INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA MOTIVACIÓN

Motivación y Emoción-John Marshall-Reeve: Capítulo 1 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA MOTIVACIÓN Dos preguntas pertinentes Enfoques Motivos Motivos extr

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Motivación y Emoción-John Marshall-Reeve: Capítulo 1

INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA MOTIVACIÓN Dos preguntas pertinentes Enfoques Motivos Motivos extrínsecos Expresiones de la motivación Conducta Fisiología Autovaloración o testimonio Temas en el estudio de la motivación La motivación facilita la adaptación Los motivos afectan la conducta al dirigir la atención La intensidad del motivo varía con el tiempo e influye en la fuerza de la conducta La motivación incluye tendencias de aproximación y de evitación El estudio de la motivación explica el contenido de la naturaleza humana La motivación varía no sólo en su intensidad, sino también en su tipo No siempre estamos conscientes de las raíces motivacionales de nuestro comportamiento Los principios motivacionales tienen aplicación No hay nada más práctico que una buena teoría ¿Qué es la motivación? ¿Qué es la emoción? ¿Cuál es la diferencia entre motivación y emoción? ¿Existen diferencias entre ellas? Una razón para leer este libro radica, desde luego, en encontrar respuestas a tales preguntas. Como una forma de comenzar, deténgase para obtener sus propias respuestas, aunque sean preliminares o tentativas. Trate, por ejemplo, de definir los términos motivación y emoción al margen de este libro. Con el fin de definir la motivación y la emoción, asegúrese primero de contar con un elemento preliminar (por ejemplo, la motivación es un(a) _). ¿Es un sentimiento?, ¿una forma de pensar?, ¿un sentido de lucha?, ¿una necesidad?, ¿un deseo de algo? ¿Es un impulso o un conjunto de impulsos? Más adelante, el texto ofrece una definición del concepto, en la sección de "enfoques", con la cual estarán de acuerdo casi todos los que la estudian. La primera parte del capítulo 14, "¿Qué es una emoción?", presenta una definición detallada de este concepto. Para la mayoría de la gente, intentar comprender la motivación y sus misterios es una tarea sumamente interesante, por dos razones. Primero, pocos temas despiertan y entretienen tanto la imaginación como la motivación. Cualquier cosa que nos diga quiénes somos, por qué queremos lo que queremos y cómo podemos mejorar nuestras vidas resulta interesante. Cualquier cosa que nos ayude a comprender a otras personas, por qué quieren lo que quieren y cómo podemos mejorar sus vidas también es interesante. Cuando nos preguntamos por qué la gente hace lo que hace, recurrimos a las teorías de la motivación para ver lo que tienen que decir acerca de asuntos tales como la naturaleza humana, las luchas por el logro y el poder, los deseos de sexo biológico y de intimidad psicológica, las emociones como el miedo y la ira, comportamientos como el altruismo y los actos de agresión, la psicofisiología del hambre y de los desórdenes alimenticios, como la obesidad y la bulimia. La investigación de estos temas y la respuesta a preguntas como "¿Por qué el deseo a veces es intenso y repetitivo mientras que en otras ocasiones se desvanece y desaparece?" es lo que estudian los investigadores de la motivación. Segundo, pocas materias son más importantes y relevantes para nuestras vidas que la motivación. Su estudio puede ser una tarea extremadamente práctica y valiosa. Resulta muy

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útil conocer: ¿de dónde proviene la motivación, ¿por qué en ocasiones cambia y por qué otras veces no lo hace?, ¿bajo qué condiciones aumenta o disminuye?, ¿qué aspectos de la motivación es posible modificar y cuáles no?, y ¿qué tipos de motivación están asociados con el compromiso productivo y cuáles no lo están? Tales conocimientos se aplican muy bien a situaciones como la asesoría de estudiantes, la motivación de empleados, el entrenamiento de atletas, el asesoramiento de clientes, la educación de los niños o el cambio de nuestras propias formas de pensar, sentir y comportarnos. En la medida en que el estudio de la motivación nos diga cómo mejorar nuestras vidas y también cómo mejorar las vidas de aquellos a quienes amamos, conoceremos más de la motivación sin haber perdido nuestro tiempo. La utilidad de estudiar motivación consiste en ofrecer conocimientos teóricos y las herramientas prácticas necesarias para comprender y realizar cualquier actividad que se considere importante. Como ejemplo, considere el ejercicio físico. ¿Por qué alguien querría ejercitarse? ¿De dónde viene la motivación para practicar deporte? ¿La gente está más deseosa de hacer ejercicio bajo ciertas condiciones que en otras? ¿Se puede hacer algo para aumentar la motivación de la gente a fin de practicar algún ejercicio? Si alguien odia el ejercicio, ¿otro puede estimularle un verdadero sentido de voluntad para ayudarlo a ejercitarse? El párrafo siguiente habla sobre el ejercicio, pero de hecho podría tratarse sobre la motivación subyacente a casi cualquier otra actividad: estudiar, desarrollar una habilidad, aprender a leer, tocar el piano, graduarse de la escuela, comer menos, mejorar un servicio en el tenis, etcétera. En cada caso, subsistiría la misma pregunta: ¿por qué la gente quiere hacer cosas? ¿Por qué correr alrededor de una pista, saltar en los ejercicios aeróbicos, caminar vigorosamente en el parque o nadar varias vueltas en una alberca? ¿Por qué correr cuando se sabe que los pulmones colapsarán por falta de aire?, ¿por qué saltar y estirarse cuando se sabe que los músculos se desgarrarán?, ¿por qué tomar una hora libre al día para caminar de prisa, cuando la agenda no lo permite; y por qué hacer ejercicio cuando la vida ofrece tantas cosas interesantes para realizar? Desde luego, existen buenas razones para responder estas preguntas. Los niños hacen ejercicio de manera espontánea: corren, saltan y se persiguen, realizándolo sólo por el placer de hacerlo (esto es, motivación intrínseca). La mayoría de nosotros, sin embargo, nos ejercitamos por razones más utilitarias, como complacer a un entrenador o ganar una beca (es decir, motivación extrínseca). El establecimiento de metas motiva el ejercicio, por ejemplo cuando algunas personas se preocupan mucho por ver si pueden correr un kilómetro en cinco minutos o menos. Algunas personas lo logran y en ocasiones nos inspiran para practicar deporte, como los atletas a quienes deseamos imitar o un modelo delgado y elegante (posibles yo). Un ejercicio a veces nos ofrece un desafío —un estándar de excelencia— a superar, como cuando un esquiador corre hacia la cima de la montaña contra el reloj (lucha por el logro; flujo). Algunas de las motivaciones para practicar deporte surgen de un sentido de logro y satisfacción debido a un trabajo bien realizado (competencia; motivación de efectividad). Algunas personas dicen que trotar les brinda un impulso emocional, la máxima satisfacción del corredor (teoría de procesos opuestos). En ocasiones un clima hermoso tal vez estimule nuestro estado de ánimo y fomente de manera espontánea el ejercicio, mientras saltamos o caminamos vigorosamente, sin siquiera saber por qué (afecto positivo). Otros harán ejercicio para aliviar el estrés, atenuar la depresión y lograr un sentido de control personal en sus vidas (creencias de control personal). Con

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frecuencia el ejercicio es un evento social, un momento para disfrutar sencillamente la compañía de los amigos (gregarismo), o una oportunidad para probar nuestras habilidades frente a otros (competencia social). Para los que valoran la práctica del ejercicio (o estudiar, desarrollar un talento, aprender a leer, etcétera), el hecho de poner atención en las razones que tienen para ejercitarse, se convierte en una tarea interesante y práctica. Los investigadores de la motivación centran sus esfuerzos en generar y luego poner a prueba la precisión y viabilidad de hipótesis y teorías que expliquen los fenómenos motivacionales, como los referidos para el ejercicio. Por ejemplo, los investigadores de la motivación podrían formular una o todas las preguntas siguientes: ¿cuál de las explicaciones mencionadas arriba son válidas y cuáles son erróneas? ¿Podemos generar alguna evidencia de que la gente querrá ejercitarse más cuando persigue una meta? ¿El ejercicio en verdad alivia el estrés, reduce la depresión, proporciona un sentido de logro o produce una "máxima satisfacción del corredor"? Si el ejercicio induce cualquiera de dichos efectos, entonces ¿bajo qué condiciones lo hace? Una vez que una hipótesis se valida, no sólo nos permite avanzar hacia una mayor comprensión del fenómeno (esto es, adquirir un conocimiento teórico), sino que también nos ayuda a construir soluciones prácticas para resolver los problemas que nosotros y los demás enfrentamos en nuestras vidas (es decir, ganar herramientas prácticas). DOS PREGUNTAS PERTINENTES El estudio de la motivación se centra en proporcionar las mejores respuestas posibles para dos preguntas fundamentales: 1. ¿Qué causa la conducta? 2. ¿Por qué la conducta varía en su intensidad? La primera pregunta fundamental de la motivación es: "¿qué causa la conducta?" (o, de manera alternativa: "cuál es el motivo de él o ella para hacer eso?"). Observamos que la gente se comporta, pero no conocemos las causas subyacentes de su comportamiento. Contemplamos a la gente desplegar un gran esfuerzo y persistencia (o ninguno en absoluto), pero las razones de ese comportamiento continúan siendo inobservables. La razón principal por la que la motivación tiene un lugar tan importante en el campo general de la psicología es porque ayuda a explicar el comportamiento que observamos. Sin embargo, para explicar en verdad las causas subyacentes de la conducta, necesitamos ampliar esta pregunta general hacia una serie de preguntas más específicas: ¿cómo se inicia la conducta? Una vez que ha comenzado, ¿cómo se mantiene la conducta a lo largo del tiempo? ¿De dónde surge la experiencia psicológica del "querer"? ¿Por qué el comportamiento se dirige hacia ciertas metas y se aleja de otras? ¿Por qué la conducta cambia su dirección y su intensidad? ¿Por qué cesa el comportamiento? En otras palabras, no es suficiente preguntar por qué una persona practica un deporte, por qué un niño lee libros o por qué un adolescente se niega a cantar en el coro. También debemos preguntar por qué en primer lugar los atletas comienzan a practicar. ¿Qué brinda energía a su esfuerzo hora tras hora, día tras día? ¿Por qué practican ese deporte en lugar de otro? ¿Por qué practican en lugar de convivir con sus amigos? Cuando practican, ¿por qué dejan de trabajar durante el día o incluso durante su vida? Estas mismas preguntas se pueden plantear respecto a los niños que leen con interés: ¿por qué comenzaron a leer ¿Por qué continuar leyendo después de la primera página?, ¿después del primer capítulo? ¿Por qué

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tomar un libro en particular en lugar de alguno de los demás que están en el estante? ¿Por qué dejar de leer? ¿Su lectura continuará en los años por venir? Para dar un ejemplo más personal, ¿por qué comenzó a leer este libro el día de hoy? ¿Continuará leyéndolo hasta el final del capítulo o hasta el final del libro? Si se detiene antes del final, ¿en qué punto se detendrá? ¿Por qué? Después de leer, ¿qué hará a continuación? ¿Por qué? La primera pregunta relevante de la motivación (¿qué causa la conducta?) puede, por lo tanto, plantearse dentro del estudio de cómo la motivación afecta la iniciación, la persistencia, el cambio, la dirección de la meta y la eventual terminación del comportamiento. Tal pregunta representa una gran interrogante o cinco preguntas interrelacio-nadas. De cualquier forma, el primer problema esencial de un análisis motivacional del comportamiento es comprender cómo la motivación participa, influye y ayuda a explicar la fuerza de la conducta. La segunda pregunta fundamental de la motivación es: "¿por qué la conducta varía en su intensidad?" La conducta varía en el individuo y entre diferentes individuos. La idea de que la motivación se transforma en cada individuo significa que en un determinado momento una persona puede estar comprometida activamente, aunque en otro momento tal vez sea pasiva e indiferente. La idea de que la motivación varía entre individuos quiere decir que, aun en la misma situación, las personas reaccionan de manera diferente. En cada individuo, la motivación cambia a lo largo del tiempo. Casi siempre la conducta se modifica en intensidad; por ejemplo al mostrar mucho o poco esfuerzo, persistencia, intensidad, audacia o vivacidad. Algunos días un empleado trabaja en forma rápida y diligente; otros días su trabajo es lento y torpe. Un día un estudiante demuestra enorme entusiasmo, lucha por la excelencia y exhibe determinados impulsos dirigidos hacia la meta; pero al día siguiente, el mismo estudiante es apático, hace sólo la mínima cantidad de trabajo y evita los desafíos académicos. La razón por la que la misma persona muestra motivación intensa y persistente en un momento, pero una motivación débil e indiferente en otro, amerita una explicación y demanda comprensión. ¿Por qué el trabajador labora tan bien el lunes, mas no así el martes? ¿Por qué los niños dicen que no tienen hambre en la mañana, y sin embargo manifiestan un hambre intensa en la tarde? ¿Por qué un conductor se pone tan molesto e irritado cuando se atasca en el tráfico en un momento, pero permanece imperturbable en otro instante? La intensidad de la conducta varía cada vez y día con día, de modo que el segundo problema esencial en un análisis motivacional del comportamiento consiste en comprender por qué la conducta cambia en intensidad de un momento al otro, y de un año al siguiente. La motivación difiere también entre personas que enfrentan la misma situación. Todos compartimos las mismas motivaciones básicas (hambre, necesidad de afiliación, ira, etcétera), pero la gente difiere en forma muy evidente respecto a lo que los motiva. Algunos motivos son relativamente fuertes para una persona, mientras que para otra son relativamente débiles. ¿Por qué una persona busca de manera continua fuentes de estimulación intensa, como viajar en motocicleta, mientras que otra es una evasora de ese tipo de sensación, pues descubre que para ella una fuerte estimulación es más irritante que excitante? En un concurso, ¿por qué algunas personas luchan con ahínco para ganar, mientras que otras se preocupan poco por el triunfo y se interesan más por hacer amigos? Algunas personas al parecer se irritan con mucha facilidad, mientras que otras raras veces se sobresaltan. Debido a que existen amplias diferencias en cuanto a los motivos individuales, en el estudio de la motivación se investiga cómo surgen tales diferencias y qué implicaciones acarrean. Así, otros problemas motivacionales a resolver son el

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reconocimiento de que los individuos difieren en sus motivaciones y la explicación de por qué alguien muestra un intenso compromiso conductual, mientras otro individuo no lo hace. ENFOQUES Para explicar por qué la gente hace lo que hace, necesitamos una teoría de la motivación. La utilidad de esa teoría consiste en que nos permita explicar qué le proporciona a la conducta de una persona su energía y dirección. Aquello que da energía y orgullo al atleta y aquello que dirige la conducta del estudiante hacia una meta particular constituye un motivo. El estudio de la motivación se relaciona con procesos que proporcionan energía y dirección a la conducta. La energía implica que el comportamiento tiene fortaleza: que es relativamente fuerte, intenso y persistente. La dirección significa que el comportamiento posee un propósito: que está encaminado hacia el logro de una meta particular. Los procesos que dan energía y dirigen la conducta emanan de la fuerza del individuo y el ambiente, como se muestra en la figura 1.1. Los motivos son experiencias internas — necesidades, cogniciones y emociones— que energizan las tendencias individuales de acercamiento y evitación. Los eventos externos representan incentivos ambientales que atraen o repelen al individuo y que determinan que este último comprometa o no su conducta. Existen dos medios principales para inferir la motivación en otra persona. La primera forma consiste en observar las manifestaciones de la conducta motivada. Para inferir el hambre, por ejemplo, observamos si Juan come con mayor rapidez de lo usual, mastica vigorosamente, habla sobre la comida durante la conversación y olvida las maneras sociales debido a la oportunidad de comer. Comer de manera rápida, vigorosa e inadecuada implica que alguna fuerza debe estar energizando y dirigiendo el comportamiento de Juan. La segunda forma para inferir la motivación es poner mayor atención a los antecedentes conocidos que dan origen a los estados motivacionales. Después de 72 horas de privación de alimento, una persona tendrá hambre; después de sentirse amenazada, sentirá miedo; después de ganar una competencia, se sentirá capaz, etcétera. La falta de alimento provoca el hambre, una situación de amenaza origina el miedo y los mensajes objetivos de efectividad hacen que uno se sienta capaz. Debido a que se conocen los antecedentes de muchos estados motivacionales, no siempre se está en una situación precaria para poder inferir la motivación a partir del comportamiento. Así, es posible predecir los estados motivacionales de la gente con certeza cuando se observa que la persona no ha ingerido alimento, fue amenazada o ganó el campeonato. Pero no siempre se conocen estos antecedentes. En ocasiones, la motivación debe inferirse a partir de sus manifestaciones: en la conducta, la fisiología y la autovaloración. CONDUCTA Existen siete aspectos de la conducta que revelan la presencia y la intensidad de la motivación (Atkinson y Birch, 1970, 1978; Bolles, 1975; Ekman y Friesen, 1975): esfuerzo, latencia, persistencia, elección, probabilidad de respuesta, expresiones faciales y expresión corporal. Esfuerzo Es la extensión del trabajo extenuante que se aplica cuando se intenta completar una tarea.

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Con frecuencia, la frase "gasto de esfuerzo" se emplea para señalar una elevada motivación; el gasto de esfuerzo varía en proporción a las demandas ambientales puestas sobre el individuo. En la medida que la demanda aumenta, la persona tendrá que utilizar una mayor parte de su capacidad total para arreglárselas de un forma efectiva (Kahneman, 1973). En consecuencia, cuando la gente enfrenta un reto pone más atención, experimenta mayor excitación y realiza mayor trabajo muscular que cuando no afronta un reto. En esencia, poner mayor esfuerzo significa emplear una buena cantidad de la propia capacidad total. La intensidad es similar al esfuerzo, y se define como la amplitud de la respuesta individual a un acontecimiento estimulante. Por ejemplo, en un estudio de la alegría, los investigadores observaron las expresiones faciales de los participantes para inferir cuan alegres estaban. A mayor intensidad con la que las personas contraían sus músculos zigomáticos de la mejilla y boca (los músculos de la sonrisa), mayor fue la alegría inferida (Pope y Smith, 1994). A manera de regla, si uno usa más su capacidad (es decir, mientras mayor sea el gasto de esfuerzo) y es mayor la intensidad de la conducta, mayor es la fuerza del motivo subyacente. Latericia Es el tiempo que una persona retrasa una respuesta que sigue a la presentación inicial de un acontecimiento estimulante. Por ejemplo, si un niño llora inmediatamente después de la separación de la madre, esa reacción rápida (breve latencia de respuesta) permite a un observador inferir una gran ansiedad por la separación, en comparación con otro niño que llora momentos u horas después de tal separación. Asimismo, si un niño entra a una habitación, ve un juguete y no pierde tiempo en tomarlo para jugar con él, entonces esa reacción rápida permite al observador inferir un gran interés por realizar la tarea. En estos ejemplos, la latencia es el tiempo transcurrido entre la separación de la madre y el llanto o el tiempo que pasa entre la observación del juguete y la apropiación. Como una regla, en la medida que la latencia disminuye, la presencia e intensidad del motivo subyacente aumenta. Persistencia Es el tiempo que transcurre desde el inicio de una respuesta hasta su terminación. En los dos ejemplos previos, la persistencia son los segundos o minutos que el niño continúa llorando y los segundos o minutos que el niño sigue jugando con el juguete. La persistencia es proporcional a la intensidad del motivo subyacente para dicha actividad (e inversamente proporcional a la intensidad de los motivos para comprometerse en actividades alternativas). La persona que persiste en un acto dirigido hacia una meta durante un periodo prolongado expresa un motivo más intenso que aquella que renuncia con rapidez. Advierta que la persistencia y el esfuerzo no son iguales, aunque la persistencia es en esencia esfuerzo a lo largo del tiempo. Sin embargo, la persistencia y el esfuerzo no son intercambiables porque una persona tal vez sea persistente en una tarea durante un largo periodo, aunque exhiba una baja tasa de esfuerzo diariamente, como ocurre con los estudiantes que se esfuerzan para lograr altas calificaciones, las personas que ahorran para lograr sus fortunas y los músicos que cultivan sus habilidades. Elección La elección o preferencia por un curso de acción respecto a otro, enfrenta al individuo con dos o más opciones entre las cuales selecciona una acción particular. En un momento dado solemos enfrentar a un gran número de opciones entre las cuales elegimos. Por ejemplo,

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puede leer este libro, ir al refrigerador por una bebida, hablar por teléfono a un amigo, comer un refrigerio, escuchar música, etcétera. La preferencia de un curso de acción sobre otro expresa la fuerza de los motivos subyacentes en cada curso de acción (leer, beber, buscar compañía, dormir y buscar sensaciones). Al diseñar un experimento sobre el altruismo, por ejemplo, un investigador quizás haga que un participante elija entre ayudar o no ayudar, así que los participantes que hayan decidido ayudar expresan un motivo subyacente más grande para ejercer el altruismo. Probabilidad de respuesta Se refiere al número de ocasiones que una respuesta dirigida hacia una meta ocurre durante determinado número de oportunidades que ésta tiene la posibilidad de presentarse. Si dos personas están en una misma situación 10 veces, quien realice la respuesta ocho veces expresa un motivo más intenso, en comparación con la que lleva a cabo la respuesta sólo tres veces. En consecuencia, bajo condiciones similares, la persona que telefonea a sus amigos ocho de 10 noches expresa una necesidad de afiliación más intensa, respecto a quien telefonea a sus amigos sólo tres de 10 noches (Lansing y Heyns, 1959). Expresiones faciales Los movimientos de los músculos faciales comunican el contenido específico de sentimientos y emociones (Ekman y Friesen, 1975; Ekman y Rosenberg, 1997). La gente expresa un sentimiento de miedo cuando eleva y arquea ligeramente sus dos cejas, arruga el centro de su frente, y retrae y estira con tensión sus labios. En ocasiones, las personas comunican un sentimiento de disgusto cuando arrugan la nariz, elevan el labio superior y bajan ligeramente las cejas. Manifiestan un sentimiento de ira cuando bajan y arquean las cejas, tensan los labios y expresan una mirada fija y dura. Las personas exhiben un sentimiento de alegría cuando arquean y retraen las comisuras de sus labios, elevan sus mejillas y muestran arrugas bajo sus párpados inferiores. Y expresan un sentimiento de tristeza cuando jalan hacia arriba las esquinas interiores de sus cejas, elevan las esquinas interiores de sus párpados superiores y tuercen hacia abajo las comisuras de sus labios. En consecuencia, la conducta no verbal de la cara comunica la existencia y la intensidad de una emoción subyacente. Expresión corporal La postura, los cambios de distribución del peso del cuerpo y los movimientos de las piernas, brazos y manos (por ejemplo, un puño cerrado) manifiestan deseos y preferencias subyacentes. Ponga atención la siguiente vez que esté enmedio de una conversación aburrida. Cuando usted desea terminar la conversación, consciente o inconscientemente, hará explícito su deseo de partir al: 1) cambiar la distribución estable de su peso a una inestable, 2) cruzar las piernas (si está de pie), y 3) alejarse de la otra persona (Lockard et al., 1978). Cambiar la distribución de su peso, cruzar las piernas y aumentar la distancia entre usted y su interlocutor, expresan un deseo de escapar de la interacción. Visión general Esos siete aspectos de la conducta proporcionan al observador datos para inferir la presencia e intensidad de la motivación de otra persona. Si la conducta exhibe un esfuerzo intenso, una breve latencia, continua persistencia, alta probabilidad de ocurrencia, expresividad facial o gestual, o si el individuo persigue un objeto-meta específico, en lugar

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de otro, se tiene evidencia para inferir la presencia de un motivo relativamente intenso. Pero si la conducta muestra un esfuerzo indolente, larga latencia, breve persistencia, baja probabilidad de ocurrencia, mínima expresividad facial y gestual, o si el individuo persigue un objeto-meta alternativo, entonces es evidencia para inferir la ausencia de un motivo, o al menos el motivo es relativamente débil. El término "compromiso" expresa de manera adecuada el sentido general de cuan intensa resulta la motivación de una persona. El compromiso se refiere a la intensidad y calidad emocional de implicarse con una actividad (Connell y Wellborn, 1991; Skinner y Belmont, 1993). Representa aspectos conductuales y emocionales; así que un estudiante comprometido manifiesta no sólo gran esfuerzo, persistencia, atención y gusto, sino también un tono emocional positivo (por ejemplo, enorme interés, baja ansiedad) durante dicho esfuerzo. FISIOLOGÍA Cuando la gente y los animales se preparan para comprometerse en diversas actividades, los sistemas nervioso y endocrino elaboran y liberan varias sustancias químicas (neurotransmisores y hormonas) que proporcionan los sustentos biológicos de los estados motivacionales y emocionales (Andreassi, 1986; Coles, Ponchin y Porges, 1986). Existen algunos paralelismos entre los neurotransmisores y las hormonas; ambos son sustancias químicas que funcionan dentro de una red de comunicación, pues las células liberan neurotransmisores para influir en otras células, en tanto que las glándulas secretan hormonas para afectar órganos corporales. Durante una conferencia pública, por ejemplo, los oradores experimentan un intenso estrés emocional en varios niveles; dicha emotividad se manifiesta fisiológicamente por sí misma mediante una elevación de las catecolaminas en el plasma (como la adrenalina; Bolm-Avdorff et al., 1989). El aumento de catecolaminas constituye la base biológica del estrés percibido. Para medir los distintos cambios neurales y hormonales, los investigadores emplean pruebas de sangre, de saliva, análisis de orina y una variedad de mediciones psicofisiológicas que involucran un equipo eléctrico complejo (electromiógrafo, respuesta galvánica de la piel). Al utilizar estas medidas, los investigadores de la motivación registran el ritmo cardiaco, la presión arterial, la frecuencia respiratoria, la dilatación de la pupila, la conductividad de la piel, el contenido del plasma sanguíneo y otros índices de funcionamiento fisiológico de una persona con el objeto de inferir la presencia e intensidad de los estados motivacionales y emocionales subyacentes. Psicofisiología Es la fusión de psicología y fisiología. Las metas de los experimentos psicofisiológicos son: 1) observar cómo el cuerpo prepara sus sistemas biológicos para desarrollarse psicológica y conductualmente, y 2) emplear dicho conocimiento para comprender la fisiología de la motivación y la emoción. Los cinco sistemas de excitación corporal que expresan la motivación y la emoción son: cardiovascular, plasma, ocular (ojo), electro-dérmico y actividad músculo-esquelética. La actividad cardiovascular (cardias, corazón; vascular, vasos sanguíneos) aumenta con la persecución de tareas difíciles/competitivas e incentivos atractivos (Fowles, 1983). Por ejemplo, la intensidad de la actividad cardiaca es proporcional a la intensidad de un incentivo monetario (Fowles, Fisher y Tranel, 1982; Tranel, Fisher y Fowles, 1982) y por tanto expresa extensión de afectos o deseos.1 La actividad plasmática involucra los contenidos del torrente sanguíneo, sobre todo de las catecolaminas de epinefrina y no-

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repinefrina, que regulan la reacción de enfrentamiento o huida. La epinefrina (o adrenalina) coincide con sentimientos de tensión y ansiedad, en tanto que la norepinefrina (o noradrenalina) coincide con tendencias agresivas y percepciones de control (Dims-dale y Moss, 1980). La actividad ocular implica el comportamiento del ojo: tamaño de la pupila, parpadeo y movimientos del ojo. El tamaño de la pupila se correlaciona con la extensión de la actividad mental requerida para completar una tarea (Beatty, 1982,1986; Kahneman, 1973; Stern, Walrath y Goldstein, 1984); el parpadeo (el involuntario) expresa estados cognitivos variables, asignación de la atención y puntos de transición en el flujo de procesamiento de información (Stern et al., 1984); y los movimientos laterales de los ojos aumentan en frecuencia durante el pensamiento reflexivo (Woods, Beecher y Ris, 1978), así como durante una entrevista (Meskin y Singer, 1974; Woods y Steigman, 1978). La actividad electrodérmica se refiere a los cambios eléctricos en la superficie de la piel, así como la sudoración. Los estímulos novedosos, emocionales, amenazantes y que requieren atención causan la actividad electrodérmica (Raskin, 1973) y por tanto expresan amenaza, aversión e importancia del estímulo. La actividad esquelética involucran la musculatura, y como se analizó antes en la sección "Expresiones faciales", los investigadores registran de manera rutinaria la actividad músculo-esquelética de la cara a fin de recopilar información acerca de los estados emocionales (Cacioppo et al., 1986; Fridlund e Izard, 1983; Larsen, Kasimatis y Frey, 1991; Russell y Fernandez-Dols, 1997, Sackeim, Gur y Saucy, 1978; Schwartz, 1986; Schwartz, Brown y Ahern, 1980). AUTOVALORACIÓN O TESTIMONIO Una tercera forma de recolectar datos para inferir la presencia e intensidad de la motivación es simplemente haciendo preguntas. Por lo general, las personas son introspectivas y hacen referencia a sus niveles de motivación, durante una entrevista o en un cuestionario. Por ejemplo, un entrevistador evaluaría la ansiedad, preguntando cuan ansioso se siente el entrevistado en condiciones particulares, o pidiéndole que exprese los síntomas relacionados con la ansiedad, como un malestar estomacal o pensamientos de fracaso. Estas mismas preguntas también se plantearían mediante un cuestionario escrito o computarizado. Por ejemplo, en un cuestionario se pregunta: "Cuando inte-ractúa con extraños, ¿cuan ansioso se siente?", y se incluye una escala de respuesta del uno al cuatro en la que el uno significa "nada en absoluto", el dos "un poco", el tres "algo" y el cuatro "mucho". Los cuestionarios tienen muchas ventajas. Son fáciles de administrar, se aplican a muchas personas de manera simultánea y se enfocan en información muy específica (Carlsmith, Ellsworth y Aronson, 1976). Sin embargo, existen al menos cuatro razones que sugieren que las valoraciones del autotestimonio no reflejan la verdadera motivación subyacente de una persona (Mitchell y Jolley, 1988). Primero, la gente tal vez distorsione de manera intencional su autotestimonio para producir valoraciones social-mente deseables en lugar de verdaderas. Al reconocer esto, los aplicadores de cuestionarios hacen grandes esfuerzos para validar sus mediciones. Segundo, la gente quizá no conozca sus propios motivos (Nisbett y Wilson, 1977). Es una tarea difícil, aun cuando uno sea por completo honesto al informar con precisión cuál es el impulso sexual subyacente, o la lucha por el éxito o el miedo en cualquier momento. Tercero, las valoraciones de autotestimonio con frecuencia eligen una observación retrospectiva (por ejemplo, "¿Cuan nervioso se siente cuando habla con extraños?"), por tanto dependen de la memoria de la persona para su precisión. Cuarto,

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los cuestionarios de autovaloración no son aplicables a animales, niños o individuos discapacitados verbalmente (Plutchik, 1980). Aunque los cuestionarios presentan ciertas ventajas, también contienen problemas que significan una bandera roja de precaución respecto a su utilidad. Muchos investigadores lamentan la falta de correspondencia entre lo que la gente dice que hace y lo que en realidad lleva a cabo (para algunas reseñas, véase Quattrone, 1985; Wicker, 1969). Es más, existe una falta de correspondencia entre lo que dice la gente que siente y lo que su actividad psicofisiológica señala como aquello que probablemente sienta (Hodgson y Rachman, 1974; Rachman y Hodgson, 1974). Por tanto, lo que la gente expresa como sus motivos, en ocasiones no representa lo que sus expresiones conductuales y fisiológicas sugieren como tales. ¿Qué conclusión, por ejemplo, se puede obtener cuando una persona informa de manera verbal que siente una leve ira, pero demuestra inmediata la-tencia a agredir, pues baja las cejas con decisión y registra una rápida aceleración en el ritmo cardiaco? Debido a tales discrepancias, los investigadores de la motivación suelen considerar sólo de un modo conservador la utilización de las mediciones de la autovaloración. En contraste, tales investigadores confían y apoyan con firmeza las mediciones conductuales y fisiológicas. En consecuencia, las mediciones de autotestimonio se utilizan sobre todo para confirmar la validez de las mediciones conductuales y fisiológicas. TEMAS EN EL ESTUDIO DE LA MOTIVACIÓN El estudio de la motivación abarca una amplia variedad de suposiciones, hipótesis, teorías, hallazgos y áreas o campos de aplicación. Pero también implica una gama de temas enlazados que integran dichas suposiciones, hipótesis, teorías, hallazgos y aplicaciones dentro de un campo de estudio coherente. Los nueve temas que siguen se encuentran en este texto y en el estudio contemporáneo de la motivación: ♦ La motivación facilita la adaptación ♦ Los motivos afectan la conducta al dirigir la atención ♦ La intensidad del motivo varía con el tiempo e influye en la fuerza de la conducta ♦ La motivación incluye tendencias de aproximación y de evitación ♦ El estudio de la motivación explica el contenido de la naturaleza humana ♦ La motivación varía no sólo en su intensidad, sino también en su tipo ♦ No siempre estamos conscientes de las raíces motivacionales de nuestro comportamiento ♦ Los principios motivacionales tienen aplicación ♦ No hay nada tan práctico como una buena teoría LA MOTIVACIÓN FACILITA LA ADAPTACIÓN Para quien haya tomado un curso en psicología o biología, una lección que tal vez haya aprendido revela que los humanos y animales son complejos sistemas adaptativos. Otra lección de psicología y biología se refiere a que los ambientes siempre cambian. Las demandas laborales aumentan y disminuyen, las oportunidades educativas Varían, las relaciones se transforman, las temporadas deportivas no son las mismas, el estado de salud personal se modifica, etcétera. La motivación facilita la adaptación a circunstancias siempre cambiantes, pues los estados motivacionales surgen siempre que se presentan discrepancias entre el bienestar personal y las continuas demandas.

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Si la gente pasa horas sin comer y las fuentes de alimento escasean, los estados biológico y psicológico crean la motivación de hambre. Cuando las fechas límite se vuelven muy numerosas, los estados biológico y psicológico ocasionan el estrés. Si una persona obtiene control sobre un problema difícil, los estados biológicos y psicológicos propician un sentido de dominio, logro y bienestar. Cuando la luz solar y la temperatura ambiente son agradables, los estados biológicos y psicológicos provocan el buen humor. Por lo tanto, un tema que se presenta en este libro es que los estados motivacionales (como hambre, estrés, logro, buen humor) proporcionan un medio clave para que el individuo enfrente con éxito las inevitables exigencias de la vida. Si se hacen a un lado los estados motivacionales, la gente perdería de inmediato un recurso vital, en el cual confía de manera constante para adaptarse y mantener su bienestar. Cuando la motivación no es la adecuada, la adaptación personal lo resiente. La gente que se siente deseada por no ejercer control sobre su futuro tiende a rendirse con facilidad cuando se le presenta un reto (Peterson, Maier y Seligman, 1993). Las personas que enfrentan las competencias con más duda que confianza evitan interactuar con su entorno (Bandura, 1997). Y a quien se le manipula, agrede y controla por lo general se vuelve una personal emocionalmente neutra e insensible respecto a las esperanzas y aspiraciones que se encuentran muy enlazadas en sus necesidades psicológicas internas (Deci, 1995). En contraste, si la calidad del estado emocional de una persona es intensa y propositiva, se desarrolla la adaptación personal.2 Por ejemplo, cuando a los niños les entusiasma asistir a la escuela, cuando los trabajadores laboran arduamente y cuando los atletas logran la confianza, entonces los maestros, supervisores y entrenadores descansarán sintiéndose seguros de que cada una de las personas bajo su responsabilidad será capaz de adaptarse con éxito a su ambiente particular. Por lo tanto, la calidad de la motivación facilita la calidad de la adaptación personal. LOS MOTIVOS AFECTAN LA CONDUCTA AL DIRIGIR LA ATENCIÓN Los ambientes exigen nuestra atención bajo una diversidad de formas. Al conducir por una carretera, por ejemplo, debemos hacer muchas cosas: evitar chocar con otros automóviles, escuchar y responder a la interesante historia de nuestros pasajeros, encontrar algún destino en particular, mantener nuestra temperatura corporal, evitar que nuestro café se derrame y llegar a cierto destino en un tiempo determinado. De manera similar, un estudiante universitario debe, simultáneamente, obtener buenas calificaciones, conservar viejas amistades, comer de manera saludable, equilibrar su administración monetaria y de tiempo, planear su futuro, lavar ropa, desarrollar talentos artísticos, estar enterado de noticias mundiales, etcétera. ¿Quién debe decir si nuestra atención ha de encaminarse hacia una u otra dirección? Gran parte de ese "debe decir" obedece a los estados motivacionales. Los motivos tienen una forma de ganar, y en ocasiones de exigir, nuestra atención, de modo que atendemos a un aspecto del ambiente y a una determinada conducta, y no a otras. Los motivos afectan la conducta al dirigir la atención hacia la elección de algunos comportamientos, respecto a otros. En la tabla 1.1 se ilustra la forma como los motivos llaman nuestra atención y canalizan nuestro comportamiento. Las cuatro columnas de la tabla señalan, de izquierda a derecha: a) media docena de aspectos del ambiente, ib) un motivo que se suele fomentar bajo dichas condiciones, c) un curso de acción que satisface al motivo, y d) una prioridad hipotética o sentido de urgencia dado a cada curso de acción, conforme lo determina la intensidad del estado motivacional subyacente. Si bien son

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posibles seis cursos de acción, la atención no se presta de manera equitativa a cada comportamiento, pues varían las intensidades de los motivos asociados con cada condición ambiental (como se observa por el número de asteriscos en la última columna de la derecha). Dado que el descanso y la sed no son urgentes en dicho momento particular (un asterisco), su relevancia es mínima y no atraen la atención. Sin embargo, el motivo de evitar un dolor de cabeza es demasiado relevante (cinco asteriscos), así que llamará la atención y dirigirá la conducta con el objeto de que se ingiera una aspirina. Los motivos, por tanto, influyen en el comportamiento al llamar la atención, interrumpir lo que estamos haciendo, distraernos de hacer otras cosas y al imponer una prioridad en las conductas que son relevantes para un motivo particular. LA INTENSIDAD DEL MOTIVO VARÍA CON EL TIEMPO E INFLUYE EN LA FUERZA DE LA CONDUCTA La motivación es un proceso dinámico, siempre cambiante, que surge y desaparece a cada rato, no un suceso discreto o una condición estática. No sólo la intensidad de los motivos aumenta y disminuye de manera constante, también la gente frecuentemente tiene una multitud de diferentes motivos en algún momento particular de su vida. Por lo general, un motivo es más intenso, y otros están relativamente subordinados (así, un motivo domina nuestra atención, en tanto que otros están relativamente latentes, como lo indica en la tabla 1.1). El motivo más intenso suele provocar la mayor influencia sobre nuestro comportamiento, pero cualquier motivo subordinado quizás llegue a convertirse en dominante; por lo tanto tal vez influya la naturaleza de la conducta vigente. A manera de ejemplo, piense en una sesión de estudio típica, en la que un estudiante se sienta frente a su escritorio con un libro en la mano. La meta académica consiste en leer el libro, un motivo relativamente intenso en esta ocasión debido a un examen próximo. El estudiante lee durante una hora pero, durante este tiempo, la curiosidad se satisface, empieza a fatigarse y varios motivos subordinados (como el hambre y la afiliación) comienzan a incrementar su intensidad. Acaso el olor de las palomitas de maíz proveniente de un cuarto vecino haga que se dirija hacia la entrada, o quizás el ver que un amigo pasa por el corredor aumente la intensidad relativa de un motivo de afiliación. Si tal motivo se encuentra a un nivel dominante, entonces la naturaleza de la conducta de nuestro estudiante cambiará su dirección del estudio a la afiliación. En la figura 1.2 aparece una corriente de comportamiento en la que una persona realiza un conjunto de tres comportamientos, X, Y y Z (por ejemplo, estudiar, comer y afiliación; Atkinson, Bongort y Price, 1977). Se grafican los cambios de intensidad de cada uno de los tres motivos que producen la naturaleza del comportamiento observado. En el tiempo 1, el motivo X (estudiar) es el motivo dominante, en tanto que los motivos Y y Z están relativamente subordinados. En el tiempo 2, el motivo Y (comer) incrementó su intensidad respecto al motivo X, mientras que el motivo Z sigue siendo subordinado. En el tiempo 3, el motivo Z (afiliación) logra una dominancia relativa y ejerce su influencia sobre la naturaleza del comportamiento. En términos generales, la figura 1.2 ilustra que: a) la intensidad del motivo cambia a lo largo del tiempo, b) la gente siempre posee una multitud de motivos con varias intensidades, y cualquiera de ellos en algún momento puede llamar la atención y participar en la naturaleza de la conducta dadas las circunstancias apropiadas, y c) los motivos no son algo que una persona tenga o no tenga; más bien, tales motivos surgen y desaparecen durante un ciclo en el que al principio parecen estar dormidos,

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emergen a la conciencia, son satisfechos o se frustran, y crecen o se opacan en intensidad.

FIGURA 1.2 Corriente de comportamiento y cambios en la intensidad de sus motivos subyacentes FUENTE: Adaptado de "Cognitive Control of Action", de D. Birch, J.W. Atkinson y K. Bongort, en Cognitive View ofHuman Motivation (pp. 71-84), B. Weiners (ed.), 1974, Nueva York: Academic Press. LA MOTIVACIÓN INCLUYE TENDENCIAS DE APROXIMACIÓN Y DE EVITACIÓN En términos generales, la gente presupone que estar motivado resulta mejor que estar desmotivado. De hecho, las dos preguntas más frecuentes sobre la motivación son: "¿cómo puedo motivarme para ser mejor (o más)?", y "¿cómo puedo motivar a otra persona para que sea mejor (o más)?". En otras palabras, ¿cómo se puede lograr mayor motivación de la que actualmente se tiene, ya sea para uno mismo o para otros? Resulta evidente que la motivación consiste en un estado que la gente tarda en conseguir para sí misma y para otros. El problema es que a veces se obtiene lo que se desea. En la actualidad, varios sistemas motivacionales provocan aversión por naturaleza: dolor, hambre, angustia, miedo, disonancia, ansiedad, presión, etcétera. De hecho, los primeros teóricos de la motivación (que se presentarán en el capítulo 2) conciben a los humanos como seres que luchan de manera continua para ahuyentar situaciones nocivas. En la teoría freudiana, por ejemplo, el individuo está evitando perpetuamente las energías instintivas del sexo y la agresión, así que el comportamiento ocurre porque la gente necesita arreglárselas, escapar y defenderse de tales angustias. En la teoría hulliana, la motivación ocurre con estados de privación biológica (como falta de comida, de agua), de modo que el comportamiento representa el medio a través del que la supervivencia continúa otro día más. En la teoría de la disonancia cognitiva (Harmon-Jones y Mills, 1999), las creencias inconsistentes ("yo creo X, pero también parece ser cierto no X") provocan un estado emocional adverso que encaja una aguja psicológica en un lado personal, hasta que la persona ajusta su forma de pensar o su manera de comportarse (por ejemplo, levanta la basura que acaba de tirar en el piso o hace a un lado su actitud proambientalista: o una o la otra). En todas estas teorías, el cuerpo contiene una multitud de respuestas potenciales que se encuentran en espera de que se estimule a la actividad mediante alguna motivación aversiva (hambre, sed, disonancia). Y "mientras mayor sea la irritación, mayor es el cambio" (en motivación, emoción y comportamiento; Kimble, 1990, p. 36). En consecuencia, cuando otros preguntan cómo pueden motivarse por su cuenta o motivar más a otros, tal vez no tienen en mente una urgencia instintiva, privaciones biológicas o inconsistencias entre creencias y

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comportamientos, como respuesta.

A manera de ejemplo, registre sus propias tendencias motivacionales durante el establecimiento de logros, digamos al realizar una prueba o practicar un deporte. Si es como la mayoría, una parte de usted quizás sentirá esperanza de triunfar y deseo de enfrentar la actividad con entusiasmo. Sin embargo, otra parte de usted temerá la posibilidad de fracasar, lo cual crea un ansioso deseo de evitar el siguiente desafío. El mismo conflicto motivacional acercamiento-evitación acompaña a muchas de nuestras experiencias motivacionales cotidianas (por ejemplo, tener una cita, entrevistarse para un empleo, leer este libro, pasear en motocicleta, ir al médico). Los seres humanos son curiosos, están intrínsecamente motivados, son animales que buscan sensaciones, que tienen metas y planes para dominar los retos, para desarrollar relaciones afectivas interpersonales y dirigirse hacia el desarrollo y crecimiento psicológico y hacia incentivos atractivos. También es cierto, sin embargo, que la gente está frustrada, saturada de inseguridades, presionada, temerosa, adolorida y deprimida, se topa con situaciones de aversión de las que desea alejarse y se siente estresada. Más aun, con frecuencia, y quizás incluso en forma característica, las personas sienten dichos estados motivacionales y emocionales, positivos y negativos, al mismo tiempo. Para adaptarse de manera óptima, tales estados motivacionales positivos y negativos necesitan ser parte de nuestro repertorio. EL ESTUDIO DE LA MOTIVACIÓN EXPLICA EL CONTENIDO DE LA NATURALEZA HUMANA El estudio de la motivación revela por qué la gente (y los animales) desean lo que quieren. Pero también descubre los contenidos de la naturaleza humana. La materia de estudio de la motivación y la emoción se centra en lo que todos esperamos, deseamos, queremos, necesitamos y tememos. Examina si la gente es esencialmente buena o mala, naturalmente activa o pasiva, amigable o agresiva, altruista o egocéntrica, si es libre para elegir o está determinada por exigencias biológicas, y si la gente alberga o no dentro de sí misma tendencias para crecer y autorrealizarse. Las teorías de la motivación hacen ver lo que es común dentro de los conflictos de todos los seres humanos al identificar los rasgos similares entre la gente de diferentes culturas y de variadas experiencias. Todos albergamos necesidades fisiológicas como hambre, sed, sexo y dolor. Heredamos disposiciones biológicas, como el temperamento y los circuitos neurales para el placer y el dolor. Compartimos un pequeño número de emociones básicas,

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y sentimos tales emociones bajo las mismas condiciones, de modo que sentimos miedo cuando estamos amenazados y cansados luego de una pérdida de algo o de alguien valioso. Mientras somos niños, interactuamos con nuestros seres cercanos, con la misma constelación de necesidades, conforme exploramos nuestro ambiente, desarrollamos nuestras competencias, retinamos nuestras habilidades y construimos vínculos estrechos con nuestros protectores. También dentro de nosotros existen procesos inconscientes que ejercen su influjo sobre la forma en que pensamos, sentimos y nos comportamos. Las teorías de la motivación también descubren los motivos aprendidos. Por ejemplo, las creencias acerca de nuestras habilidades son aprendidas, y constituyen la forma habitual de explicarnos los éxitos y fracasos de la vida, las metas de largo alcance a las que nos enfocamos y el valor que atribuimos al dinero y la fama. Son necesidades y afectos que hemos internalizado a partir de la experiencia (es decir, la gente debe aprender e internalizar por ejemplo la meta de largo alcance de "convertirse en maestro"). También debemos adquirir motivaciones de las fuerzas sociales y culturales, como las identidades que adoptamos, los posibles yo que tratamos de alcanzar y si nuestras reacciones ante los objetos ambientales son de atracción o repulsión. El estudio de la motivación nos explica qué parte del querer y el deseo procede de la naturaleza humana y cuál proviene de un aprendizaje personal, social y cultural. Al hacer esto, el estudio de la motivación revela los componentes de la naturaleza humana. LA MOTIVACIÓN VARÍA NO SÓLO EN SU INTENSIDAD, SINO TAMBIÉN EN SU TIPO Para muchas personas, la motivación es un concepto unitario. En otras palabras, la única característica de la motivación que varía es su cantidad o intensidad, así que la única preocupación sobre la motivación es "¿cuánto?". En contraste, muchos teóricos de la motivación sugieren que se distinguen importantes tipos de motivaciones (Ames, 1987; Ames y Archer, 1988; Atkinson, 1964; Condry y Stokker, 1992; Deci, 1992a). Por ejemplo, Deci (1992a) diferenció entre motivación intrínseca y motivación extrínseca. Ames y Archer (1988) distinguen entre motivación por aprender y motivación por realizar. Atkinson (1964) clasificó la motivación de aproximación al éxito y la motivación de evitar el fracaso. Resulta importante y útil poner atención a la intensidad de la motivación, y también puede ser al menos igual de fructífero considerar los diversos tipos de motivación. Ponga atención cuando un atleta entrena, un estudiante estudia, un empleado trabaja y un médico cuida a su paciente, y observará variaciones en la intensidad de la motivación. Una observación que es igual de importante conduce a plantear la pregunta de por qué entrena el atleta, por qué estudia el estudiante, por qué trabaja el empleado y por qué el médico proporciona cuidados. Es importante plantear y responder la pregunta respecto a qué es lo que motiva a una persona, pues algunos tipos de motivación están asociados con consecuencias más productivas y psicológicamente más sanas, que otros. Por ejemplo, los estudiantes que aprenden debido a una motivación intrínseca (interés, reto, curiosidad) muestran más creatividad y emotividad positiva que aquellos que aprenden a causa de una motivación extrínseca (calificaciones, etiquetas, plazos; Deci y Ryan, 1987). Las emociones también muestran el tipo de motivación que es cuando menos tan importante como su intensidad. Por ejemplo, una persona que está muy enojada se comporta de manera completamente distinta que una persona que está demasiado asustada. Es útil saber que una persona está experimentando una intensa emoción, pero ayuda aún más el conocer cuál es la emoción

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que experimenta. Por tanto un análisis motivacional completo del comportamiento responde ambas preguntas: ¿cuánto? y ¿qué tipo? NO SIEMPRE ESTAMOS CONSCIENTES DE LAS RAÍCES MOTIVACIONALES DE NUESTRO COMPORTAMIENTO Los motivos varían según su grado de accesibilidad para la conciencia y el testimonio verbal. Algunos motivos se originan en las estructuras del lenguaje (por ejemplo, las metas), y en consecuencia están más disponibles para la conciencia (por ejemplo, "Mi meta consiste en vender tres pólizas de seguro el día de hoy"). Si pregunta a una persona por qué eligió tal meta específica (una universidad en especial, o un cónyuge en particular, etcétera), lo más frecuente es que exprese con toda confianza la razón o razones racionales y lógicas. Pero a pesar del hecho de que las personas en ocasiones tal vez tengan motivos oportunos y satisfactorios para explicar sus comportamientos, algunos actos son impulsivos, de modo que las razones de por qué hacemos lo que hacemos no son claras. Algunos motivos tienen sus orígenes en estructuras no lingüísticas y por tanto están menos disponibles a la conciencia y al testimonio verbal. Es poco lo que se gana al sugerir que algunos motivos residen en "lo consciente", mientras que otros se ubican en "lo inconsciente"; pero el meollo es que los motivos varían según el grado de disponibilidad para la conciencia y el reporte verbal. Considere un estudio que probó que los motivos pueden ser obvios o no tan obvios. Se colocó a los participantes en una posición agachada o erecta mientras llevaban a cabo una tarea experimental (Riskind y Gotay, 1982). La tarea no se realizó porque los investigadores querían conocer el efecto que tendría la posición sobre la persistencia de cada participante. Los que estaban de pie persistieron mucho más tiempo que los participantes agachados, aunque los dos grupos no reportan ninguna diferencia en sus emociones. En un estudio similar, y luego de que el experimentador manipuló las posiciones de los participantes como erectas o agachadas, los participantes resolvieron un problema y manifestaron cuánto orgullo sintieron luego de resolver el problema. Quienes trabajaron de pie expresaron significativamente más orgullo que los que trabajaron agachados (Stepper y Strack, 1993). Por ende, la postura influyó en la persistencia y el orgullo, pero lo hizo de un modo que los participantes no tuvieron en absoluto la menor idea de esto. Muchos hallazgos experimentales adicionales se ofrecen al respecto. Piense en que las personas que se sienten bien luego de recibir un regalo inesperado están más propensas a ayudar a los extraños que lo necesitan, que quienes presentan estados de ánimo neutrales (Isen, 1987). Las personas son más sociables en un día soleado que en un día nublado (Kraut y Johnston, 1979). La gente comete más actos de violencia en los meses de verano que en otras épocas del año (Anderson, 1989). Es más probable que los lanzadores de las grandes ligas de béisbol golpeen a los bateadores del equipo contrario cuando el clima es cálido, que cuando es frío o templado (Reifman, Larrick y Fein, 1991). Después de recibir por parte de un terapeuta una sugerencia durante un estado de hipnosis, la gente comete actos sin saber la razón (Hilgard e Hilgard, 1983). En cada uno de estos ejemplos, la persona no está consciente de por qué realizó el acto social o antisocial. Pocas personas, por ejemplo, dirían que ayudaron a un extraño porque se sentían bien, o que cometieron homicidios o lanzaron pelotas de béisbol a las cabezas de sus oponentes debido a la alta temperatura. A pesar de ello, éstas son condiciones que causan motivaciones. La breve lección que subyace en estos ejemplos empíricos es que los motivos reguladores del

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comportamiento humano no siempre son inmediatamente obvios. El tema de los motivos ocultos es una de las razones principales por las que los investigadores de la motivación confían demasiado en las medidas fisiológicas y con-ductuales, y sólo muy poco en las medidas de autotestimonio. LOS PRINCIPIOS MOTIVACIONALES TIENEN APLICACIÓN El presente libro proporciona ideas, información, interpretaciones y evidencia empírica para ayudar al lector a obtener un entendimiento relativamente complejo de la motivación y la emoción. Comprender la motivación y la emoción significa llegar a familiarizarse lo suficiente con los conceptos motivacionales para responder las preguntas relevantes ("¿qué causa la conducta?") y saber por anticipado el efecto que tendrán diversas condiciones sobre los estados motivacionales de las personas (¿cómo afecta el elogio a la motivación?). Además, la obra proporciona ilustraciones, ejemplos y material para la reflexión que ayudan al lector a sentirse cómodo en el intento por aplicar los principios de la motivación. Aquí se subrayan cuatro áreas de aplicación: 1) educación, 2) trabajo, 3) deportes y 4) terapia. Cada área de aplicación está basada en la suposición de que el estudio de la motivación propicia reflexiones sobre cómo lograr los objetivos perseguidos y, al hacerlo así, ayuda a crear una sociedad mejor y más feliz (McClelland, 1978). En la educación, la comprensión de la motivación se aplica para fortalecer el compromiso de los estudiantes en el salón de clases, fomentar la motivación necesaria para el desarrollo de habilidades, como las musicales o el aprendizaje de lenguas extranjeras, así como para informar a los maestros respecto a la manera de crear un ambiente de apoyo en el salón de clases que nutra las necesidades de los estudiantes de diferentes edades. En el trabajo, la comprensión de la motivación se aplica para mejorar la productividad y la satisfacción del trabajador; para estructurar empleos de modo que ofrezcan a los empleados niveles óptimos de desafío, variedad y relaciones con sus compañeros; además de identificar el papel de las diferencias individuales en áreas como la empresarial y el lideraz-go. En los deportes, el entendimiento de la motivación propicia la identificación de las razones por las que los jóvenes participan en el deporte, ayuda a diseñar programas de ejercicios que fomenten el compromiso a largo plazo y a predecir los efectos de factores como la competencia interpersonal, el desarrollo de la retroalimentación y el establecimiento de metas sobre el desarrollo. En terapia, la comprensión de la motivación se ¿Por qué hacemos lo que hacemos? Pregunta: ¿Por qué una persona querría aprender acerca de los estados motivacionales analizados en este capítulo? Respuesta: Para conocer las teorías de la motivación que realmente explican por qué la gente hace lo que hace. Explicar la motivación —por qué la gente hace lo que hace— es difícil. La gente no carece de posibles teorías de la motivación ("Lo hizo porque..."), pero el problema consiste en que si bien algunas de tales teorías explican bien el comportamiento, muchas de ellas están equivocadas. Hasta ahora, la teoría más común que la gente enarbola para motivar a otros es elevar su autoestima. La visión de la autoestima es algo parecido a: "encuentra una forma de hacerlos sentirse bien consigo mismos, y así comenzarán a ocurrir cosas buenas". Elógialos, recompénsalos, alábalos, dales diplomas o trofeos; proporciónales alguna confirmación de que son personas valiosas y de que los días brillantes están por llegar. El problema con esta

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estrategia es que es errónea. Está equivocada porque prácticamente no existe evidencia empírica que la apoye. Los psicólogos de la educación, por ejemplo, rutinariamente descubren que elevar la autoestima de los estudiantes no implica un incremento en su logro académico (Marsh, 1990; Scheier y Kraut, 1979; Shaalvik y Hagtvet, 1990). Un investigador de la motivación fue más allá al concluir que "casi no existen evidencias de que la autoestima provoque absolutamente nada" (Seligman, citado en Azar, 1994, p. 4). Sin embargo, la autoestima tiene cierto valor. Es ridículo desear disminuir la autoestima de alguien. El problema radica en que la autoestima no es una variable causal. Más bien es un efecto, o síntoma de cómo marcha nuestra vida. Es unbaróaplica en el mejoramiento del bienestar mental y emocional, para apreciar por qué la calidad de las relaciones interpersonales es tan importante para el bienestar y para explicar la paradoja de por qué las estrategias de control mental y de la autorregulación con frecuencia tienen un efecto contrario al deseado. El aspecto intrincado de motivar a uno mismo y a otros es que existen al menos dos enfoques marcadamente diferentes para hacerlo (Ryan, Connell y Grolnick, 1992). Una metodología supone que la motivación es algo que le falta a la gente, y por tanto se necesita construir desde el exterior. Un maestro, patrón, entrenador o alguien que ejerza funciones semejantes, utiliza incentivos y recompensas como medios para crear entusiasmo por el trabajo orientado hacia una meta particular. Un enfoque alternativo es apoyar las motivaciones de los estudiantes, trabajadores, atletas y pacientes desde el interior. Esta metodología más humanista supone que la motivación es algo inherente a la naturaleza humana, y que el medio para facilitar la motivación consiste en nutrir las fuentes motivacionales internas que ya se poseen (por ejemplo, competencia, curiosidad, interés). Cuando observe a una persona que intenta motivar a otra (un maestro metro del bienestar. Cuando la vida va bien, la autoestima aumenta; cuando no, disminuye. Sin embargo, esto es muy diferente a decir que la autoestima origina que la vida marche bien. El flujo lógico de pensamiento sobre la autoestima, en cuanto fuente de motivación, es como colocar el proverbial carruaje delante del caballo. La autoestima es una expresión, y no una causa, de la motivación. Por analogía, imagine que cuando usted está de mal humor, alguien camina hacia usted diciéndole "sonríe, ¡veamos esa cara alegre!". Sonreír no crea más felicidad, igual que la autoestima no proporciona la motivación. Si la motivación no fluye hacia afuera desde una reserva de elevada autoestima, entonces uno debe preguntar de dónde surge la motivación. ¿Cómo triunfa la gente en sus intentos por estudiar más, al iniciar un programa de ejercicio, al combatir los malos hábitos, resistir tentaciones o sobreponerse a impulsos y apetitos como el abuso del alcohol, los desórdenes alimentarios, fumar, apostar, comprar o agredir? Para comprender las fuentes de la motivación que influyen en el comportamiento de una manera causal, piense en dejar momentáneamente a un lado la autoestima como una teoría de la motivación, y considere las teorías citadas en la tabla 1.2. Son teorías que la evidencia empírica muestra que cambian la manera en que la gente piensa, siente y se comporta. Algunas se centran en apoyar las necesidades de la gente, otras lo hacen cultivando vías optimistas y flexibles de pensamiento (cogniciones); otras más establecen condiciones que promueven emociones positivas e incluso unos más utilizan la sensata administración de incentivos y consecuencias. Por lo tanto, al emplear este argumento, el lector debe evaluar los méritos potenciales de ubicar la autoestima en algún lugar del resguardo de las formas para explicar la motivación y debe permitir el surgimiento de las nuevas teorías que expliquen la acción motivada con base en necesidades, cogniciones, emociones e incentivos.

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que motiva a un estudiante, un entrenador que estimula a un atleta), clasifique las estrategias y técnicas que perciba. Mientras observe a otros, o participe en estas interacciones de manera personal (en el trabajo, en la escuela), no pierda de vista cómo se le motiva a la persona de una forma activa o pasiva, cómo reacciona emocionalmente y si el rendimiento mejora o aminora. Se percatará de que no todos los intentos por motivarse a sí mismo y a los otros tienen éxito y que la automotivación y la de los demás es en verdad un arte. Lo anterior es un señalamiento importante porque los principios motivacionales se pueden aplicar en formas tan inefectiva como efectivas. En los capítulos siguientes, se hablará del arte de motivar a otros. NO HAY NADA MÁS PRÁCTICO QUE UNA BUENA TEORÍA Considere la forma en que respondería a una pregunta motivacional como "¿qué causa que Juan estudie de una forma tan ardua durante mucho tiempo?". Para generar una respuesta, debe comenzar con un análisis de sentido común. Asimismo, debe recordar un ejemplo similar de su experiencia personal, cuando estudiaba con igual ahínco, y después habrá de generalizar dicha experiencia a esta situación particular. Una tercera estrategia consistiría en encontrar a un experto sobre el tema y preguntarle (por ejemplo, mí vecina es maestra, le preguntaré por qué cree que Juan esté estudiando tanto). Todos estos recursos son adecuados e informativos y ayudan a responder las preguntas motivacionales, pero una buena teoría también representa otro recurso. Una teoría es un conjunto de variables (creencias de habilidad, metas, esfuerzo) y las supuestas relaciones que existen entre dichas variables (por ejemplo, unas sólidas creencias de habilidad incitan a la gente a establecer metas y, una vez establecidas, éstas propician un gran esfuerzo). Las teorías proporcionan un marco conceptual para interpretar las observaciones del comportamiento y funcionan como puentes intelectuales que vinculan las preguntas y los problemas motivacionales con respuestas y soluciones satisfactorias. Con una teoría motivacional en mente, los investigadores abordan una pregunta o problema según determinadas líneas arguméntales: "Bueno, de acuerdo con la teoría de establecimiento de metas...", o "De acuerdo con la teoría de atribuciones de motivación de logro...". Conforme avance en la lectura de cada capítulo, se familiarizará con todas las teorías de la motivación, y ponderará su utilidad para responder a las preguntas motivacionales que más le preocupen. La tabla 1.2 presenta los nombres de 24 teorías de motivación que se analizarán en los capítulos siguientes. Se citan por dos razones. Primero, la lista manifiesta la idea de que el núcleo y el fundamento de un análisis motivacional del comportamiento residen en sus teorías. En lugar de existir como un producto árido y abstracto de los científicos, una buena teoría constituye la herramienta más práctica y manejable para resolver los problemas que enfrentan los estudiantes, maestros, trabajadores, patrones, administradores, atletas, entrenadores, padres, terapeutas y clientes. Parafraseando a Kurt Lewin (capítulo 7), no hay nada tan práctico como una buena teoría. En segundo lugar, las teorías citadas aquí sirven como un medio para supervisar su creciente familiaridad y comprensión con el estudio contemporáneo de la motivación conforme vaya leyendo las páginas de un capítulo tras otro. En este momento, quizás reconozca pocas de las teorías señaladas en la tabla, pero su conocimiento aumentará semana tras semana. Dentro de algunos meses, en la medida en que se sienta familiarizado con las dos docenas de teorías mostradas en dicha tabla, estará seguro de que va

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desarrollando una comprensión compleja y completa de la motivación y la emoción. TABLA 1.2 Veinticuatro teorías del estudio de la motivación y la emoción (con algunas referencias de apoyo) TEORÍA DE LA MOTIVACIÓN REFERENCIAS DE APOYO Motivación de logro Excitación Atribución Disonancia cognitiva Evaluación cognitiva Emociones diferenciales Impulsos Dinámicas de acción Motivación de efectividad Desarrollo del ego Expectancia x valor Hipótesis de retroalimentación facial Flujo Establecimiento de metas Desamparo aprendido Procesos opuestos Afecto positivo Psicodinámica Reactancia Autorrealización Autodeterminación Autoeficacia Búsqueda de sensación Estrés y capacidad para enfrentarlo y manejarlo Atkinson (1964) Berlyne (1967) Weiner (1986) Harmon-Jones y Mills (1999) Deci y Ryan (1985a) Izard (1991) Bolles (1975) Atkinson y Birch (1978) Harter (1981) Loevinger (1976) Vroom (1964) Laird (1974) Csikszentmihalyi (1997) Locke y Latham (1990) Peterson, Maier y Seligman (1993) Solomon (1980) Isen (1987) Westin (1997) Wortman y Brehm (1975) Rogers (1959) Rigby, Deci, Patrick y Ryan (1992) Bandura (1997) Zuckerman (1994) Lazarus (1991a) Cuando aprenda las teorías de la motivación, conocerá la motivación. RESUMEN El recorrido para comprender la motivación y la emoción comienza realizando la relevante pregunta: "¿qué causa la conducta?". Esta interrogante invita a efectuar planteamientos más específicos, algunos de los cuales constituyen los problemas centrales que deben resolverse mediante un análisis motivacional del comportamiento: ¿qué inicia el comportamiento?

Motivación y Emoción-John Marshall-Reeve: Capítulo 1

¿De dónde surge el sentido de la voluntad? ¿Cómo se conserva el comportamiento a lo largo del tiempo? ¿Por qué se dirige hacia ciertos fines pero se aleja de otros? ¿Por qué termina la conducta? ¿Cuáles son las fuerzas que determinan su intensidad? ¿Por qué una persona actúa de una forma en una situación particular y en un momento dado, pero se conduce de una manera diferente en otro momento? ¿Cuáles son las diferencias motivacionales entre los individuos y cómo surgen? La materia de estudio de la motivación analiza los procesos que brindan al comportamiento su energía y dirección. Los cuatro elementos capaces de dar al comportamiento fuerza y propósito (su energía y dirección) son: necesidades, cogniciones, emociones y acontecimientos externos. Las necesidades son condiciones dentro del individuo que resultan esenciales y necesarias para mantener la vida, el crecimiento y el bienestar. Las cogniciones son sucesos mentales (como las creencias, expectativas y autoconceptos) que representan formas de pensamiento. Las emociones organizan a los sentimientos, la fisiología, los propósitos y la expresión (cómo nos sentimos, la forma en que reaccionan nuestros cuerpos, nuestro sentido de propósito y la forma en que expresamos nuestras experiencias a otros) dentro de una respuesta coherente a una condición ambiental, por ejemplo una amenaza. Los acontecimientos externos son incentivos ambientales que energizan y dirigen el comportamiento hacia los sucesos que señalan consecuencias positivas, y lo alejan de aquellos que indican consecuencias de aversión. De manera general, los acontecimientos externos incluyen contextos, situaciones y climas ambientales, así como fuerzas sociológicas y la cultura. Tanto en su presencia como en su intensidad, la motivación se expresa mediante tres formas: comportamiento, fisiología y autotestimonio, autorreferencia o autovaloración. Los siete aspectos del comportamiento motivado incluyen esfuerzo, latencia, persistencia, elección, probabilidad de respuesta, expresiones faciales y corporales. Los estados psicofisiológicos manifiestan la actividad de los sistemas nervioso central y endocrino; además proporcionan datos ulteriores para inferir las bases biológicas de la motivación y la emoción. Los elementos de autovaloración, como una entrevista o cuestionario, también miden estados motivacionales. Estas tres expresiones de la motivación son útiles para inferir la motivación, pero los investigadores se basan más en las mediciones fisiológicas y conductuales, y sólo toman en cuenta con cautela los elementos de autovaloración. Nueve temas son recurrentes en el estudio de la motivación y éstos son: 1) la motivación facilita la adaptación, 2) los motivos afectan la conducta al dirigir la atención, 3) la intensidad del motivo varía con el tiempo e influye en la fuerza de comportamiento, 4) la motivación incluye tendencias de aproximación y de evitación, 5) el estudio de la motivación explica el contenido de la naturaleza humana, 6) la motivación varía no sólo en su intensidad, sino también en su tipo, 7) no siempre estamos conscientes de las raíces motivacionales de nuestro comportamiento, 8) los principios motivacionales tiene aplicación y 9) no hay nada más práctico que una buena teoría. Estos principios son importantes porque proporcionan una perspectiva global para unificar las diversas suposiciones, hipótesis, perspectivas, teorías, hallazgos y aplicaciones del estudio de la motivación dentro de un campo de estudio coherente, interesante y práctico.

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