La agresividad La violencia

La agresividad – La violencia Desde “el malestar en la cultura”, intentos para un cierto bienestar a partir del pensamiento psicoanalítico Lic. Catal

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AGRESIVIDAD Y VIOLENCIA EN EL FÚTBOL
Revista Digital Universitaria 10 de junio 2005 • Volumen 6 Número 6 • ISSN: 1067-6079 AGRESIVIDAD Y VIOLENCIA EN EL FÚTBOL Lic. Arturo Isaías Allende

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La agresividad – La violencia Desde “el malestar en la cultura”, intentos para un cierto bienestar a partir del pensamiento psicoanalítico

Lic. Catalina Martino En Viena aparecieron en 1927 dos publicaciones que dan cuenta de lo que es capaz el hombre. De producciones sublimes y hasta de las más nefandas. Una de ellas era la tristemente célebre "Mein Kampf" de Hitler. La otra "El porvenir de una ilusión" firmada por Sigmund Freud, quién se encontraba ya muy enfermo y enfrentaba el pesar del fallecimiento de una de sus queridas hijas. Sumado a ello sus hijos y un yerno estaban en el frente de guerra. Poco tiempo después publicó "El malestar en la cultura", cuyo primer título fue "La infelicidad". Tres cuartos de siglo después, en el siglo XXI lo parafraseamos en la búsqueda de un cierto bienestar. Él se preguntó por qué es tan difícil conseguir la dicha para los seres humanos. Hoy nos preguntamos lo mismo. Hay tres fuentes universales de las que proviene nuestro penar: - La hiperpotencia de la naturaleza - La fragilidad de nuestro cuerpo - La insuficiencia de las normas para regular los vínculos entre los hombres, en la familia, en la sociedad Ante las dos primeras, poco podemos efectivamente hacer. La sofisticada maquinaria puede predecir en horas la aparición del tifón, la erupción volcánica o el terremoto; pero no los puede impedir. No hay forma de dominar completamente la naturaleza. Nuestro organismo forma parte de ella, y con relación a su fragilidad, en tanto seres vivos sabemos que el ciclo vital se cumple ineluctablemente en él. Es bueno aceptarlo así. Lo que debería importar es qué hacemos en el trayecto que se cubre entre el nacimiento y la muerte, única posesión segura que tenemos los humanos y a la cual intentamos desmentir. Baste a modo de ilustración de lo precedente, este tradicional relato medieval: "Un viajero que atravesaba un bosque es interceptado por un ladrón quien le dice: "La bolsa o la vida". El viajero responde: "La vida, la bolsa la conservo para la vejez" De ninguna manera esta descripción de realidad es pesimista. El conocer nos da la ventaja de elegir y decidir cómo queremos vivir la única vida que poseemos. 1 La felicidad por su propia naturaleza es un fenómeno episódico dado que es la satisfacción de necesidades con alto grado de estasis. Solo se puede gozar con la intensidad del contraste y muy poco con el estado. Algo que fue bien comprendido por los precursores de los restaurantes de "tenedor libre" 2 y que podemos comprobar sólo Catalina Martino Miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Internacional API. Miembro titular en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina APA. Prof. Univ. CAECE Maestría de Psicosomática. Prof. Univ. de Bs. As. Postgrado en Psiquiatría. Fac. Medicina Bs. As. Ex Prof. 2da Cátedra de Pediatría. Fac. de Medicina Univ. De Bs. As. Dirección Guise 1678 P 5to C.P. 1425 Bs. As. Argentina. Te: 54-11-48218699 1

Imperativo latino Aude sapere: ten la audacia de conocer. Horacio, Epístolas Tenedor Libre: En Argentina sistema de casas de comida de autoservicio y precio fijo sin límite de cantidad

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con mencionar que nadie puede estar en permanente orgasmo, en esa petit mort. La felicidad no tiene parámetros universales, cada uno sabe que lo hace sentir feliz. Es un producto de la más alta subjetividad. Hasta aquí se ha hecho referencia a las dos primeras fuentes de nuestro penar, ambas son fácilmente objetivables. Pero hemos de pasar a la tercera fuente del sufrimiento humano: La insuficiencia de las normas para regular los vínculos entre los hombres, en la familia, en la sociedad. Ella no es un producto de la naturaleza sino un decantado de las formas de organización social, por lo cuál su intelección se vuelve más dificultosa. Estas criaturas que tuvieron como supuesto fin protegernos y beneficiarnos, han mostrado su verdadero rostro. Los cuervos que críamos nos han arrancado los ojos. Resumiendo: Gran parte de nuestro padecer proviene de aquello que llamamos cultura. Alguien podría decir: Seríamos más felices retornando a nuestra condición primitiva, sostenido en el mito del salvaje feliz. En rigor de verdad, las historias de los exploradores dan cuenta que la feliz vida del lugareño resulta inasequible para el visitante que pertenece a una cultura diversa. ¿Cuánto tiempo sobreviviría uno de nosotros en la hermosa selva amazónica sin repelente de insectos?. La humanidad ha llegado a un punto de desarrollo tecnológico sin precedentes, se ha logrado conquistar espacio, tiempo, velocidad. La luna ya no tiene una cara oculta, vemos las dos, amartizamos y sin embargo, a la vez que miramos impávidos las matanzas realizadas por las llamadas armas inteligentes en tiempo real continúan os de prisa deglutiendo nuestro sándwich. La aniquilación tiempo espacio, y los dueños de la mass media, favorecen masivamente la vanalización del mal. Este cinetismo fast food cultural busca favorecer la caída del horror que estos sucesos deberían provocar. La muestra fugaz acelerada tienen como fin la anulación de la reflexión. Se podría afirmar con Virilio que los gobiernos se valen de los productos mediáticos para hacer la guerra. La tecnociencia ha logrado domeñar parcialmente a la naturaleza creando vergeles en el desierto, prolongando la vida cambiando órganos dañados, pero también ha creado la falsa ilusión de tener un millón de amigos en el cyberespacio y hasta la falacia de una sexualidad virtual, a la que llamo cyberonanismo. Este progreso científico-tecnológico poco ha logrado contribuir a la felicidad humana. Agresividad – Violencia La agresión puede adoptar diversas modalidades. Se puede decir que no hay conducta positiva o negativa, simbólica o efectivamente realizada, que no pueda funcionar como agresión. Entre ellas existen manifestaciones sutiles, solapadas, como la ironía y la hipocresía, que aparecen en El Tartufo de Molière; como la impostura, del Hipócrita, de La Bruyere. El resentimiento de Ricardo III o el de Lady Macbeth. Campeones de la crítica, la queja, la protesta y el oposicionismo que operan con técnicas de sobrevaloración, desprecio y venganza (sus orígenes son los conflictos preedípicos, teñidos de odio y hostilidad). También la envidia, aquel "dragón de los ojos verdes que aborrece el alimento que lo nutre", de acuerdo a una magnífica descripción de Shakespeare; la deshonestidad, que abarca desde la llamada "viveza criolla" a la mala fe. Esta breve enumeración advierte que la agresividad es inherente a todo ser humano. Desde la óptica psicoanalítica, lo que supone discriminarla de los factores jurídicos, biológicos e ideológicos, hablar de la agresividad implica hablar de lo pulsional. Agresión consiste en la mezcla de Eros con la pulsión de muerte: "La pulsión de muerte del organismo vivo se defiende de la imbricación de lo pulsional de diversas maneras,

deflexionándola, utilizando la musculatura, agrediendo, transformándola en pulsión de destrucción o agresión..." (Freud, S.). La agresividad siempre actúa mezclada con la pulsión sexual, así entendemos sadismo, masoquismo, en sus diversas formas. Establece una relación con lo imaginario, con el narcisismo. En El malestar en la cultura y en Moisés y la religión monoteísta, Freud explica la tendencia natural a la maldad, la agresión, la crueldad que proviene del odio primordial y que tiene incidencias sociales desastrosas. El hombre satisface sus aspiraciones eludiendo interdicciones. Explota sin resarcir, humilla, martiriza, mata, se apropia de los bienes de otros; pero como debe renunciar a satisfacer plenamente esta agresividad en la sociedad, encuentra un exutorio en los conflictos tribales o nacionales. Todo ello vuelve a Freud pesimista y poco inclinado a creer en el progreso de la humanidad. Para hacer trabajar las ideas, presentaré una breve síntesis de las conceptualizaciones de Jacques Lacan, al respecto. Se presenta concordante con las ideas freudianas cuando, en 1960, presenta la Ética del Psicoanálisis. Expresa que la voluntad de hacer el bien desde el punto de vista moral, político o religioso enmascara siempre una insondable agresividad. Es la causa del mal. Se empeña en este escrito en evidenciar la dimensión imaginaria del odio. Ya en 1936 en el Congreso de Marienbad, Lacan habla por primera vez del estadio del espejo y define el término complejo. A lo largo de sus enseñanzas, va desarrollando esta temática, pero para elaborar teóricamente el yo, el yo ideal y las identificaciones. Así es como el estadio del espejo puede ser entendido como una encrucijada estructural que comanda: 1) El formalismo del yo, es decir, la identificación del niño con una imagen que lo forma, pero que principalmente lo aliena, lo hace otro del que es en un transitivismo identificatorio sobre los otros. 2) La agresividad del ser humano, que debe ganar por sobre el otro e imponérsele bajo pena de ser sino aniquilado a su vez. 3) El establecimiento de los objetos del deseo, cuya elección siempre se refiere al “objeto del deseo del otro”. Por lo tanto, la agresividad, al formar parte de la encrucijada estructural, es connatural al sujeto humano. Otra cosa es la violencia. Al hablar de violencia me refiero, como ejemplo paradigmático, a la tortura. Hay una presencia simbólica específica que permite una agresividad con una cierta finalidad. Hay una licencia del super-yo para ejercer una acción que es un hecho perverso en sí. Es un fenómeno individual y también culturalgrupal. La culpa en el parricidio llevó a instaurar normas. Es la estructura de normatividad la que permite deslindar la agresividad de la violencia. Cuando la ley- estructura de normatividad- se transgrede, hay violencia. Etimológicamente violencia tiene su origen en violare, que significa violentar la ley, la norma. Violentar es aplicar medios agresivos para vencer la resistencia del otro en una situación- en la mayoría de los casos- de abuso de poder,. H. Harendt dice que, como la violencia está tan presente en la sociedad humana, ha merecido poca atención de los estudiosos de la política y la historia, porque se la "da por sentada". (Sobre la violencia; Ed. J. Mortiz, 1970, México). Como relacioné violencia y poder, creo importante puntualizar algunas disquisiciones sobre el tema, dado que violencia suele confundirse con autoridad, agresividad, temor, poderío y sobre todo, poder. Hay una diferencia sustancial entre el carácter instrumental de la violencia, su ligazón a la acción individual, la naturaleza grupal y, por lo tanto consensual, del poder. Se puede pensar que a mayor capacidad de violencia, mayor poder. Y también se puede pensar que la ausencia de poder desata la violencia; o que a mayor violencia, menor poder.

La violencia está en el origen del poder, pero no es su determinante. En la prehistoria dominaba el más fuerte, pero a poco andar el poder nace del conjunto, de la unión de los más débiles que cooperan entre sí para superar la desigualdad propuesta por el dominante. Los ejemplos van desde la horda primitiva hasta la sublevación de los esclavos, entre tantos otros. Harendt dice que el poder "corresponde a la capacidad humana no sólo de actuar sino de actuar en concierto, el poder no es nunca propiedad de un individuo, pertenece al grupo y existe sólo mientras éste no se desintegra". (Op. cit.). Se desprende de lo antedicho que no existe poder individual; si un individuo aparece con poder es porque la sociedad se lo delega. En esencia, el poder es colectivo, se basa en el consenso, en la delegación voluntaria que la sociedad hace de ese poder en una persona o grupo. "El poder brota donde la gente se una y actúe de concierto. Deriva su legitimidad de la unión inicial más que de cualquier acción que lo siga...". "Asociada y confundida con el poder, se halla la violencia, que se distingue por su carácter instrumental". (Op.cit). En términos fenomenológicos, se aproxima más al poderío ya que los implementos de la violencia, como las demás herramientas, se diseñan y emplean a fin de multiplicar la fuerza natural hasta llegar a sustituirla. La violencia puede ser justificable, pero nunca es legítima. La violencia puede destruir al poder, pero no lo puede sustituir; si esto sucede, aparecen las dictaduras y el terror y, cuando esto ocurre, la violencia se vuelve no sólo contra sus enemigos sino también contra sus amigos, pues teme al poder. "El terror es la forma de gobierno que nace cuando la violencia tras destruir todo poder, en vez de abdicar, mantiene el control absoluto. Debe desaparecer toda oposición organizada antes de desatar el terror en toda su fuerza". (Op.cit.). Lo expuesto nos conduce a repensar en la proporción de intrincación pulsional. Freud, al teorizar sobre la pulsión de muerte, la describía del siguiente modo: "...es muda, actúa silenciosamente y se exteriorizaría (...) como pulsión de destrucción dirigida al mundo exterior y a otros seres vivos...". (1923). Caracterizados los conceptos generales, me interesa señalar cuáles son las diversas formas de violencia, especialmente aquella a la que llamo "muda", pero destructiva, que reina hoy en nuestra sociedad. Enuncio así la violencia social que toma diversos modos de manifestación. Desde que la historia da cuenta, la violencia quedó evidenciada en guerras, genocidios, revoluciones, dictaduras, matanzas, desapariciones, etc. El autoritarismo facilita las posibilidades para el desarrollo de trágicas atrocidades. Los conflictos actuales de enfrentamientos étnicos, religiosos, culturales tienen un origen político – económico. El no soportar la pequeña diferencia, denegando la castración. Es así como la sexualidad sucumbe frente a la completud narcisista, cae la alteridad, el respeto y el amor por el otro. La violencia se manifiesta así plenamente, no solo quitando la vida, sino la dignidad. En tanto psicoanalistas, sabemos del peligro de la desmentida. El analista por su propio trabajo analítico (me refiero a su análisis personal, reanálisis, supervisiones) tiene la ventaja de haber enfrentado sus propias vivencias siniestras y por esto mismo es esperable que pueda implementar los recursos adecuados para enfrentar la conflictiva realidad externa. Aristóteles asigna al hombre la condición de "animal político". Filósofos y teóricos de la política intentaron descubrir leyes objetivas del funcionamiento social. La política, al ser un invento, puede representar la realidad o falsearla, puede estar guiada por el altruismo, como también por el deseo de poder, dominio, egoísmo u omnipotencia. Responde a intereses vinculados al poder, trata de mimetizarse siempre con las diferentes áreas de la realidad social. Posee así una dimensión de omnipresencia y ominosidad. El psicoanálisis en este sentido posee un

instrumento, que es poder advertir la relación entre lo manifiesto y lo latente. Puede develar, con su ejercicio, la verdad del discurso político y la política en sí. En El porvenir de una ilusión, Freud afirma: "En realidad, el psicoanálisis es un método de investigación, un instrumento neutral, como lo es el cálculo infinitesimal". (1927) La pasividad frente al amo, el deterioro de la capacidad de juzgar, la perturbación en la génesis de ideales y creencias han padecido en estos últimos tiempos alteraciones que exigen nuestra atención. La causalidad es multifactorial, por lo que no es fácil plantear puntuaciones psicoanalíticas sobre la violencia social. Este es sólo un mínimo intento para poder pensar. Uno de los fenómenos útiles para reflexionar sobre la violencia es la marginalidad, es decir, la exclusión, originada por diversos factores. Uno de ellos es la corrupción, que conlleva una mala acción encubierta, de la cual sabemos que dificulta siempre el proceso de representabilidad. Su develación- al ser incluida en un relato- abrirá la metaforización, el desplazamiento, y finalmente, la implementación de los recursos para acotarla. La comprensión de la violencia en la situación y el contexto concretos de su emergencia, y la definición de la perspectiva y el lugar del observador son siempre decisivos. Bleger expresaba que la conducta es comprensible en situaciones, definiendo el ámbito y contexto donde se produce. En este sentido incluyo también el concepto de dispositivo panóptico de Foucault. Entonces, yendo a las cosas, los medios de comunicación cotidianamente presentan noticias e imágenes tan conmovedoras como aquellas esperables luego de grandes catástrofes: familias enteras viviendo a la intemperie, legiones de hombres, mujeres y niños comiendo lo eyectado por otros: la basura; la mentirosa creación del eufemísticamente llamado trabajo de cartonero- correspondiente a lo que en años anteriores se denominaba cirugeo-. Como si no supiéramos qué es el trabajo y cómo este contribuye a la autoestima y cómo las palabras engañosas lo único que hacen es socavar la dignidad de la persona humana. Prestemos atención a la forma en que sutilmente la línea se adelgaza llegando a veces a la desmentida. Muchos de nosotros hemos visto cómo este supuesto trabajo es franca explotación de menores, cómo a la madrugada pasan camiones en los que se sube a los cartoneros de todas las edades, que van apretujándose de pie, los unos a los otros en el mismo receptáculo en el que poco antes se había transportado basura. ¿Y los derechos humanos? ¿Y las leyes laborales? ¿Y la declaración de los derechos del niño? Esta realidad produce arrasamiento salvaje de la subjetividad. La inoperancia de los estamentos gubernamentales y la corrupción en los mismos han producido las noticias de las últimas semanas. Un ejemplo de ellas son: las muertes por desnutrición. Recuerdo que hace diez años aparecía en el diario La Nación el siguiente anuncio: "No en África: En la Argentina, cada mes fallecen 559 niños menores de un año con problemas relacionados con la desnutrición. ¡Atención! Muere un niño por hora". ¿Qué sucedió que no oímos estos clamores agónicos a tiempo? Reitero lo dicho por mí en otro trabajo: en psicoanálisis, el silencio no es salud. Cuando la subjetividad es arrasada por la indiferencia y la insensibilidad de los políticos, que además hacen ostentación perversa de la riqueza, es imprescindible que alcemos la voz revelándonos contra la violencia del que ignora al otro como otro semejante, ya sea por esta noticia o por otras, como lo son la brutal represión policial, que mata con balas o golpes u ordena arrojarse al Riachuelo. ¿Estaremos, como lo nominó H. Harendt, hace ya 40 años, en "la banalidad del mal"? Formulémonos estas interrogaciones con toda la frecuencia que nos sea necesaria a fin de hallar respuestas provisorias y no abonar, con la carencia de reflexión, la banalización del mal.

Pienso la desmentida como mecanismo de defensa que consiste en el rechazo a reconocer la realidad de una percepción traumática. Esto socialmente trajo las consecuencias que aún hoy padecemos: el no cumplimiento de las leyes, el no castigo a los culpables; todo ello conlleva a la pérdida de la protección social, a la inseguridad, a la desesperanza colectiva. Había mencionado la marginalidad como uno de los ejes a pensar, el cual está fuertemente enlazado a los factores ya mencionados, especialmente a las malas políticas económicas y a la corrupción. La desocupación generada por la destrucción de las grandes y medianas empresas provocó unas de las más grandes tasas de desocupación en el país, contribuyendo a ampliar la pobreza, el hacinamiento, el hambre, el analfabetismo, la carencia de cobertura social de salud, que a su vez provoca sobrecarga en los hospitales- supuestamente públicos- cada vez más carentes de recurso. Todo favorece a que las empresas aún existentes exacerben su fin, que es la ganancia en un país depauperizado, donde el hombre queda reducido a un simple medio para conseguir más ingresos. Violencia es “el fin justifica los medios”, y también los contratos laborales basura. Frente al alto desempleo, y el miedo a la pérdida de trabajo, aumenta la competitividad y la banalización. En el ámbito laboral se repitan frases como las siguientes: “Al que le toca, le toca”; “Todo es cuestión de buena o mala suerte, de nada vale la idoneidad o la experiencia”; “Hoy me tocó a mí, mañana a vos”...La amenaza constante y la incertidumbre creciente generan un clima que se asemeja a la vivencia de campo de concentración en los que no se vivía, se sobrevivía. Vivir es un trabajo. Sobrevivir es la amenaza inminente frente a la pérdida. Todo ello va construyendo un modelo de terror y desconfianza. Son conocidas por todos las diferencias entre miedo y terror: éste paraliza, porque el ser humano no sabe cómo protegerse. La pregunta que insiste en la calle, pasillos de hospitales, consultorios es: ¿Cómo hago? ¿Qué se hace frente a esto? Sabemos que el trabajo es una actividad social por la cual el sujeto se incorpora a la misma y recibe a cambio no sólo dinero sino reconocimiento y valoración. El desempleo prolongado afecta individual y colectivamente. La persona que no puede atender su subsistencia, que no puede cubrir las necesidades básicas de su familia, tendrá un sentimiento de culpa cada vez mayor, de inermitud, de futilidad. Estos pueden dar cabida a sentimientos de aislamiento y marginación. El estar sin trabajo no sólo provoca marginación de la producción y el consumo sino que margina socio culturalmente, provoca la caída de la autoestima, pudiendo el sujeto arribar a la fragmentación social y subjetiva. Hago mías las palabras de Sartre: "Los llamados marginados, que no son otros que los oprimidos, jamás estuvieron fuera de. Siempre estuvieron dentro de. Su solución pues, no está en el hecho de integrarse, incorporarse a esta estructura que los oprime, sino en transformarla para que puedan convertirse en seres para si”. (Crítica de la razón dialéctica; Ed. Glosada, 1963). El tiempo prolongado de desocupación agrava la problemática porque se incrementa paralelamente la estigmatización social, se pierden vínculos amistosos, redes de pertenencia, y esto provoca aumento del desaliento y la desesperanza. Todo esto afecta al grupo familiar incrementando muchas veces actos de violencia. La desesperación de sentirse víctimas impide discriminar de modo adecuado e impulsa a la acción violenta. Reitero, la violencia no es azarosa, todos estamos comprometidos. La violencia tiene ajuste a una situación concreta de un universo simbólico que le brinda (o no) legitimación. Y legitimar es avalar lo políticamente correcto en desmedro de lo humanamente correcto. No legitimar es dar cuenta responsable de los hechos, vencer el “no te metas", recordar que el relativismo dio pie al "por algo habrá sido", que formó parte de lo ominoso para

la memoria de los argentinos. Sostener la memoria es recordar para no repetir. Nuestro país y nosotros, sus habitantes, venimos sufriendo de micro y politraumatismos y muchas negaciones de las diversas formas de violencia, vinculadas con lo que podría denominarse "trauma acumulativo social". El modo que tenemos los trabajadores de la salud mental no es el silencio, sino la palabra. La salud depende también de la justicia social. Justicia social inexistente no solo en los bolsillos sino también en las ilusiones robadas a muchos. ¡Qué decir que entre colegas que conocen el valor que marcan el nomenclador nacional, se convierten en explotadores de las necesidades laborales de sus propios colegas a los que pagan casi una cuarta parte de lo que perciben cuando ellos facturan! Transgrediendo toda ética y sumándose a la exigencia perversa de muchas prepagas: atendiendo 800 pacientes por mes. Hay que creerse dios para cumplir con este requisito o mejor dicho ser explotador de colegas. Baste este ejemplo para dar cuenta mínima de cómo algunos humanos usan arbitrariamente lo establecido. Así es como queda en lugar de prejuicio la afirmación cultura = perfeccionamiento humano. Ante este estado de cosa el Psicoanálisis tiene algo que decir: "La tarea específico del ser humano es el domeñamiento pulsional". La sublimación de las pulsiones es un rasgo particularmente destacado del desarrollo cultural que posibilita los desarrollos científicos artísticos e ideológicos humanizantes. Estos logros que implican una renuncia pulsional - represión señalan el triunfo de la cultura pero también la causa de la hostilidad y el malestar en ella. Si pensamos en los orígenes de la convivencia humana esta tuvo un doble fundamento: A)- La compulsión al trabajo creado por el apremio exterior y B)- El poder del amor. Así es que el amor es una de las bases de la cultura. Para que la vida continúe Eros debe luchar constantemente contra Tánatos. El amor de meta inhibida impulsa a las fraternidades es así como la cultura exige el sacrificio de la satisfacción plena sexual para que la libido insatisfecha promueva lazos amistosos y comunitarios vía identificaciones sociales. Por algo la humanidad estableció el precepto del amor al prójimo, lo que da cuenta de que dicho amor no es fácil de sostener. Es cierto que no todo prójimo merece nuestro amor. Por ello Freud transformó sabiamente este mandamiento en: ama a tu prójimo como tu prójimo te ama a ti. "La participación del amor en la génesis de la conciencia moral y el carácter fatal e inevitable del sentimiento de culpa que es la expresión del conflicto de ambivalencia de la lucha eterna entre el Eros y la pulsión de destrucción o de muerte, es el conflicto que se entabla toda vez que se plantea al ser humano la convivencia" Sea de padres e hijos, de vecinos, de sociedades, de agrupaciones, de naciones; teniendo en cuenta que en este proceso juega un importante papel el narcisismo al que le resulta difícil admitir la pequeña diferencia. Sostengo que lo que vale para la psicología individual vale para la de los pueblos dado que estos son el conjunto organizado de individuos. Por ello expreso que uno de los modos posibles para intentar el bienestar sería el continuar revisando cada uno su superyo, conciencia moral, a fin de que ayudados por esa mirada y el sentimiento de responsabilidad sobre cada uno de nuestros actos intentemos ir domeñando la propia destructividad, la propia pulsión de dominio, dando cuenta eficaz del odio que sentimos por el otro a fin de dañarnos menos y de dañar menos. Nadie se enferma solo y nadie se cura solo. Somos todos productores y producidos (Bachelard) Admitir cuanto necesitamos del otro es un buen comienzo. Tener presente que cada uno de nosotros somos parte responsable del medio ambiente facilitador o no para el logro de un bienestar propio y social.

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