JALISCO Y LA REVOLUCIÓN MEXICANA: ESTRUCTURA, ECONOMÍA Y CAMBIO INSTITUCIONAL

JALISCO Y LA REVOLUCIÓN MEXICANA: ESTRUCTURA, ECONOMÍA Y CAMBIO INSTITUCIONAL RAFAEL TORRESSÁNCHEZ* Durante los últimos años, numerosas investigacion

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JALISCO Y LA REVOLUCIÓN MEXICANA: ESTRUCTURA, ECONOMÍA Y CAMBIO INSTITUCIONAL RAFAEL TORRESSÁNCHEZ*

Durante los últimos años, numerosas investigaciones de historia regional han puesto en claro que el movimiento revolucionario iniciado en 1910 distó de constituir un proceso homogéneo que abarcará por igual al país en su conjunto. De manera parecida, los estudios de caso han venido probando que una revolución social no implica necesariamente una ruptura histórica radical con respecto al orden de cosas en que irrumpe, sino que dicho proceso es un complejo entramado de permanencias y transformaciones irreductibles a las imágenes sugeridas por la asociación de ideas más elemental: destrucción generalizada de fuerzas productivas, paralización de las actividades económicas, sustitución automática de un régimen político caduco por uno nuevo, ruptura de los marcos de la vida cotidiana, imperio del caos, la inseguridad y la incertidumbre a todos los niveles. El presente ensayo se inscribe en aquella perspectiva de interpretación. Su objetivo es mostrar que, en el caso de Jalisco, las continuidades entre el antiguo régimen y el nuevo, producto del movimiento revolucionario, sobresalen por encima de las rupturas introducidas en el seno de la sociedad por éste último, rupturas que sólo tendrán lugar de manera lenta y pausada, al cabo de un dilatado período de incubación, y sin eliminar del todo las continuidades. Como veremos, durante los años más álgidos de la Revolución Mexicana en el estado de Jalisco el funcionamiento y características de la estructura económica no guardan una correspondencia exacta con la estrategia política y económica impulsada por los constitucionalistas a partir del verano de 1914, estrategia diseñada, ante todo, con el fin de alcanzar un cambio institucional en

* Departamento de Estudios de la Cultura Regional, Universidad de Guadalajara.

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el menor tiempo posible para, de tal forma, modernizar el patrón de acumulación capitalista. Refractaria a los decretos y reglamentos expedidos por los revolucionarios al calor de la lucha, la estructura económica prueba la solidez histórica de relaciones sociales de producción forjadas en un tiempo prolongado que la violencia es incapaz de transformar con la celeridad de los hechos de armas y una intencionalidad jurídica en gran parte de nuevo cuño, aunque heredera de la constitución liberal de 1857. De manera parecida, el nivel de las fuerzas productivas necesita algo más que una nueva reglamentación para experimentar transformaciones de fondo pues, por debajo de las proclamas, los discursos y, en su caso, los decretos y las leyes, la estructura económica presenta una cohesión y una inercia difíciles de ser alteradas en el corto plazo. Adicionalmente, este ensayo pretende ser una contribución al estudio del desarrollo del capitalismo a nivel regional, poniendo énfasis en la diversidad de tiempos y movimientos que implica dicho desarrollo que, si a escala internacional se presenta como desigual y combinado, en el interior de los países donde tiene lugar se acentúan aún más estas características. Bien miradas las cosas, la revolución mexicana iniciada en 1910 se asemeja a una exposición de relojería con muchos aparatos funcionando al mismo tiempo, pero a horas distintas. En el caso de Jalisco, veremos hasta qué punto la irrupción del movimiento revolucionario, durante el verano de 1914, fue o no capaz de imprimirle una mayor velocidad al reloj regional. Si bien el estudio de la historia tiene en las transformaciones su principal foco de atención, es necesario equilibrar la perspectiva, pues no será posible entenderlas si continúan dejándose de lado las permanencias. Entre unas y otras, la curva de todo proceso presenta naturales altibajos, contradictorios sólo en apariencia. Impresión de conjunto A diferencia de lo ocurrido en otras entidades federativas tras el estallido revolucionario y, de manera particular, durante el maderismo y el huertismo, la violencia y su cauda destructiva no se hicieron presentes en Jalisco con el mismo grado de intensidad. En esta parte del occidente mexicano, la revolución es más una noticia venida desde afuera que una realidad interna. Por eso y, a 168

pesar de los levantamientos locales que se producen de manera esporádica y desarticulada, las palabras con que el gobernador José López Portillo y Rojas cierra su Memoria de Gobierno a escasos tres meses de ocupar el cargo pero en la que recoge los acontecimientos correspondientes a los dos años anteriores, revelan el orgullo regionalista ante la excepción: El brevísimo relato que acabo de hacer no refleja sino de un modo imperfecto la verdadera situación de Jalisco durante los años últimos; pero da motivos para que nos sintamos orgullosos todos cuantos amamos este rincón de la Patria, por haber nacido bajo sus hermoso cielo. Haber mantenido la paz en medio de la guerra, la prudencia en medio de la locura, y el trabajo en medio de la destrucción, son hazañas de que bien puede vanagloriarse un pueblo fuerte, valiente y laborioso.1 López Portillo y Rojas, candidato del Partido Católico Nacional que había alcanzado el triunfo en las elecciones de 1912, aprovechando la apertura maderista, no era el único que opinaba de esta manera. De forma parecida se pronunciaban diversos sectores de la sociedad jalisciense a través de comunicados oficiales, informes y notas periodísticas durante los años que preceden a la llegada de los constitucionalistas al estado, el 8 de julio de 1914. En 1911, el Directorio del Estado de Jalisco prestaba más atención a la serie de temblores suscitados durante ese año que al movimiento revolucionario que comenzaba a envolver otras regiones del país. Por su parte, La Gaceta de Guadalajara. al comunicar a la opinión pública tapatía la fundación de una nueva colonia en la capital del estado, decía el 15 de septiembre del mismo año: La empresa de esta Colonia, firme en la creencia de que el país está entrando en una época nueva de progreso y prosperidad, ha determinado hacer de la Colonia Seattle uno de los lugares más atractivos para residencia en la República.2 Por lo demás, debe llamar la atención el hecho de que durante los años de referencia haya habido calma, paciencia y recursos para plantar árboles en el parque Agua Azul y pintar bancas, puentes y monumentos en la capital tapatía. En lo relativo a seguridad pública y en contraste con cierto sector de la prensa 1

López Portillo y Rojas, José: Memoria de gobierno presentada a la XXIV Legislatura del Estado de Jalisco, en 2 de febrero de 1913 por el Gobernador Constitucional; Archivo Histórico de Jalisco (AHJ en lo sucesivo), 972.35 LOP. 2 La Gaceta de Guadalajara, 15 de septiembre de 1911. Biblioteca Pública del Estado, (BPE) Fondos Especiales.

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local que no dejaba de dar noticias sobre los alzamientos en el medio rural, minúsculos y en ocasiones pintorescos, la memoria de López Portillo y Rojas declara enfáticamente: Se conservaron inalterables la seguridad y el orden públicos; en las localidades, por los gendarmes municipales, en los caminos, por los del estado, y en las rancherías, por acordadas organizadas al efecto. Ni en la breve lucha contra Porfirio Díaz ni en las negociaciones que culminaron en los Tratados de Ciudad Juárez en mayo de 1911 Jalisco cumple un papel relevante. Posteriormente, la efervescencia social suscitada durante el experimento liberal maderista a lo largo de 1912, el golpe huertista que culmina con el asesinato del Apóstol de la Democracia en Febrero de 1913 y la lucha masiva y heterogénea que sigue a este acontecimiento hasta la caída del usurpador en el verano de 1914, veían a Jalisco al margen de la contienda. Sólo a partir de 8 de julio de 1914 esta entidad federativa es incorporada al curso de la revolución, al entrar a las calles de su capital las fuerzas constitucionalistas al mando del General Alvaro Obregón, quien nombra a Manuel Macario Diéguez comandante militar y gobernador provisional del estado. Entre 1910 y 1914, entonces, la situación de Jalisco, salvando las generalizaciones a cargo del gobernador López Portillo y Rojas y de los sectores pudientes de la sociedad tapatía, es de una acusada calma que, sin omitir las dificultades económicas de los tiempos que se viven, explican la marcha ordenada de los negocios. En especial, el comercio, y la actividad de más larga duración en esta región del occidente mexicano, presenta una expansión característica.3 En contraste, no debe dejar de mencionarse la crisis crónica de la minería, agravada visiblemente durante los años que se extienden de 1914 a 1917, período que coincide en la entidad con la aplicación de las primeras reformas constitucionalistas, y tampoco hay que dejar de lado la difícil situación de la industria textil hacia 1917 que condujo, en algunos casos, al cierre de fábricas como La Nueva Victoria, de Lagos de Moreno, que paró de manera definitiva

3

Así lo indican con toda claridad los libros de protocolo de los notarios públicos que se encuentran en el Archivo de Instrumentos Públicos de Jalisco (AIPJ): Otras investigaciones están dedicadas ahora a cuantificar la tendencia. Aquí sólo cabe consignarla: tapatío, del náhuatl tapatíotl: lo que se da por lo que se compra, tlaco, medida prehispánica de pago en los tianguis de la región.

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sus actividades en 1923. Asimismo, hay que agregar a lo anterior la acentuada depresión de la industria tequilera hacia 1912 y, sobre todo, los graves trastornos monetarios que abaten sobre la entidad desde 1914 hasta 1916, año de aguda escasez y carestía de los artículos de primera necesidad, como ocurre en la mayor parte del país durante los años más violentos de la revolución. Dificultades adicionales se derivan de la paralización de los ferrocarriles, especialmente entre 1911 y 1914 y, desde luego, de lo que ya se mencionó: los minúsculos y en algunos casos pintorescos levantamientos armados puestos a veces entre las comillas de la imprecisión como "revoluciones de bolsillo".4 Por lo que hace a la población, las cifras muestran que, si para 1910 Jalisco cuenta con 1 208 855 habitantes, en 1921 han descendido a 1 191 957 y no será sino hasta 1930 cuando nuevamente se alcance el nivel de 1910, e incluso se le rebase ligeramente, al llegar la población del estado 1 255 346 habitantes.5 Es claro que siendo la fuerza de trabajo humana un elemento esencial para la acumulación de capital, no se puede esperar un desarrollo del capitalismo rápido en una región cuyo espectro demográfico presenta tal estancamiento y aun regresión en más de una década.6 Durante los años de la revolución y, pese a las anteriores circunstancias, la economía de Jalisco no dejó de funcionar y aun de expandirse, como en el caso del comercio, pero sin que su estructura económica se viera alterada en su esencia: mayormente agrícola, las relaciones sociales de producción en el campo continuarán presentando una mayoría de peones que no conocen el régimen salarial. Por encima de ellos, medieros y aparceros y, más arriba, rancheros y hacendados que recurren a formas de exportación extraeconómicas. 4

Aldana Rendón, Mario: "Los primeros brotes revolucionarios en Jalisco, 1908-1911", Guadalajara, U de G. Cuadernos de divulgación no. 8,1982. En este panfleto, el payo de la historiografía jalisciense no distingue, entre otras cosas, "gavilla" de "grupos de choque" ni "alzados" de "revolucionarios". 5 Archivo General de la Nación (AGN): Censo de población de 1930, México, Dirección General de Estadística, Secretaría de la Economía Nacional. 6 Para Marx, el desarrollo de todas la fuerzas productivas se resume en el desarrolló de la población: "Sobrepoblacióny población, tomadas en su conjunto, son la población que determinada base de producción puede generar". Véase: elementos fundamentales para la critica de la economía política (Grundrisse), 1857-1858, México, Siglo XXI, 3 vols., 1977, 9ªed. vol. 2, p. 111. Páginas más adelante, Marx anota: "La condición fundamental, entonces, para la producción capitalista, es el mayor crecimiento posible de la población, de la capacidad vida de trabajo" (p. 115). Por último, al examinar las dos formas del plusvalor, el relativo y el absoluto, Marx plantea que "lo que es menester ara todas las formas del plustrabajo, es el crecimiento de la población; de la población obrera para la primera forma; de la población en general para la segunda, ya que demanda un desarrollo de la ciencia, etc. La oblación, sin embargo, aparece aquí como la fuente principal de la riqueza", (pp. 308-309). 171

En la entidad, los repartos agrarios seguirán siendo mínimos hasta muy tardíamente7 y, en correspondencia con esta situación, la unidad productiva más numerosa seguirá siendo en rancho, pese a la extensión de las haciendas, en las cuales la persistencia de las tiendas de raya, refractarias a los decretos constitucionalistas expedidos a partir del verano de 1914 por Manuel M. Diéguez y Manuel Aguirre Berlanga, dan cuenta de la inercia de unas relaciones sociales de producción precapitalistas que no pueden ser transformadas con mandatos de papel. Por lo que hace al medio urbano, reducido de por sí,8 el panorama económico tradicional aparece coloreado por la existencias de numerosos talleres pequeños y cuyas características productivas no rebasan los marcos domésticos.9 En buena medida, tal panorama se explica por la ausencia de una burguesía industrial capaz de articular un proyecto alternativo de impulso al capitalismo como el que tenían los terratenientes, -aunque no lo declararan de manera explícita- para quienes la sujeción extraeconómica de la fuerza de trabajo en el interior de sus haciendas y ranchos así como en sus relaciones con medieros 7

"Sin caer en exageraciones -apunta la HJ sin dar cifras- la labor agraria en este periodo-19151916- resultó buena a secas. Entre sus logros deben citarse la creación de la Comisión Local Agraria, la restitución de tierras a diversas comunidades, la creación de Juntas Campesinas, etc.". Véase Historia de Jalisco. Guadalajara, Unde, 1982, 4 vols., vol. 4, "Desde la consolidación del Porfiriato hasta mediados del siglo XX", p. 269. En el caso de Chápala, apunta otra investigadora, "hasta después de los años treinta las haciendas de la ciénega de Chápala fueron afectadas por el reparto agrario y fue entonces, también, que se iniciaron nuevas obras para regularizar el riego de las tierras. La manipulación del agua pasó de lleno a manos del Estado". Véase B. de Lameiras, Brigitte: "La problemática agrohidráulica del Lago de Chápala y su región" en Primer Encuentro de Investigación Jalisciense/Economía y Sociedad, [s/e], Guadalajara, 1981, p. 245. Por su parte; Tamayo, Jaime apunta que "para 1920 el campo jalisciense había sufrido muy pocas modificaciones", aunque respecto a los repartos de entre 1917 y 1929, dicho autor no aclara si son definitivos o provisionales. Véase: Jalisco desde la Revolución. Guadalajara, Uned-U de G, 1987, XIV, vol. IV, p. 149; Regatado, Jorge, en cambio, que ha estudiado más de cerca el problema del reparto agrario en la entidad, opina que "durante 19 años, en los cuales se sucedieron más de siete presidentes de la república sólo se realizaron 7 000 dotaciones de tierras, repartiendo un total de 11 580 833 has. a 866 161 beneficiarios; esto da un promedio de 13.3 has. Por beneficiario". Véase JDR, vol. V., pp. 111112. En contraste, "durante sus aproximadamente 72 meses de gobierno, Cárdenas distribuyó un total de 18 786 131 has., para 728 847 beneficiarios, lo que da un promedio de 25.8 has. Por beneficiarios", op. cit., p. 112. 8 Según el Censo de 1910, para 1910 hay en Jalisco 6 934 ranchos, 360 haciendas, 226 pueblos, 145 congregaciones, 46 rancherías, 34 villas y sólo 18 ciudades. 9 Esta es una de las principales características estructurales de la economía de Jalisco en general y de Guadalajara en particular no sólo durante el período revolucionario sino durante años posteriores al mismo, como se pone de relieve en los diversos artículos recopilados por Arias, Patricia en Guadalajara, la gran ciudad de la pequeña industria, Zamora Colmich, 1985. Para este aspecto, véase también el trabajo más completo de Padilla Dieste, Cristina, "La pequeña y mediana industria, 1940-1980", en JDR, vol. XIII.

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y aparceros posibilitaban amplios márgenes de ganancia.10 Por lo demás, y como es ampliamente reconocido por la historiografía regional jaliscience, es el capital comercial, y no el industrial, el que domina la historia de larga duración de Jalisco.11 LA ESTRATEGIA CONSTITUCIONALISTA Dos obras axiales han explicado a profundidad, en los años recientes, la premodernidad de la sociedad y la economía mexicanas decimonónicas.12 Como se desprende de los estudios de Xavier-Guerra y de Knight, la revolución mexicana, singular que esconde amplio, heterogéneo y variado plural, irrumpe en una sociedad holista y cambia muchos de sus componentes en un tiempo relativamente rápido. De manera particular, la revolución mexicana acarrea un efecto de igualación social y derriba las barreras que separaban jerárquicamente a los mexicanos, por más que los modos de producción permanezcan más o menos intocados. Para el desarrollo del capitalismo, como puso de relieve Enrique Semo en un estudio ya clásico y que debe ser en tal virtud recordado, la revolución mexicana representó un impulso "desde abajo", una vuelta de 10

Para algunos autores, sí hay una burguesía industrial en Jalisco durante los años de la revolución. Véase, por ejemplo, de Beato, Guillermo: "Los inicios de la gran industria y la burguesía en Jalisco", México, Revista Mexicana de Sociología año XLVIII, no. 1, eneromarzo, 1986 y Arias, Patricia, op. cit. Beato, a partir de algunas fábricas textileras fundadas en Jalisco hacia la segunda mitad del siglo XIX, la da por hecho, sin parar mientes en el carácter de las relaciones sociales de producción en dichas fábricas, donde no se ha completado el proceso de expropiación de los productores directos respecto a sus condiciones materiales y objetivas de producción, y donde la composición del capital es, por lo tanto, asaz inmadura. En el caso de Arias, la precariedad explicativa es aún mayor pues carece de entrada, de sentido común, ya que, si se sostiene, como ella hace -en lo cual tiene razón- que la nota dominante de la producción jalisciense a fines del Porfiriato y en los años revolucionarios es la pequeña empresa doméstico artesanal, no se ve por dónde pueda ubicarse aquella "gran burguesía industrial" de que habla en su artículo, homónimo del libro que coordina. ¿Cómo puede hablar de una gran burguesía industrial en ausencia de una gran industria? 11 Véase, entre otros. González, Fabián: "Sociedad y política en el estado de Jalisco durante la Revolución Mexicana", Controversia! no. 1, Guadalajara, noviembre 1976-enero 1977; Rodríguez la Puente, Manuel: prólogo al libro de Adana Rendón, Mario: Desarrollo Económico de Jalisco. 1821-1940, Guadalajara, U. de G. 1979; el propio payo de la historiografía regional jalisciense se adhiere a dicha opinión. Por lo demás, a pesar de la reconocida importancia del capital comercial en la historia de Jalisco, no abundan los estudios sobre las formas concretas en que dicho capital devino tan constante y perdurable, marcando hondamente la idiosincrasia jalisciense. El carácter un tanto lírico del vol. XIV de JDR, dedicado al estudio del comercio tapatío, no ayuda mucho a reducir este fallante, ya que Torres Montes de Oca, Abelino aborda comercio desde 1940 a los años más recientes y deja de lado el período revolucionario, al cual menciona sólo tangencialmente en la introducción al citado volumen de JDR. 12 Xavier Guerra, Francois: México: de! Antiguo Régimen a la Revolución. 2 tomos. México, FCE, 1988, y Knight. Alan: La Revolución Mexicana/Del porfiriato al nuevo régimen constitucional. 2 volúmenes. México. Grijalbo. 1996.

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tuerca, un perfeccionamiento de los mecanismos económicos de la acumulación de capital.13 En este sentido, cobra importancia el estudio de las primeras reformas que los constitucionalistas —carrancistas y obregonistas— implementaron en las regiones que fueron ocupando, durante la lucha contra Huerta, primero, y contra las otras facciones revolucionarias después —villistas y zapatistas— en su marcha sobre la capital del país y en pos del poder político que les permitiera diseñar un nuevo Estado y, antes, dirimir sus propias diferencias. Como ya fue dicho, los constitucionalistas entran a la capital tapatía el 8 de julio de 1914, la gestión de Manuel M. Diéguez, desde este año y hasta 1919, es sólo un caso, entre otros —los proconsulados, que dice Knight— de la manera en que los ganadores de la revolución aplicaron o intentaron aplicar su estrategia política, social y económica diseñada al calor de la lucha, estrategia que se ve confrontada con los tradicionalismos regionalistas de diversa índole y a los cuales pretende transformar, imprimiéndoles un nuevo sello modernizador. Según las condiciones locales, el ritmo y el alcance de las primeras reformas. Adviértase que la falta de participación de Jalisco en el movimiento armado de 1910 ha traído como consecuencia que, en la historiografía sobre la revolución mexicana desde la perspectiva del movimiento en su conjunto, apenas se le mencione.14 Sin embargo, si se considera que una revolución social no se reduce a los hechos de armas, el papel que cumplen entidades federativas como Jalisco en la revolución aparece con mayor claridad. Así, este estado servirá como proveedor de mercancías para otras regiones del país mayormente envueltas en el conflicto y, de manera destacada, como un terreno experimental 13

Semo, Enrique: Historia mexicana/Economía y lucha de clases, México, ERA, Serie popular, no. 66, 1978, capitulo IV: "La revolución de 1910-1920: algunos problemas de interpretación", pp. 232-242. 14 En obras fundamentales como las de Katz, Knight, Xavier Guerra, Womack, Werner Tobler, Aguilar Camín, Gilly, Paoli, Cockroft, Coerues, Hall, Cumberland y tantos otros, poco aparece la palabra Jalisco. Ahora bien, el hecho de que dicha entidad no participe masivamente en los hechos de armas no quiere decir que no experimente inconformidades, problemas de diversa índole y levantamientos locales a pequeña escala y, la mayoría de las veces, desarticula dos respecto a los núcleos principales del estallido social. La historiografía jaliscíense -y de manera especial la de la última década- no carece de estudios sobre dichas inconformidades, problemas y levantamientos. Comenzando por la HJ y terminando con JDR, los investigadores locales han dado cuenta con profusión descriptiva de la formación en Jalisco de los primeros clubes políticos de oposición a Díaz, como el Club Político Pedro Ogazón, fundado en 1909 para impulsar la candidatura de Bernardo Reyes a la vicepresidencia de la república y la de su hijo Rodolfo para la gubernatura del estado, o como el Club Reeleccionista, presidido por el general Pedro Rincón Gallardo. También están datados: la inconformidad obrera y los alzamientos armados locales.

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donde quienes a la postre resultarán ser los ganadores de la revolución implementarán una estrategia novedosa para el impulso del capitalismo "desde abajo", como vienen entendiéndolo en su larga marcha nómada, desde el epicentro sonorense, hasta la capital del país. "Los triunfadores de la revolución -apunta Aguilar Camín- tienen un nombre: carrancistas; y dentro de este grupo, una fracción: la de los revolucionarios de Sonora".15 El examen de la participación del grupo sonorense en los territorios situados al sur de sus fronteras estatales es importante para entender las facilidades y los obstáculos que fue encontrando su proyecto de reorganización nacional en las distintas zonas que cayeron bajo su dominación durante la etapa más violenta de la lucha armada. A partir de su experiencia original vivida al calor del levantamiento maderista y, sobre todo, de la lucha contra el usurpador Huerta y posteriormente contra las otras facciones revolucionarias, los sonorenses irán conformando una estrategia de desarrollo político, social y económico que pondrán en práctica primero en su propia entidad y, casi enseguida, llevados por el vértigo de los acontecimientos, en aquellas zonas. Los rasgos de dicha estrategia: la fe iluminista en la educación como redentora del pueblo y, en armónica correspondencia, la lucha contra el alcoholismo, la prostitución, los juegos de azar y otras formas del pernicioso vicio, la mejoría en las condiciones de vida tanto de peones como de obreros, la modernización agrícola, el control de los ferrocarriles, la fundación de periódicos, la —tibia y cautelosa— subdivisión de la propiedad agraria, el impulso a los medianos y pequeños propietarios, la canalización de crédito eficiente y oportuno al campo, la libertad de prensa, el definitivo ajuste de cuentas con el clero como inductor de los destinos nacionales, la reglamentación de los principales resortes de la economía y la política del país y, en primer lugar, erigiéndose como la más alta meta, la intervención del Estado en la economía tanto como regulador y reglamentador como al mismo tiempo productor y mediador entre los distintos intereses de las clases en pugna, como prueban la creación de numerosas juntas de conciliación y arbitraje.

15

Aguilar Camín, Héctor: La frontera nómada: Sonora y la revolución mexicana, México, Siglo XXI, 1984, p 10. Para entender la función de las primeras reformas constitucionalistas en Jalisco y en otras entidades como Sonora y Yucatán, por ejemplo, es de suma importancia la concepción teórica de North, DouglasC: Estructura y cambio en la historia económica, Madrid, Alianza Universidad, 1984. 175

Desde las gubernaturas de Mayorena (1912) y Pesqueira (1913) pero, sobre todo, desde la de Plutarco Elias Calles (1915), los sonorenses diseñarán y aplicarán su estrategia, labor a la que seguirán las gestiones de Manuel M. Diéguez en Jalisco (1914) y Salvador Alvarado en Yucatán (1915), antes de que Francisco J. Múgica haga lo propio en Tabasco, lo mismo que Adalberto Tejeda en Veracruz y José Agustín Castro en Chiapas, entre otros. Es necesario insistir en que dicha estrategia no responde a un plan preconcebido y perfectamente articulado sino que se va afinando a la par que toma forma, templada y modelada por el curso de los acontecimientos y, sobre todo, por el enfrentamiento, a distintos niveles regionales, con situaciones de hecho y con diversas herencias históricas. Las primeras reformas en Jalisco El análisis de las primeras reformas constitucionalistas en Jalisco muestra que, para que tenga lugar una transformación en la base de reproducción material de una sociedad, es indispensable que se apliquen los mecanismos jurídicos pertinentes o bien que se reconozcan y tipifiquen legalmente aquellas transformaciones que esa base material de reproducción está experimentando en un momento histórico determinado. A pesar de que, como ha sido dicho más arriba, la estructura económica de Jalisco no experimenta cambios esenciales como resultado automático del movimiento revolucionario, no deja de resentir algunas rupturas que preparan la transformación más generalizada que ocurrirá a nivel nacional durante el régimen que cierra la revolución mexicana con la aplicación de las grandes reformas planteadas en la Constitución de 1917, el nuevo marco jurídico a que da lugar el estallido de 1910. Las fuerzas contitucionalistas al mando del general Alvaro Obregón entran a Guadalajara, vaya el dato de nuevo, la límpida mañana del 8 de julio de 1914. De los doce mil federales que defendían la plaza bajo la jefatura del general huertista José María Mier, murieron dos mil y fueron hechos prisioneros cerca de seis mil. Los restantes huyeron, antes de ser abatidos de manera definitiva en batallas posteriores.16

16

Obregón, Álvaro; Ocho mil kilómetros de campaña, México, FCE; 1973, 3ª reip., pp. 134-143. En los archivos de Jalisco no está por ningún lado la noticia en prensa de tal acontecimiento.

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Al parecer, la entrada de los revolucionarios no fue muy bien recibida por los tapatíos, a juzgar por las palabras de Manuel M. Díeguez les dirige a los pocos días de ser nombrado comandante militar y gobernador provisional del Estado: Tiempo es ya jaliscienses de que salgan de ese oscurantismo en que ha pretendido hundiros el fatídico tirano, sacudid la apatía que os embarga y abate, erguios altivos y bravos como sabéis hacerlo y aprestaos a cooperar con las legiones que desde las apartadas tierras del Norte, vienen a reconquistar los derechos del pueblo tan ultrajado, tan oprimido y tan vejado.17

Como quiera que hubieran sido las cosas, a partir de ese momento —e incluso desde antes, como enseguida veremos— Manuel M. Diéguez emitirá una serie de decretos de carácter político, social y económico que tienen su origen, como ha sido dicho antes, en el proyecto de la fracción que más tarde resultará ser la triunfadora de la revolución mexicana.18 Sin embargo, antes de que la letra se convierta en realidad, los jaliscienses —algunos más que otros— atraviesan por un período de tiempo relativamente corto en términos de calendario pero muy largo en términos de la escasez y carestía de los productos de primera necesidad así como del desorden monetario que sacude las transacciones mercantiles, particularmente las compraventas al menudeo. Días de penuria y hambre para la mayoría y de reacomodos en diversos niveles de la cotidianidad jalisciense en general y tapatía en particular; el período que se extiende entre el verano de 1914 y el invierno de 1916 es de enfrentamientos entre los tradicionalistas moldes económico sociales que conforman la fisonomía de Jalisco y el empuje de las nuevas ideas y propósitos revolucionarios. Si desde antes de su entrada a la Perla de Occidente Manuel M. Diéguez da comienzo a su labor jurídica,19 durante el período indicado dicha obra

17

Palabras recogidas por Parras Arias, José, en: Estudio de la legislación constitucional en Jalisco, Guadalajara, U. de G-IJAH, 1969. 18 Entre el 18 de junio de 1914 y el 4 de diciembre de 1915 se expiden 133 decretos constitucionalistas en Jalisco pero, contra lo que la HJ (T. 4, capítulo VIIl) está dispuesta a creer sin mayores averiguaciones, son potencialidades más que efectividades. Por lo demás, la HJ proporciona algunos datos sueltos sobre determinados decretos, pero no interpreta el cuerpo de las reformas constitucionalistas, es decir, no sabe qué significan, con lo cual su discurso no rebasa el nivel de la crónica, quedándose un paso atrás del verdadero discurso historiográfico: Para esto, véase, de White, Hayden: El contenido de la forma, Barcelona, Paidós, 1992, capítulo I: "El valor de la narrativa en la representación de la realidad", pp. 17-39. 19 Labor que comienza con la expedición de 92 decretos, el primero de los cuales es emitido el día de su nombramiento como gobernador provisional en la población de San Marcos, Jal., y trata sobre moneda de curso legal o

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continúa adelante. Los decretos dieguistas intentan abarcar todos los ámbitos de la sociedad, desde las condiciones laborales hasta los precios de las mercancías, pasando por una amplia y variada gama de reglamentaciones sobre los más diversos asuntos y actividades, todo en favor de la modernización que está en la base del proyecto constitucionalista de impulso al capitalismo por una vía distinta a la tradicional porfiriana, una vía cuyo punto nodal radica en el apoyo a los pequeños y medianos empresarios agrícolas, principal aunque no únicamente,20 En este sentido adquiere relevancia la exigencia, por parte del gobierno encabezado en Jalisco por Diéguez, de título profesional para ejercer determinadas prácticas. Esta exigencia, al igual que otras similares, irán madurando hasta tomar la forma del decreto respectivo en 1918, en ocasión de reglamentarse el Artículo 4o. Constitucional que dispone que en lo sucesivo sólo podrán ejercer las profesiones de médico, cirujano, farmacéutico, dentista, partero, abogado, ingeniero y veterinario quienes posean título profesional expedido por una institución de enseñanza superior. Además de exigir títulos forzoso. En tales decretos destacan las reformas al trabajo, la jomada laboral de 8 horas, el salario mínimo de un peso tanto para la ciudad como para el campo, la educación, la urbanización de Guadalajara, la lucha contra el alcoholismo y los juegos de azar, la regulación y exención de impuestos para nuevas industrias, la derogación de las jefaturas y directorías políticas, la desaparición de los cantones y departamentos en el estado, el descanso obligatorio de los trabajadores, las vacaciones laborales y la abolición de las tiendas de raya de las haciendas y minas, entre otras cosas. En pocas palabras, en dichos decretos puede observarse con claridad el nuevo reordenamiento geopolítico, social y económico que, para el impulso al capitalismo, pretenden aplicar los revolucionarios constitucionalistas. 20 "El capitalismo de la época del Porfiriato era un proceso promovido por los grandes monopolios extranjeros y un núcleo de comerciantes mexicanos enriquecidos y terratenientes con sobrantes de capital, que cerraban el camino a cualquier posibilidad de transformación capitalista revolucionaria del país -apunta Enrique Semo- Lo que plantea la revolución de 1910 es un desarrollo del capitalismo de otro tipo. Los representantes fundamentales de esta concepción son los sectores de la burguesía media agraria, cuya expresión política será después del grupo de Sonora, que se adueña del poder en el país durante los años veinte y que expresa, a pesar de su carácter local, los intereses y las características de una burguesía agraria notablemente desarrollada a fines del siglo XIX, y con la aspiración de transformarse en una gran burguesía, dominar el estado y darle una orientación diferente. Muchas de las peculiaridades que caracterizan al capitalismo mexicano y a la forma del estado mexicano actual, se deben precisamente a que el grupo que asciende al poder después de la revolución mexicana de 1910 a 1920, es el que representa a esa burguesía agraria ascendente del período del porfiriato" Semo, Enrique, et. al: Interpretaciones de la Revolución Mexicana, México, Nueva Imagen, 1979, "Reflexiones sobre la revolución mexicana", p. 141. Como vemos, la historia regional ayuda a matizar planteamientos generales como éste, mostrando ensayos previos a la toma del poder por parte del grupo de Sonora, que se adueña del poder en el país durante los años veinte y que expresa, a pesar de su carácter local, los intereses y las características de una burguesía agraria notablemente desarrollada a fines del siglo XIX, y con la aspiración de transformarse en una gran burguesía, dominar el estado y darle una orientación diferente. Muchas de las peculiaridades que caracterizan al capitalismo mexicano y a la forma del estado mexicano actual, se deben precisamente a que el grupo que asciende al poder después de la revolución mexicana de 1910 a 1920, es el que representa a esa burguesía agraria ascendente del periodo del porfiriato": Semo, Enrique, el. al.: Interpretaciones de la Revolución Mexicana, México, Nueva Imagen, 1979, "Reflexiones sobre la revolución mexicana", p. 141. Como vemos, la historia regional ayuda a matizar planteamientos generales como éste, mostrando ensayos previos a la toma del poder por parte del grupo de Sonora.

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profesionales para ejercer debidamente, el gobierno dieguista experimenta una verdadera fiebre reglamentadora: la jornada laboral, el día de descanso, la instalación y el funcionamiento de talleres y fábricas, el interior de las casas de vecindad, los coches de alquiler, los mercados, las farmacias, los templos, las casas de asignación, las carreras de caballos, la venta de bebidas embriagantes, los juegos de azar permitidos, los molinos de nixtamal que ocupan un lugar sobresaliente en la economía de Jalisco durante estos años, etc. Son pocos los resquicios que escapan a la avalancha de decretos de un gobierno que quiere hacerse presente en todo y para todo. De manera especial, durante los años de penuria mas arriba indicados, las autoridades revolucionarias en Jalisco implementan tres tipos de medidas para combatir la carestía de los artículos de primera necesidad, aunque con escasos resultados: 1) promover la producción; 2) fijar niveles oficiales de precios y 3) fundar y establecer juntas de aprovisionamientos populares.21 En 1916, por ejemplo, el gobierno constitucionalista adquiere el treinta por ciento de las existencias de maíz en la capital del estado, con el fin de expenderlo molido a precios populares, en la presidencia municipal, a las personas más necesitadas de la población. Esta medida la repetirá en varias ocasiones el gobierno de Diéguez, especialmente durante los años de escasez y extrema penuria, al tiempo que emite medidas para el control del comercio, como el reglamento para los molinos de nixtamal de Guadalajara, en abril de 1916, y la obligación de que los comerciantes fijen a la vista del consumidor los precios oficiales de las mercancías, disposición fijada por la Junta Reguladora del Comercio que es extensiva a toda clase de giros.22 21

Torres Montes de Oca, Abelino opina otra cosa: "los efímeros gobiernos del país que se fueron sucediendo bajo condiciones políticas precarias, no tuvieron la fuerza necesaria ni el tiempo suficiente, ni los recursos para impulsar medidas en todo el país para la conducción y regulación efectiva de la economía; la mayoría de ellos se centraron en sanciones al comercio que practicaba la especulación y el ocultamiento"; véase JDR, vol. XIV, p. 84. Según dicho autor, por efectos de la revolución ganan terreno en Jalisco el autoconsumo y el trueque, aunque en esto, como en lo anterior, no proporciona datos en apoyo de su argumento. 22 También en Sonora, a principios de 1916, se crea una Comisión Reguiadora del Comercio destinada a controlar el alza de precios, la especulación y carestía. A mediados de ese mismo año Adolfo de la Huerta, a la sazón gobernador del estado, establece una red estatal de comercio, para lo cual abre expendios municipales en las poblaciones más importantes. En Sonora, como informa Aguilar Camín, dichos expendios resultan gananciosos para el gobierno, aparte de vender a "precios justos" (op. cit). Por su parte, Salvador Alvarado crea en Yucarán, el 8 de mayo de 1915, la Comisión Reguladora del Comercio, mediante el decreto no. 36 de su incipiente gobierno, la intención es similar: combatir el aumento injustificado de precios a través de diversas medidas, como la compra de productos de consumo popular, carne y granos entre los más destacados, para suministrarlos a precios justos a las personas más necesitadas. Otro importante instrumento de regulación económica del gobierno de Alvarado es la Comisión Reguladora del Mercado del Henequén. Véase para esto, de Paoli, Francisco José: Yucatán y los orígenes del nuevo Estado Mexicano, México, ERA, 1984, pp. 9495.

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Aparte de estas disposiciones relativas al comercio, el gobierno dieguista interviene como arbitro en las pugnas sociales aunque los logros en esta materia no sean tan espectaculares ni inmediatos. Por lo pronto, sin embargo, se restringen privilegios de los más pudientes y se reglamentan las relaciones entre los empresarios y los trabajadores, promoviendo reformas que tienden a mejorar el nivel de vida de estos últimos, como el establecimiento de Juntas Municipales de Conciliación y Arbitraje para la minería, la agricultura y la industria. En última instancia, prescribe el decreto correspondiente, será el presidente municipal quien decida en caso de empate entre patrones y trabajadores.23 En la estrategia dieguista ocupa un lugar destacado el fomento a la agricultura. Así, en vista de que bastantes terratenientes pretenden dejar sin cultivar la totalidad o buena parte de sus propiedades, el gobierno gira instrucciones en 1917 a los presidentes municipales para que den a sembrar las tierras a quienes puedan y deseen hacerlo sin desconocer, desde luego, la parte de las cosechas que en justicia corresponda a los propietarios de la tierra. Además, se toman precauciones para combatir la langosta que invade las tierras del estado durante los meses de agosto de 1915 y 1917 y se destinan recursos para solventar los daños causados por las heladas que se dejan sentir durante los dichos años. Asimismo, se lleva a cabo un importante esfuerzo para recabar datos referentes a distintas clases de cultivos, semillas, frutos, maderas, etc., y recoger muestras de productos agrícolas con el fin de turnarlos a la secretaría correspondiente del Gobierno de la Unión, en ciernes, y se exime de impuestos a los agricultores que importen implementos agrícolas de Estados Unidos.24 Las esperanzas puestas en la agricultura para alcanzar la recuperación económica nacional luego de los turbulentos años de lucha armada llevan hacia 1919 en Jalisco, como en otros lugares, a la impartición de la agricultura como

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En 1916, De la Huerta ensaya en Sonora otro de estos primeros intentos de política corporativa, al fundar la Cámara Obrera, encargada de conocer las quejas y violaciones a las leyes laborales, levantar expedientes de conflictos y peritajes de accidentes de trabajo, proponer candidatos para puestos de inspección de higiene y seguridad fabril, promover reglamentos pertinentes en dicho ramo y conciliar los intereses entre patrones y trabajadores. La Cámara Obrera es también un instrumento de control político directo pues se atribuye la vigilancia sobre los procesos electorales de las masas directivas de los gremios obreros del estado. Por su parte y siguiendo objetivos similares, Salvador Alvarado funda, el 14 de marzo de 1915, el Consejo de conciliación y el Comité de Arbitraje, para resolver los conflictos obrero-patronales. Para la Comisión Obrera en Sonora véase, de Aguílar Cambín, Héctor, Saldos de la Revolución, México, Nueva Imagen, 1982. Para Yucatán, la obra citada antes de Paoli, Francisco José. 24 AHJ, AG-1-1916, Exp. 228, caja AG-3.

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conocimiento obligatorio en las escuelas elementales, para lo cual los profesores deben asistir a los cursos de agricultura que se les impartirán en locales adecuados.25 Respecto a la intervención en la economía, el gobierno dieguista desarrolla un negocio de propiedad estatal consistente en la explotación de pieles, cuyo objetivo inmediato es sufragar los gastos ocasionados por la construcción de la línea ferroviaria Guadalajara-Chamela. De tal suerte, Diéguez vende pieles a varias compañías canadienses, como la Agencia Stall, The Barrie Tanning, Calta, The Breithap Leather Co., Ontario, John Hallman Ltd., Lady & Co, Toronto y la Compañía de Exportación United Trading Corping. Casi todos los municipios de la entidad contribuyen al negocio estatal de las pieles cuyas ventas ascienden, a fines de 1917, a cerca de 35 mil dólares, equivalentes a 1 500 pesos en oro nacional. Aparentemente, el negocio no redituó los beneficios esperados. Sin embargo, favoreció a algunos e implicó un robo a las poblaciones. Con todo, representa un adelanto regional de la política económica que caracteriza al Estado posrevolucionario en años posteriores. Por lo pronto, en las memorias del gobierno de Manuel M. Diéguez para el bienio de 1918-1919, se dice que las utilidades del negocio de pieles alcanzaron la suma de $294 418.51, sobre una inversión de $68 645.86, es decir, que se obtuvo una utilidad de 43.5 % sobre el capital adelantado.26 Siguiendo la lógica de la estrategia constitucionalista, el gobierno de Manuel M. Diéguez, además de intervenir como empresario en la economía, también lo hace como protector de los trabajadores, con la intención, desde luego, de facilitar las condiciones para la reproducción del capital. Así, mediante el decreto no. 29 del 10 de septiembre de 1914, se asigna salarios a los empleados de instrucción pública, desde 30 centavos hasta 3 pesos con treinta centavos, según el puesto.27 Un mes y medio más tarde, el 17 de octubre de 1914, siendo gobernador interino Manuel Aguirre Berlanga, se expide el 25

El Comercio de Guadalajarax Guadalajara, octubre de 1919, T I, no 2, BPE, Fondos Especiales. 26 Como ha sido dicho, uno de los perfiles mas acusados del gobierno constitucionalista es la pretendida presencia del Estado por encima de la sociedad, para Cordova, Arnaldo —uno de los estudiosos más destacados del tema—el conflicto entre Carranza, Villa y Zapata se debe, precisamente, a que para el primero de ellos corresponde al Estado implementar las reformas sociales que los movimientos de mas reclaman, y no a éstas. Véase: La ideología de la Revolución Mexicana, México, ERA, 1979. 27 AHJ,G-10-914. 181

decreto no. 39 sobre jornales mínimos para jornaleros y mineros. En dicho decreto se establece la jornada de 9 horas y se prohiben las tiendas de raya.28 El gobierno costitucionalista de Jalisco, como vemos no espera el banderazo del Varón de Cuatro Ciénegas para impulsar reformas que alivien la situación de los trabajadores. En cierto sentido, se adelanta a ellas: desde el 15 de agosto de 1914, por ejemplo, poco después de haber entrado a Guadalajara, expide la Ley Protectora del Obrero Mexicano. Obregón, por su parte, en plenas batallas del Bajío, expide el 9 de abril de 1915 un decreto sobre el salario mínimo de los jornaleros, lo cual lleva a que el propio Carranza, días después expida otro decreto ratificando el de Obregón.29 Prefiguraciones, continuidades y rupturas A pesar de que la crecida cantidad de decretos no determinen cambios rápidos en la estructura económica del estado, sí sientan las bases institucionales para ello y, mientras llega el momento de la grandes reformas cardenistas, la revolu28

AHJ. Ramo Gobernación, material sin clasificar. Cordova, Arnaldo, entre otros, señala algo crucial en este punto: Carranza se ve obligado por la circunstancias a adelantar algunas reformas sociales -o ratificar otras impulsadas previamente por los generales constitucionalistas-en su intento por frenar el ascenso de los ejércitos campesinos y aun, como plantea Alan Knight, de los focos de revolucionarios descentralizados. Así, el 3 de octubre de 1914, en momentos en que su Convención sesiona en la ciudad de México, se presenta en ella para dar lectura al programa de reformas: libertad municipal, reparto de tierras nacionales y de terrenos que el gobierno en ciernes comprará o expropiará a los grandes propietarios. Carranza también propone en esta ocasión que los municipios expropien terrenos para establecer escuelas, mercados y casas de justicia, así como la obligación que deben tener en lo sucesivo las empresas de pagar en efectivo y semanalmente salarios. Tampoco faltan en la propuesta carrancista la limitación de las horas de trabajo, el descanso dominical, las indemnizaciones por accidentes laborales y en general para el mejoramiento de las condiciones económicas de los trabajadores, entre otras. Veáse op. cit., p. 199. Para Córdova, la famosa ley del 6 de enero de 1915 y las concesiones de Obregón a la Casa del Obrero Mundial representan la inauguración de un régimen populista, al cual preceden y desde luego suceden distintas reformas en varios lugares de la república; el 2 de septiembre de 1914 en Jalisco, por ejemplo, Diéguez expide un decreto sobre descanso laboral y vacaciones, al cual siguen otros dos, expedidos por Aguirre Berlanga, el 7 de octubre del mismo año y más adelante, el 20 de diciembre de 1915, que reglamentan las relaciones obreropatronales. En Veracruz, Cándido Aguilar hace lo propio y reglamenta la jornada laboral, el salario mínimo y la del descanso dominical. El 6 de octubre de 1915, en el mismo estado de Veracruz, Agustín Millán, gobernador interino, establece por decreto las vacaciones profesionales en Yucatán, Salvador Alvarado dicta las "Cinco Hermanadas", disposiciones jurídicas que reglamentan el agro, el trabajo, la hacienda, el catastro y el municipio libre. Véase op. cit., p. 211. En la experiencia original de Sonora, como recuerda Aguilar Camín, a fines de noviembre de 1912 el diputado Carlos Plank había presentado a la legislatura del estado una iniciativa que, aunque tirada en aquel momento al olvido por sus colegas, es profundamente reveladora de la precocidad con que los políticos sonorenses perciben la necesidad de regular las condiciones laborales y atender las necesidades de un sector social que no parece tan importante en aquellos momentos. El proyecto de ley sobre accidentes de trabajo de Plank anticipa en 1912 toda una línea de legislación nacional, la iniciativa del diputado sonorense incluía por igual a la industria y a la agricultura. Véase, de Aguilar Camín, Héctor: La Frontera nómada..., p. 259. 29

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ción entra a Jalisco cambiando los nombres de las cosas, la antigua denominación y clasificación de las escuelas primarias es sustituida en julio de 1916. Un año después, en noviembre de 1917, se reorganiza el poder judicial conforme a los lineamientos de la nueva Constitución Política del Estado. Por decreto del 30 de marzo de 1918 (no. 1827) se declara de utilidad pública la apertura, alineamiento y ampliación de las calles, calzadas y caminos del estado, a fin de facilitar el tránsito urbano, suburbano e interurbano, por más que las prácticas arquitectónicas tampoco se vean alteradas de manera radical.30 Asimismo, la entidad experimenta importantes reordenamientos geopolíticos, al desaparecer la anterior división de cantones y departamentos y ser sustituidas por los municipios. En otros casos, como ocurre con las escuelas, los cambios abarcan los métodos de trabajo, los planes de estudio y los enfoque pedagógicos.31 En su informe de gobierno para el bienio 1918-1919, Manuel M. Diéguez se refiere a las transformaciones urbanas promovidas por el constitucionalismo en términos que recogen el anticlericalismo característico, asociado a éste y a numerosos aspectos de la estrategia revolucionaria: La revolución constitucionalista, en mi concepto, ha tenido uno de sus genuinos representantes en este gobierno de mi cargo, que si derribó los pórticos y atrios de edificios religiosos, levantó en cambio modernos establecimientos escolares y trazó y construyó parte de una línea ferroviaria que cruzará por regiones, no obstante su riqueza, inexploradas; que si apagó una lámpara votiva en las iglesias, iluminó las mentes juveniles con la luz de la enseñanza pública, y supo siempre edificar un taller junto a un santuario y abrir un libro al clausurar un templo. Apresurándose a los acontecimientos, el presidente del Congreso local, José Rivera Rosas, encargado de contestar el informe del gobernador, da por clausurada la revolución en Jalisco el 8 de julio de 1914, "con la entrada a esta ciudad de las fuerzas constitucionalistas". ¿Tendría por qué haberlo sabido -o ignorado- el diputado Rivera Rosas? Faltaba aún un largo trecho de disturbios, perturbaciones, ajustes y negociacio-

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González Romero, Daniel opina esto último en su detallado estudio sobre el tema. Véase Arquitectura y desarrollo urbano, en JDR, vol. X. González Romero señala una continuidad en la cultura material edificada entre el porfiriato y el Estado posrevolucionario, sin descontar las rupturas con que aquéllas se ven acompañadas, como ilustra el caso sobrevenido desde el porfiriato de las nuevas colonias habitacionales, construidas al poniente de Guadalajara, llamadas "higiénicas", que introducen variaciones en el patrón urbanístico de la capital tapatía, de tipo colonial. 31 Para esto, véase, de Martínez Moya, Armando y Castañeda, Manuel M. La Escuela de la revolución, JDR, vol. VII.

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nes para que se afianzara en Jalisco, así como en el reto del país, el proyecto de los ganadores de la revolución. Conclusiones Un año, un mes, un decisivo hecho para entender esto último: en junio de 1919 el General Alvaro Obregón lanza su candidatura para la presidencia de la república, contradiciendo los deseos de quien hasta entonces había sido su superior, Venustiano Carranza. Así comienzan la carrera del caudillo y el afianzamiento del constitucionalismo, bases del Estado posrevolucionario.32 La cadena de acontecimientos que siguen a aquel hecho y que conforman este proceso histórico muestran que el proyecto de los ganadores de la revolución distó de constituir una imposición "desde arriba" y que, por el contrario, se vio sujeto a numerosas negociaciones sociales. En la historiografía de la revolución mexicana se ha privilegiado la mención a las llevadas a cabo entre Obregón y las clases trabajadoras. Creo, para encaminar el ensayo a su salida provisional, que es importante dirigir la mirada a las que el caudillo tuvo que entablar con las clases pudientes, a fin de conseguir el consenso que lo llevara al poder. En este aspecto, Jalisco vuelve a adquirir relevancia y es un botón de muestra de una constante que merece mayor cobertura por parte de la historia regional a fin de elaborar comparaciones más exhaustivas que permitan la mayor comprensión de la revolución mexicana y del Estado posrevolucionario. En noviembre de 1919 la campaña del caudillo rumbo a la presidencia de la república lo conduce a aceptar la invitación que le extienden los terratenientes de Jalisco, agrupados en la Cámara Agrícola Nacional Jalisciense, quienes desean conocer sus puntos de vista sobre el desarrollo agrícola del país. La conferencia que el general Obregón dicta en las instalaciones de tan importante agrupación económica contribuye a explicar no sólo su intención de recabar para su causa el apoyo de las clases pudientes de la entidad, sino su concepción sobre el futuro desarrollo capitalista de México. Según la Cámara Agrícola Nacional Jalisciense, para 1919 Jalisco es la entidad más poblada y dedicada a la agricultura en el país. Su pacificación ha sido más efectiva que en otras entidades, cuestión de la cual se congratulan los

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Matute, Álvaro: La carrera del caudillo, México, Colmex, 1980, en Historia de la Revolución Mexicana, vol. 8.

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agricultores, dado el temor que antes habían manifestado. Las últimas cosechas han sido buenas, dicen, y se está dotando al Estado y a ellos en particular de nuevas vías férreas: de La Capilla a Chapala y de Acatan de Juárez a Cocula. Asimismo, van a ser reanudadas en gran escala las obras del ferrocarril del Sur del Pacífico. Por último, argumentan, la fertilidad del suelo de Jalisco es bien reconocida, lo cual le ha permitido alcanzar la autosuficiencia en artículos de primera necesidad y aun el abastecimiento para otros puntos del país. Los agricultores de Jalisco quieren conocer qué será usted capaz de hacer el beneficio de la agricultura, le dicen, y cuáles son sus ideas respecto al reparto agrario o sea la repartición de terrenos. Los agricultores de Jalisco estamos dispuestos a apoyar en la contienda política que se está efectuando al hombre que más de acuerdo esté con nosotros y con ese fin deseamos la opinión de usted para llevar sus ideas a la cámara.

Lo primero que aclara Obregón ante los agricultores de Jalisco es que no va a la cámara a celebrar un pacto. Enseguida, reconoce que el desarrollo y florecimiento de la agricultura son la base de la reconstrucción nacional, para lo que propone tres impulsos. En primer lugar, el establecimiento de estaciones experimentales en todo el país, ante las cuales la actitud de los agricultores jaliscienses ha sido en el pasado dubitativa cuando no adversa, como en ocasión de cierre de la estación experimental ubicada en el Parque San Rafael. Las estaciones experimentales — argumenta Obregón— son la base del desarrollo agrícola del país. En Sonora, al igual que en Sinaloa, permitieron la recuperación de importantes cantidades de tierras arcillosas, reputadas anteriormente como inútiles. Después de dos o tres años de experimentos y estudios se llegó a la conclusión de que esos terrenos dan el arroz de mejor calidad en la república. El segundo impulso toca la diversificación de cultivos, con el fin de posibilitar el paso de la autosuficiencia a la exportación. La experiencia ha demostrado —apunta el caudillo— que e¡ maíz, frijol y trigo son una aventura para los agricultores, y si eran una aventura cuando los jornales eran menores, cuando las contribuciones eran de menor cuantía, con mucha mayor razón esos cultivos son aventurados en la actualidad con los jornales altos, las contribuciones crecidas y las dificultades de todo género con que tropieza el agricultor para encontrar mercado a su producto. Llegamos, pues, a la conclusión de que es indispensable que se dedique a esa clase de cultivos únicamente el terreno que sea necesario para cubrir el presupuesto de consumo

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en el país y que el resto se dedique exclusivamente a cultivos que produzcan mercancías de exportación. Luego de exaltar las cotizaciones del tomate sinaloense, del garbanzo sonorense y de pensar en la naranja jalisciense como otro posible producto de exportación, Álvaro Obregón se refiere al tercer impulso en los sistemas de cultivo: He podido darme cuenta -se lamenta el caudillo- de que en todos estos estados se laboran las tierra empleando el antiguo arado de palo. Esos arados adolecen de grandes defectos. Primero, el trabajo es muy laborioso; segundo, es deficiente, por lo cual disminuye mucho la producción. En Sinaloa y Sonora, quizá por la proximidad a los Estados Unidos, ningún agricultor usa esos arados, empleando los sistemas modernos y haciendo de la agricultura en aquellas entidades verdadero ejemplo para los demás estados de la república.

En cuanto al problema agrario, Obregón reconoce que es el más grave en esos momentos y que se debe tener cuidado para no generalizarlo a todas la regiones. "Yo conozco sitios —puntualiza— en que el problema no es agrario, sino de irrigación, porque un noventa por ciento de los terrenos están abandonados por la sequía" y, a renglón seguido, insiste en que una de las formas de resolver dicho problema consiste, sin duda, en fomentar la pequeña agricultura. "Yo soy partidario —dice— de que se le dé ayuda a todo aquel que haga esfuerzos por salir de su medio estrecho y mezquino, y que a todo aquel que tenga empeño por ignorar su mejoramiento se le tienda la mano; pero no creo de ninguna manera que se deba recurrir al fraccionamiento de propiedades para dotar de ellas a los pequeños agricultores, antes de que se haya logrado el desarrollo evolutivo de la pequeña agricultura. No opino tampoco —continúa, tranquilizando a los terratenientes de Jalisco— que para el desarrollo de esa pequeña agricultura se use de la violencia y el despojo. Yo creo que la manera de fomentarla no consiste en desmembrar una gran propiedad y dividirla en fracciones de las cuales corresponderían terrenos a un individuo, el manantial de la hacienda, si lo tiene, a otro, las casas al de más allá, etc. En esta forma se destruye sin obtener provecho alguno". Y como si no fueran suficientes las garantías otorgadas, Obregón finaliza su intervención ante los para entonces tranquilizados terratenientes de Jalisco:

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Con el fraccionamiento ilógico de las propiedades solamente lograremos destruirlas, sin ningún beneficio.33 La conferencia de Álvaro Obregón en la Cámara Agrícola Nacional Jalisciense muestra con claridad la concepción que sobre el desarrollo del capitalismo, a partir de la agricultura tenía la facción ganadora de la revolución mexicana en vísperas de alcanzar el poder político nacional por la vía de las elecciones y, asimismo, da cuenta de la fortaleza de los terratenientes de la entidad quienes, una vez satisfechas sus expectativas, no dudaron en brindarle su apoyo al caudillo. Los años veinte, conocidos como década de la reconstrucción nacional y que en la esfera política corresponden a la plena institucionalización de los ganadores del conflicto armado, prolongarán en Jalisco las tendencias apuntadas: una estructura económica que no experimenta transformaciones esenciales y una serie de cambios en las instituciones gubernativas cuyo objetivo radica en promover lo más pacíficamente posible las transformaciones de fondo para el desarrollo del capitalismo, transformaciones que habrán de esperar el ciclo de las grandes y — últimas— reformas de la revolución promovidas por Lázaro Cárdenas durante los años treinta. En este sentido, la reducción de la escala de observación del movimiento social iniciado en 1910 puede contribuir a su mejor comprensión.

AHJ, AG-l-1919, Expediente no. 333, caja AG-15.

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