ISLAM 1972 por Emilio Galindo Aguilar

Publicación mensual. Director: Emilio Galindo Aguilar Nº 1 SERIE B: FEBRERO 1972 ISLAM Y MUNDO ACTUAL ISLAM 1972 por Emilio Galindo Aguilar PRESE

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He aquí la primera entrega de una guía para conocer la música peruana a través de sus grabaciones. 50 discos que repasan nuestra historia y diversidad

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Publicación mensual. Director: Emilio Galindo Aguilar Nº 1

SERIE B:

FEBRERO 1972

ISLAM Y MUNDO ACTUAL

ISLAM 1972 por Emilio Galindo Aguilar

PRESENTACIÓN ENCUENTRO es una colección de estudios monográficos, con rigor científico, cuyo fin es facilitar a sus lectores una documentación seria que les permita comprender con objetividad el Islam y a los musulmanes. De la comprensión mutua surgirá el aprecio y la colaboración. ENCUENTRO nace al impulso de varios motivos: la importancia indiscutible del Islam, religión de 600 millones de hombres; la exhortación al diálogo y a la colaboración con el Islam del Concilio Vaticano II; la presencia en España de más de 7.000 estudiantes y 40.000 obreros árabes, en su mayoría musulmanes. La presencia de estos hombres, con los que por razones diversas estamos en contacto, nos impone un diálogo y una colaboración. Ahora bien, un tal “encuentro” es imposible sin un conocimiento mutuo en la verdad. Porque no se trata de descubrir solamente al hombre, sino también su contexto doctrinal, histórico, sociológico y sicológico. Y eso es tarea difícil, ya que frente al islam y a los musulmanes todos venimos cargados de prejuicios, con las ideas hechas, con la sensibilidad para apreciar un tanto de espaldas. Prejuicios fruto de la ignorancia y de razones oscuras que han hecho del Islam una religión fatalista, fanática, sensual y retrógrada sin más matices ni más explicaciones. ¿Hay que añadir a esas razones los ocho siglos de “encuentro” hispano-musulmán que, a pesar de las luchas, hicieron de Al-Andalus una de las cumbres de la civilización mundial y el lugar que hizo posible una de las más sorprendentes transfusiones vitalizadoras del saber humano?

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ENCUENTRO es una invitación al diálogo inspirado en un común aprecio y en la colaboración amistosa y comprensiva con los musulmanes en un respeto total de su fe y de sus tradiciones socio-culturales. No lo olvidemos, el corazón cristiano está casi sin estrenar respecto a estos pueblos. ENCUENTRO aparecerá mensualmente. Constará de cuatro series: Islam en sí, Islam y Mundo Moderno, Islam Español e Islam y Cristianismo. Cada número tendrá de 10 a 12 páginas. Especialmente indicado para jóvenes universitarios en contacto con los estudiantes árabes y para personas responsables de la formación de una juventud sin prejuicios ni fronteras, abierta a la gran fraternidad humana. Al iniciar la publicación de “Documentación Afroasiática” con la serie Encuentro, las Comisiones Episcopales de Misiones y CECADE pretenden prestar un nuevo servicio en el espíritu que las anima de apertura y colaboración. Dirige la serie Encuentro Emilio Galindo Aguilar (Menorca, 3; Madrid 9).

ISLAM 1972 por Emilio Galindo Aguilar

Los pueblos musulmanes están de moda. Sus mil y un problemas llenan a diario las primeras páginas de la prensa mundial. Baste recordar el reciente problema de Pakistán o el interminable e inhumano problema palestino. Estas páginas, en el umbral de 1972, quieren ser como el inventario de la presencia del Islam en el mundo de hoy, de su importancia, de sus características más peculiares, de sus más importantes problemas.

GEOGRAFÍA DEL ISLAM Si quisiéramos situar geográficamente al mundo musulmán, podríamos agruparlo en tres grandes bloques:

1.— Bloque africano Comprende toda el África del Norte y se prolonga en el Sur, en un decrecer de adeptos, hasta la línea que va de Dakar a Aden . El número de musulmanes de este primer bloque suma más de 140 millones, de los cuales 80 pertenecen a la raza blanca y 60 a la negra. Hay que notar la rápida expansión del grupo negro, debida principalmente a su demografía galopante y al celo de los comerciantes y misioneros musulmanes.

2.— Bloque asiático occidental Comprende el Medio Oriente (Siria, Irak, Líbano, Jordania e Israel), la Península Arábiga (Arabia Saudí, Yemen, Omán, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Bahrain, Kuwait), Chipre, Turquía, Irán y Afganistán. Se incluyen también en este bloque las

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Repúblicas Soviéticas del Sur de la URSS. En total, el número de musulmanes de este grupo es de más de 150.

3.— Bloque asiático oriental Está compuesto fundamentalmente por Pakistán, Bangladesh, Indonesia, Federación Malaya e Islas Maldivas. Por su importancia numérica, se incluyen también en este bloque las comunidades musulmanas integradas en países no musulmanes como la India y la China Popular. En total, 306 millones. Si observamos un mapa notamos rápidamente que el Islam ocupa una posición privilegiada. Todas las zonas de petróleo se encuentran en países musulmanes. Además, por su excepcional posición geográfica, las tierras islámicas constituyen el camino obligado de las “caravanas del mundo moderno. Ellas son la clave para ir de Europa a las Indias. De ahí la importancia estratégica del Islam y la raíz también de sus más dolorosos problemas actuales.

FISONOMÍA DE LOS PUEBLOS MUSULMANES Curiosa policromía la que ofrecen hoy día los pueblos musulmanes. Policromía de razas, de culturas, de políticas...

1.— Gentes de toda raza y lengua El Islam se caracteriza por su vocación universalista. Es una religión para todos los hombres sin distinción. De hecho, gentes de todas las razas y lenguas han acatado su mensaje. Los grupos étnicos de la actual comunidad musulmana son: el pakistaní, con más de 100 millones, sin contar los 50 millones que se quedaron en la India; el iraní, con más de 70 millones, que mantiene viva la conciencia de haber poseído una de las más viejas civilizaciones del mundo; el turco, con 60 millones, menos coherente, pero que, a partir del Ataturk, representa una experiencia de sumo interés para el futuro del Islam; el indonesio-malayo, de 95 millones; el chino, con 50 millones; el turcomongol de la URSS, con 50 millones; el negro, verdadero arco iris de razas, de 60 millones. En fin, el grupo árabe o arabizado, de 95 millones, que tiene una comunidad de base en la unidad lingüística y religiosa, aunque no todos los árabes sean musulmanes. Grupo que goza de un gran prestigio a los ojos de los demás musulmanes por haber sido el pueblo madre del Islam, por tener en La Meca el centro geográfico y espiritual hacia donde, cada día, millones de musulmanes se dirigen para realizar sus oraciones rituales y a donde van en peregrinación si disponen de los medios necesarios. Prestigio, también, por estar en árabe el Corán, libro sagrado del Islam y porque el más grande de los musulmanes es el Profeta árabe Mahoma.

2.— Mosaico político Si grande es la diversidad étnica, no menor es la política. Los pueblos islámicos constituyen hoy día el mosaico más variado de fórmulas políticas. La diversidad es una constante de los pueblos del islam: viejas monarquías de inspiración coránica, teocráticas y reaccionarias, modernas repúblicas con todo el arco iris de formas y tendencias, dictaduras más o menos declaradas. Nada más lejos de la realidad política

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de estos pueblos que el ideal coránico de la Umma o comunidad teocrática, laica e igualitaria o el sueño del Califato en que el califa, lugarteniente de Dios, realizaba la unidad espiritual-temporal de estos pueblos. Así tenemos entre los países musulmanes o de mayoría musulmana 6 monarquías (Arabia Saudí, Jordania, Irán, Afganistán, Etiopía y Marruecos), 21 repúblicas (Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Sudán, Mauritania, Chad, Gambia, Somalia, Mali, Senegal, Guinea, Níger, Nigeria, Chipre, Irak, Siria, Líbano, Turquía, Yemen del Norte y del Sur, Emiratos Árabes Unidos), 2 sultanatos (MascateOmán e Islas Maldivas), 2 repúblicas federadas (Indonesia y Malasia) y 3 jeques (Qatar, Bahrain y Kuwait).

3.— Pueblos jóvenes La juventud de estos pueblos es una característica que salta a los ojos. Baste notar, a título de ejemplo, que de un total de 120 millones de habitantes en los países árabes, más de 70 millones tienen menos de 25 años, lo que representa cerca del 60% de la población. Los menores de 15 años constituyen el 43,3% de la población. Todo ello debido al alto índice de crecimiento, a pesar de que en algunos de estos países se ha introducido el control de la natalidad, y a la disminución de la mortalidad infantil gracias a los medios sanitarios. ¡Pueblos islámicos, pueblos jóvenes, verdes, en primavera sociológica, conscientes biológicamente de su fuerza, exuberantes de dinamismo, con la tentación permanente de la revolución! El Islam tendrá que tenerlo muy en cuenta si no quiere perder el tren de la Historia, porque la juventud está hecha de impaciencia. Mirar para atrás, como pretenden muchos reformistas del Islam actual, es la tendencia menos apta para jóvenes. Al contrario, las ideas nuevas y revolucionarias encontrarán siempre oídos atentos en los jóvenes. Riesgo de los pueblos jóvenes, cierto, pero ahí también tienen estos pueblos el arsenal más seguro de esperanzas. La juventud trae las semillas del porvenir. El desarrollo técnico e industrial se consigue más tarde o más temprano.

4.— Las cicatrices del Colonialismo Todos los pueblos musulmanes, sin excepción, han estado durante más o menos tiempo sometidos a las potencias colonizadoras de Occidente. Inglaterra, dueña de Egipto, del Sudán, de Pakistán; Holanda de Indonesia; Francia de toda África del Norte... Inútil hacer el inventario. Muchos de ellos están padeciendo aún, y padecerán por largo tiempo, sus funestas consecuencias. Una de las más dolorosas y sangrantes heridas del mundo islámico en general, y del árabe en particular, fue la creación del Estado de Israel, el fruto más conseguido del colonialismo inglés. El colonialismo les ha marcado en su más honda raíz. De ahí ese complejo de frustración y ese sentimiento de inferioridad que tanto les obsesiona, sobre todo cuando recuerdan, cosa tan corriente en estos pueblos, la gloriosa época de los califas, época de civilización, cuando en Bagdad o el Córdoba se contaban por millares los sabios, los filósofos, los poetas y los artistas. Porque lo triste es que el colonialismo no ha sido nunca el encuentro de dos pueblos, sino el dominio del fuerte sobre el débil. Aquél imponía su fuerza, su lengua, su cultura, sus modos de vivir, su religión y, sobre todo, sus intereses, en nombre de no sé qué humanismo o ideal occidental. Y claro, con una filosofía del “aprovecharse” nunca se podría llegar a una auténtica colaboración. Hoy todos los países musulmanes son independientes, pero lo trágico es que la independencia política no trae consigo automáticamente la real y total independencia económica, cultural y social. La colonización continúa todavía con el pillaje de materias primas, , la trata de trabajadores, 4

la venta de armas, los sucios manejos de espionaje, las alianzas con los indígenas privilegiados y el fomento de los golpes de Estado. A la hora de explicarnos la desconfianza instintiva de estos pueblos, su desunión y su complejo de frustración y de antiimperialismo, una de las claves más seguras es ésta de la colonización, aunque no sea la única. Lo cierto es que el 1925 sólo había 4 países árabes independientes: (Etiopía desde tiempo inmemorial, Afganistán (1921), Egipto (1922) y Turquía (1923). En 1950 los países musulmanes independientes eran 13: Arabia Saudí (1932), Irak (1932) Mascate-Omán (1932), Irán (1935), Siria (1941), Líbano (1941), Indonesia (1945), Jordania (1946) y Pakistán (1947). Para 1960 se añadirían estas 13 naciones libres, 12 más: Libia (1951), Marruecos (1956), Túnez (1956), Sudán (1956), Guinea (1958) y, en 1960, Mauritania, Somalia, Mali, Níger, Senegal Alto Volta y Chad. Desde 1960 a 1972 acabarán de independizarse el resto de los países musulmanes o de mayoría musulmana: Tanzania (1961), Kuwait (1961), Argelia (1962), Yemen del Norte (1962), Malasia (1963), Gambia (1965), Islas Maldivas (1965), Yemen del Sur (1967), Qatar (1971), Bahrain (1971) y Emiratos Independientes (1972).

5.— Países del Tercer Mundo Todos los países musulmanes, o con mayoría musulmana, pertenecen a lo que se ha convenido en llamar Tercer Mundo, es decir, son países subdesarrollados. Y eso a pesar de las fabulosas riquezas naturales de muchos de ellos. Pensemos simplemente en la riqueza petrolífera. Ahora bien, decir subdesarrollo es decir renta baja, analfabetismo, sanidad defectuosa, hambre, demografía galopante, paro y trata de trabajadores... ● La renta per capita que en Estados Unidos es de 3.000 dólares, y de más de 1.000 en Europa Occidental, baja vertiginosamente en estos países, llegando a verdaderos extremos en algunos de ellos de los más poblados: 100 dólares en Indonesia, 97 en Pakistán, 80 en Nigeria, 70 en Níger, Chad y Gambia, 60 en Etiopía, 50 en Somalia. ● El analfabetismo es otra de las llagas del subdesarrollo de estos países. Son iletrados el 70% de Asia Sur-Oriental, el 75% de Oriente Medio, el 80% de Asia Meridional, el 80% de Marruecos, el 74% de Egipto, el 70% de Irak, el 55% de Siria, el 38% de Jordania. Cierto, todos estos países están haciendo extraordinarios y reales esfuerzos en el camino de al alfabetización. Citamos a título de ejemplo a Egipto, cuya tasa de escolarización es del orden del 80%, Túnez del 73% y Argelia del 53%. Hay que añadir como nota peculiar de los países musulmanes, dada la condición especial de la mujer, que la alfabetización está repartida muy desigualmente, siendo la mujer la víctima de esta desigualdad, lo cual constituye un notable freno para el progreso. Así, en estos países, del número total de escolarizados, sólo corresponde al sexo femenino el 25 o 28%. En Arabia Saudí el porcentaje de mujeres es casi nulo. Aunque en todos estos países se está llevando a cabo una auténtica revolución en este sentido. ● Estado sanitario defectuoso: baste indicar que si en Egipto hay un médico por cada 2.500 habitantes, en Libia por cada 3.100 y en Argelia por cada 8.550, estas cifras suben a 54.000 en el Alto Volta, 56.000 en Mali, 65.000 en Níger, 71.000 en Indonesia, 73.000 en Chad y 91.000 en Etiopía.

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6.— Trauma palestino Todo musulmán marcado por la seguridad única y exclusiva de verdad total que le procura su fe coránica, vive en la convicción de que su comunidad es la comunidad perfecta y la única agradable a Dios y, por consiguiente, la única digna de orientar al mundo, la única con derecho al leadership de la humanidad. De ahí que sientan, no sólo cono un sufrimiento, sino como una injusticia y un insulto a Dios todo lo que viole esa convicción. El Islam sólo debe reinar, es un derecho de Dios. Por eso la creación del Estado de Israel, aparte de lo que representa como atropello del más elemental derecho natural, es resentido por los musulmanes, especialmente por los árabes, como un “escándalo” en el sentido teológico de la palabra, y todo esfuerzo por recuperar esos territorios se convierte necesariamente en “guerra santa” (ŷihād) que obliga a todo musulmán. Sin esta visión, consecuencia del bloqueo entre espiritual y temporal tan característico del Islam, no se comprenderá nunca el trauma que representa para estos pueblos el problema palestino.

7.— La unidad rota El drama más hondo, el más sentido y comentado por estos pueblos es su profunda y paralizante división. Nada les caracteriza tanto hoy. Cierto que no toda la culpa es de ellos. Fuerzas ocultas e intereses extranjeros sembraron semillas inicuas por aquello de “divide y vencerás”. Al que dude de ello, que piense solamente en los Emiratos Independientes. Pero el hecho de la división está ahí, como una herida purulenta que no quiere cicatrizar. Las monarquías reaccionarias se alían con los imperialistas para aplastar al Movimiento de Liberación de Palestina; Libia prepara golpes de estado en Marruecos y Chad; Irán, sin escrúpulos y en connivencia con Inglaterra, se apodera de tres islas árabes en el Golfo Pérsico; Turquía e Irán mantienen relaciones amistosas con Israel; y Pakistán, tras una guerra inhumana, se divide en dos estados independientes. Ante esta desunión, la Liga Árabe, la Unión de Repúblicas Árabes, las Conferencias Cumbre Islámicas aparecen como cuentos de hadas. Y, sin embargo, jamás grupo humano sintió como el musulmán, la magia irresistible de la unidad, de la síntesis, ya que todos han sido marcados a fuego por el mismo religioso mensaje. En él echará raíces, como en su propio suelo, la idea panislámica. El peligro y el gran engaño está en soñar con una unidad pasada, la de la Umma, que en el fondo no es más que el complejo de nostalgia del pasado glorioso del Islam. Su gran tentación es querer unirse y encontrar la solución a sus numerosos problemas, como pretenden algunos reformistas, volviéndose hacia la grandeza perdida del Islam. La dinámica de la historia no permite, y hoy menos que nunca, tales juegos del sentimiento y de la imaginación. Por eso, a nuestro entender, antes que nada, estos pueblos necesitan una verdadera revolución psicológica que les dé un espíritu crítico y la voluntad decidida de caminar hacia adelante. 8.— Común denominador La savia que ha alimentado a ese enorme y viejo árbol islámico, la que ha creado la unidad a través de los siglos y por encima de tanta diversidad y desunión ha sido el Corán. Él, según los musulmanes, contiene toda la verdad divina y humana. Él es la Ley a que debe referirse todo. Y como el Corán es la Palabra misma de Dios, eterna e

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inmutable, de ahí el carácter teocrático que durante siglos ha caracterizado al Islam y que ha impregnado hasta el más mínimo detalle de la vida de los musulmanes. Bloqueo perfecto entre lo temporal y lo espiritual. La distinción entre derecho, moral, política y religión era impensable en el Islam ortodoxo tradicional. Éste será uno de los puntos neurálgicos del Islam frente al mundo de hoy. El Corán, única ley de la Umma, ha creado la unidad supranacional tan característica de los hombres islámicos. El musulmán, aunque esté en otro país musulmán, se sentirá como en su casa. El Corán, con su carácter único, definitivo y universal, modelará durante siglos el alma musulmana. Él le dará su fiereza y hasta el orgullo de pertenecer a la comunidad perfecta y la única agradable a Dios; él le dará una conciencia de pueblo escogido, el gran sentido de igualdad y fraternidad entre los creyentes, la seguridad desconcertante propia del que se sabe en posesión de la verdad total, la certeza inaccesible a la duda y esa falta total de curiosidad. El Corán, y sobre todo el sentido parcial que de él harán ciertas escuelas teológicas, dará ese sentido tan hondo y conmovedor de la Trascendencia de Dios, de su soberana libertad; él inculcará la sumisión sin condiciones a Él. Islam significa sumisión. La interpretación parcial de las Escuelas Teológicas subrayarán ciertas verdades que crearán ese talante espiritual de los musulmanes del país o raza que sean. Talante hecho de serenidad, de fatalismo, de resignación, de pasividad, en perfecta armonía consigo y con el mundo. Y esa concepción estática, optimista y acabada del mundo, sin levadura, sin progreso, sin dinámica histórica. Todo va bien en el mejor de los mundos. No se puede corregir la plana a Dios. Querer transformarlo sería vano y casi sacrílego. Así la ortodoxia musulmana, que no el Corán, con su idea de Dios inaccesible y soberanamente libre y con la fusión de espiritual y temporal consecuencia de su idea teocrática, ha comprometido la autonomía del hombre y del mundo, la noción de progreso, tanto espiritual como material, situando al hombre en una resignada sumisión, que no por ser conmovedora deja de ser un freno. Crear hombres para el futuro será una de las más urgentes tareas del Islam. Más que el hombre de la memoria, que recuerda con añoranza los esplendores pasados, tiene que convertirse en el hombre del proyecto animado por una esperanza dinámica.

9.— Un mundo en ebullición Una convulsión profunda sacude hoy a los pueblos islámicos que hasta un ayer cercano dormían un sueño de siglos a la sombra protectora de Alá. Pueblos hoy en crisis de personalidad. Doloroso parto de un mundo nuevo, hecho de tensión interior, de amarga dialéctica de fuerzas contrarias, de vacilación y vértigo ante el brocal de los tiempos modernos. Con fuerza casi instintiva los pueblos islámicos se caracterizan hoy sobre todo por sus ansias de reforma. Reforma, que, dado el bloqueo espiritual-temporal secular y tan característico del Islam, afecta no sólo a las bases jurídicas y políticas, culturales y sociales de la Comunidad musulmana, sino hasta a las mismas bases religiosas. La causa de esta ebullición y el ansia de reforma no viene del Islam mismo, hay que buscarla fuera. El Islam no es inquieto por sí mismo. Él no duda de su fe ni de su victoria, porque eso sería dudar de la Omnipotencia de Dios. Ha sido el productor directo o indirecto del impacto de la civilización y de la cultura occidentales.

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Cierto, el fondo de la población sigue siendo conservador y sigue fuertemente apegado al espíritu de la civitas coránica bajo la influencia de los jefes religiosos tradicionales. En su modo de vida, de comportamiento, de cultura, este mundo tradicional no ha sido tocado todavía realmente por el espíritu moderno a base racional y crítica y cuya principal característica es el cambio evolutivo y que tiene como efecto secularizar y relativizar los modelos culturales (religiosos y morales). La extensión de los medios tradicionales, caracterizados por su inmovilismo, es muy grande aún. Ejemplo típico de esa tendencia integrista y conservadora son los wahabitas de Arabia Saudí y el movimiento extremista de los Hermanos Musulmanes, fundados en 1929 en Ismailia (Egipto) por Hasan al-Banna, que murió asesinado en 1949. Para éstos la única constitución del Islam es el Corán. Hay que rechazar toda influencia de Occidente y restaurar el Estado Teocrático de los primeros tiempos del Islam en Medina. Toda la inferioridad de los países musulmanes es consecuencia del abandono de la pura y sana doctrina musulmana. Hay que decir que de una manera más o menos consciente, al menos de un modo sentimental, ésta es la actitud de muchos musulmanes. Más abierta y esperanzadora fue la tendencia reformista, iniciada por Mohamed Abdud en Egipto y continuada por Rachid Ridha y los ulemas argelinos. Éstos no pretenden volver a la sociedad de Medina tal cual, sino inspirarse en sus principios para resolver los problemas del mundo de hoy. Desgraciadamente esta tendencia se ha quedado un tanto anquilosada mirando demasiado al pasado. Es la actitud modernista la que realmente está realizado la reforma de estos pueblos. Ésta no sólo toma de Occidente sus técnicas, sino también sus ideologías, aunque para ello tenga que interpretar el Corán y la Tradición en función de las necesidades actuales. En el fondo, y a pesar de las dificultades, este movimiento está elaborando, a sabiendas o sin saberlo, una nueva teología y un nuevo humanismo. Esta actitud va aumentando de día en día. No olvidemos que el 50% de la población de estos países tiene menos de 20 años y que la mitad, al menos, de sta masa de jóvenes, aunque vienen de los medios tradicionales, recibe una instrucción moderna e irá infaliblemente a juntarse con el grupo moderno de la sociedad musulmana. Está naciendo un hombre nuevo con un hondo sentido de la justicia y de la solidaridad entre los pueblos, sobre todo de los del Tercer Mundo. Están descubriendo la Historia como obra del hombre y no de la fatalidad. Hablan un lenguaje nuevo: progreso, libertad, espíritu crítico. Los signos inequívocos de esta tendencia son: ● Revisión de las bases jurídicas. Se suprimen los tribunales religiosos y se opta por códigos civiles de inspiración europea. Así Túnez, aunque en el primer artículo de la Constitución reza que su religión es el Islam, sin embargo ha llevado a cabo tal número de reformas sustanciales que la coloca a la cabeza del movimiento modernista. En efecto, a partir de 1956 entraba en vigor un nuevo código de estatuto personal. Se suprime la poligamia. El matrimonio debe celebrarse ante un representante de la ley. El divorcio no puede obtenerse sino por vía de juicio. La mayoría de edad de la muchacha se fija en los 20 años y, una vez cumplidos éstos, puede casarse sin la autorización del padre o tutor. ● Revisión de las bases políticas. La sociedad musulmana moderna, pulverizada por los nuevos nacionalismos, busca una adaptación a las exigencias de la

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vida política moderna e introduce en el Estado el régimen constitucional y parlamentario. ● Revisión de las bases sociales. Todo el viejo edificio de la comunidad islámica se cuartea: la mujer se libera, la función pública está abierta al pueblo, la familia, como comunidad patriarcal, está en plena transformación... ● Revolución cultural. Una nueva hambre de saber se ha apoderado de estos pueblos; el hambre del espíritu, más tenaz y angustiosa que la del vientre. A un ritmo sorprendente se construyen escuelas, liceos, universidades. Los caracteres principales de esta revolución cultural son: de aristocrática que era, la cultura se hace popular, de religiosa se hace profana. Las escuelas coránicas, los centros tradicionales y aún las grandes universidades, hogares seculares de la cultura religiosa musulmana, como AlAzhar (Egipto), Zituna (Túnez), Kutubia y Karauina (Marruecos) ceden el paso y se transforman en centros de cultura moderna según los métodos inspirados en Occidente. Finalmente, de islámica y supranacional, se hace nacional. Los Ministerios de Educación nacionales centralizan, controlan y orientan todos estos esfuerzos de reforma cultural. A nadie escapa la importancia capital de una tal transformación. Esos jóvenes que a millares llenan los centros de enseñanza están muy lejos del espíritu pasivo y fatalista de antaño. Un nuevo espíritu crítico está naciendo que cree, ante todo, en el valor de la razón y que se interesa, no sólo por los grandes problemas profanos de la existencia humana, sino también por los religiosos. Las ventajas de este espíritu son grandes, y también los peligros: tentación de hipercrítica, agnosticismo, materialismo, paganización de la mentalidad, orientación pagana de la vida. ● La concepción de lo sagrado. Aunque estos pueblos sigan siendo profundamente religiosos, sin embargo la concepción que se hacían de lo sagrado ha sufrido, y sufre, transformaciones sustanciales. El alma de esta sociedad se está haciendo anticontemplativa. Cierto que la fe en Dios se mantiene, pero esa fe aparece hoy sin significación para sus vidas inmersas en un mundo cada vez más ajeno al problema de Dios. Hay una gran separación entre el dogma y la vida real, lo cual conduce al abandono casi total de la práctica religiosa. A la confianza pasiva y total en Dios sucede una confianza total en el hombre, fruto de la mentalidad técnica. Hay una adhesión incondicional al dogma del progreso, sobre todo entre los jóvenes. La sociedad musulmana se laiciza progresivamente. La praxis es la posesión diabólica de estos pueblos que hasta hace poco vivían embelesados en la contemplación de lo Absoluto. Éste es, a grandes rasgos, el Haber y el Debe del Islam en 1972. Un mundo nuevo está naciendo. Todo bulle en estos pueblos. La gran pregunta que nos acosa el espíritu es si toda esa reforma a la que aspiran y que están llevando a cabo pasará a la renovación o el abandono del Islam. Todo es pregunta en el Islam de hoy. Todo es esperanza también.

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Apéndice: Musulmanes en el mundo en 1972 1.— Musulmanes en África a) Países musulmanes Habitantes

Musulmanes

Argelia

13.349.000

13.268.000

Egipto

33.329.000

28.129.000

357.000

275.000

1.869.000

1.826.000

Marruecos

15.525.000

15.310.000

Mauritania

1.400.000

1.134.000

Somalia

2.730.000

2.725.000

Sudán

15.312.000

11.725.000

Túnez

5.027.000

5.002.000

Gambia Libia

b) Países no musulmanes con mayoría musulmana Habitantes

Musulmanes

3.510.000

1.850.000

Etiopía

24.769.000

10.000.000

Guinea

3.890.000

2.352.000

Mali

5.022.000

3.200.000

Níger

4.016.000

2.700.000

Nigeria

66.174.000

28.000.000

Senegal

3.822.000

2.825.000

Chad

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c) Países no musulmanes con fuerte minoría musulmana Habitantes

Musulmanes

Alto Volta

5.384.000

1.350.000

Costa de Marfil

4.195.000

800.000

527.000

85.000

Liberia

1.350.000

300.000

Sierra Leona

2.512.000

843.000

13.273.000

2.600.000

Guinea Portuguesa

Tanzania

d) Pequeñas diásporas Habitantes

Musulmanes

Camerún

5.836.000

750.000

Dahomey

2.640.000

280.000

Ghana

8.600.000

850.000

805.000

130.000

10.506.000

1.010.000

Madagascar

6.750.000

325.000

Malawi

4.530.000

340.000

Mozambique

7.247.000

870.000

R. Centroafricana

1.600.000

76.500

Togo

1.780.000

88.000

Uganda

9.526.000

1.300.000

20.564.000

185.000

Isla Mauricio Kenia

Zaire

Nota. Sólo se incluyen los países cuyo porcentaje de musulmanes es superior al 4%.

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2.— Musulmanes en Asia Occidental a) Países musulmanes. Habitantes

Musulmanes

17.125.000

17.125.000

8.000.000

8.000.000

Bahrain

207.000

207.000

Emiratos Árabes

111.000

111.000

Irak

9.350.000

6.057.000

Irán

27.892.000

25.650.000

2.217.000

1.600.000

Kuwait

570.000

561.000

Mascate-Omán

565.000

565.000

70.000

68.000

6.098.000

5.470.000

34.375.000

31.000.000

Yemen Norte

1.220.000

1.220.000

Yemen Sur

5.000.000

5.000.000

Afganistán Arabia Saudí

Jordania

Qatar Siria Turquía

b) Países no musulmanes. Habitantes

Musulmanes

630.000

104.942

Israel

2.745.000

350.000

Líbano

2.645.000

820.000

URSS

241.000.000

50.000.000

Chipre

12

3.— Musulmanes en Asia Oriental a) Países musulmanes.

Indonesia

Habitantes

Musulmanes

116.000.000

90.000.000

108.000

108.000

120.000.000

109.000.000

Maldivas Pakistán / Bangla Desh

b) Países no musulmanes. Habitantes

Musulmanes

140.000.000

48.000.000

38.493.000

1.317.000

550.000.000

50.000.000

Malasia

10.581.000

4.600.000

Tailandia

35.814.000

1.110.000

Habitantes

Musulmanes

Birmania

27.584.000

700.000

Ceilán

12.240.000

731.000

China Nacion.

13.800.000

240.000

103.720.000

800.000

China Popular Filipinas India

c) Pequeña diáspora.

Japón

13

4.— Diáspora musulmana en Europa Musulmanes Albania

985.000

Bélgica

49.053

Bulgaria

700.000

España

29.000

Francia

940.000

Inglaterra

250.000

Grecia

135.000

Rumanía Yugoslavia

16.000 2.000.000

5.— Musulmanes en el mundo Musulmanes África

142.503.500

Asia Occidental

153.908.942

Asia Oriental

306.606.000

Diáspora Europea

5.104.053

Fuentes: — Estimaciones de la ONU, octubre de 1971. — Problémes Africains et du Tiers Monde, Bruselas, 1971. — Jeune Afrique 1970, París, 1970. — Calendario Atlante de Agostini, Novara, Italia, 1970.

14

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