(INTRO - NARRADOR) Bienvenido a La Palabra de Dios para Hoy, el ministerio radial del Pastor Chuck Smith de Calvary Chapel en Costa Mesa, California

Romanos 7:12-25 Por Chuck Smith (INTRO - NARRADOR) Bienvenido a La Palabra de Dios para Hoy, el ministerio radial del Pastor Chuck Smith de Calvary C

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Romanos 7:12-25 Por Chuck Smith

(INTRO - NARRADOR) Bienvenido a La Palabra de Dios para Hoy, el ministerio radial del Pastor Chuck Smith de Calvary Chapel en Costa Mesa, California. El Pastor Chuck nos ha estado guiando en un estudio versículo a versículo a través del libro de Romanos, donde recientemente hemos estado observando el asunto de estar muertos para la ley pero vivos para Dios. Y ahora en la edición de hoy de La Palabra de Dios para Hoy, el Pastor Chuck una vez más nos estará dirigiendo en el asunto de la ley, y cómo puede liberarnos del pecado. Así que continuemos al abrir nuestras Biblias en Romanos capítulo 27, versículo 12. (CUERPO – PASTOR CHUCK) Pablo admite que, De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. (Romanos 7.12) Nada de malo con el mandamiento, “No codiciarás”. Nada de malo con el mandamiento, “No matarás, no robarás.” Nada de malo con el mandamiento, “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, …alma”. No hay nada de malo con el mandamiento. Es santo. Es justo, es bueno. Esa es la forma en que yo debería vivir. Yo sé que debería vivir de esa manera. No es el mandamiento que está en falta. Soy yo quien está en falta. ¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, (Romanos 7.13) No fue la ley que me mató sino mi pecado me mató. De hecho, la ley solo lo declaró. No hay nada malo en la ley, sino que es mi pecado que me llevó a la muerte, porque la paga del pecado es muerte, el alma que pecare de cierto morirá. Así que el mandamiento, no está en el mandamiento, está en el pecado en mí. La violación del mandamiento que trajo la muerte.

para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso. (Romanos 7:13) Nuevamente, la ley fue pretendida por Dios para hacer a todo el mundo culpable delante de Dios y que todo el mundo buscara la justicia la cual viene a través de la fe en Jesucristo. Esa justicia que Dios ha provisto, para hacer que el hombre de una vez y para siempre desista de intentar tener su propia justicia delante de Dios por sus propios esfuerzos y obras. Porque sabemos que la ley es espiritual; (Romanos 7.14) Pablo no siempre supo esto. Pero ahora él lo sabe. La ley es espiritual, mas yo soy carnal, vendido al pecado. (Romanos 7:14) Allí es donde entra la dificultad. No hay nada de malo con la ley; es santa, juta y buena. Pero yo soy carnal y mi pecado trajo muerte. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. (Romanos 7.15) Pablo está hablando de las luchas en su propia vida cuando él llegó a darse cuenta de que la ley era espiritual y que él era carnal. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. (Romanos 7.16) Reconociendo que esta es la forma correcta de vivir y yo debería estar viviendo de esta manera: el bien que quisiera, no lo hago; aquello que hago, no lo quiero. Yo realmente estoy haciendo cosas que en mi propia mente no las admito. Y aquellas cosas que odio, esas estoy haciendo. Intentar complacer a Dios en la carne debe ser una de las experiencias más frustrantes en el mundo. Intentar alcanzar una conducta justa delante de Dios por mis propias obras debe ser unas de las cosas más frustrantes en el mundo, porque yo he encontrado con Pablo que yo no siempre hago las cosas que sé que debería hacer. Lo que no quiero, eso hago.

Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. (Romanos 7.16-17) Encuentro que hay dos naturalezas: la carne y el espíritu. Y estas dos están peleando una contra la otra, y hay momentos cuando me entrego a la carne. Y me odio a mí mismo por entregarme a la carne, porque mi espíritu quiere vivir según Dios y agradar a Dios. Y cuando me entrego a la carne, me siento miserable. Me odio a mí mismo por hacer lo que hice. Mi yo real según el espíritu quiere agradar a Dios. Hay otra parte de mí, la carne que quiere agradar a la carne. Está esa parte pecaminosa de mí, esa parte carnal de mí, que a veces me lleva a hacer esas cosas que yo no quiero hacer. Si usted realmente llega al fondo, al corazón del asunto, yo quiero vivir para agradar a Dios. Yo concuerdo en que la ley es buena. Yo quiero vivir un vida justa; yo quiero vivir una vida que agrade al Padre. Si yo estoy haciendo esas cosas que no quiero hacer, realmente no soy yo. Es la carne pecaminosa, o la naturaleza pecaminosa que está en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. (Romanos 7.18) Nuestro problema es que aún no creemos esto. Porque el hombre, pareciera, está intentando largamente reformar su carne y mejorar su carne. Mejorar mi realización carnal. Pareciera que constantemente el hombre está buscando algo bueno en la carne. Algunas características redentoras, intentando en la carne darle a Dios alguna causa para amarme así puedo jactarme un poco en mí mismo y decir, “Dios me ama porque yo soy tan dulce. Porque nunca pierdo el control, porque siempre reacciono de manera amable, así que Dios me ama porque yo soy muy amable y generoso”. Lástima que usted no sea amable y generoso, así Dios puede amarlo tanto como me ama a mí. Nosotros aún no hemos llegado al conocimiento total de la verdad que está en mí, o sea, en mi carne allí no habita nada bueno. Yo necesito llegar a esa verdad para que aprenda a no tener absolutamente ninguna confianza en mi carne. Y yo he hallado en los años de caminar con el Señor que en cada área donde yo confiaba en mi carne, Dios me ha permitido caer, para mostrarme que yo no tengo la fortaleza, la habilidad, el poder, la capacidad que yo pensaba que

tenía. Yo solía decir, “Chuck la roca”, y yo era un tonto en creer esto. Pero le diré, Él me fracturó. Y ahora es, “Chuck la arena”. Quiero decir que Él me aplastó. Y yo sé que en mí, en mi carne no habita nada bueno. El deseo de hacer las cosas bien, el deseo de vivir para Dios, el deseo de servir al Señor, el deseo de orar, el deseo de leer Su Palabra, el deseo de acercarme, todo eso está allí. Pero tomar el deseo y hacerlo realidad, esa es la dificultad, ese es el problema.

porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. (Romanos 7:18) Yo no lo hago. Si yo solo pudiera ser todo lo que deseo ser para Dios. Qué gigante espiritual sería yo. El deseo está allí, pero cómo alcanzarlo no lo puedo hallar. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. (Romanos 7.19-20) Él está repitiendo este punto para enfatizar. Él ya lo hizo en los versículos 16 y 17, pero lo repite para enfatizar. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. (Romanos 7.21) Mi deseo de hacer algo bueno para Dios, pero el mal está allí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; (Romanos 7.22) En mi corazón, en mi espíritu me deleito en la ley de Dios. pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? (Romanos 7.23-24) El cuerpo de muerte. El clamor de Pablo. Y yo debo llegar a ese mismo punto en mi vida, donde yo clame como Pablo, dándome cuenta de la debilidad de mi carne y el fracaso de mi carne, la incapacidad de realizar aquel bien que yo haría para Dios y esa fastidiosa debilidad en hacer aquellas cosas que yo no quiero. Yo llego junto con Pablo a este punto de desesperación, “Miserable de mí”.

Desafortunadamente, la primera vez que llegué a este punto de desesperación yo no hice la pregunta que hizo Pablo. Yo llegué al punto de desesperanza y dije, “Miserable de mí, ¿Cómo podré salir yo mismo de este estado miserable?” Y yo estaba abierto a otro esquema, a otra oportunidad. Si yo solo hubiera contado hasta diez, si solo me hubiera detenido a pensar, “¿Qué haría Jesús?” Y todos tenemos esos métodos de auto ayuda. Cómo vivir una vida cristiana carnal exitosamente, en cinco sencillas lecciones. Miserable de mí. Un día yo llegué como Pablo al punto de desesperación otra vez, pero esa vez era desesperación total, y como Pablo clamé, “Miserable de mí, ¿Quién me librará?” porque yo había renunciado a seguir intentándolo por mí mismo. Y descubrí, que ese lugar de derrota donde dejé de intentarlo por mí mismo y me volví completamente a Jesucristo era el lugar de la victoria inicial en mi vida. Cuando ya no era yo, sino Cristo ahora en mí, y cuando comencé a entregarme a aquellas fuerzas del Espíritu de Dios que Él puso a mi disposición. El efecto de red y el resultado es que, al haber entrado yo en esa victoria gloriosa en Jesucristo y esa gloriosa relación con Dios a través de Cristo, yo no puedo estar aquí y jactarme ante usted por todo lo que hice y todos mis esfuerzos o todo lo que estoy haciendo… las horas que yo pongo en servir al Señor y los sacrificios que he hecho, usted sabe y demás, es triste. Dios no lo permita,… que yo me jacte en la cruz de Jesucristo, allí está mi victoria. Porque yo no me puedo liberar a mí mismo, y no me liberé a mí mismo, sino que Dios por Su Espíritu me liberó de la esclavitud de la vida en la carne, y me ha hecho libre por Su Espíritu para servirle a Él. Ahora, Él me permitió llegar al punto de total desesperanza donde yo dejé de intentar por mi mismo hacer las cosas, así cuando vino la victoria yo no tomaría el crédito por la victoria, sino que yo solo podría dar gloria a Dios que siempre me ha dado triunfos a través de Jesucristo. Y desafortunadamente, pareciera que Dios tiene que permitir que nos hundamos hasta el fondo y en total desesperanza en nosotros mismos, para que no nos gloriemos en lo que nos hemos convertido, por haber aprendido algún secreto por el cual yo fui capaz de llevar mi carne hacia una posición aceptable delante de Dios. Miserable de mí, ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Y en la misma pregunta el hecho que él está cuestionando quien, indica la respuesta que hay uno afuera de mí que puede hacer por mí

lo que yo no nunca podría hacer por mí mismo. La capacidad de hacer lo que yo debería hacer. La capacidad no de hacer lo que no debería hacer. Y por eso Pablo concluye, Gracias doy a Dios, (Romanos 7.25) Esta es la respuesta a la pregunta, ¿Quién me librará? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Él me ha librado, gracia a Dios a través de Jesucristo nuestro Señor. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado. (Romanos 7:25) Mi mente, mi corazón es lo que Dios está buscando. Y con mi mente y corazón yo sirvo la ley de Dios, a pesar de que yo aún estoy en este cuerpo. Aún así, ya no hay condenación para aquellos que están en Cristo Jesús que no caminan en la carne sino en el espíritu. Así que aquí estoy yo. No piense que yo estoy intentando ponerme de pie aquí delante de usted y decirle que ahora soy perfecto. Dios me ayude si yo doy esa impresión, porque me tropezaría delante de sus ojos para probar que no lo soy. No, yo no soy perfecto. Yo aún estoy en un cuerpo de carne, y mientras esté en este cuerpo de carne, yo tendré las propuestas de la carne y el pecado. Pero gracias a Dios yo ya no me tengo que entregar a ellas. Gracias a Dios yo puedo tener la victoria y el poder sobre eso. Y gracias a Dios si las hago, no hay condenación porque yo estoy en Cristo Jesús. No quiere decir que, como no hay condenación yo puedo salir y vivir como quiera en la carne. Dios no lo permita. Pero si tropiezo, no caigo. El Señor me levanta; el Señor me sostiene. Porque mi mente, mi corazón desea a Dios y Dios es lo mejor para mi vida, y yo deseo servirle a Él con todo lo que tengo con todo lo que soy. Así que tengo esta nueva relación, esta relación con Dios en el espíritu, y llegaremos a esto en el capítulo 8, que realmente es la respuesta a Pablo del capítulo 7. Cuando él ha sido llevado a la desesperación de sus propios esfuerzos, él ahora es llevado a la gloriosa obra del Espíritu de Dios en su vida y la victoria a través del Espíritu. (CIERRE - NARRADOR) Continuaremos con más de nuestro estudio versículo a versículo del libro de Romanos, en nuestra siguiente lección, cuando el Pastor Chuck

Smith nos guíe en cómo el Espíritu puede liberarnos del poder de la carne. Y esperamos que usted haga planes de acompañarnos. (PROMO) (CIERRE - NARRADOR) Y asegúrese de acompañarnos en la siguiente edición cuando el Pastor Chuck Smith continúe su estudio versículo a versículo del libro de Romanos. Esto será aquí mismo en la siguiente edición de La Palabra de Dios para Hoy. Y ahora, una vez más, aquí está el Pastor Chuck Smith. (PASTOR CHUCK) Que el Señor esté con usted y le bendiga y guarde en Su amor. Que usted camine en el Espíritu y que usted entregue su cuerpo a Dios esta semana. Que Dios utilice su vida como Su instrumento para hacer Su obra en este mundo necesitado. Que otros reciban una palabra de aliento, de amor, de esperanza de usted, cuando usted se vuelva un instrumento de Dios para decirle a ellos de Su bondad y de Su amor, en el nombre de Jesús, amén. (CIERRE – NARRADOR) La Palabra de Dios para Hoy es patrocinado por Calvary Chapel en Costa Mesa, California.

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