Jeremías 51. Se describe la caída de Babilonia Dayton Keesee

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Jeremías 51 Se describe la caída de Babilonia Dayton Keesee

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uede que los capítulos 50 y 51 parezcan reiterativos; sin embargo, sus reiteraciones no carecen de sentido. Hay ideas que deben repetirse para que puedan entenderse. Recuerde que en el año cuarto de Sedequías (51.59), cuando estas palabras fueron expresadas, Babilonia estaba en el apogeo de su poder, llevando a cabo una conquista tras otra. La sola insinuación de que esta poderosa nación caería —sin mencionar que los fabulosos palacios y exuberantes jardines se convertirían en desolación (vers.os 2, 29, 43)— parecía ridícula. El proclamar que la poderosa fuerza militar (vers.os 3, 4, 14, 30, 53, 56) sería desgastada, apresada y dejada indefensa, parecía absurdo.1 ¿QUÉ LE SUCEDERÍA A BABILONIA? (51.1–14) Lo que iba a sucederle a Babilonia es algo que se enfoca desde varios ángulos. Veremos quién lo 1 Sabiendo Dios la respuesta humana de Su pueblo, Él dio prueba duplicada en el capítulo 51, recalcando que tal destrucción de Babilonia era Su propio plan. Al leer el capítulo 51, note cómo se hace énfasis por Dios y acerca de Dios. Se menciona el nombre de Dios como «Jehová» veintitrés veces, como «Jehová de los ejércitos» cinco veces, como «Dios» cuatro veces, como «Rey» una vez y como el «Santo de Israel» una vez. De modo que son treinta y cuatro veces que se menciona a Dios específicamente. Si les añadimos los pronombres que se refieren a Dios (yo, mí, él, su), hallaremos que son ochenta y siete veces en esos sesenta y cuatro versículos que se hace mención de Dios. Si uno lee el capítulo con mucho cuidado, teniendo presente lo apuntado anteriormente, percibirá que la repetición es una reafirmación hecha por Dios mismo en el sentido de que lo sucedido a Babilonia ¡fue el resultado de acciones que Él determinó! Tanto el pueblo de Dios como las naciones de la tierra reconocerían así quién fue el que verdaderamente aplicó justicia cuando Babilonia cayó.

estaba haciendo (vers.os 1–4), por qué debía hacerse (vers.os 5–6), lo que Dios hizo (vers.os 7–9), cómo respondería el pueblo de Dios (vers.o 10) y cómo había de caer Babilonia (vers.os 11–14). Dios fue el que levantó al destruidor contra Babilonia (vers.os 1–4) y contra el pueblo de Leb–kamai.2 En respuesta al mandato de Dios, vendrían extranjeros (vers.os 2, 11, 28) a «aventarlos» (vea 4.11–13; 15.7– 9). Era este un proceso parecido a aquel por medio del cual se separaba la paja del grano, proceso cuyo fin era eliminar a la gente vana y las prácticas inútiles del escenario social y cívico. De todos los costados procederían las fuerzas que «devastarían»3 la tierra. Este término incluye la eliminación de 2 «La referencia que se hace en el versículo uno a “LebKamai” (ASV) es de lo más interesante. Este término significa literalmente “el corazón de los que se levantan en mi contra”. Con este título se designa a Babilonia como el corazón mismo de la oposición a Jehová. Sin embargo, el término Leb-Kamai también tiene otro significado, un significado que escapa completamente al lector de nuestro idioma. Leb-Kamai es otro ejemplo de uso del código llamado Atbash (vea 25.26; NASB) el cual consiste en sustituir la primera letra del alfabeto hebreo por la última, la segunda por la penúltima, y la tercera por la antepenúltima, y así sucesivamente. Cuando se descodifica LebKamai, se obtiene como resultado la palabra “caldeos” en hebreo» (James E. Smith, Jeremiah and Lamentations [Jeremías y Lamentaciones], Bible Study Textbook Series [Joplin, Mo.: College Press, 1972], 771). En el versículo 41 hay otro nombre codificado, y este es «Sheshak», que significa Babilonia. 3 Del hebreo baqaq —«… derramar […] Un vaso […] vaciar una tierra, despoblar […] despojar, saquear a los habitantes, Nahum 2.3; Jer. 19.7 […] Is. 19.3 […] ella estará completamente desprovista de entendimiento y de prudencia» (Samuel Prideaux Tregelles, Gesenius’ Hebrew and Chaldee Lexicon [Léxico hebreo y caldeo de Gesenius] [Plymouth: S. e., 1857; reimpresión, Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1967], 136).

Asuntos relevantes. Tema: La destrucción de Babilonia. Gema de verdad: 51.15: Dios el Creador. 1

pueblos, lugares y percepciones. El poderío militar sería destruido y quedaría indefenso debido a la muerte de soldados y a la carencia de armamento. La razón por la cual no había duda alguna de que la destrucción de Babilonia acaecería era que Dios no había olvidado a Israel ni a Judá (vers.o 5). No había olvidado la culpa de Su pueblo, pero sabía que estaban en proceso de cambio (vers.os 19–20). Dios no deseaba que Su pueblo fuera destruido durante el castigo de Babilonia (vers.o 6). A esta tanto la usó como la rechazó: la usó como su copa de oro, con la cual derramó Su ira sobre naciones inicuas (vers.o 7; 25.15–28; 27.1–11), y la rechazó al no tener compasión de ella. De forma inesperada y repentina, Babilonia caería debido a la arrogancia y al pecado (vers.os 8–9; 50.9–14, 29–32). Note aquí la benevolencia y la misericordia de Dios al ofrecer bálsamo para su dolor; sin embargo, ella no «sanó»4 por la bondad que Dios mostró (vers.o 9; vea 3.22; 6.14; 8.11; 15.18). Por lo tanto, el juicio de Dios y el castigo de Babilonia «[llegaron] hasta el cielo» y «[se alzaron] hasta las nubes». En el versículo diez se describe cómo respondió el pueblo de Dios a este reconocimiento. Sabían que el Autor del juicio era Dios, y esta verdad era algo que ellos tenían que «contar»5 y relatar. Sería un relato de alabanza y de celebración para los de Sion, porque era Dios quien estaba haciendo esto, y quien de este modo estaba sacando a luz las «justicias»6 de Su pueblo. En 51.11–14 se abarca cómo caería Babilonia. El propósito de Dios había de realizarse por medio de los reyes de Media (vers.os 11, 28; 50.39, 41). La venganza de Jehová se combinaba aquí con «el espíritu de los reyes de Media». Este es un claro ejemplo de la percepción que tiene Dios de una fuerza nacional que estaba preparada para hacer lo que Él sabía que debía hacerse. Dios utilizó así las estratagemas de potencias temporales como un medio eficaz para llevar a cabo Su juicio. De este modo, la justicia de Dios se mantenía en pie, y 4 Del hebreo rapha’ —«… zurcir, remendar […] sanar a un pueblo […] restituir la felicidad prístina […] Os. 7.1; 11.3 […] la felicidad prístina depende de la remisión de pecados […] Is. 6.10 […] perdonar, remendar, reparar» (Ibíd., 775–76). 5 Del hebreo saphar —«… especialmente grabar letras en piedra, por lo tanto, escribir […] escriba militar que tiene a cargo llevar las listas de la revista, Jer. 37.15; 52.25 […] narrar, contar […] especialmente relatar con alabanza, celebrar, Sal. 19.2; 40.6 […] expresar palabras» (Ibíd., 593– 94). 6 Del hebreo tsedaqah —« […] rectitud, lo justo […] justicia, que libera, venga y galardona a los piadosos […] cosas hechas con justicia» (Ibíd., 703).

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también se respetaba el libre albedrío del hombre. Es un propósito doble el que se observa además en el hecho de que Babilonia fuera castigada por su iniquidad (50.14, 18) y en el hecho de que se diera satisfacción a la venganza de Dios por lo que Babilonia había hecho a Su templo (vers.o 11).7 Estas fuerzas habían de ser tan «espesas» como langostas (vers. o 27; NASB). Los muros de Babilonia, la guardia reforzada, los centinelas apostados y la abundancia de sus tesoros no detendrían ni impedirían los gritos de victoria sobre ella. Dios había «deliberado» y había puesto «en efecto»8 lo que había dicho. Estos dos términos recalcan doblemente la naturaleza de Dios, y tranquilizan al hombre con el hecho de que la acción de Dios no es casualidad, sino un propósito deliberado (vers.o 12; vea 50.15, 29; 51.24, 47, 49). QUIÉN ES Y CÓMO ACTÚA DIOS (51.15–58) Al igual que un hilo dorado que se entreteje en todo el relato, este contexto constituye una descripción extendida de Dios y Sus métodos. Ni siquiera por un instante se aparta este grupo de versículos del tema de Dios: quién es, qué hizo, qué haría y cómo lo haría. Qué hizo (51.15–26) En 51.15–19, se manifiesta la grandeza de Dios en marcado contraste con las limitaciones y la vanidad del hombre. Estas diferencias pueden apreciarse en la tabla de la página 3.9 En 51.20–23 se explica qué hizo Dios por medio de Babilonia. Allí se presenta una descripción gráfica de conquista total. A Babilonia se le usó (vea 1.13–15; 25.9–29; 27.1–11) para destruir a otras naciones y reinos. Babilonia «quebrantaría»10 el poder militar (caballos, jinetes, carros), el pueblo (hombres, mujeres, viejos y jóvenes), las propiedades y las posesiones (rebaños, labranzas) y los gobiernos (jefes y príncipes). El término abarcador «quebrantar» incluye matanza, dispersión y cautiverio. Babilonia había sido 7

Vea 2o Reyes 24.11–13; 25.8–10; 2 o Crónicas 36.16–19. Del hebreo ‘asah —«… laborar, trabajar en algo […] hacer, producir con trabajo […] manufacturar […] preparar, poner a disposición […] por lo tanto ofrecer […] constituir […] acabar, ejecutar algo» (Tregelles, 657–58). 9 Note un paralelo y un contraste parecidos entre Dios y los ídolos en 10.1–16, y los pasajes idénticos de 10.12–16 y 51.15–19. 10 Del hebreo naphats —«… romper, hacer añicos […] Jue. 7.19; Jer. 22.28 […] dispersar un rebaño o un pueblo, Is. 11.12 […] ser dispersado […] Gn. 10.5 […] lanzar […] niños contra una roca […] Sal. 137.9 […] derribado, Is. 27.9» (Tregelles, 558). 8

El poderío de Dios frente a la vanidad del hombre Atributos de Dios Dios hizo la tierra con Su poder (vers.o 15). Dios «afirmó»1 el mundo con Su sabiduría (vers.o 15; 33.2). Dios extendió los cielos2 con Su inteligencia (vers.o 15). A la voz de Dios se producen tumultos de aguas en los cielos. Hace subir las nubes. Hace relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos. Es enorme la energía que Él domina (vers.o 16). Dios es el Formador de todo (vers.o 19). «Señor de los ejércitos es su nombre» (vers.o 19; NASB).

Atributos del hombre Toda la humanidad se ha «infatuado»3 (vers.o 17). El hombre carece de ciencia para hacer tal cosa (vers.o 17). Todo artífice se «avergüenza»4 de su escultura (vers.o 17). Los ídolos no son nada, son engañosos, inútiles, son una burla (vers.os 17–18). La vanidad del hombre no domina nada con su energía, ni con su poder. Los ídolos son hechos por el hombre. ¡El señorío de los ídolos es invención humana!

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Del hebreo kun —«… establecer, erigir […] confirmar, mantener […] constituir […] proponerse con seriedad, tomar en la mano […] aplicar la mente a la hechura de algo» (Samuel Prideaux Tregelles, Gesenius’ Hebrew and Chaldee Lexicon [Léxico hebreo y caldeo de Gesenius] [Plymouth: S. e., 1857; reimpresión, Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1967], 386-87). Si el hombre tan solo pudiera reconocer lo que supone el hecho de que Dios formó la tierra, además de que la dirige y la sustenta, sin duda que todos nos inclinaríamos delante de tan asombrosa inteligencia, sabiduría, poder y energía. 2 Una niña que caminaba junto a su padre miró el cielo y dijo: «Papito, si la parte de abajo del cielo es tan hermosa, ¡ahora imagínate cómo será la de arriba!». 3 Del hebreo ba‘ar —«… alimentarse de […] consumir […] ser bruto, fiero, eliminar, remover, exterminar» (Tregelles, 132-33). Mientras Dios crea y edifica, el hombre deteriora, destruye y muere (Proverbios 14.12). Se hace referencia a la infatuación o falta de conocimiento del hombre con respecto a Dios como Creador. El hombre no puede hacer a Dios, sino que Dios hizo al hombre. (Note este término en 10.14, 21.) 4 Este término hebreo (yabash) proviene de la idea primordial de «estar agotado […] de modo que uno es avergonzado, lo hace sonrojarse» (Ibíd., 328), ¡que es la triste vanidad del mejor esfuerzo del hombre, cuando se compara con el universo creado por Dios!

«martillo»11 de Dios, martillo por el cual llevó a cabo Sus juicios sobre muchas naciones. El término «Sheshach» en 25.26 (NASB) significa Babilonia, al igual que «Sheshak» en 51.41. El mensaje que no debemos pasar por alto es que esta extensión internacional del Imperio Babilonio a nivel mundial, fue en realidad la acción de Dios entre los hombres. Debido a que el soberano de estas gigantescas empresas era Dios, este Señor de los ejércitos se refirió repetidamente a Nabucodonosor como «[Su] siervo» (25.9; 27.6; 43.10; vea Isaías 44.28). Qué haría y cómo lo haría (51.24–58) La descripción de lo que Dios hizo por medio de Babilonia se amplía después para incluir qué haría Dios a esta (vers.os 24–26). La acción de Dios contra Babilonia fue emprendida debido especialmente al mal que ella causó en Sion 11 Del hebreo mappets —«… destruir […] quebrar […] destruidor del pueblo santo, Dan. 12.7 […] hacer añicos todo por medio de […] Babilonia como martillo, Jer. 51.20– 23 […] Jer. 48.12 símbolo de la destrucción de Moab […] Is. 27.9 como piedra de creta pulverizada» (Francis Brown, S. R. Driver y Charles A. Briggs, A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament [Léxico hebreo e inglés del Antiguo Testamento] [London: Oxford, Clarendon Press, 1972], 658–59).

(Jerusalén y Judá) en presencia de Jeremías (vers.o 24). 12 Aunque fueron juicios de Dios los que Babilonia ejecutó sobre Judá, la manera como esto se llevó a cabo hizo que Dios emprendiera acciones contra ella (vers.o 25; 50.14, 24, 29). El castigo de Dios sería decisivo y devastador. Con Su poderosa mano, Jehová arranca los imponentes montes de las peñas que los sustentan, y en el fuego de Sus juicios reduce las piedras quebradas a polvo y cenizas. Ni un solo pedazo de piedra se hallará apropiado para esquina ni para cimiento. Nunca más será Babilonia la sede de un imperio, y nunca más se originará ni se afirmará en Babilonia nuevo imperio.13

En los versículos 27 al 58 se abarca cómo planeó Dios hacerlo y quiénes serían afectados. En los 12 En Lamentaciones se presenta una visión ampliada de lo que Jeremías vio que Babilonia les hizo a Judá y a Jerusalén, en la cual relata qué sucedió y por qué sucedió. A continuación se presenta una breve reseña de este escenario de matanza y de sufrimiento: Capítulo 1: Una ciudad que ha enviudado. Capítulo 2: Un pueblo quebrantado. Capítulo 3: Un profeta que sufre. Capítulo 4: Un reino destruido. Capítulo 5: ¿Por qué? ¡Una nación penitente! 13 Theo. Laetsch, Jeremiah (Jeremías), Bible Commentary (St. Louis: Concordia Publishing House, 1965), 363.

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versículos 27 y 28 se resume el plan de Dios. Las naciones se reunirían y se prepararían para marchar contra Babilonia. Fueron dos veces que Dios declaró: «Consagrad14 contra ella naciones» (vers. os 27–28; NASB). Si bien por lo general entendemos el término «consagrar» en un sentido espiritual de dedicación a la Deidad, es obvio que en este contexto tiene otras connotaciones además de las que son directamente espirituales, aunque está dirigido a Dios y a Sus propósitos. Con gran consagración y dedicación, los medos formarían fuerzas en conjunto para llevar a cabo los juicios de Dios sobre Babilonia. «Ararat, Mini y Askenaz, que se ubicaban en la Armenia de la actualidad, eran los aliados norteños de los medos […] la caballería que desempeñaría tan importante función en la conquista de Babilonia se compara con una plaga de langostas…».15 En 51.29–33 se pone de manifiesto la percepción de Dios. El propósito de Dios se lograría porque Él sabía cómo reaccionaría Babilonia. La nación temblaría y se estremecería; la que una vez había sido potencia militar se vería obligada a someterse y a dejar de pelear. Había de «[faltarle] las fuerzas». 16 Sus soldados se encerrarían en fortalezas o buscarían refugio escondiéndose. Dios sabía que estos soldados no estaban preparados para organizar defensa alguna, y mucho menos lo estaban para lanzar un ataque ofensivo. Todos los correos corrían al rey para anunciarle una derrota tras otra. Dios fue preciso en cuanto a cómo se produciría la caída. El enemigo ha tomado los vados del río Éufrates que atravesaban la ciudad, cortando así toda esperanza de escape. Los pantanos cubiertos de juncos que había alrededor de Babilonia son quemados a fuego, para cortar toda vía de escape y para quemar fugitivos que podrían haber procurado refugio en ellos (vers.o 32). Pero ¿cómo podía hablar Jeremías con tanta seguridad acerca de la desaparición de Babilonia, la cual se encontraba en la época del profeta en el apogeo de su poder? Jeremías contesta: Babilonia es como una era cuando está de trillar, un terreno que se ha emparejado con el pisoteo y la labranza, el cual Jehová Dios de Israel ya está preparando para la siega. Es «de aquí a poco» que a Babilonia le vendrá el tiempo de la 14 Del hebreo qadesh —«… ser puro, limpio […] mostrarse santo uno en todo, ya sea por medio de impartir favores, Ez. 20.41; 28.25 […] o de infligir castigo, Ez. 28.22; Nm. 20.13 […] ser consagrado […] dedicar con santos ritos, a modo de sacrificio, Éx. 12.2; soldados para la batalla, Jer. 51.27» (Tregelles, 725). 15 Smith, 780. 16 Del hebreo nashath —«… secarse, dícese de la lengua que se seca cuando hay sed, Is. 41.17; de la fuerza, que se seca, Jer. 51.30 […] asolar, destruir» (Tregelles, 572).

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siega y el subsiguiente trillado (vers.o 33).17

En las Escrituras se usan tanto el símbolo de la siega como el del trillado para describir los juicios de Dios sobre las naciones y los hombres. (Lea Isaías 41.15–16; Miqueas 4.12–13; Joel 3.13–17; Apocalipsis 14.14–20.) Dios reconoció cómo reaccionaría Su pueblo durante estos eventos (51.34–36). Habían sido atormentados durante setenta años (25.12), por el poder de Babilonia. Habían sido desmenuzados y devorados. Habían sido explotados y maltratados. Cada una de las figuras retóricas que se usan en el versículo 34 señala que ellos habían sido tratados como objetos (no como personas) que están bajo total dominio ajeno. Habían sido vaciados cual conserva enlatada. Habían sido tragados cual bebida. Habían sido devorados cual bocadillo exquisito. Habían sido completamente explotados en todas las formas que pudieron haberle significado un beneficio para Nabucodonosor o para Babilonia. Su tierra y su vida habían sido sacrificadas con egoísmo para enriquecer a Babilonia. La expresión «me echó fuera»18 expresa acertadamente el significado original. «Explótelos y échelos fuera» era la actitud cruel y despiadada de Babilonia para con el pueblo de Dios.19 Los cautivos pedían que Babilonia hiciera frente a la misma violencia que ella impuso sobre Judá, y que la sangre de esta cayera sobre los caldeos (vea Génesis 9.4). Dios le prometió a Su pueblo que Él juzgaría la causa de ellos; y que se haría total venganza de ellos. Babilonia pagaría un precio por sus maltratos (vers.o 36; 50.14, 29–32). Dios «[secaría] su mar» y «[haría] que su corriente [quedara] seca». No hay duda de que Jeremías se estaba refiriendo al lujoso estilo de vida de los babilonios y al elaborado sistema de aguas que les había prodigado fertilidad y prosperidad.20 17

Smith, 781. Del hebreo duach —«… arrojar fuera, echar lejos […] dejar en estado deplorable […] ser vil […] lavar, purificar el altar, 2o Cr. 4.6» (Tregelles, 192). 19 No hay duda de que este fue el trato que por lo general se dio a los cautivos. No obstante, había algunos como Daniel que ostentaban cargos especiales de responsabilidad, y a quienes incluso se les honraba (note también 29.4–7). 20 «Con la destrucción de este elaborado sistema de irrigación y de control de las aguas, Babilonia se convirtió rápidamente en un desierto deshabitado, en el que se distinguían horribles e informes “montículos” (esto es, montones de ruinas), y un desierto ocupado únicamente por chacales. Los que pasen por el desolado sitio de Babilonia se espantarán y se burlarán de lo que ha sobrevenido a la que una vez fue orgullosa metrópolis (vers.o 37)» (Smith, 783). 18

La promesa de Dios acerca de lo que Él haría a Babilonia fue expresada una vez más (51.36b–44). A partir del versículo 36, Dios usó cinco veces el pronombre en primera persona «Yo» (vers.os 36, 39–40, 44), junto con siete verbos para afirmar lo que Él haría a Babilonia. El territorio de esta se convertiría en árido desierto deshabitado. A Babilonia se le representa como cachorros de leones que rugen y gruñen por su habilidad y su presa. Esta imagen los presenta recreándose en su victoria (50.29–31; Amós 3.4). Esta figura retórica se une con otra demostración y celebración semejante a un banquete de victoria (vers.os 39, 57; vea Daniel 5.1–31). Son palabras duras y de implacable ironía. Cuando los juerguistas estuvieran ardiendo por el vino y la lujuria (comp. Oseas 7.4–7), Jehová les pondría otra clase de banquete. La copa de vino que les daría sería la de Su ira (cap. 25.16–17), y la alegría de su embriaguez acabaría en un eterno sueño. Así, Herodoto (i.191) narra que cuando Ciro tomó la ciudad con su estratagema, los habitantes estaban teniendo un banquete con su acostumbrada juerga y libertinaje.21

La caída de Babilonia se describe además como corderos llevados al matadero (vers.o 40). Lo anterior recalca cuán repentina e inesperada sería la destrucción (vers.o 8; 50.24), como si todo un mar de naciones se tragara a este poderoso imperio (vers.o 2b; 46.6–10; Isaías 8.7, 8; 17.12–14). En Daniel 5.13–31 se presenta gráficamente la repentina caída. El resultado fue tierra desierta e inhabitada; incluso el muro de Babilonia cayó (vers.os 43–44; 50.15).22 El ataque que hace Dios contra la idolatría es el escenario central de esta situación de matanza y desolación. Una causa importante de la corrupción y del engreimiento de Babilonia era su culto a los falsos dioses. El dios más importante de Babilonia era Bel (vers.o 44).23 Entre los despojos que habían sido confiscados para este dios durante las conquistas de Babilonia, se encontraban los utensilios del templo de Dios en Jerusalén. Cuando estos utensilios fueron puestos en el templo de Bel, se puede decir que, de un modo figurado, Babilonia 21 Charles J. Ellicott, Ellicott’s Commentary on the Whole Bible (Comentario Ellicott de toda la Biblia), vol. 5 (Grand Rapids, Mich.: Zondervan Publishing House, 1959), 171. 22 «Los dos grandes muros de la ciudad llevaban, como se asevera arriba, los nombres de Imgur-Bel (=Bel protege) y de Nimetti-Bel (=la morada de Bel), y estaban así especialmente consagrados a este como su deidad tutelar» (Ibíd., 172). 23 Vea el comentario sobre la idolatría de ellos, en el lección , en relación con 50.1–10.

se los había «tragado». Dios reafirmó Su lugar y Su poder al declarar que de la boca de Bel saldría lo que este había tomado con sus glotonas mandíbulas. En Esdras 1.7–11 leemos cómo se llevó a cabo esto, cuando tales utensilios fueron devueltos a Jerusalén. El ruego que le hacía Dios a Su pueblo era que se prepararan para volver del exilio (51.45–51). En el versículo 45 se dan dos instrucciones, siendo la primera: «Salid de en medio [de Babilonia]» (vea vers.os 6, 9; 50.8)24, y la segunda: «salvad cada uno su vida del ardor de la ira de Jehová». En la segunda aseveración, vemos dos aspectos de interés. El versículo 46 pone de manifiesto que las nuevas acerca de la caída de Babilonia, y la violencia que acompañaba a esta caída (el ardor de la ira de Dios) podrían producir un temor tal que algunos no saldrían del exilio. Estos eventos abarcaron un período extendido de tiempo.25 Iba a haber violencia, en la cual se levantaría dominador contra dominador. El ruego de Dios tenía como propósito evitar que siguiera desmayando el corazón de ellos, y prepararlos para el retorno a la tierra natal. El otro interés relacionado con el ardor de la ira de Dios era en el sentido de que el remanente que estaba en Babilonia se salvaran por medio de volverse arrepentidos a Dios.26 Cuatro factores que se abarcan en los versículos 47 al 51 podían llevar al pueblo de Dios a una actitud de arrepentimiento. 1. Dios castigaría a Babilonia por su manifiesta idolatría hasta hacer que se avergonzara de sus ídolos (vers.o 47). Cualquier ídolo que haya en el corazón del hombre no saldrá de forma involuntaria. La afrenta que se menciona incluiría el ser silenciados, asombrados, confundidos, perturbados, atribulados y deshonrados, con los elementos adicionales de que palidecerían y serían aterrorizados. Serían despojados de toda esperanza y expectativa relacionadas con sus ídolos (vea 9.19; 49.23). El ver que esto sucede a Babilonia debía haber reavivado un deseo en sus corazones de 24 Lea Apocalipsis 18.2–21 (especialmente el vers.o 4) en relación con «salir de Babilonia». Vea la lección «Salid de ella, pueblo mío», de la edición «Apocalipsis, núm. 9» de La Verdad para Hoy. 25 «Después de la muerte de Nabucodonosor, en el 562 a. C, muchas sublevaciones y cambios de trono asolaron a Babilonia. El profeta advierte a los hermanos, pues teme que estos alborotos […] susciten esperanzas prematuras de liberación. Le hace recordar a uno la amonestación parecida que da Cristo, acerca de las guerras y los rumores de guerras que [han de preludiar] el día del Señor (Mateo 24.6; Lucas 21.28)» (Smith, 785). 26 Vea 50.18–20; 29.10–14; 24.7.

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aferrarse nuevamente a su Dios (vea vers.os 15–19). 2. El cielo y la tierra se juntarían para cantar de gozo sobre la destrucción de Babilonia (vers.o 49). Babilonia había de caer por «los muertos de Israel». El pueblo de Dios había perdido muchos seres queridos a manos de Babilonia. No solo era gozoso ver el cumplimiento del plan de Dios, sino que también había una sensación de justicia que acrecentaba este gozo. 3. Se exhortó al pueblo de Dios a «acordarse»27 de Jehová y a traer a la memoria a Jerusalén (vers.o 50). El poder de Dios y el hecho de que Él provee, Su grandeza y Su gloria, Su autoridad y Su amor, Su fidelidad y Su lealtad, Sus juicios y Su justicia, constituyen atributos cuyo recuerdo —a la luz de la nulidad de los ídolos de Babilonia— debía haber restaurado sus corazones. 4. Era crucial, para que el pueblo de Dios estuviera preparado para el retorno, que hubiera una actitud dispuesta en ellos. El verdadero arrepentimiento se produce cuando hay tristeza según Dios (vea 2a Corintios 7.10; Salmos 38.17– 18). La iniquidad de Babilonia hizo que fueran llevados en cautiverio y cubrió de confusión los rostros de ellos, pues el templo fue destruido y el pueblo derrotado. El estar conscientes de su culpa debía haberles llevado a estar «avergonzados» (vers.o 51; la misma palabra del versículo 47). La presencia de estos sentimientos —vergüenza, afrenta, confusión— en lo más profundo de sus corazones los estimularía a tener un verdadero arrepentimiento y a cultivar una determinación a «[salvar] cada uno su vida» (vers. o 45). 28 Lea Nehemías 1.1—2.18 y note cuán perfectamente este dirigente exhibía la preocupación y las características que se piden en 51.51. No solamente había un espléndido espíritu de confesión de los pecados de la nación y un glorioso homenaje a Dios, sino que también vemos en ellos una determinación dedicada a volver a Jerusalén y a restaurarla como un lugar donde Dios se reuniría 27 Del hebreo zakar —«… contemplar cosas que se traen nuevamente a la memoria […] hacer mención de algo con alabanza […] celebrar» (Tregelles, 244–45). 28 No se debe subestimar la importancia de esta necesaria transformación. Los judíos estaban cautivos, y habían entrado extranjeros en los lugares santos de la casa de Jehová (la cual todavía estaba en pie en el año cuarto de Sedequías; 51.59). Para los judíos esto era difícil de entender y les causaba confusión. 1) Parecía que Bel dios de Babilonia había prevalecido contra Dios. 2) Todo judío sincero con capacidad para discernir sabía que había sido el pecado de ellos lo que había propiciado esa situación (vers.o 51). ¡Si la realidad de toda esta situación se les aclaraba en sus mentes, lo lógico era que se arrepintieran y se volvieran a Dios Jehová de los ejércitos!

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gozosamente con Su pueblo. Nehemías era alguien que obedientemente hacía lo que Dios mandaba. Se resume el castigo que había planeado Dios contra Babilonia (51.52–58). Por cuarta vez en el capítulo 51, las palabras de Dios se dirigen contra la idolatría de Babilonia (vers.os 17–18, 44, 47, 52). Era este el caso del Dios verdadero contra los falsos dioses (vers.o 53). Con agudo oído profético, Jeremías oyó el sonido de clamor de Babilonia cuando vino gran destrucción sobre los caldeos (vers.o 54). Había desaparecido toda bravuconada de Babilonia, y el tumulto rugiente de las masas invasoras entró para destruir a Babilonia (vers.os 55–56; vea Salmos 124.2– 5, donde se usa la misma figura de aguas que braman). El concepto de la justicia equilibrada de Dios se ha expresado repetidamente (11.20; 17.10; 20.12; 50.15, 29). Ahora Jeremías declaraba que Jehová era Dios de «retribuciones»,29 quien daría pago en su totalidad (vers.o 56).30 La supremacía y la importancia de Dios se destacan cuando a Este se le refiere dos veces seguidas como «Jehová de los ejércitos». Su soberanía resuena cuando además se afirma que Él es Rey (vers.os 57–58). Dios declaró que la defensa de Babilonia sería arrasada por completo y que las puertas serían quemadas (vers.o 58; Habacuc 2.13).31 La prominente posición de Dios en los juicios que declaró contra Babilonia alcanza su apogeo en estos comentarios de cierre, ¡explicando por qué se le ha mencionado ochenta y siete veces en este capítulo! CONCLUSIÓN (51.59–64) Dios hizo una culminante conclusión con una dra29 Del hebreo gemulah —«… acción, trabajo […] pagar acciones a alguien, esto es, sus obras. Sal. 28.4 […] retribución, galardón, Is. 35.4» (Tregelles, 174). 30 Vea la lección «Se anuncia la caída de Babilonia», que abarca la naturaleza y la culminación de la actitud de Babilonia y de la acción de Dios. La idea de 51.39 se repite en el versículo 57. 31 «Según testimonios de la antigüedad, hay contradicción en cuanto a las dimensiones de los muros de Babilonia. El historiador griego Herodoto estimaba que estos muros eran de una altura mayor de 100 metros. De acuerdo con excavaciones hechas en el sitio donde se encontraba Babilonia antiguamente, los eruditos modernos estiman que los muros tuvieron una altura entre los 20 y los 25 metros y una anchura de unos 12 metros. Herodoto da testimonio además, de que en el circuito de los muros de Babilonia había cien puertas, todas de bronce, con dinteles y postes laterales de bronce (Herodoto I, 179). Estas puertas serán “quemadas”, esto es, atacadas, destruidas y fundidas. Innumerables miles de obreros de muchas naciones del mundo laboraron para hacer inexpugnable la ciudadela de Babilonia. Pero cuando el Señor comience a derramar Su ira sobre aquella ciudad, toda la agotadora labor de ellos habrá resultado en vano; todo el trabajo de sus manos será quemado» (Smith, 788–89).

mática demostración en 51.59–64. Mientras Sedequías viajaba hacia Babilonia por motivo de ciertos asuntos oficiales, Jeremías aprovechó la oportunidad para revelar otra singular profecía para las naciones (vea 1.5–10). Con Babilonia en el apogeo de su poder en el año cuarto de Sedequías, el declarar el fin de Babilonia no era asunto pequeño. Un profeta aparentemente insignificante, a quien su propio pueblo se le oponía, en un país conquistado por Babilonia, ¡estaba declarando el fin del imperio mundial! Jeremías tuvo que hacer acopio de una gran valentía para declarar su mensaje, aun más valentía para escribirlo, y su fe en Dios debió haber sido grande para creerlo. ¡Jeremías era tal clase de hombre! A Seraías hermano de Baruc (vers.o 59; 32.12), y que fue el mensajero elegido para entregar este singular documento, se le dieron instrucciones puntuales. Todo el mal que había de venir sobre Babilonia había sido escrito en un solo rollo. Con ese documento en sus manos, estando de pie junto al río Éufrates en Babilonia, a Seraías se le dieron instrucciones: había de leer en voz alta todas las palabras, ni una sola había de omitirse.32 Seraías después aseguró a todos los que se habían reunido para la lectura, que la Fuente de la profecía era Dios, no el hombre —ni Sedequías, ni Jeremías. Esta seguridad se dio por medio de estas palabras de oración: «Oh Jehová, tú has dicho contra este lugar que lo habías de destruir, hasta no quedar en él morador, ni hombre ni animal, sino que para siempre ha de ser asolado» (vers.o 62; vea Salmos 137.8–9). Cuando Seraías terminara su lectura del rollo, él había de atarle una piedra y echarlo en medio del río Éufrates. El mensaje implícito que algunos le atribuyen a esta acción, en el sentido de que por ella se había de ocultar el mensaje declarado, no tiene sentido, pues Seraías lo acababa de leer para que todo el mundo lo oyera. Acto seguido se da la verdadera razón para echarlo al río. Dios añadió una línea más de «condenación divina»: «Así se hundirá Babilonia, y no se levantará del mal que yo traigo sobre ella» (vers.o 64; énfasis nuestro). Aquel documento, a medida que se hundía en el río, era un símbolo de la forma como Babilonia se hundiría como nación. Desde el comienzo hasta el final, el énfasis fue en el sentido de que era por el juicio de Dios que Babilonia caería. Por ningún otro motivo habría tenido sentido el creer que esta superpotencia caería.

La expresión con que Seraías termina parece revelar la línea de conclusión de la profecía: «y serán rendidos» (vers.o 64).33 Babilonia es todavía un desierto. En los lugares donde Dios ha elegido dejar huellas especiales de su ira por la injusticia de los hombres, queda una ruina que ningún esfuerzo humano puede superar; y por lo general no hay voluntad para superarla. Sin embargo, donde la destrucción se produce únicamente por las pasiones y poderes humanos, puede que comparativamente haya una rápida recuperación. Este es un aspecto de la guerra en el que bien haríamos en reflexionar. Puede ser que las guerras, con todas las terribles complicaciones que les acompañan, en algo sirvan para deshacerse de algunos males, y propiciar de este modo la condición para un gran bien. El hombre no puede destruir lo que Dios se propone conservar. Pero lo que Dios destruye, lo destruye de una vez por todas, y es precisamente esta espantosa posibilidad de destrucción final la que debería hacer que los hombres tengan cautela en sus estimaciones del futuro, y hacer que [se vuelvan] de todos los caminos malos y egoístas.34

¿Cómo son los juicios de Dios para usted? ¿Son aleccionadores, espantosos o salvadores? (Vea Eclesiastés 12.13–14; Hebreos 5.8–9; Hechos 2.36– 47; 4.12; Apocalipsis 2.10.) Los juicios de Dios tienen un elemento redentor que abre la puerta a caminos más sabios y días más buenos. Toda destrucción divina debe considerarse como parte del proceso de salvación. Se dispersan naciones, se derriban instituciones humanas, termina la vida temporal de individuos, pero permanece el hombre individual en sus relaciones permanentes con Dios. Esta piedra que se perdió en un sentido, no se perdió en otro. Ahora más bien sirve un propósito superior al que podía haber servido solamente como piedra. Se convirtió en maestro, y todavía lo es. Abel, estando muerto, aún así habla. Y esta piedra del fondo del Éufrates todavía habla, advirtiendo a todos los hombres ambiciosos, y que descuidan los mandamientos y las profecías de Jehová.35

¡Preste atención a esa advertencia, amigo mío! 33 «Las palabras son idénticas a las que se usaron para dar cierre a la gran profecía en el versículo 58. Probablemente con esto se daba a entender que Seraías había de repetir las últimas palabras de la profecía, y que, en el momento en que pasaran por sus labios, él había de lanzar el rollo al río. El hundimiento del rollo era una representación del final de la vana labor y del cansancio de los hombres de la ciudad destruida» (Ellicott, 174). 34 D. Young, en T. K. Cheyne y W. F. Adeney, The Pulpit Commentary (Comentario del púlpito), vol. 11, Jeremiah, Lamentations (Jeremías, Lamentaciones), ed. H. D. M. Spence and Joseph S. Exell (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1950), 2:312. 35 Ibíd.

32 Vea las notas sobre 26.1–2 y 36.1–4 en la lección «El profeta es llevado a juício» de la edición «Jeremías, núm. 4» de La Verdad para Hoy. ©Copyright 2004, 2006 por La Verdad para Hoy TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

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