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1. −Definición de adolescencia: Etapa de maduración entre la niñez y la condición de adulto. El término denota el periodo desde el inicio de la pubertad hasta la madurez y suele empezar en torno a la edad de catorce años en los varones y de doce años en las mujeres. Aunque esta etapa de transición varía entre las diferentes culturas, en general se define como el periodo de tiempo que los individuos necesitan para considerarse autónomos e independientes socialmente. 2. −Perspectivas sobre la adolescencia: 2.1. − La teoría psicoanalítica: La posición psicoanalítica está caracterizada por tres ideas fundamentales. En primer lugar, la adolescencia es considerada como un periodo en el que existe una acentuada vulnerabilidad de la personalidad, debida primordialmente a la fuerza de las pulsiones que surgen durante la pubertad. En segundo lugar, se concede importancia a la probabilidad de comportamiento mal adaptado, procedente de la inadecuacion de las defensas psicológicas para enfrentarse con conflictos y las tensiones internas. Los ejemplos de tal comportamiento incluyen fluctuaciones, depresión e inconformismo. En tercer lugar se concede especial importancia al proceso de desvinculación, ya que es percibido como una necesidad, si es que han de establecerse relaciones sexuales y emocionales maduras fuera del hogar. 2.2. − Teoría sociológica: El estudio sociológico o sociopsicológico de la adolescencia está caracterizado por una preocupación y un interés por los papeles y el cambio de estos y por el proceso de socialización. Poca duda cabe acerca de que la adolescencia, desde este punto de vista, es considerada sujeta a sobre carga y tensiones, no tanto debido a inestabilidad emocional interna, sino como resultado de presiones conflictivas procedentes del exterior. Considerando tanto esto como el enfoque psicoanalítico, hemos revisado dos puntos de vista mutuamente complementarios, pero distintos en esencia. Pese a sus diferencias, sin embargo, ambos de consideración comparten una creencia común: el concepto de la adolescencia como periodo de `tempestad y tensión'. Ambos enfoques teóricos consideran a los años de adolescencia como un `estadio problema' dentro del desarrollo humano y es importante reconocer que hasta ahora no existe ningún modo de consideración teórico que implique, como principio fundamental, la esencial normalidad del proceso de adolescencia. 3. −Cambios de la adolescencia: 3.1. −Cambios físicos: 3.1.1. − Definición de pubertad: Periodo de la vida humana durante el cual maduran los órganos sexuales implicados en la reproducción. 3.1.2. − Cambios y desarrollo físico en la pubertad: La maduración de los órganos sexuales se manifiesta en las mujeres por el comienzo de la menstruación, en los hombres por la producción de semen, y en ambos por el aumento de tamaño de los genitales externos. El rápido desarrollo indica una serie de cambios fisiológicos. Así mismo, durante la pubertad aparecen por primera vez los caracteres sexuales secundarios. En los hombres, se incrementa de forma notable la producción de pelo en ciertas partes del cuerpo, en particular en la zona púbica, en las axilas y en la cara; además, por lo general, la voz cambia y comienza a tener un tono más grave. En las mujeres, también aparece pelo en la región púbica y en las axilas, y los senos empiezan a crecer. El desarrollo acelerado de las glándulas 1
sudoríparas en ambos sexos puede provocar la aparición de acné. La pubertad suele ocurrir en los hombres entre los 13 y los 16 años de edad, y en las mujeres entre los 11 y los 14. Ciertas patologías relacionadas con la pubertad son la amenorrea y la pubertad precoz. La primera se caracteriza por una ausencia o cese del flujo menstrual sin que exista embarazo. La segunda es la aparición prematura, en hombres o mujeres, de las características fisiológicas típicas de la pubertad; está causada por trastornos de las secreciones del lóbulo anterior de la hipófisis o adenohipófisis, de las glándulas adrenales o de las gónadas. El comienzo de la pubertad está asociado con cambios drásticos en la estatura y en los rasgos físicos. En este momento, la actividad de la hipófisis supone un incremento en la secreción de determinadas hormonas con un efecto fisiológico general. La hormona del crecimiento produce una aceleración del crecimiento que lleva al cuerpo hasta casi su altura y peso adulto en unos dos años. Este rápido crecimiento se produce antes en las mujeres que en los varones, indicando también que las primeras maduran sexualmente antes que los segundos. Las principales hormonas que dirigen estos cambios son los andrógenos masculinos y los estrógenos femeninos. Estos cambios físicos pueden estar relacionados con las modificaciones psicológicas; de hecho, algunos estudios sugieren que los individuos que maduran antes están mejor adaptados que sus contemporáneos que maduran más tarde. 3.2. −Cambios psicológicos: 3.2.1. −Desarrollo sexual: Los cambios físicos que ocurren en la pubertad son los responsables de la aparición del instinto sexual. En esta etapa su satisfacción es complicada, debido tanto a los numerosos tabúes sociales, como a la ausencia de los conocimientos adecuados acerca de la sexualidad. Sin embargo, a partir de la década de 1960, la actividad sexual entre los adolescentes se ha incrementado. Por otro lado, algunos adolescentes no están interesados o no tienen información acerca de los métodos de control de natalidad o los síntomas de las enfermedades de transmisión sexual. Como consecuencia de esto, el número de muchachas que tienen hijos a esta edad y la incidencia de las enfermedades venéreas está aumentando. Los cambios de actitudes y comportamiento sexual, han de tener inevitablemente efectos en el desarrollo del adolescente, así como en la adaptación personal. Los jóvenes no sólo deben afrontar sus propios cambios en la maduración, sino también una confusa falta de consecuencias en los puntos de vista de los adultos y una ausencia de cualquier género de estándar claramente formulable o de código moral de conducta. Tal situación no contribuye a que la vida del adolescente sea más fácil. Los jóvenes tendrían una mayor sensación de seguridad si al menos más adultos de los que ocupan puestos de responsabilidad mostraran interés por estas dificultades y desarrollasen con más frecuencia modos y medios para ayudarles a resolver los problemas asociados al comportamiento sexual. Sin embargo, y con raras excepciones, lo que sucede es más bien lo contrario, al lamentar los mayores la creciente "permisividad" del comportamiento de sus hijos e hijas adolescentes. El principal temor de la mayoría de los adultos consiste en que una mayor libertad sexual, asociada sobre todo con la creciente disponibilidad de la "píldora" y una facilidad de acceso a los servicios de aborto para los jóvenes, conducirá al aumento de la promiscuidad (convivencia de personas de sexos y procedencias distintas). Hemos visto cómo los cambios en el comportamiento sexual han tenido implicaciones a través de la sociedad. Resulta imposible determinar cómo interactuan las actitudes y la conducta, o decir cuál de éstas precede a la otra. Así, por ejemplo, ¿es que los cambios en la legislación estimulan a los jóvenes a obtener experiencia sexual, o es que tales cambios proporcionan, sencillamente, una estructura que legitima un comportamiento que ya esta sucediendo?. Nadie podría responder a esta pregunta. Es indudable que la disponibilidad de 2
anticonceptivos orales han desempeñado un importante papel para ocasionar cambios, pero no hay que infravalorar a otros factores sociales menos tangibles. Desde el punto de vista del adolescente, hemos visto que, no hay datos demostrativos en favor de que este aumentando la promiscuidad y las relaciones sexuales casuales entre los jóvenes. Sin embargo, la existencia de medios anticonceptivos, aunque han reducido algunos problemas, han creado otros a su vez. Las presiones sociales para obtener experiencia sexual resultan difíciles de resistir y pueden ser causa de muchos conflictos personales. Los métodos anticonceptivos utilizados en la actualidad, distan mucho de ser perfectos y bastantes adolescentes pasan por la dura experiencia de descubrirlo por sí mismos, pese a los mitos que abundan en la s películas y en la literatura. Por último, el aumento de oportunidades para la actividad sexual crea dilemas morales y éticos sumamente complejos y difíciles de tratar. Por ello resulta esencial una educación sexual que proporcione una buena información, que no se limite simplemente a comunicar hechos biológicos. 3.2.2. − Desarrollo intelectual: Durante la adolescencia no se producen cambios radicales en las funciones intelectuales, sino que la capacidad para entender problemas complejos se desarrolla gradualmente. El psicólogo francés Jean Piaget y B. Inhelder, investigaron en su obra "De la lógica del niño a la lógica adolescente", cómo en la adolescencia se pasa del estadio de las operaciones concretas al estado formal. Mientras que el niño sólo es capaz de pensar, manipular objetos, pensar sobre contenidos concretos y utilizar una lógica elemental (clasificación, numeración), el adolescente alcanza el último estadio de la inteligencia, el pensamiento abstracto. Entre las características funcionales del pensamiento formal suelen citarse las siguientes: − Apertura al mundo de lo posible: el adolescente descubre que la vida tiene muchas posibilidades más allá de su experiencia personal. Puede distinguir entre lo real y lo posible, probar hipótesis, trabajar con pensamientos abstractos. De niño podía amar a los padres y odiar a las cucarachas, ahora se puede amar la libertad y odiar la discriminación. − Pensamiento lógico: el pensamiento formal se basa en proposiciones, no en realidades. Un adolescente es capaz de realizar inferencias o deducciones lógicas sin necesidad de tener en cuenta los datos concretos. Por ejemplo "todo A es B" es equivalente a "todo B es A". − Posibilita el razonamiento hipotético−deductivo: imaginemos un péndulo, un objeto que cuelga de una cuerda. podemos cambiar la longitud de la cuerda, el peso del objeto, la altura desde la que cuelga o la cantidad de fuerza que usamos para empujarlo. De estos cuatro, ¿qué factor o factores determinan la velocidad con que el péndulo se balancea?. Si queremos resolver este problema tenemos que utilizar el razonamiento hipótetico−deductivo. Este método consiste en establecer una hipótesis, deducir consecuencias y comprobarlas o verificarlas mediante la experimentación. Finalmente debemos interpretar los resultados de las sucesivas comprobaciones, rechazando las hipótesis falsas. El adolescente es capaz de deducir conclusiones no sólo basadas en la observación de la realidad, sino también a partir de hipótesis. En el problema anterior, la única variable que determina la velocidad del péndulo es la longitud de la cuerda. − Pensamiento egocéntrico: esta forma de pensar, típica del adolescente, se caracteriza porque se concede un gran poder a la reflexión y a la abstracción. Tiende a supervalorar las ideas como agente de cambio social, se cree que el mundo debe adaptarse a sus ideas y no ideas a la realidad. Además, al adolescente cuesta diferenciar entre su punto de vista y el de su grupo social y, a menudo, cree que lo que piensa o le preocupa es similar a los pensamientos y preocupaciones de los demás. Abrirse a otros puntos de vista servirá al adolescente en su desarrollo social para poder participar de forma 3
efectiva en la sociedad. Alcanzará el equilibrio cuando comprenda que la función de la reflexión no es contradecir, sino predecir e interpretar la experiencia. 3.2.3. − Desarrollo emocional: En estos últimos años se ha manifestado un considerable interés por un aspecto particular del desarrollo cognitivo: el pensamiento moral. Aquí han sido también las ideas de Piaget las que han servido a modo de trampolín para las posteriores reflexiones de este tema y, aunque se han expuesto diversas teorías para explicar el desarrollo de los conceptos de moralidad en los niños, el enfoque "cognitivo−evolutivo" de Piaget y Kohlberg es indudablemente más adecuado para la adolescencia que ningún otro. En su trabajo acerca del juicio moral del niño, Piaget ha descrito dos estadios principales del pensamiento moral. El primero, al cual designo como realismo moral, se refiere a un periodo durante el cual los niños de corta edad establecen juicios sobre una base objetiva calculando, por ejemplo, la cuantía total de los daños que ha causado. Así un niño que rompe doce tazas es considerado como más reprobable que otro que tan solo ha roto una, sin importar las circunstancias. El segundo estadio, aplicado habitualmente a los niños cuyas edades oscilan entre los 8 y los 12 años, ha sido descrito como el de la moralidad de cooperación o moralidad de reciprocidad. Durante este estadio, Piaget creía que las decisiones relativas a moralidad se adoptaban habitualmente sobre una base subjetiva, dependiendo con frecuencia de una apreciación de las intenciones, más que las consecuencias. Kohlberg ha elaborado el esquema de Piaget, transformándolo en otro compuesto por seis estadios diferentes. Su método consistió en presentar situaciones hipotéticas, que implicaban dilemas morales, a niños o adolescentes de diversas edades, clasificando las respuestas con arreglo a una teoría de los estadios de desarrollo moral. Ha descrito los siguientes estadios del desarrollo moral: Pre−convencional (de 4 a 10 años): Estadio 1: "Orientación castigo−obediencia". Los comportamientos que son castigados son considerados malos. Un niño puede pensar: "si no cuido a mi hermana pequeña, quizás me castiguen". Estadio 2: "Hedonismo instrumental". Aquí, el niño se porta bien a fin de obtener recompensas, para que le devuelvan los favores que hace, etc. La fórmula latina do ut des (te doy para que me des) ilustra la reciprocidad mutua de las normas morales. Convencional (de 10 a 13 años): Estadio 3: "Orientación hacía las relaciones interpersonales". La buena conducta es aquella que gusta a los demás o les ayuda y que es aprobada por ellos. ¿Soy un buen chico?. Estadio 4: "Mantenimiento del orden social". La buena conducta consiste en cumplir con el propio deber, mostrar respeto a la autoridad y mantener el orden social por el propio bien. Post−convencional (a partir de 13 años): Estadio 5: "Contrato social y/o orientación de la conciencia". Al comienzo de este estadio, el comportamiento moral tiende a concebirse según derechos y niveles generales establecidos por la sociedad, considerada ésta como un todo, pero más tarde existe una creciente orientación hacia las decisiones íntimas de conciencia. Estadio 6: "Orientación según principios éticos universales". En este estadio existe una tendencia a formular principios éticos abstractos y a guiarse por ellos (así como por ejemplo: la igualdad de derechos, la justicia o 4
el respeto a todos los seres humanos). El psicólogo estadounidense G. Stanley Hall afirmó que la adolescencia es un periodo de estrés emocional producido por los cambios psicológicos importantes y rápidos que se producen en la pubertad. Sin embargo, los estudios de la antropóloga estadounidense Margaret Mead mostraron que el estrés emocional es evitable, aunque está determinado por motivos culturales. Sus conclusiones se basan en la variación existente en distintas culturas respecto a las dificultades en la etapa de transición desde la niñez hasta la condición de adulto. El psicólogo estadounidense de origen alemán Erik Erikson entiende el desarrollo como un proceso psicosocial que continúa a lo largo de toda la vida. El objetivo psicosocial del adolescente es la evolución desde una persona dependiente hasta otra independiente, cuya identidad le permita relacionarse con otros de un modo autónomo. La aparición de problemas emocionales es muy frecuente entre los adolescentes. 3.3. −Relación con los padres: 3.3.1. − Introducción: Uno de los temas centrales del desarrollo en la adolescencia es el logro de independencia. Sin embargo, para la mayoría de los jóvenes actuales, la independencia no se obtiene cuando dices adiós a los padres y partes a buscarte la vida por ti mismo/a. La independencia significa más bien tener libertad, dentro de la familia, para adoptar decisiones día a día, libertad emocional para establecer nuevas relaciones y libertad personal para asumir la propia responsabilidad en asuntos como educación, opiniones políticas y la futura carrera profesional. Existen múltiples fuerzas que interactúan para impulsar a un individuo hacia dicho estado de madurez. Tanto la maduración física como la intelectual animan al adolescente al logro de una mayor autonomía. Aparte de estos existen fuerzas psicológicas dentro del individuo, así como fuerzas sociales en el entorno que se hallan dirigidas hacia esta misma meta. El logro de la independencia es un rasgo integrante del desarrollo del adolescente y el papel desempeñado por los adultos próximos al joven adquiere especial importancia. Para comprender bien este proceso es necesario tener en cuenta que el movimiento del joven hacia la edad adulta no se realiza en línea recta. Como ya hemos afirmado anteriormente, mientras que la independencia parece a veces una meta digna de ser lograda, existen también momentos en que se muestra una perspectiva preocupante e incluso infunde temor. Esta ambivalencia subyace en el típico comportamiento contradictorio de los adolescentes, que con tanta frecuencia es causa de desesperación para los adultos. No hay nada más frustrante para éstos que tener que enfrentarse con un adolescente que unas veces se queja de que sus padres estén interviniendo constantemente en su vida (por ejemplo, dándoles consejos) y protestando otras, con amargura, de que nadie se toma interés por él (por ejemplo, no aconsejándole). Los padres mantienen con frecuencia actitudes conflictivas ante sus hijos adolescentes. Por una parte, desean que los jóvenes sean independientes, que adopten sus propias decisiones, mientras que, por otra, pueden asustarse de las consecuencias de la independencia (y en especial de sus consecuencias sexuales), sintiéndose en ocasiones celosas de las oportunidades y el idealismo de la juventud. 3.3.2. −El ejercicio del poder y la adopción de decisiones dentro de la familia: El declive experimentado por la autoridad de los adultos durante aproximadamente los últimos veinte años ha sido un tema tratado una y otra vez por los autores interesados en el desarrollo del adolescente. Al estudiar este fenómeno y buscar causas, la mayoría señalan los complejos cambios, de largo alcance, ocurridos en nuestra sociedad como resultado de la transición política y social. Hoy en día, veinte años más tarde, los 5
jóvenes observan que sus padres no tienen las respuestas; se dan cuenta de que no existen soluciones "hechas" para los principales problemas con que se enfrentan sus mayores: superpoblación, carrera armamentística nuclear, polución, etc. y, por tanto, no pueden conceder a la generación de más edad el respeto que antes les tenían. Un riesgo implícito a este punto de vista de que la autoridad adulta ha declinado marcadamente durante los dos decenios últimos consiste en la creencia de que, en consecuencia, los adultos han de desempeñar un papel relativamente limitado en su trato con los jóvenes. Desde luego, nada más lejos de la verdad, ya que en una situación donde los valores de la sociedad están en constante fluctuación, los adolescentes tienen una importante necesidad de guía. Sobre esta cuestión se ha centrado la labor investigadora de Elder (1963), Baumrind (1968) y Bowerman (1973). En el primer estudio, Elder diferencia tres tipos de control parental: Control autocrático en el que los padres son quienes dicen a los adolescentes lo que tienen que hacer; control democrático en donde el adolescente participa en la toma de decisiones, pero sin tener la palabra final; y control permisivo, en donde el joven puede decidir por sí mismo. Estos niveles de control fueron luego correlacionados con ítems indicadores de confianza en la habilidad para establecer decisiones por sí mismo. Tanto entre los muchachos como entre las muchachas, el nivel de control parental se hallaba directamente relacionado con una tendencia para dejar a los demás que adoptasen decisiones. Entre los adolescentes con padres democráticos prevalecía un sentimiento de confianza en la autodirección, siendo menos corriente entre aquellos que no tenían ni voz ni voto en la adopción de sus propias decisiones. Aquellos padres que intentan "legitimar" el ejercicio del poder parental ante los ojos de sus hijos, utilizando frecuentemente explicaciones de su conducta, facilitaban más un desarrollo óptimo. Sin embrago, la frecuencia de explicación ejercía su mayor efecto en familias en donde los padres eran, o bien permisivos o autocráticos. En las familias democráticas, con una comunicación y relaciones ya excelentes, las explicaciones ejercían relativamente menos efectos. Así el estudio indicó que los adolescentes que disponen de experiencia en adopción de decisiones bajo supervisión parental y que reciben explicaciones de sus padres, tienden a ser más independientes, a desear parecerse a ellos y a tener amistades que éstos aprueben. Baumird en lugar de utilizar el término democrático prefiere el de autoritativo. Así pues, lo esencial en el punto de vista de Baumird es la simultanea estimulación de autonomía y responsabilidad: características del comportamiento que son valoradas por separado, pero no en combinación, en otros modelos de comportamiento parental. Así por ejemplo, el progenitor permisivo estimularía al mismo tiempo la adopción de responsabilidad dentro de la familia. Bowerman y Bahr centran su estudio en la naturaleza del poder conyugal, es decir, el modo como comparten el poder los padres de adolescentes, diferenciándose tres posibles estructuras familiares: patriarcal, matriarcal e igualitaria. Examinan luego el grado de identificación entre los adolescentes y sus padres en estas tres situaciones, mostrando que los jóvenes respetaban más a sus progenitores y deseaban más parecerse a ellos, en familias en las que el poder era igualmente compartido entre ambos. Los resultados mostraron que cuando se advertía que uno de los progenitores era inferior en influencia al otro dentro de la familia, los adolescentes se identificaban menos con ambos progenitores. Estos hallazgos son aplicables a ambos sexos. 3.3.3. − Los progenitores como modelos de papel: Los progenitores cumplen múltiples y diferentes funciones respecto al adolescente en vías de desarrollo, y una de éstas es la de proporcionar lo que se conoce como "modelos de papel". Aquí, los progenitores representan ejemplos de los modos en que se pueden interpretar actitudes como papeles sexuales y laborales, proporcionando prototipos con los que la persona joven elevará otras interpretaciones de dichos papeles.
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Es preciso advertir, sin embargo, que la probabilidad de decisiones o elecciones de papeles, al estar influida por los padres, no sólo se hallará determinada por la naturaleza del modelo de papel, sino también por el grado de identificación entre padre y madre, e hijo e hija. Dirigiremos nuestra atención al desarrollo de los papeles sexuales: − Respecto a los varones.− los muchachos cuyos padres proporcionan modelos de papel extremos− o bien excesivamente masculinos o predominantemente femeninos−, parecen adaptarse peor. • Respecto a las chicas.− los papeles de sexo son habitualmente menos claros, para las muchachas que para los muchachos. En muchas circunstancias se otorga un nivel más elevado a los papeles masculinos. La posición de las mujeres en la sociedad esta atravesando actualmente por un periodo de rápido cambio, haciendo incluso más difícil que las adolescentes realicen sus elecciones personales de acuerdo con lo que se espera o no de ellas. 3.4. − Amistad y grupo de compañeros: 3.4.1. − Introducción: Los amigos y compañeros desempeñan un papel especialmente importante en el desarrollo del joven durante la adolescencia. Existen diversas razones que fundamentan esta opinión. En primer lugar, el proceso de desvinculación de los padres y del hogar familiar, proceso que es considerado como un rasgo propio de la adolescencia, deja un vacío emocional en la vida de los jóvenes. Tal vacío ha de llenarse y en la mayoría de los casos, el joven acude al grupo de sus compañeros en busca de apoyo, durante el periodo de transición. Un segundo motivo es el hecho de que la experiencia compartida crea vínculos entre las personas. La confianza del adolescente en sus amigos y compañeros es reforzada por el hecho de que los conflictos, las angustias y las dificultades experimentadas en el hogar, pueden ser compartidas con otros y son también resueltas así con frecuencia, debido a la simpatía y la comprensión mutuas. Un tercer motivo es la vulnerabilidad experimentada por muchos de ellos durante este estadio de sus vidas. Cuando los individuos muestran una falta de confianza en si mismos, no están seguros de sus propias capacidades y tienen que adaptarse a cambios importantes, es probable que exista una necesidad de apoyo especialmente intensa. Por ultimo, como han señalado muchos autores recientemente, hoy día vivimos en un mundo en el que va en aumento la segregación entre edades. Se afirma que los padres pasan cada vez menos tiempo con sus hijos adolescentes y que, en cierto modo, abdican de su responsabilidad hacia sus descendientes. Es quizá inevitable, que opiniones como las mencionadas han dado lugar en muchas ocasiones a la conclusión de que el grupo de los compañeros, al proporcionar apoyo, ejerce asimismo una poderosa influencia, tanto sobre las actitudes como sobre el comportamiento de los jóvenes. 3.4.2. − Diferencias entre los sexos: Sorprendentemente, son pocos los autores que han prestado mucha atención a la variable representada por las diferencias entre los sexos, al estudiar la amistad durante la adolescencia. Según el trabajo de Powell, la ansiedad relativa a la amistad venia a seguir el mismo curso de edad en ambos sexos, pero el nivel de ansiedad de las muchachas permanecía mas elevado que el de los chicos durante 2 ó 3 años. Douvan y Andelson, pudieron establecer compariciones entre ambos sexos durante la etapa media de la adolescencia. En dicho periodo encontraron que los chicos se diferenciaban considerablemente de las chicas en las expectativas que tenían sobre la amistad. Temas como la sensibilidad y la empatía rara vez eran mencionadas por los chicos, mientras que ocupaciones corrientes, actividades en pandilla o banda, y la 7
necesidad de ayuda en caso de apuro destacan intensamente entre las respuestas masculinas. Estos resultados no son de sorprender. Ya que, para las muchachas, se espera en nuestra sociedad una orientación interpersonal más intensa, la capacidad de intimidad y dependencia no solo resulta aceptable, sino altamente valorada y no cabe duda de que todos los procesos de socialización tienden en tal sentido. Respecto a los chicos, sin embargo, se da mayor importancia a las habilidades, la realización y la autosuficiencia. Una de las relaciones investigadas en este estudio por el autor Coleman fue la amistad dentro de un grupo pequeño. Utilizo un test de completar frases. Los resultados obtenidos indicaron, en primer termino, que las muchachas expresan indudablemente mas ansiedad respecto a esta clase de relación, a todos los niveles de edad. Tensiones, celos y conflictos entre amigas intimas surgían con mucha mas frecuencia en las chicas que en los chicos. En segundo lugar, cuando se realizó un análisis posterior de las respuestas, aquellas en las que se manifestaban problemas o dificultades las muchachas tenían una proporción significativamente mayor de respuestas en las que surgían temas de rechazo o exclusión de una amistad. Cuando los chicos exponían dificultades de la amistad, se trataba mas bien de desavenencias, francas disputas sobre propiedades, actividades de tiempo libre o relación con las chicas. Feshbach y Sones estudiaron las reacciones de muchachos y muchachas entre 14 y 15 años a la presencia de un recién llegado a un pequeño grupo de amigos y amigas y revelaron que las chicas se mostraban menos acogedoras y tendían mas a expresar actitudes negativas o de rechazo. 3.4.3. − El grupo de compañeros: La cuestión general representada por el poder del grupo de compañeros, haciendo constar que variara según la edad, la personalidad, el trasfondo familiar, etc. El grupo de compañeros puede determinar el modo de vestir y peinarse, los gustos musicales, etc. La intensidad del efecto del grupo de compañeros sobre el comportamiento antisocial es sumamente importante, con consecuencias directas, tanto sociales como practicas. Akers, al tratar el alcoholismo y la problemática con el asociada, se pone firmemente del lado de los que creen que, en general, el grupo de compañeros debe considerarse, sencillamente, como una extensión de los valores y comportamientos que operan en el medio ambiente del hogar. El punto de vista opuesto es expresado por Plant en su obra sobre los drogadictos. Según él, la influencia de los amigos es esencial como factor determinante en el desarrollo de tal comportamiento. Debemos reconocer que la influencia social opera de diversos modos y que hay que establecer una distinción entre diferentes formas de actividad antisocial. Nos es preciso reconocer también que algunos jóvenes son más vulnerables que otros a las presiones ejercidas por el grupo de compañeros y hemos de tener en cuente, por ultimo, que puede existir una diferencia entre las influencias que conducen a la iniciación al comportamiento antisocial y aquellas que operan para mantenerlo una vez iniciado. Vamos a examinar sucesivamente cada uno de estos puntos. En primer lugar es evidente que existen muchos tipos de influencia social. Por una parte, una influencia puede ser completamente indirecta, actuando un individuo como modelo para un joven. En tales circunstancias, el adulto puede aumentar la probabilidad de que el adolescente imite ciertas formas de comportamiento, como resultado, sencillamente, de la relación que existe entre ellos y no debido al ejercicio de cualquier clase de presión o coerción. El efecto de tal `modelado' puede no resultar evidente hasta no haber transcurrido un considerable periodo de tiempo. Por otra parte, la influencia puede ser inmediata y directa cuando, por ejemplo, un individuo o un grupo intenta controlar el comportamiento de otros amenazando con desagradables consecuencias a no ser que la persona en cuestión ceda. En relación con la influencia ejercida por el grupo de compañeros, habitualmente es el miedo al rechazo o al ridículo lo que actúa como una sanción, lo bastante poderosa en la adolescencia como para asegurar que los miembros del grupo se atengan a sus normas.
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Esta distinción entre tipos de influencia asume considerable importancia en el contexto del grupo de compañeros adolescentes, debido a que, si cierto numero de jóvenes pasan el tiempo juntos y quedan inmersos en alguna forma de comportamiento antisocial, es lógico pensar que intervino la influencia directa de los miembros del grupo. Sin embargo, se presta menos atención a las influencias indirectas que pueden haber operado y que, en algunas circunstancias, pueden ser más poderosas incluso que la presión directa del grupo de los compañeros. Como antes hemos señalado queda claro que el grupo de compañeros influyó predominantemente sobre esta forma de comportamiento. Pero Plant informa que gran parte de los padres de los drogadictos estudiados también consumían drogas, aunque eran de las socialmente aceptadas. Mientras que dichos padres se oponían vehemente al empleo de marihuana, ellos mismos eran grandes bebedores o fumadores. Así pues resulta imposible afirmar que las influencias ejercidas en el hogar no desempeñasen un papel, y como resulta indudable que son múltiples las clases de influencia que conducen a un determinado tipo de comportamiento, la presión directa ejercida por el grupo de compañeros debe considerarse dentro del contexto constituido por todos los demás factores conocidos. Un segundo punto a considerar es que pueden operar diferentes fuerzas en la génesis de los distintos tipos de comportamiento antisocial. Esto quedó claramente ilustrado en un reciente estudio efectuado en EEUU por Kandel y colaboradores, en el que dichos autores distinguieron entre la influencia ejercida por los padres, la de compañeros, las actitudes del adolescente y su participación en otras actividades desviantes como factores que podían predecir el consumo de drogas o alcohol. Pudieron demostrar que, aunque otras variables desempeñaban también un papel, era el comportamiento parental el que constituía el factor más importante para inducir al joven a precoces experiencias alcohólicas. Sin embargo, en el consumo de drogas, no destacaba ningún factor sobre los demás; las actitudes del adolescente, las malas o deficientes relaciones padres−hijo, la influencia de un `mejor amigo' y el comprometerse en otras actividades desviantes, contribuían conjuntamente al comportamiento antisocial y no creer que factores similares operarán en todas situaciones. En tercer lugar, debe considerarse también que algunos jóvenes son más vulnerables que otros a determinados tipos de presión. En estos últimos años, diversos autores han mencionado la posibilidad de que sólo sea importante el grupo de compañeros y que su influencia, por tanto, resulte esencial para un pequeño conjunto de adolescentes que carecen de suficiente apoyo y asistencia por parte de sus familias. Empey, por ejemplo, en su análisis de la delincuencia, expone la hipótesis de que en la vida emocional de ciertos adolescentes existe un `vacío', como resultado de insuficiencias o carencias parentales. Tal `vacío', es resultado por el grupo de compañeros y el joven, ya de por sí vulnerable, carente de confianza en sí mismo, pero con una imperiosa necesidad de ser aceptado, resulta especialmente susceptible a la presión de dicho grupo. 4. − Búsqueda de la identidad: 4.1. − Definición de juventud: Edad que media entre la niñez y la edad adulta. 4.2. − Introducción: La adolescencia es considerada generalmente como un período de cambio y también de consolidación en el concepto de sí mismo. Existen para ello diversas razones. En primer lugar, los importantes cambios físicos que se verifican ocasionan, como ya hemos leído, un cambio en la propia imagen corporal. En segundo lugar, el desarrollo intelectual durante la adolescencia posibilita un concepto más complejo y sofisticado acerca de sí mismo, que implica un número mayor de dimensiones, abarcando tanto posibilidades como realidades. En tercer término, parece probable que se produzca cierto desarrollo del concepto de sí mismo debido a la creciente independencia emocional y a la necesidad de adoptar fundamentalmente decisiones sobre trabajo, valores, comportamiento sexual, elección de amistades, etc. Por último, la naturaleza transitoria del periodo adolescente y en especial los cambios de papel experimentados en dicha época, parecen hallarse asociados con cierta modificación del concepto de sí mismo. 9
4.3. − Identidad y crisis de identidad: Comenzaremos señalando que Erikson considera la vida como una serie de estadios o etapas, cada uno de los cuales va asociado a una determinada misión, de naturaleza picosocial, dentro del desarrollo. En la infancia, por ejemplo, dicha misión consiste en establecer un sentimiento de confianza básica y en combatir la desconfianza. La relación con la madre es considerada aquí como esencial para constituir un fundamento, sobre el cual el niño puede establecer más adelante relaciones basadas también en la confianza. Por lo que respecta a la adolescencia, la misión implica el establecimiento de una identidad coherente y la superación de un sentimiento de difusión de la identidad. Erikson opina que la búsqueda de identidad resulta especialmente urgente en este estadio, a resultas de numerosos factores, como son las circunstancias sociales y culturales. Así, Erikson concede importancia al fenómeno del rápido cambio biológico y social durante la adolescencia y señala en especial la importancia que para el individuo tiene la necesidad de adoptar decisiones, en dicha época, en casi todas las facetas de la vida. La difusión de la identidad, según Erikson, tiene cuatro componentes principales, Existe, en primer lugar, el problema de la intimidad. Aquí, el individuo puede temer el compromiso o la implicación en estrechas relaciones interpersonales, debido a la perdida de su propia identidad. Este miedo puede llevar a relaciones estereotipadas, formalizadas, al aislamiento, etc. En segundo lugar existe la posibilidad de una difusión de la identidad temporal. En ésta, le resulta imposible al adolescente planificar para el futuro o mantener cualquier tipo de relación. A continuación existe una difusión de la laboriosidad, en la que el joven tiene dificultades para aplicar sus recursos, de un modo realista al trabajo o al estudio. Por último analiza la elección de una identidad negativa. Significa con esto la selección, por parte del joven o de la joven, de una identidad que es exactamente la opuesta a la preferida por los padres o por otros adultos que revisten importancia para el joven. Estos cuatro elementos constituyen los rasgos principales de la difusión de la identidad, si bien, evidentemente, no todos estarán presentes en los individuos que experimenten una crisis de identidad. Además de conceptos como los señalados, hemos de mencionar otra noción con rasgo integrante de la teoria de Erikson: la moratoria picosocial. Con este último término se designa un periodo durante el cual se dejan decisiones en suspenso. Se afirma que la sociedad permite e incluso estimula un periodo de la vida en que el joven puede demorar importantes elecciones sobre su identidad, experimentando papeles para descubrir que clase de persona desea ser; aunque dicho estadio puede conducir a una desorientación o a alteraciones. 4.4. − Identidad de papel sexual: La identidad de papel sexual es un aspecto del concepto de sí mismo que rara vez ha sido abordado con anterioridad El término "papel sexual" se emplea corrientemente para referirse a una serie de estándares o predisposiciones que describen el comportamiento masculino o femenino adecuado en una determinada cultura. Así, desde la más temprana infancia, los individuos aprenden que comportamientos resultan aceptables y cuales no para cada uno de ambos sexos. Este aprendizaje puede no tener forzosamente lugar de un modo explícito, sino que es más frecuente que sea adquirido por el niño como un aspecto de las normas generales que existen en su medio ambiente. Respecto a la identidad del papel sexual, puede considerarse que representa el grado en que el individuo cree haberse ajustado al papel prescrito. Es decir: la identidad con el papel sexual se refiere a la media en que una 10
persona siente que su comportamiento va de acuerdo con los estándares que operan en la respectiva cultura y que determinan el comportamiento masculino o femenino en general. El hecho de que la identidad de papel sexual se convierta en problemática durante los años de adolescencia parece ser generalmente aceptado por cuantos han considerado el tema. ¿Por qué ha de ser así?. En primer lugar se afirma que, en nuestra sociedad, antes de la pubertad se permite un considerable margen de acción en el comportamiento adecuado del sexo. Así las niñas, si quieren, pueden presentar una conducta más bien propia de los chicos, sin provocar mucha desaprobación, mientras que los niños pueden preferir actividades sosegadas, reflexivas y escaso interés por el deporte hasta la edad de 10 u 11 años. Sin embargo, a continuación de la pubertad, el individuo está sometido a dos presiones. En primer lugar, los padres, los profesores y otros sujetos mayores consideran la aproximación a la edad adulta y desean asegurar al joven una adaptación, con éxito, a la misma. En segundo lugar, el grupo de los compañeros va ejerciendo una creciente influencia en la determinación de los comportamientos que son aceptables. Ambos grupos destacan los niveles correspondientes a papel sexual y señalan, de manera que no deje lugar a dudas, las sanciones que tendrán lugar si el adolescente se desvía demasiado radicalmente de la norma. Cuando se establecen comparaciones entre adolescentes de ambos sexos se observa con frecuencia que intereses y actitudes vinculados al sexo llegan a dominar el comportamiento de los jóvenes en este estadio. Los muchachos se preparan para ingresar en el mundo laboral, estudian para obtener un título profesional y procuran lograr cualificaciones educativas adecuadas. En estas actividades son considerablemente apoyados y asistidos por escuelas y otros entes sociales. Las muchachas, por otra parte, reciben mucha menos ayuda en esta esfera. Debido en parte a esto, la mayoría presentan aspiraciones más limitadas y vagas, opinando con frecuencia que el matrimonio las liberará, antes o después, de la necesidad de trabajar. El problema de asegurar a las muchachas idénticas oportunidades de cualificación profesional es sumamente complejo. La distinción entre los sexos nos lleva a considerar otro aspecto de la identidad del papel sexual: la posibilidad de que el desarrollo de este tipo de identidad resulte más problemático para las muchachas que para los chicos. El argumento que habitualmente se presenta en apoyo de esta noción apela la intermitencia de la socialización. Hemos de recordar que la discontinuidad, dentro de este contexto, se refiere a la falta de una secuencia ordenada de expectativas de papel, de un estadio al siguiente. Podemos concluir esta sección considerando brevemente algunas de las similitudes y diferencias, en cuanto a desarrollo de la identidad, entre los adolescentes de ambos sexos: En cuanto a la autoestima no existe ninguna diferencia entre ambos sexos en dicha dimensión del concepto de sí mismo. En contra de la creencia común, no parecen existir datos demostrativos que nos indiquen que las muchachas tienen niveles de autoestima inferior a los muchachos. Algunos autores han llamado la atención sobre la posibilidad de que, mientras que los niveles de autoestima pueden ser similares en ambos sexos, la base de dicha autoestima puede diferir en los hombres y en las mujeres. En una investigación que realizó el psicólogo Carlson se estableció una diferencia entre orientación social y orientación personal en el desarrollo de la identidad y los resultados indicaron que mientras que los chicos se iban preocupando más por metas personales cuando progresaban a través de la adolescencia, las chicas se desarrollaban en dirección opuesta, tendiendo cada vez más a una orientación social según iban haciéndose mayores. 5. − La cultura adolescente: 5.1. − Definición de cultura: Es un conjunto de comportamientos, costumbres y valores que identifican a un grupo. 5.2. −Introducción: 11
Los jóvenes son un grupo de reciente aparición. En las sociedades tradicionales, la transmisión del aprendizaje no requería la separación del mundo adulto durante varios años. La escolarización masiva ayudó a la formación de la identidad grupal. Hoy la juventud es una forma de vida, los jóvenes han edificado un mundo propio. Podemos distinguir algunos rasgos característicos de la cultura adolescente: 5.2.1. − Valoración del cuerpo: Con respecto a los chicos el culto se refleja en el deporte, los riesgos y las aventuras. En el caso de las chicas se refleja en la delgadez y la silueta, que muchas veces suele llevar a la anorexia o a la bulimia. Esta actitud narcisista ante el cuerpo es reforzada socialmente por la moda y la creación de "modelos"publicitarios. 5.2.2. − Culto a la imagen: En la sociedad de la imagen y el espectáculo, el videoclip sustituye a la conversación y parece que todo cambia para que nada cambie y no se pierda la "eterna juventud". 5.2.3. − Comunicación sensorial: 5.2.3.1. − Definición de hedonismo: En la filosofía occidental, se aplica este término para referirse a la doctrina según la cual el placer es el único o el principal bien de la vida, y su búsqueda el fin ideal de la conducta. 5.2.3.2. − Definición de narcisismo: Término que proviene de Narciso, personaje del que todos se enamoraban a causa de su gran belleza, y que denota el amor excesivo a uno mismo. El adolescente se percibe más como un "yo corporal" que como un "yo pensante". El culto a la sensorialidad se vive como un hedonismo y narcisismo. La música esta más dotada de expresión que las palabras y se desconfía de ellas. Por eso, el sentimiento domina sobre la palabra y la sensación sobre la abstracción. 5.2.4.− Consumismo: La conversión al hedonismo consumista desarrollado en las sociedades occidentales culmina hoy en la idolatría de los valores juveniles. El consumismo se manifiesta en el vitalismo atribuido a las cosas, en la urgencia del placer y la sed de diversión. Como en los cuentos felices, se trata de suprimir el tiempo entre la enunciación de un deseo y su realización. Lo importante no es lo que se puede hacer, sino lo que se quiere. 5.2.5. − Trastornos psiquiátricos: Hay que considerar dos cuestiones. En primer lugar, las teorías sobre la adolescencia consideran este periodo como de "tempestad y tensión" y está por tanto justificado preguntarse si tal fenómeno va asociado a una cuota incrementada de alteraciones psiquiátricas. Aunque hay que reconocer 'tempestad y tensión' y trastorno psiquiátrico no son necesariamente sinónimos. Si la adolescencia es un autentico 'estadio problema' dentro del desarrollo, hay que esperar en ella cierto 12
aumento, de trastornos psiquiátricos. La segunda cuestión se refiere a la naturaleza de estos trastornos. ¿Son los mismos que se observan en la niñez, o en la edad adulta, o bien son exclusivas de la adolescencia la mayoría de las dificultades manifestadas durante este periodo?. Si las teorías son correctas, los problemas de la adolescencia presentan ciertos rasgos especiales y además, la naturaleza de estos problemas puede esclarecer en gran medida el proceso mismo de la adolescencia. En cuanto a cuotas de alteración, varían según el tipo de población investigada. Existe sin embargo un grado considerable de acuerdo en el limitado número de trabajos que se han realizado. Los estudios de poblaciones exclusivamente urbanas informan de cuotas de hasta un 17% o un 19%, mientras que las investigaciones realizadas en zonas rurales muestran que tan sólo un 8% de la población adolescente manifiesta trastornos psíquicos. Otros estudios informan sobre cuotas de alteración que varían entre dichos extremos. Lo más importante, en estos resultados, es el hecho de que este nivel de prevalencia es muy similar al hallado en poblaciones infantiles o bien adultas. Rutter y colaboradores han proporcionado importantes datos en apoyo de esta conclusión, ya que establecieron comparaciones entre las cuotas halladas en un grupo de muchachos de 14 años y las observadas en los mismos individuos cuando tenían 10 años de edad. Consideraron, la frecuencia de trastornos psiquiátricos entre los padres de dichos jóvenes y, teniendo en cuenta cierto grado de variación en su evaluación, los mencionados autores pudieron demostrar la presencia de notables similitudes entre los grupos de edad. Parece pues improbable que exista en la población adolescente un nivel más alto de trastornos psiquiátricos que en otros grupos de edad, aunque sin duda son precisas más investigaciones. Hay que señalar, sobre todo, que la mayoría de los estudios se han centrado en los adolescentes más jóvenes, por lo general de 13 ó 14 años, y se conocen mucho manos las alteraciones psiquiátricas que surgen en los de más edad. La segunda cuestión a considerar es la relativa a sí en los años de la adolescencia cambia la naturaleza de los trastornos psíquicos. Pudiera ser que mientras que la frecuencia en la población general no aumente en la adolescencia, los problemas sean, en sí, de un tipo diferente, siendo más graves, más díficiles de tratar o sigan un curso distinto. En su revisión de los trastornos de la adolescencia, Graham y Rutter consideran esta cuestión, y comparando los problemas psiquiátricos del niño y del adolescente llegan a las siguientes conclusiones. En primer lugar opinan que la depresión, la ansiedad y otros trastornos emocionales son mucho más corrientes en la adolescencia. En segundo lugar, señalan la alterada proporción entre los sexos en los grupos que presentan problemas psiquiátricos. Mientras que en la infancia es mucho más probable que aparezcan trastornos psiquiátricos en los niños que en las niñas, durante los años de adolescencia la proporción se iguala más. En tercer lugar, se producen importantes cambios en la incidencia de las afecciones psiquiátricas menos corrientes. Por ejemplo, la esquizofrenia y otros estados psicóticos, los estados obsesivos−compulsivos y las tentativas de suicidio (todo ello muy raro en la infancia) se van haciendo gradualmente más manifiestos como alteraciones psiquiátricas de la adolescencia. Por último, mencionan el hecho de que en los adolescentes se presenta menos la grave discordia familiar, como factor asociado al trastorno psiquiátrico, que en la infancia. En resumen: durante la adolescencia no parece manifestarse un acentuado incremento de las cuotas de trastornos psiquiátricos, aunque esta afirmación debe considerarse como dudosa en cierto grado hasta que se hayan realizado posteriores estudios en adolescentes de más edad. En segundo lugar, y como señalan Graham y Rutter en su revisión, los trastornos psíquicos de los adolescentes divergen claramente en diferentes aspectos que aparecen en la infancia. No son, sin embargo, fundamentalmente distintos de los que pueden encontrarse en una población adulta joven. La índole de los problemas manifiestos refleja el hecho de que la adolescencia es un periodo de transición, con trastornos cuyo patrón se aproxima cada vez a los manifiestos en la edad adulta. Por otra parte, los problemas de los adolescentes no parecen seguir un curso distinto del que se observa en un grupo de más edad; es decir: la sintomatologia no persiste más tiempo, ni es forzosamente más grave. Por último, el pronostico de los distintos estados psiquiátricos viene a ser el mismo en la adolescencia, que en cualquier otro periodo de la vida. Cabe concluir que los trastornos psiquiátricos de la adolescencia, si bien algo diferentes de los que ocurren 13
durante la infancia, no son en absoluto distintos de los observados en los adultos. Sin embargo, existen algunos tipos de comportamiento−problema que, son más corrientes durante ésta que en cualquier otra etapa de la vida. Estos problemas típicos de la adolescencia corresponden más bien con el ámbito del comportamiento social, y la delincuencia. Existen, además, otras formas de comportamiento−problema que no son apreciadas por el psiquiatra, sino más bien por profesores, asistentes sociales, asesores escolares, etc. Por ejemplo, casos de adicción a drogas, trastornos nutricios, depresión, negativa a ir a la escuela y dificultad para adaptarse a un puesto de trabajo, manifestaciones de dificultad dentro del proceso de adaptación por parte del adolescente. 5.2.6. − Delincuencia: En comparición con todos los demás problemas de la adolescencia, la delincuencia juvenil es el más corriente. El término de delincuencia juvenil es utilizado frecuentemente en un sentido mucho más amplio para significar cualquier comportamiento antisocial por parte de los jóvenes. Los estudios se ven limitados por el hecho de que el comportamiento criminal no se vuelve manifiesto sino cuando el individuo ha sido detenido. Así pues, todas las estadísticas existentes subestiman, en opinión general, las autenticas dimensiones del problema. Por ejemplo Maliphant ha proporcionado un cuadro de los tipos de delitos de todos los individuos de edad inferior a los 17 años que fueron declarados culpables o detenidos por actos enjuiciables en Inglaterra y Gales en el año 1974. Las cifras muestran que los delitos más corrientes eran los de robo y manejo de bienes robados. Un 55% de los muchachos y un 82% de las muchachas juzgados se incluían en estas tres categorías. Un 36% de los muchachos habían incurrido en los delitos, más graves, de robo con nocturnidad o daños criminales, delitos en los que incurrieron sólo un 10% de las chicas. Sin embargo, según Conger, las cifras norteamericanas indican que están siendo condenadas un número creciente de chicas, y West informa del comienzo de una evolución similar en Gran Bretaña. La clasificación de los delincuentes en diferentes categorías está lejos de ser fácil. Maliphant afirma que no está muy justificado diferenciarlos de acuerdo con el delito cometido, debido sobre todo a que son pocos los que incurren habitualmente en delitos similares. La clasificación más ajustada a la realidad sería quizá la relacionada con las cuotas de reincidencia. Gran parte de los trabajos recientes en este campo, suelen centrarse en los que se conocen como factores ecológicos asociados a la delincuencia. Sabido es que las zonas que poseen altas cuotas de delincuencia son los suburbios con viviendas deficientes, condiciones de hacinamiento, ausencia de servicios y carencia de centros culturales y recreativos, etc. Parece ser que pese a la existencia de cambios sociales, estas zonas de elevada delincuencia siguen siendo las mismas durante considerables periodos de tiempo. Hemos de destacar, dos puntos. En primer lugar, probablemente uno de los hallazgos documentados con más frecuencia en psicología infantil es la existencia de una relación entre delincuencia y trasfondo familiar conflictivo o bien destruido. Factores como divorcio entre los padres, violencia en el hogar, etc., se asocian a comportamiento antisocial en los adolescentes. Menos conocido es, sin embargo, el hecho de que en estos últimos años, cierto número de estudios han señalado que la relación entre trasfondo familiar y delincuencia no es tan simple como hasta ahora se creia. Por ejemplo, actualmente parece más probable que sean los conflictos emocionales dentro del hogar los que están vinculados al comportamiento delictivo, más que el hecho de la separación parental, la perdida de la figura paterna cualquier otro acontecimiento. Otra importante cuestión es la predicación de la delincuencia a partir del comportamiento infantil. El trabajo más demostrativo de esta idea es el de Conger y colaboradores quienes realizaron un estudio a gran escala en niños de edades entre 6 y 8 años. Los datos obtenidos mostraron que ya a las edades de 7 y 8 años, los futuros delincuentes eran juzgados por sus profesores como menos amistosos, menos responsables, más impulsivos y más hostiles a la autoridad. Estas diferencias persistían al aumentar la edad del niño y venían a agregarse, 14
otros rasgos. 5.2.7. − Suicidio: Como han señalado cuantos han escrito sobre este tema, el suicidio de un adolescente es algo que ocasiona una angustia y aflicción especial en los adultos. Pocas cosas pueden resultar más turbadoras que haber conocido bien a una persona joven para la cual la muerte fue la única solución a los problemas que supone el hecho de crecer. Shaffer ha investigado todos los suicidios infantiles en Inglaterra y Gales durante siete años. Encontró que no existían fallecimientos por esta causa a edades inferiores a los 12 años, pero que entre los 12 y los 14 años, las muertes por suicidio iban aumentando gradualmente. Al igual que sucede en la población adulta, se suicidaban un doble número de chicos que de chicas. El estudio demostró que la situación precipitante más corriente previa al acto suicida se debía al hecho de saber que los padres se iban a enterar de algún tipo de comportamiento antisocial o vergonzoso que había sucedido fuera del hogar. A partir de un gran número de estudios verificados en adolescentes próximos a la mayoría de edad, se evidencia que las cuotas de suicidio aumentan rápidamente a partir de los 15 años. Los suicidios entre los adolescentes de más edad, y al igual que en el grupo de Shaffer, son más corrientes entre los varones, mientras que las tentativas de suicidio son más frecuentes entre las chicas. Jacobs describe cuatro probables estadios dentro del desarrollo del comportamiento suicida: • Prolongados antecedentes de problemas. • Un periodo de `escalada' de problemas. • El progresivo fracaso de las técnicas existentes de enfrentamiento con los problemas ya viejos, y un aumento de problemas nuevos, que conduce al adolescente a un aislamiento social cada vez mayor en las relaciones que poseen para él importancia. • La fase final, caracterizada por una disolución, de todo género de relaciones sociales significativas, durante las semanas y los días que preceden a la tentativa de suicidio. Tal esquema quizá parezca demasiado superficial y es poco probable que sean muchos los adolescentes que presenten una evolución progresiva tan claramente delineada. Resulta muy difícil predecir un comportamiento suicida, vale la pena recordar que deben tenerse en cuenta las comunicaciones de cualquier genero que pueden representar peticiones de auxilio. Los adolescentes que hablan abiertamente de suicidio han de ser atendidos, aunque lo único que se pueda hacer es tomar en serio su angustia o su necesidad de atencion. Conger señala cuatro signos de advertencia, que pueden servir para alertar a cualquier adulto preocupado: • La continua presencia de un estado de animo deprimido, de trastornos de la alimentación y del sueño o bien de una disminución del rendimiento escolar. • Un gradual retraimiento social y un creciente aislamiento de los demás • Rupturas en la comunicación con los padres u otras personas de importancia en la vida adolescente. • Antecedentes de tentativas de suicidio o de inmiscuirse en accidentes. No obstante, por validos que sean tales indicadores, sigue siendo un hecho tan triste como ineludible el que en muchos casos resulta imposible predecir el suicidio o prevenir a los individuos para ello. 5.2.8. − Trastornos nutricios:
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5.2.8.1. − Introducción: Debido a los acentuados cambios físicos que tienen lugar en la pubertad y la consiguiente preocupación sobre sí mismo y la propia imagen corporal, no es sorprendente hallar que muchos jóvenes se preocupen por problemas de peso corporal y de dieta. El peso en la adolescencia suele coincidir con grandes variaciones de peso, al ajustarse el individuo a los cambios hormonales que tienen lugar en su organismo. Desempeñan un papel muy importante las presiones sociales. 5.2.8.2. − La anorexia nerviosa: Esta afección no suele presentarse antes de la pubertad y es más corriente en las chicas. Han sido realizadas muchas investigaciones y se han establecido multitud de teorías que intentan explicar la afección. Sin embargo, casi siempre resulta muy difícil juzgar con exactitud lo que existe tras un comportamiento aparentemente tan irracional como es dejarse morir de hambre. La opinión de muchos autores es que la anorexia nerviosa va asociada a un miedo irracional a la sexualidad y a la maduración normal. Bruch, esta de acuerdo con lo anteriormente dicho aunque señala otro rasgo importante: las jóvenes con anorexia nerviosa mantienen una desesperada lucha por la autodeterminación. Afirma que `las anoréxicas luchan contra el sentimiento de estar esclavizadas, explotadas y de no permitírseles vivir su propia vida'. En conclusión, Bruch cree que muchas adolescentes que padecen esta enfermedad han sido `niñas modelos' originando esto dificultades en el establecimiento de una identidad individual en la adolescencia, también destaca la importancia de una distorsión de la imagen corporal como síntoma de la anorexia nerviosa, con frecuencia son incapaces de juzgar lo que es normal o anormal respecto al tamaño y al peso corporal. Existe general acuerdo entre los autores respecto a que el tratamiento de adolescentes con trastornos anoréxicos constituye un proceso difícil y delicado y raramente bastará con un solo método de tratamiento. 5.2.8.3. − Algunos tipos de tratamientos existentes: A)Tratamiento psicológico: Constituye una opinión general que el tratamiento de adolescentes representa un proceso más delicado que el de las niñas y adultos. Porque: • Esto puede ser reflejo de sus relaciones actuales con adultos, pueden sentirse engañadas, mostrar resistencia a los tratamientos de ayudas o enfadar por haberlas llevado a la clínica en contra de su voluntad. • El curso del tratamiento rara vez es regular, en ocasiones, el adolescente puede manifestar una negra depresión y poco tiempo después un exaltado optimismo. Un comportamiento tan incompatible y las violentas oscilaciones de humor, constituyen una característica común del trabajo con adolescentes que presentan alteraciones y no es sorprendente que puedan ocasionar desconcierto y exasperación en el correspondiente adulto. Otro problema con el que se enfrentan los adultos que trabajan con adolescentes es el riesgo de un comportamiento de acting−out, de agresividad contra sí mismo o contra los demás. Por ultimo deben enfrentarse, casi siempre a la cuestión esencial ¿HAY QUE TRATAR A ESTE INDIVIDUO COMO SI FUESE UN/A NIÑO/A O COMO SI FUERA UN/A ADULTO/A?.
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B) Psicoterapia familiar: Es decir la inclusión de todos los miembros de la familia en el proceso terapéutico. La psicoterapia familiar no constituye un tipo único de tratamiento, sino que consiste más bien en un conjunto de teorías y métodos, cuyo denominador común es la creencia de que cuanto mayor es la participación de la familiar, más probable es que el proceso terapéutico resulte efectivo. La psicoterapia individual, suele encaminarse en el sentido de hallar nuevos modos de resolver problemas actuales y de relacionarse con los demás que sean mas ajustados a la realidad y menos frustrantes y autodestructivas. Otros objetivos son la eliminación de miedos y conflictos innecesarios del individuo con las exigencias de la realidad. Para conseguir esto, el terapeuta registrara e interpretara las anomalías en las reacciones del adolescente a las personas y los acontecimientos en la vida cotidiana, así como las distorsiones en la relación del joven paciente con el psicoterapeuta. 6. − Creencias e ideas irracionales: Para el psicólogo constructivista G. Kelly, el ser humano no puede conocer la realidad directamente, sólo dispone de una teoría personal que le permite actuar en ella. Toda persona percibe en su entorno hechos sobre los que establece interpretaciones, para poder predecir los acontecimientos futuros. Cada individuo elabora una teoría o mapa para describir la realidad y situarse en el mundo. Las creencias e ideas constituyen un factor de estabilidad para nuestra teoría sobre la realidad, pero fallan con frecuencias porque ésta es cambiante e inabarcable. La tarea esencial del adolescente es abrirse a la experiencia, tener un sistema racional y abierto, no creencial y cerrado. Las creencias son ilusiones útiles que nos permiten manejar nuestras experiencias, pero es preciso caminar hacia una instalación racional en el mundo. La instalación racional supone permanecer en crisis de crecimiento. Albert Ellis advierte que hay modos inadaptados de construir el mundo y que las creencias pesimistas e ideas irracionales que los mantienen son la causa del sufrimiento de las personas. Para este psicólogo, un pensamiento racional es aquel que es evidente, consistente con la realidad, verificable, no es absolutista, produce emociones moderadas y ayuda a conseguir los objetivos propuestos. Los pensamientos irracionales son aquellos que: − Producen emociones negativas intensas y duraderas. − Exageran las consecuencias negativas de un hecho o un acontecimiento. Los pensamientos acompañados de palabras como horrible, espantoso, insoportable. − Reflejan obligaciones y demandas no realistas sobre uno mismo y los demás. − Son absolutistas y van acompañados de palabras como todos, nada, nunca, siempre. Ellis enseña el sistema A−B−C, con el que demuestra a las personas que los hechos y acontecimientos de sus vidas (A) no determinan las consecuencias emocionales (C), sino que éstas derivan de los pensamientos y 17
creencias de esos hechos (B). El terapeuta enseña al individuo a cuestionar y discutir su sistema de creencia irracional (B), hasta adquirir uno nuevo, adaptado cognitivamente a la realidad y que le permita manejar su entorno social. 7. − El desarrollo de la conducta social: 7.1. − Introducción: ¿Cómo se pueden hacer nuevos amigos?. ¿Por qué hay personas con miedo a hablar en público?. ¿Por qué hay personas a quienes nadie les levanta la voz y otras son humilladas y despreciadas?. Sabemos que el ser humano es social. Comunicarnos e interactuar con los demás es una de nuestras actividades cotidianas. Sin embargo, existen grandes diferencias entre las habilidades de unas personas y otras. Así, algunos médicos y profesores saben mucho de sus respectivas profesiones, pero interáctuan y se comunican mal con sus pacientes y estudiantes por falta de habilidades sociales. Las habilidades sociales (HS) son las conductas o destrezas específicas que ejecutamos en nuestras relaciones interpersonales, por ejemplo cuando hacemos nuevas amistades o nos negamos a una petición. Según V: Caballo, las HS tienen estas características: − Nadie nace sabiendo relacionarse con los demás; las HS requieren aprendizaje, ya sea instruccional o por experiencia directa. − Las HS contienen componentes motores observables (la conducta gestual), emocionales y afectivos (ansiedad o alegría) y cognitivos (percepción social, autolenguaje) − Las HS son una característica de la conducta, no de las personas; son estilos de respuestas específicas a situaciones concretas. La competencia social de una persona varia a través de las situaciones. Las relaciones interpersonales son importantes para el desarrollo y el funcionamiento psicológico de cada individuo. Para desarrollar nuestras relaciones es necesario mejorar nuestras conductas y tener pensamientos y sentimientos asertivos, muy diferentes de las tradicionales conductas pasivas y agresivas. 7.2. − Conducta pasiva: La conducta pasiva es propia de personas que no expresan sus sentimientos y pensamientos, y si lo hacen es con falta de confianza o de forma autoderrotista. También muestran conductas no verbales acordes con su falta de asertividad: evitación de la mirada, postura corporal tensa o nerviosismo. La persona pasiva tiene dificultades en el manejo de sus problemas personales porque los demás no le respetan, evita tener contacto con otras personas por miedo a los conflictos y, a menudo, se siente incomprendida o manipulada. Esto puede conducirle a tener una visión negativa de sí mismo, baja autoestima, y sentimientos de inferioridad o culpa por no saber defender sus derechos. 7.3. − Conducta asertiva: La conducta asertiva consiste en expresar las necesidades, derechos u opiniones sin avasallar o violar los derechos de otros. Una persona asertiva manifiesta sus pensamientos y sentimientos en cada momento y su conducta no verbal, la mirada o la expresión facial, se corresponde con su expresión verbal. 7.4. − Conducta agresiva: 18
La conducta agresiva implica la defensa de los derechos, pensamientos o sentimientos personales sin tener en cuenta a los demás. La conducta agresiva puede ser directa, con insultos y amenazas, o indirecta, mediante murmuraciones maliciosas acerca de otras personas. Las personas agresivas son temidas por los demás porque tratan de minimizar o dominar a quienes les rodean, quieren conseguir sus deseos a cualquier precio, sólo valoran sus pensamientos y consideran estúpidos a quienes piensan de forma diferente. 8. − Relaciones interpersonales: 8.1. − Introducción: Gadner, psicólogo, postula la existencia de varios tipos de inteligencias, entre las que se encuentra la inteligencia personal. Que es la capacidad de establecer contacto con los propios sentimientos, discernir entre ellos y aprovechar este conocimiento para orientar nuestra conducta. Tener relaciones creativas con otras personas requiere comprender los conceptos de deseo, atracción y enamoramiento. El deseo es una pulsion enraizada en lo biológico, es sentido y vivenciado como la necesidad de resolver una tensión. Durante la adolescencia se hace mas especifico y se consolida con una determinada orientación sexual. La atracción supone y se alimente del deseo. Los objetos de atracción pueden ser múltiples, en esto se diferencia del enamoramiento. El enamoramiento supone el deseo y la atracción. Algunas características del proceso de enamoramiento son: • La persona sufre un proceso de encantamiento. • Deseo de otra persona de forma exclusiva. • Deseo de entrega. Cuando existe correspondencia entre los enamorados, la dinámica de la relación es de entusiasmo, y si ésta es amenazada se convierte en sufrimiento. • El enamoramiento va unido a un deseo de intimidad afectiva, sexual y de mayor compromiso. 8.2. − La atracción interpersonal: 8.2.1. − Introducción: Los psicólogos consideran la atracción interpersonal como el juicio que una persona hace de otra a lo largo de una dimensión actitudinal, cuyos extremos son la evaluación positiva (amor) y la evaluación negativa (odio) 8.2.2. − Variables que influyen en la atracción entre las personas: • Proximidad: las personas que están próximas a nosotros tienen mas posibilidades de que nos atraigan. Cuando más vemos a alguien, más familiar nos resulta esa persona y aumenta la atracción. La proximidad no siempre influye de forma positiva en la atracción. Si alguien nos desagrada, su proximidad aumenta nuestro desagrado. • Apariencia física: este factor es especialmente importante cuando el contacto con alguien es superficial o en los primeros encuentros que establecemos con una persona. • La importancia del aspecto físico: una razón es que es existe el placer estético de contemplar algo (alguien) bello. Otra explicación es que asociándonos con gente guapa mejora nuestra imagen publica. 19
• Semejanza: todos los individuos somos parecidos o diferentes a los demás en muchos aspectos: edad, procedencia geográfica, personalidad, actitudes o aficiones. Se ha demostrado que la atracción interpersonal aumenta a medida que crece la semejanza interpersonal. • Reciprocidad: la atracción que experimentamos por alguien depende de sí hay o no reciprocidad en la relación. Otros rasgos muy apreciados en la atracción son el afecto y la competencia. El primero incluye ser considerado, amigable, feliz, señales no verbales como sonreír o expresar emociones. El segundo comprende ser inteligente y competente, tener habilidades sociales (ser capaz de mantener una conversación interesante). 8.2.3. − Amor, pasión y compromiso: El psicólogo R: Sternberg, expone que el amor consta de tres componentes básicos: intimidad, pasión y compromiso. • La intimidad supone un sentimiento de proximidad, comunicación y vinculación en la relación. Para mejorar este aspecto es necesario promover el bienestar de la otra persona, compartir experiencias, dar apoyo emocional, reconocer el valor de la otra persona en nuestra vida. • La pasión es la fuerza de la atracción física y emocional. Produce una visión más optimista del mundo y una generosidad sin condiciones. A menudo, este amor se asocia con el amor erótico. Sternberg considera que la pasión nos excita física y emocionalmente. • El compromiso, significa esforzarse por cuidar y mantener el amor para que evolucione y no desaparezca por desinterés o aburrimiento. Mientras que la intimidad y el comportamiento son relativamente estables, la pasión es inestable. La combinación de los componentes básicos produce otras formas (fig.1). Entre las diferentes combinaciones destacan: el amor romántico, que se produce cuando las personas se atraen física y emocionalmente, pero sin compromiso; el amor fatuo, que cristaliza pronto en matrimonio sin que surja la intimidad; y el amor perfecto, que incluye los tres componentes, pero es difícil de alcanzar y mantener. GUSTAR (Sólo intimidad) AMOR ROMANTICO AMOR COMPAÑERO (Intimidad + pasión) (Intimidad + Compromiso) AMOR COMPLETO (Intimidad + Pasión + Compromiso) ENCAPRICHAMIENTO AMOR FATUO AMOR VACIO (Sólo pasión) (Pasión + Compromiso) (Sólo compromiso) 8.2.3. − La pareja: Establecer una relación es ir mas allá de los sentimientos, es acercar y unir diferencias.
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Uno de los elementos básicos de una relación es la comunicación. Comunicarse dos personas es organizar un ciclo de intercambios (dar y recibir) vital para la existencia humana. En la relación de una pareja, este proceso puede ser agitado y doloroso o apasionante, depende de las habilidades comunicativas y sociales de sus miembros. • La comunicación: arte de escuchar y expresar sentimientos. La comunicación afectiva tiene gran importancia para armonizar y convivir en pareja. Debemos ser conscientes de la transcendencia de la comunicación en nuestras vidas. Un primer paso es reconocer los numerosos mensajes destructivos que perturban la comunicación y producen bloqueos. Por ejemplo: • Ordenar: ¡Ven a las siete!. • Ridiculizar: ¡Que idiota eres!. • Imponer soluciones: ¡O dejas a tus amigos o te dejo!. • Criticar: ¡Siempre dejas las cosas sin terminar!. • Interpretar: ¡Estás haciendo esto para volverme loco!. La comunicación es lo más importante, mientras exista amor, en la vida de una pareja. • Como mejorar las relaciones. • Desarrollo de la intimidad: la intimidad supone una igualdad que no tiene nada que ver con la abolición de diferencias. La intimidad también implica reconocer el derecho a demandar, a pedir ser escuchado, poder expresar sentimientos, superar la desconfianza y valorar o apreciar al otro sin manipulaciones. • Satisfacer necesidades: todas las personas tenemos múltiples necesidades: emocionales (apoyo, seguridad, autoestima), afectivas (verbales y de contacto), sociales (compartir, estar con amigos), recreativas (hacer cosas, aficiones), de autoexpresion (espacio para crecer independientemente). Muchas parejas comienzan la relación creyendo que la otra persona nos ayudará a satisfacer todas nuestras necesidades insatisfechas o frustradas hasta ese momento de nuestra vida. Exigir que la otra persona satisfaga todas nuestras demandas es `pedir demasiado' y esperar lo imposible. • Tomar conciencia: consiste en la capacidad de desarrollar y afrontar la responsabilidad de nuestras vidas y no descargar sobre el otro/a nuestros miedos y dificultades. • Crear un espacio de negociación: uno de los grandes desafíos en las relaciones afectivas es como manejar los desacuerdos y diferencias. Las discusiones y enfrentamientos pueden evitarse si comprendemos qué es lo que necesita nuestra pareja. No son las diferencias y desacuerdos los que hacen daño, sino la forma en que los comunicamos. En las relaciones de pareja, adoptar una actitud ofensiva o intimidatoria es un error. Otras actitudes negativas son la huida y el fingimiento que a la larga, causa resentimiento, por no haber dicho las cosas o afrontado los problemas a su debido tiempo. • Formar una relación armónica: la experiencia nos dice que no es fácil conseguir una relación creativa, porque supone conseguir el reconocimiento y el respeto mutuos.
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Dos requisitos son indispensables para alcanzar esta relación: primero, aceptar que el otro/a pueda necesitar para crecer algo de lo que nosotros pensamos que es bueno para él o ella; segundo, renunciar a la ilusión de la verdad, aceptado sus zonas de silencio. BIBLIOGRAFIA: • Coleman, J.: Psicología de la adolescencia. Madrid. Morata. 1985. • Alonso García, J.; Alonso García, A.; Balmori Martínez, A.; Carvalho Tavares, J.; Grupo GAPPA: Libro de texto de Psicología para Bachillerato. Madrid. Mc GRAW−HILL. 1997. • Enciclopedia interactiva Encarta `99 29 29 Figura 1. Los componentes básicos del amor y sus combinaciones, según Sternberg.
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