres frente a 34 de mujeres. Además, de éstos el 64,7% corresponden a accidentes de tráfico y de los 7 casos restantes, 4 se produjeron en el sector servicios (2 en comercio y 2 en actividades relacionadas con la limpieza). En el caso de los accidentes de trabajo en la población extranjera, como se puede observar en el siguiente gráfico, encontramos que crecieron tanto para hombres como para mujeres hasta el año 2007, pero en 2008 comienza a descender para ambos sexos (especialmente en el caso 7

Para Andalucía, hasta agosto de 2011 se había registrado un total de 54 muertes por accidente laboral.

60

de los hombres). No obstante, en 2009 los hombres sufrían el doble de accidentes de trabajo que las mujeres. Al igual que en el caso de los nacionales, estas cifras pueden estar motivadas fundamentalmente por dos causas: 1) el sector en que mujeres y hombres extranjeros desarrollan sus actividades profesionales, que básicamente siguen la misma pauta que los hombres y mujeres nacionales, es decir, hombres concentrados en industria y sobre todo construcción, y mujeres en el sector servicios, especialmente en el ámbito doméstico (Domínguez-Serrano y Matus 2011), y 2) la crisis económica que afecta de manera especial estos sectores, lo que hace disminuir el empleo en ellos y, por tanto, los accidentes sufridos en el desempeño de estas tareas. Gráfico 4.6

Fuente: Ministerio de Trabajo e Inmigración

Además de lo anterior, la Consejería de Empleo de la Junta de Andalucía aprobó en febrero de 2010 la denominada Estrategia Andaluza de Seguridad y Salud Laboral, que incluye iniciativas como la puesta en marcha de nuevos programas de asesoramiento preventivo al empresariado, programas de seguimiento a pymes y planes para autónomos, reforzamiento de las instituciones dedicadas a prevención de riesgos laborales, etc. Estas iniciativas podrán incidir sobre la evolución futura de la siniestralidad laboral en los próximos años.

61

BLOQUE 5. CUIDADOS, CONCILIACIÓN, CORRESPONSABILIDAD Y DOBLE JORNADA

La tendencia demográfica andaluza, en sintonía con la nacional y la europea, apunta a un envejecimiento progresivo de la población y, por tanto, a que las necesidades de cuidado sean cada vez mayores. En el mismo sentido, las necesidades de cuidados de otras personas dependientes como niños/as, personas discapacitadas, etc. también son muy importantes. En una sociedad en que la prestación de cuidados se produce en gran medida en el seno de los hogares, es necesario que la distribución de tareas entre hombres y mujeres se haga de forma equitativa, de manera que la participación de unos y otras tanto en los mercados como en la esfera privada no responda a cuestiones meramente culturales, sino a razones de justicia e igualdad (Domínguez-Serrano, 2010). Según la Encuesta de Discapacidad, Autonomía Personal y Situaciones de Dependencia 2008 (EDAD-08), el 73,8% de la población española que presta cuidados informales son mujeres, porcentaje que se eleva hasta el 96,5% en el caso de los cuidados formales. Además cuanto mayor es la edad de la persona discapacitada más se profundiza esta brecha de género, puesto que el 77,3% de las cuidadoras informales de personas con discapacidad mayores de 65 años son mujeres. Si se atiende a cuidadores/as de entre 25 y 64 años, las mujeres representan el 82% de las que prestan cuidados informales (Marcenaro et al., 2011). En este bloque se hace alusión a las tareas de cuidado de personas dependientes, poniéndose de manifiesto cómo existe un desigual reparto de tareas en el seno del hogar, que es a su vez causa (o consecuencia, según se mire) de la desigual distribución que se ha puesto de manifiesto en los epígrafes anteriores en relación a la participación en el mercado de trabajo. 5.1 Cuidados y Conciliación Según resultados de la Encuesta de Dependencia y Solidaridad en las Redes Familiares publicadas por el Instituto de Estadística de Andalucía en 2007, el 52,2% de hombres declara no tener ningún pariente que necesite ayuda, porcentaje que se reduce al 47,7% en el caso de las mujeres. Entre los que sí declaran tener parientes que necesitan ayuda, además, las pautas de comportamiento son distintas entre mujeres y hombres. Entre las primeras, el 59,7% presta ayuda a aquellas personas que lo necesitan, pero en entre los hombres, esta ayuda es prestada en un 50,8% de los casos. Si se atiende al trasfondo de estas cifras, un porcentaje importante de los parientes con necesidades de cuidado lo constituirían los hijos. De forma tradicional, las mujeres han desarrollado las tareas domésticas y de cuidados dentro del hogar, asumiendo este rol independientemente de su participación en el mercado laboral. En el año 2005 en Andalucía el 56’6% de los hombres ocupados frente al 12,89% de las mujeres ocupadas reconocían que a sus hijos los cuidaba su cónyuge. Las mujeres reconocían hacer un uso mayor (20’32%) de los servicios especializados para el cuidado de los niños que los hombres (11’83%). Y también eran más las mujeres que reconocían dejar a sus hijos al cuidado de algún familiar (27’88% frente a 10’46% en el caso de los hombres) y que no usaban ningún tipo de asistencia (28’3% de mujeres frente a 20’44% de hombres). 62

Gráfico 5.1

Fuente: Encuesta de Población Activa

En el caso de España esos datos son prácticamente idénticos, como puede comprobarse en el gráfico siguiente. Gráfico 5.2

Fuente: Encuesta de Población Activa

Según Fernández y Tobío (2006) la escasez de recursos públicos para la conciliación contrasta en España con la variedad de estrategias privadas, generalmente de carácter informal, que las madres trabajadoras despliegan para hacer compatible la doble responsabilidad laboral y familiar. Se trata, fundamentalmente, de estrategias basadas en procesos de sustitución de unas mujeres por otras, bien parientes femeninas, en especial las abuelas, que asumen tareas de cuidado en ausencia de la madre, bien una mujer no emparentada que realiza ese trabajo a cambio de un salario.

63

No obstante, en cuanto a los procesos de reproducción, puede decirse que los hombres son menos propensos a querer tener descendencia a corto plazo. En efecto, un 14’1% de las mujeres de entre 18 y 24 años reconocen querer tener hijos en los tres siguientes años, frente a un 8’9% de los hombres. Y entre la población de entre 25 y 44 años hay un 20’2% de mujeres que reconoce querer tener hijos frente a un 17’5% de los hombres que opina igual. Gráfico 5.3

Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas

El otro gran grupo de personas dependientes lo constituyen las personas mayores. Tanto en España como en Andalucía el porcentaje de personas entre 16 y 64 años que no pueden hacerse cargo regularmente de la atención de personas dependientes es mayor en el caso de los hombres (93’1% en España) que en el de las mujeres (87’02%). Gráfico 5.4

Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas

Pero además, en igualdad de condiciones con respecto a la participación en el mercado de trabajo, es decir, tratándose de hombres y mujeres que participan en el mercado laboral, existe una abrumadora mayoría de mujeres que piden excedencia por cuidado familiar, del orden del 93,62% son mujeres frente a un 6,38% de hombres (esta proporción se mantiene a 64

nivel nacional), debido en la mayor parte de los casos a que son ellas las que hacen uso del permiso de maternidad, pero las proporciones también se mantienen para el caso de cuidado de otros familiares. Gráfico 5.5 Excedencias por cuidado familiar en Andalucía (2010)

4.000 3.000 Mujeres

2.000

Hombres

1.000 0

Hijos

Familiares

Mujeres

3.466

512

Hombres

161

110

Fuente: Ministerio de Trabajo e Inmigración: Anuario, 2010. 5.2 Usos del tiempo En España los hombres dedican 7 horas diarias de media al trabajo remunerado, frente a las 6 horas diarias que dedican las mujeres, considerando siempre el grupo de personas que desarrollan la actividad. La mayor diferencia en empleo del tiempo se da en las tareas relacionadas con el hogar y la familia, donde la mujer dedica dos horas diarias más de media que los hombres. Es decir, si bien ha existido una incorporación masiva de las mujeres en el ámbito del mercado remunerado, ésta no se ha visto compensada con una reciprocidad masculina de incorporación a la esfera privada del cuidado. Esta ausencia de corresponsabilidad redunda en una mayor carga de trabajo para las mujeres que, si bien se ha reducido con respecto a la existente en 20038, cuando las mujeres dedicaban tres horas más al trabajo no remunerado que los hombres (Gálvez y Marcenaro 2008), continúa siendo importante.

8

En 2003 se realiza por primera vez con carácter nacional la Encuesta de Empleo del Tiempo en España. En 2009 se realiza una segunda ola, a la que corresponden los datos relacionados en este apartado.

65

Gráfico 5.6

Fuente: Encuesta de Empleo del Tiempo

Además, el problema se intensifica si se tiene en cuenta el porcentaje de personas que dedica tiempo a la actividad, es decir, los hombres no solo dedican menos tiempo sino que, además, son menos los hombres que realizan este tipo de actividades en el hogar. Así, el porcentaje de mujeres que dedican tiempo a tareas relacionadas con el hogar y la familia es del 91’9% frente al 74’7% de los hombres. Este dato también muestra una tendencia positiva pues, para Andalucía en 2003, un 92’6% de las mujeres se dedicaba a estas tareas frente a solo un 65’5% de los hombres. Por tanto, sí se observa que los hombres tienden a corresponsabilizarse en mayor medida en lo relativo al trabajo no remunerado, si bien habría que distinguir entre el tipo de trabajo que desempeñan, pues este grupo de actividades aglutina tanto la realización de tareas en el hogar como limpieza, cocinar, arreglar un enchufe o cuidar de los hijos. Lógicamente, la mejora en la conciliación pasa no solo porque haya más hombres que se dediquen a realizar una determinada tarea, sino por que haya más hombres que se dediquen a cada una de las tareas, en igualdad de condiciones a las mujeres, y que dediquen el mismo tiempo que éstas. Solo de esta manera la productividad de hombres y mujeres en el mercado remunerado podrá ser considerada en igualdad de condiciones.

66

Gráfico 5.7

Fuente: Encuesta de Empleo del Tiempo

Gráfico 5.8

Fuente: Encuesta de Empleo del Tiempo

Con respecto al resto de actividades, las diferencias entre mujeres y hombres prácticamente se mantienen a lo largo de la década. Únicamente se observa un incremento de las diferencias en el tiempo dedicado por hombres y mujeres a aficiones y juegos, mientras las mujeres incrementan en solo unos minutos el tiempo que dedican a realizar este tipo de actividades, los hombres aumentan 17 minutos, lo que hace que las diferencias lleguen a poner de manifiesto que los hombres dedican en torno a 40 minutos más que las mujeres a estas actividades, mientras en 2003 solo las superaban en aproximadamente 20 minutos en lo referente a esta actividad.

67

Gráfico 5.9

Fuente: Encuesta de Empleo del Tiempo

68

BLOQUE 6. PERCEPCIONES DESIGUALDAD DE GÉNERO

6.1 Percepciones desigualdad de género En este bloque se analizan los resultados del barómetro del CIS de marzo de 2010 en el que se incluían preguntas relacionadas con la actitud de las personas hacia la igualdad de género en España. En dicho cuestionario se les pide opinión a las personas entrevistadas sobre la situación actual de las desigualdades entre mujeres y hombres y la comparación con la situación hace diez años. Asimismo, se recogen las opiniones respecto a la valoración de la situación de las mujeres en España en el mercado laboral, tales como el nivel salarial, su promoción profesional, las oportunidades para encontrar un empleo, la estabilidad en el puesto de trabajo, el acceso a puestos de responsabilidad en las empresas, las posibilidades de compaginar la vida laboral y familiar, etc. El bloque continúa con una serie de preguntas en torno a la actitud hacia medidas o acciones para fomentar la igualdad de género en distintos ámbitos y cierra con preguntas en torno a la igualdad formal. En primer lugar se aborda la percepción sobre la situación actual de desigualdad entre mujeres y hombres, la cual, como muestra el gráfico 6.1, difiere significativamente entre unas y otros. Así, un 49’1% de las mujeres españolas considera que las desigualdades entre hombres y mujeres son bastantes grandes (frente a un 36’8% de los hombres) y un 14% opina que en realidad son muy grandes. En el caso de los hombres las cifras son notablemente distintas ya que un mayoritario 43% considera que las desigualdades entre hombres y mujeres son pequeñas, y un 9’2% de hecho piensa que son casi inexistentes. Gráfico 6.1

Fuente: Barómetro del CIS, estudio nº 2831 Respecto a la evolución de dicha desigualdad, el gráfico 6.2 muestra que la mayoría de las personas entrevistadas considera que actualmente existen menores desigualdades que hace 69

diez años, si bien, el porcentaje que lo cree es mayor en el caso de los hombres (81’4%) que en el de las mujeres (75’8%). Gráfico 6.2

Fuente: Barómetro del CIS, estudio nº 2831 Estos dos análisis responden a una realidad: las mujeres perciben en mayor medida las desigualdades por razón de género porque son ellas las principales afectadas. Ello se debe a que los estereotipos de género que han operado históricamente en nuestra sociedad han delineado los territorios y espacios que corresponden a mujeres y a hombres, limitando sus posibilidades y potencialidades, y generando inequidades que les afectan especialmente a ellas. Es decir, existe la percepción de que las desigualdades han disminuido (o se han trasladado), pero continúa existiendo una valoración desigual y jerárquica de las características individuales de mujeres y hombres. Es decir, los roles/status asignados a las mujeres las colocan en condiciones desfavorables en el intercambio de bienes y servicios, derechos y obligaciones, poder y prestigio, y ello se pone de manifiesto no sólo en el ámbito del empleo profesional al que las mujeres tienen más dificultades de acceso, condiciones y promoción, sino también en el ámbito de los hogares en el cual las mujeres siguen asumiendo las principales responsabilidades. Esa doble jornada que se impone a las mujeres hace que sean ellas las que perciban unas mayores desigualdades porque realmente son las que las sufren. La Tabla 6.1 recoge algunos de estos aspectos. En lo que se refiere a la percepción de la situación salarial, la mayoría de los hombres (un 69’6%) y de las mujeres (un 83’5%) considera que los salarios de las mujeres son peores que los de los hombres. En cuanto a las perspectivas de promoción profesional un 71’1% de las mujeres cree que la situación de las mujeres es peor, pero sólo un 48’8% de los hombres considera lo mismo. Asimismo, un 62% de las propias mujeres también creen que ellas tienen peores oportunidades para encontrar empleo, mientras que sólo un 44’9% de los hombres lo piensa. Lo mismo ocurre respecto a la estabilidad en el puesto de trabajo, ya que un 63’2% de las mujeres cree que la situación de las mujeres es peor y ese porcentaje baja al 43’7% en el caso de los hombres. 70

Tabla 6.1 ¿Cree Ud. que actualmente la situación de las mujeres en España es mejor, igual o peor que la de los hombres, en los siguientes aspectos?

Mejor Igual Peor N.S. N.C. %

%

%

%

%

Los salarios

Hombre

1.7

24.1

69.6

4.3

0.2

Mujer

0.7

11.5

83.5

4.0

0.3

TOTAL

1.2

17.7

76.6

4.2

0.3

Hombre

6.3

39.7

48.8

4.7

0.5

Mujer

2.5

21.0

71.1

4.9

0.6

TOTAL

4.3

30.2

60.2

4.8

0.5

Hombre

11.1

40.6

44.9

3.1

0.3

Mujer

5.9

28.8

62.0

3.0

0.3

TOTAL

8.4

34.6

53.6

3.1

0.3

Hombre

5.2

45.7

43.7

4.3

1.0

Mujer

1.7

30.1

63.2

4.2

0.8

TOTAL

3.5

37.8

53.6

4.3

0.9

Hombre

7.6

85.4

5.5

0.9

0.6

Mujer

4.2

82.1

11.4

1.7

0.6

TOTAL

5.9

83.8

8.5

1.3

0.6

3.4

33.5

56.9

5.3

0.8

2.3

18.1

74.2

4.8

0.6

2.9

25.7

65.7

5.1

0.7

8.2

23.1

64.9

2.9

0.9

3.8

11.6

81.7

2.2

0.7

6.0

17.2

73.5

2.6

0.8

5.2

52.0

35.6

5.9

1.4

2.5

33.4

54.8

8.1

1.1

TOTAL 3.8 42.5 Fuente: Barómetro del CIS, estudio nº 2831

45.4

7.0

1.2

Las perspectivas de promoción profesional

Las oportunidades para encontrar un empleo

La estabilidad en el puesto de trabajo

El acceso a la educación

El acceso a puestos de responsabilidad en las Hombre empresas Mujer TOTAL Las posibilidades de compaginar la vida Hombre laboral y familiar Mujer TOTAL El acceso a puestos de responsabilidad en la Hombre vida política Mujer

Los datos de esta tabla reflejan una realidad a la que hace referencia el último Informe Global con arreglo al seguimiento de la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo9, en el que se afirma que “las mujeres siguen siendo víctimas de la discriminación en casi todos los aspectos del empleo: desde los puestos de trabajo que pueden conseguir, la remuneración, las prestaciones y las condiciones de trabajo hasta su acceso a los cargos de toma de decisiones. Los estudios demuestran que, pese a las iniciativas legislativas y

9

OIT (2011): Informe Global con arreglo al seguimiento de la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo. Disponible en http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---ed_norm/--declaration/documents/publication/wcms_166923.pdf

71

políticas que se adoptan, persisten las diferencias de remuneración, la segregación profesional y vertical, las dificultades para conciliar el trabajo y la vida familiar, y la desmesurada concentración de mujeres en empleos a tiempo parcial y de tipo informal y precario, todo ello sumado al acoso sexual y a la discriminación por razones de maternidad o de estado civil” (2011: 21). En este mismo informe se recoge que, en muchos casos, el acceso de las mujeres a determinados puestos de trabajo resulta limitado por la función reproductora que éstas tienen o por el hecho de que siguen siendo las principales responsables del cuidado de los niños y demás personas a su cargo. Esta realidad da lugar a que, como observamos en la tabla 6.1, un 81.7% de las mujeres y un 64.9% de los hombres opinen que las mujeres tienen una peor situación a la hora de poder compaginar la vida laboral y familiar. Estas opiniones se vuelven a poner de manifiesto ante las siguientes afirmaciones. En primer lugar, respecto a si “en las mismas condiciones, la mayoría de las empresas prefieren hombres para cubrir puestos de responsabilidad”, la mayoría de hombres (un 70%) y de mujeres (un 80’2%) están más bien de acuerdo, tal y como muestra el gráfico 6.3. Gráfico 6.3

Fuente: Barómetro del CIS, estudio nº 2831 Las razones por las que esto ocurre aparecen recogidas en el gráfico 6.4, en el que se muestra que un porcentaje mayoritario tanto de hombres (40,4%) como de mujeres (37,9%) consideran que se debe a que las mujeres disponen de menos tiempo debido a las cargas familiares. Este resultado responde a una realidad cotidiana en la que, aunque las mujeres sean muy eficientes a nivel individual, las responsabilidades domésticas y de cuidados que se les ha asignado históricamente, hace que las empresas las vean como menos disponibles ante las necesidades del negocio. La siguiente razón que se plantea de forma mayoritaria es porque el entorno laboral está dominado por hombres que no confían suficientemente en las mujeres. Esta última razón se vuelve a poner de manifiesto en las opiniones respecto a la afirmación “las mujeres tienen que esforzarse más que los hombres para demostrar que pueden desempeñar un mismo puesto de responsabilidad en el trabajo” recogidas en el gráfico 6.5, donde un 72

mayoritario 83,4% de las mujeres y un 66,6% de los hombres se muestran más bien de acuerdo. Gráfico 6.4 En su opinión, ¿cuál cree Ud. que es la principal razón por la que las mujeres ocupan menos puestos de responsabilidad que los hombres? 50 40 30 20 10 0

Disponen El entorno No siempre Se sigue tienen la dudando de de menos laboral está su dominado preparación tiempo

Su falta de interés

Están menos dispuestas

Hombres

0,8

5,2

40,4

26,8

2,7

M ujeres

0,6

2,5

37,9

32,2

1,3

Otras razones

N.S.

16,9

1,8

4,3

1

19,7

1,3

3,9

0,6

N.C.

Fuente: Barómetro del CIS, estudio nº 2831 Gráfico 6.5 Opinión sobre "Las mujeres tienen que esforzarse más que los hombres para demostrar que pueden desempeñar un mismo puesto de responsabilidad trabajo" 100 80 60 40 20 0

Más bien de acuerdo

Ni de acuerdo ni en

Más bien en desacuerdo

N.S.

N.C.

Hombres

66,6

8,7

20,2

4

0,5

Mujeres

83,4

4,7

9

2,5

0,5

Fuente: Barómetro del CIS, estudio nº 2831 No obstante, estos resultados no implican que no se haya progresado, pero ponen de relieve el hecho de que las mujeres distan todavía mucho de lograr la igualdad con los hombres en el mercado de trabajo. A este respecto, el barómetro del CIS recoge las opiniones respecto a una serie de medidas para fomentar la igualdad de las mujeres en determinados ámbitos. Tal como observamos en la Tabla 6.2, un 48.1% de los hombres y un 48.2% de las mujeres están 73

bastante de acuerdo respecto a contratar mujeres en profesiones en las que hay pocas, así como en promover por ley la presencia de mujeres en los puestos de dirección de empresas (34.6% de los hombres y 38.3% de las mujeres). También un porcentaje mayoritario está muy de acuerdo en sancionar a las empresas que pagan menos a mujeres que a hombres por realizar el mismo trabajo (56.2% de los hombres y 68.9% de las mujeres). No obstante, respecto a la posibilidad planteada de que en las mismas condiciones de formación y experiencia, se contrate a una mujer y no a un hombre, tanto unas como otros no están nada de acuerdo (44.9% de los hombres y un 28.7% de las mujeres). Tabla 6.2 Quisiera que me dijera si Muy de Bastante Poco de Nada Estoy en N.S. N.C. está Ud. muy de acuerdo, acuerdo de contra acuerdo de bastante, poco o nada de acuerdo acuerdo de acuerdo con cada una de cualquier medida a las siguientes: favor de la igualdad %

%

%

%

%

%

%

Contratar mujeres en profesiones en las que hay pocas

Hombre 23.9

48.1

11.4

8.5

0.7

5.5

1.9

Mujer

37.0

48.2

4.9

3.2

0.3

5.2

1.2

TOTAL

30.6

48.1

8.1

5.8

0.5

5.3

1.5

Garantizar por ley un número equilibrado de hombres y de mujeres en las listas electorales de los partidos

Hombre 18.6

39.1

13.8

19.1

2.5

5.6

1.3

Mujer

30.5

39.2

9.7

9.3

1.5

9.1

0.7

TOTAL

24.6

39.1

11.7

14.1

2.0

7.4

1.0

La existencia de un permiso de paternidad remunerado para el padre por el nacimiento de un/a hijo/a

Hombre 47.3

41.2

4.4

3.1

0.7

2.4

0.8

Mujer

44.6

44.1

4.7

2.4

0.6

3.0

0.6

TOTAL

46.0

42.7

4.6

2.7

0.7

2.7

0.7

Sancionar a las empresas que

Hombre 56.2

33.2

3.9

4.5

0.3

1.3

0.6

74

empresas que pagan menos a mujeres que a hombres por realizar el mismo trabajo

Mujer

68.9

25.6

2.1

1.5

0.2

1.2

0.6

TOTAL

62.6

29.3

3.0

3.0

0.3

1.2

0.6

Flexibilizar los horarios de trabajo de hombres y mujeres con cargas familiares, para facilitar la conciliación de la vida personal y laboral

Hombre 54.3

39.6

2.6

1.6

0.2

1.1

0.6

Mujer

63.8

32.6

1.6

0.2

0.2

1.1

0.6

TOTAL

59.1

36.0

2.1

0.9

0.2

1.1

0.6

Garantizar por ley la presencia equilibrada de mujeres y hombres en los altos cargos públicos

Hombre 21.0

36.3

15.5

18.6

2.2

5.5

1.0

Mujer

35.5

38.1

10.0

7.3

1.7

6.8

0.7

TOTAL

28.4

37.2

12.7

12.8

1.9

6.2

0.8

En las mismas condiciones de formación y experiencia, contratar a una mujer y no a un hombre

Hombre 7.0

12.6

21.6

44.9

7.6

4.0

2.4

Mujer

14.7

22.5

21.4

28.7

4.0

7.0

1.7

TOTAL

10.9

17.6

21.5

36.7

5.7

5.5

2.1

Facilitar la Hombre 37.6 concesión de créditos a Mujer 51.6 mujeres empresarias y TOTAL 44.7 emprendedoras

45.8

8.6

4.1

0.7

2.0

1.2

40.1

3.8

1.3

0.4

2.1

0.7

42.9

6.2

2.7

0.6

2.0

1.0

Promover por ley la presencia de mujeres en los puestos de dirección de empresas

Hombre 19.2

34.6

16.8

20.4

2.2

5.6

1.1

Mujer

33.0

38.3

10.4

8.4

1.8

7.1

1.0

TOTAL

26.2

36.5

13.5

14.3

2.0

6.4

1.1

Fuente: Barómetro del CIS, estudio nº 2831

75

En lo que se refiere a la conciliación de la vida personal y familiar, un mayoritario 47.3% de los hombres y un 44.6% de las mujeres están muy de acuerdo respecto a la existencia de un permiso de paternidad remunerado para el padre por el nacimiento de un/a hijo/a, y en flexibilizar los horarios de trabajo de hombres y mujeres con cargas familiares (un 54.3% de los hombres y un 63.8% de las mujeres). A este respecto, ante la afirmación “si uno de los dos miembros de la pareja tiene que trabajar menos para ocuparse de las tareas del hogar, ¿quién debería ser?”, un 3% de las mujeres cree que debería ser el hombre y un 35’3% cree que debería ser la mujer. El resto de mujeres, una amplia mayoría (57’8%), considera que depende de otros factores. En el caso de los hombres las respuestas son muy parecidas, ya que sólo un 2’4% cree que debería ser el hombre y un 37% considera que debería ser la mujer. Gráfico 6.6

Fuente: Barómetro del CIS, estudio nº 2831

76

También respecto a la asignación de responsabilidades sobre la conciliación laboral y familiar entre empresas trabajadores/as o el gobierno, un mayoritario 67,9% de los hombres y un 71,5% de las mujeres consideran que deben ser los gobiernos los que adopten medidas para que las empresas faciliten la conciliación de la vida laboral y familiar, tal y como muestra la Tabla 6.3.

Tabla 6.3 ¿Con cuál de estas frases está más de acuerdo?

Hombre

Mujer

TOTAL

%

%

%

La conciliación de la vida laboral y familiar es un tema que deben resolver los trabajadores con sus empresas, y de poco sirve que intervengan los poderes públicos

20,5

14,1

17.2

Los gobiernos deben adoptar medidas para que las empresas faciliten la conciliación de la vida laboral y familiar

67,9

71,5

69.8

Ambas

8,7

10,6

9.7

N.S.

2,3

3,2

2.8

0,6 0,6 Fuente: Barómetro del CIS, estudio nº 2831

0.6

N.C.

Y cuando se les plantea si las empresas y centros de trabajo en España dan facilidades para compaginar la vida laboral y familiar, un porcentaje mayoritario de hombres (67,4%) y de mujeres (61,9%) consideran que se dan pocas facilidades, tal y como refleja el gráfico 6.7.

77

Gráfico 6.7 ¿Diría que, en general, las empresas y centros de trabajo en España dan muchas facilidades, bastantes, pocas o ninguna facilidad a sus trabajadores para compaginar su vida laboral y familiar...? 80 60 40 20 0

Muchas

Bastantes

Pocas

Ninguna

N.S.

N.C.

Hombres

0,3

9,5

67,4

16,2

6

0,7

Mujeres

0,3

7,4

61,9

22,3

7,7

0,4

Fuente: Barómetro del CIS, estudio nº 2831 Por último, y en lo que se refiere a los partidarios de la plena igualdad entre hombres y mujeres recogidos en el gráfico 6.8, un 69’1% de las mujeres y un 59’2% de los hombres se muestra muy a favor, y un 25’9% de las mujeres y un 35’6% de los hombres bastante a favor.

Gráfico 6.8

Fuente: Barómetro del CIS, estudio nº 2831 Los mismos resultados se muestran en el gráfico 6.9, donde un 91,1% de los hombres y un 92,9% de las mujeres se muestran más bien de acuerdo ante la afirmación “la Ley debe asegurar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres”.

78

Gráfico 6.9 Opinión sobre "La ley debe asegurar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres" 100 80 60

Hombres

40

Mujeres

20 0

Más bien de Ni de acuerdo Más bien en acuerdo ni en desacuerdo

N.S.

N.C.

Hombres

91,1

4,7

2,6

1,3

0,2

Mujeres

92,9

3,1

1,5

2

0,6

Fuente: Barómetro del CIS, estudio nº 2831 Respecto a la pregunta sobre si “la igualdad de las mujeres en el mundo laboral depende más de ellas que de cualquier ley” recogida en el gráfico 6.10, un porcentaje importante de mujeres (un 40’7%) está en desacuerdo aunque son menos los hombres que opinan así (un 33’4%). Ello puede deberse a que, aunque las leyes no sean suficientes para lograr una igualdad real entre mujeres y hombres, el conjunto de la población está tomando conciencia de que sí cumplen un papel fundamental a la hora de reforzar los mecanismos para hacer frente a la discriminación.

Gráfico 6.10

Fuente: Barómetro del CIS, estudio nº 2831

79

La igualdad formal contemplada en la Constitución española de 1978, en su artículo 14, no ha sido suficiente para garantizar la igualdad real. En este sentido, las leyes de igualdad española (Ley para la Igualdad efectiva de Mujeres y Hombres, 2007) y andaluza (Ley de promoción de la igualdad de género en Andalucía, 2007) incluyen el principio de transversalidad que debe garantizar avances en la igualdad de género al aplicar este principio a todo el ordenamiento jurídico así como a otras cuestiones como las políticas públicas, los presupuestos o la educación y sensibilización.

80

81

BLOQUE 7. CONDICIONES DE VIDA

7.1 Condiciones de vida En este bloque se analizan algunos de los resultados de la Encuesta de Condiciones de vida que lleva a cabo el INE anualmente con el objetivo estudiar la pobreza y desigualdad de los hogares, así como para llevar un seguimiento de la cohesión social en el territorio de su ámbito y estudiar las necesidades de la población y el impacto de las políticas sociales y económicas10. Según los resultado provisionales, los ingresos medios de los hogares españoles es en el año 2010 de 24.890€ anuales, esto supone una reducción del 4,4 por ciento respecto al año anterior, 2009. Es el segundo año consecutivo en el que los ingresos medios disminuyen, en el último año en un porcentaje mayor, con lo que ello supone en el poder adquisitivo de las familiar y teniendo en cuenta que la inflación fue en 2010 aproximadamente del 1,8 por ciento. Los ingresos medios por persona se redujeron en un 3,8 por ciento respecto al año anterior. En relación a las personas en situación de pobreza, se tienen dos indicadores que es conveniente analizar. Un primer indicador se calcula a nivel nacional por el INE y otro indicador a nivel Andaluz por el IEA. En ambos casos el umbral viene dado por una proporción respecto al 60 por ciento de la renta mediana del ingreso familiar per cápita de España y de Andalucía, respectivamente11. Según estos indicadores el 19,5 por ciento de la población española se encuentra por debajo del umbral nacional de pobreza y el 20,4 por ciento de la población autonómica se encuentra por debajo del umbral andaluz de pobreza. Gráfico 7.1 Evolución de la tasa de pobreza en Andalucía y España 25,0 20,0 15,0 10,0 5,0 0,0

2004

2005

2006

2007

2008

Andalucía

19,8

18,0

18,2

16,9

19,4

2009 20,4

España

19,9

19,7

19,9

19,7

19,6

19,5

Fuente: Encuesta de Condiciones de Vida. IEA, INE 10

Los datos que se han utilizado para la elaboración del estudio son los de la Encuesta de Condiciones de Vida que elabora cada año el INE. En el 2011 solo hay una previsión para algunos de los indicadores, para aquellos indicadores que aún no han sido publicados para el 2011 se utilizará los datos hasta el años 2010, último que proporciona el INE. 2009 en el caso de los datos para Andalucía. 11 Cabe destacar que el INE utiliza escalas de equivalencia para el cálculo del tamaño del hogar, mientras que el IEA utiliza un umbral fijo.

82

Sin embargo, debido a que Andalucía tiene una renta media menor que la española, cuando se aplica el umbral de pobreza nacional a la comunidad autónoma, usando el indicador nacional, resulta que el 30,1 por ciento de la población andaluza cae en situación de pobreza. Dicho de otro modo, los índices de pobreza relativa son similares, tanto en Andalucía como en España en su conjunto, aún cuando en términos absolutos la renta andaluza es menor. Gráfico 7.2

Tasa de riesgo de pobreza por CCAA 2010 45 38,2

40

34,3

35 31,1

30,1 30

29,2

27,8

27,6

25 20,7

15

21

20,6

20 13,6

20,5

20,1

17,2 15,3 12,3

16,8 13,6 11,6

10

7,3

5

Ce ut a M el ill a

To ta ln

ac io An nal As da tu lu ria cí a s, A Pr ra in gó ci n pa do Ba d le e ar s, Ill es Ca na ria C s Ca a nt ab st Ca r ill ia st a ill y aLe La ón M Co an m ch un a it a Ca t al tV u al ña en Ex cia na tre m M ad ad ur rid a ,C G Na om al va ic M u ia rr ni ur a, da ci Co d a, de R m eg un ió id n ad de Fo ra l de Pa ís Va sc Ri o oj a, La

0

Fuente: Encuesta de Condiciones de Vida INE

Si se compara Andalucía con el resto de comunidades autónomas, la tasa de riesgo de pobreza sobrepasa 10 puntos la tasa nacional, acentuándose, aún más, la diferenciación entre hombres y mujeres. Andalucía se sitúa entre las comunidades donde la tasa de riesgo es mayor de España, solo superada por Canarias, Extremadura y Ceuta. El riesgo de pobreza depende de la distribución de los ingresos por unidad de consumo de personas, se fija el umbral en el 60% de la mediada de ingresos por unidad de persona. Las comunidades que tienen un menor nivel de ingresos son las que tiene una mayor tasa de riesgo de pobreza. Continuando con el análisis a nivel nacional, el gráfico 7.3 muestra la evolución de la tasa de riesgo de pobreza12, en España la mediana de la tasa es del 21,8 por ciento. Se puede apreciar como las mujeres siempre han tenido un mayor riesgo de pobreza que los hombres a lo largo de toda la serie. Los hombres han seguido una leve tendencia a la baja hasta el año 2009, cambia de tendencia, aumentando un punto, en cada uno de los dos últimos ejercicios. En cambio, las mujeres han tenido una evolución más irregular, aunque siempre con tasas 12

Se fija el umbral en el 60 por ciento de la mediana de los ingresos por unidad de consumo de la persona. En 2011 un hogar con un adulto el umbral es de 7.533,3€ esta cantidad se multiplica por el número de personas del hogar, teniendo en cuenta si están a cargo menores de 14 años o no.

83

superiores a la de los hombres. En los dos últimos años las diferencias por género se han disminuido levemente. Gráfico 7.3

Evolución (2004-2011) de la tasa de riesgo de pobreza por sexo España 25 20 15 10 5 0 2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

2011 (provisional

Hombres

18,9

18,5

18,5

18,5

18,3

18,3

20,1

21

Mujeres

20,8

20,8

21,3

20,9

21

20,6

21,3

22,5

Fuente: Encuesta de Condiciones de Vida. INE

A continuación se puede observar en el gráfico 7.4, el 26,1 por ciento de los hogares españoles llegan a fin de mes con mucha dificultad. El 38,8 por ciento no se puede permitir unas vacaciones fuera de sus casas. El 35,9 por ciento no tiene capacidad para afrontar un gasto imprevisto. Por otra parte, el porcentaje con carencia en al menos tres conceptos de una lista de 713 es de 12,1 por ciento por lo que baja en 1,8 puntos respecto al año anterior. En la evolución de los porcentajes se puede ver como todos los factores, que influyen negativamente en las condiciones de vida de los hogares, han ido aumentando desde el comienzo de la crisis, en 2008, hasta 2010. Todas las variables han disminuido, en alguna medida en las previsiones para 2011, aún es pronto para analizar este cambio de tendencia, aún más teniendo en cuenta que los datos de 2011 son provisionales. Andalucía es una de las comunidades donde más problemas tienen los hogares para permitirse una vacaciones fuera de casa al menos una semana al año, en concreto el 54,5 por ciento de los hogares.

13

El indicador “hogares con carencia en al menos tres conceptos de una lista de 7” se ha considerado los siguientes conceptos: “no pueden permitirse ir de vacaciones al menos una semana al año”, “no puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días”, no puede permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada”, “no tiene capacidad de afrontar gastos imprevistos”, “ha tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal en los últimos 12 meses”, “no puede permitirse dispones de un automovil”, “no puede permitirse disponer de un ordenador personal”.

84

Gráfico 7.4

Evolución de las dificultades económicas de los hogares españoles 45 40 35 30 25 20 15 10 5 0

35,8 30,5 26,8

11,4 5,2 2007

33,5 29,3 28,1

10,5 5,4 2008

38,9 34 30,5

39,7 36,7

38,8 35,9

30,6 26,1

12,2 7,2

2009

No puede permitirse ir de vacaciones fuera de casa al menos una semana al año No tiene capacidad para afrontar gastos imprevisto

13,9 7,7

2010

12,1 6,13 2011*

Retrasos en los pagos relacionados con la vivienda principal Con carencias en almenos 3 conceptos Dificultad o muhca dificultad para llegar a fin de mes

Fuente: Encuesta de Condiciones de Vida. INE.

Una vez visto la situación a nivel nacional y la posición de la comunidad autónoma andaluza con respecto al resto del país, el análisis se centrará en la situación andaluza propiamente dicha. En el gráfico 7.5 muestra la tasa de pobreza en Andalucía por grupos de edad. Esta medición no está exenta de polémica pero arroja una serie de datos significativos. Así, por grupos de edad, las personas de entre 16 y 24 años (hombres y mujeres) son las que muestran una tasa de pobreza relativa más elevada, prácticamente la misma para ambos sexos 25 por ciento. Este dato podría ser el reflejo del alto nivel de desempleo juvenil que existe en la comunidad andaluza. La situación de los menores de 16 años, que aún no están en edad de trabajar, depende de la situación de sus familias, en los últimos años la situación general de las familias se ha deteriorado debido a la situación laboral y económica del país. En el último tamo de edad, más de 64, los hombres, por primera vez en toda la serie tienen más riesgo de pobreza que las mujeres.

85

Gráfico 7.5

Tasa de riesgo de pobreza en Andalucía por edad (2009) 30,0 25,0 20,0 15,0 10,0 5,0 0,0

Menos de 16 años

De 16 a 24 años De 25 a 49 años De 50 a 64 años

65 y más años

Hombres

22,3

25,0

17,5

17,6

23,3

Mujeres

22,8

25,2

18,7

19,5

22,4

Fuente: Instituto de Estadística de Andalucía

Cabe resaltar la evolución del riesgo de pobreza por edad en los hombres andaluces, se puede ver claramente como los jóvenes eran el rango de edad con menos riesgo entre la población. El desarrollo de la construcción había proporcionado a los jóvenes unos empleos altamente remunerados y de baja cualificación. La inflexión fue la explosión de la burbuja inmobiliaria entre los años 2007 y 2008, estos jóvenes se quedaron parados, sin estudios y con grandes deudas, se han convertido en la actualidad el grupo más vulnerable de la sociedad. Gráfico 7.5 Evolución de la tasa de riesgo de pobreza en Andalucía por edad. Hombres 30,0 25,0 Menos de 16 años

20,0

De 16 a 24 años 15,0

De 25 a 49 años De 50 a 64 años

10,0

65 y más años

5,0 0,0 2004

2005

2006

2007

2008

2009

Fuente: Instituto de Estadística de Andalucía

Las jóvenes son también el grupo más vulnerable en la actualidad pero han seguido una tendencia diferente a la de los hombres debido a la diferenciación en los trabajos tradicionales asignados por género, se adelantó un año la subida del riesgo de pobreza con respecto a los 86

hombres. Para el caso de las mujeres, las mayores de 65 años han tenido una evolución bastante similar a la de los hombres. Gráfico 7.5 Evolución de la tasa de riesgo de pobreza en Andalucía por edad. Mujeres 35,0 30,0 25,0

Menos de 16 años De 16 a 24 años

20,0

De 25 a 49 años 15,0

De 50 a 64 años 65 y más años

10,0 5,0 0,0 2004

2005

2006

2007

2008

2009

Fuente: Instituto de Estadística de Andalucía

El gráfico 7.6 muestra la tasa de riesgo de pobreza por actividad y sexo14. La tasa riesgo de pobreza es mucho más alta para las personas que están en situación de desempleo. Dado que en los primeros años de la crisis el paro ha afectado a los sectores fuertemente masculinizados como la construcción, son ellos los que se sitúan en mayor riesgo de pobreza con una tasa del 48’2 por ciento. Las personas que están ocupadas también tienen altas tasas, aunque muy inferiores a las de las personas en paro, ya que en el caso de los hombres es del 13’6 por ciento y en el de las mujeres del 11’1 por ciento. Este resultado puede explicarse por la precarización del empleo y la práctica congelación de los salarios reales en los últimos años, que repercute en el poder adquisitivo de las familias. Las diferencia entre mujeres y hombres son en todos los tipos de actividad, excepto los parados, más o menos pequeñas (6 puntos como máximo). En el caso de los parados es significativa la diferencia, una de las razones puede ser la dependencia histórica de las mujeres del salario de sus maridos, por tanto su tardía o no incorporación al mercado laboral no les ha supuesto muchos cambios en su situación respecto a la tasa de pobreza. Los hombres, en cambio, suelen ser el principal sustento familiar y una pérdida del empleo puede suponer un cambio radical en las condiciones de vida del hogar, sobre todo en hogares donde la mujer no está en el mercado laboral.

14

Esta tasa está medida en porcentaje de personas en edad de trabajar, a partir de los 16 años.

87

Gráfico 7.6 Tasa de pobreza relativa según sexo y actividad (2009) 60 50 40 30 20 10 0

Ocupado

Parado

Retirado

Otra inactividad

Hombres

13,6

48,2

22,8

26,3

Mujeres

11,1

30,9

19,6

25,7

Fuente: Instituto de Estadística de Andalucía

En lo que respecta al nivel educativo, las tasas de riesgo de pobreza son más altas para aquellas personas que poseen una menor cualificación, en torno al 30 por ciento. Cuanto mayor es el nivel de formación menor es el riesgo de pobreza. En el caso de las personas con educación primaria o inferior, los hombres tienen más riesgo que las mujeres. En cambio en la educación secundaría son las mujeres las que tienen más riesgo, esto de puede deber al esquema tradicional de trabajos feminizados o masculinizados y la brecha salarial. En el último caso, las personas con educación superior las mujeres tienen menos riesgo de exclusión que los hombres. Gráfico 7.7 Tasa de pobreza relativa según sexo y nivel de formación. Andalucía 2009 35 30 25 20 15 10 5 0

Educación primaria o inferior

Educación Secundaria primera etapa

Educación secundaria segunda etapa

Educación superior

Hombres

32,1

18,5

13,8

12,1

Mujeres

29,4

19,7

17,4

10,6

Fuente: Instituto de Estadística de Andalucía

88

El gráfico 7.8 se refiere a los datos de renta media por hogar en función de la edad y el sexo de la persona de referencia en Andalucía. Podemos observar que los hogares que tienen a un hombre como persona de referencia mantienen una renta más alta en todos los tramos de edad a excepción del más joven (de 16 a 29 años). Si observamos el dato del conjunto de los hogares andaluces que tienen a un hombre como persona de referencia, comprobamos que reciben casi 5.000 euros más de media anual que los hogares que tienen a una mujer como persona de referencia. Este dato puede ser un reflejo de la desigualdad salarial que sufren las mujeres, así como de la precariedad que caracteriza a los sectores feminizados en cuanto a parcialidad, temporalidad, etc. y que se refleja en el nivel de salarios. La renta de las mujeres va decreciendo a medida que van cumpliendo años, formar una familia y la maternidad sigue siendo un hándicap para el desarrollo profesional y salarial de las mujeres, mientras los hombres van ascendiendo y consiguiendo mejores salarios ellas se quedan estancadas en sus puestos y perdiendo poder adquisitivo. También se observa como las mujeres mayores de 65 años no se ha visto recompensado su trabajo durante años en el hogar, tienen pensiones muy bajas o ni siquiera pueden acceder a esta prestación, de ahí la gran diferencia entre hombres y mujeres en este tramo de edad. Gráfico 7.8 Renta anual media por hogar según sexo y edad de la persona de referencia Andalucía 30.000 25.000 20.000 15.000 10.000 5.000 0

De 16 a 29 años

De 30 a 44 años

De 45 a 64 años

65 años ó más

Hombres

22.468

24.151

26.536

20.709

Mujeres

25.417

23.673

22.996

12.693

Fuente: Instituto de Estadística de Andalucía

Respecto a la media nacional la renta anual media de Andalucía es ligeramente inferior a la renta media Española. En el gráfico 7.9 se puede ver la evolución de las dificultades de los hogares andaluces para llegar a fin de mes, dependiendo del sexo de la persona de referencia. Debido a los bajos salarios de las mujeres, los hogares que dependen de ella tienen más dificultades para llegar a fin de mes. La desigualdad entre hombres y mujeres en esta variable es bastante alta, reduciéndose en los años 2008 y 2009. En general en Andalucía el porcentaje es alto, más del 65 por ciento.

89

Gráfico 7.9 Evolución de los hogares con dificultades para llegar a fin de mes por sexo de la persona de referencia. Andalucía 78 76 74 72 70 68 66 64 62 60 58

2004

2005

2006

2007

2008

2009

Hombres

70,8

67,6

69,9

64,1

68,9

68,3

Mujeres

76,1

69,3

75,6

71,1

71,1

69,2

Fuente: Instituto de Estadística de Andalucía

90

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