Islamización y terrorismo internacional

Lic. María Cecilia Magaquián

Medio Oriente Ampliado AI 013/2010 20 de mayo de 2010

RESUMEN

En los últimos 20 años, se ha ido extendiendo y acelerando un proceso de globalización, tendiente a incrementar las brechas económicas entre las naciones. Los países de cultura arabo-islámica se desencantaron de la modernidad de Occidente y para ellos la globalización tan sólo trajo aparejada más pobreza y miseria. Se ha llegado a cuestionar si realmente la democracia y la importación de los valores occidentales han producido algún beneficio a sus pueblos. Para muchos la respuesta fue negativa y el resultado ha sido una mayor islamización de la vida pública, un regreso a las fuentes del Islam. En otros casos, estos fracasos consecutivos han sido el elemento de discurso de grupos terroristas como Al-Qaeda. Sin embargo no todos los grupos terroristas de corte islámico se identifican con el mismo discurso. Terrorismo no es un concepto nuevo, pero en la actualidad existe un vínculo cada vez más fuerte entre esta práctica y la religión musulmana. En el siguiente documento se pretende diferenciar a los grupos terroristas que operan en Medio Oriente, su vínculo con la islamización política y la influencia que ha tenido la política exterior norteamericana en la región.

Islamización y terrorismo internacional María Cecilia Magaquián1

“Cinco veces al día centenares de millones de musulmanes se sitúan mirando hacia la Meca para orar. Forman parte de la comunidad islámica distribuida por el planeta que cuenta aproximadamente con 900 millones de seguidores. Diariamente periódicos nacionales e internacionales dedican demasiadas líneas a esta región como para que se pase por alto. Definitivamente el Islam y las políticas estatales de los países que se consideran musulmanes han generado demasiadas confusiones y por lo general para la mayor parte de la opinión pública existen más preguntas que respuestas con respecto a esta región” (Esposito 2006: 21). En muchas ocasiones se

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La Autora es Licenciada en Relaciones Internacionales (UES21).

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encierra a los pueblos musulmanes en un mismo marco de análisis, siendo que el Islam no se vive de la misma manera en India, Marruecos o Arabia Saudita. En las últimas décadas y sobre todo tras los atentados terroristas del 11 de Septiembre, el terrorismo ha estado cada vez más relacionado con la comunidad musulmana. El mundo islámico atraviesa por una serie de conflictos vinculados con el fundamentalismo religioso que han ido alejando a las sociedades y fomentando odio entre civilizaciones. Dicho sentimiento proviene de voces occidentales y musulmanas y en el caso del islamismo, este odio ha sido materializado a través de ataques terroristas a sociedades cosmopolitas. Si bien hoy el terrorismo internacional ha adquirido un matiz religioso muy particular no se trata de un fenómeno nuevo. Jean Marie Balencie (Khader 2007: 6) define el terrorismo como “una secuencia de actos de violencia debidamente planificados y muy mediatizados que eligen deliberadamente como blanco a objetivos no militares con el fin de crear un clima de miedo e inseguridad, de impresionar a una población y de influir sobre sus responsables para alterar los procesos de decisión (ceder, negociar, pagar, liberarse, reprimir) y satisfacer objetivos (políticos, económicos, criminales) previamente definidos”. Algunos países europeos, han convivido con el terrorismo durante muchos años. Tanto el ETA en España como el IRA en Irlanda, han buscado por mucho tiempo cumplir con su voluntad separatista. Otro caso emblemático ha sido la creación de la Rote Armee Fraktion en Alemania, un grupo de izquierda que surgió en la post guerra y pretendía conseguir un cambio sistémico a nivel interno. Asimismo en América Latina los Tupamaros uruguayos, Montoneros en Argentina o Sendero Luminoso en Perú, por mencionar algunos, en su momento fueron considerados por las autoridades de sus países como grupos terroristas, cada uno con un objetivo y móvil de lucha diferente, pero cuyas prácticas se caracterizaban sobre todo por la acción violenta. De acuerdo con el analista Bichara Khader, (Khader 2007: 4) desde la revolución iraní de 1979 podrían distinguirse dos formas de terrorismo que se han desarrollado en torno a países de cultura islámica: primero el terrorismo financiado o dirigido por Estados para reforzar su papel sobre el tablero regional y segundo el terrorismo de carácter religioso. A su vez, el último ejemplo, puede estar vinculado con un espacio geográfico interior (por ejemplo Hamas o Yihad islámica) o bien grupos como Al-Qaeda, que es un caso de terrorismo globalizado. En cuanto al primer caso de terrorismo localizado, la lucha es muy clara y si bien en sus actos existen fuertes declaraciones de connotación religiosa, su mayor

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interés es de carácter político y territorial. Luego de la ocupación israelí, el pueblo palestino ha sufrido una gran degradación y las condiciones de pobreza y represión en las que se vive actualmente son factores causantes de la acción violenta. La Yihad islámica, surgida en los años setenta, ha sido la primera organización islamista palestina que recurrió al terrorismo y se dinamizó aún más luego de la primera Intifada2 (Arístegui 2004: 235). Tanto este grupo como Hamas, activos hasta el día de hoy en la franja de Gaza, se opusieron a los acuerdos de paz de Oslo en la década de 1990, porque se consideraba injusta la reestructuración de los controles sobre las zonas ocupadas. Desde entonces, el terrorismo para estos grupos es considerado un medio para revertir la situación territorial y no un fin en sí mismo. A diferencia del caso palestino, Al-Qaeda no posee una meta geográfica o territorial específica y se encuentra desprovista de un fin real, es por ello que en más de una ocasión, ha utilizado el caso Palestino y la política invasiva de Estados Unidos en Medio Oriente, como chivos expiatorios para sumar adeptos y para justificar sus actos. El santuario de al-Qaeda se encuentra situado en las zonas tribales de Pakistán adyacentes con Afganistán, en las demarcaciones de Waziristán del Norte y Waziristán del Sur. Sus líderes se hallan desde el 2002, bajo la protección de los neo talibán paquistaníes, de la misma manera que antes lo estuvieron bajo los talibán afganos. Desde esta región se instigan y planifican atentados que luego se ejecutan in situ y a su vez, operan a través de redes terroristas que se encuentran en comunidades musulmanas fuera de Medio Oriente. En este sentido, la actual Secretaria de Estado Hillary Clinton, señala que es necesario separar a los líderes políticos musulmanes que se han unido a Al-Qaeda “no por convencimiento sino por desesperación”. (Reinares 2009: 6) Los países de cultura islámica han sido por milenios parte de un imperio que llegó a extenderse hacia las puertas de Europa con los otomanos y cuando el Imperio colapsa y se divide, a estas naciones sólo les quedó un trago amargo de derrotas y de promesas de independencia incumplidas. Estas humillaciones que al parecer de muchos musulmanes han sido producto de la alianza de líderes corruptos con países occidentales, han ido generando resentimientos en los pueblos árabes. En algunos casos la tendencia fue un regreso a las fuentes, una lectura más rigurosa de las

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Intifada se denomina a la sublevación palestina que comenzó en 1987 en contra de la dominación israelí.

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premisas del Islam, como ha ocurrido con el Wahabismo3 en Arabia Saudita, que si bien no es un fenómeno nuevo, su exportación a otros países se ha presentado con mucha fuerza en los últimos años. Para grupos terroristas globalizados como Al-Qaeda la intromisión de los “impíos” occidentales en Medio Oriente ha sido la causa principal de todos los problemas. Cuando Osama Bin Laden se dirige a la comunidad islámica en su primer comunicado emitido luego del 11-S, se refiere a un pacto secreto que dividió Medio Oriente en zonas de influencia anglo francesas siendo este pacto considerado como la primera gran traición de Occidente al mundo islámico. (Arístegui 2004). En los años previos al desenlace de la Primera Guerra Mundial, cuando Gran Bretaña pretendía terminar con el Imperio Otomano, se encargó de enviar al famoso T.H. Lawrence, también conocido como Lawrence de Arabia para que organizara diferentes guerras de guerrillas en contra del Imperio turco, mediante el apoyo de algunos clanes familiares de la península arábiga. Lo que sucedió a posteriori, fue que Gran Bretaña jamás cumplió con las promesas de independencia al pueblo árabe luego de provocar la debacle del Imperio Otomano. La dominación antes ejercida por los otomanos quedaría entonces en manos de Francia y Gran Bretaña, que por medio de un pacto secreto firmado entre los diplomáticos Mark Sykes y Charles Picot se repartieron Medio Oriente. Mediante este pacto, tomaron el mapa de Medio Oriente y se repartieron las zonas de influencia expulsando a las fuerzas árabes irregulares de Damasco. Siria y el Líbano fueron entregadas a Francia bajo la forma de mandato, eufemismo que no significaba otra cosa que una nueva forma de colonialismo. Los británicos se quedaron con los territorios de Palestina, Jordania, Irak, a lo que había que añadir sus posesiones en el Golfo Pérsico. De esta manera los británicos y franceses ocuparon el lugar que ocupaba antiguamente el Imperio Otomano. (Hourani 1992: 255). Esta especie de parcelación de Medio Oriente basada en intereses imperialistas ha sembrado la semilla de muchos de los conflictos que persisten en la actualidad derivados del colonialismo anglo-francés. El pacto secreto Sykes-Picot se considera uno de los momentos más negros de la historia de la nación árabe.

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El sunnismo está dividido en cuatro escuelas jurídicas de interpretación de la Tradición, llamadas hanafí, shafeí , malequí y hanbalí. Esta última es la mas estricta de todas y en ella se enmarca la corriente islamista wahabí. Este movimiento predominante en Arabia Saudita, tuvo sus orígenes en Muhammad Ibn ‘Abd el-Wahab (1703-1792) y se caracteriza por pregonar el retorno a un islam más riguroso en la aplicación de la ley islámica.

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También pueden identificarse otros momentos en la historia luego de la Segunda Guerra Mundial, que al igual que el Pacto Secreto que repartió Medio Oriente, han dejado a las sociedades árabes con un gran sentimiento de humillación. Uno de ellos fue la creación del Estado de Israel en el año 1948 y las sucesivas guerras araboisraelíes en las cuales muchas naciones árabes habían participado para luchar en contra del “impío” Israel siendo derrotadas por un solo Estado. Más adelante, en un contexto de Guerra Fría, cuando la carrera armamentista ya había iniciado, los países árabes comenzaron a utilizar el arma del petróleo. El embargo llevado a cabo en 1973 había acentuado la dependencia de los países industrializados del petróleo del Oriente Próximo a su grado máximo. Fue entonces cuando muchos países árabes comenzaron a generar un giro hacia la democracia. La democratización, entendida como proceso, suele estar asociada a la liberalización política como antesala para quienes buscan alcanzar mayores cuotas de participación política y representatividad. Esta ampliación de los espacios de libertad puede tener dos dinámicas diferentes. En términos gramscianos, los procesos democráticos pueden generarse desde la elite dirigente hacia la sociedad o bien desde las bases y cuando el cambio es de carácter estructural se combinan ambas dinámicas. En Medio Oriente, la mayoría de estos

sistemas

se basaron en revoluciones

pasivas,

es

decir,

transformaciones radicales en la sociedad, impuestas desde arriba y no siempre motivadas por el pueblo. El camino o tipo de democracia adoptada ha dependido de una dialéctica de luchas internas y externas por el poder político. Las independencias y las democracias comenzaron a surgir en tiempos de Guerra Fría generándose de esta manera una arquitectura regional de reparto de influencias. Sin embargo esta democracia incipiente en el Mundo Árabe no pareció haber dado frutos palpables por las sociedades puesto que en el contexto de Guerra Fría no eran más que el escenario de disputa de dos grandes potencias. La invasión a Afganistán en el año 1979 es un ejemplo claro de ello. En la década de los ‘80, se gestó un proceso de re islamización de la vida pública y el origen de este fenómeno, muy impresionante en países que habían sido laicizados como Turquía, puede deberse a diferentes factores. Por una parte, la globalización erosiona las barreras culturales y si bien pertenecemos a una “aldea global” cada país busca conservar lo propio de su cultura como respuesta al proceso globalizador. En épocas en las que no hay suficiente prosperidad, y sobre todo si las sociedades padecen de hambre y miseria, las instituciones religiosas, en este caso las Mezquitas o Madrasas vienen a cubrir el vacío estatal atendiendo las necesidades de la

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población que se ha ido “islamizando”. Estas instituciones atienden lo que los gobiernos olvidan y el Islam funciona perfectamente como elemento que aglutina y cohesiona a una sociedad fraccionada por causa del mal accionar de un Estado ausente. A un ser humano que vive en condiciones infra humanas, que no tiene absolutamente nada que perder en la vida, es muy fácil convencerlo de que tome armas y ponga en riesgo su vida, o que la pierda inmolándose. Estas condiciones que se viven en la actualidad y que han sido producto del proceso de colonización iniciado en 1914, son el argumento perfecto para el reclutamiento de Al-Qaeda, aunque lo paradójico es que los ataques terroristas sufridos en Estados Unidos, Londres y Madrid tienen en común que quienes los perpetraron eran sujetos “occidentalizados” e integrados en las sociedades en las cuales vivían. Se trataba de personas de buen nivel económico y que incluso llevaban una vida normal. Al-Qaeda propone una lucha sin tregua contra “el imperio satánico occidental” y sus aliados corruptos que no tiene meta política alguna, ya que no se da lugar a la negociación. La lectura del Islam que realiza Bin Laden es distorsionada y sus prácticas han ido en detrimento de la comunidad musulmana, que ha sido víctima de estigmatización internacional y principal blanco de los ataques terroristas.

Consideraciones Finales

Luego de los ataques terroristas del 11 de Septiembre y la posterior invasión de Estados Unidos en Afganistán e Irak, los líderes políticos de ambos bandos han utilizado la cuestión étnica y religiosa para radicalizar a la población y movilizarla para la lucha. El gobierno de Bush se había propuesto la tarea de llevar el ideal democrático a los países árabes de manera poco coherente y un tanto hipócrita, dado que los esfuerzos se centran en democratizar a determinados países, dependiendo de la funcionalidad que estos tengan para los objetivos norteamericanos. El hecho de que Irak haya sido invadido sin la aprobación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y sobre todo, con razones poco fundamentadas ha tenido grandes repercusiones en el orden internacional, modificando los realineamientos de poder en el mundo. Estas infracciones de Estados Unidos han logrado que se omitan a nivel internacional las represiones ejercidas por países como Rusia en Chechenia, cuyas políticas en relación a derechos humanos dejan mucho que desear. Las razones que llevan a los terroristas a matar a millones de personas, son profundas y van más mucho más allá del fanatismo religioso. El Islam no es tan solo

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una religión, es una forma de vida y en este caso es utilizado como elemento ideológico, cultural y hasta político. El mundo musulmán ha sufrido una serie de humillaciones como pueblo, desde el colapso del Imperio Otomano en adelante. Son aquellas humillaciones y desencantos de la modernidad en el mundo árabe lo que ha llevado a muchos líderes a reconsiderar un retorno a los fundamentos del Islam. Para muchos países de Medio Oriente la globalización lejos de ser un proceso beneficioso ha sido causa de más pobreza, más miseria y más sub-desarrollo para las sociedades. La guerra preventiva y los desastres provocados en Irak en los últimos años han incrementado los niveles de conflictividad en Oriente Medio. De acuerdo con el crítico norteamericano Noam Chomsky (Chomsky 2003), numerosos informes de inteligencia afirmaron que la invasión a Irak significaba “un enorme retroceso en la guerra contra el terror, llevando a su punto más álgido el reclutamiento para grupos terroristas; de hecho por primera vez Irak se convirtió en un paraíso terrorista”. Irak además de haber sido invadido y además de tener que enfrentar el desafío de la reconstrucción del país, se encuentra sumergido en una fitna o lucha intra islámica, en la cual diariamente mueren enfrentados miembros de las comunidades chiítas, sunitas y kurdas que habitan en el país. La táctica del neoconservadurismo estadounidense basada en la guerra preventiva, el unilateralismo, la militarización del país y que siempre ha tenido una tendencia a apoyar de manera imparcial al Estado de Israel dan motivos de sobra a grupos como Al-Qaeda para extender su lucha anti-occidental. Los blancos han sido ciudades modernas, que han apoyado esta cosmovisión norteamericana y que sobre todo han colaborado en la guerra de Irak y la invasión a Afganistán. Los atentados en Londres y en Madrid han sido una prueba fehaciente de ello. En el caso del atentado de Madrid es destacable el amplio conocimiento de la dinámica de la política interna del país por parte de los terroristas. La sociedad en España no estaba a favor del envío de tropas a Irak, y luego de los atentados, que fueron perpetrados a pocos días de las elecciones presidenciales, la sociedad española castigó al Partido Popular Español (P.P) con su voto al Partido Socialista Obrero Español (Psoe). También es importante destacar que el Gobierno español ha sabido aplicar justicia con cordura y sin desmedrar las libertades sus ciudadanos y de la numerosa comunidad islámica en España. Barak Obama, ha sido el heredero del caos que se vive en Medio Oriente y si bien aún no se vislumbran los cambios pretendidos por su gobierno, ha habido un reconocimiento general de que el problema primordial radica en la falta de desarrollo

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económico que sufren los pueblos musulmanes. Una de sus estrategias apunta a desmantelar las células terroristas que se encuentran en la frontera entre Afganistán y Paquistán. Puesto que la negociación no es una opción para los miembros de AlQaeda, la política de Obama busca erradicar las condiciones económicas que llevan a los ciudadanos a sumarse a sus líneas e ir erosionando sus fuentes de financiamiento, en especial el narcotráfico. Por otra parte la posibilidad de que los grupos extremistas tengan acceso a armas nucleares representa un nuevo desafío para la administración de Obama. Este escenario es poco probable y hasta la actualidad ningún grupo terrorista ha adquirido un arma nuclear. Sin embargo, no es un escenario imposible, ya que no se necesita tan sólo de un arma nuclear para causar daños masivos en una sociedad. En este sentido, el rol de Naciones Unidas será clave, ya que es el organismo más indicado para impedir que cualquier material nuclear caiga en las manos equivocadas. Barak Obama ha llegado a la presidencia en un momento de decadencia de la hegemonía de su gobierno y de su sistema económico, con la crisis financiera que continúa hoy en día. Para muchos ha sido una desilusión el hecho de que Obama haya enviado más tropas en Afganistán a pesar de ser galardonado con un premio Nobel de la Paz. Sin embargo, su estrategia puede dar buenos resultados si se asume el compromiso de trabajar para el desarrollo económico de los pueblos musulmanes, apartándose de las prácticas ligadas a la política exterior neoconservadora de su antecesor.

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BIBLIOGRAFÍA

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