L IDEAL EN EL PAISATGE. DE MEIFRÈN A MATISSE I GONTXAROVA

ESPAI CARMEN THYSSEN SANT FELIU DE GUÍXOLS DOSIER DE PRENSA L’IDEAL EN EL PAISATGE. DE MEIFRÈN A MATISSE I GONTXAROVA COL·LECCIÓ CARMEN THYSSEN 13 d

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ESPAI CARMEN THYSSEN SANT FELIU DE GUÍXOLS

DOSIER DE PRENSA

L’IDEAL EN EL PAISATGE. DE MEIFRÈN A MATISSE I GONTXAROVA COL·LECCIÓ CARMEN THYSSEN 13 de julio - 18 de octubre 2014

FICHA DE LA EXPOSICIÓN 2014 ESPAI CARMEN THYSSEN Título: EL IDEAL EN EL PAISAJE. DE MEIFRÈN A MATISSE Y GONCHAROVA. COLECCIÓN CARMEN THYSSEN Fechas: del 13 de julio al 19 de octubre de 2014 Organiza: Fundació Privada CentrE d'Art Pintura Catalana de Sant Feliu de Guíxols Ajuntament de Sant Feliu de Guíxols Comisariado: Pilar Giró Román Coordinación técnica: Montse Barniol Número de obras: 51 Publicaciones: Catálogo con textos de especialistas e historiadores. Edición en catalán y en castellano Comunicación: Maria Gorgues Horario exposición: De lunes a domingo, de 11.00 a 21.00 horas. A partir del 15 de septiembre, de 10 a 13.00 y de 16.00 a 19.00 horas. Sábados y domingos, de 10.00 a 20.00 horas Taquilla abierta hasta media hora antes de cerrar El desalojo de las salas de exposición tendrá lugar 10 minutos antes del horario de cierre Dirección: Espai Carmen Thyssen. Plaça del Monestir, s / n. 17220 Sant Feliu de Guíxols Atención al cliente: Servicio de información y atención al cliente en la planta de acceso a la exposición Tienda: Los visitantes encontrarán una tienda-librería donde se pueden adquirir productos de papelería, regalos, moda y decoración relacionados con la exposición temporal del Espai Carmen Thyssen; así como los catálogos de las exposiciones de 2012 y de 2013. Información: www.espaicarmenthyssen.com y en el teléfono 972 82 00 51 Venta de entradas: en las taquillas de la exposición. Reserva de entradas en [email protected] Visitas guiadas: diversas opciones y horarios. La novedad son las visitas guiadas para el público familiar. Reservas : [email protected] y 972 82 00 51 Otras actividades: Música a la ciutat. Dentro del 52 Festival de la Porta Ferrada, miniconciertos gratuitos en julio y agosto. Consultar programación en www.portaferrada.guixols.cat i a www.espaicarmenthyssen.com

EL TALLER DEL ARTISTA El taller del artista es un espacio lúdico y educativo donde los participantes interactúan con la exposición. Esta actividad (adaptada a todas las edades) puede ser dirigida a través de monitores (escuelas, colonias de verano); o bien libre (visita familiar). Los monitores tienen a su alcance recursos pedagógicos para trabajar el concepto de color ('paleta de artista', 'paleta de color', clasificación de los autores por tonalidades, significado y psicología de los colores, etc) Repartidas en las tres salas del Taller del artista encontramos reproducciones de seis obras de la muestra L'ideal en el paisatge. De Meifrèn a Matisse i Gontxarova a partir de una selección de artistas, épocas y escuelas pictóricas distintas. La propuesta creativa consiste en completar, pintando, un cuadro 'inacabado'. Se trabaja con papel, lápices de colores de acuarela y esponjas húmedas. Los resultados de la actividad se pueden colgar y quedan expuestos en unos paneles. Las propuestas didácticas del Taller del artista quieren acercar el arte del siglo XX a los niños y niñas a través de estos ejercicios participativos. El taller del artista está en la tercera planta del Monestir, a la salida de la muestra. Acceso con la entrada de la exposición.

LUNES MUSICALES EN EL ESPAI CARMEN THYSSEN Por segundo año consecutivo el Espai Carmen Thyssen es uno de los escenarios de la programación de la 52. Edición del Festival de la Portada Ferrada de Sant Feliu de Guíxols. Los conciertos de julio tendrán Johann Sebastian Bach de protagonista. En agosto, los compositores y la música, se relacionan con movimientos artísticos vinculados a la exposición L'IDEAL EN EL PAISATGE. DE MEIFRÈN A MATISSE I GONTXAROVA. Lunes 21 de julio David Morata, violín

Partitas i Doubles de Bach

Lunes 28 de julio Dolores Vidal, violonchelo

Suite n º 1 de Bach

Lunes 11 de agosto Irene Ferrer, flauta Lunes 18 de agosto Jaume Olivé, guitarra

Syrinx de Debussy, Pièce de J.Ibert i Caprici de R.Gerhard Suite "Platero y Yo" i "Homenaje a ToulouseLautrec" de Sainz de la Maza

Los conciertos, de 14 h a 15 h, son gratuitos

El ideal en el paisaje. Entre Meifrèn, Matisse y Goncharova.

El concepto del placer obtenido de la contemplación del arte es lo que quiere dibujar el recorrido temático y cronológico de la presente exposición. La temática predominante es el género del paisaje, de manera que se hace posible aplicar lo que dijo el pintor alemán Philippe Otto Runge: todo conduce necesariamente al paisaje.

STANISLAS LÉPINE El Sena en el pont de Sèvres, c. 1876-1880. Oli sobre tela 50,8 x 91,4 cm © Col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza en dipòsit al Museo Thyssen-Bornemisza

La pintura de paisaje como género se inicia en el siglo XVII. Hasta entonces el paisaje nunca había sido tratado como tema, sino que éste aparecía como contexto. Los fondos de la colección Carmen Thyssen permiten construir un relato, tomando el paisajismo como protagonista, en el que poder explicar la evolución del diálogo entre el artista y el entorno. Y, sobre todo, lo que hace interesante esta reflexión es la posibilidad de poder establecer conexiones entre el arte que se desarrolla en Europa y América, con la particularidad de poder establecer estas conexiones internacionales con Catalunya.

Cronológicamente la exposición se organiza en cuatro ámbitos, un abanico que se abre desde el naturalismo del siglo XIX hasta las manifestaciones del arte del siglo XX. Las temáticas en las que este ideal en el paisaje se presenta son tres : el paisaje vinculado al mar como espacio de disfrute, los jardines como lugares de plenitud y la figura humana como el ser que los habita y dota de trascendencia. Los tres autores seleccionados en el título responden a los pilares en los que se fundamentan los argumentos que explican a través de la selección de la cincuentena de artistas que forman parte de esta muestra. Meifrèn, en este caso, figura como paradigma catalán del naturalismo por un lado, pero también del impresionismo, pudiendo contrastar su obra con artistas como Lépine o Bonnard. Matisse será el artista que marca un punto de inflexión en esta muestra, su pintura abre las puertas al lenguaje expresionista y fauve. Goncharova con su pintura de carácter primitivista pone de manifiesto la importancia de la representación de la figura en el arte de vanguardia, con una atmósfera no demasiado lejana a la pintura de Sunyer; los personajes de sus obras parecen haber conseguido ser partícipes del ideal en el paisaje. Finalmente, la imagen de la exposición, la obra de Kuhn, traduce en lenguaje contemporáneo lo que para muchos es un estado ideal: las vacaciones frente al mar. El paisaje naturalista

La serenidad del paisaje naturalista europeo, de la mano de Daubigny, Boudin, Lépine y Jongking nos introduce a la estética desarrollada

en

las

obras

de

Meifrèn,

Martí

Alsina

o

Urgell.

Desaparecen de un primer plano las presencias humanas, a pesar en el ambiente se provoca la complicidad del espectador, para habitar los suspiros de un paisaje en los que el silencio parece que se puede romper en cualquier momento, en una calma tensa de duermevela. Es así como se pueden leer El puerto de Barcelona de Meifrèn, el atardecer del Urgell o el hipnótico paisaje nocturno de Regoyos.

Diferentes miradas que llegan a varios puertos, espacios de sueño y reposo del alma, como los contrastes entre los horizontes de agua y los de tierra.

JOHANN BARTHOLD JONGKIND Molí prop de Delft, 1857. Oli sobre tela 55,9 x 41,9 cm © Col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza en dipòsit al Museo Thyssen-Bornemisza

La estética de la pintura naturalista aplica la voluntad del tratamiento realista del paisaje, pero desmarcándose de las cualidades de la representación del natural que estaba trabajando la fotografía de entonces. La expresión de la vivencia del naturaleza imitada parte del

análisis objetivo, casi científico, de la contemplación de los objetos, pero no se puede liberar aún de la pátina romántica que confiere a la mirada sobre el paisaje la huella anímica, el sentimiento inherente que se despierta en la contemplación subjetiva del paisaje. En este sentido la obra de Daubigny, Salida de la luna a la orilla del río Oise, como artista representante de la École de Barbizon, arrastra sobre el paisaje realista una clara interpretación anímica. La obra de este artista será especialmente querida por los autores impresionistas, los cuales pondrán de relieve su tratamiento libre de la pincelada, capaz de captar un instante de luz. La pintura al plein air es uno de los aspectos destacables de las obras pertenecientes a este estilo, siguiendo básicamente los modelos fijados por la École de Barbizon, con la que muchos artistas europeos estuvieron en contacto. Incluso admitiendo que dicha escuela no existe como tal, sino que aglutina artistas de un período fascinante de la pintura paisajística y que será el referente moderno de las colonias de artistas en el campo. En este sentido, la obra de Lépine, El Sena desde el puente de Sévres, es un fantástico ejemplo de la influencia de Daubigny. En la obra del artista normando Baudin se puede ver la preparación del camino hacia el impresionismo. Su paleta se impregna y da protagonismo a la percepción de los colores locales, confiriendo a la percepción de la naturaleza no sólo los aspectos del plein air sino poniendo de relieve el lenguaje del trazo, de la pincelada. En la pintura de Meifrèn, El puerto de Barcelona, o la de Martí i Alsina, Vista panorámica de una costa catalana, se integran todos estos conceptos desarrollados en torno a la pintura naturalista europea, en la que las sensaciones que desprenden la contemplación de un paisaje se ponen de manifiesto sobre la pintura, sin dejar de lado la percepción realista del entorno.

ELISEU MEIFRÈN I ROIG El port de Barcelona, 1889. Oli sobre tela, 150 x 300 cm © Col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza

Esta maravillosa fusión de reminiscencias románticas, con una mirada que pretende ser científica y objetiva, en contacto directo con la naturaleza y avanzando a lo que será un tratamiento atmosférico que se desarrollará plenamente en el impresionismo, pone de relieve que la pintura catalana está en perfecta armonía con los preceptos estéticos trabajados contemporáneamente en el resto de Europa. La pintura americana del siglo XIX muestra su vínculo directo con la pintura europea. La obra de Bierstatd, Las cataratas de San Antonio, es un claro ejemplo de la implantación de la cultura artística romántica cristalizada después del proceso de independencia. La presente obra de este autor, perteneciente a la segunda generación de la Hudson River School, es un magnífico ejemplo para ilustrar el ensayo Letters on Landscape Painting escrito por Asher B. Durand, donde se explicita el gusto por la pintura de paisaje con un gran efecto escenográfico compatible pero con la verosimilitud de la localización. La filosofía de la naturaleza de Emerson también influyó en estos pintores. El aspecto poético, de experiencia casi mística en el diálogo con el paisaje, que coincide perfectamente con el ideario romántico, hace que se pueda expresar plásticamente el concepto de "transparente eyeball" en el que el sujeto se funde con la naturaleza

en su estado de contemplación y logra la empatía absoluta con ella, manifestándose en una absoluta sacralización, en la liberación del propio

individuo

formando

un

todo

con

la

naturaleza.

Esta

sensibilidad panteísta facilitaba entender el paisaje como una especie de naturaleza revelada.

WINSLOW HOMER Escena de platja, c. 1869 Oli sobre tela 29,3 x 24 cm © Col·lecció Carmen ThyssenBornemisza en dipòsit al Museo Thyssen-Bornemisza

Otros artistas naturalistas americanos, como Homer (Escena de playa), viajaron muy poco por Europa, pero en cambio eran buenos conocedores de las obras de los artistas de la Escuela de Barbizon y, en su país, Homer destaca como pionero de la modernidad artística y fundador del nuevo lenguaje naturalista.

La selección de obras americanas, discurren entre las que tienen un acento más marcadamente romántico, como Bierstadt, hasta las que apuntan a una clara entrada del impresionismo como por ejemplo la obra de Potthast, donde se incluye un nuevo elemento que moderniza la interacción de la sociedad con el paisaje: el concepto del ocio y del veraneo. Todas estas pinturas tienen en común permitir el disfrute del paisaje cercano al ser, del paisaje con el que interacciona, del que se apropian las presencias de los personajes que no disfrutan en un estado de contemplación sino que pasan a formar parte de él, como una continuidad del todo. Captar el instante Entre los referentes fundamentales de la formación del lenguaje impresionista, la École de Barbizon tiene un papel notable. Pintores como Renoir, Sisley, Monet, entre otros, buscaron también temas y modelos en los bosques de Fointainebleau, estableciéndose incluso en a Barbizon. En primavera invadida por la luz impera el destello y la potencia exultante de los amarillos veraniegos, algunos artistas logran paralizar el tiempo para desvelar la belleza del instante fugaz; otros aportan la calma y el sosiego de unas aguas quietas que contrastan con el aire que azota la hierba y la atmósfera luminosa. El 15 de abril de 1874 se inaugura en París el que para la historia del arte pasará a ser la primera exposición de los impresionistas. Entre los autores destacables que participaron figuran: Renoir, Sisley y Monet. Émile Zola vio en estos artistas algo que él mismo reclamaba para la renovación de la literatura y el arte: poder captar las sensaciones cromáticas producidas por efectos de luz sobre los objetos, es decir, captar el instante de la luz, en la una percepción de la realidad dérmica.

En el año 1855 hay dos hechos importantes a tener en cuenta para comprender la eclosión del impresionismo. Por un lado la Exposition Universelle de París, donde se dedicó una exposición a Ingres, Delacroix y Couture (los artistas más célebres del momento) y del otro la publicación de las tesis de Hermann von Helmholz, en las que se expone que las sensaciones visuales no corresponden exactamente a las propiedades de los objetos percibidos, sino que dependen también de nuestros órganos sensitivos.

PIERRE-AUGUSTE RENOIR Camp de blat, 1879 Oli sobre tela 50,5 x 61 cm © Col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza en dipòsit al Museo Thyssen-Bornemisza

Los pintores impresionistas, que no fueron dados a teorizar, sino que más bien todas sus inquietudes intelectuales las trasladaron a las telas, captaron tanto la necesidad de una renovación del lenguaje plástico como el hecho del nuevo diálogo con la manera de captar el entorno que ofrecían las teorías de Helmholz. Teorías que, al mismo

tiempo, iban de la mano con el posicionamiento objetivo y de carácter científico que ya se había iniciado con el desarrollo de la pintura naturalista a plein air y que ahora, con el impresionismo, daría un paso más. La pintura para los impresionistas toma como objeto la experiencia del paisaje condicionada por las disposiciones físicas de nuestra visualidad subjetiva. Renoir por ejemplo considera que la naturaleza era su estudio y que la pintura a plein air era fundamental para el impresionismo. Monet recomendaba pintar lo que se veía hasta tener la sensación de contemplar por primera vez lo que estaba mirando. Con todos estos preceptos, además, se están sentando las bases de lo que será la pintura postimpresionista, y más concretamente, invita a pensar en Cézanne. La evolución de la pincelada que llena rápidamente la tela, la intención y el diálogo del artista con el entorno que ha decidido representar, siempre buscando la belleza enigmática que late bajo la piel de las formas, escrutando y desgarrando cada vez más el contorno de la línea hasta dejar sólo la expansión del color, el esparcimiento de la luz, la percepción subjetiva buscando la pureza del instante primigenio, fascina a artistas como Bonnard. En la presente exposición se ha buscado un diálogo evidente entre la intencionalidad del trazo en la obra Claro de sol de este artista y las obras Somorrostro de Bosch y Roger y Valldemosa de Meifrèn. La provocación de este diálogo responde a la voluntad de internacionalizar el discurso de la pintura catalana, evidenciando una cultura siempre afín a las nuevas corrientes de pensamiento europeas. Descubrir el ideal en el paisaje que nos rodea, invitando al exotismo de la naturaleza y a la proximidad de los paraísos que encontramos en los jardines cotidianos, espacios dotados de una belleza especial, a

cada instante, como los que captan Matisse en Conversación bajo los olivos, o Weissenbruch Jardín doméstico en la Kazernestraat, implementan la consideración de habitar poéticamente el mundo como anhelaba Heidegger. El abismo de Mir, con una puerta ya abierta hacia el expresionismo o Baños en el paseo de Sant Feliu de Amat, con una prolongación de la pincelada que se hace eco de los hallazgos impresionistas, hace que estos anhelos de ideal conviertan reconocibles en nuestros paisajes del entorno inmediato.

JOSEP AMAT I PAGÈS Banys de Sant Feliu, c. 1935 Oli sobre tela

50 x 61 cm

© Col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza

Hacia el paisaje expresionista El impresionismo, caracterizado por el uso del instinto y de la intuición no daba respuesta a artistas que buscaban una utilización del color, basada en el estudio científico de la composición de la luz. De este enlace evolutivo del impresionismo hacia un tratamiento más

científico de la aplicación del color en la pintura surge lo que se conoce como puntillismo o divisionismo, a pesar de su precursor, Seurat, no aceptara esta denominación. De hecho, lo que consigue aportar esta incursión pictórica es poner de relieve la vibración de la luz sobre la tela. La aplicación procedimental consistía en romper con la tradicional mezcla física de pigmentos en la paleta y hacerlo mediante una mezcla óptica realizada con puntos de colores puros puestos sobre la tela. La obra Playa, efecto de tarde de Henri-Edmond Cross es un ejemplo de estas lecciones aprendidas de sus amigos Seurat y Signac. Los cuadros de Cross y Rysselberghe, que forman parte de la muestra, serán el enlace perfecto después de Lebasque, desde un punto de vista de evolución plástica y estética. La temática de las obras seleccionadas retoma en el primer plano el discurso del paisaje como entorno paradisíaco, poniendo de relieve el mar y el vínculo de disfrute del ser humano con este, como uno de los hilos conductores de la selección de obras, a pesar el tema sea una excusa para el desarrollo de las reflexiones científicas en torno a la luz y el color. A principios de siglo XX, como reacción al naturalismo, al impresionismo y al carácter positivista que este último toma hacia finales del siglo XIX, se inicia un nuevo movimiento pictórico, el expresionismo. Este nos traslada a una percepción más subjetiva de la realidad, a una prolongación del estado de ánimo a la atmósfera que dibuja los espacios, normalmente agitados, inquietos. La mirada expresionista sobre el paisaje traslada a la representación los propios sentimientos del artista. Las pinceladas de Rolhfs, Pechstein, Kirchner o Münter, artistas que emplean el arte pictórico como vehículo para trasladar sus sentimientos, su estado anímico, generalmente cercano a la melancolía neoromántica, entendiendo el arte casi como un alivio espiritual.

La obra Vista desde la casa del hermano del artista, de Gabriele Münter es un ejemplo de una pintura que aún conserva el planteamiento impresionista, pero su ejecución tanto en la pincelada como en la aplicación del color hace que pueda ser considerada una de las obras de más calidad de esta artista, pudiendo la enmarcó en los propósitos conceptuales del expresionismo.

ERNST LUDWIG KIRCHNER Paisatge amb castanyer, 1913 Oli sobre tela 96 x 85,5 cm © Col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza en dipòsit al Museo Thyssen-Bornemisza

El predominio de la visión interior del artista, es decir, la expresión, frente la plasmación de la realidad, la impresión, encuentra un claro ejemplo en la obra Paisaje con castaño, de Kichner, el cual se caracteriza por una nerviosa intensidad en la utilización de la materia, lo que supone un novedad en la pintura de este artista.

Tránsito a la modernidad La dedicación que la colección Carmen Thyssen respecto al arte del siglo XX pone de relieve que en este periodo el que se pone de manifiesto en el arte es una transformación de la sensibilidad reflejada más en la exploración del lenguaje plástico que no en la imitación de la naturaleza y de lo que esta desprende. La diversidad, la convivencia de lenguajes que se han ido desarrollando desde la subjetividad del artista da lugar a un eclecticismo estético se ve reflejado en este último ámbito de la exposición. Las obras que se han seleccionado para este apartado tienen un nexo conceptual común que sería la capacidad de buscar y encontrar el concepto del ideal en el entorno próximo. Entendiendo este ideal como un entorno vinculado ya sea en concepto de Arcadia como ocurre en la obra Mediterránea de Sunyer, o una interpretación bucólica de una escena costumbrista como la de Pesca de Goncharova, o como el mismo título de la obra de Sacharoff indica: Paisaje idílico, o la obra de Prendergast. Todas ellas pinturas con paisajes que parecen dedicados a los placeres de los dioses, escenas cotidianas que se convierten bucólicas y la mirada del espectador pasa a ser cómplice junto con las figuras que aparecen en el cuadro, deseando compartir este espacio mágico, de reposo y espera como el de Manguin o de fiesta y música en espera de ser desvelados en la danza a punto de iniciar en la obra de Tappert. Espacios de complicidades, juegos y risas, un tiempo moderno en el que tiene cabida el ocio y el placer, vinculado porque no a las vacaciones y al contexto de un paisaje de playa, como la de Sanvisens o la de Kuhn.

RAMON SANVICENS I MARFULL Hora del bany, 1975 Oli sobre tela 73 x 92 cm © Col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza

Ambas especialmente interesantes, la de Sanvisens por la relación que se puede establecer con la asimilación del lenguaje expresionista; la de Kuhn con una composición de estructura racional y abstracta, que pone de relieve las conexiones de este pintor neoyorquino con el naturalismo de Boudin hasta las filiaciones fauves. Ambos han escogido una temática con una larga tradición en la pintura moderna, golpe se puede ver en esta misma exposición con obras como la de Homero. Algo ha cambiado en el mundo después de atravesar El Puente de Léger, o pasear por silencios de Daylesford pintados por Andrews.

Lo ideal en el paisaje, interrogante de múltiples miradas, sin respuesta concreta. El deseo de la belleza eterna y el instante en que el artista la insinúa sobre la tela para que sea posible, sin olvidar lo que desde el azul, la obra de Yves Klein nos recuerda: que somos humanos continuamente tentados por el pecado de hybris.

Pilar Giró Comisaria de la exposición

L'IDEAL EN EL PAISATGE. DE MEIFRÈN A MATISE I GONTXAROVA. COL·LECCIÓ CARMEN THYSSEN ARTISTAS : NACIONALES : Ramon Martí i Alsina; Eliseu Meifrèn; Modest Urgell; Joaquim Mir; Joaquim Sunyer; Darío de Regoyos; Ramon Sanvisens; Casimir M. Tarrasó; Josep Amat i Pagès... EUROPEOS : Pierre-Auguste Renoir; Paul Gauguin; Alfred Sisley; Claude Monet; Auguste Rodin; Pierre Bonnard; Henry Matisse; Natàlia Gontxarova; Raoul Dufy; Ferdinand Léger; Ives Klein...

NORTEAMERICANOS : Walt Kuhn; Winslow Homer; Albert Bierstadt; Alfred Thompson Bricher; ; John Henry Twachtman; Michael Andrews...

L’IDEAL EN EL PAISATGE. LLISTAT D'OBRES (selecció)

ERNEST-ANGE DUEZ,Mare i filla a la platja, 1885. Oli sobre tela 46,3 x 55,8 cm© Col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza en dipòsit al Museo Thyssen-Bornemisza

WINSLOW HOMER, Escena de platja, c. 1869. Oli sobre tela 29,3 x 24 cm© Col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza en dipòsit al Museo Thyssen-Bornemisza

ALFRED SISLEY, Clariana d’un bosc, 1895. Oli sobre tela 56,4 x 65,4 cm© Col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza en dipòsit al Museo Thyssen-Bornemisza

ELISEU MEIFRÈN I ROIG, El port de Barcelona, 1889.Oli sobre tela,150x300cm © Col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza

WALT KUHN, Banyistes a la platja, 1915. Oli sobre tela 76 x 102 cm

© Col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza en dipòsit al Museo Thyssen-Bornemisza

HENRI MANGUIN, Les estampes, 1905. Oli sobre tela 81 x 100 cm © Col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza en dipòsit al Museo Thyssen-Bornemisza

MAX PECHSTEIN,Casa a la Kuhrische Nehrung, 1909.Oli sobre tela 50 x 50 cm© Col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza en dipòsit al Museo Thyssen-Bornemisza

MICHAEL ANDREWS,Daylesford, 1984. Acrílic sobre tela 122 x 183 cm© Col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza en dipòsit al Museo Thyssen-Bornemisza

NATALIA GONCHAROVA,Pesca(Pescadors),1909.Oli sobre tela 112 x 99,7 cm © Col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza en dipòsit al Museo Thyssen-Bornemisza

L'IDEAL EN EL PAISATGE. DE MEIFRÈN A MATISSE I GONTXAROVA RELACIÓN DE OBRAS SALA 1 EUGÈNE BOUDIN Étretat. El acantilado de Aval, 1890. Óleo sobre lienzo 79,9 x 109,9 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza JOHANN BARTHOLD JONGKIND Molino cerca de Delft, 1857. Óleo sobre lienzo. 55,9 x 41,9 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza STANISLAS LÉPINE El Sena en el puente de Sèvres, c. 1876-1880. Óleo sobre lienzo 50,8 x 91,4 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza CHARLES-FRANÇOIS DAUBIGNY Salida de la luna en las riberas del río Oise, 1874 Óleo sobre tabla 38,5 x 67,2 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza SALA 2 LLUÍS GRANER I ARRUFÍ Puerto de noche, c. 1900. Óleo sobre lienzo 55,5 x 70,5 cm. © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza RAMON MARTÍ I ALSINA Vista panorámica de una costa catalana, c. 1880-1888. Óleo sobre lienzo 83 x 154 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza ELISEU MEIFRÈN I ROIG El puerto de Barcelona, 1889. Óleo sobre lienzo, 150 x 300 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza DARÍO DE REGOYOS Y VALDÉS Paisaje nocturno nevado. Haarlem, 1886 Óleo sobre lienzo 87 x 119 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza

MODEST URGELL I INGLADA Atardecer. Óleo sobre lienzo 56 x 118 cm. © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza SALA 3 ALBERT BIERSTADT Las cataratas de San Antonio, c. 1880-1887 Óleo sobre lienzo 96,8 x 153,7 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza ALFRED THOMPSON BRICHER Vista costera Óleo sobre lienzo. 38 x 81,3 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza SAMUEL S. CARR Niños en la playa, ca. 1879-1881. Óleo sobre lienzo 20 x 25.5 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza ERNEST-ANGE DUEZ Madre e hija en la playa, 1885 Óleo sobre lienzo 46,3 x 55,8 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza WINSLOW HOMER Escena de playa, c. 1869 Óleo sobre lienzo 29,3 x 24 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza EDWARD HENRY POTTHAST Escena de playa, c. 1915 Óleo sobre tabla 30,5 x 40,6 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza JOZEF ISRAËLS Mujer de un pescador oteando el horizonte sobre una duna, c. 1900 Óleo sobre tabla 39,5 x 50,5 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza

SALA 4 PAUL GAUGUIN Un huerto bajo la iglesia de Bihorel, 1884 Óleo sobre lienzo 65,5 x 46 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza CLAUDE MONET Marea baja en Varengeville, 1882 Óleo sobre lienzo 60 x 81 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza PIERRE-AUGUSTE RENOIR Campo de trigo, 1879 Óleo sobre lienzo 50,5 x 61 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza ALFRED SISLEY Claro de un bosque, 1895 Óleo sobre lienzo 56,4 x 65,4 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza JOHN HENRY TWACHTMAN Barcas amarradas en un estanque, c. 1890-1902 Óleo sobre lienzo 72,5 x 50 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza SALA 5 JOSEP AMAT I PAGÈS Baños en la playa de Sant Feliu, c. 1935 Óleo sobre lienzo 50 x 61 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza PIERRE BONNARD Claro de sol, 1923 Óleo sobre lienzo 63,2 x 62,2 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza EMILI BOSCH I ROGER Somorrostro s.f. Óleo sobre lienzo. 50 x 61 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza HENRI MATISSE Conversación bajo los olivos, 1921 Óleo sobre lienzo 100 x 82 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza

ELISEU MEIFRÈN I ROIG Valldemossa, c. 1925-1930 Óleo sobre lienzo 60 x 73 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza JOAQUIM MIR I TRINXET El abismo. Mallorca, c. 1901-1904 Óleo sobre lienzo 175 x 98 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza JAN HENDRIK WEISSENBRUCH Jardín doméstico en la Kazernestraat, La Haya, c. 1890 Óleo sobre lienzo 31 x 42 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza RAOUL DUFY En las carreras, c. 1930-1935 Óleo sobre lienzo 46 x 55 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza SALA 6 HENRI-EDMOND CROSS Playa, efecto de tarde, 1902 Óleo sobre lienzo 54 x 65 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza ERNST LUDWIG KIRCHNER Paisaje con castaño, 1913 Óleo sobre lienzo 96 x 85,5 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza HENRI LEBASQUE Puesta de sol en Pont-Aven (Muchacho delante del mar), 1894 Óleo sobre lienzo 36,8 x 45,1 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza GABRIELE MÜNTER Vista desde la casa del hermano de la artista, Bonn, 1908 Óleo sobre cartón 47,2 x 33,6 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza MAX PECHSTEIN Casa en la Kuhrische Nehrung, 1909 Óleo sobre lienzo 50 x 50 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza

CHRISTIAN ROHLFS Jardín en Soest, c. 1905 Óleo sobre cartón 68 x 96 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza THEO VAN RYSSELBERGHE Entrada del puerto de Volendam, c. 1896 Óleo sobre lienzo 38 x 55,5 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza SALA 7 JOSEP AMAT I PAGÈS Atracciones. Sant Feliu, c. 1952 Óleo sobre lienzo 50 x 65 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza NATALIA GONCHAROVA Pesca (Pescadores), 1909 Óleo sobre lienzo 112 x 99,7 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza WALT KUHN Bañistas en la playa, 1915 Óleo sobre lienzo 76 x 102 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza HENRI MANGUIN Las estampas, 1905 Óleo sobre lienzo 81 x 100 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza CASIMIR MARTÍNEZ I TARRASÓ Marina Óleo sobre lienzo 51 x 62 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza MAURICE PRENDERGAST Arco iris, 1905 Óleo sobre tabla 26,9 x 37,5 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza OLGA SACHAROFF Paisaje idílico, c. 1953 Óleo sobre lienzo 81x100 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza

RAMON SANVICENS I MARFULL Hora del bany, 1975 Óleo sobre lienzo 73 x 92 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza JOAQUIM SUNYER Mediterráneo, c. 1910-1911. Óleo sobre lienzo. 85,5 x 130 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza GEORG TAPPERT Varieté, 1911 Óleo sobre lienzo 119,4 x 110,2 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza SALA 8 MICHAEL ANDREWS Daylesford, 1984 Acrílico sobre lienzo 122 x 183 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza FERNAND LÉGER El puente, 1923 Óleo sobre lienzo 92 x 60 cm © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza JOAQUÍN TORRES GARCÍA Madera. Planos de color, 1930 Óleo sobre madera incisa 43,2 x 20,3 © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza

ESCULTURAS AUGUSTE RODIN La primavera eterna, c.1898-1919 Bronce de pátina dorada 25,1 cm diámetro © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza YVES KLEIN Esclavo agonizante (según Miguel Ángel), s.f. Resina sintética sobre yeso 58 cm alto © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza

TEXTOS SALAS El paisaje naturalista Sala 1 La estética de la pintura naturalista hace un tratamiento realista del paisaje. La expresión de la vivencia de la naturaleza imitada parte del análisis objetivo, casi científico, de la contemplación de los objetos. Sin embargo, todavía no se ha liberado de la pátina romántica, de esa mirada sobre el paisaje que tiene una huella anímica, del sentimiento que despierta la contemplación subjetiva del paisaje. La pintura al plein air es uno de los aspectos destacables de las obras de este estilo. Sala 2 La pintura de Meifrèn, El puerto de Barcelona, o la de Martí i Alsina, Vista panorámica de una costa catalana, se integran los conceptos desarrollados por el naturalismo europeo: las sensaciones que despierta la contemplación de un paisaje se ponen de manifiesto en la pintura, al tiempo que la percepción realista del entorno. Aquí, tenemos una maravillosa fusión de reminiscencias románticas. La mirada es científica y objetiva, en contacto directo con la naturaleza pero, al mismo tiempo, se avanza al tratamiento atmosférico que se desarrollará plenamente en el impresionismo. Todo esto pone de relieve que la pintura catalana está en perfecta armonía con los preceptos estéticos que se trabajan contemporáneamente en el resto de Europa. Sala 3 El aspecto poético, de experiencia casi mística en el diálogo con el paisaje, coincide con el ideario romántico y permite la expresión plástica del concepto de transparent eyeball. En su estado de contemplación, el sujeto se funde con la naturaleza y logra la empatia absoluta con ella. Esto se manifiesta en una forma de sacralización que libera al individuo, formando un todo con la naturaleza. Esta sensibilidad panteísta entendía el paisaje como una especie de 'naturaleza revelada'. Este lenguaje naturalista americano caminará hacia el impresionismo incluyendo, entre sus temáticas, el concepto del ocio y del veraneo.

Captar el instante Sala 4 El 15 de abril de 1874 se inaugura, en París, lo que para la historia del arte será la primera exposición de los impresionistas. Entre los autores destacados que participaron figuran Renoir, Sisley y Monet. Émile Zola vio en estos artistas lo que él reclamaba para la renovación de la literatura y el arte: poder captar las sensaciones cromáticas producidas por efectos de luz sobre los objetos. És decir, captar el instante de la luz. Los pintores impresionistas, que no teorizaban sino que más bien trasladaron a las telas todas sus inquietudes intelectuales, entendieron tanto la necesidad de una renovación del lenguaje plástico, como el hecho de poder incorporar el nuevo diálogo con el modo de captar el entorno que ofrecían las teorías de Helmholz. Teorías que iban de la mano con el posicionamiento objetivo, de carácter científico, que ya se había iniciado con el desarrollo de la pintura naturalista en plein air y que con el impresionismo daría un paso más. Para los impresionistas, la pintura toma como objeto la experiencia del paisaje. Una experiencia condicionada por nuestra visualidad subjetiva. Sala 5 La evolución de la pincelada que llena rápidamente la tela, la intención y el diálogo del artista con el entorno buscando la belleza enigmática que late bajo la piel de las formas... Esto, unido a la acción de escrutar y desgarrar cada vez más el contorno de la línea hasta dejar sólo la expansión del color y el esparcimiento de la luz, se añade la percepción subjetiva buscando la pureza instante primigenio, y fascina a artistas como Bonnard. Aquí se ha buscado el diálogo entre la intencionalidad del trazo en la obra Claro de sol de este artista y las obras Somorrostro de Bosch y Roger, y Valldemosa de Meifrèn. Provocar este diálogo responde a la voluntad de internacionalizar el discurso de la pintura catalana, evidenciando una cultura siempre afín a las nuevas corrientes de pensamiento europeas. Descubrir el ideal en el paisaje que nos rodea, invitando al exotismo de la naturaleza ya la proximidad de los paraísos que encontramos en los jardines cotidianos (espacios dotados de una belleza especial), y hacerlo a cada instante, como los que captan Matisse en Conversación bajo los olivos o Weissenbruch Jardín doméstico en la Kazernestraat, invitan a habitar poéticamente el mundo, como anhelaba Heidegger. El abismo de Mir, con una puerta ya abierta hacia el expresionismo; o Baños en el paseo de Sant Feliu de Amat, con una prolongación de la pincelada que se hace eco de los hallazgos impresionistas, hacen que estos anhelos de ideal se puedan reconocer en los paisajes de nuestro entorno inmediato.

Hacia el paisaje expresionista Sala 6 El impresionismo, caracterizado por el uso del instinto y de la intuición, no daba respuesta a los artistas que buscaban una utilización del color basada en el estudio científico de la composición de la luz. De esta evolución del impresionismo hacia un tratamiento más científico de la aplicación del color en la pintura, surge lo que se conoce como puntillismo o divisionismo; pese a que su precursor, Seurat, no acepta esta denominación. Esta nueva incursión pictórica pone de relieve la vibración de la luz sobre la tela. Tal como se aprecia en la obra de Cross o la de Van Rysselberghe, el procedimiento consistía en romper con la tradicional mezcla física de pigmentos en la paleta para hacerlo, mediante una mezcla óptica, con puntos de colores puros puestos sobre la tela. A principios de siglo XX, como reacción al naturalismo, al impresionismo y al carácter positivista que este último toma hacia finales del siglo XIX, se inicia un nuevo movimiento pictórico: el expresionismo. Este movimiento nos lleva hacia una percepción más subjetiva de la realidad, a una prolongación del estado de ánimo a la atmósfera de los espacios, normalmente agitados e inquietos. La mirada expresionista sobre el paisaje traslada los propios sentimientos del artista en la representación. Son las pinceladas de Rolhfs, Pechstein, Kirchner o Münter. Artistas que emplean el arte pictórico como vehículo para trasladar sus sentimientos, su estado anímico (generalmente cercano a la melancolía neo romántica), entendiendo el arte casi como un alivio espiritual. Tránsito a la modernidad Sala 7 La diversidad, la convivencia de lenguajes que se han ido desarrollando desde la subjetividad del artista, generan un eclecticismo estético que se ve reflejado en este último ámbito. El nexo conceptual común que se presenta es la capacidad de buscar, y encontrar, el concepto del ideal en el entorno próximo. Entendiendo este ideal como un entorno vinculado ya sea en concepto de Arcadia, como ocurre en la obra Mediterránea de Sunyer; sea a una interpretación bucólica de una escena costumbrista, como la de Pesca de Goncharova, o la obra de Prendergast. Parajes que parecen dedicados a los placeres de los dioses, escenas cotidianas que se convierten en bucólicas. Entonces, la mirada del espectador pasa a ser cómplice de las figuras que aparecen en el cuadro deseando compartir este espacio mágico, de reposo y espera como el de Manguin; o de diversión y música, esperando la revelación en la danza a punto de iniciar, en la obra de Tappert. Espacios de complicidades, juegos y risas. Un tiempo 'moderno' en el que tiene cabida el ocio y el placer vinculados, porque no, a las vacaciones y al contexto de un paisaje de playa, como los de Sanvisens, Kuhn o Amat.

Sala 8 Algo ha cambiado en el mundo después de atravesar El Puente de Léger o de pasear por los silencios de Daylesford pintados por Andrews. Lo ideal en el paisaje, interrogante de múltiples miradas, sigue sin respuesta concreta. Mientras dura la espera, la mirada puede pasearse por el paisaje idílico de Sacharoff. Que el deseo de la belleza eterna, y el instante en que el artista la insinúa sobre la tela, no nos haga olvidar lo que desde el azul la obra de Yves Klein nos recuerda: que somos humanos tentados continuamente por el pecado de la arrogancia, por el pecado de hybris.

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