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Denken Pensée Thought Mysl..., Criterios, La Habana, nº 21, 15 febrero 2012
nternet y la diferenciación en la esfera pública política*
Terje Rasmussen
La principal interrogante de Habermas en su discurso a los investigadores de los medios en la Conferencia de la ICA en Dresde, el 20 de junio del 2006, fue si la deliberación en la esfera pública introduce realmente una dimensión epistémica en la toma de decisiones políticas, esto es, si la esfera pública puede traer nuevas percepciones penetrantes y nuevas soluciones a la política hoy día. Como es sabido, Habermas ha dado anteriormente argumentos a favor del potencial de la esfera pública, pero ¿qué decir sobre la presente condición en las democracias occidentales? El volumen de la comunicación política en la esfera pública ha aumentado de manera impresionante, pero al mismo tiempo es dominado por la comunicación nodeliberativa. Habermas sostiene que hay una falta de interacción cara a cara y de reciprocidad igualitarias entre hablantes y destinatarios en una práctica compartida de toma colectiva de decisiones (Habermas 2006, 414). Y lo que es más importante: las dinámicas mismas de la comunicación de masas, sostiene Habermas, son forzadas por el poder del sistema autorregulado de los medios a seleccionar y conformar (dramatizar, simplificar, polarizar) la información. Resulta muy interesante que él presente * «The Internet and Differentiation in the Political Public Sphere», Nordicom Review, Vol. 29, nº 2, 2008, pp. 73-83. Criterios agradece al autor y a la revista sueca Nordicom Review, del Centro de Información Nórdico para la Investigación de los Medios y la Comunicación, la posibilidad de publicar este artículo.
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algo así como un argumento medios-céntrico, sugiriendo que la creciente influencia de la radio y la TV fomenta la creciente ignorancia, apatía y bajo nivel de confianza en la política: «Los datos que he mencionado sugieren que el modo mismo de comunicación mediada contribuye de manera independiente a una alienación difusa de los ciudadanos respecto de la política.» (Habermas 2006, 424) Pero el uso estratégico del poder político para influir en las agendas y temas de discusión y suscitarlos es también, según Habermas, un problema creciente. En otras palabras, en la esfera pública de la acción comunicativa la acción estratégica ha continuado interviniendo. Para Habermas, esos hechos no refutan la validez del modelo deliberativo de la democracia, porque la esfera pública tiene precisamente la función de «depurar» o «lavar» los flujos de la comunicación política. Del procesamiento y compartimentación de la comunicación turbulenta y diversa (entretenimiento, espectáculos, informes noticiosos, comentarios, etc.) en la esfera pública, los políticos luchan por seleccionar información relevante (problemas, argumentos, soluciones). Como plataforma para la esfera pública, el sector de los medios posee ciertas reglas de acuerdo con las cuales deben jugar los jugadores para ser tomados en serio y ser eficaces. Mediante la deliberación la esfera pública es capaz de plantear temas de discusión, proporcionar argumentos, especificar interpretaciones y proponer soluciones. En la esfera pública, las demandas de los movimientos sociales y los grupos de intereses en la sociedad civil se ven traducidas a temas de discusión y argumentos políticos y articulan opiniones públicas manifiestas, reflexivas. El modelo de la comunicación deliberativa, sostiene Habermas, suministra un patrón crítico por el cual se pueden criticar las perturbaciones y constreñimientos en la esfera pública. Por razones de legitimidad, el sistema político debe mantenerse abierto a la influencia política de la sociedad. La esfera pública se vincula así a la política establecida y a la sociedad civil, lo cual debe empoderar a la gente para participar en discursos informados, públicos. ¿Y qué decir entonces sobre Internet? En su charla, Habermas abordó Internet sólo en una nota al pie, señalando que la interacción en Internet sólo tiene una significación democrática en la medida en que mina la censura de los regímenes autoritarios. Sin embargo, en los países democráticos Internet sirve sólo para fragmentar los auditorios focalizados «en un enorme número de públicos-de-una-cuestión [issue-publics] aislados». Habermas sostiene que: «Dentro de las esferas públicas nacionales esta-
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blecidas, los debates en línea de los usuarios de la web sólo promueven la comunicación política cuando nuevos grupos se cristalizan en torno a los puntos focales de la prensa de calidad —por ejemplo, los periódicos nacionales y los magacines políticos.» (Habermas 2006, 422) Una interpretación de eso es que Habermas simplemente no conoce lo suficiente acerca de las miríadas de discursos en Internet sobre problemas delimitados, así como sobre cuestiones de interés nacional, para transformar su modelo en conformidad con la presente situación mediática. Se podría tener la impresión de que él considera la dimensión mediada de la esfera pública como una dimensión compuesta principalmente por la prensa, desafiada cada vez más por la radio y la TV. Pero eso, sin duda, sería subestimar a Habermas como observador de los cambios contemporáneos. Más bien, creo que sus comentarios de paso sobre Internet se derivan de su interés principal en la esfera pública vista desde el punto de vista de la democracia política y menos desde el punto de vista de la investigación de los medios. Habermas simplemente está más interesado en la deliberación política que en los potenciales democráticos en el cambio de los medios. Además, está ocupándose de la legitimación deliberativa de la política en las sociedades diferenciadas y complejas, lo cual requiere algún tipo de focalización y ordenación públicas de problemas y soluciones. En el examen de Habermas, eso conduce a una concentración de la atención en las dimensiones de la esfera pública política que influyen directamente en la toma de decisiones legítima, política, proporcionando concentración y consolidación temáticas. La noción de la esfera pública es la clave. Habermas sostiene que la esfera pública puede facilitar legitimación deliberativa sólo si un sistema de medios autorregulador cobra independencia del entorno social, y si auditorios anónimos proporcionan retroalimentación entre una élite informada y una sociedad civil pronta a responder. La sociedad civil puede ser entendida como el conjunto de la actividad autorganizada y coordinada en organizaciones, asociaciones, movimientos sociales y grupos de interés en los que los miembros cooperan libremente en igualdad de condiciones para perseguir públicamente objetivos de interés común o universal. La dimensión comunicacional de la sociedad civil puede ser considerada como una dimensión de la esfera pública. Entonces, ¿cómo podemos hacer avanzar nuestro pensamiento sobre la relación entre la democracia deliberativa e Internet? Si el problema de investigación no es la legitimación deliberativa de la política per se, sino
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más bien la significación de la comunicación por Internet en la esfera pública, necesitamos a) abordar las esferas públicas locales y globales, además de las nacionales; b) abordar la esfera pública literaria /cultural, y c) abordar la comunicación que tiene influencia indirecta sobre el sistema político, además de la comunicación con influencia directa. Deberíamos preguntar qué energías y cargas normativas trae Internet a la esfera pública. ¿Cómo transforma estructuralmente la esfera pública, no en último término en una escala europea? Mi argumentación aquí es triple: En primer lugar, el uso de Internet contribuye a la diversidad de opiniones y a ampliar la participación, pero complica la observación de la esfera pública política desde el punto de vista de la política y el Estado. En esto, Internet parece causar el efecto contrario al de los medios de masas comerciales. En segundo lugar, la esfera pública debiera ser vista como compuesta de dos dimensiones o «caras» epistémicas, cada una orientada hacia diferentes soluciones y problemas. En tercer lugar, una comprensión actualizada de la esfera pública se beneficiaría de un enfoque de análisis de red.
La diferenciación de la comunicación pública La prensa, la televisión por cable y la difusión radial y televisiva nacional distribuyen comunicación de masas desde relativamente pocos emisores, centralizados, a un gran número de receptores no conectados, que reciben la comunicación en modos más o menos similares. Los medios de masas funcionan, pues, como filtros centralizados de la comunicación pública. Debido al costo de la producción (financiada principalmente por la publicidad), se tiende a incorporar el contenido en el mainstream* y a dirigirlo hacia el receptor/consumidor promedio imaginado, implícito. Los contenidos son pre-producidos en un número limitado de centros editoriales y entonces diseminados ampliamente para el consumo de masas. Las posibilidades para una retroalimentación son extremadamente limitadas. A menudo se consideran esas características como contraproducentes y desventajosas para una esfera pública activa, participatoria. Sin em* N. del T.: Mainstream: literalmente, la corriente principal, «una corriente o dirección prevaleciente de actividad o influencia» (Merriam-Webster’s 11th Collegiate Dictionary), «tendencia dominante» (Oxford Advanced Learner’s Dictionary of Current English).
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bargo, cumplen una función muy importante de la esfera pública, la función de focalización, tanto en términos de contenido como de forma. La agenda estandarizada, estrechada y centralizada de los medios de masas le permite al sistema político reflejar su propia deliberación en la esfera pública y hacerse visible para los ciudadanos. El problema con la plataforma mediada por los medios de masas no es la estructura misma de los medios de masas, sino que esa estructura sólo ha sido complementada por una interacción vinculada a un lugar, cara a cara. No me estoy refiriendo aquí a la concentración en el mercado internacional de los medios (que constituye, en verdad, un problema democrático), sino a la estructura inherente de los medios de masas y la comunicación de masas. Aunque ella inhibe la participación y la diversidad desde abajo, tiene en cuenta una armonización y convergencia organizada del significado como una interfaz de la esfera pública que a la sociedad le toca observar. El público amorfo puede así ser identificado y ser objeto de referencias, y movilizado como plataforma para la política democrática. Sin embargo, deberíamos recordar que la vasta mayoría númerica de los medios de masas en Europa (periódicos, semanarios, magacines, revistas, radios locales y estaciones de televisión, etc.) tienen una circulación y públicos modestos, pero que los hace más sensibles a la diversidad de asuntos, personas y sucesos de interés. Las estructuras de comunicación basadas en Internet, sea que consideremos el e-mail, las listas de correos, los wikis, los blogs, los grupos de chat o los sitios de redes como Facebook, representan claramente desviaciones del modelo de los medios de masas. De maneras muy diferentes, todos ellos basan su existencia en la información y la comunicación desde sus usuarios, incluyendo una amplia variedad de participantes, sucesos, opiniones y asuntos. No es sorprendente que la teoría de los medios y la investigación de Internet se hayan vuelto bastante pronto hacia el estudio habermasiano de la temprana esfera pública burguesa europea y hacia las teorías de la deliberación. Las teorías de la deliberación abordaban precisamente lo que Internet parecía ofrecer: posibilidades para la formación de instrucción productiva y opinión pública en una escala mucho más amplia que antes en la historia. Eso proporcionaba la formación de opinión pública como un medio entre preferencias ciudadanas e instituciones políticas. Varios estudios han demostrado que los foros digitales de diversas especies tienen la capacidad de crear compromiso y discusión crítica sobre importantes problemas de interés público común (Coleman & Gøtze
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2001). Varios estudios han examinado la capacidad de Internet para ser portadora de deliberación pública (para un panorama véase Dahlberg 2001). La conclusión es que los foros de Internet contribuyen a la esfera pública crítica, sea local, nacional o internacionalmente, reproduciendo condiciones normativas para la formación de opinión pública. Sin embargo, Habermas no está enteramente errado al insistir en que Internet desempeña un papel secundario en cuanto a la política formal. Para que un bloguero o un grupo de Internet tengan impacto político, su mensaje debe, en casi todos los casos, ser recogido por los medios de masas. Y antes de que pasemos a modificar el modelo de la esfera pública de acuerdo con el desarrollo de los medios que se ha producido en la última o las dos últimas décadas, debiéramos también tener presente la ingenua ola de entusiasmo ciber-democrático que tiende a confundir realidades políticas y realidades tecnológicas (Benkler 2006). Lo que es tecnológicamente posible puede no ser socialmente favorable. Por ejemplo, aunque el hipertexto hace técnicamente posible conectar problemas, públicos, argumentos y hechos, la investigación muestra que esa posibilidad a menudo no es aplicada en la práctica. Y aunque es perfectamente posible participar en debates civiles en foros de discusión, tales foros a menudo reportan problemas de comunicación incivil en diversas formas. Lo que parecía preocupar a Habermas es precisamente que la comunicación elude mecanismos de edición responsables. Partes sustanciales de la interacción en Internet parecen no ser otra cosa que charla apresurada, no focalizada e incoherente, a causa de la expansión y democratización del acceso a discusión no editada que Internet ofrece. En primer lugar, lo que Habermas llama «públicos-de-una-cuestión» se traslapa con los públicos con interés en el cambio social y político, el cual es perseguido a través de otros medios. La condición de miembro en públicos diversos, sea con respecto a temas o a medios (lectores de magacines, activistas de movimientos humanos, blogueros, espectadores de televisión, etc.), no es mutuamente excluyente. En segundo lugar, la diversidad de la comunicación de Internet (medida como área de problemas y puntos de vista, grados de civilidad) es mayor que en los medios de masas, representando así lo peor y lo mejor desde el punto de vista del discurso racional. Para controlar el crecimiento explosivo de la información en la red, se desarrollan herramientas sociotecnológicas para buscar, filtrar y tomar como blanco información en la red (etiquetas[tags], filtros, listas de blog, feeds RSS, motores de búsqueda, metasitios, sistemas de rastreo, etc.).
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En tercer lugar, con Internet, la naturaleza colectiva, de mainstream, de la esfera pública hasta ahora mediada por los medios de masas, se pone más en sintonía con la individualización de la sociedad moderna. Con interacción en vez de recepción, las preferencias subjetivas y puntos de vista son articulados y vinculados a otros más fácilmente, reproduciendo redes de intersubjetividad. La autonomía y auto-realización típicamente asociadas con el individuo moderno «concuerda» mejor con la esfera pública parcialmente reproducida a través de lo que llamo medios personales. Los medios personales representan la herramienta personal del individuo moderno por el hecho de que tienen en cuenta no sólo la interacción social con amigos y parientes, sino también el juicio crítico respecto a otros en asociaciones de lazos débiles que están vinculadas a los medios nuevos y viejos. Como los medios personales les permiten a más personas producir textos y participar en la comunicación, Internet ofrece nuevas formas de acceso a las autoridades públicas, nuevos canales de coordinación e influencia para los movimientos sociales, y una multitud de escenarios más o menos estables para chat y discusiones. Por todas las razones, los medios digitales proporcionan circunstancias para la comunicación del todo diferentes de las suministradas por los medios de masas. Las más esenciales pueden ser enumeradas como sigue: 1. Actividad de movimiento social (web, blogs, e-mail, wikis) 2. Discusión y chats entre ciudadanos (blogs, chatrooms, listas de email) 3. Acceso ciudadano a miembros del Parlamento y autoridades públicas (web, e-mail, blogs) 4. Periodismo «participatorio» en línea (web, e-mail, sms, mms, blogs) 5. Conexiones y redes de lazos débiles (sitios de red como Facebook, Myspace etc.) 6. Contenido generado por el usuario en la teledifusión (televisión, radio, web, sms, blogs) En contraste con la esfera pública otrora dominada por los encuentros públicos y los medios de masas, Internet y los medios personales propulsan una esfera pública más diferenciada, tanto en términos de asuntos y estilos como en lo que respecta al número y variedad de los participantes. La esfera pública actual está más orientada a los nichos, a causa tanto de un paisaje mediático [media-scape] más diverso, como de una sociedad en general más pluralista étnica y culturalmente. En primer lugar, la diver-
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sidad de asuntos es más amplia que en los medios de masas. Se ha sostenido que la naturaleza de los asuntos en la más reciente dimensión representacional de la esfera pública es más particular, privada y local que en los medios de masas, a pesar del alcance global de la red (Becker y Wehner 2001, 74). Sin embargo, también es cierto que se discuten constantemente los problemas globales o internacionales, tales como los conflictos en Iraq, si bien en modos individuales y locales. En segundo lugar, la envergadura de estilos y géneros (informalidad, impulsividad, estilos retóricos, cortesía, civilidad, etc.) supera en mucho la de los medios de masas. En tercer lugar, el número y la diversidad de voces son considerables en comparación con la esfera pública mediada por los medios de masas (niños, jóvenes, gente que sostiene puntos de vista extremos, etc.). Los individuos pueden alternar entre los roles de ciudadano general relativamente pasivo y comunicador más activo y especializado. La diferenciación de asuntos, estilos y participantes es verdaderamente un fenómeno asombroso, que transforma la esfera pública y el modo en que la vemos en relación con la democracia y la cultura. En las tres tendencias a la diferenciación, la fuerza impulsora es la personalización de los medios en Internet, permitiéndole al individuo expresar su opinión directamente al poder público, participar en campañas y movimientos sociales, e intercambiar opiniones en foros en línea en sus propios modos y lenguaje, sirviéndose de experiencias, conocimientos, compromisos, valores y juicios personales. Puesto que el umbral para expresarse libremente en Internet disminuye, más gente lo hace, y la participación creciente baja el umbral aún más. Y puesto que el umbral es todavía mucho más alto que simplemente mirar el noticiero televisivo, a la participación en Internet la acompañan más preocupación e interés. Uno tiende más a aparecer más como una persona interesada en temas y asuntos particulares que a ser simplemente un ciudadano entre millones (Becker y Wehner 2001, 74). Mientras que los medios de masas producen homogeneidad, la multitud de los foros de Internet parece producir una heterogeneidad que tiene, podría yo agregar, dificultades para controlarse comunicativamente. Por consiguiente, Internet toma parte activamente en la presente dramática diferenciación de la esfera pública, en términos de asuntos debatidos, estilos aplicados y personas involucradas. La diversidad de la comunicación en la red es causada en parte por la anonimidad y la cuasioralidad (y, por tanto, puntos de vista más extremos y características considerable-
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mente inciviles, modos no convencionales de argumentación), la diversidad de las formas de comunicación (desde los foros de chat hasta los blogs y las páginas de inicio con funciones de comentar), y la diversidad de las conexiones intertextuales entre los foros (hipervínculos, feeds RSS, sitios de redes). En su reciprocidad, heterogeneidad y resistencia a la censura, está en una posición complementaria a los medios de masas. Especialmente los medios de masas nacionales e internacionales posibilitan una amplia atención en torno a algunos asuntos públicos priorizados «de interés nacional», y sirven así de resonancia para la política nacional e internacional. Internet y las reuniones personales subrayan la individualización y segmentación de las sociedades modernas, en el hecho de que la atención y los compromisos están dispersos en un abanico más amplio de asuntos, lo cual hace difícil hallar una focalización política. Como respuesta moderna a una democracia dinámica, la dimensión digital de la esfera pública ofrece menos orientación para la política, pero más posibilidades para la expresión. Comparado con el periodismo de los medios de masas, el periodismo en línea tiende a estar más compartimentado y basado en la autoselección y la personalización. Los criterios de selección han de ser compuestos por el individuo. En vez de ofrecer información editada cuidadosamente, ofrece un espacio diferenciado para la interacción y la información compuesta por el usuario, que tienden a ser más bien especializadas, y también más cercanas a la opinión personal, el rumor y la información no confirmada. Mientras que los medios de masas trabajan en dirección a la conformidad y los denominadores comunes, Internet está más orientada hacia los intereses particulares. Está situada «entre» el público de los medios de masas y la interacción cara a cara, como en los encuentros públicos, reuniones masivas, etc. (Becker y Wehner 2001, 75). Los estudios también muestran los efectos secundarios negativos de los nuevos foros: polarización de los debates, aislamiento de los grupos basados en una cuestión, participación desigual, falta de respuesta y de civilidad en los debates, etc. Por esas y otras razones, el valor de los foros digitales en un contexto de esfera pública es cuestionado. Un problema principal trata sobre su carácter numeroso, local, segmentado, que hace difícil ver de qué modo su comunicación normativa pueda integrarse en segmentos más amplios de la opinión pública (Kraut et al. 1998). Lo que parece faltar en muchos foros de Internet es una cultura para la comunicación civil, pública, o, simplemente, una cultura pública. Debido a la falta
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de experiencia personal en un espacio abierto y la ausencia de funciones de edición, la comunicación tiene a menudo un estilo privado, a pesar de su naturaleza abierta y ampliamente accesible. A pesar de ser pública, se sirve de géneros destinados a la comunicación privada. Esto tiene dos consecuencias problemáticas: 1) la discusión tiene problemas con la complejidad de las cuestiones discutidas; y 2) la discusión tiene problemas que alcanzan un nivel autorreferencial, autocrítico, en el que los propósitos normativos de la discusión son tema de discusión. En otras palabras, la responsabilidad que normalmente encarna la comunicación pública (la publicidad), es tomada en consideración en menor medida en la naturaleza de la interacción. No obstante, la amplia mayoría de esos foros cumple algunos requerimientos básicos de una esfera pública: están (del mismo modo que los medios de masas y los encuentros locales) comprometidos a mejorar las condiciones sociales de un modo u otro, y también a la libre expresión y el diálogo. También están comprometidos a hacerse entender y a entender a otros en un espacio abierto de una supuesta audiencia indefinida, aunque sólo sea para hacer atajos retóricos o llegar a transacciones. Puede parecer que está operando algún tipo de acción comunicativa o cooperativa con pretensiones de validez integradas. A primera vista, existen pocos y débiles equivalentes funcionales de las agencias editoras y reguladoras, como editores, periodistas y jueces (Bohman 2004,143). Sin embargo, hay en verdad muchos intermediarios en Internet, como en el periodismo y los moderadores en línea, los filtros y otros sistemas de software, las normas de movimientos y organizaciones sociales, que sirven, todos, para normalizar la comunicación de un modo u otro. A pesar de su naturaleza «anárquica», gran parte de la comunicación en la red está inserta en marcos normativos mayores que tienden a disciplinar la interacción. En segundo lugar, y lo que es más importante, no deberíamos suponer que Internet está aislada de los medios de masas y los encuentros cara a cara como plataforma para una esfera pública. La intertextualidad del significado y la comunicación dentro y fuera de los foros en la esfera pública son innumerables. La falta de intermediarios en Internet es menos problemática de lo que puede parecer, precisamente porque está tan integrada con la interacción cara a cara y mediada por los medios de masas.
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Dimensiones de la esfera pública Tomando en serio la diferenciación de la esfera pública, distingo entre dos dimensiones de la esfera pública, relacionadas con asuntos, estilo y participantes, y también con referencia a diferentes énfasis funcionales (Rasmussen 2007). La dimensión representacional se refiere a la heterogeneidad de los asuntos, estilos y grupos que toman parte, y que refleja la cultura y la vida cotidiana, antes sólo vista en conversaciones cotidianas y escenarios sociales más o menos periféricos (clubs, partidos, uniones, grupos de terapia, etc.). Con la expansión de esta dimensión a través de los medios digitales, la esfera pública se está haciendo ahora cada vez más diferenciada y diversificada en lo que respecta a las personas, los problemas y las actitudes. En un sentido numérico, se está volviendo más democrática e incluyente. Esta dimensión está orientada hacia la cultura, los deportes, la ciencia y la vida cotidiana, así como también a la política. En la dimensión representacional, la diferenciación extensiva de temas y estilos no es balanceada por la generalización. La dimensión presentacional se refiere a la deliberación sobre problemas comunes por figuras centrales que actúan como voces del pueblo. Presenta una agenda pública y una expresión de la opinión pública a la política como una resonancia para la toma racional de decisiones. Su ideal en materia de procedimientos es el discurso racional de la argumentación y el razonamiento. Está orientada ante todo hacia la homogeneidad, la concentración de la atención y el sistema político (pero sin incorporarse nunca completamente a él). Esta dimensión está en el centro de la preocupación de Habermas. Históricamente, los medios de masas han sido una causa y efecto vital de esa diferenciación de la comunicación. En eso, representan una complejidad y contingencia crecientes. Sin embargo, igualmente importante es que los medios de masas generalizan la comunicación permitiendo la variación dentro de ciertos patrones o denominadores comunes que trasciende contextos singulares. Aplicando géneros reconocibles y refiriéndose a un número limitado de problemas, la comunicación y la comprensión se vuelven «menos improbables», para emplear la frase de Luhmann, estabilizando las expectativas. De ese modo reducen la contingencia, y con respecto a la democracia política posibilitan observaciones mutuas entre la esfera pública y la política. Esta función de generalización es efectuada predominantemente en la cara presentacional de la esfera pública.
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De qué modo está involucrada Internet en esas dos dimensiones es una cuestión empírica, y la investigación empírica indica con creces que Internet sirve a la dimensión representacional más que a la presentacional. Cada vez más, el sistema político examina las posibilidades de Internet como un foro para la formación de la voluntad política y la deliberación, pero tales intentos son riesgosos. Debido a la proliferación de los medios personales entre los individuos, se los usa principalmente como canales para la actividad ciudadana en la esfera civil y la vida cotidiana. La heterogeneidad de la comunicación en Internet está en una relación dinámica con la homogeneidad de la corriente principal de los medios de masas, a través de un amplio abanico de mecanismos de selección, filtrado, styling, formalización, reestructuración, etc. Si se produce tal integración, surge la reciprocidad entre las dimensiones presentacional y representacional. Para ser más precisos, en semejante proceso dialéctico, los medios de masas presentan cuestiones del mainstream (y posiciones del mainstream hacia ellos) a la audiencia más amplia, y a los poderes centrales de la política, pero también de la economía, las cortes, los deportes, el entretenimiento, los movimientos sociales, etc. Por otra parte, la información y la comunicación sustanciales en Internet son producidas y consumidas por segmentos culturales, demográficos y políticos del público. Una relación dinámica entre sus caras presentacional y representacional implica que la esfera pública sirve su propósito como institución política y cultural. Ambas dimensiones cumplen funciones básicas para una democracia que depende de, y aprecia, tanto la eficiencia como la diversidad, tanto una opinión pública fuerte, que motiva la política sobre las principales preocupaciones con la ayuda de técnicas periodísticas y de entretenimiento, como un diálogo pluralista y directo entre sus ciudadanos. La diversidad es cada vez más importante, no en último término porque los medios de masas en la mayoría de los países tienden a estar sujetos a una concentración en carteles mediáticos de gran escala. Y, viceversa, una esfera pública focalizada e incorporada al mainstream compensa la complejidad, el carácter extremo y la falta de transparencia de contextos públicos parciales, orientados a una cuestión. Podría sonar como una contradicción en los términos decir que la esfera pública aumenta y reduce a la vez la complejidad de la interacción social, pero en verdad ése es el efecto paradójico del manejo de la diferenciación. Como los asuntos se mueven interferencialmente y transcontextualmente entre las dimensiones presentacional y representa-
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cional de la esfera pública, la creciente complejidad resultante de los nuevos asuntos, estilos y participantes es mantenida bajo control a través de su capacidad de concentrar la atención del amplio público entre algunos temas focalizados. Y viceversa, la agenda focalizada y generalizada de la esfera pública recibe continuamente significado fresco de la diversidad no rigurosamente fijada, parcialmente no institucionalizada, de los medios de Internet y los pequeños medios de masas. Los criterios de calidad de semejante nueva esfera pública se derivan, por lo tanto, no simplemente de la relación entre los medios de masas y la política (que es uno de los principales focos de la atención en la ciencia política actual y en la investigación actual de los medios). Ni es sólo una cuestión de (la falta de) diversidad en los medios masivos, debida a la concentración y la competencia (otro problema muy investigado dentro del área de la economía política). La investigación empírica de la calidad de la esfera pública necesita tomar en cuenta a Internet como un complemento funcional a los grandes medios de masas y las interacciones cara a cara, y los efectos de esto. Una esfera pública vibrante y democrática depende de su composición y dinámica interna, particularmente si las dos dimensiones se integran entre sí a través de redes de los medios, temas, opiniones y saber cruzando en diversos modos y formas entre sus «compartimentos» y dominios. Para entender las interrelaciones entre las dos caras de la esfera pública, así como su conexión con la democracia política, permítaseme recordar brevemente las dos formas del discurso de Habermas: la moral y la ético-existencial (Habermas 1996). El propósito del discurso moral es hallar una plataforma imparcial para dilucidar cursos de acción sobre asuntos colectivos. La cuestión del discurso moral es qué deberíamos hacer (en esta sociedad). El propósito del discurso ético-existencial, por el contrario, no tiene interés en cómo deberíamos resolver problemas comunes mediante procedimientos racionales, sino más bien en cómo debiera el individuo organizar su vida de acuerdo con valores y normas. La pregunta es: ¿Qué es la buena vida para mí; quién quiero ser yo (o un «nosotros» cultural/étnico)? Esta dualidad de discurso ha sido criticada por ser demasiado tajante, y por devaluar valores culturales involucrados en el discurso moral. En realidad, se arguye, mi mundo privado de valores y normas y el mundo público de solución de problemas están entrelazados en gran medida, siempre recurrimos a un mundo para tratar con el otro. Además, se critica a Habermas por ver el discurso ético como secundario en compa-
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ración con el discurso moral, y, por lo tanto, tender a reducir el valor de los discursos femenino, étnico y otros que se producen «en una voz diferente», para servirse del título de Carol Gilligan (Gilligan 1982). El discurso imparcial de Habermas, sostiene Gilligan, es masculino, no universal. Pienso que, aunque quizás rígida, la distinción, no obstante, es útil para entender los desafíos con que se enfrenta una esfera pública moderna. La esfera pública posee dos caras también en aspectos concernientes a la democracia: en términos de Habermas, una moral y otra ético-existencial. La línea entre las dos caras seguramente es imposible de trazar, pero se la debería suponer analíticamente para ver las funciones de la esfera pública. Debiéramos ver la esfera pública como un medio entre las voces individuales de un público, por una parte, y el aparato político, por la otra. La esfera pública transforma y transfiere la opinión individual en opinión pública para que el sistema político la tome en cuenta. Una voluntas, como una vez lo formuló Habermas, es transformada en una ratio, un consenso sobre lo que es prácticamente necesario en interés de todos. Para llevar a cabo esa tarea, la esfera pública debe hacer frente tanto a la gente como a la política, abordando los problemas y cuestiones como problemas y cuestiones morales y ético-existenciales a la vez, y hacer malabares con las cuestiones entre las dos. Mientras que el discurso deliberativo moral está dirigido a la política y los problemas comunes y las soluciones alternativas, el discurso ético-existencial constituye su fundamento social y cultural, su fondo de referencia y banco de pruebas, su fuente de ideas y pensamiento fresco, con menos conformidad y constreñimientos que presionan en busca de consenso, más controversia, drama, agitación y pasión. El discurso ético-existencial se caracteriza más por valores y convicciones religiosos y de otro tipo que raras veces llegan a ser modificados mediante el discurso.
Conclusión Con la pluralización e individualización de la sociedad, la diferenciación se volvió un problema en la esfera pública. El uso activo de los medios personales es un factor que condujo a la diferencia y a lo que Pellizzoni (2003) llama (con Kuhn) inconmensurabilidad. Esa diferencia es un desafío considerable para las teorías de la deliberación. En Rawls y Habermas, la deliberación racional debe hallar algún terreno común, basado en argumentos morales de justicia, conducente al consenso o compromisos
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vinculantes. Sin embargo, no se ha de evitar un debate público diferenciado, y he sostenido que el uso creciente de medios personales, digitales, acelera la tendencia a la diferenciación. Mientras que a menudo se considera que Internet es un obvio argumento en favor de los modelos deliberativos de democracia, ella también plantea algunos serios desafíos, debido a la fragmentación y la complejidad crecientes. Cuando examinamos los supuestos normativos básicos de la idea de una esfera pública, se hace evidente que Internet y los medios personales provocan cambios en conjunción con otras transformaciones en la sociedad, que le plantean a la democracia tanto nuevos problemas como nuevas soluciones. Aunque los medios digitales traen una participación (y desigualdades) creciente(s), puntos de vista frescos y nuevas soluciones, es más difícil ver de qué modo posibilitan la consolidación y la supervisión. No sostengo que los medios personales sean antitéticos a la idea de una esfera pública, sino que contribuyen mucho más a la diversidad que a la convergencia. La legitimidad y la eficacia de la esfera pública y la democracia como un todo dependen no sólo de la diversidad, sino también de la coherencia. ¿De qué modo puede la esfera pública moderna abordar su propia indeterminación, fragmentación y complejidad? En el modelo de Habermas, los debates de procedimiento aseguran que el consenso no tenga que depender de que se realicen valores éticos comunes. El modelo supone el pluralismo, no la conformidad ética. Esto requiere, sin embargo, que los hilos discursivos en diversos medios y foros lleguen a ser conectados realmente. Ése no es necesariamente el caso con Internet. Tanto la sociología como los estudios de los medios se han concentrado en la individualización y la dependencia del individuo respecto de los sistemas de expertos. Se han subestimado las consecuencias para la esfera pública. La posible solución se halla en varios niveles, dentro y fuera de los medios, y tanto en los medios personales como de manera particular en los medios de masas. Los medios de masas hacen frente a ese proceso en lo que respecta a los sistemas políticos nacionales. Esa será la situación por muchos años. La razón para eso no es simplemente el conservadurismo tecnológico, sino que está relacionada con las características estructurales de los medios como portadores adecuados para una esfera pública con ambiciones democráticas y políticas. Los medios de masas se caracterizan por una ruptura entre emisores y receptores, con limitadas posibilidades para una retroalimentación. Esta característica esencial permite que la opinión pública se disemine y circule entre las élites y los intelectua-
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les, sea tratada con lenguajes de expertos, se transforme en cuerpos de ideas relativamente consensuales, y sea fácilmente escudriñada por el sistema político. Las voces de opinión tienen la posibilidad de observar, entender y aprender unas de otras. Mientras que los grandes medios como la teledifusión nacional de servicio público y los más grandes periódicos de calidad pueden ser considerados como una arena principal para una esfera pública, la deliberación política es cada vez más intermedial por el hecho de que el discurso circula a través de diferentes tipos de medios, desde los blogs de amateurs hasta el Financial Times. La cuestión de la influencia de los medios en el discurso público es, por lo tanto, una cuestión más compleja que en la anterior esfera pública mediada por los medios de masas (y técnicamente no mediada). Sin embargo, mientras que el abordaje postmoderno hace caso omiso por entero de la cuestión de la legitimidad, creo que es esencial distinguir entre los medios de la diversidad y los medios de la concentración de la atención. Mientras que el primer grupo de medios realza el pluralismo de asuntos para la sociedad, el segundo representa lo que potencialmente deviene la agenda para la política formal. Mientras que Internet todavía tiende a pertenecer al primer grupo, los periódicos de calidad elitarios y algunos programas de teledifusión tienden a representar el segundo grupo. Así, a pesar de la extendida intermedialidad de la polifonía de la comunicación pública, los rasgos específicos de diversos tipos de medios tienden a coincidir con las dos dimensiones de la esfera pública política. Traducción del inglés: Desiderio Navarro
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