J. L. Martín Galindo: «EL HOMBRE Y LOS PICOS DE EUROPA EN VALDEON» (1952)

El valle de Sajambre es una depresión casi celular entre montañas de fuerte relieve y con salidas difíciles a la Meseta o al sector cantábrico, lo que

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El valle de Sajambre es una depresión casi celular entre montañas de fuerte relieve y con salidas difíciles a la Meseta o al sector cantábrico, lo que le otorga una unidad «insular», de la que se deriva su marcada personalidad geográfica. A caballo entre dos ambientes climáticos y de vegetación, posee caracteres de montaña atlántica con matices meridionales.

«Aislados de la verdadera Cordillera Cantábrica aparecen, al norte, los Picos de Europa elevando su festoneada, luminosa y gris crestería por encima de todas las alturas restantes. Entre los Picos y la Cantábrica propiamente dicha existe una profunda depresión, originada por «una formidable rotura de la corteza terrestre...». Sobre esta depresión están las cabeceras de tres ríos: el Deva, el Cares y el Sella. Forman cuencas más o menos amplias, separadas entre sí por collados o puertos. Los ríos atraviesan los Picos, tajándoles... Según ya hemos dicho, para el conjunto de estas regiones de la depresión ocupa esta comarca dos zonas totalmente distintas: la primera y más meridional, es una amplia cuenca o anfiteatro excavada sobre la vertiente nórdica de la Cantábrica: paisaje verde de bosque animado tupido, suelo de pardas pizarras y cuarcitas. Las segunda zona se alza bruscamente, como un hosco paredón gris y fantástico, al norte de la cuenca. Las duras calizas que la forman montan sobre las pizarras y cuarcitas, elevándose en cimas que superan ampliamente a las de la Cantábrica propiamente dicha. Paisaje de osamenta, sin árboles ni arbustos. Es como el esqueleto descarnado de la Tierra o como un blanco «iceberg» que flotase amenazador entre el oleaje oscuro formado por los relieves de la Cantábrica... Imaginemos una enorme concha cuya parte cóncava mirase al cielo; tendríamos así un remedo de lo que es el «valle» de Valdeón. Es ésta cuenca la zona más humanizada, pues, aunque el bosque llena las laderas, el fondo del valle alberga, casi juntos a siete pueblos, tan próximos a los Picos que parecen barquichuelas junto a un acantilado».

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El espacio geográfico de Valdeón y Sajambre: dos valles armoniosos Sajambre y Valdeón constituyen dos células intramontañosas caracterizadas por su cierre norteño, el gran muro de los Picos de Europa, abierto por sendas gargantas hacia el Cantábrico; peñas y hoces definen por contraste su confinamiento y su entrada en la escarpada mole de los Picos. En cambio, hacia la Meseta, más redondeadas cuerdas y cumbres de altitudes menos elevadas dibujan de modo menos marcado el paisaje, aunque forman una barrera masiva que es suficiente para encerrar ambas comarcas en un relieve abrupto y separarlas por altos puertos de páramos y campiñas leoneses. Son, así, valles de la cordillera, relativamente aislados; valles cercados por montañas de ambiente atlántico. Entre ambos, una divisoria transversal da lugar a un puerto superior a los 1.400 m. de altitud (Panderrueda), que los diferencia pero no los separa. Sajambre y Valdeón son, por tanto, dos valles armoniosos, donde la naturaleza se muestra espléndida y los rasgos rurales adquieren consonancia con ella. Sin embargo, ello también ha ocasionado tradicionales aislamientos que han hecho difíciles las condiciones de existencia, mayores en Valdeón, por su peor y más tardía comunicación rodada y por su bloqueo fisiográfico hacia el norte. Este hecho ha contribuido a que ambas comarcas viertan naturalmente hacia Asturias, Sella y Cares abajo, mientras hacia León el Puerto del Pontón ha sido un cierre, sobre todo invernal, así como el de Pandetrave, aún más

La densa niebla trepa rápidamente por las laderas y a través de collados y pasillos, forman un manto uniforme del que sólo escapan las torres más elevadas a modo de islas en un mar de algodón.

La masividad de las calizas de los Picos de Europa, su intensa tectonización, que las levanta y cabalga sobre Valdeón, crean un paisaje propio, abrutpo, rocoso, y un ambiente peculiar: húmedo, con nieblas y nieves, en el que el agua superficial disuelve la roca y desaparece subterráneamente.

alto y abierto en fecha tardía a la circulación por carretera. Ello diferencia también los dos va-

Iles, pues mientras que el Sella es un pasillo tradicional de comunicación y relativamente activo,

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Los glaciares han dejado su huella en Picos en la excavación de pequeñas depresiones cerradas en donde las aguas, al quedar retenidas, se configuran en lagos, auténticos oasis en comparación a las llambrias calcáreas que los rodean. En la foto el Llagu Bajero, vertiente meridional del Llambrión.

el Cares ha sido un desfiladero sin paso habitual salvo para el reciente turismo excursionista. Así el Sella se convierte en el eje natural de la comarca entre León y Asturias, entre la Meseta y la Cordillera Cantábrica, con el que puede enlazar el cuenco de Valdeón, junto a su propia entrada por Pandetrave. Son valles a caballo entre dos regiones, aunque el poderoso cierre del bloque de los Picos y sus angostos tajos marquen con rotundidad la frontera natural del estrecho mundo atlántico español. A esa dualidad contribuyen los hechos climáticos, el relieve montañoso, la vegetación con caracteres más norteños, los modos de vida que todo ello acarrea y el singular fenómeno de que los Picos de Europa no sean divisoria de aguas, sino que éstas nazcan en sus valles meri-

dionales y los atraviesen por profundas gargantas. Valdeón y Sajambre vierten hacia el Norte a través de los Picos. Estas montañas quedan así doblemente incorporadas a su paisaje, porque los delimitan abruptamente y porque en ellos prosiguen los dos valles, penetrando en los macizos. Caín puede ser el ejemplo mejor de esta continuidad. Los cordales del Sur, desde la Sierra de Carcedo, al oeste, al Pico Coriscao, al este, son muros que cierran las cabeceras de los ríos de ambos valles; son estas corrientes de agua quienes dirigen y articulan el espacio; a su evolución erosiva se debe el labrado de los cuencos pasillos y gargantas que definen el territorio. En Sajambre los topónimos evocan constantemente el dominio del río en el paisaje: «Junseya», «Sella», «O seja», «Sajam-

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bre», hacen referencia continua a su significado original, salia, «corriente de agua» (como los cantábricos también Saja, Saliencia y quizá, el pirenaico Salencas), así como Ribota recuerda también la ribera, o los Beyos las hoces escarpadas que repiten ese nombre en la montaña cantábrica o lo transforman (el congosto del «Bejo» en Tudanca) o lo llevan hasta el Pirineo (el desfiladero del «Vellos», en Añisclo). Pero este importante papel geográfico se debe a una proeza de estos ríos, difícilmente explicable: haber podido aserrar sus hoces en la mole de los Picos de Europa, con tajos de más de mil metros, para traspasarlos. La respuesta al enigma tiene que estar en las características de dichos Picos, que han permitido la perforación natural y lineal de su maciza arquitectura.

El relieve y paisaje de los Picos de Europa 1. LA FORMACION DE UN RELIEVE ESTRUCTURAL Desde el límite marcado por la línea Norte-Sur que va por la ladera izquierda del valle del Sella, sigue por Riaño y llega hasta Cistierna, hacia el Oeste, el espacio se dispone en bandas marcadas entre Arenas de Cabrales y Guardo. Esas bandas, con distintos volúmenes y topografía, responden en primer término a distintas litologías, en segundo lugar a diferentes relieves estructurales y, por último, a modelados particulares. A occidente, los pliegues y mantos de las sierras de Mampodre y de Ponga, sus sucesiones de pizarras, cuarcitas y calizas, con su larga falla Esla-Nalón, dan lugar a un conjunto morfológico muy diferente. Tales bandas extendidas de Este a Oeste, son primero el corredor septentrional de Arenas, depresión tectónica con pizarras, calizas y cuarcitas, recorrida por los tramos inferiores de los ríos Casaño y Cares. En segundo lugar, la moles de Picos de Europa, impresionante masa de calizas compactas, elevada por encima de los 2.600 m. de altitud, tajada por hoces, que presenta un dorso tendido, aunque de vigorosa pendiente, al Norte, y un grandioso escarpe escalonado al Sur. En tercer lugar, las depresiones pizarrosas meridionales de los Picos (Sajambre, Valdeón y Liébana), con bandas de calizas y cuarcitas, excavadas erosivamente en el roquedo menos resistente. En cuarto lugar, las cuerdas de puertos y cumbres del Pontón-Coriscao, parcial-

El ámbito de Valdeón, circunscrito a sí mismo, vierte hacia el Norte entre los macizos occidental y central de Picos de Europa, pero la extremada angostura de la hoz del Cares ha detenido el poblamiento en el mismo inicio de ésta, potenciando con ello la diferenciación geográfica que la naturaleza otorga ya a ambos paisajes.

mente defendidas por calizas y cuarcitas, pero dentro del mismo conjunto litológico de las depresiones. Por último, el amplio sector de sierras y valles de Riaño, hasta su confín oriental en Peña Prieta, con roquedos similares entre los que destacan los conglomerados y las calizas con energía. Más al Sur se inician ya, en un cambio brusco, las plataformas del páramo. Arenas de Cabrales está a unos 200 m. de altitud; Guardo a 1.200 m. La disimetría es evidente. Más aún: a 28 Km. al Norte de las cumbres de los Picos de Europa está la orilla del mar; a la misma distancia hacia el Sur, la altitud es de 1.050 m. en Riaño o de 2.450 m. en el Espigüete. La mole de los Picos de Europa presenta tal masividad debido no sólo a su potencia de calizas, sino al apilamiento de és-

tas en pliegues y escamas; aquéllos aumentan su espesor real unos 1.450 m., y éstas repiten su sucesión en paquetes cabalgantes. Estos hechos y un fuerte levantamiento tectónico del conjunto dan lugar a un macizo que descubre en sus tajos internos más de 2.000 metros de calizas en la vertical, y que, de Norte a Sur, forma una barrera de estas rocas de 18 Km. de anchura, con un desnivel superior a los 2.400 m. respecto al corredor septentrional y de 1.700 m. respecto a la depresión meridional. Este macizo es resultado, ante todo, de una sedimentación de grandes masas de materiales calizos pertenecientes al Carbonífero que contrastan con un entorno litológicamente mucho más variado. La tectónica hercínica tiene también respuestas diferentes: a occidente la estructura es de mantos despegados y

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plegados y, en Picos, de escamas cabalgantes. La tectónica alpina también encontrará una respuesta peculiar en este gran bloque dando lugar a netas fracturas, mientras que el modelado se adaptará a su altitud, resistencia, fracturación y al comportamiento kárstico (capacidad de disolución) de las calizas, por lo que adquirirá rasgos propios. Estas escamas cabalgantes de los Picos dan lugar a una sucesión de por lo menos diez netos cabalgamientos entre Carreña al Norte y Posada de Valdeón al Sur, lo que provoca el apilamiento mediante fracturas de otros tantos paquetes rocosos. Los cabalgamientos presentan un frente arqueado con su convexidad hacia el Sur. En su límite occidental estos paquetes limitan bruscamente con los mantos de Ponga según una línea Norte-Sur: estas directrices guiarán los cursos de ríos como el Dobra y el Sella, entre otros, adaptados a las líneas de debilidad tectónica, las únicas en

un macizo tan compacto que permiten una canalización preferente de las aguas por erosión diferencial. El cabalgamiento más meridional de los Picos no es ya entre calizas, sino entre éstas y las pizarras de Valdeón y Potes y es el más importante de todos. Los Picos se desplazaron en bloque sobre su sector meridional, lo que ocasiona en Valdeón un contraste litológico, tectónico y, como consecuencia, morfológico de notable envergadura. Este comportamiento en bloque despega también el macizo del conjunto occidental de Ponga, lo que hace del área de Sajambre y del Sella un ámbito geológicamente muy complejo, con presencia de las diversas unidades en contacto, fuertemente tectonizado. Las estructuras hercínicas volvieron a reactivarse en la tectónica alpina, quebrándose el macizo según las viejas fracturas en el levantamiento que daría lugar a su emplazamiento y volúmenes

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actuales, aunque experimentando nuevas dislocaciones. En cualquier caso, este tipo de efectos tectónicos reconfiguró y hendió el bloque calizo de modo neto y vigoroso, con consecuencias importantes para su erosión posterior, que fue guiada por sus principales líneas. 2. LAS ROTUNDAS HUELLAS DEL MODELADO DE DISECCION FLUVIAL Si, como consecuencia de esta tectónica alpina, el macizo quedó, como parecen mostrar sus altitudes actuales respecto a las de su entorno, destacado topográficamente, tuvo necesariamente que hacer de divisoria de aguas. Aunque el macizo propiamente dicho presente hoy un fuerte escarpe al Sur y un dorso más tendido al Norte, los desniveles relativos a su entorno son superiores hacia Asturias que hacia León, como hemos indica-

Desde la cumbre del Llambrión, máxima cota de las tierras leonesas, se divisan hacia el Este algunas cumbres míticas de los Picos: Peña Vieja, Horcados Rojos, Tesorero, Naranjo de Bulnes.

do. Hacia el Sur continúan cordales aún por los 2.000 m. de altitud y ciertas cumbres elevadas, es decir, un relieve más complejo y unos niveles de base altos. A este contraste orográfico, mayor tras la tectónica alpina, se sumaría el climático entre la vertiente oceánica y la continental, lo que se traduciría en una disimetría hidrográfica muy marcada entre la vertiente Norte y la Sur. En esta última aún no estaría abierta, en los momentos postalpinos, la triple depresión Sajambre-Valdeón-Liébana, sino que los materiales pizarrosos formarían un relieve de mayor entidad que, en contacto con las calizas de Picos, enlazaría en pendiente irregular hacia el Sur con las sierras de Riaño y la cuenca sedimentaria de la Meseta. La historia erosiva de este sector a fines del terciario no puede ser seguida con detalle por su desmantelamiento posterior, pero debió tener cierta entidad por los depósitos asociados a ella que aparecen en dicha cuenca. Quizá ciertas muescas colgadas al Sur de los Picos indiquen antiguos niveles de disección, anteriores al excavado de la actual

depresión, hoy suspendidos e independientes de las líneas directrices del modelado, como las hendiduras de ciertos puertos, Panderrueda, Pandetrave, Pontón. En cualquier caso, esos niveles de disección hacia el Sur quedarían notablemente altos respecto a los actuales, sobre todo de los que ahora vierten hacia el Norte. En contraste, la incisión fluvial de la vertiente septentrional fue activa, rápida y profunda, más aún en los Picos que en otras partes de la Cantábrica por sus mayores altitudes y proximidad al mar, que ocasionan no sólo unas condiciones topográficas adecuadas para ello, sino también climáticas de más abundantes precipitaciones. Todo ello contribuyó a una disección pronunciada, de efectos muy superiores a los de la vertiente meridional, a unos perfiles longitudinales que se clavan profundamente en el macizo (en cota por debajo de los leoneses) y a una eficaz erosión remontante que hace retroceder activamente las cabeceras de estos ríos. Sin embargo, el tajo de los Picos desde el Norte está condicionado por su litología resistente y

karstificable, por lo que es conducido selectivamente según sus planos transversales de debilidad derivados de su fracturación. Sus grandes fallas vendrán, así, a dar grandes desfiladeros. Los trazados rectilíneos de éstos, sus grandes planos en las paredes que los forman, sus quiebros en bayoneta indican una adaptación rígida a la geometría de las dislocaciones alpinas en los Picos de Europa. Estas tienen dos directrices, la Norte-Sur, que hiende los Picos transversalmente de modo muy marcado, y la que sigue el dibujo arqueado de los planos de cabalgamiento de las viejas escamas hercínicas. Estas líneas arqueadas, fallas inversas, son, pues, producto de la compresión experimentada por el bloque en el hercínico y de la implantación del macizo en el alpino. Las fracturas que dividen el macizo de Picos de Europa han ocasionado su escisión morfológica al ser aprovechadas por la incisión fluvial. El carácter determinante de la fracturación en la dirección y fácil clavado de las gargantas del Sella, Cares, Duje y Deva, es incuestionable. No obstante, el trazado del Sella es

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La garganta del Sella abre el macizo calizo de Picos casi en su límite occidental, aprovechando líneas de debilidad tectónica transversales al conjunto masivo de la montaña Cantábrica. La hoz descubre la estructura interna de los Picos: su apilamiento de estratos, cabalgantes e inclinados hacia el Norte.

complejo, pues combina líneas de fractura con la posición del contacto entre los mantos de Ponga y el conjunto calizo de los Picos. El cruce de la dirección dominante de fracturación con las que imponen los frentes de cabalgamiento, ocasiona otro juego de incisiones subordinado al anterior. En el caso del Cares y

del Duje, de tal cruce resultan los quiebros E-W de ambas gargantas en el interior del bloque de los Picos. Hoy están colgadas, sobre todo en Valdeón, las cubetas meridionales sobre los grandes tajos que hienden las calizas de Picos, lo que indica el vigor de las incisiones en el macizo favorecida por los factores antes comen-

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tados: Santa Marina está aún a 1.158 metros y Caín a 500 m.; es decir, el Cares tiene escasa pendiente en su garganta lo que es indicativo de la profundidad de su tajo y de su facilidad para abrirlo, aún en plenas calizas, según las fracturas. Finalmente alcanza las pizarras cabalgadas por los Picos y las taja, pero no es en esta roca fácil donde ha progresado más su incisión. En el proceso que originó estas formas hay que partir de un momento en el que la disimetría inicial dejaba los valles meridionales que vertían entonces hacia el Sur, altos respecto a los cauces de los del Norte y separadas las cabeceras de ambos por una barra y luego un tabique calizo, también desportillado por los procesos de montaña en el plano de fractura: un perfil, pues, de descenso hacia el área de Riaño, suave y unas condiciones climáticas continentales, frente a un perfil de descenso hacia el Atlántico, fuerte y unas condiciones más lluviosas. La excavacicón de los Picos progresa por el Norte activamente, pero no por el Sur, y se inscribe en las fracturas señaladas, con perfiles transversales muy angostos y longitudinales profundamente insertos en el macizo, con retroceso de cabeceras, ubicadas a más baja cota que los relieves del Sur, que llegan a sobrepasar el área de calizas y a alcanzar la de pizarras; en éstas se abren los valles con facilidad tardíamente: progresan aún más las cabeceras hacia el Sur, captando aguas de este sector, cambiando su perfil transversal de angosto a amplio y avanzando rápidamente. Los viejos niveles meridionales quedan colgados y desconectados en puntos mientras se excava esta depresión meridional (a partir de una cota más elevada que los cauces actuales) y se siguen encajando en los valles a lo largo del Pleistoceno. En este proceso, las aguas procedentes de la vertiente Sur de los Picos

es ya conducida hacia el Norte, mientras que las cabeceras de los ríos que van hacia la Meseta se retranquean detrás de los relieves —cuerdas y cumbres— que cierran las cuencas de recepción de los septentrionales, quizá detenidas o retrasadas en su proceso por un cambio climático tardío y por litologías más resistentes que las pizarras. Estos ríos meridionales prosiguen también su menor excavación y abren sus propios valles de perfil tendido y fondos planos, mientras bajo los Picos se ha dado la inversión del drenaje, se desmantela el antiguo modelado y se realza contrastadamente el escarpe calizo, según su plano tectónico, por erosión diferencial. De este modo se configura el espacio de Valdeón y Sajambre, dependiente de modo directo de la morfotectónica de los Picos de Europa. 3. EL INTENSO RETOQUE GLACIAR Y KARSTICO Al lado de la poderosa labor de los ríos, responsable de los principales rasgos morfológicos de los Picos, dos procesos interrelacionados han dejado su huella sobre las calizas de los Picos de Europa: la acción de los hielos cuaternarios y la karstificación ligada a la disolución superficial y profunda de los materiales calcáreos. Ambos procesos han dado lugar a la apertura de huecos y hoyos cerrados que separados por collados, tabican topográficamente la superficie de los relieves culminantes. La presencia de contrapendientes ligada a estos fenómenos glaciares y kársticos da lugar a focos de endorreismo en donde las aguas de escorrentía y las resultantes de los deshielos quedan frecuentemente estancadas en las cubetas de sobrexcavación glaciar (Llagu Cimero, al SE de Collado Jermoso); otras veces el drenaje se realiza de forma subterránea a través de los conductos kársticos, bien difusamente

La Canal de Asotín, entre la Torre del Friero y Collado Jermoso. En el interior del mazizo, las únicas vías de acceso desde los pueblos a las cumbres es a través de empinadas canales recorridas periódicamente por pastores y rebaños parallegar a las majadas y chozos.

por dolinas, jous y lapiaces, bien concentradamente por sumideros abiertos en el extremo de un poljé (es el caso del que se abre en el extremo Sur de la Vega de Liordes que alcanza una profundidad de 228 metros sobre el ni-

Torre de Piedras Lluengas en las proximidades de Caín.

vel más bajo de la vega antes de si fonarse). El glaciarismo desarrollado en el Pleistoceno reciente remodela las áreas de cumbres, al tiempo que se forman depósitos al pie de las peñas atacadas por procesos nivo-periglaciares y en los fondos de los valles. A lo largo de toda esta evolución morfológica en los Picos se han dado fenómenos de disolución de las calizas, asociados a los distintos tipos de roca y a sus planos de disyunción; la forma más notable que horada la superficie de la alta montaña son los jous, depresiones cerradas causadas por la disolución del material calcáreo y la infiltración de aguas en el macizo, retocadas por la erosión glaciar pleistocena y por el periglaciarismo actual, pero aún funcionales, y que contribuyen a la configuración laberíntica de las áreas cimeras. La importancia de la disolución profunda de las calizas de Picos se pone de manifiesto en

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que algunas zonas exploradas del macizo central, Hoyo Grande, Vega de Liordes, han sacado a la luz numerosas y profundas simas que en algún caso, «La Horcadina» próxima al Collado Remoña, tienen hasta 250 metros de desnivel. Finalmente, en la actualidad, desprendimientos, argayos, y crecidas muestran la continuidad, atenuada, de algunos mecanismos mofogenéticos. 4. LOS PAISAJES VEGETALES Las condiciones climáticas de montaña atlántica de los Picos y su tránsito hacia los dominios internos, continentales, de la Cantábrica condiciona el recubrimiento vegetal de esta montaña. Pero hay tres factores que dan también una cierta peculiaridad a este paisaje: la altitud de cumbres, con el desarrollo de un piso elevado y con un mayor efecto de barrera a la influencia oceánica, aún en espacios poco alejados de la costa; segundo, la existencia de pasillos transversales de escasa altitud a lo largo de los desfiladeros, que permiten la penetración de elementos basales y mediterráneos en su interior; tercero, una intensa influencia antrópica en el reparto de esa cobertura vegetal y en la fragmentación y acantonamiento de sus bosques. En teoría corresponden a estas montañas unos pisos de vegetación potencial que comienzan en el basal, caracterizado por encinares en el medio y bajo Cares y en el Deva (más el robledal montano en el Sella y cabecera del Deva) y por fresnedas a lo largo del Sella, del Cares y parte del Deva y en el pasillo septentrional de los Picos (Güeña). Por encima del piso basal y del melojar meridional se dispone el montano con hayedos, orlando la montaña de anillos secantes que rodean los tres macizos por las laderas de sus gargantas; es el área de bosques. A

mayor altitud se encuentran los pisos subalpino y alpino (muy poco desarrollado éste salvo en las máximas cotas), supraforestales. El efecto meridional de abrigo se observa en la presencia no sólo de encinares, sino de melojares montanos en las laderas de los valles, como ocurre en el Deva; sin embargo, el encinar penetra hasta el Norte de la montaña, con magníficos ejemplos en el bajo Cares, gracias a los mencionados corredores, a la baja altitud y a las condiciones intramontañosas. Por otro lado, el típico piso de pinar, tan característico de la montaña peninsular, desaparece por lo común en la Cantábrica. La fuerte topografía de estas peñas y la remodelación del paisaje por el hombre ocasionan cambios en este esquema. Así las repoblaciones introducen otras especies económicas, los terrazgos y prados se extienden por los valles y las laderas y las paredes calizas interrumpen el recubrimiento con cierta frecuencia, aunque poseen arboledas en repisas y plantas en las fisuras.

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Los prados y matorrales supraforestales también se establecen en mosaicos con Ilambrias, lapiaces, paredes y jous. Los encinares son así discontinuos y el hayedo se fragmenta entre pastizales y matorrales. Los prados pasan a recobrar un significado geográfico mayor, junto a los robledales de la montaña. El bosque de Picos de Europa es el hayedo. Entre los diversos conjuntos nemorales de esta especie destacan los de Vegabaño (encima de Soto de Sajambre, quizá el modelo de hayedo de todo Picos) y Panderrueda. El primero se trata de un extenso hayedo situado entre los 1.000 y 1.600 metros de altitud, presentando un denso recubrimiento arbóreo, sin apenas estratos intermedios, escasamente acompañado de helechos, piornos, acebos, violetas, anémonas, etc. Arboles jóvenes indican la recuperación de este bosque, que muestra numerosas talas tradicionales; sin embargo, el pastoreo rodea y condiciona, como en todo el conjunto de Picos, la extensión y el carácter del bosque.

Los aprovechamientos tradicionales y la ocupación humana: pastores y majadas El encajamiento de la red fluvial y lo escabroso del relieve apenas ofrecen oportunidades para la vida agrícola; solamente en los fondos de los valles, donde se ensancha el talweg y se localizan algunos depósitos fluviales, junto a las acumulaciones de ladera, se desarrolla una menguada agricultura, que tradicionalmente viene alternando en los terrenos más fértiles el cultivo de patatas y maíz, y en los pequeños huertos próximos a las viviendas un policultivo de hortalizas, legumbres y algunos árboles frutales, también con vistas al autoconsumo. En algunas laderas soleadas, pero en condiciones lógicamente mediocres, se sembraban en el pasado algunas tierras de pan (trigo «tremesín», escanda, centeno) que han dejado sus huellas en el paisaje; hoy, tras la apertura de las comunicaciones y la mejora de las formas de abastecimiento, la siembra de cereales carece de sentido económico, ampliándose, en cambio, los cultivos forrajeros y pasando a engrosar el área pratense las tierras abandonadas, en función de la progresiva especialización ganadera. A pesar de este cambio aún se conservan hórreos (Santa Marina) en los que el grano, ganado a la tierra con tanto esfuerzo, se defendía de la voracidad de los roedores. En el potencial ecológico de estos valles predominan los prados, pastizales y las masas árboreas, que tapizan las laderas, preferentemente en los abesedos o umbrías, representando en torno al 80-85 0/o de la superficie útil. Son los recursos con los que se ha construído un paisaje y

El hay edo más ejemplar de Picos de Europa es el de V egabaño, en el pie de los grandes escarpes meridionales de Peña Santa. Altas arboledas húmedas y sombrías, donde el haya se extiende casi en exclusiva, constituyen bosques de cierta extensión y a una altitud elevada para lo que es común en estas montañas.

una economía ganadera perfectamente acorde con el medio natural. En efecto, la base económica de Valdeón y Sajambre continúa siendo ganadera y pastoril, como lo fue en el pasado; ganado vacuno y, ayer, también, caballar; ganado ovino y caprino, constituyen la cabaña tradicional de los valles, que aprovechan de forma escalonada y complementaria los recursos de la montaña. Pero la economía se apoya de manera especial en el ganado vacuno, porque al decir del pastor de los Picos del Cornión, «Las vacas son la hacienda de la montaña; son las que dan leche, sueru, manteca, queso, carne y cuero». El ganado mayor, casi siempre pardo-alpino, encuentra sus fuentes y áreas de sustento en las majadas de los puertos y colladas («Pandamones»), de las vegas («Vegabaño», conjunción

única de praderas, bosques y aguas), de las vallinas («Vallinos», «Barcinera»), o de los replanos de las laderas («Llomba»), combinando el aprovechamiento extensivo, a diente, con la estabulación invernal y el alimento con heno recogido en los prados de guadaña, bien de carácter comunal o bien en los particulares. El aprovechamiento de los pastos de altura era posible gracias a las muchas sendas que recorren la montaña. Las canales de «Mueño», «Dobresengos», «Mesones», «Capozo», «Trea», «La Toya», son bien conocidas por los cainejos; significan para ellos lo que las grandes avenidas para el habitante de la ciudad, aunque su sinuoso trazado y los enérgicos desniveles que salvan a nosotros nos parezcan inverosímiles. Estas canales junto con las traviesas, sedos y jitos, com-

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pletan una tupida red de comunicación, de a pie, por el interior del macizo, conectando las principales majadas, fuentes y vegas, con los asentamientos humanos. De gran importancia son los pastos y prados comunales o mancomunales como la famosa pradera de Llavaris, una superficie de «hierba a guadaña» perteneciente al ayuntamiento de Burón, en términos del Pontón, que se reparte entre los pueblos de Caldevilla, Soto, Prada, Posada, Los Llanos y Cordiñanes, cuyo aprovechamiento y disfrute gozan desde tiempo inmemorial. La pradera de Llavaris representa, segun Lueje, la gran reserva de hierba para la invernada de los ganados de estos seis pueblos del valle de Valdeón, siendo días muy señalados los que se dedican a la siega de forma colectiva. De acuerdo a las condiciones bioclimáticas de montaña, la ganadería aprovecha alternativamente los pastos naturales de altura y los prados y recursos del valle, practicando un nomadismo que comienza en mayo, con el despuntar de los verdes pastos de las campas y puertos. Antes de ascender a las cumbres, o viceversa, bajar al valle, los ganados aprovechan el escalón intermedio, los invernales, en primavera y otoño; en los meses estivales los ganados ascienden a la zona de majadas, frecuentemente por encima de los 1.500 m.,

El valle de Sajambre desde el Puerto del Pontón. Desde el primer promontorio montañoso desde la Meseta hacia el Norte se observa el Sella, profundamente encajado hacia el Cantábrico, primero en un valle intramontañoso relativamente abierto en las pizarras y, luego, en una garganta angosta entre las calizas más occidentales de los Picos de Europa.

con una estancia que suele durar de julio hasta San Miguel de septiembre, como indican las ordenanzas. Las tempranas nieves otoñales obligaban a los antiguos ganados trashumantes a desandar el camino y a los rebaños de ganado menor y a las veceras de vacas a descender al valle; se iniciaba la estabulación del ganado de diciembre a marzo. Entonces la montaña se cubre de nieve y la soledad y el aislamiento se apodera de los valles. Los montañeses aprovechaban este tiempo de descanso para la construcción de aperos y diversos útiles a partir de las nobles, y abundantes, maderas de sus bosques. Con la madera se construían yugos, arados, ruedas, forcas, rastrillos, ruecas de

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hilar, madreñas, cestas, entre otros artículos. Con ellos el montañés traficaba en Castilla y Tierra de Campos de donde volvía con artículos que él no podía producir, el vino, o no suficientemente, cereal, articulándose, de esta forma, un sistema económico que, aunque enfocado a la autosuficiencia, trazado por el aislamiento secular, se complementaba con el de otras comarcas vecinas. En la forma de organización del espacio montañés es lógico que las tradiciones comunales, de asistencia mutua y cooperación, hayan dejado sus huellas culturales en casi todos los aspectos de la vida de estos pueblos: en las veceras, en las romerías como la famosa a la ermita de Corona, en las ordenanzas de

montería, como se nos revela en la empalizada y foso del «Chorco de los lobos», costumbres que según los mismos habitantes de los Picos de Europa se han modificado «a medida que los pueblos .van caminando hacia el progreso». Nuestras dudas nos quedan respecto al progreso. Igualmente la tradición ganadera y pastoril ha dejado su muestra en el hábitat disperso: cabañas, chozos, invernales, caseríos, en los que temporalmente moran los pastores y se almacena el heno. Un paisaje, una economía y unas tradiciones que en su trabazón física y humana no difieren del resto de la Montaña Cantábrica. A esta herencia secular se han sumado más recientemente los refugios de montañeros («Collado Jermoso», «Cabaña Verónica») y excursionistas, que buscan en estas cumbres y en estos paisajes adormecidos por las nieblas de «borrina» o las nieblas andariegas el aprendizaje de la naturaleza y el limpio manantial de sus anhelos, la «fons vitae» que tantos hombres se afanan por hallar, inútilmente, en la áspera vida de las ciudades. Los núcleos de estos valles son como en el resto de la montaña oriental leonesa pequeños, pero en absoluto uniformes; el distinto tamaño y la adaptación a emplazamientos variados configura una trama de los lugares habitados en Valdeón y Sajambre que es una excelente lección sobre la ocupación humana de la montaña. Al cobijo y abrigo de las grandes cumbres, entre elevadísimas peñas, como Caín; colgado a media ladera como Cordiñanes; siguiendo el discurrir del río Cares como Soto de Valdeón o a la vera del río Sella, como Ribota; en fin, arrinconado al pie del Friero, aunque dominando Valdeón, y con Peña Bermeja de telón de fondo, como Santa Marina. El potencial humano de los valles se ha visto afectado por el común proceso migratorio de toda la montaña. En los últimos

La Vega de Liordes, al pie de La Padiorna, tiene excelentes pastos pero sólo pueden ser aprovechados durante el verano al estar frecuentemente el resto del año cubiertos por la nieve.

treinta años la población de los valles se ha reducido a la mitad; la densidad, entonces ya baja, es ahora a todas luces insuficiente (5,2 hab/km2 en Sajambre, y sólo 3,5 hab./Km.2 en Valdeón) para unos recursos que, aunque abundantes, son difíciles de aprovechar, máxime si tenemos en cuenta que el mayor porcentaje de población se agrupa en la parte superior de la pirámide. En la actualidad sólo dos núcleos rebasan el centenar de habitantes, Soto de Valdeón (117) y Oseja de Sajambre (182), favorecido por su papel administrativo y por ser paso obligado a través del Pontón y del Sella entre las tierras del Sur, a lo largo del Esla, y hacia el Norte, con la Cornisa Cantábrica, papel que se vio reforzado cuando la carretera de los Beyos, osada e inteli-

gente obra de ingeniería, llega a Soto en 1884. Posada de Valdeón (90 habitantes) representa como su propio nombre indica, la función de encrucijada, de posada y albergue para el viajero y de centro administrativo para el valle, uniendo los caminos que ponen a Valdeón en contacto con las comarcas limítrofes y el exterior a través de Panderrueda y Pandetrave. Cabe señalar, por último, que la base económica de los núcleos que articulan la vida de los valles, ha sufrido en las últimas décadas una sensible transformación, incrementándose de manera palpable el sector servicios que ahora ocupa casi la cuarta parte de la población activa. El excursionismo y el turismo han contribuido, sin duda, a ello.

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Los Picos de Europa: entre la protección de los valores naturales, la admiración excursionista o alpinista y la promoción turística. La creciente presión sobre los espacios de alta calidad natural amenaza con la destrucción de los ecosistemas más representativos de nuestro territorio, dada la escasa virtualidad que la declaración de «Espacios Naturales Protegidos» (Ley de 1975) tiene como elemento de salvaguardia de nuestro patrimonio. Los valles de Valdeón y Sajambre tienen reconocidas, en parte, algunas de las figuras que se contemplan para la protección del paisaje, de la riqueza faunística y de la producción primaria vegetal, pero la delimitación oficial del Parque Nacional o de la Reserva Nacional de los Picos de Europa es insuficiente y no implica la garantía de su conservación o de su aprovechamiento integral. En los últimos años es particularmente intensa la presión turística sobre Valdeón, existiendo ya una degradación preocupante en algunos puntos del Cares (apertura de pistas, acumulación de basuras...) y una transformación del hábitat poco acorde con el patrimonio heredado. Cuando a principios de siglo (1.905), los pueblos del Concejo de Valdeón y los habitantes de Caín «cedían al Rey de España y a sus sucesores el privilegio exclusivo de la caza mayor...» estaban mostrando su sensibilidad ecológica y ponían bajo una autoridad superior la obligación moral de proteger un patrimonio natural de indiscutible valor, amenazado entonces por la degradación de los bosques y el furtivismo incontrolado. La constitución del Coto Real de los Picos de Europa fue la respuesta pionera, fechas a las que se re-

monta también la creación del Coto Real de Gredos; más tarde, en 1931 ambos se convertían en Cotos Nacionales, señalándose expresamente que junto al fomento de la riqueza faunística y venatoria era necesaria la mejora del arbolado y de los pastizales, con vistas al mantenimiento del potencial ecológico. A partir de la Ley de 1966 y la Ley de Caza de 1970, en las que se configuran las Reservas Nacionales, se delimita un área de 7.600 Ha. a caballo entre las comunidades autónomas de Asturias, de Cantabria y de la provincia de León como Reserva

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Nacional de los Picos de Europa, de las que 1.770 Has. pertenecen al Concejo de Valdeón. Estamos ante un relieve bravío dominado por el roquedo y por algunos matorrales y pastizales alpinos cubiertos una gran parte del año de nieve, de nieblas o de brumas, pero que en el estío son el sustento de una ganadería (vacuno, ovino, caprino), productora de la materia prima de famosos quesos, y son el refugio de una rica fauna, representada en el pasado por la cabra montés y el oso y, hoy, por la bella estampa del rebeco, señor de estos agrestes parajes, sobre los que se alzan las enhiestas cum-

bres de Peña Santa de Castilla (2.596 m.) y la Torre del Cerredo (2.648 m.). Por otra parte, la filosofía que presidió la creación del primer Parque Nacional de España, en el macizo occidental de los Picos de Europa, el de Covadonga en 1918, en el XII Centenario de la histórica batalla, asumía la existencia de unos valores naturales excepcionales y el compromiso a escala nacional de conservarlos y facilitar su conocimiento. Un Parque Nacional constituye, pues, un área privilegiada de nuestro patrimonio natural. Solamente una parte de los tres macizos que configuran los Picos de Europa forman el Parque Nacional (16.925 Has.), y de ellas corresponden 4.631 Has. al valle de Valdeón, casi todas ellas enclavadas en los Picos del Cornión, incluyéndose también el bello núcleo de Caín. La superficie del Parque Nacional se mantiene aún en los límites de la primera declaración, cuando en realidad debería abarcar el conjunto de los Picos de Europa, incorporando al menos el desfiladero de los Beyos y los macizos central y oriental, máxime cuando existe un plan de reordenación de los usos en los Picos de Europa, que dará grandes facilidades a la presión turística. Ello implicaría la construcción de un complejo hotelero y un teleférico en Valdeón, y una estación de esquí en la Vega de Liordes, con unas inversiones superiores a los 4.000 millones de pesetas. Esta promoción está auspiciada por las Cámaras de Comercio de León, Astorga, Santander y Asturias y tiene, al parecer, las bendiciones de los respectivos gobiernos autónomos. De ser así, el hábitat de los Picos de Europa sufriría una radical transformación y los ecosistemas entrarían en una fase imprevisible de regresión y deterioro. Diremos que hasta el momento la protección de los valores

En el estrecho y hondo cañón del Cares se encuentra un paisaje natural de fuerte personalidad en sus formas de modelado, en sus sedimentos fluviales, en su vegetación escalonada.

Peña Santa de Castilla (2.596 m.)

naturales del parque no han estado totalmente garantizados, al carecer del Plan Rector de Uso y Gestión previsto en la Ley (1975) y en el Reglamento (1977)

de Espacios Naturales Protegidos que dice textualmente: «El Ministerio de Agricultura, a través del Instituto Nacional para la Conservación de la Naturale-

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za (ICONA), y de acuerdo con lo previsto en el artículo séptimo de la Ley, fijará mediante un Plan Director las actuaciones y medidas necesarias para salvaguardar las características y valores que motivaron su creación, facilitar el acceso para su uso, disfrute, contemplación y aprovechamiento ordenado de sus producciones e impedir los actos que directa o indirectamente puedan producir su destrucción, deterioro o desfiguración». La aplicación de este Plan exige la delimitación de los usos del suelo en zonas de reserva para preservar lugares o elementos únicos, raros y frágiles; zonas de uso restringido, posibilitando el contacto hombre/naturaleza con un mínimo de intervención; zonas de uso moderado, con vistas al esparcimiento y actividades educativas; y zonas de uso especial para dar cabida y acogida a los visitantes; todo ello compatible con los usos y aprovechamientos ganaderos tradicionales en régimen extensivo, contribuyendo al mantenimiento de una economía y unas condiciones de vida dignas que permitan la permanencia de la población en el entorno, cumpliéndose así con lo previsto en la Ley de Espacios Naturales Protegidos y en la Ley de Agricultura de Montaña (1982). Este desarrollo equilibrado e integral es el que propugnamos y deseamos para los Picos de Europa y para los valles de Valdeón y Sajambre.

La angostura del valle del Cares viene dada por la presencia enérgica de las calizas en el relieve; pero sus dimensiones derivan de la colosal potencia que adquieren desde su mismo arranque en las murallas meridionales. Sobre el comienzo de la garganta, las torreadas cumbres de la alta montaña sobrepasan los 2.600 m.; en primer lugar la ermita y prados de Corona.

POBLACION DE VALDEON Y SAJAMBRE OSEJA DE SAJAMBRE

Oseja ........................................ Pío ........................................................ Ribota ........................................................ Soto .............................................................

Vierdes ..............................................

POSADA DE VALDEON Caín ..................................................... Caldevilla ........................................... Cordiñanes ....................................... Llanos, Los ....................................... Posada de Valdeón ....................... Prada ................................................... Sta. Marina de Valdeón ............. Soto de Valdeón ............................

1950

1986

1.079 403 204 133 237 102

423 182 81 45

1.231 125 155 88 120 151 170 178 244

585 80 50 52 56

99

16

90

74 66 117

BIBLIOGRAFIA

y BERTRAND, C. Y G.: «La végétation dans les géosysthémes des montagnes cantabriques...» Re . Géo. Pyr. S. 1986, pp.281-312. 0., FERNANDEZ-PELLO, L., et al.: «Tipos de bosques en los Picos de Europa asturianos». Ería (en prensa). JULIVERT, M.:Estudio geológico de la cuenca de Beleño. Madrid, 1960. LUEJE, J. R.: Monografía de los Picos del Cornión. Gijón, 1986. MARTIN GALINDO, J. L.: «El hombre y los Picos de Europa en Valdeón», (1952). Poblamiento y actividad agraria tradicional en León. Valladolid, Junta de Castilla y León, 1987. pp. 103-120. RIVAS, S., et al.: La vegetación de la alta montaña cantábrica. Los Picos de Europa. León, 1984. RODRIGUEZ FERNANDEZ, J.: Valdeón y Sajambre. León, Fray Bernardino de Sahagún, 1972.

Fotos: E. Martínez de Pisón. José María Redondo Vega. «Paisajes españoles», Miguel Angel Torío. Delineación: Francisco Pelayo Somoano. Eduardo Martínez de Pisón. 216 - LA PROVINCIA DE LEON Y SUS COMARCAS

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